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LA RENOVACIÓN DE LA NOVELA EN LOS AÑOS 40

La prosa americana del siglo XX fue evolucionando desde el Modernismo de principios


de siglo hasta diversas corrientes narrativas que tenían en común la indagación en lo peculiar
americano y una estética básicamente realista. A partir de los años 40 se acentúa el primero de
los rasgos; sin embargo, en el plano estético la narrativa hispanoamericana se renueva y
enriquece de forma inusitada. Se asimilan los procedimientos técnicos de los grandes
novelistas europeos y norteamericanos de la primera mitad de siglo, así como las audacias
estéticas y el cambio de perspectiva artística que habían supuesto las Vanguardias y,
especialmente, el Surrealismo. Este profundo cambio en la narrativa hispanoamericana
coincide con un espectacular crecimiento de las grandes ciudades y una realidad que cada vez
está más lejos del mundo rural poscolonial del siglo XIX.
En cuanto al contenido, entre 1940 y 1960, conviven diversas tendencias en las
novelas y cuentos de los autores hispanoamericanos. Por un lado, destacan la narrativa
metafísica de Jorge Luis Borges o José Lezama Lima. Por otro lado, se desarrolla una
excelente narrativa de corte existencial, con autores como Juan Carlos Onetti o Ernesto
Sábato. Además, algunas de las tendencias de la narrativa de las décadas precedentes
continúan y evolucionan hasta producir obras magníficas: así, la novela de la Revolución
mexicana culmina en la figura de Juan Rulfo, y la novela indigenista y los relatos que buscaban
encontrar una escondida identidad americana común encuentran su formulación en una
corriente novelística que funde de forma extraordinaria elementos tan dispares como lo
fantástico, lo mítico, lo legendario o la inmensidad de la Naturaleza americana con los conflictos
sociales reales y los concretos avatares históricos de la América Latina contemporánea. Esta
novela en la que se combinan realidad y fantasía ha recibido
las denominaciones de realismo mágico y lo real maravilloso,
cuenta como principales representantes a Miguel Ángel
Asturias o Alejo Carpentier, y ha sido decisiva para la
segunda renovación narrativa de la novela
hispanoamericana, que se producirá durante los años
sesenta.

No obstante, narrativa metafísica, existencial y realismo


mágico se entremezclan en las obras de todos estos autores.
La nueva novela se centra en la realidad vital del hombre
contemporáneo y se hace más intelectual y compleja en sus

Alejo Carpentier formas y en su contenido, con la intención de reflejar una


angustia metafísica al que el ser está destinado. Los escritores habían asumido las
aportaciones de las vanguardias (especialmente del surrealismo y su fusión de la realidad con
lo onírico), así como las innovaciones técnicas logradas en la literatura europea y
norteamericana, por William Faulkner, James Joyce, Marcel Proust o John Dos Passos.

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Las innovaciones más importantes fueron la utilización de distintos puntos de vista
narrativos, el contrapunto de planos, el empleo de mitos clásicos y modernos o el uso de
técnicas cinematográficas. Además, esta literatura incorpora elementos míticos, legendarios y
mágicos, procedentes de las tradiciones indígenas y africanas que forman un sustrato cultural
muy importante en Hispanoamérica. Estos elementos se integran sin contradicción con el plano
real de la historia narrada, lo que da lugar al realismo mágico, que definirá durante décadas la
narrativa hispanoamericana.

Las novelas que pertenecen al realismo mágico reúnen unas condiciones que los
vuelven característicos:

- Una temática con características realistas pero que posee elementos irreales que
tienen que ver con la memoria latinoamericana, la búsqueda de la identidad y la
sensibilidad. Los elementos mágicos se pueden intuir, pero no se explican. Se
transforma lo cotidiano en experiencias que pueden ser sobrenaturales

- Un espacio particular, mínimo donde se desarrollan todas las acciones que posee
una atmósfera de intimidad donde se desenvuelven las figuras que le dan vida a la
historia.

- Personajes un poco “locos”, con una visión casi onírica de la vida y que planifican y
realizan viajes de tiempo y espacio sin moverse del lugar. Estados de trance que
les permite vivir intensos acontecimientos y resolver conflictos que cargan desde la
infancia. Son seres que siempre se encuentran a la vanguardia de los
acontecimientos políticos y sociales de su época.

- El tiempo se percibe en este marco como cíclico o aparece distorsionado, para que
pueda repetirse el presente o resulte similar al pasado. En cuanto a los escenarios,
suelen estar relacionados con la realidad latinoamericana, por lo que aparecen la
pobreza y la marginalidad social.

