Вы находитесь на странице: 1из 328

CANNABIS: SALUD,

LEGISLACIÓN Y POLÍTICAS
DE INTERVENCIÓN
Xabier Arana e Iñaki Markez
(Coordinadores)

CANNABIS: SALUD,
LEGISLACIÓN Y POLÍTICAS
DE INTERVENCIÓN

INSTITUTO INTERNACIONAL DE SOCIOLOGÍA JURÍDICA DE OÑATI

nos
DYKINSON
2006
Si§
Reina Regente . 5-bajo
Apdo. A67
~ -SAN SEBASTIAN
Reservados todos los derechos . No se permite reproducir, almacenar en
sistemas de recuperación de la información ni transmitir alguna parte de esta
publicación , cualquiera que sea el medio empleado -electrónico , mecánico,
fotocopia , grabación , etc.-, sin el permiso previo de los titulares de los
derechos de la propiedad intelectual.

© Copyright by:
IISJ
Xabier Arana
Iñaki Markez
Madrid 2006

Editorial DYKINSON, S. L.
Meléndez Valdés , 61 - 28015 Madrid
Tels. (+34) 915 44 28 46 - (+34) 915 44 28 69
E-mail: info @ dykinson.com
http :// www.dykinson.es
http ://www.dykinson.com

I. S.B.N.: 84 -9772-863-7
Depósito Legal : SE-2149 - 2006 Unión Europea

Preimpresión:
SAFEKAT, S. L.
Belmonte de 7itjo. 55 - 3.'A - 28019 Madrid

Impresión:
PUBLIDIS'A
Índice
Págs.

Dedicatoria .................................................................................. 9
Presen tación . ................................................................................ 11
Colaboradores .............................................................................. 15
Resumen de ponencias ................................................................. 21
Introducción. XABIER ARANA, IÑAKI MARKEZ .................. 29

I. SALUD ................................................................................. 35
1. Usos a lo largo de la Historia . Marcos prohibicionistas
de ayer y hoy. La salud pública como telón de fondo.
JUAN CARLOS USÓ .................................................... 37
2. Farmacología de los cannabinoides : mecanismos de
tolerancia y dependencia . JOAN SALLÉS .................... 61
3. Utilización terapéutica del cannabis . Luis F. CALLA-
DO .................................................................................. 73
4. Los usos problemáticos del cannabis : un debate abierto,
incierto, ¿ imposible ? ORIOL MARTÍ........................... 91

II. LEGISLACIÓN ................................................................. 101


1. Actitudes internacionales sobre el cannabis y sus aplica-
ciones en la Unión Europea. DANILO BALLOTA, LO-
RENA CRUSELLAS ..................................................... 103
2. Cannabis y legislaciones comparadas en Europa. Los
consumidores en la onda expansiva del control social.
PEDRO CALDENTEY .................................................. 117
3. Comentario a la «Decisión Marco» 2004/757/JAI del
Consejo de la Unión Europea relativa al establecimiento
de disposiciones mínimas de los elementos constitutivos
de delitos y las penas aplicables en el ámbito del tráfico
ilícito de drogas en relación con la «Estrategia Europea
CANNABIS: SALUD, LEGISLACIÓN Y POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN

contra la droga (2005-2012)» del Parlamento Europeo.


IGNACIO MUÑAGORRI, XABIER ARANA .............. 137
4. Posibilidades legales con la actual legislación sobre
cannabis: análisis de la situación actual y propuestas
para su uso normalizado. SUSANA SOTO ................... 151
5. Diversas iniciativas de utilización del cannabis. IÑAKI
MARKEZ, XABIER ARANA, MÓNICA PÓO, CRIS-
TINA MERINO .............................................................. 165
6. Espacios de tolerancia: Brechas legales en la prohibi-
ción del cannabis. JORDI CEBRIÁN ............................ 195

III. POLÍTICAS DE ACTUACIÓN....................................... 203


1. Hacia nuevas políticas de intervención en Europa.
JOEP OOMEN ............................................................... 205
2. Palos y rejas contra la lluvia. Política pública y consu-
mo prolongado de cannabis. JUAN GAMELLA Y
M.'LUISA JIMÉNEZ .................................................... 219
3. Cannabis: aspectos problemáticos y estrategias preven-
tivas en Euskadi. BELÉN BILBAO, NIEVES COR-
CUERA, IOSEBA IRAURGI, MANU GONZÁLEZ
DE AUDIKANA ............................................................ 245
4. La situación del cannabis en Navarra. FERMÍN CAS-
TIELLA .......................................................................... 263
5. La labor de prevención ante los usos regularizados del
cannabis. Pasado, presente yfuturo. AMANDO VEGA... 283

ANEXO
Manifiesto de Oñati: Bases para un consenso social sobre elfe-
nómeno del cannabis, en clave de normalización ................. 321

8
A Maite Zarandona (in memoriam)....
a las mujeres de ACAMBI, de la Asociación ÁGATA,
y a todas las personas y colectivos que...
con sus iniciativas por una vida más digna y saludable
-a pesar de sus dolencias e incomprensiones-,
abren brechas de racionalidad
en la actual política prohibicionista respecto al cannabis.
Presentación

Por
Belén Bilbao Borde
(Directora de Drogodependencias del Gobierno Vasco)

La realidad es testaruda y por mucho que algunos se empeñen en lo


contrario la presencia de drogas entre los humanos es, ha sido y será ine-
vitable, y lo es porque a lo largo de nuestro transcurrir como especie
hemos encontrado que muy diversas sustancias nos ayudan a vivir, ali-
vian nuestro malestar, nos hacen sentirnos mejor con nosotros mismos
y menos desvalidos para enfrentarnos con las dificultades y poco nos
han importado las consecuencias a largo plazo de estos usos que hemos
convertido en costumbres y ritos culturales. Es una constante universal.
El cannabis se cultiva y usa desde tiempo inmemorial en culturas
tan lejanas como la china y la india y tan cercanas a la nuestra como la
árabe . La convención de Viena, consiguió lo que los países occidentales
no han conseguido hacer nunca ; todos firmaron un acuerdo para prohi-
bir y perseguir las drogas venidas del tercer mundo y se comprometie-
ron a no dar individualmente ninguno de ellos un paso atrás en esta
prohibición.
En este momento y una vez controlada la epidemia del consumo
intravenoso de heroína, el consumo generalizado de cannabis ocupa el
primer lugar como objetivo de las políticas frente a las drogas ilegales.
No obstante, este fenómeno de ninguna manera es nuevo ya que gran-
des poblaciones durante muchos siglos lo han usado e incluso para noso-
tros, los que hoy estamos en la cincuentena , en absoluto es un fenóme-
no desconocido.
La falta de evidencia acerca de problemas graves para la salud deri-
vados de su consumo se pone en cuestión sistemáticamente por la falta
de estudios epidemiológicos lo suficientemente amplios. Por algún moti-
vo estos estudios no se han realizado a gran escala , pero sí existen revi-
siones sistemáticas que no encuentran relación causal con, mortalidad
ni con problemas psico-sociales una vez identificados los sesgos y fac-
tores de confusión.

11
PRESENTACIÓN

Las personas con tendencia a padecer dificultades psicosociales


podrían tener una mayor inclinación a desarrollar patrones de consumo
problemático y a su vez el consumo podría exacerbar esa predisposición
a problemas psicosociales ya existentes.
No obstante, y por principio de prudencia hay que indicar que de
continuar el crecimiento actual en la prevalencia de consumo no se pue-
den descartar a largo plazo daños significativos para la salud pública
similares a los del tabaco. En Euskadi la mitad de los jóvenes han fuma-
do cannabis o sus derivados en alguna ocasión y uno de cada diez lo hace
habitualmente.
La situación de legalidad o ilegalidad poco tiene que ver con el pro-
blema de salud pública que crean, ya que como es bien sabido nadie se
plantea la ¡legalización del alcohol y el tabaco que son las sustancias con
las que se relacionan la mayoría de las muertes y carga de enfermedad atri-
buibles a las drogas y las políticas punitivas se sostienen por razones pura-
mente culturales o de conveniencia política y económica. Las razones cul-
turales no parecen buenos argumentos para la prohibición en las sociedades
avanzadas, globalizadas y que pretenden la convivencia multicultural.
Las políticas prohibicionistas mayoritarias, que sostienen que las
drogas no deben existir o al menos que no deben estar disponibles para
la población impidiendo su comercialización y regulación como cual-
quier otra sustancia y condenan el consumo , la posesión y el tráfico no
han conseguido en absoluto sus objetivos de «proteger la salud y la moral
de la humanidad» reduciendo sustancialmente su consumo, sino todo lo
contrario. En la Unión Europea los consumos de cannabis siguen subien-
do y es omnipresente entre la juventud que ha desacreditado la norma
convirtiéndola en inoperante a pesar de la amenaza de sanciones.
Mientras , los grupos de poder lanzan mensajes de alarma ante el
aumento del consumo y los medios de comunicación la amplifican, pero
la opinión de los ciudadanos y ciudadanas es divergente y mayoritaria-
mente favorable a la legalización.
La preocupación que la población manifiesta por el problema de
las drogas es cada vez menor, la percepción de riesgo es menor y los
mensajes preventivos han perdido credibilidad simplemente porque no
se sostienen ante la constatación cotidiana , y tampoco resisten en lo que se
refiere al cannabis, el análisis científico.
Poner a disposición de la ciudadanía información veraz, rigurosa y
actualizada a cerca de los riesgos para las personas de las sustancias en
sus contextos huyendo de maniqueísmos que ofenden la inteligencia
parece una obligación ética mínima de la acción pública.

12
BELÉN BILBAO

Evidentemente todas las sustancias dependiendo de la vía, la canti-


dad y la frecuencia pueden ocasionar problemas para la salud, incluido
el cannabis, pero los daños son diferentes y las políticas deben ser pro-
porcionadas.
Si pretendemos una sociedad más libre y tolerante debemos ser
conscientes de las ventajas y de los inconvenientes. También de los efec-
tos no deseados de nuestras propuestas.
Una sociedad madura debe poder tomar decisiones valorando toda
la información disponible.
Es necesario dotar a nuestros jóvenes de la necesaria formación para
que puedan tomar decisiones libres y responsables, evitar el consumo o
gestionar los riesgos. También será una responsabilidad adulta: de
padres, profesorado e Instituciones evitar el consumo en menores y los
daños derivados de su uso imprudente y proporcionar el tratamiento ade-
cuado a aquellos que hacen consumos problemáticos.
En toda Europa los costes sanitarios y sociales de la ¡legalización se
disparan con la irrupción en el Sistema Pena] y Sanitario de miles de
jóvenes que intentan evitar multas y sanciones por consumo o tenencia
con innecesarias visitas al médico o al psicólogo. Las consecuencias
penales siempre recaen en los más débiles, en los más vulnerables. Nues-
tra obligación desde la izquierda es protegerles, potenciar políticas inclu-
sivas mucho más competentes desde el punto de vista social y sanitario
que las que potencian el miedo y la exclusión.
La comprensión del significado político, social, jurídico, biológico,
psicológico, y cultural... de «las drogas» requiere en primer lugar tener
en cuenta las necesidades humanas sin hipocresía.
En estos días de encuentro y trabajo experto abordamos distintos
niveles de esta realidad huyendo de reduccionismos para abordar la com-
plejidad desde una mirada múltiple. Cada disciplina explica una peque-
ña parte de la verdad, nadie tiene todas las piezas pero todas son impor-
tantes.
Agradecer a todas las personas que participaron su aportación y
esfuerzo que sin duda supone un avance en este debate.

13
Colaboradores

Xabier ARANA. Licenciado en Derecho . Master en Sociología Jurídica.


Master en Criminología. Investigador del Instituto Vasco de Crimi-
nología (IVAC/KREI) en cuestiones relacionadas con el fenómeno
social de las drogas . Es coordinador y/o coautor de los siguientes
libros: Normas y culturas en la construcción de la «Cuestión droga»
(1996). Los agentes sociales ante las drogas ( 1998). Drogas: cam-
bios sociales y legales ante el tercer milenio (2000). Globalización
y drogas: políticas sobre drogas, derechos humanos y reducción de
riesgos (2003). Delimitación del "status "jurídico del ciudadano
"consumidor de drogas ". Propuesta de Carta de Derechos de los
Usuarios de Drogas (2004). Documento técnico para un debate
social sobre el uso normalizado del cannabis (2005).
Danilo BALLOTA. Director de Proyectos de Política Nacional de Drogas
en el Observatorio Europeo de las Drogas y de las Toxicomanías.
Belén BILBAO. Médica. Directora de Drogodependencias del Gobierno
Vasco.
Pedro CALDENTEY. Licenciado en Derecho. Licenciado en Filosofia. Abo-
gado penalista en ejercicio . Desarrolla su actividad profesional en
temas relacionados con drogas y es asesor legal de la Revista Cáñamo.
Fermín CASTIELLA. Médico. Responsable de Drogodependencias del
Departamento de Salud de la Comunidad Foral de Navarra.
Luis E. CALLADO. Doctor en Medicina y Cirugía. Profesor Colaborador
de Farmacología en la UPV/EHU. Docente de la Maestría Iberoa-
mericana en Drogodependencias , y de los Master en Drogodepen-
dencias de las Universidades de Deusto y Valladolid . Ejerce su acti-
vidad investigadora en el campo de la Neuropsicofarmacología y el
abuso de sustancias. Ha trabajado como Investigador en la Univer-
sidad de Oxford y en el Roya] London Hospital. Es autor de varias
decenas de artículos en revistas científicas internacionales y de
diversos capítulos de libro. Actualmente es el Investigador Princi-
pal de dos Proyectos de Investigación para el estudio de los recep-
tores cannabinoides en cerebro humano normal y en tumores de
estirpe glial , financiados por el Ministerio de Sanidad y Consumo,
y el Nodo de Neurociencias de Euskadi.

15
COLABORADORES

Jordi CEBRIÁN. Periodista de la Revista Cáñamo, donde ha escrito nume-


rosos artículos sobre el fenómeno social de las drogas, sobre todo
en materia de cannabis.
Nieves CORCUERA. Psicóloga. Responsable del Observatorio Vasco de
Drogodependencias
Lorena CRUSELLAS. Presidenta de la Asociación Prevenir. ONG de Pre-
vención y Promoción de la Salud. Portugal.
Juan GAMELLA. Antropólogo. Profesor de la Universidad de Granada.
Desde hace dos décadas estudia los cambios socioculturales aso-
ciados a las rápidas transformaciones en el consumo de alcohol y
otras drogas en diversos lugares de España. Ha publicado más de 40 ar-
tículos en diversas revistas españolas y extranjeras y siete libros
como autor o como coautor. Entre sus últimas publicaciones desta-
can: Las rutas del éxtasis. Drogas de síntesis y nuevas culturas juve-
niles (1999), en colaboración con A. Álvarez Roldán. Drugs and
alcohol in the Pacifc. New consumption trends and their conse-
quences (2002). La historia de Julián. Memorias de heroína y delin-
cuencia (2003). El consumo prolongado de cánnabis. Pautas, ten-
dencias y consecuencias, en colaboración de M. L. Jiménez (2003).
Manu GONZÁLEZ DE AUDIKANA. Sociólogo. Experto en criminología y
drogodependencias.
Ioseba IRAURGI. Psicólogo, Especialista en Psicología Clínica, Especia-
lista en Salud Pública. Trabajo clínico en el Servicio de Toxicoma-
nías del Módulo Psicosocial de Rekalde.
M.' Luisa JIMÉNEZ. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología. Ha
publicado varios artículos y el libro El consumo prolongado de
cánnabis. Pautas, tendencias y consecuencias, en colaboración de
J. Gamella (2003).
Iñaki MARKEZ. Doctor en Neurociencias. Investigador social . Médico
psiquiatra en Osakidetza. Experto en Psiquiatría comunitaria, dro-
godependencias y Salud Pública. Miembro de Ekimen2000, Inves-
tigación sobre Salud mental y Sustancias y de diversas asociaciones
profesionales de ámbito nacional e internacional. Miembro del Con-
sejo Editorial de OP Koadernoak y de Psiquiatría Pública. Direc-
tor de la revista Norte de salud mental. Autor o coautor de diversos
libros, entre otros: Toxicomanías (1987); El dominio de la Hipocre-
sía. Las drogas en Euskadi (1989); Morbilidad psiquiátrica en Aten-
ción Primaria de Salud (1993); Las drogas de ayer a mañana
(1994). Los programas de mantenimiento con metadona en el País
Vasco (1999); Los agentes sociales ante las drogas (1998); Drogas:

16
COLABORADORES

Cambios sociales y legales ante el tercer milenio (2000); Ética y


praxis psiquiátrica (2000); Drogodependencias: Reducción de
Daños y Riesgos (2000); Atención comunitaria de la enfermedad
mental (2000); Cannabis, de la Salud y del Derecho (2002); Eus-
kadi y Drogas 2002 (2003); Atención a la salud mental de lapobla-
ción reclusa (2003); Ketamina, de fármaco anestésico a droga de
fiesta (2004); Ángel Garma , fundador del psicioanálisis argentino
(2005).
Oriol MARTÍ. Doctor en Medicina . Profesor de Medicina Social y Salud
Pública de la Escuela Universitaria de Trabajo Social del ICESB
(Universitat Ramón Llull-Barcelona). Miembro del CAPS (Centre
d'Analísis i Programes Sanitaris ). Miembro de IGIA. Lleva más de
20 años estudiando el tema de las drogodependencias . Entre sus
muchas publicaciones relacionadas con el fenómeno social de las
drogas, destaca Todo lo que quisiste saber sobre la dependencia a
las drogas y nunca te atreviste a preguntar (2004).
Cristina MERINO. Licenciada en Derecho . Master en Criminología y en
Drogodependencias . Mediadora del Servicio de Mediación Familiar
del Dpto. de Vivienda y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco.
Docente e investigadora en el Centro Universitario de Transforma-
ción de Conflictos GEUZ. Coautora de Atención Comunitaria a la
enfermedad mental (2000), Cannabis : de la Salud y del Derecho
(2002).
Ignacio MUÑAGORRI. Doctor en Derecho , Profesor titular de Derecho
Penal en la Facultad de Derecho de la UPV/EHU. Profesor del Ins-
tituto Vasco de Criminología (IVAC/KREI). Vicedecano de la Facul-
tad de Derecho y miembro del Consejo de Dirección del
IVAC/KREI . Ha publicado diversos libros y decenas de artículos
sobre diferentes cuestiones relacionadas con el Derecho Penal y la
Criminología . Editor y autor de La protección de la seguridad ciu-
dadana (1995). Autor de Eutanasia y Derecho Penal (1994), y La
protección penal de los consumidores frente a la publicidad enga-
ñosa (1998).
Joep OOMEN. Periodista holandés . Después de unos años de viajes y tra-
bajos diferentes , se especializó en el tema de las drogas en 1988.
Elaboró investigaciones sobre el tema de la producción de drogas
en la región andina y el Triángulo de Oro ( Sudeste de Asia). Fun-
dador de IMPRESS, centro de información dedicado al fenómeno
social de las drogas en Copenhague, Dinamarca . Cinco años des-
pués fue uno de los fundadores de ENCOD (Coalición Europea para

17
COLABORADORES

Políticas de Drogas Justas y Eficaces). Responsable de organizar


campañas europeas sobre temas diversos. Entre ellas están la cam-
paña COCA '95 (para la revalorización de la hoja de coca), los Par-
lamentos Juveniles sobre Drogas y Desarrollo (que reunió a 2.000
jóvenes de toda Europa), y la campaña VIENA 2003, a fines de pro-
poner una evaluación profunda de evaluar 40 años de prohibición
internacional de las drogas . Ha publicado diversos libros y artícu-
los, y ha co-dirigido un documental televisivo. Actualmente es
miembro del Comité Ejecutivo de ENCOD y trabaja en el secreta-
riado de esta plataforma en Amberes, Bélgica.
Mónica Poo. Psicóloga clínica . Master en Drogodependencias. Miem-
bro de Ekimen , Investigación sobre Salud mental y Sustancias.
Investigadora social . Coautora de Programa de mantenimiento con
metadona en Farmacias (1997); Las drogas de síntesis en Bizkaia
(1998); Drogodependencias: Reducción de Daños y Riesgos (2000),
Atención Comunitaria a la enfermedad mental (2000), Cannabis:
de la Salud y del Derecho (2002). Euskadi y Drogas 2002 (2003).
Ha participado en la evaluación del PEPSA, programa de dispensa-
ción de heroína de Andalucía.
Joan SALLES. Doctor en Medicina. Catedrático de Farmacología de la
UPV/EHU. Ha dirigido varias tesis doctorales. Es autor de varias
decenas de artículos en revistas científicas internacionales y de
diversos capítulos de libro. Ha realizado diversas investigaciones en
universidades extranjeras . Entre sus últimas publicaciones destaca
«Aspectos farmacognósticos y etnofarmacológicos de los produc-
tos derivados del cáñamo (Cannabis sativa)» (1998). Actualmente
es vicerrector del campus de Araba de la UPV/EHU.
Susana SOTO. Profesora de Derecho Penal, Facultad de Derecho de
Málaga. Miembro del Instituto Andaluz de Criminología.
Juan Carlos Uso. Licenciado en Historia Contemporánea por la Uni-
versidad de Valencia y Doctor en Sociología por la UNED. Desde
1983 presta servicios como Bibliotecario municipal del Ayunta-
miento de Castellón. Ha sido profesor de Sociología de la delin-
cuencia , asociado al Departamento de Sociología de la Universidad
«Jaume I» de Castellón.
Autor de la tesis doctoral Génesis y desarrollo del «problema de las
drogas» en España, 1850-1993 y de dos libros: Drogas y cultura de
masas . España, 1855-1995 (1996) y Spanish trip. La aventura psi-
quedélica en España (2001). Desde diciembre de 2001 gestiona
www.mundoantiprohibicionista.net

18
COLABORADORES

Amando VEGA. Doctor en Pedagogía . Catedrático de Educación Espe-


cial en la UPV/EHU. Entre sus publicaciones destacan : El papel del
educador en la prevención del abuso de las drogas (1978); Las dro-
gas ¿un problema educativo ? ( 1983); Los maestros y las drogas,
guía deformación básica (1995); Las drogas en el proyecto edu-
cativo de la escuela (1993); La acción social ante las drogas. Pro-
puestas de intervención sociocomunitaria ( 1993); Cómo educar
sobre el alcohol en la escuela ( 1998); Los docentes españoles y la
prevención del consumo de drogas ( 1999); Coordinador y autor,
junto con Xabier Arana e Iñaki Markez de Drogas : cambios socia-
les y legales ante el tercer milenio ( 2000); Coordinador y autor de
Drogas: ¿ qué política para qué prevención ? (2002).

19
Resumen de ponencias

«Usos a lo largo de la Historia. Marcos prohibicionistas de ayer y


hoy. La salud pública como telón de fondo», Juan Carlos Usó
La salud pública es la cuestión alegada para llevar un control de deter-
minadas sustancias -entre las que se encuentran el cannabis- y de los
consumidores de las mismas . El autor, tras preguntarse ¿qué se entiende
por salud pública?, hace un breve repaso histórico del empleo de esta ter-
minología que incluye desde las bacanales romanas hasta la inclusión en
los diversos Códigos penales . Un análisis de la legislación en materia de
drogas evidencia un cambio fundamental desde principios del siglo xtx
hasta la actualidad : inicialmente el objetivo iba sobre todo encaminado a
la protección de la salud de los consumidores, con posterioridad ya no se
trata tanto de garantizar la salud pública como de imponerla . En este con-
texto, la actual política en materia de drogas se ha demostrado que no es
el camino adecuado para proteger la salud pública.

«Farmacología de los cannabinoides: mecanismos de tolerancia


y dependencia», Joan SALLÉS
Tras detallar las características de la planta del cannabis, se explica
el sistema cannabinoide endógeno y los receptores de cannabinoides: Su
funcionamiento y aspectos como la tolerancia y la posibilidad de depen-
dencia -tanto en personas como en animales-. Concluye con una fun-
dada esperanza en el potencial terapéutico de los cannabinoides, sobre
todo en los trastornos de tipo neurológico.

«Utilización terapéutica del cannabis», Luis F. CALLADO


El debate sobre el uso terapéutico del cannabis ha superado el
marco científico y se ha convertido en un debate social necesitado de
datos científicos que evidencien los beneficios o no de su utilización
terapéutica . Ésta ha sido empleada desde hace miles de años y su desa-
rrollo se ha visto afectado por ser una sustancia que es catalogada por
la legislación como estupefaciente y por existir otras alternativas tera-
péuticas para el tratamiento de las patologías indicadas ( analgésico,
antiemético , antiespásmico , tratamiento del glaucoma , estímulo del ape-

21
RESUMEN DE PONENCIAS

tito , neuroprotección , antitumoral , etc...). De cara a un uso terapéutico


del cannabis y sus derivados , es conveniente prever los efectos adver-
sos del cannabis . El uso terapéutico del cannabis y sus derivados debe-
ría ser tratado como otra opción terapéutica más, es decir, con los mis-
mos criterios médicos que se emplean para la prescripción de cualquier
otro fármaco , teniendo en cuenta la relación entre toxicidad y eficacia
para el usuario.

«Los usos problemáticos del cannabis:


un debate abierto, incierto, ¿ imposible ?», Oriol MARTi
Además de los usos experimentales , de carácter instrumental y de
los usos reiterativos , están los usos problemáticos de drogas (usos inten-
sivos y usos compulsivos ), donde, de una u otra manera, aflora la cues-
tión patológica . Para analizar los usos problemáticos de cannabis y sus
derivados existe una dificultad inicial desde un punto de vista epide-
miológico : no se disponen de los mismos datos que en el caso de otras
sustancias como el alcohol , el tabaco, los tranquilizantes o los antide-
presivos. En este contexto , es preocupante la promoción que se está
haciendo de esta sustancia , donde la posibilidad de consumos proble-
máticos son obviados casi sistemáticamente.

«Actitudes internacionales sobre el cannabis y sus aplicaciones


en la Unión Europea», Danilo BALLOTA, Lorena CRUSELLAS
Para poder comprender las políticas de control internacional sobre
el cannabis en el siglo pasado (Convenios internacionales , legislacio-
nes estatales,...), es importante conocer la historia del prohibicionismo
sobre el cannabis en Estados Unidos y su posterior influencia en la esfe-
ra mundial.
Pese a la fuerte influencia que Estados Unidos ha tenido -y
tiene - en la en política en materia de drogas de la Unión Europea,
desde hace unos años se observa en los países de la Unión Europea una
revisión de las políticas y perspectivas relacionadas con el cannabis
caracterizada por preferir el tratamiento al castigo y la prevención al
tratamiento.

«Cannabis y legislaciones comparadas en Europa. Los consumidores


en la onda expansiva del control social», Pedro CALDENTEY
En la última década se ha intensificado en toda Europa el debate
sobre la conveniencia o no de legalizar el cannabis y sus derivados. Si

22
RESUMEN DE PONENCIAS

bien socialmente el consumo de derivados del cáñamo parece normali-


zado, las legislaciones de los estados europeos todavía imponen sancio-
nes al consumo y a la posesión para uso personal, tanto por la vía penal
como administrativa. La creciente aceptación de políticas sobre reduc-
ción de daños y riesgos asociados al uso de drogas en toda Europa ha
propiciado que poco a poco las legislaciones de los diferentes países cada
vez se parezcan más. La tendencia es a establecer medidas alternativas
a las penas de prisión. No obstante, todavía existen importantes dife-
rencias en las normativas de los países.

«Comentario a la "Decisión Marco " 2004/757/JAI del Consejo de la


Unión Europea relativa al establecimiento de disposiciones mínimas
de los elementos constitutivos de delitos y las penas aplicables en el
ámbito del tráfico ilícito de drogas en relación con la "Estrategia
Europea contra la droga (2005-2012) " del Parlamento Europeo»,
Ignacio MIJÑAGORRI, Xabier ARANA:
La normativa europea cada vez tiene un mayor peso en la legisla-
ción interna de cada uno de los Estados miembro. La Decisión Marco
analizada va a asentar, en los próximos años, las bases de una homoge-
neización de la política europea en materia de drogas ¡legalizadas. En el
artículo se comenta dicha Decisión Marco y la Estrategia Europea con-
tra da droga (2005-2012 ) del Parlamento Europeo, en un intento de apro-
ximarse a ambos documentos desde la perspectiva de los procesos de
criminal ización , para poder delimitar su significado desde la realidad de
las personas criminalizadas. También se analizan estos documentos
desde las aportaciones que se están realizando en la construcción de un
discurso normalizador del fenómeno social de las drogas , especialmen-
te en relación al cannabis.

«Posibilidades legales con la actual legislación sobre cannabis: análi-


sis de la situación actual y propuestas para su uso normalizado»,
Susana SOTO
Una de las cuestiones claves en el actual debate sobre el uso tera-
péutico y sobre el uso lúdico del cannabis, es su posibilidad o no de
enmarcarlo en el actual ordenamiento jurídico. Cada vez hay un mayor
interés científico por los recursos terapéuticos provenientes del canna-
bis y se observa que en diferentes países se está permitiendo la realiza-
ción de ensayos clínicos con cannabis. En el texto se analiza la respon-
sabilidad penal y administrativa que pudiera derivarse por el uso

23
RESUMEN DE PONENCIAS

terapéutico del cannabis y, también en el caso de la existencia de esta-


blecimientos para la adquisición y consumo lúdico de cannabis , dentro
de la legislación española . En ambos supuestos se lleva a cabo un deta-
llado análisis para ver cuáles son los requisitos para no incurrir en san-
ciones penales o en sanciones administrativas.

«Diversas iniciativas de utilización del cannabis», Iñaki MARKEZ,


Xabier ARANA, Mónica PoO, Cristina MERINO
La regulación administrativa y penal de los comportamientos rela-
cionados con las drogas es fundamentalmente represiva como corres-
ponde al seguimiento de unos modelos de intervención insertados en las
actuales políticas sobre drogas netamente coercitivas . Los otros
modelos, sea el de regulación controlada , sea el modelo de reducción
de daños, se aproximan más a la realidad social . No sólo a la realidad de
usuarios de cannabis o de afectados por las actuales políticas.
El reto de las políticas alternativas provenientes de los modelos de
normalización y de reducción de daños y riesgos en este siglo XXI está
en diseñar una Política sobre Drogas coherente, partiendo del principio
de que para reducir daños, es primordial mejorar las condiciones de vida
de las personas involucradas en ambos extremos de la cadena.
Las posibilidades de utilización del cáñamo , del cannabis y sus deri-
vados son muchas y en este artículo se presentan diversas iniciativas
sobre sus usos, iniciativas que pudieran verse acompañadas de respon-
sabilidades penales si las actuaciones incurrieran en delito de tráfico de
drogas según el actual Código Penal . La aplicación de una legislación,
penal y/o administrativa , en el marco de una política alternativa se acom-
pañaría del respeto del principio de intervención mínima del Derecho
Penal , así como sus finalidades de prevención, especial y general, con-
virtiéndose en un instrumento progresivo y más humano respetando
valores como la libertad, la tolerancia y la seguridad adaptada a la socie-
dad a la que protege.

«Espacios de tolerancia: Brechas legales en la prohibición


del cannabis», Jordi CEBRIÁN
Pese a la arriesgada apuesta del gobierno anterior por implementar
una legislación más restrictiva en cuestiones relacionadas con el canna-
bis, cada vez existe un mayor interés por todo lo que rodea a esta sus-
tancia : aumento del número de personas consumidoras, menor percep-
ción de riesgo y un amplio debate sobre su uso terapéutico. En este

24
RESUMEN DE PONENCIAS

proceso ha sido fundamental la labor desarrollada desde diversos movi-


mientos sociales que han optado por la desobediencia civil y la resis-
tencia pacífica como modo de respuesta a la actual política prohibicio-
nista.
El texto es una reflexión sobre las brechas legales -el autor pre-
fiere la denominación de espacios de tolerancia (cultivo, tenencia, con-
sumo, cesión y, finalmente, emisión de información y opinión sobre los
aspectos anteriores)- donde, al mismo tiempo que los consumidores
no se sienten tan presionados, se pone de manifiesto la necesidad de ir
hacia una política más racional en la cuestión de las drogas.

«Hacia nuevas Políticas de intervención en Europa», Joep OOMEN


Una parte importante de la actual política sobre drogas se funda-
menta en el temor y en la ignorancia. En un entorno donde determina-
das drogas están prohibidas, los consumidores tienen serias dificultades
para aprender a vivir con ellas. Ante los efectos de la política prohibi-
cionista están surgiendo nuevos conceptos y nuevas iniciativas -como
la reducción de daños- que, desde la base, ponen en evidencia las con-
tradicciones de estas políticas e intentan dar respuestas más pragmáti-
cas. La mayoría de los cambios que se observan provienen de personas
(consumidores, profesionales concienciados, políticos de ámbito
local,...) convencidas de que es posible vivir con drogas y de que se pue-
den eliminar los riesgos en vez de acabar con las drogas.
La descentralización, es decir, el traslado de las competencias del
ámbito internacional al local, de las políticas sobre drogas es el eje para
una nueva política de intervención caracterizada por la eficacia, los dere-
chos humanos, la sostenibilidad y el pragmatismo. Finalmente, se pre-
senta un diseño de cómo llevar a la práctica una regulación (cultivo, ela-
boración, distribución, racionamiento, disponibilidad para adultos) de
este fenómeno social basada en los principios antes citados.

«Palos y rejas contra la lluvia . Política públicas y consumo


prolongado de cannabis», Juan GAMELLA y M.' Luisa JIMÉNEZ
Resultado de una investigación socioantropológica sobre personas
que consumen cannabis, se analizan las consecuencias (ventajas e incon-
venientes ) de un consumo prolongado de cannabis en relación con las
políticas públicas y las contradicciones que se plantean: la valoración de
la sustancia, su consumo (autorregulación y control del consumo), prin-
cipales problemas derivados tanto por su uso como por los efectos no

25
RESUMEN DE PONENCIAS

deseados de la actual política en materia de cannabis. Posteriormente se


analiza la influencia de las políticas públicas desde 1983 respecto a los
consumos, en contraste con tres modelos: irrelevancia de las políticas
para los consumos, influencia indirecta y, finalmente, la relevancia sim-
bólica.

«Cannabis: aspectos problemáticos y estrategias preventivas


en Euskadi», Belén BILBAO, Nieves CORCUERA, Ioseba IRAURGI,
Manu GONZÁLEZ DE AUDIKANA

En la primera parte, según la información recogida de diversos infor-


mes europeos y estatales, unidos a los de elaboración propia, el texto
pone de manifiesto diversas cuestiones problemáticas relacionadas con
el consumo del cannabis. Posteriormente se analizan las diversas estra-
tegias preventivas y de reducción de riesgos que se llevan a cabo en Eus-
kadi relacionadas con el cannabis y sus derivados.

«Situación respecto al cannabis en Navarra », Fermín CASTIELLA


Desde los datos disponibles en la Dirección Técnica del Plan Foral
de Drogodependencias , unidos a la información recogida en los medios
de comunicación , la evolución de las sentencias respecto al cannabis y
la opinión de los grupos políticos, se constata que en la Comunidad Foral
Navarra el consumo de cannabis va en aumento entre las personas que
mayor número de horas y días dedican a la diversión . Del mismo modo
se observa entre los consumidores un aumento del consumo diario y de
autocultivo . En la sociedad navarra existe una amplia tolerancia social
hacia el consumo de cannabis , aunque la mayoría de los grupos políti-
cos no tienen un discurso claro sobre el fenómeno social de las drogas.
El artículo concluye con dos cuestiones actualmente relevantes: el uso
terapéutico y el uso lúdico de cannabis.

«La labor de prevención ante los usos regularizados del cannabis.


Pasado, presente y futuro», Amando VEGA
¿Cuál es la situación actual en el consumo de cannabis entre los
escolares? ¿existe mayor consumo que épocas anteriores ? ¿tienen nues-
tros escolares actitudes y comportamientos de riesgo más problemáti-
cos? Aunque las tasas de consumo parecen más elevadas, y este consu-
mo parece asumido con mayor normalidad, conviene analizar su sentido
y alcance para poder valorar sus implicaciones educativas. El profeso-
rado, por su parte, se pone a favor de ayudar a los alumnos a tomar deci-

26
RESUMEN DL PONI NUJAS

siones y resolver problemas relevantes para su vida, al mismo tiempo


que asume su compromiso de promover la salud de los alumnos. La
mayoría de los profesores acepta no solo que a la escuela le correspon-
de ofrecer a sus alumnos la información adecuada, sino también la inte-
gración de la educación sobre drogas en el curriculum, dejar el tema en
manos de instituciones especializadas. Sin embargo, se detecta un movi-
miento que opta por planteamientos más represivos, con medidas infor-
mativas y policiales poco coherentes con las necesidades de los meno-
res. Revisar el pasado de la acción educativa ante el consumo del
cánnabis entre menores puede ayudar a un análisis más sereno sobre la
realidad actual y tomar unas decisiones pedagógicas acordes con las
necesidades educativas existentes, más allá de las actuaciones de tipo
represivo.

27
Introducción

Por
Xabier Arana, Iñaki Markez

Este volumen es fruto del workshop sobre el cannabis, celebrado los


días 22 y 23 de abril de 2004, en la sede del Instituto Internacional de
Sociología Jurídica de Oñati (IISJO). Para los coordinadores y para la
mayoría de las personas participantes, el workshop tiene un significado
especial porque se cumplen diez años del primer workshop realizado
sobre el fenómeno social de las drogas en el IISJO. Desde entonces
hemos llevado a cabo cinco workshops, acompañados de sus corres-
pondientes publicaciones: Normas y Culturas en la construcción de la
«Cuestión droga» (Hacer 1996), Los agentes sociales ante las drogas
(Dykinson 1998), Drogas: cambios sociales y legales ante el tercer mile-
nio (Dykinson 2000), Globalización y drogas: Políticas sobre drogas,
derechos humanos y reducción de riesgos (Dykinson 2003) y el volu-
men que tiene usted entre sus manos, Cannabis: salud, legislación ypolí-
ticas de actuación (2005).
El libro consta de tres partes: en la primera, se analiza la cuestión
del cannabis desde el punto de vista de la salud. Juan Carlos Usó, reali-
za un análisis histórico del término salud pública, así como de los cam-
bios y efectos experimentados. Joan Sallés nos explica, las característi-
cas del cannabis y del sistema cannabinoide endógeno y los receptores
cannabinoides, desde una perspectiva científica, dirigido fundamental-
mente a personas muy iniciadas en estas cuestiones. Koldo Callado refle-
xiona sobre los usos terapéuticos del cannabis, cuestión que ha supera-
do el marco científico y se ha convertido en un debate social necesitado
de datos científicos que sustenten o no su utilidad terapéutica. Oriol
Martí profundiza en los consumos problemáticos (intensivos y compul-
sivos) del cannabis, donde emergen las cuestiones patológicas.
En la segunda parte se estudian aspectos de las diversas legislacio-
nes en materia de cannabis (Estados Unidos, Unión Europea y Estado
español). Danilo Ballota y Lorena Crusellas, para explicar el control
internacional del cannabis y sus derivados, describen la influencia que

29
INTRODUCCIÓN

la política prohibicionista de los Estados Unidos ha tenido en los diver-


sos convenios internacionales sobre las drogas. En este contexto, obser-
van en la Unión Europea un esfuerzo por revisar las actuales políticas
sobre el cannabis, optando por aspectos preventivos y de tratamiento
frente a las medidas sancionadoras. Pedro Caldentey tras examinar las
semejanzas y las diferencias entre las diversas legislaciones europeas
respecto al cannabis, observa que la situación en la que viven las perso-
nas consumidoras es insegura y ambigua. Ignacio Munagorri y Xabier
Arana estudian la Decisión Marco -que va a armonizar dentro de la
Unión Europea la política de drogas ¡legalizadas- y la Estrategia Euro-
pea contra la droga (2005-2012), desde la perspectiva de los procesos de
criminalización y desde la construcción de un discurso normalizador en
materia de drogas, sobre todo en relación con el cannabis. Susana Soto
profundiza en el actual ordenamiento jurídico español para esclarecer la
posibilidad o no de responsabilidad penal y/o administrativa que pudie-
ra derivarse por el uso terapéutico del cannabis y en el caso de la exis-
tencia de establecimientos para la adquisición y consumo lúdico de can-
nabis. Iñaki Markez, Mónica Poo, Cristina Merino y Xabier Arana,
aportan diversas iniciativas para un uso normalizado del cannabis: uso
terapéutico, dispensación en farmacias, ensayos clínicos con cannabis,
establecimientos para la adquisición y consumo normalizado, autocon-
sumo, tenencia para fines culturales, científicos o docentes, cultivo para
fines médicos, y otro tipo de iniciativas, como por ejemplo el asocia-
cionismo. Jordi Cebrián reflexiona sobre los espacios de tolerancia (cul-
tivo, tenencia, consumo, cesión y emisión de información y opinión
sobre estas cuestiones) donde las personas consumidoras no se sienten
tan presionadas y se pone de manifiesto la necesidad de ir hacia una polí-
tica más racional en la cuestión de las drogas
La tercera parte se ocupa de las políticas de actuación en materia de
cannabis. Joep Oomen plantea la descentralización (traslado de las com-
petencias del ámbito internacional al local) de las políticas de drogas
como una nueva manera de intervención caracterizada por la eficacia,
los derechos humanos, la sostenibilidad y el pragmatismo y presenta un
diseño de cómo llevar a la práctica una regulación (cultivo, elaboración,
distribución,...) basado en las características anteriormente señaladas.
Juan Gamella y M.' Luisa Jiménez analizan las consecuencias de un con-
sumo prolongado de cannabis en relación con las políticas públicas y las
contradicciones que se suscitan. Los máximos responsables de las polí-
ticas de drogas de la Comunidad Autonómica de Euskadi (Belén Bilbao,
junto con otros miembros de su equipo, Nieves Corcuera, loseba Iraur-

30
XABIER ARANA E IÑAKI MARKEZ

gi y Manu González de Audikana ) y la Foral Navarra ( Fermín Castíe-


lla), nos acercan a las peculiaridades que el fenómeno del cannabis tiene
en ambos territorios . Amando Vega lleva a cabo un análisis crítico de la
política que se ha desarrollado en los centros educativos respecto al can-
nabis y de sus efectos.
Finalmente, se incluye como anexo el texto del Manifiesto de Oñati,
cuestión a la que le dedicamos los siguientes párrafos.
Además de la presentación de ponencias y de los intensos e intere-
santes debates surgidos, conseguimos llevar a cabo un análisis de la
actual situación del discurso alternativo en materia de cannabis. Por
medio de la herramienta de calidad DAFO, realizamos tres grupos de
debate ( socio-sanitario , socio jurídico , y un tercer grupo compuesto por
personas con responsabilidad política en materia de drogas y los técni-
cos municipales de prevención). Se señalan como debilidades (internas)
más importantes:

Discurso alternativo no consolidado : disperso , poco elaborado,


conocido y difundido , donde no existe un acuerdo de mínimos.
Marginalidad del discurso y déficit de credibilidad (no siempre
se recogen las evidencias científicas y, a veces se han banaliza-
do los riesgos)
La representación social del cannabis y de los consumidores:
Miedos, falta de autoconfianza, endogamia del movimiento,
marginalidad, actividades no reivindicativas
Falta de medios y de recursos : Para poder consolidar propues-
tas alternativas respecto al cannabis
Enfrentados a grupos de poder : Presentar alternativas a la actual
política en materia de cannabis supone el enfrentamiento con
sectores que reciben apoyos significativos dentro de dicha polí-
tica y que se posicionan en contra de cambios significativos
Alternativas al consumo de las personas menores : Uno de los
pilares básicos que más polémica está creando

Las fortalezas (internas) más destacadas se resumen en:

- La propia sustancia : Sustancia con historia, no especialmente


perjudicial para la salud, la mayoría de los usos no son proble-
máticos y no existe un conflicto social especial por dichos usos
- El discurso : Centrado más en las personas que en las sustancias,
surge desde la base, es aceptado por la mayoría de las personas

31
XABIER ARANA E IÑAKI MARKEZ

que lo consumen, intenta romper la escalada represiva, cree en


la función preventiva, es coherente, tiene una sólida fundamen-
tación y un serio nivel intelectual
- El movimiento asociativo: Cada vez con más fuerza, preocupa
seriamente a los defensores de la política actual en materia de
drogas

Las amenazas (externas) al discurso alternativo son:

- La representación social de la sustancia y de los consumidores:


Excesivos mitos, estereotipos y estigmatizaciones, influencia-
dos por la moral judeo-cristiana. Exageración de los riesgos y
politización del fenómeno (unido a la necesidad de seguridad,
de la vinculación de la sustancia al delito y del fomento de la
teoría de la escalada)
- La actual política prohibicionista: La filosofía de la política
prohibicionista aparece recogida en los diversos convenios inter-
nacionales sobre estupefacientes y también en las diversas legis-
laciones (penales y administrativas) estatales
- Los poderes fácticos enfrentados al cambio: Desde sectores de
campos tan distintos como el jurídico, el sanitario, el preventi-
vo, el educativo, el farmacéutico,..., se apuesta por el mante-
nimiento del actual status quo

Las oportunidades (externas) especificadas son:

- Fracaso de la actual política prohibicionista: Con fuertes efec-


tos secundarios (adulteraciones de las sustancias, reducción de
derechos y libertades de las personas consumidoras, la cuestión
del blanqueo de dinero procedente del tráfico ilícito,...) que
limitan la profundización en los derechos y libertades básicos
en un Estado social y democrático de Derecho
- Posibilidad de plantear una alternativa real: Demanda de las per-
sonas consumidoras y de otros sectores sociales que supondría
cambiar la actual inseguridad jurídica reinante y tomar con-
ciencia de la persona consumidora de drogas como sujeto de
derechos. Para todos estos aspectos es fundamental la apertura
de un debate social
- Alivio en las instituciones judiciales, policiales y penitenciarias:
La normalización del cannabis supondría una fuerte disminu-

32
XABIER ARANA E IÑAKI MARKEZ

ción de la carga que hoy en día soportan el sistema judicial, poli-


cial y penitenciario y sería una buena oportunidad para poder
dedicarse, sobre todo los dos primeros sistemas , a cuestiones con
efectos muchos más dañinos para la sociedad que las infraccio-
nes relacionadas con el cannabis
Cuestión económica : Oportunidades para redefinir nuevas eco-
nomías : impuestos por consumo, ferias, reducción de economí-
as sumergidas, etc.
Nuevas tecnologías : Internet puede ser una buena herramienta
para dar a conocer un discurso alternativo y para crear un deba-
te social sobre la normalización del cannabis.

