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En Mendoza, a dieciocho días del mes de diciembre del año dos mil trece, reunida la Sala

Primera de la Excma. Suprema Corte de Justicia, tomó en consideración para dictar sentencia
definitiva la causa n° 108.459, caratulada: "FEDERACION PATRONAL SEGUROS S.A. EN J: 100.784 /
36.550 BARRAGAN RICARDO GUILLERMO Y OTS. C/ REYNAGA RICARDO ERNESTO Y OTS. P/ D. Y P.
S/ INC.CAS".

Conforme lo decretado a fs. 105 se deja constancia del orden de estudio efectuado en la
causa para el tratamiento de las cuestiones por parte de los Señores Ministros del Tribunal:
primero: Dr. Alejandro PÉREZ HUALDE; segundo: Dr. Jorge H. NANCLARES y tercero: Dr. Omar
PALERMO.

A N T E C E D E N T E S:

A fs. 18/31 la aseguradora Federación Patronal Seguros S.A, mediante apoderado, deduce
recursos extraordinarios de inconstitucionalidad y casación contra la sentencia dictada por la
Segunda Cámara Civil de Apelaciones a fs. 901/911 y su aclaratoria de fs. 932/933 de los autos
n°.100.784/36.550, caratulados: “Barragan Ricardo y ots c/ Reynaga Ricardo P/ D Y P”.

A fs. 46 se admiten formalmente los recursos deducidos y se manda correr traslado a la


contraria.

A fs. 51/80 contestan los actores y a fs. 86/95 los demandados, ambos solicitan el rechazo
de ambos recursos con costas.

A fs. 100/101 vta. dictamina el Sr. Procurador General quien, por las razones que expone,
aconseja admitir los recursos deducidos.

A fs. 104 se llama al acuerdo para dictar sentencia y a fs. 105 se deja constancia del orden
de estudio en la causa por parte de los señores Ministros del Tribunal.

De conformidad con lo establecido en el art. 160 de la Constitución de la Provincia, esta Sala


se plantea las siguientes cuestiones a resolver:

PRIMERA CUESTIÓN: ¿Son procedentes los recursos interpuestos?

SEGUNDA CUESTIÓN: En su caso, ¿qué solución corresponde?

TERCERA CUESTIÓN: Costas.

A LA PRIMERA CUESTIÓN EL DR. ALEJANDRO PEREZ HUALDE, DIJO:

I. PLATAFORMA FÁCTICA.
Los hechos relevantes para la resolución de estos recursos son, sintéticamente, los
siguientes:

Los Sres. Hernán Abel Maza, Miriam Liliana Ortiz y Ricardo Guillermo Barragan, por
intermedio de apoderado, promueven demanda sumaria por daños y perjuicios en contra de los
demandados: Ricardo Ernesto Reynaga, en su carácter de titular registral y de Ricardo Jara
Reynaga en su carácter de conductor y citó en garantía a la aseguradora del demandado:
Federación Patronal de Seguros. Relataron que el día 15 de agosto de 2.008, siendo
aproximadamente las 17:00 horas, el Señor Hernán Abel

Maza circulaba por calle Sarmiento de Oeste a Este del departamento de Maipú a la altura del
Barrio González Galiño, que tomó la calle paralela del carril Sarmiento, por tornarse de una sola
mano de circulación cuando se disponía a ingresar al referido barrio, en sentido sur norte, fue
embestido por el rodado del demandado quien conducía en contramano. Reclamaron como
monto indemnizatorio la suma de pesos 51.593, sujetándolo a lo que en más o en menos surgiera
de la prueba a rendirse.

Los demandados al contestar, solicitaron el rechazo de la demanda, invocaron la


responsabilidad de la contraria al sostener que intentó efectuar un giro en “U”. También citaron
en garantía a la aseguradora Federación Patronal.

La aseguradora rechazó la citación en garantía efectuada en autos. Alegó que había


quedado configurada la causal de exclusión de cobertura derivada de circular a contramano con
señal inequívoca en ocasión del siniestro, que se encontraba prevista en la cláusula 22 inciso 23
de las Condiciones Generales de la Póliza. En subsidio contesta la demanda.

La Sra. Juez de origen hizo lugar a la demanda en contra de los demandados y rechazó la
citación en garantía efectuada. Tuvo por acreditado que el conductor demandado circulaba en
contramano, por lo que tenía plena vigencia la cláusula de exclusión expresamente pactada en tal
sentido.

