Вы находитесь на странице: 1из 8

El concepto de lo político de Carl

Schmitt

Resumen: Grupo “La 202”

1. Estatal y político:

El concepto del Estado supone el de lo político, “el Estado se muestra


como algo político, pero a su vez lo político se muestra como algo
estatal”. Considera que el Estado es el modo de estar con un pueblo,
lo político es el modo de estar con un Estado o el Estado es el modo
de estar concreto con lo político. Pero esta concepción un tanto
reduccionista parece no ceñirse a la realidad democrática, donde
Estado y Sociedad interactúan.

Afirma que el Estado se muestra como algo político, pero a su vez lo


político se muestra como algo estatal, y éste es un círculo vicioso que
obviamente no puede satisfacer a nadie. Entonces hace la ecuación
estatal=político que se vuelve incorrecta e induce a error en la
precisa medida en la que Estado y sociedad se interpretan
recíprocamente; en la medida en que todas las circunstancias que
antes eran estatales se vuelven sociales y, a la inversa, todas las
instancias que antes eran meramente sociales se vuelven estatales,
cosa que se produce con carácter de necesidad en una comunidad
organizada democráticamente. Entonces no hay que analizar el
concepto de unidad política bajo la premisa de identificación radical
de la sociedad con el estado, lo cual no se da en las democracias,
siendo éstas un medio de participación de la sociedad en lo político.
Ya que para él en la democracia no es que el pueblo decide quién
debe tener el poder, sino que el pueblo se atribuye el poder.

2. La diferenciación de amigos y enemigos como criterio de lo


político:

Es difícil encontrar una definición del concepto de lo político la única


vía consiste en proceder a constatar y a poner de manifiesto cuáles
son las categorías específicamente políticas. Pues lo político tiene sus
propios criterios. Lo político tiene que hallarse en una serie de
distinciones propias últimas a las cuales pueda reconducirse todo
cuanto sea acción política en un sentido específico.
El autor propone una concepción de lo político para su estudio y
comprensión, pero sobre todo para clarificar y delimitar lo político.
Schmitt quiere establecer los dominios de lo político y es ahí que lo
encierra bajo el binomio amigo-enemigo. Lo que deja en claro
Schmitt: lo extraño, lo diferente; simplemente eso, no es ni un
competidor económico ni alguien moralmente malo. Analizando lo
político desde esta perspectiva sin duda evitamos equiparar lo político
a otro tipo de categorías, como las de bueno y malo, potestad de la
moral.

Para él, la política es cosa pública y por ello el enemigo es también


público), o sea que es aquello que establece y configura a diversos
grupos de hombres en amigos y enemigos, ya surja esta
confrontación de lo económico, de lo moral, de lo religioso. En tanto
que considera que es el concepto “enemigo”, más que el de amigo, el
que marca la pauta de lo político, la posibilidad de una oposición: qué
es la política sino oposición. Para Schmitt “es constitutivo del
concepto de enemigo el que en el dominio de lo real se dé la
eventualidad de una lucha”.

3. La guerra como manifestación visible de la enemistad:

Hace la distinción entre los pueblos que se agrupan como amigos y


enemigos, está dada como posibilidad real para todo pueblo que
exista políticamente. Enemigo no es cualquier competidor o
adversario. Tampoco es el adversario privado al que se detesta por
cuestión de sentimientos o antipatía. Considera al enemigo como que
no sólo es un conjunto de hombres que se opone combativamente a
otro conjunto análogo. Sólo es enemigo el enemigo público, pues
todo cuanto hace referencia a un conjunto tal de personas, o en
términos más precisos a un pueblo entero, adquiere carácter público.

