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Medios, regímenes de creencia

y formas de vida
Jacques Fontanille
(Université de Limoges - Institut Universitaire de France)

Recibido: 24/4/2013
Aprobado: 30/5/2013

Resumen: Este texto, escrito en homenaje a Eric Landowski, no trata sobre la


sociosemiótica de Landowski ni es un texto a propósito de Eric. Quiere ser
solamente un texto «para» Eric Landowski. Se habla aquí de los medios, que a
veces le han interesado en una perspectiva sociosemiótica; y nos esforzamos
por hacerlo sin mucha jerga y sin tecnicismos, que con frecuencia lo han irrita-
do con nosotros, semiotistas. Hablamos aquí de nuestra condición de hombres
y de interpretantes sometidos a todas las manipulaciones, que es su preocupa-
ción principal, e intentamos hacerlo sobre el horizonte de una exigencia ética,
que es su marca de fábrica.
Palabras clave: Semiosfera / integración / prácticas / creencia / formas de vida

Media, modes of belief and forms of life

Abstract: This text, wri en in tribute to Eric Landowski is not about


Landowski’s socio-semiotic, neither is a text about Eric. This text aims to be
a text «for» Eric Landowski. We discuss about media here, which sometimes
have been of his interest from the perspective of socio-semiotics; we strive to
discuss without using too much jargon and technicisms, which have o en
annoyed him among us, semioticians. We discuss here about our condition of
men and interpreters subject to all kind of manipulations, manipulations that
have been Landowski’s main concern; and we try to discuss upon the horizon
of an ethical demand, ethics that are Landowski’s trademark.
Keywords: Semiosphere / integration / practices / beliefs / forms of life

Contratexto n.o 21, 2013, ISSN 1025-9945, pp. 65-82


Jacques Fontanille

Para Eric Landowski propio) y el Otro (el mundo sensible,


incluidos los otros cuerpos).
La semiosfera está organizada en
Para comenzar: la semiosfera y los
torno a un centro (la zona de mayor
medios
coherencia y de la identidad cultural
más fuertemente asumida, rodeada

P
lantear la cuestión de la influen-
cia de los medios en la cultura de zonas periféricas en las que esa co-
contemporánea implica algunas herencia y esa identidad se atenúan
consideraciones previas que se impo- poco a poco, alejándose del centro. La
nen a toda indagación de envergadura, periferia es la zona de intercambios
sean de la naturaleza que fuesen, y so- con la cultura del otro, la zona de la
bre las cuales la aproximación semióti- heterogeneidad y de las formas cultu-
ca está en capacidad de trazar algunas rales transitorias, eventualmente en
pistas de reflexión. La mayor parte de curso de integración y de adaptación a
ellas tocan el lugar de los medios en la la cultura de «nosotros». La diferencia
arquitectura semiótica de las culturas. entre las formas semióticas centrales y
Los trabajos de la semiótica de las las periféricas tiene que ver principal-
culturas, particularmente los de la mente con la manera como son asumi-
Escuela de Tartu-Moscú, parten de das por el «nosotros» y con la intensi-
una hipótesis general y original, con- dad con la cual ese «nosotros» adhiere
densada en el concepto de semiosfera a las formas culturales. Esta intensi-
(Lotman 1999), según la cual una cul- dad se aprecia en términos de fuerza
tura se define por sus interacciones de compromiso, de estabilidad en el
con otras culturas en el curso de un tiempo, de creencias compartidas, y es
«diálogo» y de intercambios de formas sostenida por numerosos dispositivos
culturales de una y otra parte de una culturales destinados a legitimar esa
frontera simbólica: de este lado de la fuerza, esa estabilidad y esas creen-
frontera se despliega una cultura del cias: por ejemplo, en la zona central se
«nosotros», y del otro lado, la cultura despliegan y se imponen tradiciones,
de «ellos», la alteridad cultural. De normas, géneros y cánones estéticos;
cierta manera, la semiosfera reprodu- en la zona periférica, en cambio, do-
ce a escala colectiva lo que la fenome- minan los procesos de innovación, de
nología y la semiótica han descrito, a traducción, de préstamo y de hibrida-
escala individual, como la estructura ción, que confieren un brillo y un valor
fundamental de toda experiencia sen- muy particular a los aportes extraños,
sible; a saber, la experiencia de inter- justamente en razón de su extrañeza y
cambios entre el Mí (el universo de de su novedad. Por consiguiente, las
las emociones e impresiones internas), «creencias» periféricas son de una na-
el Sí (la frontera simbólica del cuerpo turaleza totalmente diferente que las

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Medios, regímenes de creencia y formas de vida