Entre los puntos débiles detectados , se observó la existencia de un


discurso alternativo no consolidado, donde no existía ni un acuerdo de
mínimos ni referentes serios . El reto que nos propusimos fue intentar
consensuar un acuerdo de mínimos que pudiera servir de referente para
todas aquellas personas que apuestan por una política de drogas dife-
rente respecto al cannabis , desde un punto de vista de la normalización.
Para dar respuesta a este desafio , nos volvimos a reunir en la sede del
IISJO los meses de octubre de 2004 y de enero de 2005. Fruto de estas
aportaciones es el Manifiesto de Oñati, bases para un consenso social
sobre elfenómeno del cannabis, en clave de normalización.
Nos parece fundamental profundizar en un debate social sobre el
fenómeno del cannabis, en clave de normalización, coherente con los prin-
cipios de un Estado social y democrático de derecho, sobre todo , cuando
las actuales políticas en materia de drogas han fracasado , como lo ha pues-
to de manifiesto el Parlamento Europeo . Es una apuesta por un discurso
diferente , respetuoso con los derechos y libertades de las personas, que
pretende sustentarse en una información objetiva, verídica y clara acerca
de la sustancia , las personas que la consumen , los tipos de consumos y
los contextos donde se llevan a cabo . Para llevar a buen puerto estas cues-
tiones se necesita un nuevo lenguaje que ayude a modificar la percepción
social de la sustancia y de las personas consumidoras , sin estigmatizar-
las, reconociendo sus derechos y responsabilidades . En resumen, este
volumen pretende ser una aportación al citado debate social para poder
llevar a cabo reflexiones y propuestas innovadoras que nos conduzcan a
una política mucho más racional en el fenómeno social de las drogas.
Todas estas cuestiones y los principios en los que se basa el Mani-
fiesto de Oñati, están de armonía con la Recomendación del Parlamen-
to Europeo destinada al Consejo y al Consejo Europeo sobre la es-

33
INTRODUCCIÓN

trategia europea en materia de lucha contra la droga (2005-2012)


(2004/2004/2221 [INIJ), donde se hace hincapié en la necesidad de que
las políticas en materia de drogas se deben basar en los conocimientos
científicos y no en impulsos emocionales , y que se tiene que dedicar
especial atención a las políticas alternativas por los logros que está con-
siguiendo en algunos de los Estados miembro.
Desde la celebración del worshop hasta la actualidad han transcu-
rrido casi dos años y el debate sobre el cannabis sigue vigente . Diversos
textos (Documento técnico para un debate social sobre el uso normali-
zado del cannabis ', el monográfico de la Revista Española de Drogo-
pendencias`', otras revistas especialistas en la cuestión y algunos núme-
ros del Boletín del Centro de Documentación de Drogodependencias),
jornadas de debate3 , opiniones expresadas por colectivos de personas
usuarias , etc..., ponen de manifiesto la necesidad de seguir reflexio-
nando sobre este debate social.
Finalmente queremos agradecer a la Dirección de Drogodependen-
cias del Gobierno Vasco y a la Dirección Foral de Drogodependencias
del Gobierno de Navarra por el apoyo económico y la participación en
el workshop y en las reuniones posteriores . Agradecimiento que también
hacemos extensivo al magnífico equipo del IISJO porque, en estos más
de diez años , vuestra profesionalidad ha sido una inestimable ayuda.
Benetan , eskerrik asko.

Arana, X.; Germán, 1 . (2005): Documento técnico para un debate social sobre el
uso normalizado del cannabis . Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones del
Gobierno Vasco.
2 Revista Española de Drogodependencias 2005, vol. 30, l y 2.
' El día 30 de noviembre de 2005, a iniciativa del Grupo de Trabajo del Manifies-
to de Oñati , organizado por Instituto Vasco de Criminología (1VAC/KREI) y por el Depar-
tamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad del País Vasco
(UPV/EHU), y con la colaboración de diversas asociaciones ( Ekimen , Askagintza, Acam-
bi, Pannagh -Asociación de usuarios /as de cannabis - y Orain) se celebró la Jornada de
debate «Salud, legislación y educación : hacia la normalización del cannabis ». Los obje-
tivos de la Jornada fueron : a) promocionar el debate social hacia la normalización del can-
nabis ; b) trabajar las dificultades generadas por las percepciones sociales, los estereotipos
relacionados con el cannabis y con las personas consumidoras ; c) disponer de un espacio
y momento para intercambio de experiencias , materiales ( libros , documentos , revistas,...,)
sobre la cuestión; d) extender la filosofía, contenidos y propuestas del Manifiesto de Oñati:
Bases para un consenso social sobre el fenómeno del cannabis , en clave de normalización.

34
I. SALUD
Capítulo 1
Usos a lo largo de la Historia . Marcos prohibicionistas
de ayer y hoy.

La salud pública como telón de fondo

Por
Juan Carlos Usó

En el prólogo a la versión castellana de The Emperor Wears No Clot-


hes. Hemp and the Marijuana Conspiracy (1985), dice Antonio Esco-
hotado que la intervención de Jack Herer « marca un claro hito» en la
historia reciente del cannabis' . De hecho, el propio Herer, en su web ofi-
cial, reconoce que este libro -con más de 600 . 000 copias vendidas en
inglés, y más de un millón si agregamos su traducción a distintos idio-
mas- es el que propició lo que él denomina «the hemp revolution»2.
El libro en cuestión viene a ser la «culminación de una cruzada per-
sonal » como reivindicación del derecho a consumir marihuana, y su
éxito, en gran medida, ha estado determinado por el hecho de ofrecer
una explicación inaudita sobre el porqué de su prohibición y persecu-
ción . La imagen que se conforma tras su lectura es la de un mundo que
esta siendo destruido por una «malévola conspiración para suprimir no
una hierba asesina, sino todo lo contrario : la primera fuente natural reno-
vable del mundo, y todo en beneficio de unos cuantos individuos y
colectivos ricos y poderosos»'.
En síntesis , la «conspiración» contra el cáñamo que describe Herer
se gestó en EEUU durante los años 20 y 30 del pasado siglo y fue el

' Herer, Jack ( 1999): El emperador está desnudo. El cáñamo y la conspiración de


la marihuana , Castellar de la Frontera ( Cádiz): Castellarte, p. 11.
Z www.jackherer.com
Herer, J. (1999), op. cit., p. 15.

37
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

resultado de la convergencia, por una parte, de unos intereses económi-


cos contrarios a la expansión de la industria del cáñamo, representados
por compañías propietarias de bosques, grandes accionistas de periódi-
cos, empresas dedicadas al sector de la fabricación de papel, madera para
la construcción y plásticos sintéticos (DuPont, Hearst Paper Manufac-
turing, Kimberly Clark, St. Regis...) y, por otra, de ciertos prejuicios
raciales contra negros e hispanos en general, y mexicanos en particular
(a quienes se vinculaba con el uso de cannabis).
Esta teoría resulta especialmente atractiva y sugerente cuando Herer
revela la genealogía, es decir, las implicaciones personales de la supues-
ta «conspiración». Destaca ante todo el hecho de que el comisionado
Harry J. Anslinger -sin duda alguna la persona que durante décadas
invirtió mayores esfuerzos en satanizar la marihuana y cuya gestión fue
decisiva para su ¡legalización- fuera nombrado director de la Oficina
Federal de Narcóticos (FBN) de EEUU en 1930 gracias al tío de su
mujer, el banquero Andrew W. Mellon, quien, además de ser secretario
del Departamento del Tesoro bajo la presidencia de Herbert Hoover
(1929-1933), era el mayor prestamista de la empresa DuPont. Entre los
conspiradores contra el cannabis, Herer también pone un énfasis espe-
cial en la figura del magnate de la prensa William Randolph Hearst,
considerado padre del periodismo amarillista ', cuyos prejuicios contra
la minoría racial de origen hispano ya se habían manifestado durante la
guerra de EEUU contra España en 1898 y se exacerbaron después de
que las tropas del caudillo revolucionario Pancho Villa ocuparan una
superficie de 800.000 acres de bosque mexicano de su propiedad.
Sin embargo, la explicación que ofrece Herer de la «malévola cons-
piración» contra la marihuana -totalmente centrada en el caso esta-
dounidense- no contempla algunos factores que también deben ser teni-
dos en cuenta, como el hecho de que existiera una antigua leyenda negra
sobre el hachís, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media'; que los
egipcios hubieran elevado la que consideraban su droga a la categoría
de símbolo contra el imperialismo británico durante los años 20 y que,
por eso, los ingleses forzaran su inclusión en el texto del Convenio Inter-

° En el momento cumbre de su imperio mediático , la cadena de W R. Hearst llegó


a estar formada por dos compañías fílmicas , ocho emisoras de radio, trece revistas y 28
periódicos.
¡bid., pp . 61-77.
e Nos referimos a la leyenda de Hasan lbn Sabahh y
la secta de los asesinos.

38
JUAN CARLOS USÓ

nacional de Ginebra sobre Restricción en el tráfico de opio, morfina y


cocaína, de 15 de febrero de 1925', etcétera.
No es nuestra intención cuestionar la teoría de la «conspiración»,
aunque llama la atención la unanimidad con que suele ser admitida, al
menos en determinados ámbitos. De todos modos, si decimos que no
pretendemos entrar a criticar la teoría de Herer es porque nuestro inte-
rés ahora no se centra en el origen de esa supuesta «conspiración» con-
tra el cannabis , sino en cómo ha conseguido materializarse a través de
prohibiciones formales y rerdurar en el tiempo durante décadas. A fin
de cuentas , la prohibición de la marihuana no difiere un ápice de la
prohibición de la heroína y, de hecho, es sabido que ambas sustancias
figuran juntas en la misma lista IV de la Convención única de 1961
sobre Estupefacientes, por lo que a ojos de Naciones Unidas comparten
supuestamente el mismo grado de peligrosidad . En este sentido, y aun-
que personajes como Anslinger y Hearst hablaran de asesinatos , locura
y violaciones bajo efectos de la marihuana , no podemos ignorar que la
prohibición del cannabis sigue justificándose, al menos formalmente,
por motivos de salud, concretamente de salud pública.
Pero, ¿qué se entiende por salud pública?

En principio , la salud pública (salus publica) está vinculada histó-


ricamente a la actuación del Senado de Roma contra las bacanales. Efec-
tivamente, ése fue el principio invocado en el año 186 a. C. por los cón-
sules Espurio Postumio y Quinto Marcio para denunciar la celebración
de rituales orgiásticos nocturnos en honor del dios Dionisio -en los que
el alcohol y el sexo jugaban un papel preponderante - e instigar su
inmediata represión'.
A partir de una historia familiar muy particular, que devino un
auténtico montaje , las bacanales se presentaron como una «fábrica de
vicios» en la que sacerdotes y sacerdotisas se encargaban de corromper
la «virtud» de los iniciados , en un culto de origen extranjero . No era pues

' Escohotado , Antonio (1989): Historia general de las drogas, Madrid : Alianza,
v. 2, pp. 324-325.
' Escohotado , A. (1989), op. cit ., v. 1, pp. 192 y ss. y Berrio Zaratiegui , Juan Car-
los (2000): Bálsamos y venenos . La droga como engaño , Tafalla (Navarra): Txalaparta,
pp. 22-23.

39
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

la salud fisica de los ciudadanos lo que a ojos del Senado romano esta-
ba en juego, sino su salud moral. Pero, ¿cómo era posible intervenir en
semejante ámbito, sin violar la libertad de los ciudadanos? El romanis-
ta A. H. McDonald entiende que semejante acción policíaca sólo fue
posible basándose en «reinterpretaciones arbitrarias de la ley»:

El Senado estaba decidido a controlar la vida social, pero sólo podía


hacerlo considerando las malas costumbres como actos de subversión
política, es decir, como una conspiración contra el Estado'.

El proceso abierto que se desató duró más de seis años y unas nueve
mil personas fueron crucificadas o degolladas -tras ser objeto de acu-
saciones estereotipadas y no asistirles garantía de procedimiento- en
cumplimiento de las condenas impuestas, constituyendo el principal pre-
cedente de las persecuciones religiosas que se harían crónicas durante
el Bajo Imperio, así como de todos los procesos abiertos con posterio-
ridad por brujería.
Como todas las cruzadas libradas contra cualquier plaga moral, el
problema de las bacanales no desapareció en tanto se mantuvo la situa-
ción epidémica legalmente decretada de crimen contra el Estado (cri-
men laesa maiestatis), es decir, hasta que no se abandonó el pretendido
y expeditivo remedio.
Pero lo que más nos interesa ahora de este caso no es ilustrar el
mecanismo de peste moral, que parece basado en el derecho y la razón
civil, pero que, según palabras de Escohotado, «desencadena una sus-
pensión general de la juridicidad y el raciocinio a favor de métodos sim-
plemente fulminatorios»10. Lo que queremos enfatizar es el hecho de
que, desde su origen, la supuesta defensa de la salus publica participa
de los mismos rasgos" que caracterizarán la represión de todo crimen de
lesa majestad (más tarde denominado de lesa patria)` o delito sin vícti-

' McDonald, A. H. (1966): «La Roma prerrevolucionaria», en Balsdon, J.: Los roma-
nos, Madrid: Gredos, p. 33, citado por Escohotado, A. (1989), op. cit., v. 1, pp. 199-200.
° Escohotado, A. (1989), op. cit., v. 1, p. 199.
Escohotado, A. cita como fundamentales tres: delación recompensada, secreto y
tortura.
2 Durante el Antiguo Régimen , previo la Revolución
a Francesa , el crimen lesae
maiesiatis o delito de lesa majestad del Derecho Romano era concebido como un delito
contra el Emperador, y no tanto contra el Estado. Esta transformación surgió dada la fuer-
te identificación del Estado con el Emperador. Por ello, los ataques dirigidos a funciona-

40
JUAN CARLOS USó

ma, también considerado como crimen metafórico, de víctima supuesta


o comisión anticipada13, es decir, de aquellos que no se consideran como
tales por el daño efectivo causado a alguna víctima real concreta, pues,
como dice Escohotado:

el alcance de la lesión específica queda siempre en un segundo plano


[...] lo verdaderamente agraviado es la autoridad de Dios y la del autó-
crata que le representa [...] el crimen no es atentar contra la vida o las
posesiones de otro u otros, sino desobedecer a algún soberano [...] la víc-
tima sangrante es un poder desobedecido»'".

Así pues, la represión de las bacanales romanas en aras de la salus


publica puede considerarse como primera intervención de un gobierno
para atajar la corrupción y el peligro que suponía un uso social, no tanto
para la salud física de los ciudadanos, como para la integridad del pro-
pio Estado. En este sentido, puede decirse que, desde sus orígenes, el
concepto salus publica se tradujo indiferentemente por salud y, al mismo
tiempo, seguridad.

Si nos centramos en el caso español, el fiscal Enrique Beltrán


Ballester atribuye al rey Felipe II las primeras disposiciones que a la
larga habrían de dar lugar a los delitos contra la salud pública en rela-
ción a los productos medicinales. En concreto, cita unas instrucciones
de 11 de enero de 1570 en las que el monarca establecía lo siguiente:

Deseando que nuestros vasallos gocen de larga vida y se conserven


en perfecto estado de salud, y reconociendo que quánto beneficio será
para aquestos y aquellos reynos, la noticia, comunicación y comercio de

rios, que representaban al Emperador, eran ataques dirigidos contra el propio Estado. Estas
ideas son las que fundan las normas que perviven en nuestra época bajo el nombre de
«desacato». Pero con toda evidencia, parecen totalmente anacrónicas e incompatibles con
una sociedad democrática.
" Cfr. Escohotado, A. (1987): Majestades, crímenes y víctimas, Barcelona: Ana-
grama; Lamo de Espinosa, Emilio (1989): Delitos sin víctima. Orden social y ambivalen-
cia moral, Madrid: Alianza y Escohotado, A. (1991): El espíritu de la comedia, Barcelo-
na: Anagrama.
1° Escohotado, A. (2003): Sesenta semanas en el trópico, Barcelona: Anagrama,
p. 149.

41
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

algunas plantas , yervas, semillas y otras cosas medicinales , que puedan


conducir a la curación y salud de los cuerpos humanos, hemos resuelto
enviar algunas veces a uno o muchos Protomédicos Generales a las Pro-
vincias de las Indias y sus Islas Adyacentes, los cuales se han de infor-
mar de los españoles e indios y de otras personas curiosas en esta facul-
tad, y que les pareciera que podrán saber y entender algo, y tomar
relación de ellos generalmente de todas las yervas, árboles, plantas y
semillas medicinales que hubiere en las provincias donde se hallaren.
Otrosí, se informarán de qué experiencias se tienen de las susodichas
plantas y del uso, facultades y cantidad que de estas medicinas se da;
cómo se cultivan y si nacen en lugares secos o húmedos y si de los árbo-
les y de las plantas hay especies diferentes y de ello escribirán notas y
señas. Harán experiencias y pruebas de todo ello, en lo posible y, no sién-
dolo, procurarán informarse de personas expertas para que , certificadas
de la verdad, nos comuniquen y refieran el uso , facultades y tempera-
mento de ellas» 15.

Beltrán Ballester destaca el hecho de que también el rey Fernando


VI (1713-1759) llegara a aplicar el mismo concepto de salud pública,
así, literalmente , en determinadas leyes que promulgó -de su puño y
letra- sobre fármacos y medicinas ; pero él mismo reconoce que no
puede hablarse de delitos contra la salud pública -tal y como los enten-
demos actualmente- hasta la Época Contemporánea, ya que los actos
castigados antes como tales «protegían tan sólo de los efectos concretos
que pudieran causar o el aspecto religioso , al considerarlos manifesta-
ciones diabólicas» 16.
Merece la pena insistir en el hecho de que estas primeras disposi-
ciones en materia de salud pública tuvieran como objetivo principal que
las personas gozaran de «larga vida» y se conservaran en «perfecto esta-
do de salud», tal y como manifestara desear Felipe II, es decir, que estu-
vieran pensadas para velar por la integridad física de las personas.
Hacemos hincapié en este aspecto porque, si bien los monarcas
absolutos de la época parecían ya demostrar una incipiente preocupa-
ción por la salud propiamente dicha de sus súbditos, el principio de salud
pública al mismo tiempo también seguía vinculándose a la seguridad del
Estado . Así, por ejemplo, en 1651 el filósofo inglés Thomas Hobbes
escribía en el prólogo a su obra Leviatán:

S
` Citado por Beltrán Ballester, Enrique (1993): Breve historia social y jurídica del
consumo y tráfico de drogas, Valencia : Fundación Universitaria San Pablo CEU, pp. 35 y 38.
'b Ibid., p. 39.

42
JUAN CARLOS USÓ

Pues es mediante el arte como se crea ese gran LEVIATÁN que lla-
mamos REPÚBLICA o ESTADO, en latín CIVITAS, y que no es otra
cosa que un hombre artificial . Es éste de mayor estatura y fuerza que el
natural , para cuya protección y defensa fue concebido . En él, la sobera-
nía actúa como alma artificial , como algo que da vida y movimiento a
todo el cuerpo ; los magistrados y otros oficiales de la judicatura y del
ejecutivo son articulaciones artificiales ; la recompensa y el castigo, por
los cuales cada articulación y miembro que pertenecen a la sede de la
soberanía se mueven para desempeñar su misión, son los nervios que
hacen lo mismo en el cuerpo natural ; el dinero y las riquezas de cada
miembro particular son la fuerza ; la salus populi, o seguridad del pue-
blo, es su finalidad ; los consejeros , por quienes le son sugeridas a este
cuerpo artificial todas las cosas que le es necesario conocer, son la
memoria ; la equidad y las leyes, son una razón y una voluntad artificia-
les; la concordia es la salud; la sedición y la enfermedad ; y la guerra
civil, la muerte".

En el Estado español numerosos juristas se han ocupado a fondo


de los delitos contra la salud pública en la actualidad` y podemos
atrevemos a aventurar que comenzaron a percibirse, tal y como ahora
los concebimos, a partir de una nueva corriente generada por el juris-

Hobbes, Thomas (1997): Leviatán, Barcelona: Altaya, t. I, pp. 13-14.


e Cobo del Rosal, Manuel jet al.] (1977): Delitos contra la salud pública. Tráfico
ilegal de drogas tóxicas y estupefacientes, Valencia: Universidad; VVAA. (1977): Deli-
tos contra la salud pública. Tráfico ilegal de drogas tóxicas o estupefacientes, Valencia:
Universidad (Departamento de Derecho Penal); Beltrán Ballester, E. (1993), op. cit.; Prie-
to Rodríguez, Javier Ignacio (1993): El delito de tráfico y el consumo de drogas en el orde-
namiento jurídico español, Pamplona: Aranzadi; Romeral Moraleda, Antonio y García
Blázquez, Manuel (1993): Tráfico y consumo de drogas: aspectos penales y médico-foren-
ses, Granada: Comares; Climent Durán, Carlos [et al.] (1998): Las drogas en el nuevo
Código Penal. Doctrina, jurisprudencia yfornmlarios, Sedaví (Valencia): Práctica de Dere-
cho; Joshi Jubert, Ujala (1999): Los delitos de tráfico de drogas 1. Un estudio analítico
del art. 360 CP: grupos de casos y tratamientos jurisprudenciales, Barcelona: J. M. Bosch;
Gallego Soler, José-Ignacio y Joshi Jubert, U. (1999): Los delitos de tráfico de drogas II.
Un estudio analítico de los arts. 369, 370, 372, 374, 375, 377 y 378 del CP y tratamien-
tos jurisprudenciales, Barcelona: J. M. Bosch; Rey Huidobro, Luis Fernando (1999): El
delito de tráfico de drogas: aspectos penales y procesales, Valencia: Tirant lo Blanch; Gan-
zenmüller, C.; Frigola Vallina, Joaquín y Escudero, J. F. (2000): Delitos contra la salud
pública, Barcelona: Bosch y Sequeros Sazatornil, Fernando (2000): El tráfico de drogas
ante el ordenamientojurídico. Evolución normativa, doctrinal yjurisprudencial, Las Rozas
(Madrid): La Ley-Actualidad.

43
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

ta napolitano Gaetano Filangieri (1752-1788), tras la publicación de


su monumental tratado Scienzia della Legislazione (1780-1783). La
figura de Filangieri discurrió paralela a la de otros célebres juristas,
como Galiani , Verri y Beccaria -conocidos todos ellos como los
«reformadores de settecento »-, y su principal aportación al tema que
nos ocupa fue la de capitanear una nueva manera de ver los denomi-
nados «delitos de riesgo», al decir que «más que contra la integridad
individual , atentan contra el bienestar general » '9; dicho de otro modo,
aquellos delitos que, a pesar de no causar un daño directo y efectivo
a los bienes jurídicamente protegidos , constituyen , sin embargo, una
ocasión de peligro para ellos. Así pues, lo aparentemente novedoso,
con respecto a la teoría jurídica anterior, es que el delito existe por el
mero hecho de constituir un peligro para un bien jurídicamente pro-
tegido -en el caso que nos ocupa la salud pública- sin que sea pre-
ciso llegar a lesionarlo ; y decimos aparentemente porque, en defini-
tiva los delitos de riesgo no sería sino otra manera de denominar los
delitos sin víctima, metafóricos , de víctima supuesta o comisión anti-
cipada.
En cualquier caso, y de acuerdo con la nueva orientación jurídica,
el rey Carlos IV, el 8 de enero de 1804 , influido sin duda por la obra de
Filangieri2Ó, ya dictó dos disposiciones de orden penal y a la vez admi-
nistrativo , en las que ya se decía que el motivo de su promulgación era
«precaver los daños que diariamente experimenta la salud pública»: en
la primera, resolvía el monarca que «ninguna persona pueda elaborar, ni
vender medicina simple o compuesta , ni hierbas , si no es farmacéutico
aprobado y, aún éstos, no la vendan sin que les sea pedida por receta de
médico titulado»; en la segunda , ordenaba la formación de un catálogo
o farmacopea española de sustancias21.

Beltrán Ballester, E ., op. cit., p. 39.


20 Cabe recordar los vínculos de la Corona española con Filangieri, quien había sido
jurisconsulto de Carlos 111, y cuya obra principal ya había sido traducida y publicada en
castellano entre 1787-1789.
Z' La primera de estas disposiciones , como es manifiestamente notorio , resultó ser
papel mojado , ya que incluso en la actualidad la automedicación es una práctica muy exten-
dida entre los españoles . Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que de haberse impuesto la
exigencia de la receta médica obligatoria para la venta de cualquier fármaco se habría come-
tido una tremenda injusticia, pues estamos hablando de una sociedad donde todavía falta-
ban más de un siglo para que la Sanidad estuviera subsidiada por el Estado . Por su parte,
la segunda disposición no se vería cumplida hasta pasados más de cincuenta años, con la
publicación de las Ordenanzas para el ejercicio de la profesión de farmacia, comercio de

44
JUAN CARLOS USO

Sea como sea, lo cierto es que el 9 de julio de 1822 promulgó Espa-


ña su primer Código penal, el cual dedicaba el título IV de la parte II a
los delitos contra la salud pública`, adelantándose con ello en siete años
al código francés de 1829, que tradicionalmente ha pretendido ser el pri-
mero en el mundo en crear tales tipos.
Desde el punto de vista jurídico penal, este Código sorprende en la
actualidad, tal y como advierten los especialistas , «posiblemente porque
sin dejar de ser el primer código español con notables influencias en los
subsiguientes, difiere en su estructura y estilo literario del de 1848 y pos-
teriores»23. Pese a estas notorias diferencias, podemos asegurar que lo
establecido en los códigos penales españoles de 1822, 1848, 1850 y 1870
con motivo de los delitos contra la salud pública venía a coincidir en los
mismos objetivos: en primer lugar, castigar el intrusismo profesional en
el ejercicio de la medicina y la farmacia24 y, en segundo, castigar posi-
bles negligencias y fraudes por parte de médicos y boticarios titulados
en el ejercicio de su profesión (sustitución de un fármaco por otro, adul-
teración de productos medicinales, venta de géneros caducados).
Aunque los códigos no lo expresaran, se sobreentiende que ambos
objetivos respondían a la finalidad de proteger, por una parte, los inte-
reses estrictamente mercantiles y corporativos de ambas profesiones y,
por otra, evitar el riesgo de envenenamientos accidentales e involunta-
rios en la población como consecuencia de una práctica poco escrupu-
losa de las mismas , es decir, defender la salud de los consumidores25.

drogas y plantas medicinales en la Gaceta de Madrid de 24 de abril de 1860, que también


insistían en la exigencia de la receta obligatoria. Cabe decir, en este sentido, que el hachis
era una de las sustancias incluidas en el catálogo anejo a dichas ordenanzas.
22 Código penal español, decretado por las Cortes
en 8 de junio, sancionado por
el Rey y mandado promulgar en 9 de julio de 1822 (1822), Madrid: Imprenta Nacional,
pp. 73-77.
23 López Barja de Quiroga, Jacobo; Rodríguez Ramos, Luis
y Ruiz de Gordejuela
López, Lourdes, eds. (1987): Códigos penales españoles. Recopilación y concordancias,
Torrejón de Ardoz (Madrid): Akal, p. 11.
' El Código penal de 1822, en el art. 365, llegaba a mencionar explícitamente a
«curanderos o charlatanes».
25 Ciertamente, el capítulo de los delitos contra la salud pública también
ha contem-
plado circunstancialmente otras acciones de riesgo, como el desenterramiento de cadáveres
de personas y animales, por el peligro de extenderse epidemias, e incluso el descuido de fue-
gos y hogueras en suelo urbano, por el peligro que podían llegar a suponer en épocas donde
la madera era todavía el elemento principal en la construcción de los edificios. De hecho, el
2 de septiembre de 1666 se inició un fuego en una panadería de Londres y cuando el fuego
se extinguió, cuatro días más tarde, sólo quedaba en pie una tercera parte de la ciudad: el

45
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

Parece pues que las autoridades del siglo xix consideraban ya el


buen estado físico de los ciudadanos como un patrimonio colectivo o
bien jurídico a proteger, y la elaboración y venta de fármacos como actos
que podían ponerlo en riesgo o peligro. Lógicamente, las drogas -con-
sideradas todavía como cualquier otro medicamento'b- no podían verse
libres de esta observancia.
Sin embargo, no es menos cierto ni casual, que el Gobierno surgi-
do de la Revolución Francesa se denominara Comité de Salud Pública y
que hacia mediados del siglo xIx -no en la católica España, sino
también en la muy laica Francia- el Dr. J. B. D. Demeaux, anatomista
de la Facultad de Medicina de la Universidad de París y vicepresidente de
la Sociedad Anatómica, propusiera «sacar partido de la vergüenza y la
timidez propias del onanista mediante inspecciones sorpresa a los jóve-
nes de 10 a 20 años de edad, que se llevarían a cabo dos veces al año por
parte de un cuerpo nacional de inspectores de la masturbación adiestra-
dos especialmente para este fin»2', en defensa de la salud pública y aún
de la raza`.

resto eran sólo cenizas . El siniestro destrozó más de 13.000 casas , 87 iglesias , mató a varios
miles de personas y dejó a otras 100.000 sin hogar. Otro siniestro similar, ocurrido en Chi-
cago el 8 de octubre de 1871 , se cobró 300 vidas, dejado 90 . 000 personas sin hogar y habien-
do destruido propiedades por un valor de millones de dólares de la época.
26 El código penal
español hablaba de «sustancias nocivas ala salud, o productos
químicos que puedan causar grandes estragos».
z' Rosario, Vernon A. (1997): The Erotic Imagination French
: Histories of Perver-
sity, Oxford: Oxford University Press, p. 38.
28 Ciertamente , durante el siglo xtx se desató una intensa cruzada contra el ona-
nismo, alentada por la falsa idea de que el ejercicio del autoerotismo produce daños irre-
mediables para la salud, que afectó no sólo a Francia . El médico suizo Simon-André Tis-
sot fue el precursor de la «locura onanista », ya durante el siglo xvttt , y el doctor
Claude-Francois Lallemand -de quien se declaraba ferviente admirador el citado
Dr. Demeaux- introdujo la circuncisión como remedio antimasturbatorio y sus tesis tuvie-
ron gran éxito en Inglaterra y Estado Unidos , donde destacados médicos, como Benjamin
Rush y Alexander Robertson , se sumaron a la lucha contra el hábito de la masturbación,
al que el New Orleans Medical and Surgical Journal consideraba a mediados del siglo xtx
como el peor « elemento destructor de la sociedad civilizada» . También el director de La
Salpetriére , doctor Etienne -Jean Georget , recomendó « rigurosa vigilancia en el tono más
severo» cuando se advirtieran los primeros signos de onanismo en los niños . Significati-
vamente, y más cercano en el espacio y el tiempo, Gabriel Arias Salgado , ministro de Infor-
mación y Turismo entre 1951 y 1962, se congratuló por «la cantidad de almas que hemos
salvado» , gracias al descenso del número de masturbaciones de España, como conse-
cuencia de « la bondad de la censura » franquista . Cfr. Haro Tecglen, Eduardo (2004):
«¡ Mamá, teta!» , El País 7-2-2004, p. 61.

46
JUAN CARLOS USÓ

Es decir, el concepto decimonónico de salud pública aludía al bie-


nestar fisico de las personas, pero sobre todo a su salud moral, de cuya
integridad parecía depender la seguridad del Estado. En este aspecto el
concepto no había cambiado gran cosa desde el senadoconsulto contra las
bacanales romanas. Es más, los acontecimientos socio-políticos que se
desataron a partir de la Revolución Francesa y todo el proceso de cons-
trucciones nacionales que se desarrolló durante todo el siglo XLX y comien-
zos del xx, dando lugar a la actual configuración del mundo, vinieron a
reforzar este paralelismo, de tal manera que la salud pública adquirió un
valor simbólico decisivo para la cohesión social y, por ende, nacional.

Todo esto tenía lugar antes de que se hubiera creado un problema


social de drogas. Fue a principios del siglo xx , más o menos coinci-
diendo con la 1.' Guerra Mundial, cuando los medios de comunicación
presentaron por primera vez el empleo de algunas drogas como social-
mente problemático29 y, en consecuencia, los gobiernos tomaron cartas
en el asunto.
En el caso español, cuando las autoridades gubernativas decidieron
someter ciertas sustancias (opio, morfina, cocaína, éter, cloral, etcétera)
a un régimen de control o restricción, la primera medida fue la exigen-
cia de la receta médica obligatoria a partir de 1918i0. A efectos penales,
esta exigencia no afectaba al comprador, sino al vendedor, lo cual casa-
ba perfectamente con la antigua idea de garantizar la salud de las per-
sonas, protegiéndolas de drogas que otros querían venderles, respetan-
do un principio básico para todo estado de derecho introducido, hacía
poco más de cincuenta años, por el economista y filósofo inglés John
Stuart Mill (1806-1873) en su obra On Liberty (1859): que la única jus-
tificación que tenemos para limitar la libertad de una persona es evitar
que dicha persona haga daño a los demás.

' Usó, Juan Carlos (2003): «Del uso al abuso. La 1.' Guerra Mundial y la creación
de un «problema de drogas» en el Estado español», en Arana, Xabier; Husak, Douglas y
Scheerer, Sebastian (coords.): Globalización y drogas. Políticas sobre drogas, derechos
humanos y reducción de riesgos, Madrid: Dykinson, pp. 319-361.
30 «Real orden circular del Ministerio de la Gobernación», Gaceta de Madrid 1-3-
1918, p. 626 y Reglamento para el comercio y dispensación de sustancias tóxicas y en
especial de las que ejercen acción narcótica , antitérmico o anestésica, Gaceta de Madrid
6-6-1918, pp. 385-386.

47
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

Ciertamente, el hecho de que nadie pueda cometer un crimen con-


tra sí mismo en un estado libre es un logro atribuible a las revoluciones
liberales, que habían impuesto un límite entre derecho y moral, deter-
minando que las leyes se promulgaran para protegernos de los demás,
no de nosotros mismos. Sin embargo, no conviene dejarse engañar por
las apariencias: muy pronto el consumidor de drogas también iba a
engrosar el objetivo de la autoridad gubernativa. Y es que, pese a la sepa-
ración entre moral y derecho, iniciada en el siglo XIX, el concepto de cri-
men de lesa majestad, o delito sin víctima, iba a pervivir bajo alguna de
sus formas.
Así, ya durante la dictadura de Primo de Rivera, concretamente en
1924, se promulgó una Real Orden en materia de seguridad ciudadana
con el fin de «intervenir y reglar la vida ciudadana en forma que el
recreo y el placer no degeneren en vicio y perversión» 31. La orden pre-
veía quince días de cárcel para homosexuales, traficantes y usuarios de
drogas. Significativamente, la misma orden también contemplaba diver-
sas medidas contra la blasfemia, la falta de decoro y respeto en el trato
hacia las mujeres, la prostitución en vías públicas, determinados espec-
táculos en music-halls y cafés cantantes, así como sobre el horario de
cierre de establecimientos públicos.
El Gobierno estaba decidido a controlar la vida social en general y
la dieta farmacológica de los ciudadanos en particular, y para ello venía
a considerar el consumo y tráfico de drogas como un acto de subversión
política, prácticamente como una conspiración o atentado contra la esen-
cia misma del Estado. Por eso no es de extrañar que Galo Ponte, fiscal
del Tribunal Supremo, se expresara en los siguientes términos:

... es muy lamentable que tal vicio se arraigue en todas las clases
sociales, altas y bajas, pero deplorable en todos, es todavía más doloro-
so ese vicio cuando recae en personas de superior inteligencia, de gran
ilustración o esmerada educación, o, al menos, que de ella presumen; y
si, en justicia, algo duro merece el que mirado con lástima y compasión
por unos y con desprecio por otros arrastra por el lodo prendas que lo
elevan sobre los demás, la propia justicia impone, y es de orden público
preferente, que se asista con toda previsión para evitar el vicio, en defen-
sa de la moral y las buenas costumbres , mucho más cuando la previsión
está ya positivamente sancionada en las leyes terminantemente. Así,
especialmente velan por la salud pública y, por ello mismo, establecen

« Real orden », Gaceta de Madrid 10-5 -1924, p. 758.

48
JUAN CARLOS USÓ

el castigo condigno, en defensa y evitación de la enfermedad y hasta de


la muerte , que sigue al desbordamiento de la pasión y el vicio cuando
tan honda huella y tan amarga experiencia puede dejar en quien la sufre,
con tan funestas consecuencias , llevando hasta la desolación a las fami-
lias de los viciosos o de los seducidos por los infames explotadores del
veneno...32

Tampoco sorprende que su sucesor en la Fiscalía del Tribunal Supre-


mo, Diego María Crehuet, dirigiera una circular a todos los fiscales
exhortándoles a actuar enérgicamente con estas palabras:

la circulación, venta y suministro de tóxicos estupefacientes, con


infracción de las disposiciones legales que regulan aquellos actos, cons-
tituye un delito de lesa humanidad y de lesa patria, productor de alarma
en la conciencia pública..."

Meses más tarde, en la ceremonia que daba apertura al año judicial,


el mismo fiscal del Tribunal Supremo, recurriendo a los mismos térmi-
nos, volvía a insistir en:

Dar sañuda batalla a una forma de criminalidad refinada en la que


el más frío y despiadado egoísmo fomenta un vicio morboso, destructor
de las energías de la raza, explotando una tendencia de depauperados y
degenerados, ante la que la conciencia pública experimenta viva alarma
[...1 un delito de lesa humanidad y de lesa patria, productor de alarma en
la conciencia pública'".

Igualmente, otras autoridades gubernativas españolas, como el


ministro de la Gobernación y los gobernadores civiles de Valencia y Bar-
celona, plantearon sus intervenciones contra las drogas, en aras de la
salud pública, como una defensa de «la raza»35.

3' Ponte y Escartín, Galo (1924): Memoria elevada al Gobierno de S. M. en la


solemne apertura de los Tribunales el día 15 de septiembre de 1924 por el Fiscal del Tri-
bunal Supremo..., Madrid: Reus, pp. 41-44.
" «Ministerio de Gracia y Justicia. Tribunal Supremo Circular», Gaceta de Madrid
22-1-1927, pp. 460-461.
`° María Crehuet, Diego (1927): Memoria elevada al Gobierno de S. M. en la
solemne apertura de los Tribunales el día 15 de septiembre de 1927 por el Fiscal del Tri-
bunal Supremo..., Madrid: Reus , pp. 141-143.
" «Real orden circular del Ministerio de la Gobernación», Gaceta
de Madrid 1-3-1918,
p. 626; «Circular sobre Sanidad del Gobierno civil de Valencia», Boletín Oficial de la Provin-

49
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

Cabe decir -a tenor de una terminología que hoy nos puede sonar
arcaica- que, si los crímenes de lesa majestad llegaron a ser califica-
dos como de lesa patria y lesa raza, es porque tal y como razona Anto-
nio Escohotado «todos los crímenes de lesa majestad son crímenes de
lesa humanidad, delitos contra la dignidad humana, comparables en vile-
za a los crímenes de guerra y al genocidio»'. No obstante, y pese a la
obviedad, conviene recordar que los crímenes de lesa majestad no son
otra cosa que delitos sin víctima, lo cual no puede decirse ni de los crí-
menes de guerra ni del genocidio.
En cualquier caso, el paso decisivo de la restricción a la Prohibición
en el Estado español se dio en 1928, cuando entró en vigor un nuevo
Código Penal -que ya prestaba una especial consideración a las «dro-
gas tóxicas o estupefacientes», separándolas del resto de sustancias
potencialmente peligrosas para la salud- y se promulgaron las Bases
para la Restricción del Estado en la distribución y venta de estupefa-
cientes37, pues a partir de ese momento ya no sólo se castigó la venta ilí-
cita de drogas, sino también su posesión sin receta. Este cambio legis-
lativo implicaba necesariamente una perversión del concepto inicial de
delito contra la salud pública, pues ya no se trataba de proteger a las per-
sonas de drogas que otros querían venderles, sino de drogas que ellas
mismas querían comprar. Dicho de otro modo, a partir de ese momento
el objetivo no será tanto garantizar la salud pública sino imponerla38.

Los nombres con que designamos las cosas son esenciales, y la


expresión salud pública está ya tan cargada de connotaciones que se
hace dificil su interpretación, sobre todo si tenemos en cuenta que desde
hace algunos años la salud personal o individual parece ser uno de los

cia de Valencia 9-7-1921, p. 1; «Circular sobre Sanidad del Gobierno civil de Barcelona», Bole-
tín Oficial de la Provincia de Barcelona 8-2-1927, pp. 1-2 y Bases para la Restricción del Esta-
do en la distribución y venta de estupefacientes, Gaceta de Madrid 5-5-1928, pp. 690-693.
3s Escohotado, A. (2003), op. cit., p. 149.
" Bases para la Restricción del Estado en la distribución y venta de estupefacien-
tes, Gaceta de Madrid, 5-5-1928, pp. 690-693.
78 Esta vendría a ser la principal característica del que Savater denomina «Estado
clínico», surgido de una «especial simbiosis» de los que Michel Foucault denomina «Esta-
do Gestor» y «Estado Pastor. Cfr. Savater, Fernando (1990): «El Estado Clínico», Cla-
ves de Razón Práctica, 1, pp. 18-24.

50
JUAN CARLOS USÓ

temas que más preocupa a los ciudadanos. Hay, por tanto, una tenden-
cia excesivamente simplista a identificar la salud pública con el estado
físico -y mental- de las personas, pero lo cierto es que el concepto
de salud pública históricamente tiene implicaciones no sólo sanitarias,
sino éticas, sociales e incluso de orden público.
El filósofo Fernando Savater es tajante cuando se pronuncia acerca
de la idea actual de salud pública:

En esta mágica noción de «salud pública» se potencian los conte-


nidos pastoriles con la legitimación instrumental de la gestión eficaz, y
se amanceban lo utilitario y lo teológico, el rendimiento productivo y la
moralina . No hay noción más ideológica que esta y por tanto se presen-
ta disfrazada de obviedad de sentido común".

Y ciertamente se ha llegado a un punto en que puede publicarse en


grandes titulares que «el dopaje [deportivo] es un problema de salud públi-
ca», sin que nadie se sonroje, ni cuestione dicha afirmación, pero hasta el
más firme sentido común puede quedarse estupefacto cuando, tras cono-
cerse las cuantías o dosis mínimas psicoactivas punibles, se constata que
bastan 10 miligramos de hachís -según la nueva doctrina y directrices
del Tribunal Supremo- para atentar contra la salud pública, o sea, con-
tra la salud colectiva de los españoles4». Si además pensamos que quien
adquiere esa cantidad e incluso mayor lo hace voluntariamente, y que cual-
quiera que envenene el aire, la tierra o el agua -elementos que en este
caso sí comparten todos los seres vivos- puede ser acusado de un delito
ecológico, el asunto se convierte en algo más que un simple sarcasmo.
¿Cómo puede perpetuarse semejante estado de cosas por más tiem-
po? Hemos utilizado en un par de ocasiones la expresión «crímenes
metafóricos», y en realidad, la defensa de la salud pública no sólo es
metáfora, sino también símbolo de nuestro tiempo, de nuestra civiliza-
ción y hasta diríamos de la condición humana. Es la cristalización secu-
lar de cierta mentalidad colectivista que, como dice Jordi Cebrián, «ha
antepuesto tradicionalmente el Todo a las partes, lo Ideal a lo real, la
Sociedad al individuo»41.

19 Savater, F., op. cit., p. 18.


4° Velasco, F.: «El Tribunal Supremo establece como delito vender 10 miligramos
de hachís, 20 de éxtasis o 50 de cocaína», La Razón 10-2-2004, p. 40.
41 Cebrián, Jordi (1998): Drogas y delirio prohibicionista , Barcelona ( trabajo iné-
dito), p. 5.

51
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

Coincidimos también con Cebrián en que, en esencia, el objetivo


último de la defensa de la salud pública -como la persecución de cual-
quier otro delito sin víctima- obedece a la idea de sancionar cuáles son
las opciones morales legítimas y cuáles no:

Dictar la moral mediante leyes, aunque para hacerlo haya que ocul-
tar, sobre todo en una sociedad laica, los motivos, presentándolos si es
preciso como una preocupación lógica por el bienestar de la comunidad
en vez de como una intromisión en los derechos individuales42.

Cuando Antonio Escohotado habla de la pervivencia en Occidente


de algunos crímenes sin víctima distingue entre los heredados del ayer
(como prohibir la eutanasia y la asistencia al suicidio) y otros de nuevo
cuño, como el comercio y empleo de ciertas sustancias, para concluir
sentenciando: «los primeros desobedecen a la autoridad divina y los
segundos a la autoridad de ciertos gremios»43. Llegados a este punto,
bien podríamos agregar el poder que ostenta el estamento científico-tera-
péutico (incluido el ostentado por las grandes multinacionales químico-
farmacéuticas) a la teoría de Jack Herer que mencionábamos al princi-
pio y, de este modo, cerrar el círculo de conspiradores contra la
marihuana. Pero nada habremos avanzado de cara a la normalización de
la planta, cuyo uso presumiblemente seguirá considerándose una con-
ducta de riesgo y su comercio castigado penalmente como delito contra
la salud pública.
Desde hace años, y desde distintos campos, se viene cuestionando
la actual política sobre drogas". Concretamente, entre las últimas hor-

az Ibid., p. 40.
a3 Escohotado , A. (2003), op. cit., p. 149.
VV.AA . (1991): ¿Legalizarlas drogas ? Criterios técnicos para el debate, Madrid:
Popular; Diez Ripollés, José Luis y Laurenzo Copello , Patricia (coords .) ( 1993): La actual
política criminal sobre drogas. Una perspectiva comparada , Valencia: Tirant lo Blanch;
Szasz, Thomas ( 1993): Nuestro derecho a las drogas , Barcelona : Anagrama ; Muñagorri
Laguía , Ignacio ( ed.) (1995 ): La protección de la seguridad ciudadana, Oñati: Interna-
tional Institute for the Sociology of Law; Pantoja, L. y Guridi, L. (1995): Drogas, desa-
rrollo y estado de derecho, Bilbao : Instituto Deusto de Drogodependencias ; Arana , Xabier
y Márkez , Iñaki (coords .) (1997): Los agentes sociales ante las drogas , Madrid : Dykin-
son; Arana, Xabier; Markez , Iñaki y Vega , Amando ( coords.) (2000): Drogas: cambios
sociales y legales ante el tercer milenio, Madrid : Dykinson; Sequeros Sazatornil , E. (2000),
op. cit.; Husak , Douglas N . ( 2001): Drogas y derechos , México: Fondo de Cultura Eco-
nómica ; Federación Andaluza de Drogodependencias y Sida «Enlace » (2002 ): Análisis de
la actual política criminal sobre drogas. Seminario de estudio 2001 , Sevilla : Federación

52
JUAN CARLOS USÓ

nadas de especialistas en leyes encontramos pronunciamientos con-


cluyentes acerca del conjunto de medidas gubernativas vigente en
la actualidad , afirmando sin ambages que «no es adecuado para la
protección de la salud pública», ya que «no se consiguen los objetivos pro-
puestos y se lesionan derechos de una forma desproporcionada, deri-
vándose además otras consecuencias indeseables»45. Ya hace más de
diez años que el Grupo de Estudios de Política Criminal hiciera públi-
ca su propuesta alternativa a la actual política criminal sobre drogas46
y más de cinco que Antonio Escohotado lanzara asimismo su «pro-
puesta constructiva sobre hachís y marihuana»47; pero si exceptuamos
los avances en el cultivo de cannabis de cara al autoabastecimiento,
todo permanece igual , y aunque el prohibicionismo parece inclinarse
y ceder -cual torre de Pisa48 -, el estado de cosas en relación al can-
nabis y demás drogas prohibidas se mantiene inalterado. Por lo demás,
tampoco parece probable que en un futuro próximo vaya a revisarse y
reformularse la teoría que alimenta la represión penal de los delitos
contra la salud pública y demás crímenes de riesgo, metafóricos, sin
víctima, de víctima supuesta, comisión anticipada o como queramos
denominarlos49.
Únicamente la denominada política de reducción de daños y ries-
gos ha conseguido abrir ciertos resquicios, no ya en el discurso prohibi-
cionista , sino en su puesta en práctica . Pero conviene recordar a quienes
apuesten por dicha vía tres cuestiones fundamentales:

a) Si las drogas consideradas actualmente peligrosas, y por tanto


prohibidas, son las que atentan contra la salud pública es porque un día

Andaluza de Drogodependencias y Sida Enlace y Arana, X.; Husak , D. y Scheerer, S.


(coords .) (2003), op. cit.
°S Brotons Albert , Héctor (2003): El bien jurídico salud pública en los delitos de
tráfico de drogas y su protección , Universidad de Alicante ( trabajo inédito).
a6 VV.AA. ( 1992): Una alternativa ala actual política criminal sobre drogas, Mála-
ga: Grupo de Estudios de Política Criminal.
47 Escohotado , A. (1997): La cuestión del cáñamo. Una propuesta constructiva
sobre hachís y marihuana , Barcelona : Anagrama.
°R Barriuso , Martín (2003): « La prohibición de drogas, del tabú moral a la deso-
bediencia civil », en Arana , X.; Husak , D. y Scheerer, S. (coords .): Globalización y dro-
gas. Políticas sobre drogas , derechos humanos y reducción de riesgos, Madrid : Dykin-
son, pp . 85-86.
4 9 Nos inclinamos a pensar que un replanteamiento
de este tipo de crímenes antes
comenzará por la eutanasia que por el tráfico de drogas.

