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LA DEPRAVACION TOTAL COMO IDENTIDAD DEL CREYENTE

LEONARDO RAMOS CAGUA

TEOLOGÍA DE LA REFORMA

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO

MEDELLÍN, 13 DE SEPTIEMBRE DEL 2019


DEPRAVACION TOTAL COMO IDENTIDAD DEL CREYENTE

INTRODUCCION

I. Depravación total.
II. Identidad del creyente.
III. Casuística.

CONCLUSIÓN

BIBILIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN

El pecado ha causado un gran daño al estado natural del ser humano, arruino su
capacidad de agradar a Dios. Después de la caída el hombre no es capaz de pasar
un día sin pecar, sin transgredir los mandamientos de Dios, sin manifestar su
inclinación natural a pecar.

Para el creyente, el pecado trae un profundo sentimiento de tristeza por haberle


fallado a Dios, pero también trae, a veces, una desesperación por haber caído una
vez más en aquellos pecados para los cuales ya ha doblado rodilla buscando el
perdón por medio del arrepentimiento.

¿Es correcto caer en depresión a causa de mis pecados? ¿mi compungir por mis
infidelidades deben llevarme a sentimientos negativos como el fracaso? O ¿mis
pecados me deben llevar a comprender mi incapacidad para, por mí mismo, agradar
a Dios en santidad?

Meditaremos en la importancia que tiene el creyente de entender la doctrina de la


depravación total para afianzar su identidad en Cristo.
I. Depravación total

La depravación total es la doctrina cristiana que hace mención a que el ser humano,
en su estado natural, es totalmente corrupto, no puede obrar el bien, no puede
agradar a Dios en todo lo que hace.

Berkhof, en su Teología sistemática, hablando del pecado original, menciona la


depravación total como un elemento de este, así: “El estado pecaminoso, es decir,
la condición en que nacen los hombres se designa en la teología con el nombre de
peccatum originale, lo que traducido literalmente al español significa "pecado
original… Deben distinguirse dos elementos en el pecado original, es decir: La culpa
original… y la corrupción original que no es meramente una enfermedad sino que
es pecado en el sentido completo de la palabra… esta debe considerarse desde
más de un punto de vista, es decir, como total depravación y como total incapacidad.
La total depravación indica que la corrupción inherente se extiende a todas las
partes de la naturaleza del hombre, a todas las facultades y poderes tanto del alma
como del cuerpo; y que no hay en el pecador en absoluto algún bien espiritual, es
decir, algún bien en relación con Dios, sino únicamente perversión… refiriéndose al
efecto del pecado original sobre los poderes espirituales, del hombre, se le llama
incapacidad total… queremos aquí decir dos cosas: Que el pecador irregenerado
no puede hacer ningún acto, por insignificante que sea, que logre fundamentalmente
la aprobación de Dios y responda a las demandas de la ley santa de Dios; y que no
puede el pecador cambiar su preferencia fundamental hacia el pecado y su yo, en
amor para Dios, ni siquiera lograr una aproximación a semejante cambio”.1

El que Dios eficazmente ha traído a Cristo ha experimentado un cambio de


naturaleza, de pecaminosa a una que busque y se deleite en la santidad, sin

1
Louis Berkhof, Teología Sistemática (Grand Rapids: Libros Desafío, 1949), 291, 293-295.
embargo, aún sigue experimentando que el pecado le asedia, sigue, y persigue a
pesar de las buenas intenciones de agradar a Dios, muchas veces se agazapa y
permanece oculto, esperando un descuido para poder tomar ventaja y producir la
caída. A esto, que sucede a menudo, los teólogos han llamado el pecado
remanente, aquel que asedia a pesar de haber sido objetos de la gracia y
misericordia de Dios.