del centro de la semiosfera, puesto que líder de la Escuela de Tartú (Lotman


no están sostenidas ni por la tradición 1999: 21 y ss.) entre la cultura del «no-
ni por el consenso, y por ningún dis- sotros» y cada una de las culturas de
positivo cultural institucionalizado; «ellos», las culturas copartícipes. Los
y, justamente, valen por el contraste medios mundializados, en efecto,
con la novedad, con la rareza o con la implican de inmediato la cultura del
alteridad. «nosotros» en una interacción multi-
A este respecto, la posición de los lateral, plural, incluso universal, con
medios es claramente periférica; y, de todas las otras culturas a la vez, inclui-
algún modo, «por definición». Un me- das aquellas que por razones geográ-
dio, cualquiera sea la acepción parti- ficas e históricas, parecerían no poder
cular de ese término, es siempre una mantener ninguna relación bilateral
instancia de puesta en relación entre con la cultura del «nosotros».
al menos dos dominios disjuntos (eti- Los medios someten, pues, el
mológicamente «un ámbito interme- «centro» identitario de la cultura del
diario»), y los medios contemporáneos «nosotros» a un verdadero asalto de
lo son, también, en el sentido del «pa- informaciones y de significaciones ve-
saje» entre dominios socioculturales. nidas del mundo entero, diseminando
Ese rol mediador es frecuentemente en él, por olas sucesivas y periódi-
comprendido por reducción como una cas, nuevos aportes y nuevas formas
función de comunicación (los medios semióticas. Ese «asalto» apunta a la
son «soportes de comunicación»), pero zona central, la que soporta la identi-
bien se ve que en la perspectiva de la dad propia de cada cultura particular.
semiótica de las culturas, juegan nece- Como la zona central es también la de
sariamente, en cuanto operadores de las creencias asumidas colectivamente
mediación, un rol decisivo en las zo- de modo más fuerte, la cuestión de los
nas periféricas de la cultura, un rol de regímenes mediáticos de creencia resulta
pasaje, de transferencia, de traslado, primordial: su difusión en cada cultu-
de traducción y de transformaciones ra los confronta a los que ya ocupan
de formas semióticas. un lugar ahí y que, fundados en tra-
Desde ese punto de vista, la parti- diciones o en instituciones específi-
cular mundialización de las produc- cas, son susceptibles de resistirlos, de
ciones mediáticas, en razón de la or- repelerlos, pero también de acogerlos,
ganización económica de ese sector de transformarlos y de asimilarlos, a
de actividad, refuerza ese rol, y ancla riesgo de desestabilizar la identidad
aun más fuertemente los medios en las cultural del «nosotros».
zonas periféricas de las culturas. De Examinaremos, pues, con la mayor
hecho, va más allá del mero «diálogo» atención, la posición particular de los
bilateral considerado por Iuri Lotman, medios en la jerarquía y en el sistema de

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formas semióticas que constituyen las Los signos son unidades elementa-
culturas, para tratar de comprender les de significación (una palabra, un
en qué y hasta qué punto su influen- rostro, un logo) que forman cada uno
cia puede transformar estas últimas. un bloque que asocia a minima una ex-
Luego, habiendo tomado en cuenta el presión y un contenido. Ese mínimo es
carácter determinante de los regímenes definido al menos por el hecho de que
de creencia, pondremos en evidencia la se puede aislar y hacer funcionar cada
naturaleza de las confrontaciones pre- signo en numerosos contextos diferen-
visibles entre los que se encuentran en tes. En breve: un mínimo de significa-
los medios en general, y particular- ción dotado de una cierta autonomía
mente en los medios mundializados, que permite combinarlo con otros sig-
de una parte, y los que ya están com- nos. Un punto de acción sobre un sitio
prendidos en las instituciones simbó- de internet (un botón, un segmento de
licas de cada cultura, de otra parte. frase coloreada o señalada, etcétera) es
Hecho esto, y paralelamente, desarro- típicamente un signo, compuesto por
llaremos la noción de «forma de vida», una expresión mínima que está aso-
y nos esforzaremos por captar cuales ciada por convención a una función y
son los tipos de formas de vida que los a una acción también mínimas (hacer
medios contemporáneos instalan en clic para abrir).
nuestras culturas. Los textos son conjuntos significan-
tes compuestos, de naturaleza verbal,
icónica (imágenes), gestual (lenguaje
Los medios, las culturas y las formas de sordomudos), etcétera. Se caracte-
semióticas rizan por su clausura (planteada por
principio de análisis) que permite lo-
Seis niveles de análisis de las culturas
calizar en ellos regularidades, recu-
Cada cultura puede ser descrita y rrencias, contrastes; en suma, tipos de
comprendida, en lo que concierne a las composiciones que llevan la significa-
formas semióticas que la constituyen, ción de conjunto del texto. Por lo que
desde muchos puntos de vista que ca- concierne a las imágenes, por ejemplo,
racterizan cada uno un nivel de obje- desde que se las considera como tex-
tos de análisis. En el estado actual de tos, y no solamente como asociaciones
las investigaciones sobre esas cuestio- de signos icónicos, se les puede reco-
nes, se distinguen corrientemente seis nocer una «dimensión plástica» glo-
niveles diferentes (Fontanille, 2008, bal, una composición visual estructu-
cap. 1: 17-78): los signos, los textos, los rada que es en sí misma globalmente
objetos, las prácticas, las estrategias y significante. En un titular de prensa,
las formas de vida; esta serie está re- la maqueta de portada es típicamen-
gulada por un principio jerárquico y te de naturaleza textual, es decir, a
por procedimientos de integración. la vez plástica, tabular y topológica:

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Medios, regímenes de creencia y formas de vida

grafismos, tipografías, colores, formas que asegura estabilidad; de todo lo


de encartes, emplazamientos de fotos cual se infiere una función y un uso
concurren todos, en efecto, a la iden- de fijación.
tidad del titular de prensa, así como a Los medios son también, necesa-
una precodificación del contenido de riamente, «objetos», con frecuencia
los artículos, con vistas a guiar o a mo- muy sofisticados (el libro, el sitio de
dular el recorrido visual y la lectura. internet, etcétera), materiales o vir-
La clausura textual permite, además, tuales, pero dotados todos de propie-
conferir un sentido particular al ini- dades técnicas capaces de asegurar la
cio y al fin del despliegue textual: la conservación, la legibilidad, la movili-
significación de un relato, por ejemplo, dad y la fiabilidad de los textos y de
puede entonces ser deducida de la di- los signos que soportan.
ferencia observable entre la situación
Tal como los signos son directa-
final y la situación inicial.
mente integrables en los textos, los
Los objetos son entidades semióti- objetos también son integrables en las
cas de tres dimensiones, caracteriza- prácticas, gracias a su función. Pero
das por su estructura material, por igualmente es necesario que los textos
su morfología exterior, y por algunas puedan ser integrados en los objetos, y
propiedades dinámicas que les confie- que estos puedan ser configurados por
ren una «energía»: como mínimo, su la acogida de aquellos: en esta pers-
peso, y más allá, todas las posibilida- pectiva, los objetos se convierten en
des de movimiento, tal como han sido soportes de los textos, soportes de su
previstas o no en el momento de su inscripción, de su conservación mate-
formación o de su concepción. rial y de su transmisión; es entonces la
Para que un objeto pueda ser consi- morfología de su envoltura superficial
derado como un «objeto significante», la que es adaptada a la función sopor-
y no solamente como una «cosa», su te, y esta adaptación de la envoltura
estructura material, su morfología y su de los objetos a la acogida de textos
dinámica deben poder ser interpreta- es, en particular, el fundamento de la
das en términos funcionales: son en- escritura, que, en sentido estricto, per-
tonces determinantes de su «función» tenece también al universo mediático.
y de sus usos prácticos. El objeto es, en El ejemplo de la portada de prensa, ya
efecto, por definición, una «cosa» for- evocado, se orienta igualmente en ese
mada y destinada a usos identificables sentido, puesto que la organización
gracias a sus propiedades observables; tabular, plástica y topológica de la pá-
un simple canto rodado puesto sobre gina constituye una suerte de rejilla
un número de cartas responde a esta formal que, proyectada sobre la plana
definición: una materia mineral, una soporte (el objeto material), le propor-
forma suave y redondeada, un peso ciona una capacidad de acogida para