- Múltiples narradores que pueden estar en primera, segunda y tercera personas

Bajo este panorama aparecen en los años 30 y 40 nuevas corrientes narrativas, entre
las que sobresalen las siguientes:

- Realismo mágico: El término de realismo mágico fue empleado por primera vez
en 1925, por el crítico de arte alemán Franz Roh. Con este concepto se refería a
una nueva pintura que reaccionaba contra el expresionismo. Se trata, por tanto, de
un arte que explora en la interioridad y reconstruye los objetos exteriores desde
ella. En los años 30 se comenzó a utilizar este concepto para designar la
emergente literatura hispanoamericana que ponía el acento precisamente en la
peculiaridad del continente, es decir, en el mestizaje cultural y la influencia de otras
culturas.

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Destacan Miguel Ángel Asturias con su novela
Hombres de maíz y Alejo Carpentier con su obra El
reino de este mundo.

Dentro de esta corriente se incluye la llamada


“novela de dictadores”. La peculiar historia política
latinoamericana favorece el surgimiento de novelas
protagonizadas por un dictador, cuyo precursor fue
Ramón Mª del Valle-Inclán con su novela Tirano
Banderas. En esta línea, de larga, trayectoria,
figuran obras como El señor presidente de Miguel
Ángel Asturias, Yo, el Supremo de Augusto Roa
Bastos, El recurso del método de Alejo Carpentier o El otoño del patriarca de Gabriel García
Márquez. A través de sus protagonistas, se denuncia la situación dictatorial que padecían
algunos países del continente.

Fuera de Latinoamérica, el realismo


mágico influyó las obras de autores como
el italiano Italo Calvino, el checo Milan
Kundera, y el inglés Salman Rushdie.
En cuanto a filmación son algunas
películas de Woody Allen las que se
pueden considerar dentro del realismo
mágico. Destacan Zelig, La rosa púrpura
de El Cairo, Alice, Sombras y nieblas y La
Escena de la película Zelig de Woody Allen maldición del escorpión de jade.

- Novela metafísica: sus temas recurrentes son el tiempo, el sentido del universo, las
claves de la realidad, en cuyo tratamiento se introducen paradojas y juegos lógicos.
Se trata de una línea que incluye relatos cortos como los de Jorge Luis Borges,
aunque pueden sumarse en esta corriente novelas como La invención de Morel de
Adolfo Bioy Casares o José Lezama Lima con Paradiso

- Novela existencialista: en las obras correspondientes a esta tendencia se ofrece


una reflexión, generalmente amarga, sobre el sentido de la existencia humana
dentro de una sociedad opresiva y poco auténtica. Pertenecen a esta corriente
muchas de las obras de Juan Carlos Onetti, como El pozo, Juntacadáveres o El
astillero y El túnel de Ernesto Sábato

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1. REALISMO MÁGICO, LO REAL MARAVILLOSO, REALISMO FANTÁSTICO.

La novela hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX muestra como una de sus
características más llamativas la ruptura con el realismo tradicional, manifiesta en las obras
mediante la aparición de elementos míticos, legendarios, mágicos, fantásticos, etc. Como las
narraciones siguen manteniendo una trama básicamente verosímil, se han denominado estos
relatos con expresiones que unen en sí mismas
términos contradictorios: realismo mágico o lo
real maravilloso. La realidad americana, tan
diferente a la europea, tanto en su diversa y
descomunal Naturaleza, como en la vida y
costumbres de los pueblos indios o de los
negros americanos de origen africano, revela en
su misma realidad perspectivas e ingredientes
difícilmente racionalizables para una mentalidad
Las dos Fridas (1939) de Frida Kahlo
occidental.

La realidad americana ofrecía perspectivas inesperadas y maravillosas de lo real al modo


como apuntaba el Surrealismo europeo al intentar descubrir la cara oculta de la realidad.
Lo real maravilloso se convierte así en la forma privilegiada por la que la literatura
hispanoamericana del siglo XX pretende encontrar una identidad propia diferenciada de la de
su pasado colonial. América pasa a identificarse con una realidad mágica, maravillosa, muy
distinta de la agotada y exhausta realidad europea: se revela, por tanto, en cierta medida, como
el paraíso perdido de los occidentales. Los mitos forman parte también de lo real desde el
momento en que una colectividad cree en ellos y, por tanto, operan y funciona habitualmente
en la vida cotidiana de los seres. Esta visión maravillosa de América no es realmente nueva,
pues según los propios novelistas hispanoamericanos se encuentra ya en las antiguas crónicas
de los conquistadores españoles, quienes con ojos europeos asistían maravillados al insólito
mundo que aparecía ante ellos.
En verdad, la fascinación por lo popular americano se encuentra ya en las novelas de la
tierra y en las novelas indigenistas (José María Arguedas, novelista peruano, introduce ya en sus
novelas la mentalidad mágica de los indígenas y un mundo concebido a partir de presupuestos
míticos).