II. Identidad del creyente

La identidad es definida como el conjunto de rasgos propios de un individuo o de


una colectividad que los caracterizan frente a las demás. Es la conciencia que una
persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás.2

La identidad personal es importante, pues un individuo debe ser capaz de


responderse a la pregunta ¿Quién soy? ¿para dónde voy? ¿Cuál es mi lugar y labor
en esta vida?, y de las respuestas o conceptos que tenga de sí mismo dependerá
su salud mental y espiritual, su forma de enfrentar las diferentes circunstancias, el
empeño, amor y pasión que le ponga a sus labores cualesquiera que sean, y las
decisiones que tome en la vida. De esta forma se protege de la cara opuesta que
es llamada la difusión de identidad, que básicamente es una diferencia entre lo que
uno aparenta ser y o que es, es la faltad de una filosofía coherente de la vida y
objetivos que le den un sentido a la existencia en la tierra.

Es importante mencionar que la identidad en el ser humano puede ser modificable


por diversos factores a lo largo de su vida. Entonces, el creyente, en su nueva vida,
debe experimentar este cambio de identidad, debe poder identificarse como un ser

2
Educalingo, Educalingo, https://educalingo.com/es/dic-es/identidad, ultimo acceso 13 de septiembre de
2019.
humano diferente a lo que era antes de Cristo, sentir que ha pasado de las tinieblas
a la luz, saber quién es ahora, para donde va, y cuál es el propósito de su existencia.

III. Casuística

Dios nos ha dejado en las escrituras suficiente evidencia de lo que requerimos saber
para glorificarlo y para nuestra redención. No son solo palabras que llenan hojas y
hojas, sino que cumplen su propósito.

La doctrina de la depravación total y el pecado remanente, aunque no estén como


palabras textuales, si están descritas implícitamente en la biblia, y son verdades que
ayudan al creyente a afrontar las diversas circunstancias de manera correcta, a
evitar malos entendidos, así como evitar pecados.

Observemos un par de ideas que a veces sobrevienen al creyente que serían


evitadas con la correcta comprensión, asimilación, y práctica de la doctrina que nos
atañe.

En primera medida, observemos lo que sucede cuando el creyente llega a tener


sentimientos de fracaso, decepción, derrota, y frustración, debido a que entiende el
estándar de Dios, es decir, la perfección a la cual ha sido llamado, la santidad que
le agrada a él, pero no puede llegar a alcanzarlo debido a los continuos embates
del pecado remanente por doquiera, a donde quiera, a la hora menos pensada y
deseada, y que lo llevan a pecar.

Esto se debe a que no tiene una correcta comprensión del pecado remanente en el
creyente. Coalición por el evangelio lo explica muy bien en su artículo Mi verdadera
identidad: “Durante nuestra vida cristiana solemos perder de vista nuestra herencia
espiritual, y olvidamos o rechazamos la noción práctica de que somos pecadores.
Ignoramos que, aunque el evangelio es para incrédulos, también es implícita y
funcionalmente para creyentes. El evangelio, la noticia de que hay perdón de
pecados, debe ser parte intrínseca en la vida de cualquier creyente. El evangelio no
solo se trata de “qué creemos”, sino también de “qué somos”. El evangelio nos sella,
nos marca, nos identifica como pecadores perdonados. Sin embargo, aunque
podamos considerarnos “orgullosamente evangélicos”, fácilmente olvidamos
frecuentemente qué es lo que el evangelio proclama: el perdón de pecados a través
de la obra expiatoria de Cristo”.3

Diversos textos bíblicos recuerdan que en su nueva vida el creyente seguirá


pecando. Por ejemplo, el pasaje que relata lo sucedido a Pedro en Mateo 26:74
“entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: no conozco al hombre. Y enseguida
canto el gallo”. Simón a quien el señor le había cambiado el nombre por Pedro,
quien fue elegido por el señor, quien anduvo con él, quien fue testigo ocular de sus
grandes maravillas, peco de forma triple al recibir una presión externa de la sociedad
y querer salvar su vida. Es de notar que, ante el anuncio del señor de que lo negaría
tres veces, su respuesta fue que nunca lo haría, así tuviese que morir; parece haber,
en principio, una intención en Pedro de no mentir y testificar de Cristo, pero el
pecado remanente, cual sagaz devorador, salto y lo llevo a negar a Cristo.

