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Introducción:
Freud dice que la causa de las histerias está en intimidades de la vida psicosexual
de los enfermos, que los síntomas histéricos son la expresión de los más secretos
deseos reprimidos. (Es decir que la causa de los síntomas en la histeria se hallaría
en fantasías sexuales reprimidas).
El tratamiento de Dora llevó tres meses, y las soluciones del caso de dieron
gracias a la interpretación de dos sueños que relató la paciente.
CUADRO CLÍNICO:
Freud dice además que él inicia el tratamiento haciendo que el sujeto le relate su
historia y la de su enfermedad.
Freud dice que la incapacidad de los enfermos para desarrollar una exposición
ordenada de la historia de su vida se debe a varias causas:
(Ambos fines coinciden: de modo que si se alcanza uno de ellos, el otro queda
conseguido también).
El padre de Dora era antiguo paciente de Freud. Y es él quien lleva a Dora para
que la trate Freud. Dora tiene claros síntomas neuróticos, según Freud.
- Tía (hermana del padre): Que estuvo aquejada por una grave psiconeurosis y
luego murió. Dora la había tomado como modelo pues le tenía cariño.
- Sr. K: Siempre se mostró cariñoso con Dora. Según ella, él le hizo proposiciones
amorosas luego de un paseo por un lago aunque él lo negó, y él la acusó a ella
demostrar demasiado interés en la cuestión sexual (esto lo supo él debido a una
charla donde su esposa le contó dicha confidencia). Anteriormente, cuando ella
tenía 14 años, él la abrazó al pie de una escalera y la beso a la fuerza. (Ambas
situaciones, la del lago y la de la escalera, apropiadas para producir la vivencia de
un trauma psíquico).
- Los dos hijos pequeños del matrimonio K: Dora los había cuidado en varias
oportunidades mostrándose con ellos de forma maternal.
- La institutriz: Dora mantuvo excelentes relaciones con ella hasta que un día se
enemisto e hizo que la despidieran.
Vale recordar que para Freud, en los casos de histeria, se daban las siguientes
condiciones:
trauma psíquico
conflicto de los afectos
conflicto en lo sexual
La proposición amorosa del señor K el día que paseaban y su posterior acusación
hacia ella (de que su esposa le contara que se interesaba en temas sexuales
debido a ciertas obras que leía), habrían constituido para Dora el trauma psíquico
necesario para su enfermedad histérica.
Dora contó un incidente anterior con K mucho más apropiado para haber ejercido
sobre ella acción traumática, cuando tenía 14 años, en donde el señor K se las
ingenió para quedarse a solas con ella y la abrazo fuerte y la beso en la boca. En
aquel momento Dora sintió repugnancia y partió. Salió corriendo pero nunca
mencionó esto a nadie y ambos lo mantuvieron en secreto. Para entonces, según
Freud, la conducta de Dora ya era totalmente histérica.
Al recordar aquello, Dora dice aún tener repugnancia al recordar la presión del
brazo de ese hombre sobre su busto al abrazarla, pero según Freud aquí se dio un
desplazamiento y en realidad no se trataba del brazo sino del miembro erecto. Y
Dora evitaría actualmente pasar cerca de un hombre que conversa acalorado con
una mujer (al que supone sexualmente excitado), para no sentir nuevamente esa
muestra de excitación.
Freud dice que si bien Dora tenía razón al afirmar que el padre no quería
enterarse verdaderamente de la conducta del señor K para con ella, con objeto de
no verse perturbado en su relación con la señora K, también es cierto que Dora
había obrado exactamente igual que su padre. Es decir que Dora había permitido
siempre, hasta entonces, que su padre se viera con la señora K sólo porque así
ella podía ver al señor K.