Miguel Ángel Asturias (1899-1974) es un fiel representante de la América maravillosa,


la denuncia social y las formas literarias vanguardistas. Conoce personalmente el mundo
indígena durante su infancia en Guatemala, y su estancia en Francia en los años veinte lo pone
en contacto directo con las Vanguardias y, en concreto, con el Surrealismo. En París, estudia
antropología centroamericana y traduce al francés el Popol-Vuh, máxima muestra literaria del

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pueblo maya. En 1930, publica Leyendas de
Guatemala, conjunto de narraciones que revelan ya
lo que será una constante de su obra posterior: su
atención a lo mítico y legendario americano. Escribe
su obra más conocida, El Señor Presidente (1946),
uno de los principales ejemplos de la denominada
novela de dictador, es decir, de aquellas narraciones
cuyo protagonista es la figura de un dictador,
personaje tan habitual en la política latinoamericana
de los dos últimos siglos. La intención social se
plasma en una forma literaria novedosa tanto en la
estructura de la novela como en el tratamiento del
tiempo o en la configuración de los personajes,
presentados a veces de forma grotesca.
Su siguiente novela, Hombres de maíz (1949), se inserta ya de pleno en el realismo
mágico. En ella se funden la experimentación formal, el interés por los mitos americanos
ancestrales y la denuncia social. Aún más explícita es esta denuncia en su “trilogía bananera”:
Viento fuerte (1950) El Papa Verde (1954), Los ojos de los enterrados (1960). Se censura en
las tres el neocolonialismo de las multinacionales agrícolas estadounidenses, que explotan
inmisericordemente a los campesinos guatemaltecos. En Week-end en Guatemala (1956),
presenta el testimonio acusatorio de la invasión yanqui del país centroamericano en 1954 para
poner fin al gobierno democrático. En 1967, recibió el Premio Nobel de Literatura.
Asturias buscó con su obra tres propósitos: rescatar el sustrato maya-quiché como una
fuerza persistente en la cultura de su país; introducir un cambio decisivo en la novela nacional y
continental con un lenguaje asociado al de la vanguardia y mostrar la situación neocolonial que
pesa sobre la vida política guatemalteca.
Su obra más importante es El Señor Presidente con la que intenta dos objetivos muy
distintos: quiere ser un retrato (una caricatura más bien) de la dictadura y un experimento con
el lenguaje narrativo. La presencia del pueblo, que sobrevive apegado a sus ricas tradiciones y
creencias, es el elemento que consolida ambos propósitos porque es, por un lado, la víctima
del poder omnímodo de un hombre y, por otro, una fuerza creadora cuyas voces e imágenes
impregnan la atmósfera del relato. Esta atmósfera es sombría, luctuosa, fatalista: la historia es
como una cárcel, y la política, un infierno cuyas llamas envuelven a todos, desde los favoritos y
pretendientes de la camarilla del poder hasta los mendigos y las anónimas gentes del pueblo.
Es la "novela del miedo", el que propagó el dictador en todos los estratos sociales hasta
producir casi la parálisis del país. El Señor Presidente no es ya un ser humano, sino casi una
divinidad cruel e impredecible cuya voluntad sólo trae castigos y catástrofes sobre sus súbditos.
El dictador es una reencarnación de Tohil, dios del fuego y la destrucción al que había que
aplacar con sacrificios humanos, hecho que se hace evidente al final de la novela.

