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De la trepanación

a la teoría
de la neurona
Hasta llegar al momento fascinante que viven las neurociencias contemporáneas
el hombre recorrió un largo camino de tanteos e hipótesis cuyos primeros
pasos se dieron en tiempos prehistóricos

Robert-Benjamin Illing de forma sorprendente, muchas trepa- aditamentos que les sirvieran de ayuda

øQ
naciones, m·s de los dos tercios, cica- para la vida del m·s all·.
uÈ pudo haber movido al trizaron visiblemente bien. Un cierto Pese a la precocidad y notable exten-
Homo sapiens a ocuparse n˙mero de operaciones guarda tambiÈn siÛn de la pr·ctica de las trepanaciones,
del interior de su cabeza? relaciÛn con heridas craneales, pero no todo indica que a los filÛsofos y los mÈdi-
Los primeros testimo- son, ni con mucho, la mayorÌa. AsÌ, de cos de la prehistoria y de la protohistoria
nios que documentan este interÈs son la misma forma que determinados pue- les resultÛ menos tangible la significa-
sorprendentemente antiguos: tienen alre- blos primitivos que han venido practi- ciÛn del cerebro y del sistema nervioso
dedor de 7000 aÒos. Algunos cr·neos cando la trepanaciÛn hasta los tiempos que la de otros Ûrganos internos. En la
procedentes de tumbas de la temprana modernos, los hombres prehistÛricos y Biblia y en el Talmud encontramos obser-
Edad de Piedra muestran orificios pro- de la Edad de Piedra creyeron proba- vaciones mÈdicas genuinas, pero ni una
vocados de intento: la resecciÛn de un blemente en la existencia de unas cau- sola alusiÛn que guarde relaciÛn con
trozo discoidal de hueso de la caja. Hubo sas sobrenaturales de la enfermedad, a alguna afecciÛn del cerebro, de la mÈdula
trepanaciones hasta los tiempos moder- las que personificaban como ìdemo- espinal o de los nervios.
nos; presumiblemente, aunque en dife- niosî. Mediante esos agujeros craneales Los embalsamadores de los faraones
rente medida, en todos los continentes. se buscaba liberar al alma de malos espÌ- y sacerdotes egipcios trataban con el
Su pr·ctica estuvo extendida en muchas ritus, presuntos causantes de los vÈrti- mayor de los esmeros el hÌgado y el cora-
culturas de la Edad de Piedra, pero no gos recurrentes, de las convulsiones o de zÛn; sin embargo, extraÌan el cerebro
gozÛ de igual difusiÛn ni en las civili- los ataques epilÈpticos o histÈricos.
zaciones principales de la Antig¸edad Por otro lado, numerosas culturas con
cl·sica ni en la Europa medieval. niveles de desarrollo muy dispares han
La situaciÛn de las aberturas realiza- compartido la creencia en la existencia 1. EXTIRPAR LA LOCURA.
das en estas operaciones no sigue nin- de un alma inmortal. En ese marco hemos “La extracción de la piedra de la locura”
guna regla estable, su di·metro varÌa en- de entender las circunstancias de los de Jerónimo Bosch, el Bosco (1450-1516),
tre uno y alrededor de cinco centÌmetros enterramientos y el equipamiento con muestra la extirpación de una “piedra de
y, adem·s, algunos de los cr·neos conser- que se dotaba a los muertos. Muy posi-
la locura”, operación muy extendida en la
vados muestran varios agujeros. Algunos blemente ocurriÛ algo similar con los
pacientes deben de haber sobrevivido a propios neandertales, extinguidos hace Edad Media; según las creencias de
la intervenciÛn muchos aÒos, dado que unos 27.000 aÒos, quienes, al menos en la época, se curaba así la enfermedad
los bordes Ûseos est·n cicatrizados y, algunos casos, incluÌan en las tumbas mental.

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2.
AKG BERLIN

UN CRATER EN EL CRANEO. Este


cráneo humano procedente del mesolítico
se encontró en el yacimiento danés de
Stengnav cerca de Naes. Los bordes del
orificio están completamente cicatrizados,
prueba inequívoca de que el paciente
sobrevivió a la operación durante años.

lesiones de las cubiertas cerebrales. Con


todo, como la pr·ctica del embalsama-
miento pone de manifiesto, todas estas
observaciones no condujeron a una
correcta valoraciÛn del funcionamiento
del cerebro.