Luego cuando habla de “guerra” contra otra unidad política, pero


también de “guerra civil” dentro de la propia unidad política, lo que es
un contrasentido, pues si algo revela una guerra civil es la ausencia
de unidad política. Sin embargo, las reflexiones al caso son acertadas
y en este momento conviene que así sean para mi posterior reflexión.
En la exposición de Schmitt se hace evidente cómo equipara
radicalmente política con estado: lo político es el estado y el estado
es algo político, podría parafrasearse. También puede deducirse, ya
sin confusión, que es el estado la unidad política organizada. Pero lo
más importante: en el seno de la unidad política suprema (el Estado)
puede sucederse la antítesis amigo-enemigo, es decir, constituirse
otras unidades.

Por eso el criterio de la distinción entre amigo y enemigo tampoco


significa para él en modo alguno que un determinado pueblo tenga
que ser eternamente amigo o enemigo de otro, o que la neutralidad
no sea posible, o no pueda ser políticamente sensata. Lo que ocurre
es que el concepto de la neutralidad, igual que cualquier otro
concepto político, se encuentra también bajo ese supuesto último de
la posibilidad real de agruparse como amigos o enemigos.

No obstante, el hecho de que en una misma unidad política pueda


darse lugar a la configuración de grupos de hombres según amigos y
enemigos, y ya dicho esto desde un plano no bélico, deriva
inevitablemente al “problema democrático”.

4. El Estado como estructura de unidad política, cuestionado


por el pluralismo:

Todo antagonismo u oposición religiosa, moral, económica, ética o de


cualquier clase se transforma en oposición política en cuanto gana la
fuerza suficiente como para agrupar de un modo efectivo a los
hombres en amigos y enemigos. Es una magnitud política si está en
condiciones de evitar guerras mediante la prohibición de sus
miembros: esto quiere decir negarle la calidad de enemigo a un
oponente.

Si dentro del estado el proletariado se adueña del poder político, lo


que surgirá será un estado proleratariado, de sacerdotes,
comerciantes, soldados o cualquier otra categoría.

Lo político puede extraer su fuerza de los ámbitos más diversos de la


vida humana, de antagonismos religiosos, económicos, morales, etc.
Por sí mismo lo político no acota un campo propio de la realidad, sino
sólo un cierto grado de intensidad de la asociación o disociación de
hombres.

Si los antagonismos económicos, culturales o religiosos llegan a


poseer tanta fuerza que determinan por sí mismos la decisión en el
caso límite, quiere decir que ellos son la nueva sustancia de la unidad
política. Ya que el agrupamiento real en amigos y enemigos es
esencialmente tan fuerte y decisivo que la contraposición no política
procede a relegar a un segundo plano sus criterios y motivos
religiosos, económicos o culturales. La contraposición no-política
queda así sojuzgada por las condiciones y exigencias de una situación
que ya se ha vuelto política. Por ello es que se constituye el
agrupamiento decisivo y consecuentemente, la unidad política como
el poder de desicón sobre el caso decisivo debe residir en ella, aún si
el caso es excepcional.

El hecho de que el Estado sea una unidad, y que sea justamente la


que marca la pauta, reposa sobre su carácter político. Una teoría
pluralista es, o la teoría de un Estado que alcanza su unidad en virtud
de un federalismo de asociaciones sociales, o bien simplemente una
teoría de la disolución o refutación del Estado. La teoría pluralista del
Estado es sobre todo pluralista en sí misma, esto es, carece de un
centro propiamente dicho y toma sus motivos e ideas de los más
diversos dominios conceptuales (religión, economía, liberalismo,
socialismo, etc.); ignora ese concepto central de toda teoría del
Estado que es el de lo político.

5. La decisión sobre la guerra y el enemigo:

Al Estado, en su condición de unidad esencialmente política, le es


atribución inherente el ius belli, esto es, la posibilidad real de, llegado
el caso, determinar por propia decisión quién es el enemigo y
combatirlo.