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Alejo Carpentier (1904-1980) nació
en Lausanne, Suiza, aunque siempre se
consideró cubano por encima de todo. Hijo de
un arquitecto francés y una profesora rusa,
con gran afición por la música, se crió en un
hogar donde la cultura y el arte eran parte de
la vida diaria; así le resultó natural ser
americano y europeo, criollo y universal.
Aunque estuvo en otros lugares, su vida y su
obra están estrechamente vinculadas a La Habana, París y Caracas. Participó en la lucha
clandestina contra la dictadura de Gerardo Machado, por lo que sufriría prisión. Su exilio
forzado en París (1928-1939) es una etapa decisiva para definir su relación con la vanguardia,
especialmente con el Surrealismo. A este período corresponde su primera novela, Ecué-
Yamba-Ó (1933) que se sitúa dentro de la corriente indigenista, puesto que es una “historia
afrocubana”, en la que se unen las técnicas vanguardistas, el interés por los ritos primitivos
populares y la intención social. El título significa en lengua africana "Alabado sea el Señor" y
tiene un tema negrista sobre la vida de los trabajadores de color en las plantaciones de azúcar
y sus prácticas religiosas, que mezclan creencias cristianas y africanas.
Ya de vuelta a Cuba en 1939 desempeña trabajos vinculados a la enseñanza y a la
música. En 1943 viaja a Haití y este viaje es una total revelación para él: descubre un mundo
que es una asombrosa conjunción de hechos históricos y creencias mágicas, de realidades
documentales y fantasías en las que todos creen. Este período se completa, a partir de 1945,
en Caracas, donde trabaja y hace un viaje a la Gran Sabana venezolana, región descubierta
apenas una década antes, y luego al Orinoco y la región amazónica.
El reino de este mundo (1949) alcanza gran repercusión por el carácter insólito de la
narración y por el histórico prólogo que la acompaña y que es tan célebre como la propia
novela. Se incluye dentro de lo real maravilloso, y está considerada como el primer manifiesto
de una estética, el "realismo mágico", que marcaría una ruptura definitiva con los modelos
europeos dominantes hasta ese momento en la novela hispanoamericana. La novela está
ambientada en la época de la lucha por la independencia de Haití al calor de las ideas de la
Revolución Francesa y lo que cuenta la novela está en los libros de historia haitiana: el régimen
colonial francés, las rebeliones de Mackandal y Boukman, la campaña militar del general
Leclerc, la monarquía negra de Henri Christophe, etc. Los hechos ocurren en Haití y Cuba
entre 1771 y 1820, fecha que marca el fin de la monarquía negra de Christophe. El siglo XVIII,
sobre todo en los años finales, es la época histórica que Carpentier encontraría ideal para sus
propósitos novelísticos: por ser el siglo del Iluminismo, marcando el inicio de los tiempos
modernos basados en la razón; porque es el momento en el que se produce el choque entre la
monarquía europea y la mentalidad insurgente criolla, que dará origen a la lucha por la
independencia; y finalmente, porque es el crisol de las ideas revolucionarias que dan origen a
nuestra edad moderna y pone de manifiesto la innata rebeldía del hombre como protagonista

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de los grandes cambios sociales. La vida y creencias de los esclavos negros haitianos dan
lugar a la novelización de toda una serie de mitos, ritos y hechicerías que hacen que convivan
con naturalidad en la narración los elementos mágicos y la descarnada realidad sociopolítica: el
vudú de los esclavos de origen africano, la ejecución del caudillo de los negros sublevados a
manos de los colonialistas franceses...
En 1953 publica una de sus grandes novelas, Los pasos perdidos, que encaja dentro
de varios patrones narrativos: es una novela de aventuras y descubrimiento de una naturaleza
exótica y desconocida; es el diario del viaje que un hombre realiza en busca de sus propias
raíces y para calmar sus propias ansias creadoras; es una meditación sobre el papel del arte
en nuestros días, tras la explosión de las vanguardias que ha dejado todos los conceptos
tradicionales en ruinas y denunciado sus valores; es una introspección, con fuertes marcas
existencialistas y hasta kafkianas, de un hombre que ha visto encenderse y apagarse las
llamas de la Segunda Guerra Mundial; es un diálogo entre la cultura de Occidente y las de
América, entre las grandes ciudades y los espacios virginales de la selva. En la obra narra la
historia de un musicólogo que, desde una ciudad moderna y occidental, marcha a la selva
amazónica a la busca de antiguos instrumentos indígenas. Ese viaje le hace entrar en contacto
con culturas en diferentes estados de desarrollo, por lo que acaba convirtiéndose en un
verdadero viaje hacia atrás en el tiempo. Contrapone la civilización contemporánea, huérfana
de auténticos valores humanos, y el mundo primitivo americano, que se ofrece como un
paraíso perdido donde encontrar la armonía de los orígenes. El protagonista-narrador es un
hombre culto, musicólogo por vocación, que trabaja como técnico de sonido y vive inmerso en
el ambiente de la ciudad moderna, pero cuyo origen es hispanoamericano.
De 1962 es El siglo de las luces, novela histórica que desarrolla los sucesos
revolucionarios que sacuden las islas del Caribe a fines del siglo XVIII y principios del XIX,
convirtiéndose en una profunda meditación sobre la teoría y la práctica de la revolución. La
guillotina es la primera imagen que Carpentier nos ofrece de la Revolución. La novela muestra
cómo las ideas que desatan la Revolución Francesa viajan al Caribe, alientan el espíritu de
rebeldía americana, se transforman en algo distinto y vuelven a cruzar el Atlántico para avivar
la resistencia española precisamente contra las fuerzas napoleónicas.
Es también autor de una de las llamadas novela de dictador, El recurso del método
(1974), en la que relata en tono irónico la historia de un dictador latinoamericano entre los años
inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial y el ascenso al poder del fascismo
italiano, pero aprovecha para realizar una desmitificación de la supuesta superioridad europea,
representada en lo francés. Al final de su vida escribió una ambiciosa y extensa novela, La
consagración de la primavera (1978), monumental fresco histórico de la primera mitad del siglo
XX, desde la Revolución rusa hasta la cubana, pasando por la Guerra Civil española y la
Segunda Guerra Mundial. Su última novela, El arpa y la sombra (1979), desmitifica en clave
humorística la figura de Cristóbal Colón, y, a través de él, de la historia de América y de España

