Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
—¡Conejo! ¡Conejo!
—¿Quién me llama? —
respondió el conejo.
—Amigo conejo, como te ves muy feo sin nada en la cabeza, te voy a
regalar mis orejas.
Sin decir más, el venado dejó sus orejas sobre el zacate y se fue a gran
velocidad.
Luego de ver un rato las orejas, el conejo se las acomodó en la cabeza.
Con ellas escuchó el canto de todas las aves cercanas y también los pasos
del venado.
El conejo se puso muy contento; ahora tenía las mejores orejas del lugar,
podía brincar tan alto como quisiera y ya no cargaría más los pesados
cuernos.