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TRABAJO Y
SEGURIDAD SOCIAL
3 a EDICION ACTUALIZADA
AMANDA B. CAUBET
CAPITULO I
1.1. Génesis y fundamento del Derecho del Trabajo. - 1.2. El trabajo objeto del derecho
de trabajo. - 1.3. El conflicto industrial es el conflicto social base del Derecho del
Trabajo. - 1.4. La función social del Derecho del Trabajo: su razón de ser. - 1.5. El
contenido del Derecho del Trabajo. - 1.6. El trabajo en la antigüedad. - 1.7. El trabajo en
la Edad Media. - 1.7.1. Características del período. - 1.7.2. Servidumbre de la gleba. -
1.7.3. Colonato. - 1.7.4. Vasallaje. - 1.7.5. Hombres libres de las villas (villanos). - 1.7.6.
Corporaciones de oficios. - 1.8. El trabajo en la Edad Moderna. - 1.8.1. La Revolución
Industrial. - 1.8.2. El individualismo posesivo: Lineamientos Básicos. - 1.8.3.
Características de las relaciones laborales en este período. - 1.9. Constitucionalización
del Derecho del Trabajo. - 1.9.1. La Constitución de México de 1917. - 1.9.2. La
Constitución de Weimar de 1919. - 1.10. Doctrinas socialistas. - 1.10.1. Las primeras
doctrinas socialistas. - 1.10.2. El marxismo. - 1.10.3. El socialismo moderno. 1.10.4. El
Estado providencia. - 1.10.5. Otros socialismos. - 1.10.6. La doctrina de la Iglesia
Católica. - 1.11. El neoliberalismo, la nueva cuestión social y la crisis mundial del año
2008. - Bibliografía.
El Derecho está dirigido a la composición de los conflictos sociales. Durante siglos se prestó
trabajo para otros, sin que surgiera la necesidad de darle a estas relaciones una normativa
especial. Pero esa necesidad aparece con el conflicto social inherente al capitalismo industrial.
Los intereses de los dueños del capital y de los trabajadores, que cambian su tarea por un
salario, son contrapuestos. El empresario busca aumentar sus beneficios con el menor costo
posible, por ejemplo, aumentando la jornada y disminuyendo los salarios. Los trabajadores, a
la inversa, pretenden una mayor participación en las riquezas y la disminución de su tiempo
de trabajo.
El Derecho del Trabajo aparece así como el conjunto de normas que, teniendo en cuenta la
hiposuficiencia de los trabajadores, busca componer el conflicto a través de la imposición de
normas que garanticen la disminución de las tensiones a través de una legislación protectoria.
El trabajo humano tiene características que imponen su consideración con criterios propios,
que obviamente exceden el marco del mercado económico, y que se apoyan en principios de
cooperación, solidaridad y justicia, normativamente comprendidos en la Constitución Nacional
en sus artículos 14 bis y 75 incisos 19 y 22, los que consagran para los trabajadores derechos
mínimos de naturaleza protectoria, la obligación del Estado de promocionar políticas que
consagren la justicia social, y que establecen la aplicabilidad de Tratados, Declaraciones
Internacionales y Convenios de la O.I.T. que tienen el carácter de Derechos y Garantías,
integrando el bloque de constitucionalidad.
Así, debe entenderse que el trabajo no es sólo el medio de sustento del hombre sino de su
realización como persona y como integrante de la comunidad a la que pertenece. No basta
que con él se produzcan bienes o servicios y se obtenga una compensación económica
suficiente; es además indispensable, como en todas las actividades de la vida, que brinde
satisfacción, haciendo sentir al protagonista partícipe e integrante de la comunidad con una
función digna que cumplir.
El Derecho del Trabajo acota normativamente como objeto de regulación tan sólo una
particular manifestación del trabajo humano que se caracteriza por la concurrencia de las
siguientes notas: 1) trabajo productivo que se inserta, por tanto, en el proceso de producción
de bienes y servicios; 2) trabajo por cuenta ajena, en el que los resultados o frutos de la
actividad productiva se trasladan en virtud de un título contractual oneroso a una persona
distinta de quien lo realiza (ajenidad en el trabajo), 3) trabajo libre; 4) trabajo remunerado.
1.3. EL CONFLICTO INDUSTRIAL ES EL CONFLICTO
Es indispensable identificar al conflicto social que se encuentra en la base del Derecho del
Trabajo como cuerpo jurídico diferenciado. Sobre este singular conflicto social ejerce su
función integradora, lo que explica el concepto, la esencia y el fundamento de esta disciplina.
Señala Palomeque López que el conflicto social que está en la base del Derecho del Trabajo
es el que se genera en "la gran industria" del siglo XIX caracterizada por la doble concentración
de capitales y de trabajadores. No es un conflicto más dentro de una estructura social
pluralmente conflictiva, como es la sociedad capitalista, sino que se trata del auténtico motor
de todas sus contradicciones, de su conflicto central o paradigmático.
La funcionalidad o razón de ser histórica del Derecho del Trabajo como disciplina jurídica
independiente es, por ello, la de servir al proceso de juridificación del conflicto entre el trabajo
asalariado y el capital, de su integración o institucionalización por el Estado.
1.4. LA FUNCION SOCIAL DEL DERECHO
El derecho del trabajo como cuerpo normativo integrador habría de cumplir la trascendental
misión de imponer al conflicto un cauce de desenvolvimiento compatible con la permanencia y
desarrollo del modo de producción capitalista y las paredes maestras de la sociedad burguesa.
Esta es la función histórica de la legislación del trabajo y del propio Derecho del Trabajo.
Hay un dato trascendental que explica la razón de ser del Derecho del Trabajo como
instrumento de mediación e institucionalización del conflicto entre trabajo asalariado y capital,
que le confiere un carácter ambivalente o contradictorio: la búsqueda del equilibrio estructural
entre los intereses de los sujetos antagonistas (poderes contractuales del empresario/estatuto
protector de los derechos del trabajador), al propio tiempo que instrumento protector de las
relaciones sociales capitalistas, cuya dominación legaliza y reproduce a través del contrato de
trabajo. El derecho de trabajo es el resultado tanto de la acción de los trabajadores y de sus
organizaciones contra el orden capitalista, como del combate del empresariado y del poder
político contra la acción de los trabajadores. En síntesis, el capitalismo no es viable social y
políticamente sin el derecho del trabajo que lo justifica y disminuye las tensiones sociales que
el mismo sistema origina por naturaleza.
La vigencia plena del Derecho del Trabajo y del Derecho de la Seguridad Social fomentan la
paz social.
1.5. EL CONTENIDO DEL DERECHO DEL TRABAJO
El objeto del Derecho del Trabajo reconoce los siguientes centros de imputación normativa:
2) las relaciones entre los sujetos colectivos del trabajo, trabajadores agrupados
colectivamente o sindicatos y empresarios, que se expresan fundamentalmente por medio
de la negociación y del conflicto o enfrentamiento, constituyen el Derecho Colectivo del
Trabajo;
3) las relaciones del Estado con ambos sectores, tanto a través de su acción legisferante
imperativa sobre los contratos individuales como por su participación en el control del
funcionamiento del sistema, por ejemplo, la autorización que se otorga a los sindicatos para
actuar, el reconocimiento de la personería gremial, la homologación de los convenios
colectivos o la promoción de la solución de los conflictos;
4) las normas que rigen al procedimiento en los fueros laborales, sobre las que se proyectan el
carácter alimentario de nuestra disciplina y la hiposuficiencia del trabajador.
La locatio: (trabajo libre por cuenta ajena) que comprendía tres figuras distintas:
a) la locatio rei: dio lugar a la locación o arrendamiento de cosas (que se confundía en aquella
época con el arrendamiento de esclavos),
b) la locatio conductio operis: que generó nuestro arrendamiento de obra, tomó en cuenta el
resultado, y se asumió el riesgo de la obra, y
Los colonos: que tenían una subordinación indirecta al propietario de la tierra y una
sumisión directa a la tierra que trabajaban, satisfacían al propietario un canon, en dinero o en
especie, creándose por esta vía un régimen de servidumbre. En esta prestación de servicios
estaba adscripto junto con su familia más a la tierra que trabajaba que al titular de ella.
Pero ninguna de estas clases de trabajos gozaban de consideración social, pues como dije,
los hombres de clase superior despreciaban las tareas manuales, considerándolas indignas o
de baja condición, reservándose para ellos las funciones de gobierno, la carrera de las armas,
la religión, las ciencias del espíritu (sacerdotes, políticos, filósofos o guerreros).
En Grecia se levantaron muchas ciudades pequeñas, cada una de las cuales constituía una
verdadera unidad, pues los habitantes vivían con sus propios recursos y se regían por sus
propias leyes. Por su carácter independiente cada polis era una ciudad-Estado o Estado-
comunidad, que se encontraba protegido por un recinto amurallado. El gobierno lo ejercía un
rey o jefe supremo, considerado de origen divino, quien representaba la mayor autoridad
pues conducía al pueblo a la guerra, administraba la justicia y presidía las asambleas. Sin
embargo, su poder fue limitado por los nobles o jefes de los genos, que eran consultados por
el rey antes de tomar una decisión.
A partir del siglo VII A.C. el poder de los nobles fue en aumento, mientras la monarquía se
transformó en una simple magistratura religiosa. Finalmente, el soberano fue sustituido por
un grupo aristocrático-militar. A este gobierno de nobles, ejercido por unos pocos, los griegos
lo llamaron oligarquía. Las diferencias sociales eran muy marcadas. Primero se hallaban los
aristócratas, en segundo lugar los artesanos que vivían de sus oficios, en tercer término los
jornaleros u hombres libres, que soportaban privaciones y, por último los esclavos,
generalmente prisioneros de guerra.
Entre los siglos VII y VI A.C. se produjeron guerras civiles y crisis económicas. Algunos
habitantes de las ciudades-Estados, para evitar su exterminio, emigraron hacia diversas
regiones del mar Mediterráneo e iniciaron una segunda colonización.
1.7. EL TRABAJO EN LA EDAD MEDIA
1) La temprana Edad Media (siglo V hasta mediados del IX —desde la época de las invasiones
bárbaras hasta la disolución del Imperio de Carlomagno—) en la cual se produjo como
hecho relevante la destrucción política del Imperio Romano a consecuencia de la invasión de
los bárbaros (pueblos que vivían fuera de los muros del imperio).
2) La alta Edad Media (siglos IX al XIII). En este período declina la autoridad de los reyes y surge
la Europa feudal que se disgrega en gran número de señoríos dividiéndose entre ellos el
poder. La idea del Estado se desvanece casi por completo, y éste parece una sombra de lo
que fue en épocas anteriores. Correlativamente, algunas clases sociales elevan su condición
conquistando grandes libertades, las que son más patrimonio de ellas que del individuo.
El poder del Estado, que antes había pertenecido exclusivamente al rey, en el nuevo
régimen se distribuyó entre los señores feudales. La falta de buenas vías de comunicación y la
inexistencia de ejércitos permanentes impidieron a los reyes defender con eficacia las
fronteras de sus Estados.
Entonces los ricos propietarios asumieron por cuenta propia la protección de sus intereses,
para lo cual organizaron sus fuerzas militares y construyeron recintos fortificados (castillos)
donde podían albergarse junto con sus servidores y rebaños. Todo esto contribuyó a debilitar
aún más la autoridad del rey, al mismo tiempo que aumentaba el poder de los señores locales.
Los cam pesinos y los pequeños propietarios, incapaces de organizar sus defensas, se
agruparon alrededor de los castillos y solicitaron el amparo de los castellanos. Estos
otorgaban dicha protección, pero les exigían la entrega de sus tierras, la prestación de ayuda
militar y el acatamiento de su poder.
En recompensa por estos servicios, los señores devolvían las tierras a sus protegidos, pero
éstos no las recibían ya como propias, sino en calidad de feudos, es decir, sujetas a las
condiciones establecidas en el contrato feudal.
El que daba las tierras se llamaba señor feudal y el que recibía el feudo era vasallo o
servidor. En el contrato feudal se establecían los mutuos compromisos entre el señor y el
vasallo. Este último estaba obligado a prestar servicio militar y debía acompañar a su señor en
la guerra. Por el compromiso de fidelidad no podía luchar contra él, ni contra sus hijos. El
vasallo no podía desvalorizar el feudo ni perjudicarlo, y estaba obligado a participar en el
rescate del señor si era hecho prisionero. Por su parte, el señor debía ofrecer a su vasallo
protección y justicia. No podía atacarlo, ni insultarlo, como tampoco perjudicar sus bienes. Si el
vasallo moría, el señor colocaba bajo su tutela a los hijos menores, protegía a la viuda. Si
faltaba a estos deberes cometía felonía. El régimen de vasallaje se generalizó con rapidez, y el
señor feudal debió a su vez solicitar la protección de otro más poderoso, el que le exigió la
entrega de sus tierras y lo convirtió a su vez en su vasallo. Así los señores y vasallos se
superpusieron en una escala donde cada uno poseía tierras concedidas por otro más
poderoso.
En esta pirámide feudal, el rey era el primero de los señores, pero con su autoridad
notablemente debilitada, pues sólo la ejercía sobre sus vasallos directos. En su territorio, el
señor feudal era un verdadero soberano. La autoridad del monarca dejó de ser nacional y se
limitó a ejercer la teórica propiedad de todos los feudos.
Cuando desapareció el peligro de los ataques y también cesaron las guerras entre los
señores feudales, los habitantes de los lugares fortificados —ante el aumento de la
población— abandonaron esos recintos muy estrechos y se dirigieron a las ciudades, que
fueron reconstruidas y repobladas. La causa principal del desarrollo de las ciudades —
burgos— fue el renacimiento del comercio. Se produjo un aumento de la circulación de la
moneda y la valorización del dinero, que reemplazó al antiguo sistema del trueque entre
productos. La mayor actividad comercial originó el crédito y el interés sobre el dinero
prestado. Aumentó la productividad a consecuencia de los progresos de la técnica, la
agricultura se benefició con el uso del arado y de los molinos, mejoraron los transportes
terrestres y la navegación, transformaciones que en definitiva llevaron a la crisis del mundo
medieval.
En la Edad Media se mantuvo la esclavitud, pero entre el hombre libre y el esclavo había
variadas situaciones jurídicas. Así, los siervos domésticos no eran libres; los siervos rurales
tenían cierta autonomía económica y estaban sujetos a cargas personales y fiscales, y el señor
feudal tenía derecho a maltratarlos, a encarcelar a sus colonos, a hacerse servir gratuitamente
por las mujeres e hijas de éstos, e incluso a hacerlos morir de hambre, sed o frío.
1.7.3. Colonato
El vasallaje es un vínculo entre el vasallo y el señor en el cual aquél debía a éste fidelidad,
homenaje y hasta servidumbre personal. Y el señor feudal quedaba obligado a respetar la
propiedad y a defender la vida del vasallo. En la corriente igualitaria del trabajo humano, el
vasallaje está un escalón más arriba que la servidumbre de la gleba, y dos por encima de la
esclavitud.
En las poblaciones de aquel entonces los hombres que ejercían oficios por su cuenta eran
considerados como participando de una nueva clase social: la del estado llano o villano. Estos
trabajadores independientes debían comprar las licencias al señor feudal o al monarca,
situación que se mantuvo en Francia hasta el Edicto de Turgot que prohibió las corporaciones
de oficios en nombre de la libertad de trabajo.
Los primeros hombres libres que se agrupan para la defensa de sus intereses son los
Mercaderes. Luego aparecen las corporaciones de artesanos. A partir del siglo XII van
formándose corporaciones con organización propia de actividad común, con fundamento
religioso y jerarquizadas por una escala gremial que partía del aprendiz, seguía en el oficial o
compañero, y concluía en el maestro.
Estas corporaciones tenían personalidad moral y jurídica con capacidad para poseer bienes,
reglamentaban la prestación laboral de sus integrantes, y fijaban los salarios. Además, en caso
de fallecimiento de alguno de sus integrantes, protegían a las viudas y a los huérfanos.
A partir del siglo XVIII se produjo en Europa una verdadera revolución industrial y financiera
que inauguró la era del maquinismo. Esta revolución surgió de un modo espontáneo, es decir,
sin intervención directa del Estado, el cual se limitó a favorecer el comercio, la industria y sus
técnicas.
Una serie de factores como el desarrollo del comercio (con países de ultramar), el
incremento del intercambio (mayor demanda), las necesidades o los gustos particulares de los
nuevos clientes y la lucha contra la competencia, originaron la concentración de las distintas
industrias en fábricas.
Los mercaderes, con el objeto de obtener una mejora en la calidad, cantidad y precio de los
productos y aprovechándose de las malas cosechas y necesidades de los campesinos,
impusieron su procedimiento de fabricación a través de la instalación de sus propias fábricas y
de la reducción del margen de beneficios obtenidos por los trabajadores.
Esta fue la primera división del trabajo que convirtió a los mercaderes —que
proporcionaban la materia prima, los utensilios y los modelos de trabajo— en fabricantes o
empresarios capitalistas dueños de los medios de producción, de los mercados y de los
productos.
Con el tiempo la división del trabajo —consistente en el fraccionamiento de las tareas para
lograr un alto grado de especialización—, sumada a los avances técnicos y la implementación
de las maquinarias, concentró a los trabajadores en un lugar —fábricas—, los sujetó a un
orden jerárquico y logró la producción en gran escala, echando así las bases de la empresa
moderna, que programa, coordina y racionaliza el trabajo. Todos estos acontecimientos
produjeron una verdadera transformación en la realización de las labores que, si bien
incrementó la producción en forma notable, también apartó al hombre de su obra y lo
masificó, convirtiéndolo en un especialista adaptado a una operación dentro de las muchas en
que se fragmentaba la elaboración del producto.
Pero esta revolución se operó no sólo en el orden industrial, sino también en la concepción
prevaleciente de la vida. Fue el comienzo del capitalismo que, como todos los acontecimientos
ocurridos a lo largo de la historia, se inspiró en una corriente filosófica —individualismo
liberal— que consideraba fundamental lo económico (la producción) y afirmaba la libertad
plena del individuo y la igualdad total entre los hombres.
Pero fue la máquina de vapor, perfeccionada por Watt sobre ideas de Papin, y el adicional
sistema de rotación, logrado todo ello entre 1769 y 1782, lo que permitió aplicar el vapor a
toda clase de maquinarias.
A comienzos del siglo XIX, la fuerza hidráulica había desalojado al vapor de las máquinas
más importantes, pero el segundo se aplicaba con gran éxito a la navegación. La aplicación de
las máquinas incrementó la producción, y desplazó a muchos obreros manuales, provocando
desocupación y mano de obra extremadamente barata. Los industriales fueron
capitalizándose con rapidez, y los emplearon en reinversiones constantes, que acrecentaron
geométricamente sus capitales y producciones.
El sistema se encaró en absoluta libertad. El Estado no reguló las relaciones sociales, lo que
estimuló la competencia, pero a costa de la miseria de los trabajadores. El sistema de
corporaciones que antes los protegía, desapareció, dejándolos librados a la ley de la oferta y la
demanda. Esto condujo al progresivo divorcio entre los intereses de la burguesía, que
invocaba libertad, y los del proletariado, que aspiraba a la igualdad en las relaciones laborales,
lo que implicaba limitar el poder discrecional de los empresarios. Un proceso muy lento le
permitió a los trabajadores agremiarse, constituir sindicatos aptos para luchar por
reivindicaciones sociales, e ir logrando mejores condiciones de vida. El auge industrial motivó
también fuertes migraciones internas y concentración urbana, fenómeno típico del capitalismo
moderno.
Entre el hombre y el Estado no hay otros entes —gremios o asociaciones— con razón para
funcionar, ya que en 1776 el Edicto de Turgot, "... suprimió las corporaciones, y proclamó el
derecho del hombre al trabajo y la plena libertad para ejercer el comercio y la profesión,
después de recibir una parte y de pagar un precio...".
"... no existen corporaciones en el Estado y no hay más interés que el particular de los
individuos y el general del Estado...".
Los límites legales y morales nunca fueron definidos por el individualismo, lo cual deterioró
la situación de los trabajadores, al extremo de que la necesidad —o la obligación— de
protegerlos constituyó la raíz del Derecho del Trabajo.
Las relaciones de trabajo hasta ese momento fueron parte integrante del Derecho Civil; con
fundamento en la filosofía liberal el Estado se declaró prescindente en todo tipo de
contratación y el contrato laboral no fue en ese entonces una especie diferenciada dentro del
Derecho Civil.
La relación de trabajo resultaba estructurada en cada caso libremente por la voluntad de las
partes (principio pleno de la autonomía de la voluntad); los industriales, que perseguían la
obtención del máximo beneficio posible, aprovecharon la pasividad del Estado, la inexistencia
de organizaciones intermedias y las necesidades de los trabajadores para fijar a su antojo las
condiciones de labor.
Así, los pasos seguidos por la filosofía liberal del individualismo posesivo son:
Negación de derechos especiales para el trabajador, a los que se aplicaba el Derecho Civil o
"derecho de iguales".
l el trabajo de mujeres y de niños (la mano de obra más barata) en jornadas excesivas,
Puede decirse que si bien fue una época de gran progreso económico (se producía más en
menos tiempo), en lo social fue la época de mayor injusticia y de máxima desprotección para
el trabajador dependiente que cumplía sus tareas por cuenta ajena. Las mayores injusticias
que se advirtieron estaban ligadas a la jornada (excesiva), al régimen de descansos
(inexistente) y al salario (insuficiente), pues la libertad de contratación llevaba a situaciones de
explotación que, en todos los casos, tendían a lograr un abaratamiento del precio de la mano
de obra.
En el mencionado artículo 123, del que ahora se incluye una síntesis de sus incisos, se prevé:
Jornada máxima de 8 horas. Jornada máxima nocturna de 7 horas, con prohibición para
mujeres y menores. Prohibición del trabajo antes de los 12 años y limitación de seis horas
hasta los 16. Un día de descanso semanal. Protección de la obrera embarazada y madre.
Salario mínimo suficiente. Salario igual para trabajo igual, sin tener en cuenta sexo ni
nacionalidad. Salario mínimo inembargable. Comisiones especiales de salario mínimo y
participación en las utilidades. Pago del salario en moneda de curso legal. Pago duplicado de
las horas extraordinarias: Habitación, escuela y enfermería para los trabajadores. Mercado
público y centros recreativos, excluidos el despacho de bebidas embriagantes y los juegos de
azar, en los grandes núcleos industriales. Responsabilidad empresaria por accidentes de
trabajo y enfermedades profesionales. Higiene, salubridad y seguridad en el trabajo. Derecho
de coligación y de formar sindicatos y asociaciones profesionales. Derecho de huelga para los
obreros y de paro para los patronos. Huelgas lícitas e ilícitas. Paros lícitos. Conciliación y
arbitraje en los conflictos entre el capital y el trabajo. Resistencia al arbitraje y sanciones.
Indemnización por despido injustificado. Prelación crediticia de sueldos y salarios. De las
deudas contraídas por los trabajadores con el patrono y los suyos. Servicio gratuito de
colocación. De las condiciones nulas, aún insertas en el contrato. Patrimonio familiar
inalienable e inembargable. Seguros sociales de invalidez, vida, paro forzoso, enfermedades y
accidentes. Casas baratas. Competencia de las autoridades para aplicar las leyes de trabajo.
1.9.2. La Constitución de Weimar de 1919
Sus aspectos más destacados son: a) creación del Derecho Unitario de Trabajo y protección
estatal para el trabajo (art. 153); b) reglamentación internacional del trabajo, para garantizar a
la clase obrera de todo el mundo un mínimo de derechos sociales (art. 162); c) principios
laborales: libertad de trabajo, obligación de trabajar, derecho al trabajo y subsidio por paro
forzoso (art. 163); d) libertad de coalición, para defensa y mejoramiento de las condiciones de
trabajo y producción.
Roberto Owen (1771-1858), quien más que teórico fue un gran realizador social, dedicó gran
parte de su fortuna a intentar ensayos sociales, de los cuales muchos fracasaron. Se le ha
considerado como el iniciador de la primera etapa de las sociedades cooperativas.
Fernando Lasalle (1825-1864) llamado el "rey de los obreros", denominó "ley de bronce" del
salario al fenómeno según el cual éste, bajo el dominio de la oferta y la demanda, se reduce
siempre al monto necesario para sostener y propagar la vida, sin que pueda subsistir un
salario más bajo ni sea posible lograr un salario más alto. Sus discípulos tuvieron largas y
ásperas controversias con el socialismo marxista.
1.10.2. El marxismo
Marx sostuvo que no hay sino relaciones económicas. "La totalidad de estas relaciones
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se eleva una
superestructura jurídica y política, y a la cual responden formas sociales y determinadas de
conciencia... No es la conciencia del hombre lo que determina su existencia, sino su existencia
social lo que determina su conciencia." La economía constituye la estructura de la sociedad.
El marxismo sostiene que en el valor no hay sino trabajo y la cosa debe corresponder
íntegra al trabajador. Cuando el capitalista, valido de su poder, obtiene un beneficio, esa
plusvalía no es sino trabajo no pagado: una extorsión de la clase capitalista establece en
perjuicio de la clase trabajadora.
Esta doctrina ha sido resultante de dos principios igualmente reales: la necesidad de una
reforma social y, al mismo tiempo, la necesidad de que esa reforma no implique la destrucción
violenta y completa de la sociedad actual. De todos modos implicó una oposición al marxismo
y se dividió en múltiples orientaciones revisionistas.
Este socialismo subsiste en forma muy extensa y multiforme. Y con él, una vaga tendencia
mundial a llamar "socialista" a toda idea de mejoramiento para el trabajador, de admisión del
principio social en la estructura del Estado o de transformación del orden actual.
A más del socialismo típico y del que Marx denomina "crítico utópico", a más del socialismo
estrictamente marxista o socialismo "científico", hay una diversidad de socialismos:
El socialismo de Estado, que responde al concepto filosófico político del socialismo. Bajo un
nombre distinto, o combinado con otros elementos (fascismo, bolchevismo,
nacionalsocialismo) es ingrediente fundamental de las corrientes políticas extremas del siglo
XX.
El marxismo revisionista, que dice admitir los principios fundamentales de Marx, pero revisa
en grado mayor o menor —de acuerdo con el gusto de sus sustentadores— sus conclusiones.
1.10.6. La doctrina social de la Iglesia Católica
Las ideas introducidas por la religión católica tendieron a la humanización del trabajo. Y
precisamente cuando culmina la Revolución Industrial, el Papa León XIII da a conocer la
Encíclica Rerum Novarum, el 15 de mayo de 1891, en la que reconoce la situación calamitosa,
tanto en lo material como en lo moral y social, de la inmensa mayoría de los trabajadores. Lo
que se consideraba como una realidad inmodificable, la existencia de ricos y pobres por
decreto divino, resulta fundamentalmente cuestionado por este documento que admitía lo
fundado de las aspiraciones de los trabajadores, alentaba el derecho de la asociación obrera,
se pronunciaba por el descanso dominical, por la limitación del trabajo diario, por la
prohibición del trabajo infantil, por la especial protección de la mujer trabajadora, por la
fijación de un salario mínimo justo, y por las obras de previsión social, entre otras medidas
favorables para la salud y los intereses de las clases laboriosas, obligadas a soportar por
entonces un yugo que poco difería del de los esclavos.
Los principios sociales e integradores que forman parte del pensamiento de la Iglesia, han
sido ratificados en documentos posteriores como la Encíclica Quadragessimo Anno, que a los
40 años de la anterior, reiteraba la necesidad de que los trabajadores se asociaran libremente.
La Encíclica Mater et Magistra del 15 de mayo de 1961 reconoció la realidad de esos años,
demostrando su preocupación ante los problemas que afligen a los trabajadores, agobian a
las multitudes y subyugan a pueblos y naciones.
Por tal razón, la Iglesia interviene en la orientación de la moral económica. Por ello, defiende
el justo salario y el salario familiar. Por su concepción espiritual, dignifica el trabajo y presenta
como modelo de obrero a Cristo carpintero. Y por esa misma concepción espiritual fundada
en la común paternidad divina y en la común fraternidad en Cristo, rechaza el odio de clases.
La justicia social ve en el trabajo, a más de su función individual, una función social, "porque
la actividad humana no puede producir sus frutos si no queda en pie un cuerpo
verdaderamente social y organizado, si el orden jurídico y el social no garantizan el trabajo, si
no se asocian y unen para un mismo fin, la dirección, el capital y el trabajo.
Las doctrinas económicas neoliberales han promovido en el siglo XX las características más
inhumanas del capitalismo. En los últimos decenios se ha producido una nueva revolución
tecnológica, la que unida a un fuerte proceso de concentración de capitales, provocó una
grave y perjudicial crisis que supone en un mercado globalizado, monopólico u oligopólico, un
predominio del capital sobre el poder de las naciones. Esto conlleva la disminución del rol del
Estado como integrador de conflictos y en lo social, se da un proceso de exclusión de sectores
cada vez crecientes de trabajadores, como asimismo el retroceso de la seguridad social, que
deja sin sustento, sin techo y sin salud a niños, ancianos y a expulsados del mercado. Todo
esto adquirió en los países pobres y dependientes perfiles mucho más inhumanos. La crisis
mundial del año 2008 afectó también a los países centrales, al extremo de que hoy puede
hablarse, en mi opinión, de una mejor posición relativa de algunas naciones emergentes.
En nuestro país, en consonancia con otros del continente y a partir del primer decenio del
2001, se aplicaron políticas neokeynesianas que realzan el papel del Estado en la regulación
social y de los mercados, y que ponen especialmente el acento en el mercado interno y por
tanto en la creciente redistribución del ingreso para fomentar el consumo de todos los
sectores. El derecho del trabajo y el de la seguridad social promueven un mayor bienestar
social y el crecimiento del país. Es por eso que considero fundamental el rol que cumplen
estas regulaciones, que nacieron con la crisis para evitar el agravamiento de la cuestión social,
incluso para eliminar sus efectos más nocivos.
BIBLIOGRAFIA
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2ª Ed.
2007, Tomo I, y "Ley de Contrato de Trabajo comentada y anotada", Ed. La Ley año 2009, Tomo I,
art. 1º.
PALOMEQUE LÓPEZ, MANUEL CARLOS Y ALVAREZ DE LA ROSA, MANUEL,"Derecho del Trabajo",Ed. Centro
de Estudios Ramón Areces S.A., Madrid, 1993, págs. 43 a 96.
CAPITULO II
CONSTITUCIÓN NACIONAL
Su existencia está dada por la necesidad de una adecuada protección de los derechos
individuales y colectivos. En cuanto a su importancia, ella surge claramente del carácter de ley
suprema y fundamental de la Nación que le atribuye expresamente el artículo 31, es el molde
al cual deben ajustarse las instituciones de la Nación y de las provincias.
Ella debe tener en cuenta ante todo a la idiosincrasia e intereses de la Nación cuya vida
política y social va a organizar.
Cuando una Constitución se ajusta a las condiciones y necesidades del país, su estabilidad
está asegurada. Pero dicha estabilidad no debe impedir su interpretación amplia cuando la
evolución social imperativamente lo exija, ya que debe ser suficientemente elástica para
permitir la incorporación de las instituciones requeridas por las nuevas necesidades sociales.
Desde su sanción hasta nuestros días, muchos conceptos de derecho que se consideraban
inmutables han sufrido serias modificaciones; así la propiedad, por ejemplo, ha dejado de ser
el derecho amplio y absoluto que conocieron nuestros antepasados, la libertad de contratar
ha sufrido también grandes restricciones. Pues bien, el legislador argentino ha podido admitir
esas reformas porque la elasticidad de la Constitución autorizaba su incorporación a nuestro
régimen.
Por ello, puede decirse que la Constitución Argentina responde a las condiciones e
idiosincrasia del país y permite la satisfacción inmediata de las nuevas necesidades sociales.
Sus disposiciones, junto con las de las declaraciones, pactos y tratados que la integran (art. 75,
inc. 22) forman un solo código fuera del cual no existen otras cláusulas destinadas a servir de
molde a la vida social y política de la Nación.
Es ley suprema de la Nación y a ella deben ajustarse las dictadas por el Congreso, como
también las Constituciones y leyes provinciales. Pertenece al tipo de las Constituciones rígidas
porque, sancionada por un Congreso general formado por representantes del pueblo de la
Nación, su reforma incumbe a un poder constituyente y especial, distinto del Legislativo, sin
perjuicio del pronunciamiento previo de éste sobre la necesidad de realizarla.
Obvio es que el Derecho del Trabajo no tuvo cabida dentro de la Constitución de 1853
sellada por una connotación basada en la más decidida libertad contractual.
l sustitución de la economía libre (economía dirigida por los capitalistas) por una economía
programada con criterio humanista,
El artículo 39 puntualizaba que: "el capital debe estar al servicio de la economía nacional y
tener como principal objeto el bienestar social".
Entre las atribuciones del Congreso, figuraba la de dictar el "Código de Derecho Social".
"El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al
trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada, descanso y vacaciones
pagados, retribución justa, salario mínimo vital y móvil, igual remuneración por igual tarea,
participación y colaboración en la dirección, protección contra el despido arbitrario, estabilidad
del empleado público, organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple
inscripción en un registro especial.
El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e
irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de
entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por
los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes,
jubilaciones y pensiones móviles, la protección integral de la familia, la defensa del bien de
familia, la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna".
El artículo 14 bis y el añadido al artículo 67, inciso 11 (que incluyó al Código del Trabajo y
Seguridad Social entre los que podía dictar el Congreso Nacional), importaron la concreción de
una confluencia reformista de carácter social.
La reforma constitucional de 1957, dio apoyo a la ley de contrato de trabajo de 1974 que
instrumentó un amplio e intenso desarrollo del Derecho del Trabajo, acorde con la evolución
histórica y los avances de la materia.
El artículo 75, inciso 22, puntualiza que "...los tratados y concordatos tienen jerarquía
superior a las leyes...".
Este inciso debe compatibilizarse con el artículo 31 de la misma Carta, según el cual esta
Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso, y los
tratados con las potencias extranjeras son la Ley Suprema de la Nación, habiéndose
establecido una jerarquía normativa que tiene a la Constitución y a los tratados
internacionales y a los convenios de la OIT ratificados en su cima, los que siguen en el orden
jerárquico los tratados, las leyes, los decretos y las resoluciones administrativas.
En un segundo parágrafo del inciso 22 del artículo 75, la reforma confirió jerarquía
constitucional a dos declaraciones y ocho convenios internacionales sobre derechos humanos,
los que complementan los derechos y garantías reconocidos en la primera parte del texto
constitucional (arts. 1° a 43).
Entre estos documentos tienen particular importancia para esta materia aquellos que
contemplan derechos que se engarzan con los del artículo 14 bis, pudiendo afirmarse que en
virtud de la constitucionalización de estos pactos se ha reforzado y ampliado el programa
social de la Constitución. De tal modo que no será posible en el futuro interpretar la norma
constitucional sin complementarla con los convenios y declaraciones internacionales que
enriquecen su contenido.
Así el artículo 75, inciso 22 segunda parte, incorpora expresamente los siguientes tratados
internacionales:
Consagra:
l A un nivel de vida adecuado que le asegure al trabajador, así como a su familia, la salud y el
bienestar y, en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios. Toda persona tiene, asimismo, derecho a los seguros en caso
de desempleo, enfermedad y otras contingencias que originen pérdida de sus medios de
subsistencia. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidado y asistencias especiales.
2.1.4.6. La Convención Americana sobre Derechos Humanos. Pacto de San José de Costa
Rica
Consagra:
Afirma:
lEl derecho al disfrute del más alto nivel de salud física y mental (art. 12).
Obliga a:
l Medidas que aseguren el pleno desarrollo y adelanto de las mujeres para que gocen de sus
derechos en igualdad de condiciones con el hombre (art. 3°).
l Medidas especiales de carácter temporal para acelerar la igualdad de facto entre hombres y
mujeres (art. 4°).
l Garantía contra la discriminación o castigo por causa de actividades de sus padres, tutores o
familiares (art. 2°).
l Obligación de ambos padres respecto de la crianza y del desarrollo del niño, obligación de los
Estados Partes de prestar asistencia a los padres, derecho a servicios e instalaciones de
guarda de niños (art. 18).
De ahí que la jurisprudencia emanada de órganos internacionales debe servir de guía para
la interpretación de los preceptos convencionales, en la medida en que el Estado argentino ha
reconocido la competencia de distintos organismos llamados a conocer en la interpretación y
aplicación de los pactos citados.
El caso "Giroldi" estaba referido a un problema de doble instancia en materia penal, pero las
consideraciones sobre la aplicación de los tratados internacionales y sobre la responsabilidad
de la Nación frente a la comunidad internacional son aplicables en todo el ámbito del derecho.
Y se recuerda en dicho fallo que la Corte Interamericana precisó el alcance del artículo 1° de la
Convención anteriormente citada, en cuanto los Estados Partes deben no solamente respetar
los derechos y libertades reconocidos en ella sino, además, garantizar su libre y pleno ejercicio
a toda persona sujeta a su jurisdicción. Según dicha Corte, garantizar implica el deber del
Estado de tomar todas las medidas necesarias para remover los obstáculos que existan para
que los individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce.
El Alto Tribunal reiteró esta doctrina en casos posteriores directamente relacionados con el
derecho del trabajo, así en el caso "Aquino" del año 2004 reconoce para los trabajadores el
principio de progresividad y afirma en toda su extensión que la dignidad del hombre es el
basamento de ese derecho.
Por lo demás, los pactos se hacen para ser cumplidos. El Congreso está obligado a legislar y
promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de
trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y por los
tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos.
Este artículo da continuidad al inciso 16 del antiguo artículo 67, que siempre se denominó
cláusula del progreso. Esta es una norma con clara incidencia en materia laboral, y
textualmente dice:
Dictar leyes que protejan la identidad y pluralidad cultural, la libre creación y circulación de las
obras del autor, el patrimonio artístico y los espacios culturales y audiovisuales."
El nuevo texto asigna al Congreso la función de: "...Proveer lo conducente al desarrollo
humano...".
Obliga así al Congreso a buscar todos los medios posibles tendientes a optimizar esa
provisión favorable al desarrollo. Dicho deber no se cumple de cualquier manera, hay que
extraerle todo el beneficio que es susceptible de producir, para que su contenido quede
constitucionalmente satisfecho.
Es necesario vincular íntimamente esta cláusula —el desarrollo humano— con las referidas:
l al sistema democrático,
l a la no discriminación, etc.
El alcance de esta norma queda abierto dinámicamente para que en el futuro se integre con
cuanta transformación pueda ser útil para acrecer el desarrollo en cada circunstancia de lugar
y de tiempo.
Esta parte del párrafo toca a la parte dogmática, contiene análogas referencias en el
derecho internacional de los derechos humanos cuando aborda los derechos sociales,
económicos y culturales. Hasta roza el plexo de los derechos de la tercera generación, en la
medida en que el desarrollo científico y tecnológico queda abierto a su difusión y a su
aprovechamiento, lo que indica que debe tener circulación fluida en la sociedad para que
todos se encuentren en condiciones efectivas de acceso.
Este precepto tiende a una distribución equilibrada que remedie la desigualitaria densidad
actual de población.
Todo lo antedicho queda corroborado cuando se lee el párrafo completo, porque prosigue
diciendo:
"... promover políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de
provincias y regiones."
"Proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto y bienestar de todas las provincias,
y al progreso de la ilustración dictando planes de instrucción general y universitaria, ...".
Las políticas educativas y culturales han de proporcionar lo que dice la norma: organización
y bases del sistema, eso así, para dejar espacio a las adecuaciones que de ella debe hacer cada
una de las provincias o regiones. Lo cual se liga también con el inciso 17.
Es decir, las leyes federales han de garantizar a los pueblos indígenas el respeto a su
identidad.
En el inciso 19 se determina:
La responsabilidad del Estado calificada como indelegable, quiere decir que éste no puede
ni debe desentenderse de la educación, y tiene que suministrar recursos materiales y
humanos a disposición de las personas para que su acceso a la educación sea viable y se haga
efectivo. Tal responsabilidad está dada por el control sobre los establecimientos educativos a
cargo de particulares, lo que apareja la obligación de estímulo, cooperación, ayuda y fomento.
La gratuidad y equidad de la educación pública es, por su parte, una forma de que el Estado
dispense las mayores disponibilidades para el acceso igualitario a la enseñanza que imparte
en sus establecimientos.
Asimismo, una legislación protectora debe recaer en materias como la libre creación y la
circulación, libre expresión en todo el mundo de la cultura, artículos 14 y 17.
La concepción sostenida en torno al artículo 14 bis no sólo permanece incólume sino que
además actualmente se ve enriquecido con un gran aporte que realiza la reforma
constitucional al promover el progreso económico con justicia social.
2.3. FUERZA NORMATIVA Y EFECTIVIDAD DE
Los enunciados de la ley fundamental concernientes al Derecho del Trabajo tienen diferente
eficacia y vigor. Una de las maneras más corrientes de diferenciar las normas constitucionales
es fraccionarlas en operativas y programáticas (operatividad fuerte o débil), sin olvidar el
principio consagrado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación de que ninguna disposición
constitucional puede considerarse vacía de contenido. Por eso no pueden dictarse normas que
impidan o restrinjan los derechos que se consagran en favor del trabajador.
Generan derechos y obligaciones que permiten accionar directamente con la sola invocación
del derecho constitucional, por ejemplo, el derecho de huelga, es decir, no necesitan de otra
norma inferior para crear derechos de efectividad inmediata. Son de aplicación
incondicionada, no necesitan de otra norma inferior para ser efectivizadas por los órganos
estatales.
Bidart Campos, sin embargo, sostiene que si un órgano (el legislativo) omite una tarea que la
CN le encomienda, esa inacción es inconstitucional. De pasar un tiempo razonable sin
cumplirla, cabrá conjeturar distintas alternativas posibles para hacer cumplir la Constitución.
Entre ellas, y sin necesidad de mediar una reforma constitucional, Bidart Campos entiende
que la Justicia podría emitir un mandato de ejecución al órgano renuente, intimándole a
realizar su obligación, y en caso de fracasar tal gestión, dicha justicia estaría autorizada incluso
a integrar el orden normativo lagunoso resolviendo el caso con efecto limitado al mismo por
vía de la autointegración (analogía, principios generales del derecho) o heterointegración
(justicia material).
Por mi parte no acepto que las normas de artículo 14 bis en lo relativo, por ejemplo, a
jornada limitada, vacaciones pagas, descanso o protección contra el despido arbitrario sean
meramente programáticas, porque tienen un contenido y los jueces podrían dárselo aunque
no existieran normas reglamentarias.
En síntesis, considero que toda norma constitucional posee una cuota de operatividad o de
efectividad, pues no es admisible que en el texto constitucional haya normas carentes de
sentido o enteramente inaplicables. Lo que hay que distinguir es para quién la norma es
operativa (si para el legislador común o para el particular que puede ejercer un derecho
directo e inmediato invocándola) y la efectivización de las cláusulas llamadas programáticas ha
de depender de las circunstancias políticas y de la orientación que tengan el gobierno y la
jurisprudencia constitucional en un momento determinado. Por eso existe una operatividad
más o menos débil y una operatividad fuerte.
Vanossi, en opinión a la que adhiere Sagües, dice que la determinación en concreto acerca
de si una norma constitucional es autoaplicativa (operativa) o no, depende de la decisión que
al respecto adopten las autoridades de aplicación. En muchos casos ello dependerá de la
firmeza de las actitudes de los jueces.
El derecho a una retribución justa se ha entendido vinculado con los mínimos de convenios
colectivos y una jurisprudencia todavía minoritaria considera que el salario mínimo vital debe
tener un determinado contenido económico para responder a su inserción constitucional. En
todo caso me parece claro que frente a un salario irrisorio existe siempre la posibilidad de
requerir judicialmente la fijación de un salario mínimo de monto equitativo, sin que dicha
materia pueda considerarse exclusivamente reservada a la arbitrariedad del Poder Ejecutivo
encargado de dictar la reglamentación respectiva. Esto no significa trasladar la potestad
reglamentaria a los jueces sino establecer por vía de hipótesis que los jueces en situaciones
extremas poseen la facultad de darle al derecho constitucional un contenido que lo haga
eficaz. No creo que pueda hablarse de normas programáticas sinceras, teñidas de un mensaje
de ejecutoriedad y de otras hipócritas que sólo significarían una suerte de anestesia política
destinada a calmar apetitos sociales.
Es visible que en la Constitución Nacional hay un perfil delineado por cláusulas orientadoras
para la interpretación armónica del texto en su conjunto que definen la política de la
Constitución. Estas cláusulas o principios fundamentales motorizan la labor del intérprete en
determinada dirección e impulsan al legislador y al Ejecutivo a proyectar un modelo de país
acorde con dichos principios orientadores. En lo que nos ocupa, el artículo 14 bis da claras
pautas de que la condición del hombre en el trabajo está particularmente protegida y frente a
esa tutela ceden otros derechos —como el de propiedad— que deben cumplir una función
social.
Las disposiciones del artículo 14 bis también tienen una naturaleza transformadora y
dinámica, desde que con carácter general afirman que el Estado protegerá el trabajo en sus
diversas formas, y le da a esa protección contenidos mínimos que limitan otros derechos. Ello
debe llevar al Estado a remover los obstáculos de índole económica y social que, en el
momento presente, dificultan la plena vigencia de los derechos sociales, que enuncia la misma
norma.
DE LA CONSTITUCION NACIONAL
3) Régimen remuneratorio, que abarca remuneración justa, salario mínimo vital y móvil,
igual remuneración por igual tarea y participación en las ganancias con control de la
producción y colaboración en la dirección.
4) Protección contra el despido arbitrario del empleado privado y estabilidad (propia) del
empleado público.
DE LA CONSTITUCION NACIONAL
Este enunciado tiene fundamental importancia para el Derecho del Trabajo porque
fundamenta al principio protectorio, otorgándole rango constitucional. Inserta en una
Constitución liberal es una cláusula transformadora, que obliga a su armonización con los
otros derechos, como el derecho de propiedad.
La primera observación que debe hacerse es que esta protección está concebida en forma
amplia, para todo tipo de trabajo, aunque las disposiciones que siguen en su enunciado están
referidas al trabajador en relación de dependencia. También en forma directa están
protegidos los derechos sindicales de organización, de concertación colectiva, de conciliación y
arbitraje y de huelga.
De la directriz constitucional de proteger al trabajo, se infieren dos corolarios: que el trabajo
no es una mercancía, y que el trabajador no puede ser considerado como una máquina.
El trabajo debe tener tutela, y esa tutela debe proveerla la ley, que debe necesariamente
"asegurar" todo lo que el artículo enumera.
Así, por ejemplo: el artículo 4° de la L.C.T. dice que: "...El contrato de trabajo tiene como
principal objeto la actividad productiva y creadora del hombre en sí. Sólo después ha de
entenderse que media entre las partes una relación de intercambio y un fin económico en
cuanto se disciplina por esta ley".
De tal manera, queda descartada la idea del trabajo considerado como una mercancía y se
dignifica especialmente la condición del trabajador.
Esta cláusula tiene una amplitud considerable y por su naturaleza carece de precisión,
habitualmente el legislador ordinario establecerá en las distintas instancias contractuales
cómo se ha de concretar este precepto. El contenido de esta cláusula obliga a suministrar a los
dependientes un conjunto de elementos que brinden, en su integridad, la posibilidad de
desempeñarse en forma adecuada, decente y razonable.
Aparte de la directiva ya expresada del artículo de la L.C.T., que pone la actividad productiva
y creadora del hombre en sí por encima del fin económico, se suma la cláusula progresista del
artículo 65L.C.T., según el cual: "...Las facultades de dirección... deberán ejercitarse con
carácter funcional, atendiendo a los fines de la empresa y a las exigencias de la producción, sin
perjuicio de la preservación y mejora de los derechos personales y patrimoniales del
trabajador".
Esta norma es complementada con igual sentido en el Capítulo VII de la L.C.T. sobre los
derechos y deberes de las partes; establece el principio de que las condiciones de trabajo
deben ser dignas y equitativas y en tal sentido el deber de seguridad que consagra el artículo
75 (modificado por la ley 24.557 de Riesgos del Trabajo) obliga al empleador a crear
condiciones de trabajo que no afecten la integridad psicofísica y la dignidad de los
trabajadores.
Cuando afirma que: "...El empleador está obligado a observar las normas legales sobre
higiene y seguridad en el trabajo, y a hacer observar las pausas y limitaciones a la duración del
trabajo establecidas en el ordenamiento legal".
Es más explícito el texto legal del artículo 77, L.C.T. referido a un trabajador que habite en el
establecimiento que dispone que: "...El empleador debe prestar protección a la vida y bienes
del trabajador cuando éste habite en el establecimiento. Si se le proveyese de alimentación y
vivienda, aquélla deberá ser sana y suficiente, y la última, adecuada a las necesidades del
trabajador y su familia. Debe efectuar a su costa las reparaciones y refacciones indispensables,
conforme a las exigencias del medio y confort".
También el art. 81 sobre igualdad de trato dispone que: "...El empleador debe dispensar a
todos los trabajadores igual trato en identidad de situaciones. Se considerará que existe trato
desigual cuando se produzcan discriminaciones arbitrarias fundadas en razones de sexo,
religión o raza, pero no cuando el diferente tratamiento responda a principios de bien común,
como el que se sustente en la mayor eficacia, laboriosidad o contracción a sus tareas por parte
del trabajador".
l artículo 11: que la seguridad en las condiciones de trabajo incluye "la salvaguardia de la
función de reproducción";
l igual oportunidad para todos de ser promovidos dentro de su trabajo, a la categoría superior
que les corresponda, sin más consideraciones que los factores de tiempo de servicio y
capacidad.
l manda a tomar medidas adecuadas para prestar protección especial a la mujer durante el
embarazo en los tipos de trabajos que se hayan probado resultar perjudiciales para ella.
l el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño
de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo
para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social.
2.5.3. Jornada Limitada
Esta disposición también encuentra su concreción legislativa en los artículos 150 a 171 de
la L.C.T. relativos a las vacaciones, a las licencias especiales y a los feriados obligatorios y días
no laborables. Lo que está afirmando la norma debe ser referido tanto a la licencia anual o
vacación propiamente dicha, como a los descansos semanales, que son las pausas de fin de
semana.
Entonces hay que asegurar no sólo el derecho a vacaciones pagadas, sino también a que
sean periódicas. En efecto, el derecho no consiste en un número de días distribuibles por el
empleador, sino que es a vacaciones periódicas, o adecuadas a un período o a un espacio de
tiempo con un inicio y un fin.
lLa Declaración contra la Discriminación de la Mujer: dispone que se aliente "el suministro
de los servicios sociales de apoyo necesarios para permitir que los padres combinen las
obligaciones para con la familia con las responsabilidades del trabajo y la participación en la
vida pública, especialmente mediante el fomento de la creación y desarrollo de una red de
servicios destinados al cuidado de los niños".
Además del descanso y de las vacaciones, la Constitución Nacional ordena asegurar otras
dos licencias:
La justicia de una remuneración no deriva del hecho de haber sido libremente pactada, sino
de la concurrencia global de una serie de factores, que se vinculan con las condiciones dignas
y equitativas de labor. Las condiciones de trabajo que se refieren a la remuneración se
desglosan a su vez en:
a) retribución justa,
2) El producto de ese trabajo. Existen trabajos más valiosos socialmente que otros, y algunos
que revelan una dedicación y capacidad mayor del realizador.
3) Las necesidades del trabajador y de su familia, ya que con la remuneración tendrá que
afrontar los gastos de subsistencia, de desarrollo y de perfeccionamiento suyos y de su
comunidad familiar.
El derecho a la retribución justa juega un doble papel: por un lado frente al empleador —
que debe pagarlo—, y por otro frente al Estado que debe protegerlo mediante leyes —salario
mínimo, de inembargabilidad parcial, de forma de pago, etc.—, y que debe hacerlo posible a
través de su política social y económica.
En aquellos casos en que no hay retribución establecida por convención colectiva o por
acuerdo de partes, corresponde a los jueces establecer el monto de la remuneración
conforme a principios de justicia en los cuales deben estar contempladas las necesidades del
trabajador y la relación entre la importancia de los servicios, el esfuerzo realizado y los
resultados obtenidos (art. 114, L.C.T.).
Existe por tanto una pauta legislativa para determinar el monto de la remuneración en la
hipótesis indicada. La cláusula del salario justo puede tener operatividad en aquellos
supuestos de salario irrisorio o salario absolutamente inequitativo, a lo cual me he referido
más arriba.
l "el derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud, y el
bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios".
l La Declaración Americana: que "toda persona que trabaja tiene derecho a recibir una
remuneración que, en relación con su capacidad y destreza, le asegure un nivel de vida
conveniente para sí misma y su familia".
En síntesis: la remuneración del trabajador tiene como límite inferior al salario mínimo, vital
y móvil; a su vez, es justa cuando, como condición digna, equitativa y satisfactoria de labor, se
fija en atención a la categoría.
"Salario mínimo vital es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador
sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación
adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y
esparcimiento, vacaciones y previsión".
Esta definición es una expresión de deseos del legislador. Pero de todos modos se impone
establecer estatalmente una remuneración mínima y móvil, en función de los altibajos del
costo de vida, lo cual tiene por finalidad fijar un pido para los salarios, que permitan satisfacer
el consumo de las cosas necesarias y el goce de los bienes indispensables para una vida
dignamente aceptable. Es entonces el nivel del costo de vida el que gradúa el salario mínimo.
Sería posible tachar como inconstitucional un salario cuyo monto fuera ínfimo. Al respecto la
Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró en un pronunciamiento aplicable por extensión
a otros derechos laborales que toda vez que la libertad de contratar del empleador entre en
conflicto con la libertad contra la opresión del empleado u obrero, esta última debe prevalecer
sobre aquélla, porque así lo requieren los principios que fundan un ordenamiento social justo.
Sin embargo, esta doctrina no ha prevalecido en los fallos de ese Tribunal.
Este principio constitucional no es sino una expresión de la regla más general de que la
remuneración debe ser justa. La voz remuneración incluía el salario y las demás retribuciones
complementarias, como los premios o pagos suplementarios periódicos. Esta garantía
requiere dos supuestos específicos:
Uno cualitativo: que se desempeñe la misma clase de trabajo. Otro cuantitativo: que el
tiempo trabajado sea también el mismo.
Por ende, el trabajo nocturno podía ser remunerado en forma distinta del diurno, el
insalubre, de manera superior al ordinario, y el trabajador que rinde más, con un plus en
relación al trabajador que rinde menos.
Así, la Declaración Universal establece que "toda persona tiene derecho, sin discriminación
alguna, a igual salario por trabajo igual".
Este precepto ha sido aplicado por la Corte Suprema en los siguientes términos:
a) Caso "Ratto c/ Stani" (año 1966)
1) El principio constitucional que asegura "igual remuneración por igual tarea" no es sino una
expresión de la regla más general de que "la remuneración debe ser justa". Se opone a
discriminaciones arbitrarias, como serían las fundadas en razones de sexo, religión o raza,
pero no a aquellas que se sustentan en principios de buen común, como las fundadas en la
mayor eficacia, laboriosidad y concentración al trabajo del obrero.
2) El empleador cumple con el mandato constitucional que garantiza "igual remuneración por
igual tarea", pagando a cada categoría de trabajadores lo que estipula el convenio colectivo,
que por haberse elaborado con intervención de la parte laboral, asegura más remuneración
justa.
4) El derecho del empleador de premiar los méritos de sus dependientes con una
remuneración superior a la establecida por el convenio colectivo, queda librado a su
prudente discrecionalidad y por tanto no está condicionado a la prueba de que dichos
méritos existan.
Por lo expuesto, la Corte decidió que un plus por mayor idoneidad, dedicación y servicios
prestados no viola el principio constitucional de "igual remuneración por igual tarea".
Como consecuencia de esta línea interpretativa, el deber del empleador de abonar igual
remuneración por igual tarea se transforma en una facultad de otorgar a sus trabajadores los
incrementos selectivos que considere apropiados siempre que se respeten los mínimos
legales y convencionales. Esa zona de discrecionalidad del empleador es garantizada en el fallo
Ratto por el otro ingrediente que cierra el esquema restrictivo en la interpretación de la Corte,
y es la cuestión procesal de la imposición de la carga de la prueba exclusivamente en cabeza
del trabajador, quien debe probar como primer paso la igualdad de situaciones o la situación
de comparabilidad y luego que la diferenciación efectuada por el empleador se debió a una
discriminación de carácter arbitrario.
En la causa el Alto Tribunal cuestionó el hecho de que no se hubiera tenido en cuenta para
efectuar el cotejo entre unas y otras remuneraciones, la jerarquía, la eficiencia y la
laboriosidad de la reclamante. También se observó que en la consideración del trato
discriminatorio no se tuvo en cuenta el área donde se desempeñaba la actora —terapia
intensiva— que era el ámbito más crítico y complejo de todo el sanatorio, que la hacía
merecedora de una mayor remuneración respecto de los trabajadores de otros servicios, no
sólo de los dependientes de ella. Y que la remuneración había sido el medio para establecer
una persecución. En definitiva se reconoció que no había igualdad de tareas y que la actora
tenía derecho a percibir una retribución superior a la de otras enfermeras.
Por mi parte concuerdo con los votos fundados de los ministros Enrique Santiago Petrachi y
Jorge Antonio Bacqué que tratan extensamente la doctrina del caso "Ratto" y establecen
principios que la contradicen, a partir de la prueba objetiva de la existencia de una causa que
justifique la discriminación, y de la mención de procedimientos igualmente objetivos para
determinar el salario correspondiente a una tarea determinada.
Este párrafo del artículo 14 bis dio lugar a un largo debate entre los constituyentes en
cuanto al alcance que debía dársele a esta cláusula. Se ha interpretado que no otorga derecho
a la cogestión sino que impide que se declare la inconstitucionalidad de una norma que la
imponga.
En nuestro sistema el despido arbitrario es un ilícito eficaz, en cuanto se debe pagar una
indemnización. En algunos casos como en los de despidos discriminatorios se ha declarado la
nulidad del acto, el derecho del trabajador al empleo, y además la indemnización de los daños
y perjuicios.
2.5.10. Estabilidad absoluta: El caso "De Luca c/ Banco Francés del Río de La Plata"
Esta doctrina, que debería ser revisada, disuade al Poder Legislativo de la posibilidad de
consagrar este tipo de protección para el despido arbitrario, lo que me parece criticable
porque, como ha dicho Justo López, nada puede impedir que, previéndose en la Constitución
Nacional dicha protección, la misma no pueda ser reglamentada con mayor intensidad.
Sin embargo la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el año 2009, en los casos "A.T.E." y
"Rossi" declaró la inconstitucionalidad de los artículos 41 y 52 de dicha ley por considerar que
contrariaban el Convenio de la O.I.T. citado al no reconocer ciertas facultades al sindicato
simplemente inscripto, por ejemplo la de representar a los trabajadores como delegados de
personal, a los que también consideró amparados por la garantía de estabilidad.
"Libre": Porque los trabajadores y los empleadores tienen el derecho de constituir las
organizaciones que estimen convenientes "sin autorización previa" y "mediante la sola
inscripción en un registro especial", así como el de afiliarse a estas organizaciones. Implica en
particular, el derecho de determinar la estructura y la composición de los sindicatos, el de
crear una o varias organizaciones por empresa, profesión o rama de actividad, y el de
constituir las federaciones y confederaciones de su elección.
"los trabajadores y los empleadores, sin ninguna distinción tienen el derecho de constituir las
organizaciones...".
Esta libertad sindical debe garantizarse sin distinción o sin discriminación de ninguna
naturaleza respecto de la ocupación, el sexo, el color, la raza, el credo, la nacionalidad o la
opinión política, lo que invariablemente ha sido reconocido por la legislación argentina. La
única excepción a este principio general es la que se prevé en el artículo 9° del Convenio 87 de
la O.I.T. con arreglo al cual los Estados Miembros pueden determinar hasta qué punto se
aplicarán a las fuerzas armadas y a la policía las garantías previstas por el Convenio.
Declaraciones internacionales
lLa Declaración Americana: reconoce a favor de la persona "el derecho de asociarse con
otras para promover, ejercer y proteger sus intereses legítimos de orden sindical".
lLaDeclaración Universal: establece que "toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a
sindicarse para la defensa de sus intereses".
Así, y a partir de la reforma constitucional de 1994 —art. 75, inc. 22— el derecho de
asociarse no es sólo y exclusivamente un derecho a favor del trabajador, sino un "derecho de
toda persona".
Este tema se relaciona con la cuestión de la personería gremial, que es el derecho del
gremio más representativo a concertar los convenios colectivos en nombre de todo un sector
profesional. Pero en definitiva lo que consagra son los aspectos individuales positivos de la
libertad sindical, esto es, el derecho de cada trabajador de unirse a otros para constituir una
asociación.
En nuestro régimen los convenios colectivos son celebrados por el sindicato más
representativo al que se le acuerda personería gremial, y tienen efectos normativos "erga
omnes" para todos los trabajadores de la actividad, afiliados y no afiliados, y para todos los
empleadores comprendidos en el ámbito de la convención pactada, aunque no hayan
formado parte de la representación de los empleadores que firmó el convenio.
Este derecho, reconocido por la jurisprudencia como un derecho esencial del trabajador, fue
reconocido con nivel constitucional recién en 1957, teniendo el carácter de un derecho
directamente operativo (de operatividad fuerte) pues se lo puede ejercer con fundamento en
la disposición constitucional aunque no haya reglamentación al respecto.
l El derecho de huelga no es un derecho absoluto y debe ejercerse en armonía con los demás
derechos individuales establecidos con igual jerarquía por la Constitución Nacional.
El miembro informante de la Convención Constituyente de 1957, dio sobre este tema las
siguientes pautas de interpretación:
3) Comprende las "huelgas en solidaridad": En las que si bien un sector de los trabajadores no
tiene un interés profesional inmediato, existe otro mediato o indirecto, como es el apoyo de
unos trabajadores a otros.
4) Comprende a los empleados públicos: Ya que este derecho se concibió en sentido amplio,
quedando excluidos nada más que los funcionarios públicos.
6) La ilegalidad de la huelga no podía ser declarada por el poder administrativo: Sino que
constituía una facultad exclusiva del Poder Judicial.
7) El derecho de huelga no es un derecho absoluto: toda vez que no existen derechos
ilimitados.
La disposición constitucional prevé para los representantes gremiales una garantía similar a
la que se otorga al empleado público. Al utilizar en este caso, como en el del empleado
público, el término "estabilidad" debe entenderse con el mismo alcance. Es decir, como el
derecho de estos trabajadores a no ser despedidos ni a que se les modifique la relación de
trabajo durante el ejercicio del cargo gremial, y a ser reinstalados en casos en que mediare
una medida arbitraria del empleador.
"El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e
irrenunciable. En especial, la ley establecerá el seguro social obligatorio, que estará a cargo de
entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por
los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes,
jubilaciones y pensiones móviles, la protección integral de la familia, la defensa del bien de
familia, la compensación económica familiar y el acceso a la vivienda digna".
Integral: Con respecto al carácter de integral de la seguridad social, los riesgos sujetos a
cobertura han sido clasificados de la siguiente manera:
La seguridad social, en suma, debe tener por fin garantizar a los miembros de la sociedad
afectada por estas contingencias las prestaciones o beneficios indispensables, ya sea en
dinero o en especie, que les permitan mantener su salud y su poder de compra o consumo.
No como una facultad del Estado sino como un deber que tiene que cumplir. El artículo 14 bis
deja la seguridad social a cargo del Estado, pero ello no significa que él sólo deba asumirla,
debe programarse de forma tal que dé intervención a toda la comunidad, como obligación
ineludible de convivencia y solidaridad social .
lAsignaciones familiares: Este régimen fue regulado inicialmente según las distintas
actividades empresarias. Más adelante se amplió el sistema comprendiendo a todos los
trabajadores dependientes, Y recientemente se lo extendió con el otorgamiento de la
Asignación Universal por Hijo para la Protección Social, que tiene como referencia a los hijos
menores de todos los trabajadores, empleados y desempleados.
1) Establezca las diferencias entre las ideologías políticas y sociales de las reformas
constitucionales de 1949, 1957 y 1994.
6) ¿Qué importancia adquiere la cláusula de desarrollo integral con justicia social y de igualdad
de oportunidades y en qué norma constitucional está consagrada?
13) ¿Cuáles son las pautas de interpretación del artículo 14 bis de la Constitución Nacional?
14) ¿Con qué normas de la L.C.T. puede vincular el primer párrafo del artículo 14 bis? (el
trabajo en sus diversas formas...).
15) ¿Qué normas laborales se encuentran vinculadas con "condiciones dignas y equitativas de
labor"?
16) ¿Cuál es la ley que consagra la cláusula constitucional de jornada limitada y con qué
tratados internacionales puede vincularla?
17) ¿Qué normas de la L.C.T. se refieren a descanso y vacaciones pagados? ¿Y qué tratados
internacionales?
18) ¿Cómo ha interpretado la C.S.J.N. la cláusula constitucional "igual remuneración por igual
tarea" y en qué casos?
20) ¿Qué diferencia existe entre la estabilidad propia y la impropia y qué caso jurisprudencial
conoce vinculado a este tema?
22) ¿A quiénes alcanza la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social?
BIBLIOGRAFIA
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Trabajadores",Ed. Errepar, Octubre 1995, pág. 746.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", T. I., Ed. La Ley, 2ª
edición 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de contrato de Trabajo anotada", Ed. La Ley, 2009.
LLANA, GLORIA NORA,"X Congreso de Política Social, Laboral y Previsional", "El Derecho del Trabajo
y la Seguridad Social en el Tercer Milenio", FAES - Fundación Altos Estudios Sociales, Octubre de
1998.
SPAVENTA DOMENECH, CARLOS JAVIER,"El Derecho del Trabajo en la Constitución Nacional", D.T.,
1998— A.
Obras colectivas:
"Ley de contrato de Trabajo" dirigida por Jorge Rodríguez Mancini", Ed. La Ley.
3.1. Concepto. Funciones. - 3.2. Los principios y el orden normativo. - 3.3. El principio
protectorio y sus reglas de aplicación. - 3.3.1. Interpretación más favorable al
trabajador en caso de duda ("in dubio pro operario"). - 3.3.2. Aplicación y efectos de la
norma más favorable. Distintos criterios. - 3.3.3. Ajenidad del riesgo empresario e
indemnidad del trabajador. Distintos supuestos. - 3.3.4. Irrenunciabilidad. - 3.3.4.1.
Contenido del principio del art. 12 de la L.C.T. - 3.3.4.2. Renuncia de derechos. 3.3.4.3.
Jurisprudencia: caso "Velazco, Héctor c/ Celulosa Jujuy S.A." (C.N.A.T., Sala VI, 14/10/98).
- 3.3.5. Los acuerdos conciliatorios y el principio de irrenunciabilidad. - 3.36. La regla de
la no discriminación. - 3.3.6.1. Principio general. - 3.3.6.2. Fundamento legal. - 3.3.6.3.
Igualdad de trato remuneratorio. Análisis de los casos "Ratto, Sixto c/ Stani" y "Estrella
Fernández c/ Sanatorio Güemes S.A.". - 3.3.7. La regla de la subsistencia de la condición
más beneficiosa y el cambio de régimen legal. - 3.3.8. La continuidad del contrato de
trabajo. - 3.3.9. La primacía de la realidad. - 3.3.10. Principio o regla de progresividad. -
3.3.10.1. Facilitación de la prueba en el proceso: presunciones laborales. - 3.4. Guía de
análisis. Bibliografía.
La autonomía de una rama del derecho existe cuando tiene principios propios diferentes a
los que inspiran otras ramas del derecho. En nuestra materia, puede decirse que son líneas
directrices o postulados que le dan determinado sentido a cada una de las disposiciones que
componen el orden normativo laboral; son las ideas fundamentales de la organización jurídica
que resultan indispensables para aplicar correctamente sus normas.
l Integración: actúan como fuente del derecho, integrándolo, otorgándole al juez los criterios
directivos a fin de permitir la resolución de una cuestión en caso de ausencia de normas
aplicables. En nuestro ordenamiento esta situación está prevista por el artículo 11 de la
L.C.T., que establece que "cuando una cuestión no pueda resolverse por aplicación de las
normas que rigen el contrato de trabajo o por las leyes análogas, se decidirá conforme a los
principios de la justicia social, a los generales del derecho del trabajo, la equidad y la buena
fe".
Esta concepción también se refleja en la L.C.T., en el artículo 4° que considera que "el
contrato de trabajo tiene como principal objeto la actividad productiva y creadora del hombre
en sí. Sólo después ha de entenderse que media entre las partes una relación de intercambio y
un fin económico en cuanto se disciplina por esta ley". Además, en el ámbito del derecho
colectivo, la ley 23.551 de Asociaciones Sindicales de Trabajadores prevé que "la acción sindical
contribuirá a remover los obstáculos que dificulten la realización plena del trabajador" (art. 3°).
De esta forma, tanto en el ámbito individual como en el colectivo, se consagra el principio
protectorio enunciado en la Constitución Nacional.
l irrenunciabilidad de derechos;
l no discriminación;
l progresividad;
l primacía de la realidad;
l progresividad.
Otras posturas enumeran como principios notas características de ciertas modalidades del
contrato de trabajo o reglas para interpretar el contrato.
l principio de la razonabilidad;
Rodríguez Mancini realiza una clasificación similar, a la que agrega el principio de trato
igualitario, en tanto Justo López suma a los citados por Plá Rodríguez los de trato igual (no
discriminación) y de integración o de actuación colectiva, que se concreta en el artículo 14 bis
de la Constitución Nacional cuando consagra los derechos sindicales y la participación en las
ganancias de la empresa, con control de la producción y colaboración en la dirección.
El principio protectorio que orienta al Derecho del Trabajo tiene su razón de ser en el
amparo de una de las partes, el trabajador, a fin de que, trate de equilibrar las posiciones que,
por naturaleza, son desiguales, en atención a la hiposuficiencia, debilidad y estado de
necesidad en que se encuentra el trabajador, e intenta que quien se desempeña bajo la
dependencia jurídica de otro no sea víctima de abusos o explotaciones a los que se vería
sometido sin una regulación protectoria dictada a su favor (Ver el artículo 17 bisCN).
3.3.1. Interpretación más favorable al trabajador en caso de duda ("in dubio pro operario")
Esta regla implica que, en caso de que una norma pueda entenderse de varias maneras,
debe preferirse aquella interpretación más favorable al trabajador, armonizando la solución
con el resto del ordenamiento jurídico y buscando el remedio más valioso de acuerdo a la
finalidad y al bien protegido. Esto no significa que este precepto posibilita la existencia de una
desigualdad jurídica en perjuicio del empleador, sino que tiende a equilibrar posiciones que,
por cuestiones económicas y sociales, se encuentran desiguales, atendiendo a la debilidad del
trabajador frente a su empleador.
La L.C.T. plasma esta regla estableciendo en el artículo 9°, 2do. párrafo que si la duda
recayese en la interpretación o alcance de la ley, los jueces o encargados de aplicarla se
decidirán en el sentido más favorable al trabajador. Lo mismo ocurrirá cuando la duda recaiga
sobre la prueba de los hechos.
Esta regla no altera la misión natural del intérprete, que no se agota con la sola
consideración de la letra de la ley, sino que es ineludible función de los jueces, en cuanto
órganos de aplicación del ordenamiento jurídico vigente, indagar el verdadero sentido y
alcance de la ley, teniendo en cuenta la voluntad del legislador y el análisis profundo de sus
términos, remarcando que no hay mejor método de interpretación de la norma que aquel que
tiene en cuenta principalmente la finalidad de aquélla.
El artículo 9° de la L.C.T. resuelve los casos en los que se plantee duda sobre la aplicación de
normas legales o convencionales que concurran como fuente y al mismo tiempo a regular una
situación determinada. El mencionado artículo dispone que: "en caso de duda sobre la
aplicación de normas legales o convencionales prevalecerá la más favorable al trabajador,
considerándose la norma o conjunto de normas que rija cada una de las instituciones del
derecho del trabajo". Es decir que en caso en que dos o más normas, de igual o distinto rango
concurran a resolver la misma situación, prevalecerá la más favorable, considerando la norma
o conjunto de normas que rija cada una de las instituciones del Derecho del Trabajo.
Debe pues realizarse el cotejo entre instituciones, considerando que la institución es el
conjunto menor de normas que tienen autonomía y posibilidad de regir por sí una situación
determinada.
l acumulación: por el cual se toma de cada uno de los regímenes en cuestión las disposiciones
que más favorecen al trabajador y se da origen a un "texto nuevo", producto de la
combinación de las diversas fuentes;
3.3.3. Ajenidad del riesgo empresario e indemnidad del trabajador. Distintos supuestos
La plena realización del hombre que trabaja y la defensa de su dignidad requieren que el
Derecho del Trabajo lo proteja, otorgándole plena vigencia a los principios de ajenidad del
riesgo y de indemnidad. Ello significa preservar al trabajador para que, como consecuencia de
la relación laboral, no se vea menoscabado física, moral o materialmente.
Cabe recordar que en el contrato de trabajo, el empleador organiza los medios personales y
de producción por cuanto es quien monta la empresa y se beneficia, obteniendo réditos y
resultados satisfactorios como consecuencia de tal organización. Por ello, el empresario debe
asumir los riesgos que la explotación puede conllevar, pues en definitiva él es quien la
organiza, la gobierna y obtiene beneficios. El trabajador no participa del negocio por cuanto no
es un socio del empleador y si bien está inserto en la empresa, no se beneficia con los
resultados positivos de la producción por lo que tampoco debe soportar los riesgos inherentes
a su organización y marcha.
La realidad social y la necesidad de que exista un orden justo, llevan a considerar que no
puede excluirse la responsabilidad del empresario por el cumplimiento de sus prestaciones.
Por ello, el derecho al mantenimiento de las condiciones de trabajo (entre ellas, el salario
pactado), el derecho a la estabilidad comprometidos en época de crisis y el derecho a realizar
las tareas sin resultar dañado, merecen un tratamiento especial fundado en el concepto de
ajenidad del riesgo para el trabajador, de su indemnidad y de la responsabilidad social del
empresario y, en su caso, del Estado a través de las correspondientes instituciones de la
seguridad social.
Destaco que el trabajo humano tiene notas tipificantes o características que imponen que
sea considerado con criterios propios que exceden el marco del mercado económico y con
exclusión de las soluciones basadas en el riesgo del contrato propias del derecho común. Por
ello, puede concluirse que la ajenidad, que pone al trabajador al margen de los riesgos de la
empresa, implica diferenciar la actividad mercantil y comercial del empresario por una parte,
del contrato de trabajo como negocio jurídico por la otra, y esto debe relacionarse con la regla
de la indemnidad, que significa que el trabajador debe salir indemne (sin daño, ileso) de la
relación contractual, es decir que los riesgos derivados del trabajo por cuenta ajena no deben
dañarlo en forma alguna. A esta garantía corresponden precisos deberes del empleador que
van desde los generales de previsión hasta la asunción de la plena responsabilidad objetiva
por daños (físicos, morales y patrimoniales derivados del trabajo).
El artículo 4°L.C.T. preserva la dignidad del trabajador y prevé que el contrato de trabajo
tiene como principal objeto la actividad productiva y creadora del hombre en sí, y que sólo
después ha de entenderse que media entre las partes una relación de intercambio y un fin
económico.
Los distintos derechos que la ley otorga al empleador a fin de posibilitarle llevar a cabo sus
poderes de dirección, organización y disciplinarios también deben ejercerse respetando la
dignidad del trabajador y sin causarle perjuicios de orden moral (arts. 66, 68 y 70 de la L.C.T.).
l deben resarcirse los daños producidos al trabajador por el hecho o en ocasión del trabajo
(art. 76);
l se declara nula toda renuncia de derechos (art. 12) excluyéndose la validez de los negocios
liberatorios que pueda celebrar el trabajador (art. 145) incluso la cesión de sus créditos a
terceros (art. 148);
l se garantiza al trabajador la facilitación de la prueba del monto y pago de los salarios (arts. 52
a 56, 59 a 61, 138 a 144 y 146);
l disposiciones relativas a la época y medios de pago (arts. 74, 126 a 128, 137, 124 y 125), sobre
días, horas y lugares de pago (art. 129);
l se consagra la intangibilidad del salario autorizando adelantos en forma limitada (art. 130),
prohibiendo compensaciones, retenciones y descuentos (art. 131), salvo excepciones
expresamente previstas (arts. 132 y 135) y dentro de los porcentajes y bajo las condiciones
que se prescriben (arts. 133 a 135).
La ley 24.557, modificada por la ley, repara los daños ocurridos por el hecho y en ocasión del
trabajo y los determinados por enfermedades profesionales.
El Código Civil contempla el resarcimiento de los daños producidos por la culpa del
empleador por acción u omisión (art. 1074) o por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113).
De este modo, la responsabilidad del empleador respecto de los perjuicios que sufra el
trabajador en su integridad física abarcan tanto el supuesto de quien no ajusta su conducta a
los deberes de diligencia e incumple un deber jurídico y por ello es responsable de los daños
que puedan sobrevenir (responsabilidad por culpa), como también el de quien debe
responder aunque no haya ilicitud en sus actos.
Puede concluirse en que, aun cuando numerosas normas consagran la indemnidad y la
ajenidad del trabajador como expresión del principio más general protectorio que informa
todo el Derecho del Trabajo, se dan situaciones en que, siendo la empresa quien atraviesa
dificultades financieras o económicas, la L.C.T. faculta al empleador la suspensión del
trabajador sin pago de salarios y aun el despido con una indemnización disminuida en los
casos de falta de trabajo y fuerza mayor (arts. 218 a 223 y 247), lo que implica hacer partícipe
al trabajador del riesgo empresario. Esta cuestión exige una actualización en su tratamiento,
atento la natural evolución del Derecho del Trabajo.
3.3.4. Irrenunciabilidad
Esta regla aparece como el aspecto más relevante del principio protectorio y consiste en la
imposibilidad jurídica del trabajador de privarse voluntariamente de derechos concedidos por
la ley. el convenio colectivo de trabajo o el contrato individual, en su beneficio. Al extender el
carácter imperativo expresamente a las cláusulas contractuales, la reforma de este artículo
resuelve una cuestión que dividía a la doctrina. Según lo prescriben los artículos 7°, 12 y 15 de
la L.C.T., todo acto del trabajador que implique una renuncia de los derechos fijados por las
normas laborales carece de eficacia. Recordemos que "renuncia" equivale a un acto voluntario
por el cual una persona se desprende y hace abandono de un derecho reconocido a su favor,
situación plenamente válida en otros ámbitos del derecho, pero no en el Derecho del Trabajo.
b) renuncia anticipada a derechos que puedan surgir a raíz de actos futuros del empleador en
ejercicio de su poder de dirección y organización. Significa la imposibilidad del trabajador de
aceptar incondicionalmente modificaciones contractuales a producirse eventualmente en el
futuro, como ser traslados o cambios de turnos que trasgredan lo dispuesto por el artículo
66 de la L.C.T. (relativo al ejercicio del "ius variandi");
c) renuncia a derechos ya obtenidos que se han incorporado al patrimonio del trabajador. Este
no puede, por ejemplo, renunciar a créditos devengados provenientes de un despido
injustificado, o a un salario no pagado;
d) renuncia a las condiciones ya obtenidas que superan los mínimos legales y convencionales,
salvo compensación adecuada. Por ejemplo, el trabajador no puede aceptar un salario
inferior al que percibía sin un cambio compensatorio de otras condiciones de trabajo; esa
cláusula sería nula de nulidad absoluta. Sobre este supuesto me extenderé más adelante. El
contenido del contrato individual resulta enmarcado en normas legales y de convenio
colectivo que constituyen un piso mínimo.
La cláusula de orden inferior (la del contrato individual respecto de las disposiciones de los
convenios colectivos y la de éstos respecto de la ley) no tiene efectos derogatorios sino de
sustitución o reemplazo de las normas superiores (art. 13 de la L.C.T.). Esto significa que la
norma de carácter inferior se aplicará en tanto resulte más favorable. En definitiva, las normas
imperativas pueden ser reemplazadas por las partes en el contrato individual o en el convenio
colectivo por otras más favorable al trabajador.
3.3.4.3. Jurisprudencia: caso "Velazco, Héctor c/ Celulosa Jujuy S.A." (C.N.A.T., Sala VI,
14/10/98)
En la línea de la reciente reforma del artículo 12 de la L.C.T., cito el caso "Velazco", en el que
se dieron las siguientes circunstancias fácticas y jurídicas:
La Sala VI de la Cámara revocó tal decisión. El primer votante, Dr. Capón Filas, resolvió la
cuestión indicando que el convenio aplicable al caso prevé que, aun tratándose de rebaja de
categoría, no puede disminuirse el salario, por lo que, con este fundamento, votó por revocar
el fallo anterior. El Dr. de la Fuente comenzó por afirmar que la desigualdad que se da en la
relación laboral impide acordarle plena validez a la voluntad del trabajador salvo que se trate
de acordar modificaciones que no lo perjudiquen o que lo beneficien. Agregó que no puede
concebirse que un trabajador, o cualquier otra persona, acepte alteraciones contractuales que
lo perjudican, renunciando voluntariamente a derechos adquiridos o que tiene la expectativa
legítima de adquirir en el futuro, y que si acepta tal modificación, es evidente que lo hace por
necesidad, forzado por la inferioridad que lo obliga a optar entre dos males. Sostuvo que el
eventual acuerdo tácito resulta nulo de nulidad absoluta, por cuanto viola distintas normas
jurídicas (conf. arts. 1047 y 1048 del Código Civil), como son el artículo 12 de la L.C.T. y las
disposiciones convencionales que expresamente garantizan la no disminución salarial, aun en
caso de modificación de la categoría laboral. Advirtió que, para más, la L.C.T. refuerza el
carácter social de sus reglas mediante el principio de imperatividad de las normas laborales,
contenido en los artículos 7°, 13 y 44, que torna nula toda disposición en contrario y manda a
sustituir de pleno derecho la regla obligatoria violada. Destacó que, por tratarse la de autos de
una nulidad absoluta, resulta inconfirmable, así como irrenunciable la respectiva acción de
nulidad, por lo que la decisión de la empleadora no podría haber sido convalidada ni siquiera
por la conformidad posterior del trabajador, por cuanto ese consentimiento no puede sanear
un acto afectado por una nulidad absoluta. Como es nula de nulidad absoluta, es
imprescriptible, por lo que, a pesar del tiempo transcurrido, procedió también a declarar la
nulidad de la disminución de categoría y de remuneración, considerando que asiste derecho al
actor a las diferencias peticionadas, como así también, si él así lo pretendiera, a todas las
diferencias desde que se produjo la alteración en 1978.
En el Plenario "Lafalce, Angel y otros c/Casa Enrique Shuster SA", del 29 de setiembre de
1970, anterior a la sanción de la ley de contrato de trabajo, se estableció que: "...la
manifestación de la parte actora en un acuerdo conciliatorio de que una vez percibida
íntegramente la suma acordada en esta conciliación nada más tiene que reclamar de la
demandada por ningún concepto emergente del vínculo laboral que las uniera, hace cosa
juzgada en juicio posterior donde se reclama un crédito que no fue objeto del proceso
conciliado...".