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TEXTOS Y ACTIVIDADES

El rey se apoyo en la balaustrada, buscando la solidez del mármol.


Allá abajo, sentados en el último peldaño de la escalera de honor, cinco negros jóvenes
habían vuelto hacia él sus rostros ansiosos. En aquel instante, Christophe sintió que los amaba.
Eran los Bombones Reales; eran Delivrance, Valentín, La Couronne, John, Bien Aimé, los
africanos que el rey había comprado a un mercader de esclavos para darles la libertad y
hacerles enseñar el lindo oficio de pajes. Christophe se había mantenido siempre al margen de
la mística africanista de los primeros caudillos de la independencia haitiana, tratando en todo
de dar a su corte un empaque europeo. Pero ahora, cuando se hallaba solo, cuando sus
duques, barones, generales y ministros lo habían traicionado, los únicos que permanecían
leales eran aquellos cinco africanos, aquellos cinco mozos de nación, congos, fulas o
mandingas, que aguardaban sentados como canes fieles, con las nalgas puestas en el mármol
frío de la escalera, una Ultima Ratio Regum, que ya no podía imponerse por boca de cañones.
Christophe contempló largamente a sus pajes; les hizo un gesto de cariño, al que respondieron
con una entristecida reverencia, y salió a la sala del trono.
Alejo Carpentier, El reino de este mundo

a) Señale las referencias a la confluencia de elementos europeos y africanos del texto


b) Explique si existe algún tipo de crítica o denuncia social en este fragmento

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En palacio, el Presidente firmaba el despacho asistido por el viejecito que entró al salir el doctor Barreño y oír
que llamaban a ese animal.

Ese animal era un hombre pobremente vestido, con la piel rosada como ratón tierno, el cabello de oro de
mala calidad, y los ojos azules y turbios perdidos en anteojos color de yema de huevo. El Presidente puso la última
firma y el viejecito, por secar de prisa, derramó el tintero sobre el pliego firmado.

-¡ANIMAL!

-¡Se...ñor!

-¡ANIMAL!

Un timbrazo..., otro..., otro... Pasos y un ayudante en la puerta.

-¡General, que le den doscientos palos a éste, ya, ya! -rugió el Presidente; y pasó en seguida a la Casa
Presidencial. La comida estaba puesta.

A ese animal se le llenaron los ojos de lágrimas. No habló porque no pudo y porque sabía que era inútil
implorar perdón: El Señor Presidente estaba como endemoniado con el asesinato de Parrales Sonriente. A sus ojos
nublados asomaron a implorar por él su mujer y sus hijos: una vieja trabajada y una media docena de chicuelos flacos.
Con la mano hecha un garabato se buscaba la bolsa de la chaqueta para sacar el pañuelo y llorar amargamente -¡y no
poder gritar para aliviarse!-, pensando, no como el resto de los mortales, que aquel castigo era inicuo; por el contrario,
que bueno estaba que le pegaran para enseñarle a no ser torpe -¡y no poder gritar para aliviarse!-, para enseñarle a
hacer bien las cosas, y no derramar la tinta sobre las notas -¡y no poder gritar para aliviarse!...

Entre los labios cerrados le salían los dientes en forma de peineta, contribuyendo con sus carrillos fláccidos y
su angustia a darle aspecto de condenado a muerte. El sudor de la espalda le pegaba la camisa, acongojándole de un
modo extraño.

¡Nunca había sudado tanto!... ¡Y no poder gritar para aliviarse! Y la basca del miedo le, le, le hacía tiritar...

El ayudante le sacó del brazo como dundo, embutido en una torpeza macabra: los ojos fijos, los oídos con
una terrible sensación de vacío, la piel pesada, pesadísima, doblándose por los riñones, flojo, cada vez más flojo...

Minutos después, en el comedor:

-¿Da su permiso, Señor Presidente?

-Pase, general.

-Señor, vengo a darle parte de ese animal, que no aguantó los doscientos palos.

