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Actitudes del misionero


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Visita a las casas

Para empezar, lo primero es llamar a la puerta, tocar el timbre o hacer palmas.


Una vez que nos han atendido, saludamos y nos presentamos con nuestros
nombres, indicando que somos misioneros, dónde estamos parando y qué
actividades estamos haciendo.
Naturalmente hay que entrar en diálogo, por lo que es bueno contar que
estamos recorriendo el barrio para conocer a la gente, rezar con ellos y bendecir
sus casas, si así lo quisieran.
Es muy importante respetar los deseos de la persona; no desistir ante el
primer “no” por respuesta, pero tampoco ser insistentes.
Nunca hay que dejar de ser amables y sonreír, incluso aunque nos rechacen
de mala manera.
No debemos pasar por alto preguntar el o los nombres de las personas con las
que estamos conversando, y tratar de no olvidarlos. Puede servir anotarlos en un
cuaderno.

Lo que nos interesa es conocer la realidad de la familia y de la persona en


particular, sus alegrías, sus tristezas y problemas, su vida… nosotros podemos ser
instrumentos pobres y humildes de Dios.
Lo más importante es saber escuchar. Nunca entrar en discusiones. Respetar
sus creencias y formas de llegar a Dios, aunque aconsejando con delicadeza y
amor si incurrieran en algún error grave.
Seguramente encontrarás mucha gente triste, por lo que es importante ser
positivos e intentar hacerles ver las pequeñas buenas cosas de la vida. Habrá
mucha gente enojada con la Iglesia, por lo que es importante darles la razón en
aquellas cosas que la tengan y proponerles un punto de vista alternativo en
aquellas que no sean tan así.
Siempre es importante respetar el ritmo y costumbres del lugar, evitando ser
motivo de escándalos (ya sea por vestimenta, comportamientos, gritos,
comentarios, mal vocabulario, etc.)
Durante la conversación, suelen darse silencios más o menos prolongados.
Esto no significa que estemos haciendo las cosas mal, ellos son una parte natural y
necesaria en toda conversación profunda. Hay silencios llenos de espiritualidad,
de dolor, de ternura y es muy importante saber respetarlos. Sólo debemos
interrumpir aquellos que resulten innecesariamente incómodos. Pero no tengas
miedo al silencio.
Podemos brindarle un lindo momento de oración a la gente e incluso
debemos buscar el momento para proponerlo sin tampoco forzarlo. Podemos
hacerlo simplemente preguntándole a la persona si le gustaría hacer una oración
con nosotros. Tan simple como eso.
Pero antes de empezar, hay que disponer el clima. Es importante poner en
orden cualquier factor que pudiera generar distracción durante la oración, como
apagar una tele o una radio que esté encendida. También es bueno invitar a
acercarse a todos los presentes en el hogar que quieran participar y les explicamos
lo que vamos a hacer a medida que lo hagamos. Por eso, hay que evitar apuros,
haciendo todo con delicadeza, tratando de no olvidar nada.
Cada casa suele tener un altar doméstico, un rincón religioso que, en el caso
de existir, conviene integrar a la oración acercándose a él para rezar. También
conviene detectar si la familia tuviera alguna devoción hacia algún santo o Virgen
en particular, para invocar su especial intercesión.
Si tuviéramos agua bendita, los invitamos a mojar en ella el dedo índice y
explicamos que nos vamos a poner en presencia de Dios haciéndonos la señal de
la cruz, y luego les pedimos que lo hagan (enseñándosela nosotros, en caso que
ellos no la sepan hacer).
Antes de empezar a rezar conviene entregar una estampita a los presentes
para que puedan seguir la oración por escrito, si es que saben leer. También
podemos invitarlos a poner en común las intenciones que cada uno guarda en el
corazón y por las que desean rezar. Es importante aquí dar tiempo para realizar
todo tipo de intenciones, agradecimientos y pedir por los enfermos y difuntos.
Puede suceder que por su naturaleza tímida la persona no participe de la puesta
en común en las oraciones. Los misioneros debemos estimular, pero no imponer
esta participación, respetando sus tiempos.
En el caso que la familia sea protestante (evangélica, mormona, etc.) debemos
utilizar el término “orar” en lugar de “rezar”, y no utilizaremos ninguna
estampita sino que leeremos un fragmento del Evangelio sobre el cual podemos
hacer luego una pequeña reflexión. También debemos dejar a un lado la imagen
de la Virgencita y procurar no invocarla, para evitar incomodarlos. En casos así, la
figura central de la oración debe ser Jesús.
Para lograr un ambiente de mayor recogimiento y devoción, podemos juntar
nuestras manos, inclinar un poco nuestras cabezas y cerrar nuestros ojos mientras
hablamos, para que la familia proceda de igual manera y perciba que la
celebración es un momento de meditación espiritual.
Es importante al hablar utilizar un lenguaje sencillo y actual, que todos
puedan comprender, en todo lo que digamos. Por eso, si algún pasaje del
Evangelio utilizara palabras poco claras, debemos aclararlas o cambiarlas por
sinónimos más adecuados.
No debemos preocuparnos si durante la oración hubiera distracciones o
interrupciones imprevistas. Debemos recibirlo todo con calma e incorporarlo a la
oración.