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Jacques Fontanille

la inscripción de los textos y de las cular; pero la mayor parte del tiempo
imágenes, pero también un poder de las prácticas mediáticas son difícil-
guía y de manipulación de las prácti- mente dramatizables, y se puede decir
cas de lectura. de su fin lo que Montaigne decía de la
Las prácticas son cursos de acción, muerte: no es la «meta» de la vida, es
que son principalmente definidas por solamente su extremidad.
el tema de la acción en curso, y por A un nivel superior, las prácticas se
los diferentes roles que ese tema exi- combinan y se superponen para cons-
ge para que la acción tenga lugar: una tituir estrategias. Las estrategias apor-
conversación es una práctica que tie- tan específicamente un «horizonte» de
ne por tema el intercambio de enun- valores dominantes (en nombre de los
ciados verbales y mimogestuales, que cuales las prácticas son ordenadas y
demanda al menos dos interlocutores dispuestas entre sí), así como un «es-
y se despliega suscitando significacio- tilo» estratégico, es decir, una cierta
nes sociopragmáticas, incluso psico- manera observable y caracterizable de
sociales y etnológicas. La propiedad tratar las relaciones entre las prácticas
principal de una práctica consiste en y de ajustarlas unas a otras. Si se su-
no estar cerrada: abierto en los dos tér- pone, por ejemplo, que el desarrollo
minos de la cadena, el curso de acción de una velada familiar obedece a una
debe encontrar su significación en el estrategia implícita, entonces se debe
detalle de sus peripecias, en los acon- observar cómo y en nombre de qué las
dicionamientos y las adaptaciones que diferentes prácticas en las cuales los
la práctica debe operar para franquear miembros de la familia están compro-
los obstáculos, para negociar las difi- metidos son jerarquizadas, ordenadas
cultades y los azares, y para poder, en y ajustadas las unas a las otras; por
suma, continuar su curso. Una prác- ejemplo, la identificación de la prácti-
tica puede tener un inicio y un fin, ca dominante (la comida, la conversa-
pero ese inicio y ese fin no participan ción, la televisión, etcétera), es decir,
de la significación de conjunto. Y si se la que da ritmo y ordena a todas las
les considera como significantes, eso demás, es con frecuencia la clave que
implica que se trata la práctica como permite comprender el estilo estratégi-
un texto; una sesión de navegación co de la familia.
en internet tiene, necesariamente, un Hay una dimensión estratégica evi-
inicio y un fin, pero raras son las se- dente en los medios desde el momen-
siones en las que los límites iniciales y to en que quienes los conciben tienen
finales son significativos. Cuando ese en cuenta situaciones concretas en las
es el caso, la sesión se cuenta entonces cuales las prácticas de uso se desen-
como una búsqueda narrativa, con un vuelven. Si se supone que el «especta-
potencial de dramatización muy parti- dor» promedio mira la televisión co-

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Medios, regímenes de creencia y formas de vida

miendo, o teniendo una conversación gradas a la forma de vida; por el lado


con quienes están próximos, incluso de los niveles de contenido, se obser-
yendo y viniendo entre los cuartos de va igualmente una coherencia entre
la vivienda, y todo eso cambiando de los valores, los estilos, los roles, las
canal de manera imprevisible, quien cualidades sensibles, los ritmos, los
concibe la emisión del programa y la regímenes temporales y las pasiones.
rejilla de programas deberá prever la Esta coherencia vertical de las formas
gestión de esas competiciones entre de vida es, de hecho, una fuerte con-
prácticas superpuestas para asegu- gruencia entre todas las opciones ope-
rar un mínimo de continuidad en la radas sobre los diferentes niveles y so-
audiencia. bre los diferentes tipos de contenidos
Finalmente, se puede hablar de for- que participan en una misma forma
de vida. Veremos por qué los medios
ma de vida cuando se identifican estilos
son particularmente apropiados para
estratégicos coherentes, recurrentes,
proponer nuevas formas de vida, pero
relativamente independientes de las
también para degradarlas…
situaciones temáticas y suficientemen-
te poderosos para influenciar todas
las prácticas y todas las manifestacio- Los niveles de análisis cultural
nes semióticas de un grupo o de un de los medios
tipo social y cultural. La coherencia es
Los niveles de análisis están ordena-
la propiedad central de las formas de
dos jerárquicamente, según la serie
vida, pero una coherencia bien parti-
precedente, de suerte que, como ya lo
cular; en efecto, un texto es coherente
hemos sugerido, cada nivel superior
desde que los mismos contenidos de
acoge y reconfigura los elementos de
significación son repetidos en muchos los niveles inferiores, pero añadiéndo-
lugares del despliegue textual; asimis- le elementos que le son propios: por
mo, una práctica es coherente si con- ejemplo, una práctica semiótica puede
serva a lo largo de su curso el mismo acoger y reconfigurar en conjunto sig-
objetivo; pero se trata ahí de la cohe- nos, textos, objetos, para hacer de ellos
rencia «horizontal», entre contenidos elementos e instrumentos de un curso
de la misma naturaleza y sobre un de acción. Si se considera esta disposi-
mismo nivel de análisis. ción jerárquica en el otro sentido, co-
Una forma de vida obedece en menzando por los niveles superiores,
cambio a un principio de coherencia entonces se constata que estos últimos
«vertical», en un doble sentido: por pueden igualmente ser integrados en
el lado de los niveles de expresión, se los niveles inferiores, donde son mani-
observa una coherencia entre el trata- festados según las reglas de ese nivel
miento de los signos, de los textos, de de acogida: por ejemplo, una práctica
las prácticas y de las estrategias inte- puede ser convertida en texto, o ser