Entonces, el creyente debe combatir contra esos pensamientos de fracaso y


frustración con la palabra de Dios. Específicamente con aquellos pasajes que
muestran a creyentes pecando pero que siguen siendo bendecidos por la inmutable
gracia y misericordia de Dios por sus hijos. Por lo anterior, su identidad no está en
lo que piense, sienta o crea, sino en lo que Dios ha dicho en su palabra. Y Dios, por

3
Coalición por el evangelio, Coalición, https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/mi-
verdadera-identidad/ , ultimo acceso 13 de septiembre de 2019.
medio de su palabra, da evidencia que es un pecador perdonado. Su identidad no
está en su experiencia sino en creer que Dios conoce su realidad, sus
circunstancias, su debilidad, y esta pronto a restaurarlo en sus caídas.

Como segunda medida, el creyente siente que trata de ser alguien que no es, sufre
una difusión de identidad, por lo tanto, la vida cristiana se le vuelve una utopía, algo
que desea alcanzar, pero no puede. Piensa que probablemente eso no puede
suceder ahora tiempo, pero que en tiempos antiguos si fue posible. Esta tensión
entre lo que quiere, y le es testificado que puede hacer, y lo que débilmente puede
hacer, es frustrante.

Esto se debe a que el creyente asume la posición de que puede alcanzar la


perfección, o la victoria definitiva sobre el pecado en su vida. Idealiza su estado
espiritual sin tener en cuenta toda la revelación bíblica, y esto, tal vez influenciado
por algún estándar preconcebido de recompensa por obras, es decir, que puede ser
llegar a ser santo por su propio deseo, por su propia iniciativa, y en sus propias
fuerzas, lo que lo lleva a caer en una incorrecta adoración por medio de la idolatría,
por un lado, y a un legalismo por otro; del primero debido a que confía en su propia
capacidad, coalición por el evangelio en su artículo Tu identidad no está en tus
fracasos, comenta al respecto: “Desde que el pecado entró en la humanidad,
nuestra adoración se tornó a lo creado y no a Dios (Ro. 1:25). Esto es rebeldía, un
problema de idolatría que produce una identidad equivocada, una que vive para
cumplir sus propios estándares —o los de los demás— para sentir la aprobación de
otros. La idolatría es una ladrona de la gloria que le pertenece a Dios. Desde la
caída, buscamos a quién o qué adorar aparte de Dios. Así es como llegamos a
adorarnos a nosotros mismos. Nos sentimos satisfechos con nosotros mismos
debido a que tenemos pensamientos egocéntricos que se rigen por lo que sentimos,
y por lo que otros dicen de nosotros”.4 Del segundo podemos decir que el creyente
está convencido que es debido a sus obras de obediencia que tendrá éxito
espiritual, y no en la victoria de Cristo, confía mayormente en su propia bondad, por
lo cual su motivación se torna incorrecta, puede ser de responder al deseo de
satisfacer un deseo de superioridad, de aparentar ser superior, o de buscar la
aprobación de los hombres y no de Dios.

La biblia es eficaz al argumentar que nadie puede llegar a la santidad sino es asido
de Cristo, es necesario recordar sus palabras: separados de mi nada podéis hacer;
él es Dios, el ser humano es creatura, no es autosuficiente, él si es autosuficiente,
por lo cual, necesita de aquello que solo el creador puede otorgar. De otro lado, en
romanos capítulo 7, Pablo trata el tema de la ley del pecado, del mal que habita
dentro de nosotros. Kris Lundgaard en su libro El enemigo que llevamos dentro
habla de cuatro verdades que se encuentran en el libro de romanos capítulo 7: el
pecado que vive en nosotros es una ley, hallamos esta ley dentro de nosotros,
hallamos esta ley cuando estamos en el mejor momento, y esta ley nunca descansa.
Algunos de sus apartes son: “cada impulso e inclinación en nosotros es una ley, el
hambre es una ley, lo mismo que la sed, el impulso sexual y el temor, cada uno nos
impele a cumplir sus demandas, y nos impone una fuerza para doblegarnos a la
sumisión. El pecado remanente obra de este modo, incitando, amenazando y hasta
intimidando. Pablo lo llama ley para hacernos ver que es poderoso, incluso en la
vida de creyentes, y que opera constantemente para conformarnos a su molde de
maldad… a pesar de que esta ley del pecado es tan poderosa, no gobierna el
corazón del creyente. Pablo la veía operar, aun mientras quería hacer el bien. No
se tropezó con ella en un momento de gran retroceso espiritual o cuando era
indiferente a las cosas de Dios. Estaba apercibido de ella, aun en los momentos en
que más quería servir a Dios… la ley del pecado es un forcejeo constante de lucha
en contra del deseo general del creyente de agradar a Dios. Pero el pecado va más

