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1. El proceso histórico
- Como se vio en el Tema precedente, tanto los teólogos heterodoxos como los
ortodoxos tratan de formular la experiencia trinitaria. Se encuentran graves
dificultades en el lenguaje y se suscitan polémicas sobre palabras y conceptos.
- A esto se añade la confusión creada por las corrientes heterodoxas y las réplicas
de los ortodoxos. Unos y otros pretenden incidir en la catequesis y en la formación
permanente de las comunidades por la predicación o exposición doctoral de sus
proposiciones.
* Physis = naturaleza
* Ousia = esencia
* Hypostasis = substancia
- Por otra parte, la palabra "hypostasis" (Hypo = debajo; stasis = lo que está), que
podría traducirse en castellano siguiendo su etimología latina, por "substancia" (sub
= debajo; stantia = lo que está), fue utilizada al principio para designar lo que es
único en Dios. Pero algunos autores ortodoxos consideraron que esta palabra
podía indicar mejor la individualidad del Padre, del Hijo y del Espíritu. Porque podía
designar aquello que sustenta o soporta la diferencia de cada uno.
- Pasado el tiempo, y después de todos los conflictos con los heterodoxos, se llegó
a una fórmula que mantiene la unidad divina y la especificidad de Padre, Hijo y
Espíritu Santo. La mejor manera de decirlo hoy en día es “identidad” de Padre, de
Hijo y de Espíritu Santo.
- Esta fórmula fue en Griego: "Mia ousia, treis hypostaseis" = una esencia, tres
"personas" o subsistencias individuales incomunicables, intransferibles, tres
“identidades”.
- Ousia = esencia: se reserva para indicar lo que es propio y uno en Dios, y común
al Padre, al Hijo y al Espíritu: la divinidad.
- Esto se hace patente en Cristología cuando el lenguaje teológico nos señala que
Jesús es una "persona" o “identidad” divina (el Hijo) y dos esencias o naturalezas
(divina y humana). En otras palabras, que Jesús es "persona", “identidad” divina (el
Hijo), pero no es "persona" humana en el sentido técnico del término teológico.
Aunque es perfectamente hombre (naturaleza o esencia humana). Así, según este
lenguaje, en Jesús hay dualidad de esencias o naturalezas en la unidad de la
persona o identidad del Hijo. Es el Hijo, que es perfecto Dios y perfecto Hombre.
Pero no es "persona" humana porque sólo es la "persona" o identidad divina del
Hijo. Esto es lo que define dogmáticamente el Concilio de Calcedonia (451).
- "Procesión" (proceder el uno del otro): el Hijo procede del Padre y el Espíritu Santo
procede del Padre y del Hijo.
- Esta palabra se acuñó para señalar la procedencia tratando de evitar toda alusión
a una anterioridad y posterioridad. Es un término suficientemente abstracto para
permitir pensar el hecho de que Dios es Padre y es Hijo y es Amor en la eternidad,
sin hacer referencia ni a la creación, ni a la encarnación, ni a la santificación, ni a
la escatología.
- "Generación": el Hijo es generado por el Padre, o el Hijo procede del Padre por
generación. También este término se afianzó en el lenguaje teológico para evitar
cualquier referencia al tiempo y al espacio. Simplemente el Padre genera o
engendra (esto es ser Padre), y el Hijo es generado o engendrado (esto es ser
Hijo). Esta palabra quiere indicar salida, expresión, re-producción, réplica,
comunicación. No hace alusión a un antes ni a un después. Por eso se habla de
"generación eterna". Dios siempre es Padre y siempre es Hijo.
La analogía sicológica
- Por esta analogía decimos que la vida divina ocurre "a la manera" como sucede
la sicología humana. La base escriturística de esta afirmación no es otra que el
reconocimiento de nuestra semejanza con Dios por la creación trinitaria.
Para expresar esta triple autocomunicación del único misterio divino, Rahner
aconseja que no se abandone la terminología clásica que emplea el término
‘persona’. Se trata de un término consagrado que conviene mantener. Pero le
corresponde al teólogo explicarlo de tal forma que su sentido dogmático quede
inmune de los riesgos latentes en el sentido moderno de persona. Rahner,
siguiendo a Barth, pero con una pequeña precisión, entiende persona como forma
distinta de subsistencia. Rahner encuentra ventajoso expresar de este modo lo que
es tres en Dios, ya que así se expresa bien la unidad divina. ‘Tres personas’ No
expresa de suyo nada respecto a la unidad de estas personas, teniendo que
agregar a la unidad las ‘tres personas’.
Si con esta alternativa a ‘persona’ Rahner gana en claridad teológica (al disipar la
falsa imagen triteísta), pierde en claridad espiritual. Nadie adora a un ‘modo distinto
de subsistencia’, sino que adora al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”. (Boff, La
Trinidad, la sociedad y la liberación, pp. 146-147).
- Los conflictos doctrinales de los primeros siglos tuvieron una intensidad que
difícilmente logramos medir en la actualidad. Llegaron a constituir el centro
absoluto de la atención de los cristianos. Había que dirimirlos en alguna forma. Los
Apóstoles se inventaron el más lógico de los sistemas: la reunión, el diálogo y la
formulación de unos postulados después de llegar a un consenso (Concilio de
Jerusalén).
- Pero a pesar de todas estas vicisitudes, nos quedaron textos maravillosos que
lograron expresar con una precisión admirable, la experiencia cristiana trinitaria. En
las Lecturas para este tema se transcriben los más importantes. Conviene
analizarlos detalladamente y tratar de percibir en ellos el aliento de la vivencia
creyente de los cristianos que vivieron intensamente su fe en Jesús, en su Padre y
en su Espíritu o Amor común.
Πατέρα παντοκράτορα,
Πατέρα παντοκράτορα,
τὸν δι' ἡμᾶς τοὺς ἀνθρώπους καὶ διὰ τὴν ἡμετέραν σωτηρίαν
καὶ ἐνανθρωπήσαντα,