El deseo en el hígado,
la inteligencia en el cerebro
En las culturas antiguas de Egipto y de
Grecia correspondÌa al corazÛn la pri-
macÌa entre los Ûrganos. AristÛteles (384-
322 a.C.) aducÌa sÛlidas razones:
ï Una herida en el corazÛn conlleva la
muerte inmediata, mientras que una
herida cerebral acarrea, en la mayorÌa de
los casos, consecuencias menos dr·s-
ticas y puede incluso curarse por com-
pleto.
ï Los cambios en el latido cardÌaco se
acompaÒan inequÌvocamente de mo-
dificaciones en el estado de ·nimo. El
cerebro, sin embargo, da la impresiÛn de
ser insensible, pues al tocarlo en un ani-
mal vivo no se despierta ning˙n tipo de
reacciÛn.
Por tanto, el movimiento del corazÛn
parecÌa ser pr·cticamente equivalente a
la vida misma. No obstante, sÛlo el alma,
esa imperecedera fuerza vital y forma-
tiva, tenÌa la potestad de dispensar la
vida al organismo.
En contraposiciÛn con el Estagirita,
Pit·goras (ca. 570-496 a.C.) e HipÛcrates
(ca. 460-370 a.C.), griegos como Èl, vie-
ron en el cerebro la parte ìm·s nobleî
del cuerpo humano. OpiniÛn compartida
por PlatÛn (427-347 a.C.). DistinguÌa
Èste tres partes en el alma. RelacionÛ
cada una de ellas y sus respectivas poten-
cias con un Ûrgano determinado: las
pasiones m·s bajas, como el deseo y la
codicia, pertenecÌan al hÌgado; las supe-
riores ópor ejemplo, el orgullo, el valor,
con varillas y cucharillas a travÈs de la mÈdico Imhotep, que viviÛ alrededor del la furia o el miedoó al corazÛn. Pero el
nariz y de las orejas. El primer apunte 2600 a.C. El papiro Smith describe, entre entendimiento competÌa al cerebro en
conocido sobre el cerebro se encuentra otras cosas, el diagnÛstico, tratamiento exclusiva.
en el papiro Smith, llamado asÌ en re- y pronÛstico de una serie de pacientes Galeno (ca. 130-200 d.C.), anatomista
cuerdo de su descubridor, el egiptÛlogo con heridas en la cabeza. Expone con oriundo de PÈrgamo, rebatiÛ la doctri-
norteamericano Edwin Smith (1822- sobriedad y orden sistem·tico los fenÛ- na aristotÈlica. Le incomodaba una afir-
1906). Este papiro egipcio procede de menos acaecidos en los enfermos. Tras maciÛn en particular: la de que ni los ojos
mediados del siglo XVI a.C., pero con toda explicar las heridas abiertas sin fractura ni los oÌdos guardaban relaciÛn alguna
probabilidad se trata de una copia de otro Ûsea, aborda las afecciones con fractu- con el cerebro. Los nervios Ûptico y audi-
documento mucho m·s antiguo, cuyo ras craneales netas o conminutas, para tivo, descubiertos por el propio Galeno,
autor fue posiblemente el arquitecto y considerar, por fin, algunos casos de probaban justamente lo contrario. Nues-