El estado como unidad política determinante ha concentrado en si


mismo una atribución enorme: la posibilidad de liberar una guerra, y
con ello la de dispone sobre la vida de los seres humanos. Y esto es
así porque el “jusbelli” contiene un atributo semejane; significa la
doble posibilidad de exigir de los miembros del pueblo propio el estar
dispuesto a matar y a morir, con objeto de matar a las personas
ubicados del lado del enemigo. Sin embargo la tarea del estado
consiste en lograr una pacificación completa dentro del Estado para
lograr la tranquilidad, seguridad y orden. y crear así la situación
normal que constituye el presupuesto necesario para que las normas
jurídicas puedan tener vigencia en general. Esta necesidad de
pacificación dentro del Estado tiene como consecuencia, en caso de
situación crítica, que el Estado como unidad política, mientras exista
como tal, esté capacitada para determinar por sí mismo también al
enemigo interior.
El concepto de guerra ya es de dominio público desde Grotius. Exigir
de un pueblo políticamente unido, que libre guerras solo por motivos
justos es, en realidad que la guerra sólo debe librarse contra un
enemigo real, o bien detrás de ello se esconde el intento político de
trasferir a otras manos la disposición del jus belli para que el Estado
ya no decida y lo haga algún tercero, quien decidiera quien es el
enemigo. Mientras un pueblo exista en la esfera de lo político, deberá
determinar por si mismo la diferenciación de amigos y enemigos,
aunque sea tan solo en el más extremo de los casos. Si ya no tiene
esa capacidad para establecer esta diferenciación, cesará de existir
políticamente. Si se deja decidir por un extraño quién es el enemigo y
contra quién debe o no debe combatir, es que ya no es un pueblo
políticamente libre, sino que está integrado en o sometido a otro
sistema político.

6. El mundo no es una unidad política sino un pluriverso


político:

La unidad política presupone la posibilidad real del enemigo y con ella


la existencia simultánea de otras unidades políticas. De ahí que,
mientras haya sobre la tierra un Estado, habrá también otros, y no
puede haber un Estado mundial que abarque toda la tierra y a toda la
humanidad.

Considera que la humanidad como tal no puede hacer una guerra, ya


que carece del enemigo. El concepto de la humanidad excluye el de
enemigo, pues ni siquiera el enemigo deja de ser hombre, de modo
que no hay aquí ninguna distinción específica. Cuando un Estado
combate a su enemigo político en nombre de la humanidad, no se
trata de una guerra de la humanidad sino de una guerra en la que un
determinado Estado pretende apropiarse un concepto universal frente
a su adversario. Luego agrega que la humanidad para el es un
instrumento ideológico, útil para expansiones imperialistas y en su
forma ético-humanitaria es un vehículo específico del imperialismo
económico.

Si un “Estado mundial” constituiría todo el planeta y a toda la


humanidad, por ello mismo no se constituiría de una unidad política y
sola podría ser denominado “Estado” como una forma de expresión
idiomática. Si realmente se consiguiese la unificación de todo el
planeta, el resultado no sería una unidad social y el Estado no sería
más que una figura vacía.

7- El aditamento antropológico de las teorías políticas:

Se podrá verificar todas las teorías políticas y del Estado, y


clasificarlas según que consciente o inconsciente partan de un
hombre “bueno por naturaleza” o “malo por naturaleza”. La diferencia
debe ser entendida de un modo integral y no en un sentido moral o
ético. Considera que la diferencia antropológica entre el bien y el mal
no podrá ser presentada como corrupción, debilidad, cobardía,
mientras que las correspondientes de la bondad serían razonabilidad,
perfectibilidad, orientabilidad, simpatía.