Una vez que hemos terminado de rezar, podemos invitar a la familia o a la


persona que nos atendió a bendecir ella misma su hogar. Para hacerlo, le
entregaremos la botellita de agua bendita, rezaremos una oración para pedir que
descienda la bendición sobre el hogar y luego le pediremos a la persona que,
poniendo sus dedos sobre la boca de la botella, de forma que salgan apenas unas
gotitas, rocíe los diferentes ambientes o imágenes de su casa que desea bendecir,
haciendo la señal de la Cruz.
Toda etapa de la celebración que pueda ser hecha por las personas mismas
debemos alentarlos a que la hagan. Nuestro objetivo allí es enseñarles cómo y
animarlos a que lo hagan con frecuencia, hasta que podamos volver y hacerlo otra
vez con ellos.

Para cerrar el encuentro puede ser bueno hacer entrega de algún rosario,
estampita o souvenir para la familia, explicándoles para qué sirve y cómo se usa.
También no debemos olvidar preguntarles si tienen alguna intención en
especial por la que les gustaría que rezáramos en la misa. Las anotamos,
siguiendo este orden de prioridades: Salud, Intenciones generales, Acción de
gracias, Difuntos. Si hubiera algún enfermo en la casa, es bueno invitarlo a que
vaya a misa, donde se le podrá administrar el sacramento de la unción de los
enfermos. Y, si no se pudiera desplazar, animarlo al menos a recibirlo junto con la
comunión en su misma casa.
Además es sano invitar a todos a aprovechar la presencia del sacerdote en la
misión, si la hubiera, para poder confesarse o pasar a charlar con él para recibir
un consejo espiritual. Por último, es muy positivo invitar a la familia a bautizar
durante los días de misión a aquellos miembros que aún no hubieran recibido ese
sacramento.
Llegado el momento de despedirnos, debemos hacer un recordatorio de las
actividades que estaremos realizando (si lo hemos hecho ya al comienzo, al
contarles la razón de nuestra visita), invitándolos a acercarse para compartirlas
con nosotros.
Al salir de la casa, luego de hacer unos metros, podemos anotar los datos de
interés (ej: si hay chicos para bautizar, algún enfermo para llevarle la unción,
alguna preocupación en especial, etc.) para no olvidarnos nada que sea
importante recordar.
Esquema de celebración

Introducción

En el nombre del Padre…

Guía: nos encontramos reunidos en este hogar, para unirnos en la oración y


rezar juntos a Dios, que como buen Padre nos mira desde el cielo y nos invita a
su encuentro. A través de Su Hijo, aceptemos este llamado que Él nos hace y
aprovechemos este momento para hacer nuestros propios agradecimientos y
pedidos… dejando que nuestro corazón hable… y sabiendo que Jesús ya está
en medio de nosotros, según la promesa que nos hizo, que donde hayan dos o
más reunidos en su Nombre, Él estaría presente en medio de ellos…

Intenciones libres

Se deja el momento para que cada uno diga en voz alta su pedido/gracias…
Podemos hacer las siguientes y agregar las que se nos ocurran.
Guía: Invoquemos a Jesús, el Hijo de Dios, que quiso hacerse hombre y habitar
entre nosotros y digamos:
- Jesús, que con María y José santificaste la vida del hogar, dígnate vivir
en esta casa en medio de esta familia.
- Tú que enseñaste a tus fieles a edificar su casa sobre piedra firme, haz
que la vida de esta familia se apoye firmemente en tu Palabra.
- Tú que nos enseñaste a amarnos unos a otros, haz que esta familia viva
en la paz y en la unidad, en el cariño y en el respeto.