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tro mÈdico observÛ que, tras un ataque
apoplÈtico, los sujetos podÌan perder la
3. UNO DESPUES DE OTRO.
Según la doctrina de las
facultad perceptiva, aun cuando los Ûrga-
nos de los sentidos correspondientes no cámaras, desde la lengua,
hubieran sufrido ninguna alteraciÛn. la nariz, los ojos y los oídos
Demostr·base asÌ que el cerebro era el se dirigirían una serie de
Ûrgano central de la percepciÛn. Galeno conexiones a la primera cámara
quedÛ especialmente impresionado (ventrículo), que era la sede del
cuando observÛ los ventrÌculos cere- sentido común (sensus communis),
brales. Estas cavidades aparecÌan vacÌas
de la facultad de percepción
en sus experimentos; pensaba que sÛlo
contenÌan algo cuya naturaleza seme- (fantasia) y de la facultad de
jaba la del aire. Pero cuando Galeno opri- representación (vis imaginativa).
mÌa el ventrÌculo posterior del cerebro En la segunda cámara se
puesto al descubierto de un animal vivo, alojarían la facultad del
Èste caÌa en un estado de rigidez y de pro- pensamiento (vis cogitativa) y la
fundo aletargamiento. Si llevaba a cabo facultad del juicio (vis estimativa).
una escisiÛn profunda en ese ventrÌculo,
En la tercera y más posterior
el animal no se recuperaba ya de la ri-
gidez. Si sÛlo realizaba una escisiÛn de las cámaras se encontraría
superficial de la cubierta ventricular, el la facultad retentiva (vis
animal parpadeaba. Si oprimÌa ahora memorativa). (Tomado
sobre uno de los ventrÌculos anteriores, de Gregor Reisch: Margarita
el parpadeo cesaba y el ojo del lado opri- philosophica. Basilea, 1517.)
mido recordaba al de un ciego. De todo
ello infiriÛ que las lesiones cerebrales
sÛlo afectaban la capacidad de percep-
ciÛn y de movimiento cuando concernÌan pÌritu vital (spiritus animalis). Desde de ellas una localizaciÛn especÌfica den-
a los ventrÌculos. Adem·s, debÌa de exis- entonces, y durante siglos, la concep- tro de las cavidades cerebrales. Por el
tir una especial relaciÛn entre las cavi- ciÛn galÈnica de la existencia y el efec- contrario, las investigaciones experi-
dades del tejido cerebral y el alma; en to del spiritus animalis en el organismo mentales de los Ûrganos cerebrales y sus
efecto, por un lado, los ventrÌculos eran vivo estuvo vigente como doctrina irre- ventrÌculos apenas despertaron alg˙n
estructuras importantes del cerebro que futable. interÈs. La doctrina cristiana dominan-
tenÌan una conexiÛn directa con los Ûrga- Con pausada lentitud se fue completan- te por doquier veÌa en el cuerpo huma-
nos de los sentidos y, por otro, su con- do la teorÌa galÈnica merced a las contri- no un recept·culo pasajero del alma
tenido presumiblemente aÈreo, dada su buciones de Èpocas posteriores. En la Edad inmortal; durante largo tiempo estuvo
carencia de sustancia, no podÌa por menos Media se designaron tambiÈn los ven- prohibida la investigaciÛn anatÛmica en
que estar m·s prÛximo al alma que el trÌculos galÈnicos con el nombre de c·- el hombre.