La sentencia fue apelada por los actores y los demandados. Los agravios deducidos por la
actora se dirigieron a impugnar la exclusión de cobertura dispuesta, en tanto que los demandados
se agraviaron por la exclusión de cobertura por la omisión en la aplicación del art. 56 de la L.S., por
los intereses fijados, por el monto admitido en concepto de lucro cesante y por la inaplicación del
art. 505 del C.C. (Ley 24342).

En lo que es materia de agravio en esta instancia el fallo impugnado, en su voto


mayoritario, contiene los siguientes fundamentos:
En el caso resulta aplicable el art 56 de la L.S porque la exclusión de cobertura no es
notoriamente extraña al riesgo asegurado, no configura un supuesto claramente excluido desde el
inicio y fácilmente entendible por el asegurado.

En los contratos de seguro rige el principio de buena fe (art. 1198 del C.C).

Debe tenerse en cuenta que la relación obligacional se pacta entre un profano (asegurado) y
un experto (aseguradora). Es una relación desigual en la que el derecho deber de información
tiene vital importancia para el adecuado resguardo de los derechos del asegurado.

A la luz de estos principios debe interpretarse el art. 56 de la L.S y los derechos y deberes de
las partes contratantes, de modo tal que cuando el asegurado denuncia el siniestro, tiene la
legítima expectativa, de recibir una respuesta de la Aseguradora y el silencio le genera la confianza
de comportamientos futuros acordes a la carga de cumplir frente a la denuncia, máxime si el
silencio tiene una significación inequívoca.

Salvo casos evidentes de no seguro, el art. 56 de la ley de seguros impone a la compañía la


carga de pronunciarse.

En el caso la causal de exclusión de cobertura, no es notoriamente extraña al riesgo


asegurado, no configura un supuesto claramente excluido desde el inicio y entendible por el
asegurado y la citada en garantía no se pronunció en término, como ella misma lo reconoció. Tal
omisión implica una aceptación tácita de la denuncia.

El voto minoritario, en cambio, con sustento en los precedentes de esta Sala, entendió que
se trataba de un riesgo no cubierto abinitio: el vehículo asegurado circulaba a contramano,
existiendo señalización inequívoca en el lugar del hecho; la cláusula no resultaba confusa: no se
requieren conocimientos especiales para conocer que circular en contramano constituye una
infracción; la oponibilidad de dicha cláusula al asegurado, aún fuera del plazo previsto en el art.
56, no aparecía como desmesurada conforme a los hechos acreditados en la causa, ni en
contradicción con alguna norma imperativa de la Ley de Seguros.

II. LOS AGRAVIOS DEL RECURRENTE.

1. Recurso de inconstitucionalidad.

Lo funda en los supuestos contenidos en los incisos 2,3 y 4 del art. 150 del CPC.

La aseguradora sostiene que la sentencia es arbitraria. Razona de la siguiente manera:

a. El Tribunal parte de una premisa equivocada cuando sostiene que la causal de exclusión de
circular a contramano, no resulta notoriamente extraña al riesgo asegurado, por lo que no
configura un supuesto claramente excluido desde el inicio. La causal es clara y comprensible
fundada en elementales normas de tránsito. Resulta muy apresurado considerar que el asegurado
no la puede comprender, con tal criterio debería eximirse de toda culpa a quién circula en
contramano. No está probado que el asegurado desconocía los términos de la póliza.

La buena fe en la ejecución del contrato nunca estuvo en discusión con relación a lo que las partes
entendieron o pudieron entender, la cláusula es clara en cuanto al riesgo que excluye. La
aplicación del art. 56 de la L.S. tampoco afecta al principio de buena fe que imponga la
comunicación de la no aceptación del riesgo, por tratarse de un no seguro. No hay afectación al
derecho/deber a la información porque la cláusula es clara, es una conducta prohibida por la ley
de tránsito y que obviamente el asegurado conocía.

b. a partir de esa premisa equivocada el fallo arriba a una conclusión errada: el deber de
expedirse de la aseguradora y la interpretación de su silencio como la aceptación del riesgo. No
hay obligación de pronunciarse porque se trata de un supuesto de ausencia de seguro.

c. la Cámara deja de aplicar la cláusula 22 inc. 23 de la póliza que expresamente dispone que
el asegurador no indemnizara cuando el vehículo asegurado circule a contramano, existiendo
señal inequívoca en el lugar del hecho de la dirección de circulación.

d. la sentencia al omitir el tratamiento del encuadre jurídico propuesto por su parte, en el


ámbito de las condiciones de la póliza y hacerle extensivo el art. 56 de la L.S que no resulta
aplicable al caso, vulnera el derecho de defensa de su parte y de trato igualitario en el proceso.