Lectura del Evangelio

Guía: Jesús es la Palabra que ilumina a todos los hombres… dejemos que nos
hable y escuchémoslo con atención…

Por los enfermos: Lc 5,17-26 (Curación del paralítico)


Por los difuntos: Jn 11,1.21-26.32-45 (Resurrección de Lázaro)
Por el trabajo: Mt 6,25-34 (Providencia)
Por la familia: Mc 3,31-35 (Verdadera familia de Jesús)
Por una necesidad espiritual: Mt 8,23-27 (Jesús duerme)
Por los que están solos: Lc 24,1-35 (Emaús)
Varias:
• La Vid y los sarmientos: Jn 15,1-11
• El Hijo Pródigo: Lc 15,11-32
• El mandamiento del amor: Jn 15,12-17
• El lavatorio de los pies: Jn 13,1-15

Se hace la lectura del Evangelio, luego se puede hacer algún comentario y rezar alguna
de las oraciones…

La Paz de Jesús

Guía: Jesús después de compartir la última Cena con sus discípulos les dijo:
“La paz les dejo, mi paz les doy”… y una vez resucitado les dijo también: “La paz
esté con ustedes”. Hoy nos lo sigue diciendo a cada uno de nosotros para que
esa Paz que Él nos regala la compartamos con nuestros hermanos…
Aprovechemos entonces este momento, para darnos de corazón esa Paz que Él
nos regala.

Nos damos la Paz

Bendición

Si tenemos agua bendita podemos bendecir los distintos sectores de la casa. Para eso,
le preguntamos en primer lugar y que él nos vaya guiando. Decimos la siguiente
oración:

Guía: Asiste, Señor, a estos servidores tuyos que viven en esta casa e imploran
tu bendición, para que cuando vivan en ella, sientan tu presencia protectora;
cuando salgan, gocen de tu compañía; cuando regresen, sientan la alegría de
tenerte entre ellos; hasta que lleguen felices a la casa de tu Padre. Tú que vives
y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

(Se rocía con agua bendita la casa y lo que la familia desee bendecir… podemos ir
rezando el Padrenuestro, el Avemaría, el Gloria… Al empezar a bendecir decimos:)

Guía: Que esta agua nos recuerde el Bautismo en Cristo, que nos redimió con
su muerte y su resurrección. Amén.

Si no tenemos agua bendita, podemos finalizar rezando el Padrenuestro, el


Avemaría y el Gloria. Luego, decimos…

Guía: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida
eterna. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oraciones por distintas necesidades

Oración por la paz (San Francisco de Asís)


Señor, haz de mí un instrumento de Tu Paz.
Donde haya odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Esperanza.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Donde haya tristeza, que lleve yo la Alegría.
Oh, Maestro, que yo no busque tanto:
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender; “Señor, haz de mí un
ser amado, como amar. instrumento de tu Paz…”
Porque es dando, como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
y muriendo, como se resucita a la Vida Eterna.

Oración por los enfermos


Dios y Señor nuestro, cuyo Hijo único ha tomado sobre sí la pobreza y la
debilidad de todos los hombres, revelando el valor misterioso del sufrimiento:
bendice y acompaña a nuestros hermanos enfermos para que, en las angustias
y los dolores, no se sientan solos, sino unidos a Cristo, médico del cuerpo y del
alma, y gocen del consuelo prometido a los afligidos y agobiados. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Por los difuntos


Señor, Dios nuestro, escucha la súplica que hacemos tus hijos implorando tu
misericordia por nuestro hermano/a……… sostenidos por la esperanza cierta
que el último día resucitará. Aunque él/ella está muerto/a ante nuestros ojos,
sin embargo, vive en tu presencia. Por tu inmensa bondad, perdona los
pecados que ha cometido por su humana fragilidad, acepta el amor que puso
en su vida. Que tu amor de Padre le abra las puertas del Cielo donde pueda
gozar de la Vida eterna. Mira también a tus hijos que lloramos afligidos por su
partida, sé para nosotros un refugio y reanímanos para que superando las
tinieblas de nuestro dolor seamos consolados por la paz de tu presencia. Por
nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oración por las familias (Santa Madre Teresa de Calcuta)
Padre Celestial, nos has dado un modelo de vida en la Sagrada Familia de
Nazaret. Ayúdanos, Padre amado, a hacer de nuestra familia otro Nazaret,
donde reine el amor, la paz y la alegría. Que sea profundamente
contemplativa, intensamente eucarística y vibrante con alegría. Ayúdanos a
permanecer unidos por la oración en familia en los momentos de gozo y de
dolor. Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de nuestra familia
especialmente en los momentos de angustia. Haz que el corazón de Jesús
Eucaristía haga nuestros corazones mansos y humildes como el suyo y
ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares de una manera santa. Haz
que nos amemos más y más unos a otros cada día como Dios nos ama a cada
uno de nosotros y a perdonarnos mutuamente nuestras faltas como Tú
perdonas nuestros pecados.
Ayúdanos, Padre amado, a recibir todo lo que nos das y a dar todo lo que
quieres recibir con una gran sonrisa.
Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Santos Ángeles de la Guarda permanezcan a nuestro lado, guiándonos y
protegiéndonos.
Amén.