tejido cerebral. El contenido ventricu- maras; se les asignaron diferentes fun- Con el Renacimiento se suscitÛ un
lar quedÛ asimilado al pneuma, conce- ciones. Al ventrÌculo anterior le incumbÌa renovado interÈs por el cuerpo humano,
bido por la filosofÌa griega como h·lito, la percepciÛn, al segundo (o medio) le cuyo origen se halla en el arte elaborado
emanado del cosmos y mediador entre correspondÌa el pensamiento y al poste- en la penÌnsula it·lica. Leonardo da Vinci
el cuerpo y el alma. rior, la memoria. A partir de aquÌ, me- (1452-1519) y Miguel Angel (1475-
diante el flujo del spiritus animalis de 1564), sobre todo, intentaron adquirir
El cerebro, una especie delante hacia atr·s, quedÛ pergeÒada una un mejor conocimiento del cuerpo hu-
de pozo romano secuencia plausible de los fenÛmenos anÌ- mano mirando en su interior. Leonardo
Galeno tambiÈn creyÛ ver que tanto los micos. En ese marco teÛrico se desarro- realizÛ, de hecho, el primer dibujo rea-
nervios que partÌan del cerebro como los lla la doctrina de las c·maras. lista que conocemos de los ventrÌculos
que allÌ llegaban iban a parar a los ven- Los mÈdicos de la Època ilustraron el cerebrales. A mediados del siglo XVI, el
trÌculos. El presocr·tico AlcmeÛn de Cro- modelo cameral con la imagen de un pozo anatomista belga AndrÈs Vesalio (1514-
tona (ca. 570-500 a.C.) habÌa postulado romano. De la misma manera que el agua 1564) dio nuevo esplendor a la ciencia
ya que los nervios estaban huecos. En fluye allÌ de pileta en pileta, adoptando anatÛmica. LlevÛ a cabo numerosas
concordancia con ello, Galeno observÛ con ello nuevas formas, el spiritus anima- disecciones p˙blicas en los anfiteatros,
que el nervio Ûptico parecÌa efectiva- lis discurrirÌa a travÈs de los ventrÌculos poniendo sumo cuidado en la minuciosa
mente hueco, pues por su centro trans- cambiando su cualidad con el tr·nsito de preparaciÛn y presentaciÛn del cerebro.
currÌa a menudo un vaso sanguÌneo. uno a otro. Tal fue presumiblemente el Mantuvo, sin embargo, una actitud reser-
SurgiÛ asÌ la idea de que los nervios, lo primer bosquejo, todavÌa muy vacilante, vada en relaciÛn con las especulaciones
mismo que los vasos sanguÌneos, cons- de un modelo de la funciÛn cerebral. al uso sobre su funcionamiento.
tituÌan una suerte de sistema canalicu- La doctrina cameral fue desarrollada
lar. Lo cual hizo al de PÈrgamo suponer, ulteriormente durante la Baja Edad Me- El espíritu,
a su vez, que los movimientos de los dia. El n˙mero de c·maras se multiplicÛ. ese sutil soplo de viento
m˙sculos y las expresiones de las emo- Algunos dibujos muestran diez e incluso RenÈ Descartes (1596-1650) dejÛ de lado
ciones anÌmicas en los animales y en el m·s ventrÌculos. Con el transcurso del tales reservas. El matem·tico y filÛsofo
hombre partÌan de los ventrÌculos, a cuyo tiempo se diferenciaron distintas cuali- francÈs se esforzÛ por comprender el
vol·til contenido dio el nombre de es- dades mentales y se otorgÛ a cada una funcionamiento de los nervios y afirmÛ