La sirvienta que sostenía el plato del que tomaba el Presidente, en ese momento, una papa frita, se puso a
temblar...

-Y usted, ¿por qué tiembla? -la increpó el amo. Y volviéndose al general que, cuadrado, con el quepis en la
mano, esperaba sin pestañear: -¡Está bien, retírese!

Sin dejar el plato, la sirvienta corrió a alcanzar al ayudante y le preguntó por qué no había aguantado los
doscientos palos.

-¿Cómo por qué? ¡Porque se murió!

Y siempre con el plato, volvió al comedor.

-¡Señor -dijo casi llorando al Presidente, que comía tranquilo-, dice que no aguantó porque se murió!

-¿Y qué? ¡Traiga lo que sigue!

Miguel Ángel Asturias, El señor presidente, (1946)

Inicuo. Contrario a la equidad malvado, injusto.

Fláccido. Escrito también flácido, aunque la RAE prefiere la forma fláccido: flaco, flojo, sin consistencia.
Basca. Ansia, desazón e inquietud que se experimenta en el estómago cuando se quiere vomitar.
Dundo. Tonto, mentecato, falto de entendimiento.

Quepis. Gorra cilíndrica o ligeramente cónica, con visera horizontal, que como prenda de un uniforme usan los
militares en algunos países.

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2. NARRATIVA METAFÍSICA

Muestran una preocupación especial por problemas trascendentes Jorge Luis Borges y
José Lezama Lima.

Jorge Luis Borges (1899-1986), quien impulsó la literatura de vanguardia argentina,


es autor de relatos breves agrupados en diferentes volúmenes: Historia universal de la infamia
(1935), Ficciones (1944), El Aleph (1949), El informe de Brodie (1970), El libro de arena (1975).
Supera el tradicional realismo de la narrativa hispanoamericana y da entrada a elementos
fantásticos que no sólo cuestionan la estética realista, sino también la realidad misma. Son
constantes en los relatos de Borges la presencia de mitos clásicos, las referencias literarias, el
uso de símbolos (el tigre, los espejos, el laberinto, las bibliotecas...), el gusto por las paradojas
y los juegos intelectuales, etc. La propia literatura ocupa un lugar central en sus textos,
convertida en tema narrativo y en objeto de
especulación filosófica. El libro o la biblioteca son
metáforas del mundo, pues en ellos se encuentran
las claves del universo y al mismo tiempo la prueba
de la imposibilidad de acceder a los misterios
profundos de la realidad, de cuya existencia se duda
en último extremo. La convicción de Borges de que
no es posible un verdadero conocimiento de las
cosas explica los temas recurrentes de sus cuentos:
El universo como laberinto en Borges el mundo como laberinto inextricable, el destino
incierto de los seres humanos, la muerte, los
problemas filosóficos clásicos (el tiempo y su aparente circularidad, el espacio
inconmensurable; y, en relación con el tiempo y el espacio, los insondables misterios de la
eternidad y del infinito), la propia identidad de los seres y de las cosas, siempre fluctuante e
ilusoria, etc. Esta concepción mágica e irracional del mundo supone obviamente la negación de
la Historia y, por tanto, de cualquier posibilidad de transformación de la realidad. La metafísica
de Borges se expone en tono irónico y burlón, distanciando fríamente de los problemas que
plantea y propone al lector un juego de paradojas, de agudezas y sutilezas de todo tipo.

José Lezama Lima publicó dos novelas, una de ellas


fundamental, Paradiso (1966), en la que, con un lenguaje
extraordinariamente barroco, expone de forma compleja y
por momentos herméticos la vida de su protagonista
(trasunto en parte biográfico del propio Lezama) desde la
infancia hasta los veinticinco años. Aparecen en ella sus
preocupaciones existenciales y metafísicas, y una vastísima
cultura, que le permite indagar en la memoria y en las
sensaciones.

10 José Lezama Lima con Julio Cortázar


3. NARRATIVA EXISTENCIAL

Las preocupaciones existenciales de la cultura occidental del siglo XX, acentuadas en los
años 40 y 50 tras la experiencia de la Segunda Guerra Mundial repercuten en la novelística
hispanoamericana de mediados del siglo XX, que cuenta con importantes representantes: el
uruguayo Juan Carlos Onetti y el argentino Ernesto Sábato.