Y la prueba de que ella antes sí sabía del romance de su padre con esa señora y
no lo impedía está en el hecho de que jamás los iba a visitar cuando suponía que
podían estar solos (para no interrumpirlos), y además por lo ocurrido con cierta
institutriz. Esta institutriz que tuvo Dora le insistía en abrirle los ojos para que viera
lo que pasaba entre su padre y la señora K. Y pese a que Dora tenia un excelente
trato con esta institutriz, de repente hizo que la despidieran. Además, por varios
detalles, se notaba que la institutriz estaba enamorada del padre (la trataba mejor
cuando el padre estaba presente). Dora hacia algo similar con los hijos del
matrimonio K, dado que los niños eran un enlace para ella con el señor K.
Dora reconoció a Freud que talvez hubiera estado enamorada del señor K durante
una época, pero que luego eso se había desvanecido tras las propuestas que este
le hiciera en aquel paseo por el lago.
No cabía duda de que Dora perseguía un fin (separar a esa mujer de su padre) y
esperaba lograrlo a través de su enfermedad (por supuesto que lo esperaba de
forma inconsciente). Freud estaba seguro de que los síntomas de Dora
desaparecerían si su padre decidía dejar de ver a la Sra. K en beneficio de la
salud de Dora. Pero Freud esperaba que el padre no hiciera tal cosa, para que
Dora no tomara como arma su enfermedad usándola siempre que quisiera para
obtener beneficios.
Según Freud, uno de los sentidos de un síntoma se relaciona siempre con una
fantasía sexual. Y Freud interpretó la tos nerviosa de Dora como expresión de una
situación sexual fantaseada. Del análisis Freud dedujo que esa tos periódica
originada por un cosquilleo en la garganta expresaba una situación de satisfacción
sexual (a partir de sexo oral) entre su padre y la señora K. Y el hecho de que al
poco tiempo de dada esta explicación la tos desapareciera por completo, parecía
confirmar esa teoría (recordemos que al comprender el sentido de un síntoma ese
mismo síntoma desaparece, según Lección 17 y 18).
Freud dice que la conducta de Dora iba más allá de su condición final. Dora sentía
y obraba más bien como una mujer celosa, tal y como hubiera parecido
comprensible que obrase su madre. Con el dilema que a su padre planteaba (“esa
mujer o yo”), se estaba situando claramente en el lugar de su madre.
Se puede decir que detrás de las ideas preponderantes que giraban entorno de las
relaciones del padre con la señora K, se escondía también un impulso de celos
cuyo objeto era aquella mujer, es decir una inclinación de Dora hacia la misma
señora K.
Según Freud, en los casos de mujeres histéricas cuya libido orientada hacia el
hombre ha quedado enérgicamente reprimida, aparece regularmente intensificada
la corriente homosexual.
Dora, de hecho, durante años había tenido con la señora K una estrecha amistad.
Y además hablaba del cuerpo de esta mujer alabándolo. Y jamás Freud escuchó
palabras ofensivas de parte de Dora hacia la señora K (lo que hubiera sido
esperable).
Dora se sintió traicionada por la señora K, dado que esta mujer le contó al marido
acerca de que Dora leía textos de carácter sexual y que por tal cosa no podía
exigir respeto de un hombre.
Para Freud, los celos de Dora también eran hacia la señora K, eran celos de
carácter masculino, y esto es típico en la vida amorosa inconsciente de las
muchachas histéricas.
Ese sueño lo tuvo Dora tres noches consecutivas durante su estadía con los K
(lugar donde ocurrió su escena con K). Luego volvió a tener el sueño una noche
atrás ya en Viena.
Los sueños de repetición tienen que ver con la vida infantil, con lo traumático.
Los elementos más importantes a tener en cuenta en este sueño son: el fuego y el
alhajero.
Dora dice que su madre y su padre discutieron las últimas noches porque
ella se empeña en cerrar con llave el comedor, y su marido no quiere tal
cosa puesto que así quedaría encerrado el hermano de Dora y podría
ocurrir algo que los obligara a salir de urgencia por la noche.
Dora después de eso pidió la llave del cuarto a la señora K, pero luego la
llave desapareció y ella estaba segura que el señor K la había quitado. (Ella
no podría entonces dormir tranquila hasta que saliera de aquella casa, y
justamente en el sueño cuando ella sale de la casa es que logra despertar).