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integrada en un texto, bajo la forma en breve, eso que se llama «rejilla» es


de un discurso de instrucción, o de la manera mediante la cual el sopor-
modo de empleo; una forma de vida te material es adaptado, por un lado,
puede ser convertida en práctica, o ser para recibir los textos y, por el otro,
integrada en una práctica: así, la fe re- para controlar los usos. Equivale, en
ligiosa, y toda la forma de vida que le ese sentido, a la portada de la prensa
está asociada, pueden ser reducidas y escrita (cf. supra).
condensadas en la sola práctica de la El «medio» es, en sentido restrin-
oración. gido, un medio de mediación y de di-
Esas capacidades de integración (en fusión; pero esta restricción no resiste
el sentido ascendente o en el sentido por mucho tiempo el análisis, puesto
descendente) son susceptibles de pro- que si se define ese «medio» como un
ducir formas semióticas mixtas, que soporte configurado a la vez con vistas
no son, sin embargo, ni incoherentes a la acogida de textos y con vistas a la
ni heterogéneas. Existen, por consi- realización de las prácticas, ese sopor-
guiente, objetos de análisis que no es- te se convierte, por ese mismo hecho,
tán estrictamente situados en un nivel en un «objeto» semiótico complejo e
de análisis único, y que no son pura- inextricablemente ligado a la mayor
mente textos, objetos o prácticas. Los parte de los otros niveles de análisis:
medios, como ya se habrá comprendi- determina, en efecto, a la vez géneros
do, participan de esas formas mixtas, y tipos de textos que puede acoger y
puesto que los hemos encontrado en los géneros y tipos de prácticas con las
todos los escalones de la cultura. cuales es compatible. El medio es el men-
Si tomamos, por ejemplo, el caso saje, pero no exactamente en el sentido
de la televisión, en cuanto medio que en el que lo entendía McLuhan: el me-
asocia principalmente textos vídeos, dio es un objeto-soporte fuertemente
configurados en programas y series estructurado y constreñido, que selec-
de emisiones, con un soporte técnico ciona otras formas semióticas, hacia
(el canal de difusión), y prácticas de abajo (textos vídeos) y hacia arriba
uso (diferentes formas del espectáculo (prácticas y estrategias).
y del consumo televisivos). El conoci- Pero ese poder estructurante, en el
miento de las prácticas y de los usos es caso de los medios, se entiende me-
necesario para comprender cómo está jor aun por razones institucionales y
configurado el soporte: en efecto, a económicas. En efecto, la televisión
partir de esas prácticas y de esos usos en cuanto medio está organizado en
será definida la rejilla de una cadena «cadenas», tal como la prensa escrita
de televisión, el lugar y el tipo de cada está organizada en «títulos de pren-
programa y de cada emisión, pero sa», periódicos y magacines, incluso
también la publicidad y los enlaces; en «grupos de prensa». Una cadena es

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Medios, regímenes de creencia y formas de vida

una marca, una identidad comercial y dos los tipos de contenidos, y cuanto
estratégica, que, por un lado, tiene un mayor es la fuerza de esa congruencia,
estatuto jurídico y comercial, y que, por más fácil resulta de identificar y más
el otro, ha sido construido para definir se impone su identidad como legítima
modos y estilos de enunciación aplica- a los ojos del espectador.
bles al conjunto de programas, emi- El medio es, pues, un tipo semió-
siones y textos vídeos. Con ese título, tico fuertemente integrador en el
remite a signos típicos (monogramas y seno de las culturas, en dos tiempos;
logos), a mapas gráficos (que rigen la primer tiempo: el de la constitución
dimensión plástica de la textualidad vi- del soporte en cuanto configuración
sual), a una concepción dominante de de acogida de textos mediáticos, por
los programas más importantes (prime un lado, y, por otro, de las prácticas
time), así como «emisiones de flujo», de sus usuarios; segundo tiempo: el
y, en consecuencia, prácticas de uso es- de la institucionalización del sopor-
peradas por los espectadores; adopta, te en cuanto «marca», cuya influen-
como se ha visto, estrategias en relación cia semiótica se extiende luego des-
con las prácticas de sus usuarios y de de los signos hasta las formas de vida.
sus concurrentes. Ciertamente, no es el único que puede
Lo que está en juego en esas mo- integrar así todas las dimensiones se-
dulaciones y en esas elecciones, que mióticas de la cultura; por lo demás,
alcanzan al conjunto de la arquitec- desempeña ese rol de poco tiempo a
tura semiótica de la cultura (y de la esta parte. En ciertos aspectos, desde
jerarquía de niveles de análisis), es la un punto de vista semiótico, tiene el
posibilidad de proporcionar a la cade- mismo poder estructurante e integra-
na una identidad y un estilo semiótico dor para las culturas que la política, la
reconocibles, y por eso, todas esas mo- arquitectura o el urbanismo.
dulaciones y todas esas elecciones de- Iuri Lotman ha mostrado notable-
ben dar una impresión de continuidad mente cómo y por qué la ciudad de
y coherencia. Es el momento de recor- San Petersburgo, por su arquitectura y
dar que ese tipo de coherencia «verti- por su concepción urbanística, era la
cal» es característica de esos conjuntos manifestación de una forma de vida,
significantes a los que llamamos «for- que implicaba el sentido de la historia
mas de vida». Así, pues, una cadena de y del tiempo, el de la política y los es-
televisión propone globalmente una o pacios sociales, el de la soberanía y su
muchas formas de vida. De ahí que se rol en la cultura en la época de Pedro
define por la fuerza aparente del lazo el Grande (Lotman 1999: 124-146). De
que une todas las decisiones que toma, cierta manera, el dispositivo semiótico
por la congruencia que asegura entre de la arquitectura es el mismo que el
todos los niveles de análisis, entre to- de los medios: textos y objetos (la me-