4
Coalición por el evangelio, Coalición, https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/identidad-
no-esta-tus-fracasos/, ultimo acceso 13 de septiembre de 2019.
lejos: cuando el creyente se dispone a realizar hasta el deber más mínimo para
Dios, el pecado pelea con él, justo en ese punto”.5

Es responsabilidad del creyente ejercitarse en la piedad y en la lectura de la biblia,


pues solo así podrá derribar aquellas fortalezas mentales, esquemas de
pensamiento o cosmovisiones que son incorrectas o que tienen alguna falacia. Solo
así podrá comprender que su identidad no proviene de su propia justicia, la cual es
solo un legalismo similar a trapos de inmundicia, sino de la justicia perfecta de
Cristo, no intentará ser quien no es, pues es otro pecador, pero mirado en gracia
divina, y así hallara descanso para su constante frustración. No encontrará su
identidad en sus actos de perfección sino en el perdón en Cristo. Su identidad no
descansara en ser exitoso a su propio concepto o al de los demás. Ante algún
pecado o falla su identidad no será afectada pues sabe que a través de esa
infidelidad Dios lo puede perfeccionar, eso evitará el legalismo, pues los propios
éxitos no deben formar su identidad.

5
Kris Lundgaard, El enemigo que llevamos dentro (Santo Domingo: Editorial Eternidad, 2003), 11-15.
CONCLUSIÓN

La identidad del creyente nunca se encontrará en sí mismo, pues es falible, y esta


se verá afectada cuando peque, y este fundamentado en sí mismo sin asirse de
Cristo. Esto debe ser evitado a toda costa, con el fin de lograr vivir una vida cristiana
en libertad, libre para hacer la voluntad del padre. Cristo es la identidad del creyente,
en él encuentra todo, jamás se verá removido, a pesar de que sea evidente su
fragilidad ante la tentación, a pesar de que a lo largo de su vida vea el pecado
remanente brotar de cuando en cuando, haciéndolo no sentir más ya triste por su
pecado sino bienaventurado por haber sido perdonado, su felicidad no está en su
perfección sino en la buena voluntad de Dios, su gracia y su misericordia al
perdonarlo. La doctrina de la depravación total dota al creyente del conocimiento
necesario para que no se sumerja en aguas turbias que lo ahoguen, lo hagan
chapalear sin éxito, sino que lo llevan a las corrientes de aguas vivas, a descansar
en Cristo.
BIBLIOGRAFÍA

 Berkhof, Louis. Teología Sistemática. Grand Rapids: Libros Desafío, 1949.

 Coalición por el evangelio. Coalición.

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/identidad-no-esta-tus-

fracasos/, Último acceso 13 de septiembre de 2019.

 Coalición por el evangelio. Coalición.

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/mi-verdadera-identidad/,

Último acceso 13 de septiembre de 2019.

 De Reina, Casiodoro, y Cipriano de Valera. Santa Biblia. Madrid: Sociedades

bíblicas unidas, 2017.

 Educalingo. Educalingo. https://educalingo.com/es/dic-es/identidad, último

acceso 13 de septiembre de 2019.

 Lundgaard. Kris. El enemigo que llevamos dentro. Santo Domingo: Editorial

Eternidad, 2003.

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