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El Borges de Bioy.

Traducir e interpretar al personaje


Iván de la Torre

La anécdota es famosa pero puede volverse a contar: en y permitan registrar decenas de peleas entre escritores que
1932, un Borges de treinta y tres años y un adolescente Borges despacha con una frase lapidaria: “Todas estas po-
Adolfo Bioy Casares de dieciocho, se conocen en casa de lémicas literarias son como efusiones de sangre en el teatro:
Victoria Ocampo y comienzan una amistad de más de después nadie muere.”
cincuenta años frente a la brutalidad de su anfitriona que Borges recuerda ante Bioy sus comienzos como escritor
intenta poner fin a la conversación con un “No sean mier- cuando había dos bandos literarios, pero no los típicos
das, vayan a saludar al invitado”. grupos de Florida o Boedo, sino los partidarios de quien
La torpeza de Borges y su avanzada ceguera lo hacen era el peor poeta: Oliverio Girondo o Bernárdez.
tirar un velador para luego, testarudamente, seguir conver- El perverso humor borgeano aparece continuamente:
sando con su nuevo amigo. Ese diálogo, ya sin la presencia “Yo creo que Manuel Gálvez es pésimo, pero muy supe-
asfixiante de Victoria, se desarrollará durante años en las rior a [Horacio] Quiroga. No creo que nadie sea tan malo
interminables sobremesas en casa de los Bioy donde Borges como Quiroga”. Roberto Arlt tampoco le gustaba: citaba
va a comer, al menos, una vez por semana, desde el casa- su ingenuidad, su deseo de participar en planes descabe-
miento de Bioy con Silvina Ocampo en 1940. llados como ganar dinero organizando una gran cadena de
La esposa de Bioy, hermana menor de Victoria, acude prostíbulos.
más de una vez al escritorio donde se retiran a escribir y El éxito popular del Don Segundo Sombra y su catego-
charlar, molesta por las carcajadas: “¿De qué carajo se ríen?” ría de “clásico” los sorprende a ambos. Según Borges, “de
les dice. La presencia de las hermanas Ocampo, más que pronto apareció un libro gauchesco en un estilo que podía
una molestia, parece incentivar a la dupla de indisciplinados aprobar un lector de Apollinaire. La gente comprendió
escritores que comienzan sus primeros colaboraciones ahí que quedaba bien admirando el libro. Y Güiraldes murió
adentro. enseguida: para su gloria fue una muerte oportuna”.
Borges (Editorial Destino, 2006, 1664 Páginas) de A diferencia de Güiraldes, a quien dedica un poema
Adolfo Bioy Casares compila más de mil seiscientas paginas hablando de su gentileza, Ricardo Rojas sólo recibe desplan-
de charlas que pueden leerse como un complemento de tes. Borges prácticamente es obligado por sus compañeros
“Descanso de caminantes” pero con un tono más ajustado a felicitarlo “porque hace cincuenta años que publicó un
donde los espacios en blanco finalmente se llenan con libro del que debería avergonzarse”. El intercambio entre
nombres, fechas y lugares antes mencionados de paso o Borges y Bioy muestra la mecánica interna de estas charlas
pudorosamente ocultos. potenciada por la maldad mutua y la retroalimentación
Bioy anota, por ejemplo, el desagrado del puritano ante las respuestas del otro:
Borges ante cualquier tema sexual o romántico, que él no Borges: “La casa parece un museo: un museo dedicado
comparte aunque sus criterios sobre literatura sean similares a él mismo. En vitrinas había ejemplares de sus libros. En