Por una necesidad espiritual (Beato Carlos de Foucauld)


Padre, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea, te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo;
lo acepto todo,
con tal de que tu voluntad
se cumpla en mí y en todas tus criaturas.
No deseo ninguna otra cosa, Padre.
Te ofrezco mi vida.
Te la doy con todo el amor de que soy capaz.
Porque te amo y necesito darme:
ponerme en tus manos, sin medida,
Padre, me pongo en tus manos…
con una infinita confianza.
Porque Tú eres mi Padre.
Por el trabajo (a San José)
Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como
quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado.
A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo
el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en
nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer
en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto.
Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza
contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio.
Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el
descanso eterno en el Cielo.
Amén.

Por los que están solos


Señor Amado: En este día rogamos por aquellos hermanos/as que aún no
pueden entender cuál es Tu Voluntad Perfecta y Divina y se siguen sintiendo
solos. Que a partir de estos momentos sientan que Tu Mano Poderosa está
sobre ellos y en sus corazones, sanando y cicatrizando heridas del pasado, que
al día de hoy no les permiten sentir el Amor que solamente Vos sos capaz de
dar. También te rogamos que en esta hora, los desamparados, los
abandonados, los débiles, los discriminados, los que están solos, sientan una
renovación en su interior que les permita comprender que hay un Padre
Amoroso y atento que se preocupa por ellos.
Te damos gracias por Tu Inmensa Gracia de aceptarnos como hijos tuyos.
Padre, te amamos, bendecimos tu Nombre Santo y reconocemos tu Gloria.
Amén.

Oración de consagración a la Virgen


¡Oh Madre! Quiero Consagrarme a Ti.
Virgen María hoy Consagro mi vida a Ti.
Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida,
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en Ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará,
mi derrota se convertirá en victoria,
mi fatiga en Ti fortaleza es. Amén. Virgencita de Luján, ruega por nosotros…
Para la catequesis prebautismal
• Por el bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que
anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este
misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua
con Jesús, para subir con él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse,
en el Hijo, en hijo amado del Padre y "vivir una vida nueva" (Rm 6, 4)
(Catecismo n°537)
• Bautizar es en griego "sumergir", "introducir dentro del agua" y significa
eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo
para una nueva vida.
• El Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el carácter,
que consagra al bautizado al culto de la religión cristiana. Por razón del
carácter, el Bautismo no puede ser reiterado.
• El Bautismo es el primero y principal sacramento del perdón de los pecados
porque nos une a Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para
nuestra justificación (cf. Rm 4, 25), a fin de que "vivamos también una vida
nueva" (Rm 6, 4). (Catecismo n°977)
• Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente
en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y
personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia (Catecismo n°683)
• El rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o
derramar agua sobre su cabeza, pronunciando la invocación de la Santísima
Trinidad, es decir, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
• El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que
comprende:
o el perdón del pecado original y de todos los pecados personales;
o el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo
adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo
o la incorporación a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y la participación del
sacerdocio de Cristo, por la misma acción del bautismo.
• En caso de necesidad, toda persona puede bautizar, con tal que tenga la
intención de hacer lo que hace la Iglesia, y que derrame agua sobre la cabeza
del candidato diciendo: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo".
• Luego de la invocación del Espíritu Santo, el agua se convierte en el signo
sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo que la gestación de
nuestro primer nacimiento se hace en el agua, así el agua bautismal significa
realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da en el Espíritu
Santo.
Link sugerido: Manual para los grupos misioneros de Argentina

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