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moria histórica, los edificios), que hay te su tipo de expresión tridimensional,


que disponer sobre un objeto-soporte así como sus tres propiedades (cf. su-
(la organización urbana), cuyo poder pra: materia, morfología, dinámica) es la
estructurante se extiende, por un lado, de los cuerpos, cuerpos físicos cuales-
hasta los signos, y, por el otro, hasta quiera, pero también cuerpos vivien-
las estrategias políticas y las formas de tes. Más precisamente, esa experiencia
vida. Los medios no son, pues, los úni- sensible y cognitiva está aquí cons-
cos que disponen de ese poder de in- tituida por todas las interacciones de
tegración semiótica, pero los términos nuestro cuerpo propio con los otros
de la comparación (la organización de cuerpos, un conjunto de interaccio-
una ciudad, el discurso político sobe- nes entre morfologías de envoltura,
rano, etcétera) dan la justa medida del estructuras materiales y tipos diná-
alcance de su poder. Queda por com- micos. Esta experiencia deja huellas y
prender más específicamente cómo recuerdos, proporciona aprendizajes,
los medios contemporáneos juegan y puede así ser reactualizada con oca-
ese rol. sión de la interpretación de un nuevo
objeto.
Interrogarse sobre la ergonomía de
Regímenes de creencia, pasiones y
un nuevo objeto es tratar de interpretar
formas de vida
su forma con referencia a la memoria
A cada tipo semiótico, su régimen de de las interacciones pasadas con ob-
creencia jetos comparables, pero también, por
anticipación, con el tipo de interacción
Cada uno de los niveles de análisis que se podrá tener con él; interrogarse
distinguidos hasta aquí implica mo- sobre el diseño de un objeto es tratar de
dalidades particulares de expresión, encontrar en la morfología de superfi-
pero también de interpretación, y co- cie de ese objeto formas de experiencia
rresponden igualmente a un dominio vinculadas con el uso y con las funcio-
de experiencia (corporal, sensible y nes de otros objetos comparables. En
cognitiva) bien específico. Las moda- suma, cierto régimen de creencia se
lidades de interpretación dependen instala en la confrontación entre lo que
principalmente de la manera como propone el nuevo objeto para inter-
cada uno de esos tipos semióticos pretar y las experiencias acumuladas
pone en relación el universo de senti- en memoria; ese régimen de creencia
do y el tipo de expresión que propone tiene el estatuto de una promesa (pro-
con la experiencia sensible y cognitiva porcionada por la forma semiótica)
sobre la que se funda. y de una aceptación de la promesa (que
Por lo que concierne a los objetos- resulta de la confrontación con las hue-
soportes, la experiencia a la que remi- llas de la experiencia); en el corazón de

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Medios, regímenes de creencia y formas de vida

esa promesa más o menos aceptada se promesas semióticas, a veces erigidas


desarrolla un diálogo entre dos cuer- en contratos de lectura, que predeter-
pos, el cuerpo propio del intérprete y minan la manera como se supone que
el cuerpo-objeto propuesto. el receptor las va a interpretar; en las
De la misma manera, pero con ma- culturas institucionalizadas, esas pro-
yor alcance, el dispositivo de persua- mesas son convertidas en normas, en
sión y de interpretación propio de los estéticas y en géneros: la novela po-
medios implicará también una confron- licial, la comedia ligera, la emisión
tación entre promesas y experiencias. cultural, el documental de viaje, las
Con la diferencia de que, como hemos emisiones de juegos, etcétera, son gé-
visto, el alcance de la influencia de los neros que contienen instrucciones de
medios se extiende a la totalidad de lectura, inscritas en la forma misma
niveles de la cultura. Y entonces sur- de los textos y explotables según los
ge el problema cultural central, el de códigos de cada universo cultural. A
la congruencia (o no congruencia) de cada género corresponde, por el lado
las promesas. del texto, cierto número de reglas e
indicaciones que permiten reconocer
cuál es el régimen de creencia pro-
Cruces, hibridación y conflictos de los
puesto, y, por el lado de la práctica de
regímenes de creencia
interpretación, un tipo de imaginario
En efecto, cada nivel de análisis pro- y de disposición interior que posibilita
pone sus propias promesas; y el con- aceptar la promesa y adoptar el régi-
junto de niveles de análisis controla- men de creencia. Así, para entrar en
dos por un medio propone también una obra de ficción hay que suspender
una promesa global. La característica la incredulidad que podría inspirar
más sorprendente, en los medios con- la confrontación entre el mundo de la
temporáneos, radica en la dificultad obra y el de la experiencia cotidiana,
de asegurar la congruencia entre esos y aceptar provisionalmente un nuevo
diferentes tipos de promesas semióti- tipo de creencia (ficcional).
cas, y más particularmente en los me- En los géneros explotados por los
dios más difundidos y globalizados, la medios, particularmente la televisión
televisión e internet. e internet, las promesas semióticas pue-
Si uno se detiene, por ejemplo, en den ser reagrupadas en tres grandes
el nivel de análisis de los textos, ver- categorías (si seguimos los trabajos
bales, icónicos o vídeos, se puede ob- de Francois Jost),1 y, por lo tanto, en
servar que en sí mismos comportan tres regímenes de creencia fuertemen-