2. Recurso de casación.

Como fundamento del recurso de Casación invoca los supuestos contemplados en el art.
159 inc. 1 y 2 del CPC. Invoca la errónea interpretación y aplicación del art. 56 de la L.S.

III. LA CUESTIÓN A RESOLVER.

Por una cuestión metodológica, se abordará el tratamiento conjunto de ambas piezas


recursivas. Esta Sala debe resolver si resulta arbitraria o normativamente incorrecta la sentencia
no admitió el rechazo de la citación en garantía de la compañía aseguradora, dados los siguientes
hechos no discutidos por las partes:

El asegurado no conducía el vehículo al momento del accidente, sino su hijo que se


encontraba habilitado para hacerlo.

El accidente se produjo el 15 de agosto de 2008.

El tomador del seguro efectuó la denuncia del siniestro ante la aseguradora el 20 de agosto
de 2008 (fs. 286).
La aseguradora no se expidió sobre el rechazo del siniestro conforme el art. 56 de la L.S.

La compañía aseguradora fue citada en garantía por los actores y por la demandada
contratante del seguro.

La citada, en ambos casos, al contestar demanda se opuso a la citación. Invocó la existencia


de una causa de exclusión de seguro un hecho previsto en la Cláusula 22 inc. 23): “en ocasión de
transitar el vehículo asegurado a contramano, existiendo señalización inequívoca en tal sentido”.

La Juez de origen entendió que la cláusula invocada por la aseguradora había quedado
acreditada, dado que el conductor demandado circulaba a contramano y que en el lugar existía
señalización inequívoca. Por tanto, resultaba inaplicable la norma del art. 56 de la L.S.

El fallo impugnado entiende que la aseguradora debe cumplir con la carga impuesta por el
art. 56 de la L.S, en todos los casos y que al no haber comunicado en el plazo legal el rechazo de la
citación, debía responder a tenor del contrato de seguro.

Tanto los actores como los demandados han cuestionado en todas las instancias, el
carácter de la cláusula y su validez, la oponibilidad y la aplicación del art. 56 de la L.S.

El Tribunal de apelaciones sólo analizó la cuestión referida a si la aseguradora debía


pronunciarse conforme a los términos del art. 56 de la ley de seguros y como concluyó que la
norma resultaba aplicable, ante el incumplimiento de la aseguradora, rechazó la declinación de la
citación efectuada.

Este tribunal ya se ha expedido en reiteradas oportunidades sobre la cuestión referida a las


cláusulas de exclusión de cobertura en el contrato de seguro y a la aplicación del art. 56 de la Ley
17.418.

De esos precedentes pueden extraerse los siguientes principios:

a) La distinción entre cláusulas de delimitación del riesgo objeto de la cobertura y las


cláusulas limitativas de los derechos del asegurado es clásica entre los estudiosos del derecho de
seguros (ver Hernández Moreno, Contrato de seguro: exclusión de cobertura y cláusulas
limitativas, Barcelona, ed. Cedecs, 1998, pág. 37). La comprensión de la diferencia requiere
recordar algunos conceptos básicos:

El contrato de seguro debe mencionar el riesgo asegurado. Normalmente, una cláusula


prevé el riesgo genérico a cubrir (por ej., incendio) y luego se señalan diversas hipótesis que van
acotando el ámbito dentro del cual regirá la cobertura otorgada (por ej., se excluyen incendios
producidos por actos de terrorismo). O sea, normalmente, la individualización del riesgo se hace
con indicaciones positivas y luego, indicaciones negativas ayudan a la individualización.
La determinación, entonces, implica dos fases:

La individualización del riesgo, consistente en la indicación de la naturaleza del hecho de


cuyas consecuencias se busca amparo (incendio, robo, granizo, muerte, etc.).

La delimitación del riesgo que resulta de la fijación de límites concretos a ese riesgo.