53
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

-no muy lejano en el tiempo- recibieron exactamente la misma con-


sideración que cualquier otro fármaco o medicina (de no haber sido así,
con toda probabilidad, el delito de tráfico de drogas hubiera sido enca-
sillado dentro de cualquier otra figura penal).
b) El peligro que implica el consumo de cannabis o de otra sus-
tancia psicoactiva, como el de cualquier otra actividad o conducta de las
denominadas de riesgo, depende de cuatro factores rara vez contempla-
dos: el grado de familiarización con ese riesgo, la escala de valores tanto
individuales como colectivos asociada al mismo, la carga semántica vin-
culada y, finalmente, la información disponible al respecto.
c) El concepto riesgo o peligro, así en abstracto, sin venir concreta-
do por una noción elemental de probabilidad, resulta tan evanescente que
puede acabar reforzando el mito de una salud pública cuya defensa legi-
tima al Estado a seguir interviniendo en el modo que viene haciéndolo.

Hace apenas un par de años un equipo de especialistas dirigido por


Iñaki Markez publicó un estudio sobre el cannabis en el que, entre otras
cuestiones de gran interés , se recogían las distintas «iniciativas para su
normalización »50, que pueden ir desde los usos terapéuticos hasta la pura
desobediencia civil, pasando por los ensayos clínicos, la implantación
de establecimientos específicos para la adquisición y el consumo nor-
malizado , la producción para autoconsumo, la tenencia lícita con fines
industriales , científicos y docentes , el asociacionismo entre usuarios,
etcétera . El planteamiento realizado por estos autores nos parece tan
claro y conciso que nos limitaremos a apuntar la única vía que no han
contemplado , la política , seguramente porque a la hora de elaborar su
estudio nada hacía indicar que algunos consumidores estaban dispues-
tos a dar el salto como tales al foro de la política. Nos referimos al Par-
tido Cannabis para la Legalización y Normalización (PCLYN), que el
próximo día 14 de marzo de 2004 concurrirá por primera vez a unas
Elecciones Generales al Congreso de los Diputados y al Senado en las
circunscripciones de Alicante , Valencia y Valladolid51.

so Markez , Iñaki; Póo, Mónica; Merino , Cristina y Romera , Carlos (2002): Can-
nabis : de la salud y del derecho . Acerca de los usos , normativas , estudios e iniciativas
para su normalización , Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones el Gobierno
Vasco.
51 El PCLYN, inscrito en el Registro de partidos políticos del Ministerio del Inte-
rior el 8 de abril, ya concurrió a las Elecciones Municipales de 25 de mayo de 2003 úni-

54
JUAN CARLOS USÓ

Todavía es pronto para realizar pronósticos fiables al respecto, pero


si existen unas aspiraciones legítimas de normalizar el uso del cannabis,
y dentro del conjunto de estrategias tendentes a situar el riesgo que pueda
implicar en su justo término, es decir, a convertirlo en un riesgo asumi-
ble, habrá que tener en cuenta también la vía de las urnas , bien explota-
da por algún partido creado específicamente con ese objetivo bien inte-
grándola en alguna de las opciones políticas ya existentes.'

Addenda

Entre el momento de la elaboración de la anterior ponencia y el de


su presentación en público tuvieron lugar las referidas Elecciones Gene-
rales del 14 de marzo de 2004 , en las que el Partido Cannabis (PCLYN)
obtuvo 9.563 votos en la provincia de Valencia (0,66%) y 5. 446 en la de
Alicante (0,62%), a los que hay que sumar los 1.836 votos cosechados
en la provincia de Valladolid ( 0,53%)5z
No obstante , más allá de estos resultados -sin duda importantes a
nivel testimonial-, lo verdaderamente trascendental ha sido el vuelco
político registrado, tras la victoria en los comicios del Partido Socialis-
ta Obrero Español (PSOE).
Ciertamente , durante el debate de investidura del que salió elegido
presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero no se mencionó
el asunto de las drogas en general ni el cannabis en particular. Por lo
demás, apenas transcurrido el primer mes de andadura del nuevo ejecu-
tivo, el único cambio anunciado de momento -aparte de la sustitución

camente en la ciudad de Valencia, cosechando , pese a la premura y falta de medios, más


de 4.100 votos . De las dieciséis formaciones que se presentaron a los comicios municipa-
les en la capital valenciana , la formación cannábica quedó en sexto lugar (por delante de
Els Verds-Los Verdes del País Valenciá , España 2000 , Partido Familia y Vida , Esquerra
Republicana del País Valenciá -Accord Municipal , Iniciativa Ciutadana Alternativa, Parti-
do Regional de la Comunidad Valenciana , Centro Democrático y Social, Partido Repu-
blicano, Partido Obrero Socialista Internacionalista y Partido Humanista ), siendo supera-
da por PP, PSOE, I'Entesa ( Izquierda Unida + Ezquerra Valenciana), Unió Valenciana y
el Bloc ( formación esta última que también contemplaba en su programa la posibilidad de
una eventual legalización de la marihuana ). La abstención -de la que , según declaracio-
nes de sus propios representantes , espera nutrirse en un futuro el PCLYN - sumó casi
200.000 no - votos , lo que suponen más de un 30% del censo electoral de Valencia.
sz Posteriormente en las elecciones al Parlamento
, europeo del 13 de junio de 2004
el PCLYN ha obtenido un total de 53.785 (0,35%).

55
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

de su titular53- ha sido el traspaso de competencias del Plan Nacional


Sobre Drogas (PND), desde el Ministerio del Interior al Ministerio de
Sanidad y Consumo54
Sin embargo, en círculos antiprohibicionistas ya se ha tenido en
cuenta que tanto el nuevo ministro de Seguridad, José Antonio Alonso
Suárez, como el nuevo fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pum-
pido Tourón, pertenecen al grupo de juristas que , reunidos en Sevilla el
9 de febrero de 1991 , suscribieron la mencionada « Propuesta alternati-
va a la actual política criminal sobre drogas». Asimismo , resultaría extra-
ño que desde esos mismos círculos antiprohibicionistas no se exigiera
coherencia al PSOE y demás partidos ( Izquierda Unida, Coalición Cana-
ria y Partido Nacionalista Vasco) que en 1999 apoyaron una propuesta
de los entonces diputados del Grupo Mixto Cristina Almeida y Joan
Saura de modificación de la Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero,
sobre protección de la seguridad ciudadana (ley Corcuera ), en relación
con la tenencia de drogas para el consumo propio, en el sentido de que
no se reputara como «ilícita», y que fue rechazada en el Pleno del Con-
greso por un escaso margen ( 147 votos en contra por 142 a favor)55
Durante estos últimos años el Plan Nacional sobre Drogas (PND) y
sus expertos no han escatimado esfuerzos para demostrar que existe una
«cultura» o «movimiento pro-cannabis » con «estrategias y organiza-
ción», así como con «motivación e intereses» propios5ó, hipótesis que ha
sido cuestionada desde posiciones antiprohibicionistas . Quizá haya lle-
gado el momento de poder salir de dudas.

5J «Carmen Moya, nueva delegada del Plan Nacional sobre Drogas », Las Provin-
cias 1 - 5-2004, p. 18.
» «Cinco secretarías de Estado desaparecen del nuevo organigrama del Gobierno
socialista» , El País 19-4-2004, p. 22.
" Cortes Generales : « Toma en consideración de Proposiciones de Ley del Grupo
Parlamentario Mixto (señora Almeida y señor Saura), de modificación de la Ley Orgáni-
ca 1/1992 , de 21 de febrero , sobre Protección de la Seguridad Ciudadana en relación con
la tenencia de drogas para el consumo propio (Número de expediente 122/000239», Dia-
rio de Sesiones de Congreso de los Diputados, 13-4-1999, pp. 12071-12078.
% Cfr. Calafat, A.; Juan, M.; Becoña , E.; Fernández , C.; Gil, E. y Llopis , J. J. (2000):
«Estrategias y organización de la cultura pro-cannabis» , en Bobes, Julio y Calafat, Ama-
dor (eds .): Monografia Cannabis Adicciones , vol. 12, supl. 2, pp. 231-273. También des-
taca en este sentido una mesa redonda sobre «El movimiento pro-cannabis : descripción,
motivaciones e intereses », dentro del seminario sobre Cannabis : mitos y realidades.

56
JUAN CARLOS USÓ

Bibliografía

ARANA, Xabier y MARKEZ, Iñaki (coords .) (1997): Los agentes sociales ante las
drogas, Madrid: Dykinson.
ARANA, Xabier; MARKEZ, Iñaki y VEGA, Amando (coords .) (2000): Drogas:
cambios sociales y legales ante el tercer milenio, Madrid: Dykinson.
BARRIUSO, Martín (2003): «La prohibición de drogas , del tabú moral a la deso-
bediencia civil», en Arana, Xabier; Husak, Douglas y Scheerer, Sebastian
(coords .): Globalización y drogas. Políticas sobre drogas, derechos huma-
nos y reducción de riesgos , Madrid : Dykinson.
BASES para la Restricción del Estado en la distribución y venta de estupefa-
cientes, Gaceta de Madrid 5-5-1928.
BELTRÁN BALLESTEA, Enrique (1993): Breve historia social y jurídica del con-
sumo y tráfico de drogas, Valencia: Fundación Universitaria San Pablo CEU.
BERRIO ZARATIEGUI, Juan Carlos ( 2000): Bálsamos y venenos . La droga como
engaño, Tafalla ( Navarra ): Txalaparta.
BROTONS ALBERT, Héctor (2003): El bien jurídico salud pública en los delitos
de tráfico de drogas y su protección , Universidad de Alicante ( trabajo iné-
dito).
CALAFAT, A.; JUAN, M.; BECOÑA, E.; FERNÁNDEZ, C.; GIL, E. y LLOPIS, J. J. (2000):
«Estrategias y organización de la cultura pmcannabis », en Bobes, Julio y Cala-
fat, Amador (eds.): Monografia Cannabis Adicciones, vol. 12, supl. 2.
«CARMEN Moya, nueva delegada del Plan Nacional sobre Drogas », Las Pro-
vincias 1-5-2004.
CEBRIÁN, Jordi (1998): Drogas y delirio prohibicionista, Barcelona (trabajo
inédito).
«CINCO secretarías de Estado desaparecen del nuevo organigrama del Gobier-
no socialista», El País 19-4-2004.
«CIRCULAR sobre Sanidad del Gobierno civil de Barcelona », Boletín Oficial
de la Provincia de Barcelona 8-2-1927.
«CIRCULAR sobre Sanidad del Gobierno civil de Valencia», Boletín Oficial de
la Provincia de Valencia 9-7-1921.
CLIMENT DURÁN, Carlos [ et al.] (1998 ): Las drogas en el nuevo Código Penal.
Doctrina , jurisprudencia y formularios , Sedaví (Valencia): Práctica de
Derecho.
COBO DEL ROSAL, Manuel [et al.] (1977): Delitos contra la salud pública.
Tráfico ilegal de drogas tóxicas y estupefacientes, Valencia: Univer-
sidad.
CÓDIGO penal español, decretado por las Cortes en 8 de junio, sancionado por
el Rey y mandado promulgar en 9 de julio de 1822 (1822), Madrid: Impren-
ta Nacional.
CORTES GENERALES: « Toma en consideración de Proposiciones de Ley del
Grupo Parlamentario Mixto ( señora Almeida y señor Saura ), de modifica-

57
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

ción de la Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, sobre Protección de la


Seguridad Ciudadana en relación con la tenencia de drogas para el consu-
mo propio (Número de expediente 122/000239» Diario de Sesiones de Con-
greso de los Diputados, 13-4-1999.
DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis y LAURENZO COPELLO, Patricia (coords.) (1993): La
actual política criminal sobre drogas. Una perspectiva comparada, Valen-
cia: Tirant lo Blanch.
ESCOHOTADO, Antonio (1989): Historia general de las drogas, Madrid:
Alianza.
- (1987) Majestades, crímenes y víctimas, Barcelona: Anagrama.
- (1991) El espíritu de la comedia, Barcelona: Anagrama.
- (2003) Sesenta semanas en el trópico, Barcelona: Anagrama.
FEDERACIÓN ANDALUZA DE DROGODEPENDENCIAS Y SIDA «ENLACE»
(2002): Análisis de la actual política criminal sobre drogas. Seminario
de estudio 2001, Sevilla: Federación Andaluza de Drogodependencias y
Sida ENLACE.
GALLEGO SOLER, José-Ignacio y JOSHI JUBERT, Ujala (1999): Los delitos de
tráfico de drogas II. Un estudio analítico de los arts. 369, 370, 372, 374,
375, 377y 378 del CPy tratamientos jurisprudenciales, Barcelona: J. M.
Bosch.
GAZENMOLLER, C.; FRIGOLA VALLINA, Joaquín y ESCUDERO, J. F. (2000): Deli-
tos contra la salud pública, Barcelona: Bosch.
HARO TECGLEN, Eduardo (2004): «¡Mamá, teta!», El País 7-2-2004.
HERER, Jack (1999): El emperador está desnudo. El cáñamo y la conspiración
de la marihuana, Castellar de la Frontera (Cádiz): Castellarte.
HOBBES, Thomas (1997): Leviatán, Barcelona: Altaya.
HUSAK, Douglas N. (2001): Drogas y derechos, México: Fondo de Cultura Eco-
nómica.
JOSHI JUBERT, Ujala (1999): Los delitos de tráfico de drogas 1. Un estudio ana-
lítico del art. 360 CP: grupos de casos y tratamientos jurisprudenciales,
Barcelona: J. M. Bosch.
LAMO DE ESPINOSA, Emilio (1989): Delitos sin víctima. Orden social y ambi-
valencia moral, Madrid: Alianza.
LÓPEZ BARIA DE QUIROGA, Jacobo; RODRÍGUEZ RAMOS, Luis y RUIZ DE GOR-
DEJUELA LÓPEZ, Lourdes, eds. (1987): Códigos penales españoles. Reco-
pilación y concordancias, Torrejón de Ardoz (Madrid): Akal.
MARÍA CREHUET, Diego (1927): Memoria elevada al Gobierno de S. M. en la
solemne apertura de los Tribunales el día 15 de septiembre de 1927 por el
Fiscal del Tribunal Supremo..., Madrid: Reus.
MARKEZ, lñaki y PÓG, Mónica (2002): «Discursos y políticas de intervención
sobre drogas y drogodependencias», en Vega, Amando (coord.): Drogas.
Qué política para qué prevención, Donostia-San Sebastián: Tercera Pren-
sa-Hirugarren Prentsa.

58
JUAN CARLOS USÓ

MARKEZ, lñaki; Póo, MÓNICA; MERINO, Cristina y ROMERA, Carlos (2002):


Cannabis: de la salud y del derecho. Acerca de los usos, normativas, estu-
dios e iniciativas para su normalización , Vitoria-Gasteiz: Servicio Central
de Publicaciones el Gobierno Vasco.
MCDONALD, A. H. (1966): «La Roma prerrevolucionaria», en BALSDON, J.
(1966): Los romanos, Madrid: Gredos.
«MINISTERIO de Gracia y Justicia. Tribunal Supremo Circular», Gaceta de
Madrid 22-1-1927.
MIJÑAGORRI LAGUÍA, Ignacio (ed.) (1995): La protección de la seguridad ciu-
dadana, Oñati: Internatio aal Institute for the Sociology of Law.
ORDENANZAS para el ejercicio de la profesión de farmacia, comercio de dro-
gas y plantas medicinales, Gaceta de Madrid de 24-4-1860.
PANTOJA, L. y GURIDI, L. (1995): Drogas, desarrollo y estado de derecho, Bil-
bao: Instituto Deusto de Drogodependencias.
PONTE Y ESCARTÍN, Galo (1924): Memoria elevada al Gobierno de S. M. en la
solemne apertura de los Tribunales el día 15 de septiembre de 1924 por el
Fiscal del Tribunal Supremo..., Madrid: Reus.
PRIETO RODRÍGUEZ, Javier Ignacio (1993): El delito de tráfico y el consumo de
drogas en el ordenamiento jurídico español, Pamplona: Aranzadi.
«REAL orden», Gaceta de Madrid 10-5-1924.
«REAL orden circular del Ministerio de la Gobernación», Gaceta de Madrid
1-3-1918.
REGLAMENTO para el comercio y dispensación de sustancias tóxicas y en espe-
cial de las que ejercen acción narcótica, antitérmica o anestésica , Gaceta
de Madrid 6-6-1918.
REY HUIDOBRO, Luis Fernando (1999): El delito de tráfico de drogas: aspectos
penales y procesales, Valencia: Tirant lo Blanch.
ROMERAL MORALEDA, Antonio y GARCÍA BLÁZQUEZ, Manuel (1993): Tráfico
y consumo de drogas: aspectos penales y médico forenses, Granada:
Comares.
ROSARIO, Vernon A. (1997): The Erotic Imagination: French Histories of Per-
versity, Oxford: Oxford University Press.
SAVATER, Fernando (1990): «El Estado Clínico», Claves de Razón Práctica, 1.
SEQUEROS SAZATORNIL, Fernando (2000): El tráfico de drogas ante el ordena-
miento jurídico. Evolución normativa , doctrinal yjurisprudencial, Las
Rozas (Madrid): La Ley-Actualidad.
SZASZ, Thomas (1993): Nuestro derecho a las drogas, Barcelona : Anagrama.
Usó, Juan Carlos (2003): «Del uso al abuso. La 1.' Guerra Mundial y la crea-
ción de un «problema de drogas» en el Estado español », en Arana, X.;
Husak, D. y Scheerer, S. (coords.): Globalización y drogas. Políticas sobre
drogas, derechos humanos y reducción de riesgos, Madrid: Dykinson.
VELASCO, F.: «El Tribunal Supremo establece como delito vender 10 miligra-
mos de hachís, 20 de éxtasis o 50 de cocaína», La Razón 10-2-2004.

59
USOS A LO LARGO DE LA HISTORIA...

VV.AA. ( 1977): Delitos contra la salud pública . Tráfico ilegal de drogas tóxi-
cas o estupefacientes , Valencia : Universidad (Departamento de Derecho
Penal).
- (1991) ¿Legalizar las drogas ? Criterios técnicos para el debate , Madrid:
Popular.
- (1992) Una alternativa a la actual política criminal sobre drogas , Málaga:
Grupo de Estudios de Política Criminal.
- (1995) Drogas , desarrollo y estado de derecho, Bilbao : Instituto Deusto de
Drogodependencias.

60
Capítulo 2
Farmacología de los cannabinoides:
mecanismos de tolerancia y dependencia

Por
J. Sallés

El cannabis ha sido utilizado de manera recreativa durante milenios


y en la actualidad, los preparados obtenidos a partir de la planta Cannabis
sativa tales como la marihuana y el hashish, se han convertido en las
drogas ilícitas de mayor consumo . A lo largo de la historia, y de forma
constante se ha puesto de manifiesto el potencial terapéutico y uso médi-
co del cannabis (Gold, 1991; Escohotado, 1995). De hecho, hay eviden-
cias de uso terapéutico en Europa desde el siglo xin, aunque fue en la
primera mitad del siglo xix cuando llego a popularizarse su utilidad tera-
péutica por sus propiedades como anticonvulsivo, analgésico, ansiolíti-
co y antiemético (Evans, 1991). De cualquier forma, la disponibilidad
de tratamientos alternativos y, más importante , la presión sociopolítica
llevo al declive del uso terapéutico del cannabis a principios del siglo xx
(Gold, 1991; Grinspoon y Bakalar, 1995).
La planta del cannabis (Cannabis sativa variedad indica ) contie-
ne muchos compuestos , por encima de 60, denominados cannabinoi-
des, que presentan una estructura clásica tricíclica del tipo dibenzopi-
rano, pero es el delta - 9-tetrahidrocannabinol (THC) el principal
ingrediente a la hora de explicar sus propiedades psicoactivas. El THC
se degrada para producir cannabinol y fue identificado -junto al can-
nabidiol (el principal componente no psicoactivo , aunque es capaz de
modular la respuesta al THC)- en la década de 1940 (Mechoulam y
col., 1991). Sin embargo , el THC no fue aislado , sintetizado y defini-
do estereoquímicamente hasta la década de los 60 ( Mechoulam , 1970).
El THC se concentra en las flores de la planta femenina, y es en los
últimos 5 a 10 años cuando la aplicación de técnicas de selección y
mejora del cultivo ha permitido incrementar el contenido en THC

61
FARMACOLOGÍA DE LOS CANNABINOIDES...

desde un 1-3% al 6-13% del peso seco de materia prima (Sallés y col.,
1998).

El sistema cannabinoide endógeno y los receptores de cannabinoides

Los cannabinoides naturales son compuestos que típicamente pre-


sentan una alta lipoficidad lo que les permite una amplia distribución en
el organismo tras ser administrados al ser humano, y desde luego un rápi-
do acceso al Sistema Nervioso Central (SNC). Sin embargo, el meca-
nismo de acción que explicase sus propiedades psicoactivas no fue des-
velado hasta la década de los años 90 . Es en el año 1990 cuando se
identifica por primera vez la presencia en tejido nervioso de mamíferos
de un receptor de membrana plasmática (Matsuda y col., 1990), deno-
minado subsiguientemente receptor cannabinoide CB1y que se consti-
tuye en el primer paso de la revolución que ha experimentado el estudio
de la biología de los cannabinoides . Desde ese momento , y tanto desde
la Universidad como desde la Industria Farmacéutica se han generado
una gran variedad de compuestos con estructuras químicas muy diver-
sas con capacidad para unirse a estos receptores cannabinoides , y dadas
sus propiedades , tanto de tipo agonista como de tipo antagonista, se han
convertido en herramientas farmacológicas esenciales para la elucida-
ción del sistema cannabinoide presente en cerebro de mamíferos , inclu-
yendo al ser humano ( Howlett y col., 2002). En SNC, el receptor can-
nabinoide CB1 es uno de los receptores pertenecientes a la familia de
receptores de siete dominios transmembrana acoplados a proteínas G,
que se expresa de forma más abundante . La ocupación y activación del
receptor CB1 por el THC así como por otros agonistas pone en marcha
un sistema de transducción de señales , a través de la interacción con pro-
teínas G de la familia Gi /o, que lleva a la inhibición de una actividad
enzimática denominada adenilato ciclasa con la consiguiente disminu-
ción en la producción de un segundo mensajero intracelular, el AMPcí-
clico, y además modula el cierre y apertura de diversos canales fónicos,
con la supresión de corrientes de entrada de iones calcio en la célula y
la activación de corrientes de salida de iones potasio . Efectos que en con-
junto implican la inhibición de la actividad neurona¡ , con disminución
de la frecuencia de disparo ( potenciales de acción ) y disminución de
la liberación de neurotransmisores dependiendo de su localización en la
neurona (Matsuda y col., 1990; Howlett, 1998). Los receptores canna-

62
JOAN SALLÉS

binoides CB1 no presentan una distribución uniforme en SNC de mamí-


feros, así se expresan de forma muy abundante en los ganglios basales,
el cerebelo y el hipocampo, hecho que explica bien las acciones cono-
cidas de los cannabinoides sobre la coordinación motora y sobre el pro-
cesamiento de la memoria a corto plazo. De igual forma, los receptores
cannabinoides se expresan a altas concentraciones en regiones de la
médula espinal especialmente en las aferencias primarias dorsales, lo
cual es importante en la modulación de las vías de dolor. Sin embargo,
la expresión en las áreas del tronco cerebral es muy baja, una zona que
controla muchas funciones del sistema nervioso autónomo, y que expli-
ca la amplia seguridad de estos compuestos aunque se utilicen a dosis
masivas, y debe recordarse la ausencia de casos reportados de letalidad
aguda a cannabinoides (Howlett, 1998; Howlett y col., 2002).
Un segundo receptor denominado receptor cannabinoide CB2 pare-
ce expresarse primariamente en células del sistema hematopoyético, leu-
cocitos y linfocitos, y al contrario que el receptor cannabinoide CB1 su
activación no está acoplada a la modulación de canales iónicos (Munro
y col., 1993; Howlett y col., 2002). El desarrollo de moléculas selecti-
vas de carácter agonista y antagonista, así como la producción de ani-
males, roedores modificados genéticamente, los denominados ratones
«knock-out» que no expresan el receptor CB1 y/o el receptor CBZ, han
contribuido de forma esencial en la comprensión que tenemos en estos
momentos sobre la biología de los cannabinoides (Pertwee, 1997; How-
lett y col., 2002; Lutz, 2002). En este sentido, existen evidencias de la
presencia de receptores adicionales, sin identificar hasta el momento,
que contribuirían a los efectos cannabimiméticos del THC indepen-
dientemente de los comentados CB, y CBZ, aunque en la actualidad no
hay evidencia de su presencia a partir del estudio del genoma humano
(Howlett y col., 2002; Wiley y Martín, 2002).

Endocannabinoides

Varios compuestos endógenos conocidos, que estructuralmente son


ácidos grasos, se comportan como los cannabinoides naturales exóge-
nos. El primero en ser descubierto en SNC en el año 1992 fue la etano-
lamida del ácido araquidónico denominado anandamida, que fue segui-
do por el descubrimiento del 2-araquidonilglicerol (Devane y col., 1992;
Mechoulam y col., 1995). En los últimos 2 años, se han descubierto en
SNC hasta 4 compuestos adicionales, como el éter de noladin, la viro-

63
FARMACOLOGÍA DE LOS CANNABINOIDES...

damina, la N-araquidonildopamina (NADA), y el docosatetraeniletano-


lamida (DEA). Todos estos compuestos tienen capacidad de unión a los
receptores cannabinoides, aunque todavía desconocemos su papel fisio-
lógico (Walker y col., 2002; Fezza y col., 2002).
De todos estos compuestos que colectivamente reciben el nombre
de endocannabinoides, los más estudiados son la anandamida y el 2-ara-
quidonilglicerol (Sugiura y col., 2002). A diferencia de otros tipos de
neurotransmisores, tanto la anandamida como el 2-AG son producidos
en la neurona «a demanda» a partir de precursores asociados a la mem-
brana plasmática gracias a diferentes actividades enzimáticas que inclu-
yen a las fosfolipasas D y C. Los endocannabinoides se liberan al espa-
cio sináptico y se unen y estimulan (comportamiento agonista) a los
receptores cannabinoides. De forma consistente a otros sistemas de neu-
rotransmisión, también existe un sistema de degradación específico que
implica la recaptación al interior de la célula mediado por transportado-
res de cannabinoides seguido de la hidrólisis del endocannabinoide
mediante enzimas como las hidrolasas de amidas de ácidos grasos (tanto
para anandamida como 2-AG) o una monoacilglicerol lipasa para la 2-
AG (Deutsch y col., 2002; Dinh y col., 2002). La hidrolasa de amidas
de ácidos grasos se encuentra generalmente en las neuronas postsináp-
ticas, y también degrada un compuesto endógeno, la oleamida, estruc-
turalmente relacionado con los cannabinoides que tiene propiedades hip-
nóticas, inductoras de sueño fisiológico. La posibilidad de actuación
farmacológica sobre estas dianas implicadas en la recaptación y en la
degradación de los cannabinoides endógenos está siendo objeto de inves-
tigación intensiva, ya que puede dar lugar a la obtención de nuevos fár-
macos con propiedades ansiolíticas y analgésicas. De hecho, ya se ha
introducido en ensayos clínicos de eficacia y de seguridad en el ser
humano, un compuesto el ácido ajulemico, que aunque no se une a
receptores cananbinoides CB1 es capaz de inhibir la recaptación de anan-
damida incrementando sus concentraciones sinápticas, y que ha demos-
trado experimentalmente sus propiedades antiespásticas (Burstein, 2000).

Funciones del sistema cannabinoide endógeno

Las funciones principales del sistema endocannabinoide es regular


la transmisión sináptica de un gran número de neurotransmisores , impli-
cados tanto en circuitos excitadores como inhibidores, y por lo tanto es
capaz de influir sobre muchas funciones. Las evidencias experimenta-

64
JOAN SALLÉS

les demuestran que los cannabinoides afectan a neurotransmisores impli-


cados en el estado de ánimo , y sus trastornos como la ansiedad y la
depresión, en los sistemas de recompensa (placer y euforia). La presen-
cia de receptores cannabinoides CB1 en terminales nerviosos fuera del
SNC, como en las raíces dorsales de la médula espinal , y en la vascula-
tura, permite valorar, por ejemplo , la importancia de los mismos en la
modulación de la transmisión de la señal dolorosa. Por lo tanto, el dise-
ño y síntesis de moléculas agonistas de los receptores cannabinoides CB1
que presenten como característica una pobre penetración en SNC puede
permitir obtener nuevos fármacos importantes para el tratamiento del
dolor, el asma (broncodilatación), y por ejemplo mediante su aplicación
tópica en el glaucoma (neuroprotección y reducción de la presión intra-
ocular) (Fowler, 2003).

Mecanismos implicados en la dependencia de cannabinoides

El potencial adictivo de los cannabinoides en el ser humano conti-


núa siendo un tema controvertido. Los procesos adictivos son comple-
jos tanto desde el punto de vista neurobiológico como conductual. Un
primer indicativo de dichos procesos está representado por el desarrollo
de fenómenos de tolerancia y de dependencia fisica que aparecen como
consecuencia de la adaptación del organismo, y en particular del SNC,
a la presencia continuada del fármaco. Sin embargo, estos fenómenos
tan sólo constituyen un aspecto parcial de las capacidades adictivas
de una sustancia. El principal punto en común de todas las «drogas de
abuso» es su capacidad para inducir efectos reforzadores, que son aque-
llos efectos motivacionales positivos de suma importancia para inducir
el comportamiento de búsqueda y consumo del fármaco, y que comporta
la pérdida de control o de decisión sobre su consumo. Por ello, nos cen-
traremos en los estudios que han permitido definir la capacidad de los
cannabinoides para inducir fenómenos de tolerancia, dependencia físi-
ca y efectos reforzantes, así como los mecanismos neurobiológicos
implicados.

Fenómenos de tolerancia a los cannabinoides

La administración crónica de diferentes agonistas cannabinoides


desarrolla un fenómeno de tolerancia a la mayor parte de sus respuestas

65
FARMACOLOGÍA DE LOS CANNABINOIDES...

farmacológicas, tal y como se ha demostrado en diferentes especies ani-


males (ratones, ratas, perros y monos). Estos estudios han demostrado
la aparición de tolerancia a los efectos inducidos por los cannabinoides
sobre las respuestas al dolor, control de la motricidad, temperatura cor-
poral, respuestas cognitivas, motilidad gastrointestinal, función cardio-
vascular y respuestas endocrinas (Maldonado, 2002). El desarrollo de la
tolerancia cannabinoide es particularmente rápida en estos modelos ani-
males, y generalmente se observa tras la segunda administración de una
dosis elevada de cannabinoide. Aunque se ha intentado explicar la tole-
rancia mediante mecanismos de tipo farmacocinético (cambios en la
absorción, distribución, metabolismo y excreción del cannabinoide del
organismo), sin embargo, el papel de estos procesos parece inexistente.
Las modificaciones farmacodinámicas que afectan la expresión y
actividad funcional de los receptores cannabinoides CB1 parecen desem-
peñar un papel importante en el desarrollo de la tolerancia. En este sen-
tido, el número total de receptores cannabinoides CB1 disminuye en diver-
sas estructuras cerebrales durante la administración crónica de diversos
agonistas cannabinoides (Romero y cols., 1997; Breivogel y cols., 1999).
Asimismo, los niveles de RNAm que codifica el receptor cannabinoide
CB1 también resultan disminuidos en distintas áreas del sistema nervio-
so central durante el tratamiento crónico con cannabinoides. Esta dismi-
nución en la densidad y expresión de los receptores CB, se acompaña
también de una disminución de la actividad funcional de las proteínas G
heterotriméricas acopladas a dichos receptores (Romero y col., 1998).
Sin embargo, la duración temporal de los cambios bioquímicos indu-
cidos por la administración crónica de cannabinoides es muy corta, en
concordancia con la corta duración del fenómeno de tolerancia canna-
binoide. En este sentido, la mayor parte de los cambios inducidos a nivel
de la expresión del RNAm que codifica a los receptores cannabinoides
CBI y las subunidades alfa de las proteínas G heterotriméricas vuelven
a sus niveles basales trascurridas unas pocas horas tras el cese del trata-
miento con cannabinoides.

Fenómenos de dependencia física de cannabinoides

La aparición de manifestaciones somáticas de un síndrome de abs-


tinencia espontáneo tras el cese del tratamiento crónico con THC no se
ha podido observar en diferentes especies animales (ratón , rata, perro y
mono ) ni siquiera tras la administración de dosis sumamente elevadas.

66
JOANSALLÉS

Ciertos estudios antiguos han descrito la aparición de determinadas


manifestaciones de abstinencia espontánea tras el cese de una adminis-
tración crónica de THC por vía intravenosa en perros y monos. Sin
embargo, estudios posteriores han puesto en duda dichos resultados al
no ser posible revertir dichas manifestaciones espontáneas de abstinen-
cia con una nueva administración de THC.
A pesar de la ausencia de signos somáticos de abstinencia espontá-
nea, se ha podido observar que la interrupción de un tratamiento cróni-
co con THC en monos produce una alteración de una conducta operan-
te previamente adquirida . Además, un estudio reciente ha descrito la
aparición de un síndrome de abstinencia espontáneo tras la interrupción
de un tratamiento crónico con el agonista cannabinoide sintético WIN
55,212-2. La corta vida media del WIN 55,212-2, en comparación con
el THC, podría explicar estos resultados diferentes (Aceto y col., 2001).
La aparición de un síndrome de abstinencia desencadenado por la
administración aguda de un antagonista cannabinoide ha sido demos-
trada en múltiples estudios . Así, la administración del antagonista selec-
tivo de los receptores cannabinoides CB1, el SR-141716A, en animales
(ratón, rata y perro) que han recibido un tratamiento crónico con THC
precipita diversos signos que manifiestan abstinencia cannabinoide
(Ateto y col., 1995; 1996). De nuevo, los estudios realizados requieren
dosis de THC muy elevadas, en general entre 10 y 100 mg/Kg/día. Las
manifestaciones somáticas más características de la abstinencia canna-
binoide en roedores son movimientos de sacudida del tronco («wet dog
shake» ) y cabeza, temblor de patas, ataxia , posturas anormales, temblor
generalizado, ptosis, piloerección , disminución de la actividad locomo-
tora, masticación , lameteo, fricción y rascado. Es decir, en roedores des-
taca la presencia de alteraciones en el control de la motricidad , sin apa-
rición de signos vegetativos . En perros , se han descrito tanto signos
somáticos como vegetativos durante el síndrome de abstinencia desen-
cadenado por SR-141716A, incluyendo signos como la diarrea, los
vómitos, la salivación , disminución del comportamiento social , temblo-
res e incremento del periodo de vigilia.

Mecanismos implicados en la dependencia física de cannabinoides

Los resultados implican que los cambios en el receptor cannabinoi-


de CB1 y en los mecanismos de transducción acoplados serian los res-
ponsables de las manifestaciones somáticas de la abstinencia a cannabi-

67
FARMACOLOGÍA DE LOS CANNABINOIDES...

noides, ya que la administración de SR-141716A en ratones «knock-


out» deficientes en receptores cannabinoides CB1 y que habían recibi-
do un tratamiento crónico con THC, no desencadena ningún signo de
abstinencia . En este sentido , el síndrome de abstinencia cannabinoide se
encuentra asociado a un incremento compensatorio en la actividad de la
cascada de señalización a través de las enzimas adenilato ciclasa. Como
se ha comentado anteriormente , la activación aguda del receptor canna-
binoide CB1 produce una inhibición de la actividad adenilato ciclasa. Sin
embargo, durante el síndrome de abstinencia aparece localmente en el
cerebelo un incremento en la actividad de dichos enzimas, de forma que
en otras estructuras como la corteza frontal , el hipocampo , el estriado y
la sustancia gris periacueductal . De forma similar, también se observa
un incremento en los niveles del segundo mensajero , el AMPcíclico y
en la actividad de la proteína quinasa A, ambos elementos pertenecien-
tes al mismo sistema de señalización intracelular, aunque en este caso la
alteración se observa en cerebelo , corteza y estriado (Hutcheson y col.,
1998; Tzavara y col., 2000).
Este incremento observado en la vía de la adenilato ciclasa en cere-
belo parece jugar un papel importante en las manifestaciones somáticas
de dicha abstinencia . Entre los resultados más clarificadores de su impor-
tancia son la demostración de la atenuación de la abstinencia tras la
microinyección local en el cerebelo de un inhibidor selectivo de la vía
de la adenilato ciclasa, el Rp-8-Br-cAMPS (Tzavara y col., 2000)..

Propiedades reforzantes y motivacionales inducidas


por los cannabinoides

Las propiedades reforzantes de los cannabinoides son difíciles de


observar en los animales de experimentación mediante los modelos com-
portamentales normalmente utilizados para medir estos fenómenos, tales
como la preferencia de plaza condicionada y la autoadministración intra-
venosa (Maldonado, 2002). Sin embargo es posible si utilizamos condi-
ciones particulares, tales como el aumento del periodo de condiciona-
miento al cannabinoide . En este sentido, una dosis de 1 mg/kg de THC
produce preferencia de plaza en ratones . Por otra parte, un gran núme-
ro de estudios indican que el THC es incapaz de producir un comporta-
miento de autoadministración en ninguna de las especies animales en las
que se ha investigado este proceso (Harris y col., 1974). Tan sólo en una
investigación reciente llevada a cabo con monos ha demostrado que estos

68
JOAN SALLÉS

animales son capaces de autoadministrarse THC a dosis mucho meno-


res a las utilizadas en estudios anteriores tanto una vez que estos ani-
males habían aprendido previamente a autoadministrarse cocaína (Tanda
y col., 2000), como en los que nunca tuvieron un contacto previo con
otras drogas (Justinova y col., 2003). De nuevo, las propiedades farma-
cocinéticas del THC parecen ejercer un importante papel en la incapa-
cidad de la sustancia para generar un comportamiento de autoaminis-
tración , ya que otros cannabinoides sintéticos , tales como el WIN
55,212-2 (52) o el CP 55,940 (Martellotta y col., 1998; Braida y col.,
2001), que poseen una vida media mucho más corta que el THC indu-
cen un comportamiento de autoadministración en roedores.

Conclusiones

A medida que nuestro conocimiento sobre el sistema cannabinoide


crece, mayor es el potencial terapéutico definible científicamente de los
cannabinoides (naturales y/o sintéticos), tanto usados de forma exclusi-
va como en combinación con otros fármacos . En función de la evolu-
ción de los conocimientos en los próximos 5 años, parece plausible pre-
decir que los cannabinoides alcancen el estatus de fármacos de rutina en
una gran variedad de trastornos especialmente de tipo neurológico.
Los resultados obtenidos en modelos animales tanto sobre toleran-
cia como dependencia física nos permiten conocer cómo se adapta el
organismo a una exposición crónica de cannabinoides . El hecho que la
adaptación observada requiera procedimientos farmacológicos alejados
de la situación clínica o de consumo habitual en la sociedad, nos aporta
un conocimiento de gran interés . Conocer, por ejemplo, que dando dosis
masivas ( 10 a 100 mg/kg comparado con el humano que se administra
dosis 20-100 µg/kg-una calada de un cigarrillo de marihuana supone una
dosis de 2-4 µg/kg) resulta que las estructuras cerebrales que se adaptan
son completamente diferentes de las que lo hacen con el tratamiento cró-
nico con opiáceos , es muy relevante, además de confirmar la seguridad
de los cannabinoides (recordar la baja densidad de receptores CB1 en el
tronco del encéfalo ). No obstante, no debe olvidarse que los cannabi-
noides, de forma similar a otras drogas de abuso, activan el sistema
mesolímbico dopaminérgico, lo cual se ha relacionado con su capacidad
para inducir efectos motivacionales positivos en humanos.

69
FARMACOLOGÍA DE LOS CANNAB1NOIDES...

Bibliografía

ARANA, ALETO M. D., SCATES S. M., LOWE J. A., MARTÍN B. R. (1995): «Can-
nabinoid precipitated withdrawal by the selective cannabinoid receptor anta-
gonist, SR-141716A». European Journal ofPharmacology 282: 1-2.
- (1996): «Dependence on delta-9-tetrahydrocannabinol: studies en precipi-
tated and abrupt withdrawal». Journal of Pharmacology and Experimental
Therapeutics 278: 1290-1295.
- (2001): «Spontaneous and precipitated withdrawal with a synthetic canna-
binoid WIN 55212-2. European Journal ofPharmacology 416: 75-81.
BRAIDA D., POzzi M., PAROLARO D., SALA M. (2001): «Intracerebral self-admi-
nistration of the cannabinoid receptor agonist CP-55,940 in the rat: inte-
raction with the opioid system». European Journal of Pharmacology 413:
227-234.
BREIVOGEL C. S., CHILDERS S. R., DEADWYLER S. A., HAMPSON R. E., VOGT
L. J., SIM-SELLEY L. J. (1999): «Chronic delta-9-tetrahydrocannabinol tre-
atment produces a time-dependent loss of cannabinoid receptors and can-
nabinoid receptor-activated G proteins in rat brain». Journal ofNeuroche-
mistry 73: 2447-2459.
BURSTEIN S. H. (2003): «Ajulemic acid (CT3): a potent analogue of the acid
metabolites of THC». Current Pharm. Des. 6: 1339-1345.
DEUTSCH D. G., UEDA N., YAMAMOTO S. (2002): «The fatty acid amide hydro-
lase (FAAH)». Prostaglandins Leukotryenes Essential Fatty Acids 66: 201-
210.
DEVANE W. A., HANUS L., BREUER A., y col. (1992): «Isolation and structure
of a brain constituent that binds to the cannabinoid receptor». Science 258:
1946-1949.
DINH T. P., FREUND T. E, PIOMELLI D. (2002): «A role for monoglyceride Jipa-
se in 2-arachidonoylglycerolinactivation». Chemical Physical Lipids 121:
149-158.
ESCOHOTADO E. (1995): Historia de las drogas vol. 1. 3.' ed. Madrid: Alianza
Editorial.
EvANS W. C. (1991): Trease-Evans, Farmacognosia. 13.'ed. Madrid : Interame-
ricana , McGraw-Hill.
FEZZA F., BISOGNO T., MINASSI A., APPENDINO G., MECHOULAM R., DIMARZO
V. (2002): «Noladin ether, a putative endocannabinoid: inactivation mecha-
nisms and a sensitive meted for its quantification in rat tisúes ». FEBS Let-
ters 513: 294-298.
FOWLER C. F. (2003): «Plant-derived, synthetic and endogenous cannabinoids
as neuroprotective agents . Non-psychoactive cannabinoids , " entourage"
compounds and inhibitors of N-acyl-ethanolamine breakdown as therapeu-
tics strategies to avoid psychotropic effects». Brain Research Reviews 41:
26-43.

70
JOAN SALLÉS

GOLD M. S. (1991): «Marihuana». En Gold MS (ed). Biblioteca de Toxicoma-


nías. Barcelona: Ediciones en Neurociencias.
GRINSPOON L., BAKALAR J. B. (1995): «Marihuana as medicine. A plea for
reconsideration». JAMA 273: 1875-1876.
HARRIS R. T., WATERS W., McLENDON D. (1974): «Evaluation of reinforcing
capability of delta-9-tetrahydrocannabinol in rhesus monkeys». Psychop-
harmacologia 37: 23-29.
HowLETT A. C. (1998): «The CB 1 cannabinoid receptor in the brain». Neuro-
biology of Diseases 5: 405-416.
HOWLETT A. C., BARTH F, BONNER T. I. y col. (2002): « International Union of
Pharmacology: XXVII classification of cannabinoid receptors». Pharma-
cological Reviews 54: 161-202.
HUTCHESON D. M., TZAVARA E. T., SMADJA C., VALJEMT E., ROQUES B. P.,
HANOUNE J., MALDONADO R. (1998): «Behavioural and biochemical
evidence for signs of abstinente in mice chronically treated with delta-
9-tetrahydrocannabinol». British Journal of Pharmacology 125: 1567-
1577.
JUSTINOVA Z., TANDA G., REDHI G. H., GOLDBERG S. R. (2003): «Self-admi-
nistration of delta-9-tetrahydrocannabinol (THC) by drug naive squirrel
monkeys». Psychopharmacology 169: 135-140..
LUTZ B. (2002): «Molecular biology of cannabinoid receptors». Prostaglandins
Leukotryenes Essential Fatty Acids 66: 123-142.
MALDONADO R. (2002): «Study of cannabinoid dependence in animals». Phar-
macology and Therapeutics 95: 153-164.
MARTELLOTTA M. C., Cossu G., FATTORE L., GESSA G. L., FRATTA W. (1998):
«Self-administration of the cannabinoid receptor agonist WIN-55,212-2 in
drug-naive mice». Neuroscience 85: 327-330.
MATSUDA L. A., LOLAIT S. J., BROENSTEIN M. J., YOUNG A. C., BONNER T. 1.
(1990) : «Structure of a cannabinoid receptor and functional expression of
the cloned cDNA». Nature 346: 561-564.
MECHOULAM R. (1970): «Marihuana chemistry». Science 168; 1159-1166.
MECHOULAM R., DEVANE W. A., BREUER A., ZAHALKA J. (1991): «A random
walk through a cannabis field». Pharmacology, Biochemistry and Behavior
40:461-464.
MECHOULAM R., BEN-SHABAT S., HANUS L. y col. (1995): «Identification of an
endogenous 2-monoglyceride, present in canine gut, that binds to cannabi-
noid receptors». Biochemical Pharmacology 50: 83-90.
MUNRO S., THOMAS K. L., ABU-SHAAR M. (1993): «Molecular characterization
of a peripheral receptor for cannabinoids». Nature 365: 61-65.
PERTWEE R. G. (1997): «Pharmacology of cannabinoid CB 1 and CB2 recep-
tors». Pharmacology and Therapeutics 74: 129-180.
ROMERO J., GARCÍA-PALOMERO E., CASTRO J. G., GARCÍA-GIL L, RAMOS J. A.,
FERNÁNDEZ-RUIZ J. J. (1997): «Effects of chronic exposure to delta-9-

71
FARMACOLOGÍA DE LOS CANNABINOIDES...

tetrahydrocannabinol on cannabinoid receptor binding and mRNA levels in


several rat brain regions» . Molecular Brain Research 46: 100-108.
ROMERO J., BERRENDERO F., MANZANARES J., PÉREZ A., CORCHERO J., FUEN-
TES J. A., FERNÁNDEZ-RUIZ J. J., RAMOS J. A. (1998): «Time-course of the
cannabinoid receptor down-regulation in the adult rat brain caused by repe-
ated exposure to delta-9-tetrahydrocannabinol ». Synapse 30: 298-308.
SALLÉS J., MATO S., RENOBALES G. (1998): «Aspectos farmacognósticos y etno-
farmacológicos de los productos derivados del cáñamo ( Cannabis sativa)».
En: Derivados del cannabis : ¿ drogas o medicamentos ? ( ed. J. J . Meana y
L. Pantoja). Bilbao : Universidad de Deusto.
SUGIURA T., KOBAYASHI Y., OKA S., WAKU K. (2002): «Biosynthesis and degra-
dation of anandamide and 2-arachidonoylglycerol and their possible phy-
siological significance ». Prostaglandins Leukotryenes Essential Fatty Acids
66: 173-192.
TANDA G., MUNZAR P., GOLDBERG S. R. (2002 ): «Self-administration behavior
is maintained by the psychoactive ingredient of marijuana in squirrel mon-
keys». Nature Neuroscience 3: 1073-1074.
TzAVARA E. T., VALJENT E., FIRMO C., MAS M., BESLOT E, DEFER N., ROQUES
B. P., HANOUNE J., MALDONADO R. (2000): « Cannabinoid withdrawal is
dependent upon PKA activation in the cerebellum ». European Journal of
Neuroscience 12: 1038-1046.
WALKER J. M., KREY J. E, CHU C. J., HuANG S. M. (2002): « Endocannabinoids
and related fatty acids derivatives in pain modulation ». Chemical Physical
Lipids 121: 159-172.
WILEY J. L., MARTIN B. R. (2002): « Cannabinoid pharmacology: implications
for additional cannabinoid receptor subtypes». Chemical Physical Lipids
121: 57-63.