Dora cuenta de una discusión entre su padre y su madre por una joya. Dice
que su padre no le regaló a su madre la joya que esperaba sino otra, y su
madre entonces le dijo que se la dé a quien quiera pero que ella no la
quería. (Freud interviene aquí preguntándole a Dora si ella acaso no pensó
que ella sí aceptaría la joya de su padre, y ella le contestó que no sabía si
lo había pensado).
El sueño era una reacción a aquel suceso en el lago con el señor K. Estos sueños
fueron efecto inmediato del suceso con K. En el sueño, ella reemplazaba a K por
su padre.
Freud interpreta que: Ella con el sueño se dijo que K andaba detrás de ella, que su
“alhajero” corría peligro, y que si sucedía algo la culpa seria de su padre. Y Freud
dice que en ese sueño todo se transforma en su contrario y que por eso,
finalmente en el sueño, es su padre quien la salva.
Dora había estado dispuesta a “dar” a su padre lo que su madre le negaba (y esto
es lo relacionado a la “joya” y más precisamente con lo que esta representaba).
Esto nos habla de una conflictiva edípica sin resolver típica en la histeria.
El sueño, traducido a lo consciente, diría: “tengo que salir de esta casa donde
corre peligro mi virginidad”.
Una oportunidad Dora llevó un bolsito pequeño a terapia, con el que jugaba
metiendo en el sus dedos mientras hablaba. Esto era un acto sintomático (actos
sintomáticos: actos que los sujetos realizan automática e inconscientemente, sin
darse cuenta de ellos, como jugando, y a los que niegan toda significación,
declarándolos indiferentes y casuales cuando se los interroga sobre ellos. Esto
actos exteriorizan ideas inconscientes).
Ese bolsito era una representación de su genital femenino, y el acto de jugar con
el constituía una exteriorización mímica de la masturbación.
Dora dijo que cada vez que tuvo ese sueño, al despertar advirtió olor a humo. Su
padre y K, al igual que Freud eran fumadores empedernidos. Freud deduce que en
algún punto del tratamiento, debido a una transferencia, Dora debió desear que él
la besase. Esta podría ser la repetición del sueño al estar ya en Viena y
probablemente el motivo por el cual Dora abandonara la cura.
“Dora paseaba como extranjera por una ciudad que le era desconocida hasta
llegar a la casa en la que supuestamente vivía. Sube a la sería su habitación y
sobre la cama encuentra una carta. La carta es de su madre, donde le dice que el
padre de Dora murió y que si quiere puede ir. Dora entonces va a buscar la
estación y pregunta unas cien veces ‘dónde está la estación’. Sólo le responden
‘cinco minutos’. Luego ve un bosque, entra en él y encuentra a un hombre a quien
le pregunta, y este le contesta ‘todavía 2 horas y media’. Se ofrece a acompañarla.
Ella lo rechaza y se va. Luego de pronto ya se halla en casa, no sabe cómo. Llega
a la portería, y la muchacha le dice que la madre y los otros ya están en el
cementerio”.
En este sueño se explicará el motivo que la llevó a Dora a sentirse tan ofendida
por el cortejo de K.
- Para Navidad le habían enviado un álbum con postales de una ciudad alemana
y justo un día anterior al sueño lo había vuelto a ver.
- Para las fiestas había recibido la visita de un primito a quien debió mostrarle la
ciudad de Viena.
- El primo le trajo a la memoria una breve estadía en Dresde, donde deambuló
como extranjera.
- Otro primo, que estaba con ellos, quiso hacer de guía por la galería y ella lo
rechazó. Se fue sola y se detuvo frente a la Sixtina, donde se detuvo 2 horas. Lo
que más le gustó de allí fue la Madonna (la virgen).
- El día anterior, el padre le pidió que le buscara coñac, ella le pidió a la madre la
llave del lugar donde este se guardó pero no recibió respuesta. Tuvo que decirle a
la madre: “Te he preguntado unas cien veces”. (Para Freud, la pregunta por la
lleve se relaciona con los genitales. La llave la relaciona con el correspondiente
masculino de la cajita en la mujer).