Juan Carlos Onetti (1909-1994) está dominado por una concepción pesimista de la
existencia. Sus relatos se pueblan de personajes solitarios,
desorientados, que no encuentran esperanza alguna en una
vida gris y monótona, cuando no degradada y sórdida. Sin
otro horizonte vital que repetirse indefinidamente, parecen
seres abocados de modo inevitable a la frustración, la
incomunicación y la soledad más radical. Su modelo literario
es el novelista norteamericano William Faulkner, de manera
que crea un mundo propio donde los personajes aparecen y
reaparecen en sus novelas y cuentos. Introduce los
procedimientos más característicos de la novela
contemporánea: cambios en el punto de vista del relato,
ruptura de la linealidad temporal, entrecruzamiento de
Juan Carlos Onet
historias... aunque en sus relato la trama argumental sigue
teniendo una decisiva importancia. De hecho, muchos de ellos tienen la traza de la novela
policíaca, con la presencia de pistas falsas, intrigas desconcertantes o situaciones inesperadas,
que hacen cómplice al lector de la trama que despliega el narrador para demostrar el absurdo
de la vida, que no se sujeta a los dictados de la razón. Entre las obras de Onetti, muchas están
ambientadas en la fantasmal ciudad designada con el nombre de Santa María: El pozo (1939),
La vida breve (1950), Los adioses (1954), El astillero (1961), Juntacadáveres (1964), Dejemos
hablar al viento (1979), Cuando ya no importe (1993).
En El astillero vemos a Larsen volver, tras cinco años de ausencia, a Santa María, la
ciudad que lo expulsó, y que ahora es su último refugio. Larsen es ahora un hombre quebrado,
que siente el profundo fracaso de su vida y el vacío de todo, pero que se resiste a aceptar su
derrota. Se empeña en llevar adelante un proyecto, la rehabilitación del ruinoso astillero del
puerto cercano a Santa María, que ocupa sus días como una misión superior. Hay una simetría
entre Larsen y el astillero, entre su vida destruida y vacía y la construcción del lugar como un
centro de actividad y trabajo. El astillero es una estratagema para encubrir el sinsentido que lo
rodea y la certeza de su fracaso.
Larsen es el arquetípico outsider, quien tras una larga vida al margen de la sociedad
asume los hábitos del individuo normal y productivo; es decir, crea una ficción y la interpreta:
con la convicción de quien sabe que tiene que inventar a otro para ser él mismo. El astillero es

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una parábola sobre la imposibilidad de la salvación: todo conduce a un punto muerto, todo es
estéril y da vueltas en redondo sin llegar a ninguna parte.

Ernesto Sábato (1911-2011), físico


atómico antes que escritor, su obra presenta
relación con los límites entre el conocimiento
racional y el impacto del pensamiento científico
en la existencia del hombre contemporáneo.
También desde joven se mantuvo
comprometido políticamente, primero como
militante del Partido Comunista, después, pese
a su visión desolada de la realidad, ha
Ernesto Sábato
mantenido una gran preocupación por las
injusticias sociales, vistas desde la óptica de la responsabilidad moral del ser humano consigo
mismo y con sus semejantes, en lo que el propio autor ha denominado, “absurda metafísica de
la esperanza”. Viaja a París y entra en contacto con el surrealismo, el existencialismo y, sobre
todo, con el tenso clima que conduciría a la Segunda Guerra Mundial, lo que provoca en él una
profunda crisis espiritual. Sábato ha comentado que esa crisis fue la consecuencia de haber
descubierto que la ciencia no tenía las respuestas adecuadas para sus preguntas e inquietudes
intelectuales. Pese a ello, viaja desde París a Estados Unidos en 1939 como investigador en el
famoso Massachusetts Institute of Technology.
Para él el ejercicio literario ha sido
una exploración en la zona oscura del alma
humana y en el mundo de sus propias
obsesiones, buscando las causas de la
ceguera moral o emocional como origen de
verdaderas catástrofes. De hecho, la
indagación ética es uno de los ejes
centrales de su obra, a la que hay que
sumar la perspectiva existencialista y su
interés por el psicoanálisis, así como los
nuevos horizontes abiertos por el
Surrealismo. Así sus novelas indagan en
las honduras del espíritu humano, en las
fronteras de la locura y la lucidez, en las
razones del mal, en la importancia de lo
intuitivo e irracional, en los enigmas de la
existencia.

