Вы находитесь на странице: 1из 6

Sinfonía 3

Nombre original: Sinfonía Heroica, para celebrar el recuerdo de un grande hombre.

Una marcha fúnebre (Francés: Marche Funèbre, Alemán: Trauermarsch) es una marcha, por
lo general en un tono menor, en una senza misura lenta, imitando el ritmo solemne de
una procesión fúnebre. Algunas marchas a menudo se consideran adecuadas para su uso
durante los funerales y en otras ocasiones sombrías, siendo la más conocida la
de Chopin. Handel usa el nombre de Marcha de la muerte.
Beethoven sentía una profunda ambivalencia con respecto a Bonaparte. Se identificaba con este
hombre que ascendió por su propio esfuerzo y que, por lo menos al principio de su carrera, luchaba
por la libertad, la justicia y la igualdad. Admiraba el valiente liderazgo del francés y, como muchos
intelectuales europeos de la época, aplaudió la restauración del orden en la Francia
posrevolucionaria realizada por Bonaparte. Pero también Beethoven deploraba las continuas
guerras de conquista. Ya en 1796 Beethoven componía canciones patrióticas antinapoleónicas.
Reaccionó con dureza contra la sugerencia de un editor en el sentido de que compusiera una
sonata homenajeando a Napoleón:

"¿Es que todos ustedes, caballeros, han caído presas del demonio, para sugerir que yo componga
una sonata semejante? Bueno, tal vez en el momento de la fiebre revolucionaria, tal cosa hubiera
sido posible, pero ahora, cuando todo está volviendo a deslizarse por los viejos carriles... ¿escribir
una sonata de esa clase?... Pero, por Dios, semejante sonata -en estos nuevos tiempos cristianos-
¡oh! ¡oh!, no deben contar conmigo. No obtendrán nada de mí."

Sin embargo, Beethoven pronto empezó no una sonata sino una enorme Sinfonía Bonaparte,
aunque el general francés había invadido y derrotado a Austria dos años antes. Era imposible vivir
en Viena y ser neutral con respecto a Napoleón; componer una obra en honor del conquistador
(especialmente en una época en que era inminente la concreción de la guerra) hubiera sido
significativamente antipatriótico. Entonces, ¿por qué se decidió el compositor a dedicarle una
sinfonía a Bonaparte?

La razón más fácil es que Beethoven estaba considerando la posibilidad de mudarse definitivamente
a París y pensaba que semejante obra le daría acceso a la sociedad y a los círculos intelectuales
franceses. Pero existían motivos más profundos. Beethoven despreciaba la forma en que los
artistas de Viena estaban obligados a depender del patrocinio de la aristocracia, y pensaba que la
dedicatoria de una sinfonía al mayor enemigo de Viena, junto con un traslado oportuno a la capital
del enemigo, constituiría un reto adecuado para aquellos que esgrimían el poder artístico a través
de la riqueza.

Sus recientes canciones antinapoleónicas y las dedicatorias a la nobleza austríaca habían sido actos
de un fiel servidor del Estado. Pero en lo profundo, Beethoven era un espíritu independiente que
odiaba la sociedad vienesa. Veía al general francés, que había proclamado la libertad de todos los
hombres, como el símbolo de su propio deseo de independencia de una sociedad aristocrática que
lo mantenía financieramente. La manifestación interna de su lucha por liberarse de un sistema
social del que dependía para su sustento fue su intensa ambivalencia hacia Bonaparte; la
manifestación externa de esta ambivalencia fue la Sinfonía Heroica.

Poco después de terminar la sinfonía, Beethoven recibió noticias de que el Primer Cónsul de Francia
se había proclamado emperador. El amigo de Beethoven, Ferdinand Ries, relata la reacción del
compositor:

"Beethoven le estimaba enormemente en esa época y le comparaba con los grandes cónsules
romanos. Varios de sus amigos más íntimos y yo mismo vimos sobre su mesa una copia de la
partitura con la palabra 'Bonaparte' al principio de la primera página... Fui yo quien le trajo la
noticia de que Bonaparte se había autoproclamado emperador y, al enterarse, se enfureció y gritó:
-¿Es que también él no es más que un mero ser humano? Ahora también él pisoteará todos los
derechos del hombre y se dedicará exclusivamente a su propia ambición. ¡Se exaltará a sí mismo
por encima de los demás y se convertirá en un tirano! -Beethoven se acercó a la mesa, tomó la
página del título, la rompió en dos y la tiró al piso."