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marcos, páginas de Caras y Caretas, con uno de sus sonetos. esforzaba por escribir, las frases no le salían bien. Cae, como
Lisa Lenson (Luisa Mercedes Levinson) se dio cuenta de Lugones, en un estilo burocrático que apaga el interés del
que todo eso era un poco raro”. lector. No trata de ser interesante; la impresión que da no
Bioy: “Se dio cuenta porque sabe que Ricardo Rojas es es de impulso, sino de insistencia en una materia ingrata.
un viejo ridículo”. Después de leer ‘La tentación de San Antonio’ a sus amigos,
Borges: “Tenés razón. Tal vez todos propendan a eso, le dijeron que debía dejarse de asuntos grandilocuentes,
pero Ricardo Rojas dispone de más materia prima. [...]. que debía buscar una historia chata. Para contestar a esos
Bioy: “¿Estaba Palacios?”. amigos escribió ‘Madame Bovary’. Qué idea de la literatura
Borges: “Sí, es claro”. y del arte. Llegó hasta a buscar la casa donde habían vivido
Bioy: “¿Se confundieron en un abrazo y quedaron con- Bouvard y Pécuchet. Qué diferencia con Henry James.
tentados?”. Cuando a James le contaban una historia que le parecía
Borges: “Debían haber peleado. Es gente del tiempo de que le daba tema para un cuento, una vez que había oído lo
los gauchos con barba y galera. Había una gran biblioteca esencial acallaba a los narradores: no quería oír demasiadas
y yo pensaba: ‘’Tal vez no haya un solo libro que se pueda explicaciones ni detalles; con lo esencial trabajaba su mente
leer’’. Puro Martí; o ni siquiera Martí, González Arrili. y un tiempo después producía un cuento. Un método más
La casa tiene un patio andaluz, con adornitos incásicos: lúcido que el de Flaubert”.
Ollantay. Qué raro que Victoria (Ocampo) estuviera allí. También se ríen de mitos populares como Gardel, quien,
Es un descenso”. según Borges, tenía cara de sonso. Incluso llegan a planear
Bioy: “No. Es el descenso de la reina a las galerías de los una biografía escandalosa de Gardel: llamarlo Gardez, decir
mineros galeses”. que es francouruguayo, etc.
Borges: “Tenés razón: aquello era muy oscuro. Le di la Cuando Borges se casa con Elsa Astete, Bioy anota que la
mano y comprendí que había cometido una gaffe. Había mujer es vieja, desconfiada y posiblemente celosa; también
que abrazarlo”. describe a la madre de Borges como una snob a la que le
Entre sus contemporáneos, a pesar de ser amigo de am- gusta la novia simplemente porque “a la mejor chica del
bos, es Eduardo Mallea, director del suplemento cultural de mundo no le perdonaría su juventud”.
La Nación, quien recibe las peores y más constantes ironías. Borges, que había hecho un culto de sus antepasados
Según Bioy, “Mientras viva, Mallea será un escritor de algún militares, no duda ante el confiable Bioy, en hablar de su
nombre; después se hundirá en el olvido, como si fuera de visita a Coronel Suárez donde le presentaron a un general
plomo. ¿Quién se atreverá a reeditar sus novelas? Nadie”. que “destila estupidez. No es necesario que hable, basta
Lo mismo opina de Ernesto Sábato, quien había publicado mirarlo”.
su novela “El túnel” y libros de ensayos como “Uno y el Una de las mejores páginas las brinda la invisible mujer
universo”: “Sábato también desaparecerá, sin dejar rastro, de Bioy, Silvina Ocampo. Cuando Borges comenta que “al
después de la muerte. Es curioso el caso de Sábato: ha escrito final de su vida a Coleridge sólo le importaba hablar. No
poco, pero ese poco es tan vulgar que nos abruma como le importaba el interlocutor, ni nada”, Bioy anota: “Silvina
una obra copiosa”. (mirando a Borges): Hay mucha gente así...”
Pero Borges tampoco duda a la hora de elogiar autores En los diarios aparece también la incomodidad de Bioy
olvidados como Arturo Capdevilla. Mezclando ternura e cuando Borges termina de comer y no se lava las manos, o,
ironía le dice a Bioy: “Lo peor de Capdevila es peor que lo ya ciego, le orina todo el piso del baño.
peor de Mastronardi, pero lo mejor es mejor y esto es lo La despedida final entre ambos es indolora porque Bioy
que importa”. no se da cuenta de lo que pasa: “Cuando Borges me dijo
Las charlas suelen volver sobre viejos temas: Conrad, por teléfono -se lamenta en su diario- desde Ginebra que no
Stevenson, Kipling; Shakespeare, a quien alaban por ser un iba a volver y se le quebró la voz y cortó, ¿cómo no entendí
amateur, “the divine amateur”. Para Bioy, si se hubiera cul- que estaba pensando en su muerte?”. •
tivado más habría perdido esa “inflamada y feliz elocuencia,
que es probablemente la mejor de sus virtudes”.
Comparando a Flaubert y Henry James, Borges se incli- Iván de la Torre. Escritor y crítico de nacionalidad argentina.
na por el segundo: “[Flaubert] A pesar de lo mucho que se Correo electrónico: helliconiaa@yahoo.com.ar

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