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y formas de vida
Jacques Fontanille
(Université de Limoges - Institut Universitaire de France)
Recibido: 24/4/2013
Aprobado: 30/5/2013
P
lantear la cuestión de la influen-
cia de los medios en la cultura de zonas periféricas en las que esa co-
contemporánea implica algunas herencia y esa identidad se atenúan
consideraciones previas que se impo- poco a poco, alejándose del centro. La
nen a toda indagación de envergadura, periferia es la zona de intercambios
sean de la naturaleza que fuesen, y so- con la cultura del otro, la zona de la
bre las cuales la aproximación semióti- heterogeneidad y de las formas cultu-
ca está en capacidad de trazar algunas rales transitorias, eventualmente en
pistas de reflexión. La mayor parte de curso de integración y de adaptación a
ellas tocan el lugar de los medios en la la cultura de «nosotros». La diferencia
arquitectura semiótica de las culturas. entre las formas semióticas centrales y
Los trabajos de la semiótica de las las periféricas tiene que ver principal-
culturas, particularmente los de la mente con la manera como son asumi-
Escuela de Tartu-Moscú, parten de das por el «nosotros» y con la intensi-
una hipótesis general y original, con- dad con la cual ese «nosotros» adhiere
densada en el concepto de semiosfera a las formas culturales. Esta intensi-
(Lotman 1999), según la cual una cul- dad se aprecia en términos de fuerza
tura se define por sus interacciones de compromiso, de estabilidad en el
con otras culturas en el curso de un tiempo, de creencias compartidas, y es
«diálogo» y de intercambios de formas sostenida por numerosos dispositivos
culturales de una y otra parte de una culturales destinados a legitimar esa
frontera simbólica: de este lado de la fuerza, esa estabilidad y esas creen-
frontera se despliega una cultura del cias: por ejemplo, en la zona central se
«nosotros», y del otro lado, la cultura despliegan y se imponen tradiciones,
de «ellos», la alteridad cultural. De normas, géneros y cánones estéticos;
cierta manera, la semiosfera reprodu- en la zona periférica, en cambio, do-
ce a escala colectiva lo que la fenome- minan los procesos de innovación, de
nología y la semiótica han descrito, a traducción, de préstamo y de hibrida-
escala individual, como la estructura ción, que confieren un brillo y un valor
fundamental de toda experiencia sen- muy particular a los aportes extraños,
sible; a saber, la experiencia de inter- justamente en razón de su extrañeza y
cambios entre el Mí (el universo de de su novedad. Por consiguiente, las
las emociones e impresiones internas), «creencias» periféricas son de una na-
el Sí (la frontera simbólica del cuerpo turaleza totalmente diferente que las
formas semióticas que constituyen las Los signos son unidades elementa-
culturas, para tratar de comprender les de significación (una palabra, un
en qué y hasta qué punto su influen- rostro, un logo) que forman cada uno
cia puede transformar estas últimas. un bloque que asocia a minima una ex-
Luego, habiendo tomado en cuenta el presión y un contenido. Ese mínimo es
carácter determinante de los regímenes definido al menos por el hecho de que
de creencia, pondremos en evidencia la se puede aislar y hacer funcionar cada
naturaleza de las confrontaciones pre- signo en numerosos contextos diferen-
visibles entre los que se encuentran en tes. En breve: un mínimo de significa-
los medios en general, y particular- ción dotado de una cierta autonomía
mente en los medios mundializados, que permite combinarlo con otros sig-
de una parte, y los que ya están com- nos. Un punto de acción sobre un sitio
prendidos en las instituciones simbó- de internet (un botón, un segmento de
licas de cada cultura, de otra parte. frase coloreada o señalada, etcétera) es
Hecho esto, y paralelamente, desarro- típicamente un signo, compuesto por
llaremos la noción de «forma de vida», una expresión mínima que está aso-
y nos esforzaremos por captar cuales ciada por convención a una función y
son los tipos de formas de vida que los a una acción también mínimas (hacer
medios contemporáneos instalan en clic para abrir).
nuestras culturas. Los textos son conjuntos significan-
tes compuestos, de naturaleza verbal,
icónica (imágenes), gestual (lenguaje
Los medios, las culturas y las formas de sordomudos), etcétera. Se caracte-
semióticas rizan por su clausura (planteada por
principio de análisis) que permite lo-
Seis niveles de análisis de las culturas
calizar en ellos regularidades, recu-
Cada cultura puede ser descrita y rrencias, contrastes; en suma, tipos de
comprendida, en lo que concierne a las composiciones que llevan la significa-
formas semióticas que la constituyen, ción de conjunto del texto. Por lo que
desde muchos puntos de vista que ca- concierne a las imágenes, por ejemplo,
racterizan cada uno un nivel de obje- desde que se las considera como tex-
tos de análisis. En el estado actual de tos, y no solamente como asociaciones
las investigaciones sobre esas cuestio- de signos icónicos, se les puede reco-
nes, se distinguen corrientemente seis nocer una «dimensión plástica» glo-
niveles diferentes (Fontanille, 2008, bal, una composición visual estructu-
cap. 1: 17-78): los signos, los textos, los rada que es en sí misma globalmente
objetos, las prácticas, las estrategias y significante. En un titular de prensa,
las formas de vida; esta serie está re- la maqueta de portada es típicamen-
gulada por un principio jerárquico y te de naturaleza textual, es decir, a
por procedimientos de integración. la vez plástica, tabular y topológica:
la inscripción de los textos y de las cular; pero la mayor parte del tiempo
imágenes, pero también un poder de las prácticas mediáticas son difícil-
guía y de manipulación de las prácti- mente dramatizables, y se puede decir
cas de lectura. de su fin lo que Montaigne decía de la
Las prácticas son cursos de acción, muerte: no es la «meta» de la vida, es
que son principalmente definidas por solamente su extremidad.