Cuando la delimitación de ese riesgo es de naturaleza convencional, aparecen las llamadas


cláusulas de exclusión de cobertura o de no seguro o no garantía. Estas cláusulas "señalan
hipótesis que, o bien resultan inasegurables, o bien son intensamente agravantes del riesgo y por
ello son colocadas fuera de la cobertura”. Otras veces constituyen simples menciones objetivas de
lugares, personas o cosas, dirigidas a fijar ámbitos en los que operará el seguro (Conf.
StiglitzStiglitz, Seguro contra la responsabilidad civil, Bs. As., A. Perrot, 1991, n 137, pág. 280 y ss).
En otros términos, la delimitación del riesgo consiste en excluir o restringir los deberes del
asegurador por la no asunción de alguno o algunos riesgos; implica un no seguro, ausencia de
tutela o garantía, la existencia de daños no asumidos (Soler Aleu, Amadeo, El nuevo contrato de
seguros, Bs. As., ed. Astrea, 1970, pág. 66).

Hay consenso en que la extensión del riesgo y los beneficios otorgados deben ser
interpretados literalmente, ya que lo contrario provocaría un grave desequilibrio en el conjunto de
operaciones de la compañía (Halperín, Isaac, Seguros, 2 ed., actualizada por JCF Morandi, Bs. As.,
Depalma, 1986, t. II, pág. 503 y ss).

Ahora bien, estas cláusulas, como sucede en el ámbito de toda negociación, deben ser
razonables y responder a necesidades técnicas del seguro. No se deben erigir en supuestos
formales, en preceptos rituales, vacíos de contenido razonable (Compulsar Barbato, Nicolás H.,
Exclusiones a la cobertura en el contrato de seguros, ED 136547)".

b) Las cláusulas de exclusión de la cobertura o de no seguro y las cláusulas de caducidad


producen el mismo efecto esencial: el asegurado no percibe la prestación comprometida por el
asegurador. Sin embargo, y aunque en algún caso la confusión de ambos tipos de cláusulas es
posible, sus diferencias son notables. Según la opinión mayoritaria, se distinguen porque:

Las cláusulas de caducidad son sancionatorias; imponen una pena; las de exclusión de
cobertura son descriptivas, limitándose a indicar en qué supuestos no quedan comprendidos, ab
initio, determinados riesgos.

Las cláusulas de caducidad suponen una situación originariamente cubierta por el contrato;
las de exclusión de la cobertura, en cambio, colocan los supuestos que describen fuera del amparo
del contrato desde el inicio de éste.
En tal sentido ha dicho el Supremo Tribunal Español que "las cláusulas delimitadoras del
riesgo no limitan los derechos del asegurado sino que delimitan el riesgo asumido en el contrato,
su contenido, el ámbito al que el mismo se extiende, de manera que no constituyen una excepción
que el asegurador pueda oponer al asegurado sino que, por constituir el objeto contractual
excluye la acción del asegurado, que no ha nacido, puesto que el perjudicado no puede alegar un
derecho al margen del propio contrato (ST España, 9/2/1994, Cuadernos Civitas de jurisprudencia
civil, n 35, 1994, pág. 526, con nota aprobatoria de María A. Calzada Conde).

Las cláusulas de caducidad quedan sujetas al régimen fijado para cada supuesto y, en
general, al art. 36 de la L.S.; las de exclusión, en cambio, no tienen un tratamiento específico en el
régimen legal.

El asegurador que alega la caducidad debe probarla; en cambio, es el asegurado quien


debe acreditar que el siniestro se ubica entre los riesgos tomados por la aseguradora para que se
aplique la garantía.

La caducidad autoriza la rescisión del contrato; el no seguro o no garantía, no.

Las cláusulas de caducidad sólo son oponibles a terceros si se trata de defensas nacidas con
anterioridad al siniestro. Las de exclusión a la cobertura, en cambio, resultan del contenido mismo
del contrato, son siempre anteriores al siniestro y oponibles a los terceros, aún el trabajador en el
seguro de accidente de trabajo (Quintana, E.J., Un fallo acertado que distingue entre cláusulas de
exclusión de cobertura y cláusulas de caducidad, ED 147289).

c) No obstante, en algunos casos, la confusión entre ambos tipos de cláusulas es posible.

d) Hay acuerdo en que el art. 56 rige ante los casos de caducidad del seguro. Se discute, en
cambio, si rigen los supuestos de no seguro. En abstracto, pueden señalarse tres posiciones: (A)
Tesis de la inaplicabilidad; (B) Tesis de la aplicabilidad; (C) Tesis intermedia, que atiende a las
circunstancias del caso, posición que finalmente asumió el tribunal.