La jurisprudencia posterior ha hecho una importante excepción respecto de los accidentes
de trabajo, no solamente porque no cabe ninguna renuncia de las prestaciones de las leyes
respectivas, sino también porque la consolidación de las lesiones que origina la acción
respectiva frecuentemente aparece una vez extinguido el contrato, y por tanto no guarda
relación con el curso del vínculo contractual.
Lo dicho acerca de los accidentes puede también proyectarse sobre la incapacidad absoluta
al momento del cese, pues no cabe duda alguna de que si se hubiera pactado la extinción del
contrato en monto inferior al que resulta del artículo 212, cuarto parágrafo de la ley de
contrato de trabajo, siempre existiría la posibilidad de reclamar la diferencia, pues no está en
el arbitrio de las partes determinar para este caso la existencia o no del derecho respectivo.
Agrego que para que el juez o la autoridad administrativa puedan emitir juicio sobre la
validez del acuerdo, deben conocer las cuestiones sobre las cuales las partes concretamente
discuten y pretenden acordar. De ahí que carezca de todo valor una manifestación genérica
como la que acusó el plenario "Lafalce" al adjudicar el carácter de cosa juzgada a
manifestaciones liberatorias de créditos que no fueron objeto del proceso conciliado; esto
contradice el artículo 15 de la ley de contrato de trabajo, viola el orden público laboral y el
principio de irrenunciabilidad de derechos.
Lo que expreso tiene aplicación respecto de lo dicho por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en el caso "Alvarez, Jorge E. c/Todoli Hnos. SRL", del 2 de junio de 1998, que ha
motivado el comentario de Carlos Pose, quien interpreta que el fallo citado, si bien no se
pronuncia sobre la excepción de cosa juzgada, explícitamente avala la doctrina plenaria
"Lafalce", lo que a su juicio otorga "...nueva vitalidad y un mayor campo de aplicación al
pronunciamiento emitido por la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo hace un cuarto
de siglo, tendiente a posibilitar la inserción en los acuerdos conciliatorios, de cláusulas
liberatorias generales, exonerando a la parte empresaria de toda responsabilidad por
incumplimiento, potencial y/o cierto de sus obligaciones laborales...". Pero el Alto Tribunal no
ha tenido en cuenta los principios básicos del Derecho del Trabajo que se encuentran en
juego, ni menos ha tenido en consideración el contexto normativo en el cual, en el momento
actual, se pueden formular por excepción acuerdos conciliatorios.
En conclusión, entiendo que el Plenario "Lafalce" no puede ser aplicado en este momento
porque contradice disposiciones sustanciales de la ley de contrato de trabajo (art. 15).
Una nueva redacción del artículo 15 de la ley de contrato de trabajo, modificado por la ley
25.345 dispone, de modo confuso y con propósitos fiscalistas, que los acuerdos que se
alcancen en la vía administrativa o en la judicial, debidamente homologados mediante
resolución fundada de cualquiera de éstas que acredite que mediante tales actos, se ha
alcanzado una justa composición de los derechos e intereses de las partes, harán cosa juzgada
entre ellas, pero serán inoponibles a la Administración Federal de Ingresos Públicos, en cuanto
se refiera a la calificación de la naturaleza de los vínculos habidos entre las partes y a la
exigibilidad de las obligaciones que de esos vínculos se deriven para con los sistemas de la
seguridad social.
Es obvio que la cosa juzgada tiene efectos definitivos respecto a las materias que abarca, y
no puede ser que esas mismas materias tengan un significado para las partes del litigio y otro
diferente cuando se las considera para determinar los gravámenes por aportes y
contribuciones que podrían haber correspondido, con prescindencia de la solución lograda.
De tal manera, una conciliación en la que, por ejemplo, se reclamen las multas de la ley de
empleo, porque se afirma que el trabajador no se encuentra registrado o lo ha sido
tardíamente o con indicación de una remuneración inferior a la realmente percibida, no será
oponible a la Administración Federal de Ingresos Públicos y estos conceptos estarán sujetos a
una segunda decisión, aunque en el acuerdo homologado se haya arribado a una justa
composición de la litis y haya habido pronunciamiento a su respecto. Lo mismo ocurre cuando
la conciliación haya versado sobre sumas retenidas que no han ingresado parcial o totalmente
a los distintos sistemas de, la seguridad social, como debe interpretarse del tercer parágrafo
del artículo 15 de la ley de contrato de trabajo que trato.
Además la Carta Magna incorpora con categoría constitucional diversos tratados sobre
derechos humanos que condenan específicamente esta conducta disvaliosa, como por
ejemplo, la convención sobre eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer o la que condena toda discriminación contra los niños, o la Declaración Universal de
Derechos Humanos, o el Pacto Internacional de Derechos Sociales y Culturales (PIDESC).
En cuanto al resto del cuerpo normativo, la ley de contrato de trabajo es explícita sobre el
punto en los artículos 17, 81, 172, 178 y 187 y la ley sindical 23.551 es terminante al respecto
(ver art. 7°).
La ley 23.592, referida expresamente a los actos discriminatorios, establece que quien
arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio
sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en
la Constitución Nacional será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto
discriminatorio, o cesa en su realización, y a reparar el daño moral y material ocasionado. Y en
una concepción amplia de esta temática, considera particularmente incluidos los actos u
omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad,
ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres
físicos.
Un análisis especial corresponde realizar respecto del artículo 81 de la L.C.T., que establece
que el empleador debe dispensar a todos los trabajadores igual trato en identidad de
situaciones. Prevé que existe trato desigual cuando se produzcan discriminaciones arbitrarias
fundadas en razones de sexo, religión o raza y acepta que exista un tratamiento diferente
cuando responde a principios de bien común como el que se sustente en la mayor eficacia,
laboriosidad o contracción a sus tareas por parte del trabajador. En mi opinión también en
este supuesto el empleador debe tener una causa objetiva para premiar.
3.3.6.3. Igualdad de trato remuneratorio. Análisis de los casos "Ratto, Sixto c/ Stani" y
"Estrella Fernández c/ Sanatorio Güemes S.A."
En esta materia es oportuno recordar que el tratamiento diferenciado debe ser justificado
en razones objetivas, por lo que cada parte deberá probar la situación que da origen al acto
discriminatorio. También destaco que tanto las condiciones dignas y equitativas de labor
mencionadas en el artículo 14 bis como la igualdad ante la ley consagrada por el artículo 16 de
la Constitución Nacional y el artículo 1° de la ley 23.592 ya mencionado, señalan un camino
rector que es abarcativo de todo acto discriminatorio, lo que se encuentra ratificado por los
tratados internacionales incorporados a la Carta Magna por el artículo 75, inciso 22).
En "Ratto" la C.S.J.N. sentó la doctrina que recoge el texto actual del art. 81 de la L.C.T., y en
"Estrella" dio a entender que el criterio anterior podría ser revisado, pero esto no se ha
reflejado en los fallos posteriores.
Pero para analizar la vigencia en nuestro derecho de esta regla de aplicación del principio
protectorio, es necesario tener en cuenta al negocio jurídico que configura el contrato de
trabajo, la intencionalidad jurídica inicial de las partes y la naturaleza de las prestaciones
comprometidas.
En el supuesto del contrato de trabajo nos encontramos con un negocio de derecho privado,
bilateral, a título oneroso, con partes contrapuestas con aspiraciones distintas como dice el
artículo 21 de la ley de contrato de trabajo: 'habrá contrato de trabajo cualquiera sea su forma
o denominación, siempre que una persona física se obligue a realizar actos, ejecutar obras o
prestar servicios a favor de la otra y bajo la dependencia de ésta, durante un período
determinado o indeterminado de tiempo, mediante el pago de una remuneración.' Sus
cláusulas en cuanto a la forma y condiciones de la prestación quedan sometidas a las
disposiciones de orden público, las convenciones colectivas o laudos con fuerza de tales y los
usos y costumbres.
Existen como elementos esenciales una manifestación de voluntad que tiene sujeto, objeto
y forma, así como una intención común de obtener un determinado beneficio del negocio:
para uno, el empleador, es el trabajo aplicado dentro de la estructura empresaria que le ha de
dar los beneficios; para el otro, el trabajador, es el salario que obtiene por una prestación
determinada.
Las normas legales y convencionales acompañan al negocio y lo adecuan sin que ello
signifique modificar lo que ha sido su esencia.
En igual sentido, Fernández Madrid señala que no puede verse en el contrato de trabajo
otra cosa que una forma de negociar, más allá de que la ley o el convenio, para hacer
operativo el principio protectorio, establezcan ese piso mínimo que las partes deben respetar.
Pero dicha relativa autonomía no le quita al acuerdo el carácter propio de un contrato. Y
añade que "...debe recordarse que el derecho es un todo, y que el artículo 62 de la ley de
contrato de trabajo se conjuga con el 1197 del Código Civil en cuanto este último dice que las
convenciones en los contratos forman para las partes una regla a la cual deben someterse
como a la ley misma. Y que solamente pueden ser revocadas las cláusulas contractuales por
mutuo consentimiento (art. 1200 C.C.), con las limitaciones que pueden resultar de la
aplicación del artículo 954 del mismo Código y de los demás preceptos que defienden al más
débil y en lo dispuesto por el art. 12L.C.T.'".
Por lo que hay que tener en cuenta los derechos del trabajador, propios del contrato que en
su momento celebró con el principal y los que eventualmente incorporó con posterioridad.
Por eso replantea la posición del intérprete frente al contrato, ya que la celebración puede o
no implicar la incorporación de las normas de un convenio colectivo o de disposiciones legales.
Pero si ellas se incorporan aunque sea como puntos de referencia, configuran derechos
adquiridos. Lo que ocurre es que la incorporación no se produce de pleno derecho. Existe un
contrato con cláusulas explícitas o implícitas por el cual se convienen los temas fundamentales
como la categoría profesional, el salario, la duración de la prestación o el régimen de
descansos, eventualmente tomadas de fuentes heterónomas, pero que no por eso dejan de
formar parte de la negociación. El orden público laboral está diseñado para la mejora de los
derechos del trabajador. Y no se lo puede invocar para perjudicar condiciones contractuales
más beneficiosas, pues esto significaría interpretar desviadamente la finalidad de las normas
que lo constituyen.
Señalo que los derechos de futuro o en expectativa, se regirán por las normas imperativas
vigentes en el momento en que nazca el derecho del dependiente a ejercitarlas, salvo que la
ley establezcan lo contrario.
Por ello: a) que la ley tiene eficacia derogativa genérica; b) que el convenio colectivo
sustituye a la ley anterior menos beneficiosa; c) que subsisten las cláusulas más beneficiosas
de un convenio colectivo respecto de uno posterior que contuviere disposiciones peyorativas.
Por aplicación del principio de igualdad y no discriminación no se debe distinguir entre los
trabajadores con contratos vigentes a la época del convenio más beneficioso y los ingresados
con posterioridad; d) el convenio colectivo de empresa homologado prevalece sobre el
convenio general de actividad si es más beneficioso, y e) el contrato individual reemplaza al
convenio colectivo si establece mejores derechos y sus cláusulas son sustituidas por las del
convenio colectivo o por las de la ley si éstas favorecen al trabajador.
Y, en otro orden de cosas, las partes celebran el contrato, la buena fe impone como cláusula
implícita que se respeten todas las condiciones en virtud de las cuales fue celebrado el
acuerdo (art. 62L.C.T.). Y sobre este punto pongo énfasis en que, dada la naturaleza del
contrato de trabajo, que podría ser asimilado por sus características al contrato de adhesión,
no puede ni debe distinguirse de lo contractual lo que proviene de leyes o convenios colectivos
que tienen vigencia —aun cuando el trabajador lo desconozca— y que forman parte del
contrato, con fundamento en el mencionado principio de buena fe, el que determina derechos
implícitos y convierte al contrato en una unidad que absorbe el resto de la normativa.
A su vez, el mismo artículo 90 "in fine" determina que los contratos de trabajo por tiempo
determinado, celebrados en forma sucesiva o que no se hubieran celebrado por escrito y en
forma expresa el tiempo de su duración o que las modalidades de las tareas no justificaran
esta modalidad, serán considerados como contratos de trabajo por tiempo indeterminado y
en sentido similar, se establece la conversión del contrato a plazo fijo en contrato de plazo
indeterminado en caso de omisión del preaviso (art. 94L.C.T.), la continuidad del contrato en
caso de transferencia del establecimiento (art. 225L.C.T.).
3.3.9. La primacía de la realidad
Como en otros contratos tipo se otorga preeminencia a la realidad que existe en el contrato
de trabajo sobre las formas resultantes de los hechos cumplidos en la relación laboral y lo que
interesa es considerar la real naturaleza de la vinculación. El artículo 21 de la L.C.T. en su
primera parte, consagra este principio en cuanto establece que "habrá contrato de trabajo,
cualquiera sea su forma o denominación..." mientras que sanciona con la nulidad todo
contrato en el cual las partes hubieran actuado con simulación o fraude a la ley (art.14).
La aplicación de esta regla debe ser tenida en cuenta particularmente en las Convenciones
Colectivas del Trabajo, que han tendido y tienden al mejoramiento cresciente de las
condiciones de trabajo, lo que repercute en la elevación de la calidad de vida del trabajador y
de su familia.
El Alto Tribunal ratificó y extendió este rincipio en el caso "Pérez Anibal c/ Disco SA". En el
mismo la Procuración Fiscal dijo que el principio de progresividad tiene por función evitar el
retroceso de aquello que es conducente al logro de la justicia social, citando a los artículos 75
inc. 19, 22 y 23 de la Constitución Nacional, al art. 26 de la Convención Americana sobre los
Derechos Humanos y al art. 2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales.
La L.C.T. determina distintas presunciones con variados efectos, dentro de las cuales
algunas son absolutas, es decir que no admiten prueba en contrario, y otras son relativas, o
sea que admiten prueba que las contradiga. Todas fueron establecidas a fin de asegurar la
igualdad jurídica de las partes, como defensa del orden público laboral y teniendo en
consideración la hiposuficiencia del trabajador en la relación laboral.
Accidente o enfermedad del menor que trabaja en tareas prohibidas: El artículo 195 de la
L.C.T. prescribe que, a los efectos de las responsabilidades e indemnizaciones previstas en la
legislación laboral, en caso de accidente de trabajo o de enfermedad de un menor, si se
comprueba ser su causa alguna de las tareas prohibidas a su respecto o realizada en
condiciones que signifiquen infracción a sus requisitos, se considerará por ese solo hecho al
accidente o a la enfermedad como resultante de culpa del empleador, sin admitirse prueba en
contrario.
Autorización de los padres para el trabajo de los menores de 16 años: El artículo 32, 3er.
párrafo de la L.C.T. prescribe que los mayores de 16 años y menores de 18 años que ejercieren
cualquier tipo de actividad en relación de dependencia, se presumen suficientemente
autorizados por sus padres o representantes legales para todos los actos concernientes al
contrato de trabajo.
El silencio del empleador frente a las intimaciones del trabajador: El artículo 57 de la L.C.T.
crea para el empleador la carga de explicarse respecto de toda intimación cursada por el
trabajador de modo fehaciente, relativa al cumplimiento o incumplimiento de las obligaciones
derivadas del contrato de trabajo, sea al tiempo de su formalización, ejecución, suspensión,
reanudación, extinción o cualquier otra circunstancia que haga que se creen, modifiquen o
extingan derechos derivados del contrato de trabajo. Para que tenga efecto dicha presunción,
el silencio deberá subsistir durante un plazo razonable, el que nunca podrá ser inferior a dos
días hábiles.
Presunción de onerosidad del trabajo; El artículo 115 de la L.C.T. establece que el trabajo no
se presume gratuito y debe reputarse que todos los pagos que realiza el empleador tienen su
causa en el contrato de trabajo. Se acepta que puedan existir entre las partes otras relaciones,
contractuales o personales, que justifiquen la gratuidad de los servicios prestados, pero en
estos supuestos la prueba en contra de la presunción legal debe ser rigurosa.
3.4. GUIA DE ANALISIS
1) Explique qué son los principios del Derecho del Trabajo y cuáles sus funciones.
3) ¿Cuál es la razón de ser del principio protectorio que orienta al Derecho del Trabajo?
4) ¿Qué utilidad práctica tiene la regla de la interpretación más favorable al trabajador en caso
de duda?
6) ¿Qué significación tiene la regla de la indemnidad del trabajador y qué normas tratan sobre
el tema?
8) Tipos de discriminación.
BIBLIOGRAFIA
ARIAS GIBERT, ENRIQUE,"Marco legal y convencional del contrato individual del trabajo: sus efectos
(o cuando el plagio es excusable)" , Ed. Errepar, Doctrina Laboral Nº 170, octubre 1999, págs. 789
a 802.
CAUBET, AMANDA B.,"El orden público laboral y la nulidad de las cláusulas contractuales que lo
desconozcan" .
CAUBET, AMANDA B.,"La celebración del contrato de trabajo y la buena fe: las cláusulas implícitas" ,
Ed. Errepar, Doctrina Laboral N° 152, abril 1999.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2ª edición
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fallo jurídica y moralmente trascendente",D.L., T. XIII, pág. 207.
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por razones de salud: VIH-SIDA",D.L. N° 153, T. XII, pág. 483.
PLÁ RODRÍGUEZ, AMÉRICO,"Los Principios del Derecho del Trabajo", Ed. Depalma, 1978.
VÁZQUEZ VIALARD, ANTONIO,"Principios del Derecho del Trabajo y su recepción en la L.C.T.", L.T., T.
XXV, pág. 491.
CAPITULO IV
Al primero de ellos puede remitirse la clasificación que distingue entre fuentes materiales o
reales y fuentes formales o legales.
Sin embargo, esa relación (realidad/norma) que muchas veces oculta bajo la apariencia de
"hecho objetivado", o un "estado de cosas" el conflicto de intereses entre sectores en pugna y
la desigual capacidad de acción histórica según sea el momento que se analice, soslaya el
amplio margen que brinda a quien se dé a la tarea de interpretar el mundo real de las
relaciones del trabajo, condicionando con su lectura la actividad normativa.
Sobre ello da cuenta, con acabadas muestras, el proceso reciente de reforma y sus variadas
formas de justificación.
En cuanto al concepto mismo de fuente, Borrajo Dacruz resume dos acepciones, la que
considera las fuentes de formalización (fuentes formales de tipo técnico-jurídico) y la que
refiere a las fuentes de producción (que requieren de una reflexión sociológica, política y
valorativa desde una perspectiva filosófica del Derecho).
Si bien el artículo 19 de la L.C.T. efectúa una enumeración de las fuentes del contrato de
trabajo, la primera observación que surge es que ésta no es exhaustiva, puesto que no sólo
omite algunas derivadas de las facultades que el mismo cuerpo legal reconoce a las partes
(como los reglamentos de empresa), sino además aquellas de rango jerárquicamente superior
(como la Constitución Nacional) o una fuente subsidiaria como el caso del Derecho Civil.
Claro que ello, como apunta Justo López, no puede considerarse una deficiencia de la ley "no
sólo porque no tenía objeto legislar sobre fuentes establecidas en disposiciones de jerarquía
superior, como la Constitución Nacional, sino porque indudablemente el legislador, al hacer la
enumeración limitada que efectuó, se propuso ciertos objetivos prácticos, como ser el ya
mencionado de subrayar la autonomía del derecho individual del trabajo y la posición
privilegiada que ocupa en él la misma L.C.T. y el de detallar las fuentes de las que luego (...) se
iba a ocupar especialmente".
En nuestra rama, pues, las fuentes son: la Constitución Nacional y a su lado los Tratados
Internacionales constitucionalizados, los Tratados Internacionales con jerarquía supra legal y
Convenios de la OIT, las leyes y sus reglamentaciones, los convenios colectivos de trabajo, los
acuerdos interiores de empresa, la jurisprudencia, la costumbre, los usos de empresa y el
reglamento de empresa, los laudos arbitrales obligatorios, los laudos arbitrales voluntarios, y
los acuerdos individuales.
La distinción entre ley general y ley especial sólo se entiende vinculada al ámbito personal
de aplicación, es decir de los sujetos sometidos a la norma en cuestión.
Así, la ley 20.744 (t.o.) deviene en ley general al interior de nuestra disciplina, en tanto es la
norma llamada a regir en la generalidad de las relaciones laborales.
Dentro de la L.C.T. se hallan todas las relaciones de trabajo privadas con excepción de los
trabajadores domésticos y los agrarios (art. 2°, L.C.T.). En cuanto a las relaciones de empleo
público sólo se aplica a aquellas que se encuentran regidas por convenios colectivos de
trabajo (ámbito de aplicación ampliado por la sanción de un convenio colectivo general para la
administración pública y organizaciones descentralizadas) o que por un acto expreso se
sometan a su égida. Ello refleja la tendencia marcada por el Convenio 154 de la O.I.T. (Ginebra,
24/6/81) que propende a la negociación colectiva en la administración pública.
Cuando se trata de estatutos especiales o normas para actividades determinadas, como son
las que regulan a los institutos docentes, las empresas periodísticas, de la construcción o las
vinculadas a la categoría del dependiente como, por ejemplo, los aeronavegantes, jugadores
de fútbol profesional, médicos, odontólogos, trabajadores a domicilio, viajantes de comercio,
periodistas, peluqueros, , trab. Agrarios, etc., no puede soslayarse que estos cuerpos
normativos no siempre reglan la totalidad de los aspectos que hacen a la relación laboral de
los sujetos comprendidos, y en muchos casos sólo se trata de reglamentaciones parciales. Un
caso diferente, que tiene en cuenta el número de trabajadores de la empresa, está plasmado
en la ley 24.467 en su Capítulo III —régimen laboral para las Pequeñas Empresas— (de más de
40 trabajadores y un determinado nivel de facturación) para las cuales se establecen algunas
reglas especiales.
Finalmente, como en otras órbitas de derecho jurídico-positivo, la ley —tanto general como
particular— se adecua al caso concreto a través de los decretos y resoluciones administrativas.
Estas normas deben ceñirse, obviamente, a los límites reglamentarios que estipula la Carta
Magna y los convenios internacionales que forman el bloque de constitucionalidad.
Es la fuente autónoma y típica del Derecho del Trabajo. Constituye un acuerdo entre el
sindicato y el empleador, grupo de empleadores o cámara respectiva que genera obligaciones
para los firmantes y todos los trabajadores y empleadores comprendidos en su ámbito de
aplicación.
Se dirige a establecer reglas respecto de las relaciones laborales que resultan generales y
obligatorias. Pueden, además, contener disposiciones referidas a la relación entre el sindicato
firmante y los empleadores comprendidos.
Los convenios colectivos de trabajo forman parte del derecho objetivo y en virtud del
reconocimiento estatal de su carácter de normas jurídicas válidas se integran al ordenamiento
como fuente formal y autónoma del derecho laboral. De ello resulta que las cláusulas
normativas sean ley en sentido material, esto es, norma jurídica de alcance general, y por ende
que rijan sobre el contrato individual en un pie de igualdad con las normas legales forzosas,
pero con el alcance señalado en el Capítulo III punto 3.3.8. al tratar la regla de la subsistencia
de la condición más beneficiosa.
La naturaleza jurídica "sui generis" del convenio colectivo deriva de constituir, por la forma
de celebración, un contrato entre partes colectivas, que luego del acto administrativo de
homologación —siempre dentro del régimen de la ley 14.250— se convierte en fuente de
derecho objetivo, obligatoria para la actividad profesional o la categoría de trabajadores
comprendidos en su ámbito de aplicación.
Son, pues, sus efectos extensibles a terceros ("erga omnes") y las peculiaridades en orden a
la invocación y prueba en juicio las que definen una naturaleza jurídica propia.
Se exime a las partes de la prueba en juicio; basta con la sola invocación (art. 8°, L.C.T.). Y
remarcarse que los convenios colectivos de trabajo no se hallan comprendidos dentro de la
regla "iuria novit curia", es decir que el Juez no se halla obligado a su aplicación a menos que
expresamente se lo invoque.
Este acto administrativo, facultad del Ministerio de Trabajo, requiere del órgano estatal la
previa verificación de los requisitos de fondo y forma del acuerdo alcanzado cuya
homologación se solicita. Esta puede negarse si se incluyeran cláusulas violatorias de normas
de orden público o dictadas en protección del interés general, si sus disposiciones afectaren
significativamente la situación económica general o de determinados sectores de la actividad o
produjeren un deterioro grave de las condiciones de vida de los consumidores (art. 4°, ley
14.250).
En definitiva, las razones por las que la homologación puede negarse resultan mucho más
amplias que el simple resguardo al orden público laboral y los mínimos legales, por lo que el
control de legalidad en cabeza del Estado adquiere suma trascendencia , ya que además se
efectúa un control de conveniencia.
Este no es más que la actividad o categoría sujeta a la regulación convencional, es decir, los
sujetos que al desarrollar una determinada actividad o detentar una categoría dada van a
quedar sometidos a un convenio colectivo precisamente por el carácter general y obligatorio
que posee, más allá del grado de intervención que pudieren haber tenido los trabajadores y/o
empleadores al momento de la celebración.
Dicho de otro modo, para que una actividad se halle reglada por un convenio colectivo la
representación sindical que lo suscribe debe corresponder a los trabajadores pertenecientes a
esa actividad y, además, los firmantes por la parte empresaria deben ser representativos de
los empleadores de la misma actividad, ya sea en forma directa o mediante el sector patronal
correspondiente.
Así, por ejemplo, si un sindicato con alcance nacional suscribe un convenio colectivo con una
única empresa, dicha norma no será obligatoria para toda la actividad sino, exclusivamente,
para los trabajadores de la empresa que pactó.
A lo dicho debe sumarse que la homologación administrativa no puede suplir ningún vicio
vinculado a la representación. Resulta irrelevante, sobre el tópico, que el propio convenio
colectivo contenga una mención extensiva de su ámbito de aplicación si no se cumple con los
requisitos de representación bilateral idónea explicados.
Este fenómeno es conocido como ultraactividad de los convenios colectivos, cuya finalidad
no es otra que la de garantizar condiciones de trabajo evitando que la eventual pretensión de
negociación a la baja de la representación empresaria utilizara el simple instrumento de dejar
caducar la convención anterior y volver con ello a los mínimos legales.
Sin embargo, la ley 24.467, en su Título III dedicado a las pequeñas empresas, estableció en
su artículo 99 que si no mediare estipulación convencional en contrario los convenios,
colectivos de pequeñas empresas se extinguirán de pleno derecho a los tres meses de su
vencimiento (lo que no se aplicaría en mi opinión a los capítulos especiales de convenios
colectivos generales de actividad).
Así, sobre el primer aspecto señala Krotoschin que "el juez a veces tiene que aplicar una
norma que no está directa y concretamente formulada en la ley, sino que debe ser concretada
por el juez. Se trata de los llamados conceptos indefinidos o cláusulas generales de la ley que,
sobre todo, abundan ahora en la L.C.T. y que consecuentemente, han provocado un aumento
considerable de la influencia de la jurisprudencia.
El juez debe aclarar y profundizar ciertas ideas sólo vagamente expresadas por el legislador.
Esta actividad aclaratoria le permite hacer obra constructiva, basada en el conjunto del
derecho positivo...".
Con relación a la función creadora, es dable aclarar que ella en nada menoscaba las
prerrogativas del órgano legislativo, antes bien, sólo cumple con llenar los vacíos legislativos y
suplir sus deficiencias, siguiendo el mandato impuesto por el artículo 15 del Código Civil.
Por su parte, el artículo 11 de la L.C.T. establece una clara directriz al disponer que ante la
imposibilidad de aplicación directa o análoga de una norma en la resolución de un caso se
decidirá con ajuste a los principios de la justicia social, a los generales del Derecho del Trabajo,
a la equidad y la buena fe, signando con ello el sentido de la actividad judicial.
Son numerosos los ejemplos que pueden encontrarse en que la creación pretoriana
precedió al texto legal, como el caso de los accidentes "in itinere" que fuera materia de un fallo
plenario del 9/11/53 recogido por el legislador treinta años más tarde al modificar la ley 9688.
Otras muestras resultan las normas consagradas en los artículos 18, 212, 213, 218, 247, 248,
260, etc. de la L.C.T.
Tan clara es la evidencia en este sentido que el propio Krotoschin ha opinado que "el 80%
del derecho positivo y, muy especialmente, del contenido de la L.C.T. se fundan en creaciones
de la jurisprudencia, es decir de los tribunales del trabajo principalmente".
Otro elemento importante que ha contribuido a que las decisiones judiciales adquiriesen el
carácter de doctrina jurisprudencial, es la aceptación voluntaria u obligatoria de los fallos de
los tribunales superiores (CSJN, SCBA, CNAT).
Sobre la aceptación voluntaria apunta Justo López que "es habitual que los tribunales
inferiores, incluso con independencia del poder de convicción que reconozcan al criterio del
superior, lo sigan (....) por razones prácticas, es decir, por la inutilidad del pronunciamiento
opuesto —que en el curso normal del proceso, mediante un recurso, sería revocado—. La
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, con este criterio, ha dictado o dejado sin efecto
fallos plenarios, para evitar decisiones suyas opuestas a criterios adoptados por la Corte
Suprema de Justicia".
Así, en su art. 1° la L.C.T. recepta como fuente los usos y costumbres, igualando ambos, y
otorgándoles carácter normativo, con lo que el elemento inmaterial típico de la costumbre
pierde relevancia, o por lo menos no aparece como imprescindible, en tanto deben
considerarse referidos a los usos y costumbres en la empresa, y más raramente en la actividad
(por ejemplo, la costumbre de la actividad marítima tiene señalada importancia).
Esta disposición debe complementarse con el artículo 62 de la L.C.T. en tanto obliga a los
sujetos no sólo a aquellas conductas (activas o pasivas) que expresamente se deriven del
contrato individual, sino a todo comportamiento que resulte su consecuencia.
Por usos debe entenderse la conducta repetida de las partes en una determinada actividad
por un lapso prolongado como para considerarlo incorporado al contrato de trabajo.
Ambos tienen plena eficacia y obligatoriedad tanto con relación al derecho disponible (aquel
sobre el cual las partes pueden atenerse o apartarse) como a las normas imperativas, siempre
que refieran a condiciones mínimas de labor y su contenido sea superador.
Asimismo, el elemento subjetivo, esto es la conducta o actitud de las partes con relación a la
práctica, ya sea reconociendo la obligación de otorgamiento, por un lado, como la expectativa
fundada de recibirlo, por la otra, es lo que lo aleja de toda noción de liberalidad.
4.2.6. Los usos de empresa y el reglamento de empresa. Sus efectos sobre el Contrato de
Trabajo
Uno de los tipos posibles de usos es el llamado uso de empresa, que es aquella práctica o
conducta repetida y generalizada con relación a todo el personal, sin que sea posible negarle
el beneficio a un trabajador determinado a riesgo de infringir la prohibición de trato
discriminatorio.
El ejemplo típico de uso obligatorio son las gratificaciones, otorgadas en forma unilateral
por el empleador en forma reiterada, año tras año. Este beneficio, por sus características,
comprende incluso a los trabajadores que se incorporen al establecimiento, más allá de no
estar contenido expresamente en el contrato individual.
En cuanto a los reglamentos de empresa son la expresión del poder empresarial derivado
de la facultad de organización y dirección de la unidad económica que dirige. Resultan la
manifestación del llamado poder reglamentario, actuando como una ley interna que tipifica,
otorgándole exigibilidad a una serie de condiciones de trabajo.
Tiene carácter normativo cuando es legítimo y conocido por el trabajador, formando parte
del contrato, y en cuanto está destinado a regir a todos los trabajadores del establecimiento,
actuales y futuros, en forma indistinta. Por eso algunos aspectos del reglamento pueden
terminar incorporándose al contrato individual de los trabajadores de la empresa (jornada,
remuneración, ubicación escalafonaria, categoría), en el caso de que el trabajador los conozca
y no contraríen el orden público laboral, pretendiendo imponer condiciones peyorativas
respecto de la ley o el convenio colectivo vigente.
En este sentido, no debe olvidarse que el reglamento tiene en mira la organización del
trabajo en la empresa, por ende la norma pretendida debe estar en consonancia con el
funcionamiento de la empresa y sus necesidades. Ello invalida disposiciones arbitrarias,
injustificadas o venales. Del grado de correspondencia entre la naturaleza del trabajo y la
medida decidida dependerá la legitimidad del reglamento, a lo que debe aditarse el respeto a
la persona del trabajador que en modo alguno, material o moralmente, puede sufrir
menoscabo. La necesidad de razonabilidad se potencia en casos de regímenes de disciplina
laboral.
Resta referir la relación entre reglamento y contrato individual del trabajo. Las pautas en
esta materia son que aquellas cláusulas del cuerpo escrito referidas a la organización técnica
(puestos de trabajo, modos de producción, utilización de herramientas, etc.), económica y
disciplinaria (régimen de ascensos, escalafones, obligaciones de higiene, asistencia, modos de
aviso y control por enfermedad, etc.) son modificables unilateralmente por el empleador en
cuanto no se integran al contrato.
Por el contrario, toda regla relativa al núcleo del nexo laboral (jornada, salarios, categoría,
etc.) se incorporan al contrato rigiendo al respecto lo relativo a la irrenunciabilidad de
derechos, tema que he analizado en el Capítulo III.
4.2.7. Laudos arbitrales obligatorios
Instaurados por la ley 16.936 (t.o. según ley 20.638) faculta a la autoridad nacional de
aplicación a someter conflictos colectivos laborales "de intereses" a la instancia de arbitraje
obligatorio, en la que el árbitro impone a las partes un cuerpo de normas al que la ley le
imputa los efectos de un convenio colectivo de trabajo.
Su constitucionalidad fue cuestionada por su carácter forzoso, con privación para las partes
de los jueces naturales, y la ausencia de una vía recursiva judicial plena contra la decisión
administrativa. En particular, se adujo la vulneración de la garantía del artículo 18 de la
Constitución Nacional y en particular del 14 bis en cuanto ampara la concertación libre de
convenciones colectivas y el ejercicio del derecho de huelga.
La C.S.J.N. se expidió en el caso "Hilandería Olmos" del 30/10/79 (D.T. 1980, pág. 475)
concluyendo la constitucionalidad del mecanismo. Los fundamentos de la decisión fueron:
l que el artículo 14 bis de la Constitución Nacional contiene el instituto del arbitraje sin que el
legislador constituyente excluyera expresamente la variante obligatoria, por lo que debe
considerarse incluido máxime considerando que éste era conocido por la doctrina jurídica;
l la garantía del control judicial se consideró satisfecha con la cláusula que estableció un
recurso de nulidad fundado en haberse resuelto cuestiones no fijadas y/o haberse dictado
fuera de término (art. 64).
Considerados en el artículo 1° de la L.C.T. como fuente de derecho, no son otra cosa que la
concreción de la autonomía privada individual en el negocio jurídico que es el contrato de
trabajo. Si bien goza del reconocimiento legal, la principal característica es la limitación que
sufre en pos de la vigencia del principio protectorio, que ha llevado a enmarcarlo dentro de
normas imperativas y mínimos legales. Aclaro que el artículo 12 de la L.C.T., en su redacción
actual, impide todo acuerdo individual que disminuya los mayores beneficios establecidos en
el contrato.
Uno de los temas más interesantes y de peculiaridades propias de esta rama del derecho es
el vinculado al modo en que las distintas fuentes se articulan, concurren y, a veces, colisionan
al momento de su aplicación.
Para una mayor claridad en el desarrollo del tema trataremos en primer término lo relativo
al orden jerárquico, al orden de prevalencia, y al juicio de compatibilidad.
Debe distinguirse del orden de jerarquía el llamado orden de prelación o prevalencia que es
en definitiva el que determina cuál será la norma aplicable con prescindencia de su ubicación
jerárquica.
Si tales pautas se verifican, veremos supuestos en los que normas que por su naturaleza
son jerárquicamente superiores ceden su sitio a aquellas que por su contenido resultan más
favorables.
La relación entre la ley y las restantes fuentes está dada por su carácter de mínimo
inderogable, es decir que en principio sólo se ve desplazada por disposiciones que otorguen
beneficios superiores. Tanto la autonomía colectiva como la individual se ven restringidas por
esta pauta, circunscribiendo la facultad legisferante que se les reconoce a la creación de
normas que no menoscaben las previsiones legales.
Conforme reza el artículo 9° de la L.C.T. "en caso de duda sobre la aplicación de normas
legales o convencionales prevalecerá la más favorable al trabajador considerándose la norma
o conjunto de normas que rija cada una de las instituciones del derecho del trabajo",
consagrándose la prevalencia del régimen más favorable.
Este principio no es más que una aplicación específica al conflicto entre fuentes de
regulación del contrato o la relación de trabajo del primordial principio protectorio, rector de
toda la disciplina.
Para Justo López idéntico remedio, por aplicación analógica, se utilizará si se tratara de
reglas emanadas de los usos y costumbres, puesto que su poder normativo reconoce similar
naturaleza y se encuentran por fuera de la voluntad de las partes.
Según se dijo antes, para la determinación de la norma más favorable la ley optó por el
método de conglobamiento por instituciones, que resulta uno de los procedimientos posibles.
Sobre este tema y la solución del artículo 9° cabe aclarar que no deben confundirse
supuestos de concurrencia de normas de distinta naturaleza para una misma prestación, con
aquellos casos en que lo que se analiza es la compatibilidad entre prestaciones diversas
derivadas de un mismo hecho, es decir, la acumulación, de beneficios.
Por imperio de estas reglas las cláusulas violatorias del marco imperativo se sustituyen por
éste, acumulándose a las restantes disposiciones del contrato que mantienen su validez.
4.3.3.1. Relación entre ley general y ley especial. Sucesión de normas en el tiempo
En la relación de leyes generales entre sí, como de leyes especiales, los elementos a tener en
cuenta son el ámbito que ocupen (o espacio normativo) y si tienen carácter excluyente. Así, si
se presentan dos leyes generales (y de idéntica forma se resuelve de ser éstas especiales) que
concurren sobre el mismo ámbito y resultan excluyentes —aun sin contener una cláusula
derogatoria expresa— la ley posterior deroga a la anterior, produciéndose la sucesión de
normas en el tiempo.
Ahora bien, si pese a ocupar el mismo espacio normativo carecen del carácter excluyente,
los sistemas se complementan entre sí en tanto sean compatibles (ej. la ley 11.544 y las
normas de la L.C.T. en materia de jornada).
En la relación entre ley general posterior a la ley especial debe atenderse a los aspectos que
viene a reglar la primera, es decir, sus contenidos para determinar si la integra, complementa
o sustituye. Si ocupa un espacio normativo no reglado, la relación es de complementariedad e
integración. Si mejora los beneficios otorgados por la ley especial, la sustituye. Asimismo, en
casos en que se superponen los ámbitos que abarcan y sus contenidos son incompatibles
(excluyentes) la ley general posterior implica la derogación del régimen especial.
En el caso inverso, ley especial posterior a la ley general, obviamente se produce una
derogación en tanto coincida el espacio normativo, sin que nada impida que se complemente
con la ley general en aspectos no regulados.
Cuando dos normas de igual rango concurran a reglar una misma situación, supuesto que
constituye una concurrencia conflictiva y no una sucesión de normas en el tiempo, la solución
la brinda el artículo 9° de la L.C.T. con el principio de la norma más favorable antes explicado.
Una hipótesis interesante es la de la concurrencia de una ley general (por ejemplo la L.C.T.) y
un estatuto profesional (ley especial). En principio deben tenerse en cuenta las disposiciones
del artículo 2° de la L.C.T. que condiciona su vigencia a que sea compatible con la naturaleza y
modalidades de la actividad de que se trate y con el específico régimen jurídico a que se halle
sujeta.
Por ende, se analizaría la incompatibilidad por exclusión (expresa o implícita) pero también
la compatibilidad eventual de algún instituto con relación a las características de la actividad. Si
se verifica la inaplicabilidad directa de la ley general por exclusión o la incompatibilidad, aun
cuando se trate de regímenes menos favorables prevalecen los especiales. En cambio, si algún
instituto de la ley general resulta compatible, y no ha sido expresa o tácitamente excluido,
puede aplicarse.
4.3.3.2. Sucesión de Convenios Colectivos de Trabajo en el tiempo
El convenio colectivo homologado resulta una norma de derecho objetivo obligatorio con
proyecciones sobre una cantidad indeterminada de relaciones laborales pertenecientes a una
misma actividad o categoría. Sus cláusulas en principio no se incorporan al contrato individual
por tratarse de una norma heterónoma, y los beneficios allí otorgados deben ser respetados
por el acuerdo de partes en tanto mínimos inderogables (art. 7° de la L.C.T.). A la inversa, los
convenios colectivos no pueden afectar negativamente las condiciones pactadas en el contrato
de trabajo individual (art. 7° de la ley 14.250).
La Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires en la década del '60 en el fallo "Carabajal,
Arcadio M. y otros c/Fribolen S.A." del 11 de noviembre de 1964 sostuvo la inserción
automática de las cláusulas del convenio colectivo en el contrato individual, pero en "Fetter,
Eduardo c/Lonalino S.A." del 28 de febrero de 1967, el mismo Tribunal con distinta integración,
sostuvo la postura que admitía la derogación.
En mi opinión, las cláusulas del convenio vigente al momento de la celebración del contrato
individual que forman el núcleo del contrato (categoría, remuneración, tiempo de trabajo), se
incorporan al contrato individual porque son cláusulas pactadas formativas del mismo y por
tanto determinantes de derechos adquiridos. Las modificaciones sucesivas de las
prestaciones-obligaciones que forman el núcleo del contrato, en tanto significan modificación
de las condiciones contractuales originales, siguen su misma suerte, es decir consolidan dicho
núcleo contractual y se incorporan en tanto sean más favorables al trabajador. La ley de
contrato de trabajo, en su artículo 66 referido a las limitaciones al poder de dirección del
empleador en materia de alteración del contrato, establece que no son disponibles esas
cláusulas esenciales, ni pueden modificarse esas condiciones cuando causan perjuicio moral o
material al dependiente. Y las modificaciones peyorativas respecto de trabajadores que se
incorporen en el futuro, no son admisibles (art. 14 bis y 75 inc. 22 Constitución Nacional).
Las obligaciones de futuro atadas a un suceso por venir, por ejemplo el despido, se regirán
por las normas convencionales y legales vigentes al momento del distracto, salvo excepción
que provenga de la misma ley o del convenio colectivo.
4.3.3.3. Relación entre Convenio Colectivo de Trabajo y Ley. Principio General
Las cláusulas contractuales se hallan condicionadas por los mínimos legales y las
disposiciones convencionales, en una clara restricción a la autonomía individual. La
prohibición de pactar en un sentido distinto puede ser absoluta, cuando se veda a las partes
toda disponibilidad (vgr. objeto del contrato), o relativa, cuando se las condiciona a negociar
por encima de los beneficios reconocidos.
Por su parte, la negociación colectiva se ve restringida por el contenido del sistema legal, y
en principio las normas convencionales sobre condiciones de trabajo deben ser superadoras
de los beneficios otorgados por los mínimos legales.
El aspecto que resta analizar es si una norma estatal puede, válidamente, modificar o
suprimir reglas convencionales. En este tema la cuestión fundamental en juego es si le es
permitido al poder jurígeno del Estado avanzar sobre la autonomía colectiva derogando
convenciones colectivas de trabajo.
Un primer elemento a tener en cuenta es que esa autonomía colectiva con poder normativo
tiene sustento en el reconocimiento legal que, para más, se da en la norma fundamental de
todo estado de derecho: la Constitución Nacional (art. 14 bis).
Otro tópico importante es el de la relación entre las leyes existentes, el acuerdo colectivo
que pretende transformarse en derecho objetivo y el Estado. Entre los dos primeros, la ley
14.250 formula una relación de subordinación necesaria, en tanto el convenio se ve
condicionado por la ley. Y, por otro lado, el acto administrativo de la homologación, que lo
convierte en obligatorio, está precedido por un control de legalidad por parte del Estado, el
que verifica no sólo el respeto al orden público laboral sino además la preservación del interés
general, la situación económica general o de determinado sector de la actividad y las
condiciones de vida de los consumidores.
De las características expuestas surge que la derogación de un convenio colectivo por una
ley posterior, por la diferenciada naturaleza, el amparo constitucional y la posibilidad de
control que brinda las facultades en materia homologatoria al poder administrador, no sería
viable.
La norma objetada derogó numerosas reglas de convenios colectivos para las empresas del
Estado que estipulaban mayores beneficios que los consagrados por la L.C.T. en materia
indemnizatoria y con relación a todas las actividades (incluyendo las privadas) dejó sin efecto
reglas referidas a coeficientes, porcentajes, índices y métodos de ajuste de los salarios o
ingresos que tomaban como pauta el salario mínimo vital, el costo de vida o la traslación de
beneficios de otros sectores. Trataré, por su relevancia, estos antecedentes jurisprudenciales
emanados de la C.S.J.N.
La C.N.A.T. (Sala VIII) se había expedido favorablemente sobre las pretensiones del
accionante haciendo aplicación de la doctrina sentada en la causa "Nordensthol", y fundada en
la irrazonabilidad de la norma declaró la inconstitucionalidad del artículo 2°, inciso d) de la ley
21.476.
La demandada recurrió ante el Máximo Tribunal alegando la arbitrariedad del fallo por
haber omitido el tratamiento de la defensa opuesta con fundamento en la ley 21.307, que
autorizara al Poder Ejecutivo Nacional a fijar por decreto las remuneraciones de los
trabajadores públicos y privados.
La C.S.J.N. acogió el planteo de la empresa señalando que: "Si bien es cierto que en ambos
supuestos la ley cuestionada es la 21.476, no lo es menos que en aquel caso (Nordensthol) la
decisión de este Tribunal versó sobre los alcances del inciso a) de su segundo artículo,
mientras en el sub examine se discute acerca de la validez de su inciso d)".
En este sentido el artículo 11 de la L.C.T., dispone que "cuando una cuestión no pueda
resolverse por aplicación de las normas que rigen el contrato de trabajo o por las leyes
análogas, se decidirán conforme a los principios de la justicia social, a los generales del
derecho del trabajo, a la equidad y la buena fe". En este aspecto, la norma transcripta no
puede ser examinada en forma aislada de otras normas que se refieren a la interpretación y
aplicación de las normas laborales y que establecen —por ejemplo— la nulidad en caso de
pactar condiciones inferiores a los mínimos legales, la validez de normas más favorables
contenidas en convenciones colectivas de trabajo, el principio de la norma más favorable y a la
conservación del contrato de trabajo en caso de duda (arts. 7°, 8°, 9° y 10 de la L.C.T.) (ver
capítulos III y VII).
Sin perjuicio de lo expuesto el tema que interesa es la forma en que nuestro derecho
positivo resuelve la carencia de normas expresas para regular una situación dada, más si se
tiene en cuenta que el artículo 15 del Código Civil impone a los jueces la obligación de fallar y
que no puede dejar de hacerlo pretextando silencio, oscuridad o insuficiencia de las leyes .
De Castro, citado por Justo López, señala que "el procedimiento analógico tiene, pues, por
objeto, conducir al principio regulador de otra institución. Su resultado dependerá así de este
principio. El carácter de las leyes o instituciones las hace más o menos aptas para servir de
apoyo para su extensión a casos pertenecientes a otras instituciones en las que falta
regulación". Distingue además entre analogía 'legis' cuando basta con las reglas de una
institución y analogía 'iuris', cuando se deben utilizar reglas de varias instituciones.
Otra pauta que incorpora la regla del artículo 11 de la L.C.T. son los principios de la justicia
social en los que Justo López visualiza la positivización del derecho natural.
Sus contenidos serán tan vastos como la necesidad de protección de la persona humana en
situación de trabajo. Sobre ellos se han expresado numerosos tratados internacionales, que
con una filosofía garantista se dirigen a asegurar la realización de los hombres, y que
recientemente fueran incorporados a la jerarquía normativa del derecho interno por la
reforma constitucional de 1994.
A estos principios deben sumarse los generales del Derecho del Trabajo, que he
desarrollado con amplitud en el Capítulo III. Sobre ellos, valga reiterar las tres funciones que se
les ha reconocido: fundamentadora del ordenamiento jurídico, orientadora de la tarea
interpretativa y obviamente la de integración ante un vacío legal.
Sobre la primera puede acotarse que no son los principios una derivación lógica o
consecuencia de las disposiciones legales, sino que por el contrario éstos informan a las
normas convirtiéndolas en una unidad normativa.
La segunda, da cuenta del marco en el cual debe producirse la tarea interpretativa, que
debe hacerlo procurando la expresión más fiel en la solución del caso y la aplicación del
derecho positivo, de los principios de la justicia social y los generales del Derecho del Trabajo.
Finalmente la función integradora, que deriva de la habilitación legislativa para que el juez
los utilice como criterio directivo ante la configuración de una laguna.
La norma mencionada dispone que la ley de contrato de trabajo regirá "todo lo relativo a la
validez, derechos y obligaciones de las partes. Sea que el contrato se haya celebrado en el
país, o fuera de él, en cuanto se ejecute en su territorio".
l En este sentido, la norma resulta clara al determinar que la L.C.T. se aplica a todo contrato de
trabajo que se ejecute en nuestro país, cualquiera hubiera sido el lugar de su celebración en
concordancia con lo dispuesto por el artículo 1209 del Código Civil.
l En este supuesto, si existe un lugar de ejecución, según Justo López, debe aplicarse la ley del
principal lugar de ejecución y, en caso de duda, la que tenga el derecho más favorable al
trabajador.
El carácter de derecho común por antonomasia del Derecho Civil lo torna susceptible de ser
aplicado a los distintos derechos especiales, que generalmente carecen de integridad, es decir,
no resultan autosuficientes en la regulación de la totalidad de los casos. Se le reconoce
entonces el carácter supletorio derivado de su generalidad como derecho "madre" con
relación al cual se fueran distinguiendo los "especiales".
En nuestro derecho positivo se reconoce al Derecho Civil como fuente subsidiaria, sólo
operativo cuando se han agotado las posibilidades de encontrar la norma aplicable a través de
los mecanismos propuestos por la regla laboral (art. 11, L.C.T.). Opera así frente al vacío
normativo y no por analogía.
Las controversias se producen en torno a los alcances y modalidad con que se cumple la
función supletoria. En particular, la influencia de los principios del Derecho del Trabajo, con el
principio protectorio como regente fundamental, sobre las normas civiles en procura de su
adaptación a las peculiaridades del mundo del trabajo por vía interpretativa.
Desde un punto de vista teleológico, en materia laboral "la normativa está dirigida a
replantear la posición del hombre de trabajo en la sociedad, en la búsqueda de su igualdad
sustancial". Por ello, es necesario interpretar las normas ajenas a la propia rama a la luz de los
fines propios del Derecho del Trabajo.
Entre las relaciones visibles deben señalarse los supuestos de remisión expresa de la L.C.T. y
otras leyes laborales, o la utilización de conceptos o términos ampliamente desarrollados en el
ámbito civil, como lo son el dolo, la culpa, la fuerza mayor, etc. Claro que cada vez que se
traslade un instituto al ámbito laboral el sentido y alcance estará condicionado por las
características del sistema en el que se inserta, sufriendo modificaciones interpretativas. En el
supuesto específico del Derecho del Trabajo, por el principio protectorio y la naturaleza tuitiva
de las normas.
En estos casos las disposiciones civiles actúan como fuente directa integrando el plexo
normativo laboral.
Los requisitos para la aplicación del Derecho Civil son en primer lugar, la ausencia de una
norma laboral expresa, pues de lo contrario no se configuraría la subsidiariedad, y por otro
lado que la norma que se pretende aplicar supletoriamente sea compatible con los principios
generales que informan el Derecho del Trabajo. A ello se refiere Justo López cuando habla de
incompatibilidad expresa (por existir una norma laboral opuesta) o implícita (cuando la regla
civil colisiona con alguno de los principios propios y específicos).
Señalo que en todo caso deben tomarse las normas que se compatibilicen con el principio
protectorio y la justicia social, dejando de lado las interpretaciones que desconocen estos
principios y tienden a garantizar exclusivamente el derecho de propiedad en detrimento de la
dignidad humana. En mi opinión el derecho de propiedad no es absoluto pues, como todos los
consagrados en la primera parte de la Constitución Nacional, debe ser interpretado de manera
armónica, considerando implícita la necesaria funcionalidad social.
4.7. GUIA DE ANALISIS
4) Diferencia entre ley general y ley especial. Tipos de leyes generales y especiales.
12) ¿En qué consiste y para qué se utiliza el principio de la norma más favorable?
13) ¿Cuáles son los criterios para aplicar el principio de la norma más favorable?
14) ¿Cómo se resuelve el conflicto entre leyes, sean éstas generales o especiales?
17) Señale los lineamientos fundamentales expuestos por la C.S.J.N. al expedirse sobre la
derogación de un C.C.T. por decreto.
21) ¿Qué pautas fija la L.C.T. en materia de interpretación y aplicación del Derecho del Trabajo?
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EVOLUCION TECNOLOGICA
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STIGLITZ, JOSEPH E.,"La crisis de Wall Street es para el mercado, lo que la caída
del muro de Berlín fue para el Comunismo", entrevista publicada el
21/09/2008.
6.1. CONCEPTO
Es un concepto superior que limita el principio de libertad contractual cuando las bases en
que se apoya la organización de la sociedad a que se refiere resultan comprometidas, y se
vincula sustancialmente al estado de equilibrio, paz social y justicia al que deben acomodarse
las leyes y los actos de los particulares.
El orden público tiende a corregir situaciones creadas, abusos del derecho e injusticias
previstas en la organización general, por lo que cumple una misión reguladora, reparadora y
solidaria.
Pero si bien su contenido es cambiante pues se vincula a un punto de vista del legislador
respecto de intereses que considera prevalentes, debe entenderse limitado por el principio de
legalidad y la necesaria subordinación de las normas de rango inferior a los derechos
garantizados en la Constitución Nacional, y a los mandatos que ella impone al legislador
(particularmente en el art. 75 de la C.N.). Pues debe tenerse en cuenta que es misión
fundamental del órgano legisferante la reglamentación y armonización de los derechos que la
Carta Magna consagra.
Se trata de una cuestión de valoración jurídica vigente respecto de la tutela que debe darse
a un derecho y del grado de dicha tutela, pero siempre dentro del marco constitucional.
Borrajo Dacruz señala que "las normas estatales pueden tener un triple carácter: unas
veces, son normas de derecho necesario absoluto, lo que significa que no pueden ser
modificadas en ningún sentido, ni favorable ni adverso, por la autonomía social colectiva y
pueden ser impuestas a las partes del contrato. Otras veces son normas de derecho necesario
relativo; con ellas el Estado garantiza un determinado bien pero acepta que la autonomía de
las partes colectivas mejoren tal garantía, con frecuencia en favor del trabajador, pero otras
veces la mejora que se acepta es la que conviene al interés de la situación empresarial, de la
producción o de la economía en general. Otras veces, en fin, se trata de normas de derecho
dispositivo y el Estado acepta que sean sustituidas".
Por su parte, Américo Plá Rodríguez expresa que "una cosa es la distinción entre derecho
público y derecho privado y la adecuada ubicación del derecho laboral dentro de esa
clasificación tradicional, y otra muy diferente es afirmar que las normas laborales son de
orden público. Esta afirmación sólo significa que el Estado ha considerado que debe excluirse
la posibilidad de que las partes acuerden por decisión propia, regular su conducta de manera
distinta de como estableció el legislador. Pero la norma de orden público, tanto puede
pertenecer al derecho público como al derecho privado".
Según las palabras de Antonio Ojeda Avilés "el intento de llevar una mayor justicia al 'status'
del trabajador queda incumplido y burlado por el procedimiento de la renuncia sistemática de
éste; era necesario poner un coto a esta clase de actividad negocial, y la solución fue tajante: la
nulidad de toda dejación de los beneficios legales del trabajador. Y esta defensa del orden
público laboral frente a los embates del fraude será actuada en multitud de ocasiones contra
la voluntad del empleado, del asalariado, porque lo que sustancialmente se mira no es a esta
voluntad más o menos viciada, a veces absolutamente convencida de que lo que más le
conviene es justamente renunciar, sino a la incolumidad del ordenamiento sobre el trabajo,
erosionada de una manera indirecta por la renuncia".
Dice Krotoschin, —en cuanto derecho de subordinación (derecho público), las normas del
Derecho del Trabajo son forzosas en principio, en el mismo grado que con generalidad el
derecho público tiene carácter forzoso; y en cuanto derecho de coordinación (derecho
privado), las normas del Derecho del Trabajo son con preferencia de orden público, por
trascender estas normas el interés puramente individual y ser inseparable del interés social—,
afirma que ese carácter forzoso importa establecer la primacía de la voluntad colectiva sobre
la voluntad individual.
El artículo 1198 de nuestro Código Civil, que toma como fuente el artículo 1135 del Código
Napoleón, establece que no es la voluntad de las partes la sola medida de la fuerza obligatoria
de los contratos sino también la moral, la buena fe, los usos y la ley.
En el ámbito del Derecho del Trabajo el orden público se manifiesta no sólo por el interés
general de la comunidad expresado por la ley sino también por el interés colectivo de los
trabajadores expresado en el convenio colectivo.
6.3. CLASIFICACION
Se trata de la base mínima para la protección de todos los derechos, por ende no puede ser
modificado por la voluntad colectiva o individual.
2) Normal y permanente, está integrado por las normas que reglan en forma permanente
actos o conductas en aras del interés general. Estas normas tuitivas del trabajo limitan la
autonomía de la voluntad, ni siquiera permiten que las mismas partes contratantes
negocien su presencia en el contrato. ¿A qué tiende esta indisponibilidad? A evitar el fraude
a la ley. Ej.: normas de la L.C.T.: artículos 38 a 44: contrato de objeto ilícito o prohibido,
artículo 172: principio de no-discriminación, artículos 32/36: capacidad, artículo 58: invalidez
de la renuncia, artículo 107: pago de la remuneración.
Estas normas, entre otras, y las relativas a las obligaciones de las partes respecto de los
organismos estatales, a las del empleador en materia de higiene y seguridad y en términos
generales a las vinculadas con el régimen de la policía del trabajo forman un plexo normativo
de imperatividad absoluta: es derecho necesario absoluto respecto del cual se veda a las
partes el cambio de la preceptiva legal.
Está constituido por todas aquellas normas de carácter imperativo que forman un piso
mínimo inderogable "in pejus" y que deben ser respetados por las partes colectivas o
individuales. Estas normas son de aplicación obligatoria y sólo admiten ser modificadas por la
voluntad de las partes a favor del trabajador.
Así, el artículo 7° de la ley de contrato de trabajo dispone que: "Las partes, en ningún caso
pueden pactar condiciones menos favorables para el trabajador que las dispuestas en las
normas legales, convenciones colectivas de trabajo o laudo con fuerza de tales, o que resulten
contrarias a las mismas. Tales actos llevan aparejada la sanción prevista en el artículo 44 de
esta ley". Esta norma limita la voluntad de las partes que sólo pueden pactar condiciones más
favorables para el trabajador. Hay un piso determinado por el marco imperativo (ley y
convenio colectivo).
El principio general se completa con el artículo 8°, que dice que: "Las convenciones
colectivas de trabajo o laudos con fuerza de tales, que contengan normas más favorables a los
trabajadores, serán válidas de aplicación las que reúnan los requisitos formales exigidos por la
ley y que hubieran sido debidamente individualizadas, no estarán sujetas a prueba en juicio".
La convención colectiva de trabajo y el laudo arbitral, en su caso, aunque tiene fuerza "erga
omnes" (son aplicables a todos los trabajadores de la actividad o del oficio o de la empresa, en
su caso, afiliados o no afiliados al sindicato pactante del convenio), no deben ser probados en
juicio, pero debe indicarse precisamente cuál es la cláusula de la convención colectiva cuya
aplicación se requiere, pues los jueces no están obligados ni pueden aplicarla de oficio.
A su vez, el artículo 12 de la L.C.T. dispone: "Será nula y sin valor toda convención de partes
que suprima o reduzca los derechos previstos en esta ley, los estatutos profesionales, las
convenciones colectivas o el contrato individual, ya sea al tiempo de su celebración o de su
ejecución o del ejercicio de derechos provenientes de su extinción". El sentido literal de la
cláusula es claro en cuanto a que se nulifica toda convención de partes que suprima o reduzca
los derechos previstos en la ley (L.C.T., estatutos profesionales y otras leyes) , en las
convenciones colectivas de trabajo. La irrenunciabilidad alcanza también a las cláusulas
convenidas por las partes por encima de los mínimos legales y convencionales. También ha
quedado en claro que las modificaciones en perjuicio son inadmisibles, excluyéndose que el
silencio del trabajador implique un reconocimiento de derechos para el empleador.
Este tema se relaciona particularmente con las alteraciones del contrato (arts. 66 y 68). Esta
disposición, junto con las de los artículos 7°, 8°, 12,13, 14, 17 y 58, entre otras, constituye el
basamento del orden público laboral concebido como el conjunto de normas imperativas
provenientes de ley o de convención colectiva que no pueden ser derogadas por voluntad de
las partes en perjuicio del trabajador. Las partes pueden crear mayores derechos, pero no
disminuir los que provienen del derecho necesario.
Y el vínculo protectorio se cierra con el artículo 13 de la ley de contrato de trabajo que dice
que: "Las cláusulas del contrato de trabajo que modifiquen en perjuicio del trabajador normas
imperativas consagradas por leyes o convenciones colectivas de trabajo serán nulas y se
considerarán sustituidas de pleno derecho por éstas". Cuando las partes hayan puesto en el
contrato una cláusula que modifique en perjuicio del trabajador los mejores beneficios
establecidos por la ley o la convención colectiva de trabajo, se considerará reemplazada por la
norma legal o convencional (sustituida de pleno derecho). En definitiva, siempre predomina la
cláusula más favorable (ver art. 7°) y por último, tal como expreso en el Capítulo VII, en el que
analizo el contrato de trabajo, la nulidad por objeto prohibido está siempre dirigida al
empleador y la nulidad por objeto ilícito no permite que las partes se reclamen nada con
motivo del contrato.
6.3.3. El orden público económico
Indica el mencionado autor que "esta idea tiene relación con la distinción entre normas
imperativas y normas dispositivas, que corresponde a la división procedente del derecho
romano 'jus cogens y jus dispositivum'. El 'jus cogens' está integrado por las normas que
deben cumplirse, cualquiera que sea la voluntad de las partes. El 'jus dispositivum' está
compuesto por aquellas normas que han de cumplirse sólo cuando las partes no hayan
establecido otra cosa".
El Derecho del Trabajo, como derecho imperativo y garantía constitucional, al regular las
relaciones entre el capital y el trabajo, se dirige, por una parte, a cada patrón y a cada
trabajador, en ocasión de las relaciones que establezcan y, por otra, al Estado en cuanto le
obliga a vigilar que las relaciones se formen y gobiernen por los principios contenidos en la ley
y en las normas que le son supletorias.
Sin este carácter imperativo que se manifiesta en esa doble dirección de la norma, no sería
el Derecho del Trabajo un mínimo de garantías ni lograría su función; pues si la idea de
garantía, sea individual o social, hace referencia a aquellas normas cuya observancia se
considera esencial para la realización de la justicia, dejarlas encomendadas a la voluntad de
trabajadores y patronos equivale a destruir su concepto, como principio de cuya observancia
está encargado el Estado.
Las partes sólo podrán alterar este marco imperativo, ajeno y cambiante en la medida en
que creen condiciones más favorables para el trabajador y que no exista una prohibición total
para la alteración de la norma en virtud del orden público absoluto, que son las normas de
orden público superior que hacen a la subsistencia de la comunidad y exceden los límites de la
autonomía de la voluntad de las partes.
Si bien la norma posterior deroga a la norma anterior, hay que analizar cuidadosamente los
efectos de la norma posterior peyorativa sobre el contrato de trabajo. En mi opinión rige en
nuestro derecho el principio de subsistencia de la condición más beneficiosa, por lo que la
cláusula más beneficiosa rige para todos los trabajadores.
Como señala José Luis De Los Mozos "...el cambio operado en la sociedad, su
contractualización, hace que se multipliquen los contratos en masa, que se despersonalicen
los cambios con una intensidad que anteriormente era inimaginable, lo que viene propiciado
por la instalación en el ordenamiento jurídico de forma directa o indirecta, de la ley del
mercado, pretendidamente objetiva...". Y agrega que con ello están a la orden del día en el
mundo de los grandes negocios como en el de los servicios y del consumo, los contratos tipo y
las condiciones generales de los contratos, lo que motiva una serie de cautelas o de medidas
protectoras de la posible desigualdad de las posiciones de las partes contratantes, buscando el
equilibrio de las prestaciones, que se manifiesta en los convenios internacionales, a través del
derecho uniforme, y en las medidas de protección de consumidores y usuarios.
En este sentido, De Los Mozos le asigna un papel eminente al principio de la buena fe, que
aparece como fundamento mismo del contrato en condiciones de sustituir al superado
requisito de la causa.
El artículo 63 de la ley de contrato de trabajo establece que las partes están obligadas a
obrar de buena fe, ajustando su conducta a lo que es propio de un buen empleador y de un
buen trabajador, tanto al celebrar, ejecutar o extinguir el contrato o la relación de trabajo. Y el
artículo 62 del mismo cuerpo legal expresa que las partes están obligadas, activa y
pasivamente, no sólo a lo que resulta expresamente de los términos del contrato, sino a todos
aquellos comportamientos que sean consecuencia del mismo, resulten de esta ley, de los
estatutos profesionales o convenciones colectivas de trabajo, apreciados con criterio de
colaboración y de solidaridad.
Por eso afirmo que cuando las partes celebran el contrato, la buena fe impone como
cláusula implícita que se respeten todas las condiciones en virtud de las cuales fue celebrado
el acuerdo. Y sobre este punto pongo énfasis en que, dada la naturaleza del contrato de
trabajo, que podría ser asimilado por sus características al contrato de adhesión, no puede ni
debe distinguirse de la contractual lo que proviene de leyes o convenios colectivos que tienen
vigencia —aun cuando el trabajador los desconozca— y que forman parte del contrato, con
fundamento en el mencionado principio de buena fe, el que determina derechos implícitos y
convierte al contrato en una unidad que absorbe el resto de la normativa. Existen, pues,
derechos elementales como, por ejemplo, el de información, más allá de la existencia explícita
de una cláusula que lo consagre, no obstante las opiniones que sostienen lo contrario con
fundamento en la más amplia aplicación del derecho de propiedad de los dueños del capital.
En cuanto a la disponibilidad para las partes individuales de esas cláusulas, me remito al
tratamiento del principio de irrenunciabilidad de derechos.
6.4.3. El orden público laboral (relativo) y la nulidad de las cláusulas contractuales que lo
desconozcan
La nulidad es una sanción legal que priva de sus efectos propios a un acto jurídico en virtud
de una causa existente al momento de su celebración. Es decir que la nulidad debe resultar de
la ley tal como lo señala el artículo 1037 del Código Civil, según el cual "los jueces no pueden
declarar otras nulidades de los actos jurídicos que las que en este Código se establecen". Pero
esta indicación puede ser dispuesta expresa o virtualmente.
Cabe señalar que los efectos de las nulidades laborales son totalmente distintos de las
nulidades civiles, pues en materia laboral la nulidad de un acto no vuelve las cosas al mismo o
igual estado en que se hallaban antes del acto anulado (art. 1050, C.C.) ni las partes se
restituyen mutuamente lo que han recibido en virtud o por consecuencia del acto anulado (art.
1052, C.C.). Y en general, los efectos del acto anulado están determinados por la ley, sin
perjuicio de que las consecuencias deben ser reparadas siempre si ha habido daño.
De ahí que es posible hablar de un régimen de nulidades peculiar determinado por el orden
público laboral y el principio protectorio.
La cláusula de orden inferior que resulta más favorable, sea el contrato individual respecto
de la ley o el convenio colectivo de trabajo respecto de la ley, no tiene efecto derogatorio sino
de sustitución sobre las normas superiores (art. 13, L.C.T.).
Significa que se aplican directamente siempre que resulten más favorables y mantengan su
vigencia temporal.
Las partes no pueden pactar condiciones menos favorables para el trabajador que las
dispuestas en las normas legales o la convención colectiva. Tales actos son nulos y la cláusula
nula será reemplazada por la disposición imperativa proveniente de la ley o convenio colectivo
de trabajo (art. 7°, L.C.T.).
6.5. ALGUNAS HIPOTESIS DE NULIDAD
6.5.2. Pacto de condiciones menos favorables que las dispuestas en las normas legales,
convenciones colectivas de trabajo o laudos con fuerza de tales, o que resulten contrarios
a las mismas (art. 7°, L.C.T.)
Este tema se vincula con la irrenunciabilidad de los derechos, aspecto que he desarrollado
en el Capítulo III. La nulidad de que se trata es una nulidad absoluta y no confirmable, que
debe ser declarada por los jueces, aun sin mediar petición de partes. Y la autoridad
administrativa, en los límites de su competencia, debe hacer cesar los efectos del acto nulo
(art. 44, L.C.T.). En este último caso debe entenderse que la autoridad administrativa debe
sancionar al empleador que, so pretexto de un pacto, haya vulnerado el mínimo imperativo
marcado por la ley o por el convenio colectivo de trabajo. Para este supuesto se prevé que las
cláusulas nulas (las que reduzcan los mínimos legales o de convención colectiva) se
considerarán sustituidas de pleno derecho por las más favorables de carácter heterónomo
(normas legales, convenciones colectivas de trabajo o laudos con fuerza de tales).
El artículo 7° de la ley de contrato de trabajo que dispone que "las partes en ningún caso
pueden pactar condiciones menos favorables que las legales o de convención colectiva" debe
ser ligado con el artículo 12 de la misma ley de contrato de trabajo que declara "nula y sin
valor toda convención de partes que suprima o reduzca los derechos previstos en esta ley, los
estatutos profesionales , las convenciones colectivas o el contrato individual, ya sea al tiempo
de su celebración o de su ejecución o del ejercicio de derechos provenientes de su extinción".
En consecuencia, nos encontramos ante dos aspectos de una misma cuestión que son la
irrenunciabilidad de derechos o de mejores derechos impuestos por las normas imperativas o
contractuales, y que toda violación de ese marco tiene sanción de nulidad. Esa nulidad, lo
reitero, es absoluta y no confirmable, origina la derogación de pleno derecho de la cláusula y
la aplicación en su reemplazo de la norma imperativa (art. 13, L.C.T.), sin perjuicio de los
derechos del trabajador a percibir todo aquello de que fue privado en virtud de las
condiciones menos favorables o contrarias a las normas imperativas. Cabe analizar los casos
en que las cláusulas de la ley o del convenio colectivo sean reformadas "in pejus". En mi
opinión, y por el principio de subsistencia de la condicion más beneficiosa, esos mejores
derechos se han incorporado al contrato, por lo que esas disposiciones peyorativas no se
aplican. Tambien podría decirse que, teniendo en cuenta la doctrina de la CSJN en el caso
"Aquino" rige en nuestro Derecho del Trabajo, el principio de progresividad, cuestionando la
legitimidad de esas normas peyorativas.
En consecuencia, los derechos y deberes de las partes quedarán determinados por las
cláusulas contractuales válidas y subsistentes y por las normas laborales de ley o convenio
colectivo que le sean aplicables según la naturaleza de la actividad de la empresa y el tipo de
tareas comprometidas por el trabajador.
6.6.1. Acuerdos transaccionales, conciliatorios o liberatorios inválidos
Aun cuando se otorguen limitados alcances a esta norma es evidente que afecta el anotado
principio de irrenunciabilidad. De ahí que por tratarse de una excepción a la expresión más
calificada del principio protector, resulte nulo de nulidad absoluta todo acuerdo sobre
derechos ciertos o litigiosos realizado en forma privada. En este caso, las sumas percibidas por
el trabajador deben ser consideradas como pago a cuenta de lo que en definitiva corresponda
(arts. 260, 131, 145 y 148, L.C.T.). En estos supuestos, la nulidad del acto es absoluta y el
trabajador tiene derecho a reclamar la totalidad de la remuneración o indemnización cedida.
a) Principio General
La ley prohíbe cualquier tipo de discriminación entre los trabajadores por motivos de sexo,
nacionalidad, religiosos, políticos, gremiales o de edad (art. 17, L.C.T.), lo que se ratifica al
establecerse el principio de igualdad de trato a todos los trabajadores en identidad de
situaciones (art. 81, L.C.T.), y está asimismo contemplado, de modo más genérico, en la ley
23.592.
Estas normas se ratifican, por ejemplo, en la disposición del artículo 172, L.C.T. que prohíbe
toda discriminación respecto de la mujer fundada en el sexo o en su estado civil, aunque este
último se altere en el curso de la relación laboral. En su mismo sentido, el artículo 180, L.C.T.
declara nulo y sin valor los actos o contratos de cualquier naturaleza que se celebren entre las
partes o las reglamentaciones internas que se dicten que establezcan para el personal el
despido por causa de matrimonio. En el supuesto de discriminación en materia salarial nacerá
un derecho creditorio a favor de la trabajadora y la igualación de su salario con el de los
trabajadores varones de la misma calificación profesional.
La simulación del contrato social puede realizarse con el fin de disimular la prestación
laboral originada en una contratación directa o de crear la apariencia de un contrato de
empresa a empresa. En este último caso, la sociedad simulada es la celebrada por el
trabajador con un tercero que contrata sus servicios con otra sociedad. En ambos casos, la
figura societaria cae para ser sustituida por la figura del artículo 21L.C.T.
En esta hipótesis, por lo común hay una sociedad válida y existente y uno o algunos de sus
integrantes se desempeñan para la misma sociedad en las condiciones que establece el
artículo 21, L.C.T. En este supuesto, la ley (art. 27, L.C.T.) hace prevaler el tipo legal
convencional laboral con relación al trabajo prestado por la sociedad, y le aplica las
disposiciones legales o convencionales que protegen "la prestación de trabajo en relación de
dependencia". La sociedad queda intacta y lo que se modificará son las pautas del contrato
social respecto de las obligaciones de trabajo del socio. No cae la sociedad y el socio conserva
su condición de tal y sigue ligado a las ganancias y a las pérdidas y a la ley societaria, en esa
calidad de socio. Pero la cláusula por la cual compromete su trabajo está regida por la
normativa laboral.
Las empresas de servicios eventuales suelen ser un medio frecuentemente utilizado por los
empleadores para evadir las obligaciones derivadas de un contrato de trabajo. Si la empresa
de servicios eventuales coloca a uno de sus trabajadores para una tarea permanente,
manteniendo la titularidad de la relación, ese acto cae y la titularidad se desplaza al
destinatario de los servicios, sin mengua de la responsabilidad solidaria de la empresa de
servicios eventuales (art. 29, L.C.T., primera parte).
El Derecho del Trabajo es una disciplina jurídica caracterizada por el principio protectorio,
que la fundamenta. Este principio y sus reglas de aplicación consagradas en nuestro país por
la Constitución Nacional y en las leyes generales, intentan compensar la hiposuficiencia del
trabajador frente al empleador tanto al momento de su contratación, como durante la
vigencia o la disolución del contrato.
Pero las disposiciones laborales de orden público son sólo las que instrumentan ese
principio protectorio: aquellas que contienen ventajas para el empresario, dirigidas a facilitarle
la realización de su proyecto empresarial, son disponibles, y por tanto el empleador puede
renunciar válidamente a ellas.
Tal es el caso, por ejemplo, del tope dispuesto en el artículo 245, L.C.T., o del período de
prueba. El empresario podría renunciar a ellos, y esa renuncia sería perfectamente válida.
1) El preaviso: "En las pequeñas empresas" dice el artículo 95, ley 24.467, "el preaviso se
computa a partir del día siguiente al de su comunicación por escrito, y tendrá una duración
de un mes, cualquiera fuere la antigüedad del trabajador". A continuación aclara que: "esta
norma regirá exclusivamente para los trabajadores contratados a partir de la vigencia de la
presente ley".
Es decir, que en una modificación menor del régimen de la ley de contrato de trabajo, se
toma del régimen de los contratos a plazo fijo a partir del día en que se comunica y se lo
limita a un año, cualquiera sea la antigüedad del trabajador.
5) ¿Cuál es la relación entre el orden público laboral y las fuentes del Derecho del Trabajo?
BIBLIOGRAFIA
BORRAJO DACRUZ, EFRÉN , "Introducción al derecho del trabajo" , Ed. Tecnos, Madrid, 1988, p.
290.
PLA RODRÍGUEZ, AMÉRICO,"Los principios de derecho del trabajo", Ed. Depalma, 2° ed., Buenos
Aires, 1978, ps. 73/84.
CAPITULO VII
EL CONTRATO DE TRABAJO
7.1. Empleo público y privado. Trabajo autónomo y
dependiente. Conceptos. Ejemplos. - 7.1.1. Empleo
público y privado. - 7.1.2. Trabajo autónomo y
dependiente. - 7.2. Contrato de trabajo: concepto y
caracteres. - 7.2.1. Concepto. - 7.2.2. Caracteres. -
7.3. La tipicidad del contrato y el principio de la
primacía de la realidad. - 7.4. Contrato y relación de
trabajo. La presunción del art. 23 de la L.C.T. - 7.4.1.
Relación de trabajo. - 7.4.2. La presunción del art.
23 de la L.C.T. - 7.4.2.1. Tesis predominante. -
7.4.2.2. Distintos supuestos. - 7.5. Contrato de
trabajo y trabajo en sociedad. Trabajo prestado por
integrantes de una sociedad. - 7.6. Casos en que se
discute la existencia del contrato de trabajo. - 7.6.1.
Principio general. - 7.6.2. Artistas. - 7.6.3.
Interposición fraudulenta del contrato de locación. -
7.6.3.1. Contrato de trabajo. Alquiler de un
automóvil para taxímetro. - 7.6.4. Fleteros y
transportistas. - 7.6.5. Profesionales liberales. -
7.6.6. Vendedores ambulantes, pequeños
vendedores y formas especiales de venta personal.
- 7.6.7. Changarines: personal de carga y descarga. -
7.6.8. Las locaciones de obra. - 7.6.9. Trabajadores a
domicilio. - 7.7. Objeto del contrato de trabajo. -
7.7.1. Principio general. - 7.7.2. Contrato de objeto
ilícito. - 7.7.3. Efectos del contrato de objeto ilícito.
Nulidad. - 7.7.4. Contrato de objeto prohibido. -
7.7.5. Efectos del contrato de objeto prohibido. -
7.8. Celebración del contrato: forma y prueba. - 7.9.
La conducta de las partes en la contratación. Buena
fe. Cláusulas principales y accesorias. - 7.10.
Capacidad para contratar. Los menores. Los
representantes del empleador. - 7.10.1. Capacidad
del empleador. - 7.10.2. Capacidad del trabajador. -
7.10.3. Los representantes del empleador. - 7.11.
Guía de análisis. - Bibliografía.
7.1. EMPLEO PUBLICO Y PRIVADO. TRABAJO AUTONOMO Y
La doctrina laboral limitó el ámbito del Derecho del Trabajo sólo a las
relaciones entre particulares, es decir, el trabajo libre, por cuenta ajena,
oneroso y subordinado que se cumple en la actividad privada.
Paralelamente, en el campo del Derecho Administrativo se consideró a los
trabajadores del Estado como sujetos exclusivos de esta última disciplina,
con exclusión de los trabajadores comprendidos por un convenio colectivo
de trabajo sujetos al régimen de la L.C.T., y en lo pertinente al Derecho
Administrativo.
7.2.1. Concepto
Los sujetos del contrato son, por lo tanto, por una parte el empleador y,
por la otra, el trabajador dependiente. El contrato de trabajo se da
habitualmente en el marco de una organización empresaria, por lo que las
normas que lo rigen están fundamentalmente referidas a las tareas
cumplidas en una organización de ese tipo, que si bien puede ser
unipersonal, asume habitualmente las formas societarias comerciales. Por
eso podría decirse que en el plexo normativo de la L.C.T., "empleador" es,
en principio, sinónimo de empresario. El empresario aprovecha los
beneficios del trabajo ajeno y afronta los riesgos de la gestión de la
empresa, lo que corresponde a su condición de dueño de capital y de
organizador de los medios de producción. El trabajo del dependiente es por
cuenta ajena en cuanto su utilidad patrimonial se atribuye al empresario, y
los bienes o servicios que, el trabajador produce no le reportan ningún
beneficio económico directo, sino que tal beneficio corresponde al
empresario, que a su vez retribuye al trabajador con el salario.
7.2.2. Carácteres
DE LA PRIMACIA DE LA REALIDAD
Los trabajos que presten los hijos que viven con sus padres a favor de
éstos no tienen carácter laboral, aunque la prestación sea remunerada, con
fundamento en el artículo 277 del Código Civil que expresa: "Los padres
pueden exigir que los hijos que están bajo su autoridad y cuidado les
presten la colaboración propia de su edad, sin que ellos tengan derecho a
reclamar pago o recompensa". Por su parte, el artículo 279 del Código Civil
determina: "Los padres no pueden hacer contrato alguno con los hijos que
están bajo su patria potestad".
El artículo 102 de la L.C.T. prevé que el contrato por el cual una sociedad,
asociación, comunidad o grupo de personas, con o sin personalidad
jurídica, se obligue a la prestación de servicios, obras o actos propios de
una relación de trabajo por parte de sus integrantes, a favor de un tercero,
en forma permanente y exclusiva, será considerado contrato de trabajo por
equipo y cada uno de sus integrantes, trabajador dependiente del tercero a
quien se hubieran prestado efectivamente los mismos.
7.6.2. Artistas
Como expresa Pasini (L.T., XXIX, pág. 498), si bien el trabajo es efectuado
fuera del establecimiento del comitente, no por ello no existen directivas
técnicas o instrucciones por parte del dador del trabajo, las que se
imparten en el momento de entregar el material y cuando la mercadería es
entregada nuevamente al dador de trabajo ya elaborada. El trabajador se
encuentra sometido al poder jurídico del dador de trabajo, aunque el poder
de mando no se exteriorice en forma continua, sino cuando se da el trabajo
y cuando éste se retira; si bien se ejecuta en las horas que el trabajador
prefiera, éste no puede entregar las piezas encomendadas cuando él
quiera, sino que se le fija un plazo para cumplir con su trabajo, calculando
el patrono el tiempo que le insumirá efectuarlo teniendo en cuenta una
jornada legal de trabajo; no es cierto que el trabajo no sea personal, porque
existe un responsable, puesto que no podrá encargarse el trabajo a
ninguna persona en calidad de obrero a domicilio sin que previamente el
patrono comunique su alta al Departamento Nacional del Trabajo en la
forma establecida por el artículo 5° del decreto 16.116 del 16/1/33, según
prescribe el artículo 14 del decreto reglamentario de la ley
12.713, detallando los días y horas en que debe recepcionarse la
mercadería, los cuales serían fijados de antemano por obreros y patronos,
con la intervención de la autoridad competente. Cabe destacar que si el
trabajo lo hiciera ejecutar por terceros, ya no se trataría de un trabajador a
domicilio puro y simple [inc. a), art. 3° de la ley 12.713], sino que sería un
tallerista [art. 3°, inc. c), ley 12.713], y en este caso no hay duda de que no
existiría vínculo laboral.