el tema de la acción en curso, y por A un nivel superior, las prácticas se
los diferentes roles que ese tema exi- combinan y se superponen para cons-
ge para que la acción tenga lugar: una tituir estrategias. Las estrategias apor-
conversación es una práctica que tie- tan específicamente un «horizonte» de
ne por tema el intercambio de enun- valores dominantes (en nombre de los
ciados verbales y mimogestuales, que cuales las prácticas son ordenadas y
demanda al menos dos interlocutores dispuestas entre sí), así como un «es-
y se despliega suscitando significacio- tilo» estratégico, es decir, una cierta
nes sociopragmáticas, incluso psico- manera observable y caracterizable de
sociales y etnológicas. La propiedad tratar las relaciones entre las prácticas
principal de una práctica consiste en y de ajustarlas unas a otras. Si se su-
no estar cerrada: abierto en los dos tér- pone, por ejemplo, que el desarrollo
minos de la cadena, el curso de acción de una velada familiar obedece a una
debe encontrar su significación en el estrategia implícita, entonces se debe
detalle de sus peripecias, en los acon- observar cómo y en nombre de qué las
dicionamientos y las adaptaciones que diferentes prácticas en las cuales los
la práctica debe operar para franquear miembros de la familia están compro-
los obstáculos, para negociar las difi- metidos son jerarquizadas, ordenadas
cultades y los azares, y para poder, en y ajustadas las unas a las otras; por
suma, continuar su curso. Una prác- ejemplo, la identificación de la prácti-
tica puede tener un inicio y un fin, ca dominante (la comida, la conversa-
pero ese inicio y ese fin no participan ción, la televisión, etcétera), es decir,
de la significación de conjunto. Y si se la que da ritmo y ordena a todas las
les considera como significantes, eso demás, es con frecuencia la clave que
implica que se trata la práctica como permite comprender el estilo estratégi-
un texto; una sesión de navegación co de la familia.
en internet tiene, necesariamente, un Hay una dimensión estratégica evi-
inicio y un fin, pero raras son las se- dente en los medios desde el momen-
siones en las que los límites iniciales y to en que quienes los conciben tienen
finales son significativos. Cuando ese en cuenta situaciones concretas en las
es el caso, la sesión se cuenta entonces cuales las prácticas de uso se desen-
como una búsqueda narrativa, con un vuelven. Si se supone que el «especta-
potencial de dramatización muy parti- dor» promedio mira la televisión co-
una marca, una identidad comercial y dos los tipos de contenidos, y cuanto
estratégica, que, por un lado, tiene un mayor es la fuerza de esa congruencia,
estatuto jurídico y comercial, y que, por más fácil resulta de identificar y más
el otro, ha sido construido para definir se impone su identidad como legítima
modos y estilos de enunciación aplica- a los ojos del espectador.
bles al conjunto de programas, emi- El medio es, pues, un tipo semió-
siones y textos vídeos. Con ese título, tico fuertemente integrador en el
remite a signos típicos (monogramas y seno de las culturas, en dos tiempos;
logos), a mapas gráficos (que rigen la primer tiempo: el de la constitución
dimensión plástica de la textualidad vi- del soporte en cuanto configuración
sual), a una concepción dominante de de acogida de textos mediáticos, por
los programas más importantes (prime un lado, y, por otro, de las prácticas
time), así como «emisiones de flujo», de sus usuarios; segundo tiempo: el
y, en consecuencia, prácticas de uso es- de la institucionalización del sopor-
peradas por los espectadores; adopta, te en cuanto «marca», cuya influen-
como se ha visto, estrategias en relación cia semiótica se extiende luego des-
con las prácticas de sus usuarios y de de los signos hasta las formas de vida.
sus concurrentes. Ciertamente, no es el único que puede
Lo que está en juego en esas mo- integrar así todas las dimensiones se-
dulaciones y en esas elecciones, que mióticas de la cultura; por lo demás,
alcanzan al conjunto de la arquitec- desempeña ese rol de poco tiempo a
tura semiótica de la cultura (y de la esta parte. En ciertos aspectos, desde
jerarquía de niveles de análisis), es la un punto de vista semiótico, tiene el
posibilidad de proporcionar a la cade- mismo poder estructurante e integra-
na una identidad y un estilo semiótico dor para las culturas que la política, la
reconocibles, y por eso, todas esas mo- arquitectura o el urbanismo.
dulaciones y todas esas elecciones de- Iuri Lotman ha mostrado notable-
ben dar una impresión de continuidad mente cómo y por qué la ciudad de
y coherencia. Es el momento de recor- San Petersburgo, por su arquitectura y
dar que ese tipo de coherencia «verti- por su concepción urbanística, era la
cal» es característica de esos conjuntos manifestación de una forma de vida,
significantes a los que llamamos «for- que implicaba el sentido de la historia
mas de vida». Así, pues, una cadena de y del tiempo, el de la política y los es-
televisión propone globalmente una o pacios sociales, el de la soberanía y su
muchas formas de vida. De ahí que se rol en la cultura en la época de Pedro
define por la fuerza aparente del lazo el Grande (Lotman 1999: 124-146). De
que une todas las decisiones que toma, cierta manera, el dispositivo semiótico
por la congruencia que asegura entre de la arquitectura es el mismo que el
todos los niveles de análisis, entre to- de los medios: textos y objetos (la me-
Bibliografía