El verdadero héroe de la Heroica no fue Napoleón. La ambivalencia de Beethoven con respecto al


líder francés se transformó en una declaración subjetiva sobre el heroísmo del nacimiento, la
muerte y el renacimiento. Lo que realmente está enterrando Beethoven (con su Marcha Fúnebre)
no es a Bonaparte ni siquiera a sus propias actitudes conflictivas hacia Napoleón, sino al estilo
clásico de la música. Lo que nace es una música abiertamente emotiva de una fuerza y una
inmediatez sin precedentes. El verdadero héroe de la Heroica es la música misma.

El vocabulario musical del momento no alcanzaba para equiparar la vigorosa persona de Bonaparte.
Para interpretar semejante poderío en la música se requerían nuevos medios y de allí que la
originalidad de la sinfonía fuera una consecuencia inevitable del significado que se le quería dar.

Después del nacimiento de la Heroica, ningún compositor posterior pudo ignorarla. El desarrollo de
la música sinfónica del siglo XIX se puede rastrear hasta la Heroica más que a cualquier otra obra,
y le llevó a los compositores más de un siglo agotar su trascendencia.

Hagaselamusica.com 01-07-17

Más interesante incluso resulta el hecho de que rechazase alterado la propuesta


del músico Franz Anton Hoffmeister de escribir una sonata en honor de Napoléon
y de la revolución. “¿Es que todos ustedes, caballeros, han caído presas del
demonio para sugerir que componga una sonata semejante?”, gritó Beethoven. Un
año después le dedicó su gran sinfonía.

El periódico ‘The Allgemeine Musikalische Zeitung’ reseñó el concierto de la


siguiente manera: “El nuevo trabajo de Beethoven tiene grandes y atrevidas ideas,
y como podemos esperar del genio del compositor, está poderosamente llevado a
cabo. Pero la sinfonía ganaría inmensamente si Beethoven hubiese decidido
acortarla e introducir en ella más claridad y unidad”.

Tuvo que pasar otro año más para que titulase su obra ‘Sinfonía Heroica,
compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre’, como finalmente ha
pasado a la historia. Ese héroe había sido Napoleón y no dejó de interesar a
Beethoven. En 1820, el compositor confesó que con el paso del tiempo había
“llegado a un acuerdo con él” y al año siguiente, enterándose de su muerte en
Santa Elena y aludiendo al segundo movimiento, la marcha fúnebre, comentó: “Yo
ya escribí la música para este trágico momento”.

Aquifuetroya.com

El segundo movimiento del trío en Mi bemol no sólo imita a Beethoven, sino que también le honra.
Schubert utilizó la Marcha fúnebre de la Heroica como referencia oculta. Beethoven había escrito
dicha sinfonía “a la memoria de un gran hombre” y Schubert lamenta aquí la muerte de su propio
héroe musical. La melodía del cello en Do mayor sobre el acompañamiento de piano inicial,
proyecta un gesto melódico similar en el comienzo del segundo movimiento de la Heroica. Los
inicios, además comparten la misma tonalidad y el mismo ritmo característico, apoyado en las notas
décimosexta y trigésimosegunda.

Otros procedimientos estructurales más amplios dentro de este movimiento refuerzan la convicción
de que Schubert estaba pensando en la Heroica. Los dos movimientos comienzan de manera
parecida y terminan de la misma manera; Schubert incluye incluso al final de la obra una cita literal
de un pasaje de flauta y violín de los pasajes finales de la heroica.