Cartel de la película El túnel (1987)

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La novela, según Sábato, podría contribuir a desvelar el desamparo y la desesperanza
de los hombres, para así reconciliarlos con el mundo y con su propia vida. Toda esta
problemática está presente en su primer relato, El túnel (1948). El narrador-protagonista de
esta novela comienza su relato con una terrible confesión: "Bastará decir que soy Juan Pablo
Castel, el pintor que mató a María Iribarne". El crimen es absurdo porque él ama a María y
quizá la mata para probarlo. El túnel propone varios niveles de lectura e interpretación: es una
historia pasional de un hombre obsesionado por una mujer hasta la locura; es un relato policial,
que invierte las normas del género ya que conocemos desde el principio quién es el asesino y
toda la pesquisa se reduce a saber por qué la mató; pero, sobre todo, es un relato moral de un
alma desesperada, de una mente paranoide encerrada en un túnel sin salida, que se presta a
una explicación psicoanalítica de traumas y complejos.
Mayor extensión y desarrollo alcanzan las obsesiones de Sábato en Sobre héroes y
tumbas (1961), crónica alucinante de la vida argentina en los años de ascensión del peronismo,
en la que la visión tenebrosa de la existencia tiene su culminación en el “Informe sobre ciegos”,
título de la tercera de las cuatro partes de la novela (narrado por el padre de Alejandra, nos
lleva a una realidad paralela a la nuestra: el mundo como cloaca, un vaciadero infernal
dominado por una misteriosa secta). Su protagonista, Martín del Castillo, un hombre de clase
media con inclinaciones intelectuales, es el amante de Alejandra Vidal Olmos, perteneciente a
una familia aristocrática, pero en decadencia. Hay un tercer participante en esta pasión
amorosa: Fernando Vidal Olmos, el padre de Alejandra, con quien ella mantiene una relación
incestuosa. Si esta relación es destructiva, no lo es menos la de Martín con su madre, pues
sabe que ella trató de evitar que él naciera, razón por la cual la llama "madre-cloaca". El drama
pasional es sólo parte de los intensos conflictos morales, sociales, políticos y culturales, que
pueblan una novela que se extiende como una vasta reflexión hecha en una Argentina al borde
de un nuevo proceso de modernización, tras el primer gobierno de Perón y durante los
primeros años de la Revolución Cubana.
Agudo pesimismo pero también cierta esperanza coexisten en Abaddón el
exterminador (1974), larga
novela situada en la Argentina de
principios de los setenta (hay en
ellas explícitas escenas de la
represión antiguerrillera, con sus
secuelas de tortura y muerte), en
la que aparece el propio autor
junto a sus personajes en una
especie de mezcla de
autobiografía y ficción. En esta Viñeta del cómic de Alberto Breccia (1993), basado en la obra de Sábato
novela, Sábato aspira a escribir Informe sobre ciegos, premio al mejor cómic extranjero en el Salón del
Cómic de Barcelona en 1994
la novela total, fundiendo en ella

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fantasía y realidad, narración y ensayo, tiempo presente y tiempo pasado, en un intento de
ofrecer, desde una perspectiva casi apocalíptica, una visión integradora de la existencia.

TEXTO Y ACTIVIDADES

Sin embargo, no relato esta historia por vanidad. Quizá estaría dispuesto a aceptar que
hay algo de orgullo o de soberbia. Pero ¿por qué esa manía de querer encontrar explicación a
todos los actos de la vida? Cuando comencé este relato estaba firmemente decidido a no dar
explicaciones de ninguna especie. Tenía ganas de contar la historia de mi crimen, y se acabó:
al que no le gustara, que no la leyese. Aunque no lo creo, porque precisamente esa gente que
siempre anda detrás de las explicaciones es la más curiosa y pienso que ninguno de ellos se
perderá la oportunidad de leer la historia de un crimen hasta el final.

Ernesto Sábato, El túnel

a) ¿Cuál es la historia que va a contar el narrador?


b) Justifique por qué esta obra es existencialista

Siempre me preocupó el problema del mal, cuando desde chico me ponía al lado de un
hormiguero armado de un martillo y empezaba a matar bichos sin ton ni son. El pánico se
apoderaba de las sobrevivientes, que corrían en cualquier sentido. Luego echaba agua con la
manguera; inundación. Ya me imaginaba las escenas dentro, las obras de emergencia, las
corridas, las órdenes y contraórdenes para salvar depósitos de alimentos, huevos, seguridad
de reinas, etcétera. Finalmente, con una pala removía todo, abría grandes boquetes, buscaba
las cuevas y destruía frenéticamente: catástrofe general. Después me ponía a cavilar sobre el
sentido general de la existencia, y a pensar sobre nuestras propias inundaciones y terremotos.
Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un
Dios omnipotente, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía
que se pudiese tomar en serio. Al llegar a la época de la banda de asaltantes había elaborado
ya las siguientes posibilidades:

1.° Dios no existe.


2.° Dios existe y es un canalla.
3.° Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
4.° Dios existe, pero tiene accesos de locura: esos accesos son nuestra existencia.
5.° Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros
mundos? ¿En otras cosas?

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6.° Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha
con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya,
pero generalmente es un desastre.
7.° Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado,
convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado, puesto que se le atribuye este
universo calamitoso.

Ernesto Sábato, Informe sobre ciegos

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