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Encargada de propiciar la fertilidad en los campos. La Pacha Mama, es un dios femenino, que
produce, que engendra.
Para los quechuas, Madre tierra, deidad máxima de los cerros peruanos, bolivianos, y del
noroeste Argentino. Pacha es universo, mundo, tiempo, lugar, mientras que Mama es madre.
La palabra "pacha" designó en un principio sólo un tiempo o edad del mundo, un cosmos o
universo, para pasar luego a referirse a un lugar o espacio, y a la misma tierra generadora de la
vida, ya como un símbolo de fecundidad.
Para algunos su morada está en el Cerro Blanco (Nevado de Cachi), y se cuenta que en la
cumbre hay un lago que rodea a una isla habitada por un toro de astas doradas que al bramar
emite por la boca nubes de tormenta.
La Pachamama es la madre de los cerros y los hombres; la que madura los frutos y multiplica
el ganado, pudiendo conjurar heladas y plagas y dar suerte en la caza.
Se la describe como una india de muy baja estatura, cabezona y de grandes pies, que lleva
sombrero alón y calza enormes ojotas. Vive en los cerros y a menudo la acompaña un perro
negro muy bravo. La víbora es su lazo, y el quirquincho su cerdo. Carga a veces petacas de
cuero llenas de oro y plata. Es celosa, rencorosa y vengativa, pero si alguien le cae en gracia lo
favorece. Cuando se enoja, manda el trueno y la tormenta.
Interviene en todos los actos de la cría. Se aparece con frecuencia a los paisanos para
preguntarles qué andan haciendo por los cerros. A otros los visita en sus chozas para
agradecerles lo bien que han cuidado de su hacienda o el no haber matado a las crías de las
vicuñas, animales que protege de un modo especial.
Etimología
o pachamit'a (‘parte del tiempo’, cada una de las cuatro estaciones en que se
divide un año).
mama: "madre"
Descripción de la Pachamama
Representación de Pachamama en la cosmología
La divinidad de la Pachamama (la Madre Tierra) representa a la Tierra, pero no solo el suelo o
la tierra geológica, como tampoco solo la naturaleza; es todo en su conjunto. No está
localizada en un lugar, pero se concentra en manantiales, vertientes, o apachetas. Es una
deidad inmediata y cotidiana, que actúa por presencia y con la cual se dialoga, ya sea
pidiéndose sustento o disculpándose por alguna falta cometida en contra de la tierra y por todo
lo que nos provee.
No es una deidad creadora sino protectora y proveedora; cobija a los seres humanos, posibilita
la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad. A cambio de esta ayuda y protección, el pastor
de la Puna Meridional está obligado a ofrendar a la Pacha parte de lo que recibe, no solo en los
momentos y sitios predeterminados por el ritual sino, en todos los acontecimientos culturales
significativos, configurándose así una suerte de reciprocidad. Sin embargo se la considera con
una faz negativa: la Pachamama tiene hambre frecuente y si no se la nutre con las ofrendas o si
se la ofende, provoca enfermedades.
Historia de su culto
Los quechuas, los aymaras y otras etnias de la región andina realizan ancestrales ofrendas en
su honor, sacrificando entre otras cosas camélidos para derramar su sangre. Entre otros objetos
se ofrecen hojas de coca, conchas marinas mullu y sobre todo el feto de la llama, según una
creencia para fertilizar la tierra sin que faltara jamás la cosecha. Este tipo de ofertorio suele
llamarse en los Andes centromeridionales «corpachada».
Ceremonia de la Pachamama
Ritual de la Pachamama
La ceremonia que muchos saben que es un ritual a la Pachamama o fiesta de la Madre Tierra.
En Bolivia es llamada chaya o pago, que implica un acto de reciprocidad. Aunque se ha
popularizado el primer día de agosto como día principal para su realización, de hecho se lo
practica durante todo el mes, y en muchos lugares también el primer viernes de cada mes. Las
ceremonias están a cargo de personas ancianas o de mayor autoridad moral dentro de cada
comunidad. En el caso del pueblo aimara en Bolivia esta persona recibe el nombre de 'yatiri'.
Se realizan ceremonias a la Pachamama en ocasiones especiales, como al partir de viaje o al
pasar por una apacheta. Según Mario Rabey y Rodolfo Merlino (antropólogos argentinos que
han estudiado la cultura andina desde los años setenta a los noventa), «el ritual más importante
es el challaco». Challaco es una deformación de los vocablos quechuas ch'allay y ch'allakuy,
que se refieren a la acción de ‘rociar con insistencia’, 'aspergar';3 en el lenguaje de los
campesinos del sur de los Andes Centrales, la palabra challar se usa como sinónimo de ‘dar de
comer y beber a la tierra’. El challaco, como se practica en la zona estudiada,7 abarca una
compleja serie de pasos rituales que comienzan en las viviendas familiares la noche de la
víspera, durante la cual se cocina una comida especial, la tijtincha, y que culminan en un ojo
de agua o la toma de una acequia donde se realiza el ritual principal a la Pachamama, con una
serie de ofrendas que incluyen comida, bebida, hojas de coca y cigarros.
Sincretismo religioso