El trabajo que puede ser objeto del contrato de trabajo es el trabajo libre,
lícito y limitado. Siempre es un hacer determinado, a pesar de lo prescripto
por el artículo 37 de la L.C.T., porque no puede ser admitido que un
trabajador sea contratado para cualquier tipo de tarea. Lo que existe es la
posibilidad de que el dependiente sea contratado para una finalidad
precisa a cumplir (objeto preciso y determinado) o que estando
determinada razonablemente la medida de la obligación, la naturaleza de
las tareas implique una mayor flexibilidad en cuanto a las labores exigibles.
Sería contrario a principios esenciales de libertad que un trabajador, sin
límite ni condición, comprometiera toda su fuerza de trabajo para cualquier
tipo de tarea.
Por otra parte, el artículo otorga una solución para el caso en que el
contrato válido tenga cláusulas prohibidas, estableciendo que éstas sean
reemplazadas por las válidas, es decir que "si el objeto del contrato fuese
sólo parcialmente prohibido, su supresión no perjudicará lo que del mismo
resulte válido, siempre que ello sea compatible con la prosecución de la
vinculación".
La nulidad del contrato debe ser declarada por los jueces de oficio, aun
sin mediar petición de parte. La norma coincide con lo previsto por el
artícul o 1047 del Código Civil.
BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA B. , "La celebración del contrato de trabajo y la buena fe: las
cláusulas implícitas". Doctrina Laboral Errepar.
ETALA, CARLOS ALBERTO , "Contrato de Trabajo", Ed. Astrea, 1998, Título II,
Cap. I, II, III, IV, V y VI.
El contrato de trabajo supone prestaciones sucesivas que varían según sea la naturaleza de
la actividad de que se trate y la organización de la empresa.
El tiempo tiene relación con las modalidades del contrato y con la estabilidad en el empleo.
Este capítulo está dedicado a esas modalidades o formas especiales que el contrato de trabajo
asume y que están referidas a la duración y discontinuidad de las prestaciones.
Las contrataciones vigentes son: contrato por tiempo indeterminado, contrato a plazo fijo
(art. 90L.C.T.), contrato de temporada (art. 96L.C.T.), contrato eventual (art. 99L.C.T.), contrato a
tiempo parcial (art. 2L.C.T.) y contrato de aprendizaje (contratos laborales - ley 25.013) y
pasantías (Ley 26.427 - contrato no laboral).
La formalización de contratos por plazo determinado en forma sucesiva, que exceda de las
exigencias previstas en el apartado b) de este artículo, convierte al contrato en uno por tiempo
indeterminado''.
La ley consagra así el principio de que el contrato de trabajo es por tiempo indeterminado,
de duración indefinida, es decir que debería subsistir en tanto no se dé una causa que lo
impida, pues a actividades permanentes, normales y específicas corresponden contratos
permanentes; pero el ordenamiento legal también prevé que existan trabajos periódicos
permanentes, a los que corresponden contratos de temporada, y a las necesidades eventuales
de la empresa, corresponden contratos eventuales. En síntesis, la contratación no responde a
la voluntad de las partes, sino que su modalidad es impuesta por las necesidades de la
empresa.
l En caso de duda, debe estarse por la continuidad del contrato (art. 10).
El artículo 91 indica que el contrato de trabajo por tiempo indeterminado dura hasta que el
trabajador se encuentre en condiciones de gozar de los beneficios que le asignan los
regímenes de seguridad social, por límites de edad y años de servicio, salvo que se configuren
algunas de las causales de extinción previstas en la ley.
Esta disposición se relaciona con el principio de estabilidad en el empleo pues lo que la
L.C.T. intenta es establecer una línea continua entre el lapso activo o de duración del contrato
y el ingreso en la pasividad, protegiendo al trabajador contra el despido arbitrario, conforme lo
dispuesto por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Cabe recordar que el sistema de
estabilidad impropia elegido por el legislador implica que se admite la eficacia del despido
dispuesto por el empleador (el despido arbitrario es un acto ilícito pero eficaz), aunque no
haya una causa justificada, pero imponiendo en este caso una carga indemnizatoria para el
empresari o; no se estableció ni el derecho a la reinstalación en el puesto para el trabajador
injustamente despedido, ni la ineficacia del acto rescisorio del empleador, salvo para los
representantes gremiales (arts. 242 y 245 de la L.C.T.).
Reitero que el contrato por tiempo determinado es una excepción al principio general según
el cual los contratos están hechos para durar.
Con relación a los requisitos del artículo 90 para los contratos por tiempo determinado,
destaco que éstos son acumulativos y no alternativos, es decirque el contrato debe celebrarse
por escrito y debe tener una causa objetiva fundada en las modalidades de las tareas o de la
actividad de que se trate.
La ley 24.465 incorporó el período de prueba en el régimen general del contrato de trabajo,
incluyendo el artículo 92 bis en la L.C.T. Con anterioridad a esta ley, sólo algunos estatutos
especiales preveían la existencia de un período de prueba, con distintos efectos (encargados
de casas de renta, periodistas profesionales, servicio doméstico). La redacción del artículo fue
modificada con posterioridad por la ley 25.013. En la actualidad rige el texto que le dio la ley
25.877.
La incorporación del período de prueba fue muy criticada por la doctrina, por cuanto ha sido
tradicionalmente rechazado por nuestra legislación laboral.
"El contrato de trabajo por tiempo indeterminado, a excepción del contrato de trabajo
caracterizado en el artículo 96 de la ley de contrato de trabajo 20.744 , se entiende celebrado a
prueba durante los primeros 3 (tres) meses de vigencia. Cualquiera de las partes podrá
extinguir la relación durante ese lapso sin expresión de causa, sin derecho a indemnización
con motivo de la extinción, pero con la obligación de preavisar según lo establecido en los
artículos 231 y 232.
3. El empleador debe registrar al trabajador que comienza su relación laboral por el período
de prueba. Caso contrario, sin perjuicio de las consecuencias que se deriven de ese
incumplimiento, se entenderá de pleno derecho que ha renunciado a dicho período.
4. Durante el período de prueba las partes tienen los derechos y obligaciones propias de la
relación laboral, con las excepciones que se establecen en este artículo. Tal reconocimiento
respecto del trabajador incluye los derechos sindicales.
5. Las partes estan obligadas al pago de los aportes y contribuciones a la seguridad social.
6. El trabajador tiene derecho durante el período de prueba a las prestaciones por accidente o
enfermedad del trabajo. También por accidente o enfermedad inculpable, que perdurará
exclusivamente hasta la finalización del período de prueba si el empleador rescindiere el
contrato de trabajo durante ese lapso. Queda excluida la aplicación de lo prescripto en el
cuarto párrafo del artículo 212.
7. El período de prueba se computará como tiempo de servicio a todos los efectos laborales y
de la seguridad social.
Cualquiera de las partes podrá extinguir la relación durante el período de prueba, sin
expresión de causa y sin derecho a indemnización alguna con motivo de tal extinción. Es decir,
que la ruptura de la relación durante el período de prueba no trae consecuencias
indemnizatorias para las partes: el empleador está eximido del deber de preavisar y en
consecuencia de pagar la indemnización sustitutiva de preaviso y también de abonar la
indemnización por despido; el trabajador puede renunciar en cualquier momento sin
necesidad de respetar el plazo de preaviso que establece el artículo 231, inciso a) de la L.C.T.
El inciso 1) del artículo 92 bis prohíbe que un mismo trabajador pueda ser contratado con
período de prueba, por el mismo empleador, más de una vez. Esta disposición tiende a
prevenir el fraude laboral que podría configurarse "ampliando" el período en cuestión, y se
aplica tanto cuando un trabajador se desvincula de la empresa sin completar el período de
prueba, como cuando, ya incorporado como efectivo, se aleja para ingresar posteriormente.
En este último caso, se entiende que el período de prueba es innecesario, pues el empresario
ya tuvo oportunidad de apreciar las cualidades y destrezas laborales del trabajador; en
cambio, es más discutible en el primer supuesto, aunque, como señala Etala, parece admisible
que, en el reingreso posterior, el trabajador completara el plazo total que dejó incompleto con
anterioridad y sólo esos días sean utilizados por el empleador como período de prueba.
Como el trabajador goza del derecho a percibir las asignaciones familiares y las prestaciones
de la obra social correspondiente, el empleador debe pagar los aportes y contribuciones con
tales destinos que le corresponden, y el trabajador su parte en los aportes a la obra social.
En general toda prestación salarial que se extienda más allá del período de prueba, debido a
una circunstancia sobreviniente a la contratación concluye cuando finaliza el plazo de dicho
período para el caso de que el empleador produzca el distracto con anterioridad. Una
situación especial se presenta en caso de accidentes o enfermedad derivada del trabajo,
porque en estos supuestos los salarios del período de incapacidad temporaria así como la
reparación de la incapacidad definitiva no están ligados al tiempo de duración del contrato y
por lo tanto, las disposiciones de la ley 24.557 (ley de riesgos del trabajo) se aplican en su
totalidad.
Como dije más arriba, el período de prueba se computará como tiempo de servicio a todos
los efectos laborales y de la seguridad social.
8.4.1. Concepto
Como se observa, el carácter del contrato se relaciona con la duración de las tareas
prestadas por el trabajador (comparando la jornada habitual diaria, semanal o mensual de la
actividad) y se caracteriza fundamentalmente porque el tiempo de trabajo convenido no
puede ser aumentado.
Para que se configure el contrato de trabajo a tiempo parcial, la ley establece, además de
que la prestación de tareas debe ser inferior a la jornada habitual de la actividad, también que
el número de horas trabajadas al día, semana o mes debe ser inferior a las dos terceras partes
de esa jornada habitual, por lo que una jornada que fuera inferior a la habitual pero superior a
las dos terceras partes, no podría calificarse como de trabajo a tiempo parcial.
8.4.2. Efectos
Respecto de la remuneración del trabajador a tiempo parcial, la ley determina que no puede
ser inferior a la proporcional que le corresponda a un trabajador a tiempo completo,
establecida por ley o convenio colectivo, de la misma categoría o puesto de trabajo [art. 92 ter,
inc. 1)]. En este punto se establece el principio de la proporcionalidad, relacionando el tiempo
de duración de las tareas y la remuneración que fija la ley o el convenio para el trabajador a
tiempo completo.
Los trabajadores a tiempo parcial tienen prohibido, como expresé, laborar horas
extraordinarias [art. 92 ter, inc. 2)], salvo el caso del artículo 89 de la L.C.T., que se refiere a las
situaciones en que el dependiente debe prestar ayudas extraordinarias al empleador por
peligro grave o inminente para las personas o para las cosas incorporadas a la empresa.
Aclaro que si se trabajan horas extraordinarias, deben ser pagadas con recargo, pues la
prohibición está dirigida al empleador.
La ley establece que las cotizaciones a la seguridad social y las demás que se recaudan con
ésta, se efectuarán en proporción a la remuneración del trabajador y ésta será única aunque
el trabajador tenga otros empleos en relación de dependencia [art. 92 ter, inc. 3)]. En este
último caso, la obra social también será única; queda a elección del trabajador aquella a la que
aportará, que será la que le brindará las prestaciones.
Los convenios colectivos podrán establecer para los trabajadores a tiempo parcial prioridad
para ocupar las vacantes a tiempo completo que se produjeren en la empresa.
Como ya indiqué, el contrato de trabajo a plazo fijo constituye una excepción al principio
general de que el contrato de trabajo se celebra por tiempo indeterminado. El plazo que la ley
establece para este contrato no puede ser mayor de cinco años (art. 93 de la L.C.T.). También
dije que este tipo de contrato debe realizarse por escrito y deben mediar razones objetivas
que justifiquen la duración del contrato, conforme lo prevé el artículo 90 de la ley citada. Esto
se relaciona con la imposibilidad de que la determinación del plazo emane de la voluntad
arbitraria del empleador, sino que debe responder a las necesidades estructurales y objetivas
dentro de la empresa, excluyendo decisiones subjetivas e irrazonables.
El artículo 94 de la L.C.T. establece que las partes deberán preavisar la extinción del contrato
con antelación no menor de un mes ni mayor de dos, respecto de la expiración del plazo
convenido, excepto en aquellos casos en que el contrato sea por tiempo determinado y su
duración sea inferior a un mes. Aquella que lo omitiera, se entenderá que acepta la conversión
del mismo como de plazo indeterminado, salvo acto expreso de renovación de un plazo igual
o distinto del previsto originariamente, y sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 90, 2da.
parte de esta ley.
El artículo 94 determina un plazo único para ambas partes, a diferencia del artículo 231 de la
L.C.T. que establece plazos distintos para el trabajador y para el empleador; como ya dije, es
no menor de un mes ni mayor de dos y comienza a computarse a partir del día siguiente al de
su notificación, criterio este último, adoptado por el artículo 6° de la ley 25.013 para los
contratos de trabajo por tiempo indeterminado celebrados a partir de su entrada en vigencia,
el 3 de octubre de 1998. El fallo Plenario de la C.N.A.T. Nro. 182 del 5/10/72 estableció que no
es válido el preaviso otorgado al concertarse un contrato de trabajo a plazo fijo por cuatro
meses, pues se excedería el plazo otorgado por la ley.
Si se omite el preaviso, se entiende que las partes decidieron convertirlo en un contrato por
tiempo indeterminado, presunción que puede desvirtuarse si mediare acto expreso de
renovación por un plazo igual o distinto al previsto originariamente.
El artículo 95 indica que en los contratos a plazo fijo, el despido injustificado dispuesto antes
del vencimiento del plazo, dará derecho al trabajador, además de las indemnizaciones que
correspondan por extinción del contrato en tales condiciones, a la de daños y perjuicios
provenientes del derecho común, que se fijará en función directa de los que justifique haber
sufrido quien los alegue o los que, a falta de demostración, fije el juez o tribunal
prudencialmente, por la sola ruptura anticipada del contrato (1er. párrafo).
En primer término, la ruptura anticipada y arbitraria del contrato de trabajo a plazo fijo da
derecho al cobro de la indemnización prevista por el artículo 245 de la L.C.T. y por el artículo
7° de la ley 25.013, según el caso. La falta de preaviso no se paga si el plazo faltante es igual o
mayor que el establecido en la L.C.T.
La indemnización por falta de preaviso se dará, como lo he dicho, en función del término
que falta para la expiración del contrato.
Nada obsta a la extinción del contrato a plazo fijo dispuesta por el empleador con justa
causa. En este caso, la disolución se produce en forma inmediata, sin dar preaviso y sin
derecho a indemnización alguna para el trabajador.
El segundo párrafo del artículo 95 prevé el caso en que el contrato a plazo fijo se cumple
íntegramente y se otorgó el preaviso correspondiente, en cuyo caso el trabajador es acreedor
a la indemnización reducida que prevé el artículo 247 de la L.C.T, siempre que la duración del
contrato no haya sido inferior a un año. Se trata de una compensación por el tiempo de
servicio. Si la duración del contrato fue inferior a un año, no corresponde indemnización
alguna.
8.6. EL CONTRATO DE TRABAJO DE TEMPORADA
Este contrato es por tiempo indeterminado, aun cuando las prestaciones sean discontinuas
(no continuas). Por consiguiente, existen en el contrato períodos "de actividad" y períodos "de
receso", que están sujetos a repetirse en cada ciclo en razón de la naturaleza de la actividad, y
no por la voluntad de las partes. La relación de trabajo de temporada se origina en
necesidades permanentes de la empresa, lo que impone que el cumplimiento de la prestación
de trabajo que es objeto del contrato esté sujeto a repetirse en dada ciclo. Por ello, este
carácter permanente excluye la extinción al finalizar cada temporada de prestación de
servicios, ya que se mantiene latente y dispuesto a reiniciarse al comienzo de la nueva
temporada.
8.6.2. Clasificación
Los trabajos de temporada se clasifican en: a) típicos: son aquellos en los que sólo existe
actividad empresaria en el período de temporada, cesando toda actividad en los períodos de
receso, como por ejemplo en la zafra, la vendimia; b) atípicos: la actividad empresaria se
mantiene continua durante todo el año, pero crece excepcionalmente en algunas épocas, en
las que existen "picos" de actividad, por ejemplo la venta de gaseosas, de helados, hotelería,
etc. Esta mayor demanda temporal exige trabajadores para atenderla, con lo que coexiste el
plantel permanente continuo de dependientes que laboran durante todo el año y aquellos que
sólo se incorporan durante "la temporada".
En los contratos típicos, es claro que la duración del período de trabajo efectivo puede variar
conforme a las características de la explotación o actividad, lo que no modifica el carácter de la
modalidad contractual. En cambio, en los contratos de temporada realizados en
establecimientos cuya actividad es continua, puede darse el caso de que se haya convenido un
plazo para la finalización de las tareas y un aviso previo a la terminación de la temporada, en
cuyo caso, si se lo cursa con posterioridad al vencimiento, el contrato se convierte en uno de
carácter permanente continuo. Si, en cambio, no se convino el aviso previo a la terminación de
la temporada, la prolongación del período de actividad no implica la modificación del carácter
de la contratación, es decir que el contrato seguirá siendo de temporada, salvo que el análisis
de las circunstancias o necesidades objetivas de la prestación de tareas, lleven a concluir que
éstas no son compatibles con la modalidad en estudio, por lo que el contrato se convertirá en
uno de carácter permanente continuo.
Atento las particularidades de este tipo de contrato de trabajo, estos dependientes gozan de
un período anual de vacaciones al concluir cada ciclo de trabajo, cuya extensión se gradúa de
acuerdo al artículo 153 de la L.C.T., es decir, en proporción a un día de descanso por cada
veinte trabajados efectivamente (art. 163).
El artículo 97 de la L.C.T. establece que el despido sin causa del trabajador, pendiente los
plazos previstos o previsibles del ciclo o temporada en los que estuviere prestando servicios,
dará lugar al pago de los resarcimientos establecidos en el artículo 95, 1er. párrafo de la L.C.T.
Además, el artículo 97 determina que el trabajador adquiere los derechos que la ley asigna a
los trabajadores permanentes de prestación continua, a partir de su contratación en la
primera temporada, si ello respondiera a necesidades también permanentes de la empresa o
explotación ejercida, con la modalidad prevista en este capítulo. Esto se relaciona con lo
dispuesto por el artículo 18 de la L.C.T., que considera tiempo de servicio al efectivamente
trabajado desde el comienzo de la vinculación, por lo que, a estos efectos, sólo se considera el
tiempo de trabajo efectivo y no los períodos de receso. Esta solución legal es igual a la que
había adoptado el Fallo Plenario Nro. 50, del 13/5/59, en autos "Bonanata Gorizia, Emma
Nestlé S.A.", en el que se decidió que "en el trabajo a temporada, a los efectos de establecer el
monto de las indemnizaciones derivadas del despido, se computa como antigüedad el tiempo
trabajado durante los períodos de actividad de la explotación".
El artículo 98, reformado por el artículo 67 de la ley 24.013, se refiere a la conducta de las
partes previa al reinicio del trabajo. Dice: "con una antelación no menor a treinta días respecto
del inicio de cada temporada, el empleador deberá notificar en forma personal o por medios
públicos idóneos a los trabajadores de su voluntad de reiterar la relación o contrato en los
términos del ciclo anterior. El trabajador deberá manifestar su decisión de continuar o no la
relación laboral en un plazo de cinco días de notificado, sea por escrito o presentándose ante
el empleador. En caso de que el empleador no cursara la notificación a que se hace referencia
en el párrafo anterior, se considerará que rescinde unilateralmente el contrato y, por lo tanto,
responderá por las consecuencias de la extinción del mismo".
Por medios públicos debe entenderse aquellos medios de comunicación aptos para
producir en los destinatarios de los mensajes el efectivo conocimiento de su contenido, como
por ejemplo los mensajes radiales y televisivos o la publicación en los diarios del lugar.
La redacción originaria fue sustituida por el artículo 68 de la ley de empleo, que reemplazó
el artículo 99 por la transcripta precedentemente. Además, los artículos 69 a 74 de la citada ley
regulan aspectos de este tipo de contratación que seguidamente se detallarán.
Este contrato, como el de plazo fijo, es por tiempo determinado y debe celebrarse por
escrito. En aquél, el plazo es cierto (por ejemplo se contrata al trabajador hasta el 30 de marzo
de 2000), en cambio en el contrato eventual es incierto (por ejemplo, para una demanda
extraordinaria de trabajo originada en un pedido de un cliente), pero fundamentalmente, no
tiene perspectivas de continuar.
El contrato de trabajo eventual también es, al igual que el de plazo fijo, una excepción al
principio general de indeterminación del plazo establecido en el artículo 90 de la L.C.T. Por
eso, en caso de duda debe estarse por la continuidad del contrato (art. 10 de la L.C.T.). Son
tareas eventuales aquellas en las que no se dan lógicas expectativas de perdurabilidad y se
cumplen con motivo de una necesidad transitoria de la empresa.
La posibilidad de celebrar este contrato no depende de la voluntad de las partes, sino que
siempre debe encontrar justificación en una causa objetiva que lo fundamente. Destaco en
este punto que "a necesidades permanentes, corresponden trabajadores permanentes; a
necesidades transitorias o excepcionales, corresponden contratos de trabajo eventuales".
La ley impone numerosas formalidades para la celebración del contrato eventual: que se
instrumente por escrito con entrega de copias al trabajador y a la asociación sindical que lo
represente, dentro de los treinta días de celebrado (art. 31 de la L.E.); que se indique en el
contrato el nombre del trabajador reemplazado, cuando la causa de la contratación sea la
sustitución de un trabajador en los casos que la ley autoriza (art. 69 de la L.E.); cuando el
contrato tiene por objeto atender necesidades extraordinarias del mercado, en el contrato
deberá consignarse con precisión y claridad la causa que lo justifique [art. 72, inc. a) de la
L.E.)].
El inciso b) del artículo 72 de la L.E. dispone que la causa que da origen al contrato eventual
destinado a atender exigencias del mercado no podrá exceder de seis meses por año y hasta
un máximo de un año en un período de tres años. Si bien la ley no lo expresa, se entiende que
en caso de excederse tales plazos, el contrato se considera permanente.
El contrato de trabajo eventual puede convertirse en uno por tiempo indeterminado cuando
se prolonga la relación no obstante haber cesado las causas que justificaban la contratación
de tal carácter. El artículo 69, 2do. párrafo de la L.E. dice que si al reincorporarse el trabajador
reemplazado transitoriamente por gozar de licencias legales o convencionales o por tener
derecho a reserva del puesto por un plazo incierto, el trabajador contratado bajo la modalidad
eventual continuare prestando servicios, el contrato se convertirá en uno por tiempo
indeterminado; igual consecuencia tendrá la continuación en la prestación de servicios una vez
vencido el plazo de licencia o de reserva del trabajador reemplazado. A esta misma conclusión
cabe arribar, aunque la ley nada diga al respecto, si la relación que nació para atender
exigencias extraordinarias del mercado, continúa una vez satisfechas esas exigencias.
El contrato de trabajo eventual se extingue por terminación de la tarea, obra o servicio que
motivó la contratación o por la satisfacción de la necesidad extraordinaria y transitoria que le
dio origen. En este supuesto, el empleador está eximido del deber de preavisar y de abonar
indemnización alguna al trabajador (arts. 73 y 74 de la L.E.). Puede darse el caso de que la
relación no culmine por los motivos mencionados y finalice antes. Si la rescisión anticipada
obedece a justa causa, no hay obligación de indemnizar por parte del empleador; en cambio,
si el empleador decide dar por terminada la relación sin justa causa, el trabajador, por
excepción, tiene derecho a una indemnización por daños y perjuicios que debe ser fijada
prudencialmente por el juez, por cuanto, como lo indican Fernández Madrid y, con alguna
variante, Guibourg, el trabajador eventual tiene una expectativa lógica de perdurabilidad en su
empleo, aun dentro de la precariedad de su situación. Se aplica la solución que el artículo
95 de la L.C.T. prevé para los contratos a plazo fijo.
El artículo 100 de la L.C.T. dispone que los beneficios provenientes de esta ley se aplicarán a
los trabajadores eventuales, en tanto resulten compatibles con la índole de la relación y
reúnan los requisitos a que se condiciona la adquisición del derecho a los mismos. Es decir
que estos trabajadores gozan de los derechos laborales que no sean incompatibles con la
naturaleza eventual de la contratación, como por ejemplo les son aplicables las normas sobre
jornada, descansos, licencias, salud y seguridad, riesgos del trabajo, salario mínimo,
remuneración, asignaciones familiares, etc.
El artículo 101 de la L.C.T. define este contrato como aquel que se celebra por un empleador
con un grupo de trabajadores que, actuando por intermedio de un delegado o representante,
se obligue a la prestación de servicios propios de la actividad de aquél. Indica que el
empleador tendrá respecto de cada uno de los integrantes del grupo, individualmente, los
mismos deberes y obligaciones previstos en esta ley, con las limitaciones que resulten de la
modalidad de las tareas a efectuarse y la conformación del grupo. Es decir que en este
contrato existe una pluralidad de sujetos pasivos, vinculados a la empresa a través de un
representante o jefe de equipo. Sin embargo, debe considerarse comprendido entre aquellos
que se celebran "intuitu personae", es decir que se tiene especialmente en consideración la
persona del otro contratante, la prestación del trabajador es personalísima, y el contrato se
extingue por muerte del dependiente. La ley trata una modalidad de trabajo que es llevada a
cabo por un grupo de trabajadores, las modalidades de las tareas o de la actividad deben ser
razonablemente apreciadas para justificar esta forma de contratación. En conclusión, es un
contrato que, en los aspectos esenciales, no difiere de los contratos en general: cada uno de
los trabajadores es dependiente directo del principal, destacándose algunas modalidades en
cuanto a la forma de distribución de la remuneración y a ciertos derechos que se le otorgan al
representante del grupo.
Si bien el empleador se vincula con el grupo por intermedio del jefe de equipo, el contrato
de trabajo no se configura con el grupo, por cuanto no reviste el carácter de persona jurídica o
ideal, sino que el empresario se vin cula con cada uno de los miembros que lo integran,
quienes son sujetos del contrato de trabajo.
Este tipo de contratación no debe confundirse con el trabajo por equipo contemplado en
la ley 11.544, pues en este último caso se trata de trabajadores que comienzan y terminan el
trabajo a la misma hora y realizan una labor en conjunto; el equipo qué prevé la ley 11.544 es
una división del trabajo en la empresa mientras que el trabajo en equipo —que estoy
analizando— implica una modalidad en la contratación del vínculo laboral: uno contrata en
nombre de todos.
Contrato de trabajo por equipo es, por ejemplo, el de una orquesta que se compone de un
director y de varios músicos que tocan distintos instrumentos.
a) Designar a las personas que lo van a integrar, salvo que por la índole de las prestaciones
resulte indispensable la determinación anticipada de los mismos (art. 47 de la L.C.T.).
Cuando las personas que integran el grupo ya están designadas, adquieren los derechos y
asumen las obligaciones propias de un contrato de trabajo, por cuanto existe una relación
directa con el empleador. Entre las obligaciones, cito los deberes de diligencia y colaboración,
deber de fidelidad, cumplimiento de órdenes e instrucciones.
Fernández Madrid aclara que el incumplimiento de alguno de los integrantes del grupo no
es causal suficiente para considerar que hay incumplimiento contractual y posibilidad de
despido de todos los integrantes del grupo, porque el contrato debe considerarse modalizado
en los términos limitados que establece el artículo 101 de la L.C.T. Los trabajadores no son
acreedores conjuntos de una obligación de las llamadas mancomunadas; cabe recordar que el
Derecho del Trabajo se rige por reglas propias que dan solución propia a los supuestos
contractuales.
El artículo 101 continúa diciendo que si el salario fuese pactado en forma colectiva, los
componentes del grupo tendrán derecho a la participación que les corresponda según su
contribución al resultado del trabajo. Si un trabajador dejase el grupo o equipo, tendrá
derecho a la liquidación de la participación que le corresponda en el trabajo ya realizado.
El salario de los integrantes del grupo puede pactarse en forma individual o colectiva. Si se
pacta de esta última forma, el salario individual debe igualmente ser abonado en forma
personal y directa por el empleador a cada trabajador (arts. 74, 124, 129 de la L.C.T.). El
representante o delegado sólo fija las bases de distribución entre los integrantes del grupo,
pero no es un representante legítimo para recibir el pago de los demás integrantes. Si de
todas formas percibiere el pago común, el empleador deberá adoptar las medidas necesarias
para asegurar la efectiva percepción y distribución del salario entre los integrantes del grupo.
La norma agrega que los trabajadores incorporados por el empleador para colaborar con el
grupo o equipo, no participarán del salario común y correrán por cuenta de aquél (art. 101,
último párrafo).
Y LAS MODIFICACIONES EN SU
REGULACION A PARTIR DE LOS
CAMBIOS LEGISLATIVOS
La normativa instituida por el artículo 1º de la ley 25.013 que derogó las normas de la ley
24.465 estableció que el contrato debe cumplir una finalidad teórico-práctica y que se celebra
entre un empleador y un joven sin empleo de entre dieciséis y veintiocho años. Debe
instrumentarse por escrito, y tiene una duración mínima de tres meses y una máxima de un
año. Vencido el plazo, no podrá celebrarse un nuevo contrato de aprendizaje con el mismo
aprendiz.
El número total de aprendices no puede superar el 10% de los contratados por tiempo
indeterminado en el establecimiento de que se trate. Cuando ese total no supere los diez
trabajadores, será admitido un aprendiz. El empresario que no tiene empleados en relación de
dependencia, puede contratar un aprendiz.
La jornada no puede superar las cuarenta horas semanales, incluidas las correspondientes a
la formación teórica.
Respecto del preaviso, la norma establece que el empleador debe preavisar con treinta días
de anticipación la terminación del contrato o abonar una indemnización sustitutiva de medio
mes de sueldo. Si el contrato se extingue por cumplimiento del plazo pactado, el empleador
no está obligado al pago de indemnización alguna.
Las cooperativas de trabajo y las empresas de servicios eventuales no podrán hacer uso de
este contrato.
8.10. LAS PASANTIAS
Las pasantías están reguladas por la ley 26.427, que fue reglamentada por la resolución
conjunta de los Ministerios de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y de Educación 825/2009 y
338/2009.
Según la definición legal, la pasantía es la extensión orgánica del sistema educativo. En este
sentido la pasantía es "el conjunto de actividades formativas que realizan los estudiantes en
empresas y organismos públicos, o empresas privadas con personería jurídica,
sustantivamente relacionado con la propuesta curricular de los estudios cursados en unidades
educativas, que se reconoce como experiencia de alto valor pedagógico, sin carácter
obligatorio, sino que establece numerosas directivas destinadas a otorgarle un carácter
eminentemente educativo a esa situación". Si no se cumple dicho requisito debe considerarse
que la relación trabada con la institución o empresa no es una pasantía y queda enmarcada
dentro del régimen laboral común.
8.10.2. Objetivos
Los objetivos del sistema de pasantías educativas son lograr que los pasantes:
g) Se beneficien con el mejoramiento de la propuesta formativa, a partir del vínculo entre las
instituciones educativas y los organismos y empresas que forman parte del sistema;
a) Por un convenio de pasantía entre las instituciones, el que debe contemplar los objetivos
pedagógicos, los derechos y obligaciones de las entidades receptoras de los pasantes y de
las instituciones u organismos educativos, el perfil de los pasantes, la cantidad y duración de
las pasantías propuestas, régimen de asistencia y licencias por enfermedad y accidente para
los pasantes, régimen de la cobertura médica de emergencias a cargo de la empresa y
organización, y entidad que atenderá los compromisos derivados de la ley 24.557 de riesgos
del trabajo.
b) Un acuerdo individual con el pasante que deberá establecer los derechos y obligaciones de
las partes, la duración, horario y sede de realización, monto, fecha y lugar de pago de la
asignación estímulo, enumeración de las tareas del pasante, régimen de asistencia, licencia
por enfermedad y accidentes.
8.10.4. Plazo y carga horaria
La pasantía debe tener un plazo mínimo de dos meses, y plazo máximo de doce meses
prorrogables por seis meses más.
La asignación estímulo, que es lo que recibe el pasante por las tareas que realiza, no es
considerada salario como se ha establecido en todos los regímenes de pasantías desde el
desafortunado decreto 340/92. No obstante se señala que no debe ser inferior al salario
básico del convenio colectivo aplicable a la empresa, lo que es terminología y contenido
propios de las relaciones laborales y especialmente establecidos para los contratos a tiempo
parcial (art. 92 terL.C.T.)
También se establece que esta asignación debe ser proporcional a la carga horaria de la
pasantía , y se prohíbe que se descuenten al pasante los gastos administrativos
correspondientes a la implementación de las pasantías educativas.
Reitero que para que la relación tenga carácter educativo se deben acreditar los siguientes
extremos:
6. El respeto a la jornada máxima prevista en la ley o en el convenio según cual fuere menor.
10. Se prohíbe utilizar la pasantía para cubrir vacantes o creación de empleo nuevo ni para
reemplazar al personal de las empresas y organismos públicos o privados. Si luego de la
pasantía educativa se contrata a la persona por tiempo indeterminado, no se puede hacer
uso del período de prueba del artículo 92 bis de la L.C.T.
Aclaro que estas prácticas educativas tienen elementos comunes con el contrato de trabajo
porque todos los pasantes efectúan, para su aprendizaje, una actividad consistente en actos
que resultan semejantes a los que realizan los trabajadores en relación de dependencia.
1) ¿Cuál es el principio general que establece la L.C.T. respecto de la duración del contrato de
trabajo?
10) ¿Qué obligación pesa sobre el empleador a la época de reinicio de la actividad del contrato
de trabajo por temporada?
BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA BEATRIZ , "La ley de empleo y las nuevas modalidades contractuales", Ed.
Errepar.
ETALA, CARLOS ALBERTO,"Contrato de Trabajo", Ed. Astrea, 1999, Título III, Cap. I, II, IV y V.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, CAUBET, AMANDA BEATRIZ, "Leyes Fundamentales del Trabajo", Ed.
La Ley, 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo" , T. 1, Ed. La Ley, 2ª
ed., 2007.
GNECCO, LORENZO,"Breve reseña relativa a las nuevas formas de contratación dentro del ámbito
laboral" , T. y S.S., T. 21, p. 561.
La sanción que traen aparejada estas conductas es la nulidad, y se sustituyen los actos
simulados o fraudulentos por las normas desplazadas.
El artículo 14 de la L.C.T. se refiere a la simulación y al fraude y dispone que: "será nulo todo
contrato por el cual las partes hayan procedido con simulación o fraude a la ley laboral, sea
aparentando normas contractuales no laborales, interposición de personas o de cualquier
otro medio. En tal caso, la relación quedará regida por esta ley".
El artículo 14 de la L.C.T. debe interpretarse en concordancia con los artículos 7°, 8°, 9°, 12,
13 y 58 de la misma ley que establecen la irrenunciabilidad de las normas legales o de
convenio colectivo o el contrato individual, prevén el principio de la norma más favorable y la
sustitución de pleno derecho de las cláusulas nulas.
El negocio fraudulento es un negocio real que busca resultados prohibidos que la propia ley
quiere evitar. Por ejemplo, por la intermediación o por el abuso de derecho puede llegarse al
fraude. Pero en términos más amplios también se califica como fraude toda conducta
contraria a la norma contractual, a la de convenio colectivo o a la de la ley. En estos supuestos
la intencionalidad no debe probarse, sino que basta acreditar un resultado violatorio de la
normativa imperativa aplicable, y la aplicación de la norma desconocida o violada corresponde
de pleno derecho.
9.4. SIMULACION. CONCEPTO
La simulación es un instrumento para eludir la ley con el interés de producir una situación
jurídica aparente y privar de derechos al trabajador por la vía de eludir el cumplimiento de las
prestaciones obligatorias que crea el orden imp erativo. Se presenta bajo la forma de evasión
total (creación aparente de una figura contractual no laboral) o de evasión parcial (se crea una
figura como, por ejemplo, la renuncia que encubre el acto real que es el despido).
El artículo 955 del Código Civil caracteriza la simulación total y parcial, estableciendo que en
la primera se encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro; en la segunda,
se insertan cláusulas que no son sinceras, fechas que no son verdaderas o se transmiten
derechos a personas interpuestas. En la simulación absoluta el acto simulado nada tiene de
real, en la relativa se oculta, con apariencia engañosa, el carácter del que en verdad se
pretende celebrar.
El negocio simulado quiere producir una apariencia; el negocio fraudulento una realidad; los
negocios simulados son ficticios, no queridos; los negocios 'in fraudem' son serios, reales,
realizados para conseguir un resultado prohibido. La simulación es un medio para eludir la ley
ocultando su violación, el fraude es la violación lisa y llana de la ley por medio de un negocio
real (por ej. no registrar, emplear menores).
El artículo 14, L.C.T. establece la nulidad de todo contrato por el cual las partes hayan
procedido con simulación o fraude a la ley laboral, sea aparentando normas contractuales no
laborales, interposición de personas o de cualquier otro medio. En tal caso, la relación
quedará regida por la ley de contrato de trabajo.
En este sentido, es dable destacar que la ocultación ni pone ni quita al negocio realizado, y
apartado el velo aparece el verdadero negocio. Por ejemplo, el artículo 21 de la L.C.T. que
tipifica el contrato de trabajo y el artículo 23 del mismo ordenamiento legal que establece la
presunción de la existencia del contrato de trabajo, constituyen normas que dan vigencia al
tipo imperativo del contrato de trabajo; aplican el principio de la primacía de la realidad y
desplazan la prueba del contrato hacia el empleador toda vez que se acredite el hecho del
trabajo, de tal manera que queda al descubierto el negocio real y cae el negocio simulado.
En igual sentido, el artículo 13 de la L.C.T. dispone que las cláusulas del contrato que
modifiquen en perjuicio del trabajador normas imperativas consagradas por leyes o
convenciones colectivas de trabajo, serán nulas y se considerarán sustituidas de pleno
derecho por éstas.
Para determinar la naturaleza y existencia del vínculo laboral más que a los contratos
formales, deberá tenerse en cuenta la real situación concebida en los hechos, es decir, que la
realidad prevalece sobre la apariencia.
Conforme explica Américo Plá Rodríguez, "el principio de la primacía de la realidad significa
que en caso de discordancia entre lo que ocurre en la práctica y lo que surge de documentos o
acuerdos, debe darse preferencia a lo primero, es decir, a lo que sucede en el terreno de los
hechos".
Cabe concluir que a la luz del marco imperativo tutelar que brindan las normas de carácter
social, la utilización de la simulación o el fraude para eludir ese cuerpo normativo de orden
público con beneficios irrenunciables para el trabajador, deviene inoperante, y el
encubrimiento de un contrato bajo la forma de otro no priva al dependiente de los derechos
consagrados a su favor por las leyes laborales.
En tal sentido, aclara Fernández Madrid que no debe confundirse esta figura de la
simulación con la errónea denominación del negocio jurídico que deja intacto el contenido
práctico acorde con la ley laboral. En el supuesto de simulación la relación queda regida por la
L.C.T. y no es aplicable el artículo 959 del Código Civil según el cual los celebrantes no pueden
ejercer acción el uno contra el otro sobre la simulación, salvo que la acción tenga por objeto
dejar sin efecto la simulación y las partes no puedan obtener beneficio de la anulación. El tipo
contractual imperativo es de orden público absoluto y las cláusulas contractuales nulas son
sustituidas por las disposiciones imperativas y mantienen las cláusulas válidas y más
favorables (efecto de acumulación). Las cláusulas contractuales que contrarían el orden
público laboral, se reemplazan por las normas imperativas que se acumulan a las válidas y
vigentes del contrato.
Existen, entonces, distintas formas contractuales bajo las cuales se esconde frecuentemente
el contrato laboral y en este aspecto, si hay un contrato de empresa queda excluida una
vinculación contractual laboral y a su vez en todos los casos en que la contratación implique la
prestación de servicios personales infungibles por cuenta y a riesgo ajeno, habrá contrato de
trabajo aunque la modalidad contractual elegida por las partes haya sido el contrato de
agencia, el de concesión, el de distribución, el de venta en exclusividad, el de
aprovisionamiento, el de mandato comercial, los contratos de obra, el contrato de sociedad o
el de transporte.
EL SOCIO-EMPLEADO
Destaco que cuando una sociedad sólo es un nombre de fantasía, o cuando so pretexto de
la existencia de una sociedad aparece uno de los socios como propietarios de todos los bienes
y el otro socio efectúa aportes mínimos, resulta evidente que la sociedad es una mera
apariencia y se ha constituido con el solo propósito de eludir la aplicación de las leyes
laborales.
El artículo 27, L.C.T. dispone que "las personas que, integrando una sociedad prestan a ésta
toda su actividad o parte principal de la misma en forma habitual, con sujeción a las
instrucciones o directivas que se le impartan o pudieran impartírseles para el cumplimiento de
tal actividad, serán consideradas como trabajadores dependientes de la sociedad a los efectos
de la aplicación de esta ley y de los regímenes legales o convencionales que regulan y
protegen la prestación de trabajo en relación de dependencia. Exceptúanse las sociedades de
familia entre padres e hijos. Las prestaciones accesorias a que se obligaren los socios, aun
cuando ellas resultasen del contrato social, si existieran las modalidades consignadas, se
considerarán obligaciones de terceros con respecto a la sociedad y regidas por esta ley o
regímenes legales o convencionales aplicables".
Para que cualquier socio de cualquier sociedad, sea considerado trabajador dependiente,
deben cumplirse y probarse los requisitos de la dependencia personal (bajo las instrucciones o
directivas que se les impartan o pudieran impartírseles), la que, por otro lado, no es separable
del trabajo por cuenta ajena, ya que el trabajo por cuenta propia, corriendo el socio
personalmente y en forma apreciable (de acuerdo con la importancia de su cuota social) con
los riesgos de la empresa, excluye la subordinación.
Es por ello que hay que distinguir las sociedades regulares que tienen socios que trabajan
para ellas como empleados, de las sociedades fraudulentas que se constituyen al solo efecto
de incorporar a un trabajador como socio. En el primer caso, la sociedad es válida y el socio
que trabaja para la sociedad en los términos del artículo 21 de esta ley, prestando a
dicha sociedad toda su actividad o parte principal de la misma inserta en un orden jerárquico
que lo sujeta a las órdenes o instrucciones que le imparten sus superiores, está vinculado con
la sociedad y además por un contrato de trabajo.
Si lo que se contrata son los servicios personales de los integrantes de una sociedad, hay
relación de trabajo directa entre los socios de la sociedad contratada y la sociedad
contratante.
Este tipo de asociación se forma total o parcialmente con el aporte de trabajo provisto por
los mismos socios desde el acto de la fundación. La cooperativa no puede intermediar en la
prestación de servicios a terceros. El acto cooperativo implica la producción de un bien o la
prestación de un servicio por y para la cooperativa.
La resolución 183 del 7/4/92 dictada por el Instituto Nacional de Acción Cooperativa
estableció la inexistencia de relación laboral entre los asociados y la cooperativa de trabajo. Si
bien dicha resolución en su artículo 1º reafirmó que el vínculo jurídico entre el asociado y la
cooperativa de trabajo es de naturaleza asociativa y está exento, por lo tanto, de toda
connotación de dependencia, encuadrada en el derecho laboral, su artículo 2° determina en
forma expresa que las cooperativas de trabajo deben prestar a sus asociados los beneficios de
la seguridad social, respecto de sus asociados, lo que resulta contradictorio.
La misma norma establece que las cooperativas de trabajo no podrán actuar como
empresas de servicios eventuales ni de temporada, ni de cualquier otro modo brindar
servicios propios de las agencias de colocaciones.
Los sujetos típicos del contrato de trabajo son la empresa y el trabajador. El artículo 5° de
la L.C.T. define el concepto de empresa como la organización instrumental de medios
personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección para el logro de fines
económicos o benéficos. Por otro lado el artículo 25 de la L.C.T. caracteriza al trabajador como
la persona física que se obligue o preste servicios en las condiciones previstas en los artículos
21 y 22 de la ley, cualesquiera sean las modalidades de la prestación. Por último, el artículo
26L.C.T. dispone que se considera empleador a la persona física o conjunto de ellas, o jurídica,
tenga o no personalidad jurídica propia, que requiera los servicios de un trabajador.
La empresa es la que toma del mercado la mano de obra y crea el escenario adecuado para
que se desarrolle el trabajo en relación de dependencia. Esta vinculación entre la empresa y el
trabajador nace a través del contrato de trabajo, tal como lo califica el artículo 4°, L.C.T., es
decir, aquel que tiene por objeto principal la actividad productiva y creadora del hombre en sí,
y que sólo después ha de entenderse que media entre las partes una relación de intercambio
y un fin económico en cuanto se disciplina por la ley.
Esta relación típica entre los sujetos del Derecho del Trabajo puede verse interferida por la
intervención de terceros. Esa interposición de sujetos extraños al contrato primitivo ofrece
varias posibilidades lícitas o ilícitas, según la calidad del tercero en cuestión (interposición de
personas, empresas de servicios eventuales, arts. 29 y 29 bis de la L.C.T.).
Estas agencias no deben confundirse con las agencias de colocación de personal. Estas
últimas son entidades con fines de lucro que disponen de personal, anotado a la espera de los
pedidos que efectúen los empleadores. Estas agencias se encuentran prohibidas por la ley
13.591, lo que no significa que los contratos de trabajo que celebren los empresarios con el
personal respectivo adolezcan de vicio alguno.
9.12.2.1. Caracteres
La empresa de servicios eventuales satisface los pedidos de su cliente con trabajadores que,
por su parte, contrata al efecto o que provienen de su personal permanente. Tiene por
finalidad específica la satisfacción de necesidades eventuales de sus empresas clientes.
La empresa de servicios eventuales satisface los pedidos de sus clientes con trabajadores
que, por su parte, contrata al efecto o que provienen de su personal permanente y tiene por
finalidad específica la satisfacción de necesidades eventuales de sus empresas clientes.
El artículo 29 de la L.C.T., en su última parte —reformado por la ley 24.013,art. 75—, dispone
que los trabajadores contratados por empresas de servicios eventuales habilitadas por la
autoridad competente, serán considerados en relación de dependencia, con carácter
permanente continuo o discontinuo, con dichas empresas.
Las empresas de servicios eventuales tienen un objeto único, sólo podrán mediar en la
contratación de trabajadores bajo la modalidad de trabajo eventual.
En este sentido, el artículo 99, L.C.T. indica que cualquiera sea su denominación, se
considerará que media contrato de trabajo eventual cuando la actividad del trabajador se
ejerce bajo la dependencia de un empleador para la satisfacción de resultados concretos
tenidos en vista por éste, en relación a servicios determinados de antemano, o exigencias
extraordinarias y transitorias de la empresa, explotación o establecimiento, toda vez que no
pueda preverse un plazo cierto para la finalización del contrato. Se entenderá además que
media tal tipo de relación cuando el vínculo comienza y termina con la realización de la obra, la
ejecución del acto o la prestación de servicios para el que fue contratado el trabajador. El
trabajador que pretenda que el contrato inviste esta modalidad tendrá a su cargo la prueba de
su aseveración.
El art. 29 bis, que dispone que: cuando el empleador ocupa trabajadores a través de una
empresa de servicios eventuales habilitada por la autoridad competente, será solidariamente
responsable con aquélla por todas las obligaciones laborales y deberá retener de los pagos
que efectúe a la empresa de servicios eventuales los aportes y contribuciones respectivos para
los organismos de la seguridad social y depositarlos en término. El trabajador contratado a
través de una empresa de servicios eventuales estará regido por la convención colectiva, será
representado por el sindicato y beneficiado por la obra social de la actividad o categoría en la
que efectivamente preste servicios en la empresa usuaria.
El decreto 342/92, luego de tipificar la empresa de servicios eventuales, enumera los casos
en que la contratación puede realizarse a través de una empresa de servicios eventuales:
e) En caso de un trabajo que requiera ejecución inaplazable para prevenir accidentes, por
medidas de seguridad urgentes o para reparar equipos del establecimiento, instalaciones o
edificios que hagan peligrar a los trabajadores o a terceros siempre que las tareas no
puedan ser realizadas por personal regular de la empresa usuaria.
A su vez el artículo 4° del decreto reglamentario caracteriza los contratos celebrados entre
las agencias de servicios eventuales y los trabajadores, de carácter permanente y continuo, y
dice: los trabajadores que la empresa de servicios eventuales contrate para prestar servicios
en su sede, filiales, agencias u oficinas, serán considerados vinculados por un contrato de
trabajo permanente y continuo.
Los trabajadores que la empresa de servicios eventuales contrate para prestar servicios bajo
la modalidad de contrato de trabajo eventual serán considerados vinculados a la empresa de
servicios eventuales por un contrato de trabajo permanente discontinuo.
El nuevo destino de trabajo que otorgue la empresa de servicios eventuales deberá estar
comprendido dentro de un radio de treinta (30) kilómetros del domicilio del trabajador.
El artículo 28, L.C.T. se refiere al supuesto de aquel trabajador que se encuentre autorizado
a servirse de auxiliares, en este caso, éstos serán considerados como en relación directa con el
empleador de aquél, excepción expresa prevista por esta ley o los regímenes legales o
convencionales y, en definitiva se trata de la intermediación del trabajador.
Un ejemplo de la excepción que deja a salvo la norma es el caso del Estatuto de los
Encargados de Casas de Renta y en Propiedad Horizontal, ley 12.981, que considera la
posibilidad de que el encargado sea complementado en su tarea por familiares que habiten en
la misma casa (art. 2°, párr. 3), y también el supuesto de los trabajadores a domicilio para los
cuales se prevé igual posibilidad (D.118.755/42).
La forma más común de esta figura consiste en la convención por la cual el empresario
busca a una persona (a veces uno de sus propios dependientes) o a otro empresario con el
objeto de procurar la mano de obra necesaria para la realización de trabajos inherentes a su
empresa. El intermediario se convierte en empleador aparente y la razón decisiva para
considerarlo titular del contrato consiste en que es el beneficiario de los trabajos.
El espíritu de la norma quiere proteger a los trabajadores que han aportado su fuerza de
trabajo y contribuido al resultado final obtenido por la empresa principal, quien se benefició
con ello.
Explica Krotoschin que "en cualquiera de ambos casos (contratación de tareas que la propia
empresa podría realizar, o bien contratación de actividades ajenas a su giro) el contrato
interempresarial es absolutamente válido y la ley laboral nada tiene que reprocharles". En tal
sentido, indican Miguel Angel Maza y Elio Gustavo Plaisant que la Ley de Contrato de Trabajo
se apoya sobre un amplio casi ilimitado respeto por el poder de organización del que goza el
empresario. En virtud de dicha facultad es la empresa la que juzga y decide si le conviene —
cualquiera sea la razón (técnica, económica, organizativa, etc.)— que determinado segmento
del proceso productivo o prestador de servicios lo realice su propio personal o el de otra
empresa.
Los deudores solidarios no tienen un interés común: uno de ellos (el contratista) es el
obligado directo, y el otro (empresario principal) se ve sujeto a responsabilidad solidaria en
virtud del vínculo que mantiene con el primero y que los convierte en beneficiarios directos de
la tarea efectivamente cumplida.
La exigencia de adecuado cumplimiento de las normas, que impone el artículo 30, L.C.T. al
principal respecto del contratista, es una obligación de resultado y no de medio, por lo que el
primero no puede eludir su responsabilidad acreditando haber dirigido al subcontratista
alguna exhortación formal en tal sentido o supervisado sus libros.
Las disposiciones relativas a la solidaridad contenidas en los artículos 29 y 30, L.C.T. no son
aplicables en reclamos fundados en normas civiles.
Debe entenderse por actividad normal y específica, toda aquella que permita dar
cumplimiento con la finalidad de la empresa, es decir, contribuyen al logro del resultado final y
puede referirse tanto al objeto principal, como a los trabajos que completan la terminación de
ese producto o servicio final y sin el cual no podría trabajar la empresa en su conjunto o sería
obstativo para cumplir su finalidad económica o benéfica. Por ejemplo servicios de limpieza,
servicio de vigilancia, etc.
Una parte de la doctrina entiende que la solidaridad debe limitarse a los supuestos de la
actividad normal y específica y que las actividades secundarias o colaterales, aunque resultan
imprescindibles no debe confundírselas con las principales y propias del giro empresario del
principal.
Por el contrario, otros autores, manifiestan que la solidaridad se hace extensiva a las
actividades accesorias y quedaría fuera del ámbito de aplicación. La actividad eventual, en el
sentido de excepcional como tipo de actividad. No de intensificación de una actividad habitual.
Participo de este último criterio.
Reitero mi desacuerdo con esta doctrina pues corresponde a otra época de la evolución del
derecho del trabajo en nuestro país. Desde el año 2003 hasta el momento actual ha cambiado
la tendencia legislativa y se han efectuado reformas sustanciales a favor del trabajador. La
jurisprudencia progresista de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo ha afirmado el
principio de solidaridad de concedentes y concesionarios con mayor amplitud que en épocas
anteriores.
Los matices según los cuales puede presentarse esta diversificación de los procesos
productivos o de comercialización son numerosos, y en el caso "Rodríguez" se los ha vinculado
con lo que seha denominado "contratación interempresaria de control y comercialización". Las
empresas transnacionales utilizan con frecuencia estos medios parala circulación de bienes y
servicios, precisamente con el objetivo anotado más arriba. Así encontramos, entre otros, los
contratos de franquicia, concesión, l icencia, etc.
Los diversos recaudos que los cedentes, contratistas o subcontratistas deben exigir a sus
cesionarios, son los que siguen:
a) Número de Código Unico de Identificación Laboral (CUIL) de cada uno de los trabajadores
que presten servicios para los cesionarios o subcontratistas.
El vocablo "además" que incluye el párrafo 2° del artículo parece indicar que estos recaudos
no son sólo una especificación de lo que debe entenderse por el adecuado cumplimiento de
las normas relativas al trabajo y los organismos de seguridad social que menciona el párrafo
1°, sino nuevos requisitos precisos que se agregan a las exigencias ya expresadas.
El artículo determina que la responsabilidad del principal de ejercer el control sobre el
cumplimiento de las obligaciones que tienen los cesionarios o subcontratistas debe ejercitarse
directamente, ya que ella no podrá delegarse en terceros.
El empresario principal está además obligado a exhibir cada uno de los comprobantes y
constancias, a pedido: a) del trabajador, y b) de la autoridad administrativa.
Señala Carlos Alberto Etala que la ley no aclara debidamente si el empresario principal se
exime de la responsabilidad solidaria acreditando sólo haber exigido a sus cesionarios o
subcontratistas los recaudos impuestos. Pueden al respecto hacerse las siguientes
consideraciones: a) si el empresario principal ha exigido a su contratista el debido
cumplimiento de los recaudos legales y éste no los ha cumplido, es indudable que la
responsabilidad solidaria se impone, y b) si el empresario ha exigido a su contratista el debido
cumplimiento de los recaudos legales y éste los ha cumplido sólo formalmente, pero ha
ocultado al empresario algún o algunos incumplimientos a las normas laborales y de la
seguridad social (p. ej., trabajadores no registrados), el empresario principal es alcanzado
igualmente por la responsabilidad solidaria, pues la norma apunta al cumplimiento efectivo y
ello importa la intervención de toda la documentación atinente al cumplimiento exigido.
En este sentido, considero que la norma es clara al señalar que el principal debe ejercer el
control del cumplimiento de las obligaciones que tienen los cesionarios o subcontratistas y ese
control, para que posteriormente exima al empleador de responsabilidad solidaria, debe ser
ejercido plenamente.
El artículo 31 de la L.C.T. dispone: "Siempre que una o más empresas, aunque tuviesen cada
una de ellas personalidad jurídica propia, estuviesen bajo la dirección, control o
administración de otras o de tal modo relacionadas que constituyan un conjunto económico
de carácter permanente, serán a los fines de las obligaciones contraídas por cada una de ellas
con sus trabajadores y con los organismos de seguridad social, solidariamente responsables
cuando hayan mediado maniobras fraudulentas o conducción temeraria".
Existe conjunto económico cuando hay unidad, o sea uso común de los medios personales,
materiales e inmateriales, así como también cuando una empresa está gobernada o
subordinada a otra de la cual directa o indirectamente depende por razón de capitales
comunes o de negocios comunes y siempre que las decisiones de una empresa estén
condicionadas por la voluntad de otra o del grupo a que pertenezca.
c) Cuando pueda establecerse que el trabajador ha tenido movilidad funcional entre las
diversas empresas del grupo dando origen a un solo contrato de trabajo.
3) ¿Cuáles son las vías más usuales por las que se arriba a la simulación y al fraude?
4) ¿En qué consiste la interposición fraudulenta de terceros y de qué forma se las sanciona?
6) ¿Cuándo y cómo se configura el supuesto del socio empleado y del empleado empleador?
7) ¿Qué contratos celebran las agencias de servicios eventuales con la empresa usuaria y con
el trabajador?
10) ¿En qué supuesto responden solidariamente ante las obligaciones laborales derivadas de
un contrato de trabajo?
BIBLIOGRAFIA
BORRAJO DACRUZ, EFRÉN , "Introducción al derecho del trabajo", Ed. Tecnos, Madrid 1988, p. 290.
CAUBET, AMANDA BEATRIZ , "El orden público laboral y la nulidad de las cláusulas que lo
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reglamentos y anotaciones complementarias", Ed. La Ley, 11 ed., 2010.
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PLÁ RODRÍGUEZ, AMÉRICO,"Los principios de derecho del trabajo", Ed. Depalma, Buenos Aires,
1978, 2ª ed., ps. 73/84.
CAPITULO X
LA EMPRESA
10.1. Introducción. Origen y evolución. - 10.2. La empresa en la ley de contrato de
trabajo. Concepto. - 10.3. Establecimiento y explotación. Concepto. - 10.4. Unidad del
régimen jurídico. - 10.5. Empresario. Concepto. - 10.6. La sociedad empleadora. - 10.7.
Pequeñas y medianas empresas. - 10.7.1. Distintos criterios para su identificación. -
10.7.2. La pequeña empresa en la ley 24.467. - 10.7.3. Obligaciones registrales (ley
24.467). - 10.7.4. Formación profesional. - 10.7.5. Salud y seguridad en el trabajo. - 10.8.
La transferencia de la empresa y la situación de los trabajadores. - 10.8.1.
Transferencia del establecimiento. - 10.8.2. Efectos de la transferencia. - 10.8.3. El
adquirente de una empresa en quiebra . - 10.8.4. Extinción del contrato de trabajo por
causa de la transferencia. - 10.8.5. Responsabilidad solidaria. - 10.8.6. Arrendamiento o
cesión transitoria del establecimiento. - 10.8.7. La cesión de personal. - 10.8.8.
Transferencia a favor del Estado. - 10.8.9. Las privatizaciones y la ley 23.696.
Jurisprudencia. El caso "Di Tullio". - 10.9. Quiebra de la empresa. - 10.9.1. Aspectos
generales. - 10.9.2. Continuación de la empresa. - 10.9.3. Obligaciones laborales del
adquirente de una empresa en quiebra. - 10.10. Guía de análisis. - Bibliografía.
A los fines de lograr este último, el grupo concierta una serie de acuerdos que comienzan
por la constitución de la empresa a través de un contrato social, a los que se adicionan otros:
de trabajo en "relación de dependencia", de compraventa, de asesoramiento, locación de
cosas y servicios, etc. Los contratos de trabajo, comprometen la acción de personas, lo que
implica su inteligencia, libertad y su responsabilidad moral y psicológica, trascienden lo
meramente económico, ya que su aporte implica valores personales.
El artículo 5° de la ley de contrato de trabajo señala, en el primer párrafo, que a los fines de
dicha normativa, la empresa es la organización instrumental de medios personales, materiales
e inmateriales, ordenados bajo una dirección para el logro de fines económicos o benéficos. Es
decir, la norma se refiere a la empresa, precisamente, como "organización", cuyos elementos
son: personas, cosas y acciones, y que haya quien los reúna, y aquí aparece la figura del
empresario, con lo cual es importante destacar que lo que define la posición del trabajador es
la estructura del contrato de trabajo en su inserción como medio personal en una empresa
ajena.
Una empresa puede tener uno o varios establecimientos, correspondientes a una misma o a
varias explotaciones. Cada establecimiento forma entonces una unidad de ejecución, pero
desprovista de la independencia jurídica y financiera que caracteriza la empresa. Se entiende
por establecimiento la unidad técnica o de ejecución destinada al logro de los fines de la
empresa (art. 6°, L.C.T.). El establecimiento aparece como una parte diferenciada y
técnicamente autónoma pero no independiente de la empresa. Explotación se vincula con la
rama de la actividad económica que constituya el objeto de los negocios de la empresa. La
empresa puede tener una o más explotaciones.
Es así que se pueden establecer dos supuestos: por una lado, una empresa que cuente con
explotaciones diversas y por el otro la empresa que desarrolla una sola actividad y ocupa
trabajadores ajenos a ella.
El sistema de normas al que aludo en el párrafo precedente, está integrado —en primer
lugar— por las leyes generales, en especial la ley de contrato de trabajo, que rige todas las
relaciones de trabajo en la empresa, en caso de pequeña empresa, la ley 24.467, la ley de
jornada (11.544), la ley de riesgos del trabajo (24.557) la ley de higiene y seguridad industrial
(19.587). A partir de esta regulación general, ciertas relaciones especialmente calificadas por la
naturaleza de la actividad empresaria o por el oficio de los trabajadores están reguladas en
forma también especial, por estatutos profesionales y reglamentaciones especiales (ejemplo:
viajantes de comercio, trabajadores de la construcción, trabajadores marítimos, trabajadores
agrarios, etc.).
El segundo supuesto, empresa con una sola actividad y trabajadores ajenos a ella, siento
como principio general que todo el personal se rige por el régimen jurídico correspondiente a
su actividad principal. Así, el caso de una empresa molinera que tiene una cuadrilla de
mantenimiento integrada por albañiles, a estos trabajadores se aplicará el convenio colectivo
de los molineros y la ley de contrato de trabajo, pero no el estatuto de la construcción. La
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, en el Acuerdo 36 del 22/3/57 (L.T., T. V, pág. 91),
estableció que en los casos en que el empleador tenga a su servicio trabajadores que realizan
tareas distintas a las de su actividad específica, no debe considerárselo comprendido en las
convenciones colectivas que contemplan especialmente la profesión u oficio de esos
trabajadores, pues, en definitiva lo que interesa es la actividad específica del empleador y no la
tarea (oficio) del trabajador.
A su vez, todo este sistema jurídico que rige las relaciones laborales en la empresa se
completa con los convenios colectivos emanados de la autonomía colectiva privada que
corresponden a cada actividad o rama de la actividad económica, a empresas determinadas o
a sectores de trabajadores calificados por el ejercicio de un oficio especial; concretamente, el
convenio que se aplica en la empresa es el correspondiente a su actividad principal no
influyendo las simplemente accesorias o complementarias.
Por último, cabe destacar que en ciertos casos las leyes han dado reglas especiales para
determinadas actividades empresarias (empresas periodísticas por ej.) para determinadas
categorías de trabajadores (médicos, jugadores de fútbol) o para determinada categoría de
trabajadores en empresas acordes con su actividad principal (ej.: trabajadores de la
construcción).
Estos conjuntos de reglas forman los estatutos y regulaciones especiales que a veces
regulan aspectos parciales de las relaciones, es el caso de los viajantes de comercio o
conductores particulares, y en otros reglan con amplitud las prestaciones contractuales, por
ejemplo periodistas, trabajadores a domicilio o rurales.
En conclusión según sean los criterios empleados, una empresa puede ser catalogada de
distinta manera. Así por ejemplo, tomando como base el número de personas ocupadas,
podría ser pequeña o mediana, pero en función del capital, la tecnología y el valor de la
producción, se asemejaría a las grandes. La categorización variaría no sólo en función de los
criterios cuantitativos considerados, sino de criterios cualitativos de diversa índole, que
contribuyen a diferenciar a las pequeñas y medianas empresas, inclusive entre sí.
El artículo 83 de la ley 24.467 (B.O. 28/3/95) dispone que pequeña empresa es aquella que
reúna dos condiciones que deben darse simultáneamente, a saber:
b) Que tenga una facturación anual inferior a la cantidad que para cada actividad o sector fije
la Comisión Especial de Seguimiento del artículo 104 de esta ley.
10.7.3. Obligaciones registrales (ley 24.467)
En la Sección II, artículos 84, 85 y 86, se faculta a las empresas comprendidas en esta ley a
sustituir los libros y registros exigidos por las normas legales y convencionales por un Registro
Unico de Personal en el cual quedarán unificados los libros, registros, planillas y demás
elementos de control a saber:
b) Número de CUIL.
e) Fecha de ingreso.
f) Tarea a desempeñar.
g) Modalidad de contratación.
h) Lugar de trabajo.
Una de las normas más criticables de la ley es el artículo 104, que determina la exigencia en
materia de higiene y seguridad según el número de trabajadores ocupados. A mi criterio lo
que hay que eliminar es el riesgo con independencia del número de trabajadores ocupados,
aunque se trate de una empresa de un solo trabajador. Es ilegítimo que se fijen plazos que
posibiliten la adaptación gradual de las pequeñas empresas a la legislación, pues ello serviría
de sustento a la mayor desprotección del trabajador; en consecuencia, todos los trabajadores
sin distinción de la empresa en la que se desarrollan sus actividades tienen derecho a igual
protección y la discriminación por el número de trabajadores contratados sería
particularmente ilegítima y arbitraria.
Lo expuesto significa que todas las obligaciones laborales pasan del cedente al cesionario (o
transmitente al adquirente), sin que puedan oponerse al trabajador los pactos en contrario
que se hubieran concertado al decidir la transferencia del establecimiento.
Constituye una excepción al principio establecido en el párrafo anterior, dado que el artículo
199 de la ley de concursos y quiebras (24.522) establece que el adquirente de la empresa cuya
explotación haya continuado, no es considerado sucesor del fallido y del concurso respecto de
todos los contratos laborales existentes a la fecha de la transferencia. Los importes adeudados
a los dependientes por el fallido o por el concurso, los de carácter indemnizatorio y los
derivados de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales con causa u origen anterior
a la enajenación, serán objeto de verificación o pago en el concurso, quedando liberado el
adquirente respecto de los mismos.
En este caso, que supone la existencia de una cesión o arrendamiento transitoria y que el
propietario recuperará la tenencia del establecimiento, por ello, el artículo 227 dispone que
resulta de aplicación lo normado por los artículos 225 y 226 antes explicados.
Lo relevante de esta norma es que establece que al vencimiento de los plazos, el propietario
del establecimiento con relación al arrendatario y en todos los demás casos de cesión
transitoria, el cedente, con relación al cesionario, será responsable solidariamente cuando
recupere el establecimiento cedido precariamente.
Cuando la transferencia es a favor del Estado, el artículo 230 de la L.C.T. dispone que no rige
el Título XI que trata dicho supuesto (arts. 225 a 229). Es decir, no existe transferencia del
contrato de trabajo, tampoco se transfieren las deudas devengadas ni el Estado responde
solidariamente como hemos visto en casos anteriores. Sin embargo, la norma no prevé
aquellas situaciones en las cuales es el Estado el que transfiere el establecimiento a manos
privadas. Cuando la ley se refiere al Estado debe entenderse en forma amplia, comprensiva de
la Administración Pública central o descentralizada, como las empresas del Estado y aquellas
en las que éste tenga participación mayoritaria.
La ley 23.696 de reforma del Estado, en su artículo 42, dispuso que durante el proceso de
privatización ejecutado según las disposiciones de dicha norma, por cualesquiera de las
modalidades y procedimientos previstos en sus artículos 17 y 18, el trabajador seguirá
amparado por todas las instituciones legales, convencionales y administrativas del Derecho
del Trabajo. De esta norma surgía que los artículos 225, 226 y 228 resultaban plenamente
aplicables en los procesos de privatización; sin embargo, con posterioridad se dictó el decreto
1803/92 (B.O. 6/10/92) que estableció que no eran de aplicación la ley 11.867 y los artículos
225 a 229 de la L.C.T. en los procesos de privatización concretados o a concretarse en la ley
23.696.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso: "Di Tullio, Nilda" en autos: "González
Carlos Sergio y otros el E.N.T.E.L. s/ cobro de Australes - Expte. n° 29.542 s/incidente de
ejecución de sentencia" (D. 452. XXIV del 17/12/96) privilegió el amparo que el artículo 42 de
la ley 23.696 estableció a favor de los trabajadores en el caso de privatizaciones de empresas
del Estado.
La C.S.J.N. pone de relieve que la citada ley 23.696 contiene un capítulo por el cual se
establece que el trabajador seguirá amparado por todas las instituciones legales,
convencionales y administrativas del Derecho del Trabajo y que de las normas referidas se ha
intentado impulsar un programa de privatizaciones tendiente a superar la grave crisis
financiera, pero en la ejecución del mismo el legislador ha querido que los trabajadores no
dejen de estar amparados por las instituciones del Derecho del Trabajo, en el cual cobra
particular relevancia el crédito laboral en el caso de transferencias del establecimiento.
b) Los preceptos de la L.C.T. no establecen una situación de privilegio pues son normas
contenidas en el ordenamiento general y ordinario del derecho laboral y ninguna semejanza
tienen con las "cláusulas monopólicas" ni con las prohibiciones discriminatorias aludidas en
el artículo 10 de la ley 23.696.
c) El hecho de que la ley faculte al P.E. a disponer que el Estado asuma el pasivo de la empresa
a privatizar, no puede traducirse en la liberación de la responsabilidad de quien sucede a
ella como titular de un patrimonio especial que engloba activos y pasivos; en cuanto al
deudor primitivo sólo puede ser liberado a través de una declaración expresa del acreedor
en tal sentido, conforme al principio general establecido en el artículo 814 del Código Civil,
pues los efectos de la norma citada en primer término son asimilables, en principio, a los
que resultan de una delegación imperfecta.
f) Que en este caso, se encuentra en juego el mantenimiento del amparo del trabajador frente
a la privatización misma, en tanto ella implica la enajenación de los bienes que constituían el
patrimonio del ente estatal en el que aquél prestaba sus servicios. Por lo tanto, es clara la
inclusión del caso en la norma del citado artículo 42, ley 23.696. En tal sentido cabe concluir
que, más allá de la limitación en el tiempo que emerge de su texto, es evidente que no
pueden sustraerse del amparo establecido en dicho precepto los perjuicios cuya causa es
inescindible de la privatización efectuada.
10.9. QUIEBRA DE LA EMPRESA
La actual ley de quiebras y concursos 24.522 (B.O. 9/8/95) introdujo importantes reformas
en la ley de contrato de trabajo; en lo que a nuestra materia se refiere, innovó sobre el fuero
de atracción, los efectos sobre el contrato de trabajo, la continuación de la empresa y los
privilegios. En cuanto a los efectos de la quiebra o el concurso sobre el contrato de trabajo y
los privilegios de los créditos laborales me remito a lo expresado en el Capítulo XVII (Extinción
del contrato de trabajo).
Cabe aclarar, en primer término, que la quiebra o el concurso atraen para la etapa de la
ejecución de sentencia a todos los que se hayan iniciado con el quebrado o concursado (arts.
21 y 132). Los accidentes de trabajo (art. 21, inc. 5) no son atraídos en ningún caso.
Por otra parte, es importante destacar que la quiebra no disuelve los contratos laborales
sino que los suspende por 60 días corridos (art. 196), por lo que corresponde analizar las
consecuencias del vencimiento de dicho plazo en armonía con las normas de la ley de contrato
de trabajo; en este aspecto destaco:
b) Tanto los dependientes despedidos como quienes continúan en sus funciones pueden
solicitar la verificación de sus créditos, y los sueldos y retribuciones devengados con
posterioridad deben ser pagados por la quiebra en términos legales y se los considera
gastos del juicio, con la preferencia del artículo 240 (arts. 196, tercer párrafo, 197, segundo
párrafo y 198, L. 24.522).
c) En igual sentido se expresa el artículo 267 de la L.C.T pues dispone que cuando por las leyes
concursales o actos de poder público se autorizase la continuación de la empresa, aun
después de la declaración de la quiebra o concurso, las remuneraciones del trabajador y las
indemnizaciones que le correspondan en razón de la antigüedad, u omisión de preaviso,
debidas en virtud de servicios prestados después de la fecha de aquella resolución judicial o
del poder público, se considerarán gastos de justicia. Estos créditos no requieren
verificación ni ingresan al concurso, debiendo abonarse en los plazos previstos en los
artículos 126 y 128 de la L.C.T. y con iguales garantías que las conferidas a los créditos por
salarios y otras remuneraciones.
10.9.3. Obligaciones laborales del adquirente de una empresa en quiebra
El artículo 199 de la ley 24.522, si bien se refiere a "las obligaciones laborales del adquirente
de la empresa", resulta contradictorio en su texto, pues en definitiva, además de constituir una
excepción al principio general en materia de transferencias de empresas, lo cierto es que lo
libera de toda obligación laboral.
6) ¿Cuáles son las obligaciones laborales del adquirente de una empresa en quiebra?
8) ¿Cuáles son los requisitos que deben cumplirse para ceder el personal sin que comprenda
el establecimiento?
9) ¿Cuáles son las consecuencias respecto de los contratos de trabajo, cuando se declarara la
apertura de un concurso o la quiebra de una empresa?
10) ¿De qué manera incide en los contratos de trabajo la continuación de la empresa decidida
por el síndico?
BIBLIOGRAFIA
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS; CAUBET AMANDA, "Leyes Fundamentales del Trabajo - Sus
reglamentos y anotaciones complementarias", 11ª edición actualizada, 2010, Ed. La Ley.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2007
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Ley de Contrato de Trabajo Comentada", Ed. La Ley, 2009.
MARTÍNEZ VIVOT, JULIO , "Derecho del Trabajo y Seguridad Social" , Ed. Depalma, 1996.
PASTEN DE ISHIHARA, GLORIA M.,"El espíritu de las Leyes", Libro de Ponencias de las II Jornadas
sobre Responsabilidad Laboral: "Los Principios del Derecho del Trabajo y las obligaciones
laborales (A propósito del decreto 1803/92"). Organizada y publicada por la Fundación de Altos
Estudios Sociales, diciembre 1992, Mar del Plata, Buenos Aires.
CAPITULO XI
11.1. LA ORGANIZACION
DE LA EMPRESA
Puede concluirse en que los poderes jerárquicos del empleador encuentran límites jurídicos
impuestos por: a) el marco normativo el que como piso mínimo debe tener en cuenta el
empresario durante la celebración, vigencia y extinción del contrato, el formado por la ley y los
convenios colectivos; b) las prestaciones determinadas en el momento de la celebración del
contrato de trabajo que forman su núcleo y no son modificables en perjuicio del trabajador
(arts. 62 y 66 de la L.C.T.); c) la necesidad de que las medidas que se adopten se adecuen a los
fines empresariales (que sean funcionales; arts. 65, 66 y 68 de la L.C.T.); d) deberes de
conducta a los que ambas partes deben ajustar sus actos, como buena fe y colaboración (art.
63 de la L.C.T.); e) deberes como los de ocupación efectiva y trato igual (arts. 78 y 81L.C.T.); y f)
deberes genéricos relacionados con el principio de indemnidad que obligan al empleador a
cuidar la seguridad, el patrimonio y la persona del dependiente, para que no sufra perjuicios
morales ni materiales derivados de la relación laboral (arts. 66, 68 y 75 de la L.C.T., 19 de la
Constitución Nacional, arts. 522 y 1109, Cód. Civil).
En este punto cabe recordar que el Derecho del Trabajo regla la labor de un trabajador
considerado como persona humana inserto en una organización ajena, y que por ello la
actividad del empresario debe ser ejercida de modo funcional, con exclusión de su voluntad
arbitraria y que debe estar condicionada, pues el trabajo es "actividad productiva y creadora
del hombre" (art. 4° de la L.C.T.). Por ello, el empleador tiene el deber de respetar y dar
seguridad a la vida y bienes del trabajador y de contemplar sus intereses patrimoniales y
espirituales en cuanto se vinculen con el contrato y con los actos de dirección y organización
que competen al empresario.
El artículo 62 de la L.C.T. dispone que las partes están obligadas, activa y pasivamente, no
sólo a lo que resulta expresamente de los términos del contrato sino a todos aquellos
comportamientos que sean consecuencia del mismo, resulten de la ley o de convenciones
colectivas de trabajo, apreciados con criterios de colaboración y solidaridad. Y conforme el
artículo 63, los contratantes deben obrar de buena fe, ajustando su conducta a lo que es
propio de un buen empleador y de un buen trabajador, tanto al celebrar, ejecutar o extinguir
el contrato o la relación de trabajo.
Del citado artículo 62 puede apreciarse que la L.C.T., ha seguido la línea trazada por la
reforma al Código Civil (art. 1198 reformado por la ley 17.711), en cuanto incorpora en forma
expresa el principio de la "buena fe" como pauta rectora de la conducta de los trabajadores y
de los empleadores en la celebración, ejecución y extinción del contrato o de la relación de
trabajo. Como consecuencia, exige a las partes que adecuen sus conductas a "tipos sociales"
medios, que denomina "buen empleador" y "buen trabajador", así como en el Derecho Civil se
habla de "buen padre de familia" o en el Derecho Comercial de "buen hombre de negocios".
La buena fe constituye un "concepto válvula" por el cual la ley va acercándose a la vida del
Derecho. De tal modo, las partes deben actuar de acuerdo con principios impuestos por una
recíproca lealtad de conducta (situación objetiva) y con la creencia de que se respetan dichos
principios (situación subjetiva). La anotada lealtad recíproca de las partes impone a quien debe
la prestación, hacer cuanto sea necesario para asegurar a la contraparte el resultado útil de la
prestación misma.
Para decidir cuándo existe desconocimiento de la buena fe, debe establecerse la conducta
media socialmente obligatoria que, de acuerdo con las circunstancias, debió observar el
contratante. A su vez, dicha conducta modela las figuras del "buen trabajador" y del "buen
empleador".
Pero al efecto se excluye todo juicio anticipado y absoluto, pues la buena fe no está referida
al comportamiento supuesto "en abstracto" del "buen trabajador" y del "buen empleador",
sino al comportamiento que, en cada caso concreto, le corresponda a un "buen trabajador" y a
un "buen empleador" según la naturaleza de la relación de que se trate. De tal modo, se
arranca del principio general y abstracto de la buena fe, que brinda directivas generales como
las relativas a la exclusión de todo acto que lleve la intención de perjudicar al otro contratante
o implique de algún modo el ejercicio antifuncional de los derechos y potestades conferidos a
las partes, y se corporizan dichas directivas en el caso dado, de acuerdo con sus particulares
circunstancias, emitiéndose en definitiva un juicio concreto, adecuado a los usos profesionales
y comerciales.
En atención a los principios expuestos, pueden expresarse algunas directivas generales a las
que deben adecuar su actuación el empleador y sus dependientes, a saber:
l deben evitar todo abuso de derecho y cuidar de no frustrar los valores protegidos
legalmente, manteniendo recíproca lealtad;
ldeben actuar con claridad, teniendo en mira la subsistencia del vínculo, no su disolución; a tal
efecto, no deben guardar silencio frente a los reclamos de la otra parte y siempre debe
acordarse la posibilidad de que se enmiende el error en que pueda haberse incurrido o el
daño causado.
Cada una de las partes debe tratar de que la otra obtenga un resultado útil de su prestación.
La conducta exigible tiene que ser coherente con la actuación en una comunidad organizada
para la obtención de una finalidad común (la producción de bienes o la prestación de
servicios) y por lo tanto queda excluida toda actividad que tienda a frustrar la vida en dicha
comunidad o la obtención de sus fines propios.
El empleador debe excluir toda actividad que tienda a perjudicar la persona del dependiente
y a alterar fundamentalmente sus condiciones en la relación laboral.
A partir del momento de celebrarse el contrato, las partes están obligadas a cumplir con un
deber de veracidad, manifestándose inicialmente de buena fe, debiendo expresar los
caracteres y alcances de las prestaciones que corresponden a cada una de ellas, así como las
modalidades y posibilidades de su cumplimiento, y en especial deben comunicar a la otra
parte toda circunstancia esencial cuyo desconocimiento pueda alterar o impedir el contrato,
pues la celebración del contrato de trabajo configura un vínculo personal y exige que las
partes ajusten su conducta a lo normado por los artículos 62 y 63 de la L.C.T. y 1198 del Código
Civil.
Con relación al empleador, las obligaciones a su cargo consisten en: pagar el salario al
trabajador (art. 74 de la L.C.T.); darle ocupación efectiva (art. 78 de la L.C.T.) y en la categoría u
ocupación previstas; cumplir con las obligaciones previsionales y ante los organismos de la
seguridad social (incorporarse al sistema e incorporar al trabajador) en forma de no
obstaculizar al dependiente el goce de los beneficios respectivos (arts. 79 y 80 de la L.C.T.);
observar las normas legales sobre higiene y seguridad en el trabajo y hacer observar las
pausas y limitaciones a la duración del trabajo establecidas por la ley (art. 75 de la L.C.T.);
ejercer las facultades de dirección y organización con carácter funcional, atendiendo a los fines
de la empresa (arts. 64, 65 y 66 de la L.C.T.), y respetando la dignidad del trabajador; cumplir
con sus obligaciones de formación y de información al trabajador y al sindicato (arts.
s/n L.C.T.).
Por su parte, el trabajador debe: observar las órdenes e instrucciones que se le impartan
sobre el modo de ejecución del trabajo (art. 86 de la L.C.T.); conservar los elementos y útiles de
trabajo (art. 86 de la L.C.T.); actuar con diligencia, prestando su servicio con puntualidad,
asistencia regular y dedicación adecuada a las características de su empleo y a los medios
instrumentales que se provean (art. 84 de la L.C.T.); comunicar sus posibles inasistencias de
forma que el empresario pueda ordenar la prestación de los servicios para el cumplimiento
del plan de producción; omitir toda reticencia que conduzca a frenar el proceso productivo;
prestar los auxilios o ayudas extraordinarias que se le requieran en caso de peligro grave e
inminente para las personas o para las cosas incorporadas a la empresa (art. 89 de la L.C.T.);
abstenerse de ejecutar negociaciones por cuenta propia o ajena que perjudiquen al
empresario (art. 88 de la L.C.T.).
La violación, por cualquiera de las partes contratantes, de alguna de las obligaciones citadas,
constituye una posible causa de extinción del contrato, si por su gravedad no consiente la
prosecución de la relación (art. 242 de la L.C.T.).
Lo primero que debe recordarse es que el artículo 4° de la L.C.T. considera como principal
objeto del contrato de trabajo a "la actividad productiva y creadora del hombre en sí", lo que
destaca a la persona humana e impone una serie de tutelas destinadas a jerarquizar la labor
del hombre y a enaltecer su condición. Esta norma constituye un elemento de interpretación y
aplicación del contrato y de la normativa laboral que conforma uno de los aspectos relevantes
de la justicia social a que se refiere el artículo 11 de la L.C.T., pues obviamente no puede haber
justicia social si no existe ante todo y principalmente, respeto por la persona del trabajador.