72
Capítulo 3
Utilización terapéutica del cannabis

Por
Luis E. Callado

Durante los últimos años, la comunidad médica lleva asistiendo con


preocupación a un debate sobre la posible utilización terapéutica del can-
nabis y sus derivados que ha trascendido los límites profesionales o cien-
tíficos para convertirse en un debate social . Y todo ello por el hecho de
que el cannabis , al contrario que otras sustancias naturales que también
poseen un potencial uso terapéutico , lleva asociado el estigma de su con-
sumo lúdico y su consideración como posible droga de abuso . En este
sentido, la posibilidad de un debate científico y racional se ve a menu-
do limitada por la presión de los medios de comunicación que han for-
zado a la comunidad científica a decantarse entre dos puntos de vista
cerrados y hasta cierto punto antagónicos . Por una de las partes se pos-
tula que el cannabis es inocuo en su uso recreacional y además es tera-
péuticamente muy útil por lo cual se debiera legalizar tanto su produc-
ción como su consumo . La postura contraria mantiene que el cannabis
es una droga dañina en cualquiera de sus formas y por tanto se debe
prohibir su uso tanto recreacional como terapéutico.
Este debate ha propiciado así mismo que las disposiciones legales
de cada estado vayan cambiando progresivamente , tratando en la mayo-
ría de los casos de adaptarse a las nuevas indicaciones terapéuticas de
los derivados del cannabis . Así por ejemplo, en Holanda diversos pacien-
tes afectados de enfermedades graves pueden adquirir marihuana en las
farmacias de manera totalmente legal, con la única condición de pre-
sentar una receta médica. Del mismo modo, Canadá permite cultivar y
consumir su propia marihuana a los pacientes terminales o a aquellos
que sufren un dolor intenso debido a patologías como la esclerosis múl-
tiple o la artrosis . Más cerca de nosotros, el recientemente constituido
Gobierno tripartito catalán, recogía entre sus acuerdos programáticos la

73
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

intención de dar «apoyo y cobertura legal y científica al uso terapéutico


del cannabis », algo que no hace sino ampliar la línea de trabajo de la
Generalitat que ya había impulsado previamente la realización de ensa-
yos clínicos para comprobar el posible beneficio terapéutico de los deri-
vados del cannabis.
En el extremo contrario , la Cámara Baja del Parlamento suizo recha-
zó recientemente , tras un intenso debate, una proposición de ley para
legalizar el consumo del cannabis . Curiosamente , el Consejo de Estados
suizo ( Cámara Alta del Parlamento ) se había pronunciado en Diciembre
de 2001 a favor de esta misma propuesta.
Es precisamente en este contexto de debate social , e incluso legis-
lativo, donde se hace más necesario que nunca analizar desde una pers-
pectiva científica los datos clínicos existentes que nos permitan obtener
evidencias acerca de los posibles beneficios de la utilización terapéuti-
ca del cannabis o sus derivados.

1. Antecedentes históricos del uso terapéutico del cannabis

¿Es la utilización terapéutica del cannabis una idea nueva? Eviden-


temente no. Aunque nos pueda parecer que el debate acerca de las posi -
bles utilidades terapéuticas del cannabis es una cuestión novedosa, ésta
sustancia ha sido utilizada con intenciones curativas desde hace miles
de años . El testimonio más antiguo del que disponemos acerca de la
posible utilización terapéutica del cannabis se remonta al año 2737 a. de
C., en el que se menciona esta sustancia en un compendio de medicina
china, el herbario del emperador Shen-Nung ( Salles et al., 1998 ). Siglos
después, los médicos griegos Dioscórides y Galeno se refieren al can-
nabis como sustancia medicinal, en relación con el tratamiento de la oti-
tis y algunas alteraciones gastrointestinales (Brunner, 1977). En la era
moderna, la utilización terapéutica del cannabis se introduce en Ingla-
terra en 1839 gracias al cirujano irlandés O'Shaughnessy quien en su
tratado recomienda emplearlo en pacientes aquejados de rabia, cólera,
tétanos y convulsiones infantiles (Mikuriya, 1973). Durante la segunda
mitad del siglo X I X, varios de los más prominentes médicos de Europa
y Norteamérica recomendaban el uso de extractos de Cannabis indica
para la prevención y el tratamiento sintomático de la migraña . Así, el
cannabis fue incluido en las principales farmacopeas británicas y ame-
ricanas ( Russo, 1998). Sin embargo, en los años posteriores se empezó
a extender la percepción del cannabis como una droga de abuso, hasta

74
LUIS F. CALLADO

que en 1937 la marihuana se consideró ilegal en los Estados Unidos


mediante la promulgación de la «Marihuana Tax Act», a pesar de la opo-
sición de la Asociación Médica Americana. Siguiendo esta política
prohibicionista , las preparaciones derivadas del cannabis fueron elimi-
nadas de la farmacopea británica en 1932, de la de los Estados Unidos
en 1941, y de la francesa en 1953. A pesar de ello el cannabis ha segui-
do siendo un componente importante de la medicina indígena en países
como la India (Chopra y Chopra, 1957).

2. Cannabis vs cannabinoides

Una de las primeras nociones que han de quedar claras a la hora de


abordar las posibles utilidades terapéuticas del cannabis, es que no nos
encontramos ante una sola sustancia , sino ante diferentes componentes.
Hasta la actualidad se han aislado e identificado cerca de 400 com-
puestos naturales provenientes del metabolismo del cáñamo . De entre
ellos, unos 60 presentan una estructura química de tipo cannabinoide.
El principal producto psicoactivo de la planta del cáñamo es el
e9-
tetrahidrocannabinol ( en adelante THC) que fue aislado en 1964 (Gaoni
y Mechoulam, 1964). Este compuesto parece ser el responsable de la
mayoría de las acciones farmacológicas producidas por el cannabis. Sin
embargo, también existen otros cannabinoides farmacológicamente acti-
vos como el cannabinol o el cannabidiol, en el caso de este último prác-
ticamente desprovisto además de propiedades psicoactivas . En algunos
países como Estados Unidos se comercializó a partir de 1985 una espe-
cialidad farmacéutica basada en un derivado sintético del THC denomi-
nado dronabinol. Clasificado como droga con potencial de abuso tipo
II, esta aprobado su uso por vía oral como antiemético . En otros países
como el Reino Unido, Canada e Irlanda está comercializado otro análo-
go estructura ] sintético del THC, la nabilona . Desde el año 2001 este
compuesto se puede obtener en España como medicamento extranjero
a través de los Servicios de Farmacia hospitalarios (Duran et al., 2004).
Los cannabinoides ejercen sus acciones farmacológicas y fisiológi-
cas a través de la activación de receptores específicos. Hasta el momen-
to se han clonado dos subtipos de receptores para cannabinoides: el
receptor CB1 (Matsuda et al., 1990) que se expresa principalmente en
las células del sistema nervioso central , y el receptor CB2 (Muno et al.,
1993) que ha sido encontrado fundamentalmente en células del sistema
inmune. La identificación, localización y caracterización farmacológi-

75
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

ca de estos receptores específicos para los cannabinoides planteó la nece-


sidad de buscar sustancias endógenas que fueran capaces de activarlos.
El primer cannabinoide endógeno descrito fue la anandamida que se
aisló a partir de un extracto lipídico obtenido del cerebro del cerdo
(Devane et al., 1992). Este compuesto es una amida del ácido araquidó-
nico ( Berrendero, 2002 ). Posteriormente se ha aislado un segundo can-
nabinoide endógeno, el 2-araquidonil glicerol, obtenido a partir de intes-
tino de perro y de cerebro de rata (Mechoulam et al., 1995; Sugiura et
al., 1995 ). En los últimos años se han descrito en el sistema nervioso
central nuevos compuestos que activarían los receptores cannabinoides,
como por ejemplo la virodamina, la N-arquinodoildopamina o la doco-
satetraenyletanolamida (Walker et al., 2002). Todos estos datos han evi-
denciado la existencia de un sistema cannabinoide endógeno cuyo papel
fisiológico en el organismo está siendo estudiado minuciosamente. Así,
el sistema cannabinoide endógeno podría estar implicado en la regula-
ción de la coordinación motora, el aprendizaje y la memoria, el control
de las emociones , el desarrollo neuronal , el control de la transmisión de
los impulsos dolorosos e incluso en la mediación de diferentes procesos
en los sistemas cardiovascular e inmunológico (Berrendero , 2002).

3. Utilidades terapéuticas del cannabis

La controversia respecto a la posible utilidad terapéutica del canna-


bis o sus derivados se basa principalmente en dos cuestiones . Por una
parte , en la mayoría de las legislaciones el cannabis está considerado
como una droga de abuso. Este estigma hace que se presuponga su peli-
grosidad para la salud, negando de principio su utilización en cualquier
circunstancia independientemente de sus posibles beneficios terapéuti-
cos. Así, se antepondría la posible peligrosidad social derivada de la libe-
ralización de su uso a los posible beneficios terapéuticos de los que se
podrían beneficiar algunos pacientes . La segunda cuestión por el con-
trario es la existencia de un eficaz arsenal terapéutico para el tratamien-
to de las patologías para las que podrían estar indicados el cannabis o
sus derivados . Este hecho haría innecesaria la utilización de estas nue-
vas sustancias que además , y uniéndolo a la primera cuestión, no dejan
de ser peligrosas para la salud . En este sentido , es importante que el
abordaje sobre el interés del empleo de derivados del cannabis en deter-
minadas patologías se afronte al margen de prejuicios en uno u otro sen-
tido que puedan introducir algún tipo de sesgo en las conclusiones. Por

76
LUIS P. CALLADO

ello en este apartado se van a tratar de exponer los datos obtenidos de


ensayos clínicos realizados con cannabinoides, y las evidencias cientí-
ficas que avalan o ponen en cuestión la utilidad terapéutica real de los
compuestos cannabinoides.

3.1. Analgésico

Como se ha descrito previamente, preparaciones conteniendo can-


nabis han sido usadas desde hace miles de años como una forma de tra-
tar de aliviar diversas dolencias humanas. Por ello no es de extrañar que
la vuelta a la actualidad de las posibles utilidades terapéuticas del can-
nabis haya hecho que cientos de pacientes aquejados de dolores crónicos
requieran más información acerca de la posible eficacia de este produc-
to en el alivio de su situación. Un reciente estudio realizado entre pacien-
tes que presentaban dolor crónico no canceroso ha demostrado que al
menos un 15% de ellos había utilizado alguna vez cannabis para aliviar
su dolor, y que incluso un 10% de estos pacientes usaba habitualmente
cannabis con fines analgésicos (Ware et al., 2003). Además del propio
dolor los pacientes consumidores de cannabis referían también una mejo-
ría del sueño y del estado de ánimo general (Ware et al., 2003).
Está demostrado que los derivados del cannabis son capaces de blo-
quear o inhibir la transmisión del impulso nervioso a varios niveles. Esta
actividad farmacológica parece ejercerse a través de la activación de
receptores CB1 a nivel del cerebro, la médula espinal y las neuronas sen-
soriales periféricas (Piomelli et al., 2000). Este dato sería consistente
con las altas densidades de receptores CB1 presentes sobre las aferen-
cias nociceptoras primarias, particularmente a nivel de la médula espi-
na] dorsal. Por su parte, los receptores CB2 periféricos podrían estar
implicados en el control del dolor inflamatorio (Calignano et al., 1998).
Actualmente, en el tratamiento del dolor agudo en humanos se uti-
lizan principalmente dos grupos de fármacos, los antiinflamatorios no
esteroideos (AINEs) y los opiáceos. Estos fármacos han demostrado ser
muy eficaces y relativamente seguros a las dosis adecuadas, además de
tener un costo reducido. Sin embargo los problemas clínicos se presen-
tan en el tratamiento del dolor crónico, principalmente el dolor deriva-
do de procesos cancerosos, y el dolor neuropático.
En los procesos cancerosos es habitual la utilización de fármacos
opiáceos para el tratamiento del dolor. Sin embargo, el uso continuado
de opiáceos supone la aparición de un fenómeno de tolerancia y la nece-

77
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

sidad de incrementar sus dosis hasta niveles excesivos . Ello conlleva la


aparición de numerosos efectos adversos que además de molestos pue-
den ser incluso peligrosos para la vida del paciente. En este contexto se
pensó que las propiedades analgésicas del cannabis y sus derivados
podrían ser de utilidad para aliviar el dolor de los pacientes cancerosos.
Sin embargo , la realidad es que la mayoría de los ensayos clínicos que
han evaluado la eficacia de los cannabinoides en el dolor canceroso han
obtenido resultados poco halagüeños . El grado de analgesia que se puede
obtener con una única dosis de THC es equivalente al que se consigue
con una dosis de 60 mg. de codeína, algo realmente pobre en compara-
ción con la eficacia de otros analgésicos (Campbell et al., 2001). Y la
posibilidad de incrementar la dosis de cannabinoides para incrementar
su efecto analgésico , conllevaría un aumento de la probabilidad de apa-
rición de efectos adversos , lo que nos retrotraería al mismo problema
comentado anteriormente para el uso de opiáceos.
Sin embargo , es precisamente en la similitud en los problemas que
plantea el aumento de las dosis de opiáceos o de cannabinoides para con-
seguir una mayor eficacia analgésica donde puede residir parte de la
solución a este problema . Es conocido que los opiáceos y los cannabi-
noides presentan numerosos efectos farmacológicos comunes. Además,
se ha demostrado que ambos compuestos producen su efecto analgési-
co a través de un mecanismo similar, que bloquea tanto en el cerebro
como en la médula espinal la liberación de neurotransmisores implica-
dos en la transmisión del dolor. A partir de ahí, la búsqueda de una mejor
estrategia analgésica llevó al descubrimiento de que el THC aumenta la
potencia analgésica de diversos opiáceos (Cichewicz , 2004). Asimismo,
se ha determinado también que parte del efecto analgésico del THC está
mediado por receptores opioides , indicando una clara conexión entre los
sistemas cannabinoide y opiáceo en la modulación de la percepción del
dolor. Esta conexión se confirmaría por el hecho de que los opiáceos son
capaces también de potenciar el efecto analgésico inducido por el THC.
Por otra parte , este efecto sinérgico entre los compuestos opiáceos y los
cannabinoides no solo se produce de manera aguda, sino que persiste
tras la administración crónica de los mismos ( Cichewicz, 2004 ). Todos
estos datos avalarían la posibilidad de combinar dosis bajas de opiáceos
y cannabinoides en el tratamiento del dolor canceroso . Esta combina-
ción permitiría conseguir una mayor eficacia analgésica sin necesidad
de alcanzar dosis elevadas de ninguno de ambos productos , lo que con-
llevaría un menor riesgo de aparición de efectos secundarios indeseables
que pusieran en peligro la vida del paciente.

78
LUIS F. CALLADO

El dolor neuropático supone una manifestación de un trastorno en


las vías de transmisión sensorial del dolor producido por diversas cau-
sas: neuropatía postherpética , neuralgia del trigémino , etc. En este tipo
de dolor los analgésicos clásicos han demostrado una pobre o nula efi-
cacia . Por el contrario , se ha descrito que los cannabinoides son capaces
de aliviar potentemente las dos principales manifestaciones del dolor
neuropático : la alodinia ( dolor originado por estímulos no-dolorosos), y
la hiperalgesia (aumento de la sensibilidad a los estímulos dolorosos)
(Piomelli et al., 2000 ). Este hecho se podría deber a que los cannabi-
noides actúan principalmente inhibiendo o liberando una serie de modu-
ladores desde las neuronas y/o tejidos no neuronales . Por ello, su efec-
to analgésico sería más rápido e intenso en tejidos lesionados o
inflamados donde dichos moduladores se encontrarían en cantidades
mucho mayores que en el tejido sano (Carrascosa y Manzanares , 2002).
Actualmente hay estudios en fase III que valoran el efecto analgésico de
la nabilona por vía oral en pacientes con dolor neuropático (Baker et al.,
2003).

3.2. Antiemético

El vómito es un proceso complejo que está mediado por diferentes


mecanismos y que puede ser consecuencia de numerosos procesos pato-
lógicos . La base para el empleo de fármacos específicos en el trata-
miento y la prevención del vómito se encuentra en los conocimientos de
las funciones que desempeñan diferentes transmisores , principalmente
la dopamina y la serotonina , como mediadores de las señales eméticas.
Sin embargo , los fármacos antieméticos de los que disponemos en la
actualidad, a pesar de ser indudablemente efectivos en algunas situacio-
nes, no son capaces de prevenir o atajar la aparición de vómitos en todas
las ocasiones. Así, existen al menos dos procesos en los que el vómito
representa una complicación importante , que es solo parcialmente resuel-
ta por los antieméticos clásicos. Estos dos procesos son la quimiotera-
pia en pacientes cancerosos y el SIDA.
El vómito es el efecto secundario más frecuente de los fármacos
citotóxicos empleados en el tratamiento de pacientes cancerosos. Su
intensidad depende de factores relacionados tanto con tratamiento (tipo
de fármaco , dosis, combinación de fármacos ...) como con el propio
paciente ( edad, sexo ...). Este efecto secundario , además de las propias
molestias que origina al paciente puede ser el causante de la aparición

79
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

de lesiones mecánicas en la mucosa o de alteraciones hidroeléctricas.


Así mismo el vómito postquimioterapia es en muchos casos la razón del
abandono del tratamiento por parte del paciente con las graves conse-
cuencias que ello acarrea. Durante años, el tratamiento más eficaz para
el tratamiento de este tipo de vómitos ha consistido en la asociación de
antagonistas de receptores serotonérgicos, como el ondansetrón, con cor-
ticoesteroides como la dexametasona. Sin embargo, este tratamiento con-
lleva en muchos casos la aparición de efectos secundarios (estreñimien-
to, cefaleas...), no controla los vómitos anticipatorios ni los diferidos y
es muy caro (Barturen, 1998). Es en este contexto en el que la posible
utilización del cannabis y sus derivados para el control de los vómitos
inducidos por la quimioterapia cobra especial interés.
Fue ya en los años 70 cuando se planteó la posible efectividad antie-
mética del cannabis en la quimioterapia (Sallan et al., 1975; Allen,
1976). Así, en los primeros estudios controlados que se realizaron, el
THC demostró un importante efecto antiemético (Sallan et al., 1975;
Chang et al., 1979). En este sentido, una reciente revisión sistemática de
los diferentes ensayos clínicos realizados hasta el momento ha eviden-
ciado que los cannabinoides presentan una eficacia ligeramente supe-
rior que los antieméticos clásicos en el tratamiento de los vómitos indu-
cidos por quimioterapia (Tramer et al., 2001). Por contra, parecen
presentar un mayor porcentaje de efectos secundarios, a pesar de lo cual
los pacientes los prefieren frente a los antieméticos convencionales (Tra-
mer et al., 2001). Esta preferencia se podría deber a otra serie de efec-
tos «beneficiosos» que los cannabinoides producirían en los pacientes
como por ejemplo sedación o euforia. Sin embargo, la alta presencia de
efectos adversos y su severidad (un 5% de los pacientes experimentó
paranoia, un 6% alucinaciones y casi un 13% disforia o depresión) hace
que uno de cada once pacientes tratados con cannabinoides abandonara
el tratamiento (Tramer et al., 2001). Estos resultados indican la necesi-
dad de realizar nuevos ensayos clínicos en los que se valore la utilidad
de los cannabinoides no ya como medicamento principal, sino combi-
nado con los modernos antíeméticos. Esto permitiría reducir las dosis
de ambos para aprovecharnos tanto de los efectos antieméticos como de
otros posibles efectos beneficiosos de los cannabinoides (sedación, eufo-
ria...), sin producir efectos secundarios inaceptables para el paciente. Así
mismo, sería necesario identificar aquellos pacientes que son más
susceptibles de beneficiarse de los efectos antieméticos de los canna-
binoides, pero menos propensos a sufrir sus efectos adversos de tipo
neuropsiquiátrico.

80
LUIS P. CALLADO

3.3. Antiespástico

La espasticidad es un fenómeno complejo caracterizado por mús-


culos tensos o rígidos y reflejos tendinosos profundos exagerados que
interfieren con la actividad muscular, la marcha, el movimiento o el len-
guaje . Esta alteración generalmente resulta de daños en el área motora
del cerebro, que es la porción de la corteza cerebral que controla el movi-
miento voluntario, aunque también puede aparecer asociada a otras pato-
logías como la esclerosis múltiple . Los tratamientos existentes en la
actualidad a menudo proporcionan un escaso alivio y pueden estar limi-
tados por su toxicidad . Como consecuencia de ello, algunos pacientes
han optado por experimentar con terapias alternativas, incluyendo el uso
de cannabis.
En diferentes modelos de esclerosis múltiple se ha demostrado
que la espasticidad estaría controlada por el sistema cannabinoide
endógeno ( Baker et al., 2001). En este sentido , la activación de los
receptores CB1 por parte de los cannabinoides podría tener un efecto
beneficioso en la inhibición de la espasticidad . Cinco estudios clíni-
cos realizados en pacientes con esclerosis múltiple han sugerido que
la administración oral de THC en estos pacientes reduciría la intensi-
dad de varios signos y síntomas de la enfermedad ( Pertwee, 2002). En
particular, se reducirían la espasticidad, la rigidez y el temblor, y se
mejorarían la capacidad de andar y la de escribir. Por el contrario, un
reciente ensayo clínico multicéntrico ha mostrado que el tratamiento
con cannabinoides no mejora la espasticidad asociada con la esclero-
sis múltiple . Sin embargo , este tratamiento si que resultaría benefi-
cioso para estos pacientes mejorando su movilidad y la percepción
que tienen de los efectos de la espasticidad y del dolor asociado (Zaji-
cek et al ., 2003 ). Por todo ello, los cannabinoides debieran ser consi-
derados como una posible alternativa clínicamente útil en el trata-
miento tanto de la espasticidad como de otro tipo de síntomas
relacionados con la esclerosis múltiple . Además, se ha demostrado
que la inhibición de la degradación de los cannabinoides endógenos
produce también un potente efecto antiespástico ( Baker et al., 2001).
Por tanto, los compuestos que inhiben está degradación serían candi-
datos ideales para su utilización como antiespásticos , pues además de
su eficacia clínica en la reducción de la espasticidad, no activarían
directamente los receptores CB1 por lo que carecerían de efectos psi-
coactivos.

81
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

3.4. Tratamiento del Glaucoma

El glaucoma es un síndrome ocular que engloba a distintos proce-


sos patológicos que se caracterizan principalmente por un aumento de
la presión intraocular. Esta hipertensión ocular puede conducir a un daño
irreversible del nervio óptico y a la ceguera. Diversos estudios han
demostrado que tanto el cannabis como varios de sus derivados son capa-
ces de reducir la presión intraocular en pacientes con glaucoma (Jarvi-
nen et al., 2002). Más aun, se ha descrito que el cannabinoide sintético
WIN55212-2, aplicado tópicamente en el ojo, disminuye la presión intra-
ocular en glaucomas humanos resistentes a los tratamientos convencio-
nales (Porcella et al., 2001). En este contexto, el descubrimiento de la
existencia de receptores para cannabinoides en el ojo, y su implicación
en el efecto hipotensor inducido por la aplicación local de cannabinoi-
des ha impulsado una nueva fase en la investigación de las posibilidades
terapéuticas de estos compuestos en oftalmología.

3.5. Estímulo del apetito

La búsqueda de herramientas terapéuticas que aumenten el apetito


se ha visto impulsada en los últimos años por el importante aumento de
prevalencia de enfermedades como la anorexia nerviosa o el SIDA. En
este sentido, a pesar de que los antipsicóticos parecen presentar un cier-
to efecto estimulante del apetito , en general son mal tolerados y produ-
cen importantes efectos secundarios . Otros productos como la hormona
del crecimiento o los anabolizantes han sido también propuestos en este
apartado . De entre ellos, solamente el progestágeno acetato de meges-
trol parece provocar un incremento de peso, pero a expensas de la masa
grasa ( Meana y Ulibarri , 1999).
En este contexto , se ha dirigido la atención hacia el cannabis, pues-
to que su capacidad para estimular el apetito es bien conocida . Así, en
un estudio realizado entre consumidores habituales de marihuana, el
91 % afirmaba comer siempre que la fumaba , un 67% comía tras el con-
sumo aun no teniendo sensación de hambre , y finalmente en un 64% la
marihuana incrementaba la atracción por la comida (Voelker, 1997). A
pesar de ello, el intento de incrementar el apetito mediante la adminis-
tración de THC en pacientes diagnosticados de anorexia nerviosa no ha
resultado exitoso hasta el momento (Gross et al., 1983 ). Por el contra-
rio, el THC si parece ser eficaz para incrementar el apetito en pacientes

82
LUIS F. CALLADO

con SIDA (Meana y Ulibarri , 1999). De hecho, la FDA norteamericana


ha aprobado la indicación del dronabinol en pacientes con SIDA, dado
que este preparado además de disminuir las nauseas y los vómitos en
estos pacientes , incrementa el apetito, previene la pérdida de peso y
mejora el estado de ánimo general.
Actualmente, se está realizando un ensayo clínico en fase III para
comparar la eficacia por vía oral de un extracto de cannabis y THC en
el tratamiento del síndrome de anorexia -caquexia en pacientes con cán-
cer terminal (Duran et al. 2004).

3.6. Neuroprotección

Diversos estudios apuntan que los cannabinoides podrían tener pro-


piedades neuroprotectoras enlenteciendo la progresión de varias enfer-
medades neurodegenerativas . En este sentido se ha descrito una perdi-
da de receptores CB1 en el núcleo estriado, asociada con el inicio de los
síntomas de la enfermedad de Huntington . Sin embargo, se ha visto que
la activación de los receptores restantes por parte de cannabinoides
endógenos podría limitar el desarrollo de la enfermedad ( Laster-Bec-
ker et al ., 2002 ). Del mismo modo, se ha demostrado que la activación
del sistema cannabinoide endógeno puede tener efectos neuroprotecto-
res frente a enfermedades inflamatorias del sistema nervioso central
como la encefalomielitis o la uveítis alérgica ( Pryce et al ., 2003). Por
otra parte , aunque no existen evidencias sobre la posible utilidad tera-
péutica del cannabis y sus derivados en la epilepsia , si que se ha visto
que la administración oral de THC puede hacer desaparecer los tics que
aparecen el síndrome de Tourette ( Muller- Vah1 et al., 2002 ). Finalmen-
te, existen también evidencias experimentales de un efecto neuropro-
tector de los cannabinoides en modelos experimentales de isquemia y
traumatismo cerebral ( Baker et al. 2003 ). Aunque la mayoría de estos
efectos experimentales neuroprotectores parecen ser mediados por el
THC, no se puede descartar la contribución de otros cannabinoides
como por ejemplo el cannabidiol, que ha demostrado tener propieda-
des antioxidantes ( Baker et al. 2003 ). En este sentido , los ensayos clí-
nicos fase II/III con el dexanabinol (un cannabinoide sintético sin efec-
to psicoactivo ) han mostrado resultados preliminares positivos respecto
a su utilidad en traumatismo craneoencefálico ( Knoller et al. 2002;
Duran et al. 2004)

83
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

3.7. Antitumorales

Se ha demostrado que diferentes compuestos cannabinoides son


capaces de inducir la apoptosis (muerte celular programada) de células
tumorales de origen glial (Sánchez et al., 1998). Además, este efecto
parece ser selectivo para las células tumorales y no deberse a una acción
tóxica generalizada . Así, a diferencia de lo que ocurre en las células
tumorales de origen glial, los cannabinoides no producirían la muerte
celular de astrocitos en cultivo (Sánchez et al., 1998). Este comporta-
miento diferencial se podría deber a la capacidad de las células tumora-
les gliales de sintetizar ceramida en respuesta a la acción de los canna-
binoides. De acuerdo con ello, los astrocitos también sufrirían apoptosis
cuando diferentes fármacos no cannabinoides inducen en ellos esta sín-
tesis de ceramida (Guzmán et al., 2001).
Actualmente se esta realizando en el Hospital de La Laguna (Tene-
rife) un ensayo clínico en fase 1/II para evaluar si la administración intra-
craneal de THC reduce el tamaño del tumor y mejora la calidad de vida
de pacientes con glioblastoma multiforme (Guzmán, 2003).

3.8. Otras aplicaciones terapéuticas

A parte de las comentadas anteriormente, en la actualidad se


encuentran en estudio un importante número de posibles utilidades
terapéuticas del cannabis y sus derivados. Por ejemplo, la activación
de los receptores CB1 por parte del fármaco cannabinoide WIN 55212-
2 ha demostrado producir un interesante efecto antitusigeno (Monta y
Kamei, 2003). Por el contrario, el bloqueo de los receptores cannabi-
noides CB1 está siendo investigado en la actualidad como una posible
estrategia en la prevención de la obesidad (Baker et al., 2003). Del
mismo modo, la inactivación de los receptores CB1 por medio de anta-
gonistas cannabinoides parece reducir las propiedades reforzantes de
la heroína, lo que podría ser de utilidad en el tratamiento de los adic-
tos a esta sustancia (Caillé y Parsons, 2003). Por otra parte, el canna-
bis administrado en aerosol produciría un importante efecto broncodi-
latador en pacientes asmáticos. Además, esta vía de administración
evitaría los efectos perjudiciales para los pulmones que provoca el can-
nabis fumado (Duran et al. 2004). Finalmente, se ha sugerido recien-
temente una pgsible implicación del sistema cannabinoide endógeno
en el mecanismo de acción de fármacos ampliamente utilizados en clí-

84
LUIS 1` CALLADO

nica como el anestésico propofol, o los antiinflamatorios no esteroi-


deos indometacina y flurbiprofeno (Fowler, 2004). Estos datos abri-
rían un nuevo campo para la posible utilización terapéutica de los can-
nabinoides.

4. Efectos adversos del cannabis

Sin lugar a dudas el prin--ipal argumento esgrimido en contra de la


posible utilidad terapéutica del cannabis y sus derivados, son los dife-
rentes efectos adversos que el consumo de estas sustancias podría pro-
vocar. Por ello es importante conocer las evidencias sobre los posibles
perjuicios que para la salud puede entrañar el consumo de cannabis, sin
olvidar que en muchos casos estos problemas tienen como referente un
consumo «recreacional» que no tendría porque ser extrapolable a la uti-
lización médica controlada de estas sustancias.

4.1. Efectos agudos

Los efectos indeseables más comunes de un consumo ocasional de


cannabis son la ansiedad y las reacciones de pánico. Estos efectos sue-
len aparecer en gente que se inicia en el consumo y son una causa común
de abandono del mismo (Hall y Solowij, 1998). El consumo de canna-
bis incrementa asimismo el ritmo cardiaco un 20-50%, mientras que la
presión sanguínea aumenta al estar sentados y disminuye en bipedesta-
ción. Sin embargo estos efectos no tienen ninguna importancia clínica
en consumidores sanos porque la tolerancia a ellos se desarrolla rápida-
mente.
Por otra parte, la toxicidad aguda del cannabis es muy baja, y no se
han descrito fallecimientos por sobredosis. De hecho la dosis letal 50
(dosis que produce el 50% de mortalidad en roedores) del THC es extre-
madamente alta en comparación con otras drogas de abuso (Hall y Solo-
wij, 1998). Por ello la intoxicación aguda con cannabis se ha relaciona-
do con síntomas menores como alteraciones de la atención, de la
memoria y dificultad en realizar ciertas tareas psicomotoras; siendo el
mayor riesgo el relacionado con la conducción de vehículos. Por otra
parte también se ha sugerido un mayor riesgo de padecer síntomas psi-
cóticos en aquellas personas más vulnerables debido a una historia pre-
via personal o familiar de psicosis.

85
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

4.2. Efectos crónicos

Se ha sugerido que el consumo de cannabis es mutagénico tanto in


vitro como in vivo, y pudiera ser también carcinogénico . Sin embargo la
relevancia de estos hallazgos para la salud humana es todavía incierta
porque las dosis de THC usadas en los estudios animales han sido muy
superiores a las utilizadas en el consumo humano . Lo que parece claro
es que el consumo elevado de cannabis fumado se asocia con un incre-
mento de la aparición de síntomas de bronquitis crónica, y de ciertos
cambios histopatológicos que podrían desencadenar la aparición de
tumores malignos . Así, se han descrito tumores del tracto aéreo-diges-
tivo en jóvenes adultos con un largo historial de consumo de cannabis
(Sridar et al., 1994).
Se ha descrito que la administración crónica de altas dosis de THC
en animales disminuye la secreción de testosterona, altera la producción
de esperma y trastorna el ciclo ovulatorio (Hall y Solowij, 1998). Del
mismo modo, la administración de cannabis en animales durante el
embarazo reduce el peso al nacimiento . Sin embargo, estudios en huma-
nos no han demostrado que la utilización de cannabis durante el emba-
razo aumente el riesgo de defectos en el feto o altere su desarrollo (Zuc-
kerman et al., 1989).
Finalmente, el uso crónico de cannabis parece producir también lige-
ras alteraciones de la atención , la memoria y la organización e integra-
ción de la información compleja en el cerebro. Sin embargo , estas alte-
raciones son tan sutiles que todavía no está claro en qué grado pueden
afectar la vida diaria de la persona, y si incluso pudieran revertirse tras
periodos largos de abstinencia (Hall y Solowij, 1998).

4.3. Tolerancia y dependencia

En la mayoría de las drogas de abuso el desarrollo de los fenóme-


nos de tolerancia y dependencia aparece de forma paralela. Se ha demos-
trado que la administración crónica de cannabinoides produce el desa-
rrollo de fenómenos de tolerancia para la mayor parte de sus efectos
farmacológicos . Sin embargo, la capacidad de los derivados del canna-
bis para producir dependencia en humanos es un tema aun por aclarar.
Diversos estudios clínicos han demostrado la aparición de tolerancia
en humanos a varios de los efectos farmacológicos del THC . Así, el con-
sumo repetido de THC produciría que con cada nueva dosis se redujeran

86
LUIS P CALLADO

sus efectos subjetivos o cardiovasculares . El desarrollo de este fenóme-


no de tolerancia estaría además relacionado con la cantidad de THC con-
sumida, siendo mayor en los grandes consumidores (Maldonado , 2002).
Se ha descrito la aparición de un síndrome de abstinencia leve-
moderado en consumidores habituales de cannabis que utilizan prepa-
raciones con alto contenido en THC. Este síndrome se caracterizaría por
la aparición de irritabilidad , ansiedad , anorexia , nauseas, e insomnio. Sin
embargo, este síndrome de abstinencia sería tan leve que no alteraría la
vida normal de la persona ( Maldonado , 2002).
Por otra parte, varios estudios clínicos no han encontrado indicios
de un síndrome de abstinencia severo en consumidores crónicos de can-
nabis . Estos datos refrendarían los hallazgos en animales , donde no se
observaban manifestaciones físicas de abstinencia ni siquiera tras la
administración de dosis masivas de THC ( Maldonado , 2002).

5. Conclusiones

La utilización del cannabis y sus derivados debe ser tratada como


una alternativa terapéutica más al margen de prejuicios relacionados con
el consumo lúdico de esta sustancia. No debemos olvidar que en la
mayoría de los casos el futuro del uso terapéutico de los cannabinoides
parece ir ligado a la utilización de compuestos , dosis y vías de adminis-
tración que poco tienen que ver con el consumo recreativo de la planta
del cannabis . Por ello, la decisión final para su aplicación en un deter-
minado paciente debe depender exclusivamente de los mismos criterios
médicos que rigen para la administración de cualquier otro fármaco, es
decir la relación entre toxicidad y eficacia para ese paciente.
Es cierto que para algunas de las patologías en las que los derivados
del cannabis parecen ser eficaces existen otro tipo de fármacos también
eficaces y en algunos casos incluso posiblemente más seguros. Sin
embargo, este hecho no debe ser excusa suficiente para descartar de
antemano la utilización terapéutica de los cannabinoides . Es preciso con-
siderar la complejidad fisiopatológica de algunas de estas patologías y
su elevada incidencia de tal modo que los derivados del cannabis pue-
den ser una herramienta alternativa de gran utilidad ante el fracaso tera-
péutico de los tratamientos estándar en determinados pacientes.
Finalmente , la posibilidad de desarrollar nuevos compuestos can-
nabinoides que mantengan las acciones farmacológicas que los hacen
clínicamente útiles en algunas patologías , pero a los que se despoje de

87
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

los efectos psicoactivos indeseables, parece ser la apuesta de futuro. Del


mismo modo, el desarrollo de nuevas vías de administración para estos
cannabinoides (inhalada en aerosol, rectal, sublingual, transdérmica...)
asegurarían por una parte una absorción mayor y más rápida que la que
se consigue actualmente por vía oral, y evitarían además los efectos per-
judiciales que para el paciente supone el consumo de cannabis fumado.

Bibliografia

ALLEN, T. (1976): «Tetrahydrocannabinol and chemotherapy», New England


Journal ofMedicine 294, pp. 168.
BAKER, D. et al. (2001): «Endocannabinoids control spasticity in a multiple scle-
rosis model», FASEB Journal 15, pp. 300-302.
- (2003): «The therapeutic potencial of cannabis» , The Lances Neurology 2,
pp. 291-298.
BARTUREN, E (1998): «Farmacología e interés terapéutico del cannabis y sus deriva-
dos», en MEANA, J. J. y PANTOJA, L. Edtrs., Derivados del cannabis: ¿drogas o
medicamentos?, Deusto: Instituto Deusto de Drogodependencias, pp. 111-146.
BERRENDERO, F. (2002): «Elementos que forman el sistema cannabinoide endó-
geno» en Guía básica sobre los cannabinoides, Madrid: Sociedad Españo-
la de Investigación sobre Cannabinoides, pp. 23-31.
BRIJNNER, T. E (1977): «Marijuana in ancient Greece and Rome? The literary
evidence», Journal ofPsychedelic Drugs 9, pp. 221-225.
CHILLÉ S. y L. H. PARSONS (2003): «SR141716A reduces the reinforcing pro-
perties of heroin but not heroin-induced increases in nucleus accumbens
dopamine in rats», European Journal of Neuroscience 18, pp. 3145-3149.
CALIGNANO, A. et al. (1998): «Control of pain initiation by endogenous canna-
binoids», Nature 394, pp. 277-281.
CAMPELL, F. A. et al. (2001): «Are cannabinoids an effective and safe treatment
option in the management of pain? A qualitative systematic review», Bri-
tish Medical Journal 323, pp. 1-6.
CARRASCOSA, A. J. y J. MANZANARES (2002): «Cannabinoides y control noci-
ceptivo» en Guía básica sobre los cannabinoides, Madrid: Sociedad Espa-
ñola de Investigación sobre Cannabinoides, pp. 75-82.
CFANG, A. E. et al. (1979): «Delta-9-tetrahydrocannabinol as antiemetic in
patients receiving high-dose methotrexate; a prospective randomised eva-
luation» , Annals ofinternal Medicine 91, pp. 819-824.
CHOPRA, 1. C. y R. W. CHOPRA (1957): «The use of cannabis drugs in India»,
Bulletin ofNarcolics 9, pp. 4-29.
CICHEWITZ, D. L. (2004): «Synergistic interactions between cannabinoid and
opioid analgesics», Life Sciences 74, pp. 1317-1324.

88
LUIS P. CALLADO

DEVANE, W. A. et al. (1992): «Isolation and structure of a brain constituent that


binds to the cannabinoid receptor », Science 258, pp. 1946-1949.
DURÁN, M. et al . (2004): «Novedades sobre las potencialidades terapéuticas del
Cannabis y el sistema cannabinoide », Medicina Clínica 122, pp. 390-398.
FOWLER, C. J. (2004): «Possible involvement of the endocannabinoid system in
the actions of three clinically used drugs », Trends in Pharmacological
Sciences 25, pp. 59-61.
GAONI, Y. y R. MECHOULAM (1964): «Isolation, structure , elucidation and par-
tial synthesis of an active constituent of hashish », Journal of the American
Chemical Society 86, pp. 1646-1647.
GROSS, H. et al. (1983): «A double blind trial of delta-9-THC in primary anore-
xia nervosa », Journal of Clínica] Psychopharmacology 3, pp. 165-171.
GUZMÁN, M. (2003): «Cannabinoids: potential anticancer agents» , Nature
Review Cancer 3, pp. 745-755.
GUZMÁN, M. et al. (2001): «Ceramide: a new second messenger of cannabinoid
action» , Trends in Pharmacological Sciences 22, pp. 19-22.
HALL, W. y N. SOLOWIJ (1998): «Adverse effects of cannabis» , The Lances 352,
pp. 1611-1616.
JARVINEN, T. et al. (2002): «Cannabinoids in the treatment of glaucoma», Phar-
macology & Therapeutics 95, pp. 203-220.
KNOLLER, N. et al. (2002): « Dexanabinol (HU-211) in the treatment of severe
closed head injury: a randomised, placebo-controlled, pírase II clinical trial»,
Critica! Care Medicine 30, pp. 548-554.
LASTER-BECKER, I. et al. (2002): «Alleviation of motor hyperactivity and neu-
rochemical deficits by endocannabinoid uptake inhibition in a rat model of
Huntington 's disease», Synapse 44, pp. 23-35.
MALDONADO, R. (2002): «Tolerancia y dependencia de cannabinoides », en Guía
básica sobre los cannabinoides , Madrid: Sociedad Española de Investiga-
ción sobre Cannabinoides, pp. 121-133.
MATSUDA, L. et al. (1990): «Structure of a cannabinoid receptor and functional
expression of the cloned cDNA», Nature 346, pp. 561-564.
MEANA, J. J. e 1. ULIBARRI (1999): «Acciones farmacológicas y utilidad tera-
péutica de los derivados del cannabis », en J. Cabrera edtr., Cannabis ¡Hasta
dónde!, Madrid: Ediciones Harcourt S.A., pp. 61-79.
MECNOULAM, R. et al . (1995): «Identification of an endogenous 2-monoglyce-
ride, present in canine gut , that binds to cannabinoid receptors », Bioche-
mical Pharmacology 50, pp. 83-90.
MIKURIYA, T. H. edtr. (1973): Marijuana: Medical Papers 1839-1972, Oakland:
Medi-Comp Press.
MORITA, K. y J. KAMEI (2003): «Antitussive efect of WIN 55212-2, a cannabinoid
receptor agonist», European Journal of Pharmacology 474, pp. 269-272.
MUNRO, S. et al. (1993 ): «Molecular characterization of a peripheral receptor
for cannabinoids», Nature 365, pp. 61-65.

89
UTILIZACIÓN TERAPÉUTICA DEL CANNABIS

MULLER-VAHL, K. R. et al. (2002): «Treatment of Tourette's syndrome with


Delta-9-tetrahydrocannabinol (THC): a randomized crossover trial», Phar-
macopsychiatry 35, pp. 57-61.
PERTWEE, R. G. (2002): «Cannabinoids and multiple sclerosis», Pharmacology
and Therapeutics 95, pp. 165-174.
PIOMELLI, D. et al. (2000): «The endocannabinoid system as a target for thera-
peutic drugs», Trends in Pharmacological Sciences 21, pp. 218-224.
PORCELLA, A. et al. (2001): «The synthetic cannabinoid WIN55212-2 decrea-
ses the intraocular pressure in human glaucoma resistant to conventional
therapies», European Journal of Neuroscience 13, pp. 409-412.
PRYCE, G. et al. (2003): «Cannabinoids inhibit neurodegeneration in models of
multiple sclerosis», Brain 126, pp. 2191-2202.
RUSSO, E. (1998): «Cannabis for migraine treatment : the once and future pres-
cription? An historical and scientific review», Pain 76, pp. 3-8.
SALLAN, S. E. et al. (1975): «Antiemetic effect of delta-9-tetrahydrocannabinol
in patients receiving cancer chemotherapy», New England Journal ofMedi-
cine 293, pp. 795-797.
SALLÉS, J. et al. (1998): «Aspectos farmacognósico y etnofarmacológicos de
los productos derivados del cáñamo (cannabis sativa)», en MEANA, J. J. y
PANTOJA, L. Edtrs., Derivados del cannabis: ¿drogas o medicamentos?,
Deusto: Instituto Deusto de Drogodependencias, pp. 15-39.
SÁNCHEZ, C. et al. (1998): «Delta9-tetrahydrocannabinol induces apoptosis in
C6 gliomas cells», FEBS Letters 25, pp. 6-10.
SRIDAR, K. S. et al. (1994): «Possible role of marijuana smoking as a carcino-
gen in the development of lung cancer at an early age», Journal of Psy-
choactive drugs 26, pp. 285-288.
SUGIURA, T. et al. (1995): «2-Arachinodoyl-glycerol: a possible endogenous can-
nabinoid receptor ligand in brain», Biochemical and Biophysic Research
Communications 215, pp. 89-97.
TRAMER, M. R. et al. (2001): «Cannabinoids for control of chemotherapy indu-
ced nausea and vomiting: quantitative systematic review», British Medical
Journal 323, pp. 1-8.
VOELKER, R. (1997): «NIH panel says more study is needed to assess marijuana's
medical use», Journal ofthe American Medical Association 277, pp. 867-868.
WALKER, J. M. et al. (2002): «Endocannabinoids and related fatty acid deriva-
tives in pain modulation», Chemical and Physical Lipids 121, pp. 159-172.
WARE, M. A. et al. (2003): «Cannabis use for chronic non-cancer pain: results
of a prospective survey», Pain 102, pp. 211-216.
ZAJICEK J. et al. (2003): «Cannabinoids for treatment of spasticity and other
symptoms related to multiple sclerosis (CAMS study): multicentre rando-
mised placebo-controlled trial», The Lancet 362, pp. 1517-1526.
ZUCKERMAN B. it al . (1989): «Effects of maternal marijuana and cocaine use
on fetal growth», New England Journal of Medicine 320, pp. 762-768.

90
Capítulo 4
Los usos problemáticos del cannabis:
Un debate abierto , incierto , ¿imposible?

Por
Oriol Martí

Se hace muy dificil escribir sobre el cannabis, tanto desde el punto


de vista histórico, antropológico, farmacológico, toxicológico y epide-
miológico, después que Leslie Iversen (2001) publicara esta auténtica
biblia que lleva por título: Marihuana. Conocimiento científico actual.
Esta afirmación se hace extensiva a sus conexiones con los aspectos jurí-
dicos, religiosos y políticos, vinculados a los usos de esta planta, sus
extractos, alcaloides y derivados químicos artificiales.
El objeto de esta ponencia es plantear la discusión acerca de los usos
problemáticos de esta substancia psicoactiva, que está viviendo unos
momentos de gran éxito social y se ha convertido en un referente en el
debate sobre la problemática de la despenalización y de la ulterior lega-
lización de las substancias psicoactivas.
Para empezar, hemos de preguntamos qué entendemos por uso pro-
blemático de una droga. Acerca de esta cuestión existen algunas contri-
buciones, y voy a realizar una taxonomía de los diversos usos de las dro-
gas, complementando la aportación realizada por Oriol Romaní (1999)
en su texto: Las drogas: sueños y razones.
En primer lugar, nos encontramos con los usos experimentales o
experienciales, que remiten a usos puntuales de una substancia psicoac-
tiva, que es introducida en el organismo como una novedad, para obte-
ner un estado alterado de conciencia de forma puntual y que dificilmente
se repetirá con frecuencia. Romaní ha señalado la importancia que tie-
nen los inductores y acompañantes en esta tipología de usos y cómo la
función de estos es determinante a la hora de explicar cuál será la evo-
lución de los neófitos que se someten al ritual de adquirir un determi-
nado estado de conciencia. Gamella y Álvarez Roldán (1999) han dedi-

91
LOS USOS PROBLEMÁTICOS DEL CANNABIS...

cado mucha atención a estudiar el rol de los inductores , en el caso de los


usos problemáticos de las drogas de diseño , en su trabajo mas conocido.
En segundo lugar, nos encontramos con los usos de carácter instru-
mental, entre los que el mejor ejemplo es el relativo a los usos de medi-
camentos psicoactivos de forma puntual o más o menos continuada. El
tratamiento psicofarmacológico de un trastorno mental ejemplifica esto
que venimos diciendo . Otra forma de uso instrumental es, sin lugar a
dudas, el uso lúdico, mediante el cual el consumidor espera adquirir un
determinado estado de conciencia que le produzca sensaciones de pla-
cer. En el caso de la marihuana , este tipo de uso instrumental ha adqui-
rido en las últimas décadas una gran importancia y ha generado un enor-
me negocio , que se encuentra a caballo de lo legal e ilegal.
En tercer lugar, nos encontramos con los usos reiterativos o habi-
tuales , que son aquellos consumos que practicamos a lo largo de nues-
tra vida cotidiana, que regulamos de forma consistente sin poner en peli-
gro la estabilidad mental y la salud y que , muy a menudo , tienen tanto
un carácter instrumental como de hábito vinculado al bienestar psíqui-
co. La reiteración , es uno de los elementos fundamentales de la vida coti-
diana, y se entrama en nosotros configurando aquello que los demás
denominan que es nuestro carácter. Los comportamientos reiterativos,
en la medida en que están vinculados al Yo, remiten a un control del
sujeto, el cual regula los usos en función de sus necesidades , tal y como
hacemos la inmensa mayoría de los humanos con substancias tales como
el café, el té, etc.
No obstante , la cosa cambia cuando aparecen dos tipos de uso en
los que el deslizamiento hacia la patología se hace cada vez más mani-
fiesto y grave y que, de entrada , me permito adjetivar ya de problemá-
ticos : los usos intensivos y los usos compulsivos, en los cuales los aspec-
tos de la tolerancia, la dependencia psíquica y la dependencia física, han
ganado un enorme espacio en la mente y el organismo de los consumi-
dores . Pero según mi opinión, los usos intensivos no pueden ponerse en
el mismo saco con los usos compulsivos , porque, aún cuando los dos se
vinculan directamente al uso problemático de una substancia, el uso
intensivo hace referencia a un uso continuado , crónico, de intensidad
más o menos alta, que encuentra su mejor ejemplo en el caso del alco-
hólico crónico moderado , que necesita ingestas permanentes de alcohol
sin llegar a la ebriedad manifiesta ; este uso intensivo , desarrollará, de
forma altamente probable, patología en un futuro mas o menos lejano,
en función de las características vinculadas a la variabilidad del consu-
midor, tales como sus características genéticas , sus hábitos de vida coti-

92
ORIOL MARTÍ

diana, su capacidad de enfrentar y resolver sus conflictos psíquicos e


interpersonales, el trabajo que realiza y el ambiente social en que se
mueve.
El uso compulsivo nos obliga a definir qué entendemos por com-
pulsión:

La palabra «compulsión», es la piedra angular alrededor de la


cual se construye el entramado de la dependencia psíquica cuando
deviene patológica. Es un impulso incontrolable que mueve a un sujeto
a realizar actos encaaenados, con una finalidad que es solo aparente,
deforma repetitiva y estereotipada. Estos actos encadenados, persiguen,
bien la producción, bien la evitación de algún acontecimiento que, a
corto plazo, procurará una reducción de las tensiones psíquicas. Origi-
nariamente será buscado como fuente productora de placer o de evita-
ción del dolor, pero su instauración repetitiva dificilmente conseguirá
llegar a producir sensaciones placenteras deforma estable y duradera
(0. Martí 1997).