1 Particularmente en François Jost (2005, coll. 128).

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te contrastados. Tres solamente: (I) el mesas definidas por su género. ¿Y qué


documento y la información, (II) el descubre hoy día? Emisiones de jue-
juego y la competición, (III) la ficción gos que son transformadas en docu-
y la narración. Cada uno de esos tres mentos de viaje; relatos de aventuras
regímenes de creencia se define por exóticas que son de hecho narraciones
la relación de verdad que tiene con el de juegos y de competiciones; porcio-
mundo de la experiencia cotidiana, y nes de vida cotidiana que son también
esa relación de verdad puede incluso aparentemente construidas como jue-
ser objeto de validaciones o de falsifi- gos, pero donde se aprende pronto que
caciones: por ejemplo, el documento y funcionan de hecho como ficciones;
el juego deben poder influir sobre la documentos que toman prestados sus
experiencia cotidiana, cada uno a su códigos de géneros típicamente ficcio-
manera, mientras que ese no es el caso nales, etcétera. El momento más cono-
para la ficción. cido de esta evolución cultural corres-
Cada uno de esos tres regímenes de ponde al nacimiento de la «real TV»,
creencia mantiene, además, relaciones a la difusión de la telerrealidad bajo
espacio-temporales específicas con la todas sus formas, que impone su pro-
experiencia cotidiana (pueden estar pio régimen de creencia (la ficción y la
completamente separados de ella, o narración escenarizada) bajo la cubier-
estar fuertemente anclados en ella): ta de otro régimen (el juego y la com-
se sabe que la ficción se coloca como petición), en situaciones que querrían
separada del momento y del lugar de sin embargo presentarse como docu-
la lectura y que eso se traduce, en los mentales y trivialmente cotidianas.
escritos de ficción, por una utilización Pero la tendencia es mucho más ge-
específica de los tiempos verbales. Por neral, de suerte que, pasando de una
lo demás, cada uno de esos regímenes cadena a otra, y descubriendo una es-
de creencia corresponde a un tipo de cena de persecución automovilística,
valores, a juegos de roles y a reglas de es más y más difícil decidir de golpe
validación propias; para el documento: si se trata de una secuencia de filme
la nueva información es testimoniada, policial (ficción y narración), de un do-
el aporte de conocimiento validado; cumental sobre el trabajo de la policía
para el juego: la ganancia justificada y (documento e información), o de una
conforme a las reglas anunciadas; para carrera de autos (juego y competición);
la ficción: el interés y la verosimilitud asimismo, un grupo de actores atra-
continuados y sostenidos hasta el fin, vesando una río tumultuoso puede
etcétera. pertenecer igualmente a un filme de
El usuario de los medios entra, aventuras (ficción) que a una emisión
pues, en los textos mediáticos premu- de deportes extremos y de supervi-
nido de sus instrucciones y de sus pro- vencia (juego) o a una publicidad para

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Medios, regímenes de creencia y formas de vida

un destino o a un promotor de viajes publicitario están fuertemente degra-


(documento e información). Esta ten- dadas, y esta degradación solo puede
dencia es más acentuada mientras estar a favor de la manipulación de las
más se presta el soporte mediático a creencias, es decir, de una estrategia
una práctica fragmentaria, que se lla- de persuasión que juega con la deses-
ma zapping para la televisión, o nave- tabilización semiótica del intérprete.
gación para internet.
Entonces hay que comprender que Por una ética de los regímenes de
el medio en cuanto tal es portador de creencia
un régimen de creencia global y de for-
mas de vida dominantes que vienen a El juicio de buen sentido, en mate-
interferir con aquellos y aquellas que ria de medios, no es, pues, suficiente.
están asociados a los géneros textuales Inquietarse por la influencia de los
propiamente dichos, y fijados en cada medios sobre las costumbres, denun-
cultura particular. El juego, el documen- ciar su poder de difusión, querer con-
to y la ficción se convierten, entonces, trolar la diseminación de las repre-
en «meta-regímenes de creencia» que sentaciones estereotipadas que vehi-
son transversales en relación con los culan, todo eso es ciertamente loable,
de los géneros textuales y que engen- sin duda inevitable, como toda puesta
dran, a la vez, formas mixtas y gran en guardia frente a una capacidad de
número de combinaciones, y una cre- manipulación de gran alcance. Frente
ciente incertidumbre para el especta- al poder de difusión, los pedagogos y
dor al momento de la interpretación. los sociólogos proponen en general so-
luciones educativas: hay que aprender
El problema ya no es, en efecto,
desde la escuela a reconocer los códi-
saber si las emisiones de información
gos, a identificar los géneros, a adoptar
dicen la verdad sobre el mundo, si los
el régimen de lectura mejor adaptado
juegos son trucados o fiables, si las pu-
a cada medio y a cada género.
blicidades son conformes con la deon-
tología comercial o si los filmes de Pero claramente se advierte que, en
ficción respetan los códigos estéticos el corazón del problema, la hibridación
de su género; el problema se plantea de regímenes de creencia mediáticos
más bien ascendentemente, porque contemporáneos obliga a inventar
lo perturbado y desestabilizado es la otras contra-estrategias y una ética
elección del régimen de creencia más de los medios que se adapte a nuestro
apropiado. Es fácil comprender que si, tiempo. Ciertamente, el problema no es
frente a un filme publicitario, convie- nuevo, pero ha cambiado de naturale-
ne preguntarse de antemano si se está za. De ese problema, en efecto, Gustave
ante un juego, un documento o una Flaubert hizo en 1857 una novela,
ficción, las condiciones del mensaje Madame Bovary, en la que el personaje