Las normas relacionadas con la dignidad del dependiente son las que prohíben hacer
discriminaciones (arts. 17, 81 y 172 de la L.C.T., ley 23.592, Tratados, Acuerdos y Pactos del art.
75, inc. 22 de la Constitución Nacional); las vinculadas a la facultad de dirección que debe
ejercerse de modo funcional y sin perjuicio de la "preservación y mejora de los derechos
personales...del trabajador" (art. 65 de la L.C.T.); la que expresa que los cambios que se
dispongan en la forma de realización de la prestación no le deben causar al trabajador
perjuicio moral (art. 66 de la L.C.T.); con la aclaración de que tanto dicho poder como las
facultades disciplinarias deben ejercerse con el "respeto debido a la dignidad del
trabajador...excluyendo todo abuso de derecho" (art. 68, L.C.T.); los controles personales,
destinados a la protección de los bienes del empleador, deberán siempre salvaguardar la
dignidad del trabajador (art. 70 de la L.C.T.).
Además, el trabajador goza de una esfera de reserva respecto a sus opiniones políticas,
religiosas o sindicales, pues el empleador no puede obligarlo a manifestar su posición
ideológica en tales sentidos (art. 73 de la L.C.T.), y para salvaguardar su moral, la misma ley
impide cualquier rebaja de categoría, garantizando al trabajador ocupación efectiva de
acuerdo a su calificación o categoría profesional (art. 78), en conjunción con las disposiciones
de los artículos 66 y 68 de la L.C.T.
Al entrar al estudio específico de los poderes y deberes de cada una de las partes que
integran el contrato de trabajo, reitero que, para que la empresa logre sus objetivos
económicos o benéficos, se confieren al empresario poderes jerárquicos: de dirección,
reglamentario y disciplinario, los que son concedidos en beneficio del interés colectivo de la
empresa, y no en interés personal del empresarios.
Subrayo que las facultades que se reconocen al empleador son disponibles en el sentido de
que puede no ejercerlas. Los que son de orden público son los derechos de mínima (piso de la
protección legal) y las facultades pueden no ser ejercidas.
11.4. PODER DE ORGANIZACION Y DIRECCION
Entre estos poderes otorgados al empleador se encuentra el de dirección que implica, entre
otras, la posibilidad de que emita directivas generales a través de los reglamentos de empresa,
que ordene en forma particular las prestaciones de cada trabajador, de acuerdo a su categoría
contractual y a las necesidades de la empresa, que pueda variar los puestos de trabajo o
modificar dentro de ciertas pautas las condiciones de trabajo ("ius variandi"), que establezca
controles o requiera auxilios o ayudas extraordinarias. Frente al ejercicio del poder de
dirección por parte del empleador, se encuentra el deber de obediencia del trabajador dentro
de los límites legales y convencionales.
Los artículos 64 y 65 de la L.C.T. establecen que "el empleador tiene facultades suficientes
para organizar económica y técnicamente la empresa, explotación o establecimiento", y que
"las facultades de dirección que asisten al empresario deberán ejercitarse con carácter
funcional, atendiendo a los fines de la empresa, a las exigencias de la producción, sin perjuicio
de la preservación y mejora de los derechos personales y patrimoniales del trabajador".
Como señala Justo López, este poder es unilateral, en la medida en que no se concede, por
lo general, participación a los trabajadores en la formación de las decisiones del empresario; y
es discrecional, en cuanto el empresario puede elegir libremente su decisión, la que no es
impuesta por el ordenamiento estatal. Destaca asimismo que el poder no es arbitrario, pues
debe encuadrarse en límites impuestos por las necesidades de la empresa.
El reglamento suele tener una parte referida a los aspectos técnicos y económicos de la
organización del trabajo (especificar las operaciones a realizar en cada unidad de trabajo, dar
instrucciones sobre el uso de máquinas e instrumentos de trabajo, clasificar los puestos de
trabajo, determinar el régimen de ascensos, el escalafonamiento, etc.), otra relativa al régimen
disciplinario (obligaciones de aseo, de puntualidad, determinación de las modalidades del
control de salida) y que puede referirse a los contratos de trabajo en sí. Por ejemplo a las
modalidades del salario y de la jornada.
lLegitimidad de los regímenes de disciplina laboral: en este sentido, si la naturaleza del trabajo
está en consonancia con la medida adoptada por el empleador en el reglamento interno, es
claro que el trabajador está obligado a cumplir la orden (como por ejemplo, si se prohíbe
fumar en un lugar donde se almacenan combustibles). Pero se ha cuestionado la validez de
la creación de causales de despido por medio de los reglamentos, pues éstas emanan de la
ley y deben ser valoradas por los jueces; ya que una cosa es calificar un hecho como
infracción, y otra es establecer como cláusula reglamentaria que ese hecho justifica el
despido, lo que evidentemente no está autorizado por la ley, y debe ser decidido por los
jueces (art. 242, L.C.T.).
El trabajador no puede, en principio, ser obligado sin su asentimiento a prestar sus servicios
en tiempo, lugar o condiciones diversas a las convenidas, pues ello afectará su derecho de
propiedad del empleo.
Deben conciliarse los intereses del dependiente y de la empresa, de manera tal que se
respeten los principios de equidad y buena fe.
En síntesis, cierto cambio en las condiciones de la prestación de los servicios forma parte del
poder de organización del empleador, pero esas variaciones no comprenden la facultad de
modificar las cláusulas esenciales del contrato, ni de lesionar los intereses del trabajador, y
deben responder a necesidades funcionales y razonables de la empresa.
De lo expuesto resulta que el empleador puede modificar de modo no esencial los términos
del contrato de trabajo ("ius variandi"), pero la modificación debe estar sujeta a los siguientes
requisitos:
a) Razonabilidad.
La decisión modificatoria de las formas y modalidades del trabajo debe reunir todas estas
condiciones para ser legítima.
En primer lugar el cambio debe ser razonable, es decir que debe responder a las
necesidades de la producción de bienes o de servicios (interés colectivo de la empresa); se
excluye, por lo tanto, el uso no funcional, arbitrario o ilegítimo del "ius variandi".
En segundo lugar, no puede alterarse lo sustancial del contrato como el salario, el tiempo de
trabajo y la calificación profesional, pues como constituyen el núcleo del contrato, su
modificación desfigura el contrato mismo.
Limitado como está el "ius variandi" por contornos diversos, en el aspecto contractual los
cambios están ceñidos por las cláusulas expresamente pactadas, y también por todo "lo que
verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y
previsión".
El trabajo que razonablemente ha sido objeto del contrato (calificación contractual) fija para
el trabajador los límites de sus derechos y obligaciones, por lo que a su vez, determina los
propios del poder de dirección. De ahí que pueda afirmarse que dicho poder se ejerce
válidamente dentro del ámbito de la calificación contractual y que todo cambio de calificación
es ilegítimo. Puede anotarse que el artículo 94 de la ley 24.467 transgrede este principio
porque permite que el empleador acuerde con la representación sindical signataria del
convenio colectivo la redefinición de los puestos de trabajo correspondientes a las categorías
determinadas en los convenios colectivos de trabajo, contrariando al artículo 66 de la L.C.T. y
las prescripciones fundamentales de rango constitucional que protegen al trabajador.
Así, será legítimo el "ius variandi" siempre que la medida no entrañe para el dependiente
una disminución de la remuneración o de su jerarquía, o le cree una situación humillante o
injuriosa, o le obligue a un esfuerzo para adaptarse a las nuevas tareas que no son las de su
especialización, o el cambio le traiga aparejado un peligro para su salud, o incomodidades
reales que no fueron previstas cuando formalizó el contrato de trabajo.
Para Justo López lo que justifica la existencia misma y, por lo tanto, la validez del ejercicio de
los poderes jerárquicos del empleador, no es su interés individual como parte del contrato de
trabajo. El empleador sólo puede alterar —accidentalmente, no esencialmente— la relación
individual actuando como órgano de la comunidad de la empresa. Sus poderes jerárquicos
son "potestades", es decir, poderes concebidos, no en beneficio de su interés individual (como
"derechos potestativos"), sino del interés colectivo de la empresa para la realización de ese "fin
inmediato" que es el "fin común" de aquello mediato respecto del inmediato del cambio,
perseguido por las partes del contrato individual del trabajo. El "fin común" de la empresa es
"el logro de su eficaz intervención en el proceso productivo de bienes y servicios". No debe
confundírselo con el fin individual (obtención de una ganancia o beneficio) que persigue el
empresario (individual o colectivo) mediante la empresa. Por eso, el "fin común" de la empresa
es un "fin intermedio" respecto de este fin último individual del empresario y también lo es
respecto de los fines individuales del trabajador (obtener su ganancia o salario y la
conservación de la posibilidad de obtenerla).
Como regla general puede decirse que debe respetarse esencialmente el principio de
indemnidad (ausencia de perjuicio o reparación del perjuicio), colocándose al trabajador en la
misma o análoga situación que tenía con anterioridad en el orden patrimonial,
compensándose los mayores gastos de traslado, gastos de comida, etc.
Respecto de los efectos del consentimiento prestado por el trabajador, como principio
general puede afirmarse que el consentimiento dado por la aceptación pacífica del traslado
durante un lapso prolongado excluye la legitimidad de una injuria invocada tardíamente.
Ahora bien, si el trabajador acepta el cambio, ello no implica que no tenga derecho a ser
compensado adecuadamente en relación a los mayores gastos de traslado o a los
inconvenientes que le ocasiona la decisión patronal.
La jornada de trabajo forma parte del núcleo del contrato. Es una cláusula esencial, por lo
que no puede, en principio, ser modificada por el empleador.
En ciertos casos excepcionales, el cambio de horario por sí mismo y sin necesidad de otra
demostración será arbitrario. Así, la alteración del horario diurno a nocturno, por lo que el uno
condice con el régimen de vida normal, y el otro no.
Pero en la mayoría de los supuestos, el carácter perjudicial del cambio de horario quedará
sujeto a las circunstancias particulares que se presenten y que deben ser objeto de prueba.
Como idea válida se mantiene que, tratándose de un cambio que afecta a las condiciones de
vida del trabajador debe atenderse a su persona, lo que implica las posibilidades de
adecuación al nuevo horario, sin que de ello resulte un perjuicio para su salud ni para los
restantes valores tutelados. Por ejemplo, no puede disponerse que la trabajadora adelante su
horario en media hora (entraba a las 8:15 horas) si por ello debía dejar a su hija sola en la
puerta del colegio.
Es legítimo en principio el que por cambio de trabajo (de insalubre a salubre) o por cambio
de turno (de nocturno a diurno), una jornada reducida (de 6 ó 7 horas) se convierta en jornada
normal de 8 horas, pero siempre deberá atenderse a la situación particular del trabajador.
Entiendo que sólo en forma transitoria podrían asignarse al trabajador una u otras
funciones y siempre que ello fuere necesario para la continuidad de la actividad de la
empresa, reconociendo, claro está, el salario del nuevo puesto.
El salario, en cuanto es elemento esencial del contrato, no puede ser modificado por
decisión unilateral del empleador. El artículo 12 de la L.C.T. en su redacción actual excluye
todo pacto de las partes que pueda disminuir las condiciones pactadas en el contrato.
lDisolver el contrato y reclamar las indemnizaciones tarifadas del artículo 245 de la L.C.T.
l Aunque acate la modificación, puede reclamar los daños y perjuicios que le ocasiona la
medida, en los términos de los artículos 519 a 522 del Código Civil, incluso la reparación del
daño moral.
11.7. PODER DISCIPLINARIO
11.7.1. Caracterización
Entre los poderes jerárquicos del empleador se encuentra el poder disciplinario que,
conforme lo explica Justo López, es un modo de reacción ante el incumplimiento de una
obligación, admitido por el ordenamiento jurídico. La ley otorga al empresario la posibilidad de
hacer cumplir las órdenes y de corregir las faltas de los trabajadores, por medio de sanciones.
Las sanciones disciplinarias configuran un sistema práctico y útil para lograr que el
dependiente adecue su conducta a las exigencias derivadas del contrato.
El artículo 67 de la L.C.T. establece que "el empleador podrá aplicar medidas disciplinarias
proporcionadas a las faltas o incumplimientos demostrados por el trabajador". Los
incumplimientos y faltas que pueden ser objeto de sanción están relacionados con
prestaciones de cumplimiento efectivo y con deberes de conducta.
En todos los casos, el empleador debe ejercitar esta facultad dentro de los límites y con
arreglo a las condiciones establecidas por la ley, los estatutos profesionales o las convenciones
colectivas de trabajo. Siempre debe cuidar de satisfacer las exigencias de la organización del
trabajo en la empresa y el respeto debido a la dignidad del trabajador y sus derechos
patrimoniales, excluyendo toda forma de abuso de derecho (art. 68 de la L.C.T.).
La ley prohíbe expresamente que la sanción se trate de una modificación del contrato (art.
69 de la L.C.T.).
l Debe dictarse en tiempo oportuno, es decir que sea contemporánea con el acto del
trabajador que se desea corregir. Se admite la demora lógica derivada de la investigación
del hecho.
l Debe encuadrar dentro de las medidas legalmente admisibles, excluyendo todo menoscabo
de la dignidad del trabajador o el propósito de provocar su alejamiento.
l No debe implicar discriminación alguna, por aplicación del principio de igualdad de trato.
l No puede aplicarse a una misma falta más de una sanción ("non bis in idem").
Las sanciones tienen distinta graduación, que debe ser proporcional a las faltas cometidas:
l El llamado de atención, la advertencia, la amonestación, el apercibimiento: son sanciones
morales, pues no ocasionan ningún perjuicio económico para el trabajador (no pierde
salarios). Tienen por finalidad hacerle saber al dependiente que su acción o falta no fue
tolerada y tampoco lo será en el futuro, y configuran malos antecedentes invocables en caso
de una falta ulterior. Por ello, si se las quiere cuestionar deben ser impugnadas.
l La suspensión: es una sanción más grave que las anteriores, que ocasiona un perjuicio
material para el dependiente, pues lo priva de su salario. Se gradúa de acuerdo a la
gravedad de la falta cometida.
b) resguardo de los bienes de la empresa. Este control puede realizarse mediante personal de
policía privada, correspondiéndoles proteger a las personas y evitar la comisión de hechos
delictivos, colaborando, en su caso, con la policía del Estado;
c) controles de puerta o de salida. Estos controles deben respetar, igual que los anteriores, la
dignidad del trabajador, es decir que no deben humillarlo ni menoscabarlo. Además, y como
lo determina la norma (arts. 70, 71 y 72 de la L.C.T.), deben ser discretos, automáticos,
generales, conocidos por la autoridad de aplicación, ser realizados por mujeres en caso de
revisación del personal femenino, efectuarse en lugar alejado de presencias extrañas o de
terceros, y dar al trabajador la posibilidad de ser asistido por otro trabajador;
Respecto al tiempo de pago, los efectos de la mora, y las reglas generales y especiales sobre
la adquisición y el pago de la remuneración, me remito al capítulo pertinente.
El artículo 75 de la L.C.T., en su texto actual, dice: "1) El empleador está obligado a observar
las normas legales sobre higiene y seguridad en el trabajo, y a hacer observar las pausas y
limitaciones a la duración del trabajo establecidas en el ordenamiento legal. 2) Los daños que
sufra el trabajador como consecuencia del incumplimiento de las obligaciones del apartado
anterior, se regirán por las normas que regulan la reparación de los daños provocados por
accidentes en el trabajo y enfermedades profesionales, dando lugar únicamente a las
prestaciones en ellas establecidas" (texto introducido por el art. 49 de la ley 24.557).
Las "normas legales" a que se refiere el primer párrafo del artículo son principalmente la ley
19.587 y su decreto reglamentario 351/79, y la ley de riesgos del trabajo. Por su parte, las
"pausas y limitaciones a la duración del trabajo" están reguladas en la ley 11.544 (de jornada),
las numerosas disposiciones reglamentarias y las normas pertinentes de la L.C.T.
Krotoschin afirmó, aún antes de la sanción de la L.C.T., que el deber de seguridad exigido al
empleador se trataba de una exigencia contractual típica y que no requería formulación ni
regulación expresa por parte de la legislación o de la convención colectiva, pues estaba
implícito en todo contrato de trabajo. Su transgresión ocasionaba responsabilidad, siempre
que se configurara un daño y existiera relación causal. Esta postura fue compartida por la
doctrina y la jurisprudencia mayoritaria. Con posterioridad a la promulgación de la L.C.T., el
artículo 75 de la ley sólo disipó alguna polémica en torno al carácter contractual y no legal de
la obligación y se daba por sentado la vigencia del deber de conducta, aunque la norma nada
hubiese prescripto. Al igual que Krotoschin, otros doctrinarios como Eduardo Alvarez, Justo
López, Fernández Madrid, De la Fuente, son partidarios de la tesis tradicional que afirma la
admisibilidad de una pretensión autónoma dirigida a efectivizar la responsabilidad contractual
del empleador cuando el trabajador padece un daño que guarda nexo causal con el
incumplimiento de la obligación de seguridad.
En conclusión, para esta postura, ante un infortunio laboral nacían tres tipos de acciones:
El nuevo artículo 75 pretende eliminar estas hipótesis, por cuanto limita las acciones y
prestaciones de reparación de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales
exclusivamente a las incluidas en la ley de riesgos del trabajo 24.557. Además, convierte al
trabajador en un sujeto que carece de acción para demandar el cumplimiento de las normas
de higiene y seguridad y sólo lo habilita a efectuar una denuncia ante la Superintendencia de
Riesgos del Trabajo.
Numerosos autores consideran que, sin perjuicio de la intención del legislador de vaciar de
contenido al artículo 75, el deber de seguridad preexiste en la relación laboral más allá del
concepto legislativo que ahora pretende dársele. Este deber continúa produciendo efectos
jurídicos fundados en la regla general del artículo 1198 del Código Civil y del artículo 63 de la
L.C.T., imponiendo el deber de previsión como principio general del Derecho del Trabajo, por
cuanto se trata de preservar la integridad psicofísica del trabajador y ante dicho
incumplimiento surge sin dudas la responsabilidad del empresario.
11.11. EXCEPCION DE INCUMPLIMIENTO CONTRACTUAL
El nuevo art. 75 (texto según ley 24.557,art. 49) suprimió la facultad del trabajador de
retener su prestación de trabajo en los casos señalados.
Sin embargo la facultad del trabajador de retener la prestación de trabajo en caso de que el
empleador incumpla su deber de seguridad. Ello porque los artículos 510 y 1201 del Código
Civil son aplicables en el contrato de trabajo.
La L.C.T., en el artículo 77, determina que el empleador debe prestar protección a la vida y
bienes del trabajador cuando éste habite en el establecimiento; si se le proveyese de
alimentación y vivienda, aquélla deberá ser sana y suficiente y la última, adecuada a las
necesidades del trabajador y su familia; el empleador debe efectuar a su costa las
reparaciones y refacciones indispensables, conforme a las exigencias del medio y confort.
Por consiguiente, existe un derecho correlativo a este deber, en virtud del cual el trabajador
puede exigir que se lo ocupe, no bastando que se le mantenga la remuneración del período no
laborado.
La asignación de tareas debe ser adecuada a la capacidad física del trabajador.
Si el trabajador fuese asignado a tareas superiores distintas de aquellas para las que fue
contratado, puede rechazarlas, y si las acepta siempre tiene derecho a percibir la
remuneración correspondiente por el tiempo de su desempeño. La norma también indica que
si desaparecen las causas que dieron lugar a la suplencia y el trabajador continúa en su
desempeño o si transcurren los plazos que fijen al efecto los estatutos profesionales o las
convenciones colectivas de trabajo, las nuevas tareas se reputarán como definitivas.
El artículo 79 de la L.C.T. pone en cabeza del empleador una serie de obligaciones derivadas
de las leyes y otras normas, especialmente de la seguridad social, a fin de "posibilitar al
trabajador el goce íntegro y oportuno de los beneficios que tales disposiciones le acuerdan".
Debe obrar con diligencia toda vez que un beneficio a favor del trabajador esté condicionado,
en su otorgamiento, a requisitos previos que deben ser cumplidos por el propio empresario
(registración del empleador en el régimen respectivo).
CERTIFICADO DE TRABAJO
Tanto las obligaciones que el empresario tiene como obligado directo (contribuciones
jubilatorias, aportes para asignaciones familiares y el Fondo Nacional de Empleo), como las
que le correspondan como agente de retención, pueden ser invocadas por el trabajador para
disolver el contrato, previa intimación, si de ello le resulta una situación impeditiva de la
prosecución del contrato (art. 242, L.C.T.).
El artículo 132 bis establece que si el empleador hubiere retenido aportes del trabajador con
destino a los organismos de la seguridad social o cuotas, aportes periódicos o contribuciones a
que estuviesen obligados los trabajadores en virtud de normas legales o provenientes de las
convenciones colectivas de trabajo, o que resulten de su carácter de afiliados a asociaciones
profesionales de trabajadores con personería gremial, o de miembros de sociedades mutuales
o cooperativas o por servicios y demás prestaciones que otorguen dichas entidades, y cuando
se produce la extinción del contrato de trabajo por cualquier causa no hubiese ingresado total
o parcialmente esos importes a favor de los organismos, entidades o instituciones a los que
estuvieren destinados, deberá a partir de ese momento pagar al trabajador afectado una
sanción conminatoria mensual equivalente a la remuneración mensual del dependiente. Este
importe se devengará con igual periodicidad a la del salario hasta que el empleador acreditase
de modo fehaciente haber hecho efectivo el ingreso de los fondos retenidos. Ello sin perjuicio
de las hipótesis en que hubiere quedado configurado un delito de derecho penal (ver ley
25.345).
c) remuneraciones percibidas, especificando los parciales de los períodos a los que ellas
corresponden;
Si el empleador no hiciera entrega de dichas constancias dentro de los 2 (dos) días hábiles
computados a partir del día siguiente al de la recepción del requerimiento que a tal efecto le
formulare el trabajador de modo fehaciente, será sancionado con una indemnización a favor
de este último que será equivalente a tres veces la mejor remuneración mensual, normal y
habitual percibida por el trabajador durante el último año o durante el tiempo de prestación
de servicios, si éste fuere menor. Esta indemnización se devengará sin perjuicio de las
sanciones conminatorias que para hacer cesar esa conducta omisiva pudiere imponer la
autoridad judicial competente (texto según ley 25.345). El decreto reglamentario 146/01 en su
artículo 3º extendió el plazo para el empleador a un mes posterior a la extinción del contrato.
Lo que ha dado lugar a interpretaciones contradictorias en la jurisprudencia. Opino que debe
entenderse que el trabajador puede en cualquier momento requerir dicho certificado y que el
empleador podría entregarlos dentro de los 30 días corridos de efectuada la petición .
Todo empleador se encuentra obligado a registrar al trabajador en sus libros laborales, que
deben estar rubricados en las mismas condiciones que se exigen para los libros principales de
comercio. El libro que prevé el artículo 52 de la L.C.T. debe ser llevado por todos los
empleadores que ocupen a más de cuarenta trabajadores. En el caso de las pequeñas
empresas (ley 24.467) éstas podrán llevar un libro denominado "Registro Unico de Personal",
que incluye el libro del artículo 52, L.C.T. y otros establecidos por normas especiales.
A su vez, el artículo 7° de la ley 24.013, establece que el contrato ha sido registrado cuando
el empleador hubiere inscripto al trabajador en el libro del artículo 52 de la L.C.T. y en los
registros mencionados en el artículo 18, inciso a), L.E., y que las relaciones laborales que no
cumplieren con los requisitos fijados, se considerarán no registradas.
Por otra parte, en el supuesto caso de que los libros carezcan de las formalidades previstas
en el artículo 52 de la L.C.T. tales circunstancias son merituadas por el Juez y si se omite su
exhibición es considerado como una presunción a favor del trabajador (arts. 53, 54 y 55 de la
L.C.T.).
11.18.2. Datos que debe contener el libro especial del artículo 52 de la L.C.T.
Se prohíbe: alterar los registros correspondientes a cada persona empleada; dejar blancos o
espacios; tachar anotaciones, suprimir fojas o alterar su foliatura o registro; hacer
interlineaciones, raspaduras o enmiendas, las que deberán ser salvadas en el cuadro o espacio
respectivo, con firma del trabaja dor a que se refiere el asiento y control de la autoridad
administrativa.
Los registros enumerados en el artículo 18, inciso a) de la ley 24.013, que debe concentrar el
Sistema Unico de Registro Laboral, son: la inscripción del empleador y la afiliación del
trabajador a la A.N.Se.S y a la obra social correspondiente. El Instituto Nacional de Previsión
Social y las cajas de subsidios familiares fueron suprimidos por los artículos 96 y 91 del
decreto 2284/91, por lo que el empleador debe, actualmente, efectuar un registro sólo ante la
A.F.I.P. y ante la obra social que corresponda al trabajador.
El artículo 84 de la ley 24.467 para pequeñas empresas permite sustituir los libros y registros
exigidos por las normas legales y convencionales vigentes por un Registro Unico de Personal,
donde deben asentarse la totalidad de los trabajadores, cualquiera sea su modalidad de
contratación y debe hallarse rubricado por la autoridad administrativa laboral competente
(art. 85).
De las registraciones que ordena llevar el artículo 52 de la L.C.T., las relativas a las
remuneraciones percibidas deben tener respaldo documental (recibos). También deben
registrarse en los libros de comercio.
Las demás constancias relativas a fecha de ingreso y egreso, así como los datos que
permitan una exacta evaluación de las obligaciones a cargo del empleador, son puestas en
forma unilateral por el empresario, por lo que tienen un valor relativo y son inoponibles al
trabajador.
Si la empresa no lleva libros, o no los exhibe ante requerimiento judicial —reitero—, surge
una presunción a favor de los hechos expuestos por el trabajador en su demanda, que
debieron asentarse en dichos libros (art. 55 de la L.C.T.).
En caso de que los libros carezcan de alguna de las formalidades prescriptas por el artículo
52, o sean llevados defectuosamente, en caso de controversia judicial su valor probatorio será
apreciado por el juez, de acuerdo a las particulares circunstancias de cada caso (art. 53 de la
L.C.T.).
La omisión de registro de la relación de trabajo constituye una justa causa de despido para
el trabajador (arts. 242 y 246 de la L.C.T.). Además, le permite al dependiente acudir al
mecanismo previsto por la ley 24.013 para obtener la regularización (arts. 72 a 11, 14 a 17).
Reitero que por su unilateralidad los libros no pueden ser invocados por el empleador como
sola prueba, pero valen como confesión propia.
11.19. EL CUMPLIMIENTO DE LA PRESTACION DEL TRABAJADOR
La diligencia del trabajador, vista desde la óptica del cumplimiento de sus deberes generales
de prestación y de conducta, se vincula con la buena fe y el deber de colaboración
contemplados en el artículo 63 de la L.C.T..
El trabajador debe observar las órdenes e instrucciones que se le impartan sobre el modo
de ejecución del trabajo, ya sea por el empleador o por sus representantes (art. 86 de la
L.C.T.). El incumplimiento configura una desobediencia que puede ser motivo de sanciones e
incluso configurar una injuria suficiente para decidir el despido.
Las órdenes e instrucciones del empresario sólo deben ser obedecidas si son legítimas y
funcionales. El incumplimiento no es sancionable cuando configura la reacción contra un
abuso de derecho o contra un acto antifuncional del empresario, o contra un acto en perjuicio
del trabajador, o violatorio de la ley.
Este deber, que deriva del más genérico de buena fe, obliga al trabajador a no cometer
actos perjudiciales para el empresario y en manifestaciones positivas que se traducen en la
diligencia en la prestación del trabajo, comunicación de peligros o entorpecimientos, no
ocasionar daños, no divulgar secretos, no dejarse sobornar y no hacer concurrencia desleal. Es
tanto más exigible cuanto mayor es la jerarquía del dependiente y más delicadas sus
funciones.
El deber de fidelidad que la ley pone en cabeza del trabajador no significa sumisión ni deber
de lealtad al empleador, sino una expresión de buena fe, impuesta en la relación laboral.
a) En el caso de invenciones personales del trabajador, la ley las denomina "invenciones libres"
y son aquellas que el trabajador hiciere con total prescindencia de su obligación de prestar
trabajo, pero que fueron concretadas durante la relación de trabajo, aun cuando el
dependiente no fue contratado para realizar esos descubrimientos. La ley otorga la
propiedad de esos descubrimientos al trabajador, aun cuando se haya valido de
instrumentos que no le pertenecen. En el caso de cesión de sus derechos sobre la invención
o descubrimiento, el trabajador deberá dar derecho de preferencia al empleador, en
igualdad de condiciones con los terceros (art. 83 de la L.C.T.).
c) También son de propiedad del empleador las invenciones, fórmulas, diseños, materiales y
combinaciones que se obtengan habiendo sido el trabajador contratado con tal objeto.
11.21. RESPONSABILIDAD POR DAÑOS AL EMPLEADOR
El trabajador es responsable ante el empleador de los daños que cause a los intereses de
éste, por dolo o culpa grave en el ejercicio de sus funciones (art. 87 de la L.C.T.).
La jurisprudencia exige para que se configure culpa grave que el trabajador produzca los
daños que pudo prever y evitar adoptando precauciones mínimas. Se trata de una culpa
calificada e inexcusable, donde el dependiente autor del hecho tiene conciencia de los peligros
que origina su conducta; es una culpa lindante con el dolo.
En cambio, se han excluido de la hipótesis del artículo 87 de la L.C.T. los daños causados a
los intereses del empleador por negligencia en el cumplimiento de una obligación de medio,
toda vez que no resultan del dolo o culpa grave de éste. El incumplimiento de la diligencia
normalmente exigible no resulta suficiente para responsabilizar al trabajador por los daños
causados al empleador en los términos del artículo 87, y menos aún puede reconocerse dicha
responsabilidad si las tareas se realizaron bajo el control y la supervisión del principal.
Una vez producido el daño, el empleador puede iniciar la acción de responsabilidad ante la
Justicia del Trabajo (art. 20 de la ley 18.345); tiene 90 días para hacerlo, pues de lo contrario
caduca su derecho (art. 135 de la L.C.T.). El empleador puede consignar judicialmente el
porcentaje previsto por el artículo 133 de la L.C.T. (20%) de las remuneraciones del
dependiente, a las resultas del juicio.
Para que se configure el incumplimiento del trabajador es necesario que cause o que
pudiera causar un daño al empleador, de acuerdo a la redacción del artículo 88 de la L.C.T. Es
decir que basta la mera posibilidad de daño para encuadrar la situación dentro de lo previsto
por el artículo.
Este deber de no concurrencia constituye una expresión concreta del deber de buena fe.
No importa que la actividad paralela del dependiente sea autónoma o dependiente ni que la
realice directamente o a través de terceros.
El artículo 89 de la L.C.T. establece que el trabajador estará obligado a prestar los auxilios
que se requieran, en caso de peligro grave o inminente para las personas o para las cosas
incorporadas a la empresa.
En los contratos a tiempo parcial (art. 92 ter, L.C.T.) los trabajadores no podrán realizar
horas extraordinarias, salvo la hipótesis del artículo 89, L.C.T. ya referido.
6) ¿Cuáles son las distintas medidas disciplinarias que puede aplicar el empleador?
8) Enumere los tipos de controles personales que pueden ser dispuestos por el empleador.
10) ¿En qué situación el empleador debe cumplir la obligación de alimentación y vivienda y
cómo debe llevarla a cabo?
12) Explique la importancia de cumplir las obligaciones frente a la seguridad social y las
consecuencias de la inobservancia.
13) ¿Qué libros deben llevar los empleadores en general?
15) Enumere y explique los deberes del trabajador durante la relación de trabajo.
16) ¿Cuáles son las diferentes situaciones que pueden darse frente a una invención o
descubrimiento del dependiente?
BIBLIOGRAFIA
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2ª edición,
2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes Fundamentales del Trabajo" ,
Ed. La Ley, 11 ed., 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de Trabajo Comentada", Ed. La Ley, 2009.
POSE, CARLOS,"Manual Práctico del ius variandi" , Ed. David Grimberg-Libros Jurídicos, 1995.
De tal modo, en el orden normativo tenemos por una lado la ley nacional
y eventualmente su reglamentación, y por otra el acuerdo de partes
(individual o colectivo), que podría prevalecer sobre aquellas otras normas
en el supuesto de ser más favorable al trabajador. En aras de la
uniformidad queda eliminada como fuente normativa la legislación
provincial.
El párrafo 2° del artículo 197, L.C.T. dice que "integrarán la jornada los
períodos de inactividad a que obligue la prestación contratada, con
exclusión de los que se produzcan por decisión unilateral del trabajador".
El artículo 1° de la ley 11.544 (1er. párrafo) establece que "la duración del
trabajo no podrá exceder de ocho horas diarias o cuarenta y ocho
semanales para toda persona ocupada por cuenta ajena, en explotaciones
públicas o privadas, aunque no persigan fines de lucro".
El artículo 199 de la L.C.T. dispone que "el límite de duración del trabajo
admitirá las excepciones que las leyes consagren en razón de la índole de la
actividad, del carácter del empleo del trabajador y de las circunstancias
permanentes o temporarias que hagan admisibles las mismas, en las
condiciones que fije la reglamentación".
DIRECTORES Y GERENTES
Por mi parte entiendo que el trabajo por turnos rotativos sólo debería ser
autorizado en las empresas de actividades necesariamente continuas, pues
su realización afecta los ritmos biológicos y perjudica la vida familiar,
cuestiones fundamentales para la consideración respetuosa de la condición
de persona humana del trabajador.
12.10.1.2. Concepto en el Decreto Reglamentario 16.115/33
La duración del trabajo por equipos se puede extender más allá de las
ocho horas diarias y cuarenta y ocho semanales, con la condición de que el
promedio de las horas de trabajo en un período de tres semanas como
mínimo, no exceda de ocho horas por día o cuarenta y ocho horas
semanales, es decir, ciento cuarenta y cuatro horas con un tope de
cincuenta y seis horas por semana.
En compensación del trabajo realizado por equipos por cada siete días de
trabajo nocturno deberá concederse un descanso equivalente a una
jornada de trabajo. A esta pausa se suma el descanso hebdomadario, pues
se trata de una jornada especial de reposo por trabajo nocturno, no del
descanso normal por el trabajo semanal y el descanso corresponde toda
vez que se trabajen en forma continua siete días en horario nocturno. El
único caso en que procede el adicional de ocho minutos en el trabajo
nocturno (art. 200, L.C.T.) por equipos es cuando la jornada de descanso
compensatorio que correspondería por cada siete días de trabajo nocturno
no se otorga.
El artículo 4°, inciso a) de la ley 11.544 dispone que los reglamentos del
Poder Ejecutivo pueden fijar por industria, comercio y oficio y por región las
excepciones permanentes admisibles para los trabajos preparatorios o
complementarios que deban necesariamente ser ejecutados fuera del
límite asignado al trabajo general del establecimiento.
El artículo 4°, inciso a) "in fine" de la ley 11.544 establece una excepción
permanente a la duración máxima de la jornada legal para ciertas
categorías de personas cuyo trabajo sea especialmente intermitente. Esta
excepción debe ser reglamentada por el Poder Ejecutivo; de esta forma, si
el mismo fija para este tipo de tareas, una jornada que supera la de 8 ó 48
horas, serán extraordinarias las horas que excedan a dicha jornada.
Conceptualizar con precisión el trabajo intermitente entraña las
dificultades. En tal sentido, señalo que debe tratarse de trabajos que por su
naturaleza, obliguen a permanecer continuamente en el puesto, exigiendo
sólo de manera discontinua la actividad del trabajador. Es decir, son
trabajos de permanencia continuada y de esfuerzo discontinuo, que
pueden presentar muy diferentes manifestaciones.
PROPIAS DE LA EMPRESA
12.12.1. Accidente, trabajos de urgencia, fuerza mayor
El artículo 190 de la L.C.T. prevé una jornada reducida para los menores,
disponiendo la prohibición de ocupar a los que tengan entre dieciséis y
dieciocho años en ningún tipo de tarea durante más de seis horas diarias o
treinta y seis semanales, sin perjuicio de la distribución desigual de las
horas laborales. Previa autorización administrativa, la jornada podrá
extenderse a ocho horas diarias o cuarenta y ocho semanales.
Se prohíbe, además, la ocupación de menores de uno y otro sexo en
trabajos nocturnos, entendiéndose por tales los realizados entre las veinte
y las seis horas del día siguiente. Sólo para los menores varones de más de
dieciséis años se permite una excepción a esta prohibición si se trata de
establecimientos que abarquen las veinticuatro horas del día; en este
supuesto el período de interdicción es el comprendido entre las veintidós y
las seis horas del día siguiente. Salvo esta hipótesis, la prohibición tiene
carácter de absoluta.
12.14.1. Caracterización
12.19.2. Concepto
2) Si las remuneraciones son por día o por hora, se abona por cada
día de vacación el importe que le hubiera correspondido al
trabajador en la jornada anterior a la fecha en que comienza sus
vacaciones.
e) Dos días corridos con máximo de diez por año calendario, para
rendir examen en la enseñanza media o universitaria, debiendo
cumplir los requisitos establecidos en el artículo 161 de la L.C.T.
Son días no laborables el jueves santo, y para los que profesan la religión
judía los días de año nuevo judío (dos días) y el día del perdón. Para los que
profesan la religión islámica el día del año nuevo musulmán, el día
posterior a la culminación del ayuno, y el día de la fiesta del sacrificio.
BIBLIOGRAFIA
COLOTTI, JULIO E. , "Régimen jurídico del descanso", Ed. Pulso, Bs. As., 1954, p.
148.
CAPITULO XIII
REMUNERACIÓN
13.1. Concepto. - 13.2. Formas de determinar la
remuneración. - 13.3. Beneficios sociales. - 13.4.
Prestaciones no remuneratorias (art. 105, L.C.T.). -
13.5. Salario mínimo, vital y móvil. - 13.6. Sueldo
Anual Complementario. - 13.7. La tutela del salario.
- 13.8. Forma de pago. - 13.9. Instrumentación de
los pagos laborales. - 13.10. Guía de análisis. -
Bibliografía.
13.1. CONCEPTO
En esta línea el artículo 103 de la L.C.T. afirma que "a los fines de esta ley
se entiende por remuneración la contraprestación que debe percibir el
trabajador como consecuencia del contrato de trabajo..." "... El empleador
debe al trabajador la remuneración, aunque éste no preste servicios, por la
mera circunstancia de haber puesto su fuerza de trabajo a disposición de
aquél."
Por consiguiente, del salario forma parte toda prestación que tenga por
causa:
l el esfuerzo realizado,
El artículo 104, L.C.T. establece que: "El salario puede fijarse por tiempo o
por rendimiento del trabajo, y en este último caso por unidad de obra,
comisión individual o colectiva, habilitación, gratificación o participación en
las utilidades e integrarse con premios en cualquiera de sus formas o
modalidades".
Principio General:
Las gratificaciones pueden ser extraordinarias (dadas por una sola vez) o
habituales. Las cuestiones que se han suscitado en torno a la naturaleza
remuneratoria de las gratificaciones, por lo común han estado ligadas con
su exigibilidad futura y cuando se plantea el problema relativo a la
exigibilidad de la gratificación, el objeto del examen consiste en determinar
si el trabajador puede reclamar como derecho propio, para el futuro, esa
prestación salarial que nació de la espontánea decisión del empleador. La
solución debe encontrarse en la existencia de una prestación incorporada
al núcleo del contrato, pues sólo puede ser exigible aquello a lo cual el
empleador se ha obligado. Es decir, debe tratarse de la contraprestación a
cargo del empleador (salario complementario). Por lo común, si las
gratificaciones fueron entregadas año tras año, este elemento objetivo, la
habitualidad, será el único título esgrimible por el trabajador para justificar
su acción, pues la reiteración de los pagos implicará para él la expectativa
de seguirlos devengando con igual periodicidad, como cláusula contractual
implícita.
13.3.1. Concepto
b) (Inciso derogado)
c) (Inciso derogado)
13.5.1. Concepto
"Por ninguna causa podrán abonarse salarios inferiores a los que se fijen
de conformidad al presente capítulo, ..."
13.5.3. Determinación
13.6.3. Cálculo
En primer lugar declara nula toda renuncia de derechos (art. 12, L.C.T.). En
este caso la garantía está dirigida respecto de actos del mismo trabajador,
quienes por razones de necesidad puede verse obligado a disponer en su
perjuicio de derechos creditorios ya devengados.
l las que tienen relación con la prueba del monto y pago de los
salarios (arts. 52 a 56, 59 a 61, 138 a 144 y 146, L.C.T.),
l las que se refieren a la época del pago (arts. 74, 126 a 128 y 137,
L.C.T.),
l las que regulan sobre los medios de pago (arts. 124 y 125, L.C.T.),
l las que tratan sobre días, horas y lugares de pago (art. 129,
L.C.T.),
13.8.1. En dinero
13.8.5. Viáticos
Por aplicación del artículo 124, L.C.T. queda excluido el pago en moneda
extranjera o en instrumentos que no sean en dinero.
Los problemas que plantea el pago con cheques son relativos a la prueba
del pago. A este respecto el artículo 125, L.C.T. resuelve un problema
probatorio y con acierto acuerda plena validez a la documentación obrante
en el banco, relativa al pago del cheque o al movimiento de la cuenta a
nombre deltrabajador. Sin embargo, la documentación bancaria permitirá
establecer el hecho de la percepción efectiva del salario pero no su
composición, por lo que, en todos los casos deben arbitrarse los medios
para que dichas constancias sean complementadas por el recibo que indica
el artículo 140, L.C.T.
A su vez el pago debe ser efectuado una vez vencido el período que
corresponda dentro de los siguientes plazos máximos: 4 días hábiles para
las remuneraciones mensuales o quincenales y 3 días hábiles para la
semanal (arts. 126 y 128 de la L.C.T.). De lo contrario, se produce la mora
automática, y a partir del vencimiento se calculan intereses.
Mora
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XIV
DEL CONTRATO
14.1. SUSPENSIONES
Los artículos 215 y 217 del mismo cuerpo normativo; tratan aquellos
casos en los que el trabajador se desempeña en cargos electivos y el
tiempo que ocupa en dichas funciones se considera período de trabajo a
los efectos del cómputo de la antigüedad. Es decir, el trabajador no presta
servicios, el empleador no paga la remuneración pero el contrato de
trabajo subsiste a fin de computar la antigüedad frente a los beneficios de
la ley, estatutos profesionales y convenciones colectivas de trabajo.
A su vez esta norma se complementa con el artículo 219 que expresa: "Se
considera que tiene justa causa la suspensión que se deba a falta o
disminución de trabajo no imputable al empleador, a razones disciplinarias
o a fuerza mayor debidamente comprobada."
Justa causa
Plazo fijo
14.2.1. Concepto
14.2.2. Plazos
14.2.3. Efectos
1) Si el empleador ha cumplido debidamente con lo prescripto por
los artículos 218 a 221 de la L.C.T., se exime de dar ocupación y
abonar los salarios pertinentes y el trabajador no presta
servicios durante el lapso de la medida aplicada.
14.3.1. Concepto
Esta causal se encuentra contemplada en los artículos 219, 221, 222 y 223
bis de la L.C.T. No existe en la ley la definición de fuerza mayor. Sin
embargo, en el fallo plenario dictado por la Cámara Nacional de
Apelaciones del Trabajo nº 24 en autos: "Menéndez, Manuel y otros c/
Peirano Ltda. S.R.L." del 8/3/55, se expresó que en el derecho laboral, el
caso fortuito o fuerza mayor a que aludía el artículo 66 del decreto ley
33.302/45, debía ser considerado por el juzgador, con sujeción a las
circunstancias concurrentes en cada caso y teniendo en cuenta que la falta
o disminución de trabajo no haya podido preverse o que prevista no haya
podido evitarse, remitiéndose de tal manera al concepto que surge del
artículo 514 del Código Civil.
Es por ello que la causal de fuerza mayor debe ser entendida como un
obstáculo insalvable y no como sólo un impedimento meramente más
oneroso del deber de ocupación por cuanto en definitiva es el empresario
quien asume todos los riesgos. Esta causal no existe cuando el
inconveniente es inherente al giro propio de su empresa, siendo que éste
en el ejercicio de su actividad debe considerar los riesgos propios y
ordinarios dado que sólo podrá eximirse de responsabilidad en aquellos
supuestos en que los hechos aparezcan como imprevisibles o
extraordinarios.
14.3.2. Plazos
14.4.2. Requisitos
En cuanto se trata de una cuestión que aun contemplada por una norma
especial, no ha previsto los efectos de su incumplimiento, deben aplicarse
en lo pertinente los artículos 218, 219, 220 y 222 de la L.C.T. con lo cual el
trabajador deberá impugnar la suspensión a los efectos de poder percibir
los salarios por todo el tiempo de la suspensión cuando el empleador no
probó la justa causa invocada (art. 377 del CPCCN), y evaluado dentro del
marco formado por los artículos 64, 65 y 66 de la L.C.T.
14.4.3. Procedimiento
14.4.5. Sanciones
RAZONES DISCIPLINARIAS
14.5.1. Concepto
Esta causal de suspensión está prevista en los artículos 219, 220, 221 y
222 de la L.C.T., pero su fundamento y limitaciones se encuentran
contemplados en el plexo normativo formado por los artículos 67, 68 y 69.
14.5.4. Efectos
14.6.1. Concepto
14.6.2. Requisitos
14.7.1. Concepto
10) ¿Cuáles son sus efectos sobre las obligaciones de las partes?
BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA B.,"Suspensión disciplinaria", T. XXXIII, Legislación del
Trabajo, pág. 107.
Esta situación dio lugar a una fuerte corriente legislativa que, desde la
mitad del siglo pasado, tendió a otorgarle a la mujer condiciones especiales
de trabajo; en este sentido, destaco que cuando a la mujer se la iguala a
través de una desigualdad de derecho, justificada en razones de hecho que
se imponen al legislador en un contexto cultural y social determinado,
existe discriminación protectora (positiva) de la mujer; en cambio, la
discriminación es peyorativa cuando a la mujer se la perjudica en igualdad
de situación con el hombre, que es lo que la ley pretende evitar.
15.2. FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL Y LEGAL DE LA
La ley 23.592 (1985), que persigue las prácticas discriminatorias, entre las
que se encuentran las motivadas por el sexo, dispone que quien
arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el
pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías
fundamentales reconocidos por la Constitución Nacional, será obligado, a
pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en
su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados.
15.8. LACTANCIA
15.11.3. Requisitos
La L.C.T., a partir del artículo 187, trata sobre el trabajo de los menores.
15.12.2. Vacaciones
El artículo 194 de la L.C.T. otorga a los menores de uno u otro sexo una
licencia anual, no inferior a quince días, en las condiciones previstas en la
ley.
15.13. GUIA DE ANALISIS
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XVI
ENFERMEDADES INCULPABLES
ACCIDENTES INCULPABLES
16.1.1. Concepto
16.1.2. Requisitos
La enfermedad o accidente del trabajador debe impedir que éste cumpla con su débito
contractual, en tal sentido debe ser incapacitante. Dicha incapacidad puede ser transitoria, en
la medida que provoca una suspensión de los afectos del contrato de trabajo, o permanente,
que modifica la relación contractual o la extingue. Se excluye la indisposición pasajera que no
gravita en el estado general del trabajador, siendo a cargo de éste la prueba de la incapacidad.
Además, como la palabra lo indica, debe ser inculpable, es decir, que no hay culpa grave del
trabajador, en el sentido de que no debe haber adoptado actitudes lindantes con el dolo (acto
intencional). Sólo se excluye entonces el hecho intencional y los accidentes o enfermedades
producidos por la temeridad casi intencional o culpa grave de la víctima. Cabe destacar que ni
el alcoholismo ni los intentos de suicido han sido considerados casos de culpabilidad por
tratarse de enfermedades o estados psíquicos que producen alteraciones.
Por otra parte, la enfermedad o accidente inculpable debe manifestarse durante la relación
laboral, por lo tanto, se excluye la enfermedad que se manifiesta con posterioridad a la
terminación del contrato de trabajo aunque se haya gestado durante la vigencia de la relación
laboral.
16.1.3. Efectos
2) El aviso no requiere ningún tipo de formalidad, por ende, basta un llamado telefónico o la
remisión de un telegrama, aunque también puede avisarse verbalmente por intermedio de
un tercero. Es importante cumplir este requisito porque la falta del mismo origina la pérdida
de los salarios anteriores a la comunicación de la enfermedad, salvo que la dolencia fuere
grave y resultara inequívocamente acreditada o mediare fuerza mayor (art. 209, segundo
párrafo L.C.T.). El aviso al empleador se justifica en la medida en que éste tiene derecho a
ejercer el derecho de control (art. 210, L.C.T.), como lo expongo en el párrafo que sigue.
Las obligaciones del empleador se pueden sintetizar en: pagar los salarios, conservar o
reservar el puesto de trabajo, reincorporar o pagar la indemnización, y pagar la indemnización
en caso de despido injustificado.
16.3.1.Pago de salarios
Del sentido del artículo 208 de la L.C.T. surge la obligación del empleador de pagar salarios
al trabajador por cada enfermedad o accidente inculpable y para el que basta que se trate de
dolencias distintas (por ejemplo dos gripes son enfermedades diferentes).
El empleador debe abonar los salarios por enfermedad por todo el tiempo que le hubiera
correspondido percibir de haber continuado trabajando, durante los siguientes plazos:
a) Si el trabajador cuenta con una antigüedad menor a 5 años, tiene derecho a percibir su
remuneración por un plazo de 3 meses y se extiende a 6 meses si tiene cargas de familia.
En este caso rige lo normado por el artículo 212 de la ley de contrato de trabajo que
contempla cuatro situaciones:
a) El trabajador que retorna con una capacidad disminuida tiene derecho a que se le asignen
tareas adecuadas a su capacidad con la misma remuneración anterior.
16.5. LA REMUNERACION
El empleador tiene la obligación —como antes expresé— de pagar salarios por cada
enfermedad o accidente inculpable pero ese salario no puede ser inferior al que hubiere
percibido el trabajador de no haberse operado el impedimento. En tal sentido, la
remuneración es la habitual del trabajador (art. 208, L.C.T.) con los incrementos que se
produzcan durante la enfermedad. Se computa la totalidad de las remuneraciones e incluso
los adicionales y las horas extras.
Si las remuneraciones son variables se busca un promedio semestral del total de las
remuneraciones, las horas extras también se promedian. Y las prestaciones en especie deben
ser valoradas adecuadamente cuando exista privación de la prestación.
De conformidad a lo normado por el segundo párrafo del artículo 129 de la L.C.T., el pago se
realiza a un familiar del trabajador imposibilitado o a otro trabajador acreditado por una
autorización suscripta por aquél.
2) ¿Si el trabajador padece una enfermedad con motivo de sus tareas, es aplicable el régimen
de la L.C.T.?
3) ¿Cuáles son los requisitos que debe reunir una enfermedad o accidente para ser
considerado "inculpable"?
7) ¿Qué debe computarse en la remuneración que se abona al trabajador que padece una
enfermedad inculpable?
8) ¿Cuáles son los plazos por los cuales el empleador debe abonar salarios al trabajador en un
supuesto de accidente inculpable?
10) ¿Qué tiempo debe transcurrir para que una recidiva de enfermedades crónicas sea
considerada una nueva enfermedad?
11) ¿Qué ocurre si vencen los plazos y el trabajador no se reintegra a sus tareas?
13) Explique los diversos supuestos que prevé el artículo 212 de la L.C.T. y las indemnizaciones
que se originen.
BIBLIOGRAFIA
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA B. , "Leyes Fundamentales del Trabajo. Sus
reglamentos y anotaciones complementarias", Ed. La Ley, 12ª ed., 2012.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 3ª ed.,
2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Ley de Contrato de Trabajo comentada", Ed. La Ley, 2012.
CAPITULO XVII
CONTRATO DE TRABAJO
El momento final del contrato y la forma cómo han sido reguladas las
causas de su extinción —dice Fernández Madrid— permiten caracterizar un
determinado régimen jurídico laboral en orden a la mayor o menor
autonomía atribuida a la voluntad de las partes: la flexibilidad o rigidez de
salida caracterizan a un sistema normativo laboral. Puede decirse que a
través del tiempo, a la época de mayor inestabilidad que se produjo en los
albores del capitalismo, en momentos de la primera cuestión social, se
sucedieron otras en las que, a partir de la consolidación del Derecho del
Trabajo y de las instituciones de la seguridad social, se buscó una creciente
protección para el sector del trabajo: se favoreció la permanencia del
trabajador en el empleo, se concibieron diversos sistemas para limitar la
arbitrariedad del empleador y se crearon responsabilidades empresarias
por cese (indemnizaciones), que muchas veces surgen en cabeza del
empleador por su sola condición de titular del emprendimiento, como se
da en los casos de extinción por muerte, o por incapacidad. En algunos
países europeos se consagraron sistemas de estabilidad absoluta (el
trabajador sólo puede ser despedido con causa), de carácter propio (con
derecho a reintegro y/o a una indemnización que compense ampliamente
el distracto arbitrario) o impropio (con derecho sólo a una indemnización
integral), con control estricto del Estado. Cuando comenzaron los procesos
de flexibilización de salida en esos mismos países desarrollados, se insistió
en la intervención necesaria del Estado a través de la autoridad de
aplicación, y se crearon sistemas compensatorios del salario perdido
(seguro de desempleo).
l Despido sin causa (con o sin preaviso) (arts. 231 y 245, L.C.T.).
17.3. DESPIDO
17.4. PREAVISO
17.4.1. Concepto
El instituto del preaviso se encuentra contemplado en los artículos 231 a
239 de la ley de contrato de trabajo. El preaviso es una obligación de ambas
partes y debe darse por el trabajador de 15 días, y por el empleador de 15
días cuando el trabajador se encontrare en período de prueba; de un mes
cuando el trabajador tuviese una antigüedad en el empleo que no exceda
de cinco años, y de dos meses cuando fuere superior. Si no se otorga el
preaviso se debe pagar la indemnización equivalente a los salarios corridos
durante el plazo del preaviso omitido, incluyendo los aumentos dispuestos
para dichos meses así como el S.A.C. proporcional. Cuando hubiere
remuneraciones variables debe tomarse un promedio que traduzca el
monto que el dependiente hubiera ganado durante dicho lapso
(generalmente el promedio del último semestre).
El principio es que quien alega un hecho como justa causa para disolver el
contrato debe probarlo en forma que permita al juez valorar la gravedad de
la injuria y su contemporaneidad con el distracto.
Reiterando lo dicho más arriba, observo que para que el despido tenga
efectos extintivos de la ob ligación de indemnizar, es necesario que se
cumplan los recaudos consistentes en la proporcionalidad entre la falta y la
sanción y la contemporaneidad entre la denuncia del contrato y la
transgresión.
El despido discriminatorio está regido por la ley 23.592 que condena todo
tipo de discriminaciones, establece la nulidad del acto discriminatorio —en
este caso el despido— y permite que el trabajador reclame la
indemnización por los daños y perjuicios consiguientes. Incluso puede
pedir el reintegro al puesto de trabajo, como lo ha decidido la C.N.A.T. en
los casos Balaguer de la Sala VI, Greppi de la Sala IX, y Parra Vera de la Sala
V (activistas gremiales). Señalo que tratándose de dirigentes y delegados
gremiales, el artículo 52 de la ley 23.551 garantiza la permanencia en el
puesto de trabajo durante todo el tiempo del mandato y un año mas.
Amén de los requisitos indicados, la ley dispone que los despidos deben
comenzar por el personal menos antiguo dentro de la misma especialidad
o categoría, y entre dos trabajadores ingresados en el mismo semestre, por
aquel que tuviere menos cargas de familia aunque con ello se alterare el
orden de antigüedad. Sólo quedan excluidos los delegados gremiales (en
razón de gozar de estabilidad especial, salvo que el establecimiento cierre)
y las empleadas que gocen de licencia por maternidad.
17.11. RENUNCIA
Los beneficiarios son los mismos que tenían derecho a pensión según
el artículo 38 de la ley 18.037 de jubilaciones para trabajadores en relación
de dependencia, en el orden y prelación dispuestos por esa norma,
pudiendo acceder con la sola acreditación del vínculo. Aclaro que las
condiciones para percibir la pensión no son exigibles y no se aplican en este
caso. El artículo 38 de la ley citada establece los derechohabientes que
tienen derecho a percibir la indemnización:
b) Las hijas solteras y las hijas viudas que hubieran convivido con
el causante en forma habitual y continuada durante los 10 (diez)
años anteriores a su deceso, que a ese momento tuvieran
cumplida la edad de 50 (cincuenta) años y se encontraran a su
cargo.
Inc. 2) Los hijos y nietos, de ambos sexos, en las condiciones del inciso
anterior.
9) ¿En qué consiste el despido por justa casa y qué requisitos son
necesarios para que se configure?
11) ¿De qué hablamos cuando decimos que la injuria debe ser
contemporánea a la decisión de despedir?
20) ¿En qué consiste la renuncia del trabajador y cuáles son sus
requisitos?
BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"La posible inconstitucionalidad del tope de la
indemnización por despido", Ed. Errepar, DL, 1996.
18.1. El derecho colectivo del trabajo. - 18.1.1. Concepto. - 18.1.2. Contenido. - 18.1.3.
Interrelaciones entre el derecho individual y el derecho colectivo del trabajo. - 18.1.4. El
principio protectorio en el ámbito del derecho colectivo del trabajo. - 18.2. Evolución
histórica. - 18.2.1. Etapa de represión. - 18.2.2. Etapa de tolerancia. - 18.2.3. Etapa de
reconocimiento. 18.2.3.1. La consagración legal. 18.2.3.2. La labor de la O.I.T. 18.2.3.3.
La consagración constitucional. 18.2.3.4. La influencia de la Doctrina Social de la Iglesia.
18.2.3.5. Las doctrinas filosóficas y políticas imperantes en la época. 18.2.3.6.
Conclusiones. - 18.3. Evolución histórica en la República Argentina. - 18.4. El carácter
instrumental del derecho colectivo respecto del derecho individual del trabajo. - 18.5.
Los sujetos de las relaciones colectivas del trabajo. - 18.5.1. Los trabajadores y las
asociaciones sindicales. - 18.5.2. El régimen de las asociaciones sindicales a la luz de
los fallos "Ate" y "Rossi" de la C.S.J.N. - 18.5.3. La misión de las asociaciones en la
gestión de los derechos de los trabajadores. - 18.5.4. Los empleados y las asociaciones
profesionales de empleadores. - 18.5.5. El Estado. - 18.6. Las fuentes del derecho
colectivo del trabajo. - 18.6.1. La Constitución Nacional. - 18.6.2. Los Tratados
Internacionales con jerarquía constitucional. - 18.6.3. Los Convenios de la Organización
Internacional del Trabajo. - 18.6.4. La legislación nacional. - 18.6.5. Otras fuentes. - 18.7.
Guía de análisis. - Bibliografía.
18.1.1. Concepto
El estudio de las relaciones emergentes del trabajo dependiente presenta básicamente dos
aspectos: por una parte, el que surge de la relación contractual individual del trabajo, es decir,
él derivado de las relaciones anudadas entre trabajador y empleador, en razón de la existencia
de un contrato individual de trabajo y a cuyo análisis nos hemos abocado en las páginas
anteriores; y, por otra parte, el que se desprende de las relaciones entabladas entre los
sujetos colectivos del trabajo, a saber: el Estado, los trabajadores, las asociaciones
profesionales representativas de los trabajadores —denominadas comúnmente sindicatos— y
el sector empleador —que no siempre se presenta en forma organizada—.
El Derecho del Trabajo se ocupa no sólo de las relaciones que tienen por sustento el
contrato de trabajo (relaciones con el empleador), sino también las que se refieren al
trabajador como parte de un grupo profesional organizado o las que con el mismo alcance
pueden comprender al empleador; añade que estas últimas son relaciones de grupo o
colectivas y han de proyectarse en la posibilidad de creación de normas que han de regir al
contrato de trabajo y en forma más amplia a la actividad laboral de dichos trabajadores.
Por su parte, Allocati define al derecho colectivo del trabajo como la rama del Derecho del
Trabajo que "...contempla las relaciones colectivas, es decir que no tiene en cuenta
directamente al trabajador individual sino al grupo de trabajadores, o expresado de otra
manera, el interés colectivo...".
En tanto que Sala Franco y Albiol Montesinos plantean la cuestión en los siguientes
términos: "...El Derecho del Trabajo comprende dos grandes centros de imputación normativa:
las relaciones laborales individuales existentes entre los empresarios y trabajadores
individualmente considerados y las relaciones laborales colectivas existentes entre los
empresarios, organizados profesionalmente o no y las organizaciones profesionales de
trabajadores...El derecho individual del trabajo estudia la normativa reguladora de las
relaciones laborales individuales. Y el derecho colectivo del trabajo...estudia la normativa
reguladora de las relaciones laborales colectivas...".
18.1.2. Contenido
a) Las derivadas del ejercicio por cada trabajador de su derecho a constituir asociaciones
sindicales o afiliarse a las ya existentes, o participar en la vida interna de aquéllas, o
postularse para cargos electivos o representativos en las mismas, o ser representado por
tales entidades, es decir, las que relacionan al trabajador individual con la asociación
sindical.
b) Las que surgen entre el empleador y los trabajadores de su establecimiento en virtud del
ejercicio por estos últimos de sus derechos sindicales, entre otras, elección de delegados de
personal, participación en actividades sindicales, adopción de medidas de acción directa,
tutela sindical de quienes ejercen funciones sindicales.
c) Aquellas relaciones que se entablan entre las asociaciones sindicales y los empleadores o
grupos de empleadores o asociaciones representativas de los intereses de los empleadores,
tales como la adopción de medidas de acción directa, la negociación colectiva o la solución
concertada de los conflictos colectivos, por la vía de la conciliación obligatoria o del arbitraje
—voluntario u obligatorio—.
d) Las que emergen del papel que el Estado desempeña con relación a las asociaciones
sindicales, en especial en lo atinente al otorgamiento de la personería jurídica, de la
personería gremial, de la resolución de conflictos de encuadramiento sindical o de conflictos
intrasindicales y del ejercicio de las restantes facultades de contralor que posee.
e) Las que surgen del rol del Estado ante los sujetos colectivos en los procedimientos de
conciliación obligatoria, de arbitraje voluntario o de arbitraje obligatorio, en la calificación de
servicios esenciales a efectos de garantizar servicios mínimos durante el ejercicio del
derecho de huelga, así como también en la negociación colectiva, entre otras relaciones.
Los convenios colectivos de trabajo, como fuente peculiar del Derecho del Trabajo de la cual
emanan derechos y obligaciones para las partes individuales del contrato o la relación de
trabajo, y el procedimiento de negociación colectiva.
Los conflictos colectivos de trabajo, los distintos tipos de conflictos, las formas en que se
exteriorizan y las posibles formas de resolución, tales como la conciliación y el arbitraje, tanto
voluntario como obligatorio.
Las medidas de acción directa y, entre ellas, el ejercicio del derecho de huelga.
Si bien todos ellos constituyen aspectos importantísimos del derecho colectivo del trabajo,
opino que el sistema de asociaciones sindicales y, en particular, todo lo concerniente a la
acción sindical resulta primordial, es decir, constituye el eje principal sobre el cual giran los
restantes, pues es gracias a la actividad sindical que los demás capítulos del derecho colectivo
del trabajo alcanzan algún grado de desarrollo. Así, aparece como innegable la importancia de
la acción sindical en la negociación colectiva y en la conclusión definitiva del convenio colectivo
de trabajo o en la exteriorización y conducción de los conflictos colectivos de trabajo,
especialmente en la adopción de medidas de acción directa, por ejemplo a través de la huelga,
como mecanismo fundamental para presionar en procura de mejoras en las condiciones de
vida y de trabajo de los representados.
Es en razón de la importancia fundamental que reviste la acción sindical en toda la materia
colectiva, que algunos autores, especialmente en la doctrina europea, prefieren denominarla
"Derecho Sindical", por ejemplo Ojeda Avilés, Sala Franco y Albiol Montesinos en España,
Jaivillier en Francia o Gino Giugni en Italia, entre otros y en criterio que comparto.
El Derecho del Trabajo —como hemos señalado anteriormente—está integrado por dos
ramas, la parte individual y la colectiva, que se encuentran íntimamente vinculadas entre sí, al
punto que no puede hablarse de autonomía, sino que se trata de dos aspectos importantes de
la misma materia que se interrelacionan constantemente, especialmente a través de la acción
sindical.
Otro claro ejemplo está dado por el derecho de huelga, garantizado constitucionalmente a
los gremios, por lo que en su conducción encontramos siempre un sujeto colectivo y cuyos
efectos se trasladan necesariamente a los contratos individuales de trabajo (ya sea a través de
la pérdida del salario correspondiente a los días de huelga, o por la posibilidad de obtener
ciertos beneficios cuando triunfa la medida de fuerza o en razón del mantenimiento de
condiciones de trabajo adquiridas anteriormente, que se encontraban amenazadas, y que
como consecuencia del éxito de la huelga se conservarán).
Por lo demás, con posterioridad analizaré el carácter instrumental que reviste el derecho
colectivo del trabajo con relación al derecho individual del trabajo, especialmente en orden a
la influencia que aquél ha tenido en el nacimiento, desarrollo y consolidación de este último, lo
que da clara cuenta de las estrechas relaciones que se verifican entre ambas ramas de la
materia laboral.
He mencionado con anterioridad el carácter protectorio del Derecho del Trabajo, nota
distintiva de esta materia que ha nacido con el objeto de proteger a la parte más débil de la
relación laboral. Si bien dicho principio ha sido analizado al referirnos al derecho individual del
trabajo, no se lo puede dejar de lado en el ámbito del derecho colectivo del trabajo por las
siguientes razones:
b) En el referido artículo 14 bis de la Constitución Nacional se alude a que "El trabajo en sus
diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán..." mencionándose
luego los denominados derechos individuales del trabajo, entre ellos el de "...organización
sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial..." y
en el segundo párrafo los derechos vinculados con las relaciones colectivas del trabajo
"...Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo, recurrir a la
conciliación y al arbitraje, el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las
garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la
estabilidad en su empleo..."; por lo que el mentado principio protectorio es también
aplicable al ámbito del derecho colectivo del trabajo.
d) Por último, cuando analicemos los principios fundamentales que rigen el sistema de
asociaciones sindicales veremos que tanto la libertad sindical, como la autonomía sindical, la
democracia sindical, la concentración del poder sindical y la prohibición de efectuar
discriminaciones en la vida interna de los sindicatos, tienden en definitiva a la tutela de las
asociaciones sindicales, lo que finalmente redunda en una mejor protección de los intereses
de los trabajadores, por ser éste el objeto de la acción sindical (arts. 2° y 3° de la ley 23.551).
18.2. EVOLUCION HISTORICA
El sindicalismo se organizó con la finalidad de aunar las fuerzas de los trabajadores para
afrontar el grave problema que implica la posición del trabajador aislado, acuciado por sus
necesidades económicas, frente a los amplios poderes del empleador que aprovechando
dicha situación impone la aceptación, de condiciones denigrantes de trabajo.
Explica Nápoli que "...El sindicato moderno es hijo de la producción económica industrial, la
cual transformó a los artesanos (trabajadores por cuenta propia) en proletarios (trabajadores
por cuenta ajena). Una nueva técnica de producción condicionaría la vida social durante la era
industrial; se produciría lo que los sociólogos llamarían más tarde la masificación de la vida.
Todo eso a consecuencia de la revolución económica que llevaba del trabajo disperso al
trabajo concentrado; del monopolio a la concurrencia de capitales y de brazos; de la pequeña
a la gran industria. Los trabajadores para luchar contra las duras condiciones impuestas por el
patrón en el taller y contra los salarios de hambre ganados con su agobiante trabajo, formaron
el sindicato, en cuyo desarrollo histórico, se anotan tres etapas históricas bien
diferenciadas...".
En los primeros capítulos de esta obra he analizado la evolución histórica del Derecho del
Trabajo y, a esta altura, resulta de utilidad rescatar algunos elementos allí explicados, en razón
de su especial significación en el proceso de desarrollo y consolidación del derecho colectivo
del trabajo, primordialmente en relación con la postura asumida por los Estados frente a la
actividad sindical en las distintas etapas históricas, a saber: etapa de represión, etapa de
tolerancia y etapa de reconocimiento. Cada una de las etapas referidas sentó las bases para el
desarrollo y advenimiento de la siguiente y su análisis lo efectuaré, principalmente, a la luz de
la experiencia francesa e inglesa por ser las pioneras en la materia.
18.2.1. Etapa de represión
Ante todo debo recordar que con la crisis del sistema corporativo (siglo XVIII) y el desarrollo
de las manufacturas reales, el trabajo de los obreros se organizó en los grandes talleres de
propiedad de la corona y la nobleza, y fue allí que se manifestó el deterioro paulatino de las
condiciones de vida y de trabajo de los dependientes.
Las corporaciones fueron vistas como un impedimento para el desarrollo industrial. Como
consecuencia de todo ello, en Francia, en 1776, el ministro Turgot promulgó un Edicto —que
fue revocado luego de su caída— suprimiendo las corporaciones. La ley "Le Chapellier" de
1791 mantuvo la prohibición de todo tipo de asociación (de trabajadores y de empleadores) so
pretexto de que impedían el ejercicio libre del trabajo.
Por lo demás, fueron los postulados del individualismo liberal y la Revolución Francesa
(Libertad, Fraternidad e Igualdad) los que posibilitaron la existencia de la etapa de represión
de la actividad sindical que estamos estudiando. Pues en la concepción individualista, son los
individuos y no los grupos quienes constituyen la verdadera esencia; cuestión ligada a la idea
del hombre natural, libre, titular de derechos inalienables e imprescriptibles, anteriores a la
sociedad y, conforme a dicha concepción, se prohibieron las asociaciones profesionales de
trabajadore s.
En Francia, la ley Chapellier (1791) dispuso que "...siendo una de las bases de la Constitución
Francesa la anulación de toda especie de corporaciones de un mismo estado y profesión, se
prohíbe reestablecerlas con cualquier pretexto y en ninguna forma que sea. Los ciudadanos
de un mismo estado y profesión, los contratistas, los que tienen tienda abierta, los obreros y
demás de un arte u oficio, no podrán tomar acuerdo o deliberaciones ni formar reglamentos
sobre sus pretendidos intereses comunes..." y que la violación de tal cláusula sería declarada
inconstitucional, violatoria de la libertad y de la Declaración de los Derechos del Hombre.
En Inglaterra, se dictaron normas similares en 1799 y 1800 en la Primera y Segunda
"Combination Act", respectivamente, con el objeto de poner fin a las actividades asociacionales
tanto de empleadores como de trabajadores, que se consideraban atentatorias contra el libre
desenvolvimiento industrial y que fueron reprimidas con severas penas.
En ambas naciones también se pueden verificar durante esta etapa distintas normas que
reprimían el ejercicio de medidas de fuerza y, en especial, la huelga.
En Inglaterra, si bien el desarrollo sindical tuvo una evolución más rápida que en los
restantes países europeos, cabe recordar que luego de los numerosos movimientos obreros
del siglo XVIII, el Parlamento prohibió las coaliciones de cualquier tipo. A partir de allí comenzó
una lucha por la consagración de la libertad sindical, que recién triunfó en 1824 al sancionarse
la derogación de la ley de 1799, pero todavía faltaba el reconocimiento de la personería de las
"Trade Unidos" y del derecho a huelga. De todos modos, la acción de los sindicatos ingleses se
hizo sentir en la vida laboral y económica del país, a partir de este período.
A Inglaterra y Francia las suceden, en este camino hacia la tolerancia de la libertad sindical y
de la acción sindical, distintos Estados nacionales con sus respectivas legislaciones. Un ejemplo
singular es el de EE.UU. que en una sentencia del Tribunal Supremo de Massachusetts, en
1842, introdujo una sustancial variación en la jurisprudencia de dicho país al admitir la
legitimidad de los sindicatos.
En consecuencia, en esta época se puede vislumbrar que con las referidas modificaciones
legislativas, al derogarse las anteriores prohibiciones, la organización y la acción sindical
resulta primeramente tolerada de hecho como actividad no prohibida y, posteriormente,
aceptada como una manifestación más de la genérica libertad de asociación, encuadrándose a
los sindicatos en el régimen jurídico de las asociaciones privadas, es decir, de las personas
jurídicas del Derecho Civil, sin contemplarlas todavía como específicos sujetos del Derecho del
Trabajo, lo que recién sucederá en la siguiente etapa.
En tanto que en Inglaterra, en 1871 se dictó la primera ley que le reconoció personería
jurídica a las asociaciones profesionales, otorgándoles autonomía para decidir en los asuntos
de la actividad y concertar convenios colectivos de trabajo. Esta ley fue completada con leyes
posteriores.
En los restantes países europeos el desarrollo referido anteriormente ha sido análogo, pues
los Estados fueron paulatinamente tomando conciencia de la necesidad de regular la
constitución, organización y funcionamiento de los sindicatos a través de una legislación
independiente del sistema general de personas jurídicas del Derecho Civil; en tal sentido, por
ejemplo, debemos señalar la Ley Wagner de EE.UU. en 1935 y la Ley Rocco en Italia en 1926.
Fueron los sindicalistas, durante el siglo XIX, los primeros en tomar conciencia de la
necesidad de una acción internacional para lograr el progreso social y mejorar las condiciones
de los trabajadores.
En la segunda mitad del siglo XIX hubo varios intentos de constituir organizaciones
internacionales de trabajadores; la primera asociación internacional de trabajadores se fundó
en Londres en 1864, movida por un espíritu de solidaridad internacional de la clase obrera y
con el objeto de satisfacer —entre otras reivindicaciones— las vinculadas con la libertad
sindical (fundamentalmente con el derecho a constituir sindicatos y afiliarse a los mismos), con
la limitación de la jornada laboral, con la abolición del trabajo infantil y la libertad de
migración, materias todas que fueron luego receptadas por diversos convenios
internacionales del trabajo. Posteriormente, se han ido creando diversas organizaciones
sindicales internacionales representativas de los trabajadores de distintos sectores o
industrias: del cuero, tabaco, mineros, del transporte, de las artes gráficas, de la industria textil
y de la metalurgia; todas ellas como respuesta a la problemática común que debían afrontar
los dependientes de cada uno de los sectores en cuestión.
En tanto, varios países habían promulgado ya leyes restrictivas del trabajo de menores y
mujeres, sosteniendo algunos gobernantes y políticos que era necesario uniformar dichos
niveles mínimos de protección a nivel internacional.
Con tal objeto, Suiza en 1889 tomó la iniciativa e invitó a trece gobiernos a una conferencia
preliminar para analizar los puntos del Derecho Laboral que se consideraba conveniente
reglamentar a nivel internacional. La conferencia estaba previsto celebrarla en Berna en mayo
de 1890, pero como Alemania había organizado una de similares características, Suiza decidió
apoyar este último proyecto y, finalmente, se realizó la conferencia de Berlín, sobre fábricas y
minas, en marzo de 1890. Allí se formularon recomendaciones vinculadas con la
reglamentación del trabajo en las minas, el trabajo dominical, el trabajo infantil y el empleo de
jóvenes y mujeres, pero no se contrajeron compromisos internacionales. No obstante ello,
constituye un hecho histórico pues se trató de la primera reunión de gobernantes para hablar
sobre normas laborales.
En agosto de 1897 se reunieron, en Zurich, casi cuatrocientos delegados de organizaciones
de trabajadores cristianos correspondientes a catorce países, en el Primer Congreso
Internacional sobre la Protección de los Trabajadores y se adoptó una resolución por la cual se
acordó emprender nuevos esfuerzos para fomentar una legislación laboral internacional.
Con la entrada de los Estados Unidos en la guerra, en 1917, las propuestas de la "American
Federation of Labor" podían tener más peso. Se reunieron en dicho año, en Berna, delegados
laborales de los países neutrales y de Europa Central para formular exigencias parecidas a las
de la conferencia de Leeds.
Con la finalización de la Primera Guerra Mundial, los gobiernos que habían intervenido en el
conflicto —por las razones políticas, económicas y sociales que he analizado en los primeros
capítulos— debieron reconocer la importancia de la mejora de las condiciones de vida y de
trabajo de los dependientes, así como dar respuestas adecuadas a la cuestión social existente .
A partir de las recomendaciones de la comisión se sentaron las bases del Capítulo XIII del
Tratado de Paz de Versalles de 1919, en virtud del cual los países que lo suscribieron
acordaron la creación de la Organización Internacional del Trabajo; consagrándose en el texto
constitucional —entre otros— el derecho de asociación profesional, reconocimiento que fue
ratificado en posteriores convenios internacionales de la O.I.T., tales como los Convenios Nro.
87, 98, 135, 154.
La primera reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, de acuerdo con lo
establecido en la Constitución, se realizó en Washington, en octubre de 1919, adoptándose en
tal ocasión convenios internacionales del trabajo vinculados con las horas de trabajo, el
desempleo, la protección de la maternidad, del trabajo femenino nocturno, la edad mínima
para el empleo en la industria y el trabajo nocturno para los menores de edad.
A partir de allí, la O.I.T. ha desempeñado un papel muy importante frente a los cambios que
acontecieron tras la Segunda Guerra Mundial, especialmente en el desarrollo de la
cooperación técnica internacional. Los esfuerzos de la O.I.T. han apuntado principalmente a
proteger los derechos humanos básicos (entre ellos los vinculados con la libertad sindical), a
mejorar las condiciones de vida y de trabajo y a promover el pleno empleo.
Con relación al plano constitucional, debemos recordar que la primera que receptó esta
materia fue la Constitución de México de 1917 (que justamente por ser la primera expresión
del constitucionalismo social, intentó dar respuesta a la cuestión social imperante en la época)
y, en el punto, reconoció el derecho a la asociación profesional; siguiéndola luego la
Constitución de Weimar, de Alemania en 1919. Con posterioridad, podemos encontrar
cláusulas similares, entre otras, en la Constitución de la República Española y en la de Francia
en 1946.
Párrafo aparte merece el tratamiento que recibió la cuestión sindical desde la perspectiva de
la Doctrina Social de la Iglesia, siendo innegable la influencia que tales postulados tienen sobre
la mayoría de los países occidentales y, en especial, el aporte que han hecho a este proceso de
desarrollo y consolidación del derecho colectivo del trabajo; especialmente con respecto al
nacimiento de las asociaciones representativas de los intereses de los trabajadores, pues éstas
no sólo eran vistas con buenos ojos por los ideólogos socialistas y anarquistas, por los propios
trabajadores y por los organismos internacionales —tal el caso de la O.I.T.—, sino también por
la Iglesia Católica Apostólica Romana. Así, podemos señalar, a modo de ejemplo, las siguientes
referencias que la Doctrina Social de la Iglesia ha hecho sobre la cuestión:
La Encíclica "Rerum Novarum", del año 1891, del Papa León XIII, en la que se expresa que
"...los mismos patronos y obreros pueden hacer mucho en esta cuestión, esto es, con esas
instituciones mediante las cuales atender convenientemente a los necesitados y acercar más
una clases a la otra... Pero el lugar preferente lo ocupan las sociedades de obreros, que
comprenden en sí todas las demás. Los gremios de artesanos reportaron durante mucho
tiempo grandes beneficios a nuestros antepasados. En efecto, no sólo trajeron grandes
ventajas para los obreros, sino también a las artes mismas un desarrollo y esplendor
atestiguado por numerosos monumentos... La reconocida cortedad de las fuerzas humanas
aconseja e impele al hombre a buscarse el apoyo de los demás. De las Sagradas Escrituras es
esta sentencia: Es mejor que estén dos que uno solo; tendrán la ventaja de la unión. Si el uno
cae, será levantado por el otro. ¡Ay del que está solo, pues, si cae, no tendrá quien lo levante! Y
también esta otra: El hermano, ayudado por su hermano, es como una ciudad fortificada. En
virtud de esta propensión natural, el hombre, igual que es llevado a constituir la sociedad civil,
busca la formación de otras sociedades entre ciudadanos, pequeñas e imperfectas, es verdad,
pero de todos modos sociedades... Ahora bien, aunque las sociedades privadas se den dentro
de la sociedad civil y sean como otras tantas partes suyas, hablando en términos generales y
de por sí, no está en poder del Estado impedir su existencia, ya que el constituir sociedades
privadas es derecho concedido al hombre por ley natural, y la sociedad civil ha sido instituida
para garantizar el derecho natural y no para conculcarlo; y, si prohibiera a los ciudadanos la
constitución de sociedades, obraría en abierta pugna consigo misma, puesto que tanto ella
como las sociedades privadas nacen del mismo principio: que los hombres son sociables por
naturaleza... Efectivamente, se necesita moderación y disciplina prudente para que se
produzca el acuerdo y la unanimidad de voluntades en la acción. Por ello, si los ciudadanos
tienen el libre derecho de asociarse, como así es en efecto, tienen igualmente el derecho de
elegir libremente aquella organización y aquellas leyes que estimen más conducentes al fin
que se han propuesto... En principio, se ha de establecer como ley general y perpetua que las
asociaciones de obreros se han de constituir y gobernar de tal modo que proporcionen los
medios más idóneos y convenientes para el fin que se proponen, consistente en que cada
miembro de la sociedad consiga, en la medida de lo posible, un aumento de los bienes del
cuerpo, del alma y de la familia...".
En la Encíclica "Quadragésimo Anno", del Papa Pío XI, del año 1931, se hace referencia a los
méritos de la Encíclica "Rerum Novarum", expresándose que se trató de "...Enseñanzas
publicadas muy oportunamente, pues en aquel tiempo los encargados de regir los destinos
públicos de muchas naciones, totalmente adictos al liberalismo, no prestaban apoyo a tales
asociaciones, sino que más bien eran opuestos a ellas y, reconociendo sin dificultades
asociaciones similares de otras clases de personas, patrocinándolas incluso, denegaban a los
trabajadores, con evidente injusticia, el derecho natural de asociarse, siendo ellos los que más
lo necesitaban para defenderse de los abusos de los poderosos; ...su mérito principal radica
en que incitaron a los trabajadores a la constitución de asociaciones profesionales...
Asociaciones de esta índole han formado trabajadores verdaderamente cristianos que,
uniendo amigablemente el diligente ejercicio de su oficio con los saludables preceptos
religiosos, fueran capaces de defender eficaz y decididamente sus propios asuntos temporales
y derechos, con el debido respeto a la justicia y el sincero anhelo de colaborar con otras clases
de asociaciones en la total renovación de la vida cristiana...".