Se hace necesario ampliar la definición de compulsión, refiriéndo-


nos a este fenómeno de naturaleza psíquica, denominado compulsión a
la repetición, forma de comportamiento que conocemos muy poco. Un
primer indicio nos coloca en uno de los núcleos del análisis de los com-
portamientos compulsivos en los seres humanos: la experiencia nos ense-
ña que, cuando nuestra estabilidad psíquica es puesta a prueba, existe
una tendencia a la producción de comportamientos compulsivos, que se
repiten de forma acumulativa y que, muy a menudo, adquieren, en con-
secuencia, una forma autodestructiva. Sabemos positivamente que los
seres humanos somos puestos a prueba frente a dos tipos de estímulo:
los que proceden del mundo exterior y los procedentes de nuestra reali-
dad interior. Así pues, la compulsión a la repetición, desde una pers-
pectiva psicoanalítica, viene a ser el último medio con el que cuenta el
ser humano para defenderse de aquello que se le hace insoportable, y
que le conducen al vacío absoluto, a la desintegración psíquica.
Muchos descubrimientos realizados desde la neurobiología, la psi-
cofisiología, hasta los trabajos de psicólogos del comportamiento y
antropólogos, han venido a confirmar las intuiciones que Freud desa-
rrolló en el texto que dedica, de forma casi íntegra, al estudio de los
fenómenos compulsivos: Más allá del principio del placer, conectado
con la pulsión de muerte (VV.AA. 2003).
Una primera dificultad se impone a la hora del estudio de los usos
problemáticos de la marihuana y sus derivados: Al ser una substancia

93
LOS USOS PROBLEMÁTICOS DEL CANNABIS...

ilegal, y no haber pasado de la producción más o menos (cada vez menos


que más) artesanal, se ha hecho imposible, desde el punto de vista epi-
demiológico, estar en posesión de la abrumadora cantidad de datos que
poseemos en la actualidad sobre los usos intensivos y compulsivos del
alcohol, el tabaco, o los tranquilizantes y antidepresivos. Está primera
dificultad es de gran importancia. Decía Kelvin que cuando podemos
medir un fenómeno ya sabemos algo acerca de su naturaleza y para ser
sinceros, los datos de los que somos poseedores no ofrecen ni la canti-
dad ni la calidad ni están libres de importantes sesgos que los deforman.
Para que se entienda mejor este déficit pondré un ejemplo conocido por
todas las personas que asistimos á esta reunión.
A partir de la década de los 70, el uso de drogas por vía parenteral,
dejó de ser una forma de consumo minoritaria y se fue convirtiendo, a
finales de esa década, en una auténtica epidemia, que produjo una ele-
vada mortalidad que obligó a sociólogos, epidemiólogos y salubristas, a
que hicieran un esfuerzo parecido al realizado con el tabaco o el alcohol
en lo relativo a la adicción a los opiáceos, y en particular la heroína. La
necesidad de un abordaje epidemiológico en profundidad se hizo más
patente cuando, a caballo de las décadas de los 70 y 80, apareció el SIDA
y, su expansión rápida, se vinculó a los usos compulsivos de opiáceos,
y al intercambio de las jeringuillas entre las personas que padecían esta
adicción.
Pero en el caso de la marihuana la cosa cambia por completo. La
epidemiología, vinculada a los usos crónicos y compulsivos, es prácti-
camente inexistente, se vincula a estudios focalizados y se hace dificil
extraer conclusiones generales, porque, como es bien sabido, uso inten-
sivo y uso compulsivo no pueden separarse de dos aspectos que modu-
lan el efecto de una substancia psicoactiva, no sólo sobre el cerebro, sino
sobre el organismo en su conjunto: el método usado para la ingesta de
la substancia y la vía de entrada de la misma. A ello hay que añadir las
concentraciones reales de alcaloides psicoactivos, que realizarán sus
efectos en receptores específicos. Si algo falta en el caso de la marihua-
na son estudios monumentales y consistentes, como los realizados en la
década de los 50 y 60 del siglo xx, por Hammond y Horn y Doll y Hill,
sobre las relaciones entre usos intensivos y compulsivos del tabaco y las
patologías que habitualmente les asociamos: enfermedad pulmonar obs-
tructiva crónica, enfisema, cáncer de labio, laringe y pulmón y, final-
mente, patología cardiovascular (R. Doll y A. B. Hill (1988). Se podrá
argumentar que existen referentes epidemiológicos en el caso de la
marihuana, pero lo que afirmo es que no tienen, ni de lejos, la monu-

94
ORIOL MARTÍ

mentalidad, la duración y sobretodo, la facilidad de diseño epidemioló-


gico que tienen los citados anteriormente , relacionados con el tabaco.
De hecho, el mundo occidental fue durante décadas el campo de reali-
zación de un auténtico experimento natural, que fue la extensión del uso
del tabaco, consumido en forma de cigarrillos prensados, y esto permi-
tió que clínicos y epidemiólogos pudieran dar la alerta sobre las conse-
cuencias de su uso crónico, intensivo y compulsivo.
Varios hechos han dificultado y lo siguen haciendo la obtención de
datos epidemiológicos amplios y fiables sobre los usos crónicos y com-
pulsivos del cannabis : Al ser una substancia ampliamente usada en zonas
del planeta, en los que el servicio de registro de datos sanitarios no están
tan desarrollados como en los países industriales, se hace imposible tener
datos fiables. Por otra parte, la dificultad de disociar unos usos, propia-
mente terapéuticos, de otras tipologías de uso (recreativos, etc.), hace
muy dificil poder avanzar por el camino que hace más de cien años se
abrió en el campo de las substancias opiáceas, y que fue un gran avan-
ce para toda la humanidad. En el caso de la marihuana, está presente un
aspecto, consistente en una mitificación irracionalista , por parte de
muchas personas que la usan con fines recreativos, que sesgan la per-
cepción de los efectos que la substancia les produce, y que no dudan en
pregonar a los cuatro vientos todas las virtudes reales o supuestas de la
planta que es objeto de nuestro interés, silenciando cualquiera de los
inconvenientes que su uso produce. En relación a este último punto,
resulta inquietante el boom que estamos viviendo de promoción de todo
lo relacionado con la marihuana que, bajo tintes supuestamente progre-
sistas y de izquierdas, esconden argumentos propiamente comerciales y
acientíficos, donde las virtudes son absolutamente identificadas y los
posibles problemas, derivados de usos no recreativos ni lúdicos, sino
intensivos y compulsivos, son obviados con una frivolidad manifiesta.
Se mezclan, además, reivindicaciones justas que responden a necesida-
des del cuerpo social, con el más absoluto desprecio a lo que las cien-
cias médicas y sociales saben hoy en día sobre el cannabis.
Así pues, el hecho de que el cannabis se consuma básicamente
fumado determina con toda seguridad formas de patología respiratoria
que no podemos pasar por alto, máxime cuando aún conocemos muy
poco la acción de los centenares de compuestos químicos que se han ido
aislando de los cuales unas decenas son psicoactivos . Todo lo estudiado
en el caso del tabaco, relativo a la temperatura de combustión, los
flujos aéreos, la densidad y duración de las inspiraciones, merece ser
reportado y aplicado también en el caso de las personas que fuman la

95
LOS USOS PROBLEMÁTICOS DEL CANNABIS...

planta cannabacea o cualquiera de sus variedades, extractos o derivados


(J. Sallés, J. Mato y G. Renobables 1998).
Otro aspecto que nos obliga a cuestionar esta expresión de irracio-
nalismo, vinculada a los usos recreativos del cannabis, remite a dos
aspectos que no podemos pasar por alto: el descubrimiento del sistema
cannabinoide endógeno , el rol de las anandamidas y las cada vez más
seguras vinculaciones de un tipo de receptores vinculados al sistema
inmunitario , los receptores CB2, todo ello obliga a una cuidadosa revi-
sión de la idea de que usos intensivos y compulsivos no serian peligro-
sos. Este sistema cannabinoide endógeno no puede disociarse de otros
complejos sistemas neuroreguladores , como el sistema neuroendorfini-
co, entre otros , vinculado a los opiáceos y sabemos poco de las interac-
ciones entre estos sistemas complejos (J. A. Ramos y J. Fernández 1998)
(De Miguel et alt. 2003).
Es bien conocida la relación entre un determinado perfil psíquico y
una estructura de personalidad con los usos de determinadas substan-
cias, al extremo que podemos vincular que, en función de estos, una per-
sona determinada tendrá más probabilidades de devenir consumidora
intensiva o compulsiva de unas drogas y no de otras . Factores sociales
como la profesión , o determinadas situaciones de estrés modulan de
forma decisiva que la psique del sujeto establezca una relación especial
con una determinada substancia, que va más allá del uso propiamente
no problemático (Korman 1995 ). Desde este punto de vista, se ha aso-
ciado el carácter de los consumidores de cannabis a personas que, por
sus condiciones , buscan tanto una cierta euforia como unos efectos rela-
jantes que permitan un estado mental conectado con la serenidad, la
introspección y un cierto aislamiento . Desde este punto de vista, no
podemos menospreciar el efecto del consumo crónico sobre los proce-
sos cognitivos , que han sido relatados magistralmente por Lundqvist,
que señala cuatro procesos que se pueden observar en consumidores cró-
nicos, que no se contradicen con observaciones o estudios anteriores ni
con los trabajos de Iversen:

la. Probando el cannabis se puede conseguir una intoxicación


aguda y experimentar el significado de este estado comparación con el
estado normal de conciencia.
lb. Fumar cannabis con frecuencia superior, cada seis semanas
crea un cambio de conciencia hacia la pasividad, la irreflexión y la obtu-
sidad. El consumidor se acostumbrará gradualmente a lo que será su
nuevo 'estado normal de conciencia . La importancia de la intoxicación
aguda será entonces experimentada en comparación a este estado alte-

96
ORIOL MARTÍ

rado de conciencia . El consumidor de cannabis obtendrá una sensación


de utilidad y una sensación de ser normal, posibilitándole, de este modo,
realizar tareas diferentes . Al principio se juma para estar «colocado»
pero después de un cierto tiempo (individual) se tiene que fumar para
estar normal y para conseguir así buenas sensaciones.
2. La influencia del consumo crónico afecta al proceso cogniti-
vo, de talforma , que no puedes cuestionar o criticar tu comportamien-
to y, por lo tanto, serás incapaz de cambiarlo si es necesario. Esto crea-
rá un «patrón de eannabis », una identidad nueva , que es un proceso
continuamente funcionante o .funcional. Cuando más duradero sea el
consumo mantenido más fuerte será el «patrón de cannabiss . Nosotros
hemos notado que son necesarios alrededor de unos dos años de con-
sumo regular para establecer completamente este «patrón de cannabis».
3. El cannabis aumenta las sensaciones negativas , algo a lo que
el consumidor de cannabis no puede hacerfrente debido a su forma con-
creta de pensar, lo que le causa ansiedad. La única solución esfumar
cannabis de nuevo con el fin de deshacerse de las malas sensaciones.
Estas sensaciones no desaparecen , reaparecen y de esa forma se impo-
ne la necesidad de continuar fumando.
4. Durante una crisis general de pubertad negativa , el cannabis
ayuda al adolescente a observar su ambiente . Un pseudodesarrollo
reemplazará a la madurez natural y no continuará madurando hasta el
cese del consumo de cannabis (T. Lundgvist 1998)

Este trabajo que, más que citado , merece ser leído con mucha aten-
ción , me ayudó cuando lo estudié a entender mejor a mis pacientes adic-
tos crónicos al cannabis , y lo que es más importante , me permitió ree-
valuar mejor la literatura sobre patologías duales, trastornos limites de la
personalidad y las vinculaciones que tienen con el consumo crónico de
cannabis , substancia usada en dosis altas por adolescentes y jóvenes con
problemática psicológica y/o psiquiátrica , en la que la droga se entrama
como substancia autocalmante . El cannabis , puede llegar a ser consu-
mido compulsivamente de forma no distinta a como los pacientes men-
tales muy graves , básicamente esquizofrénicos , suelen consumir nicoti-
na en dosis elevadas (A. Markou y P. J. Kenny 2003 ). Sobre esta cuestión
tan corriente en la clínica de drogodependientes , el factor edad es cru-
cial para comprender que la acción del cannabis no es banal y, si bien es
cierto que esta substancia suele dejarse de consumir antes de los 25 años
y deforma escalonada en el tiempo , muy a menudo, los efectos crónicos
ya están instaurados y la recuperación se hace muy complicada. Este
subconjunto de jóvenes que se encuentran en una situación psíquica bor-
derline, es sin duda la población más vulnerable a los efectos del con-

97
LOS USOS PROBLEMÁTICOS DEL CANNABIS...

sumo de cannabis que puede devenir crónico, incluso compulsivo y ser-


vir entonces de catalizador del desencadenamiento de patologías psi-
quiátricas que se encontraban más o menos compensadas.
Afirmar, pues, que el consumo es esencialmente positivo o inocuo,
es algo que no tiene la menor fundamentación, máxime cuando una valo-
ración únicamente positiva no discrimina entre consumidores que se ins-
talarán en usos propiamente recreativos de los que trascenderán a con-
sumos crónicos o incluso compulsivos. La cosa se complica cuando
sabemos desde hace mucho tiempo como Anna Freud nos enseñó la
extrema fragilidad de la condición adolescente. Pienso qué muchos
defensores del libre uso del cannabis deberían meditar sobre estas cosas,
no sólo por sus implicaciones sanitarias, sino también por las implica-
ciones sociales, educativas y, sobretodo, políticas qué tienen. Un deba-
te para la apertura del uso del cannabis ha de utilizar el saber acumula-
do en el estudio de los usos crónicos y/o compulsivos de otras
substancias y no negarlos como si el cannabis fuera algo aparte. Desde
todos los ámbitos de las ciencias de la salud se preconiza que del can-
nabis sabemos aún muy poco. Conviene que seamos prudentes, cosa que
no implica ser reaccionarios ni estar en contra de cosas que acabarán
produciéndose porque, parafraseando al poeta catalán J. V. Foix «Las
sabe todo el mundo y son profecía...». Pero es necesario que se funda-
menten en el conocimiento riguroso y no en pura ideología que solo va
en contra de los intereses de lo que dice, supuestamente defender.

Bibliografia

DOLL, R. y HILL, A. B. (1988 ): « El hábito de fumar y el carcinoma de pulmón:


Informe preliminar ( 1950)». British Medical Journal. Editado en lengua
castellana en: El desafio de la epidemiología (OPS). Washington. EE.UU..
FREUD, A. (1999): El yo y los mecanismos de defensa . Barcelona : Paidós.
FREUD, S. ( 1992): Más allá del principio del placer. Obras completas. Buenos
Aires: Amorrortu.
GAMELLA, J.; ÁLVAREZ ROLDÁN, A. ( 1999): Las rutas de síntesis y nuevas cul-
turas juveniles . Barcelona : Ariel.
IVERSEN, L. (2001): Marihuana . Conocimiento científico actual . Barcelona:
Ariel.
KORMAN, V. ( 1995): Yantes de la droga ¿ qué? Barcelona : Grup Igia.
LUNDQVIST, T. (1998): « Disfunciones cognitivas observadas en consumidores
de cannabis durante el tratamiento ». En VV.AA. Derivados del cannabis,
¿ drogas o medicamentos ? Bilbao: Deusto.

98
ORIOL MARTÍ

MARKOU, A.; KENNY, P. J. (2003): « Neuroadaptaciones a la exposición crónica


a las drogas de abuso: Importancia para la sintomatología depresiva obser-
vada en distintas categorías diagnósticas psiquiátricas ». Avances Neuro-
cientificos y realidad clínica VII.
MARTÍ, 0. (1997): Todo lo que quisiste saber sobre la dependencia a las drogas
y nunca te atreviste a preguntar. Hondarribia : Hiru S.L.
(2003): «Compulsió a la reptició : el "Més enllá del principi de plaer" revi-
sitat ( que no revisat ) a les portes del segle XXI». En AA.VV Más allá del
principio del Placer: sobre el masoquismo, el desenvestimiento y la des-
tructividad. Barcelona : Gradita.
MIGUEL, R. DE; CEBEIRA, R.; HERNÁNDEZ, M. L.; FERNÁNDEZ-RUIZ, J. J.;
RAMOS, J. A. (2003): «Efecto de la exposición a los canabinoides sobre el
desarrollo del sistema canabinoide endógeno ». Avances Neurocientificos y
realidad clínica VII.
RAMOS, J. A.; FERNÁNDEZ, J. (1998): « En búsqueda del sistema cannabinoide
endógeno : las anandamidas ». En VV.AA. Derivados del cannabis, ¿drogas
o medicamentos ? Bilbao : Deusto.
ROMANI, 0. (1999): Las drogas : sueños y razones . Barcelona: Ariel.
SALLÉS, J.; MATO, S.; RENOBALES, G. (1998): «Aspectos farmacognósicos y
etnofarmacológicos de los productos derivados del cáñamo ( Cannabis sati-
va)». En VV.AA. Derivados del cannabis , ¿ drogas o medicamentos? Bil-
bao: Deusto.
VVAA. (2003): Más allá del principio del Placer: sobre el masoquismo, el
desenvestimiento y la destructividad. Barcelona : Gradita.

99
1
II. LEGISLACIÓN
Capítulo 1
Actitudes internacionales sobre el cannabis
y sus aplicaciones en la Unión Europea

Por
Danilo Ballota
Lorena Crusellas

1. Introducción

Desde principios del siglo xx, el control Internacional del cannabis


y los principales Tratados Internacionales , firmados y ratificados por
más de 180 países de todo el mundo , están directamente relacionados
con la historia de la prohibición del cannabis en los EEUU que impuso
un control global del cannabis.
Actualmente , la mayoría de los países europeos han hecho objeto de
revisión sus respectivas políticas y perspectivas sobre el uso de canna-
bis, reflejando un cambio desde una óptica más represiva a una socio-
sanitaria , basado en la idea de que «el tratamiento es mejor que el cas-
tigo y la prevención es mejor que el tratamiento».

2. El control Internacional de cannabis

2.1. EEUU. Inicio del control de cannabis

Hasta principios del siglo xx , la marihuana era una sustancia


desconocida en los EEUU'. La drogadicción existía , pero era algo
accidental relacionada en la mayoría de los casos con el abuso de

' Se utilizaba el cáñamo pero no se conocía el uso estupefaciente de la planta fe-


menina.

103
ACTITUDES INTERNACIONALES SOBRE EL CANNABIS...

alcohol o de heroína y cocaína , ocasionada por la sobremedicación


y por el uso de elixires que contenían estas sustancias (Withebread
1999).
Solamente después de la revolución mexicana de 1910, la marihua-
na es introducida poco a poco en la cultura americana por los emigran-
tes mejicanos '. El prejuicio social hacia los recién llegados Hispano-
Americanos y Africano- Americanos, se relacionan también con esta
sustancia y con los terribles crímenes que les fueron atribuidos . El miedo
a la marihuana se difunde , su uso provocaría violencia, crimen y otros
comportamientos sociales peligrosos , cometidos por las comunidades
racialmente inferiores o por las clases más bajas. Las expresiones aso-
ciadas a la marihuana en los carteles y en las publicaciones son asesi-
nato, locura, muerte. Los mensajes difundidos por la prensa y el cine
reflejan también este miedo : la marihuana conduce a matar (película de
1929, High on the Range) o te vuelve loco (película de 1936, Reefer
Madness).
En 1930 se crea la Oficina Federal de Narcóticos (Federal Bureau
ofNarcotics), ésta incitó fuertemente el debate sobre la peligrosidad de
la marihuana , provocando una lucha contra la sustancia a nivel nacional
e internacional . Su jefe, Harry J. Anslinger, desarrollará una labor espe-
cífica en la lucha contra la marihuana Americana, durante más de trein-
ta años (Bewley-Tailor 1999).
Los mensajes contra la marihuana continúan a privilegiar la idea de
que el consumo de marihuana provoca directamente o indirectamente
muerte o locura , extendiéndose , gracias al trabajo de la Oficina Federal
de Narcóticos , a todos los campos sociales ( los periódicos , las asocia-
ciones, el cine, etc.)
En 1937, la Marijuana Tax Act impone el pago de un impuesto sobre
el consumo de marihuana . Sin embargo , la marihuana no se prohibe
directamente ; en teoría es posible conseguirla con las estampillas de un
dólar, lanzadas por el ministerio de finanzas . En realidad se pide a los
médicos que desean comprar la estampilla, que informen a la Oficina
Federal de Narcóticos, en detalle jurado y atestiguado , el nombre y
la dirección del paciente , la naturaleza de la enfermedad, las fechas y la
cantidad prescrita , etc. La inaplicación de estas normas es castigada con

Z Se conoce el uso recreativo, religioso o médico desde milenios (Herer, 1994, Kayo,
1982). Las primeras acciones contra el uso de marihuana reportadas por la prensa de la
época, se registran en 1898 asociadas a la banda de Pancho Villa en México (Golbov 2003).

104
DANILLO BALLOTA Y LORENA (RESELLAS

penas de prisión y elevadas multas, por lo que, en la práctica, la marihua-


na es ilegal en los EEUU en 1937.
A pesar de esto, existía una parte de la opinión pública que quería
analizar mejor los efectos de la marihuana y que pedían una evalua-
ción de sus riesgos y efectos. Entre ellos, el alcalde de Nueva York,
Fiorello La Guardia, que en 1938 encarga un estudio científico' Los
resultados de la investigación divulgados en 1944, atestan que el uso
de la marihuana no inducía violencia, locura o crímenes sexuales, ni
producía adicción de otras drogas y que «la publicidad referente a los
efectos catastróficos del consumo de marihuana en Nueva York es
infundada»'.
Obviamente, la política del gobierno de lucha contra la marihua-
na continuó más resoluta que antes. Los resultados del informe La
Guardia fueron fuertemente criticados y con ello el alcalde y la Aca-
demia de Medicina. La marihuana es asociada con la adicción a otras
substancias, todas igualmente peligrosas. Finalmente en 1956, la ley
federal sobre el control de narcóticos equipara la marihuana a la hero-
ína y a las otras drogas. La posesión de marihuana, desde la primera
infracción, lleva una pena mínima de 2 hasta 10 años de cárcel con una
multa de hasta 20.000 dólares. Los estados pueden llegar más lejos;
por ejemplo, en Missouri una segunda infracción es condenada con
cadena perpetua.
Hasta nuestros días, la política americana sobre la marihuana con-
tinúa en esta línea, proponiendo la guerra a las drogas como principio
de base del enfoque del gobierno sobre todo de los estupefacientes.
Según Bewley-Tailor (1999) esta política influenció después de la II
Guerra Mundial la formación de la política de control de los estupefa-
cientes a escala internacional.

' La Academia de Medicina de Nueva York es encargada de «examinar el proble-


ma de la marihuana e informar de los asuntos relacionados con esta forma de adicción y
con la necesidad de su control».
Resultados: 1) La práctica de fumar marihuana no conduce a la adicción en el sen-
tido médico de la palabra. 2) La venta y la distribución de marihuana no están bajo con-
trol de algún grupo organizado. 3) El uso de la marihuana no conduce a la adicción de
morfina, de heroína o de cocaína y no hay intentos de crear un mercado para tales narcó-
ticos estimulando el consumo de marihuana. 4) La marihuana no es el factor determinan-
te de los principales crímenes . 5) Fumar marihuana no es algo extendido entre los niños
en los colegios. 6) La delincuencia juvenil no se asocia al consumo de marihuana. Estu-
dio disponible a http:www.druglibrary.orglischaffer/Library/studes/lag/lagmenu.htm

105
ACTITUDES INTERNACIONALES SOBRE EL CANNABIS...

2.2. El control en los demás países y los Acuerdos Internacionales

En los países occidentales las leyes sobre drogas en general y las


leyes sobre cannabis en particular, no fueron aplicadas hasta finales de
los años 60. Sin embargo, en muchos de estos países, incluso sin existir
problemas sociales relacionados con el uso de marihuana', la legislación
fue revisada de acuerdo con los tratados internacionales, para poder
incluir la marihuana entre las substancias prohibidas o colocarla bajo con-
trol criminal'. Por ejemplo, en 1963, los Países Bajos contaban con una
legislación nacional de drogas y obligaciones internacionales para luchar
contra las drogas, pero no tenían problemas de drogas (Wever 1999).
A finales de los años 60, la prevalencia de cannabis y las acciones
de represión estallan en la mayoría de los países occidentales. El canna-
bis se convierte en la primera droga ilícita en términos de represión. Por
ejemplo, en los años 70 en Canadá, la posesión de cannabis llega a repre-
sentar el 90% de todas las infracciones por drogas. Los años 70 son tam-
bién años de protestas contra el poder y la autoridad. La resistencia y los
desaflos socio-políticos sobre la prohibición de cannabis, son el resul-
tado de varias iniciativas para investigar y descubrir de forma científica,
los efectos de los derivados del cannabis, el riesgo para la salud y las
implicaciones sociales.
En muchos países se organizan comisiones de alto nivel para estudiar
el problema. Por ejemplo, en el Reino Unido (Wootton, 1968), en Canadá
(Le Dain, 1972), en EEUU (Shafer, 1972), en Australia (Baume, 1977), en
los Países Bajos (Hulsman y Baan, 1971/1972). Los resultados de todas estas
investigaciones van en una dirección uniforme, proponiendo regular el can-
nabis separadamente de otras drogas y no controlar criminalmente el uso
personal de la marihuana. Las recomendaciones fueron adoptadas solamente
en la política del gobierno Holandés y en el Opium act, aprobado en 1976.
Esta situación es reflejada en los Acuerdos Internacionales que
desde inicios de 1990, contemplan los esfuerzos de algunos países
(EE.UU. en cabeza) por controlar el cannabis, también a nivel suprana-

' En los años 60, no había prevalencia de uso de cannabis, ni problemas sociales o
de salud relacionados con esta sustancia y se registraban muy pocas condenas por infrac-
ción de la ley. En Alemania había una media de 100 condenas por año, en Canadá un total
de 261 (la mayoría por heroína).
e Suiza, leyes para el control de narcóticos de 1924 y 1951; Alemania, Ley del Opio
de 1929; Países Bajos, Ley del Opio de 1953; Australia, 1928-1937; Canadá, ley sobre
opiáceos y otras drogas de 1925.

106
DANILLO RALLO VA Y LORENA ('RUSIALAS

cional inclusive sin evaluación científica seria , previa del riesgo y peli-
gro para la población y la sociedad '. En 1925, el cannabis es incluido,
por primera vez, bajo el control internacional en la Segunda Conferen-
cia sobre Opio en Ginebra . Se les exige a los Estados miembros , limitar
el uso sólo para fines médicos y científicos y controlar con estos fines,
su producción , importación y exportación.
Los tratados posteriores ' mantuvieron la situación de control sobre
el cannabis, hasta la Convención de las Naciones Unidas de 1961, que
reemplaza con un único instrumento , todos los tratados adoptados hasta
el momento en materia de drogas y representa el marco internacional
actual de control sobre estupefacientes9.
Esta Convención , clasifica los narcóticos entre ellos el cannabis y
sus derivados . Pero curiosamente , el cannabis se incluye en la Lista 1 y
en la Lista IV En la Lista 1 , entre las sustancias con características adic-
tivas que presentan un serio riesgo de abuso y que están conforme a
todas las medidas de control aplicables a las drogas bajo la convención.
En las Lista IV, entre las sustancias que son particularmente capaces de
ser sustancias de abuso y de producir efectos perjudiciales para la salud10.

Los delegados Egipcio y Turco proponen incluir el cannabis en la lista de nar-


cóticos que serán objeto de trabajo durante la conferencia . La sugestión del delegado bri-
tánico de esperar por los resultados de la investigación del comité consultivo ( iniciada en
agosto de 1924 ), es recusada y por eso , se solicita a un subcomité de doctores , profesores
y personas con experiencia ministerial o administrativa en salud pública para posicionar-
se al respecto . Todos, a excepción de 3 miembros ( Gran Bretaña , Países Bajos e India) se
mostraron favorables a la prohibición completa de la producción y del uso de la resina de
los cáñamos ( hashish ). En contra de la opinión del delegado británico Malcom Delevin-
ge, de no existir análisis suficientes sobre el efecto de esta droga y del delegado indio que
reclamaba la costumbre en su país de ser un uso social y religioso.
' International Convention for Limiting the Manufacture and Regulating the Dis-
tribution of Narcotic Drugs, signed at Geneva , 13 July 1931.; The Convention of 1936 for
the Suppression of the Illicit Traffic in Dangerous Drugs.; Agreement for the Control
of Opium-smoking in the Far East , signed at Bangkok on 27 November 1931; Protocol of
1946 amending the Agreements , Conventions and Protocols en Narcotic Drugs, conclu-
ded at The Hague on 23 January 1912; at Geneva on 11 February 1925 and 19 February
1925 and 13 July 1931; at Bangkok on 27 November 1931, and at Geneva on 26 June
1936.; Protocol , signed at Paris on 19 November 1948, bringing under international con-
trol drugs outside the scope of the Convention of 13 July 1931 for Limiting (he Manufac-
ture and Regulating the Distribution of Narcotic Drugs, as amended by the Protocol sig-
ned at Lake Success on 11 December 1946.
Convención de 1961, p. 1.
10 Convención de 1961, p. 1.

107
ACTITUDES INTERNACIONALES SOBRE EL CANNABIS...

El cannabis, como la heroína, recibe entonces una atención doble en su


clasificación oficial internacional.
En virtud del artículo 4.c de esta Convención, el uso del cannabis
(como el de todas las drogas clasificadas) debe limitarse a fines médi-
cos y científicos. Así, si las Convenciones no mencionan el simple uso entre
las infracciones «castigadas (..) con penas de prisión o con otras penas
de privación de libertad», como es el caso para otras infracciones por:
posesión, oferta, distribución, puesta en venta, etc. (art. 36, la)", resul-
ta claro que cualquier uso fuera de lo previsto por las Convenciones y,
en particular, el uso recreativo, puede considerarse una violación del
espíritu de las normas internacionales12.
En consecuencia, si este marco internacional establece la prohibición
del uso de cannabis (y otras drogas) para fines no médicos o científicos,
por el contrario, es menos explícito sobre el tipo de medidas que conviene
adoptar ante el uso ilícito. La cuestión de si el uso personal debe conside-
rarse como una infracción penal o no, ha dado mucho de que hablar desde
que en 1988, la Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico de
drogas, introdujo por vez primera, la necesidad de los Países de conferir,
«a reserva de sus principios constitucionales y conceptos fundamentales
del sistema jurídico», el carácter de infracción penal a la posesión, la adqui-
sición y el cultivo de los estupefacientes para uso personal (art.3.2).
La norma decretada parecería a priori inequívoca: las sanciones pre-
vistas para la posesión para uso personal deben ser de carácter penal.
Pero, un análisis más profundo de la estructura del artículo y especial-
mente, su Comentario Oficial13, hacen pensar que la norma no tiene una
interpretación unívoca.

" Convención de 1961 , Artículo 36 «PENAL PROVISIONS» : « 1. (a) Subject lo


its constitucional limitations , each Party shall adopt such measures as will ensure that cul-
tivation , production , manufacture. extraction , preparation , possession , offering, offering
for sale, distribution , purchase, sale, delivery on any terms whatsoever, brokerage, dis-
patch , dispatch in transit, transpon, importation and exporiation of drugs contrary lo the
provisions of chis Convention , and any other action which in the opinion ofsuch Party may
be contrary lo che provisions of this Convention, shall be punishable offences when com-
milted intentionally, and that serious offences shall be liable lo adeguate punishment par-
ticularly by imprisonment or other penalties ofdeprivation ofliberty».
`Z B. De Ruyver, G. Vermeulen , T. Vander Beken , F. Vander Laenen, K. Geenens,
Multidisciplinary Drug Policies and che UN Drug Treaties, /nstitutefor internacional rese-
arch on criminal Policy, Gent University, Maklu, 2002, p. 23.
" Nations únies ( ONU), Commentaires de la Convention de 1988 contre le trafic
illicite de stupéfiants et de substances psychotropes , ( page 45 version fr.), New York 2000

108
DANII 1 0 BAIL OfA Y LORLNA ('R1 iSi l LAS

En primer lugar, hay que tener en cuenta que este artículo invita a
los países signatarios a conferir a la posesión de estupefacientes el
«carácter de infracción penal», bien sea en el apartado 1, en el caso de
posesión con fines de oferta, o en el apartado 2, en el caso de posesión
para uso personal. Pero en este apartado 2, existen cláusulas de salva-
guarda «a reserva de sus principios constitucionales y conceptos funda-
mentales del sistema jurídico». En efecto, en el caso del tráfico de estu-
pefacientes (delito percibido como más grave que el simple uso), el
apartado 1 no prevé similares «cláusulas de salvaguarda»14. El efecto de
estas cláusulas parece dejar así a los países signatarios un mayor mar-
gen de maniobra en la determinación de las sanciones por infracciones
por uso personal que por infracciones de tráfico15.
Según el Comentario oficial de las Naciones Unidas sobre este artículo,
el espíritu del artículo 3 es «la mejora de la eficacia de los sistemas naciona-
les de justicia penal en el ámbito del tráfico de drogas». Ya que, si se siguen
las normas generales relativas a la interpretación de los Tratados (Conven-
ción de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969), que obligan a los
Estados signatarios a interpretar las normas de los convenios «de buena fe»
y «a la luz de sus objetivos principales»') seria necesario deducir que la incri-
minación penal de la posesión para uso personal prevista por este artículo,
puede considerarse como una medida que se destina exclusivamente a la
mejora de la represión del tráfico internacional de drogas y no al simple uso17.
En conclusión podemos decir, después de una amplia revisión de la
literatura jurídica` al respecto, que los países deben prohibir todos los

" En este caso, es necesario referirse al apartado 4 que estipula que las sanciones
deben tener en cuenta la gravedad de las infracciones y prever penas de cárcel u otras penas
privativas de libertad la imposición de multas y la confiscación.
The Police Foundation, Report ofthe Independent inquiry finto the Misuse of
Drugs Act 1971, l.ondon , 2000. p. 13.
16 «Institut Suisse de droit comparé (site web http://isde.ch/f/default.asp), Conso-
lidated legal opinion concerning the compatibility of proposed national narcotics laws with
relevant international conventions (2001). La Convention de Vienne sur le droit des ira¡-
tés est disponible á http://www.admin.clvch/f/rs/0_ 11 l/»
" Observatoire européen des drogues et des toxicomanies (2001), Les consomma-
teurs de drogues et la législation au sein de I'UE - Un équilibre entre sanction et traite-
ment, Objectif Drogue, at http://www.emcdda.org/multimedia/publications/Policy_brie-
fings/pbl _3/pbO2_FR.pdf.
" Krajewsky, 1999 ; Caballero et Bisiou , 2000: Cesoni, 2000: Note politique du
Gouvernement Fédéral Beige 2001; Doro et Jamieson, 2001 ; Institut suisse de Droit Com-
paré, 2001; De Ruyver et al., 2002

109
ACTITUDES INTERNACIONALES SOBRE EL CANNABIS._.

actos preparatorios al uso ilícito de cannabis: la posesión, la adquisición,


la importación y la cultura, pero reservan (cuando la infracción tiene por
objeto el uso personal), definir el tipo de sanciones, penales o adminis-
trativas, que conviene aplicarse.

3. Las Políticas nacionales en la Unión Europea


sobre el cannabis

Las competencias de la Unión Europea en el ámbito de las drogas


son escasas. Así pues, la normativa penal o administrativa de las infrac-
ciones de las leyes sobre estupefacientes no pertenece al campo de com-
petencias de la Unión, la responsabilidad sobre esta cuestión compete a
los Estados miembros.
Después de un periodo caracterizado por la idea de que la ley penal
era el único instrumento más eficaz para disuadir el uso y limitar la
toxicodependencia (1960-1990), muchos países europeos adoptan
legislaciones que manteniendo también la ilegalidad del consumo de
drogas (directamente o a través la posesión), no imponen sanciones
penales.
Así, en 1992 en España yen 1993 en Italia , las modificaciones
legislativas respectivas disponen que al consumidor de cannabis (como
de otros estupefacientes) no se le puede incriminar penalmente. En 1994
en Alemania , el Tribunal constitucional federal de Karlsruhe, destaca
«la prohibición de las sanciones excesivas inherentes a la constitución
alemana»; desde entonces, la posesión de cannabis no debe dar lugar a
actuaciones judiciales si se cumplen las siguientes condiciones: (a) uso
personal; (b) pequeña cantidad; (e) uso ocasional; (d) no haya daño a los
otros19. En 1996, Holanda perfecciona y legitima su política sobre uso
de cannabis, en la que al contrario de lo que se cree, la posesión de estu-
pefacientes es castigada en virtud de la ley del Opio de 1976, pero prevé
la no-aplicación de sanciones en caso de que las cantidades de hachís o
marihuana poseídas sean inferiores a 5 gramos20. Asimismo, la venta y
la posesión de cannabis en los coffee-shops no se perseguirán si el cof-

`9 L. Bóllinger, Symbolic Criminal Law without Limits, Commentary on the Can-


nabis decision of the German Federal Constitutional Court.
20 Artículo!r2, 3 y 4. El artículo 11(5) (en virtud de la Directiva del Ministerio de
Justicia de 1996)

110
DANII.LO BAI.LOI A Y 1 ORLNA (RUSI:I.LAS

fee-shop (cuyo número ha disminuido de manera importante estos últi-


mos años como lo indican los informes nacionales Reitox de los Países
Bajos) cumple determinadas condiciones`''.
En 1998 en Austria, la ley sobre estupefacientes concede un mayor
margen de maniobra al Fiscal en relación al cannabis, puesto que no es
obligatorio obtener el dictamen de la autoridad sanitaria para pronun-
ciarse (dictamen obligatorio para todas las demás sustancias), mientras
que en Francia y Bélgica las respectivas directivas de los Ministerios de
Justicia invitan a los fiscales a hacer de la consumición de cannabis «la
prioridad más baja del código penal».
Esta tendencia se confirma con las reformas legislativas recientes
de Portugal (ley 30/ 2001), Luxemburgo (ley 27/4/01) y Bélgica (leyes
3/5/2003, 4/4/2003. 16/5/2003)`2. En estos tres países, se pasó de la
imposición de sanciones penales por uso de cannabis, a la aplicación de
medidas de carácter socio-sanitarias o a multas.

21 No exista publicidad de drogas prohibidas, no se venda ninguna «droga dura»;


el coffee-shop no debe causar «molestias públicas»; no se puede vender droga a menores
de 18 años y también se les prohibe la entrada al coffee-shop; venta máxima de cinco gra-
mos por persona y por una transacción.
National Drug Monitor 2000. Fact sheet, Cannabis Policy Uptodate, 2000, and Fact
sheet 6: Drugs Nuisance policy at www.trimbos.nl
22 En Portugal , la ley del 30 de noviembre de 2000, modifica las sanciones por
uso de todas las drogas ilegales. El uso de estupefacientes sigue siendo ilegal, mas al
usuario se le condena al pago de una multa entre 25 € y una suma equivalente al sala-
rio mínimo nacional (anteriormente hasta 3 meses de prisión). Por lo general, si no hay
señales de dependencia u otras necesidades (Ej.: Apoyo psicológico, etc.) se suspende
la sanción y se somete a la persona a un período de prueba. Tanto en Luxemburgo
como en Bélgica , las recientes reformas de las leyes (2001 y 2003) llevaron a la modi-
ficación de las sanciones por uso de cannabis. De la pena de cárcel prevista anterior-
mente en Luxemburgo se pasó al pago de una multa de 250 € a 2.500 €, aunque en el
caso del uso considerado peligroso para los demás (en la escuela, en el lugar de traba-
jo) se siguen aplicando penas de cárcel hasta de 2 años, si es «delante de uno o más
menores». En Bélgica, el recurso al derecho penal como respuesta al consumo ilegal
de drogas no debe constituir más que un último recurso. Así, en caso de uso de canna-
bis (cantidad que puede consumirse en una única vez o como máximo en 24 horas, 3
gramos), se abre un registro policial. Se condena al usuario al pago de una multa de 75
a 125 € por la primera infracción, de 130 a 250 € en el caso de repetición al año
siguiente de la primera condena y al encarcelamiento de ocho días a un mes y a una
multa de 250 a 500 € en caso de repetición el mismo año. En caso de «molestia públi-
ca» o «de uso problemático», se abre un acta ordinaria y se confisca la sustancia,
pudiendo ser aplicadas medidas más severas: pena de cárcel de tres meses a un año y/o
pago de una multa de 5.000 a 500.000 C.

111
ACTITUDES INTERNACIONALES SOBRE EL CANNABIS...

En el Reino Unido, la legislación también fue modificada en el


2004 y el cannabis fue reclasificado de la clase B a la clase C23. Esta
reclasificación dotó a la policía de un poder discrecional puesto que
puede, como mínimo, confiscar la sustancia y dirigir una advertencia
oficial, siempre que no existan circunstancias agravantes (antes la poli-
cía debía intervenir siempre que encontraba un delito de uso de can-
nabis).
La idea de base de estas modificaciones legislativas es la de susti-
tuir el carácter penal severo y rígido, pero no aplicable, con uno más ágil
que es menos exigente en los tonos, pero más práctico y realista. Algu-
nos analistas ven aquí una reunión entre la práctica judicial (donde de
hecho, ya no se imponían medidas penales para los consumidores) y la
legislación.
Por último, se constata que en 11 de los países miembros, el consu-
mo ilícito de cannabis no es una infracción penal (El uso simple de can-
nabis es un delito penal solamente en Francia , Finlandia , Grecia y Sue-
cia). Es una infracción administrativa en Portugal, Bélgica, Luxemburgo
y España (en éste último caso, sólo el uso en un lugar público es referi-
do como infracción).
Los otros 7 Estados miembros no prohiben directamente el uso sim-
ple de cannabis (como el de las otras drogas) como tal, pero si se prohí-
ben los actos preparatorios al uso y en particular, la posesión; lo que sig-
nifica que el uso de cannabis es indirectamente prohibido. Pero en cinco
países ( Italia , España , Portugal , Luxemburgo y Bélgica ), las leyes
indican que la posesión de cannabis (en Italia, España, Portugal tam-
bién los otros estupefacientes), fuera de las circunstancias agravantes y
para pequeñas cantidades con fines exclusivos de uso personal, está
prohibida pero es objeto de sanciones «no privativas de libertad»: mul-
tas, avisos policiales y judiciarios, medidas administrativas.
La legislación sobre el uso de cannabis (y en varios casos, de sus
actos preparatorios: posesión, adquisición, transporte e importación) fue
o está a ser objeto de revisión y debates políticos en muchos países euro-
peos. Sin embargo, se debe destacar que no se trata en ningún momen-
to de regular el consumo o incluso de legalizarlo, sino de modificar y

23 Las sustancias psicoactivas se clasifican en tres categorías ( A, B, C) según su


peligrosidad Clase A: Metadona , morfina, MDMA, LSD, opio, heroína, etc .; Clase B:
Codeína, anfetamitl'as, etc .; Clase C : cannabis otras anfetaminas , sedativos, benzodiaze-
pinas, etc . El nivel de las sanciones está relacionado con las distintas clases.

112
DANILLO BALLOTA Y LORENA CRUSELLAS

adaptar la respuesta de los Estados a una conducta que sigue siendo ile-
gal y obligada a sanciones más leves (bajo la perspectiva de los legisla-
dores) y más aplicables.

4. Conclusión

La política sobre cannabis continúa siendo una de las que más con-
troversia ha creado entre los países de la Naciones Unidas. Desde prin-
cipios del siglo xx se encontraron razones para prohibir su producción,
venta y consumo , pero sigue siendo la droga ilícita que con más fre-
cuencia es objeto de producción , tráfico y consumo , « hasta el punto de
que la evolución de sus mercados internacionales presenta una situación
sombría para los organismos de fiscalización de drogas»'-'.
Las Convenciones de las Naciones Unidas sobre este tema invitan
a los países signatarios a prohibir el consumo de cannabis (como de otros
estupefacientes ) con otros fines no médicos o científicos , pero según la
mayoría de las interpretaciones , parecen dejar a los estados la elección
del tipo de medidas a aplicar: administrativas , sanitarias o penales.
En los países de la Unión Europea, aunque las posiciones y dispo-
siciones de los Estados miembros son diferentes , se constata una ten-
dencia a considerar el uso de cannabis prohibido ( directamente o por la
prohibición de los actos preparatorios ), pero sancionado como una
infracción « menor», en el sentido de evitar penas «privativas de liber-
tad». Este hecho parece estar basado, 1) en la voluntad de dar una fuer-
te prioridad al cuidado social y asistencial ; 2) al sentimiento de despro-
porción entre el recurso de pena de cárcel (con correspondiente
inscripción en el registro de antecedentes penales ) y el consumo de can-
nabis ; y 3) a la percepción de que el cannabis representa un peligro
menor para la salud con relación a otras drogas (« legales» e «ilegaleS»)21.
Esta evolución , en los estados europeos , no debe esconder los con-
trastes y las distintas posiciones que existen a nivel internacional al res-
pecto . Así pues, algunos países y la Oficina de las Naciones Unidas con-
tra la Droga y el Crimen (UNODC ), consideran que las políticas más

-' Informe del Director Ejecutivo sobre los progresos realizados como contribución
al examen a medio plazo ( 2003 ) del período extraordinario de sesiones de la Asamblea
General, «Fomentando el cumplimiento de objetivos aún pendientes» at http://www.unodc.org/
pd f/document_2003-04-08_2_es.pdf

113
ACTITUDES INTERNACIONALES SOBRE EL CANNABIS...

recientes de algunos países desarrollados respecto al cannabis, «aumen-


tan las diferencias entre la letra y el espíritu de los tratados sobre fis-
calización de drogas (...) e inquietan a algunos paises en desarrollo, en
particular de .áfrica, en que afectan a sus actividades de rscali=ación
de drngas»2". En la sesión de la Comisión de los Estupefacientes (CND)
en Viena, en abril de 2003, algunos países afirmaron estar altamente pre-
ocupados con los problemas del uso de cannabis y por el enfoque legis-
lativo de algunos países considerado «demasiado liberal», apoyándose,
en particular, en una serie de investigaciones que afirman la peligrosi-
dad del cannabis y que hace valer un aumento de potencia de su princi-
pio activo (THC) y de las demandas de tratamiento por cannabis como
principal producto de consumo21. El discurso de apertura del segmento
Ministerial de la CND de 2003, del director del UNODC, destacaba tam-
bién que el uso de cannabis seguía siendo un problema importante y
denunciaba la creencia de que el cannabis es una «droga suave» y de que
necesita una legislación «suave», recordando a los Paises miembros, la
necesidad de respetar los Tratados: «Pacta Sunt Servanda»2%.
El debate referente al uso ilícito de cannabis, está formado por dos
grandes grupos de protagonistas, llamados comúnmente «prohibicio-
nistas» y «antiprohibicionistas», quienes se organizan en redes compe-
tidoras (de ciudades, de Organizaciones no gubernamentales, etc.). Cada
parte se mantiene firme en sus convicciones y no parece haber espacio
para un dialogo abierto sobre una materia en la que, según algunos, no

No corresponde al OEDT pronunciarse sobre la legitimidad de estas percepciones.