La obra fue interpretada por los músicos favoritos de Beethoven el 26 de marzo de 1828,
celebrando el primer aniversario de su muerte. Para el mismo acontecimiento Schubert escribió Auf
dem storm (en la tormenta) que, como descubrió el musicólogo Rufus Hallmark, hace referencia a
la Marcha fúnebre de la Heroica. Estos dos homenajes a Beethoven hacen creer que utilizó este
recurso con más frecuencia de lo que se pensaba.

Vida de Schubert, Christopher H. Gibbs 2000, Traducción de María Connor 2002

Entre las múltiples innovaciones que Beethoven introduce en


esta obra destaca la longitud. Sólo con su primer movimiento ya
alcanza la duración habitual de cualquier sinfonía de Mozart o
Haydn. Pero también su lenguaje es innovador y da pie a toda
una larga serie de exploraciones en el campo de la armonía que
se desarrollarán ampliamente durante el Romanticismo.
Beethoven juega con conexiones inéditas entre tonalidades con
una libertad ciertamente heroica para la época y que no sería
reconocida en su justa medida hasta muchos años después,
cuando otros compositores retomaron los caminos emprendidos
por el alemán y profundizaron en el desarrollo de estos nuevos
esquemas sinfónicos.
http://blogs.periodistadigital.com/paisajessonoros.php/2009/03/31/beethoven-tercera-sinfonia-
heroica-1803
Notas al programa. Beethoven,
Sinfonía nº 3 “Heroica”
OSPA ORQUESTA SINFÓNICA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS·MIÉRCOLES, 3 DE FEBRERO DE
2016

El estreno en Viena, por esas mismas fechas, de varios títulos operísticos de


Cherubini y Méhul confirmaría el interés de Beethoven por la música
francesa posterior a la Revolución, encarnada en las obras sinfónicas de
Gossec —de enorme interés y hoy apenas recordadas— y del citado Méhul.
La inclusión una marcha fúnebre apuntaría en esa misma dirección pues,
como comenta Grout, “es esta marcha, más que nada, lo que vincula a esta
sinfonía con Francia y con los experimentos revolucionarios que se llevaban
a cabo allí. Muchos de los elementos le fueron sugeridos por las marchas
solemnes que se ejecutaban en ceremonias públicas, como la Marche lugubre
de François Gossec […]. La sección central o trío de la marcha de Beethoven
también se inspira, en apariencia, en otra fuente francesa: los himnos y
cantatas cantados en loor de los ideales y los héroes republicanos, como el
Hymne à la liberté (1791) de Ignace Pleyel o Aux manes de la Gironde de
Gossec”.

La marcha fúnebre es un drama completo. El final, sobretodo, conmueve profundamente.


Reaparece el tema de la marcha, pero por fragmentos interrumpidos por silencios y sin mas
acompañamiento que tres golpes pizzicatti de contrabajo. Y cuando estos jirones de la lúgubre
melodía, solos, desnudos, rotos, borrados, han caído uno a uno hasta llegar a la tónica, los
instrumentos de viento lanzan un grito, ultimo y tierno adiós de los guerreros a su compañero de
armas, y toda la orquesta se extingue en un calderón pianissimo.

Las sinfonías de Beethoven y músicos ilustres, Hector Berlioz

En 1802 Beethoven escribió el famoso Testamento de Heiligenstadt, aterrador


documento en el que desnudaba su atribulada alma ante el mundo. Un año
después, como para demostrar su capacidad de superar los obstáculos más
formidables, acometió la creación de su Tercera Sinfonía, que habría de ocuparlo
durante 1803 y 1804. La obra que produjo en ese período no ha cesado de
asombrar a quienes la escuchan, aún a tantos años de distancia. El musicólogo
Paul Henry Lang la describió en estos términos:
“Una de las hazañas más incomprensibles en las artes y las letras, el paso más
grande dado por un compositor en la historia de la sinfonía y en la historia de la
música en general.”