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4. PRIMERAS REPRESENTACIONES
anatómicamente correctas de los
ventrículos cerebrales, una dibujada
por Leonardo da Vinci (a la izquierda,
representados en sección lateral,
conjuntamente con los globos oculares
y los nervios cerebrales, ca. 1504) y otra
por Andrés Vesalio (a la derecha,
en sección frontal superior, 1543).

forme a la teorÌa, el spiritus animalis


debÌa haber afluido copiosamente en los
m˙sculos estimulados. Tras algunos se-
gundos, Borelli realizÛ una incisiÛn en
un m˙sculo del animal muerto todavÌa
sumergido. Pero, dado que no ascendiÛ
ninguna burbuja a la superficie del agua,
concluyÛ que la naturaleza del espÌritu
vital era acuosa, no gaseosa: un succus
que las partes visibles del cerebro no cuenta del inmenso n˙mero de fenÛ- nerveus (el ìsucco nÈrveoî de los tex-
tenÌan nada que ver con su forma de ope- menos sensoriales y motores de natu- tos espaÒoles que recogieron la idea).
rar. Su doctrina se basÛ tambiÈn sobre raleza tan dispar, habÌa de ser complejo De acuerdo con la teorÌa cartesiana
la aceptaciÛn de un spiritus animalis cir- en extremo. La imagen del pozo roma- el spiritus animalis se bombeaba des-
culante, asÌ como en la observaciÛn de no no le parecÌa convincente y presentÛ de el cerebro hasta el m˙sculo que se iba
las cavidades cerebrales y de los nervios un nuevo modelo de funcionamiento a contraer. Consecuentemente, el volu-
supuestamente huecos. cerebral: el Ûrgano. La caja de aire se men muscular debÌa de aumentar en el
Descartes conocÌa los novedosos estu- corresponderÌa con el corazÛn y las arte- momento de la contracciÛn. El mÈdico
dios de su contempor·neo Galileo Galilei rias, que, por vÌa sanguÌnea, llevarÌa el holandÈs Jan Swammerdam (1637-1680)
(1564-1642). Influenciado por ellos, for- spiritus animalis a los ventrÌculos. El colocÛ una preparaciÛn nervo-muscular
mulÛ consecuentemente sus ideas en un registro, con el que el organista decide en un recipiente cerrado; presentaba Èste
contexto mecanicista, cambiando con por quÈ canales debe dirigirse el aire, una parte superior en forma de fino tubo
ello de manera sustancial el car·cter de equivaldrÌa a las v·lvulas de los nervios, alargado en cuyo interior se encontraba
la investigaciÛn sobre el cerebro. con cuya ayuda el spiritus animalis cir- suspendida una gota de agua. Tiraba
ConcibiÛ el spiritus animalis como un cula por los ìtubosî apropiados. Y la entonces de un hilo de plata que atra-
sutil soplo de viento que corrÌa a travÈs m˙sica que sale de los tubos vendrÌa a vesaba el cierre inferior del recept·culo
de los canalÌculos nerviosos o como unas ser la conducta razonable y coordina- y que acababa en el nervio, causando asÌ
llamas activas. Seg˙n Descartes, las da que desarrollamos cuando ponemos que el m˙sculo se contrajera. En el caso
corrientes de spiritus animalis vendrÌan nuestros m˙sculos en movimiento y de que el m˙sculo aumentara de tamaÒo
desde los nervios sensitivos y se verte- actuamos. Este nuevo modelo de fun- al contraerse, la gota situada en la parte
rÌan en los ventrÌculos. AlcanzarÌan cionamiento cerebral era genial, pues superior deberÌa modificar su posiciÛn.
entonces un Ûrgano central del cerebro, proponÌa, tanto para la m˙sica del Ûrgano
la gl·ndula pineal, que se halla en ellos como para el sistema nervioso, un orden
y est· rodeada por el spiritus animalis. complejo y armÛnico de m˙ltiples acti- 5. EL MUSCULO EN EL
En la gl·ndula pineal se concitarÌan, asÌ, vidades individuales. TUBO. En este experimento de
el cuerpo de naturaleza mec·nica (res
Jan Swammerdam se contrae,
extensa) con el alma inmaterial e impe- Un experimento decisivo
recedera (res cogitans). Los impulsos sobre el carácter líquido en un receptáculo cerrado (a),
volitivos del alma originarÌan, por su del espíritu vital el músculo (b) a consecuencia
parte, una corriente de spiritus anima- Descartes ofreciÛ una imagen mecani- de la estimulación de su nervio
lis en los ventrÌculos y en la gl·ndula cista del flujo de spiritus animalis a tra- mediante un tirón dado a un
pineal que se dirigirÌa por los respecti- vÈs de los ventrÌculos y los nervios tan hilo de plata (c). El hilo sale
vos nervios motores hacia los m˙scu- firme y precisa, que no resulta extraÒo del receptáculo atravesando el
los. Una serie de finos filamentos en el que su teorÌa del funcionamiento ner-
cierre (d) de su parte inferior.
interior de los canalÌculos nerviosos vioso se quisiera comprobar experi-
actuarÌan a modo de v·lvulas, cuyo movi- mentalmente. En esa onda, Giovanni La gota de agua (e) permanece
miento guiarÌa la corriente de spiritus ani- Borelli (1608-1679), mÈdico y mate- inmóvil durante la contracción
malis. De esta manera, seg˙n Descartes, m·tico, se propuso determinar si la mate- muscular. (Tomado de
sentimos, por ejemplo, el calor y nos ria que transitaba por el interior de los J. Swammerdam, Biblia
apartamos de forma refleja cuando Èste nervios hacia los m˙sculos era vol·til o naturae. Leiden, 1738.)
resulta excesivo. lÌquida. Introdujo un animal vivo bajo
Descartes tenÌa muy claro que un sis- el agua, que luchÛ lÛgicamente con to-
tema mecanicista que pretendiera dar das sus fuerzas para no ahogarse. Con-