Ibid. 34.
27 Résolution X Afesures conire la tendance ti la légalisation des drogues destiné-
es á un usage non medical. «Égalentent préoccupé par la tendance á 1'élaboration de poli-
tiques libérales á I'égard du cannabis et d'auires drogues qui ee soni pas conformes aux
traités internationaux relati/s au contróle des drogues, et par 1'impact négatif que cene
tendance risque d 'avoir sur les eforis déplo}éés pour éradiquer la culture du cannabis el
combanre le trafic de drogues, (...) 1. Invite 1 ' Organe internacional de contróle des stu-
péfiancs á conlinuer de surveiller 1'application par les Étais Membres des craités inier-
nationacer relatits au contróle des drogues en ce qui concerne le cannabis et autres dro-
gues et d'en.falte rapport; 2. Prie le Programnce des Nations Unies pour le contróle
internacional des drogares d'établir, en collaboration atrc 1'Organisalion mondiale de la
santé , un rapport sur les nouvelles iendances en maciére de cannabis.» Voir á
http :// www.unodc .orp/pdü document -2003-04-30-1 _&pdf
Commission on Narcotic Drugs 46th Session Ministerial -leve) Segment 16 April
2003, Speech of thl Executive Director of the Untied Nation Office for Drugs and Crime
Mr. Antonio Costa.

114
DANILIO BALLOIA Y I ORENA (RVSELLAS

hay necesidad de dialogo , colocando de base la revisión del sistema


adoptado hace 80 años y aún en vigor. El enfoque legal y político del
uso de cannabis sigue siendo por lo tanto, un tema de gran controversia,
suscitando preguntas complejas y difíciles que sólo las investigaciones
científicas deberían intentar resolver.

Bibliografía

BALLOTTA, D., HUGHES, B., CARPENTIER C. (2002): Las drogas en el punto de


mira . Los consumidores de drogas y la ley en la UF Equilibrio entre san-
ción y tratamiento . Portugal : Observatorio Europeo de la Droga y las Toxi-
comanías (OEDT).
BALLOTTA, D. (2004 ): Evoluzione della politica delle droghe in Europa in La
ragione e la retorica le politiche europee sulle droghe e il caso italiano. Ita-
lia: edizioni Menabo.
BEWLEY-TAILOR, D. R. (1999 ): The United .States and Internacional Drug Con-
trol 1909-1997. Estados Unidos : Pinter.
DE RUYVER B., VERMEULEN, G. VANDER BEKEN, T. VANDER LAENEN, F. GEE-
NENS , K., (2002 ): Multidisciplinary Drug Policies and the UN Drug Trea-
ties , Institutefor international research on criminal Policv . Macku: Gent
University.
ERICKSON G . P.; FISCHER , B. (1995 ): Politique canadienne sur le cannabis:
conséquences de la criminalisation , réalité actuelle et possibilités d'action
future. Canada : Fondation de la recherche sur la toxicomanie et Université
de Toronto.
FRIEDMAN M . ( 1991): At the Fifth International Conference on Drug Policy
Reform in Washington D.C., on Nov. 16.
FiSHER B, Room R, KEPPILAMPI K. (2001 ): « Control of Cannabis Use in Western
Countries a brief review of history and present », Presented at The European
City Conference on Cannabis Policy, Utrecht , Nethrelands 6 December.
GOLBOV ( 2003 ): «The U. S. Marijuana Drug War : A service, A failure , O a Tool
of Power», Public Policv and Administration POL 120 Minerva Cruz Pur-
due University.
HERER J , (1994): The Emperor wear No Clothes. International Convention for
Limiting the Manufacture and Regulating the Distribution of Narcotic
Drugs, signed at Geneva, 13 July 1931.
K.AYO ( 1982): The sinsemilla technique.
LA GUARDIA COMMITrEE REPORt ( 1944): http :// www.druglibrary.org/schaffer/
Library / studies / lag/lagmenu.htm.
LEVINE, H. (1999 ): « Global Drug Prohibition : its uses and crises» . Internacio-
nal Jottrnal of Drug Policv 14, 145-153.

115
ACTITUDES INTERNACIONALES SOBRE EL CANNABIS...

NACIONES UNIDAS (1961, 1971, 1988): Convención única de 1961 sobre estu-
pefacientes, Convenio de 1971 sobre sustancias psicotrópicas, Convención
de 1988 contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópi-
cas (http://www.incb.org/e/conv).
- (1988): Comentarios a la Convención de las Naciones Unidas contra el trá-
fico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, Publicaciones de
las Naciones Unidas, Nueva York, 48-99.
- (2000): Commentaires de la Convention de 1988 contre le trafic illicite de
stupéfiants et de substances psychotropes, ( page 45 version fr.), New York.
: Resolution at CND Vienna April 2003, http://www.unodc.orglpdfldocu-
ment-2003-04-30-1_ft.pdf
NATIONAL DRUG MONITOR (2000): Fact sheet, Cannabis Policy Uptodate, 2000,
and Fact sheet 6: Drugs Nuisance policy at www.trimbos.nl
OBSERVATORIO EUROPEO DE LA DROGA Y LAS TOXICOMANÍAS (OEDT) (2002):
Tendencies principales en las legislaciones nacionales sobre las drogas
http://eldd.emcdda.org/trends/trends.shtml
SHAFER, et al. (1972): Marihuana: A Signal ofMisunderstanding, The Report
of the Nacional Commission on Marihuana and Drug Abuse. Washington.
WITHEBREAD, C. (1999): The History of Non-Medical Use of Drugs in the Uni-
ted States, A speech to the California Judges Association. Anual Confe-
rence.

116
Capítulo 2
Cannabis y legislaciones comparadas en Europa.
Los consumidores en la onda expansiva del control social

Por
Pedro Caldentey

1. Introducción

Es un hecho suficientemente constatado que en la última década ha


aumentado en Europa el consumo de cannabis, especialmente entre los
jóvenes. La razón de ello la podemos encontrar en diversos factores: el
cannabis es considerado por los jóvenes como una droga poco peligro-
sa; se ha facilitado la venta sin restricciones de semillas de cáñamo y de
material para su cultivo en las denominadas hemp shops, grow shops o
por internet; se han reconocido desde el punto de vista médico efectos
terapéuticos a determinados principios activos del cannabis y el trata-
miento que dan las autoridades al consumo o a la posesión para el con-
sumo es mucho más benevolente que el que se dispensa a otras drogas.
En este trabajo se prescindirá de analizar la repercusión que puede
tener en la regulación del cannabis el que se le reconozcan efectos tera-
péuticos para el tratamiento de determinadas dolencias. Se verá simple-
mente cuál es la situación de los consumidores de cannabis en los dis-
tintos países de Europa . Si bien las legislaciones de los países tienden a
armonizarse, todavía existen grandes diferencias en el tratamiento del
consumo de esta sustancia tan extendida.
Si partimos del hecho de que las políticas de reducción de riesgos y
daños asociados al consumo de drogas van teniendo cada vez mayor
aceptación en Europa , el debate que el uso del cannabis plantea gira en
torno a si debe reprimirse penalmente su consumo ( como todavía ocu-
rre en algunos países europeos ), si debe tolerarse con la imposición
de sanciones más leves que las que se imponen en el caso de consumo de
otras drogas o, incluso, si debe legalizarse totalmente su uso, lo que no

117
CANNABIS Y LEGISLACIONES COMPARADAS EN EUROPA...

ocurre en ninguno de los países de Europa, según se verá; a pesar de que


en alguno de ellos se pueden adquirir derivados del cannabis en esta-
blecimientos creados a tal efecto. No obstante lo anterior, hoy la legali-
zación parece aún lejana pues los convenios y convenciones internacio-
nales recomiendan un endurecimiento de las medidas a adoptar en
relación con comportamientos asociados con el consumo'. Además, los
países de la Unión Europea han hecho en los últimos años importantes
esfuerzos para coordinar y fortalecer la legislación contra el uso y el trá-
fico de drogas. Estos esfuerzos se han concretado en iniciativas concre-
tas. Así, la Comisión Europea presentó en mayo de 1999 ante el Conse-
jo de Europa y el Parlamento Europeo el Plan de Acción para Combatir
las Drogas (2000-2004) Un plan conjunto que ha ido acompañado por
políticas adoptadas de forma individual por cada Gobierno.

2. Origen del cannabis consumido en Europa

Tradicionalmente los países de origen del cannabis consumido en


Europa eran Marruecos y, en menor medida, Líbano, Colombia, Afga-
nistán y, más recientemente, Albania. Sin embargo, desde hace algunos
años se ha producido un importante incremento de la producción en la
propia Europa, tanto en exterior y en invernaderos como en interior o
«indoor». Este último es especialmente importante en Escandinavia y
Holanda. Tanto es así que en este último país el gobierno se ha visto for-
zado a prohibirlo. Por lo que se refiere al cultivo de exterior y en inver-
nadero, ha sido hasta hace poco muy importante en Suiza; hasta que las
autoridades de determinados cantones han tomado serias medidas de
carácter penal para evitar su proliferación. Este fuerte incremento de la
producción de cannabis en el continente europeo ha hecho que se acuñe
un nuevo término: «eurocannabis». En efecto, diversos estudios señalan
que hasta el 25% del cannabis consumido en Europa se produce en el
continente: La producción local en países como Holanda y Suiza puede
alcanzar hasta el 75 %. Además, según diversas estimaciones, los ingre-
sos que obtienen los pequeños productores, que se valen de las más
modernas técnicas de cultivo con luz artificial, son superiores a los 30

' El art. 3.2 de la Convención de Naciones Unidas, hecha en Viena el 20 de diciem-


bre de 1988 , sobre tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas señala que
la posesión de drogas para consumo personal debería considerarse delito.

118
I'LDRO (ALDEN 1 LY

millones de euros . El crecimiento en la oferta de cannabis local en Euro-


pa se debe , por una parte , a la prohibición del consumo y al consiguiente
alto precio del producto extranjero; ello ha provocado la búsqueda de
formas de producción alternativas que garanticen un cannabis de cali-
dad. Estas fórmulas se desarrollaron fundamentalmente en países como
Holanda , donde desde los años 80 la producción para cultivo propio era
legal. A ello se sumó el aprovechamiento de las últimas técnicas de pro-
ducción agrícola y el desarrollo de un innovador sector hortícola que
proveía de servicios y herramientas a los productores locales de canna-
bis. Gracias a estas técnicas innovadoras , el ciclo productivo del canna-
bis se ha reducido hasta los tres meses, con lo que se pueden conseguir
cuatro cosechas al año, y la producción anual llega a alcanzar grandes
cantidades por metro cuadrado cultivado . Se trata, además , en muchos
casos, de híbridos de razas puras previamente seleccionadas obtenidos
del cruce de las mejores variedades producidas por los bancos de semi-
llas europeos , donde se han conservado especies ya perdidas en otros
países . Por lo que se refiere al impacto económico de la producción local
europea , los productores europeos reciben hasta un 50 % del precio que
su producto alcanza en el mercado . Así, por ejemplo, cada productor
holandés estaría recibiendo en torno a los 6.000 euros anuales por su
producción doméstica . Se ha de destacar que ante las limitaciones a su
venta han ido surgiendo en toda Europa publicaciones especializadas en
el cultivo de cannabis, empresas dedicadas a la producción y distribu-
ción y comercialización de semillas y establecimientos dedicados a la
venta de todo tipo de materiales para el cultivo y el consumo de deriva-
dos del cannabis : las hemp shops y grow shops que se han indicado más
arriba . La creación de dichas empresas ha posibilitado el cultivo priva-
do por parte de numerosos consumidores que, de esta forma, no deben
acudir al mercado negro para la adquisición de derivados del cannabis.
Por otra parte , como ya se ha anunciado , este aumento del consumo se
ha visto favorecido por el hecho de que el cannabis es considerado por
los jóvenes como una droga poco peligrosa . Así, el 11' 5 % de los jóve-
nes europeos considera esta droga «nada peligrosa». Ello ha llevado a
que, por ejemplo , el 10 % de lo jóvenes finlandeses lo hayan probado.
En otros países como Dinamarca y Reino Unido dicho porcentaje alcan-
za entre el 25 y el 30 % y en países como España, Bélgica , Francia, Ale-
mania u Holanda es del 20 %. Por otra parte , el creciente aumento del
tráfico y el consumo de drogas en la Europa oriental han llevado a paí-
ses como Bulgaria, Hungría, Letonia, la Federación Rusa o Polonia a
endurecer sus políticas de control y represión.

119
CANNABIS Y LEGISLACIONES COMPARADAS EN EUROPA...

3. Situación legal del cannabis en Europa:


de la divergencia a la convergencia

A pesar de que la tendencia es homogeneizar las diversas legisla-


ciones europeas, existen en los diversos países normativas muy diferen-
tes en relación con el consumo y la posesión de pequeñas cantidades de
cannabis para el uso personal que, a grandes rasgos son las siguientes:

3.1. Diferencias

- Factores políticos, históricos, económicos y culturales hacen que


las legislaciones europeas sean heterogéneas.
- Existe una amplia variedad de sanciones por tráfico y posesión
de cannabis . Dichas sanciones pueden consistir en penas de pri-
sión impuestas por los juzgados y tribunales penales o en san-
ciones de tipo económico y medidas restrictivas de derechos
adoptadas por la administración.
- El tratamiento legal del uso del cannabis para consumo perso-
nal varía considerablemente de un país a otro.
No obstante lo anterior, hay también muchas similitudes en las legis-
laciones de los países europeos , similitudes que sin duda irán incre-
mentándose con los años pues la aceptación paulatina de políticas sobre
reducción de riesgos por los distintos países parece inevitable. Estas polí-
ticas de reducción de riesgos y daños son vistas, cada vez más, como un
paso necesario entre la represión y la abolición de la prohibición. Pue-
den destacarse las siguientes semejanzas:

3.2. Semejanzas

Las legislaciones sobre drogas narcóticas se adecuan en su


mayoría a los convenios y convenciones de las Naciones Uni-
das.
Los diferentes gobiernos tienden , cada vez más, a instaurar
medidas alternativas a las condenas de prisión. Portugal, por
ejemplo, aprobó en abril de 2001 un proyecto de ley para que
los toxicómanos paguen multas en lugar de cumplir penas
de encarcglamiento , de forma que el uso indebido y la posesión de
drogas para uso personal no constituyen ya un delito sino una

120
PEDRO CALDENTEY

infracción administrativa. La misma medida se ha adoptado


recientemente en países como Luxemburgo y Bélgica'.
- La imposición de sanciones administrativas puede evitase ini-
ciando un tratamiento de rehabilitación (cuya eficacia es discu-
tible en el caso de consumidores de cannabis); sin embargo, exis-
ten muchas diferencias en relación con la aplicación y la
efectividad de tales medidas.
- El uso y el tráfico de derivados del cannabis suele implicar san-
ciones más leves. Ello es debido a la distinción entre drogas
«duras» y «blandas» o «ligeras».
- La clara distinción entre conductas de tráfico y las relacionadas
con el consumo o la posesión para el uso personal.
- La imposición de penas más leves si se trafica para financiar el
propio consumo.
- Algunos países ven como una incongruencia el hecho de que pueda
permitirse el consumo y, por tanto, la posesión de cannabis, pero
que no se permita ni comprar ni vender dicha sustancia. Por ello,
algunos países están tratando de resolver este problema con distin-
tas medidas legales que todavía presentan muchas ambigüedades.
- La aceptación del uso terapéutico del cannabis está presionan-
do a muchos gobiernos para que cambien las leyes.

3.3. Los consumidores de cannabis en Europa

Alemania
En Alemania están castigadas prácticamente todas las conductas
relacionadas con la posesión de drogas a excepción de la posesión para
el consumo. Para que ésta no sea penalizada la posesión ha de ser de can-
tidades insignificantes. En este país intenta evitarse castigar penalmen-
te a personas acusadas por primera vez de posesión ilícita de drogas,
especialmente cuando se trata de cannabis'. Recientemente se ha adop-
tado una resolución que permite la posesión de hasta 30 gramos de deri-
vados del cannabis para uso personal.

2
Vid. Informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE)
correspondiente al año 2001.
' Márquez, et al. coords. (2002) Cannabis: de la salud i' el derecho, Vitoria-Gas-
teiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.

121
CANNABIS Y LEGISLACIONES COMPARADAS EN EUROPA...

Holanda
Holanda es sin duda el país europeo con una legislación más liberal
en relación con el cannabis . Desde la década de los 70 se permite su
venta en unos establecimientos especiales denominados coffee shops.
Sin embargo , si bien en un principio estaba permitida la venta de hasta
30 gramos , desde 1996 esta cantidad se ha reducido a 5 gramos . Ello ha
provocado , como en el resto de Europa, el surgimiento de las denomi-
nadas tiendas de cultivo o grow shops. Hace nueve años sólo existían
tres en toda Holanda; en la actualidad se cuentan más de doscientas en
todo el país . En todo caso , el cannabis y sus derivados en Holanda no
tiene «prioridad de localización » por parte de las fuerzas y cuerpos de
seguridad a pesar de que el cannabis es una sustancia ilícita . También se
están estudiando medidas para acabar con el denominado «narcoturis-
mo» debido a las quejas de otros países europeos.

Suiza
En el país helvético 600.000 de sus aproximadamente 7 millones de
habitantes utilizan regularmente el cannabis . El 29 de noviembre de 1998
se celebro un referéndum sobre la legalización de drogas (DroLeg); sin
embargo, sólo el 26 % de la población votó afirmativamente. En este
país la legalidad o ilegalidad de los derivados del cannabis no viene
determinada por la materia prima sino por el destino final que se dé a la
misma. Este criterio permitió que desde 1996 se vendieran bolsas con
marihuana que no se podían consumir en el propio establecimiento
donde se habían adquirido. Es más, en las propias bolsas se indicaba que
no debía consumirse su contenido pues estaban destinadas a ser utiliza-
das en aromaterapia ; aunque, como es fácilmente imaginable , los com-
pradores no seguían dichas instrucciones. No obstante lo anterior, la apli-
cación de la Ley Federal de Estupefacientes depende de cada cantón.
Así, algunos de los de habla alemana permiten la venta de pequeñas can-
tidades, mientras que en Tesino, cantón de habla italiana, se han clausu-
rado los 75 grows shops que existían y se han emprendido acciones pena-
les contra los cultivadores. Desde mediados de los noventa se permitía
el cultivo para la producción de aceites esenciales y cosméticosa. Muy
recientemente el Council of States (Cámara Superior del Parlamento
suizo ) se ha pronunciado por segunda vez a favor de la despenalización.
Ello supone revisar la actual legislación sobre drogas . La propuesta fue

° Fraga, Gaspar (2000 ): « Las famosas bolsitas aromáticas », Cáñamo, 29, p. 39.

122
PEDRO CALDEM EY

presentada en un primer momento en 2001 con el fin de legalizar el uso


del cannabis y restringir la obligación de perseguir a los que lo cultivan
y venden. Sin embargo, la National Council (Cámara Baja) la rechazó
en septiembre de 2003, justo antes de las elecciones. Suiza forma parte
de las Naciones Unidas desde el 15 de septiembre de 2002 y ello ha obli-
gado a su gobierno a suscribir y ratificar los convenios sobre sustancias
estupefacientes y psicotrópicas promovidos en el seno de dicha organi-
zación internacional.

Francia
Es uno de los países europeos con una regulación más estricta en
relación con los derivados del cannabis . Se prohibe incluso la publici-
dad de productos relacionados con el cáñamo aunque estos no conten-
gan el principio activo THC, es decir, está muy limitada incluso la venta
de parafernalia relacionada con el consumo de derivados del cannabis.
Las penas para un usuario de drogas pueden llegar hasta los cinco años
de prisión . No obstante lo anterior, siguiendo a otros países europeos, se
está planteando la posibilidad de sustituir medidas meramente represo-
ras por el sometimiento a un tratamiento terapéutico.

Reino Unido
En el Reino Unido ya no es ilegal la posesión ya que recientemen-
te se ha reclasificado el cannabis como droga de tipo C entre el conjun-
to de drogas y sustancias estupefacientes y psicotrópicas; lo que com-
porta un tratamiento más benevolente con los consumidores. Antes de
la adopción de tal medida en Gran Bretaña se producían 80.000 arres-
tos cada año por posesión o consumo de cannabis. Actualmente las
detenciones se han sustituido por meras advertencias, que no suponen
antecedente policial de ningún tipo. Las políticas de reducción de daños
y riesgos que se están implantando favorecen la aplicación de medidas
alternativas a la prisión. Además, es indicativo de que las cosas están
cambiado en Gran Bretaña el siguiente dato: un 60 % de los británicos
opina que la tenencia de cannabis no debería sancionarse en absoluto.
Fruto de este clima es la reciente apertura del primer «coffee shop» en
Escocia.

Italia
La situación de los consumidores de cannabis en Italia hasta hace
no mucho era similar a la de los consumidores en España. En aquél
país, a principios de los noventa, se despenalizó el consumo y éste era

123
CANNABIS Y LEGISLACIONES COMPARADAS EN EUROPA...

merecedor solamente de sanciones administrativas . Sin embargo, había


también diferencias entre los dos países . En primer lugar, en España,
desde 1983, año en que se produjo una importante reforma del Código
penal de 1973, se despenalizó el consumo de drogas . Fue a partir de
1992, con la promulgación de la L.O. 1/92 de 21 de febrero, de Protec-
ción de la Seguridad Ciudadana, cuando empezaron a imponerse san-
ciones por la vía administrativa a los consumidores . En Italia, antes de
1990, el consumo estaba castigado penalmente y fue a partir de ese año
que se estableció la posibilidad de imponer sanciones administrativas a
los consumidores . Es decir, en España, se partía de una situación en que
el consumo no estaba sancionado ni penal ni administrativamente mien-
tras que en Italia se partía de una situación diferente : el consumo se
sancionaba penalmente . Hasta hace poco y durante casi diez años, las
legislaciones de ambos Estados previeron solamente sanciones admi-
nistrativas para los consumidores . En segundo lugar, se ha de señalar
que en España las sanciones que pueden imponerse por la vía adminis-
trativa por el consumo y tenencia ilícita de derivados de cannabis son
prácticamente de carácter exclusivamente económico mientras que en
Italia no era así. En este último país hasta hace poco podían adoptarse
las siguientes medidas: suspensión de la licencia para conducir vehícu-
los a motor o para el porte de armas, privación del pasaporte, la prohi-
bición de abandonar el municipio de residencia, la obligación de pre-
sentarse periódicamente ante dependencias policiales, la obligación de
llegar al propio domicilio antes de una determinada hora, la prohibición
de acercarse a ciertos locales, los trabajos en beneficio de la comuni-
dad o la libertad condicional supervisada por los servicios sociales. No
hace falta señalar que las medidas que podían adoptarse en Italia eran
muy restrictivas con los derechos de las personas, a diferencia de los
que ocurre en España . Pero en Italia recientemente se ha producido una
nueva modificación legislativa que permite penalizar la tenencia y el
consumo de cannabis5.
Por último , vale la pena destacar que el tráfico de cannabis en Ita-
lia está principalmente controlado por grupos criminales procedentes
de Albania y de la antigua Yugoslavia, aunque tampoco deben des-
cartarse otros colectivos de inmigrantes como los procedentes del
Magreb.

s Cebrián, Jor®i (2004 ): «Italia


iguala drogas "duras" y "blandas" y vuelve a casti-
gar el consumo privado», Cáñamo , 73, p. 22.

124
PEDRO CALDENTEY

Suecia
Es sin duda uno de los países europeos más intolerantes con el con-
sumo de cannabis . Allí existe una asociación prohibicionista conocida
como RNS (Riksforbundet Narkotikafritt Samhalle , `Unión Nacional
para una Sociedad Libre de Drogas' )' Allí las sentencias por simple
posesión para el consumo personal pueden llegar a ser más severas que
por delitos violentos. Así, en Suecia predomina la acción policial como
elemento disuasivo frente a la solución dada por otros países europeos
en que priman más cuestiones relacionadas con el mantenimiento del
orden público y con el consumo problemático.

Grecia'
Junto con Suecia y los países nórdicos , tiene la legislación sobre
drogas más dura de Europa . El consumo de cannabis puede llegar a ser
castigado con penas de prisión de dos a cinco años. Desde 1987 está
en vigor su ley de narcóticos (Acta 1729 /1987), que tiene como fin
principal la persecución del consumidor y ni siquiera distingue entre
drogas duras y blandas . Las políticas sobre reducción de daños y ries-
gos en relación con el uso de drogas son prácticamente inexistentes en
Grecia; no obstante, puede esperarse algún cambio en un futuro pró-
ximo pues destacados miembros del gobierno han propuesto la despe-
nalización del cannabis e incluso han ido más allá: han propuesto
recientemente la revisión de los convenios internacionales sobre dro-
gas porque han demostrado ser ineficaces para cumplir el fin con el
que fueron creados.

3.4. Los consumidores de cannabis en España

En España desde 1983, año en el que se produjo una importante


reforma del por aquel entonces vigente Código penal, el consumo de
drogas en general y de cannabis en particular está despenalizado. Sin
embargo , desde el año 1992 , con la promulgación de la Ley Orgáni-
ca 1/1992, de 21 de febrero, sobre Protección de la Seguridad Ciudadana,
la tenencia ilícita de sustancias estupefacientes o psicotrópicas y el con-

' Cebrián, Jordi (2000): « Drogas : éste es el panorama en Europa », Cáñamo, 25,
Pp. 64-67.
' Fraga , Gaspar (2003): « Cannabis en Grecia», Cáñamo, 62, pp. 42-47.

125
CANNABIS Y LEGISLACIONES COMPARADAS EN EUROPA...

sumo de las mismas en lugares públicos' están sancionados administra-


tivamente. La tenencia de marihuana o hachís -la ley no especifica a
partir de qué cantidad se convierte en tráfico- puede acarrear sancio-
nes que van de los 300'51 a 3005,1 euros. No obstante, la propia ley per-
mite que se dejen sin efecto las sanciones si el infractor se somete a un
tratamiento de deshabituación9. La actual regulación del consumo ha
hecho que determinados autores afirmen que la ley promueve el cultivo
privado de la marihuana. En efecto, desde que se adquiere hachís o la
marihuana en el mercado negro hasta que se llega al propio domicilio,
se corre el riesgo de ser detenido por la policía, aparte de enfrentarse a
los problemas propios de los ambientes en los que es posible adquirir
drogas. La persona queda entonces a expensas del juzgado, el cual deter-
minará si se trataba de una cantidad para uso propio o para tráfico. Por
tanto, para no correr riesgos innecesarios, el marco legal casi promueve
la plantación en el propio domicilio. De este modo uno puede disponer
de cantidades suficientes de derivados del cannabis sin tener que recu-
rrir al mercado ilegal de estas sustancias. En cualquier caso, el consumo
de cannabis, según reconocen los detractores de su legalización, no dis-
minuye: 700.000 consumidores habituales en España desde hace más de
cinco años; número que no para de aumentar, especialmente entre los
más jóvenes, según se ha puesto de manifiesto por informes presenta-
dos por las autoridades competentes. El tráfico ilegal tampoco dismi-
nuye. Como se ha dicho, no están fijadas las cantidades de derivados del
cannabis que una persona puede disponer para su propio consumo. No
obstante, la jurisprudencia, si bien hasta hace un cierto tiempo venía con-
siderando que la posesión de hasta 50 gramos de hachís cuando no exis-
tían indicios de que dicha sustancia fuera a ir destinada al consumo de
terceras personas podía presumirse destinada la consumo personal,
recientemente ha considerado revisar dicha cantidad y en la actualidad

s Artículo 25.1. Constituyen infracciones graves a la seguridad ciudadana el con-


sumo en lugares, vías , establecimientos o transportes públicos, así como la tenencia ilíci-
ta, aunque no estuviera destinada al tráfico de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias
psicotrópicas, siempre que no constituya infracción penal, así como el abandono en los
sitios mencionados de útiles o instrumentos utilizados para su consumo.
' Artículo 25.2. Las sanciones impuestas por estas infracciones podrán suspenderse
si el infractor se somete a un tratamiento de deshabituación en un centro o servicio debi-
damente acreditado, en la forma y por el tiempo que reglamentariamente se determine.
El desarrollo qúe anuncia en el art. 25.2 se produjo mediante el RD 1079/93, de 2 de
julio.

126
PIiDRU CALDENI LY

considera que una cantidad de hasta 100 gramos puede aceptarse como
destinada al uso personal. Teniendo en consideración que por lo general
la marihuana tiene cinco veces menos principio activo que el hachís, en
relación con la posesión de marihuana dicha cantidad seria de 500 gra-
mos. No obstante, se ignora por parte de los Juzgados y Tribunales que
en la actualidad, debido a la utilización de variedades procedentes de
bancos de semillas previamente seleccionadas genéticamente, en la
marihuana pueden obtenerse porcentajes del principio activo Delta9
Tetrahidrocannabinol (THC) cercanos al 20 %, porcentaje que supera en
mucho el presente en el hachís que puede adquirirse en el mercado
negro10. En cualquier caso, si se sorprende a una persona realizando
actos de tráfico o cultivo o en posesión de cantidades que exceden de lo
considerado destinado al consumo la consecuencia es la sanción penal".
Un problema con el que frecuentemente se encuentran los consu-
midores de cannabis es la inseguridad jurídica que representa el hecho
de que no esté estipulada una cantidad de la que puedan hacer uso para
consumo personal. Muchas veces depende de la decisión de los agentes
de las fuerzas y cuerpos de seguridad que una posesión pueda ser denun-
ciada administrativamente, de lo que se derivarán única y exclusivamente
sanciones de tipo económico, o ante la Administración de Justicia, lo
que implicará penas privativas de libertad e importantes multas. No obs-
tante, los tribunales consideran determinados datos objetivos a la hora
de realizar un juicio de inferencia a partir del cual pueda concluirse que
las sustancias poseídas estaban destinadas al consumo de terceras per-
sonas. Dichos datos han venido a constituir lo que se ha denominado
«sistema de indicios». Como señala Ujala Joshi''-, dichos indicios son
básicamente los siguientes:

10 Téngase en cuenta que la jurisprudencia del TS considera que la marihuana tiene


un porcentaje medio del principio activo TIIC del 2%, el hachís un 8% y el aceite de hachís
un 20%. Por tanto, las variedades de cannabis que actualmente se cultivan pueden alcan-
zar un porcentaje de THC próximo al presente en el aceite de hachís
11 El art. 368 del Código penal aprobado por la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de
noviembre, señala lo siguiente: Los que ejecuten actos de cultivo, elaboración o tráfico, o
de otro modo promuevan, favorezcan o faciliten el consumo ilegal de drogas tóxicas, estu-
pefacientes o sustancias psicotrópicas , o las posean con aquellos fines, serán castigados
con las penas de prisión de tres a nueve años y multa del tanto al triplo del valor de la droga
objeto del delito si se tratare de sustancias o productos que causen grave daño a la salud,
y de prisión de uno a tres años y multa del tanto al duplo en los demás casos.
" Joshi Jubert, Ujala (1999): Los delitos de tráfico de drogas 1. Un estudio anali-
tico del art. 368 CP, Barcelona : J.M. Bosch Editor.

127
CANNABIS Y LEGISLACIONES COMPARADAS EN EUROPA...

1.° Cantidad de droga aprehendida. Como se ha dicho, el Tribunal


Supremo viene aceptando cantidades de hachís de hasta 100 gramos para
el propio consumo y cinco veces más para el caso de la marihuana. Sin
embargo, este no es un criterio inamovible y en casos en que se ha inter-
venido cantidad superior se ha admitido como destino el propio consu-
mo".
2.' Acreditación del carácter de consumidor: Este extremo puede
ser a veces de dificil de probar pues es muy discutible que el consumo
de derivados de cannabis produzca una adicción susceptible de ser tra-
tada a través de procesos de rehabilitación dada su condición de sustan-
cia que no causa grave daño a la salud. Es posible que en muchos casos
el inicio de un tratamiento obedezca más a la intención de evitar las con-
secuencias de la aplicación de las leyes penales y administrativas que a
una verdadera necesidad. Es por eso que en relación con el cannabis sea
a veces más factible demostrar que se es consumidor acreditando que se
pertenece a alguna asociación de consumidores de cannabis.
3.° La forma en que está distribuida la droga. Evidentemente el
hecho de que las sustancias se hallen distribuidas de forma que pueda
entenderse que están dispuestas para su venta puede ser un indicio de
que no se posee para el propio consumo.
4.° El lugar en que se encuentra la droga. Si bien un consumidor
también se enfrenta a dificultades si es sorprendido con derivados del
cannabis (está expuesto a que se le intervenga la sustancia y a las san-
ciones administrativas previstas legalmente), el hecho de que la sustan-
cia se encuentre especialmente oculta puede ser indicativo de que el suje-
to que la posee lo haga con ánimo de traficar.
5° La capacidad adquisitiva. Si el inculpado tiene poca capacidad
adquisitiva o no dispone de ingresos procedentes de una actividad remu-
nerada y posee grandes cantidades de derivados del cannabis o de dine-
ro, puede sospecharse que se dedica al tráfico. Por ejemplo, puede sos-
pecharse que ha existido un cultivo de marihuana, no para el propio
consumo, sino para traficar.

" AP de Valencia 24-11-97. 248 gramos de hachís : No se descarta que dicha can-
tidad de droga pueda ser poseída por personas con cierto nivel económico para su propio
consumo individual . En otros casos se ha absuelto por los Juzgados a personas detenidas
procedentes de Marruecos con cantidades que superan los cien gramos por considerarse
lógico que quien rei1iza un largo viaje haga acopio de importantes cantidades de hachís
para su uso personal.

128
PEDRO CALDl N 1 EY

6." La actitud adoptada por la persona. El hecho de que una per-


sona intente huir puede hacer pensar que el sujeto es traficante. Ello a
pesar de lo que se ha señalado anteriormente. El que sólo posee una
pequeña cantidad de derivados del cannabis para su propio consumo
también puede tener motivos para huir porque puede intervenírsele la
sustancia e imponérsele una sanción.
7.° La variedad de drogas intervenidas. Aparte de diferentes deri-
vados del cannabis pueden poseerse otras drogas que pueden hacer al
sujeto sospechoso de ser traficante. Pero ha de tenerse en cuenta que
cada vez es más frecuente la combinación de diversas drogas por parte
de una misma persona; lo que justificaría que se hallara en posesión de
diferentes sustancias.
8.° La intervención junto, con la droga de utensilios para su pesa-
je y distribución.
9.° La posesión de cantidades importantes de dinero, especial-
mente en moneda fraccionada.
10.° Las constantes visitas de personas al domicilio del sospechoso.
Como fácilmente se deducirá, ninguno de estos indicios es por si
mismo determinante de que efectivamente nos hallemos ante un supues-
to de tráfico. Ninguno de ellos constituye una prueba directa del tráfi-
co, que normalmente se negará por parte de la persona que se enfrenta
a tal imputación. Pero la combinación de más de uno de ellos puede ser
valorada por los juzgados y tribunales para decantarse por un supuesto
de tráfico y no de tenencia para el consumo propio.

3.5. Algunos supuestos en que pueden encontrarse los consumidores

Si bien cada país, según sea la legislación que posea en materia de


drogas, puede dar una respuesta diferente a cada uno de los casos que se
verán a continuación, no podemos negar el hecho de que una persona
puede encontrarse en cada uno de ellos con independencia de cuál sea
el país de residencia o el país en el que eventualmente se halle. Excede-
ría del propósito de este trabajo analizar cómo responde la jurispruden-
cia de cada uno de los países de Europa a cada una de las situaciones en
que se puede encontrar un consumidor. Sin embargo, muchas de las
argumentaciones que pudieran esgrimirse para definir una u otra postu-
ra frente a tales situaciones, podrían ser validas, en general, para cual-
quier país europeo con independencia de cuál sea su legislación. Por otra
parte, ha de tenerse en cuenta que, al menos en España, los tribunales

129
CANNABIS Y LEGISLACIONES COMPARADAS EN EUROPA...

han ido acotando con sus resoluciones la amplitud del tipo penal. La con-
figuración penal del delito de tráfico de drogas (delito contra la salud
pública) abarca una gran variedad de conductas. El artículo 368 del
vigente Código penal utiliza fórmulas muy amplias para definir el tipo
penal. Precisamente por ello, por ejemplo, queda muy limitada la posi-
bilidad de apreciar en este tipo de delitos formas imperfectas de ejecu-
ción y formas de participación en el delito diferentes de la autoría. La
amplitud criminalizadora del tipo penal se ha ido restringiendo por los
tribunales con el paso del tiempo.

3.5.1. Grupos de casos

- Compra para el propio consumo. Cuando una persona es sor-


prendida comprando cannabis o cualquier otra droga corre el
riesgo de ser detenida pues en muchas ocasiones los propios
agentes de la policía, como mecanismo de control social, atri-
buyen a las personas que sorprenden en la transacción el papel
de comprador o vendedor según su conveniencia. Ello puede
obedecer al hecho de que hayan recibido instrucciones de ejer-
cer una mayor presión frente a los compradores o en una deter-
minada zona sobre la que desarrollan alguna operación para aca-
bar con el tráfico a pequeña escala.
- Compra para el consumo compartido. Es frecuente que diversas
personas reúnan una determinada cantidad de dinero para la
adquisición de sustancias que normalmente se encargará a uno
de o varios de los miembros del grupo. En este caso, si la canti-
dad de sustancia no es excesivamente importante , puede consi-
derarse que su adquisición lo es para cada uno de los miembros
del grupo. Entonces se equipararía esa compra para la que se
constituye un fondo común a la posesión para el consumo per-
sonal . Este modo de operar puede deberse a diversos motivos:
que alguno de los miembros tenga los contactos necesarios para
la adquisición de la droga, que el precio de la droga sea menor
por el hecho de que se adquiera una mayor cantidad que después
se repartirá o la simple comodidad ya que el desplazamiento de
uno o varios puede beneficiar al resto de los miembros del
grupo. Hay que hacer una importante precisión: el dinero debe
adelantarse por cada uno de los miembros del grupo antes de
que la sustancia se adquiera ya que, de otro modo, el que adqui-

130
PEDRO CALDENTEY

riera la sustancia con su propio dinero para después distribuirla


entre sus amigos o conocidos podría ser condenado por tráfico
aunque no obtuviera beneficio alguno con la operación. Ade-
más, se requiere que todas las personas que adquieren la sus-
tancia en común sean previamente consumidores , que el consu-
mo se vaya a realizar de forma inmediata y que éste se produzca
en un lugar cerrado de forma que se evite que puedan llegar a
consumir personas ajenas al grupo. Sólo en este supuesto se con-
sidera atípica la conducta por no quedar afectado el bien jurídi-
co protegido.
La donación . El hecho de donar droga sin contraprestación algu-
na ha venido considerándose tradicionalmente equiparable a los
actos de tráfico . Sin embargo , a lo largo del tiempo la jurispru-
dencia ha venido atemperando dicho criterio y muchos casos de
donación han sido equiparados de forma más benévola con el
consumo compartido siempre y cuando se den los requisitos
antes vistos : que el consumo se produzca de forma inmediata a
la donación y que la persona que recibe la droga sea previamente
consumidor de la misma. De todas formas podría haber proble-
mas para quien dona a una persona sometida a un tratamiento
de deshabituación por su adicción a cualquier sustancia, a un
menor de edad o a un incapaz.
Entrega de cantidades insignificantes de droga . En virtud del
«principio de insignificancia » el Tribunal Supremo español con-
sideraba atípicas las ventas o donaciones de cantidades lo sufi-
cientemente pequeñas como para no considerar afectado el bien
jurídico protegido. Sin embargo, un reciente acuerdo de la Sala
Penal de dicho tribunal ha considerado a partir de criterios mar-
cados por el Instituto Nacional de Toxicología que la cantidad
de 10 miligramos de hachís basta para considerar afectado el
bien jurídico y, por tanto, para considerar que se ha producido
un delito.
Cultivo de cannabis destinado al autoconsumo . Dado el aumen-
to de cultivos privados de cannabis destinados al consumo de
una o más personas que en los últimos años se ha producido, es
necesario examinar qué elementos deben tenerse en cuenta para
valorar si efectivamente nos encontramos ante un supuesto de
cultivo para el autoconsumo o para traficar con el producto de
la planta . Es evidente que si queda clara la intención de destinar
el producto del cultivo de la planta al autoconsumo, no puede

131
CANNABIS Y LEGISLACIONES COMPARADAS EN EUROPA...

haber delito. La dificultad estriba precisamente en determinar


el destino final del producto. Es dificil en estos supuestos esta-
blecer un número de plantas a partir del cual pueda determinar-
se que el destino es el tráfico como se ha reivindicado alguna
vez. El motivo es claro. Muy pocas plantas pueden producir una
gran cantidad de derivados del cannabis, mientras una gran can-
tidad de las mismas pueden tener muy poca producción, com-
patible con el consumo que puedan realizar una o varias perso-
nas. Son muchos los factores que inciden en la producción de
TCH: variedad de la planta, tamaño, condiciones climáticas en
que se cultiva, características del suelo, cuidado de la planta, etc.
Esta cuestión deberá resolverse caso por caso.

En todo caso, debe quedar clara una cuestión: la posesión de semi-


llas no se considera tráfico por no constituir un acto ejecutivo del cul-
tivo1°. Además, podría darse el caso de que el cáñamo no fuera consi-
derado sustancia estupefaciente por no alcanzar el porcentaje de THC
necesario para tal consideración15. Este último extremo tiene una cier-
ta relevancia en relación con la producción de esquejes. Para la apli-
cación del tipo penal es necesario que se cultiven elementos que con-
tengan como materia prima el principio activo que pueda afectar a la
salud pública. Dada la escasa presencia de principios activos en los
esquejes o en las plantas que están en su primera fase de crecimiento,
el cultivo de los mismos podría dar lugar a lo sumo a un delito contra
la salud pública en grado de tentativa una vez se hubiera determinado
que la variedad de cannabis cultivado no puede considerarse cáñamo

14 kd. Listas 1 y IV de la Convención única de 1961, sobre Estupefacientes (Nueva


York, 30 de marzo, enmendada por el Protocolo de modificación de la misma Ginebra, 25
de marzo de 1972, en relación con el Anexo a los formularios estadísticos (Lista amari-
lla), 42.' Edición, diciembre de 2000. Junta Internacional de Estupefacientes (JIFE). Con-
vención única sobre Estupefacientes de 1961 expresa en su art. l.° qué parte o partes de
la planta se encuentran fiscalizadas . En ese orden, después de relacionarse en sus Listas 1
y IV al cannabis y su resina, así como los extractos y tinturas de aquél , se precisa en los
apartados b) y d) del artículo citado, dedicado a definir los conceptos técnicos incorpora-
dos al texto de la Convención , que: «por cannabis se entiende las sumidades , floridas o
con fruto, de la planta de la cannabis (a excepción de la semilla y las hojas no unidas a
las sumidades de las cuales no se ha extraído la resina, cualquiera que sea el nombre con
que se las designe) , concretando respecto a su resina que: «por «resina de cannabis» se
entiende la resina separada , en bruto o purificada, obtenida de la planta de la cannabis»;
definiendo ésta última en su apartado d) como «toda planta del género cannabis».

132
PEDRO CALDI/NTIY

industrial. Además, debe tenerse en cuenta que si bien la jurispruden-


cia española tradicionalmente considera que puede poseerse en gene-
ral cualquier sustancia estupefaciente o psicotrópica para cubrir las
necesidades del consumidor de tres a cinco días, este criterio no puede
aplicarse cuando se trata de cultivo de la planta de cannabis. En efec-
to, la planta de cannabis produce, en condiciones normales una cose-
cha anual. Es lógico que quien cultiva para obtener producto para su
propio consumo no lo haga para abastecerse de sustancia por tan corto
periodo de tiempo.
Por último, es importante destacar que, cuando se interviene una
plantación de cannabis, para determinar si su destino era el tráfico o el
propio consumo, deberán separarse previamente de las plantas las par-
tes inútiles para el consumo. Nos referimos al cepellón, la raíz, las hojas,
el tronco, los tallos y las semillas. Además, deberá tenerse en cuenta la
existencia de ejemplares machos de la planta pues estos carecen de las
sumidades floridas que hacen que la planta de cannabis sea considerada
como sustancia estupefaciente. Además, deberá calcularse el peso en
seco de la planta o plantas intervenidas, que es aproximadamente un 20%
del peso total del material fresco.
Se ha intentado también en alguna ocasión incriminar al poseedor
o distribuidor de semillas por considerarse que éstas son precursores, es
decir, sustancias o materiales que, si bien no son drogas, pueden des-
viarse del mercado lícito para la producción de las mismas. Ni la nor-
mativa internacional ni la nacional que la desarrolla se refieren a las
semillas como precursores; por tanto, está completamente fuera de lugar

's
El contenido de THC por debajo del cual deben encontrarse las plantas de can-
nabis para poder tener la consideración de cultivo industrial, tradicionalmente fijado en
0,3%, ha sido modificado recientemente por la Unión Europea, exigiéndose a partir de la
campaña de 2002 un máximo del 0.2%. En este sentido, el Reglamento (UE) núm.
1672/2000 del Consejo, de 27 de julio, de apoyo a los productores de determinados culti-
vos herbáceos, en el que se definían las ayudas económicas para el lino y el cáñamo des-
tinados a la producción de fibras ya establecía en su art. 8 que: «En el caso del cáñamo,
conviene prever medidas especificas para evitar que cultivos ilegales se escondan entre
los que pueden acogerse a los pagos por superficie v perturben así la organización común
de mercados de este producto. Por lo tanto, es necesario establecer que dichos pagos sola-
mente se concedan para las superficies en las que se hayan utilizado variedades de cáña-
mo que ofrezcan determinadas garantías en cuanto al contenido de sustancias psicotró-
picas» concretando a continuación que: «Para el cáñamo destinado a la producción de
fibras, el pago por superficie se supeditará, asimismo, ala utilización de variedades curo
contenido de tetrahidrocannabinol no exceda el 0,2%,».

133
ACTITUDES INTERNACIONALES SOBRE EL CANNABIS...

la posibilidad de inculpar a alguien por la tenencia o distribución de


semillas de cannabis16.

Consumo de derivados de cannabis en locales sociales. El


aumento de asociaciones de consumidores de cannabis y que
propugnan su legalización ha propiciado la existencia de loca-
les en los que los socios pueden, bajo determinadas condicio-
nes, consumir libremente cannabis . De momento no se ha
emprendido acción legal alguna en contra de este tipo de esta-
blecimientos . La razón de ello radica en que nos hallaríamos
ante supuestos que deberían considerarse de consumo compar-
tido. Sin embargo , deberán respetarse las condiciones para que
dicho consumo no sea considerado ilegal.