Contratexto n.o 21, 2013 77


Jacques Fontanille

epónimo era conducido a la decaden- de creencia, o definitivamente incapa-


cia y al suicidio por haber creído que ces de ser educados a ese respecto.
podía vivir, en la experiencia cotidia- Pertenecen igualmente al mismo
na, como se vivía en las ficciones no- paradigma de la confusión «patoló-
velescas de las que se nutría abundan- gica» o «transgresiva» los métodos
temente; la confusión de regímenes de de la publicidad llamada clandestina:
creencia no es, entonces, privilegio de un reportaje sesgado para promover
los medios contemporáneos. una empresa o un servicio se basa, en
Prosiguiendo nuestro análisis, la efecto, en una confusión de creencias
diferencia salta a los ojos: en el caso de y particularmente de modos de per-
Madame Bovary y de sus semejantes, suasión, pero en el interior del mismo
anteriores o posteriores, la institución régimen, el del «documento-informa-
novelesca no está en cuestión, solo la ción», y en la lectura crítica del texto
fragilidad del intérprete y su probable mismo podrá ser reconocido el sesgo
competencia semiótica defectuosa ex- publicitario. Más insidiosa es la pues-
plican la confusión: madame Bovary ta en escena, en la ficción novelesca
no fue engañada por una confusión de o cinematográfica, de productos o de
regímenes de creencia en las novelas, marcas; uno se podría escandalizar
pero se extravió en la elección del ré- del procedimiento (por lo demás, re-
glamentado), pero la presencia de un
gimen de creencia; en particular, ella
producto o de una marca procedente
recibió el contenido de la promesa fic-
de la experiencia cotidiana no es, sin
cional (novelesca) como pudiendo ser
embargo, semióticamente elocuente,
transferida y puesta en marcha en su
tampoco más anormal que toda otra
propia experiencia cognitiva y sensi-
forma de «apoyos» realistas: es, en
ble. Más generalmente, y aún hoy en
efecto, un procedimiento tan antiguo
día, los grupos de presión que pro-
como la ficción, que consiste en incluir
testan contra la imagen de la mujer
en ella hechos u objetos de los que se
difundida por los medios, contra las
puede tener experiencia directa o de
costumbres puestas en escena en esos
los que se puede atestiguar la existen-
mismos medios, o contra toda suerte cia por testimonio; no hay ahí cambio
de bajezas ideológicas o morales atri- de régimen de creencia sino una for-
buidas a sus autores, practican la mis- ma de «mención» interna, un procedi-
ma amalgama y se pierden de la mis- miento retórico codificado y del cual,
ma manera: todas ignoran (conscien- en principio, nadie debería ser vícti-
temente o no) la diferencia efectiva y ma, destinado a otorgar un valor de
significativa entre los regímenes de autenticidad al universo de la ficción.
creencia, razonan como si los especta- La autenticidad no es la realidad sino
dores intérpretes fuesen incapaces de cierto efecto de referencia inmediata y
identificar los géneros y los regímenes simulada a la realidad.

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Medios, regímenes de creencia y formas de vida

En el caso de los medios contem- de los problemas. En la ocurrencia, la


poráneos, las cosas ocurren de otra zona crítica es la hibridación de los regí-
manera, porque la institución practica menes de creencia; el lugar problemático
sistemáticamente la hibridación e in- es la existencia de regímenes de creencia
duce a la confusión de regímenes de propios de los medios globalizados, e inde-
creencia; y no es el intérprete el que se- pendientes de los que los géneros tex-
ría frágil, incompetente o aturdido. En tuales tradicionales proponen en cada
el caso de la telerrealidad, por ejemplo, cultura; el punto de intervención es
los comportamientos que son presen- probablemente la congruencia de las for-
tados como cotidianos y documenta- mas de vida: en esos procesos, en efec-
dos son, de hecho, construidos de ma- to, la congruencia entre los niveles de
nera ficcional, están elaborados con un análisis y los diferentes tipos semióti-
guion a base de tramas argumentales, cos de cada cultura, congruencia que
y son asumidos por personajes que hemos definido como propia de las
han sido seleccionados como lo son formas de vida, es puesta ahí en crisis.
los actores de la ficción. Más aun, las La existencia de una forma de vida re-
reglas de exclusión progresiva de los conocible es, en efecto, una condición
participantes, que se supone remiten para que el usuario de los medios pue-
al universo de los juegos y de la com- da asumir o tener a distancia, aceptar
petición, forman igualmente parte de o rechazar con conocimiento de causa
la trama argumental, tal como lo son, los valores, las situaciones y los roles
por ejemplo, las alternativas argumen- que le son propuestos, y la hibridación
tales y textuales que son propuestas sistemática que constatamos no puede
en los relatos interactivos, los cuales sino descalificarlo como sujeto respon-
explotan bases de datos numéricas. En sable de sus elecciones.
suma, esas emisiones de la telerreali- Y si se recuerda que la congruencia
dad toman todo su dispositivo del ré- de una forma de vida es la clave de una
gimen de la ficción, apropiándose de identidad fuerte para una marca, para
todas las apariencias de géneros pro- una cadena de televisión o para un si-
pios del documental y del juego. tio de internet, entonces ese punto de
intervención se convierte en estratégi-
¿Ética o estrategia? co para el medio mismo. La confusión
sistemática entre los regímenes de
El rol del semiotista no es definir una creencia hace, en efecto, ilegible la or-
norma de conducta, o preconizar tal o ganización de la rejilla de una cadena
cual prescripción moral. Es observar, de televisión, puesto que hace vacilar
comprender e identificar las «zonas la distinción entre géneros textuales
críticas», los lugares problemáticos y y tipos de programas que son además
los puntos de intervención que son distribuidos cuidadosamente durante
susceptibles de conducir a la solución el día y a lo largo de la semana.