En la Encíclica "Mater et Magistra", del Papa Juan XXIII, del año 1961, se sostiene que "...Es
una realidad evidente que en nuestra época, las asociaciones de trabajadores han adquirido
un amplio desarrollo, y generalmente han sido reconocidas como instituciones jurídicas en los
diversos países e incluso en el plano internacional. Su finalidad no es ya la de movilizar al
trabajador para la lucha de clases, sino la de estimular más bien la colaboración, lo cual se
verifica principalmente por medio de acuerdos establecidos entre las asociaciones de
trabajadores y de empresarios. Hay que advertir, además, que es necesario, o al menos muy
conveniente, que a los trabajadores se les dé la posibilidad de expresar su parecer e
interponer su influencia fuera del ámbito de su empresa, y concretamente en todos los
órdenes de la comunidad política. La razón de esta presencia obedece a que las empresas
particulares, aunque sobresalgan en el país por sus dimensiones, eficiencia e importancia,
están, sin embargo, estrechamente vinculadas a la situación general económica y social de
cada nación, ya que de esta situación depende su propia prosperidad...".
En el Radiomensaje del Papa Pío XII, del 1 de junio de 1941, "La Solemnidad de Pentecostés";
en la Encíclica "Pacem in Terris", del Papa Juan XXIII, del año 1963; en la Encíclica "Gaudium et
Spes", de Paulo VI, del año 1965 y en la Encíclica "Populorum Progressio", del Papa Paulo VI,
del año 1967, encontramos referencias con similar contenido respecto a la importancia de la
acción sindical en las sociedades contemporáneas.
18.2.3.5. Las doctrinas filosóficas y políticas imperantes en la época
Entre ellas encontramos a los utopistas, entre los que se cuenta Saint Simón, quien proponía
la formación de un partido integrado solamente por trabajadores que actuarían como soporte
del Estado. Owen quien, tomando dicha línea de pensamiento, predicó las ventajas de la libre
asociación y la presentó como una solución al problema del aislamiento del hombre y de su
impotencia frente a la aparición del industrialismo. También Fourier quien propuso una nueva
forma de organización económica de la sociedad, imaginando unidades económicas en las que
se debería practicar el trabajo asociado y se bastarían a sí mismas, funcionando a la vez como
cooperativas de producción y consumo.
Además, debemos referirnos a las ideas socialistas, de gran difusión en la época. También a
Marx, quien reformuló importantes críticas al régimen capitalista y fomentó —
fundamentalmente con destino en los trabajadores— una nueva visión del ideal socialista,
definiendo a dicha corriente de pensamiento como la acción internacional del proletariado
que trabaja por su emancipación material y moral mediante la expropiación del capitalismo.
Este pensamiento fue, posteriormente, reinterpretado por diversos pensadores, entre ellos
Lenin quien se separó del socialismo y sentó las bases del comunismo, expresando una visión
muy particular de la clase obrera, la lucha por el poder y la transformación de la sociedad.
Tales ideas tuvieron gran influencia en la Revolución Rusa de 1917, movimiento que estalló
tras la derrota sufrida por dicho Estado en la Primera Guerra Mundial, motivado también por
la desesperanza y confusión que ella había producido y por la miseria y opresión política allí
reinantes, así como por el repudio que el pueblo sentía contra la dinastía de los zares, quienes
los habían sumido en condiciones de vida propias de la época medieval. Esta revolución
proclamó y reconoció ciertos derechos esenciales del hombre que hasta el momento no
habían sido consagrados en ningún instrumento jurídico, especialmente los vinculados con la
seguridad económica, las condiciones dignas y decorosas de vida, organizando las industrias
en manos del Estado, lo que significó una nueva concepción de la relación de trabajo. Esta
experiencia se difundió rápidamente en el mundo entero e impulsó un mayor desarrollo de las
ideas marxistas, lo que fortaleció la exteriorización de latentes protestas y conflictos sociales.
Situación que fue rápidamente recogida por los primeros dirigentes sindicales.
18.2.3.6. Conclusiones
A modo de síntesis de la evolución histórica del Derecho del Trabajo reseñada, refiriéndonos
especialmente a la influencia que la aparición y consolidación de las asociaciones sindicales y
la acción sindical han tenido en dicho proceso, rescatamos la opinión de Fernández Madrid,
quien remarca la influencia que ha tenido en la materia la conjunción de los siguientes
factores: a) la reacción de los trabajadores que asociados en sindicatos reclaman el
reconocimiento y garantización de sus derechos; b) los movimientos doctrinarios —socialismo,
anarquismo, Doctrina Social de la Iglesia, entre otros— que formaron consenso sobre la
inviabilidad de la política de explotación; c) el cambio económico y social determinado por la
Primera Guerra Mundial; d) la prédica de los organismos internacionales como la O.I.T. que
ven en la justicia social un cambio para la paz, e intentan que las normas protectoras se
generalicen en el mundo; e) la activa intervención del Estado que deja su actitud contemplativa
respecto de las relaciones laborales, para adoptar políticas tendientes a lograr el bienestar de
la población y f) la inserción de derechos sociales en las Constituciones, lo que promueve el
desarrollo de un derecho protector.
Si bien el proceso de desarrollo industrial en nuestro país fue tardío, cuando comenzó a
desenvolverse, tal como sucedió en el resto del mundo, trajo aparejada una gran
desprotección para los trabajadores, situación que fue despertando entre los obreros su
conciencia de clase explotada, así como el deseo de mejoramiento económico y social. Todo
ello propició las primeras experiencias en materia de asociaciones representativas de los
derechos de los trabajadores.
A partir de la acción del Club Vorwarts y del Círculo Socialista Internacional, en 1888,
integrado en su mayoría por anarquistas italianos y franceses y por algunos socialistas,
comenzó un movimiento que recién después de 1890 logró algún tipo de organización y cierta
continuidad.
Relata Godio "...A fines de 1888 —el 3 de diciembre— se registra la primera reunión... Se
realizó en el Club Vorwarts, centro operativo de los socialistas alemanes en el país. Participan
por los anarquistas el célebre anarco-comunista italiano Enrico Malatesta y Zacarías Rabassa.
Por los socialistas lo hacen S. Winiger y Guillermo Khun. Se debate un solo tema: el derecho de
huelga. Un rasgo curioso de esta reunión fue la presencia de un representante de la Unión
Industrial Argentina, Enrique Lluch, quien intervino en los debates... La participación de Lluch
demuestra el interés de los industriales por frenar el desarrollo del movimiento huelguístico y
retrotraer a los obreros a una fase de petición basada en la buena voluntad de los patrones...
El periódico de la U.I.A., 'El Industrial', llamaba desde hacía una década a los obreros a no
provocar huelgas que interrumpiesen el proceso de crecimiento de las industrias. Pero ni los
socialistas ni los anarquistas estaban dispuestos a dejarse seducir por el representante de la
U.I.A. Aceptar esta proposición significaba desarmar ideológicamente a un movimiento de
resistencia en ascenso. Los activistas socialistas y anarquistas rechazaron con razón la
proposición...".
Agrega Godio que "...en el Congreso Internacional de París de 1899 se funda la Segunda
Internacional. Se resolvió unificar actividades inmediatas de la clase obrera internacional por
medio de la iniciativa de realizar mitines obreros en todos los países capitalistas todos los
primeros del mes de mayo, en conmemoración a los obreros asesinados en noviembre de
1887 en represalia por su actividad revolucionaria durante la huelga de los obreros
metalúrgicos de Chicago. El Congreso aprobó un manifiesto con tal fin, que levantaba un
programa reivindicativo con eje en las ocho horas y llamaba a luchar por el socialismo... Las
resoluciones del Congreso tuvieron... rápida repercusión sobre la colonia alemana del
Vorwarts y sus militantes se aprestaron a llevar a la práctica la iniciativa propuesta. El propio
Club había sido representado en el Congreso Internacional por el destacado dirigente
socialista alemánGuillermo Liebknech. Así, el movimiento socialista en Argentina —todavía
embrionario— participaba en la creación de una organización que permitió un rápido ascenso
del movimiento socialista internacional y su extensión en el mundo. Los socialistas argentinos
aportaban, aunque en escala limitada, a la formación de la nueva organización internacional. A
su vez, las relaciones entre los socialistas argentinos y el centro internacional permitía dar un
paso muy importante, pues al vincular las luchas en el país con el torrente internacional se
creaban mejores condiciones en nuestro país para el movimiento obrero...".
Observando la realidad laboral de fines del siglo XIX en nuestro país, podemos verificar una
terrible desprotección para los trabajadores, lo que generó una importante conflictividad
social.
A partir de allí la historia del movimiento obrero se presenta como una larga y áspera lucha,
inspirada en los principios socialistas y anarquistas y que se manifestó a través de importantes
medidas de fuerza y de huelgas salvajes; agitaciones a las que el gobierno respondió con
represión.
Un claro ejemplo de ello lo encontramos en la Ley de Residencia de 1902 (Nº 4.144) que
permitió expulsar a todo extranjero que perturbase el orden público y que fue utilizada
principalmente en contra de obreros y dirigentes sindicales; así como en la Ley de Defensa
Social del año 1910 (Nº 7.029) que autorizaba a la policía a desconocer o suspender el derecho
de reunión, limitar la libertad de prensa y el derecho a peticionar, imponiendo severas penas a
quienes promovieran huelgas.
Obviamente, frente a las acuciantes necesidades del sector obrero y la clara conciencia de
que sólo a través de la unión de sus fuerzas y de la exteriorización de los conflictos en el plano
colectivo tendrían alguna chance de obtener ciertas reivindicaciones, la lucha sindical no cesó
sino que por el contrario se incrementó notablemente, aun cuando ella les acarreaba a
muchos de sus integrantes la clandestinidad o la represión.
Resultan por todos conocidos diversos sucesos de la historia de nuestro movimiento obrero
y de la lucha sindical de fines del siglo pasado y comienzos del presente, por ejemplo, el que
ocurrió en 1919 y recibió la denominación de "Semana Trágica", en el que la represión llevada
a cabo por el gobierno tuvo dimensiones dramáticas. En todos ellos se puede observar con
claridad la meta reivindicatoria perseguida por las medidas de fuerza y, especialmente, la
filosofía que inspiró la creación y consolidación de las asociaciones de trabajadores de la
época.
Al respecto, explica Godio que "...En enero de 1919 se produjo una huelga general, la
primera de estas dimensiones después de diez años, que culminó en una represión sangrienta
contra los trabajadores en general y contra las comunidades de inmigrantes, especialmente
judíos y eslavos: se la conoce como la 'Semana Trágica'. La reacción de los obreros tuvo como
causa fundamental el aumento del costo de la vida. Pero ese descontento social es un factor
desencadenante de la protesta social en una situación de convulsión del movimiento obrero
argentino por la influencia de la revolución socialista en Rusia y acciones revolucionarias de los
trabajadores en Alemania y otros países europeos. Los sucesos violentos durante la Semana
Trágica demostraron los límites del progresismo radical frente a la elite conservadora, pues
debió aceptar la intromisión abierta del Ejército como árbitro de la situación, lo mismo que
aceptar la emergencia de una organización paramilitar de derecha, la Liga Patriótica, también
abiertamente hostil al gobierno...".
Si bien en nuestro país no hubo "formalmente" una etapa de represión, sino tan sólo una
callada tolerancia del desarrollo del movimiento sindical acompañada por algunas
manifestaciones de persecución y represión de las actividades sindicales —como las aludidas
precedentemente—, antes de la efectiva regulación y reconocimiento legal de las asociaciones
sindicales, podemos identificar algunas normas que admitían su existencia y les atribuían
determinadas funciones (tal el caso de la ley de trabajo a domicilio 12.713 del año 1941, que
estableció organismos auxiliares de ejecución de la ley, entre ellos, la asociación profesional
reconocida por la simple inscripción en el Departamento Nacional de Trabajo). El fenómeno
sindical, en esta etapa, también tuvo alguna regulación a nivel provincial. Finalmente, recién en
1945 se inició el período de reconocimiento jurídico de los sindicatos como sujetos colectivos
laborales, al entrar en vigencia el primer ordenamiento nacional específico (decreto-ley
23.852/45), que tuviera como antecedente el decreto 2669/43 que tan sólo rigió durante
algunos meses. El decreto-ley 23.852/45 fue reemplazado posteriormente por otros
regímenes, tales como la ley 14.455, el decreto 9270/56, la ley 20.615, la ley 22.105 y la actual
23.551.
En el año 1953 se dicta la ley 14.250 de convenios colectivos de trabajo, cuya aplicación con
algunas modificaciones sustanciales ha llegado hasta nuestros días.
El texto constitucional de 1949 fue derogado en 1955 por el Gobierno de facto de la llamada
"Revolución Libertadora" y en 1957 se puso en vigencia nuevamente la Constitución de 1853-
60 incorporándose a ella el artículo 14 bis, en cuyo primer párrafo se consagra el derecho a la
organización sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un registro
especial; asimismo, en el segundo párrafo, se le garantiza a los gremios concertar convenios
colectivos de trabajo, recurrir a la conciliación y al arbitraje y el derecho de huelga y a los
representantes gremiales las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical
y las relacionadas con la estabilidad de su empleo.
En 1959 entró en vigencia el texto legal que regula el sistema de conciliación obligatoria y
arbitraje voluntario (ley 14.786).
En tanto que el arbitraje obligatorio se reguló en 1966 por la vía de la ley 16.936.
Es decir, fue a partir del año 1945 que se inició el proceso de reconocimiento legal y
constitucional de los derechos vinculados con las relaciones colectivas del trabajo, así como
también se buscó implementar distintas formas de regulación normativa de tales fenómenos.
Por ello, los cambios de régimen de gobierno han traído aparejada, generalmente, alguna
modificación en la legislación laboral y, especialmente, en el sistema de relaciones colectivas;
lo que se puede advertir, principalmente, en los períodos de supresión de la vigencia del
Estado de Derecho. Por ejemplo, el denominado "proceso de reorganización nacional" (1976-
1983) ha significado un gran retroceso en la materia, pues se prohibió la actividad sindical (D.
9/76) y la instigación a la huelga fue considerada como delito (ley 21.400); así como también se
suspendió la vigencia de diversas cláusulas de convenios colectivos de trabajo (ley 21.476),
entre otras disposiciones restrictivas dictadas en la época.
El ejercicio del derecho de huelga en el ámbito de los servicios esenciales fue reglamentado
en el año 1990 por la vía del decreto 2184/90, más tarde derogado por la ley 25.250 que
incorporó reglas especiales para este tipo de conflictos. La ley 25.877 derogó dicha ley
obtenida de manera espuria y reguló, entre otros temas, dichos conflictos.
También debemos señalar que con la reforma constitucional de 1994 (art. 75, inc. 22) se le
confirió jerarquía constitucional a once pactos internacionales de derechos humanos,
pudiéndose individualizar en el articulado de algunos de dichos instrumentos diversos
derechos vinculados con las relaciones colectivas del trabajo, tal como analizaremos
posteriormente.
En tanto que la mentada reforma constitucional del año 1994 también ha influido en la
jerarquía que debe conferírsele a los convenios de la O.I.T., pues dichos instrumentos han
adquirido jerarquía supralegal (art. 75, inc. 22); receptándose distintos derechos sindicales en
varios de los que ya habían sido ratificados por nuestro país, cuestión sobre la que
volveremos.
A partir del año 1991 nuestro país profundizó el proceso de flexibilización de las normas del
Derecho del Trabajo que había iniciado en el año 1976 el gobierno de la dictadura militar, que
en lo atinente a las relaciones colectivas del trabajo influyó principalmente en materia de
negociación colectiva, por ejemplo, por la vía de nuevos niveles de negociación, admitiéndose
o propiciándose la negociación "a la baja" e incorporándose una institución que era
desconocida en nuestro régimen legal denominada "disponibilidad colectiva" Las políticas neo-
liberales instrumentadas por el gobierno a instancia de los organismos financieros
internacionales impusieron severas políticas de ajuste que influyeron negativamente en los
derechos de los trabajadores. Dicho neoliberalismo, constituyó una expresión coyuntural y
aprovechada de circunstancias que condicionan la libertad del hombre de trabajo y
disminuyen considerablemente la fuerza del sindicato. Las políticas de ajuste, la desregulación,
y el alto nivel de desocupación abrieron la puerta a políticas flexibilizadoras que se
manifiestaron limitando o excluyendo beneficios y anunciando para el futuro mayores
penurias para los trabajadores. Sin embargo, el sindicalismo tuvo capacidad de adaptación, y
pudo lograr revertir esa situación.
La evolución negativa del derecho del trabajo cesa a partir del año 2003 en que un nuevo
gobierno democrático deja sin efecto leyes regresivas (vgr. la ley 25.250) y dicta numerosas
disposiciones que revalorizan la persona del trabajador en consonancia con los tratados y
convenios internacionales. La Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir del año 2004
afirma doctrinas contrarias al neoliberalismo y pone de resalto que el derecho del trabajo se
estructura a partir de la dignidad de la persona humana.
Como ya he dicho, los trabajadores tuvieron necesidad de asociarse entre ellos para
compensar la inferioridad en que se encontraban frente al empleador e incluso ante la
legislación vigente en la época. De tal forma se formaron coaliciones, asociaciones o sindicatos
que persiguieron la defensa de los intereses de los trabajadores. Por dichos carriles los
trabajadores lograron, a veces por la vía pacífica y otras recurriendo a medidas de fuerza, que
la intervención del Estado se concretara en leyes tendientes a impedir su explotación.
Por lo demás, ha sido la intervención del sindicato la que ha colaborado en una cierta
igualación del poder de negociación de las partes —tal como sigue haciéndolo en la
actualidad—, mejorando de alguna manera la hiposuficiencia que el trabajador posee en la
negociación individual.
Dicho poder sindical ha alcanzado distintos niveles, de conformidad con las circunstancias
sociales, políticas y económicas que reinaron en el país en las distintas etapas históricas y, en
consecuencia, en determinadas épocas se ha visto incrementado y en otras ha disminuido
notablemente y a la par se han conseguido mayores o menores reivindicaciones en la
negociación colectiva.
Puntualizo, con referencia al derecho colectivo del trabajo que estamos ante una compleja
trama normativa que forma vínculos diversos, todos los cuales de una u otra forma apuntan a
la situación del trabajador en el contrato individual. Y a este respecto el derecho colectivo es
instrumental respecto del derecho individual, desde que se estructura en todas sus
manifestaciones para intentar superar la desigualdad que se da en el contrato y conseguir la
creación y plena vigencia de derechos inderogables. Estos derechos han de provenir del
convenio, han de ser arrancados a través del conflicto o se han de originar en la acción política
del sindicato... no hablaríamos hoy de un derecho protector y por tanto del principio
protectorio si la acción sindical tutelar no se hubiera dirigido a la creación de normas
imperativas promocionadas por el Estado, ya sea como expresión de la autonomía colectiva o
como manifestación de la norma estatal".
En definitiva, sostengo que "...el Derecho del Trabajo es un derecho del siglo XX, que nace y
se estructura después de una larga lucha social cuyos protagonistas fueron los trabajadores,
agrupados en asociaciones, que contaron con el apoyo de la Iglesia, de organismos
internacionales y de ideólogos políticos. No es un derecho gestado pacíficamente sino
arrancado al régimen capitalista y liberal bajo las formas imperantes en los siglos XVIII y XIX.
Este derecho implicó el reconocimiento de la dignidad del trabajo que resulta fruto de ese
largo proceso histórico que traduce en definitiva la lucha por la obtención de la 'justicia
social'...". Así lo entendió la C.S.J.N. en el caso "Aquino" del año 2004, entre otros.
Es este carácter instrumental del derecho colectivo del trabajo respecto al derecho
individual del trabajo, el que los actores sociales, especialmente las asociaciones sindicales, no
pueden olvidar pues ayuda a mantener los niveles de protección y con su acción procura
siempre el progreso social y el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo.
18.5. LOSSUJETOS DE LAS RELACIONES COLECTIVAS DEL TRABAJO
Tal como hemos señalado precedentemente, los sujetos de las relaciones colectivas del
trabajo no son idénticos a los de las relaciones individuales del trabajo. Ello así, por cuanto en
el último supuesto se trata de los titulares de un contrato o relación de trabajo, partes
individuales, es decir el trabajador y su empleador, revistiendo el primero de ellos siempre la
calidad de persona física, en tanto que el segundo puede ser persona física o jurídica, de
conformidad con lo dispuesto por los artículos 5°, 21, 22, 25 y 26 de la L.C.T.
Mientras que en el complejo ámbito de las relaciones colectivas del trabajo, adquiere
fundamental importancia el concepto de categoría profesional o interés de la categoría, es
decir, una noción que se refiere al trabajador o al empleador como parte de un grupo
profesional organizado. Se trata pues, de las específicas relaciones de grupo o colectivas.
Así, lo colectivo se relaciona con esta natural tendencia gregaria de los seres humanos que
se agrupan en procura de unificar sus fuerzas con un objeto común. En las relaciones
colectivas del trabajo, la noción de categoría profesional tiene que ver con la existencia de un
grupo voluntariamente organizado con el objeto de mejorar y/o proteger sus intereses
comunes. Por lo tanto, en el concepto de sujeto colectivo del trabajo no resulta definitoria la
mera existencia de un grupo o dato cuantitativo (ya se trate de trabajadores o empleadores),
sino que lo relevante es que se verifique un grupo organizado voluntariamente a efectos de la
defensa de un interés común a todos los de la categoría en cuestión, dato cualitativo. No se
trata, por consiguiente, de la suma de una cantidad de intereses individuales (lo que podría
denominarse interés pluriindividual), sino que existe un interés común a la categoría o grupo
de trabajadores o empleadores.
En primer término, debemos referirnos al carácter de sujeto del derecho colectivo del
trabajo que reviste cada trabajador individualmente, en su calidad de titular de diversos
derechos vinculados con la libertad sindical; entendiendo a esta última como el conjunto de
poderes individuales y colectivos, positivos y negativos, que aseguran la independencia de sus
respectivos titulares en orden a la fundación, organización, administración y gobierno y
actividad externa (actividad sindical) y cuyos aspectos principales están referidos al poder de
autoorganización y al poder de autotutela frente al dirigismo estatal y a las injerencias de
terceros —materia sobre la cual volveremos en el próximo capítulo—.
Por ejemplo, la posibilidad que se les reconoce de constituir o crear asociaciones sindicales,
de afiliarse a las ya existentes, de intervenir en la vida interna de las asociaciones sindicales —
ya participando en la adopción de decisiones en una asamblea, o en la elección de las
autoridades o postulándose para algún cargo representativo o electivo, ya contribuyendo a su
sostenimiento económico—; así como también la protección de la cara o esfera negativa de
cada uno de los referidos derechos, por ejemplo, a través de su participación en medidas de
acción directa o al resultar encuadrados en la aplicación de un convenio colectivo de trabajo.
Por otra parte, las asociaciones sindicales revisten el carácter de sujeto peculiar o típico del
derecho colectivo del trabajo y, al respecto, corresponde señalar que en nuestro sistema se
han utilizado distintas denominaciones para aludir a un mismo fenómeno, al sindical, a saber:
asociación profesional de trabajadores, asociación gremial de trabajadores, asociación sindical
de trabajadores o simplemente asociación sindical.
También resulta importante aclarar que dichos nombres aluden a entidades que procuran
la defensa de los intereses de los trabajadores, por cuanto tradicionalmente en nuestro país
no han sido utilizadas las referidas denominaciones para aquellas que representan los
intereses de los empleadores —lo que sí puede observarse en el derecho comparado y en el
ámbito de la O.I.T.—.
Sentado todo ello, me refiero ahora a los distintos ordenamientos jurídicos que en nuestro
país han regulado el régimen de asociaciones sindicales y las características peculiares de cada
uno de esos sistemas. Dejamos el análisis del actual para los próximos capítulos y aclaro que
todos los antecedentes, con la única excepción del decreto 9270/56, establecieron una
diferenciación entre los derechos de las asociaciones sindicales simplemente inscriptas y los
correspondientes a las asociaciones sindicales con personería gremial, sistema que en
doctrina se ha dado en llamar "pluralidad sindical con unicidad o unidad promovida" y cuyas
notas distintivas también estudiaré posteriormente.
El primer ordenamiento, aunque con un lapso de vigencia poco significativo, fue el decreto
ley 2669/43, dictado por el gobierno militar de turno y que se dio a conocer el 20/7/43. Esta
medida provocó roces entre el gobierno y el sindicalismo pues contenía cláusulas restrictivas
al movimiento obrero, como la exclusión de todo postulado o ideología contraria a nuestra
nacionalidad, la prohibición de participación en la acción política y la prohibición de
agremiación de los menores de 18 años. También contenía una restricción para ejercer los
cargos directivos en los sindicatos para los extranjeros; el decreto reglamentaba tanto las
asociaciones profesionales patronales como las obreras y ellas sólo podían actuar si obtenían
previamente el reconocimiento de su personería gremial.
El 2/12/43 Perón fue designado como Secretario de Trabajo y Previsión y uno de sus
primeros actos fue la suspensión de los efectos del decreto 2669/43, a través de la
promulgación del decreto 15.581 del 5/12/43.
El 26/5/56 se dictó el decreto 9270/56, único régimen que como hemos dicho anteriormente
estableció un sistema distinto al tradicionalmente receptado por toda la normativa regulatoria
de las asociaciones sindicales; consagrándose, en este decreto que rigió tan sólo entre los
años 1956 y 1958, un sistema denominado de "comisiones intersindicales". El decreto en
cuestión receptó un esquema de pluralidad sindical lisa y llana, eliminando la distinción entre
asociaciones profesionales simplemente inscriptas y asociaciones con personería gremial y
consagrando iguales derechos para todas las asociaciones profesionales; sistema que por no
responder al sentir y tradición de nuestro movimiento sindical, tuvo escasa aceptación y, en
consecuencia, poca vigencia.
La ley 14.455 fue reglamentada por la vía del decreto 969/66, el que ha sido señalado como
excesivo en el ejercicio de las potestades reglamentarias, por cuanto distorsionó el espíritu y
los principios básicos de la ley, por ejemplo, estableciendo restricciones a la actividad política
de los sindicatos e incrementando en forma considerable la injerencia estatal en la vida del
sindicato.
Tanto la ley 14.455 como su reglamentación fueron derogadas por la ley 20.615,
reglamentada por el decreto 1045/74. Esta nueva ley receptó también el régimen de unidad
sindical promovida, por cuanto se trató de favorecer la organización sindical por actividad y se
desalentó la creación de sindicatos de empresa; se mantuvieron los derechos preferenciales
para el sindicato con personería gremial y por el decreto reglamentario se estableció que
todos los trabajadores de la actividad debían pagar una contribución al sindicato con
personería gremial; se prohibió la intervención del Estado a los sindicatos y cualquier
interferencia en el manejo de sus fondos; se otorgó a los dirigentes sindicales, miembros de
comisiones internas, delegados de personal e integrantes de otros órganos similares una
protección especial para el ejercicio de sus actividades sindicales, especialmente en lo atinente
a la estabilidad en sus empleos, creándose un fuero sindical especial, por el cual los
integrantes del órgano directivo de las asociaciones sindicales con personería gremial y los de
aquellas que, careciendo de personería gremial, estuvieran afiliadas a una entidad sindical de
grado superior con personería gremial, no podían ser procesados en sede penal, sin previo
desafuero —el que tramitaba ante el Tribunal Nacional de Relaciones Profesionales—; dichos
dirigentes tampoco podían ser arrestados salvo que se los encontrara "in fraganti" durante la
comisión de un delito que estuviese penado con reclusión o prisión (protecciones declaradas
inconstitucionales por la C.S.J.N.).
El 24/3/76 tuvo lugar en nuestro país otro golpe de Estado y el nuevo gobierno consciente
de las estrechísimas vinculaciones existentes entre la actividad sindical y el ejercicio de
derechos civiles y políticos consagrados constitucionalmente, circunstancia que hemos
descripto anteriormente, por resolución de la Junta Militar 9/76, suspendió transitoriamente la
actividad gremial de las asociaciones representativas de los trabajadores.
Luego, en el año 1979, se decidió establecer un nuevo régimen legal regulatorio de las
asociaciones sindicales de trabajadores y se dictó la ley 22.105 —si puede dársele dicha
denominación a un cuerpo normativo emanado de un gobierno de facto—, el que tuvo por
objeto introducir cambios especialmente en orden a la restricción del ejercicio libre y
autónomo de los derechos vinculados con la libertad sindical, atacando principalmente la
autonomía de las asociaciones en su funcionamiento y ámbito de actuación. Esta nueva
regulación legal de las asociaciones gremiales estableció limitaciones en cuanto a la
representación nacional y unitaria de las asociaciones sindicales, eliminándose de nuestra
organización piramidal a la asociación de tercer grado, disolviéndose la C.G.T. incautándose
sus bienes. Asimismo se limitó la zona de actuación de los sindicatos a la Capital Federal o a
cada una de las provincias previa autorización de la autoridad administrativa y el de las
federaciones al ámbito territorial de las asociaciones de primer grado a ellas adheridas —en
un intento de atomizar y fragmentar el movimiento sindical—. También se restringió el objeto
de la acción sindical tan sólo a la defensa de los intereses gremiales y profesionales; se
prohibió la actuación política de las asociaciones gremiales; se privó a dichas asociaciones de
la posibilidad de administrar y conducir las obras sociales. Otra forma de buscar la
disminución de su patrimonio fue la prohibición de ejercer actividades con fines de lucro o de
pactar en las convenciones colectivas aportes económicos en beneficio de la asociación
gremial exigibles a los no afiliados, con la única excepción de aquellos consistentes en un mes
de cuota común de los no afiliados. Además se establecieron importantes modificaciones en el
régimen de elección de autoridades, imposibilitando la reelección de las mismas —todas ellas
en claro desmedro como ya hemos dicho de la libertad y autonomía sindical—. Por último,
resultan significativas las amplias facultades que se le otorgaron a la autoridad administrativa
con relación a la vida interna y acción externa de las asociaciones sindicales, incluida la
posibilidad de intervenirlas. Se admitió la intervención de los sindicatos por el Ministerio de
Trabajo, sin apelación ante la C.N.A.T.
Con el advenimiento de la democracia en el año 1983 los actores sociales iniciaron un arduo
debate respecto a la normativa vigente en materia de asociaciones sindicales y a los
antecedentes legislativos que rigieron en nuestro país en la materia, así como con relación a
cuál es el modelo sindical más acorde a un sistema democrático de gobierno; transcurrieron
varios años de discusión e intentos frustrados de implantar una nueva regulación legal, hasta
que por fin en el año 1988 se dictó la ley 23.551 y su decreto reglamentario 467/88 que,
receptando las principales características de nuestra historia y tradición en materia de
organización y acción sindical, rigen hasta nuestros días. A su estudio nos abocaremos en los
próximos capítulos.
18.5.2. El régimen de las asociaciones sindicales a la luz de los fallos "Ate" y "Rossi" de la
C.S.J.N.
Por mi parte estoy de acuerdo con la necesidad de que se respeten los convenios de la O.I.T.
referidos, pero no puedo dejar de señalar mi discrepancia con la eficacia y efectos que el Alto
Tribunal adjudica a los convenios mencionados en la medida que alteran y desestructuran el
régimen sindical argentino. Y respecto de la libertad sindical entiendo que la acción
sumarísima prevista en el artículo 47 de la ley 23.551 permite la defensa de todos los activistas
sindicales, cualquiera sea la entidad por la que breguen o que no pertenezcan a ninguna. En
mi opinión el sistema de unidad de representación para el ejercicio en exclusividad de
determinados derechos no viola el convenio O.I.T. 87 sobre libertad sindical, cuyo contenido
prescinde de este problema, ni tampoco agravia a la concepción contemplada en el artículo 14
bis de la Constitución Nacional, que se refiere a la libertad en la última cláusula del párrafo
primero —que contempla los aspectos individuales positivos de la libertad sindical— pero muy
especialmente es tratada en el segundo párrafo de ese artículo, que refiere los alcances de la
acción sindical. Lo que debe cuidarse por respeto a la democracia sindical y al principio de
igualdad, es que cuando otro sindicato simplemente inscripto resulte ser más representativo
por tener mayor número de afiliados que el anterior, se le confiera la personería gremial y los
derechos que ello trae aparejado. Por último entiendo que la Corte no ha tenido en cuenta
que el reconocimiento liso y llano de la pluralidad de representaciones sindicales en la
empresa no sólo resiente la defensa de los derechos de los trabajadores sino que también
lesiona seriamente los intereses de los empleadores que deben lidiar con varios colectivos,
originándose así graves problemas vinculados con la certeza jurídica de la representación en la
empresa y con la gestión armoniosa de las relaciones laborales.
En definitiva, concluyo que en la larga historia del movimiento sindical es posible observar
que, cualquiera haya sido el signo político del gobierno de turno y las consiguientes
regulaciones legales aplicables a las asociaciones sindicales —más o menos restrictivas, con
mayores o menores posibilidades de actuar y con incremento o disminución de las garantías
necesarias para el ejercicio de los derechos sindicales—, tales entidades intervinieron
activamente en la defensa de los intereses de los trabajadores en el campo social, político y
económico.
En nuestro país, y aun durante las etapas de represión o persecución de la actividad sindical,
ha sido relevante el rol social asumido por las asociaciones gremiales, especialmente en los
últimos cincuenta años, como motores fundamentales de la lucha social; de tal forma han
ejercido una notable influencia en la obtención y consagración de importantes derechos de los
trabajadores y de la seguridad social, tanto por la vía de la legislación como en los convenios
colectivos de trabajo, así como por su participación en los procesos de concertación social.
En primer término, observo que tanto los empleadores considerados individualmente, como
los que actúan en forma organizada, revisten el carácter de sujetos fundamentales del
derecho colectivo del trabajo.
Sentado ello, debemos referirnos al papel de cada empleador —titular de una organización
empresaria en los términos del art. 54L.C.T.— como sujeto de las relaciones colectivas del
trabajo; dicha calidad lo sitúa frente a los trabajadores de su planta que ejercitan sus derechos
sindicales, lo obliga a respetar la protección que a los mismos les acuerda la ley, lo vincula con
la representación sindical en la empresa —especialmente tutelada por el ordenamiento
jurídico— y también lo hace pasible de las diversas medidas de acción directa que con relación
a él o al sector al que pertenece pudieran adoptar los trabajadores.
Por otra parte, debo recordar que los empleadores se han ido organizando a lo largo del
tiempo con el objeto de dar una respuesta adecuada, fundamentalmente defensiva, a la
presión ejercida por las asociaciones representativas de los trabajadores en la defensa de los
intereses de su categoría.
Relata Pozzo sobre el punto que "...ante el avance de la acción trabajadora, los empleadores
comprendieron que una resistencia aislada era contraproducente para sus intereses y
debieron recurrir también al mismo sistema de asociación. Sin embargo, no debemos
confundir estas asociaciones profesionales de empleadores destinadas a la representación y
defensa de sus intereses, con otras uniones que tuvieron por finalidad la acentuación de las
ganancias y la imposición en el mercado nacional o universal de precios y de salarios por
medio de monopolios o trusts...".
Cabe observar que cuando nos referimos a las relaciones colectivas del trabajo, el sujeto
representativo de los intereses de los trabajadores como categoría profesional, debe
necesariamente organizarse bajo determinadas pautas (en la actualidad y en nuestro sistema
de acuerdo con las previsiones de la ley 23.551), en tanto que desde el sector empleador,
puede verificarse la intervención de un sólo empleador, de un grupo de ellos o de una
organización representativa de tales intereses regulada por la normativa de derecho común
(por ejemplo, tal como lo prevé el art. 1° de la ley 14.250 en materia de legitimación para
negociar colectivamente).
Reseña Nápoli con respecto a la ley 14.295, que "...Se atribuía por ella, la personalidad
gremial a las federaciones de actividades específicas y la personalidad económica a las
confederaciones y federaciones de actividades varias que reunieran los requisitos
determinados en la misma. Se consideraban derechos inherentes a la personalidad económica
los siguientes: a) representar los intereses económicos relativos a la zona de su actuación; b)
integrar los organismos de carácter consultivo o asesor creados por el Estado en la zona de su
actuación, relativos al estudio de la solución de los problemas de carácter social y económicos,
comunes a las diferentes actividades. Se disponía que la asociación profesional que adquiriera
personalidad gremial o económica, gozaría del carácter de persona jurídica y podría ejercer los
derechos y contraer las obligaciones que a tales entidades autoriza el Código Civil...".
Dicho cuerpo legal rigió hasta que fue dejado sin efecto por la denominada "Revolución
Libertadora" en el año 1955 y, tras su derogación, en el ámbito de las asociaciones
representativas de los intereses de los empleadores volvió a imperar, hasta nuestros días, el
sistema fundado en el artículo 14 de la Constitución Nacional y el artículo 33 del Código Civil.
En definitiva, no es posible negar la importancia del rol que cumplen los empleadores y las
asociaciones representativas de sus intereses, entendidos como categoría profesional en los
casos en que actúen orgánicamente, pues se trata del principal interlocutor de las
asociaciones sindicales —representativas de los intereses de los trabajadores—, en cualquiera
de los ámbitos en que estas últimas desarrollen la acción sindical.
Ello así, por cuanto son los empleadores o las asociaciones de empleadores quienes se
encuentran obligados por ley a admitir y respetar la actividad sindical en los establecimientos
de su titularidad, así como las garantías aseguradas por el ordenamiento jurídico para el
ejercicio de tales derechos; son también quienes resultan convocados a efectos de la
negociación colectiva y, por último, son los destinatarios de las medidas de acción directa,
especialmente la huelga, entendidas como mecanismos aptos para exteriorizar los conflictos
colectivos y para que los sindicatos ejerzan presión en procura de lograr ciertas
reivindicaciones.
18.5.5. El Estado
Finalmente, debo efectuar una especial referencia al rol del Estado como sujeto en el ámbito
de las relaciones colectivas del trabajo y al papel fundamental que en tal carácter se le
atribuye.
Ante todo recuerdo que los Estados Nacionales han asumido diversos roles en las diferentes
etapas históricas por las que ha atravesado la contratación laboral y las relaciones colectivas
del trabajo; fenómeno que puede advertirse a través del estudio de la evolución legislativa que
se ha operado en el mundo entero, en la materia.
De tal forma, se admite con generalidad la posibilidad de regir las relaciones laborales por la
norma laboral heterónoma (como piso mínimo) a la par que se faculta a las partes colectivas
para dictar sus propias normas en uso de la autonomía de la voluntad colectiva, es decir, se les
reconoce la posibilidad de pactar convenios colectivos de trabajo (los que también pasarán a
constituir un piso mínimo obligatorio con relación a los pactos individuales).
Es en esta etapa que los Estados adquieren un nuevo rol, sumamente relevante en el ámbito
de las relaciones laborales, no sólo las individuales —en las que a través de los derechos
establecidos por la Constitución Nacional, por los Tratados Internacionales y los Convenios de
la O.I.T. y por las leyes, asume importantes obligaciones a su cargo—, sino también en el
campo de las relaciones colectivas del trabajo, donde como hemos señalado anteriormente
debe afrontar, regular y controlar el desenvolvimiento de múltiples relaciones, las que pueden
verificarse en distintos niveles.
Hablar de las fuentes de una materia, en el caso del derecho colectivo del trabajo, implica
hacer ante todo una distinción —tradicional entre los autores— entre las fuentes materiales o
reales y las fuentes formales o legales.
Así, a las primeras se las define como los hechos sociales que se verifican en un momento y
lugar determinado y que por su importancia influyen en la actividad normativa del Estado, que
a través del dictado de determinadas normas intenta darles algún tipo de respuesta a dichas
motivaciones o intereses sociales. Es decir, la fuente material o real responde a un hecho
sociológico, verificable en el plano de la realidad, que configura el antecedente de una fuente
formal.
En tanto que la fuente formal o legal responde a la actividad legisferante del Estado, ya sea
ejercida directamente o a través de la autorización a los particulares (individual o
colectivamente) para que en determinadas condiciones se dicten autónomamente sus propias
normas. En general la fuente formal responde a los hechos sociales o a la fuente material, a
los que pretende regular; pero puede suceder que la fuente formal no se adecue a la
conciencia y sentir reinante en el plano de la realidad y ello condicionará luego la aceptación o
vigencia que en el plano o dimensión sociológica pueda tener dicha norma; tal lo que ocurrió
con el ya mencionado decreto 9270/56 que intentó establecer un sistema de asociaciones
sindicales contrario a la tradición y práctica que reinaba en la experiencia y conciencia de
nuestro movimiento obrero. Así la ley 23.551 de organización sindical tiene como fuente
material el movimiento de opinión que rechazó la ley 22.105 dictada durante el período del
llamado 'Proceso de Reorganización Nacional'. Y en esa época se dictaron también otras
normas que no consultaban a la realidad sino que respondían al mero voluntarismo de los
gobernantes. Tal el caso de la ley 21.400 del año 1976 que prohibía el derecho de huelga y
castigaba como delito el incitar a la huelga y a otras medidas de fuerza y que fue interpretada
restrictivamente por los tribunales, o el decreto 9/76 que prohibió la actividad gremial y fue
desconocido en los hechos tanto por los protagonistas sociales como por la misma
administración del trabajo.
Asimismo fue derogada la ley 25.250, de espúrea procedencia, que admitía la celebración de
convenios regresivos para el trabajador, siendo sustituida por la ley 25.877 que expresamente
admite la celebración de un convenio de empresa sólo cuando contiene normas mas
favorables al trabajador que las establecidas en el convenio de actividad.
El derecho de las relaciones colectivas del trabajo, tal como hemos señalado en párrafos
anteriores, se encuentra regulado por disposiciones que poseen distinto rango en el orden
jerárquico de normas y cuya incorporación a nuestro sistema jurídico responde a distintas
etapas político-sociales, a saber:
18.6.1. La Constitución Nacional
Resulta esclarecedora la opinión de Bidart Campos, quien sostiene con relación a la norma
constitucional en análisis, que la misma debe vincularse necesariamente con el artículo 14 que
reconoce el derecho de asociación con fines útiles y que "...En estos aspectos juega el derecho
individual que tiene como sujeto activo a cada hombre. Pero también la libertad de asociación
implica, desde el punto de vista constitucional, que la entidad colectiva —cualquiera sea su
forma o categoría jurídica, y con independencia de que se le reconozca o no personalidad
propia— disponga de un ámbito suficiente de libertad jurídicamente relevante para
desarrollar sus fines sociales y manejar su vida interna sin intrusiones arbitrarias. Cuando la
asociación es gremial, la trascendencia de su actividad más allá de la esfera del grupo
organizado hace que el Estado titularice un interés más intenso que en el mundo de las
asociaciones comunes y que, por ende, encuentre un margen más dilatado de reglamentación
razonable, de modo similar a lo que acontece con los partidos políticos. Y es la propia
Constitución, al exigir que la organización gremial sea libre y democrática, la que convalida el
prudente control estatal que asegure en la vida y en la estructura interna de los entes
sindicales el cumplimiento efectivo de aquellas notas caracterizantes...".
En el segundo párrafo del artículo 14 bis se establece que "Queda garantizado a los gremios:
concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de
huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el
cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo". Esta
cláusula refiere los derechos cuyo ejercicio se le garantiza constitucionalmente a los gremios.
Por lo demás, hay que señalar que tanto las pautas establecidas con relación a los
caracteres que deben reunir las asociaciones sindicales, como los derechos que se le aseguran
a los gremios, al momento de la reforma constitucional de 1957 ya habían tenido algún tipo de
reconocimiento legal o por lo menos su ejercicio era tolerado por el Estado.
Por ejemplo, al año 1957 el sistema de asociaciones sindicales ya había tenido las siguientes
reglamentaciones: decreto 2669/43,decreto 23.852/45 y decreto 9270/56. En cuanto a los
convenios colectivos de trabajo, el sistema ya estaba regulado por la vía de la ley 14.250, del
año 1953, que aún sigue vigente con algunas modificaciones. En tanto que la mención de la
conciliación y el arbitraje recogió una práctica imperante en la época de la reforma
constitucional, que transfería la solución de los conflictos del ámbito de la lucha directa al de
las soluciones administrativas, interviniendo en todo caso la autoridad laboral como
organismo mediador con funciones de naturaleza preventiva. Mientras que similares
consideraciones pueden efectuarse con respecto al derecho de huelga que era de práctica
frecuente en la realidad de las relaciones laborales de nuestro país y que al año 1957 ya
gozaba de consagración en la jurisprudencia como derecho esencial de los trabajadores, vía
por la cual se habían establecido principios reguladores de suma importancia.
Sobre el punto, la primera cuestión que se plantea al examinar esa norma es el alcance que
debe darse a la palabra "gremio", sobre la cual los constituyentes se pronunciaron en forma
confusa. Mientras algunos, como Jaureguiberry, Bravo, González Bergez, identificaron al
gremio como al conjunto de trabajadores que desempeñan una actividad y oficio, otros como
Corona Martínez identificaron al gremio con una organización de trabajadores, es decir con un
sindicato.
Por ello, el alcance del término "gremio" lo iré analizando posteriormente con relación a
quien ejerce la concreta titularidad de cada uno de los derechos en cuestión.
Sin perjuicio de que la mayoría de los derechos sindicales establecidos por el artículo 14 bis
de la Constitución Nacional ya tienen reglamentación legal y no obstante las consideraciones
que hemos formulado al referirnos en la primera parte de esta obra a la fuerza normativa de
las cláusulas constitucionales, corresponde a esta altura que recordemos la importancia que
reviste la consagración constitucional de derechos como los plasmados en el artículo 14 bis, en
el ámbito de las relaciones colectivas del trabajo, especialmente en torno a su exigibilidad y
como pautas o postulados fun damentales que no pueden ser desconocidos por normas de
rango inferior.
Al respecto, señala Bidart Campos que "...Cuando erigimos a la Constitución suprema hasta
el vértice del orden normológico, y le atribuimos valor superior, carácter de fuente y de
normativa primaria, fuerza vinculante, aplicabilidad directa e inmediata, lo hacemos porque
aspiramos a que alcance encarnadura y fenomenización en el orden de conductas (dimensión
sociológica), a que no se esterilice en el orden de las normas escritas, a que funcione y actúe
como derecho positivo, a que tenga eficacia. Como se ve, todo ello apunta a la vigencia
sociológica, y se resume así: la noción de fuerza normativa de la Constitución escrita tiende a
que las normas que la integran adquieran tal vigencia sociológica en la Constitución material o
real, para que ésta no contenga contradicciones a su respecto... La fuerza normativa de la
Constitución suprema responde... al principio fundacional del constitucionalismo moderno: la
Constitución escrita como súper ley de garantías entraña la finalidad de limitar al poder del
Estado y de asegurar la libertad y los derechos personales. Si ése es el fin, y ésa es la razón
histórica, hay que darle a la Constitución la jerarquía capaz de sustentar los medios eficaces
para que el mismo fin alcance efectividad exitosa...".
En tanto que Fernández Madrid sostiene sobre la cuestión que "...toda norma constitucional
posee una cuota de operatividad o de efectividad, pues no es admisible que en el texto
constitucional haya normas carentes de sentido o enteramente inaplicables. Lo que hay que
distinguir es para quién la norma es operativa (si para el legislador común o para el
particular que puede ejercer un derecho directo e inmediato invocándola) y la efectivización de
las cláusulas llamadas programáticas ha de depender de las circunstancias políticas y de la
orientación que tengan el gobierno y la jurisprudencia constitucional en un momento
determinado... toda cláusula constitucional tiene virtualidad. Y aquellas cuya efectivización
está de hecho diferida en el tiempo revelan una orientación de política social que requerirá
para concretarse de una coincidencia temporal entre las posibilidades socio-económicas en el
caso particular de los derechos sociales y la efectivización por el legislador ordinario del
mandato constitucional. Pero lo que debe advertirse es que la inclusión de la norma
programática o de operatividad débil en el texto constitucional traduce el consenso social
acerca de que un derecho de tal naturaleza se implemente en el futuro. La norma, en este
caso, señala el curso según el cual deben implementarse los derechos sociales...".
Por lo demás, al analizar la reforma constitucional del año 1994, hemos mencionado —entre
otras modificaciones operadas— que se estableció la jerarquía constitucional de determinadas
Declaraciones, Convenios y Tratados Internacionales , que significaron una avance en el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
En otro orden de cosas la misma Constitución trata sobre la acción de amparo en su artículo
43, la que reviste significativa importancia en orden de tutelar el efectivo reconocimiento y
ejercicio de derechos sindicales, de posibilitar el control de constitucionalidad de las normas,
así como también en cuanto a la legitimación activa que en virtud de tal precepto podrían
invocar las asociaciones sindicales en los casos en que se verifiquen violaciones a derechos de
incidencia colectiva (materia sobre la que volveré con mayor detenimiento al referirnos a la
acción sindical).
Así, la norma citada de la Constitución Nacional estipula que "Toda persona puede
interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más
idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en forma
actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el
caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u
omisión lesiva. Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo
relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al
consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el
defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la
ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización...".
El artículo 75, inciso 22 estipula que "...La Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre; la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención
sobre la prevención y la sanción del delito de Genocidio; la Convención Internacional sobre la
eliminación de todas las formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la eliminación
de todas las formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos del
Niño; en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo
alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los
derechos y garantías por ella reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el
Poder Ejecutivo Nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los
miembros de cada Cámara. Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos,
luego de ser aprobados por el Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la
totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional...".
"artículo 23, inciso 4 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que establece que
"...Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses...";
"artículo 16 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que estipula que "1.
Todas las personas tienen derecho a asociarse libremente con fines ideológicos, religiosos,
políticos, económicos, laborales, sociales, culturales, deportivos o de cualquier otra índole. 2. El
ejercicio de tal derecho sólo puede estar sujeto a las restricciones previstas por la ley que sean
necesarias en una sociedad democrática, en interés de la seguridad nacional, de la seguridad o
del orden público, o para proteger la salud o la moral públicas o los derechos y libertades de
los demás. 3. Lo dispuesto en este artículo no impide la imposición de restricciones legales, y
aun la privación del ejercicio del derecho de asociación, a los miembros de las fuerzas
armadas y de la policía";
"artículo 22 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece que "1.
Toda persona tiene derecho a asociarse libremente con otras, incluso el derecho a fundar
sindicatos y a afiliarse a ellos para la protección de sus intereses. 2. El ejercicio de tal derecho
sólo podrá estar sujeto a las restricciones previstas por la ley, que sean necesarias en una
sociedad democrática, en interés de la seguridad nacional, de la seguridad pública o del orden
público, o para proteger la salud o la moral públicas o los derechos y libertades de los demás.
El presente artículo no impedirá la imposición de restricciones legales al ejercicio de tal
derecho cuando se trate de miembros de las fuerzas armadas y de la policía. 3. Ninguna
disposición de este artí culo autoriza a los Estados Partes en el Convenio de la Organización
Internacional del Trabajo de 1948 relativo a la libertad sindical y a la protección del derecho de
sindicación a adoptar medidas legislativas que pueden menoscabar las ganancias previstas en
él ni a aplicar la ley de tal manera que pueda menoscabar esas garantías";
También he afirmado en dicha oportunidad que el universo protectorio que surge de los
tratados internacionales, a que se refiere el artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional,
señala una senda que el país debe transitar y que ya lo hubiera hecho si se hubiera cumplido
en la legislación el programa social del artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Asimismo,
he sostenido que, para la armonía del país y el respeto a la dignidad del hombre que trabaja,
dichos fallos deben constituir un hito que marque un vuelco en la interpretación de la
legislación social. Y para el legislador, una señal definitiva de que las leyes regresivas no
pueden tener cabida en nuestro derecho positivo, que aspira —aspiración confirmada por los
constituyentes de 1994— a una sociedad más justa y solidaria.
Por lo demás, resulta útil memorar que la Organización Internacional del Trabajo está
integrada por los siguientes órganos:
Por otra parte, en el ámbito de la O.I.T. funcionan otros órganos como las comisiones de
industria, la comisión de expertos en aplicación de convenios y recomendaciones, o la
comisión de investigación y conciliación en materia de libertad sindical, entre otros.
Toda la ardua e incansable labor que viene llevando a cabo la O.I.T. desde su creación, en
materia de promoción y salvaguarda de los derechos humanos, se exterioriza básicamente a
través de tres vías: a) definición de derechos (primordialmente en virtud de la adopción de
convenios y recomendaciones), b) medidas encaminadas a garantizar el pleno ejercicio de los
derechos así definidos (fiscalización internacional, procedimientos de reclamaciones y quejas),
y c) ayuda para la adopción de medidas prácticas (servicios de asesoramiento y cooperación
técnica).
Cabe señalar también que una norma internacional del trabajo es un texto preparado por la
O.I.T. para uso de los Estados Miembros y de la comunidad internacional, en la que se definen
pisos mínimos internacionales. Dichas normas revisten el carácter de convenios y
recomendaciones. Los convenios si bien por su peculiar forma de celebración no pueden ser
calificados estrictamente como tratados internacionales, en cuanto al resto de sus caracteres y
a sus efectos, sí pueden ser asimilados a dicha categoría, además son propios del derecho
laboral y han de ser ratificados por los Estados Miembros, quienes al hacerlo se comprometen
a aplicar lo estipulado en él. Mientras que las recomendaciones no requieren ratificación,
amplían los convenios o versan sobre asuntos que no exigen un compromiso oficial; sirviendo
de directrices para la política nacional en asuntos concretos.
Otro punto crucial respecto a los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo
reside en su ubicación en la escala jerárquica de normas, en el orden interno y la posible
exigibilidad de los derechos allí contenidos.
Al respecto explica Von Potobsky que "... la jerarquía supralegal de los convenios ratificados
de la Organización Internacional del Trabajo, implícita en el fallo 'Ekmekdjián c/ Sofovich',
quedó confirmada con la reforma constitucional de 1994. Tales convenios ocupan ahora una
posición superior a las leyes, sean éstas anteriores o posteriores a la ratificación. En
consecuencia, una disposición legal contraria a una norma de la Organización Internacional
del Trabajo puede ser atacada por inconstitucional y quedar sin efecto. Cabrían entonces dos
posibilidades: por un lado, la suplantación de la norma nacional por la internacional, si ésta
tuviera operatividad propia o carácter autoejecutivo; por el otro, si careciera de este carácter,
sólo la inaplicación de la norma nacional.... en lo que concierne a su 'autoejecutividad', la
nueva jurisprudencia (no sólo de la Corte) ha ampliado sus alcances. En otros términos, existe
una interpretación más extensiva del potencial de operatividad propia de las normas
internacionales. La jurisprudencia ha seguido así la doctrina internacional en lo que concierne
a las normas sobre derechos humanos. Ya no requiere el dictado obligatorio de una legislación
nacional de aplicación, conforme a un criterio altamente 'dualista', sino que acepta con
amplitud la aplicación de la norma internacional a través de los órganos jurisdiccionales. Esta
doctrina puede aplicarse también a la normativa de la Organización Internacional del Trabajo,
como lo demuestra la experiencia internacional. Existe, efectivamente, un número importante
de normas en los convenios que tienen suficiente operatividad propia como para poder
prescindir de una transposición legislativa.... el mayor desarrollo del concepto de
responsabilidad internacional de los Estados por incumplimiento de los tratados, puede tener
consecuencias importantes en relación con los convenios de la Organización Internacional del
Trabajo. Si la falta de transposición de una norma internacional del trabajo al orden interno
origina perjuicios a los individuos, éstos tendrían una acción de reparación contra el Estado,
como ya lo ha decidido la justicia comunitaria europea con respecto a las directivas. El derecho
internacional y la doctrina avanzan en ese sentido. En todos estos aspectos la opinión de los
jueces será decisiva. Es a ellos que compete decidir en cada caso específico sobre la aplicación
directa de un convenio o determinadas normas, la eventual inconstitucionalidad de una
norma nacional, el incumplimiento por el Estado de sus obligaciones y la reparación de los
perjuicios que le incumbe. También será importante a este respecto la receptividad por parte
de los jueces de la opinión expresada por los órganos de control de la Organización
Internacional del Trabajo sobre la aplicación de los convenios en los respectivos países. Puede
sostenerse que surge, así una nueva dimensión para los convenios de la Organización
Internacional del Trabajo con respecto a su aplicación en el orden interno de la Argentina. Una
dimensión que les dará mayor eficacia tanto frente al Estado como entre las partes en la
relación laboral. Ciertas facetas de esta dimensión, es decir, la supra-legalidad y la aplicación
directa de las normas internacionales del trabajo, ya tienen su aplicación en diversos sistemas
nacionales. En cambio, las consecuencias en el orden interno de la responsabilidad
internacional del Estado, en relación con dichos convenios, constituye una dimensión nueva de
un carácter mucho más general...".
Sentadas todas las premisas anteriores, corresponde que nos aboquemos ahora al análisis
de las disposiciones de la Organización Internacional del Trabajo vinculadas estrictamente con
la materia colectiva.
En el derecho colectivo del trabajo es posible verificar numerosas leyes que regulan el
contenido de la materia y que, específicamente, vienen a reglamentar las previsiones
constitucionales a las que anteriormente hemos aludido.
Así la ley 23.551, que fue sancionada el 23/3/88, promulgada el 14/4/88 y publicada en el
B.O. el 22/4/88, se refiere al sistema de "Asociaciones Sindicales", regulando
pormenorizadamente diversas cuestiones atinentes a la constitución, organización y
funcionamiento de las asociaciones sindicales, los postulados fundamentales del régimen, así
como la afiliación o desafiliación de los trabajadores a tales entidades, la elección y remoción
de sus autoridades, la integración del patrimonio sindical, la representación sindical en la
empresa, la tutela de los representantes gremiales y las facultades de contralor conferidas a
las autoridades.
En el ámbito del derecho colectivo del trabajo también adquieren suma importancia fuentes
de distinta naturaleza a las señaladas precedentemente.
Tal el caso del valor que ha adquirido la jurisprudencia de los tribunales del trabajo en
materia de ejercicio del derecho de huelga, materia que tradicionalmente ha sido regulada a
través de creaciones pretorianas, que han señalado el rumbo en su ejercicio.
Por lo demás, también debemos referirnos al valor como fuente de derecho de los laudos
arbitrales, tanto voluntarios (dictados en el marco del procedimiento previsto por la ley
14.786), que resuelven conflictos colectivos de trabajo, con iguales efectos que un convenio
colectivo de trabajo.
Sobre todas estas normas, volveré en ocasión de analizar cada una de las instituciones
fundamentales del derecho colectivo del trabajo.
2) Reseñe brevemente las distintas etapas históricas que pueden verificarse en el proceso de
consolidación del derecho colectivo del trabajo.
5) ¿Cuál fue el objetivo perseguido por el Edicto Turgot, por la Ley Chapellier y por la primera y
la segunda "Combination Act"?
7) ¿De qué herramientas se valieron las asociaciones sindicales de trabajadores para perseguir
sus objetivos?
11) Reseñe cuál ha sido el reconocimiento que los derechos vinculados con la libertad sindical,
la asociación sindical y la acción sindical han merecido en el plano del Derecho
internacional, tanto en los Tratados Internacionales como en los Convenios de la O.I.T.
15) ¿En qué consiste el carácter instrumental del derecho sindical respecto al derecho
individual del trabajo?
16) ¿Cuáles son las fuentes del derecho colectivo del trabajo? Enúncielas y refiera brevemente
la materia que regulan y la fecha en que se incorporaron tales disposiciones a nuestro
sistema.
BIBLIOGRAFIA
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VON POTOBSKY, GERALDO,"Los convenios de la Organización Internacional del Trabajo ¿una nueva
dimensión en el orden jurídico interno?", Derecho del Trabajo, T. 1997-A, p. 457 y ss.
CAPITULO XIX
Para Justo López ("Derecho Colectivo del Trabajo", ed. La Ley 1998, pág.
81) la libertad sindical es el conjunto de poderes individuales y colectivos,
que aseguran la independencia de sus respectivos titulares en orden a la
fundación, organización, administración, gobierno y actividad externa
(actividad sindical) de las asociaciones profesionales de trabajadores. La ley
23.551 en su artículo 1º dice que "la libertad sindical será garantizada por
todas las normas que se refieren a la organización y acción de las
asociaciones sindicales".
El sindicato de oficio tampoco tiene el favor de la ley y son pocos los que
hoy se cuentan en nuestra vida sindical, por ejemplo, el de los viajantes de
comercio. De ahí que el artículo 30, L.S. sólo admita la forma de sindicato
de oficio, profesión o categoría con personería gremial si existieran
intereses sindicales, diferenciados como para justificar una representación
específica, y siempre que la unión, o sindicato preexistente no comprenda
en su personería la representación de dichos trabajadores. Estas
limitaciones han merecido la observación de la O.I.T.
Para que el sindicato cumpla el rol que le asigna la propia ley sindical,
debe tener libertad, entendida como el conjunto de poderes individuales y
colectivos que aseguren la independencia de sus respectivos titulares en
orden a la fundación, organización, administración y gobierno de los
sindicatos; y una actividad externa protegida legalmente, cuyos aspectos
principales están referidos al poder de autoorganización y al poder de
autotutela, frente al dirigismo estatal y a las injerencias de terceros. La ley
23.551 es clara al respecto y no deja lugar a dudas acerca de que está
prevista su independencia del Estado y de los empleadores (art. 9°, ley
23.551) y consagra la autonomía de la acción sindical.
Ferro advierte con claridad que las limitaciones que podrían resultar a la
libertad sindical de privilegiar a un sindicato (el más representativo), hacen
necesario reelaborar aquel concepto, pues la libertad sindical no conlleva
un fin en sí y sólo es el medio trascendente que permite alcanzar la
adecuada tutela de los intereses profesionales de los trabajadores. Agrego
que en nuestra ley le corresponde al sindicato, como institución
intermedia necesaria en una democracia social, también la defensa de las
condiciones no sólo de trabajo, sino también de vida de los trabajadores.
Por eso el artí culo 3° de la ley 23.551 dice que "la acción sindical
contribuirá a remover los obstáculos que dificulten la realización plena del
trabajador".
Las asociaciones que tengan por objeto la defensa de los intereses de los
trabajadores se regirán por esta ley (art. 2°, ley sindical).
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XX
20.1. Afiliación y desafiliación. - 20.2. Estatutos. - 20.3. Régimen al cual deben ajustarse
los estatutos. - 20.3.1. Contenidos. Derechos de los afiliados. - 20.3.2. Cancelación de la
afiliación y suspensión de la afiliación. - 20.4. Dirección y administración.
Las asociaciones sindicales deberán admitir la libre afiliación, de acuerdo a esta ley y a sus
estatutos, los que deberán conformarse a la misma (art. 12, L.S.).
Las federaciones no podrán rechazar los pedidos de afiliación de las asociaciones de primer
grado que representen a los trabajadores de la actividad, profesión, oficios o categoría
previstos en el estatuto de la respectiva federación. Del mismo modo las confederaciones no
podrán rechazar a las federaciones, sindicatos o uniones que reúnan las características
contempladas en los estatutos de la respectiva confederación.
Las asociaciones sindicales de segundo o tercer grado podrán cancelar la afiliación de las
asociaciones sindicales adheridas sólo por resolución adoptada por el voto directo y secreto
del setenta y cinco por ciento (75 %) de los delegados, emitido en congreso extraordinario
convocado al efecto.
Las asociaciones sindicales podrán desafiliarse de las de grado superior a las que estuvieren
adheridas, sin limitación alguna (art. 5°, L.S.).
Las personas mayores de catorce años, sin necesidad de autorización, podrán afiliarse (art.
13, L.S.).
Salvo respecto de los desocupados a que se refiere el párrafo anterior, los estatutos podrán
restringir, en el caso de los afiliados a que se refiere el artículo 14 de la ley 23.551, el derecho
de voto para elegir autoridades de la asociación sindical y el de postularse como candidatos
para tales cargos, a excepción de las candidaturas para integrar órganos de fiscalización o de
apoyo, no encargados de funciones de representación sindical, y las votaciones para elegir
dichas autoridades (art. 6°, D.R.).
20.2. ESTATUTOS
El estatuto es el instrumento que tiene que ser aprobado por el Ministerio de Trabajo que
define los aspectos fundamentales de su organización interna y de sus relaciones con otros
órganos.
En ese instrumento deben establecerse los derechos y obligaciones de los afiliados, los
requisitos para su admisión, y procedimiento para su separación que garanticen el derecho de
defensa.
Son imperativos en cuanto deben ser respetados por todos los afiliados y por los distintos
cuerpos directivos que se creen.
La elaboración de los estatutos está librada a la voluntad de los miembros del sindicato,
pero esa libertad no excluye la autorización ministerial, que debe desechar toda cláusula
contraria a la regulación legal. De tal manera, el estatuto requiere una aprobación de la
asamblea fundacional y otra posterior del Ministerio de Trabajo.
Una característica de los estatutos es la de que tiene una estructura abierta en el sentido de
que los trabajadores que se incorporan y los no afiliados deben respetar sus disposiciones
hasta tanto no haya una modificación por las vías legalmente previstas.
Los afiliados sólo serán pasibles de expulsión si se acreditare que se hallan comprendidos
en alguno de los siguientes supuestos:
2) Colaborar con los empleadores en actos que importen prácticas desleales declaradas
judicialmente.
3) Recibir subvenciones directas o indirectas de los empleadores con motivo del ejercicio de
cargos sindicales.
4) Haber sido condenado por la comisión de delito en perjuicio de una asociación sindical.
El cuerpo directivo sólo podrá adoptar la medida de suspensión preventiva contra sus
miembros, la que no podrá exceder el término de cuarenta y cinco días.
El cuerpo directivo será responsable de que, dentro de ese plazo, se realice la asamblea o el
congreso extraordinario, para decidir en definitiva (art. 10).
El Ministerio de Trabajo establecerá qué registraciones de sus actos y cuentas deberán llevar
las asociaciones sindicales, en qué libros u otros soportes materiales deberán asentarlos y
con qué formalidades deberán hacerlo.
Los ejercicios no superarán el término de un (1) año. El Ministerio de Trabajo establecerá las
características que deberán reunir los planes de cuentas.
g) Régimen electoral que asegure la democracia interna de acuerdo con los principios de la
presente ley, no pudiendo contener como exigencia para presentar listas de candidatos a
órganos asociacionales, avales que superen el tres por ciento (3%) de sus afiliados.
Dicho régimen electoral estará contenido en un capítulo especial que deberá asegurar:
a) Que en aquellos congresos u otros cuerpos deliberativos creados por el estatuto, cuyos
integrantes fueren elegidos por votación directa de los afiliados, la representación, por
cada sección electoral, adopte algún sistema de proporcionalidad u otorgue a la primera
minoría un número de cargos no inferior al veinte por ciento (20 %). Se podrá exigir a esta
minoría, para obtener representación, un número de votos no inferior al veinte por ciento
(20 %) de los votos válidos emitidos.
Las asambleas o congresos ordinarios deberán ser convocados con no menos de treinta (30)
días de anticipación ni más de sesenta (60); los extraordinarios con no menos de cinco (5)
días. En ambos casos deberá existir una publicidad inmediata y adecuada de la convocatoria
que asegure el conocimiento de los representantes sindicales incluyendo publicidad en la
empresa salvo que por razones de tiempo ello sea imposible, e incluya , para las asambleas,
la exhibición, en los lugares de trabajo, de folletos o carteles que mencionen el orden del
día, el lugar de reunión de la asamblea y los requisitos para participar en ella y, para los
congresos, comunicación a los delegados a dicho congreso u otro medio razonable de
difusión previsto en el estatuto, con idénticas menciones a las previstas para las asambleas
(art. 13).
Las medidas de acción directa deberán estar previstas dentro de aquellas que permitan las
leyes y las convenciones colectivas aplicables. Se deberá establecer cuáles son los órganos
de la asociación sindical facultados para disponerla y el procedimiento para adoptar la
decisión (art. 14, D.R.).
La primera minoría en los cuerpos deliberativos debe tener un número de cargos no inferior
al veinte por ciento (20%), pero se le podrá exigir, si los estatutos así lo establecen, para
acceder a esta presentación un número de votos no inferior al veinte por ciento (20%) de los
votos válidos emitidos. El problema del decreto reglamentario es que una minoría del
cuarenta y nueve por ciento (49%) podría ser exigida para acceder sólo al veinte por ciento
(20%) de los cargos, si así lo estableciera un estatuto debidamente aprobado por el Ministerio
de Trabajo. No se reconocen minorías en los cuerpos directivos.
Tiene particular importancia, en el régimen electoral a que se refiere el inciso g) que, para
presentar la lista de candidatos a órganos asociacionales, no se puedan exigir avales en
proporción superior al tres por ciento (3 %) de los afiliados, lo que asegura posibilidades
amplias de participación electoral para los grupos opositores que quieran acceder a la
conducción del sindicato.
Otro tema importante es el relativo a las finanzas del sindicato, que deben ser motivo de
especial cuidado, como lo establece el artículo 11, del decreto reglamentario.
Entre los puntos destacables están los procedimientos para disponer medidas legítimas de
acción sindical, debiendo entenderse que el estatuto puede diferir la decisión de la medida de
acción directa a asambleas extraordinarias. La indicación de estas medidas establecidas en las
leyes y convenciones colectivas aplicables es imprecisa, porque la ley 25.250 no deja librado a
las convenciones colectivas la reglamentación de la huelga. Y dicha ley se complementa con
el artículo 56 de la ley 23.551 y con la ley 11.786. La elaboración jurisprudencial no ha
descartado la legitimidad del paro en el lugar de trabajo y ha señalado que ciertos tipos de
huelga, como la de solidaridad, no son ilegítimas en sí y en razón de su índole, por lo que el
tema tampoco puede ser tratado con precisión en los estatutos.
20.4. DIRECCION Y ADMINISTRACION
Los mandatos no podrán exceder de cuatro (4) años, teniendo derecho a ser reelegidos (art.
17, L.S.).
Las elecciones de los directores y administradores deben ser realizadas mediante el voto
secreto y directo de los afiliados en los sindicatos de primer grado, y en las de grado superior
por los representantes o delegados congresales correspondientes, que reciben instrucciones
precisas de la asamblea del sindicato a quien representan. La Junta Electoral trata todos los
problemas del acto electoral y las impugnaciones que se produjeran. El Ministerio de Trabajo
sólo puede suspender el proceso electoral o la puesta en posesión de los cargos de las nuevas
autoridades en el caso de que se hubieran deducido impugnaciones y la Junta Electoral no se
hubiera expedido sobre ellas, o su decisión hubiera sido cuestionada. La cuestión debería en
mi opinión ser planteada ante el Poder Judicial por la vía sumarísima que prevé el artí culo 47
de la ley 23.551.
Sin embargo, en contra de esta interpretación la C.S.J.N. en el caso "Juárez, Rubén Faustino y
otro c/ MT y SS", del 10/4/1990 ha establecido que el artículo 15, apéndice 10 del decreto
reglamentario de la ley 23.551 reconoce al Ministerio de Trabajo la facultad de pronunciarse
sobre las impugnaciones una vez agotada la vía interna de la asociación. Y ello es así en la
opinión del Tribunal porque si se está en presencia de un diferendo entre los miembros de la
asociación y ésta (art. 60, ley cit.) no caben dudas de que el artí culo 59 de la ley reglamentada
le atribuye esa facultad siempre que medie petición de parte.
a) Mayoría de edad.
El setenta y cinco por ciento (75 %) de los cargos directivos y representativos deberán ser
desempeñados por ciudadanos argentinos; el titular del cargo de mayor jerarquía y su
reemplazante estatutario deberán ser ciudadanos argentinos.
Se entenderá por inhibición penal las penas accesorias de inhabilitación absoluta o relativa,
referida al impedimento a acceder a cargos electivos o empleo público, previstas en el Código
Penal y leyes complementarias.
Se entenderá por inhibición civil las inhabilitaciones dispuestas judicialmente por aplicación
de la ley de concursos o el Código Civil o cualquier otra norma de derecho privado (art. 16,
D.R.).
Los congresos de las federaciones se integrarán con delegados elegidos por voto directo y
secreto de los afiliados a los sindicatos adheridos en proporción al número de los afiliados
cotizantes.
Las asambleas son ordinarias o extraordinarias. Las asambleas ordinarias son las que se
reúnen anualmente para considerar la gestión sindical realizada por el órgano directivo, los
balances, el monto de cuotas y contribuciones, etc.. Las extraordinarias tratan asuntos
específicos, como la modificación de los estatutos, la consideración de los anteproyectos de
convenciones colectivas de trabajo, la fusión con otras asociaciones, la afiliación o desafiliación
a asociaciones nacionales o internacionales (art. 20), la destitución de un delegado gremial o
de los miembros de una comisión interna, etc. La autoridad convocante, en el caso de
asambleas o congresos es el órgano directivo de la asociación, de oficio o a pedido de los
afiliados, en los términos del inciso b) de este artículo. El Ministerio de Trabajo puede disponer
la convocatoria electoral (art. 56, inc. 4), supliendo la omisión del Consejo Directivo.
c) Aprobar y modificar los estatutos, memorias y balances; la fusión con otras asociaciones,
afiliación o desafiliación a asociaciones, nacionales o internacionales (art. 20, L.S.).
Queda prohibida la fusión con asociaciones no sujetas al control del Ministerio de Trabajo (art.
18).
c) Promover:
Es decir que por la sola inscripción el sindicato adquiere personería jurídica, con los
derechos limitados del artículo 23 que, en lo estrictamente sindical, sólo le permite realizar
reuniones o asambleas sin necesidad de autorización previa, ya que si bien como toda
asociación puede imponer cotizaciones a sus afiliados, el empleador sólo está obligado a
retener las cuotas de afiliación y otros aportes que deban tributar los trabajadores afiliados a
un sindicato con personería gremial, previo pedido de autorización al Ministerio de Trabajo
(ver: art. 38, ley 23.551).
b) Afilie a más del veinte por ciento (20 %) de los trabajadores que intente representar.
Cuando los ámbitos pretendidos se superpongan con los de otra asociación sindical con
personería gremial, no podrá reconocerse a la peticionante la amplitud de representación, sin
antes dar intervención a la asociación afectada y proceder al cotejo necesario para determinar
cuál es la más representativa conforme al procedimiento del artículo 28. La omisión de los
recaudos indicados determinará la nulidad del acto administrativo o judicial (art. 25, ley
23.551).
Cabe señalar que las diferentes leyes de asociaciones han permitido la libre formación de
asociaciones profesionales con sujeción a las formas estructurales que ya hemos mencionado.
Pero en aras de un mayor poder de negociación y de acción gremial, se ha privilegiado al
sindicato con mayor número comparativo de afiliados. Este sindicato goza de personería
gremial y tiene derechos exclusivos. Entre ellos, uno de los más trascendentes, consiste en la
representación de la categoría profesional, interviniendo en forma exclusiva en negociaciones
colectivas con fuerza obligatoria "erga omnes", es decir, aplicables a todos los trabajadores y
empleadores de la rama o sector, afiliados o no a la organización suscriptora (art. 16, inc. 4, ley
14.455; art. 30, ley 20.615; art. 36, ley 22.105). Además, esa prerrogativa —la de celebrar
convenios— conlleva la de establecer una contribución obligatoria que los empleadores deben
descontar del salario pagado a cada trabajador y entregar al sindicato (art. 9°, ley 14.250). La
"personería" por consecuencia importa poder institucional (capacidad normativa, al poder
celebrar el convenio) y poder económico (al asegurarse que a todos los trabajadores de la
rama, afiliados o no, se les descuente una contribución sindical excepcional y que el
empleador descuente la contribución sindical).
La libertad sindical sólo es el medio que permite alcanzar el fin: la adecuada tutela de los
intereses profesionales de los trabajadores. De allí que, para apreciar si ha limitaciones a la
garantía importan una lesión, deba valorarse la razonabilidad de las limitaciones y
determinarse si con las mismas se facilita la obtención del fin sindical o si, por el contrario, se
dificulta o se hace imposible su logro.
En caso de que existiera una asociación sindical de trabajadores con personería gremial,
sólo podrá concederse igual personería a otra asociación, para actuar en la misma zona y
actividad o categoría, en tanto que la cantidad de afiliados cotizantes de la peticionante,
durante un período mínimo y continuado de seis (6) meses anteriores a su presentación, fuere
considerablemente superior a la de la asociación con personería preexistente.
He dicho que el sindicato de oficio no tiene el favor de la ley y son pocos los que hoy se
cuentan en nuestra vida sindical, por ejemplo, el de viajantes de comercio. Si se admitiera un
sindicato de oficio, profesión o categoría en base a un interés suficientemente diferenciado, se
trataría del supuesto en que además no existiera un sindicato de actividad que comprenda en
su personería a dichos trabajadores (en el caso, por ejemplo, de una actividad completamente
nueva en el país).
a) Defender y representar ante el Estado y los empleadores los intereses individuales (el
decreto reglamentario exige consentimiento escrito de éstos) y colectivos de los
trabajadores.
b) Participar en instituciones de planificación y control de conformidad con lo que dispongan
las normas respectivas.
e) Constituir patrimonios de afectación que tendrán los mismos derechos que las cooperativas
y mutualidades.
f) Administrar sus propias obras sociales y, según el caso, participar en la administración de las
creadas por ley o por convenciones colectivas de trabajo.
El artículo 12 de la ley 23.660 establece que las obras sociales son patrimonio de los
trabajadores que la componen y los miembros de la administración serán elegidos por la
asociación sindical con personería gremial signataria de los convenios colectivos de trabajo
que correspondan, a través de su secretariado nacional, consejo directivo nacional o asamblea
general de delegados congresales, conforme al estatuto de la obra social.
Desde un punto de vista doctrinario se discute la posibilidad de que los sindicatos tengan
sus propias obras sociales o desarrollen actividades económicas para beneficio de los
trabajadores (farmacia, turismo, proveedurías, hoteles). Pero en nuestro país esas actividades
deben ser consideradas expresamente autorizadas por el artículo 31 de la L.S., en cuanto
permite al sindicato con personería gremial constituir patrimonios de afectación que tendrán
los mismos derechos que las cooperativas y mutualidades, así como administrar sus propias
obras sociales. Del mismo modo están autorizados para recibir ayuda económica de los
empleadores, con destino a obras de carácter social, asistencial, previsional y cultural, en
interés y beneficio de los trabajadores comprendidos en el ámbito de representación de la
acción sindical.
Recuerdo, con especial referencia a las obras sociales, que salvo algunas entidades estatales
o paraestatales, todas fueron creadas por las asociaciones profesionales de trabajadores
sobre la base de fondos provenientes de cláusulas incluidas en los convenios colectivos. Lo
que hizo en su momento la ley 18.610 y lo ratificó la ley 23.660, fue imponer aportes y
contribuciones mínimas legales, establecer el deber de retención y de contribución del
empleador y dictar ciertas pautas generales para el sistema. Aunque en la embestida contra el
poder sindical se ha autorizado al trabajador a cambiar de obra social, los empleadores
buscan lisa y llanamente su eliminación, y así lo manifiestan públicamente.
No es discutible la intervención del sindicato en un nivel más amplio, como por ejemplo en
los organismos de la seguridad social o en la elaboración de las políticas relativas al
mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores.
Como de acuerdo al artículo 3° de esta ley la acción sindical tiene un amplio espectro, el
patrimonio de la organización podría incrementarse con bienes adquiridos por el ejercicio de
actividades comerciales, entre las cuales las más corrientes son la Farmacia Sindical, las
Proveedurías, etc.
Contribuciones de solidaridad
Las contribuciones de solidaridad son los aportes a que hemos hecho referencia al
comentar el artículo 31, que se denominan canon por representación y, habitualmente, se
estipulan con motivo de la celebración o renovación de las convenciones colectivas. El Comité
de Libertad Sindical de la O.I.T. ha admitido la legitimidad de este tipo de contribuciones que
deben ser soportadas por los trabajadores afiliados y no afiliados.
Los empleadores estarán obligados a actuar como "agentes de retención" de los importes
que, en concepto de cuotas de afiliación u otros aportes, deban tributar los trabajadores a las
asociaciones sindicales con personería gremial.
Para que la obligación indicada sea exigible, deberá mediar una resolución del Ministerio de
Trabajo, disponiendo la retención. Esta resolución se adoptará a solicitud de la asociación
sindical interesada. El ministerio citado deberá pronunciarse dentro de los treinta (30) días de
recibida la misma. Si así no lo hiciera, se tendrá por tácitamente autorizada la retención.
Los actos y bienes de las asociaciones sindicales con personería gremial destinados al
ejercicio específico de las funciones propias previstas en los artículos 5° y 23, estarán exentos
de toda tasa, gravamen, contribución o impuesto. La exención es automática y por la sola
obtención de dicha personería gremial.
El mismo Ojeda Avilés, refiriéndose a la posibilidad de que los individuos que figuran como
órganos o representantes del sindicato actúen con dolo o culpa lata en el ejercicio de sus
competencias, afirma que responderán ellos de los daños pero sin quedar incriminada la
organización, aunque no pueda decirse lo mismo en caso de mera negligencia (op. cit., pág.
251).
6) ¿Qué es una asociación simplemente inscripta, y cuáles son sus derechos y sus
obligaciones?
7) ¿Qué son las asociaciones con personería gremial? ¿Cómo se adquiere? ¿Puede perderse?
¿Cuáles son sus derechos exclusivos?
BIBLIOGRAFIA
ALVAREZ y OTROS , "Derecho colectivo del trabajo", Ed. La Ley, Buenos Aires, 1998.
CORTE, NÉSTOR,"El modelo sindical argentino", Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes fundamentales del trabajo", Ed.
La Ley, 11ª ed., Buenos Aires, 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo" , T. 3, Ed La Ley,
Buenos Aires, 2007.
SALA FRANCO, TOMÁS,"Derecho sindical", Ed. Tirand Lo Blanch, Valencia, 1994, 3ª ed.
CAPITULO XXI
LA REPRESENTACIÓN SINDICAL
EN LA EMPRESA
21.1. FUNCIONES
El artículo 40 de la ley 23.551 establece que los delegados del personal, las comisiones
internas y organismos similares, ejercerán en los lugares de trabajo o, según el caso, en la
sede de la empresa o del establecimiento al que estén afectados una representación múltiple
en varias direcciones:
a) de los trabajadores ante el empleador; la autoridad administrativa del trabajo cuando ésta
actúe de oficio en los sitios mencionados y ante la asociación sindical;
Los representantes del personal, entonces, ejercen su mandato ante el empleador, ante la
autoridad administrativa del trabajo y ante el sindicato. Y, a la vez, representan a la asociación
sindical ante el empleador y el trabajador, lo cual puede ser conflictivo en la medida en que los
reclamos de los trabajadores solamente se pueden presentar al empleador previa
autorización de la asociación sindical respectiva (art. 43, inc. c), lo que puede crear limitaciones
a la actuación del delegado o de la comisión interna, incluso derivadas de la situación
geográfica del establecimiento en relación a la sede de la organización. Y parece incongruente
con lo dispuesto en el artículo 4° de la ley sindical, que le otorga al trabajador,
individualmente, la posibilidad de peticionar ante las autoridades y los empleadores (ver: art.
4° L.S.).
Esta norma refuerza el poder del sindicato pero puede crear confusiones entre los intereses
de los representados (personal y sindicato) que pueden no ser coincidentes.
21.2. REQUISITOS
a) Estar afiliado a la respectiva asociación sindical con personería gremial y ser elegido en
comicios convocados por ésta, en el lugar donde se presten los servicios o con relación al
cual esté afectado y en horas de trabajo, por el voto directo y secreto de los trabajadores
cuya representación deberá ejercer. La autoridad de aplicación podrá autorizar, a pedido de
la asociación sindical, la celebración en lugar y horas distintos, cuando existieren
circunstancias atendibles que lo justificaran.