4. Conclusiones

El consumo de cannabis está aumentando en Europa en los últi-


mos años debido a diferentes motivos. Los gobiernos de los diferentes
Estados europeos están reaccionando ante dicho fenómeno de diver-
sas maneras . Unos parecen vacilar entre medidas represoras y alterna-
tivas a la prisión; otros han dado entrada en sus legislaciones a políti-
cas sobre reducción de riesgos asociados con el uso de drogas y
admiten que dicho uso es inevitable en las sociedades humanas. No
obstante esas diferencias , es un hecho que poco a poco las legislacio-
nes internas de los países europeos tienden a armonizarse. Queda un
largo camino por recorrer en la implantación de dichas políticas sobre
reducción de riesgos ; entretanto la situación de los consumidores en
Europa es insegura y ambigua.

6 k7d. Convenio de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes


y sustancias psicotrópicas , firmado en Viena el 20 de diciembre de 1988 , del que España
es parte ; así como la legislación promulgada para su adaptación al ordenamiento interno
español . Nos referirnos ala Ley 3/ 1996, de 10 de enero, sobre medidas de control de sus-
tancias químicas catalogadas susceptibles de desvío para la fabricación ilícita de drogas.

134
PEDRO CALDE;N 1 kY

Bibliografía

CEBRIÁN, J. (2004 ): Italia iguala drogas « duras » y «blandas» y vuelve a castigar


el consumo privado, Cáñamo, 73:22.
(2000): Drogas: éste es el panorama en Europa , Cáñamo, 25: 64-67.
CLIMENT, C.; GARCÍA, J.; PASTOR, F.; PÉRE-.z, A. (1998): Las drogas en el nuevo
Código penal. Valencia : Editorial Práctica de Derecho
ESCOTADO, A. ( 1997): La cuestión del cáñamo. Una propuesta constructiva
sobre hachís y marihuana . Barcelona : Anagrama
FRAGA, G. (2000 ): Las famosas bolsitas aromáticas , Cáñamo , 29: 39.
- (2003 ): Cannabis en Grecia, Cáñamo, 62: 42-47.
GALLEGO, J. 1. (1999): Los delitos de tráfico de drogas II. Un estudio analítico
del art. 369, 370,372,374,375, 377 Y 378 del CP; y tratamientos jurispru-
denciales , Barcelona : J.M. Bosch Editor.
JOSHI JUBERT, U. (1999): Los delitos de tráfico de drogas L Un estudio analíti-
co del art. 368 CP, Barcelona: J.M. Bosch Editor.
MARQUEZ, 1. et al. coords . (2002) Cannabis: de la salud y el derecho, Vitoria-
Gasteiz : Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.
SEQUEROS SAZATORNIL, F. (2003): Venta de semillas de cannabis , de equipos y
materiales para su cultivo, así como su propaganda , como actos con tras-
cendencia penal , La Ley, 5713 Febrero 2003.

135
Capítulo 3
Comentario a la «Decisión Marco» 2004/757/JAI
del Consejo de la Unión Europea relativa
al establecimiento de disposiciones mínimas
de los elementos constitutivos de delitos
y las penas aplicables en el ámbito del tráfico ilícito
de drogas en relación con la «Estrategia Europea
contra la droga (2005-2012 )» del Parlamento Europeo

Por
Ignacio Muñagorri
Xabier Arana

El Diario oficial de la Unión Europea de 11 de noviembre, 2004,


publica la precitada Decisión Marco 2004/757. Dicho documento, tras una
serie de consideraciones, 8, recoge en su articulado contenidos referentes
a: las «Definiciones» (art. 1); los «Delitos relacionados con el tráfico ilí-
cito de drogas y precursores» (art. 2); la «Inducción, complicidad y tenta-
tiva» (art. 3); las «Sanciones» (art. 4); las «Circunstancias particulares»
(art.5); la «Responsabilidad de las personas jurídicas» (art. 6); las «San-
ciones aplicables a las personas jurídicas» (art. 7); lo referente a «Com-
petencias y Enjuiciamiento» (art. 8); la «Aplicación e Informes» (art. 9);
la «Aplicación territorial» (art. 10) y la «Entrada en vigor» (art. 1 l ). La
Decisión Marco citada coincide en el tiempo con la Estrategia Europea
contra la Droga 2005-2012 aprobada por el Parlamento Europeo el 15 de
diciembre de 2004 que dada su naturaleza y la amplitud de su contenido,
entendemos que engloba la Decisión Marco 2004/757.
En este breve comentario de los dos textos, Estrategia Europea con-
tra la droga 2005-2012 y Decisión Marco 2004/757, se pretende una pri-
mera aproximación a ellos desde la perspectiva de los procesos de cri-
minalización entendiendo que dicho enfoque permita delimitar su
significado desde la realidad de las personas criminalizadas. También

137
COMENTARIO A LA «DECISIÓN MARCO» 2004/757/JAL..

se contemplarán ambos documentos desde las aportaciones que proce-


dentes de diversos ambientes se están realizando en la construcción de
un discurso normalizador del fenómeno social de las drogas, especial-
mente respecto del cannabis.
Las disposiciones, planteadas como mínimas de la Decisión Marco
2004/757, van referidas a los «elementos constitutivos de delitos y las
penas aplicables» en relación al tráfico ilícito de drogas. Dentro de los
delitos, se refieren a «los más graves». Así, el Considerando 4 de la Deci-
sión Marco recoge que «el principio de subsidiariedad exige que la actua-
ción de la Unión Europea se centre en los delitos más graves en materia
de tráfico de drogas. La exclusión del ámbito de aplicación de la presen-
te Decisión marco de determinados tipos de comportamiento relativos al
consumo personal no constituye una orientación del Consejo sobre el
modo en que los Estados miembros deben abordar estos casos en sus
legislaciones nacionales ». En este sentido , la delimitación del ámbito de
aplicación establecido por la propia Decisión Marco permite diversas con-
creciones. En primer lugar, debe destacarse que no solo va referida a los
concretos ámbitos del ordenamiento jurídico-penal indicados en su título,
delitos y penas, sino especialmente y dentro de ellos, a los supuestos deli-
tos «más graves». Además, en segundo lugar, la expresa exclusión, en la
aplicación de la Decisión marco de «determinados tipos de comporta-
mientos relativos al consumo personal» (Considerando 4), aunque sean
delictivos, cabe entender, supone expresamente que el Consejo de Euro-
pa no interviene en las decisiones legales que los Estados miembros adop-
ten sobre el consumo de drogas ilegales e ilícitos relacionados con el con-
sumo. Por ello, el que la Decisión Marco vaya referida a un ámbito muy
concreto, el especialmente «más grave» del tráfico ilegal no supone nece-
sariamente que sea el más relevante desde la perspectiva de la criminali-
zación secundaria, esto es, de los sujetos criminalizados . Puede verse que
en el conjunto de Recomendaciones del Parlamento Europeo que confor-
man la Estrategia en materia de lucha contra la droga 2005-2012, donde
se recoge una amplia diversidad de puntos de vista, intervenciones políti-
cas y objetivos , se da, entre estos últimos y en relación a los medios a uti-
lizar, «prioridad a la protección de la vida y de la salud de los consumi-
dores de sustancias ilícitas» (Recomendación m).
Por otra parte, la delimitación de la Decisión Marco 2004/757 a los
supuestos «más graves» permite, a su vez, contemplar en concreto y rela-
tivizar el contenido el contenido de su Considerando 1: «El tráfico ilícito
de drogas representa una amenaza para la salud, la seguridad y la cali-
dad de vida de los ciudadanos de la Unión Europea, así cómo para la eco-

138
IGNACIO MUÑAGORRI Y XAI3IE.R ARANA

nomía legal, la estabilidad v la seguridad de los Estados miembros». Su


lectura sistemática exige integrar la expresión tráfico ilícito de drogas de
este Considerando 1 con el contenido del Considerando 4, ((los delitos más
graves en materia de tráfico de drogas», de manera que las amenazas
especialmente graves, no solo a la salud, seguridad o calidad de vida de
las personas, sino también a la economía, estabilidad o seguridad de los
Estados que conlleva el ilegal tráfico según la Decisión Marco 2004 debe-
rán atribuirse exclusivamente a esos delitos más graves del tráfico ilegal.
Añadir, que la regulación penal española en materia de tráfico de drogas,
arts. 368 a 378 del Código Penal, superan con creces las disposiciones
mínimas a las que hace referencia la Decisión Marco de 2004.
A partir de lo anteriormente señalado, cabe abundar en la relación
entre el tráfico ilegal y el consumo, dada la amplísima regulación penal
en esta materia que como se ha señalado por la doctrina responde a una
((línea político criminal partidaria de la represión sin paliativos del
ambiente criminógeno extendido en torno al narcotráfico ajena a cuan-
tas consideraciones de índole dogmática e incluso dejusticia materialfue-
ron formuladas de modo casi unánime por la doctrina así como por
amplios sectores jurisprudenciales» (J. M Valle, P. Morales 1996). La
extensísima e intensísima criminalización que el Código Penal recoge, a
la que hay que añadir las previsiones de la L.O. 1/1992, sobre Protección
de la Seguridad Ciudadana en relación con la tenencia incluso para con-
sumo, lleva en la práctica de la aplicación sancionadora, penal y adminis-
trativa, a afectar a supuestos de consumo, asociado muchas veces a con-
ductas de tráfico no especialmente graves que están enormemente alejadas
de lo que se conoce como narcotráfico internacional. Sin embargo, a pesar
de esa lejanía, el discurso jurídico interviene, aunque no solo pero sí inte-
raccionado con otros como el periodístico, el médico o el de los profesio-
nales de las drogas (X. Arana, I. Germán 2004) en la construcción de la
droga como gravísimo y especialmente alarmante problema social, de
manera que la intervención punitiva sobre los consumidores participa
de la derivación hacia ellos, de manera reductiva, estereotipada, oculta-
dora y engañosa, de una pluralidad de problemas que no se encuentran
precisamente en ellos, participando así la intervención criminalizadora en
el incremento de los problemas y en el alejamiento de las soluciones.
Un ejemplo de la confusión apuntada puede encontrarse en cómo se
presentan los datos estadísticos sobre criminalidad y población reclusa. En
una reciente publicación se recoge que, según fuentes del Ministerio de
Interior a 31 de diciembre de 2003, dentro del total de la población conde-
nada recluida en prisión (39.104), había un total de 11.856 personas por

139
COMENTARIO A LA «DECISIÓN MARCO» 2004/757/JAI...

delitos contra la salud pública (10.286 hombres y 1.570 mujeres). Por deli-
tos contra el patrimonio y el orden socioeconómico la cifra era de 20.203
(18.990 hombre y 1.213 mujeres), sin que conste en dichos datos la aso-
ciación entre ambos supuestos de conductas. De la cifra indicada de 11.856
penados por delitos contra la salud pública no se recoge cual es la grave-
dad del delito, lo que exigiría, al menos, conocer el tipo de condena, ni tam-
poco se conoce si los autores son consumidores o no (E. GARCÍA,
E PÉREZ 2004).

CUADRO 1: Datos de población reclusa a 31 de diciembre de 2003

HOMBRES MUJERES TOTAL


Situación procesal 51 . 686 4 . 410 59.096
• Preventivos 11.214 1.062 12.276
• Penados 39.459 3.285 42.744
• Medidas de seguridad 451 21 472
• Arresto de fin de semana 300 36 336
• Impago de multa 67 6 73
• Tránsitos 195 0 195
Grado de tratamiento 39.459 3 .285 42.744

• Primer grado 1.026 66 1.092


• Segundo grado 29.762 2.222 31.984
• Tercer grado 4.413 691 5.104
• Sin clasificar 4.258 306 4.564

Edad penados 39.456 3.285 42.744


•18-20 687 42 729
• 21-25 6.108 454 6.562
• 26-30 9.310 765 10.075
• 31-40 15.105 1.195 16.300
• 41-60 7.666 772 8.438
• + de 60 583 57 640
Edad preventivos 11.214 1.062 12.276
•18-20 745 47 792
• 21-25 2.379 230 2.609
• 26-30 2.877 288 3.165
• 31-40 3.231 290 3.521
• 41-60 1.823 199 2.022
•+de60 159 8 167

140
IGNACIO MUÑAGORRI Y XABIER ARANA

........ _..
HOMBRES MUJERES TOTAL
Tipología delictiva de los
36 . 038 3.066 39.104
penados por L . O. 10/1995
17. Homicidio y sus formas 1.541 88 1.629
18. Lesiones 1.251 62 1.313
19. Contra la libertad 255 8 263
20. Contra la libertad sexual 1.817 16 1.833
21. Contra el honor 3 0 3
22. Contra las relaciones
familiares 51 2 53
23. Contra el patrimonio y el
orden socioeconómico 18.990 1.213 20.203
24. Contra la salud pública 10.286 1.570 11.856
25. Contra la seguridad del
tráfico 95 0 95
26. Falsedades 274 24 298
27. Contra la Administración
de pública 34 1 35
28. Contra la Administración
de Justicia 147 4 151
29. Contra el orden público 667 29 696
30. Deber de prestación del
servicio militar 0 0 0
31. Resto de delitos 340 13 353
32. Faltas 44 2 46
33. No consta 243 34 277

(Fuente: Anuario estadístico de 2002 del Ministerio del Interior)

En relación con la población privada de libertad, alrededor de 52.000


personas en la actualidad, el 60% son consumidores de drogas ilegales o
alcohol ( 24,2% heroína y cocaína; 14,2% alcohol ; 1 1,1% heroína; 19,9%
cocaína) y el 55% siguen programas de desintoxicación. Se recoge la inci-
dencia de los programas en la reincidencia . El 15% que han seguido un pro-
grama vuelven a la cárcel a los tres años por un nuevo delito, frente al 92%
que no han participado (EL PAÍS 08/02/2005 ). En relación con la pobla-
ción condenada a pena de prisión por delitos contra la salud pública en la
Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV), las Estadísticas Judiciales
del INE del año 2002, recogen junto al porcentaje de condenados , la dura-
ción de la penas de prisión impuestas. Así, de 327 condenados a penas de

141
COMENTARIO A LA «DECISIÓN MARCO» 2004/757/JAI...

prisión por delitos contra la salud pública, no hay ninguna condena que
supere los 20 años de prisión, hay 3 condenas entre 10 y 20 años, 37 con-
denas entre 4 y 10 años, y la gran mayoría, 287 condenas de prisión entre
6 meses y 4 años. No consta de este último porcentaje, que supone cerca
del 90% de las condenas, si se trata de «sustancias o productos que causen
grave daño a la salud» castigados con pena de 3 a 9 años (art. 368 Código
Penal), o no causen grave daño, castigados con pena de prisión de 1 a 3
años (art. 368 Código Penal), ni tampoco consta el porcentaje de las con-
denas inferiores a 3 o 1 año, en su caso, lo que permitiría contemplar los
casos en que se ha apreciado la circunstancia de grave adicción o en los
que se ha apreciado la eximente incompleta del art. 21.1, en relación con
el art. 20.2, todos ellos del Código Penal. En todo caso puede recordarse
que la pena de prisión de 6 meses a 4 años es una pena menos grave.

CUADRO II: Condenados con penas de prisión en la Comunidad Autónoma


Vasca . Año 2002 . ( Fuente : Estadísticas Judiciales INE)

Prisión 6
Total Prisión 20 Prisión 10 Prisión 4 Total
condenados a 25 años a 20 años a 10 años prisión
a 4 años
Totales CAPV 4.645 0 11 65 2.176 2.252
Homicidio y sus formas 217 0 2 4 130 136
Contra la libertad 32 0 0 4 20 24
Contra la libertad sexual 42 0 2 7 18 27
Omisión de deber de socorro 0 0 0 0 0 0
Contra la intimidad 2 0 0 0 1 1
Contra el honor 5 0 0 0 0 0
Contra las relaciones familiares 71 0 0 0 3 3
Contra el patrimonio 1.422 0 0 2 1.137 1.139
Medio ambiente y orde. territorio 3 0 0 0 2 2
Contra la seguridad colectiva 2 0 0 0 2 2
Contra la salud pública 330 0 3 37 287 327
Contra la seguridad del tráfico 1.678 0 0 1 22 23
De las falsedades 57 0 0 0 52 52
Contra Administración Pública 5 0 0 0 2 2
Contra Administración de Just. 139 0 0 0 19 19
Contra la Constitución 7 0 0 0 0 0
Contra el Orden Público 193 0 0 0 178 178
Contra Paz e Independencia 2 0 0 0 0 0
Contra la comunidad internac . 0 0 0 0 0 0
Concurso de delitos 407 0 4 10 298 312
NO CONSTA 31 0 0 0 5 5

142
IGNACIO MUÑAGORRI Y XAE3IER ARANA

Por otra parte, también en relación con la CAPV, según datos del
Observatorio Vasco de Drogodependencias (1999), el perfil de las 549
personas atendidas en los programas de tratamiento durante su estancia
en prisión, que viene a ser alrededor del 50% de la población recluida,
corresponde a varones (88,7%), el 58% carece de graduado escolar; el
71% posee una cualificación profesional escasa; el 81,9% presenta adic-
ción a varias sustancias; su historial delictivo muestran el robo y el trá-
fico de drogas como tipos de delitos más habituales y presenta una media
de 4-5 ingresos en prisión, situándose la edad media del primer ingreso
en torno a los 22 años. Continuando con el perfil de las personas que
participaron en los programas de prevención de toxicomanías durante su
estancia en alguno de los tres centros penitenciarios de la CAPV, el tra-
bajo de A. Abásolo e 1. Gallego (2000), muestra los siguientes datos:

CUADRO III: A. Abásolo e 1. Gallego (2000)

Nanclares
Basauri llartutene de la Oca
196 personas (1) 115 varones 340 hombres
(ahora hay 257 pre- y 13 mujeres y 75 mujeres
sos) (2) (3) (ahora
hay 698 presos)
Datos sociodemográficos
Varón (115) - Varón (300) - Mujer
Sexo Varón
Mujer(13) (75)
32,6 Años -
Edad media 31 Años 32 Años
30.6 Años

Estado civil
Soltero 56,8% 84 1% - 66 % 56,18%-36%
Casado 28.4% 30%-24% 28.82 % - 42,67 %
Separado/divorciado 13,6% 14%-10% 13,82 %- 14,67 %

Hijos

Sí 36.42% 37%-29% 39.9%-58,7%

No 63.58% 63%-71% 60,1%-41,3%


Profesión
Con capacitación laboral 18,52% 49 % - 38 % 25%-17%

Sin capacitación laboral 81,48% 51 %- 62 % 75%- 83%

143
COMENTARIO A LA «DECISIÓN MARCO» 2004/757/JAL..

---.................... ........... ........... ._..-_....__. ...__.................... --...... .............. _.._.._.-.


Origen familiar

Inmigrantes 42,60% 75%-62% 26%-17%

Autóctonos 36,42% 18%-14% 31%-27%


Gitanos o extranjeros 20,98% 35%-27% 37%-56%
Lugar de Nacimiento
CAPV 73,46% 73%-62% 58%-44%
Fuera de la CAPV 26,54% 55%-43% 42%-56%

Convivencia
Con Padres 42,8% 56%-44% 46%-37%

Pareja 26,1% 36%-28% 25%-24%

Sólo 10,6% 24%-19% 16%-13%

Otros 20,5% 12%-9% 13%-8%

Drogodependencias
Adicción : tipo de vías
de consumo
Politoxicomanía 62,35% 115%-90% 94%-93%

Cocaína 12,35% 23%-18% 0,3%-4%

Heroína 25,31% 88%-69% 5%-4%

Tratamientos anteriores
Sí 72,22% 76%-59% 78%

No 27,58% 52%-41% 22%


Características familiares
Número de hermanos 4-5 4 4,4-4,5

Padres
Situación familiar estable 51,2% 60%-47% 41%-41%

Separación , fallecimiento 46,3% 68%-53% 59%-59%


Situación económica Media - baja Media - baja Media - baja

Adicciones en la familia
Padres 25,31 % 49%-38% 46,76 %- 57,33 %

Hermanos 43,21 % 53 %- 41 % 53,24 %- 42,67 %

Situación sanitaria
VIH 30,25% 23%-18% 39,41 %- 41,33 %

144
IGNACIO MUÑAGORRI Y XAE3IER ARANA

...... _.
Hepatitis 43,21 % 84%-65% 67,94 °° 73,33 %
Área penitenciaria
N.° medio de ingresos 4-5 3 6,8-4.7
Edad del primer ingreso 22 - 23 21 21 - 24
Tiempo de estancia total
en prisión
Más de un año 66,05% 84%-66% 94%-71%
Menos de un año 25,93% 35%-27% 6%-29%
Sin experiencia previa 8.02 % 9%-7% 3%-20%
Delitos contra la
Robo con intimida-
Tipos delictivos Propiedad y delitos
Robo ción, narcotráfico
más representativos contra la salud
y otros
pública

Bilbao y Margen
Residencia habitual Gipuzkoa
Izquierda

Grado de formación 11,76 % - 5,33 %


Sin graduado escolar 59% 63%-49% 47,94 % - 5,33 %
Con graduado escolar 38.51 °%° 62%-48,5% 7,94 % - 42,67 %
Titular 2,49% 3%-2,5%

En relación con lo anteriormente expuesto, a pesar de la insuficien-


cia de los datos, pueden plantearse algunas consideraciones que permi-
tirán, desde la criminalización material de determinadas conductas, deli-
mitar la calificación de tráfico ilegal. En primer lugar, se comprueba el
alto índice de condenas de prisión por delitos contra la salud pública
centrados, al menos normativamente, en el tráfico ilegal, conductas de
ejecución, cultivo, elaboración o tráfico o de otro modo promuevan,
favorezcan o faciliten el consumo ilegal (art. 368 Código Penal). Dicho
alto índice se incrementa al vincularse con los delitos contra el patri-
monio, especialmente con el delito de robo. En segundo lugar, a partir
del tipo de condenas, se ve que en su gran mayoría se trata de delitos
menos graves. Estos datos permiten comprobar la aplicación real de la
previsión punitivo-legal, extraordinariamente alejada, como puede verse,
de las conductas a las que va dirigida la Decisión Marco 2004/757 del
Consejo de Europa que en su articulado, como se ha insistido, pero no
en su rúbrica, se refiere a los supuestos más graves. Por ello que pueda

145
COMENTARIO A LA «DECISIÓN MARCO» 2004/757/JAI...

afirmarse que, en su gran mayoría, las conductas castigadas con pena de


prisión en aplicación de la legislación española por delitos contra la salud
pública nada tienen que ver con el objeto de la «Decisión Marco
2004/757 relativa al establecimiento de disposiciones mínimas aplica-
bles en el ámbito del tráfico ilícito de drogas». Por ello que hubiera sido
deseable que tal Decisión Marco hubiera incluido ya en su propio títu-
lo, y no solo en su articulado, el ámbito al que va referida, «los delitos
más graves en materia de tráfico de drogas». Así, se hubiera presenta-
do claramente su objeto y se hubieran evitado equívocos y confusiones
sobre el tráfico ilegal, delimitando así su objeto y las respuestas puniti-
vas que recoge en razón, inequívoca, de los supuestos de conductas que
pretende prevenir y, en su caso, sancionar. Igualmente hubiera sido dese-
able concretar los supuestos más graves para evitar o al menos reducir
la vaguedad y la amplitud interpretativa de dicha expresión de gravedad.
Por otra parte, la insistencia en la pena de prisión además de la severi-
dad punitiva que supone y que resulta mas preocupante ante la vague-
dad, ya comentada, de los supuestos delictivos, tiene como finalidad no
disimulada la de aplicar la orden de detención europea a los supuestos
calificados como euro-delitos. Se trata en todo caso, de un documento
que responde de manera manifiesta y contundente a las políticas prohi-
bicionistas. Dicha valoración se recogió en la Opinión minoritaria al
Informe de la Comisión de Libertades y Derechos de los Ciudadanos,
Justicia y Asuntos Interiores del Parlamento Europeo en su sesión de 23
de febrero de 2004, última de las reuniones en que se debatió la pro-
puesta de la Decisión Marco. Dicha opinión minoritaria suscrita por
Mauricio Turco, Marco Capato e lisa Schróder recoge lo siguiente: «Las
enmiendas presentadas por el Parlamento en primera lectura, que tenían
por objeto limitar el ámbito de la directiva marco al narcotráfico ilegal
internacional , fueron desdeñadas por el Consejo. Posteriormente, tras
su nueva presentación en segunda lectura, las enmiendas fueron recha-
zadas. El resultado de la aprobación de esta decisión marco, dejando
aparte la humillación sufrida por el Parlamento frente al Consejo, será
elfortalecimiento del régimen prohibicionista internacional, el aumen-
to de los beneficios de los traficantes, la corrupción de las instituciones
y la represión de los consumidores de drogas».
Además de lo anterior, los datos sociodemográficos presentados de
la población privada de libertad en razón de estos delitos respecto a, su
capacitación laboral, situación económica, reincidencia o grado de for-
mación, muestran un perfil que tampoco tiene nada que ver con las ame-
nazas que representa este tráfico ilegal de drogas, en relación con las

146
IGNACIO MUÑAGORRI Y XABIGR ARANA

expresadas en el Considerando 1 de la Decisión Marco 2004/757. Al


contrario, representan un amplio conjunto de personas especialmente
vulnerables y vulneradas en relación con las cuales la pena de prisión
agudiza extraordinariamente sus problemas. En este sentido, la respues-
ta a estas personas se contempla mejor en la Estrategia Europea contra
las drogas (2005-2012). Recomendación del Parlamento Europeo sobre
la estrategia europea en la lucha contra las drogas (2005-2012)
(2004/2221 INI). Dicha Estrategia, en su Considerando A, a la vista de
que entiende que el consumo y el comercio de drogas alcanzan unos
niveles muy altos en todos los Estados miembros, entiende que la lucha
contra las drogas debe abordarse de «forma integrada y global, con todos
los medios necesarios para prevenir y solucionar los problemas sanita-
rios v de exclusión social que ocasiona a las personas, así como para
reparar el daño que la delincuencia organizada con las drogas ocasio-
na a la sociedad», diferenciando así dos ámbitos distintos, el de la delin-
cuencia organizada y los daños colectivos que pueda causar y los pro-
blemas de salud y de exclusión social. Así mismo, considera
(Considerando 1), que «para evitar todo análisis reductor de los múlti-
ples problemas vinculados alfenómeno de la droga, los riesgos que com-
portan las drogas deben ser analizados, entre otras cosas, desde un
punto de vista científico, sociológico y cultural, no solamente exami-
nando con precisión los datos objetivos y comparables, sino también
evaluando con atención todos los tipos de implicaciones y daños». La
política nacional sobre droga, recoge el Considerando j, «ha de basarse
en conocimientos científicos relativos a los distintos tipos de drogas y
no a impulsos emocionales, dado que cada uno de los problemas rela-
cionados con la droga exige un enfoque específico». En el Consideran-
do k, la Estrategia Europea 2005-2012 afirma que debe «dedicarse espe-
cial atención a las políticas alternativas que ya hoy en día logran
mejores resultados en muchos Estados miembros». A partir de las diver-
sas consideraciones, recomienda, como se ha recogido anteriormente,
«promover medios totalmente distintos para conseguir el objetivo gene-
ral del proyecto de la Estrategia antidroga de la Unión, dando prioridad
a la protección de la vida y de la salud de los consumidores de sustan-
cias ilícitas, a la mejora de su bienestar y su protección, con un plante-
amiento equilibrado e integrado del problema, ya que los presupuestos
son inadecuados (Recomendación m). Así mismo recomienda «definir
reglas mínimas que mejoren la disponibilidad y la eficacia de las inter-
venciones y las relativas a las medidas de rehabilitación» (Recomen-
dación p, en relación con la Recomendación s), «incrementar la dispo-

147
COMENTARIO A LA «DECISIÓN MARCO» 2004/757/JAI...

nibilidad de programas de reducción de daños (especialmente con miras


a evitar la propagación del VIHy de otras enfermedades de transmisión
hemática) entre los consumidores de drogas» (Recomendación r en rela-
ción con la Recomendación t), o «establecer programas de rehabilita-
ción para los delincuentes/consumidores como alternativa a la cárcel,
puesto que este tipo de programas han resultado eficaces en los países
en que se han realizado » (Recomendación u).
Puede recordarse que fue la Presidencia neerlandesa del Consejo la
que presentó en julio de 2004 al Grupo Horizontal Droga el proyecto de
estrategia europea contra la droga 2005-2012, que tenía en cuenta las
conclusiones de la Conferencia de Dublín de mayo de 2004 sobre Estra-
tegia de la UE sobre las drogas, y que este proyecto posteriormente, fue
examinado a lo largo de septiembre de 2004 . Su aprobación , el 15 de
septiembre de 2004 , contó con 285 votos a favor, 273 en contra y 23 abs-
tenciones. Pero como puede deducirse de los Considerandos y la Reco-
mendaciones que se han expuesto , la Estrategia recoge, entre otras cosas,
reflexiones y prácticas que, a pesar de las política prohibicionistas y la
extrema criminalización , se están realizando en numerosos países de la
UE desde hace ya muchos años , precisamente por la múltiple generali-
zación de problemas , de salud y de exclusión social provocada por las
políticas prohibicionistas . En todo caso , numerosas Recomendaciones
recogidas en la Estrategia Europea 2005-2012 se armonizan con las
denominadas políticas normalizadoras que, especialmente en relación
con el cannabis , aunque no solo, se han debatido en el Instituto Interna-
cional de Sociología Jurídica de Ofiati últimamente, durante el año 2004
y en enero de 2005. La necesidad de «información verídica y clara acer-
ca de las sustancias , los consumidores , los tipos de consumo y los con-
textos donde se llevan a cabo los mismos» o «la necesidad de un len-
guaje consensuado que ayude a modificar la percepción social de la
sustancia y las personas consumidoras », consideraciones recogidas en
las discusiones sobre normalización , son necesidades que encuentran su
encaje en las Recomendaciones recogidas en la Estrategia Europea
2005-2012. Del mismo modo, la compresión de la política normaliza-
dora «no como sinónimo de promoción de sustancias ni de ausencia de
regulación sino como objeto de un debate social para crear un consen-
so capaz de modificar los criterios actualmente predominantes» que se
califican, como se ha visto, de inadecuados en la Estrategia Europea
2005-2012, «por otros más coherentes con el Estado social y democrá-
tico de Derecho1 se sustenta , con coherencia , con la reiterada Estrate-
gia que recomienda la «particular implicación de los drogodependien-

148
IGNACIO MUÑAGORRI Y XABIER ARANA

tes v de los consumidores de sustancias ilícitas, de la sociedad civil, de


las ONG, del voluntariado y de la opinión pública en la resolución
de los problemas relacionados con la droga» (Recomendación x). Así
mismo, la exigencia de información objetiva, o los efectos perversos de
la criminalización y, especialmente, la prisión de los consumidores más
vulnerables que se ha recogido en los debates sobre normalización
encuentran su paralelo en las Recomendaciones de la Estrategia Euro-
pea 2005-2012 que hace hincapié en el reforzamiento de las medidas de
información que deben basarse en los conocimientos científicos (Reco-
mendaciones w y t), o en el establecimiento de «programas de rehabili-
tación para delincuentes consumidores como alternativa a la cárcel»
(Recomendación u). La necesidad de ((investigaciones científicas» como
fundamento de la nueva Estrategia, o el incremento de la «investigación
social .y científica de las sustancias ilícitas con los fines médicos y socia-
les pertinentes» también se encuentran entre los contenidos de la Estra-
tegia Europea 2005-2012 (Recomendaciones e y g) y en las reflexiones
sobre la política normalizadora relacionada con el fenómeno social de
las drogas.

Bibliografia

ARANA, X.; GERMÁN, I. (2004 ): Delimitación del «status » jurídico del ciuda-
dano « consumidor de drogas ». Propuesta de Carta de Derechos de los
Usuarios de Drogas . J. L. DE LA CUESTA; 1. Muñagorri ( Directores ). Obser-
vatorio Vasco de Drogodependencias . Vitoria-Gasteiz : Servicio Central de
Publicaciones del Gobierno Vasco.
ABÁSOLO, A.; GALLEGO, 1. (2000 ): Estudio de recursos sociales . Población reclu-
sa en Euskadi.
GARCÍA, F.; PÉREZ, F. (2004 ): Evolución de la delincuencia en España y Anda-
lucía : Análisis e interpretación de las estadísticas oficiales. Málaga: Fun-
dación El Monte e Instituto Andaluz lnteruniversitario de Criminología,
Sección de Málaga.
OBSERVATORIO VASCO DE DROGODEPENDENCIAS ( 1999): Informe 2. Vitoria-Gas-
teiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.
VALLE, J. M.; MORALES , O. (1996): «Tratamiento jurídico penal del tráfico ile-
gal de drogas tóxicas», en G. Quintero y J. M. Valle ( Coordinadores).
Comentario a la Parte Especial del Derecho Penal . Pamplona: Aranzadi.

149
Capítulo 4
Posibilidades legales con la actual legislación
sobre cannabis : análisis de la situación actual
y propuestas para su uso normalizado

Por
Susana Soto

1. Introducción

La justificación más inmediata de mi participación en este foro es


la experiencia que me ha reportado la elaboración, como profesora del
Instituto andaluz interuniversitario de Criminología (IAIC), de un dic-
tamen jurídico a petición del Comisionado andaluz para la Droga sobre
la viabilidad legal de varios proyectos vinculados al uso y consumo de
cannabis.
El primero se refiere a la posibilidad legal del uso terapéutico del
cannabis para paliar los síntomas de ciertas enfermedades, las condi-
ciones en que este tratamiento podría llevarse a cabo y la tramitación
legal correspondiente. El segundo plantea la viabilidad legal de la crea-
ción de establecimientos donde se pueda adquirir y consumir tal sus-
tancia.
Estas dos iniciativas se enmarcan en el debate sobre la política cri-
minal de drogas, planteando la cuestión básica de si el problema social
de la droga debe ser abordado desde la perspectiva de profundizar en la
represión de todas las conductas relativas al consumo de drogas o, por
el contrario, se ha de procurar un cambio de perspectiva que ponga más
énfasis en actuaciones de tipo preventivo y asistencial, incidiendo sobre
la demanda de droga en lugar de hacerlo sobre la oferta. Este último
enfoque es lo que se conoce como política de reducción de daños.
La primera de las iniciativas está en consonancia con un creciente
interés científico a nivel internacional sobre la posible eficacia terapéu-
tica del cannabis, en concreto de su principio activo el THC, en relación

151
POSIBILIDADES LEGALES CON LA ACTUAL LEGISLACIÓN...

con enfermedades muy diversas. Los experimentos clínicos que se han


desarrollado en países de nuestro entorno avalan resultados positivos
para mitigar el dolor, como antiemético y como estimulante del apetito
en enfermos de cáncer sometidos a quimioterapia y en pacientes de sida.
Estas pruebas han conducido a reformas legales en dichos países a fin
de permitir la prescripción médica del THC o de sus derivados sintéti-
cos (como la nabilona o el dronabinol). Pero además se perfilan otros
múltiples empleos terapéuticos: como broncodilatador en el asma, como
anticonvulsivo en el Parkinson y la esclerosis múltiple, como vasodila-
tador en enfermos de glaucoma o, incluso, como inhibidor del creci-
miento tumoral; pero aún no se dispone de un cuerpo de pruebas sóli-
das que respalde la extensión de su uso a estos casos.
El creciente interés científico por estas nuevas aplicaciones choca
con problemas de legalidad en todos aquellos países que han ratificado
los Convenios internacionales sobre estupefacientes y sustancias psico-
trópicas. No obstante, se detecta una voluntad política de los Estados a
favor de potenciar la investigación de las propiedades terapéuticas del
cannabis, si bien enmarcándose la autorización generalmente en el desa-
rrollo de ensayos clínicos, como los que se están realizando en Holan-
da, Gran Bretaña' y Canadá. A ello hay que añadir diversos Informes
favorables a la prescripción médica de cannabis promovidos por orga-
nismos oficiales como el Ministerio de Sanidad francés (1998)2, la
Cámara de los Lores de Gran Bretaña (1998)3 o la Oficina Guberna-
mental de Control de Drogas de Estados Unidos (1999).
En cuanto a España las actuaciones en esta línea son más recientes.
Así, a la mencionada iniciativa de la Comunidad autónoma andaluza se
sumó el Parlamento catalán, elevando al Congreso de los Diputados una
propuesta de legalización del uso terapéutico del cannabis. Finalmente
en 2001 el Ministerio de Sanidad ha autorizado dos ensayos clínicos para
probar si los derivados del cannabis son útiles en el tratamiento del cán-
cer (en concreto, del glioblastoma) y de los traumatismos craneoence-
fálicos.

' Ramos, R. (1999 ): « Pruebas en Gran Bretaña para determinar el valor medicinal
de la marihuana», Cáñamo, n.° 14, p. 12.
2 Gaspar, E (1998): «Informe Roques: el informe oficial francés», Cáñamo, n.° 11,
p. 27 ss.
3 Publicado en internet, http://www. parliament .ukfhophome . htm, Select Comittee
on Science and Technology, Ninth Report.

152
SUSANA SO- 10

Respecto a la segunda iniciativa, la creación de establecimientos


donde poder adquirir y consumir cannabis , el modelo de referencia pro-
viene de Holanda ', cuya política relativa al consumo de drogas blandas
ha ido liberalizándose progresivamente desde finales de los años sesen-
ta. En este país se ha producido una legalización de facto del tráfico y
consumo de drogas blandas, porque el Ministerio Fiscal no emprende
persecución penal por la venta o consumo en establecimientos públicos.
De este modo , los coffee- shops o cafeterías pueden , con su respectiva
licencia , expender productos derivados del cannabis , pero no existe nin-
guna normativa que prevea el propio suministro a los propietarios de
estos locales.
El origen de los coffee-shops se encuentra en los llamados house dea-
lers (suministradores de centros oficiales ), que los grandes centros juve-
niles de reunión empezaron a consentir hace ya más de tres décadas, fun-
damentalmente para prevenir la adulteración del cannabis . La dirección
de estos locales confia al house dealer la venta de hachís y marihuana,
sin que haya persecución penal salvo que el distribuidor anuncie públi-
camente o practique de manera provocadora el tráfico. Esta práctica con-
sentida evita en gran medida la venta callejera, asegura la calidad del pro-
ducto y supone una contraoferta frente a las llamadas drogas duras.
Otro país ilustrativo de la política de normalización del cannabis es
Suiza , cuyo Parlamento ha votado a favor de gravar el comercio de can-
nabis con un impuesto similar al que se aplica a tabaco y alcohol,
impuesto que iría destinado a financiar las jubilaciones . No se permite
la publicidad ni la importación o exportación del cannabis, por lo que
ha de tratarse de cultivos suizos y destinados a clientes domiciliados en
este país.
En el informe jurídico del que fui partícipe concluimos que ningu-
na de las dos iniciativas expuestas debía tropezar con prohibiciones lega-
les, siempre y cuando reunieran determinadas características y requisi-
tos. A continuación expondré de forma sintética las vías a través de las
cuales se llegó a la conclusión precedente , analizando por separado cada
una de las actuaciones proyectadas.

' Vid. Vervaele (1993): «La actual política criminal en materia de tráfico y consu-
mo de drogas en Holanda, en Díez Ripollés y Laurenzo Copello coords., La actual polí-
tica criminal sobre drogas. Una perspectiva comparada, Valencia: Tirant lo blanch; Esco-
tado, A. (1997): La cuestión del cáñamo. Una propuesta constructiva sobre hachís y
marihuana, Barcelona: Anagrama.

153
POSIBILIDADES LEGALES CON LA ACTUAL LEGISLACIÓN...

2. Uso terapéutico del cannabis


2.1. Responsabilidad penal

La dispensación de cannabis con fines terapéuticos plantea, en pri-


mer lugar, el interrogante de si puede ser constitutiva o no del delito de
tráfico de drogas, previsto en el art . 368 del Código penal , y, en segundo
lugar, si es acorde con la legislación administrativa en materia de drogas.
El Código penal protege la salud pública castigando las conductas
que, referidas a drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópi-
cas, tiendan a promover su consumo por parte de los ciudadanos. El
núcleo de la configuración legal del delito de tráfico de drogas radica,
pues, en la promoción del consumo de tales sustancias , de modo que
cualquier conducta que tienda a acercar la droga a eventuales consumi-
dores entra de lleno en el ámbito de prohibición del art. 368 del Código
penal , sin que se diferencie entre actividades mercantiles o no.
Para lograr una más «eficaz» protección de la salud pública, el legisla-
dor ha recurrido a la técnica de los llamados «delitos de peligro abstracto»,
en virtud de la cual se anticipa la intervención penal a la realización de la
conducta que se presume generalmente peligrosa, no siendo necesario, por
tanto, constatar un peligro efectivo del bien jurídico. Esta amplia formula-
ción del delito tiene una importante excepción en nuestro Derecho, cual es
la ausencia de responsabilidad por posesión de drogas para el autoconsumo.
Ahora bien, el concepto de peligro para la salud pública admite
diversas interpretaciones , principalmente se debate si basta con la mera
realización de la conducta tenida por peligrosa o si, por el contrario,
es preciso la comprobación de su peligrosidad en el caso concreto. Y es
evidente que en función de una u otra caracterización de ese peligro
se producirá , correlativamente , una ampliación o restricción del ámbito
punitivo del delito de tráfico de drogas.
La doctrina mayoritaria del Tribunal Supremo, a salvo que sentencias
muy recientes con vocación altamente represiva acaben por configurar una
nueva tendencia, ha desarrollado varios criterios de interpretación restric-
tiva, en virtud de los cuales afirma que no se incurre en responsabilidad
penal cuando «no exista la posibilidad de difusión, de facilitación o de
promoción del consumo entre terceras personas indiscriminadamente»5,
pues en tales supuestos no se afecta a la salud pública.

5 SSTS de 10 de noviembre de 1994 (A. 8900), 23 de mayo de 1995 (A. 3912), 25


de septiembre de 1995 (A. 6745), 5 de febrero de 1996 (A.793), 26 de diciembre de 1996

154
SUSANA SOTO

La posibilidad legal de dispensar cannabis en el marco de un trata-


miento curativo o paliativo la hemos fundamentado en la tesis jurispru-
dencial de la impunidad de la donación con fines altruistas y humanita-
rios, que contempla los casos de donación de drogas por personas
allegadas a personas adictas, con fines de deshabituación o para evitar
los riesgos que la crisis de abstinencia origina. Ciertamente el uso tera-
péutico no es uno de los supuestos contemplados por la jurisprudencia,
pero creemos que puede considerarse como un supuesto análogo.
Las diferencias básicas vienen determinadas por los siguientes ele-
mentos. En primer lugar, los supuestos a los que alude la jurisprudencia
no coinciden con la actuación proyectada de prescripción de cannabis
para mitigar determinados síntomas asociados a una enfermedad o a su
tratamiento, siendo esta enfermedad ajena a la drogadicción. Por otra
parte, la jurisprudencia alude a una vinculación afectiva, más o menos
próxima, entre el dador y el receptor de la droga, lo que no es el caso.
Por último, la doctrina jurisprudencial exige que la entrega de la droga
sea a persona adicta o al menos habituada al consumo, mientras que en
el caso que comentamos el destinatario de la droga no es, en principio,
drogodependiente.
Pese a todo, entendemos que las diferencias no son de entidad sufi-
ciente como para impedir la aplicación de la tesis jurisprudencial al
supuesto objeto de estudio.
En efecto, la primera diferencia indicada es meramente formal,
incluso se podría afirmar que no existe diferencia alguna porque en
ambos casos se trata de un fin altruista y humanitario.
La segunda diferencia, relativa a la relación próxima entre el que
entrega la droga y quien la recibe, se puede predicar también para el
supuesto que se analiza, en el sentido de que la relación que existe entre
un médico y el paciente es de tanta confianza como la que puede exis-
tir entre allegados, sobre todo si atendemos al fin terapéutico que inspi-
ra la entrega de la droga.
La última diferencia, que se refiere a la naturaleza del destinatario
de la droga, tampoco la consideramos sustancial. En el caso admitido
por la jurisprudencia se exige que sea un drogadicto y en el que anali-
zamos una persona enferma para la que está indicada médicamente la
administración de cannabis.

(A. 9651), 3 de febrero de 1997 (A. 690 ), 22 de enero de 1998 (A. 48), 20 de julio de 1998
(A. 5998 ), 3 de febrero de 1999 (A. 967).

155
POSIBILIDADES LEGALES CON LA ACTUAL LEGISLACIÓN...

La afirmación de que estamos ante diferencias no significativas se


refuerza si atendemos al fundamento de la impunidad en los casos de
donación de drogas con fines altruistas y humanitarios, cual es la ine-
xistencia de un peligro general de difusión, de facilitación o de promo-
ción del consumo entre terceras personas indiscriminadamente. Si aten-
demos al bien jurídico protegido, la salud pública, es evidente que el uso
terapéutico del cannabis no la pone en peligro. En primer lugar, dificil-
mente puede ser calificada de peligrosa para la salud pública si está indi-
cada médicamente para determinadas enfermedades. Y, en segundo
lugar, y fundamentalmente, no existe posibilidad de que la droga llegue
a terceras personas, pues la entrega de ésta no está destinada a un grupo
indeterminado de personas, sino concretamente a una determinada,
excluyendo expresamente que se difunda entre terceras personas.
Se podría alegar en contra de la aplicación de la tesis de la impuni-
dad al uso terapéutico del cannabis que la jurisprudencia viene decla-
rando que tal doctrina tiene un «carácter excepcional y extraordinario»6,
«que no permite su expansión o extensión a supuestos no idénticos a los
contemplados»'.
Sin embargo, un análisis de estas sentencias pone de manifiesto
que la jurisprudencia lo que reclama cuando alude a que estamos ante
una doctrina excepcional es que sólo se puede predicar la impunidad
cuando el supuesto reúna aquellas condiciones por ella exigidas que
permiten descartar la posibilidad de difusión de la droga entre otras
personas. Así, las sentencias citadas declaran que es punible la entre-
ga de la droga cuando se ha realizado bajo condiciones que no exclu-
yen tal posibilidad, como son los casos en los que se realiza la entre-
ga en un centro penitenciario, donde «el peligro abstracto para el bien
jurídico protegido que es la salud pública no queda descartado, pues
hay riesgo de que se difunda a terceras personas y no hay seguridad
de lo contrario»8.
En atención a esta jurisprudencia hemos podido concluir que la dis-
pensación de cannabis en el marco de un tratamiento curativo o paliati-
vo no plantea problemas jurídico-penales, por no estar tipificado como
conducta punible en nuestro Código penal, siempre que se den las
siguientes condiciones:

e SSTS 16 de noviembre de 1994 (A. 9144), 11 de diciembre de 1995 (A. 9236)


SSTS 16ade enero de 1996 (A. 76), 22 de enero de 1996 (A. 151)
SSTS 18 de noviembre de 1996 (A. 8395), 22 de diciembre de 1998 (A. 9814)

156
SUSANA SOTO

1. Que el destinatario de la sustancia sea un enfermo con síntomas


para los que esté indicado médicamente la administración de
cannabis.
2. Que se le suministre directamente el cannabis . La conducta
sería punible , por el contrario , si se le permitiera al enfermo
consumirla en otro lugar. La razón estriba en que la droga así
entregada escapa al control de quien la entrega y existe posibi-
lidad de difusión entre terceras personas , dando lugar a una
acción peligrosa para la salud pública.
3. Que la dispensación de la droga se realice en el marco de un tra-
tamiento curativo o, al menos , paliativo . Será necesario que se
lleve a cabo directamente , o bajo su dirección , por profesiona-
les habilitados para prescribir un tratamiento de tal naturaleza.