e) La adopción de la tesis intermedia llevó a la aplicación del art. 56 dadas las siguientes
razones:

El seguro es un contrato de adhesión; el poder negociador del asegurado está


tremendamente restringido;

La conducta ilícita atribuida a la asegurada era perfectamente comprobable por la


aseguradora dentro del plazo legal, ya que, en el juicio laboral, la actora no imputó ninguna
circunstancia nueva que no hubiese sido verificable por la aseguradora con un mínimo de
diligencia;
No se imputó al asegurado ocultamiento de datos ni falsedad en la denuncia. Pese a su
posición contractual técnicamente favorecida, no usó ninguna de las facultades concedidas por la
ley creando en el asegurado la legítima expectativa de que el siniestro estaba aceptado.

En definitiva, la doctrina que emerge de este fallo es que el art. 56 de la L.S. rige también los
supuestos de ausencia de cobertura, salvo que el asegurado pretenda indemnización por riesgos
manifiestamente excluidos por la cobertura, o “ab initio” claramente excluidos, o si medió dolo del
asegurado, o si el asegurador no tuvo posibilidad material de determinar la exclusión en el plazo
previsto por la norma (L.S 262359 sentencia del 21/12/95, publicada en L.L 1996 D182, Doc. Jud.
19961871, ED 167520 y Voces Jurídicas La Ley Gran Cuyo 19962148).

Estas reglas han sido reiteradas en numerosos precedentes del Tribunal de los que se puede
extraer que ante la presencia de una cláusula de exclusión, que no resulte abusiva y sea
perfectamente clara y entendible para un hombre medio, la aseguradora no se encuentra obligada
a cumplir con la manda del art. 56 de la L.S, es decir, no tiene por qué rechazar algo que no existe
(ver entre otros. L.S.3231) .No rige los supuestos de ausencia de cobertura respecto de riesgos
claramente excluidos ab initio; tampoco si hubo dolo del asegurado, o si el asegurador no tuvo la
posibilidad material de determinar la exclusión en el plazo legalmente previsto (L.S 330030).

El tema de la circulación a contramano, no ha sido analizado por esta Sala, pero sí el


adelantamiento en lugar prohibido y en doble línea amarilla, que, en definitiva, importa circular
en contramano. Concretamente en el precedente Lima Nicolás (autos n° 89.309 sentencia del
10/09/2007, L.S 381081), este Tribunal con otra composición, consideró que la cláusula que
establecía el no seguro en el supuesto que el vehículo asegurado “se encuentre superando a otros
en lugares no habilitados”, era válida.

Respecto del planteo de aplicación del art. 56, formulado por la citante, lo rechazó, por
entender que no se trataba de una cláusula abusiva, no resultaba confusa, ni desmesurada. No
obstante cabe poner de resalto que en este precedente la aseguradora se había pronunciado, en
el término del art. 56 de la L.S, por el rechazo, invocando la culpa grave del conductor y al
contestar demanda invocó la cláusula de exclusión. Es decir que el asegurado tuvo oportunamente
la información que no estaba asegurado.

En el caso de autos la aseguradora nunca se pronunció sobre la cláusula de exclusión, no


obstante la denuncia del siniestro, rechazó la citación al momento de contestar demanda.

El Tribunal de Apelaciones ha entendido que la aseguradora debía pronunciarse en los


términos del art. 56 de la L.S., porque la cláusula de exclusión no resulta totalmente extraña al
riesgo asegurado y debía darse preeminencia al derecho de información que, como consumidor, le
asiste al asegurado.
Más allá que se comparta o no la posibilidad de comprensión de la cláusula invocada, lo
cierto es que la aseguradora, en modo alguno, puede desconocer el derecho que le asiste al
asegurado a obtener una información adecuada.

Tampoco resulta evidente que la situación de circular el vehículo a contramano sea


totalmente extraña al riesgo asegurado, adviértase que la condición que impone dicha cláusula es
que exista, en el lugar del hecho, señalización inequívoca que imponga la dirección de circulación,
por lo que, a contrario sensu, la no existencia del cartel en la zona implicaría la no configuración de
la cláusula de exclusión aunque sí configuraría una situación de culpa grave que encuadraría
dentro de las cláusulas de caducidad.