Cuando con relación al empleador respecto del cual deberá obrar el representante, no
existiera una asociación sindical con personería gremial, la función podrá ser cumplida por
afiliados a una simplemente inscripta.
En todos los casos se deberá contar con una antigüedad mínima en la afiliación de un (1)
año.
b) Tener dieciocho (18) años de edad como mínimo y revistar al servicio de la empresa durante
todo el año aniversario anterior a la elección.
Y la reglamentación añade que si nada establecieran los estatutos, los representantes del
personal serán designados por un término de dos (2) años y podrán ser reelectos.
Las elecciones deberán realizarse con no menos de diez (10) días de antelación al
vencimiento del mandato de los que deban ser reemplazados. Su convocatoria deberá ser
efectuada por la asociación sindical y deberá ser dada a publicidad, para conocimiento de
todos los trabajadores del establecimiento o lugar de trabajo, con una anticipación no menor
de diez (10) días al acto electoral y notificada al empleador en forma fehaciente, por la
asociación sindical representativa del personal del establecimiento, dentro de las cuarenta y
ocho (48) horas de su elección (art. 25).
Destaco que así como la representación es múltiple, la remoción o revocación del mandato
puede ser efectuada tanto por la asamblea de trabajadores del establecimiento, como por la
asamblea o el congreso de la asociación sindical. Y basta que la revocación se disponga por
alguno de éstos para que cese en el cargo gremial.
La revisión de la medida puede ser solicitada ante la justicia del trabajo por la vía que
establece el artículo 47 (amparo sindical).
21.4. DERECHOS
Y añade que se entiende que existe necesidad de formular una reclamación cuando, a
propósito del ejercicio de la función prevista en el artículo 43, inciso c) de la ley, se ha
suscitado una controversia con el empleador, circunstancia ante la cual el delegado procederá
a comunicar lo ocurrido, de inmediato, al órgano competente de la asociación sindical a fin de
que éste disponga formalizar la reclamación si, a su juicio, ello correspondiere (art. 27).
Continúa la ley 23.551, en su artículo 44, disponiendo que sin perjuicio de lo acordado en
convenciones colectivas de trabajo, los empleadores estarán obligados a:
a) Facilitar un lugar para el desarrollo de las tareas de los delegados del personal en la medida
en que, habida cuenta de la cantidad de trabajadores ocupados y la modalidad de la
prestación de los servicios, las características del establecimiento lo tornen necesario.
c) Conceder a cada uno de los delegados del personal, para el ejercicio de sus funciones, un
crédito de horas mensuales retribuidas de conformidad con lo que se disponga en la
convención colectiva aplicable.
c) De ciento uno (101) en adelante, un (1) representante más cada cien (100) trabajadores que
excedan de cien (100) a los que deberán adicionarse los establecidos en el inciso anterior.
En los establecimientos que tengan más de un (1) turno de trabajo habrá un (1) delegado
por turno, como mínimo.
Cuando la representación sindical esté compuesta por tres (3) o más trabajadores,
funcionará como cuerpo colegiado y sus decisiones se adoptarán en la forma que determinen
los estatutos (art. 45, ley 23.551).
3) ¿Contiene la ley 23.551 alguna disposición vinculada con el número de delegados por
empresa?
BIBLIOGRAFIA
CORTE, NÉSTOR,"El modelo sindical argentino", Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes fundamentales del trabajo", Ed.
La Ley, 11ª ed., Buenos Aires, 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo" , T. 3, Ed. La Ley ,
Buenos Aires, 2007.
CAPITULO XXII
LA TUTELA SINDICAL
22.1. La ley 23.551 y los alcances de la tutela de la acción sindical. - 22.1.1. La acción de
amparo sindical prevista por el artí culo 47 de la ley. - 22.1.2. La estabilidad de los
representantes gremiales. 22.1.2.1. Alcances. 22.1.2.2. Requisitos y efectos de la
garantía. 22.1.2.3. Cese de las actividades del establecimiento: caída de la tutela.
22.1.2.4. La acción de exclusión de la tutela sindical. 22.1.2.5. Prescripción de las
acciones por cobro de indemnización. - 22.2. Las prácticas desleales. - 22.2.1. Concepto
y caracteres. La enumeración legal. - 22.2.2. La querella por prácticas desleales. -
22.2.3. Sanciones. - 22.3. Guía de análisis.
Inspirada en el derecho italiano, esta norma debe ser interpretada en sentido amplio y
permite recurrir a la justicia por vía sumarísima y por el procedimiento que prevé el artículo
498 del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación o los equivalentes en las
legislaciones provinciales, para que cese el comportamiento antisindical. La jurisprudencia y la
doctrina mayoritaria han restringido los alcances de este procedimiento a la tutela sindical
(Título Preliminar, arts. 1° a 9°) y estabilidad de dirigentes y delegados). Por mi parte entiendo
que los procedimientos sumarísimos son comprensivos, no sólo de los derechos consagrados
en el Título Preliminar, sino también de todos los consagrados a lo largo de la ley, salvo
cuando se prevea otro tipo de acciones o recursos. Y, particularmente, sería aplicable para los
supuestos que contempla el artículo 53 (prácticas desleales), sin perjuicio de las multas que
establece el artículo 55 y la posibilidad de aplicar astreintes (art. 666 bis, Código Civil). Aun en
los casos del artículo 54 la querella respectiva se podrá instrumentar a través de e ste
procedimiento sumarísimo, aunque el artículo 63 se refiera a procedimiento sumario.
Entiendo asimismo que esta norma, que se proyecta sobre, todo el articulado de la ley, debe
considerarse particularmente aplicable en los casos en que se violen los derechos
consagrados para los trabajadores en su artículo 4°, que se refiere a los aspectos individuales
de la libertad sindical. Y muy especialmente sus incisos c), d) y e), que se refieren al derecho a
reunirse y desarrollar actividades sindicales, a peticionar ante las autoridades y los
empleadores, y a participar en la vida interna de las asociaciones sindicales y a ser elegidos
para un cargo gremial. Esto legitima y pr otege el accionar de los llamados "activistas
sindicales", aquellas personas que, por ejemplo, intentan imponer una nueva lista o que por
determinadas circunstancias deben ocuparse de la defensa de los intereses de sus
compañeros. Sin la protección que brinda este artí culo, sería utópico hablar de democracia en
los sindicatos, pues para que ella exista, los que desean promover una lista de oposición, y
que corren el riesgo de que esa lista no sea autorizada por la Junta Electoral, controlada por
las autoridades salientes, jamás podrían realizar ningún tipo de política interna por afuera del
grupo que controla en un momento determinado al sindicato.
22.1.2.1. Alcances
El artículo 49 de la ley sindical dispone que para que surta efecto la garantía antes
establecida se deberán observar los siguientes requisitos:
Este derecho a la estabilidad cae en los casos de cesación de actividades del establecimiento
o de suspensión general de las tareas del mismo, cualquiera sea su causa (art. 51, L.S.). Y
cuando se suspenda o se despida por falta o disminución de trabajo o por fuerza mayor, el
orden de antigüedad previsto en el artículo 247, L.C.T., no incluirá a los trabajadores cuya
estabilidad se encuentre protegida.
El cierre del establecimiento (unidad de ejecución) hace caer la garantía de estabilidad del
representante gremial aunque obedezca a culpa del empleador, o se trate de una decisión
libre del mismo, que no necesita justificar. Diferente es el problema que plantea en igual
situación (cierre del establecimiento) el derecho a la indemnización por despido que establece
el artículo 245, L.C.T. (o art. 7° de la ley 25.013, si corresponde). El representante gremial
despedido por cierre del establecimiento, sin que haya mediado falta de trabajo o fuerza
mayor, tiene derecho a la indemnización del artículo 245, L.C.T., y no a resarcimiento por
violación de la garantía de estabilidad en el cargo gremial. Deben tenerse en cuenta las
disposiciones de la ley de contrato de trabajo respecto del orden de antigüedad para despedir
por causas económicas (arts. 221 y 247). Y en cuanto al concepto de establecimiento, debe
partirse de la definición que formula la ley citada más arriba en su artículo 6°.
Uno de los artículos más importantes del Título dedicado a la tutela de los derechos
sindicales es el artículo 52, que dice expresamente que los trabajadores amparados por las
garantías previstas en los artículos 40, 48 y 50 de la ley sindical, no podrán ser despedidos,
suspendidos ni con relación a ellos podrán modificarse las condiciones de trabajo, si no
mediare resolución judicial previa que los excluya de la garantía, conforme al procedimiento
establecido en el artículo 47 del mismo texto legal. El juez o tribunal interviniente, a pedido del
empleador, dentro del plazo de cinco (5) días podrá disponer la suspensión de la prestación
laboral con el carácter de medida cautelar, cuando la permanencia del cuestionado en su
puesto o el mantenimiento de las condiciones de trabajo pudiere ocasionar peligro para la
seguridad de las personas o bienes de la empresa.
La violación por parte del empleador de las garantías establecidas en los artículos citados en
el párrafo anterior, dará derecho al afectado a demandar judicialmente, por vía sumarísima, la
reinstalación en su puesto, con más los salarios caídos durante la tramitación judicial, o el
restablecimiento de las condiciones de trabajo.
El trabajador, salvo que se trate de un candidato no electo, podrá optar por considerar
extinguido el vínculo laboral en virtud de la decisión del empleador, colocándose en situación
de despido indirecto, en cuyo caso tendrá derecho a percibir, además de indemnizaciones por
despido, una suma equivalente al importe de las remuneraciones que le hubieren
correspondido durante el tiempo faltante del mandato y el año de estabilidad posterior. Si el
trabajador fuese un candidato no electo tendrá derecho a percibir, además de las
indemnizaciones y de las remuneraciones imputables al período de estabilidad aún no
agotado, el importe de un (1) año más de remuneraciones.
En este supuesto deberá promover dentro de los quince (15) días, ante juez competente
acción declarativa para que se compruebe la concurrencia de los motivos fundados que
autoriza el artículo 78 de la ley de contrato de trabajo o, en su caso, requerir la exclusión de la
garantía con el alcance que justifique la causa que invoque. El Ministerio de Trabajo podrá
intimar a promover una de estas acciones al empleador que omitiera hacerlo dentro de este
término, si hubiere razones para ello.
Este artículo contempla tres acciones: 1) acción del empleador de exclusión de tutela por la
vía sumarísima del artículo 47, tendiente a que el juez lo autorice a despedir, suspender o
modificar las condiciones de trabajo. La decisión que adopte el juez sobre el despido, la
suspensión o la legitimidad o ilegitimidad de la modificación de las condiciones de trabajo, es
definitiva. Dentro de esta acción, el empleador podrá solicitar como medida cautelar la
suspensión de la prestación laboral cuando la permanencia del cuestionado en su puesto o el
mantenimiento de sus condiciones de trabajo pudiera ocasionar peligro para la seguridad de
las personas o bienes de la empresa, y el juez interviniente debe resolver en el plazo de cinco
(5) días. Lo decidido en la exclusión de tutela hace cosa juzgada y no es revisable en un juicio
ordinario posterior. Esto significa que si se decide el despido, la suspensión o la modificación
de las condiciones de trabajo, pese a la decisión judicial en contrario, las acciones del
trabajador, relativas a esos puntos, no necesitarán acreditación de la ilegitimidad de la
medida; 2) acción de reinstalación a solicitud del trabajador por la vía sumarísima del artículo
47. Esta acción se acuerda cuando el empleador no acude al procedimiento de exclusión de
tutela o cuando pese al pronunciamiento desfavorable para él en dicho procedimiento, hiciera
efectivas las medidas declaradas ilegítimas (despido, suspensión o modificación de las
condiciones de trabajo). Para esta hipótesis, el juez puede aplicar al empleador que no
cumpliere con la decisión firme, las disposiciones del artículo 666 bis del Código
Civil (astreintes); 3) acción ordinaria del trabajador por indemnizaciones derivadas de un
despi do indirecto, agravadas por la violación de la garantía de la estabilidad en el cargo (art.
48). Esta acción, si es posterior a la decisión sobre la exclusión de tutela no aceptada, permite
invocar el pronunciamiento judicial emitido en el juicio sumarísimo con carácter de cosa
juzgada. Si el trabajador se da por despedido durante el procedimiento de exclusión de tutela,
tendrá que probar la ilegitimidad de la medida. Si el empleador no acciona por exclusión de
tutela, omite un requisito formal que hace a la legitimidad de su acto, por lo que el despido, la
suspensión o la modificación de las condiciones de trabajo, deben considerarse por ese solo
hecho ilegítimos, originando derecho a las indemnizaciones pertinentes. O sea, que la toma de
medidas por el empleador sin el ejercicio de la acción de exclusión, constituye injuria
suficiente como para considerar al despido, la suspensión o las modificaciones de las
condiciones de trabajo, ilegítimos.
Asimismo, el reglamento también, más allá de la ley, prevé que el empleador podrá liberar
de prestar servicios al trabajador tutelado por la garantía de estabilidad cumpliendo con la
obligación de comunicarlo al Ministerio de Trabajo y de mantener las demás prestaciones de
la relación laboral, así como las de permitirle el desarrollo de su gestión gremial, en los
términos de los artículos 40 y 43 de la ley. Para ello debe promover dentro de los quince (15)
días por ante el juez competente, acción declarativa para que se compruebe la concurrencia
de los motivos fundados que autoriza el artículo 78, L.C.T. o, en su caso, requerir la exclusión
de la garantía con el alcance que justifique la causa que invoque. Pienso que si lo que se
pretende es atribuir al empleador la facultad de ejercer una acción ordinaria declarativa
vinculada con el deber de ocupación efectiva, esto no condice con las particulares
circunstancias de necesidad impuestas por el peligro para las personas y los bienes que
contempla el propio reglamento.
Por lo que, en mi opinión, también para este supuesto debería seguirse el procedimiento
sumarísimo que prevé el artículo 47 de la ley. Cabe observar, además, que el artículo 78, L.C.T.,
se refiere a "motivos fundados que impidan la satisfacción de tal deber" (el de ocupación), lo
que supone un impedimento del empleador e inconvenientes realmente impeditivos, por lo
que si se considerara válido el reglamento no podría alegarse la mera "molestia" que pueda
causar la permanencia del delegado gremial en el ejercicio efectivo de su empleo.
La prescripción por los rubros indicados se interrumpe por la promoción de las acciones por
reinstalación o por restablecimiento de las condiciones de trabajo, y comienza a correr a partir
del pronunciamiento firme que recaiga en ellas.
Siguiendo una tradición del derecho colectivo argentino, que abrevó en esta cuestión en la
legislación norteamericana, la ley sindical superpone dos órdenes de protecciones de la
libertad sindical, tanto individual como colectiva. El artículo 53 dispone que "serán
consideradas prácticas desleales y contrarias a la ética de las relaciones profesionales del
trabajo por parte de los empleadores o, en su caso, de las asociaciones profesionales que los
representen:
c) obstruir, dificultar o impedir la afiliación de los trabajadores a una de las asociaciones por
ésta reguladas;
j) practicar trato discriminatorio, cualquiera sea su forma, en razón del ejercicio de los
derechos sindicales tutelados por este régimen;
k) negarse a suministrar la nómina del personal a los efectos de la elección de los delegados
del mismo en los lugares de trabajo".
En la clásica definición de Monzón, práctica desleal es toda conducta del empleador que
directa o indirectamente se halle dirigida a menoscabar, perturbar u obstruir la acción y el
desarrollo de las asociaciones profesionales y de los derechos que en su consecuencia se
reconocen a los individuos. Se sostiene, en general, que la enunciación es taxativa, pero
opinamos que toda violación por parte del empleador de cualquiera de los derechos que
establece la ley 23.551 y, particularmente, los vinculados con la libertad sindical y con la
autonomía sindical que merecen la tutela especial del artículo 47, pueden constituir una
práctica desleal y dar derecho a accionar por la vía sumarísima que esta norma (art. 47)
establece. Además, el hecho de que las prácticas desleales enumeradas se sancionen con
multa, no implica que el intérprete deba atenerse estrictamente a los supuestos contemplados
en el artículo 53. La ley 18.694, de infracciones a las leyes de trabajo, a la que se remite el
artículo 55, también establece multas por infracciones a las leyes de trabajo en forma
indeterminada. Por lo demás, el espíritu de la norma es el de sancionar todo acto del
empleador impeditivo u obstructivo del ejercicio de los derechos sindicales individuales y
colectivos, positivos y negativos.
La condena de las prácticas desleales fue consagrada por el Convenio 98 de la O.I.T. del año
1949, ratificado por nuestro país.
Entiendo que la querella por práctica desleal puede promoverse por la vía que prevé el
artículo 47 (procedimiento sumarísimo), máxime desde que se prevé la posibilidad de
reparación de las medidas para el sindicato y los damnificados particulares, mediante la
aplicación de astreintes (art. 666 bis del Código Civil). El cese de las medidas, para que tenga
eficacia y libere al empleador, debe ser oportuno y tramitarse por el procedimiento rápido (ver
el art. 63, ley sindical).
22.2.3. Sanciones
Las prácticas desleales se sancionarán con multas, que serán fijadas de acuerdo con los
artículos 4° y siguientes de la ley 18.694 de infracciones a las leyes de trabajo, salvo las
modificaciones que aquí se establecen.
Cuando la práctica desleal pudiera ser reparada mediante el cese de la medida que la
hubiere producido o la realización de los actos que resulten idóneos, conforme a la decisión
calificadora, y el infractor mantuviera las medidas o dejare de cumplir los actos tendientes a la
cesación de sus efectos, el importe originario se incrementará automáticamente en un diez
por ciento (10 %) por cada cinco (5) días de mora, mientras se mantenga el incumplimiento del
empleador o entidad representativa de los empleadores.
Sin perjuicio de ello, el juez, a petición de parte, podrá también aplicar lo dispuesto por el
artículo 666 bis del Código Civil, quedando los importes, que así se establezcan, en favor del
damnificado.
El importe de las multas será percibido por la autoridad administrativa del trabajo, e
ingresado en una cuenta especial, y será destinado al mejoramiento de los servicios de
inspección del trabajo, a cuyo fin la autoridad administrativa tomará intervención en el
expediente judicial, previa citación del juez.
Cuando la práctica desleal fuere reparada mediante el cese de los actos motivantes, dentro
del plazo que al efecto establezca la decisión judicial, el importe de la sanción podrá reducirse
hasta el cincuenta por ciento (50 %) (art. 55, ley cit.).
2) ¿Tienen todos los trabajadores que resulten afectados en el ejercicio de los derechos de la
libertad sindical algún tipo de protección?
8) ¿Cuáles son las opciones del delegado despedido directamente cuando en juicio no se
comprueba la injuria alegada por el empleador?
CAPITULO XXIII
LA AUTORIDAD DE APLICACIÓN
DE LA LEY SINDICAL
23.1. Facultades del Ministerio de Trabajo. - 23.2. Limitación legal de la intervención del
M.T. en la vida de las asociaciones sindicales. - 23.3. El control administrativo del M.T. y
el acceso a la jurisdicción. - 23.4. Las cuestiones s obre encuadramiento sindical y los
conflictos intrasindicales. - 23.5. Las acciones judiciales contra las resoluciones
definitivas del M.T. Competencia originaria de la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo. - 23.6. Guía de análisis. - Bibliografía.
23.1. FACULTADES DEL MINISTERIO DE TRABAJO
2) Requerir a las asociaciones sindicales que dejen sin efecto las medidas que impliquen:
El decreto reglamentario establece que cuando el trabajador amparado por las garantías
previstas en los artículos 40, 48 ó 50 de la ley, incurriere, en ocasión del desempeño de sus
funciones sindicales, en alguno de los incumplimientos o violaciones a que se refiere el inciso 2
del artículo 56 de la ley o realizare algún acto perjudicial para el funcionamiento eficaz de la
empresa, el empleador podrá solicitar al Ministerio de Trabajo, el ejercicio de las facultades
que a éste acuerdan los incisos 2 y 3 de dicho artículo, a cuyo efecto el Ministerio de Trabajo
intimará al órgano de conducción de la asociación sindical a disponer, en el marco de las
facultades que a dicho órgano de conducción le asigne el estatuto, lo necesario para hacer
cesar las conductas denunciadas (art. 31).
Los plazos indicados en días en este reglamento, se computarán en jornadas hábiles, del
mismo modo aquellos establecidos en la ley reglamentada que revisten naturaleza procesal
(art. 32). Esto significa crear, por vía reglamentaria, un sistema paralelo al del artículo 52, sin
control judicial inmediato y con una amplitud que abarcaría cualquier acto sindical susceptible
de originar algún perjuicio a la empresa, lo que parece adolecer del vicio de
inconstitucionalidad, máxime cuando no se prevé un trámite regular para que se produzcan
las intimaciones del inciso 2 del artículo 56 y a que la norma está reglamentando fuera de
contexto. La tutela gira en torno a los artículos 47 y 52 de la ley, y las interpretaciones que a las
mismas se hagan deben armonizar con este principio fundamental.
Una de las características de la ley 23.551, es que ha desplazado al Poder Judicial actividades
que antes eran propias del Ministerio de Trabajo, al extremo de que en el caso de
irregularidades cometidas en los sindicatos, aquél debe pedir a la justicia la suspensión o
cancelación de la personería gremial. Y, en caso de peligro de serios perjuicios a la asociación
sindical o a sus miembros, el mismo Ministerio puede requerir a la justicia, como medida
precautoria, la suspensión de los directivos y la designación de un funcionario para ejercer
actos de conservación y administración.
Salvo los supuestos contemplados en el artículo 56, L.S., vale decir, omisión de convocar las
elecciones de cuerpos directivos, la reunión de asambleas o congresos y de acefalía de la
comisión directiva en tanto los estatutos no prevean los remedios adecuados, el Ministerio de
Trabajo no puede intervenir en las asociaciones sindicales, lo que concuerda con la norma
prohibitiva del Convenio 87 de la O.I.T., según el cual las autoridades públicas deberán
abstenerse de toda intervención que tienda a limitar el derecho de los sindicatos.
La ley dispone que el control de las asociaciones sindicales, aunque hubieren obtenido
personería jurídica en virtud de las disposiciones del derecho común, estará a cargo exclusivo
del Ministerio de Trabajo de la Nación (art. 57, ley cit.), lo que no excluye el derecho de los
sindicatos a recurrir judicialmente.
Si el diferendo no hubiera sido resuelto dentro de los sesenta (60) días hábiles, cualquiera
de las asociaciones sindicales en conflicto, podrá someter la cuestión a conocimiento y
resolución del Ministerio de Trabajo, el que deberá pronunciarse dentro de los sesenta (60)
días hábiles, rigiendo en caso de silencio lo dispuesto en el artículo 10 de la ley 19.549 y su
reglamentación (denegatoria tácita). Agotado el procedimiento administrativo, quedará
expedita la acción judicial prevista en el artículo 62, inciso e), L.S.
La resolución que ponga fin al conflicto de encuadramiento sindical sólo tendrá por efecto
determinar la aptitud representativa de la asociación gremial respectiva con relación al ámbito
en conflicto (art. 59, ley cit.).
La ley sindical dispone que todas las resoluciones definitivas de la autoridad administrativa
del trabajo en la materia regulada por esta ley, una vez agotada la instancia administrativa, son
impugnables ante la justicia, por vía de recurso de apelación o de acción sumaria, según los
casos (art. 61).
e) las acciones de encuadramiento sindical que se promuevan por haber vencido el plazo
establecido para que se pronuncie la autoridad administrativa, sin que ésta lo hubiera
hecho;
f) los recursos previstos en el artículo 36 de esta ley (intervención de las asociaciones de grado
inferior por las de grado superior).
Las acciones de los incisos a), c), d) y e) del párrafo anterior se sustanciarán por las normas
del proceso sumario del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
En este proceso la Cámara podrá ordenar las medidas para mejor proveer que considere
convenientes. Asimismo, proveerá la producción de las pruebas ofrecidas por las partes que
sean conducentes, pudiendo disponer su recepción por el juzgado de primera instancia que
corresponda, el que deberá elevar las actuaciones dentro de las cuarenta y ocho (48) horas de
finalizada su sustanciación.
Las acciones previstas en los incisos c) y d) de este artículo deberán deducirse dentro de los
ciento veinte (120) días hábiles del vencimiento del plazo otorgado a la autoridad
administrativa para resolver.
Finalmente, el artículo 63 de la ley sindical establece que los jueces o tribunales con
competencia en lo laboral en las respectivas jurisdicciones conocerán en:
1) ¿Cuáles son las facultades que la ley sindical le confiere al Ministerio de Trabajo?
3) ¿Qué dice la ley 23.551 respecto de los procedimientos para la determinación del
encuadramiento sindical y la solución de los conflictos intrasindicales?
BIBLIOGRAFIA
CORTE, NÉSTOR,"El modelo sindical argentino", Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ , "Leyes fundamentales del trabajo" ,
Ed. La Ley, 11ª ed., Buenos Aires, 2010.
CAPITULO XXIV
El convenio colectivo es una institución propia y particular del Derecho del Trabajo, que ha
sido creada en el curso del tiempo por la acción sindical, y propiciada por los empleadores y el
Estado, impulsados por la necesidad de componer el conflicto social, siempre presente en las
relaciones laborales del sistema capitalista de producción. En las relaciones laborales está
siempre presente él convenio colectivo, suele ser el medio de evitar un conflicto.
La O.I.T. considera contrato colectivo de trabajo "toda convención escrita concluida, durante
cierto período, entre uno o varios patrones o una organización patronal de una parte, y un
grupo de obreros o una organización obrera, de otra, con el fin de uniformar las condiciones
de trabajo individuales y eventualmente reglamentar otras cuestiones que interesen al
trabajo".
En realidad el convenio colectivo no tenía ubicación en las figuras del Derecho Civil, por eso
Carnelutti cuando lo define dice que es un híbrido que tiene el cuerpo del contrato (la
negociación) y el espíritu de la ley (su carácter obligatorio y general, "erga omnes", en su
ámbito de aplicación).
En esta primera época debe anotarse, la iniciativa parlamentaria para regular los convenios
colectivos (los consejos de tarifa) de Joaquín V. González (1904). En 1909 el senador Del Valle
Iberlucea propuso incorporar al Código Civil diversas disposiciones sobre contratos colectivos,
dentro del capítulo de locación de servicios. En años posteriores se produjeron diversas
iniciativas que fueron recogidas por Saavedra Lamas, en su proyecto de Código Nacional de
Trabajo.
24.2. FUNCION SOCIAL, POLITICA Y ECONOMICA
Hueck y Nipperdey señalan que el convenio colectivo transforma la igualdad jurídica formal
de la relación individual basada en el principio de libertad contractual, en una real
equiparación, lo que por mi parte he criticado, ya que ello depende de las circunstancias de
tiempo, lugar, las condiciones económicas y el nivel de empleo: sólo podría hablarse
hipotéticamente de igualdad en los períodos no sólo de pleno empleo, sino de escasez de
mano de obra. En la opinión de los autores citados el convenio colectivo además da fijeza a las
condiciones de trabajo, especialmente en lo relativo a los mínimos convencionales. Lo que es
justo y legítimo en mi opinión, y evita competencias desleales ("dumping" social) entre las
empresas.
Desde otro punto de vista, y según los países, el convenio colectivo sustituye la carencia de
leyes, y en todos los casos permite que las condiciones laborales se adecuen a las situaciones
particulares de la actividad y a las características técnicas requeridas en la empresa. Por
ejemplo, en el Reino Unido lo más característico de las convenciones colectivas es su índole
consuetudinaria, pues existen pocas normas legislativas que se refieran a su regulación. En
general los acuerdos que se logran son voluntarios. Los conflictos colectivos de trabajo son en
Gran Bretaña, más que en ningún otro país, el efecto del hecho sindical. En Estados Unidos de
Norteamérica, con motivo de la política del "new deal", el presidente Roosevelt, mediante la
National Industrial Recovery Act, garantizó a los trabajadores el derecho a organizarse en
sindicatos y el de negociar colectivamente con los empresarios. En 1947 la ley Taft Hardley
denominada Labour Management Relation Act aseguró la libertad de asociación y estableció
cuál era la asociación más representativa para la discusión de los convenios colectivos de
salarios. Esta ley deja a los patrones y a los trabajadores la libertad de pactar convenciones,
pero determina: a) la extensión de la obligación sindical tanto patronal como obrera al
conjunto de una profesión o de una industria, b) la extensión a terceros de las convenciones
colectivas concluidas por asociaciones representativas de la profesión. Este régimen se vincula
directamente con las cláusulas sindicales que en la práctica obligan al empleador a contratar
sólo a los trabajadores sindicados por la asociación que firmó el convenio, y que en nuestro
país no se admiten.
El convenio colectivo previsto para una actividad o sector no entra en colisión con los
estatutos particulares, pues los complementa (como el Convenio 308/75, respecto de la ley
14.546 para viajantes de comercio). Es posible que se planteen problemas de aplicación
cuando el convenio colectivo se enfrenta con la ley general. Pero como ya he señalado estos
conflictos se resuelven atendiendo a la norma más favorable al trabajador.
La convención colectiva de trabajo se presenta como una fuente de obligaciones para los
firmantes (sindicato con personería gremial y empleador, grupo de empleadores o cámara
respectiva) y para los trabajadores y empleadores comprendidos en su ámbito de aplicación,
que se ubica en un rango jerárquico inmediatamente inferior a la ley y tiene el carácter de
generalidad que posee esta última. Este acuerdo tiene por objeto principal el de establecer
normas (disposiciones generales y obligatorias) para regir las relaciones de trabajo de una
determinada categoría profesional, en el ámbito de actuación del grupo empresario de que se
trate. Pero también suele concretar ciertas relaciones entre el sindicato firmante y los
empleadores comprendidos (por ejemplo, contribuciones al sindicato o cláusulas de paz).
Las convenciones colectivas en su parte normativa forman parte del derecho objetivo, son
fuente autónoma del Derecho Laboral, porque las normas respectivas son creadas por la
autonomía de las partes colectivas, sobre la base de la autorización del Estado que por ley les
acuerda eficacia general. De ahí, que las cláusulas normativas de un convenio colectivo
constituyan ley en sentido material (norma jurídica de alcance general), lo que significa que
rigen los contratos individuales igual que las normas legales (forzosas o de derecho necesario).
Por tanto integran el orden público laboral y forman parta del marco normativo cambiante y
ajeno que condiciona la autonomía de la voluntad de las partes, cuando sus normas son más
favorables.
El convenio colectivo aparece como un contrato por su forma de celebración, pero en virtud
del acto administrativo de la homologación se convierte en ley (fuente de derecho objetivo)
para la actividad profesional o la categoría de trabajadores comprendidos en su ámbito de
aplicación.
La L.C.T. establece que los convenios colectivos deben ser individualizados pero no es
necesario probarlos en juicio (art. 8, L.C.T.).
El convenio tiene eficacia general respecto de todos los trabajadores y de todos los
empleadores comprendidos en el ámbito representado por el sindicato con personería
gremial y el grupo empresario pactante.
El convenio colectivo de trabajo reglado por la ley 14.250, que reglamenta la cláusula
constitucional por la cual se garantiza a los gremios el derecho a concertar convenios
colectivos de trabajo, es el acuerdo celebrado por el sindicato con personería gremial (de
oficio, de actividad o de empresa), con el grupo de empleadores de la actividad y oficio o con el
empresario individual, para regir con carácter general las relaciones laborales de los
trabajadores y empleadores comprendidos en su ámbito de aplicación (personal, geográfico,
de actividad o de oficio). Este convenio se aplica a todos los trabajadores de la actividad, del
oficio o de la empresa, afiliados o no al sujeto patronal o al grupo de empleadores que lo
negoció.
En 1953 se sanciona la ley 14.250 cuyo artículo 12, modificado por la ley 25.877 establece:
"Las convenciones colectivas de trabajo que se celebren entre una asociación profesional de
empleadores, un empleador o un grupo de empleadores, y una asociación sindical de
trabajadores con personería gremial, se rigen por las disposiciones de la presente ley.
Sólo están excluidos de esta ley los trabajadores comprendidos en las Leyes Nº 23.929 y Nº
24.185, en tanto dichas normas regulan sus propios regímenes convencionales."
24.4.2. Ajuste a las normas legales
Las disposiciones de las convenciones colectivas deberán ajustarse a las normas legales que
rigen las instituciones del Derecho del Trabajo, a menos que las cláusulas de la convención
relacionadas con cada una de esas instituciones resultaran más favorables a los trabajadores y
siempre que no afectaran disposiciones dictadas en protección del interés general.
La aplicación de las convenciones colectivas no podrá afectar las condiciones más favorables
a los trabajadores, estipuladas en sus contratos individuales de trabajo (art. 8°, ley 14.250).
Artículo 5º - Las convenciones colectivas regirán a partir de la fecha en que se dictó el acto
administrativo que resuelve la homologación o el registro, según el caso.
Vencido este término, la publicación efectuada por cualquiera de las partes en la forma que
fije la reglamentación, surtirá los mismos efectos legales que la publicación oficial.
El MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL llevará un registro de las
convenciones colectivas, a cuyo efecto el instrumento de las mismas quedará depositado en el
citado MINISTERIO."
El artículo 2º de la ley 25.877 establece que ..." En caso que hubiese dejado de existir la o las
asociaciones de empleadores que hubieran acordado la anterior convención colectiva o que la
existente no pudiere ser calificada de suficientemente representativa o que no hubiere
ninguna, la autoridad de aplicación, siguiendo las pautas que deberán fijarse en la
reglamentación, atribuirá la representación del sector empleador a un grupo de aquellos con
relación a los cuales deberá operar la convención o tener como representantes de todos ellos
a quien o a quienes puedan ser considerados legitimados para asumir el carácter de parte en
las negociaciones."
Cuando se pretenda constituir una unidad de negociación que exceda el ámbito de una
empresa, la aptitud representativa del sector de los empleadores será definida en función de
la del grupo de empleadores o asociaciones de empleadores que hubieran expresado
formalmente su voluntad de integrarla.
d) La zona de aplicación.
e) El período de vigencia.
Las normas originadas en las convenciones colectivas que sean homologadas por el
MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, en su carácter de autoridad de
aplicación, regirán respecto de todos los trabajadores de la actividad o de la categoría dentro
del ámbito a que estas convenciones se refieran; cuando se trate de un acuerdo destinado a
ser aplicado a más de un empleador, alcanzarán a todos los comprendidos en sus particulares
ámbitos. Todo ello sin perjuicio de que los trabajadores y los empleadores invistan o no el
carácter de afiliados a las respectivas asociaciones signatarias.
"Una convención colectiva de trabajo, cuyo término estuviere vencido, mantendrá la plena
vigencia de todas sus cláusulas hasta que una nueva convención colectiva la sustituya, salvo
que en la convención colectiva vencida se hubiese acordado lo contrario.
Las partes podrán establecer diferentes plazos de vigencia de las cláusulas convencionales".
La ley 14.250 establece que las disposiciones de las convenciones colectivas deberán
ajustarse a las normas legales que rigen las instituciones del Derecho del Trabajo, a menos
que las cláusulas de la convención relacionadas con cada una de esas instituciones resultaran
más favorables a los trabajadores y siempre que no afectaran disposiciones dictadas en
protección del interés general.
Por el cual se toma la institución de la ley "en conjunto", se la coteja con la institución
correspondiente del convenio colectivo "en conjunto" y se aplica la más favorable. Sin
embargo, de la literalidad del texto podría interpretarse que la cláusula más favorable del
convenio (norma aislada) debe ser relacionada con la institución de que se trate, en la que
será insertada si resulta más favorable al trabajador, lo que parecería indicar que se ha
seguido el criterio de la acumulación y no el del conglobamiento por instituciones. Por lo
demás, el artículo 8° de la L.C.T., relativo a las condiciones más favorables provenientes de
convenciones colectivas de trabajo, establece sin condicionamiento alguno que "las
convenciones colectivas de trabajo o laudos con fuerza de tales, que contengan normas más
favorables a los trabajadores, serán válidas y de aplicación...", lo que también nos remite al
criterio de la acumulación normativa.
Desde un punto de vista práctico, y dado que los convenios colectivos vigentes son
posteriores a la ley de contrato de trabajo, cabe hacer hincapié en que la vocación de la norma
convencional es la de acumular beneficios y no la de cotejarse con la ley en términos
conflictivos. Por lo que la aplicación de la teoría del conglobamiento por instituciones quedaría
limitada al estrecho campo configurado por los supuestos de duda (art. 9°, L.C.T.).
Se plantea si una ley puede derogar cláusulas de una convención colectiva imponiéndose a
la voluntad de los sectores sociales.
La aplicación de las convenciones colectivas no podrá afectar las condiciones más favorables
a los trabajadores, estipuladas en sus contratos individuales de trabajo (art. 8°, ley 14.250).
Es decir que el contrato individual de trabajo no puede establecer normas menos favorables
que las de la convención colectiva. Y las condiciones más favorables del contrato individual
prevalecen sobre las normas menos favorables de la convención colectiva (ver: arts. 7°, 8°, 13 y
44, L.C.T.).
En mi opinión los casos ocurrentes deben resolverse a la luz del principio de progresividad y
en todo caso, si se admitiera la disminución de los beneficios, ello sólo sería aplicable para lo
futuro pero no podría alterar los derechos adquiridos por los trabajadores.
b) que de las evaluaciones que se realicen resulte que la convención es adecuada para regular
las relaciones de trabajo en la zona. Al realizarlas se tendrá en cuenta:
Pero en este caso —aclara el art. 11 de la ley citada— las convenciones colectivas celebradas
con alcance nacional o las resoluciones del Ministerio de Trabajo por las que se extiendan
convenciones a otras zonas, deberán incluir normas que determinen la situación de vigencia
de las cláusulas de las convenciones locales preexistentes.
Los convenios colectivos tendrán los siguientes ámbitos personales y territoriales conforme
a lo que las partes acuerden dentro de su capacidad representativa:
l Convenio de actividad.
24.7.PRELACION DE NORMAS
La exclusión de una empresa en crisis del convenio colectivo que le fuera aplicable, sólo
podrá realizarse mediante acuerdo entre el empleador y las partes signatarias del convenio
colectivo, en el marco del procedimiento preventivo de crisis previsto en el Título III, Capítulo VI
de la Ley Nº 24.013.
Con relación a los convenios colectivos de trabajo que se encontraren vigentes por
ultraactividad, el MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL establecerá un
mecanismo voluntario de mediación, conciliación y arbitraje, destinado a superar la falta de
acuerdo entre las partes para la renovación de dichos convenios.
La ley 23.546 en su art. 1 establece que "El procedimiento para la negociación colectiva se
ajustará a lo previsto en la presente Ley."
Art. 4 "..En el plazo de quince (15) días a contar desde la recepción de la notificación del
artículo 2º de esta ley, se constituirá la comisión negociadora con representantes sindicales, la
que deberá integrarse respetando lo establecido en la Ley Nº 25.674, y la representación de
los empleadores. Las partes podrán concurrir a las negociaciones con asesores técnicos con
voz pero sin voto.
III. Intercambiar la información necesaria a los fines del examen de las cuestiones en debate,
para entablar una discusión fundada y obtener un acuerdo. Dicho intercambio deberá
obligatoriamente incluir la información relativa a la distribución de los beneficios de la
productividad, la situación actual del empleo y las previsiones sobre su futura evolució n.
En el caso del procedimiento de crisis, la empresa deberá informar sobre las siguientes
materias:
El tribunal dispondrá el cese inmediato del comportamiento violatorio del deber de negociar
de buena fe y podrá, además, sancionar a la parte incumplidora con una multa de hasta un
máximo equivalente al veinte por ciento (20%) del total de la masa salarial del mes en que se
produzca el hecho, correspondiente a los trabajadores comprendidos en el ámbito personal
de la negociación. Si la parte infractora mantuviera su actitud, el importe de la sanción se
incrementará en un diez por ciento (10%) por cada cinco (5) días de mora en acatar la decisión
judicial. En el supuesto de reincidencia el máximo previsto en el presente inciso podrá elevarse
hasta el equivalente al ciento por ciento (100%) de esos montos.
Sin perjuicio de ello, el juez, a petición de parte, podrá también aplicar lo dispuesto por el
artículo 666 bis del Código Civil.
Cuando cesaren los actos que dieron origen a la acción entablada, dentro del plazo que al
efecto establezca la decisión judicial, el monto de la sanción podrá ser reducido por el juez
hasta el cincuenta por ciento (50%).
Todos los importes que así se devenguen tendrán como exclusivo destino programas de
inspección del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social."
Artículo 7º "...En los diferendos que se susciten en el curso de las negociaciones se aplicará
la Ley Nº 14.786. Sin perjuicio de ello las partes podrán, de común acuerdo, someterse a la
intervención de un servicio de mediación, conciliación y arbitraje que funcionará en el ámbito
del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
La apertura del concurso preventivo deja sin efecto los convenios colectivos vigentes por el
plazo de tres (3) años, o el de cumplimiento del acuerdo preventivo, el que fuere menor.
Durante dicho plazo las relaciones laborales se rigen por los contratos individuales y la ley
de contrato de trabajo.
La finalización del concurso preventivo por cualquier causa, así como su desistimiento firme
impondrán la finalización del convenio colectivo de crisis que pudiere haberse acordado,
recuperando su vigencia los convenios colectivos que correspondieren.
Las decisiones que interpretan con alcance general la convención colectiva que no hubieren
sido adoptadas por unanimidad, serán apelables ante el Ministerio de Trabajo dentro del
quinto día de notificadas.
La ley 25.877 modifica los arts. 14 a 16 de la ley 14.250 en los siguientes términos:
a) Interpretar con alcance general la convención colectiva, a pedido de cualquiera de las partes
o de la autoridad de aplicación.
d) Clasificar las nuevas tareas que se creen y reclasificar las que experimenten modificaciones
por efecto de las innovaciones tecnológicas o nuevas formas de organización de la empresa.
Las decisiones que adopte la Comisión quedarán incorporadas al Convenio Colectivo de
Trabajo, como parte integrante del mismo."
Artículo 16. - Cualquiera de las partes de un convenio colectivo de trabajo, que no prevea el
funcionamiento de las comisiones referidas en el artículo 14, podrá solicitar al MINISTERIO DE
TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL la constitución de una Comisión Paritaria a los
efectos y con las atribuciones previstas en el inciso a) del artículo anterior.
Dicha Comisión será presidida por un funcionario designado por el MINISTERIO DE TRABAJO,
EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL y estará integrada por un número igual de representantes de
trabajadores y empleadores."
24.12.4. Competencia
En caso de incumplimiento del acuerdo conciliatorio, éste podrá ejecutarse ante el tribunal
con competencia en materia laboral del lugar donde el acuerdo se celebró, mediante el
procedimiento de ejecución de sentencia. A tal efecto servirá de título ejecutivo el testimonio
del acuerdo expedido por el Presidente de la Comisión Paritaria (reglamentario del art. 16 de
la ley 14.250, texto ordenado por D. 108/88) (art. 9°, D.R.).
El Ministro de Trabajo podrá delegar las competencias que acuerda la ley 14.250 (texto
ordenado por D. 108/88) y la presente reglamentación en aquellos órganos y funcionarios que
de él dependen. (art. 1°, D.R. 199/88).
BIBLIOGRAFIA
CAPON FILAS, RODOLFO,"El nuevo derecho sindical argentino", 2da ed., Librería Editora Platense,
La Plata, 1993.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes fundamentales del trabajo" , 4ª
ed., Joaquín Fernández Madrid Editor, Buenos Aires, 1999.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo" , T. 3, Ed. La Ley,
2009.
RUPRECHT, ALFREDO J. , "Derecho colectivo del trabajo", Ed. Confederación Española de Cajas de
Ahorro, Madrid, 1977.
CAPITULO XXV
25.1. Autotutela colectiva. Generalidades. - 25.2. Los conflictos. - 25.3. El Estado ante la
huelga. - 25.4. El concepto de huelga. - 25.5. Huelgas atípicas. - 25.6. La huelga y la
libertad sindical. La O.I.T. - 25.7. Huelga y convenios colectivos. - 25.8. El derecho de
huelga en la Constitución Nacional y en los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. - 25.9. Las provincias y la reglamentación de la huelga. - 25.10. Medios de
solución de conflictos: la ley 14.786. - 25.10.1. La ley 14.786 de conciliación obligatoria y
arbitraje voluntario. - 25.10.2. Jurisprudencia de la C.N.A.T. y tribunales provinciales. -
25.11. Titularidad del derecho de huelga. - 25.12. Los fines de la huelga. - 25.13. Huelga
de solidaridad. - 25.14. Trabajo a desgano, trabajo a reglamento, huelga de brazos
caídos. - 25.15. Huelga con ocupación del lugar de trabajo. - 25.16. Huelga política. -
25.17. Huelga de los funcionarios públicos. - 25.18. Guardias o piquetes. - 25.19.
Jurisprudencia sobre la legitimidad de la huelga . - 25.20. Declaración de ilegalidad de la
huelga por la autoridad de aplicación: jurisprudencia. - 25.21. Forma temporal que
pueden asumir las huelgas: el derecho de huelga y los paros intermitentes. - 25.22. El
daño en la huelga y en los paros intermitentes. - 25.23. Efectos contractuales. - 25.23.1.
Suspensión del contrato de trabajo. - 25.23.2. Privación del salario. - 25.24. Huelga
y despido. - 25.25. Declaración de ilegalidad de la huelga por la autoridad de aplicación.
Jurisprudencia. - 25.26. La huelga en los servicios esenciales . - 25.26.1. Noción de
servicio esencial . - 25.26.2. Restricciones a la prohibición de la huelga . - 25.26.3. La
regulación en nuestro país: la ley 25.877. - 25.26.4. El derecho reglamentario. - 25.27.
"Lock out". - 25.28. Guía de análisis. - Bibliografía.
Existe un conflicto de derecho cuando las partes discuten acerca del cumplimiento o de la
interpretación de una norma jurídica preexistente.
En cambio, los conflictos de intereses o económicos, son aquellos que tienden a modificar el
ordenamiento que rige la relación o a crear una nueva fuente de derecho. Su finalidad es la
fijación de un nuevo "status" y la huelga es la medida de acción directa que se aplica por
excelencia a estos fines.
Montoya Melgar distingue entre conflictos sobre aplicación del derecho y conflictos de
regulación.
Los conflictos de regulación son aquellos en los que, lejos de discutirse la aplicación de una
norma al caso litigioso concreto, es la propia norma la que se pone en cuestión,
proponiéndose su modificación o sustitución por otra.
Observo que aunque los conflictos de derecho pueden resolverse a través de los
organismos jurisdiccionales y los conflictos de intereses requieren una solución "a nuevo"
proveniente del empresario (grupo de empresarios) o del poder administrador, en muchos
casos unos y otros —por su envergadura— pueden tener igual trascendencia y requerir una
composición similar. En estos casos extremos lo que importa para dar un tipo de solución
"política" al conflicto es su trascendencia sobre la empresa, la actividad o la comunidad total.
Giugni (en "Derecho Sindical" pág. 222 y ss.) resalta que se manifiesta el paso de la libertad
de huelga —que sólo excluye la responsabilidad penan— al derecho de huelga que excluye la
responsabilidad civil derivada del incumplimiento contractual y hace que se privilegie la
autotutela del trabajador sobre el derecho al cumplimiento del empresario.
Destaca Eduardo Alvarez que el proceso de asimilación de este concepto parece no haber
terminado aún, porque advierte que al tiempo que se incorporaban cláusulas genéricas y
operativas en las normas fundamentales para garantizar su ejercicio, todo acercamiento al
fenómeno, sea normativo, doctrinario o jurisprudencial, llevaba implícita una tendencia a
limitar sus alcances, un cercenamiento de aquello que los propios actores sociales re putaban
como huelga.
Es preciso recordar con Guibourg (D.L., Errepar, T.IV, pág. 781) que a partir de los orígenes
históricos de la cuestión social cualquier medio de lucha es válido siempre que no fuere
contradictorio con la propia estructura sindical ni con su ideología. No existen otros
compromisos internos que los que aconseje la prudencia, ya que se parte de la idea de la
guerra justa.
Mientras tanto, una contrarreacción de origen opuesto pero de cariz conciliador canaliza el
temor al conflicto desde una posición paternalista y reivindica el diálogo entre fuertes y
débiles aunque rechaza el principio de acción directa.
El creciente desarrollo del movimiento sindical, que se produce en este siglo, lleva a que se
tolere la huelga y por último a que se la convierta en derecho de rango constitucional.
Cada vez que se analiza jurídicamente alguno de sus aspectos (sujeto, objeto, finalidad,
modalidades, tipicidad, etc.) se reavivan como apunta Eduardo Alvarez, discusiones que
conciernen directa o indirectamente a una limitación de su ejercicio. Así ocurre cuando se
tratan temas esenciales como el de la titularidad de la huelga que un sector mayoritario deja
limitado al sindicato más representativo. A los fines de la huelga se busca encerrarlos
exclusivamente en la reivindicación profesional, con olvido de que en un mundo
permanentemente en cambio lo que suele estar en juego es el modelo económico, que en
ámbitos de distintas dimensiones es la materia originaria de los conflictos y por la amplitud
que la ley 23.554 asigna a la acción sindical de la que la huelga es una de sus principales
manifestaciones, entiendo que son legítimas también las que persiguen objetivos vinculados
con la salud pública, la educación, etc.
Por largo tiempo la jurisprudencia entendió que la abstención del trabajo que configura la
huelga debía ser total y cumplida fuera de los lugares de labor. Es decir que le agregó a la
abstención el requisito de continuidad y la localización.
De este modo se excluían del concepto de huelga los paros parciales y los paros con
ocupación del lugar de trabajo, pronunciándose a la vez sobre la medida del daño que el acto
de fuerza podía infligir al empleador. Ese perjuicio no podía ser superior al resultante de la
mera abstensión del trabajo.
"La huelga supone la suspensión o cesación del trabajo por parte de los obreros" (S.C.B.A.,
5/6/60, LT, VIII, 411); "es un medio para la obtención de fines profesionales que se cumplen
mediante la suspensión del contrato" (C.N.A.T., Sala I, 27/9/61, LT, X, 110). "El efecto suspensivo
ínsito en la huelga, resulta del incumplimiento total de las obligaciones contractuales" (S.C.B.A.,
18/11/69, LT, XVIII-A, 66). "Dicha medida debe abarcar la totalidad de la jornada y efectuarse
con abandono total del trabajo" (C.N.A.T., Sala II, 9/6/65, La Ley, 119, 798).
Observa Bidart Campos que si lo que se garantiza es el derecho de "huelga" todo medio de
acción directa que no responda a las características de la huelga y que no coincida con su
naturaleza quedará fuera del amparo constitucional. Hay numerosos medios de acción
directa: el paro que interrumpe el trabajo por tiempo determinado que se cumple sin
abandono del lugar de labor, los paros rotativos, el trabajo a desgano y a reglamento, etc.
Seguramente todas estas actitudes obreras tienen diferencias con la huelga típica pero el
autor citado expresa su discrepancia con dicha tesis, entendiendo que toda cesación del
trabajo es huelga, si bien algunas formas de abstención son más graves que otras. Pero si se
recurre a medios ilícitos —por ejemplo el sabotaje o la ocupación del establecimiento— eso
tendrá relevancia para la calificación pero no para connotar la naturaleza de la figura de que
se trata.
Entiendo que huelga en la acepción constitucional a que nos remite el artículo 14 bis es
tanto la que responde a la definición clásica como a las restantes formas de acción directa,
que implican abstención total o parcial del trabajo.
Va de suyo que no han de considerarse lícitas las medidas que impliquen un ejercicio
desnaturalizado (abusivo) del derecho de huelga.
Por otra parte el concepto de huelga presenta diferentes matices según cuál sea la posición
del intérprete con respecto al ejercicio de este derecho y básicamente se debate si es un
derecho del grupo de trabajadores como oficio o si pertenece exclusivamente a la entidad
sindical representativa de la actividad o de los trabajadores de la empresa.
Nuestra jurisprudencia ha sostenido que "la noción de huelga requiere que se opere la
cesación concertada y simultánea de la actividad que realizan los trabajadores partícipes
respecto de determinado o determinados establecimientos, decidida por una asociación
profesional, una coalición o un grupo social representativo de un interés profesional común
actuando en defensa de los fines profesionales o económico-sociales" (C.N.A.T., Sala IV,
16/11/64, LL, 118, 751). La S.C.B.A. ha manifestado que por huelga se entiende "...la abstención
o abandono colectivo y temporal del trabajo concertado por los trabajadores para secundar la
reclamación planteada a uno o varios empleadores con fines profesionales" (S.C.B.A.,
27/10/70, La Ley-144-552).
Una evolución posterior, pero no pacífica, permite afirmar que no habiéndose redefinido el
término "huelga" por ninguna norma de derecho positivo, su significado es el que tiene en el
lenguaje común, de acuerdo al entendimiento que se le dé en el medio social de que se trate.
En este sentido se marca una evolución que considera a toda abstención de trabajo como
huelga. Encuentro a esta interpretación más acorde con el reconocimiento del derecho de
huelga, efectuado sin otras connotaciones en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.
En síntesis, los trabajadores a través de los órganos competentes, en la defensa de sus
derechos y de su calidad de vida, pueden adoptar diversas técnicas que se traducen en la
paralización de la tarea a su cargo, como un medio para ejercer una presión sobre el
empleador en respaldo de sus pretensiones no aceptadas. Ellas pueden consistir en una
suspensión "sine die" o bien en una por un plazo fijo de uno o dos días, o por horas, con o sin
permanencia en el lugar de trabajo.
Dice Palomeque López que por razón de la actitud de los trabajadores la práctica colectiva
ofrece "huelgas atípicas", sobre las que los diferentes ordenamientos acostumbran a
prevenirse estableciendo límites a su desarrollo, cuando no lisa y llanamente su prohibición.
En tanto la dinámica sindical muestra cada día un incremento notable en la utilización de
dichos elementos de presión por parte de los trabajadores.
El autor citado destaca, entre otras manifestaciones de menor importancia, a las huelgas
que siguen:
1) "Huelga turnante o rotatoria", que se realiza de modo sucesivo en las distintas unidades
productivas de una empresa o centro de trabajo o sectores de la actividad económica en un
ámbito geográfico determinado, la totalidad del territorio nacional inclusive, con la finalidad
de destruir la coordinación de la producción.
5) "Huelga de trabajo lento" o disminución en la intensidad y rendimiento del trabajo sin llegar
a la cesación del mismo.
7) "Huelga con ocupación de los lugares de trabajo" en que los trabajadores que cesan en la
prestación de su trabajo permanecen en los lugares de trabajo, no ya en el propio puesto de
trabajo.
El derecho sindical lleva implícito el derecho de huelga, que según la O.I.T., es uno de los
derechos fundamentales de los trabajadores y de sus organizaciones y es uno de los medios
esenciales de que ellos disponen para promover y defender sus intereses.
Este Comité sin necesidad de que el Estado acusado haya aceptado su intervención, puede
tratar quejas por violación de los derechos sindicales contra un país que no haya ratificado los
convenios de la O.I.T. que se refieren a ellos. En este sentido y en diversos casos el Comité ha
señalado que "al adherirse a la Organización Internacional del Trabajo, todo miembro se ha
comprometido a respetar un cierto número de principios, incluidos los principios de la libertad
sindical que se han convertido en una regla de derecho consuetudinario por encima de los
convenios". El propio Comité ha dicho que la función de la O.I.T. respecto de los derechos
sindicales consiste en contribuir a la eficacia del principio general de libertad sindical como
una de las principales salvaguardias de la paz y la justicia social.
Debo recordar que la acción sindical tiene por objeto elevar las condiciones de vida y de
trabajo de los trabajadores o como dice al artículo 3° de la ley 23.551, ella debe contribuir a
remover los obstáculos que dificulten la realización plena del trabajador. Estos impedimentos
surgen generalmente del conflicto social que subyace en las relaciones entre el capital y el
trabajo, pero también pueden provenir de una legislación defectuosa que se busque remover.
Por eso adquiere particular importancia la opinión del Comité de Libertad Sindical respecto a
las restricciones a la huelga. La limitación debe ir acompañada por procedimientos de
conciliación y arbitraje adecuados, imparciales y rápidos en que los interesados puedan
participar en todas las etapas y en los cuales los laudos dictados deberían ser aplicados por
completo y rápidamente. Y en tiempos más específicos. Cuando se restringen o prohíben las
huelgas de los trabajadores ocupados en servicios esenciales, tal restricción o prohibición
debería ir acompañada de un mecanismo de conciliación y un procedimiento imparcial de
arbitraje cuyos laudos sean en todos los casos obligatorios para las partes.
Lo esencial en estos casos es que todos los miembros de los órganos encargados de esas
funciones no sólo sean estrictamente imparciales, sino que también lo parezcan tanto a los
empleadores como a los trabajadores interesados, para obtener y conservar la confianza de
ambas partes, de la cual depende realmente el funcionamiento eficaz del arbitraje, aun
cuando sea obligatorio. Que el gobierno utilice mano de obra ajena a la empresa para sustituir
a trabajadores en huelga entraña un riesgo de violación del derecho de huelga que puede
afectar el libre ejercicio de los derechos sindicales. Y mayor es la condena cuando se considera
a la intervención de las fuerzas militares o policiales: el Comité de Libertad Sindical sostuvo
que la utilización de las fuerzas armadas o de otro grupo de personas para desempeñar
funciones que han quedado abandonadas con motivo de un conflicto laboral sólo podría
justificarse por la necesidad de asegurar el funcionamiento de servicios o industrias cuya
paralización crearía una situación de crisis aguda.
"Es decir que según el criterio de la O.I.T. la prohibición general de las huelgas no podría
estar justificada más que en una situación de crisis nacional aguda y por una duración
limitada".
La negociación colectiva (total o parcial) en situaciones críticas sólo puede lograrse si los
empleadores están sujetos a la amenaza de abstención del trabajo de sus trabajadores, pues
sin ese poder las condiciones de trabajo quedarían libradas a la decisión patronal. Pero,
además, la huelga tiene otros fines que trascienden lo estrictamente laboral. En este sentido la
huelga política es un medio de intentar la modificación de las condiciones macroeconómicas
que condicionan las políticas sociales.
Se afirma que no puede existir equilibrio en las relaciones laborales sin libertad de huelga.
Sin embargo, esta expresión para que tenga contenido debe ir acompañada por la fuerza del
sector sindical, en condiciones de presionar. De otro modo la desigualdad entre las partes
existe "a priori" y la huelga deja de gravitar en la relación entre sectores.
De modo tal que el derecho de huelga puede ser invocado y ejercido aunque no medie ley
reglamentaria del Congreso a su respecto, porque el ejercicio del derecho de huelga no
requiere reglamentación legal.
En la causa "BENEDUCE Carmen c/ Carnicerías Estancias GALLI" (DT, 1962, pág. 84; y Fallos,
T. 247, pág. 472) del 18 de diciembre de 1961, la Corte Suprema de Justicia de la Nación
declaró la inconstitucionalidad del artí culo 9° del decreto-ley 10.956/57 —derogado por la ley
14.447— que había dispuesto que la declaración administrativa de ilicitud de una huelga no
admite revisión judicial a los fines de la resolución de conflictos individuales. Establece el
tribunal que la circunstancia de que el derecho de huelga tenga consagración constitucional,
no significa que sea absoluto ni que impida su reglamentación legal ni la apreciación judicial
de las circunstancias conducentes para decidir los casos que ocurrieren. Agrega que la
resolución administrativa, dictada durante el curso de una huelga y con el objeto de
encauzarla, no es susceptible d e revisión judicial; mas a los fines de la decisión del conflicto
individual posterior en que se debate el derecho privado de las partes, se requiere resolución
judicial respecto de la ilicitud de la huelga origen del despido. Y agrega que los jueces a
quienes corresponde entender en los conflictos individuales de trabajo a que una huelga
puede dar lugar, tienen la facultad de declarar el error grave o la irrazonabilidad clara en que
la autoridad administrativa, a criterio de ellos, haya incurrido al declarar el carácter ilegal de
aquélla.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación en autos "FONT, Jaime c/Carnicerías Estancias
GALLI" del 15/10/62 (DT, 1962, pág. 583) decidió que para que sea lícito declarar arbitrario el
despido motivado por una huelga, es preciso que la legalidad de ésta sea expresamente
declarada en sede judicial, sobre la base de las circunstancias jurídicas y fácticas que
configuran el caso juzgado. A falta de declaración, debe entenderse que el fallo dictado a favor
del obrero que participó de la huelga, ha omitido el examen de una cuestión esencial de la que
depende el contenido del pronunciamiento. Agrega que la ausencia de una ley reglamentaria
del derecho de huelga no excluye la potestad del Estado destinada a tutelar los intereses
públicos y privados, susceptibles de ser afectados por el uso abusivo o ilícito de aquel derecho.
Y concluye afirmando que el principio de que no hay derechos absolutos y la necesidad de
conciliar el derecho de cada uno de los demás y con las pertinentes facultades estatales,
justifica ciertas limitaciones razonablemente impuestas por la autoridad, como lo son, por
ejemplo, las relacionadas con las resoluciones administrativas dictadas durante el curso de
una huelga con el objeto de encausarla.
La misma Corte, en autos "GATTI, Alvaro c/Bodegas y Viñedos EL GLOBO LTDA." del 7/11/62
(DT, 1963, pág. 24), dispuso que como el ejercicio del derecho constitucional de huelga no
requiere reglamentación legal, tampoco la necesita el cumplimiento de la función estatal
administrativa de encauzar las que ocurran. Y agrega que la calificación de una huelga
requiere la consideración de las circunstancias concretas del caso, tanto fácticas como
jurídicas, especialmente cuando no ha mediado calificación administrativa, lo que remite el
problema, en su totalidad, a la decisión judicial. No es suficiente a ese efecto que el tribunal
afirme genéricamente que la actitud de los huelguistas pudo haber sido adoptada en
presencia de circunstancias susceptibles de considerarse "una pérdida de conquistas sociales".
"Que en este orden de ideas surge claramente la conclusión de que el ejercicio del derecho
de huelga no puede afectar sustancialmente la continuidad de los servicios públicos, ni el
orden social, ni la paz pública, valores cuya tutela se halla a cargo del Estado por una
imposición constitucional que supone reconocerle las facultades que fuesen necesarias para
asegurar" (Fallos, T. 254, pág. 56 y T. 259 pág. 218). "Al cabo, sería contrario al entendimiento
común asignarle al derecho constitucional de huelga un rango superior a la serie de deberes y
correlativas facultades del Estado, también de raíz constitucional que se vinculan con la
adecuada consecución de los fines antes expresados" (Fallos, T. 254, pág. 56 y T. 259, pág.
218).
Es decir que para la Corte la circunstancia de que el derecho de huelga tenga consagración
constitucional no significa en efecto que sea absoluto ni que impida su reglamentación legal ni
la apreciación judicial de las circunstancias conducentes para decidir los casos que ocurrieren.
Como observa Justo López (en "La huelga en los servicios esenciales según el derecho laboral
estatal argentino" D.L., Errepar, T.V., pág. 623) dicha doctrina importa la posibilidad de
limitación jurídica del ámbito de la huelga y el establecimiento consiguiente de sanciones
civiles para el supuesto de que se desenvolviera fuera de él. Lo que constituye una parte del
Estado que no requiere de ley reglamentaria alguna pues es su obligación tutelar los intereses
públicos o privados susceptibles de ser afectados por el uso abusivo o ilícito de aquel derecho.
Pero el principio de que no hay derechos absolutos (Fallos, T. 136 pág. 161 y otros muchos)
que también puede expresarse diciendo que el derecho de cada uno debe ser conciliado con
el de los demás y con las pertinentes facultades estatales (Fallos, T. 242, pág. 356 y T. 250 pág.
418), justifica ciertas limitaciones razonablemente impuestas por la autoridad como lo son por
ejemplo las relacionadas con las resoluciones administrativas dictadas durante el curso de una
huelga con el objeto de encauzarla (Fallos, T. 136, págs. 161 y 171).
REGLAMENTACION DE LA HUELGA
Las provincias conservan todo el poder no delegado por la Constitución al Gobierno Federal,
entre ellos el poder de policía. De tal modo lo relativo a los procedimientos administrativos
tendientes a la solución de los conflictos quedan en la órbita local, y muchos gobiernos han
dictado leyes al respecto. La ley 14.786 ha sido dictada presuponiendo que existen conflictos
colectivos de intereses que son de competencia de la autoridad administrativa provincial. En
su artículo 1° dice "Los conflictos colectivos de intereses cuyo conocimiento sea de
competencia del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (se trata del de la Nación) se
substanciarán conforme a las disposiciones de esta ley".
25.10. MEDIOS DE SOLUCION DE CONFLICTOS:
LA LEY 14.786
En cualquier momento del plazo legal en que se cumplan medidas de fuerza deja de
respetarse la conciliación obligatoria.
El paro dispuesto sin dar cumplimiento a las normas sobre conciliación obligatoria teniendo
por causa un conflicto individual que podía encontrar solución ante la justicia —la suspensión
disciplinaria de un compañero— es ilegal.
(ST Entre Ríos, Sala Trab., mayo 21-968, BJER 969-2-238; SC Buenos Aires julio 10-968; La Ley, 135-
1118 -20-965-S.
No cabe hacer distinciones entre la huelga y los llamados paros: por consiguiente resultan
arbitrarios los despidos intimados por haber participado en paros que tenían un fin
profesional y se efectuaron observando el procedimiento previo de conciliación.
(CNAT Sala II, octubre 31-972 - DT, 973 - 292 - LLP 973 -I-39).
De acuerdo con la tesis de la que participo, el derecho de huelga puede ser ejercido por un
grupo de trabajadores no institucionalizados (En igual sentido C.N.A.T., Sala IV, 31/5/77,
"Barret, Roberto y otros c/López, González, Raimondi y Asoc.", TySS, 1978, pág. 25).
En esta tesis queda descartada la legitimidad de la huelga con objetivo económico en tanto
esté dirigida al gobierno y no al empleador. Al respecto cabe señalar que una revisión del
criterio expresado resulta de la interpretación del artículo 3° de la ley de asociaciones
sindicales que prescribe que "la acción sindical contribuirá a remover los obstáculos que
dificultan la realización plena del trabajador".
En el caso de que la huelga tenga por objetivo solidarizarse con trabajadores despedidos o
con trabajadores de actividades afines, dicha medida no es ilícita por sí y en razón de su
índole. "Por tanto, no elimina la obligación judicial de calificación con el fin de determinar las
consecuencias legales de la huelga. Ello exige un juicio razonable relativo al carácter y
circunstancias de la expresión de solidaridad."
Sin embargo, si lo que se busca es el reintegro de los despedidos habrá que determinar en
cada caso si media un interés colectivo. En el caso de huelga por despido de los delegados
gremiales suele ser más clara la justificación de estas medidas, aunque en el ordenamiento
positivo hay medios para obtener el reintegro del delegado.
Algunas tipologías del ejercicio del derecho de huelga como "el trabajo a desgano", no
conllevan la abstención total y concertada de la prestación laboral, sino su ejecución sin
contracción adecuada para desorganizar el funcionamiento normal de la empresa, sin que se
llegue a la interrupción total de la tarea. El "trabajo a reglamento" implica un aparente
aumento de diligencia del trabajador, que se desempeña observando tan detalladamente
todas las formalidades que termina en una suerte de inoperancia y "la huelga de brazos
caídos" sería la que implica la abstención total unida a la ocupación del establecimiento.
En los dos primeros casos, los movimientos de fuerza podrían ser calificados como
antijurídicos porque el empleador padece un daño superior al no hacer: al no suspenderse el
ejercicio de la prestación laboral estaría obligado a pagar los salarios.
En el último de los casos habría que diferenciar la conducta configurativa de una medida de
acción directa con procederes periféricos que pueden generar una ilicitud penal y no deben
confundir el análisis de las consecuencias de la medida de acción directa como tal.
La huelga dispuesta por el personal y no por el sindicato que lo agrupa es ilegal (C.N.A.T.,
Sala V, 31/3/64, La Ley, 115-416).
La huelga no puede ser calificada como lícita cuando no fue originada ni resuelta por los
órganos competentes de la asociación profesional de trabajadores representativa de la
actividad, si además no aparece como actitud espontánea y general del personal del
establecimiento involucrado en el problema sino que surge como una acción directa y
amenazante del grupo incitatorio y organizador (C.N.A.T., Sala V, 28/4/75, La Ley, 1975-C, 229).
Para la doctrina alemana debe distinguirse entre la lucha de trabajo legítima y socialmente
adecuada y la contienda que carece de esas características. Así se ha resuelto que es legítima y
socialmente adecuada cuando: a) Ha sido convocada por una asociación profesional o por lo
menos aprobada y continuada por ella. b) Las que tienen por finalidad influir en la
configuración de las condiciones de trabajo descartándose por ende las huelgas políticas. c)
Cuando no es contraria a un contrato de tarifas, o sea, no debe violar el deber de paz durante
la vigencia del contrato. d) Debe existir proporción entre los medios empleados y los fines
perseguidos para no constituir un ataque a la libertad de industria. e) No debe ser contrario a
las disposiciones legales forzosas, en particular no debe violar las buenas costumbres (Kaskely
Dersch, "Derecho del Trabajo", 5ta. ed., págs. 444/454).
"No cabe considerar excluido del ejercicio legítimo del derecho de huelga a los paros
parciales pues no existe en nuestro derecho positivo ninguna reglamentación legislativa que
imponga que la huelga se cumpla durante toda la jornada y fuera del establecimiento"
(C.N.A.T., Sala II, 27/10/72).
Una vez reconocido el derecho de huelga, es decir admitido que la abstención del trabajo
decidida en el plano colectivo (por el órgano representativo del grupo) constituye un medio
legítimo de lucha por el cual los trabajadores buscan, ante todo, obtener mejores condiciones
de labor, resta todavía establecer qué formas puede adoptar esa abstención para originar el
amparo legal.
Puede generalizarse el tema afirmando que está implícito en el concepto de huelga que la
abstención de tareas para cumplir su finalidad económica debe tener un límite de tiempo, si
bien flexible e impreciso. Ello implica que toda huelga debe disponerse con la idea de que ha
de cesar, aunque se ignore cuándo cesará.
Respecto de esa función primaria que cumple el tiempo se cuenta con un general consenso
doctrinario que desaparece cuando se aborda lo relativo a la forma temporal (determinada o
indeterminada) que pueden asumir las huelgas. Así, mientras una corriente de opinión
adjudica el carácter de huelga sólo a la que se declara por tiempo indeterminado, otra
orientación concibe el problema con la mayor amplitud y no niega dicha calificación a los
conflictos que llevan un plazo prefijado de duración.
Cabe subrayar que aun cuando el tiempo prefijado de duración frecuentemente significa el
preludio de acciones más severas, tampoco en estas circunstancias la suspensión del trabajo
deja de cumplir el instrumental que posee ni de participar de la finalidad reivindicatoria del
conflicto que no lleva plazo. Incluso adjudico a estas manifestaciones del conflicto el carácter
de acciones menores que incluso por razones de política social no deben ser excluidas "a
priori" del amparo legal, pues otra solución forzará a los trabajadores a abstenerse del trabajo
sin término, a fin de ampararse en el derecho de huelga, ocasionándose un daño mayor a los
empleadores. Ello no obsta a que siempre se juzgue acerca de la legitimidad de la huelga
según las modalidades bajo las cuales se presente, los móviles que la inspiren o los efectos
que cause.
Agrego como razón final de mi opinión que del texto del artículo nuevo de la Constitución
Nacional no surgen limitaciones temporales.
En resumen, pienso que el tiempo debe tenerse en cuenta sólo en el sentido de que para
que estos conflictos cumplan su finalidad económica deben ser dispuestos con la idea de que
han de cesar, en las huelgas por tiempo indeterminado cuando la pretensión se defina
(logradas o no las modificaciones contractuales exigidas), en las huelgas por tiempo
determinado cuando venza el plazo fijado o antes si se obtiene la finalidad tenida en vista o se
levanta la medida por cualquier otro motivo.
Ahora bien, como en la convivencia social regulada jurídicamente desaparece el pleno goce
de los derechos individuales pero se asegura su efectividad, es decir la seguridad de su
existencia, el problema del daño se traslada de su reconocimiento a la determinación de los
límites o de la medida en la que puede considerarse legítimo.
Ante todo, debe ejercerse el derecho dentro de los cauces legales, sin desviar el fin
perseguido por la ley al conceder la tutela jurídica, porque "no media daño sin culpa, sino
daño resarcible cuando esos límites sean superados. Y esto acaece cuando so color de actuar
dentro del ámbito de la libertad o de los derechos de cada cual o en el cumplimiento de
deberes y obligaciones, en realidad se usa el derecho subjetivo pero abusando del derecho
objetivo, desviando o desconociendo el fin por el cual este último hace surgir facultades
subjetivas".
Como directiva general encontramos la de que el daño que causa la huelga debe ser relativo
y proporcionado al fin económico-social del derecho correspondiente y que excede lo
autorizado por la ley cuando se lo ejerce desviándolo de aquella finalidad. Para que esta
noción adquiera precisión, debemos tener en cuenta que la huelga no trata de destruir la
empresa o actividad en la que se efectúa, que busca primordialmente la modificación de las
condiciones de trabajo mediante la suspensión transitoria de las tareas y que cumple una
función instrumental para lograr dicho objetivo.
Estas notas indican que no se puede considerar autorizado ningún perjuicio que atente
contra la fuente de trabajo, pues ello desvirtuaría la esencia del derecho de huelga.
El daño irresarcible sería legítimo en los casos siguientes: 1) reducción del beneficio
derivado de la producción faltante; 2) pérdida eventual de la clientela; 3) el resultante del
mantenimiento "ex lege" del contrato de trabajo; 4) incidencia de las cargas económicas
indirectas (amortizaciones, arrendamientos, intereses) que gravan el costo del factor trabajo y
siguen corriendo durante la huelga.
El dañ o implícito en las huelgas, considerando su legitimidad aun con los criterior más
restrictivos, supone un daño al empresario, el lucro cesante. Por eso entiendo que la cláusula
constitucional que consagra este derecho, modaliza la interpretación del artículo 17 de la CN
que garantiza el derecho de propiedad que entonces no debe ser considerado absoluto.
25.23. EFECTOS CONTRACTUALES
En primer lugar la huelga suspende el contrato de trabajo por aplicación del principio "sin
trabajo no hay salario".
Esta abstención colectiva de base constitucional en principio no debe originar otro perjuicio
al trabajador distinto al de la privación de su salario.
Admitido que el cese de actividades en el que participaron los actores y el resto del personal
de la firma demandada ha sido una forma legítima del ejercicio del derecho de huelga,
durante la duración del diferendo los contratos de trabajo quedan suspendidos y entonces la
abstención colectiva de los trabajadores a prestar servicios no debe considerarse como
incumplimiento individual de sus obligaciones contractuales.
Respecto de una de las huelgas de los empleados judiciales, la C.S.J.N. ha dicho que no
pueden ser objeto de cuestionamiento los descuentos de haberes de los días que no fueron
trabajados por adherir los agentes a medidas de fuerza dispuestas oportunamente por la
entidad gremial que los representa ("Cámaras Federales s/personal solicita el no descuento de
haberes por paro", 27/2/90).
La huelga lícita determina, sin más, el derecho del trabajador despedido a las
indemnizaciones pertinentes.
La huelga ilícita no justifica por sí el despido sin indemnizaciones pues en todo caso se debe
probar que se ha intimado al empleado a concurrir a su trabajo y que su conducta impide la
prosecución de la relación laboral aplicándose el concepto de injuria del artículo 242, L.C.T.
El Ministerio de Trabajo califica la huelga como legítima o ilegítima. Esta calificación puede
ser desconocida por el juez, que puede arribar a otro criterio diferente al juzgar el conflicto
individual (ver al respecto la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación citada
en este mismo Capítulo al tratar la huelga y la Constitución Nacional). Para juzgar un despido
en todos los casos es necesaria la calificación judicial de la huelga, pero reitero que la
existencia de justa causa paradespido sólo se declara luego de haberse considerado a la
huelga ilegítima y que la existencia de injuria es un hecho personal atribuible al trabajador que
no está ligado necesariamente a la calificación de la huelga. En otros términos, la huelga
puede ser ilegítima y el despido puede resultar injustificado si no queda comprendido en la
disposición del artículo 242L.C.T. Se trataría de despidos sin causa (ilícitos) pero válidos para
poner fin a la relación contractual.
No existe disposición legal que instituya recurso judicial directo ante la Cámara Nacional de
Apelaciones del Trabajo, contra resoluciones del Ministerio de Trabajo que declaren la
ilegalidad de medidas de acción directa, por lo que, en principio, la impugnación del acto debe
ser intentada del modo y forma prescriptos por la ley 19.549, ya que una resolución de ese
tipo no incide en forma definitiva en el plano de las relaciones colectivas e individuales, puesto
que el ordenamiento jurídico tiene prevista la revisión judicial respecto de los conflictos que
puedan plantearse en ambos plano s.
"No cabe considerar excluido del ejercicio legítimo del derecho de huelga a los paros
parciales pues no existe en nuestro derecho positivo ninguna reglamentación legislativa que
imponga que la huelga se cumpla durante toda la jornada y fuera del establecimiento"
(C.N.A.T., sala II, 27/10/72).
Ackerman ha señalado que hay tres grandes tendencias en orden a la delimitación de los
servicios esenciales para la comunidad.
Se parte del presupuesto de que el derecho de huelga integra la libertad sindical cuando el
derecho de huelga ha sido limitado o suprimido en empresas o servicios considerados
esenciales; los trabajadores deben gozar de una protección adecuada de suerte que se les
compensen las restricciones impuestas a su libertad de acción durante los conflictos que
puedan surgir en dichas empresas de servicios.
El Comité opinó que son servicios esenciales en sentido estricto los del sector hospitalario,
los servicios de abastecimiento de agua, los servicios de los controladores del tráfico aéreo y el
servicio telefónico.
El artículo 24 de la ley 25.877 dispone que cuando por un conflicto de trabajo alguna de las
partes decidiera la adopción de medidas legítimas de acción directa que involucren actividades
que puedan ser consideradas servicios esenciales, deberá garantizar la prestación de servicios
mínimos para evitar su interrupción.
El decreto 272/06 reglamentario del artículo 24 de la ley 25.877 dispone lo que sigue:
Artículo 1º — Los conflictos colectivos que dieren lugar a la interrupción total o parcialde servicios esenciales o
calificados como tales en los términos del artículo 24 de la Ley Nº25.877,quedan sujetos a la presente reglamentación.
Art. 2º — La Comisión prevista en el tercer párrafo del artículo 24 de la Ley Nº 25.877 se denominará COMISION DE
GARANTIAS y estará facultada para:
a) Calificar excepcionalmente como servicio esencial a una actividad no enumerada en el segundo párrafo del artículo
24 de la Ley Nº 25.877, de conformidad con lo establecido en los incisos a) y b) del tercer párrafo del citado artículo.
Esta Comisiòn fue constituida por el decreto 362/2010 por lo cual a esta altura se encuentran cumplidos las exigencias
legales.
b) Asesorar a la Autoridad de Aplicación para la fijación de los servicios mínimos necesarios, cuando las partes no lo
hubieren así acordado o cuando los acuerdos fueren insuficientes, para compatibilizar el ejercicio del derecho de
huelga con los demás derechos reconocidos en la CONSTITUCION NACIONAL, conforme al procedimiento que se
establece en el presente.
c) Pronunciarse, a solicitud de la Autoridad de Aplicación, sobre cuestiones vinculadas con el ejercicio de las medidas
de acción directa.
d) Expedirse, a solicitud de la Autoridad de Aplicación, cuando de común acuerdo las partes involucradas en una
medida de acción directa requieran su opinión.
e) Consultar y requerir informes a los entes reguladores de los servicios involucrados, a las asociaciones cuyo objeto
sea la protección del interés de los usuarios y a personas o instituciones nacionales y extranjeras, expertas en las
disciplinas involucradas, siempre que se garantice la imparcialidad de las mismas.
La Comisión podrá ser convocada por el MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL de oficio o a
pedido de las partes intervinientes en el conflicto colectivo.
Art. 3º — La COMISION DE GARANTIAS estará integrada por CINCO (5) miembros. La elección de los integrantes
deberá recaer en personas de reconocida solvencia técnica, profesional o académica en materia de relaciones del
trabajo, del derecho laboral o del derecho constitucional y destacada trayectoria.
Art. 4º — Los integrantes de la Comisión se desempeñarán ad honorem y deberán cumplir con el requisito de
independencia. No podrán integrarla los legisladores nacionales, provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, quienes ocupen otros cargos públicos electivos y aquellas personas que ejerzan cargos de dirección o
conducción en partidos políticos, en asociaciones sindicales o en organizaciones de empleadores.
Art. 5º — Los integrantes de la Comisión serán designados por el PODER EJECUTIVO NACIONAL a propuesta de las
organizaciones de empleadores y de trabajadores más representativas, de la FEDERACION ARGENTINA DE COLEGIOS
DE ABOGADOS y del CONSEJO INTERUNIVERSITARIO NACIONAL (C.I.N.). A estos fines, cada una de dichas
organizaciones nominará TRES (3) candidatos.
El PODER EJECUTIVO NACIONAL designará a UN (1) integrante titular y UN (1) alterno de cada una de las ternas de
candidatos propuestos; el restante miembro titular y su alterno serán designados en forma directa por el PODER
EJECUTIVO NACIONAL. Todos los integrantes de la Comisión deberán cumplir los requisitos establecidos en los
artículos 3º y 4º del presente Decreto y durarán en sus cargos TRES (3) años, pudiendo ser reelectos por una sola vez.
Art. 6º — La COMISION DE GARANTIAS dictará su reglamento de funcionamiento y elegirá a su presidente entre sus
integrantes.
Art. 7º — Cumplida la obligación impuesta a las partes del conflicto, por el artículo 2º de la Ley Nº 14.786 y vencido
el plazo de QUINCE (15) días previsto en el artículo 11 de la misma norma, la parte que se propusiere ejercer medidas
de acción directa que involucren a los servicios referidos en el artículo 1º del presente, deberá preavisarlo a la otra
parte y a la autoridad de aplicación en forma fehaciente y con CINCO (5) días de anticipación a la fecha en que se
realizará la medida.
Art. 8º — Dentro del día inmediato siguiente a aquél en que se efectuó el preaviso establecido en el artículo
anterior, las partes acordarán ante la Autoridad de Aplicación sobre los servicios mínimos que se mantendrán durante
el conflicto, las modalidades de su ejecución y el personal que se asignará a la prestación de los mismos.
Art. 9º — Cuando las prestaciones mínimas del servicio se hubieren establecido mediante convenio colectivo u otro
tipo de acuerdos, las partes deberán dentro del plazo fijado en el artículo precedente, comunicar por escrito a la
Autoridad de Aplicación las modalidades de ejecución de aquéllas, señalando concreta y detalladamente la forma en
que se ejecutarán las prestaciones, incluyendo la designación del personal involucrado, pautas horarias, asignación de
funciones y equipos.
