desean algo más que salir juntas o compartir solamente algunos aspectos de su
vida. Surge el anhelo de comprometerse: vivir juntos o casarse.
Que llegue ese momento es, evidentemente, cuestión de tiempo. Y sin embargo el
tiempo no es el único factor que puede ayudarles a decidir cuándo estrechar
su relación.
De hecho, existen enamorados que se van a vivir juntos tan solo dos o tres meses
después de conocerse y funcionan de maravilla. Y todos conocemos casos de novios
que deciden casarse tras largos años de relación solo para separarse meses
después.
Ambos tienen una vida propia al margen de su relación, con sus amistades,
aficiones, costumbres. No están unidos como pareja por necesidad o
dependencia. Puede que compartan algunos amigos, pero no todos, o que cada
cual tenga hobbies que al otro no le interesan lo más mínimo. Esto les permite
“respirar” y enriquecerse, sin exigirse mutuamente más de lo que pueden darse.
Están convencidos de que sus vidas serán mejores si están juntos, a pesar
de que son realistas y saben que a lo largo de su relación surgirán discusiones,
desencuentros y hasta dudas tormentosas. Eso no les asusta porque se sienten
capaces de gestionar sus momentos de crisis y aprender las lecciones que estos
les traigan.
Ambos han cerrado definitivamente la puerta de sus relaciones pasadas, y
han dejado atrás patrones dolorosos o atracciones insanas. No tienen cuentas
pendientes con antiguos amantes o parejas, ni la más mínima tentación de irse
con otro u otra.
No conciben la vida el uno sin el otro. ¿Puede haber alguna razón más
romántica?