En efecto, nada en la literatura sinfónica previa parecía prefigurar el monumento


musical logrado por Beethoven en su Heroica. Dos poderosos acordes para llamar
nuestra atención, y de inmediato el primer tema de la sinfonía; así comienza
Beethoven el discurso musical con el que habría de asombrar a su generación y a
las generaciones venideras. Más tarde, una marcha fúnebre de insondable
profundidad, quizá para acompañar el funeral de la memoria de ese otro Napoleón
que se le murió a Beethoven. Y al interior de un último movimiento, que es un
portento de diseño sinfónico, hallamos un interesante (y musicalmente muy útil)
tema que aparece también en una de las contradanzas orquestales de Beethoven.
Este tema de la contradanza aparece poco después del inicio del último
movimiento, y reaparece más tarde en la sección lenta del mismo con un carácter
triste y melancólico, primero en los alientos, luego en las cuerdas. Finalmente, un
coral de cornos lo repite en momentos previos a la tormentosa coda. La síntesis
de este tratamiento sinfónico al tema de la contradanza es apenas una de las
numerosas riquezas que esta sinfonía ofrece a quien la escucha con atención. Si
esta sinfonía está hoy perfectamente asentada en la lista de las obras maestras
indudables, no siempre fue aceptada por la crítica. Ante la sorpresa de verse
enfrentado a semejante obra y ante la imposibilidad de asimilarla por falta de oído
o por falta de neuronas funcionales, un crítico inglés escribió lo siguiente en 1829:

“La Sinfonía Heroica tiene mucho para ser admirada, pero es difícil mantener esa
clase de admiración por tres largos cuartos de hora. Es infinitamente larga. Si esta
sinfonía no es abreviada de alguna manera, pronto caerá en desuso.”

Tengo el agrado de informar a mis lectores que la Heroica, tal y como la concibió
Beethoven con sus tres largos cuartos de hora de duración, sigue estando en uso,
mientras que el crítico inglés cayó en desuso hace ya bastante tiempo. Al que sí
habría que perdonar es a aquel pobre melómano que el día 7 de abril de 1805, al
asistir al estreno de la Heroica, gritaba desaforadamente: “¡Con gusto pagaría otro
kreutzer para que esto se acabara!” Al menos este buen hombre reconoció
abiertamente el poder de esta sinfonía para avasallar los sentidos y el
entendimiento.

En la actualidad existen alrededor de 60 versiones grabadas de esta poderosa


sinfonía, muchas de ellas muy buenas. Pero si usted es de los melómanos que
están dispuestos a correr un pequeño riesgo extra, le recomiendo ampliamente
escuchar la grabación de la Heroica dirigida por Frans Brüggen al frente de la
Orquesta del Siglo xviii. No suena como Karajan, no suena como Böhm, no suena
como Bernstein. Pero tiene un sonido tan fresco, tan directo, tan asombroso, y
quizá tan cercano al sonido de una orquesta en tiempos de Beethoven, que a
usted le parecerá estar escuchando la Heroica por primera vez, bajo una nueva
luz. Y no tendrá que pagar otro kreutzer para que se acabe la música. Al
contrario…

Fuente: Juan Arturo Brennan para la Orquesta Sinfónica de Minería

http://musicaenmexico.com.mx/sinfonia-no-3-op-55-heroica-ludwig-van-beethoven/

“Beethoven es amigo y contemporáneo de la Revolución Francesa, y


continuó fiel a ella incluso cuando, durante la dictadura Jacobina, los
humanitarios de nervios débiles del tipo de Schiller le dieron la espalda
prefiriendo destruir tiranos en el escenario teatral con la ayuda de
espadas de cartón. Beethoven, ese genio plebeyo, quien orgulloso
despreció a emperadores, príncipes y magnates –éste es el Beethoven que
nosotros amamos: por su optimismo inquebrantable, su tristeza viril, por
la inspirada pasión de su lucha y por su voluntad de hierro que le
permitió agarrar al destino por la garganta–.”
Ígor Stravinski

http://elporteno.cl/2017/03/20/beethoven-hombre-compositor-y-revolucionario/

Вам также может понравиться