Art. 10. — Si las partes no cumplieran con las obligaciones previstas en los artículos 7º, 8º y 9º del presente Decreto,
dentro de los plazos establecidos para ello, o si los servicios mínimos acordados por las mismas fueren insuficientes,
la Autoridad de Aplicación, en consulta con la Comisión de Garantías, fijará los servicios mínimos indispensables para
asegurar la prestación del servicio, cantidad de trabajadores que se asignará a su ejecución, pautas horarias,
asignación de funciones y equipos, procurando resguardar tanto el derecho de huelga como los derechos de los
usuarios afectados. La decisión será notificada a las partes involucradas y, en caso de incumplimiento, se procederá
de acuerdo a lo previsto en el artículo 14 de la presente reglamentación.
Art. 11. — Cuando la actividad de que se trate no se encuentre comprendida dentro del párrafo segundo
del artículo 24 de la Ley Nº 25.877, el MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, de oficio o a pedido de
las partes involucradas en el conflicto, convocará a la COMISION DE GARANTIAS, para que proceda a evaluar si se dan
los supuestos de los incisos a) o b) del artículo 24 de la Ley Nº 25.877 y en su caso, califique excepcionalmente como
esencial tal servicio.
Art. 12. — La empresa u organismo prestador del servicio considerado esencial garantizará la ejecución de los
servicios mínimos y deberá poner en conocimiento de los usuarios, por medios de difusión masiva, las modalidades
que revestirá la prestación durante el conflicto, dentro del plazo de CUARENTA Y OCHO (48) horas, antes del inicio de
las medidas de acción directa, detallando el tiempo de iniciación y la duración de las medidas, la forma de distribución
de los servicios mínimos garantizados y la reactivación de las prestaciones. Asimismo deberá arbitrar los medios
tendientes a la normalización de la actividad una vez finalizada la ejecución de dichas medidas.
Art. 13. — Si la medida de acción directa consistiere en paro nacional deactividades o cualquier otra ejercida por
centrales sindicales u organizaciones empresariales con representatividad sectorial múltiple, se aplicarán las
disposiciones establecidas en la presente reglamentación en lo que corresponda.
Art. 14. — La inobservancia por alguna de las partes de los procedimientos conciliatorios establecidos en la
legislación vigente y las previsiones de la presente reglamentación, o el incumplimiento de las resoluciones dictadas
por la Autoridad de Aplicación o de los pronunciamientos emitidos por la COMISION DE GARANTIAS en ejercicio de sus
facultades, dará lugar a la aplicación de las sanciones establecidas por las Leyes Nros. 14.786, 23.551 y 25.212, sus
modificatorias y sus normas reglamentarias y complementarias, según corresponda.
La falta de cumplimiento del deber de trabajar por las personas obligadas a la ejecución de los servicios mínimos,
dará lugar a las responsabilidades previstas en las disposiciones legales, estatutarias o convencionales que les
resultaren aplicables.
Art. 15. — El MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, en su carácter de Autoridad de Aplicación,
dictará las normas complementarias y aclaratorias que fueran necesarias para la implementación de la presente
reglamentación, conforme los principios emergentes del artículo 24 de la Ley Nº 25.877.
Art. 16. — Los plazos establecidos en la presente reglamentación se contarán en días hábiles administrativos.
Es una medida de acción directa del empresario, que decide el cierre del establecimiento
impidiendo el ingreso de los trabajadores, y privándolos del pago de salario. Se distingue entre
"lock out" ofensivo y defensivo, este último decidido, por ejemplo, una vez declarada una
huelga dictada por el sindicato, para evitar mayores pérdidas patrimoniales. El ofensivo tiene
por objeto en principio la obtención de determinadas concesiones de los dependientes
respecto de las condiciones de trabajo (disminuir salarios, aumentar jornada, etc.).
5) Concepto de huelga.
11) ¿Conservan las provincias el poder no delegado de reglamentar el ejercicio del derecho de
huelga?
12) ¿Conoce los regímenes y los procedimientos previstos en las leyes 14.786 y 16.936?
16) ¿Qué otros tipos de huelga conoce? Caracterícelas y opine acerca de su legitimidad.
21) ¿La declaración de ilegalidad de la huelga legitima el despido del trabajador huelguista?
22) La huelga en los servicios esenciales: posición de la O.I.T. y legislación argentina. Críticas.
BIBLIOGRAFIA
CORTE, NÉSTOR T.,"Regulación de la huelga en los servicios esenciales", Santa Fe, 1991, ps.
166/167.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, "Tratado práctico de derecho del trabajo", T. 3, Ed. La Ley, 2009.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ, "Despidos y Suspensiones", Errepar,
Buenos Aires, 1998.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y SANTIAGO , "Práctica Laboral" , Ed. Errepar, Buenos Aires,
1999.
PARTE GENERAL
26.1. CONCEPTO
Al principio se protegía al hombre contra riesgos, entendiendo por tales a los eventos
susceptibles de ocasionar un daño.
Este concepto evolucionó para contemplar también otras circunstancias que, si bien no
constituyen infortunios, limitan o impiden la actividad, crean gastos suplementarios, o ambas
cosas, por ejemplo la maternidad y las cargas de familia.
Más adelante se integró a la seguridad social, también, la cobertura de situaciones que
exceden la capacidad de ingresos del individuo, comprendiendo entonces necesidades
sociales que requieren de una compensación especial.
La seguridad social busca la liberación de esas necesidades, otorgando a tal fin beneficios en
dinero o auxilios de otra índole: alojamiento, prótesis, atención médica, servicios
farmacéuticos, etc..
En su evolución el derecho de la seguridad social pasó a ser derecho de las personas ya que
son beneficiarios del sistema todos los hombres. Su objeto no es dar bienestar, sino amparar
necesidades que entorpecen el bienestar.
El sujeto de la seguridad social es el hombre, desde que nace hasta que muere, aunque no
todos pueden ser beneficiarios de sus prestaciones. En algunos casos, sólo un número
limitado de personas puede acceder a sus beneficios.
La seguridad social tiene un fin propio: la protección del hombre contra las contingencias
sociales, utilizando para ello los medios técnicos y financieros que estime necesarios para su
realización.
Su objeto es crear un conjunto de garantías que proteja a las personas de aquellos eventos
susceptibles de reducir o suprimir su actividad y consecuentemente disminuir o perder sus
remuneraciones o ingresos y/o imponerles cargas económicas suplementarias.
Se entiende por contingencia social cada una de las eventualidades que pueden producir
tanto una disminución o pérdida de remuneraciones o ingresos de las personas que trabajan,
como también una carga económica suplementaria, tanto a las personas que trabajan por
cuenta propia o ajena que constituyen el sector activo de la población, como a quienes no han
empezado a trabajar, o han dejado de hacerlo o nunca lo han hecho.
Para paliar los estados de necesidad que pueden afectar al ser humano o a su grupo
familiar, la seguridad social acude a un conjunto de mecanismos políticos y sociales que se
interponen entre la contingencia social y el hombre, tendiendo a que éste se sienta protegido,
seguro, con base en aquellos instrumentos cuya carga económica soporta la colectividad toda
(principio de solidaridad social).
a) Contributivos o previsionales: los fondos son aportados por los interesados o por terceros
pero con administración ajena o separada de los fondos fiscales, otorgándose prestaciones
que no tienen en cuenta la capacidad económica del beneficiario pero sí los aportes
efectuados. Están constituidos, principalmente, por aportes a cargo de los trabajadores y
por contribuciones de los empleadores.
26.2.3. Prestaciones
En Roma, las "collegia", asociaciones de ayuda mutua entre quienes realizaban el mismo
oficio o profesión, constituyeron un antecedente que luego se diluyó en un Estado imperial y
poderoso. Del mismo carácter, las "guildas" o "gildas" germanas fueron asociaciones de
defensa o auxilio mutuo.
Con el advenimiento del cristianismo y durante la Edad Media surgen ciertas instituciones
que, si bien perseguían la seguridad social, se limitaban a ciertos grupos o sectores en razón
del mismo oficio.
En Alemania, en 1883, Von Bismark buscó dar solución a esta problemática. Obviamente el
mutualismo o la beneficencia eran insuficientes para afrontar el cambio. El Estado debía
hacerse cargo, limitando las jornadas de trabajo, estableciendo el descanso dominical y dando
cobertura al trabajador. Nacen así los primeros seguros oficiales, con las siguientes
características:
Prestaciones:
l Asistencia médico-farmacéutica.
l Prestación sustitutiva de los salarios: medio jornal.
l Medicamentos.
Beneficiarios:
Financiación:
l Porcentaje a cargo de los trabajadores y una suma fija a cargo de los empleadores.
Administración:
La financiación estaba a cargo de los empleadores, sin tener en cuenta quién era
responsable. El trabajador accidentado percibía las dos terceras partes del salario por un
período de tiempo. La viuda percibía el 60% de la retribución del cónyuge.
Es en este período cuando aparece con fuerza el concepto de asistencia pública y previsión
social. El aseguramiento obligatorio a favor de los trabajadores asalariados, en virtud de una
responsabilidad impuesta a los patronos legalmente, gestionada por entes públicos y dirigidos
a proteger necesidades sociales, constituyó uno de los pilares en los que se asentaron las
bases de la seguridad social.
26.3.3. Sistemas de la seguridad social
A principios del siglo XX estos seguros se habían extendido por Europa y América.
El impacto decisivo en la materia se produjo a partir del Plan Beveridge en Gran Bretaña,
que afirmó los principios del seguro pero con la finalidad de extender su protección a toda la
población. El seguro entonces vigente no alcanzaba para destruir a la indigencia, la
enfermedad, la ignorancia y la desocupación.
De tal manera, en este período se rompe la correspondencia estricta entre prima y beneficio
y surge el concepto moderno de seguridad social.
26.4. PRINCIPIOS
La disciplina cuenta con autonomía científica, legislativa y jurisdiccional, con sujeto y objetos
propios, métodos para la investigación de sus instituciones, y con principios propios.
Estos últimos son los que distinguen a la materia, definen su contenido y le otorgan
autonomía.
Entre ellos el principio de solidaridad entre los individuos que componen la sociedad, ricos y
pobres, ancianos y jóvenes, hombres y mujeres, con fundamento en la subordinación del
interés individual al bien común; en este principio finca la base del sistema de reparto.
Otro de los principios es la integralidad cuyo objetivo es dar cobertura a todas las
contingencias que puedan presentarse al ser humano en el transcurso de su existencia, tanto
a aquellas que afectan su patrimonio, como las que pueden ocasionarle un gasto
suplementario, sin descuidar las prestaciones cuyo objeto es mejorar la calidad de vida.
El principio de igualdad tiene por objeto que todas las personas reciban igual protección, en
igualdad de condiciones.
Por último cabe destacar el carácter subsidiario de la seguridad social, por el cual la
iniciativa individual, la libertad y la responsabilidad del individuo no debe desaparecer. Cada
cual debe tomar por sí las providencias necesarias para solucionar sus problemas y
únicamente cuando no pueda solucionarlos por sí solo, recurrir a los beneficios que le otorga
la seguridad social.
Al término de la Primera Guerra Mundial se forman en Europa nuevas ideas con otros
criterios de valor que conducen a una protección más justa del hombre. Con el nacimiento del
"constitucionalismo social" aparece un Estado intervencionista dispensador de servicios, que
abarca nuevas funciones sociales y económicas para proteger a los sectores más necesitados,
entendiéndose que al individuo debe protegérselo para que desarrolle tanto durante el
transcurso de su vida activa como de su vida pasiva una existencia digna. En tal sentido los
derechos del trabajador, la protección integral de la familia y los beneficios de la seguridad
social.
En tal sentido, el inciso 22 del artículo 75, conforme con la tendencia universal de
recepcionar el derecho internacional de los derechos humanos en el derecho interno de los
Estados, dispone que los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes y que las
declaraciones de derechos en las condiciones de su vigencia tienen jerarquía constitucional.
El artículo 14 bis de nuestra Ley Fundamental —respecto al tema que nos ocupa—
establece: "El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de
integral e irrenunciable. En especial la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a
cargo de entidades nacionales o provinciales, con autonomía financiera y económica,
administrado por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir
superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia;
la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna".
Es una norma que tiene cláusulas operativas fuertes, como la que establece la
irrenunciabilidad de los beneficios de la seguridad social o la que determina la movilidad de
las jubilaciones y pensiones. Y otras débilmente operativas, que en principio impiden la
creación de un régimen que las contradiga abiertamente y, por tanto, en principio sólo
suponen una aspiración programática que se concreta en la medida de las leyes que la
reglamentan.
La enmienda de 1994, al reformar el artículo que regula las facultades del Congreso
Nacional, ha establecido normas que se asocian a las disposiciones de la parte dogmática de la
Constitución.
Tal es el caso del inciso 19 del artículo 75, que faculta al órgano legislativo a proveer lo
conducente al "desarrollo humano", tendiente "al progreso económico con justicia social".
El inciso 12 del artículo 75 atribuye al Congreso Nacional la facultad de dictar los Códigos del
Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados, sin que tales Códigos alteren
las jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los tribunales federales o
provinciales, según que las cosas o las personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones.
Los artículos 16, 17 y 18 aseguran la igualdad ante la ley, el derecho de propiedad y la
inviolabilidad de la defensa en juicio de las personas y de sus derechos.
Desde el punto de vista de la seguridad social, los instrumentos internacionales a los cuales
el inciso 22 del artículo 75 acuerda jerarquía constitucional, son sumamente importantes por
contener normas expresas relacionadas con ella.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos —Pacto de San José de Costa Rica
suscripto el 23/11/69, ratificado por ley 23.054— en el artículo 26 establece el compromiso de
los Estados Partes para lograr progresivamente en la medida de los recursos disponibles la
plena efectividad de los derechos que derivan de las normas sociales contenidas en la Carta de
la Organización de los Estados Americanos.
La Convención de los Derechos del Niño —Nueva York, 20/11/89, ratificada por ley 23.849—
reconoce el derecho del niño a beneficiarse con la seguridad social; al disfrute del más alto
nivel posible de salud y a los servicios para el tratamiento de las enfermedades y la
rehabilitación de la salud.
En 1904 se creó la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones Civiles, por ley 4349,
constituyendo la primera caja de previsión.
Posteriormente, por ley 10.650 en 1915 se creó la caja ferroviaria, y en 1929, mediante la ley
11.110 la correspondiente a trabajadores de tranvías, teléfonos, electricidad y servicios
públicos. En el mismo año se creó la caja para bancarios, en 1939 la de periodistas y marina
mercante, en 1944 la caja de comercio y en 1946 la caja de industria y la de rurales.
En 1967 la ley 17.575 reduce las trece cajas entonces existentes a tres:
c) Autónomos.
A partir de 1969 se agrupan las dos primeras en el régimen para trabajadores en relación de
dependencia regidos por la ley 18.037 y la tercera configura el régimen para trabajadores
autónomos regidos por la ley 18.038.
En el año 1990 la ley 23.769 creó el Instituto Nacional de Previsión Social en el cual se unificó
la administración del Sistema Nacional de Previsión Social. El Instituto sustituyó a las Cajas
Jubilatorias y a la Dirección Nacional de Recaudación Previsional.
Las jubilaciones y pensiones a partir del 15/7/94 fueron reguladas por la ley 24.241 que
estableció a la par del régimen de reparto asistido, un sistema de capitalización privado
gestionado por las AFJP. Finalmente la ley 26.425 modifica la ley antes citada, elimina el
sistema de capitalización y unifica el sistema integrado de jubilaciones y pensiones en un único
régimen previsional púlico que se denomina SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino).
Hasta el año 1991 en que se sancionó la ley 24.013, llamada ley de empleo, no existía un
régimen que contemplara esta contingencia.
26.8.4. Sistematización
El I.N.P.S. fue disuelto por el decreto 2284/91 que creó el Sistema Unico de Seguridad Social
(S.U.S.S.), dependiente del Ministerio de Trabajo, a cuyo cargo quedaron todas las funciones y
objetivos que competían a las Cajas de Subsidios Familiares, al Instituto Nacional de Previsión
Social y al sistema de prestaciones para trabajadores desempleados.
Por decreto 2741/91 se creó como organismo descentralizado en jurisdicción del Ministerio
de Trabajo a la Administración Nacional de Seguridad Social (A.N.Se.S.), a cuyo cargo quedó la
administración del S.U.S.S., que sucedió jurídicamente a los organismos más arriba
mencionados.
El S.U.S.S. reunió:
l El subsistema previsional
l El subsistema de desempleo.
El sistema de las leyes 18.037 y 18.038 y sus complementarias era relativamente simple
desde el punto de vista financiero y de la determinación del monto de las prestaciones. Seguía
un sistema que es ampliamente mayoritario en el mundo y que consiste en distribuir los
recursos que se recaudan de los trabajadores, de los empleadores o del Estado, para
entregarlos a la clase pasiva. Casi no hay acumulación, y para que financieramente pueda
funcionar con fluidez es necesario que haya una relación entre la población activa y la
población pasiva que determine un flujo de recursos suficiente como para cubrir las
prestaciones previstas y constantes a que cada beneficiario tiene derecho.
En nuestro país este régimen entró en crisis por variadas razones. Algunas de antigua data,
como la apropiación de los recursos de las Cajas de Jubilaciones por el Estado. Otras más
recientes, como el desempleo. Y en términos más generales el envejecimiento de la población.
Además, y paralelamente, se advierten gravísimos problemas vinculados con el trabajo
clandestino, con los pagos en negro, con la falta de aportes en el área de los trabajadores
autónomos, todo lo cual se combinó de manera perversa e impidió que se pudieran atender
las prestaciones de jubilaciones y pensiones con recursos genuinos del sistema. De ahí el
Estado, a través de Rentas Generales, debió acudir en auxilio de los déficits de las Cajas que él
mismo ayudaba a provocar.
De todos modos, más allá de los correctivos que podían mejorar la situación fáctica relatada
para provocar un cambio en el área previsional, predominó la necesidad económica de crear
un "mercado de capitales" con los aportes que se destinaban al régimen jubilatorio. Por estas
razones se instituyó un nuevo sistema que dejó de estar fundado en el principio de solidaridad
y que apunta a que los fondos de los trabajadores (aportes personales) se destinen al ahorro
administrado por entidades privadas con la vigilancia del Estado, que deja de tener un rol
protagónico y excluyente en el otorgamiento de las prestaciones jubilatorias.
3) Explique los distintos métodos utilizados a través del tiempo para la protección de las
contingencias sociales.
9) ¿Qué es el S.U.S.S.?
11) ¿Cuál es el organismo encargado de la recaudación y ejecución de los ingresos del sistema?
BIBLIOGRAFIA
En la antigüedad el trabajo manual era ejecutado por los esclavos; su muerte o la pérdida de
su capacidad laborativa era soportada económicamente por el amo, como si se tratara de un
bien material.
El cristianismo suavizó este panorama. Durante la Edad Media, las modalidades de trabajo
con base artesanal, en talleres por lo común pequeños, dirigidos por un maestro ayudado por
aprendices y compañeros, tenían características paternalistas y protectoras de los
componentes del conjunto de quienes, por tener un mismo oficio, integraban las distintas
categorías de una corporación.
Durante la Alta Edad Media y Moderna, los inventos y su desarrollo en máquinas aplicadas
cada vez más al trabajo del hombre, llevaron a la desaparición de l artesanado y de la obra
maestra; la producción dejó de ser una labor personal. El taller artesanal fue suplantado por
otra modalidad de producción que no tenía al hombre como centro de su actividad, sino a la
máquina.
El advenimiento de la Revolución Industrial trajo entonces aparejada la concentración de
grandes masas de trabajadores a un nuevo esquema, la fábrica.
Hasta entonces prevalecía la idea de que el accidente de trabajo era un peligro natural o una
fatalidad. La prevención era ajena al empleador y, en todo caso, responsabilidad del
trabajador. En cuanto al tratamiento jurídico, el trabajador accidentado o sus familiares sólo
tenían la vía del derecho común, lo cual implicaba probar la culpa en el desencadenamiento
del siniestro, con el objeto de obtener un resarcimiento que se materializaba a través de un
proceso judicial con base en la responsabilidad del empleador, ya fuera ésta contractual,
extra-contractual u objetiva.
Si bien en algunos países existen esquemas que datan del siglo XVII, a través de los cuales
ciertos grupos de trabajadores, como los mineros y marineros recibían compensaciones por
incapacidades derivadas de accidentes, recién en el siglo pasado, luego de la aparición de
grandes asociaciones de patrones y sindicatos obreros, la preocupación por los accidentes de
trabajo comenzó a manifestarse.
En Alemania, en 1884 se adoptó una ley que estableció la responsabilidad del empleador en
caso de accidentes ocurridos en fábricas, minas y ferrocarriles. El seguro era obligatorio y
debía ser contratado con organismos públicos. Esta legislación se fue perfeccionando tras
sucesivas reformas que ampliaron la cobertura hacia el resto de los actores económicos y
recién en 1925 incluyeron explícitamente a las enfermedades profesionales.
En cuanto a la prevención, en sus primeras etapas se centraba en las lesiones causadas por
los accidentes, siendo el resguardo contra los daños de las maquinarias el elemento más
importante.
Durante las dos primeras décadas de la posguerra se produjeron dos cambios conceptuales:
se amplió el concepto de accidente para abarcar además de las personas los daños materiales
que ocasionaba, y se introdujo el control administrativo de la seguridad. Se produjeron, al
mismo tiempo, reformas en las legislaciones: en 1946 en Inglaterra se reemplazó el seguro
voluntario por el obligatorio y se amplió el alcance de las prestaciones.
Para ellas el trabajador víctima de un accidente de trabajo sólo podía recurrir a la vía
indemnizatoria ofrecida por la ley común que, conforme las disposiciones de los Códigos
Civiles del siglo XIX, únicamente consideraba los resarcimientos del derecho privado
originados en la legislación romana.
Ninguno de los Códigos Civiles dictados después del francés —incluso el argentino— tuvo en
cuenta los siniestros del trabajo y sus consecuencias. La víctima debía probar la culpa, dolo o
negligencia del patrono, la cual por lo regular no existía en forma directa; y cuando la había,
era muy difícil de probar.
La teoría objetiva tenía fundamento en la idea del riesgo de las cosas de las que resulta un
daño del que será responsable el propietario en forma objetiva y con prescindencia de la
culpa.
En cuanto a la teoría del caso fortuito, entiende que éste es inevitable en la industria y que
por ello se debe indemnizar al obrero que lo sufre.
La situación legal, que no era sólo de nuestro país, llevó a la conclusión de que era necesario
sancionar normas específicas fundadas en otra concepción de la responsabilidad
indemnizatoria del empleador, dando origen a la teoría del riesgo.
En 1898 se sancionó en Francia una ley que sentó el principio de la responsabilidad objetiva
fundada en la teoría del riesgo profesional o riesgo de empresa. De ese modo el patrón
respondía por los infortunios del trabajo, hubiere o no incurrido en culpa.
Se basó en el principio de que el riesgo generado por una actividad industrial es inevitable y
los accidentes su consecuencia natural; es por ello que resulta equitativo que quien lucra con
su explotación y es su principal beneficiario, soporte esos riesgos.
Para éstas la reparación de los accidentes del trabajo forma parte de un sistema de
seguridad social, de modo que la responsabilidad no recae sobre el empleador sino en la
sociedad misma. Se desvincula de la relación laboral dependiente y se aproxima, en lo que
respecta a las personas amparadas, a lo que preceptúa la seguridad social.
27.2. CONTINGENCIAS
Las enfermedades profesionales pueden dar lugar a las mismas incapacidades que los
accidentes del trabajo.
Por lo común el accidente es un hecho súbito, imprevisto, en tanto la enfermedad tiene una
evolución más o menos lenta, y aunque aparezca en un momento determinado, se incuba con
el tiempo. A veces es difícil separar con precisión el accidente de la enfermedad, porque hay
accidentes que ocasionan daños, después de largo tiempo de haberse producido y
enfermedades que se contraen en términos breves y aun existen lesiones que a veces son
resultado de accidentes y otras de enfermedades, como la hernia.
Estos accidentes no están cubiertos por las normas de responsabilidad civil pero sí por las
de la ley 24.557.
Su inclusión como accidente de trabajo tiene relación con el punto de vista que sostiene que
el tiempo de disposición del trabajador para con el empleador no se limita a la jornada laboral
en sí misma, sino que comienza desde que en su casa se prepara para concurrir al trabajo y se
prolonga hasta su regreso; no así si se emplea parte del trayecto en razón de actividades
extrañas al mismo o en interés personal del trabajador, en cuyo caso deja de existir el riesgo
profesional, por lo que se pierde la tutela y responsabilidad del empleador.
La ley 9.688 del año 1915, reformada en reiteradas oportunidades, fue sustituída por la ley
24.557, la que cambió totalmente el sistema.
En fecha reciente, el 25/10/2012 se dictó la ley 26.773, que modificó la ley 24.557 y con esta
última y el Dto. 1649/09 se dio basamento al sistema actual, que mejora el régimen de la ley
24.557 (actualización automática de las prestaciones, reconocimiento de un 20% por daño
moral, eliminación del pago por renta periódica) pero en términos que significan un retroceso
se establece que "los damnificados podran optar de modo excluyente entre las
indemnizaciones previstas en este régimen de reparación o las que le pudieran corresponder
con fundamento en otros sistemas de responsabilidad. Los distintos sistemas no serán
acumulables". El cobro de sumas de dinero o indemnización de una acción judicial en uno y
otro sistema implicará que se haya ejercido la opción, lo que modifica sustancialmente el
régimen actual, que permitía la acumulación de acciones y en el mismo juicio se acumulaba la
acción de la ley especial y la acción de responsabilidad civil. Quedando librado el resultado al
mejor derecho que pudiera establecer el juez laboral.
En la normativa con vigencia actual fuera de la obligación de optar se saca la acción civil del
juez natural, que es el juez laboral, y se establece que en la acción judicial iniciada por la vía del
Derecho Civil, se aplicará la legislación de fondo y de forma y los principios correspondientes
al Derecho Civil.
La ley 26.733 reformó la ley originaria 24.557. El régimen fue concebido como un subsistema
diferenciado dentro de la seguridad social. El Estado asumió las funciones reguladoras, de
supervisión, fiscalización y sancionatoria por incumplimientos, y delega las funciones de
gestión a entidades privadas que son las responsables de administrar las prestaciones,
promoviendo la prevención. Para poder operar como tales, se exigen requisitos de solvencia
financiera y administrativa. Se prevé la posibilidad de recurrir al autoseguro (administración
pública).
La prevención de los riesgos está estructurada en base a incentivos para que los
empleadores inviertan en la seguridad de los trabajadores a través del mejoramiento de las
condiciones y el medio ambiente de trabajo con un sistema de controles y penalidades para
los incumplidores. Las A.R.T., en este contexto, desarrollan funciones de monitoreo,
generación de información, asistencia técnica y capacitación.
Las prestaciones que brinda el sistema se integran con las que otorga el régimen jubilatorio
y el de asignaciones familiares.
Los decretos 1278/00 y 1694/09 modificaron el régimen originario elevando el monto de las
prestaciones.
27.4.2. Objetivos
Los restantes objetivos son la reparación de los daños derivados de accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales, la rehabilitación, recalificación y recolocación del trabajador
damnificado, y la mejora de las medidas de prevención y de las prestaciones reparadoras a
través de la negociación colectiva laboral.
27.4.3. Organismos y entes de regulación y gestión
Las Comisiones Médicas y la Comisión Médica Central, creadas por la ley 24.241, pero con
un aumento en el número de sus integrantes, deben determinar: el carácter laboral del
accidente o profesional de la enfermedad, el carácter y grado de la incapacidad y el contenido
y alcance de las prestaciones en especie. Pueden, asimismo, revisar las decisiones de las
aseguradoras en las cuestiones que hacen a su competencia, y resolver las discrepancias que
pudieran surgir entre ellas y los trabajadores o sus derechohabientes.
27.4.4. Ambito de aplicación
llos funcionarios y empleados del sector público nacional, de las provincias y sus municipios y
de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires,
Esta inclusión se llevó a cabo a través del decreto 491/97 (B.O. 4/6/97) que incorporó en
forma obligatoria a los trabajadores domésticos que prestan servicios en relación de
dependencia y a los autónomos, en la medida en que la Superintendencia de Riesgos del
Trabajo dicte la normativa pertinente y, como trabajadores vinculados por relaciones no
laborales, a los que se desempeñen en actividades reguladas por el Sistema de Pasantías, por
el contrato de aprendizaje y a las realizadas en virtud del cumplimiento de una beca.
En cuanto a los empleadores, la afiliación a una A.R.T. es obligatoria para todos aquellos que
contraten trabajadores incluidos en el ámbito de aplicación de la ley, quedando excluidos sólo
quienes reúnan los requisitos de solvencia económico-financiera para afrontar las
prestaciones previstas en la norma, y garanticen los servicios necesarios para hacer frente a
las prestaciones en especie previstas en el artículo 20. Estos podrán autoasegurarse.
A tal fin, deberán asumir compromisos concretos de cumplir las normas de higiene y
seguridad, ya sea en forma unilateral, a través de la negociación colectiva o de su inclusión en
el contrato entre la A.R.T. y el empleador.
Entre las obligaciones del empleador se encuentra la de afiliarse a una A.R.T. que libremente
elija, abonar las cuotas a su cargo y declarar las altas y bajas que se produzcan en su plantel
de trabajadores. La A.R.T. no podrá rechazar la afiliación de ningún empleador incluido en su
ámbito de actuación.
Los trabajadores, por su parte, deben recibir dicha información y participar en las acciones
preventivas, cumplir con las normas de higiene y seguridad, incluso las medidas de
recalificación profesional, informar los hechos que conozcan referidos a los riesgos del trabajo,
someterse a los exámenes médicos y tratamientos de rehabilitación y denunciar los accidentes
y enfermedades profesionales que sufran.
También deben asistir a los cursos de capacitación que se dicten durante las horas de
trabajo, utilizar los equipos de protección personal y colectiva, observar las medidas
impartidas en los cursos, utilizar y manipular las sustancias, máquinas, herramientas y
dispositivos en forma correcta, colaborar con la organización de programas de formación y
educación en materia de salud y seguridad e informar al empleador de todo hecho o
circunstancia riesgosa inherente a sus tareas y establecimiento en general. Podrán, además,
denunciar a la A.R.T. o a la S.R.T. los incumplimientos en que incurriera el empleador.
Las A.R.T. deben denunciar a la S.R.T. los incumplimientos de sus afiliados respecto de las
normas de higiene y seguridad en el trabajo, tendrán acceso a la información necesaria para el
cumplimiento de las prestaciones de la L.R.T., deberán promover la prevención informando a
la S.R.T. acerca de los planes y programas exigidos a las empresas, mantener un registro de
siniestralidad por establecimiento e informar a los interesados acerca de la composición de la
entidad, balances y régimen de alícuotas.
El decreto 1278/00 agregó que las A.R.T. y los empleadores están obligados a informar a la
Superintendencia de Riesgos del Trabajo o a las administraciones de trabajo provinciales la
formulación y desarrollo del plan de acción que la norma establece.
Asimismo, deben las A.R.T. controlar la ejecución del plan de acción y están obligadas a
denunciar los incumplimientos a la S.R.T., quien debe resolver las discrepancias sobre su
ejecución.
Los apartados 2, 3 y 4 del artículo 4° de la ley establecían que en los contratos de afiliación
debía incluirse un Plan de Mejoramiento que indicara las medidas y modificaciones que los
empleadores debían adoptar en cada uno de sus establecimientos, a fin de adecuarlos a la
normativa vigente. Este se acordaba entre la A.R.T. y el empleador dentro de los tres meses de
firmado el contrato (o seis meses desde la vigencia de la L.R.T., el que fuera mayor), y debía
cumplirse en un plazo máximo de 24 meses.
Las pautas y contenidos del Plan de Mejoramiento fueron fijados por el Poder Ejecutivo en
el decreto 170/96 (B.O. 26/2/96) que estableció cuatro niveles de cumplimiento, según las
etapas y los elementos que el empleador debía desarrollar a fin de cumplir en su totalidad las
normas de higiene y seguridad.
c) definición de las medidas correctivas que deberán ejecutar las empresas para reducir los
riesgos identificados y la siniestralidad registrada;
El decreto reglamentario aclara el concepto de accidente "in itinere": sólo aquel que se
produzca en el trayecto directo e inmediato entre el trabajo y el domicilio del trabajador (la ley
sólo menciona el que ocurre en el trayecto de ida al trabajo, con lo cual se subsana la omisión),
el lugar de estudio, el otro empleo, o donde se encuentre el familiar.
Las enfermedades profesionales, para recibir cobertura, deben estar incluidas en el listado
de enfermedades profesionales que elabora y revisa anualmente el Poder Ejecutivo,
identificando el agente de riesgo, cuadro clínico y actividad susceptibles de determinar por sí
la enfermedad profesional.
El decreto 1278/00 agregó a los extremos que deben comprobarse para determinar que una
enfermedad es profesional la exposición, pero estableció como excepción aquellos supuestos
en que, en el caso concreto, la Comisión Médica Central determine que la enfermedad fue
provocada por causa directa e inmediata de la ejecución del trabajo.
A ese fin, el trabajador o sus derechohabientes deben iniciar el trámite mediante una
petición fundada a la Comisión Médica jurisdiccional, tendiente a demostrar los extremos que
establece la norma como causa directa de la dolencia.
La Comisión debe sustanciar la petición con la audiencia de los interesados, garantizando el
debido proceso, producir las medidas necesarias y emitir resolución fundada. Se excluyen
aquellos supuestos en que la enfermedad fuera consecuencia inmediata o mediata previsible
de factores ajenos al trabajo o atribuibles al trabajador, tales como la predisposición o
labilidad a contraer determinada dolencia.
Si la Comisión jurisdiccional considera que la enfermedad reúne los requisitos que establece
la norma, la A.R.T. debe otorgar las prestaciones hasta que el caso sea definitivamente
resuelto por la Comisión Médica Central. A tal fin la Comisión jurisdiccional debe elevar las
actuaciones para que la Comisión Médica Central, en el término de treinta días, convalide o
rectifique su opinión.
En cualquiera de los casos, quedan expeditas las acciones de repetición para quienes
afrontaron las prestaciones contra quienes en definitiva resultaren responsables de haberlas
asumido.
Los daños derivados de las contingencias previstas que la ley considera resarcibles son la
incapacidad y la muerte.
Las Comisiones Médicas deben determinar el grado de incapacidad, conforme con la tabla
de evaluación de incapacidades laborales que elabora el Poder Ejecutivo Nacional,
ponderando la edad del trabajador, el tipo de actividad y sus posibilidades de reubicación
laboral. Pueden extender por 24 meses más el carácter provisorio de la incapacidad, si no
existiera certeza sobre el carácter definitivo de la disminución, o reducirlo en caso de
incapacidad permanente parcial.
Por último, existe gran invalidez en los supuestos en que el trabajador en situación de
incapacidad permanente total necesita de la asistencia de otra persona para realizar los actos
elementales de la vida.
27.4.7. Prestaciones
A partir del día siguiente a la primera manifestación invalidante y mientras dura el período
de, incapacidad laboral temporaria el trabajador percibe una prestación de pago mensual de
igual cuantía que el salario por enfermedad, sobre la que se efectuarán retenciones por
aportes. Percibirá, asimismo, las sumas que le correspondan en concepto de asignaciones
familiares.
El empleador tiene a su cargo el pago de los diez primeros días y la A.R.T. debe abonar los
siguientes y otorgar en todos los casos las prestaciones en especie. Las prestaciones
dinerarias deben pagarse en el plazo y forma establecidos en la ley 20.744 (t.o. 1976) y sus
modificatorias para el pago de las remuneraciones del trabajador.
Las retenciones por aportes y contribuciones a los subsistemas que integran el S.U.S.S. o las
del ámbito provincial que las reemplazan y el pago de las asignaciones familiares,
corresponden al obligado al pago de la prestación dineraria, y mientras ésta está a cargo de la
A.R.T. el trabajador no devengará remuneraciones de su empleador.
Cuando el porcentaje de incapacidad sea igual o inferior al 20% tendrá carácter definitivo
desde la fecha en que termine el período de incapacidad temporaria, y el damnificado
percibirá una indemnización de pago único cuya cuantía será igual a 53 veces el valor mensual
del ingreso base, multiplicado por el porcentaje de incapacidad y por un coeficiente que se
obtiene dividiendo el número 65 por la edad del damnificado a la fecha de la primera
manifestación invalidante [53 IB x % Inc. x (65: edad)] (Texto según D. 1280/00).
La ley 26.773 estableció que "Cuando el daño se produzca en el lugar de trabajo. O lo sufra
el dependiente mientras se encuentre a disposición del empleador, damnificado (trabajador
víctima o sus derechohabientes) percibirá junto a las indemnizaciones dinerarias previstas en
este régimen, una indemnización adicional de pago único en compensación por cualquier otro
daño no reparado por las fórmulas allí previstas, equivalente al 20% de esa suma.
En caso de muerte o incapacidad total, esta indemnización adicional nunca será inferior a
pesos setenta mil ($70.000)".
Declarado el carácter definitivo de la incapacidad permanente total, además de las
prestaciones por invalidez y la prestación mensual complementaria debe agregarse una
compensación dineraria adicional de $ 40.000.
A los trabajadores que sufran alguna de las contingencias previstas en la ley, la A.R.T. deberá
también otorgar:
b) prótesis y ortopedia;
d) recalificación profesional;
e) servicios funerarios.
La nueva ley prevé contratos de afiliación obligatorios de los empleadores a las A.R.T. Estas
deberán reportar las altas, bajas y modificaciones de los contratos a la Superintendencia de
Riesgos del Trabajo.
Las prestaciones a cargo de las A.R.T. se financian con la cuota mensual a cargo del
empleador.
Los empleadores deben pagar las cotizaciones a la aseguradora con quien hayan
contratado, que se depositan en forma centralizada con las demás contribuciones del Sistema
Unico de Seguridad Social, a través de la C.U.S.S.
Cada A.R.T. debe fijar su régimen de alícuotas, conforme con los indicadores que
establezcan conjuntamente la Superintendencia de Seguros de la Nación y la Superintendencia
de Riesgos del Trabajo, y que deberá ser aprobado por la primera.
El artículo 33 de la L.R.T. crea el Fondo de Garantía para atender con sus recursos las
prestaciones que deben recibir los trabajadores en caso de insuficiencia patrimonial del
empleador, judicialmente declarada.
Este Fondo es administrado por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y está integrado
por los recursos previstos en la ley, entre otros, por las multas por incumplimiento de las
normas sobre daños del trabajo y de las normas de higiene y seguridad, por una contribución
a cargo de los empleadores autoasegurados, por las cantidades recuperadas por la
Superintendencia de Riesgos del Trabajo de empleadores insolventes, por las rentas
producidas por estos recursos y por las sumas que le transfiera la S.R.T. También lo integran
las donaciones y legados, los que junto con los excedentes del Fondo serán destinados a
apoyar las investigaciones, actividades de capacitación, publicaciones y campañas que
contribuyan a disminuir los riesgos en la salud de los trabajadores.
El artículo 34 crea el Fondo de Reserva para atender las prestaciones a cargo de las A.R.T.
que éstas dejaran de pagar como consecuencia de su liquidación. Este Fondo es administrado
por la Superintendencia de Seguros de la Nación y se integra con los recursos previstos en la
ley, y un aporte a cargo de las aseguradoras, cuyo monto es fijado anualmente por el Poder
Ejecutivo.
27.5. FALLOS DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION QUE DECLARAN LA
INCONSTITUCIONALIDAD
Cabe señalar que la Ley de Riesgos de Trabajo, como ha sido descripta, hoy es solo un
esqueleto porque la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha declarado la
inconstitucionalidad de listado cerrado de enfermedades; de la responsabilidad civil; del
régimen de las Comisiones Médicas; y de la renta periódica.
En autos "Torrillo, Atilio Amadeo c/ Gulf Oil Argentina", 31/3/2009, se señaló que la
prevención constituía el objeto primario, el eje central de la ley, y que la protección de la
integridad psicofísica del trabajador cuando no la vida misma de éste, mediante la prevención
en materia de riesgos laborales determina sin duda una cuestión de la mayor significación y
gravedad, consecuentemente las ART debe adoptar las medidas previstas para prevenir
eficazmente los riesgos de trabajo.
Y que con fundamento en los valores trascendentes comprometidos y lo que resulta de los
instrumentos internacionales que enuncia "no existe razón alguna para poner a la ART al
margen del régimen de responsabilidad previsto por el Código Civil, por los daños a persona
de un trabajador derivados de un accidente enfermedad laboral; en el caso en que se
demuestren los presupuestos de aquel, que incluyen tanto el acto ilícito y la imputación,
cuanto el nexo causal adecuado entre dichos daños y la omisión o el cumplimiento deficiente
por parte de la ART de sus deberes legales". Y dada la variedad de estos deberes no puede
excluirse la responsabilidad "en el solo hecho de que ...no pueden obligar a los empleadores
aseguradas a cumplir determinadas normas de seguridad, ni a impedir que estas ejecuten sus
trabajos por no alcanzar ciertas condiciones de resguardo".
27.5.2. Admisión de la responsabilidad fundada en el art. 1113 Código Civil
La tesis de que la indemnización debe ser integral o justa ya que si no lo fuera y quedara
subsistente el daño en todo o en parte llevaría a declarar que no existe indemnización por ello
el sistema del art. 39 inc. 1 de la LRT se aparta de la concepción de la reparadora integral que
tiene vigencia internacional y resulta descalificable de acuerdo a los instrumentos
internacionales que se citan.
Además se consideró notorio que la LRT de excluir la vía reparadora del Código Civil eliminó
para los accidentes y enfermedades esta forma de resarcimiento originando un retroceso
legislativo contrario al principio de progresividad que es arquitectónico del derecho
internacional de los derechos humanos en general y del PIDESC en particular.
El Alto Tribunal señaló que la norma en cuestión no contiene disposición expresa alguna
que declare federal el régimen de reparaciones de los accidentes de trabajo. Puntualizándose
que la ley regula solo relaciones entre particulares y de sus preceptos no aparece manifiesta la
existencia de una específica finalidad federal.
La LRT de tal manera, ha producido dos consecuencias incompatibles con la Constitución
Nacional; impedir que la Justicia provincial cumpla la misión que le es propia y desnaturalizar
la del Juez Federal al convertirlo en magistrado del fuero común.
En 26/10/2004 la Corte en la causa "Milone, Juan Antonio c/ Asociart SA" dejó establecido
que se han alterado los objetivos de la LRT, porque no se reparan los daños derivados de
accidentes de trabajo y enfermedades con el pago fraccionado de la indemnización, y ello
puede conducir a resultados opuestos a los objetivos legales que debe servir. En definitiva, se
considera que el pago a través de rentas periódicas vulnera el art. 14 bis de la CN, pues no se
asegura una condición de labor equitativa y no se tienen en cuenta los principios elaborados a
partir de las Declaraciones, Tratados y Convenios contemplados por el art. 75 inc. 22 de la CN.
Y se considera fuera de toda duda que una discapacidad repercutirá en la esfera económica
de la víctima y en diversos aspectos de su personalidad que hacen al ámbito doméstico,
cultural y social con la consiguiente frustración del desarrollo pleno de la vida.
DEL EMPLEADOR
Cuando se trate de una situación comprendida en los arts. 1074, 1109 o 1113 se puede
reclamar los daños y perjuicios de acuerdo con dichas normas, ante la jurisdicción civil, en la
que deberán aplicarse los principios de derecho civil (ley 26.773art. 4º).
Las Comisiones Médicas podrán revisar, en el área de su competencia, las decisiones de las
aseguradoras y resolver las discrepancias que pudieran surgir entre ellas y los trabajadores o
sus derechohabientes.
Para la acción derivada del artículo 1072 del Código Civil es competente la justicia civil.
2) Explique las distintas teorías que se desarrollaron para indemnizar a los trabajadores
accidentados.
4) ¿Cuáles son las principales diferencias del nuevo régimen con los anteriores?
5) ¿Cuáles son los objetivos de la L.R.T.?
9) ¿Qué características tiene que tener el accidente de trabajo para tener cobertura en esta
ley?
BIBLIOGRAFIA
CAPITULO XXVIII
DESEMPLEO
28.1. Introducción. - 28.2. Concepto. - 28.3. Origen y evolu ción. - 28.4. Régimen
argentino. - 28.5. Ambito de aplicación. - 28.6. Contingencia. - 28.7. Obligaciones de las
partes. - 28.8. Prestaciones. - 28.9. Suspensión y extinción de las prestaciones. - 28.10.
Sanciones y régimen contencioso. - 28.11. Pago único de las prestaciones. - 28.12. Guía
de análisis. - Bibliografía.
28.1. INTRODUCCION
Debemos recurrir al artículo 75, inciso 22 que acuerda jerarquía constitucional a los
Tratados Internacionales sobre derechos humanos que enumera, los que no derogan artículo
alguno de la Primera Parte de la Constitución y deben entenderse complementarios de los
derechos y garantías por ella reconocidos, y al inciso 23 que atribuye al Congreso la facultad
de legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de
oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la
Constitución, los Tratados Internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular
respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad.
Con respecto a los Tratados, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre dispone que todas las personas son iguales ante la ley y tienen los derechos
consagrados en ellas (art. 2°) entre los que se cuentan el derecho a la seguridad social que los
proteja contra las consecuencias de la desocupación, ...que le imposibiliten obtener los medios
de subsistencia (art. 16).
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 22, afirma que toda
persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener
mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización
y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales
indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad, y a un nivel de vida
adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bien estar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda... tiene asimismo derecho a los seguros en caso de
desempleo... (art. 25).
El desempleo es, en la actualidad, uno de los más graves males sociales, tanto por su
aumento como por su persistencia, no sólo en nuestro país sino en la mayoría de los países
del mundo.
28.2. CONCEPTO
Puede decirse que está en situación de empleo quien obtiene de su trabajo de modo regular
una remuneración igual o superior al mínimo legal o quien trabajando con jornada limitada no
tiene interés en ampliarla.
Tal como se desprende del concepto esbozado, no se puede considerar desempleada a toda
persona sin trabajo. No es tal aquel que está voluntariamente desocupado, por haber dejado
su empleo anterior o hallarse ejercitando su derecho de huelga, o por imposibilidad física.
Tales circunstancias recibirán amparo, de corresponder, a través de otros institutos del
Derecho del Trabajo o de la seguridad social.
l la llamada desocupación abierta, que comprende a las personas que no tienen ocupación y
buscan empleo;
lel desempleo oculto, que corresponde a aquellos que se retiran de la fuerza laboral por
razones vinculadas con el estado del mercado laboral ;
l los subocupados no demandantes que, en las mismas condiciones, no buscan mejorar sus
condiciones laborales.
Hasta principios de la década del '80 no rigió en la Argentina ningún sistema de protección
de esta contingencia, ya que no se había manifestado con una importancia tal que justificara
un régimen para dese mpleados. A partir de ese período se dictaron algunas normas que
otorgaron subsidios a la desocupación, tales como los decretos 1052/81, 3984/84, 2228/87,
entre otros.
La norma crea el Sistema Unico de Registro Laboral que contendrá, entre otros, el registro
en que consta la inscripción del empleador y la afiliación del trabajador al organismo
previsional, a la obra social correspondiente, y el registro de trabajadores beneficiarios del
sistema de prestaciones por desempleo.
En el artículo 2º se mencionan los objetivos de la ley, entre ellos: prevenir y regular las
repercusiones de los procesos de reconversión productiva y de reforma estructural sobre el
empleo (inc. b) y organizar un sistema eficaz de protección a los trabajadores desocupados
(inc. h).
Son beneficiarios del régimen todos los trabajadores cuyo contrato de trabajo se rija por la
ley de contrato de trabajo (t.o.1976).
Están excluidos los trabajadores del servicio doméstico y quienes hayan dejado de prestar
servicios en la Administración Pública Nacional, Provincial o Municipal afectados por medidas
de racionalización administrativa.
En cuanto a los trabajadores de la construcción, por ley 25.371 se crea el Sistema Integrado
de Prestaciones por Desempleo.
Con relación a los trabajadores rurales es la ley 25.191 la que crea el Sistema Integrado de
Prestaciones por Desempleo.
28.6. CONTINGENCIA
La contingencia que se protege es la pérdida del empleo en aquella persona que reúna las
condiciones que establece la ley.
El trabajador, para poder acceder a las prestaciones, debe encontrarse en situación legal de
desempleo y disponible para ocupar un puesto de trabajo adecuado.
En el artículo 114 se explica qué debe entenderse por situación legal de desempleo,
detallándose los supuestos que configuran tal extremo:
a) haber sido despedido sin justa causa, conforme artículo 245L.C.T. (t.o. 1976);
b) haber sido despedido por fuerza mayor o falta o disminución de trabajo no imputable al
empleador (art. 247 ley cit.);
c) haber resuelto el contrato por denuncia del trabajador fundada en justa causa (arts. 242 y
246 ley cit.);
d) extinción del contrato por quiebra o concurso del empleador (art. 251, ley cit.);
e) expiración del tiempo convenido, realización de la obra, tarea asignada, o del servicio objeto
del contrato;
a) inscribir al trabajador en el libro especial del artículo 52 de la ley de contrato de trabajo (t.o.
1976) y en los registros correspondientes al Sistema Unico de Registro Laboral,
b) ingresar su contribución al Fondo Nacional de Empleo (1,5% que debe efectivizarse a través
de la C.U.S.S. junto con el resto de las contribuciones correspondientes a los demás
subsistemas de la seguridad social),
b) aceptar los empleos adecuados que le sean ofrecidos y asistir a las acciones de formación
para los que sean convocados por el Ministerio de Trabajo,
Asimismo, para ser acreedor a los beneficios, el trabajador debe haberlo solicitado ante la
Administración Nacional de la Seguridad Social dentro del plazo de 90 días a partir del cese, ya
que si lo hiciera fuera del plazo, se le descontarán los días del período de prestación.
Conforme la resolución (M.T.) 218/92 (se trata de días hábiles administrativos).
El decreto 739/92 reglamentó el Título de la ley 24.013 referido a la protección de los
trabajadores desempleados. Entre otros temas dispuso que la solicitud de la prestación tendrá
carácter de declaración jurada respecto de los hechos consignados y su presentación
interrumpe el plazo de 90 días aunque adolezca de errores u omisiones. También se formaliza
con ella la iniciación del trámite de búsqueda de empleo ante la Dirección Nacional de Empleo
u organismos autorizados al efecto.
28.8. PRESTACIONES
La mejor remuneración mensual, normal y habitual de los últimos seis meses debe ser
certificada por el empleador que corresponda o probada con la exhibición del recibo (D.
739/92).
Conforme el decreto 51/99 en los supuestos en que el trabajador, por razones ajenas a su
voluntad debidamente comprobadas, no hubiera percibido remuneración normal y habitual
durante los últimos 6 meses deben considerarse como período de referencia los 36 meses
anteriores al cese;
Para los trabajadores eventuales, la prestación será de 1 día por cada 3 de servicios.
El Consejo determina el haber mínimo y máximo de la prestación mensual.
Respecto de las asignaciones familiares, se toman en cuenta las cargas familiares existentes
al momento de la presentación de la solicitud con el respaldo de la documentación
probatoria pertinente o certificación del último empleador.
Las prestaciones se perciben a partir de los 60 días de la solicitud. Este período puede ser
reducido por el Consejo, o ampliado en el supuesto en que el trabajador haya percibido
gratificaciones relacionadas con el cese, dentro de los seis meses anteriores a la solicitud.
También son causas de suspensión ser condenado penalmente con pena privativa de
libertad, celebrar contrato de trabajo por un período inferior a 12 meses. En todos estos
supuestos la prestación que aún no se había percibido puede reanudarse al finalizar la causa
que dio origen a la suspensión.
Las resoluciones de la autoridad de aplicación deben ser fundadas y contra ellas puede
interponerse reclamo administrativo o judicial.
4) ¿Qué requisitos debe reunir el trabajador para tener derecho a las prestaciones?
10) Analice la situación del desempleo en nuestro país. Compárela con la de otro país.
BIBLIOGRAFIA
ETALA, CARLOS ALBERTO, ETALA (HIJO), JUAN JOSÉ, DE VIRGILIS, MIGUEL ANGEL,"Análisis práctico de la ley
de empleo", Ed. La Ley, 1992.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, CAUBET, AMANDA,"Leyes fundamentales del trabajo" , Colección
Legislación, 1995.
CAPITULO XXIX
JUBILACIONES Y PENSIONES
29.1. Características del Sistema Integrado Previsional Argentino SIPA, (Ley 26.425 BO
9/12/2008). - 29.2. Fuentes de financiamiento. - 29.3. Características del SIPA. - 29.4.
Incorporación obligatoria. - 29.5. Incorporación voluntaria. - 29.6. Personal dependiente
de organismos internacionales. - 29.7. Investigadores científicos y técnicos. - 29.8.
Actividades simultaneas. - 29.9. Trabajadores que perciben jubilación,
compatibilidades, pensión o retiro. - 29.10. Reingreso a la actividad: denuncia ante la
A.F.I.P. - 29.11. Contribución unificada a la seguridad social. - 29.12. Remuneración. -
29.12.1. Concepto. - 29.12.2. Conceptos no remuneratorios. - 29.12.3. Otras
prestaciones no remuneratorias. - 29.12.4. Beneficios sociales. - 29.13. Prestaciones
complementaria que no integran la remuneración. - 29.14. Compensación por
suspenciones fundadas en falta o disminución del trabajo. - 29.15. Obligaciones de los
empleadores de los afiliados y de los beneficiarios. - 29.15.1. Obligaciones de los
empleadores. - 29.15.2. Obligaciones de los afiliados. - 29.15.3. Obligaciones de los
beneficiarios. - 29.16. Prestaciones que otorga el Sistema. - 29.16.1. Enunciación. -
29.16.2. Caracteres de las prestaciones. - 29.16.3. Prestaciones. - 29.16.4. Prestaciones
comunes a todos los afiliados. - 29.16.4.1. Prestación Básica Universal. - 29.16.5.
Requisitos para el otorgamiento de las prestaciones. - 29.17. Haber de las prestaciones.
- 29.17.1. Prestación básica universal. - 29.17.2. Pensión por fallecimiento del jubilado o
del afiliado en actividad. - 29.17.3. Prestación anual complementaria. - 29.17.4. Subsidio
por sepelio. - 29.17.5. Jubilación por edad avanzada. - 29.18. Retiro por invalidez. -
29.18.1. Requisitos. - 29.18.2. Aportantes regulares e irregulares. - 29.18.3. Comisiones
médicas. Determinación de la incapacidad. - 29.18.4. Capacidad al cese de tareas. -
29.18.5. Invalidez por edad avanzada. - 29.18.6. Exclusión de la invalidez total
transitoria. - 29.19. Normas de evaluación, calificación y cuantificaron del grado de
invalidez. - 29.20. Procedimiento ante la Cámara Nacional de la Seguridad Social. -
29.20.1. Apelación de los dictámenes. - 29.20.2. Efecto de las apelaciones. - 29.20.3.
Costas. - 29.20.4. Intervención obligatoria del cuerpo médico forense. - 29.21. Fondo
para tratamientos de rehabilitación psicofísica y recapacitación laboral. - 29.21.1.
Prescripción de tratamientos curativos gratuitos. - 29.22. Citaciones de la comisión
médica. - 29.23. Dictamen definitivo por invalidez. - 29.24. Pensión por fallecimiento. -
29.24.1. Derechohabientes. - 29.24.2. Reglamentación decreto 1290/94. - 29.25.
Derecho a pensión. - 29.25.1. Concepto. - 29.25.2. Generan derecho a pensión. -
29.25.3. Requisitos. - 29 .25.4. Causales de pérdida o extinción del derecho de pensión.
- 29.25.5. Viudos y convivientes. - 29.25.6. Acreditación de convivencia. - 29.25.7.
Convivientes del mismo sexo. - 29.25.8. Concurrencia del viudo o viuda o conviviente
con los hijos. - 29.25.9. Divorcio vincular. - 29.25.10. Pensión de los hijos. - 29.25.11.
Hijos adoptivos. - 29.25.12. Hijastros. - 29.26. Régimen de reciprocidad jubilatoria. -
29.27. Declaración jurada de servicios con aportes. - 29.28. Aplicabilidad del articulo
17 y 19 de la ley 18.037. - 29.28.1. Servicios honorarios. - 29.28.2. Cesación en la
actividad en relación de dependencia. - 29.29. Periodo de prueba (art. 92 bisL.C.T.). -
29.30. Intimación al trabajador a iniciar los tramites jubilatorios. - 29.31. El sistema de
movilidad de las prestaciones. - 29.31.1. Artículo 1° de la ley 26.417. - 29.31.2.
Antecedentes jurisprudenciales de relevancia. - 29.31.2.1. Caso Chocobar. - 29.31.2.2.
Caso Heit Rupp. - 29.31.2.3. Caso Sánchez. - 29.31.2.4. Fallos de la Cámara Federal de la
Seguridad Social. - 29.31.2.5. Caso Badaro. - 29.32. Límite de acumulación. - 29.33.
Régimen de compatibilidades. - 29.34. Trabajadores autónomos. - 29.35. Reingreso o
continuidad en la actividad. - 29.35.1. Continuidad en el goce de las prestaciones que se
devengaban. - 29.35.2. Docentes con jubilación parcial. - 29.36. Percepción unificada. -
29.37. Reapertura del procedimiento. - 29.38. Topes máximos. - 29.39. Concepto de
actualización. - 29.40. Aportes y contribuciones montos. -29.40.1. Base de cálculo,
mínimo y máximo. - 29.41. Aportes trabajadores autónomos. - 29.41.1. Renta
imponible. - 29.42. Percepción simultanea de remuneraciones o rentas de diverso
origen. - 29.43. Obligaciones de los empleadores. - 29.44. Obligaciones de los afiliados y
de los beneficiarios. - 29.45. Trabajadores autónomos. - 29.46. Régimen de sanciones. -
29.47. Obligaciones de aportar de los socios en distintas situaciones. - 29.47.1.
Principios generales. - 29.48. Opción de la inexigibilidad del pago. - 29.49. Computo del
tiempo de servicios con aportes adeudados no exigibles. - 29.50. Prestación
compensatoria. - 29.50.1. Concepto. - 29.50.2. Requisitos. - 29.51. Autoridad de
aplicación, fiscalización y control. - 29.51.1. Facultades y atribuciones de la A.N.S.E.S. -
29.52. Denuncias.
El sistema de jubilaciones y pensiones establecido por las leyes 18.037 y 18.038 se fundó
sobre la base de un sistema de reparto asistido por el Estado, en virtud del cual los aportes de
los trabajadores activos y las contribuciones de los empleadores se distribuían en prestaciones
para los pasivos o sus causahabientes.
La ley 24.241 mantuvo parcialmente ese sistema como optativo y la dio prevalencia a un
sistema de capitalización individual insolidario manejado por entidades financieras de fondos
de jubilaciones y pensiones — AFJP- que recaudaban los aportes y formaban fondos
personales indisponibles de cada trabajador.
Dichos fondos eran administrados por las AFJP, que colocaban los depósitos en inversiones
legalmente determinadas y cobraban altas comisiones que deducían de los aportes ( de
aproximadamente el 30% de los mismos). Este sistema, ajeno a la Seguridad Social, era
inviable y no garantizaba prestaciones seguras y adecuadas en su monto y suponía una
apropiación indebida de los aportes de los trabajadores, que pasaban a integrar un fondo
individual, que estaba librado, en su crecimiento, al éxito de las inversiones.
La ley 26.425 del año 2008, dispuso la unificación del Sistema Integrado de Jubilaciones y
Pensiones en su único régimen previsional público que se denominará Sistema Integrado
Previsional Argentino ( SIPA), financiado a través de un sistema solidario de reparto,
garantizando a los afiliados y beneficiarios del régimen de capitalización vigente hasta la fecha
idéntica cobertura y tratamiento que la brindada por el régimen previsional público, en
cumplimento del mandato previsto por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. En
consecuencia, elimina el régimen de capitalización, que será absorbido por el régimen de
reparto, en las condiciones de la presente ley.
a) Todas las contribuciones a cargo de los empleadores establecidas en el artículo 11: el 16%
de las remuneraciones de todo su personal
Sus prestaciones son financiadas con los recursos ya enumerados, en la ley 24.241. El
Estado Nacional garantiza el otorgamiento y pago de las prestaciones establecidas, hasta el
monto de los créditos presupuestarios expresamente comprometidos para su financiamiento
por la respectiva ley de presupuesto art. 16 ( texto s/L. 24.463).
El art. 2 de la ley 26.425 señala que el Estado garantiza a los afiliados y beneficiarios del
régimen de capitalización la percepción de iguales o mejores prestaciones y beneficios que los
que gozaban a la fecha de la entrada en vigencia de la ley 24.241.
También en su art. 8 establece que la totalidad de los recursos únicamente podrán ser
utilizados para pagos de los beneficios del SIPA.
El trabajo autónomo supone autoorganización y la asunción del riesgo económico por parte
del trabajador, tenga o no una empresa; mientras que el trabajo dependiente es el que se
presta por cuenta y a riesgo ajeno, para la empresa de otro (art. 21L.C.T.).
5) Las personas que en cualquier lugar del territorio del país presten en forma permanente,
transitoria o eventual, servicios remunerados en relación de dependencia en la actividad
privada.
6)Las personas que en virtud de un contrato de trabajo celebrado o relación laboral iniciada
en la República, o de un traslado o comisión dispuestos por el empleador, presten
servicios de la naturaleza prevista en el punto 1.5, siempre que dichas personas tuvieran
domicilio real en el país al tiempo de celebrarse el contrato, iniciarse la relación laboral o
disponerse el traslado o comisión.
7)En general, todas las personas que hasta la vigencia de la presente ley estuvieran
obligatoriamente comprendidas en el régimen nacional de jubilaciones y pensiones por
actividades no incluidas con carácter obligatorio en el régimen para trabajadores
autónomos.
b)Personas que por sí solas o conjunta o alternativamente con otras, asociadas o no, ejercen
habitualmente en la República alguna de las siguientes actividades, siempre que éstas no
configuren una relación de dependencia.
1)Directores, administradores o conductores de cualquier empresa, organización,
establecimiento o explotación con fines de lucro, o sociedad comercial o civil, aunque por
esas actividades no obtengan retribución, utilidad o ingreso alguno.
2)Los socios cuya participación en la sociedad es igual o superior al promedio que resulte de
dividir cien por el número total de socios, los socios que integran el órgano de conducción
de la sociedad, los socios de sociedades colectivas, civiles, irregulares o de hecho, aunque
desarrollen tareas dependientes, son afiliados obligatorios autónomos.
c) Otros socios
4)Los socios de una sociedad civil, cualquiera sea su naturaleza, que prestan algún servicio o
realizan alguna actividad para la sociedad.
6)Los directores, accionistas o no, de una sociedad anónima, con o sin subordinación
laboral.
d) Situaciones conflictivas
4) Penados
Las tareas realizadas por penados (internos y condenados que trabajan en un régimen de
semilibertad) en establecimientos penitenciarios son computables a los fines
previsionales.
Los socios ligados por los vínculos de parentesco que prestan servicios en relación de
dependencia, los socios cuya participación en la sociedad es igual o superior al promedio que
resulte de dividir el número cien por el número total de socios, los socios de sociedades civiles,
colectivas, irregulares o de hecho y los socios que integran el órgano de conducción de la
sociedad, si bien son afiliados obligatorios autónomos, pueden afiliarse voluntariamente como
dependientes.
3) Los socios de una sociedad anónima que sólo participan con capital accionario, es decir,
los rentistas.
9) Las amas de casa que se incorporan en la categoría mínima de aportes, pudiendo optar
por cualquier otra categoría superior (ley 24.828).
10) Por la ley 24.828 se establece para las amas de casa una afiliación voluntaria autónoma
especial, ya que sólo pueden con dicha afiliación incorporarse al régimen de capitalización
del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones.
11) Toda persona física menor de cincuenta y cinco años aunque no realice actividad
lucrativa alguna.
29.6. PERSONAL DEPENDIENTE DE
ORGANISMOS INTERNACIONALES
29.7. INVESTIGADORES
CIENTIFICOS Y TECNICOS
4) Los investigadores, científicos y técnicos contratados deben estar amparados contra las
contingencias de vejez, invalidez y muerte en su país de origen.
Los beneficiarios de prestaciones reguladas por leyes anteriores a la ley 24.241 que
ingresen, reingresen, hayan reingresado o continúen en la actividad en relación de
dependencia pueden percibir las prestaciones previsionales sin limitación alguna. Los
aportes personales que efectúan ingresan al Fondo Nacional de Empleo y las
contribuciones al régimen público de reparto (art. 34, ley 24.241 modificado por la ley
24.463 y reglamentado por el decreto 525/95).
e) Los aportes de los beneficiarios de prestaciones jubilatorias con destino al Fondo Nacional
de Empleo.
El artículo 23, inciso 3° de la ley 24.557 establece que las cuotas mensuales que ingresan los
empleadores obligados con el Sistema Unico de Seguridad Social (S.U.S.S.) a las
Administradoras de Riesgos del Trabajo deben ser declaradas y abonadas juntamente con la
C.U.S.S.
29.12. REMUNERACION
29.12.1. Concepto
El artículo 6° de la ley 24.241 considera que es remuneración todo ingreso que percibe el
afiliado en dinero o en especie, susceptible de apreciación pecuniaria, en retribución o
compensación o con motivo de su actividad personal, en concepto de sueldo, sueldo anual
complementario, salario, honorario, comisiones, participación en las ganancias, habilitación,
propinas y toda otra retribución, cualquiera fuere la denominación que se le asigne, percibida
por servicios ordinarios o extraordinarios prestados en relación de dependencia.
Las propinas y las retribuciones en especie de valor incierto son estimadas por el
empleador, sin perjuicio del derecho del afiliado de reclamar ante la autoridad de aplicación su
determinación en caso de disconformidad, y de la facultad de la autoridad de aplicación de
rever la estimación realizada por el empleador, no obstante la aceptación del afiliado.
El artíc ulo 7° de la ley 24.241 dispone que no constituyen remuneración las asignaciones
familiares, las indemnizaciones derivadas de la extinción del contrato de trabajo,
indemnización por vacaciones no gozadas, y por incapacidad permanente provocada por
accidente de trabajo o enfermedad profesional, las prestaciones económicas por desempleo y
las asignaciones pagadas en concepto de becas.
d) los reintegros documentados con comprobante de gastos de guardería o sala maternal que
utilicen los trabajadores con hijos de hasta 6 años de edad cuando la empresa no contare
con esas instalaciones,
e) la provisión de útiles escolares y guardapolvos para los hijos del trabajador, otorgados al
inicio del período escolar,
El artículo 3° de la ley 24.700 (art. 223 bis, L.C.T.) considera prestación no remunerativa a las
asignaciones en dinero que se entreguen en compensación por suspensiones de la prestación
laboral y que se fundaren en las causales de falta o disminución de trabajo, no imputables al
empleador, o fuerza mayor debidamente comprobada, pactadas individual o colectivamente y
homologadas por la autoridad de aplicación, conforme normas legales vigentes, y cuando en
virtud de tales causales el trabajador no realice la prestación laboral a su cargo. Esta
prestación sólo tributa las contribuciones establecidas en la ley de Obras Sociales y la del
Sistema Nacional del Seguro de Salud.
2) Dar cuenta a la Administración Federal de Ingresos Públicos de las bajas que se produzcan
en el personal.
9) Dar cumplimiento en tiempo y forma a todas las disposiciones de la ley 24.241 y a las que
las autoridades de aplicación (A.N.Se.S. - A.F.I.P.) dispongan.
b) Afiliados autónomos
2) Suministrar todo informe referente a su situación frente a las leyes de previsión y exhibir
los comprobantes y justificativos que la autoridad de aplicación les requiera en ejercicio
de sus atribuciones y permitir las inspecciones, investigaciones, comprobaciones y
compulsas que aquélla ordene en los lugares de trabajo, libros, anotaciones, papeles y
documentos.
3) Dar cumplimiento en tiempo y forma a todas las disposiciones de la ley 24.241 y a las que
las autoridades de aplicación (A.N.Se.S.- A.F.I.P.) dispongan.
El empleador que conociendo que el beneficiario se halla en infracción a las normas sobre
incompatibilidad no denunciara esta circunstancia a la autoridad de aplicación, se hará pasible
de una multa equivalente a diez veces lo percibido indebidamente por el beneficiario en
concepto de haberes previsionales. El hecho de que el empleador no practique las retenciones
en concepto de aportes hace presumir, cuando el trabajador fuere beneficiario de prestación
previsional, que aquél conocía la circunstancia señalada.
29.16.1. Enunciación
b) Prestación compensatoria
a) Enunciación
2) No pueden ser enajenadas ni afectadas a terceros por derecho alguno, salvo las
prestaciones mencionadas en los incisos a) y b) del artí culo 17 de la ley 24.241, las que
previa conformidad formal y expresa de los beneficiarios, pueden ser afectadas a favor de
organismos públicos, asociaciones sindicales de trabajadores con personería gremial,
asociaciones de empleadores, obras sociales, cooperativas, mutuales, entidades bancarias
y financieras comprendidas en la ley 21.526, con las cuales los beneficiarios convengan el
anticipo de las prestaciones o el otorgamiento de créditos. Las deducciones por el pago
de obligaciones dinerarias no podrán exceder del cuarenta por ciento (40%) del haber
mensual de la prestación resultante del previo descuento de las retenciones impuestas
por las leyes. (Texto Conf. Art. 1 del Decreto 1099).
3) Son inembargables, con la salvedad de las cuotas por alimentos y litis expensas.
5) Son imprescriptibles, salvo las establecidas en el artículo 17, que se regirán por las
normas del artículo 82 de la ley 18.037 (t.o. 1976).
Todo acto jurídico que contraríe lo dispuesto precedentemente será nulo y sin valor alguno.
b) Carácter personalisimo
Por la misma razón son prestaciones que tampoco pueden ser enajenadas ni afectadas a
terceros por derecho alguno, es decir que son incesibles. Salvo la Prestación Básica Universal
(PBU) y la Prestación Compensatoria (PC) cuando su importe haya sido anticipado por
organismos públicos, asociaciones sindicales de trabajadores con personería gremial,
asociaciones de empleadores, obras sociales, cooperativas o mutualidades, entidades
bancarias y financieras comprendidas en la ley 21.526, en cuyo caso se requiere la previa
conformidad formal y expresa de los beneficiarios y la deducción no puede exceder del 40%
del haber mensual de la prestación resultante del descuento de las retenciones legales. Dada
la naturaleza del acto de afectación a terceros aceptada por la ley y su excepcionalidad, debe
entenderse que la enunciación de los terceros es taxativa.
c) Inembargabilidad
Las prestaciones del sistema previsional no pueden ser embargadas porque son
prestaciones de subsistencia, con la salvedad de las cuotas por alimentos y litis expensas,
debiendo interpretarse que las deducciones por estos últimos motivos no podrán exceder del
20% que es el límite que el inciso siguiente pone a las deducciones por cobro indebido de
haberes.
d) Deducciones
e) Imprescriptibilidad
Las prestaciones sólo se extinguen por las causas determinadas en laley. Así, el
cumplimiento de los 18 años de los hijos solteros, hijas solteras yde las hijas viudas
beneficiarias de la pensión (art. 53 inc. c), cumplimiento de los requisitos de la Prestación
Básica Universal y la rehabilitación para el retirado por invalidez (art. 19, pto. 18,
reglamentación por D 526/95 del art. 97 y art. 50).
Estas normas no son disponibles para las partes y por tanto todo acto jurídico que las
contraríe será nulo y sin valor.
29.16.3. Prestaciones
a) Requisitos
El artículo 19 de la ley 24.241 establece los requisitos exigibles para acceder a la Prestación
Básica Universal, a saber:
1) Años de edad
La edad requerida para la Prestación Básica Universal es de sesenta y cinco años de edad,
para ambos sexos, pudiendo la mujer optar por retirarse a los sesenta años.
Para los trabajadores en relación de dependencia existe hasta el año 2001 la posibilidad de
retirarse antes de la edad indicada, teniendo en cuenta la edad del afiliado y el año de
cesación en servicios o de petición de la prestación, según sea la situación.
La escala gradual de edad para los trabajadores dependientes que establece el artículo 37
es la siguiente:
Es necesario acreditar treinta años de servicios con aportes computables en uno o más
regímenes comprendidos en el sistema de reciprocidad jubilatoria. El artículo 38 fija escalas y
períodos en los cuales es posible acceder al beneficio con menor lapso de cotización.
Servicios simultáneos
El concepto de servicios con aportes surge del artículo 2° del decreto 679/95. En tal sentido,
se consideran tales:
Los servicios prestados en otros países son computables, y los mismos se pueden acreditar
conforme con los convenios internacionales de reciprocidad existentes.
Regímenes diferenciales
Están vigentes los extremos de edad y servicios requeridos por los regímenes diferenciales,
que son aquellos regímenes que a los trabajadores que desarrollan tareas insalubres les exige
menores requerimientos de edad y/o servicios. Al cómputo de tales actividades no
corresponde aplicarle parámetro de elevación alguna en los servicios ni el gradualismo en la
edad.
Período de prueba
El artículo 92 bis, L.C.T. —texto según art. 3° de la ley 25.013—, limita el período de prueba a
treinta días, período durante el cual el empleador y el trabajador están obligados al pago de
los aportes y contribuciones para las obras sociales, asignaciones familiares y de la cuota
correspondiente al régimen de riesgos del trabajo y exentos de las referidas a jubilaciones y
pensiones, Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados y Fondo
Nacional de Empleo.
En el caso de disponerse la extensión del período de prueba por convenio colectivo —puede
ampliarse hasta seis meses— la norma establece que deben realizarse, a partir del segundo
mes, todos los aportes y contribuciones legales y convencionales.
c) Acrediten 30 (treinta) años de servicios con aportes computables en uno o más regímenes
comprendidos en el sistema de reciprocidad.
En cualquiera de los regímenes previstos en esta ley, las mujeres podrán optar por
continuar su actividad laboral hasta los 65 (sesenta y cinco) años de edad; en este supuesto se
aplicará la escala del artículo 128 de la ley 24.241.
En primer lugar aclaro que la Ley 26.417 sustituye todas las referencias al modulo
previsional MOPRE las que reemplazan por una determinada proporción del haber mínimo
garantizado a que se refiere el art. 125 de la Ley 24.241.
29.17.1. Prestación básica universal
Esta prestación se otorga en caso de muerte del jubilado, del beneficiario de retiro por
invalidez o del afiliado en actividad, a los causahabientes establecidos en el art. 53 de la Ley
24.241.
Se concede para todos los beneficiarios una prestación anual complementaria pagadera en
dos cuotas, equivalentes al 50% de las prestaciones que se otorguen, en los meses de junio y
diciembre.
Es una prestación incorporada por la Ley 24.347 que cubre la contingencia de vejez, con
mayor requerimiento de edad y menor requerimiento de años de servicios con aportes.
29.18.1. Requisitos
a) Se incapaciten física o intelectualmente en forma total por cualquier causa. Se presume que
la incapacidad es total cuando la invalidez produzca en su capacidad laborativa una
disminución del 66% (sesenta y seis por ciento) o más; se excluyen las invalideces sociales o
de ganancias.
En primer lugar, se exige que el afiliado se incapacite en forma total para el trabajo. Y se
considera que la incapacidad es total cuando su grado alcance al 66% o más de su capacidad
laborativa. Pero el sistema de la ley 24.241 excluye a las invalideces sociales o de ganancia.
Con esta expresión lo que se busca es impedir que incapacidades menores al 66% sean
valoradas como totales a los fines del otorgamiento del beneficio, teniendo en cuenta la edad
del trabajador, su especialización en la actividad ejercitada y la jerarquía profesional
alcanzada, todo lo cual estaba contemplado en el artículo 33 de la ley 18.037.
b) Es aportante irregular con derecho aquel que acredite retenciones previsionales durante
dieciocho (18) meses, como mínimo, dentro de treinta y seis (36) meses anteriores a la fecha
de solicitud del retiro, o que se le efectuaron retenciones previsionales durante doce (12)
mesesdentro de los sesenta (60) meses anteriores a la fecha de solicitud del retiroy re úna,
además, el cincuenta por ciento (50%) del mínimo de años exigidos en el régimen para
acceder a la PBU.
c) El afiliado autónomo debe registrar el ingreso de aportes durante dieciocho (18) meses
dentro de los treinta y seis (36) meses anteriores a la fecha de solicitud, siempre que cada
pago se hubiera ingresado en el mes del vencimiento, o cuando registren doce (12) meses
dentro de los sesenta (60) meses anteriores a esa fecha y, además, el cincuenta por ciento
(50%) del mínimo de años de servicio exigidos en el régimen para acceder a la PBU.
La incapacidad es determinada por comisiones médicas, existiendo una por cada provincia y
otra en la ciudad autónoma de Buenos Aires
El retiro transitorio por invalidez corresponde aunque el afiliado esté capacitado al cese de
tareas, en cuanto cumpla con los demás requisitos exigidos en el artículo 48 de la ley y en el
decreto 460/99.
29.18.5. Invalidez por edad avanzada
La invalidez a que alude el art. 34 bis punto 5 segundo párrafo (jubilación de invalidez por
edad avanzada) es determinada por las Comisiones Médicas en la forma establecida en
los artículos 48 y 49 de la ley 24.241 y su reglamentación.
En primer lugar, se exige que el afiliado se incapacite en forma total para el trabajo. Y se
considera que la incapacidad es total cuando su grado alcance al 66% o más de su capacidad
laborativa. Pero el sistema de la ley 24.241 excluye a las invalideces sociales o de ganancia.
Con esta expresión lo que se busca es impedir que incapacidades menores al 66% sean
valoradas como totales a los fines del otorgamiento del beneficio, teniendo en cuenta la edad
del trabajador, su especialización en la actividad ejercitada y la jerarquía profesional
alcanzada, todo lo cual estaba contemplado en el artículo 33 de la ley 18.037.
La ley 24.241, como la ley 18.037 en su artículo 34 y la ley 18.038 en su artículo 22, excluye el
beneficio de retiro por invalidez cuando la incapacidad fuera transitoria y el trabajador
estuviera percibiendo una remuneración sustitutiva (salario por enfermedad, art. 208 de la
L.C.T. y la Incapacidad Laboral Temporaria (ILT) a que se refieren los arts. 7 y 13 de la ley
24.557). O cuando tratándose de un trabajador autónomo la incapacidad no exceda de un
año, de acuerdo a lo verificado o a lo probable en esta materia.
En el caso de que la invalidez excediera los lapsos arriba indicados originaría una prestación
temporaria por 3 años —excepcionalmente 5 años— y luego el retiro definitivo.
29.19. NORMAS DE EVALUACION, CALIFICACION
Las normas deberán contener: a) Pruebas y estudios diagnósticos que deban practicarse a
las personas, conforme a las afecciones denunciadas o detectadas; b) el grado de invalidez por
cada una de las afecciones diagnosticadas; c) el procedimiento de compatibilización de los
mismos a fin de determinar el grado de invalidez psicofísica de la persona; d) los coeficientes
de ponderación del grado de invalidez psicofísica conforme el nivel de educación formal que
tengan las personas; e) Los coeficientes de ponderación del grado de invalidez psicofísica
conforme la edad de las personas. De la combinación de los factores de los incisos c), d) y e)
deberá surgir el grado de invalidez de las personas.
En el caso de un afiliado con incapacidad total transitoria inactivo considero que debe
otorgarse el retiro por invalidez transitoria, en razón de que la norma sólo excluye a los que
perciban la remuneración o prestación sustitutiva.
El trabajador autónomo, está excluido del retiro transitorio por invalidez cuando la
transitoriedad de la incapacidad total no supere el año.
b) Carácter de la incapacidad
La invalidez se determina inicialmente en forma transitoria por tres años y, al cabo de este
período, el afiliado debe ser examinado nuevamente por la comisión médica, que revocará el
dictamen en caso de existir recuperación o declarará la invalidez definitiva. La invalidez
transitoria es prorrogable por dos años más, en caso de existir probabilidad de recuperación,
si no es así el médico dictamina que el retiro por invalidez transitorio se transforma en
definitivo.
c) Determinación de la incapacidad
Las normas de evaluación de la invalidez aprobadas por el decreto 1290/94 establecen que
cuando el afiliado padezca diversas patologías, se utilizará para determinar la incapacidad el
criterio de la capacidad residual restante o Sistema de Balthazar. Este sistema establece que
los porcentajes de invalidez por las distintas patologías y/o enfermedades que el trabajador
padece, no se suman de manera directa, sino que se calculan sobre la capacidad residual
restante luego de aplicar la primera y más importante de ellas sobre el cien por ciento (100%)
de capacidad.
Los factores complementarios como la edad, la posibilidad de realizar sus tareas habituales
y el nivel educativo se tienen en cuenta en la evaluación, salvo cuando se apliquen las normas
para discapacitados de la ley 20.475 (minusválidos) y de la ley 20.888 (ciegos).
e) Tablas de factores complementarios
Las resoluciones de la comisión médica central serán recurribles por ante la Cámara
Nacional de la Seguridad Social por las personas indicadas en el punto 3 del presente artículo
y con las modalidades en él establecidas.
La comisión médica central elevará las actuaciones a la Cámara dentro de las 48 horas de
concluido el plazo para interponer la apelación.
La Cámara deberá expedirse dentro de los 45 (cuarenta y cinco) días de recibidas las
actuaciones por la comisión médica central, conforme el siguiente procedimiento: a)
inmediatamente de recibidas las actuaciones, dará vista por 10 (diez) días al cuerpo médico
forense para que dé su opinión sobre el grado de invalidez del afiliado en los términos del
inciso a) del artí culo 48, y conforme las normas a que se refiere el artículo 52; b) en casos
excepcionales y suficientemente justificados el cuerpo médico forense podrá someter a nueva
revisación médica al afiliado y solicitarle nuevos estudios complementarios, los que deberán
concluirse en 10 (diez) días; c) del dictamen del cuerpo médico forense se dará visa al
recurrente y al afiliado, por el término de 5 (cinco) días para que aleguen sobre el mérito de las
actuaciones y pruebas producidas; d) vencido dicho plazo la Cámara dictará sentencia dentro
de los 10 (diez) días siguientes.
Los honorarios y gastos que irrogue la apelación ante la Cámara Nacional de la Seguridad
Social serán soportados por el recurrente vencido.
El recurso ante la comisión médica central y ante la Cámara Federal de la Seguridad Social,
puede ser presentado por el afiliado o por la Administración Nacional de la Seguridad Social.
En cuanto a las formalidades para su interposición ante la Comisión Médica Central, sólo se
exige una presentación dentro de los 5 días de notificado el dictamen, con la indicación de que
el objeto de la misma es apelar el dictamen, sin requerirse ningún tipo de fundamentación.
El procedimiento establecido en el artículo 49 de la ley mantiene plena vigencia en cuanto al
régimen recursivo de los dictámenes médicos, a pesar de la sanción de la ley 24.463.