La cuestión no se basa con cuestiones psicológicas como optimismo y


pesimismo; y tampoco con el anarquismo, que sostiene que sólo son
malos los hombres que consideran malo al hombre, ya que la
consecuencia es que los que los consideran bueno, esto es, los
anarquistas, quedan así facultados para ejercer alguna clase de
dominio o control sobre los malos, con lo que el problema comienza
de nuevo. Según Marquiavelo “el hombre noes malo por naturaleza.
Algun pasaje parece decir esto… Pero lo que quiere expresar es que el
hombre tiene una irresistible inclinación a deslizarse de la apetencia a
la maldad si no encuentra algo que se le oponga: animalidad,
impulsos, afectos, son el núcleo de la naturaleza humana, sobre todo
el amor y el miedo”.

En tanto que luego cita a Hobbes, con la concepción pesimista del


hombre; y su correcta comprensión de que lo que desencadena las
más terribles hostilidades es justamente el que cada una de las
partes está convencida de poseer la verdad, la bondad y la justicia; y
finalmente, en tercer lugar, que el bellum de todos contra todos no es
un engendro de una fantasía obcecada y cruel. Luego en Hegel habla
del sentido más amplio, incluso en aquellos escritos que tratan temas
de la actualidad de su tiempo en especial por su escrito de la
“Constitución de Alemania”. Aunque da también la primer definición
polémico-política del burgúes como persona que no quiere abandora
la esfera carente de riesgos de lo apolítico privado; que se comporta
como individuo oponiéndose a la totalidad desde la propiedad y desde
la justicia de la propiedad privada para que “la absoluta seguridad del
goce de estos frutos”.

Por último, analiza el pensamiento político como grupos concretos de


personas los que combatirán contra otros grupos igualmente
concretos de ellas en nombre del derecho, o de la humanidad y que si
se atiene pensamiento político, no podrá ver nunca en los reproches
de inmoralidad que un medio político al servicio de personas que
libran combates concretos.

8. Despolitización a través de la polaridad entre ética y


economía:

A través del liberalismo del último siglo todas las concepciones


políticas han cambia hoy se han desnaturalizado de forma peculiar y
sistemática todas las ideas y representaciones de lo político. El
liberalismo ha podido sustraerse a lo político en la misma escasa
medida que cualquier otro movimiento humano de consideración, y
también sus neutralizaciones y despolitizaciones poseen un sentido
político. El pensamiento liberal ignora o elude al Estado y a la política.
Se mueve en la polaridad típica de las dos esferas heterogéneas:
ética, y económica. El recelo critico frente al Estado y la política se
explica fácilmente por los principios de un sistema para el cual el
individuo aislado tiene que permanecer siendo termino a quo y
términos ad quem. La unidad política, debe exigir el sacrificio de la
vida. Para el individualismo del pensamiento liberal esta demanda no
se puede alcanzar ni fundamentar de modo alguno.

Los países liberales han hecho política igual que las demás personas,
y se han coaligado en las formas más diversas con elementos e ideas
no liberales, formando nacional-liberalismos, social-liberalismos,
conservadores libres. Han vinculado con las fuerzas de la democracia,
que no son nada liberales ya que son esencialmente políticas y
conducentes, incluso, a estados totales. La cuestión es, sin embargo,
si del concepto puro y consecuente del liberalismo individualista
puede llegar a obtenerse una idea específicamente política.

El pensamiento liberal le hizo al Estado y a la política un reproche


sistemático, que no se le hubiera dado un horizonte más amplio al
relacionarlo con una gran construcción metafísica y una interpretación
histórica. Ese progreso debía estar formado por un perfeccionamiento
intelectual y moral de la humanidad.

Una unidad política tiene que poder pedir en caso extremo el


sacrificio de la propia vida; para el individualismo del pensamiento
liberal semejante pretensión no es ni asequible ni susceptible de
fundamentación. Toda constricción o amenaza a la libertad individual,
por principio ilimitada, o a la propiedad privada o a la libre
competencia, es violencia y por lo tanto algo malo. Lo que este
liberalismo deja en pie del Estado y de la política es únicamente el
cometido de garantizar las condiciones de la libertad y de apartar
cuanto pueda estorbarla.

Вам также может понравиться