Frente a esta dicotomía, aún cuando se mantenga el criterio sustentado por esta Sala, al
que me he referido anteriormente, respecto a la aplicación del art. 56 de la L.S en las cláusulas de
exclusión, la exigencia de la aplicación del art. 56 de la Ley de Seguro al caso de autos no resulta
arbitraria, sobre todo si se tiene en cuenta que dicha cláusula tiene un fuerte contenido subjetivo
que implica la culpa del conductor al conducir en contramano.

No obstante lo expuesto, un nuevo análisis del tema propuesto, me llevan a considerar que
la aplicación del art. 56 de la L.S resulta ineludible en todos los casos, con independencia de la
cláusula que se trate (exclusión o caducidad).

Asiste razón a la sentencia recurrida cuando tiene en cuenta el profesionalismo con el que
operan las compañías de seguro. En efecto, conforme a la organización empresarial altamente
especializada con la que operan las aseguradoras, la obligación de pronunciarse en todo los casos
frente al riesgo asegurado no resulta abusiva, más allá de la naturaleza de la cláusula de que se
trate.

Tal exigencia resulta conteste para asegurar la igualdad de las partes del contrato. Más allá
de las particularidades propias que presenta el contrato de seguro, no cabe dudas que el mismo
entraña un cúmulo de derechos y obligaciones para ambas partes. En tal sentido frente al deber
que tiene el asegurado o tomador del seguro de denunciar el siniestro (arts. 46 y 47 de la L.S), la
ley establece como contracara de ese deber, la obligación de la aseguradora de pronunciarse al
respecto y frente al silencio, entiende la aceptación del riesgo (art. 56 L.S).

Sabido es que el art. 56 de la L.S establece el deber de la aseguradora de pronunciarse


dentro de los 30 días de recibida la información que el art. 46 le exige al asegurado, y contempla
que la omisión de pronunciarse importa la aceptación.
Tal imposición constituye una carga a observarse en el plazo legal que opera como deber a
ejecutarse en el marco de un contrato de seguro en etapa de ejecución y ante la denuncia de un
siniestro (Stiglitz, Rubén, “Notas sobre cuestiones relativas al contrato de seguro” L.L 2011E,
1206).
Si ello es así, el cumplimiento de esa carga no puede dejarse librado a la voluntad del
asegurador, bajo pretexto de que se trata de una causal de no seguro que lo eximiría del deber de
pronunciarse, teniendo en cuenta que quién redacta esas cláusulas es la propia aseguradora en
forma unilateral.

En tal aspecto se ha sostenido que el contrato de seguro constituye un contrato por


adhesión, ya que su contenido (póliza) es predispuesto en forma anticipada y unilateralmente
por el asegurador, mediante condiciones generales uniformes, aplicables a todos los contratos
que celebre en el ramo; mientras el asegurable sólo puede decidir entre adherir en bloque a las
condiciones generales de la póliza o no contratar.( Compani, María Fabiana, “El contrato de seguro
y la protección del consumidor”, en Picasso, Sebastián y Vázquez Ferreyra Roberto, “Ley de
defensa del consumidor comentada y anotada”, La Ley, Buenos Aires, 2009, T.II p.438).

La interpretación literal de la norma, no lleva a la distinción entre cláusulas de caducidad y


cláusulas de exclusión, sino que impone un deber imperativo “debe pronunciarse”.

Por otro lado, no hay dudas de que el contrato de seguro es un contrato de consumo al que
por mandato constitucional (art. 42 C.N) le resultan aplicables las disposiciones de la Ley 24.240
(SCBA “Vega Pérez c. Coll S 2003VI,137, Stiglitz, Rubén “Derecho de Seguros” 5ta Edición, tomo II
p.51). Esta realidad torna operativas las normas referidas al principio in dubio pro consumidor, la
garantía de información veraz y suficiente, la garantía de indemnidad, la nulidad de cláusulas
abusivas (arts. 2,3, 4, 5,8 y 37 Ley 24240).

Conforme con estos principios en consonancia con los de buena fe, (art. 1198 Código Civil),
abuso del derecho (art. 1071 C.C.), equidad (art. 807 C.C.) y art. 1059 C.C., debe lograrse una
equivalencia razonable ente las ventajas y los sacrificios derivados para las partes de ese contrato
oneroso y de consumo (Cám. De Apelaciones en lo Civil y Comercial de Pergamino, “Milluzzo
Carlos y ots. c/Lazarte, Iván Carlos y ots. s/ ds y ps” 26/2/2013. Publicado en LLBA 2013(julio),
680).