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Jacques Fontanille

Y esa confusa hibridación no es, se superpondrían reglas pertenecien-


sin duda, extraña al hecho de que, hoy tes al antiguo sistema y las propias del
en día, al menos en lo que concierne nuevo sistema.
a los medios generalistas, la identidad
misma de las marcas, de las cadenas y
de los títulos es más y más indistinta. Para terminar: esas creencias que nos
Sin identidad reconocible, una marca instalan en el mundo
no puede enunciar legítimamente; o,
Sin embargo, tendencia durable o
más simplemente, no puede adoptar
transición pasajera, esta confusión por
una clara posición de enunciación.
hibridación conlleva el mismo riesgo
Retornando al punto precedente: sin
para nuestros contemporáneos: el de
enunciador identificable, el enunciata-
ver que se les impone, o el de imponér-
rio no sabe cómo tomar posición; el yo
selo ellos mismos, en un deseo de cla-
construye al tú, y recíprocamente, y si rificación, de simplificación o de rea-
uno de ellos falta, el sistema de la ins- seguramiento, un régimen de creencia
tancia de enunciación vacila. único. Orwell había encontrado un
No es fácil decidir, en ausencia de nombre propio para esa reducción
investigaciones sistemáticas, en pro- totalitaria: Big Brother; Big Brother, en
fundidad y sobre un largo periodo, si efecto, es un medio, y satisface las con-
el fenómeno observado es una tenden- diciones de definición de un medio, es
cia durable o una simple transición comprendido por su capacidad para
pasajera. Se puede, en efecto, imaginar abarcar y reorientar todos los tipos
que, en esa zona periférica de las cul- semióticos de una cultura. Pero nues-
turas, donde operan las transiciones tra época produce otros, de la misma
y las traducciones, los regímenes de naturaleza, y aunque no sean defini-
creencia mediáticos estén en trance de dos o aprehendidos como medios, son
«dejar» el nivel de análisis de los géne- igualmente portadores de un régimen
ros textuales; y de que vayan a anclar- de creencia único y de una forma de
se en el de las formas de vida. Esta hi- vida totalitaria: la economía financie-
pótesis no es absurda, ya que de cierta ra, por tomar un ejemplo de actuali-
manera, los soportes, las prácticas y dad, es uno de esos «integrismos» se-
los usos sociales están siempre en el mióticos que nos son impuestos (o que
origen de los géneros textuales, y solo nosotros nos imponemos) como la ex-
después de su fijación institucional plicación última de todas las cosas, al
aparecen como propiedades textuales, mismo tiempo que el filtro verdadero
de nuestra relación con el mundo.
propiedades llamadas «genéricas». Si
tal fuese el caso, observaríamos ac- El semiotista no puede sino defen-
tualmente una fase confusa en la que der la diversidad de regímenes de creencia,

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Medios, regímenes de creencia y formas de vida

pero una diversidad suficientemente ficcional y la confianza en las reglas de


contrastada. Tres regímenes solamen- la competición, solo somos, semiótica-
te en los medios contemporáneos, es mente hablando, creencias diversas y
ya demasiado poco; pero es peor aun totalmente específicas.
si contribuyen a la confusión por hi- Si hiciera falta enunciar una reco-
bridación. Hay que militar a la vez mendación propiamente semiótica,
por la diversidad de los regímenes de sería, por tanto, esta: preservar, desarro-
creencia y por la clara distinción en- llar y dinamizar la diversidad de nuestros
tre cada uno de ellos, como se puede regímenes de creencia culturales. Y esa es,
militar por la diversidad biológica y la precisamente, la condición para que
clara identificación de cada una de las las formas de vida que ellos sopor-
especies. tan puedan ser percibidas y asumidas
La diversidad de regímenes de creen- como formas de vida. Desde un punto
cia es la garantía de la plenitud semióti- de vista semiótico, en efecto, una for-
ca de nuestra relación con el mundo. Solo ma de vida no tiene existencia sino por
estamos en el mundo, justamente, en contraste, al menos por el contraste de
la medida en que creemos en eso que una figura diferente y resaltante sobre
nos propone, en que creemos que él un fondo de consenso; las formas de
soporta la significación de nuestro vida solo estructuran nuestra relación
estar en el mundo. Y siendo a la vez con el mundo por su capacidad de
el mundo extremadamente diverso y, oponerse y de transformarse; y, gra-
sin embargo, sentido como único, te- cias a sus contrastes distintivos, por
nemos necesidad de la diversidad de solicitar nuestra elección.
regímenes de creencia y de su clara Solo podemos asumir nuestras for-
adaptación a cada situación portado- mas de vida en la diversidad y de ese
ra de sentido, para sentir la unidad de modo podemos asignarles una signifi-
nuestra relación con el mundo: desde cación por contraste. Nuestra vida solo
la «fe perceptiva» que nos hace tomar tiene sentido en la contradicción y en
por verdaderas nuestras percepciones la posibilidad de elección, y los me-
cotidianas, hasta la fe religiosa, que dios contribuirán a crear ese sentido si
nos abre, en el sentido mismo de la ex- plantean y despliegan ese potencial de
periencia cotidiana, la posibilidad de contradicción y de contraste.
otros mundos, pasando por la creencia

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Jacques Fontanille

Bibliografía

Lotman, I. (1999). La sémiosfère. Tartu, coll. «Los lenguajes de la cul-


Limoges: Pulim. Traducción de A. tura rusa», 1966.
Ledenko, establecida a partir de las Fontanille, J. (2008). Pratiques sémioti-
páginas 163-295 de la obra original ques. París: PUF.
de Lotman El universo del espíritu. Jost, F. (2005). Comprendre la télévision.
Moscú: Ediciones Universitarias de Coll. 128. París: Armand Colin.

Traducción: Óscar Quezada Macchiavello.


Título original: «Médias, régimes de croyance et formes de vie», 2013.

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