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Pero se quedÛ donde estaba. Este expe- supuesto de que hubiera en el organismo Hasta que, en 1843, Emil Du Bois-Rey-
rimento, realizado antes del descubri- una fuente elÈctrica, la corriente se pro- mond (1818-1916) describiÛ, por fin, la
miento del principio de la conservaciÛn pagarÌa hacia cualquier lado y no nece- corriente que recorre los nervios tras un
del volumen, debiÛ de verse como una sariamente a lo largo de las vÌas nervio- estÌmulo elÈctrico. Cuando el fisiÛlogo
clara refutaciÛn de la teorÌa cartesiana. sas destinadas a dicho fin. alem·n observÛ en 1849 que dicha
Alexander Monro (1697-1767) inten- La discusiÛn acerca del papel de los corriente se producÌa tambiÈn mediante
tÛ desvelar el movimiento del spiritus fenÛmenos elÈctricos en el sistema ner- un estÌmulo quÌmico, se obtuvo la prueba
animalis con una serie de experimentos vioso recibiÛ un impulso esencial gra- de que los nervios no eran meros con-
sucesivos. Este anatomista escocÈs rea- cias a Luigi Galvani (1737-798). En una ductores pasivos de la electricidad, sino
lizÛ cortes transversales de los nervios, de sus legendarias preparaciones de an- que se mostraban tambiÈn activos desde
pero no encontrÛ en ellos ninguna cavi- cas de rana, puso una banda de zinc al el punto de vista electromotor.
dad. SeccionÛ los nervios de animales nervio ci·tico y conectÛ Èste con el La imagen del nervio hueco pasÛ al
vivos, sin ver salir ning˙n succus ner- m˙sculo mediante una abrazadera de archivo de la historia. El primer bos-
veus del lugar de la incisiÛn. LigÛ los plata. Siempre que cerraba el circuito y quejo del impulso elÈctrico en una cÈlula
nervios a fin de provocar que el spritus descargaba corriente, el m˙sculo se con- óhoy conocido como potencial de
animalis que fluÌa por ellos se acumu- traÌa. Pero el hecho de que el nervio fuera acciÛnó lo pergeÒaron en 1939 dos bio-
lara en el lado de la barrera m·s prÛximo excitable elÈctricamente no probaba to- fÌsicos ingleses, Alan Hodgkin y Andrew
al cerebro, ocasionando de paso una infla- davÌa que el spiritus animalis fuese lo Huxley. El potencial de acciÛn se revelÛ
maciÛn local de los nervios. Pero tam- mismo que la electricidad. Al fin y al como una forma universal de seÒaliza-
poco esto se verificÛ. A Monro le pare- cabo, los nervios tambiÈn se pueden esti- ciÛn de las cÈlulas nerviosas en todo el
ciÛ muy improbable que un fluido mular mediante acciones mec·nicas, reino animal.
nervioso de esta Ìndole pudiera despla- como la empleada por Swammerdam, o Ahora bien, dadas las limitaciones de
zarse por unos canales tan finos con la quÌmicas. Por eso Galvani no pudo re- los instrumentos de que se disponÌa alre-
velocidad requerida para cumplir su batir la objeciÛn que le hizo su compa- dedor de 1800, la cuestiÛn sobre la com-
cometido, en la hipÛtesis de que los ner- triota Alessandro Volta (1745-1827): su posiciÛn y la estructura del tejido por el
vios fueran huecos. De este problema se experimento dejaba abierta la cuestiÛn cual circulaban las corrientes nerviosas
ocupÛ tambiÈn Isaac Newton (1643- de la identidad entre la electricidad y el permaneciÛ todavÌa sin dilucidar. El
1727), quien sabÌa que un gas o un fluido spiritus animalis. SÛlo m·s adelante un microscopio Ûptico adolecÌa por ese
no podÌan moverse con la rapidez nece- colega de Èste, Carlo Matteucci (1811- tiempo de importantes aberraciones.
saria a travÈs de unos t˙bulos del cali- 1868), pudo determinar las corrientes Bastaba un vistazo a travÈs del micros-
bre de los nervios. Por eso pensÛ que serÌa de un m˙sculo mediante un aparato de copio para dejar convencidos a muchos
la vibraciÛn de los filamentos conteni- medida dotado de suficiente sensibi- cientÌficos de entonces de que era algo
dos en los nervios lo que asumÌa la fun- lidad. completamente inservible. A lo largo
ciÛn del spiritus.
Los resultados a que se llegaba eran a
todas luces contradictorios. Circularon
informes que atestiguaban haber obte- 6. LA CONDUCCION DEL
nido algo fluido de las secciones de los ESTIMULO SENSORIAL SEGUN
nervios. Se afirmÛ posteriormente que la DESCARTES. El calor del fuego
carencia de inflamaciÛn en la ligadura ner- provoca un movimiento de la piel
viosa debÌase a la carencia de actividad
y, con ello, el tirón de unas finas
funcional de esos nervios por los que no
fluÌa ya ninguna sustancia. El propio fibras que abre los poros para el
Antoni van Leeuwenhoek (1632-1723) paso del spiritus animalis; discurre
creyÛ haber visto en su microscopio que éste hacia los ventrículos cerebrales
los nervios estaban realmente huecos. y se transforma allí en una
Fruto de esa general inquietud experi- sensación. (Tomado de R. Descartes,
mental, a mediados del siglo XVIII se habÌa Traité de l’homme. París, 1664.)
extendido una creciente curiosidad acerca
de la cuestiÛn b·sica: øcÛmo explicar, al
menos en sus grandes lÌneas, la funciÛn
del cerebro y de sus nervios?