Debe considerarse también la función social que cumple el contrato de seguro, por encima
del interés de los propios contratantes, cual es el interés de toda la comunidad para facilitar a las
víctimas la percepción del resarcimiento de los daños.

Estos aspectos me llevan a concluir que la exigencia de la aplicación del art. 56 de la L.S. aún
a los supuestos de exclusión de cobertura es la que mejor respeta los principios precedentemente
aludidos, sobre todo, el de buena fe. Si se le acepta a la compañía aseguradora la inclusión en la
póliza, en forma unilateral, de cláusulas de exclusión, también debe exigírsele la mayor diligencia
en el cumplimiento del deber de comunicación que le impone la normativa específica.
La solución que propicio, no altera la ecuación económica del contrato, toda vez que los
costos que puede llevar la imposición de comunicar el rechazo del siniestro, deben ser
contemplados al momento de la contratación ,porque no hay modo de conocer de antemano, si
en la etapa de ejecución del contrato, operará una causal de exclusión o de caducidad. Por tal
razón, la eventual aplicación del art. 56 de la L.S y la consiguiente obligación de comunicar con los
costos que ello implica, no resulta desconocida para la aseguradora al momento de la
contratación.

La aplicación de estos principios al caso de autos conlleva a la confirmación del fallo


recurrido, desde que no se encuentra controvertido que la aseguradora no rechazó el siniestro
frente a la comunicación efectuada por el asegurado, por lo que tal omisión constituye un
reconocimiento implícito de la garantía, más allá de la validez de la cláusula en cuestión.

Por todo lo expuesto, no encuentro razones para nulificar el pronunciamiento recurrido

Así voto.

Sobre la misma cuestión los Dres. NANCLARES y PALERMO, adhieren al voto que antecede.

A LA SEGUNDA CUESTION EL DR. ALEJANDRO PEREZ HUALDE, DIJO:

Atento al resultado a que se arriba en el tratamiento de la cuestión anterior corresponde


rechazar los recursos de Inconstitucionalidad y Casación interpuestos a fs. 18/30 y confirmar la
decisión de alzada.

Así voto.

Sobre la misma cuestión los Dres. NANCLARES y PALERMO, adhieren al voto que antecede.

A LA TERCERA CUESTIÓN EL DR. ALEJANDRO PEREZ HUALDE, DIJO:

De conformidad a lo resuelto en las cuestiones que anteceden, corresponde imponer las


costas de esta instancia a la parte recurrente vencida (Arts. 36I y 148 C.P.C.).

Así voto.

Sobre la misma cuestión los Dres. NANCLARES y PALERMO, adhieren al voto que antecede.

Con lo que terminó el acto, procediéndose a dictar la sentencia que a continuación se


inserta:

S E N T E N C I A:

Mendoza, 18 de diciembre de 2.013.


Y VISTOS:

Por el mérito que resulta del acuerdo precedente, la Sala Primera de la Excma. Suprema
Corte de Justicia, fallando en definitiva,

R E S U E L V E:

I. Rechazar los recursos de Inconstitucionalidad y Casación interpuestos a fs. 18/31 y, en


consecuencia, confirmar la sentencia obrante a fs. 901/911 y su aclaratoria de fs. 932/933 de los
autos n° 100.784/36.550, caratulados: “Barragan Ricardo Guillermo y ots. C/ Reynaga Ricardo
Ernesto y ots. P/ D. Y P.”.

II. Imponer las costas de esta instancia a la parte recurrente vencida.

III. Regular los honorarios profesionales de la siguiente manera: Dres.: Pablo CORVALÁN
NANCLARES, en la suma de pesos ($ ……); Mariano Emilio BRANDI, en la suma de pesos ($ …..);
Pablo MANZUR en la suma de pesos ($.....); Matías Cejas GOÑI, en la suma de pesos ($ ……); Clara
GENOVESE QUINTANILLA, en la suma de pesos ($ …..) y Ernesto Alejandro LABIANO, en la suma de
pesos ($ ….) (Arts. 15 y 31 Ley 3641).

IV. Dar a la suma de pesos UN MIL SESENTA Y CUATRO ($ 1.064), de la que da cuenta la
boleta de depósito obrante a fs. 33, el destino previsto por el art 47 inc. IV del C.P.C..

Notifíquese. Ofíciese.

Dr. Alejandro PÉREZ HUALDE

Dr. Jorge Horacio NANCLARES

Dr. Omar PALERMO

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