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Un extraño y azaroso viaje en las carreteras de Minas Gerais

Reflexión del camino recorrido por Cao Guimaraes

Cuando emprendas tu viaje a Itaca


pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias…
K. Kavafis1

La figura del caminante nos remite a distintos matices emocionales, desde el legendario
Ulises y su larga odisea, o ese eterno peregrino en busca del amor de Dante, hasta el
hombre nietszcheano que ha vendido su sombra y no se sabe bien a bien, si es la sombra
la que acompaña al caminante o es él quien acompaña a la sombra en una especie de
alteridad del ser. Nietzsche señala que aquel que ha alcanzado la libertad de la razón no
puede ser otra cosa que un caminante, no un viajero, pues éste siempre tendrá un destino,
en cambio, el caminante sólo anda, sin meta, pues para el caminante no hay destino que
pueda terminar con su andar.

Esto me hace recordar un relato de Kafka donde un hombre le pide a su sirviente que le
traiga su caballo y éste curioso le pregunta hacia donde se dirige, el hombre contesta que
no lo sabe y que sólo desea irse lejos, pues sólo así alcanzará su meta. El sirviente
intrigado se da cuenta que no lleva equipaje para el camino y le pregunta cómo hará para
sobrevivir en viaje tan largo sin provisión alguna y el hombre simplemente responde: "No
me son necesarias… el viaje es tan largo que moriré de hambre si no consigo alimentos
en el camino. No hay provisión que pueda salvarme. Por suerte es un viaje realmente
interminable".2

Con esta imagen del viaje interminable, sin meta y sin retorno, comienza la película
Andariego del artista visual y cineasta brasileño, Cao Guimaraes, presentada en el pasado
Festival FICCO en la Ciudad de México. Un largo camino será el interludio que precede
a la presentación de sus caminantes. Tres personajes que son tres y uno. Tres vagabundos
que deambulan por la vida sin destino, tres percepciones de la temporalidad apartadas del
Mundo, pero inmersas en la más pura de las realidades. Sujetos que solo se sostienen
gracias a una aprehensión intuitiva de la realidad, rechazando cualquier intermediación
conceptual en un desplazamiento aparente, un aparente abandono del mundo (o
abandonados por el mundo) en un acto de ensimismada contemplación solitaria, siempre
en movimiento, siempre hacia delante, suspendidos fuera del tiempo, en un estado de
incertidumbre ante la intemperie, ante ese espacio demasiado abierto, pero al mismo
tiempo como una figuración del caminante como espíritu libre.

1
Para ver el poema completo: http://www.pixelteca.com/rapsodas/kavafis/itaca.html)
2
Kafka, Franz. Obras completas. Cosmolibro. Tomo IV. Barcelona, 1983. p 1287.
Caminar hace inevitable ver el mundo, reconocerse en el espacio como un ente en
movimiento; el caminante busca y deja tras de sí, sus propias huellas. Caminar, pasear,
andar, recorrer, deambular, vagabundear, rondar, circular, callejear, todas ellas siempre
como experiencias cognoscitivas que nos permitirán percibir las cosas en un estado de
suspensión temporal. Donde vida y viaje se convierten en la misma cosa. Donde el
tránsito, es la permanencia de lo efímero "…el camino es, a la vez, permanencia y
cambio; movilidad y fijación."3

Cao descubre estos personajes de forma tan azarosa como su propio andar y los sigue y
filma de manera tan solitaria como la vida de estos sujetos, en una búsqueda en la que el
caminar y el pensar se manifiestan a través de lo visual y el sonido. Nos hace reconocer
que cada uno de estos caracteres representa un momento de introspección distinto, como
tres formas de vida interior, momentos diferentes del ensimismamiento. El primero es un
personaje que existe en el mundo solo por mediación de los espíritus. El más allá como
intermediador entre el yo y el otro, entre el ser y el mundo, la fantasía no proviene de él,
es siempre un mensaje divino, donde las cosas no son, sino porque en ellas sobrevive un
espíritu que les permite su existencia. El segundo personaje, un viejo cansado y de andar
lento y dificultoso, sólo existe para sí, habla consigo mismo y sus fantasmas; discute y
argumenta entre sus múltiples personajes imaginarios, y habita un mundo que no existe
más allá de su cabeza. El tercer personaje será el que representa la única relación con una
realidad material, empujando eternamente un carrito, carga en él su propio mundo. Como
caracol, arrastra su casita rodante, desplazándose con su historia a cuestas como la única
opción de quien necesita apartarse de la confusión del exterior y crear su refugio
individual.

Situado a modo de epojé, en un estado de suspensión del juicio sobre la realidad o


suspensión conceptual, Cao nos permite constatar con reposada atención, una de las
tareas fundamentales de la vida: la contemplación. Dicho estado implica un modo de ser
entre el enmudecimiento y el ensimismamiento. Una revisión de las relaciones del
hombre consigo mismo y con lo que está a su alrededor.