La corriente del nervio ciático


CoincidiÛ ese estado de ·nimo con la
apariciÛn de un fenÛmeno del que todos
hablaban, lo mismo en el laboratorio que
en las ferias populares: la electricidad.
No tardaron en avanzarse propuestas que
identificaban la electricidad con ese
medio que fluÌa por los nervios. Una
tesis que no pudo imponerse en un prin-
cipio debido a una razÛn de peso, a saber,
la de que los nervios no parecÌan estar
aislados. Al faltar tal aislamiento, en el

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7. NEURONAS Y MUSICA. La
comparación cartesiana de la música
polifónica con el rendimiento del cerebro
resultó extraordinariamente esclarecedora.
De la misma manera que la música
depende del acorde temporalmente
preciso de las distintas voces (a la
izquierda, intervalo de 1,5 segundos), de
las actividades individuales de las células
nerviosas (a la derecha, intervalo de
1,5 segundos) depende la percepción
diferenciada y el comportamiento
coordinado. (Hoja de partitura de “La
Pasión según San Mateo” (1729) de
Johann Sebastian Bach (1685-1750).
Registro parcial de la actividad de
24 neuronas de la corteza cerebral:
J. Krüger, Universidad de Friburgo.)

del siglo XIX se consiguiÛ reducir las cÛmo se conectaban entre sÌ estas pro- de otra manera la propagaciÛn de las
aberraciones de la Ûptica microscÛpica longaciones. En un principio, adem·s, seÒales a travÈs del tejido nervioso, inde-
y el microscopio se convirtiÛ en el ins- esta pregunta parecÌa no tener excesiva pendientemente de que se pensara en un
trumento imprescindible de la investi- importancia, pues la hipÛtesis m·s sim- spiritus animalis o en la corriente elÈc-
gaciÛn neurobiolÛgica, franque·ndose ple y m·s probable era que las prolon- trica como medio transmisor?
una nueva vÌa de acceso a las permanentes gaciones trenzaban una red compleja, Mientras los cientÌficos estaban con-
cuestiones que habÌan venido preocu- un ìretÌculoî. øCÛmo podrÌa imaginarse centrados en el conocimiento de la es-
pando a los cientÌficos. tructura del tejido nervioso, acaecieron
Un desarrollo semejante experimen- una serie de progresos en la preparaciÛn
taron las preparaciones microscÛpicas de de las muestras. Se produjo un avance
las muestras tisulares. Los primeros pasos espectacular cuando Camilo Golgi (1843-
acertados para la fijaciÛn y tinciÛn del 1926), en la dÈcada de los setenta del si-
tejido nervioso no se dieron hasta la se- glo XIX, descubriÛ la reacciÛn negra, hoy
gunda mitad del siglo XIX. Otto Deiters denominada en su honor tinciÛn de Golgi.
(1834-1863) fijÛ pequeÒas muestras de A Santiago RamÛn y Cajal (1852-1934),
tejido nervioso con ·cido crÛmico y observando al microscopio cortes ce-
dicromato pot·sico. Con la ayuda de este rebrales con esta tinciÛn, le llamÛ la
tratamiento previo, el anatomista ale- atenciÛn el hecho de que en determina-
m·n pudo ver que del cuerpo de la cÈlula das regiones siempre aparecieran for-
nerviosa salÌan dos tipos de prolonga- mas celulares semejantes. La regulari-
ciones filamentosas: las ìprolongacio- dad y el aislamiento de dichas formas
nes protopl·smicasî, hoy llamadas den- no casaban con la idea de una red con-
dritas, y el ìcilindroejeî o axÛn. Para este tinua en la que no debÌa existir ninguna
tipo de cÈlulas, su compatriota y colega separaciÛn natural entre las distintas
Wilhelm von Waldeyer-Hartz (1836- cÈlulas nerviosas. RamÛn y Cajal hizo
1921) propuso en 1891 el nombre de un segundo descubrimiento fundamen-
ìneuronaî. En tiempo de Deiters era im- tal. ComprobÛ que en la parte terminal
posible hacer visibles las finas termina- de los axones teÒidos se formaban a
ciones de las neuronas. Es cierto que, con 8. EL PRIMER BOSQUEJO menudo unos engrosamientos peculia-
anterioridad, Joseph von Gerlach (1820- DE UN POTENCIAL DE ACCION res, los llamados botones terminales. De
1896) habÌa ya introducido el carmÌn, el INTRACELULAR. A la izquierda se recoge todo ello dedujo Cajal que no habÌa nin-
aÒil y el cloruro de oro como los primeros la fluctuación del potencial en milivolt; guna red nerviosa continua, sino que
medios de tinciÛn para la investigaciÛn abajo se encuentran los marcadores cada cÈlula nerviosa era un individuo
del tejido nervioso. Pero en la imagen temporales separados siempre
con lÌmites perfectamente definidos. La
microscÛpica se seguÌan perdiendo las teorÌa neuronal habÌa nacido.
2 milisegundos uno de otro. (Tomado de:
terminaciones del axÛn y de las dendri- Pese a que la cuestiÛn de la transmi-
tas en las partes vecinas del preparado A. Hodgkin, A. Huxley: Action potentials siÛn de la excitaciÛn de neurona a neu-
tisular que no estaban teÒidas. Quedaba recorded from inside a nerve fiber. Nature, rona distaba todavÌa de estar aclarada,
asÌ sin poderse aclarar la cuestiÛn sobre 144, 1939.) RamÛn y Cajal se mantuvo en sus trece