- La carta del sueño nos remite a otra carta, la de Dora en donde atemorizaba a su
padre con la idea de un suicidio para que así su padre se horrorizara y renunciara
a la señora K. (Es importante ver lo siguiente: la carta que en la realidad dejó al
padre, procuraba que dejara con eso a la señora K o en su defecto mortificarlo a
modo de venganza. Y en el sueño, justamente, ella estaba en el extranjero, lejos
de casa, y el padre había muerto probablemente de nostalgia por su ida. Aquí
entonces la venganza estaría cumplida, y este sería entonces un cumplimiento de
deseo de este sueño. Recordemos que los sueños son siempre un cumplimiento
de deseos.).
- La frase “si tú quieres” que figura en la carta que le envía en el sueño su madre,
se relaciona con una carta que le envío la señora K cuando la invitó a su estadía
con ella y su esposo (al lugar donde se dio la escena del lago). En esa carta, la
señora K le dice que puedes ir “si tu quieres” (y coloca allí un signo de
interrogación que le llamó la atención a Dora, razón por la cual esta frase fue
recordada). De aquí se desprende que aquel 2º sueño estaba también relacionado
con la escena en el lago. Y Freud aprovecha para pedirle que le cuente en detalle
la escena del lago, dado que nunca comprendió cuál era realmente el motivo por
el cual ella se ofendió tanto con K en la escena en el lago. Ella le contó que K
comenzó a hacerle una propuesta y que de inmediato le dio una bofetada. Dice
que sólo recuerda que K dijo: “no me importa nada de mi mujer”. (El motivo real se
aclarará más adelante).
- Luego del incidente en el lago, ella se fue sola y preguntó a un hombre qué
distancia había y este le respondió 2 horas y media.
- El bosque junto al lago por donde ella se fue era similar al del sueño, y para
Freud se trataba de una geografía sexual simbólica.
- En el sueño el padre había muerto (y si esto hubiera sido así, ella hubiera
podido amar como quisiese à nuevamente cumplimiento de deseos).
Dora había tenido en Viena una supuesta apendicitis, poco después de la muerte
de su tía. Esa apendicitis también fue un producto de su histeria.
Dora reveló que antes de aquello había buscado en una enciclopedia para
averiguar sobre los síntomas de la apendicitis debido a que un primo suyo la
padecía.
Y tras la apendicitis de Dora, ella había quedado con una dolencia extraña:
dificultades para caminar (pues arrastraba un pie). Y esto llamaba la atención a los
médicos porque no entendían la relación entre esto y l apendicitis padecida.
El motivo real por el cual Dora se ofendió y abofeteó a K en la escena del lago:
Freud habla sobre las transferencias, y dice que son reediciones, recreaciones de
las mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza no pueden menos
que despertarse y hacerse conscientes; pero lo característico de todo el género es
la sustitución de una persona anterior por la persona del médico. Toda una serie
de vivencias psíquicas anteriores no es revivida como algo pasado, sino como
vínculo actual con la persona del médico.
Freud cree que así tal vez hubiera surgido algo, algún detalle en su propia persona
que fuera análogo con K, y que mediante la solución de esa transferencia el
análisis hubiera conducido hacia nuevo material mnémico.
Freud omitió esa advertencia y así fue sorprendido por la transferencia y, a causa
de esa incógnita por la cual él le recordaba a K, ella se había vengado de él
abandonándolo del mismo modo (dejando el tratamiento).
En mayo de ese año había muerto un hijo de los K, por lo cual Dora se reconcilió
con ellos. Tras el reencuentro, Dora le dijo a la señora K que sabía que tenía una
relación con su padre (y la señora K no lo negó), y movió al marido a confesar la
escena junto al lago. Luego llevó al padre esta noticia. No reanudó el trato con esa
familia.
Luego ella estuvo bien hasta octubre, donde tuvo otro ataque de afonía, tras
haberse cruzado en la calle con el señor K y haberlo visto cuando una carruaje lo
arrollaba. Dice que se aseguró de que estuviera bien.