Guimaraes convierte al público en verdadero espectador4, es decir de aquel que mira, que
contempla. Obligándonos a entender la película como un conjunto de imágenes y sonidos
armónicos que rompen con esa convención de que el cine es necesariamente narrativo.
Cao hace especial énfasis en que nos es muy difícil concebir el cine sin una narrativa
secuencial. Estamos acostumbrados a verlo como una extensión de la literatura y
consecuentemente del teatro. Historias que tienen una acción, un desenlace y un final
(casi siempre feliz si pensamos en las producciones de Hollywood). La propia voz de
¡Acción! comúnmente empleada a los directores cuando dan inicio a la filmación de una
escena, proviene de la palabra Acto utilizada desde la antigua Grecia para designar las
partes en que se divide una obra dramática.

Pero para Guimaraes el cine debe ir más allá del relato, debemos verlo como una forma
de presentar la realidad a través de la pausa, del silencio, de los sonidos repetidos o de la

3
Fauquié, Rafael. Nietzsche y la palabra del camino. En: www.babab.com/no25/fauquie25.php
4
Espectador, derivado de Spectare: contemplar, mirar.
simple imagen de un grillo cruzando una carretera creando la expectación del momento
en que será aplastado por la rueda de un automóvil.

Las imágenes, los sonidos ambientales combinados con una sutil composición musical a
cargo de O Grivo, los conceptos sobre la vida y la divinidad expresados por los
caminantes y los escenarios de carreteras, llanuras y poblados, todos se descubren en
Andariego como símbolos de un mundo inasible, con una connotación casi metafísica en
la que se trata de evidenciar lo suprasensible, el acontecer cotidiano que al final viene a
develarnos una verdad. Con una fuerte intencionalidad de preservar la realidad, la verdad
es aquello que acontece dentro y más allá de la imagen, de las palabras y los sonidos.
Andariego, filmada entre las ciudades de Montes Claros y Pedra Azul, en el noreste del
estado de Minas Gerais, es un acontecimiento de verdadera intuición estética que nos
aleja de un pensamiento discurso-narrativo y nos revela en la pausa y el silencio, una
suerte de nostalgia donde se nos está invitando a ver, junto con estos caminantes, lo que
ocurre en el mundo.

Andariego (2007) y El Alma del hueso (2004) son dos de tres documentales de una serie
que Guimaraes llama la Trilogía de la Soledad. Ambos, centrados en los andares de
individuos que transitan a la deriva de una sociedad que coexiste fuera de ellos, ya sea
por destino o por voluntad; como es el caso de El Alma del hueso, que narra la solitaria
existencia de un ermitaño de 72 años que vive dentro de una cueva en una montaña.
"Ahora estoy preparando un tercero, con Marcelo Gomes (director de Cine, aspirinas y
buitres), que la cerrará. Será una película algo más guionada, en la que habrá un actor en
medio de situaciones reales"5.

Quizá una de las más encantadoras virtudes de esta mirada de la realidad que Guimaraes
nos presenta a través de estas películas, es que no cae en la visión trágica del
romanticismo, donde la unidad entre el hombre y el mundo se consideraba perdida,
provocando un estado de angustia o desconsolación, producido por el enfrentamiento con
una naturaleza agresiva y un mundo ajeno al hombre.

Por el contrario, en Andariego nos muestra tres personajes que a pesar de ser vagabundos,
a pesar de que han sido "expulsados" del mundo social, viven con un espíritu de libertad
indomable. Al igual que Dominguinhos en El Alma del hueso, que ha vivido en soledad
durante 40 años y se muestra, no como el eremita hostil y agresivo, sino como un viejo
hablanchín de carácter afable y amigable en todo momento. Guimaraes tiene el buen tino
de encontrar y seguir a estos hombres que han aprendido a relacionarse con el mundo de
una manera muy diferente a la cognoscitiva (en la que el entendimiento se da partir de los
conceptos impuestos por un sociedad injusta y aplastante) y muy distinta también en la
práctica (donde la cotidianidad de los sujetos se sale fuera de todo contexto social)
provocando una condición que, a pesar de las carencias, las locuras y delirios de los
propios personajes, hace posible su libertad.

5
ENTREVISTA A CAO GUIMARAES, por: Diego Lerer. En:
www.clarin.com/diario/2007/11/07/espectaculos/c-00908.htm
En resumen, podría decir que esta película es de una gran belleza, pero reconocemos,
gracias a Kant, que la experiencia de lo bello es indecible, indescriptible y que es
imposible formular un juicio; sin embargo la belleza es lo único que nos permite conocer
esas partes del mundo, que de otro modo, serían inaccesibles; en palabras del propio Cao:
"Cada tanto, es necesario asesinar al sujeto para que exista la subjetividad”. Así es
Andariego, nos muestra un pedacito del mundo que está más allá del discurso y que nos
invita al acto puro y simple de la contemplación.

Andarilho, de Cao Guimaraes


Brasil/ 2007/ 80 min/ 35mm/ Color/ Dolby Digital
Ganadora del Lady de Oro en el 9º Festival de Cine de Las Palmas
Seleccionada para la 64° edición del Festival de Cine en Venecia

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