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9. LA IMAGEN DE LA IZQUIERDA
muestra células nerviosas aisladas
procedentes de la sustancia gris de
la médula espinal de un buey, donde
se diferenciaron por primera vez las
dendritas de los axones. (Tomado de
O. Deiters: Untersuchungen über Gehirn und
Rückenmark des Menschen und der Säugetiere
[Investigaciones sobre el cerebro y la médula
espinal del hombre y de los mamíferos]. Vieweg,
Brunswick, 1865.) La ilustración a su
derecho corresponde a un dibujo de
Ramón y Cajal, en el que se representa la
dirección seguida por las señales a través
de los distintos tipos de neuronas de la
depositÛ nicotina con un pincel fino sobre Estos transmisores moleculares se des-
retina de un ave. Las flechas indican la
un m˙sculo de rana aislado; observÛ que cargaban en paquetes. John Heuser y
dirección del flujo de las señales, según la nicotina desencadenaba una contrac- Thomas Reese comprobaron luego el
suponía Ramón y Cajal. (Tomado de S. ciÛn muscular si se aplicaba en la sinap- mecanismo de constituciÛn de tales
Ramón y Cajal: Textura del sistema nervioso sis entre el nervio y el m˙sculo. En otros ìpaquetesî: las vesÌculas de la termina-
del hombre y de los vertebrados. Moya, lugares de la fibra muscular la nicoti- ciÛn de las neuronas emisoras se con-
Madrid, 1899-1904.) na parecÌa no ejercer dicho efecto. Y traÌan a consecuencia de la llegada de
Langley descubriÛ todavÌa algo m·s: el un potencial de acciÛn a travÈs de la
tratamiento previo con un tÛxico ner- membrana celular y pasaban su conte-
en relaciÛn con la teorÌa neuronal. vioso, el curare, hacÌa, al m˙sculo, insen- nido, compuesto sobre todo por neuro-
CompletÛ muchos de sus dibujos de sible a la nicotina, pero no impedÌa que transmisores, a la cÈlula receptora. El que
conexiones entre las cÈlulas nerviosas la estimulaciÛn elÈctrica directa lo acti- la ìcÈlula emisoraî estimulara o inhibie-
realizados al microscopio con flechas vara. Langley concluyÛ, de tales resul- ra la ìcÈlula receptoraî dependÌa del tipo
que mostraban cÛmo, seg˙n su opiniÛn, tados, que la nicotina actuaba en la super- de sustancia transmisora y de los recep-
fluÌan las seÒales de una cÈlula a otra. ficie de la fibra muscular reaccionando tores situados en la membrana de la cÈlula
No podÌa concebirlo de otra manera, a este nivel con un receptor, el cual tam- postsin·ptica, a los cuales se fijaban los
puesto que no se sospechaba que las biÈn podÌa ser ocupado por el curare. La transmisores moleculares.
cÈlulas nerviosas podÌan ejercer dife- idea de que unos receptores molecula- La comprobaciÛn de la existencia de
rentes efectos unas sobre otras. Aunque res de la cÈlula podÌan fijar determina- sinapsis estimuladoras e inhibidoras ali-
los experimentos de los hermanos Weber das sustancias resultÛ fundamental para mentÛ la especulaciÛn acerca de la ela-
habÌan llamado la atenciÛn, ya a me- la neurofarmacologÌa moderna. Langley boraciÛn, por el sistema nervioso, de
diados del siglo XIX, sobre la existencia supuso, adem·s, que la fibra nerviosa esti- informaciones inteligentes siguiendo
de efectos inhibidores en el sistema ner- mulada liberaba en la sinapsis una sus- principios exactos y lÛgicos. Por otro
vioso, el concepto de inhibiciÛn neu- tancia similar a la nicotina que era la lado, el psicÛlogo canadiense Donald
ronal era por entonces todavÌa muy responsable del efecto sobre el m˙sculo. Hebb (1904-1985) formulÛ en 1949 la
impreciso. SerÌa Charles Sherrington Al quÌmico alem·n Otto Loewi (1873- hipÛtesis de que los lugares de contacto
(1857-1952) quien, poco despuÈs de 1961) le cupo finalmente lograr la com- entre las cÈlulas nerviosas podÌan cam-
1900, formulara definitivamente la idea probaciÛn experimental de que los ner- biar en razÛn del tipo de actividad que
de las cÈlulas nerviosas inhibidoras y vios estimulados (en este caso el nervio ejercieran. Desde entonces, su hipÛte-
demostrara su existencia mediante mÈto- vago del corazÛn) descargan una sus- sis ha recibido m˙ltiple confirmaciÛn
dos electrofisiolÛgicos. En concordan- tancia de la que depende el efecto ner- experimental. La intensidad de la comu-
cia con el estado de las tÈcnicas de las vioso. Henry Dale (1875-1968) descu- nicaciÛn entre dos neuronas no queda
comunicaciones propias de su tiempo, briÛ que se trataba de un Èster de la determinada de una vez para siempre,
el neurofisiÛlogo brit·nico comparÛ el colina, la acetilcolina. sino que es modificable a travÈs de la
cerebro con una estaciÛn telegr·fica. Ya experiencia. Las cÈlulas nerviosas pue-
en 1897 habÌa dado el nombre de ìsinap- Células nerviosas que aprenden den, pues, aprender. Una nueva hipÛte-
sisî al lugar de contacto entre cÈlulas ner- La tesis de una transmisiÛn quÌmica del sis del funcionamiento cerebral, el
viosas. Sin embargo, hasta 1954, tras la impulso nervioso, tanto entre las neu- modelo tÈcnico, se deja ya entrever.
introducciÛn del microscopio electrÛ- ronas entre sÌ como de las cÈlulas ner-
nico, Sanford Palay y George Palade no viosas a las musculares, fue aceptada
pudieron corroborar experimentalmente muy tardÌamente por los neurocientÌfi-
que las neuronas eran individuos celu- cos y sÛlo tras la realizaciÛn de una serie
lares con una estructura autÛnoma. de observaciones b·sicas que vale la
Pero la teorÌa neuronal seguÌa sin haber pena recordar. La primera, la de Bernhard ROBERT-BENJAMIN ILLING comparte su
resuelto el problema del paso de las seÒa- Katz. MostrÛ que las terminaciones ner- interés por la historia de la ciencia con la
les de una cÈlula nerviosa a otra. øCÛmo viosas liberaban sustancias indicadoras, docencia y el ejercicio de su especialidad neu-
podÌa un impulso salvar la distancia entre los llamados neurotransmisores, en rológica en el Hospital Clínico Universitario
dos neuronas? John Langley (1852-1925) dependencia de la actividad elÈctrica. de Friburgo.

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