29.20.3. Costas
El art. 49, en su punto 4to. dispone que los gastos de justicia están a cargo del recurrente
vencido. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el Fallo "Gómez, Leopoldo
Mario c/ ANSeS s/ Incidente de costas y honorarios" del 10 de agosto de 1999 (G.204.XXXIV)
entendió que el art. 49 en este aspecto ha quedado derogado tácitamente luego de la sanción
de la Ley 24.463 de solidaridad previsional que regula el procedimiento de impugnación.
El artículo 49, inciso 4) de la ley, dispone que la Cámara Federal de la Seguridad Social debe
dar intervención obligatoria al cuerpo médico forense por 10 días para el estudio y emisión del
dictamen, vista que en casos excepcionales puede extenderse a otros diez días. Sólo después
de producido el dictamen y la correspondiente vista a las partes por 5 días, para que aleguen
sobre el mérito de las actuaciones y pruebas producidas, la Cámara puede dictar sentencia.
La ley luego de imponer esta intervención obligatoria, limita la actuación de la misma, en
cuanto establece que el cuerpo médico forense puede solamente en casos excepcionales y
suficientemente justificados someter al afiliado a una nueva revisación médica y solicitarle
estudios complementarios; esto significaría, que es un mero revisor de los dictámenes
médicos producidos en sede administrativa.
La Sala III se ha expedido al respecto en autos "Saez, Domingo Rafael c/Anses" el 6-9-
96 donde sostuvo que: "La ley 24.241 impone la intervención obligada del Cuerpo Médico
Forense cuando se recurre de la resolución que denegó el beneficio de retiro por invalidez. Si
pese ello la Sala requirió informe al Centro Nacional de Reconocimiento Médicos (delegación
Tucumán), de cuyo dictamen surge que el peticionante padece de un alto grado de
incapacidad (75%) permanente e irreversible, y ello fue impugnado por el organismo, a fin de
evitar eventuales nulidades, garantizando el debido proceso y el derecho de defensa en juicio,
con estricta sujeción a lo dispuesto por la referida ley 24.241 y sin que ello implique juicio de
valor alguno sobre sus disposiciones, corresponde requerir informe del Cuerpo Médico
Forense, a fin de que determine en base a las constancias de autos o, de corresponder, previa
revisación y realización de los exámenes que juzgue pertinente a quien demanda, su estado
de salud (incapacidad a la fecha de solicitud y denegatoria del beneficio y en la actualidad;
grado de minusvalía y compatibilidad o no entre la incapacidad constatada y las tareas
denunciadas)" (del voto de la mayoría. El Dr. Laclau votó en disidencia).
Este Fondo será administrado por el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y
Pensionados y destinado exclusivamente para organizar los programas para implementar los
tratamientos prescriptos por las comisiones médicas.
Sin perjuicio de ello, las compañías de seguros de vida podrán, con autorización de la
comisión médica correspondiente, sustituir o complementar el tratamiento indicado con otro
u otros a su exclusivo cargo.
Las comisiones médicas zonales que tienen a su cargo el seguimiento de los tratamientos de
los afiliados con retiro transitorio por invalidez, deben ser informadas de la evolución del
afiliado cada sesenta días por los profesionales e institutos que llevan adelante los
tratamientos de rehabilitación psicofísica y de recapacitación laboral.
La comisión médica deberá citar periódicamente al afiliado cuya invalidez sea susceptible de
remisión o recuperación que posibilite su reinserción laboral en un plazo inferior al previsto
por la ley 24.241 para el goce del retiro transitorio por invalidez.
La negativa fundada del afiliado a someterse a los tratamientos que prescriba la comisión
médica y que ésta no acepte, será dirimida por la comisión médica central con las
formalidades previstas en el apartado 3 del artículo que se reglamenta.
El dictamen definitivo será recurrible por las mismas personas y con las mismas
modalidades y plazos que las establecidas para el dictamen transitorio. (art. 50Ley 24.241)
29.24.1. Derechohabientes
En caso de muerte del jubilado, del beneficiario de retiro por invalidez o del afiliado en
actividad, gozarán de pensión los siguientes parientes del causante (art. 53ley 24.241):
a) La viuda
b) El viudo
c) La conviviente
d) El conviviente
2.La prueba testimonial deberá ser corroborada por otras de carácter documental, salvo
que las excepcionales condiciones socioculturales y ambientales de los interesados justificaran
apartarse de la limitación precedente.
e) Los hijos solteros, las hijas solteras y las hijas viudas, siempre que no gozaran de
jubilación, pensión, retiro o prestación no contributiva, salvo que optaren por la pensión que
acuerda la presente, todos ellos hasta los dieciocho (18) años de edad.
Se entiende que el derechohabiente estuvo a cargo del causante cuando concurre en aquél
un estado de necesidad revelado por la escasez o carencia de recursos personales, y la falta de
contribución importa un desequilibrio esencial en su economía particular. La autoridad de
aplicación podrá establecer pautas objetivas para determinar si el derechohabiente estuvo a
cargo del causante.
29.25.1. Concepto
La muerte del jubilado o afiliado en actividad o inactivo con derecho (R. S.S.S 23/97) o
retirado por invalidez origina derecho a pensión a sus causahabientes en forma directa. El
derecho a pensión consiste en una prestación que se calcula en los términos de los artículos
97 y 98.
b) El afiliado que cumpliendo todos los requisitos para la jubilación o el retiro por invalidez
falleciere sin que se le reconocerá el beneficio;
29.25.3. Requisitos
Es necesario distinguir los requisitos exigidos según que el causante del beneficio de
pensión sea beneficiario o afiliado con derecho a alguna prestación del SIPA.
En el caso de tratarse de una pensión derivada de PBU, PC y PAP o de retiro por invalidez, no
importa si estas prestaciones fueron acordadas o no al afiliado, si éste acreditaba derecho a
las mismas. En estas situaciones, los derechohabientes sólo deben acreditar su condición de
tales y el haber se determina aplicando los porcentajes correspondientes sobre la prestación
que estaba percibiendo o la que hubiera tenido derecho a percibir, en caso de no estar en
curso de pago la prestación.
Este requisito es exigible para los afiliados en actividad al momento del fallecimiento. Para
aquellos que no se encuentren en actividad, la Resolución (S.S.S) 23/97 aclara que la ley
24.241 no exige que el afiliado que genera el derecho a pensión se encuentre trabajando al
fallecer, requiriendo en estos supuestos la acreditación de la regularidad respecto de la
fecha de fallecimiento, con la excepción del supuesto contemplado en el Decreto 460/99
(reunir treinta años de servicios con aportes en cualquier momento de la vida laboral).
Las causales de pérdida o de extinción del derecho a pensión previstas en la ley 17.562 y
modificatorias (21.388, 22.611, 23.263 y 23.570) serían aplicables en lo que no se opongan o no
sean contradictorias a lo específicamente normado en este artículo.
Es necesario aclarar dos conceptos distintos, incluidos en estas normas, como son la
pérdida que apunta al no nacimiento del derecho a pensión y la extinción que supone la
existencia de un derecho a pensión y de una causal subsiguiente que provoca la desaparición
de ese derecho.
Así están los divorciados o separados legalmente o separados de hecho por culpa de uno de
los cónyuges o de ambos, excepto respecto del cual exista reserva del derecho a alimentos y
los incursos en causales para suceder o por desheredación.
Entre las causales de extinción de la pensión por fallecimiento, podemos citar: la muerte o
fallecimiento presunto judicialmente declarado del beneficiario, el matrimonio o la vida marital
de hecho para los beneficiarios cuyo derecho dependa de que sean solteros o viudos, la
desaparición definitiva de la incapacidad laboral, el cumplimiento de los 18 años de edad de
los hijos solteros, hijas solteras e hijas viudas, la opción entre dos prestaciones.
De acuerdo con la ley, el derecho a pensión será gozado por la viuda o el viudo, en primer
lugar, entendiéndose por tales a la persona unida al causante por el vínculo legal del
matrimonio, según la ley argentina.
En cuanto a los convivientes, es decir a los hombres y mujeres que sin estar unidos en
matrimonio mantienen una comunidad de habitación y de vida similar a la que existe entre los
cónyuges, pueden excluir a la viuda o al viudo o concurrir con ellos, según los casos. En cuanto
al concepto de "aparente matrimonio" es una cuestión de hecho que supone no sólo la
habitación en el mismo inmueble sino la convivencia pública y la actuación social que ello
implica.
De acuerdo con la ley, los convivientes excluyen al viudo o a la viuda cuando el causante se
hallase separado de hecho y hubiera convivido públicamente en aparente matrimonio durante
por lo menos 5 años inmediatamente anteriores al fallecimiento, que se reducen a dos años
cuando hubiere descendencia reconocida por ambos convivientes, siempre que el cónyuge
supérstite haya sido declarado culpable de la separación personal o del divorcio. En caso
contrario, cuando el o la causante hubieran sido culpables de la separación o del divorcio o
cuando hubieran estado contribuyendo al pago de alimentos, la prestación se otorgará al
cónyuge y al conviviente por partes iguales.
Es mi opinión la información sumaria debe efectuarse ante la ANSeS en todo los casos, con
los mismos recaudos que el decreto exige y la decisión del organismo administrativo podrá
recurrirse ante los Juzgados Federales de la Seguridad Social.
A tal efecto, la convivencia deberá acreditarse conforme los recaudos exigidos por el decreto
1290/94.
Se reconoce el beneficio de pensión de los hijos solteros, las hijas solteras y las hijas viudas,
siempre que no gozaren de jubilación, pensión, retiro o prestación no contributiva, salvo que
optaren por el que acuerda esta ley, tal como lo dijimos más arriba, todos ellos hasta los 18
años de edad. Pero ocurre que la ley se aplica desde los 18 años por lo cual en ninguno de
estos supuestos se podrá estar gozando de beneficio propio y sólo podrían tener un beneficio
derivado del deceso de padres, esposos o convivientes. Como en la ley anterior, se dará muy
pocas veces la hipótesis de hija viuda menor de 18 años.
La ley no contempla el derecho a pensión de las hijas solteras o viudas que hubieren
convivido con el causante en forma habitual y continuada durante los 10 años anteriores a su
deceso, que a ese momento tuvieran cumplida la edad de 50 años y se encontraran a su cargo
(hipótesis del art. 38 inc. 1) b. Ley 18.037).
En cambio, la limitación a los 18 años para los hijos, no rige si se encontraren incapacitados
a la fecha del fallecimiento del causante o a la fecha en que cumplieran 18 años de edad sin
ninguna otra condición como la de estar a cargo o convivir. La incapacidad que tratamos no
está definida en los términos rigurosos y complejos en que se lo ha hecho con relación al
retiro por invalidez (arts. 48 a 52). Y consideramos que lo que debe acreditarse es que en
razón de la incapacidad, el hijo o la hija no pueden ejercer un trabajo productivo en
condiciones de competencia. Es decir que no solamente debe aplicarse el concepto clínico de
incapacidad sino también el económico, pues la norma apunta a subvenir necesidades y por
sobre todo no contiene las limitaciones que expresamente se incluyen con relación al
concepto para definir el derecho al retiro por invalidez. En esta interpretación debe privar el
principio firmemente asentado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en cuanto a que
en las cuestiones previsionales lo esencial es cubrir los riesgos de subsistencia sin extremar los
rigores formales (CSJN "Romagnoli, Marcelo" Fallos T 267 pág. 336, -214-67, entre muchos
otros).
El artículo 323 del Código Civil establece que la adopción plena confiere al adoptado una
filiación que sustituye a la de origen, que no pertenece a su familia biológica y que extingue el
parentesco con los integrantes de ésta y todos los efectos jurídicos del mismo; en
consecuencia, un hijo adoptado en forma plena no tiene derecho a pensión por el
fallecimiento de sus padres biológicos pero sí a la de sus padres adoptivos.
Con respecto a la adopción simple, el artículo 331 del Código referido dispone que los
derechos y deberes que resulten del vínculo biológico del adoptado no se extinguen, por lo
que un hijo adoptado en forma simple mantiene su calidad de derechohabiente al fallecer sus
padres biológicos juntamente con la de sus padres adoptivos.
Por otra parte, la adopción plena, no así la adopción simple, de un hijo beneficiario de la
pensión por fallecimiento de sus padres biológicos produciría la extinción de la misma. El
Departamento de Interpretación Normativa de ANSeS, con fecha 15/6/95 y con respecto a la
ley 19.134, entendió que correspondía dar de baja el beneficio de pensión, originado en el
padre biológico, de una menor adoptada en forma plena, concepto que resulta aplicable ya
que la ley 24.779 vigente en la actualidad no introdujo modificaciones en este tema.
29.25.12. Hijastros
Recuerda que el régimen de reciprocidad jubilatoria fue instituido por el decreto-ley 9316/46
que básicamente se refería a las ex Cajas Nacionales de Previsión, al ex Instituto Municipal de
Previsión Social de la Ciudad de Buenos Aires y a las Cajas e Institutos Provinciales y
Municipales de Jubilaciones y Pensiones que tuvieren establecido un régimen similar (arts. 1, 2
y 3 decreto ley citado; art. 81, Ley 18.037). Se computan los años de servicios prestados en
cualquiera de las Cajas o Institutos de este régimen.
29.27. DECLARACION JURADA DE SERVICIOS CON APORTES
Para el cómputo de los años de servicios con aportes sólo podrá acreditarse mediante
declaración jurada, como máximo, la cantidad de años indicados en la escala del artículo 38 de
la ley 24.241. De la cual resulta:
1994 7 años
1995 7 años
1996 6 años
1997 6 años
1998 5 años
1999 5 años
2000 4 años
2001 4 años
2002 3 años
2003 3 años
2004 2 años
2005 2 años
2006 1 año
2007 1 año
Pero debe tenerse en cuenta que la posibilidad de aplicación supletoria de esa normativa
conlleva a proceder a la formulación de cargos por aportes y contribuciones cuando sea
necesaria la acreditación de tiempo con aportes.
La norma es congruente con el artículo 34 de la ley (texto según L 24.463) que establece el
criterio de compatibilidad absoluta entre el goce de las prestaciones —con excepción de los
regímenes diferenciales y el retiro transitorio por invalidez— y el desarrollo de actividades
laborales.
El artículo 92 bis tuvo una primera redacción en la cual durante el período de prueba el
trabajador y el empleador estaban exentos del pago de aportes personales y contribuciones
patronales al SIJP.
Al dictarse la ley 25.877, su artículo 2 sustituye el artículo 92 bis y se establece que durante
el período de prueba el trabajador tendrá los derechos y obligaciones propios de la categoría o
puesto de trabajo que desempeñe, incluidos los derechos sindicales, con las excepciones
establecidas, y durante este plazo estarán obligados al pago de los aportes y contribuciones
para las obras sociales, asignaciones familiares y cuota correspondiente al régimen vigente de
riesgos del trabajo y, exentos de los correspondientes a jubilaciones y pensiones, Instituto
Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados y Fondo Nacional de Empleo.
Asimismo, la ley 25.877 establece que los trabajadores tendrán derecho, durante este
período a las prestaciones por accidente o enfermedad de trabajo, incluidos los derechos
establecidos para el caso de accidente o enfermedad inculpable, con excepción de lo
prescripto en el cuarto párrafo del art. 212 de la L.C.T. Además queda establecido que, si el
contrato continúa luego del período de prueba, éste se computará como tiempo de servicio a
todos los efectos laborales y de la seguridad social.
El art. 1° de la Ley 26.417 establece que a partir de su entrada en vigencia todas las
prestaciones provisionales otorgadas en virtud de la Ley 24.241, de regímenes nacionales
generales anteriores, de regímenes especiales derogados, o por las ex cajas o institutos
provinciales y municipales de previsión cuyos regímenes fueron transferidos a la Nación se
ajustarán conforme a disposiciones reglamentarias.
Dicho esto, cabe hacer mención a los términos del art. 19 de la Ley 24.463, que imponía la
obligación a los jueces inferiores de aplicar la doctrina de la Corte, hecho éste que se tradujo
en que, en la totalidad de los reclamos por reajustes de haberes, los Juzgados de Primera
Instancia y las tres Salas de la Cámara Federal de Apelaciones ordenaran la aplicación de los
porcentajes establecidos en el Fallo "Chocobar" hasta el mes de marzo de 1995, y a partir de
allí la literal aplicación del art. 7 inc. 2) de la Ley 24.463.
Ahora bien, el 17 de mayo de 2005 el Alto Tribunal cambió su criterio mediante la doctrina
sentada en el Fallo "Sánchez María del Carmen", y considerando ahora, que la Ley de
Convertibilidad no había derogado el sistema de movilidad de las Leyes 18.037/18.038,
restituyó la aplicación del art. 53 de la Ley 18.037 para todas aquellas personas que se
jubilaron por ese régimen. De esta manera, ordenó la aplicación del Indice General de
Remuneraciones hasta el 31 de marzo de 1995 —fecha de entrada en vigencia de la Ley
24.463— y, sin perjuicio de que ratificó los principios básicos de interpretación sentados
acerca de la naturaleza sustitutiva de las prestaciones previsionales (olvidados en "Chocobar"),
nada dijo sobre los períodos posteriores supeditados a la operatividad del art. 7 inc. 2) de
la Ley 24.463.
Ante la realidad imperante en la Argentina a partir del año 2001, la omisión del Poder
Legislativo de disponer a través de la Ley de Presupuesto la movilidad que permitiera
recuperar el carácter sustitutivo del haber previsional y la derogación del art. 19 de la Ley
24.463 mediante el dictado de la Ley 26.025 las tres Salas de la Excma. Cámara Federal de
Apelaciones de la Seguridad Social, en miras del cumplimiento del art. 14 bisCN, se expidieron
en fallos realmente significativos.
La Sala I, en autos "González, Elisa Lucinda c/ANSeS s/ Reajustes Varios" del 16 de junio de
2005, dispuso la aplicación del Fallo "Sánchez María del Carmen" hasta el 31 de marzo de 1995
—esto es, IGR—, con posterioridad y hasta el mes de abril de 1997, variación del AMPO —esto
es, 27% aprox.—, desde abril de 1997 hasta el 31 de diciembre de 2001 no fijó pauta de
movilidad en virtud de la estabilidad económica, y desde el 1° de enero de 2003 dispuso la
aplicación del Indice de Salarios —Nivel General INDEC— en cuanto supere el porcentaje de
confiscatoriedad del 15% en el marco de lo resuelto por la Corte en el fallo "Actis Caporale"
(Fallo 323:4216).
La Sala II, en autos "Ortino, José Angel c/ANSeS s/ Reajustes Varios" del 17 de octubre de
2005, determinó la aplicación de la Encuesta Permanente hasta el 31 de marzo de 1995, no fijó
pautas de movilidad entre el 1° de abril de 1995 y el 31 de diciembre de 2001 y a partir de
enero de 2002 dispuso el Indice del Promedio de Remuneraciones declarado al Sistema
Integrado de Jubilaciones y Pensiones que desde el mes de enero de 2002 hasta el mes de
junio de 2005 tuvo un incremento del 45,50%. Asimismo, el pronunciamiento estableció un
descuento del 10% de confiscatoriedad, motivo por el cual el ajuste final radicó en un 35,50%
aproximadamente.
La Sala III, en autos "Sirombra Lucila Elvira c/ ANSeS s/ Reajustes Varios" de fecha 14 de
septiembre de 2005, estableció la aplicación de la Encuesta Permanente del art. 53 de la Ley
18.037 hasta el 31 de marzo de 1991, el caso "Sánchez María del Carmen" hasta el 31 de marzo
de 1995, no estableció incrementos entre el 1° de abril de 1995 y el 31 de diciembre de 2001, y
desde el 1° de enero de 2002 aplicó un ajuste semestral mediante el Indice del Promedio de
las Remuneraciones declaradas al SIJP informado por el Ministerio de Economía.
Transcurrido el plazo razonable al que refirió la Corte, y ante el silencio del Poder Legislativo
que omitió introducir la cuestión en la Ley de Presupuesto del 2007 —Ley 26.198—, el 26 de
noviembre de ese año, entendió que los aumentos establecidos en la misma no cumplían con
lo que el Tribunal reclamó en su sentencia; por cuanto resultan ser aumentos generales que
no tienen en cuenta el achatamiento de la escala de beneficios y que encontrándose agotado
el plazo al que aludía el anterior pronunciamiento correspondía expedirse sobre las
impugnaciones al sistema instituido por el art. 7 inc. 2) Ley 24.463. De este modo, resuelve:
"...dado que el único aumento en el beneficio jubilatorio del actor que se ha dispuesto durante
el período examinado es insuficiente para reparar su deterioro, corresponde declarar en el
caso la inconstitucionalidad del régimen de movilidad aplicable y ordenar su sustitución y el
pago de las diferencias pertinentes...". Entonces, para el período que comienza el 1° de enero
de 2002 y finaliza el 31 de diciembre de 2006 la Corte ordena la utilización del Nivel General
del Indice de Salarios elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos tachando de
inconstitucional para el caso concreto el art. 7 inc. 2) de la Ley 24.463, autorizando que al
porcentaje de ajuste final le sean deducidos los aumentos generales que se hubieran otorgado
en virtud del Dec.764/06.
La misma persona no podrá ser titular de más de 1 (una) Prestación Básica Universal y, en
caso de corresponder, de más de 1 (una) Prestación Compensatoria, ni más de 1 (una)
Prestación Adicional por Permanencia, debiendo optar por cada una de ellas.
2) El reingresado tiene la obligación de efectuar los aportes que en cada caso correspondan,
los que serán destinados al Fondo Nacional de Empleo.
3) Los nuevos aportes no darán derecho a reajustes o mejoras en las prestaciones originarias.
El artículo 13 de la Ley 24.476 establece que los trabajadores autónomos que al 15 de julio
de 1994 eran beneficiarios de prestaciones de jubilación ordinaria o por edad avanzada, o a
esa fecha reunían los requisitos para obtener dichos beneficios, no están obligados a efectuar
aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino.
Pero las nuevas actividades no dan derecho a reajuste del haber de las prestaciones que se
gozaban, lo que resulta injusto pues se pierden aportes efectuados al régimen previsional,
resultante del trabajo personal sin razón que lo justifique. Dichos aportes van al Fondo
Nacional de Empleo según el texto del artículo 34 modificado por la Ley 24.463.
Los afiliados que se encontraren gozando del beneficio de la jubilación ordinaria parcial
prevista en el derogado artículo 52, inciso c) de la Ley 14.473 y estuvieran en actividad al 15 de
julio de 1994, podrán continuar en ésta hasta alcanzar los requisitos necesarios para acceder a
las prestaciones del régimen previsional, en cuyo momento se suspenderá el pago del haber
correspondiente a la jubilación parcial (Art.4°, L.24.347).
El art. 55 instaura la aplicación de los topes al régimen implementado por la Ley N° 18.037.
Así lo reafirmó en el fallo "Actis Caporale, Loredano Luis Adolfo c/ INPS Caja Nacional de
Previsión para la Industria, Comercio y Actividades Civiles s/ Reajustes por movilidad",
19/8/1999.
En este sentido, se sostuvo que "resulta comprobado el perjuicio concreto que ocasionó la
aplicación del sistema de topes en medida tal que la merma del haber resulta confiscatoria de
acuerdo con la doctrina del Tribunal [...]".
En conclusión, debe quedar demostrado que la aplicación del tope resulte confiscatorio para
poder declararse la inconstitucionalidad del art. 55 de la Ley N° 18.037.
Fue así como la jurisprudencia pospuso el tratamiento del art. 55 de la ley 18.037 para el
momento de efectuarse la liquidación correspondiente en función de los criterios efectuados
por el fallo, en la oportunidad en la que realmente podía ponderarse si existía perjuicio
concreto, completándose en esa oportunidad el fallo que de alguna manera había quedado
"abierto". En los casos que correspondiese, y por aplicación de la doctrina del citado caso
"Actis Caporale" antes citado, se resolvía la cuestión.
Según Brito Peret, actualización (o indexación, término éste todavía resistido por razones de
orden idiomático) es la revalorización monetaria de haberes o sumas cuyo pago se produce
con atraso, es decir, que no fueron puestos a disposición de los interesados en su debido
momento.
También el Dr. Brito Peret se refiere a este tema y dice que es la modificación periódica del
quantum de las prestaciones previsionales, en función de las variaciones del nivel general de
las remuneraciones de los trabajadores dependientes en la actualidad.
El distingo de estos conceptos, que evidentemente tienen causas y fines distintos, aunque
en algunos aspectos tienen matices semejantes, fue el que motivó a los tribunales a
interpretar de distintas maneras la Ley de Convertibilidad N° 23.928, que prohibía todo tipo de
actualización; ¿mover la remuneración es lo mismo que actualizarla?
La Ley fija los aportes de los trabajadores dependientes en el 11% de sus remuneraciones y
la contribución patronal en el 16%. En cuanto a los trabajadores autónomos, el aporte consiste
en el 27% sobre los niveles de rentas de referencia.
a) Capacidad contributiva.
El art. 3° de la Ley N° 26.417 B.O. 16/10/2008, dispone que las rentas de referencia que se
establecen en el artículo 8° de la Ley 24.241 y sus modificatorias se ajustarán conforme la
evolución del índice previsto en el artículo 32 de la mencionada ley, con la periodicidad que
establezca el Poder Ejecutivo nacional.
Debe entenderse que los topes mencionados tienen como referencia cada una de las
actividades cumplidas en relación de dependencia consideradas por separado y la totalidad de
los ingresos como autónomos. Vale decir que se debe aportar sobre todos los ingresos.
Son obligaciones de los empleadores, sin perjuicio de las demás establecidas en la presente
ley:
j) En general, dar cumplimiento en tiempo y forma a las demás disposiciones que la presente
ley establece, o que la Autoridad de Aplicación disponga.
Las reparticiones y organismos del Estado mencionados en el apartado 1 del inciso a) del
artículo 2°, están también sujetos a las obligaciones enumeradas precedentes.
Y DE LOS BENEFICIARIOS
a) Son obligaciones de los afiliados en relación de dependencia, sin perjuicio de las demás
establecidas en la presente ley:
1) Suministrar los informes requeridos por la Autoridad de Aplicación, referentes a su
situación frente a las leyes de previsión.
2) Presentar al empleador la declaración jurada a la que se refiere el inciso h) del artículo 12,
y actualizar la misma cuando adquieran el carácter de beneficiarios de jubilación, pensión,
retiro o prestación no contributiva, en el plazo y con las modalidades que la Autoridad de
Aplicación establezca.
b) Son obligaciones de los afiliados autónomos, sin perjuicio de las demás establecidas en la
presente ley:
2) Suministrar todo informe referente a su situación frente a las leyes de previsión y exhibir
los comprobantes y justificativos que la Autoridad de Aplicación les requiera en ejercicio
de sus atribuciones, y permitir las inspecciones, investigaciones, comprobaciones y
compulsas que aquélla ordene en los lugares de trabajo, libros, anotaciones, papeles y
documentos.
c) Son obligaciones de los beneficiarios, sin perjuicio de las demás establecidas en la presente
ley:
El empleador que conociendo que el beneficiario se halla en infracción a las normas sobre
incompatibilidad no denunciara esta circunstancia a la Autoridad de Aplicación, se hará pasible
de una multa equivalente a 10 (diez) veces lo percibido indebidamente por el beneficiario en
concepto de haberes previsionales. El hecho de que el empleador no practique las retenciones
en concepto de aportes hace presumir, cuando el trabajador fuere beneficiario de prestación
previsional, que aquél conocía la circunstancia señalada precedentemente.
La ley contempla en el artículo 132 las infracciones a los deberes enunciados en los incisos
a) inscripción como empleador y comunicación de toda modificación en su situación, b) dar
cuenta a la autoridad de aplicación de las bajas que se produzcan en el personal, e) remitir a la
autoridad de aplicación las planillas de sueldos y aportes correspondientes al personal, e i)
denunciar a la autoridad de aplicación todo hecho o circunstancia concerniente a los
trabajadores que afecten o puedan afectar el cumplimiento de las obligaciones que a éstos y a
los empleadores imponen las leyes nacionales de previsión. Estos incumplimientos son
considerados delitos que se configuran cuando el obligado no diera cumplimiento a los
deberes aludidos dentro de los 30 días de notificada la intimación respectiva en su domicilio
real o en el asiento de sus negocios. Adelantamos que para la configuración del tipo penal se
requiere el dato objetivo del incumplimiento y la mera culpa o negligencia. Las sanciones son
de prisión de 15 días a un año.
A los fines del encuadramiento del socio como afiliado obligatorio en relación de
dependencia, no es un factor determinante la eventual presencia de las notas que caracteriza
este tipo de relación para el régimen de contrato de trabajo. Esto se comprueba con la
exclusión de ciertos socios de la relación de dependencia obligatoria en función de los otros
parámetros que valora el artículo 2° inciso d) de la ley 24.241.
El vínculo familiar, que debe ser entre la totalidad de los socios de la sociedad, y que
incorpora a los socios en la afiliación obligatoria autónoma es el parentesco de hasta el
segundo grado de consanguinidad o afinidad.
En cuanto a la participación de cada uno de los socios en la sociedad que surge de dividir el
número 100 por el número total de socios de la sociedad, el resultado obtenido es el elemento
con el que se compara la participación del socio cuya afiliación es preciso determinar: si su
participación es inferior a ese promedio es un afiliado obligatorio en relación de dependencia
y si su participación es igual o superior al mismo es un afiliado obligatorio autónomo.
La D.G.I. (hoy AFIP) mediante providencia D.A.N.L.S.S N° 34/96 se expidió con relación al
encuadramiento de los socios en los distintos tipos de sociedades y por Resolución General N°
4328/97 respecto a los asociados a cooperativas de trabajo.
La ley 26.063, en su artículo 8 dispone que en los casos en que no sea de aplicación la
presunción indicada en el art. 5° inciso b), las personas físicas o las empresas que contraten a
cooperativas de trabajo serán solidariamente responsables de las obligaciones que, para con
el Sistema Único de Seguridad Social se hayan devengado por parte de los asociados de dichas
cooperativas durante los períodos comprendidos en la respectiva contratación hasta el monto
facturado por la cooperativa si la prestación facturada se corresponde con una actividad que
genera ganancias gravadas en los términos de la ley de impuesto a las ganancias y por rentas
de cualquier naturaleza, a favor del dador de trabajo.
En tal orden, el art. 40 dispone que "En materia de seguridad social se presumirá, salvo
prueba en contrario, que la prestación personal que se efectúa a través de un trabajador se
realiza en virtud de un contrato laboral pactado, sea expresa o tácitamente por las partes".
Asimismo, el art. 5° , establece que "a los efectos de lo dispuesto en el artículo anterior,
podrá tomarse como presunción general que:... b) los asociados a la cooperativa de trabajo
son empleados en relación de dependencia de quien utilice sus servicios para la consecución
del objetivo principal de su propia actividad".
La inexigibilidad del pago de estos aportes autónomos puede ser opuesta en cualquier
tiempo a todo requerimiento administrativo de estas obligaciones.
Los años comprendidos en el supuesto que trato no son computados como tiempo de
servicios ni como años de servicios con aporte para el otorgamiento de las prestaciones
previsionales.
29.50.1. Concepto
29.50.2. Requisitos
Para tener derecho a esta prestación, se requiere el cumplimiento de los mismos requisitos
de edad y de servicios previstos para la PBU, es decir, que los hombres hubieran cumplido 65
años de edad, las mujeres 60 y que ambos acrediten 30 años de servicios con aportes
computables en uno o más regímenes comprendidos en el sistema de reciprocidad.
El requisito del inc. c) es aclarado por el Dec. 526/95 en el punto 8 de la reglamentación del
art. 97, al disponer que el retiro transitorio por invalidez se extingue y es sustituido por la
Prestación Básica Universal cuando el afiliado reúne los requisitos de esta prestación. En tal
orden, el inciso c) del art. 23 se aplica íntegramente respecto del Retiro Definitivo por Invalidez
como requisito para el otorgamiento de la Prestación Compensatoria.
29.51. AUTORIDAD DE APLICACION, FISCALIZACION Y CONTROL
La ley 24.576 dispone que en el certificado de trabajo que el empleador está obligado a
entregar a la extinción del contrato de trabajo debe constar además de lo prescripto en el
artículo 80 de la L.C.T., la calificación profesional obtenida en el o los puestos de trabajo
desempeñados, hubiere o no cumplido el trabajador acciones regulares de capacitación.
Dichas certificaciones, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 275 de la Ley 24.522, son
expedidas por el síndico de la quiebra según constancias de la contabilidad de la fallida.
a) Las obligaciones del empleador relacionadas con las bajas de personal, la remisión de
planillas de sueldos y aportes.
b) Las obligaciones del empleador respecto de la denuncia de todo hecho o circunstancias que
afecte el cumplimiento de las obligaciones impuestas a los trabajadores y empleadores.
f) Las obligaciones de los afiliados autónomos de dar cumplimiento en tiempo y forma a las
disposiciones emergentes de la Ley 24.241 y las que disponga la autoridad de aplicación.
29.52. DENUNCIAS
La resolución conjunta (DGI) 21/94 y (ANSeS) 723/94, convalidadas por Res. Conj. 1/02
INARSS y 1/02 AFIP regula el procedimiento y especifica los requisitos para la presentación de
las denuncias por incumplimiento de las obligaciones a cargo de los empleadores. El artículo
4° de la resolución aclara que sin perjuicio de que las denuncias que no reúnan los requisitos
requeridos no recibirán el trámite establecido en el artículo 13, inc. a) de la Ley 24.241, la
Administración Nacional de la Seguridad Social y AFIP pueden producir las fiscalizaciones y/o
acciones dentro del ámbito de sus competencias específicas que consideren necesarias. La
utilización del modelo de denuncia es optativa para el denunciante.
CAPITULO XXX
PRESTACIONES NO CONTRIBUTIVAS
En el sistema de seguridad social argentino hay prestaciones contributivas, que son las
incluidas en el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, financiadas principalmente con
las cotizaciones de los trabajadores y de los empleadores, y prestaciones no contributivas que
no requieren tributación previa para su obtención, por ser de carácter asistencial y que son
financiadas con recursos provenientes de rentas generales.
La ley 24.241 elevó las edades requeridas para la obtención de algunas de las prestaciones
no contributivas del segundo grupo y en el artículo 184 dispone que tal elevación de la edad se
produzca en forma gradual.
Las pensiones graciables propiamente dichas, que eran las otorgadas "por gracia del
príncipe", en nuestra legislación son acordadas por el Congreso en la ley de presupuesto, por
un período de diez años prorrogables.
Para acceder a estas pensiones graciables no es necesario acreditar ningún requisito, ya que
su otorgamiento sólo depende de la voluntad del legislador y su percepción es compatible con
cualquier otro beneficio.
30.2. PENSIONES GRACIABLES DE LEYES ESPECIALES
Las pensiones graciables de leyes especiales son consecuencia de leyes dictadas con el
objeto de proteger, premiar o reconocer hechos o actividades de los potenciales beneficiarios.
En tal sentido se dictaron distintas normas, entre ellas:
l Por el lapso de diez años prorrogables, los mayores de 70 años o incapacitados que carezcan
de medios decorosos de vida y que no tuvieren parientes obligados en condiciones de
suministrárselos y que hubieren prestado servicios de carácter extraordinario o eminente a
la Nación, militares o civiles en guerras internacionales anteriores a 1870 o en la conquista
del desierto, militares o civiles durante diez años como mínimo (ley 13.337 y modificatorias y
se aplica el gradualismo de edad del artículo 184 de la ley 24.241).
l Por el lapso de diez años prorrogables, los ciudadanos que estando bajo bandera se
incapaciten para el trabajo a consecuencia de accidente y enfermedad consecuente, o
combatientes invalidados en guerras internacionales en que la Nación hubiera participado
(ley 13.337 y modificatorias).
l Por el lapso de diez años prorrogables los familiares de las personas que intervinieron en
guerras y fallecieron en actos de servicio o por enfermedad consecuente (ley 13.337 y
modificatorias).
l Pensión mensual vitalicia para las personas que hayan obtenido u obtengan en el futuro el
primer premio nacional en ciencias o en letras, que acrediten 60 años. Sólo pueden obtener
una prestación de este tipo, aunque el titular hubiera sido acreedor a más de un premio (ley
16.516).
l Asignación mensual vitalicia para los que obtuvieron el Premio Nobel (ley 19.211 reformada
por ley 21.607).
l Pensión mensual vitalicia para los artistas de artes plásticas y arquitectura que hayan
obtenido u obtengan en el futuro el máximo galardón que la Nación otorga anualmente (ley
20.733).
l Asignación mensual vitalicia para sacerdotes seculares del culto católico, apostólico, romano,
con 70 años de edad o incapacitados que se hubieren desempeñado en el país por lapso no
inferior a cinco años y que no estén amparados por el régimen contributivo o no
contributivo (leyes 22.430, 23.966 y 24.019).
l Pensión mensual vitalicia para las madres de siete hijos nacidos vivos o adoptados (en forma
simple o plena), de nacionalidad argentina o naturalizada con residencia mínima y
continuada en el país de un año antes del pedido o de nacionalidad extranjera con
residencia mínima y continuada en el país de quince años antes del pedido (ley 23.746).
l Pensión vitalicia para los maestros del deporte, que son aquellas personas que han logrado
títulos olímpicos, y deben acreditar 60 ó más años de edad y no poseer ingresos mensuales
superiores a cinco haberes mínimos jubilatorios (ley 23.891 y se aplica el gradualismo de
edad del artículo 184 de la ley 24.241).
l Asignación mensual vitalicia para los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que
deben acreditar como mínimo 4 años en el ejercicio del cargo o 65 años de edad o treinta
años de servicios o veinte años de servicios con aportes en regímenes de reciprocidad (ley
24.018 y se aplica el gradualismo de edad del artículo 184 de la ley 24.241).
l Integrantes de las dotaciones en las islas Orcadas del Sur y archipiélago Melchior (ley 24.346).
30.3. PENSIONES POR VEJEZ O INVALIDEZ
Las personas mayores de 70 años, argentinas, naturalizadas o extranjeras con diez años de
residencia mínima y continuada en el país anteriores a la solicitud, que carecen de recursos
suficientes (ley 13.478 y modificatorias).
La norma que regula cada uno de los distintos tipos de pensiones no contributivas,
establece a cuáles derechohabientes se les extenderá el derecho en caso de fallecimiento del
titular.
3) ¿Cuáles son los motivos del acuerdo de las pensiones graciables de leyes especiales?
4) ¿Cuáles son los requisitos para acceder a las pensiones de vejez o invalidez?
CAPITULO XXXI
A LA PROTECCION DE LA SALUD
Esta ley modificaba el régimen jurídico de las obras sociales, ya que todas
las obras sociales, a través de los entes que se constituirían pasaban a ser
estatales; estos entes, que nunca se crearon, hubieran sido los encargados
de la administración del servicio de salud. Asimismo, determinaba que los
sindicatos debían llevar una administración y contabilidad separada de los
fondos sindicales y de las obras sociales para posibilitar la individualización
de distintos patrimonios y que las autoridades de la asociación profesional
sólo podían realizar actos de administración y conservación de los bienes;
para la disposición de los bienes inmuebles y muebles registrables debían
requerir la autorización del Instituto Nacional de Obras Sociales.
1) Recaudatorios
2) Prestacionales
3) Inclusión de beneficiarios
El artículo 13 del Anexo I del decreto 576/93 establece que las personas
designadas para dirigir y/o administrar obras sociales, deben presentar a la
Dirección Nacional de Obras Sociales (hoy Superintendencia de Servicios de
Salud) la siguiente documentación:
La ley 23.660, en su artículo 11, prescribe que cada obra social debe
elaborar su propio estatuto —ajustado a lo normado en la ley y en las
normas complementarias— y presentarlo ante la Dirección Nacional de
Obras Sociales (hoy Superintendencia de Servicios de Salud).
31.4.5. Beneficiarios
a) Vínculo.
8) El cónyuge del afiliado titular, los hijos y los menores bajo tutela
o guarda, cuando fallece el beneficiario titular y los convivientes
mantienen el derecho a las prestaciones de la obra social por
tres meses, vencidos los cuales pueden optar por continuar
como beneficiarios teniendo a su cargo efectuar los aportes y
contribuciones que le hubiere correspondido al beneficiario
titular.
El Sistema Nacional del Seguro de Salud fue instituido por ley 23.661 con
los alcances del seguro social, a efectos de lograr el pleno goce del derecho
a la salud para todos los habitantes del país sin discriminación social,
económica, cultural o geográfica. Este régimen reafirma el carácter del
Estado como conductor, coordinador y controlador de las acciones
tendientes a asegurar las prestaciones de salud.
Por decreto 492/95 se estableció que el agente del seguro de salud que
no garantice a la totalidad de sus beneficiarios las prestaciones del
Programa Médico Obligatorio debe fusionarse. En el caso de no realizarse
la fusión voluntaria, a pesar de no encontrarse en condiciones de cumplir el
Programa Médico Obligatorio, la Superintendencia de Servicios de Salud
puede decidir acerca de la fusión de los distintos agentes del seguro de
salud.
31.5.6. Prestaciones
Las prestaciones de salud deben ser otorgadas por los agentes del seguro
de acuerdo con las políticas nacionales de salud que dicte el Ministerio de
Salud y Acción Social.
31.6. FINANCIACION
Censo de empleadores
Las formas de la libre elección fueron modificadas tanto para los afiliados
activos como los afiliados pasivos por el decreto 504/98, vigente desde el 22
de mayo de 1998, que derogó a la resolución (M.S. y A.S.) 633/96 y al
decreto 84/97.
La opción de cambio sólo puede ser ejercida por los afiliados titulares a
las obras sociales indicadas en los incisos a), c), d), f), h) del artículo 1° de
la ley 23.660:
Alcance de la opción
La opción de cambio de obra social que ejerce el afiliado titular
comprende obligatoriamente a todos los beneficiarios comprendidos en
el artículo 9° de la ley 23.660, es decir:
La opción de cambio puede ejercerse sólo una vez al año durante todo el
año calendario y se hará efectiva a partir de primer día del tercer mes
posterior a la presentación de la solicitud.
DE CONTINUIDAD DE LA COBERTURA
Procedimiento
Una vez notificada la baja del Registro Nacional de Agentes del Seguro, la
Superintendencia de Servicios de Salud deberá intimar al agente dado de
baja a solicitar su propia quiebra en los términos establecidos por la ley
24.522 en un plazo máximo de sesenta días.
Procedimiento de crisis
BIBLIOGRAFIA
CHIRINOS, BERNABÉ LINO,"Tratado de la Seguridad Social", T. II, Ed. La Ley,
2010.
CAPITULO XXXII
ASIGNACIONES FAMILIARES
32.1. Subsistemas. - 32.2. Exclusiones. - 32.3. Antigüedad. - 32.4. Prestaciones para los
trabajadores comprendidos en el subsistema contributivo o de reparto. - 32.4.1.
Asignación por hijo. - 32.4.2. Asignación universal por hijo para la protección social.
Reglamentación. - 32.4.3. Asignación por hijo discapacitado. - 32.4.4. Asignación
prenatal. - 32.4.5. Asignación por ayuda escolar anual para la educación básica y
polimodal. - 32.4.6. Asignación por maternidad. - 32.4.7. Asignación por nacimiento. -
32.4.8. Asignación especial por nacimiento de hijo con síndrome de down. - 32.4.9.
Asignación por adopción. - 32.4.10. Asignación por matrimonio. - 32.4.11. Montos
diferenciales. - 32.5. Prescripción. - 32.6. Prestaciones de los beneficiarios del
subsistema no contributivo. - 32.6.1. Asignación por cónyuge. - 32.6.2. Asignación por
hijo. - 32.6.3. Asignación por hijo con discapacidad. - 32.6.4. Asignación por ayuda
escolar anual para la educación básica y polimodal. - 32.6.5. Situaciones especiales. -
32.6.5.1. Beneficiarios menores de edad. - 32.6.5.2. Beneficiarios del S.I.P.A. que
desempeñan actividades remuneradas. - 32.6.6. Montos diferenciales. -32.7.
Pluricobertura. - 32.8. Pago. - 32.9. Ley 24.714. 32.10. Guía de análisis.- Bibliografía.
32.1. SUBSISTEMAS
32.2. EXCLUSIONES
Remuneración mínima
Este mínimo no es aplicable en los casos de asignación por maternidad y por hijo
discapacitado.
32.3. ANTIGÜEDAD
En cuanto a las distintas asignaciones y a su régimen de pago remito a los términos de la ley
24.714, sin perjuicio del cual sintetizaré algunos aspectos de dichas asignaciones.
La asignación por hijo consiste en el pago de una suma mensual por cada hijo menor de 18
años de edad que se encuentra a cargo del trabajador y se abona por cada hijo que resida en
el país, soltero, propio, del cónyuge, matrimonial o extramatrimonial, aunque éste trabaje en
relación de dependencia.
La Asignación Universal por Hijo, creada por Dec. 1602/09 y que se paga a partir del 1º de
diciembre del mismo año, es una prestación monetaria no retributiva de carácter mensual que
se abona a uno solo de los padres, al curador, al tutor o al pariente por consanguinidad hasta
el tercer grado por cada menor de 18 años que se encuentra a su cargo o sin límite de edad
cuando se trate de un hijo discapacitado.
Están incluidos los trabajadores no registrados (art. 7ley 24.013), que ganen menos del
Salario Mínimo Vital y Móvil, los desocupados, el servicio domestico y al monotributista social.
a) El menor debe ser argentino, hijo de argentino nativo o por adopción, naturalizado o
residente, con residencia legal en el país no inferior a tres años previos a la solicitud.
b) Se debe acreditar la identidad del titular del beneficio y del menor mediante Documento
Nacional de Identidad.
d)La acreditación de la condición de discapacidad será determinada en los términos del art.
2º de la ley 22.431, certificada por autoridad competente.
e) Hasta los cuatro años de edad inclusive, deberá acreditarse el cumplimiento de los
controles sanitarios y del plan de vacunación obligatorio; desde los cinco años de edad y
hasta los dieciocho deberá acreditarse además la concurrencia de los menores de forma
obligatoria a establecimientos educativos públicos.
f) El titular del beneficio deberá presentar una declaración jurada relativa al cumplimiento de
los requisitos exigidos (vacunación y educación ) y a las calidades invocadas; de
comprobarse falsedad de algunos de estos datos, se producirá la perdida del beneficio, sin
perjuicio de las sanciones que correspondan.
DECRETO 1602/2009
Régimen. Subsistema no contributivo de Asignación Universal, por hijo para protección social.
Incorporación.
VISTO las Leyes Nros. 24.714 y 26.061 y el Decreto Nº897 del 12 de julio de 2007, y
CONSIDERANDO:
Que los más diversos sectores políticos y sociales han expresado su predisposición
favorable a la adopción de políticas públicas que permitan mejorar la situación de los menores
y adolescentes en situación de vulnerabilidad social.
Que a través de la Ley Nº 24.714 se instituyó con alcance nacional y obligatorio un Régimen
de Asignaciones Familiares.
Que dicha norma abarca a los trabajadores que presten servicios remunerados en relación
de dependencia en la actividad privada, cualquiera sea la modalidad de contratación laboral y
a los beneficiarios tanto del Sistema Integrado Previsional Argentino como de regímenes de
pensiones no contributivas por invalidez.
Que, en el régimen establecido por la ley citada se encuentran previstas, entre otras, la
asignación por hijo consistente en el pago de una suma mensual por cada hijo menor de 18
años que estuviere a cargo del beneficiario, así como la asignación por hijo con discapacidad.
Que la Ley Nº 26.061 tiene por objeto la Protección Integral de los Derechos de las Niñas,
Niños y Adolescentes que se encuentren en el territorio de la República Argentina, para
garantizar el ejercicio y disfrute pleno, efectivo y permanente de aquéllos reconocidos en el
ordenamiento jurídico nacional y en los Tratados Internacionales en los que la Nación sea
parte.
Que por el artículo 3º de dicha norma se entiende por interés superior de aquéllos a quienes
protege la máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías que a ellos se
les reconoce, entre los que se encuentran el derecho a la obtención a una buena calidad de
vida, a la educación y a obtener los beneficios de la Seguridad Social.
Que cabe agregar que el artículo 26 de la Ley Nº 26.061 dispone que los organismos del
Estado deberán establecer políticas y programas para la inclusión de las niñas, niños y
adolescentes, que consideren la situación de los mismos, así como de las personas que sean
responsables de su mantenimiento.
Que, si bien las políticas de estado llevadas a cabo han producido una mejora en la situación
económica y financiera del país reduciendo los niveles de pobreza y de marginalidad
alcanzándose, asimismo, un importante incremento del nivel ocupacional, subsisten
situaciones de exclusión de diversos sectores de la población que resulta necesario atender.
Que la referida Asignación Universal por Hijo para Protección Social consistirá en una
prestación monetaria no retributiva de carácter mensual, que se abonará a uno solo de los
padres, tutor, curador o pariente por consanguinidad hasta el tercer grado por cada menor de
DIECIOCHO (18) años que se encuentre a su cargo o sin límite de edad cuando se trate de un
hijo discapacitado.
Que, como el resto de los beneficios de la Ley Nº 24.714, la asignación que se crea será
financiada con los recursos previstos en el artículo 18 de la Ley Nº 24.241.
Que estos recursos se han fortalecido a partir de las inversiones que se han efectuado de
los fondos que constituyen el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado
Previsional Argentino creado por el Decreto Nº 897/07 y de la rentabilidad anual obtenida,
resultando posible dar sustento al financiamiento de la Asignación Universal por Hijo para
Protección Social, que por el presente se instituye.
Que el otorgamiento del beneficio se somete a requisitos que deberán acreditarse para
garantizar la universalidad y a la vez preservar la transparencia, condicionándolo al
cumplimiento de los controles sanitarios obligatorios para menores y a la concurrencia al
sistema público de enseñanza.
Que, forzoso es decirlo, esta medida por sí no puede garantizar la salida de la pobreza de
sus beneficiarios y no puede ubicarse allí toda la expectativa social, aunque resultará,
confiamos, un paliativo importante. Queremos evitar entonces el riesgo de depositar la ilusión
de que con una sola medida se puede terminar con la pobreza.
Que, como se ha destacado, una medida de tal naturaleza tiene sin embargo una indudable
relevancia en cuanto significa más dinero en los bolsillos de los sectores más postergados. No
implica necesariamente el fin de la pobreza, pero inocultablemente ofrece una respuesta
reparadora a una población que ha sido castigada por políticas económicas de corte
neoliberal.
Que la clave para una solución estructural del tema de la pobreza sigue afincada en el
crecimiento económico y la creación constante de puestos de trabajo. El trabajo decente sigue
siendo el elemento cohesionante de la familia y de la sociedad, que permite el desarrollo de la
persona.
Que la mejor política social de promoción y articulación del tejido social es el trabajo que,
sumado a la educación, la salud, la modernización o creación de infraestructura, servicios
básicos y viviendas, permitirá mejorar las condiciones de vida y avanzar sobre el núcleo más
duro de la pobreza, consolidando progresivamente un desarrollo humano integral, sostenible
e incluyente.
Que la Ley Nº 26.122, regula el trámite y los alcances de la intervención del H. CONGRESO DE
LA NACION respecto de los Decretos de Necesidad y Urgencia dictados por el PODER
EJECUTIVO NACIONAL, en virtud de lo dispuesto por el artículo 99 inciso 3 de la CONSTITUCION
NACIONAL.
Que la citada ley determina, que la Comisión Bicameral Permanente tiene competencia para
pronunciarse respecto de la validez o invalidez de los decretos de necesidad y urgencia, así
como elevar el dictamen al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento, en el plazo
de DIEZ (10) días hábiles.
Que el artículo 20 de la Ley Nº 26.122 prevé incluso que, en el supuesto que la Comisión
Bicameral Permanente no eleve el correspondiente despacho, las Cámaras se abocarán al
expreso e inmediato tratamiento del decreto, de conformidad con lo establecido en los
artículos 99, inciso 3 y 82 de la CONSTITUCION NACIONAL.
Que, por su parte, el artículo 22 de la misma ley dispone que las Cámaras se pronuncien
mediante sendas resoluciones y que el rechazo o aprobación de los decretos deberá ser
expreso conforme lo establecido en el artículo 82 de la Carta Magna.
Que la presente medida se dicta en uso de las facultades que otorga el artículo 99, inciso 3,
de la CONSTITUCION NACIONAL y de los artículos 2º, 19 y 20 de la Ley Nº 26.122.
Por ello,
"c) Un subsistema no contributivo de Asignación Universal por Hijo para Protección Social,
destinado a aquellos niños, niñas y adolescentes residentes en la República Argentina, que no
tengan otra asignación familiar prevista por la presente ley y pertenezcan a grupos familiares
que se encuentren desocupados o se desempeñen en la economía informal".
"c) Las que correspondan al inciso c) del artículo 1º de esta ley con los siguientes recursos:
2. Los rendimientos anuales del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado
Previsional Argentino creado por el Decreto Nº 897/07 y modificatorios."
Art. 4º — Incorpórase como inciso i) del Artículo 6º de la Ley Nº 24.714 y sus modificatorios,
el siguiente:
"ARTICULO 14 bis. — La Asignación Universal por Hijo para Protección Social consistirá en
una prestación monetaria no retributiva de carácter mensual, que se abonará a uno solo de
los padres, tutor, curador o pariente por consanguinidad hasta el tercer grado, por cada
menor de DIECIOCHO (18) años que se encuentre a su cargo o sin límite de edad cuando se
trate de un discapacitado; en ambos casos, siempre que no estuviere empleado, emancipado
o percibiendo alguna de las prestaciones previstas en la Ley Nº 24.714, modificatorias y
complementarias.
Esta prestación se abonará por cada menor acreditado por el grupo familiar hasta un
máximo acumulable al importe equivalente a CINCO (5) menores."
"ARTICULO 14 ter. — Para acceder a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social,
se requerirá:
a) Que el menor sea argentino, hijo de argentino nativo o por opción, naturalizado o residente,
con residencia legal en el país no inferior a TRES (3) años previos a la solicitud.
b) Acreditar la identidad del titular del beneficio y del menor, mediante Documento Nacional
de Identidad.
f) El titular del beneficio deberá presentar una declaración jurada relativa al cumplimiento de
los requisitos exigidos por la presente y a las calidades invocadas, de comprobarse la
falsedad de algunos de estos datos, se producirá la pérdida del beneficio, sin perjuicio de las
sanciones que correspondan.
Art. 7º — Incorpórase como inciso k) del artículo 18 de la Ley Nº 24.714 y sus modificatorios:
"inciso k) Asignación Universal por Hijo para Protección Social: la mayor suma fijada en los
incisos a) o b), según corresponda.
El OCHENTA POR CIENTO (80%) del monto previsto en el primer párrafo se abonará
mensualmente a los titulares de las mismas a través del sistema de pagos de la
ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES).
El restante VEINTE POR CIENTO (20%) será reservado en una Caja de Ahorro a nombre del
titular en el BANCO DE LA NACION ARGENTINA percibido a través de tarjetas magnéticas
emitidas por el banco, sin costo para los beneficiarios.
Las sumas podrán cobrarse cuando el titular acredite, para los menores de CINCO (5) años,
el cumplimiento de los controles sanitarios y el plan de vacunación y para los de edad escolar,
la certificación que acredite además, el cumplimiento del ciclo escolar lectivo correspondiente.
Art. 11. — El presente decreto comenzará a regir a partir del 1º de noviembre de 2009.
Art. 12. — Dése cuenta a la Comisión Bicameral Permanente del HONORABLE CONGRESO
DE LA NACION.
Art. 13. — Comuníquese, publíquese, dese a la DIRECCION NACIONAL DEL REGISTRO
OFICIAL y archívese. - FERNANDEZ DE KIRCHNER. - Aníbal D. Fernández. - Aníbal F. Randazzo. -
Jorge E. Taiana. - Nilda C. Garré. - Amado Boudou. - Débora A. Giorgi. - Julián A. Dominguez. -
Julio M. De Vido. - Julio C. Alak. - Carlos A. Tomada. - Alicia M. Kirchner. - Juan L. Manzur. -
Alberto E. Sileoni. - José L. S. Barañao.
Artículo 1º — Entiéndese por grupo familiar a los fines del artículo 1º del Decreto Nº
1602/09, al niño, adolescente y/o persona discapacitada que genera la asignación y a la
persona o personas relacionadas que tienen al mismo a su cargo, dentro del marco
establecido en el artículo 14 bis de la Ley Nº 24.714, incorporado por el artículo 5º del Decreto
Nº 1602/09.
Art. 2º — La Asignación Universal por Hijo para Protección Social será percibida por quien
resulte titular, cuando las personas a cargo del grupo familiar sean monotributistas sociales,
se encuentren desocupados o desempeñándose en la economía informal con un ingreso
inferior al salario mínimo vital y móvil y siempre que no se encuentren alcanzados por alguna
de las incompatibilidades mencionadas en el articulo 9º del Decreto Nº 1602/09.
Art. 5º — Para acceder a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social el titular y el
niño, adolescente y/o persona discapacitada deberán residir en la República Argentina, ser
argentinos, nativos o naturalizados, o con residencia legal en el país no inferior a tres (3) años
previos a la solicitud.
Art. 6º — La liquidación y pago de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social se
realizará con la información que se encuentra registrada en las bases de datos de ANSES y con
la información que a partir de la vigencia de la presente se recepte por los diversos
mecanismos que se determinen a través de la formalización de convenios con Provincias,
Municipios y Organismos Públicos. Asimismo, se considerarán los informes sociales que los
profesionales del MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL generen, a los efectos y en las
condiciones que oportunamente acuerden ANSES y dicho Ministerio.
Art. 7º — La Asignación Universal por Hijo para Protección Social se abonará desde la fecha
en que se cuente con la información necesaria en las Bases de Datos de esta ANSES, que dé
cuenta de la acreditación del cumplimiento de los requisitos previstos para esta prestación.
Art. 8º — A los efectos del artículo 9º del Decreto Nº 1602/09 y hasta tanto ANSES celebre
convenios de colaboración mutua con las Provincias, el solicitante de la Asignación Universal
por Hijo para Protección Social, deberá presentar ante las UDAI u Oficinas de ANSES,
certificación firmada por funcionario público provincial competente de la que surja si él, o los
integrantes de su grupo familiar, resultan beneficiarios o no de planes sociales, de empleo y/o
capacitación de carácter provincial.
Art. 9º — Cuando el grupo familiar se encuentre integrado por más de cinco (5) niños,
adolescentes o discapacitados, la Asignación Universal por Hijo para Protección Social será
abonada considerando en primer término a los discapacitados y luego a los demás niños y
adolescentes de más baja edad hasta llegar al tope de cargas familiares permitidas por el
artículo 14 bis de la Ley Nº 24.714, incorporado por el artículo 5º del Decreto Nº 1602/09.
Asimismo, la totalidad de los niños, adolescentes y/o discapacitados que conforman el grupo
familiar deberán cumplir con los requisitos de sanidad, vacunación y escolaridad exigidos por
la presente reglamentación independientemente que los mismos generen derecho a la
prestación.
Art. 10. — Cuando la tenencia del niño, adolescente o persona discapacitada sea compartida
por ambos padres, la madre tendrá prelación sobre el padre en la titularidad de la prestación.
Art. 12. — Los padres de los niños, adolescentes o personas discapacitadas no tendrán
derecho al cobro de la Asignación Universal para la Protección Social en la medida que se
acrediten las condiciones de los artículos 13 y 14 de la presente resolución.
Art. 13. — Las Tutelas, Curatelas o Guardas que confieren derecho a percibir la prestación
establecida en el inciso i) del artículo 6º de la Ley Nº 24.714, son aquellas otorgadas por medio
de sentencias dictadas por juez competente. En el caso de guardas, se considerarán válidas a
los efectos del presente beneficio aquéllas otorgadas con carácter asistencial, o al solo efecto
de percibir asignaciones familiares.
Art. 14. — Para permitir el cobro de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social,
el pariente hasta tercer grado por consanguinidad debe presentar obligatoriamente
Información Sumaria Judicial, o en su defecto, informe de profesional competente del
MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL, que acredite a la vez las siguientes condiciones:
parentesco, convivencia con el niño, adolescente o persona discapacitada, que se encuentre a
su cargo; y que no exista guardador, tutor o curador designado judicialmente.
Art. 15. — En el supuesto que alguno de los padres de los niños, adolescentes o
discapacitados manifieste desconocer el paradero del otro padre, se requerirá la firma de una
Declaración Jurada que se realizará en las Unidades de Atención Integral (UDAI) de ANSES o en
las oficinas del MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL habilitadas al efecto, de conformidad con
las pautas que establezca la normativa correspondiente.
Art. 16. — Para el pago de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social en el caso
de hijo con discapacidad, será necesaria la Autorización previa de la Administración Nacional
de la Seguridad Social que procederá a la verificación médica pertinente.
Art. 17. — La Asignación Universal por Hijo para Protección Social podrá percibirse en forma
provisoria a través de apoderado, cuando:
b) El titular de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social se encuentre privado de
su libertad, en cuyo caso deberá presentarse certificado oficial extendido por el
Responsable de la Unidad Penitenciaria donde se encuentre detenido.
Art. 18. — Las personas que cumplan con los requisitos establecidos para el cobro de la
Asignación Universal por Hijo para Protección Social podrán consultar en la página Web de
ANSES, por su número de Clave Unica de Identificación Laboral (CUIL) o Documento Nacional
de Identidad (DNI), los datos que se encuentran registrados en las bases de esta
Administración Nacional relativos a:
Art. 19. — La conformación del comprobante de pago con la firma del titular de la
Asignación Universal por Hijo para Protección Social, como así también el retiro de los fondos
depositados en cuenta bancaria, tendrán los alcances de declaración jurada acerca del
cumplimiento de todos los requisitos exigidos para el pago del beneficio previsto en el artículo
6º inciso f) del Decreto Nº 1602/09.
Art. 23. — Para el pago de esta Asignación Universal, se utilizará la red de agentes
pagadores de la ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES).
Art. 24. — Para la percepción del VEINTE POR CIENTO (20%) de la Asignación Universal por
Hijo para Protección Social que fuera reservado mensualmente, en virtud de las previsiones
del inciso k) del artículo 18 de la Ley Nº 24.714, el titular del beneficio deberá acreditar para los
niños menores de CINCO (5) años, el cumplimiento de los controles sanitarios y el plan de
vacunación. Para aquellos niños de CINCO (5) años o más deberá presentar además, la
certificación que acredite el cumplimiento del ciclo escolar respectivo en establecimientos
públicos.
Oportunamente, y a los fines indicados, ANSES remitirá a cada titular del beneficio una
libreta que contendrá datos relativos a sanidad, vacunación, educación y condición laboral, la
que deberá ser presentada ante esta Administración Nacional en las condiciones y plazos que
fije a tal efecto la Gerencia Diseño de Normas y Procesos dependiente de la Subdirección de
Administración.
Art. 25. — Las personas que accedan a la Asignación Universal por Hijo para Protección
Social, en virtud de ser beneficiarios del "Programa Familias" otorgado por el Ministerio de
Desarrollo Social, y los beneficiarios del "Programa Jefes de Hogar" y del "Programa de Empleo
Comunitario" del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, cobrarán la citada
Asignación Familiar a través del mismo medio de pago por el que percibían los referidos
planes.
Y establece los requisitos complementarios para recibir la Asignación Universal por Hijo para
la Protección Social.
La acreditación en la libreta del requisito correspondiente al ciclo escolar estará a cargo de
las autoridades del establecimiento educativo al que concurra el niño, niña o adolescente.
Deberá ser presentada en las dependencias de ANSES, desde el primer día hábil del mes de
enero hasta el último día hábil del mes de marzo de cada año.
Con carácter de excepción y sólo por el año 2010 la presentación de la Libreta deberá
efectuarse desde el 1º de marzo hasta el 30 de junio.
El VEINTE POR CIENTO (20%) de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social
reservado entre los meses de enero y diciembre de cada año, de conformidad con lo
prescripto por el artículo 18 inciso k) de la Ley Nº 24.714, será puesto al pago por ANSES a
partir de la primera liquidación que se efectúe con posterioridad a la presentación de la
Libreta, previa verificación del cumplimiento de los requisitos y plazos exigidos.
El pago del VEINTE POR CIENTO (20%) que se efectivizará en el año 2010, comprenderá los
importes reservados en los meses de noviembre y diciembre de 2009 y enero y febrero de
2010.
El VEINTE POR CIENTO (20%) reservado de la Asignación Universal por Hijo para Protección
Social será abonado al titular que al momento de efectuar la primera liquidación posterior a la
presentación de la Libreta tenga a su cargo a los niños, niñas y adolescentes que generaron la
reserva citada.
Para acreditar la asistencia escolar exigida por el artículo 14 ter inciso e) de la Ley Nº
24.714, la autoridad del establecimiento educativo deberá certificar la condición de alumno
regular al finalizar el ciclo lectivo anterior al de la fecha de presentación de la Libreta.
Con carácter de excepción y sólo por el año 2010, la acreditación de este requisito podrá ser
cumplida con la certificación de la condición de alumno regular para el ciclo lectivo iniciado en
el mencionado año.
Con carácter de excepción y sólo por el año 2010, la acreditación de este requisito será
exigible únicamente para los menores de SIETE (7) años.
Los menores de DIECIOCHO (18) años que cuenten con autorización expresa de ANSES para
el cobro de la Asignación por Discapacidad y acrediten la imposibilidad de asistir a
establecimientos educativos mediante Certificación Médica emitida por médicos matriculados
de establecimientos de salud privados o públicos de carácter nacional, provincial o municipal
deberán cumplir únicamente con los controles sanitarios y plan de vacunación obligatorio.
La Asignación Universal por hijo para protección social percibida indebidamente, dará lugar
a las acciones de recupero administrativas y judiciales que correspondan.
La Libreta Nacional de Seguridad Social, Salud y Educación, deberá permanecer en poder del
titular de la prestación o de ANSES, cuando esta lo requiera, no pudiendo ser retenida por otro
organismo o persona alguna.
El titular del beneficio se encuentra obligado a denunciar con carácter de declaración jurada
ante ANSES, la pérdida o robo de la Libreta, debiendo solicitar la emisión de un nuevo
ejemplar.
A partir de la emisión del 3º ejemplar de la Libreta de un mismo niño, niña o adolescente,
ANSES descontará al titular el valor equivalente a un VEINTE POR CIENTO (20%) de la
Asignación Universal por Hijo para Protección Social vigente a la fecha de emisión de la nueva
libreta, en concepto de cargo por pérdida de la misma en forma reiterada.
La asignación por hijo con discapacidad consiste en el pago de una suma mensual que se
abona al trabajador por cada hijo que se encuentre a su cargo en esa condición, sin límite de
edad, a partir del mes en que se acredite tal condición. A los efectos de esta ley se entiende
por discapacidad la definida en el artículo 2° de la ley 22.431, es decir, se considera
discapacitada a toda persona que padezca una alteración funcional permanente o prolongada,
física o mental, que en relación a su edad y medio social implique desventajas considerables
para su integración familiar, social, educacional o laboral.
A los fines de otorgar las asignaciones por hijo e hijo con discapacidad son considerados
como hijos los adoptivos y los menores o personas con discapacidad cuya guarda, tenencia o
tutela haya sido acordada al beneficiario por autoridad judicial o administrativa competente.
La asignación prenatal consiste en el pago de una suma equivalente a la asignación por hijo
que se abona desde el momento de la concepción hasta el nacimiento del hijo.
El estado de embarazo debe ser acreditado entre el tercero y cuarto mes, pero la prestación
se abona en forma retroactiva al primer mes de embarazo, para lo cual requiere una
antigüedad mínima y continuada en el empleo de tres meses; si no se cumplimenta este plazo
la asignación no se paga íntegramente, sino que sólo se abonan las mensualidades
devengadas con posterioridad al cumplimiento de ese lapso de antigüedad.
El pago cesa por interrupción del embarazo y si el estado de embarazo se acredita con
posterioridad al nacimiento, no corresponde el pago de la asignación.
Se paga a la trabajadora independientemente de su estado civil y al trabajador cuando su
cónyuge o concubina no trabaja en relación de dependencia o cuando la percepción por parte
de ella resulte menos beneficiosa.
32.4.5. Asignación por ayuda escolar anual para la educación básica y polimodal
Esta prestación se abona por cada hijo que concurra regularmente a establecimientos de
enseñanza básica o cualquiera sea la edad del hijo si concurre a establecimientos oficiales o
privados donde se imparta educación diferencial, y en los casos de concurrencia regular del
hijo discapacitado a c argo del titular a establecimiento oficial o privado controlado por
autoridad competente, en el que se presten servicios de rehabilitación exclusivamente.
Cuando se perciba la asignación por hijo con discapacidad, autorizada expresamente por
A.N.Se.S., tendrá derecho al pago de esta asignación de ayuda escolar anual desde el
momento en que el hijo con discapacidad reciba enseñanza de tipo diferencial impartida por
maestros particulares que posean matrícula habilitante, enseñanza diferencial impartida
individualmente, aunque la misma no se realice en establecimientos oficiales o privados.
Los trabajadores de temporada perciben esta prestación en el mes inmediato anterior al del
inició del ciclo lectivo cuando se encuentren en prestación efectiva de servicios en ese período;
si la prestación de servicios comenzara con posterioridad a ese mes, corresponde el pago
juntamente con los haberes del mes de ingreso, si no la hubiere percibido con ningún otro
empleador. La ley 25.231 extiende esta prestación al nivel inicial que comprende a la Sala de 3
a 5 años o su equivalente (Preescolar).
La asignación por maternidad consiste en el pago de una suma igual a la remuneración que
la trabajadora hubiera debido percibir en su empleo, que se abona durante el período de
licencia legal correspondiente.
Para el pago de esta asignación se requiere una antigüedad mínima y continuada en el
empleo de tres meses y en el caso de la trabajadora que logra la antigüedad exigida con
posterioridad a la fecha en que inició la licencia legal, consiste en el pago de los haberes que le
correspondería percibir en los días que resten de la licencia por maternidad, desde la fecha en
que acreditó la antigüedad requerida.
Es procedente el pago cuando se produce el alumbramiento sin vida y por interrupción del
embarazo, siempre que el tiempo mínimo de gestación haya sido de ciento ochenta días.
En los casos de nacimiento con vida anterior al inicio de la licencia preparto, corresponde la
percepción de la asignación por maternidad por los 90 días de la licencia posparto.
La asignación por nacimiento consiste en el pago de una suma que se efectiviza en el mes
en que se acredite el nacimiento ante el empleador, y para el cobro se requiere una
antigüedad mínima y continuada de seis meses.
En caso de nacimiento múltiple se paga una asignación por cada uno de los hijos.
32.4.8. Asignación especial por nacimiento de hijo con síndrome de down
La ley 24.716, en los casos de nacimiento de un hijo con síndrome de Down, otorga a la
madre trabajadora en relación de dependencia una licencia de seis meses sin goce de sueldo
desde la fecha de vencimiento del período de licencia por maternidad.
La asignación por adopción consiste en el pago de una suma que se efectiviza en el mes en
que el trabajador acredite dicho acto ante el empleador y para el cobro se requiere una
antigüedad mínima y continuada de seis meses .
Corresponde el pago de esta asignación por los hijos adoptivos hasta los 21 años de edad,
cuando se adopte al hijo del cónyuge y en el caso de nacimiento múltiple se paga una
asignación por cada uno de los hijos.
La asignación por matrimonio consiste en una suma que se efectiviza en el mes en que se
acredita el matrimonio ante el empleador.
Requiere una antigüedad mínima y continuada en el empleo de seis meses y para
determinar la procedencia del pago se considera el mes en que se produce el hecho
generador. Se abona a los dos cónyuges cuando ambos se encuentren en las disposiciones de
la ley.
32.5. PRESCRIPCION
La asignación por cónyuge consiste en el pago de una suma de dinero que se abona al
beneficiario por su cónyuge.
Se entiende por cónyuge a la esposa del beneficiario que resida en el país, o al esposo de la
beneficiaria también residente en el país, que acredite encontrarse a cargo de la misma,
afectado por invalidez total, absoluta y permanente. Se considera que no está a cargo del
cónyuge cuando percibiera ingresos por cualquier concepto.
La asignación por hijo consiste en el pago de una suma mensual por cada hijo menor de 18
años de edad que se encuentra a cargo del beneficiario.
La asignación por hijo se abona por cada hijo que resida en el país, soltero, propio, del
cónyuge, matrimonial y extramatrimonial, aunque éste trabaje en relación de dependencia. No
corresponde la percepción de asignaciones familiares por los menores emancipados.
A los fines de otorgar las asignaciones por hijo e hijo con discapacidad son considerados
como hijos los menores o personas con discapacidad cuya guarda, tenencia o tutela haya sido
acordada al beneficiario por autoridad judicial o administrativa competente. En tales
supuestos, los respectivos padres no tienen, por ese hijo, derecho al cobro de las
mencionadas asignaciones.
La asignación por hijo con discapacidad consiste en el pago de una suma mensual que se
abona por cada hijo que se encuentre a su cargo en esa condición, sin límite de edad, a partir
del mes en que se acredite tal condición. Esta asignación se abona previa verificación de la
discapacidad por la ANSeS., salvo cuando los hijos fueren beneficiarios de una jubilación por
invalidez o pensión por invalidez.
En virtud de lo establecido por el artículo 2° del decreto 256/98 esta asignación se otorga a
los beneficiarios del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones.
Los menores de edad perciben las asignaciones familiares a las que hubieran tenido
derecho sus padres, en las mismas condiciones y modalidades, salvo que el menor hubiere
generado derecho al cobro en otra persona, que lo tenga bajo guarda, tutela o tenencia.
Los beneficiarios que residan en las provincias de Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
32.7. PLURICOBERTURA
Cuando ambos padres trabajen, o sean beneficiarios del S.I.P.A., del seguro por desempleo,
las asignaciones familiares pueden ser solicitadas por aquel a quien su percepción, en función
de su monto le resulte más beneficiosa. Este beneficio puede ser optado dos veces por año
calendario, pero sólo una vez en cada semestre.
32.8. PAGO
ARTICULO 1°- Se instituye con alcance nacional y obligatorio, y sujeto a las disposiciones de
la presente ley, un Régimen de Asignaciones Familiares basado en:
ARTICULO 3° - Quedan excluidos de las prestaciones de esta ley, con excepción de las
asignaciones familiares por maternidad y por hijos con discapacidad, los trabajadores que
perciban una remuneración inferior a PESOS CIEN ($ 100) o igual o superior a PESOS CUATRO
MIL CON UN CENTAVO ($ 4.000,01). (Tope máximo de remuneración sustituido por art.
1° del Decreto N° 1345/2007 B.O. 5/10/2007. Vigencia: a partir del 1º de julio de 2007).
Para los trabajadores a que hace referencia el segundo párrafo del art ículo 3º y sólo a los
efectos del cobro de las asignaciones familiares, se excluirán del total de la remuneración las
sumas que percibiera el trabajador en concepto de horas extras, sueldo anual
complementario (SAC) y zona desfavorable, inhóspita o importes zonales.
(Artículo sustituido por art. 2° del Decreto N° 368/2004 B.O. 1/4/2004. Vigencia: a partir del
1º de marzo de 2004).
a) Las, que correspondan al inciso a) del artículo 1º de esta ley, con los siguientes recursos:
1. Una contribución a cargo del empleador del nueve por ciento (9 %) que se abonara sobre
el total de las remuneraciones de los trabajadores comprendidos en el ámbito de
aplicación de esta ley. De ese nueve por ciento (9 %), siete y medio puntos porcentuales
(7,5 %), se destinarán exclusivamente a asignaciones familiares y el uno y medio (1,5 %)
restante al Fondo Nacional del Empleo, con la escala de reducciones prevista en
el Decreto N° 2609/93, y sus modificatorios Decretos N° 372/95, 292/95 y 492/95, los que
mantienen su vigencia en los porcentajes y alícuotas especificados para cada caso.
2. Una contribución de igual cuantía a la establecida en el punto anterior, a cargo del
responsable del pago de prestaciones dinerarias derivadas de la Ley N° 24.557, sobre
Riesgos de Trabajo.
b) Las que correspondan al inciso b) del artículo 1º de esta ley con los siguientes recursos:
c) Las que correspondan al inciso c) del artículo 1º de esta ley con los siguientes recursos:
2. Los rendimientos anuales del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado
Previsional Argentino creado por el Decreto Nº 897/07 y modificatorios. (Inciso c)
incorporado por art. 3° del Decreto N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009. Vigencia: a partir del 1º
de noviembre de 2009)
c) Asignación prenatal.
d) Asignación por ayuda escolar anual para la educación inicial, general básica y polimodal.
(Inciso sustituido por art. 2° de la Ley N° 25.231 B.O. 31/12/1999).
i) Asignación Universal por Hijo para Protección Social. (Inciso incorporado por art.
4° del Decreto N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009. Vigencia: a partir del 1º de noviembre de
2009).
ARTICULO 7º - La asignación por hijo consistirá en el pago de una suma mensual por cada
hijo menor de 18 anos de edad que se encuentre a cargo del trabajador.
ARTICULO 8°- La asignación por hijo con discapacidad consistirá en el pago de una suma
mensual que se abonara al trabajador por cada hijo que se encuentre a su cargo en esa
condición, sin límite de edad, a partir del mes en que se acredite tal condición ante el
empleador. A los efectos de esta ley se entiende por discapacidad la definida en la Ley N°
22.431,artículo 2°.
ARTICULO 10 - La asignación por ayuda escolar anual consistirá en el pago de una suma de
dinero que se hará efectiva en el mes de marzo de cada año. Esta asignación se abonará por
cada hijo que concurra regularmente a establecimientos de enseñanza básica y polimodal o
bien, cualquiera sea su edad, si concurre a establecimientos oficiales o privados donde se
imparta educación diferencial. (párrafo modificado por art. 3° de la Ley N° 25.231 B.O.
31/12/1999).
ARTICULO 13 - La asignación por adopción consistirá en el pago de una suma dinero, que se
abonará al trabajador en el mes en que acredite dicho acto ante el empleador. Para el goce de
esta asignación se requerirá una antigüedad mínima y continuada en el empleo de seis meses.
ARTICULO 14 bis - La Asignación Universal por Hijo para Protección Social consistirá en una
prestación monetaria no retributiva de carácter mensual, que se abonará a uno solo de los
padres, tutor, curador o pariente por consanguinidad hasta el tercer grado, por cada menor de
DIECIOCHO (18) años que se encuentre a su cargo o sin límite de edad cuando se trate de un
discapacitado; en ambos casos, siempre que no estuviere empleado, emancipado o
percibiendo alguna de las prestaciones previstas en la Ley Nº 24.714, modificatorias y
complementarias.
Esta prestación se abonará por cada menor acreditado por el grupo familiar hasta un
máximo acumulable al importe equivalente a CINCO (5) menores. (Artículo incorporado
por art. 5° del Decreto N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009. Vigencia: a partir del 1º de noviembre de
2009).
ARTICULO 14 ter. - Para acceder a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, se
requerirá:
a) Que el menor sea argentino, hijo de argentino nativo o por opción, naturalizado o residente,
con residencia legal en el país no inferior a TRES (3) años previos a la solicitud.
b) Acreditar la identidad del titular del beneficio y del menor, mediante Documento Nacional
de Identidad.
e) Hasta los CUATRO (4) años de edad —inclusive—, deberá acreditarse el cumplimiento de los
controles sanitarios y del plan de vacunación obligatorio. Desde los CINCO (5) años de edad
y hasta los DIECIOCHO (18) años, deberá acreditarse además la concurrencia de los
menores obligatoriamente a establecimientos educativos públicos.
f) El titular del beneficio deberá presentar una declaración jurada relativa al cumplimiento de
los requisitos exigidos por la presente y a las calidades invocadas, de comprobarse la
falsedad de algunos de estos datos, se producirá la pérdida del beneficio, sin perjuicio de las
sanciones que correspondan. (Artículo incorporado por art. 6° del Decreto N°
1602/2009 B.O. 30/10/2009. Vigencia: a partir del 1º de noviembre de 2009).
d) Asignación por ayuda escolar anual para la educación básica y polimodal. (Inciso agregado
por art. 1° del Decreto Nacional N° 256/1998 B.O. 11/3/1998) (por art. 2° del Decreto N°
337/2008 B.O. 3/3/2008, se establece en la suma de PESOS CIENTO SETENTA ($ 170) el
monto de la asignación por ayuda escolar anual para la educación inicial, básica y polimodal
o sus niveles equivalentes dispuestos por la Ley Nº 26.206, prevista en el presente inciso d).
Vigencia: de aplicación a partir del ciclo lectivo 2008 correspondiendo el pago de la
prestación durante el curso del mes de marzo).
ARTICULO 17 - Las asignaciones por hijo y por hijo con discapacidad son las previstas en los
artículos 7° y 8° de esta ley.
... k) Asignación Universal por Hijo para Protección Social: la mayor suma fijada en los incisos
a) o b), según corresponda.
El OCHENTA POR CIENTO (80%) del monto previsto en el primer párrafo se abonará
mensualmente a los titulares de las mismas a través del sistema de pagos de la
ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES).
El restante VEINTE POR CIENTO (20%) será reservado en una Caja de Ahorro a nombre del
titular en el BANCO DE LA NACION ARGENTINA percibido a través de tarjetas magnéticas
emitidas por el banco, sin costo para los beneficiarios.
Las sumas podrán cobrarse cuando el titular acredite, para los menores de CINCO (5) años,
el cumplimiento de los controles sanitarios y el plan de vacunación y para los de edad escolar,
la certificación que acredite además, el cumplimiento del ciclo escolar lectivo correspondiente.
ARTICULO 22 - A los fines de otorgar las asignaciones por hijo, hijo con discapacidad y ayuda
escolar anual, serán considerados como hijos los menores o personas con discapacidad cuya
guarda, tenencia o tutela haya sido acordada al trabajador por autoridad judicial o
administrativa competente. En tales supuestos, los respectivos padres no tendrán, por ese
hijo, derecho al cobro de las mencionadas asignaciones.
ARTICULO 23 -Las prestaciones que establece esta ley son inembargables, no constituyen
remuneración ni están sujetas a gravámenes, y tampoco serán tenidas en cuenta para la
determinación del sueldo anual complementario ni, para el pago de las indemnizaciones por
despido, enfermedad, accidente o para cualquier otro efecto.
En relación con lo dispuesto por el art. 18 del mencionado decreto destaco que, las
asignaciones por hijo se reconocen en relación con los salarios que perciban los trabajadores.
La asignación prenatal es igual a la asignación por hijo.
La asignación universal por hijo, inc. K) , consiste en la mayor suma fijada por hijo o por hijo
discapacitado.
6) ¿Qué recaudos se deben cumplir para acreditar derecho al cobro de la asignación por hijo?
7) ¿Qué requisitos se deben acreditar para el cobro de la asignación por hijo discapacitado?
9) ¿En qué casos el trabajador puede cobrar la asignación por ayuda escolar anual para la
educación básica y polimodal?
14) ¿En qué consiste la asignación especial por nacimiento de hijo con síndrome de Down?
BIBLIOGRAFIA
LODI-FE, MARÍA DELIA , "Asignaciones familiares de beneficiarios del S.I.J.P." , Doctrina Laboral, Ed.
Errepar, T. XII, pág. 89.