2.2. Responsabilidad administrativa

Una vez fundamentada la ausencia de toda responsabilidad penal


por el uso terapéutico del cannabis , queda extraer de la legislación admi-
nistrativa en materia de drogas las exigencias que deben observarse para
una posible prescripción médica de dicha sustancia o para el desarrollo
de ensayos clínicos con humanos.
Desde un punto de vista administrativo, hay que realizar una distin-
ción entre el cannabis en sí y el hachís , por un lado , y el THC, por otro.
El cannabis y su resina se incluyen en las listas I y IV de la Convención
única sobre estupefacientes de 19619, ratificada por España, lo que con-
lleva su prohibición a todos los efectos salvo para la investigación médi-
ca o científica ( arts. 2.' 5b) y 4.°c); en cambio , el THC, su principio acti-
vo, aparece clasificado en el Convenio de Viena sobre sustancias
psicotrópicas de 1971 ( también ratificado por España ) en la lista 1, si
bien queda sometido igualmente a la prohibición de todo uso, «excepto
el que con fines científicos y médicos muy limitados hagan personas
debidamente autorizadas » (art. 7.° a).
La regulación española sobre estupefacientes y sustancias psicotró-
picas se adapta al contenido y obligaciones impuestas por ambos Con-
venios internacionales por medio de la Ley 17/1967, de 8 de abril, y del

9 Enmendada por el Protocolo de Nueva York de 25 de mayo de 1972 ( BOE de 4

de noviembre de 1981).

157
POSIBILIDADES LEGALES CON LA ACTUAL LEGISLACIÓN...

Real Decreto 2829/1977, de 6 de octubre, respectivamente. Sin embar-


go, este Real Decreto fue modificado por Orden de 27 de febrero de
199210, que transfiere el Delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y sus
variantes esteroquímicas de la lista 1 a la lista II del citado Real Decre-
to. Ello significa que el THC queda sujeto a unas medidas de fiscaliza-
ción menos rígidas, que permiten su prescripción médica, bajo un régi-
men de autorizaciones administrativas (art. 16 del RD).
Este doble tratamiento de una sustancia estupefaciente y su princi-
pio activo, que es en definitiva el que provoca esencialmente las pro-
piedades psicoactivas del cannabis, puede resultar paradójico, salvo que
se entienda como una política de control, de modo que sólo puedan obte-
ner autorización los fabricantes capaces de aislar el THC, esto es, gran-
des empresas farmacéuticas.
Concluimos así que el uso terapéutico del cannabis puede configu-
rarse de dos formas distintas según se trate de marihuana y hachís o de
su principio activo (THC).
En el primer caso, sólo cabe el uso en los estrictos márgenes de un ensa-
yo clínico, en los términos establecidos en la Ley del Medicamento, de 20
de diciembre de 1990 (art. 60 y ss.). Las posibilidades de utilización del
THC con fines terapéuticos son muchos más amplias, de modo que puede
ser fabricado, importado, exportado, distribuido, previa licencia, y, lo más
importante, dispensado en farmacias con receta médica". Según la infor-
mación de que disponemos, hasta el presente la principal práctica en esta
línea ha consistido en la administración del fármaco Nabilona a enfermos
de cáncer sometidos a quimioterapia, para lo cual su médico solicita la
importación con la autorización de la Agencia Española del Medicamento.

3. Establecimientos para la adquisición y consumo de cannabis

3.1. Responsabilidad penal

La apertura de un local donde se pueda adquirir y consumir canna-


bis es una actuación que, hoy por hoy, constituye, sin duda alguna, un

°BOE de 17 de marzo de 1992.


Los reggisitos que han de cumplirse se establecen en RD 2829/1977, de 6 de
octubre (art. 17), RD 1910/1984, de 26 de septiembre (art. 7), Orden de 30 de abril
de 1986, Orden de 23 de mayo de 1994.

158
SUSANA SOTO

delito de tráfico de drogas. Ahora bien, bajo ciertas condiciones esta afir-
mación inicial puede ser matizada. Para ello partimos del análisis de la
doctrina jurisprudencial sobre la impunidad del consumo compartido.
Esta tesis se inicia en 1992 y llega a consolidarse claramente, aun-
que en los últimos años se están dictando sentencias en las que ya no se
sostiene dicho criterio de forma unánime.
Bajo la denominación de «consumo compartido», la jurisprudencia
agrupa tres tipos de supuestos:

1. Casos de aportación de varios adictos para crear un fondo


común destinado a adquirir uno de ellos la sustancia que luego
consumirán de modo conjunto.
2. Casos de recíprocas invitaciones entre adictos.
3. Entrega o invitación gratuita de droga a una persona o grupo de
personas determinado para su consumo inmediato.

El consumo compartido se viene considerando exento de responsa-


bilidad penal siempre que quede totalmente descartada la posibilidad de
difusión indiscriminada de la droga entre terceras personas, para lo cual
el Tribunal Supremo exige que concurran los siguientes requisitos:

a) que el consumo tenga lugar en un recinto o círculo cerrado,


b) que no haya existido contraprestación económica alguna,
c) que la cantidad de droga adquirida y repartida no rebase los
límites de un consumo normal,
d) que se trate de un consumo inmediato,
e) que los consumidores sean personas determinadas y adictas o,
al menos, habituadas al consumo.

Ahora bien, es importante destacar una diferencia significativa entre


los casos enjuiciados y la propuesta sometida a análisis y es que las sen-
tencias absolutorias van referidas siempre a entregas de droga aisladas
o esporádicas, mientras que aquí se trata de la apertura de un local donde
se pueda adquirir y consumir cannabis de forma constante y continua-
da. El caso más próximo que encontramos es una sentencia del Tribunal
Supremo de 3 de junio de 1993 (A. 4801), que condenó a un individuo
por facilitar su domicilio para el consumo de drogas (principalmente
heroína) a un grupo de personas. De la valoración de una serie de
hechos, cuales eran la habitualidad de las reuniones, el tratarse de un
grupo abierto a numerosas personas y la trascendencia pública de tales

159
POSIBILIDADES LEGALES CON LA ACTUAL LEGISLACIÓN...

reuniones en una localidad de pocos habitantes con el consiguiente ries-


go de incorporación al grupo de no iniciados, concluyó el Tribunal que
no era aplicable la tesis de la impunidad del consumo compartido, pues
no se trataba de

«una reunión o reuniones esporádicas en un recinto cerrado entre un núme-


ro muy limitado de adictos con un consumo restringido de la droga recí-
procamente ofrecida o incluso adquirida por uno de ellos para compartir-
la en una sola ocasión o en ocasiones excepcionales, ausente toda idea de
tráfico y sin más principio rector que el de la comunicación y cortesía».

De esta argumentación podemos deducir, a sensu contrario, cuáles


son las condiciones que habrían de darse en todo caso para que el esta-
blecimiento de un local donde adquirir y consumir cannabis fuera con-
siderado una conducta exenta de responsabilidad penal. Lo relevante,
como se extrae de los propios fundamentos de la sentencia, no es que la
entrega de droga sea habitual, sino el descontrol en el destino de la droga
y el fin lucrativo en quien facilita la droga o el local donde consumirla.
Por tanto, podemos concluir que la propuesta de creación de centros
de consumo de cannabis seria viable desde una perspectiva penal siem-
pre que se respetaran ciertas limitaciones:

1. Ha de tratarse de una iniciativa ajena a toda finalidad mercan-


til de promoción del consumo de cannabis, que se configure
como una opción ambiental para reducir el daño asociado a tal
consumo. El objetivo básico sería el de satisfacer una demanda
real de consumidores habituales, disminuyendo los riesgos de
adulteración del mercado negro.
2. Deben ser locales cerrados al público, cuya entrada sólo esté
permitida a personas identificadas, que sean consumidores habi-
tuales de cannabis, mayores de edad y con capacidad de deci-
sión autónoma. De esta forma, el consumo queda referido
exclusivamente a personas que en cualquier caso iban a consu-
mir, aunque fuera buscando otro medio distinto de suministro,
sin que exista riesgo alguno de incidir en la salud de terceras
personas no iniciadas.
3. La cantidad de droga que se puede adquirir y consumir no podrá
sobrepasar el límite de un consumo normal, siendo suministra-
da por`°c1 responsable del local y sin que se permita el tráfico
entre los consumidores.

160
SUSANA SOTO

Ha de tratarse de un consumo inmediato, dentro del propio local,


para evitar que la droga llegue a terceras personas.

3.2. Responsabilidad administrativa

Para determinar si la apertura de centros de consumo de cannabis


puede, subsidiariamente, generar responsabilidad administrativa hay
que atender fundamentalmente a la Ley Orgánica 1/1992, de 21 de
febrero, sobre Protección de la Seguridad Ciudadana. En los arts.
23.h) y 25 se tipifican como infracciones graves el consumo y la
tenencia de cannabis en lugares públicos, así como la tolerancia del
consumo o del tráfico en tales establecimientos por parte de sus res-
ponsables.
El concepto de «establecimiento abierto al público» ha sido desa-
rrollado juri sprudencialmente, siendo su señal identificatoria más carac-
terística la posibilidad indiscriminada de acceso al mismo por cualquier
persona, en contraposición a los clubs o establecimientos privados en
que sólo se permite el acceso a sus socios".
Esta doctrina jurisprudencial refuerza el modelo de locales de con-
sumo que proponemos, consistente en establecimientos no abiertos a un
público indiscriminado, esto es, centros privados de fumadores de hachís
o marihuana, en los que se exigiría como medida de control del acceso
el tener la condición de socio y consiguientemente estar registrado. Se-
rían, por tanto, lugares de consumo privado entre consumidores habi-
tuales en los que no estaría permitido el tráfico de cannabis pero sí la
tenencia para el autoconsumo de tal sustancia.
Esta tenencia no constituiría infracción administrativa porque la
tenencia ilícita a la que alude el art. 25.1 de la Ley de Seguridad Ciu-
dadana ha de interpretarse en relación con el primer inciso del ar-
tículo, esto es, ha de ser referida necesariamente al consumo en públi-
co, de manera que el precepto no sanciona la tenencia preordenada
al consumo privado, consumo que no supone en nuestro ordena-
miento ni ilícito penal ni ilícito administrativo. La conclusión con-
traria supondría la incoherencia de considerar que un acto prepara-

Sentencias del Tribunal Supremo de 30 de octubre de 1992 (A. 8550), 5 de marzo


de 1994 (A. 1849), 15 de febrero de 1995 (A. 857), 19 de diciembre de 1997 (A. 8999),
11 de mayo de 1998 (A. 3518), 8 de julio de 1999 (A. 6205).

161
POSIBILIDADES LEGALES CON LA ACTUAL LEGISLACIÓN...

torio (tenencia ) de un acto lícito ( el consumo privado ) constituye una


infracción".
Dicho esto , no puede obviarse que la sentencia del Tribunal Supre-
mo de 28 de septiembre de 1998 (A. 7529) considera ilícita toda tenen-
cia de droga no expresamente autorizada , incluida la tenencia para el
propio consumo, y, por tanto, sancionable en virtud del art . 25.1 de la
Ley de Seguridad Ciudadana , reproduciendo argumentos ya sostenidos
por el Tribunal Constitucional en la sentencia 341/1993, de 18 de
noviembre.
Esta sentencia ha sido duramente contestada por la doctrina, sin que
ahora podamos detenernos en los argumentos esgrimidos14.
En síntesis , con la regulación vigente queda totalmente descartada
la posibilidad de crear centros abiertos al público donde se pueda adqui-
rir y consumir cannabis , pues el suministro de esta sustancia realizaría
plenamente el delito de tráfico de drogas y su consumo en un estableci-
miento público constituye una infracción administrativa del art. 25 de la
LO 1/1992. Una iniciativa de esta naturaleza sólo tiene cabida legal si
se configura como una actuación referida al establecimiento de centros
de acceso restringido a fumadores habituales de marihuana o hachís, en
los que no estaría permitido el tráfico entre los consumidores ni el con-
sumo de cannabis fuera del recinto.

4. Hacia una política de normalización del cannabis

Hoy por hoy, iniciativas como las dos que se han analizado sólo
tienen acogida legal en base a la doctrina jurisprudencial. Sin negar el
indudable avance que representan los criterios restrictivos del Tribu-
nal Supremo, no puede olvidarse que sólo se trata de una posible inter-

" En este sentido, Tomillo Cid, E. J. (1995): «Aspectos sociológicos, criminológi-


cos y jurídicos del consumo de drogas ilegales», Revista de Derecho Penal y Criminolo-
gía, n .° 5, pp. 981-982.
1° Para más detalle, Muñoz Sánchez, J. y Soto Navarro, S. (2001): «El uso tera-
péutico del cannabis y la creación de establecimientos para su adquisición y consumo»,
Revista de Derecho Penal y Criminología, n.° 7, pp. 91-92; Frigols i Brenes , E. (1999):
«Sobre la tenencia ilícita de drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias psicotrópicas para
el propio consumo: Comentario a la sentencia del Tribunal Supremo, sección 6 sala III,
de 28 de septiembre de 1998», Revista de Ciencias Penales, n.° 1, vol. 2, p. 273 y ss.; Que-
ralt, J. J. (1999), «La tenencia de drogas para el autoconsumo», La Ley, n.° 4770, p. 3 y ss.

162
SUSANA SOTO

pretación de las leyes vigentes, sin que quepa certeza alguna sobre su
mantenimiento en el futuro, puesto que en nuestro sistema jurídico,
donde no rige el precedente judicial, nada impide al Tribunal Supre-
mo girar de nuevo hacia planteamientos más represivos dentro de la
legalidad vigente. De hecho es lo que está ocurriendo. Muestra más
que significativa de los obstáculos legales es que las experiencias
actualmente en marcha, como las narcosalas de Madrid o la dispensa-
ción de heroína en Andalucía, se enmarcan todas ellas en los estrechos
márgenes de un ensayo clínico, como única vía por la que se permite
en el Estado español el uso legal de estupefacientes o sustancias psi-
cotrópicas.
En definitiva, la política de reducción de daños se está construyen-
do sobre pies de barro, lo que pone de manifiesto que la solución defi-
nitiva pasa por la adopción de otro modelo en materia de drogas, que no
se centre en la represión penal, sino que ponga el énfasis en la preven-
ción de la demanda y en la asistencia a los consumidores y que impulse
las bases necesarias para un consumo responsable.
Sólo con un cambio legislativo en este sentido se pueden hacer ple-
namente realidad los objetivos de la reducción de daños. En concreto,
serían reformas legales imprescindibles:
Una reformulación del delito de tráfico de drogas del art. 368 del
Código penal, de modo que queden excluidas de toda responsabilidad
las conductas que no supongan difusión de droga entre terceras perso-
nas indiscriminadamente.
Reforma de la Ley 17/1967 sobre estupefacientes y del RD
2829/1977 sobre sustancias psicotrópicas, de modo que se autorice la
tenencia para el consumo privado.
Reforma del art. 25.1 de la Ley de Seguridad Ciudadana, de modo
que no quepa considerar ilícita la tenencia de droga destinada al consu-
mo privado.
Yendo más allá, no debería ser delito el tráfico de drogas entre adul-
tos, antes al contrario, éstos deberían tener la posibilidad de acceder
legalmente a la posesión de las mismas. Sin duda, sería preciso un con-
trol administrativo de la producción y venta, con especial atención a la
calidad de la sustancia, de modo que las infracciones más graves de tal
control constituyesen delito, al igual que ocurre con los medicamentos
y los productos alimentarios, en cuanto sustancias que pueden ser noci-
vas para la salud.
La prohibición penal debería limitarse al suministro de drogas a
menores de edad o a personas carentes de capacidad de decisión autó-

163
POSIBILIDADES LEGALES CON LA ACTUAL LEGISLACIÓN...

noma, a semejanza de lo que ocurre en otros ámbitos vitales regu-


lados15.

Bibliografia

ESCOHOTADO, A. (1997): La cuestión del cáñamo. Una propuesta constructiva


sobre hachís y marihuana, Barcelona: Anagrama.
FRIGOLS I BRENES, E. (1999): «Sobre la tenencia ilícita de drogas tóxicas, estu-
pefacientes y sustancias psicotrópicas para el propio consumo: Comentario
a la sentencia del Tribunal Supremo, sección 6.', sala III, de 28 de sep-
tiembre de 1998», Revista de Ciencias Penales, n.° 1, vol. 2.
GASPAR, E (1998): «Informe Roques: el informe oficial francés», Cáñamo,
n.° 11.
GRUPO DE ESTUDIOS DE POLÍTICA CRIMINAL (1992): Una alternativa a la actual
política criminal sobre drogas, Málaga.
MUÑOZ SÁNCHEZ, J. y SOTO NAvARRO, S. (2001): «El uso terapéutico del can-
nabis y la creación de establecimientos para su adquisición y consumo»,
Revista de Derecho Penal y Criminología, n.° 7.
QUERALT, J. J. (1999), «La tenencia de drogas para el autoconsumo», La Ley,
n.° 4770.
RAMOS, R. (1999): «Pruebas en Gran Bretaña para determinar el valor medici-
nal de la marihuana», Cáñamo, n.° 14.
TOMILLO CID, E J. (1995): «Aspectos sociológicos, criminológicos y jurídicos
del consumo de drogas ilegales», Revista de Derecho Penal y Criminolo-
gía, n.° 5.
VERVAELE (1993): «La actual política criminal en materia de tráfico y consumo
de drogas en Holanda», en Díez Ripollés y Laurenzo Copello coords., La
actual política criminal sobre drogas. Una perspectiva comparada, Valen-
cia: Tirant lo blanch.

11 Para un dEsarrollo de esta nueva política, Grupo de Estudios de Política Crimi-


nal (1992): Una alternativa a la actual política criminal sobre drogas, Málaga.

164
Capítulo 5
Diversas iniciativas de utilización del cannabis

Por
lñaki Markez
Xabier Arana
Cristina Merino
Mónica Poo

Los hechos no dejan de existir


aunque se los ignore.
ALDOVS HUXLEY (1894-1963).

Una «sociedad sin drogas» contrapuesta a la actual, donde existen


usos adecuados y otros muy problemáticos, es una pretensión que resul-
ta cuando menos un planteamiento erróneo, alejado de la realidad, como
atestiguan las políticas e intervenciones que se han desarrollado a lo
largo del último siglo. Cuestionable si esa carencia de drogas en reali-
dad es una alusión a algunas sustancias concretas hoy en situación de
ilegalidad. Pero sí es factible lograr iniciativas que favorezcan la reduc-
ción de daños sociales y sobre la salud de quienes utilizan drogas, sean
cuales fueren sus motivaciones. En el caso del cannabis y sus derivados
también existen opciones posibles.
Se trata de dar protagonismo a los otros modelos que, aunque par-
ciales y no contradictorios, suponen una intervención más adaptada a la
sociedad de este siglo.
El modelo de Despenalización Controlada, que propone una políti-
ca alternativa con las siguientes características:

- La política de drogas debería poner su atención en la prevención


de la demanda y la asistencia a los consumidores.
- No debería ser delito el comercio de drogas entre adultos.

165
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

- Debería existir un control administrativo de la producción y


venta de drogas
- Debería castigarse penalmente el suministro de drogas a meno-
res de edad o carentes de capacidad de decisión autónoma.

Este modelo se ha basado en dos propuestas conocidas en los


medios jurídicos del Estado español: el llamado Manifiesto de Málaga
(1991) por una nueva política de drogas, elaborado por el Grupo de Polí-
tica Criminal; y la Propuesta despenalizadora elaborada por la Comisión
Drogas-Delincuencia del Colegio de Abogados de Barcelona.
Por otro lado, el modelo de Reducción de Daños, como vía inter-
media que asume el fracaso de las políticas prohibicionistas en su obje-
tivo de eliminar o reducir el consumo, así como los daños colaterales a
que da lugar el enfoque represivo.
Las políticas europeas con respecto a las drogas ilícitas se han carac-
terizado por un nuevo concepto desde comienzos de los años 90, el de
reducción de daños y riesgos. Este concepto que parte del principio de
que la mejor manera de limitar los problemas relacionados con el con-
sumo de drogas, es mejorar las condiciones de vida del consumidor, y
por lo tanto aceptar el hecho de que consume, en lugar de tratar de evi-
tarlo. Al principio, la introducción de este concepto generó una con-
frontación entre dos campos: uno, argumentando a favor de la estricta
prohibición de las drogas como la mejor forma de prevenir daños; el
otro, señalando la necesidad de flexibilizar las leyes para promover la
salud y la seguridad pública.
Desde entonces, el propio éxito de las medidas tomadas en el marco
de la reducción de daños ha favorecido el desarrollo de programas con
esta filosofia. Efectivamente, los programas de intercambio de jeringui-
llas han logrado contener la extensión de enfermedades relacionadas con
el consumo intravenoso de drogas. Gracias a la provisión de sustancias
de mantenimiento (tales como la metadona), muchos consumidores han
podido estabilizar su vida y disminuir el consumo de heroína. La virtual
despenalización del consumo y la posesión de pequeñas cantidades de
cannabis ha conseguido separar los diferentes mercados de drogas, redu-
ciendo la carga de trabajo para las autoridades legales. Mientras tanto,
estas medidas no han llevado a un incremento sustancial del consumo
de drogas ilícitas.
Hoy, la reducción de daños y riesgos es parte integral del manejo
del consumo dedrogas en prácticamente todo el continente europeo, y
en varios países fuera de él, como India, Australia, Nueva Zelanda y el

166
IÑAKI M ARQUF7„ XABIER ARANA, CRISTINA MERINO Y MÓNICA POO

Sur de Sudamérica. Por otro lado, en los países productores de drogas,


situados en el Tercer Mundo, la política sigue siendo caracterizada por
el objetivo de eliminar las drogas. A estas alturas son obvias las conse-
cuencias que una política de prohibición de las drogas genera en cual-
quier país: conflictos sociales, violaciones de derechos humanos, corrup-
ción, destrucción ecológica y mayor pobreza rural. La declaración
política aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
la última Sesión Especial sobre Drogas celebrada en Nueva York en
1998, ha puesto el año 2008 como fecha para obtener un mundo libre de
drogas. Todo indica que es un ideal imposible. Además, considerando
las experiencias en el lado del consumo, tampoco es deseable. De hecho,
a través de los últimos años la sociedad europea se ha acostumbrado al
hecho de que el consumo de drogas actualmente ilícitas puede ser un
fenómeno integrado en la sociedad, tal como ha sido antes de que fue-
ron prohibidas a principios del siglo xx.
Los países de la Unión Europea, donde se originó el concepto de
la reducción de daños, tiene pendiente aplicar dicha política dirigida a la
producción de drogas, por lo tanto, a una política internacional de reduc-
ción de daños que reconozca, también los derechos de los productores.
Para establecer algunas iniciativas de usos posibles con cannabis y
derivados, y que pasaremos a exponer, es conveniente analizar previa-
mente la significación jurídica. El Comisionado para la Droga de Anda-
lucía encargó al Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología
(IAIC) la redacción de un informe jurídico sobre la legalidad del uso
terapéutico del cannabis y sobre la viabilidad legal de crear estableci-
mientos para la obtención y consumo del cannabis. Este estudio, coor-
dinado por el catedrático de Derecho Penal de Málaga, José Luis Díez
Ripollés, y elaborado por los profesores Juan Muñoz y Susana Soto,
desde el año 1999 es una referencia obligada.
En este documento se presentan diversas iniciativas que desarrolla-
mos a continuación:

1. Uso terapéutico del cannabis.


II. Dispensación en Farmacias
III. Ensayos clínicos con cannabis.
IV Establecimientos para la adquisición y consumo normalizado
V Producción del cannabis para autoconsumo.
VI. Tenencia lícita de cannabis para fines culturales, científicos
o docentes.
VII. Cultivo para fines médicos

167
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

VIII. Producción industrial de cáñamo.


IX. Otras iniciativas : asocíacionismo , reconstrucción del concepto
jurídico -penal , utilización de las vías legales, interés fitosa-
nitario, regulación de establecimientos,...

Estas iniciativas pudieran verse acompañadas de responsabilidades


penales caso de que las actuaciones incurrieran en delito de tráfico de
drogas según el art. 368 del Código Penal. Éste , en su pretensión de pro-
teger la salud pública, pudiera castigar aquellas conductas que tiendan a
promover el consumo de sustancias ilícitas. A través del llamado «deli-
to de peligro abstracto » no es necesario constatar un peligro efectivo del
bien jurídico , con una importante excepción , como es la atipicidad de la
posesión de drogas para el consumo. Según la interpretación del con-
cepto de peligro se producirá una mayor o menor tipicidad penal.
Existe doctrina del Tribunal Supremo que restringe la punibilidad
del delito de tráfico de drogas afirmando que no se afecta a la salud
pública cuando «no exista la posibilidad de difusión , de facilitación o de
promoción del consumo entre terceras personas indiscriminadamente'
Como señalan Muñoz y Soto (2001), la interpretación restrictiva del
tipo del art . 368 del C.P., la jurisprudencia sostiene la atipicidad en dos
supuestos:

1. En caso de «consumo compartido », si hay aportación de dine-


ro para un fondo común y adquirir sustancia que consumirán en
común , y también la invitación gratuita de sustancia a adictos
para su consumo inmediato.
2. En caso de donación de drogas por personas allegadas a perso-
nas adictas , para la deshabituación o para evitar riesgos asocia-
dos a la abstinencia.

El fundamento de la impunidad en ambos supuestos es la inexis-


tencia del peligro general de difusión , facilitación o de promoción del
consumo entre terceras personas indiscriminadamente , no generándose
peligro para la salud pública.

' Cfr. SSTS de 10 de noviembre de 1994 A . 8900; 23 de mayo de 1995 A. 3912;


25 de septiembre de1995 A . 6745 ; 5 de Junio de 1996 A 793 ; 26 de diciembre de 1996 A.
9651; 2 de diciemtre de 1996 A . 1996 A . 9651; 3 de febrero de 1997 A . 690; 22 de enero
de 1998 A . 48; 20 de julio de 1998 A . 5998 ; entre otras.

168
IÑAKI MARQUEZ , XABIER ARANA. CRISTINA MERINO Y MÓNICA POO

1. Uso terapéutico de cannabis

En estos últimos años la cuestión del uso terapéutico va cobrando


un mayor interés y atención tanto para los medios de comunicación de
masas como para los tribunales de muchos estados occidentales, con
visiones y conclusiones no siempre uniformes. Así, para los jueces fran-
ceses no es posible el uso terapéutico del cannabis, a la que califican
como sustancia narcótica sin valor terapéutico, y por tanto ilegal. A pesar
de esta opinión jurisprudencial, el gobierno francés ha solicitado diver-
sos ensayos clínicos en aras de lograr un mayor conocimiento sobre la
materia.
Es sobradamente conocido que médicos y juristas prescriben, unos
remedios farmacológicos -drugs2- y otros, leyes. Desde la Medicina
o desde el Derecho, con sus acotaciones, pero como recursos pretendi-
damente efectivos. Los unos y los otros, las drogas-fármacos o las leyes
no llevan una moral implícita. Serán adecuados o no, en función de cómo
se utilicen, conocidos previamente sus efectos sobre las personas. La dis-
pensación de cannabicos en el marco sanitario será reflejo de la com-
prensión y actitud de los profesionales tras notables cambios en la esfe-
ra política tendentes a la desaparición de prejuicios, así como hacia la
búsqueda de salidas más oportunas.
El grupo Agata con su proyecto «Nuria Nogueras para la legalización
de la marihuana terapéutica», grupo de mujeres de Barcelona preocupa-
das por los efectos secundarios de la medicación antitumoral, movilizó
la opinión de oncólogos, farmacólogos y otros sectores médicos obte-
niendo su apoyo. De su iniciativa partieron los prolegómenos para que
los partidos políticos de Catalunya aprobaran en su parlamento, en mayo
de 2001, una propuesta no de ley para poder acceder al uso de derivados
cannábicos como medicación paliativa, tratándose de cannabinoides de
síntesis comercializados en otros países: «El Parlament de Catalunya
insta al Consejo Ejecutivo de la Generalitat a que haga las gestiones
necesarias ante las diferentes administraciones para que se autorice el
uso terapéutico del cannabis.» Posteriormente, los parlamentos, navarro,
balear, andaluz y de otras Comunidades Autónomas han continuado con
iniciativas similares. Incluso hay dos Comunidades del Estado español
que ya han decidido reglar esta materia, como es el caso de Catalunya y
Baleares.

2 En inglés significa medicamento y droga.

5* 1
169
Reine Regente, 6-bajo
Apio. 667
20003 -SAN SEBASTIAN
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

Habría que hacer al menos dos consideraciones previas. Por un lado,


que la legislación penal aplicable en el Estado español no menciona la
posibilidad del uso terapéutico como eximente de responsabilidad penal
al basarse en el concepto de daño para la salud pública, y por el otro, que
el Código Penal sanciona, como ya hemos visto, todas las posibles actua-
ciones con relación al cultivo, elaboración, tráfico, promoción, facilita-
ción o favorecimiento. Es decir, es sancionada cualquier actuación salvo
el consumo o la mera posesión de sustancias sin finalidad de tráfico ni
promoción del consumo.
También se ha visto como una línea mayoritaria de la jurispruden-
cia del Tribunal Supremo, desde 1992, viene sosteniendo la atipicidad
(ausencia de conducta merecedora de sanción penal) en dos supuestos
contemplados en el epígrafe anterior: consumo compartido y donación
por parte de persona allegada.
El supuesto de la donación, como veíamos, fundamenta su impuni-
dad en que no exista promoción, favorecimiento indiscriminado a ter-
ceros ni facilitación, y por tanto no se cree un peligro abstracto para la
salud, sino, y en todo caso, a personas concretas y determinada. Debía
perseguir solamente una finalidad altruista y humanitaria con fines de
deshabituación o para evitar el síndrome de abstinencia, habiéndose crea-
do jurisprudencia con la absolución de familiares que habían suminis-
trado heroína a hijos o esposos para evitar daños relacionados con su
dependencia.
Teniendo todo esto en cuenta, el uso terapéutico del cannabis, aun-
que no se corresponde linealmente con la tesis de la impunidad de la
donación con fines altruistas y humanitarios, es un supuesto análogo3,
esto es, entrega de una sustancia estupefaciente a una persona determi-
nada con un fin curativo. Se puede considerar que hacer frente al sín-
drome de abstinencia o el fin de la deshabituación pueden tener el
mismo fin altruista que el uso terapéutico. Que la existencia de una rela-
ción de proximidad, exigida en la donación, también se da entre el médi-
co y el paciente si este recomienda el uso terapéutico del cannabis a
aquel. Que la persona destinataria, drogadicto según la jurisprudencia,
es análoga a la persona enferma susceptible de hacer uso terapéutico del
cannabis.

Según el informe jurídico elaborado por Muñoz y Soto en 1999, Estudio de via-
bilidad legal del uso del cannabis , del Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminolo-
gía para la Consejeria de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía.

170
IÑAKI MARQIILZ , XABILR ARANA. CRISTINA MLRINO Y MÓNICA POO

Por otro lado, es perfectamente válida la tesis de que no nos encon-


tramos ante un delito de peligro abstracto, sino de una persona determi-
nada, una persona que sufre una enfermedad, y por tanto no se pone en
peligro la salud pública, sino todo lo contrario, se trata de sanar a una
persona enferma.
Por lo tanto, el uso terapéutico del cannabis se puede considerar atí-
pico cuando el destinatario sea un enfermo con unos síntomas para los
cuales esté indicado médicamente el uso de esta sustancia. Asimismo,
es necesario que el encargado de suministrar la sustancia sea el médico
y se la suministre directamente, ya que si se consume en otro lugar, la
sustancia se puede escapar del control médico, y, como consecuencia,
podría existir un peligro para la salud. Además, la dispensación de la
droga se ha de realizar en un marco de tratamiento terapéutico, es decir,
curativo o paliativo, por profesionales habilitados para prescribir trata-
mientos de esa naturaleza. En la figura 1 se señalan las opciones de dis-
pensación de cannabis y derivados.
La responsabilidad administrativa del uso del cannabis para fines
terapéuticos presenta una problemática más compleja que la legislación
penal, ya que nos obliga a distinguir dos supuestos diferentes: la pres-
cripción médica y los ensayos clínicos.
La legislación administrativa en materia de sustancias psicotrópicas
se actualiza con el Real Decreto 2829/1977, de 6 de octubre, sobre fabri-
cación, distribución, prescripción y dispensación de sustancias y prepa-
rados psicotrópicos', que incluye tanto al hachís como a la marihuana
dentro de las sustancias prohibidas salvo para usos científicos. Más ade-
lante, la Orden de 27 de febrero de 1992 transfiere el delta 9-tetrahi-
drocannabinol (THC) de la Lista 1 a la Lista lI del Convenio de Viena
de 1971, con lo que el THC se puede dispensar en farmacia con receta
y puede ser objeto de investigación médica o científica con autorización
(quedando la marihuana y el hachís en la restrictiva Lista l), estando
sujeto a medidas de fiscalización menos rígidas.

Legislación quc reproduce las listas del Convenio de Viena de 1971: la Lista 1 en
la que se fijan las sustancias para las que se prohibe cualquier tipo de uso salvo para fines
científicos , y la Lista 11 en la que se especifican las sustancias susceptibles de dispensa-
ción en farmacia con receta y que pueden ser objeto de investigación médica o científica
con autorización.

171
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

Fig. 1. Opciones de dispensación de cannabis y derivados

Receta normalizada
para medicamento

Prescripción médica

Medicinas naturista
y/o alternativas

Marihuana o hachís
Libre Regulada

Dispensación
no medica
Centros especializados
y/o farmacias

Receta normalizada
para medicamento

Prescripción médica

Medicinas naturista
y/o alternativas

Análogos sintéticos

Libre Regulada

Dispensación
i
no medica
Centros especializados
y/o farmacias

Por lo tanto , para el cannabis , marihuana y hachís, el uso terapéuti-


co desde un punto de vista de aplicabilidad administrativa se reducirá al
ámbito de un proyecto científico o de investigación en los márgenes esta-
blecidos en la Ley del Medicamento de 1990, ya que el uso y posesión
de esas sustancias requiere de autorización administrativa.
Sin embargo , en el caso del THC, su posibilidad de uso terapéutico
es mucho más amplia que para el caso de la marihuana o el hachís. Así,
entendemos que con el THC puede caber tanto el uso terapéutico como

172
IÑAKI MARQUP,Z, XABIER ARANA, CRISTINA MERINO Y MÓNICA POO

ensayo clínico ( en los mismos extremos que con el cannabis), como la


prescripción con receta médica, ya que nos encontramos ante una sus-
tancia de las recogidas en la Lista II del Convenio de Viena de 1971, y
por tanto puede ser fabricado , importado , exportado , distribuido con
licencia y dispensado en farmacias con receta.

2. Dispensación en Farmacias

Actualmente, y desde septiembre de 2003, en algunas ciudades


holandesas, muchos médicos y la mayoría de los farmacéuticos informan
positivamente sobre la experiencia de prescribir cannabis en las oficinas
de farmacia comunitarias. Es precisa la receta médica y el coste es lige-
ramente superior al del mercado irregular (aproximadamente 12 €/
gramo) pero con un producto legal, con garantía de calidad, regulado por
el Ministerio de Salud y , además, cultivado legalmente mediante licen-
cias y un número limitado de cultivadores para una producción determi-
nada.
El Colegio de Farmacéuticos de Barcelona solicitó a primeros de
2004 al Gobierno catalán el apoyo institucional para posibilitar la dis-
pensación de marihuana con receta médica en 600 farmacias acreditadas
en toda Catalunya. Esta iniciativa piloto, orientada a las miles de perso-
nas usuarias de cannabis les ayuda a reducir los dolores asociados a su
esclerosis múltiple o alivia vómitos y nauseas secundarios al tratamien-
to con quimioterapia por padecer algún tipo de cancer o sida.
Los requisitos para la dispensación en farmacia con receta de pre-
parados de THC serian los siguientes5: indicar en la receta el nombre del
médico, la población en la que ejerce y el colegio al que pertenece, el
nombre del paciente, su año de nacimiento, el medicamento prescrito,
su forma terapéutica, su vía de administración, el número de envases que
se prescriben, su posología, etc. En resumen una serie de datos legal-
mente establecidos, quedando como responsabilidad del farmacéutico
la comprobación de la identidad del paciente.
Con el conocimiento del escaso riesgo y nocividad del consumo
de cannabis, inferiores sin duda a los derivados del consumo de otras
sustancias aceptadas y promovidas socialmente, sería coherente pro-

` Según el art .7 del real Decreto 1910/ 1984, de 26 de septiembre. La sentencia


361!2000 de 5 de mayo de la Audiencia Provincial de Barcelona ahonda en esta cuestión.

173
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

pugnar que el cannabis y sus derivados carezcan de sanción penal por


motivo de su tenencia o consumo . Incluso, el sistema de dispensación
controlada , tradicionalmente planteado con receta , pudiera , en ocasio-
nes, desarrollarse sin ella, adaptando la Ley del Medicamento de 1990.

3. Ensayos clínicos

En el marco del uso terapéutico del cannabis, en el caso concreto de


utilización de marihuana, de su resina (hachís) o de algún derivado sin-
tético, cabe inscribirlo en el ámbito de un proyecto de investigación
como ensayo clínico', al objeto de conocer las propiedades terapéuticas
del cannabis frente a enfermedades y dolencias concretas tal y como se
vienen realizando en otros países cercanos (Gran Bretaña, Bélgica,
Holanda, Alemania, Francia, Suiza,...) que, aunque hubieran ratificado
los convenios internacionales sobre estupefacientes y las nuevas aplica-
ciones pudieran presentar problemas de legalidad, la voluntad política y
el ánimo de promocionar la investigación de las propiedades terapéuti-
cas del cannabis han favorecido importantes iniciativas con cannábicos.
Incluso informes gubernamentales en Gran Bretaña, Francia y Estados
Unidos se han mostrado favorables a estos estudios y a la prescripción
médica del cannabis. Que este producto se halle en la Lista 1 no exclu-
ye las posibilidades de estudiar sus efectos.
Al igual que la prescripción médica con receta, la otra vía, la de los
ensayos clínicos con cannabis en el marco de una investigación médica
o científica está sujeta a requisitos administrativos concretados en:

- La Ley del Medicamento, de 20 de diciembre de 1990 (art. 60 y ss.)


- Orden de 14 de enero de 1981 (art. 1)
- Real Decreto 2829 /1977, de 6 de octubre (art. 17)
- Real Decreto 1910 /1984, de 26 de septiembre (art. 7)
- Orden de 30 de abril de 1986
- Orden de 23 de mayo de 1994.

El ensayo clínico es un instrumento orientado a conocerla eficacia de un fárma-


co en las personas. El fármaco a estudio se administra a un grupo de población compa-
rando sus efectos con otro grupo de personas a quienes se ha dado otra medicación o un
placebo. Al recibir e) tratamiento de modo aleatorio, los resultados objetivables se atribu-
yen al fármaco y no a las características de la persona receptora.

174
IÑARI MÁRQUEZ, XABIER ARANA, ('RISFINA MERINO Y MONICA POO

Al amparo de la Ley del Medicamento el desarrollo de un proyec-


to de investigación, necesitaría autorización del Ministerio de Sanidad
y Consumo que impone algunas condiciones: presentación de un pro-
tocolo del estudio con un dossier con resultados suficientes de investi-
gación preclínica en ensayos con animales que garanticen riesgos y
beneficios admisibles para las personas, informe de un comité ético de
investigación clínica, consentimiento libremente informado del desti-
natario y que el investigador principal sea un profesional suficiente-
mente cualificado (artículos 60 y siguientes de la Ley del Medicamen-
to). Actualmente se están desarrollando ensayos clínicos en el Estado
español, algunos como investigaciones multicéntricas en el ámbito hos-
pitalario, ubicándose en Madrid, Barcelona, Bilbao y Sevilla, los equi-
pos de neurocirugía y farmacología que los llevan a cabo. O proyectos
a iniciativa de la Fundación Institut Catalá de Farmacología (FICF) que
pretende evaluar la eficacia en el tratamiento de la rigidez muscular o
síntomas como el temblor y el dolor en personas aquejadas de esclero-
sis múltiple.
Estos estudios son requisito necesario para la aprobación de un fár-
maco por las entidades reguladoras de los medicamentos para su posi-
ble uso -la Agencia Nacional del Medicamento y, en suma, impres-
cindibles para que el producto salga al mercado tras la aprobación por
las autoridades sanitarias.
Pero los ensayos clínicos presentan un coste elevado y es compleja
su realización por lo que organismos científicos capacitados e interesa-
dos en la investigación tienen escasas posibilidades de llevarlos a efec-
to. Además, como se trata de un producto natural , no patentable, para
algunas grandes compañías farmacéuticas tiene escaso valor comercial.
Finalmente, las instituciones públicas no suelen considerar de interés
sanitario prioritario las investigaciones relacionadas con el lugar tera-
péutico del cannabis.
La actual legislación contempla la posibilidad del uso compasivo
de una sustancia a estudio aunque no estén completados los protocolos
para su aprobación, si el caso por su gravedad lo requiere y el investi-
gador asume la responsabilidad ante el uso de un medicamento aun no
aceptado', debiendo ser comunicado a la Dirección General de Farma-
cia y Productos Sanitarios los resultados del tratamiento.

Art. 23 del Real decreto 561/1993, de 16 de abril , « Requisitos para la realización


de ensayos clínicos con medicamentos ». BOE, n .° 114, de 13 de mayo.

175
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

4. Establecimientos para la adquisición y el consumo normalizado

El movimiento de profesionales y operadores jurídicos que abo-


gan por la normalización del consumo de algunas sustancias y de la
aplicación de la Ley del Medicamento en cuanto a otras, se reflejó ya
en 1990, en el manifiesto del Grupo de Estudios de Política Criminal
(Díez Ripollés, 1992), en el que se rechazaba la penalización del con-
sumo de drogas, se ponía de manifiesto la necesidad de programas de
prevención, se consideraba que el tráfico entre personas adultas debe-
ría estar regularizado sin que tuviera que constituir un hecho delictivo
o que la venta de drogas «blandas» debería hacerse libremente, a
excepción de los hechos que constituyeran venta de sustancias a meno-
res o incapaces, que evidentemente deberían ser consideradas accio-
nes sancionables.
Las intervenciones destinadas a los consumidores deben de girar
sobre dos ejes: la sanidad y el sistema penal. Así como en el ámbito sani-
tario se ha ido incorporando de forma progresiva la política de reduc-
ción de daños, desde el sistema de política criminal de penalización de
las drogas el binomio consumidor/ adicto-delincuente es una realidad
incuestionable. Se ha venido trabajando en la concepción de que lo jurí-
dico es algo aparte, a menudo afrontado de forma casuística por traba-
jadores sociales sin formación jurídica y sin una articulación pensada, o
definida en el marco de la política de reducción de daños (Calvet, 2001).
Es el momento de afrontar esta realidad desde un discurso coherente que
integre las finalidades de prevención especial y general del Derecho
Penal en la política de reducción de daños. Según Calvet, esta propues-
ta giraría en torno a tres ejes:

- Redefinición del «status jurídico» del consumidor de drogas y


drogodependiente
- Tratamiento jurídico integrado plenamente en las intervencio-
nes terapéuticas: dinamización de las medidas alternativas y
medidas de seguridad.
- Intervención penitenciaria con pleno sometimiento a la política
de reducción de daños.

Pero la responsabilidad administrativa relativa a los establecimien-


tos para la adquisición y consumo se topa con la Ley de Seguridad Ciu-
dadana en sus artículos 23 y 25, pues la tenencia en lugar público, la tole-
rancia de consumo o el tráfico en dichos establecimientos es motivo de

176
IÑAKI MARQUEZ, XABIER ARANA, ('RISIINA MERINO Y MÓNICA POO

sanción administrativa grave, lo cual parece identificar al cannabis con


los riesgos que otras sustancias ilegales pueden ofrecer. Pero el canna-
bis no genera violencia social, no se asocia a delincuencia, no presenta
síndrome de abstinencia, su consumo no lleva al uso de otras drogas, y
el abandono de útiles empleados en su consumo no acarrea riesgo para
la salud pública. Sin embargo, la carencia de control de los productos
que circulan en el mercado ilegal sí puede generar riesgo para la salud
y daño. Por eso, una adecuada política de disminución de riesgos debie-
ra favorecer el acceso a la sustancia en lugares que ofrezcan garantía de
calidad, no promocionando su consumo de modo indiscriminado.
Es preciso alcanzar un estatuto jurídico del consumidor de canna-
bis a modo de carta de derechos donde se recoja, entre otros, la posibi-
lidad de recurrir a algún centro u órgano comparable a los centros de
atención al consumidor para exigir calidad de la sustancia, información
sobre el carácter legal de su comportamiento o en caso de ilegalidad, las
vías de intervención judiciales...

4.1. Modelo coffee shop

Existe jurisprudencia sobre el concepto de establecimiento abierto


al público, donde puede acceder cualquier persona, en contraposición al
modelo de «club» o establecimiento privado que sólo admite a sus miem-
bros8
En tanto que el consumo de cannabis se mantiene con el paso del
tiempo y es presumible que siga siendo así, sería oportuna la existencia
de locales públicos adecuados, donde se regule lo que allí se expenda y
comercialice, limitando el acceso a menores o a quienes no tengan desa-
rrolladas sus capacidades volitivas. Es el modelo cofjee shop que da res-
puesta al consumo de muchas miles de personas usuarias, evita la apli-
cación penal por estas conductas sociales y restringe riesgos sobre la
salud pública ofreciendo, en suma, una política de tolerancia ante el con-
sumo y venta de cannabis.
La realidad es otra. Hasta el presente y en estos últimos años, al
calor de la ley 1/1992 de Protección de la Seguridad Ciudadana, las
denuncias, multas administrativas y sentencias muy variadas y frecuen-

" Sentencias del TS de 30 de octubre de 1992 A. 8550; 5 de marzo de 1994 A.


1849,15 de febrero de 1995 A. 857; 19 de diciembre de 1997 A. 8999; y otras.

177
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

tes han afectado a miles de ciudadanos . En el año 2000 , en el territorio


del estado español se detuvo a 98.000 personas , habiendo sido abiertos
26.426 procedimientos judiciales , más de la mitad de ellos relacionados
con consumo de cannabis . Con la legislación actual se descartó la posi-
bilidad de crear centros abiertos, ya que el propio suministro de canna-
bis incurriría en delito penal de tráfico de drogas , el propietario del local
no podría exigir contraprestación económica a cambio de la sustancia
porque incurriría en delito tipificado en el art . 368 del C.P. Además, la
interpretación de la Ley de Protección de Seguridad Ciudadana es con-
traria a considerar lícita la tenencia para consumo privado, remitiendo
al concepto de tenencia ilícita de la vigente Ley 17/ 1967, y el consumo
en lugar público así como la tolerancia del consumo y del tráfico en
dichos establecimientos constituyen infracción administrativa grave del
arts. 23 y 25 de la Ley 1/1992 con sanciones cuantiosas : cierre de loca-
les, multas de 50.001 hasta 5 millones de pesetas , suspensión del per-
miso de conducción ,... Aunque la jurisprudencia ha considerado la tenen-
cia sin tráfico posterior, oneroso o gratuito, como impune ya que se avala
lo que era para autoconsumo . En esta Ley, muy criticada por anticons-
titucional, pero de vigente actualidad, es notorio el art. 37 donde la pre-
sunción de inocencia sale mal parada y en absoluto satisface favorecer
este derecho fundamental . Todo ello hace preciso un cambio legislativo
o de jurisprudencia notorio para la puesta en funcionamiento de coffee
shops.

4.2. Modelo club privado

La propuesta de establecimientos no abiertos a un público indiscri-


minado, en contraposición al modelo de coffee shop, es decir, centros
privados de fumadores de marihuana o hachís donde es exigencia la con-
dicción de asociado y estar registrado oportunamente.
Actualmente existe una experiencia reciente en el Club de Catado-
res de Cannabis (CCC) de Barcelona , con Estatutos de la asociación
registrados por la Generalitat de Catalunya en la Dirección General de
Derechos y Entidades Jurídicas, Departamento de Justicia . Los fines de
la asociación son crear un espacio privado, creando un ambiente ade-
cuado para llevar a término las catas del vegetal conocido como canna-
bis sativa , sin afan de lucro ni publicidad, con control estricto de la pro-
ducción estipulada para el consumo anual de sus miembros, pudiendo
participar en manifestaciones cuyo fin sea mejorar las características

178
IÑAKI MARQIJEZ, XABIER ARANA, CRISTINA MERINO Y MÓNICA POO

organolépticas del vegetal mencionado. Esta experiencia se ha ido


ampliando a otras provincias en el Estado español.
Si bien no está demostrada la cantidad del consumos anual/ perso-
na, existen fundamentos de derecho en el ejemplo referido:

- La Constitución española en su artículo 22, y el Estatuto de


Autonomía de Catalunya en su artículo 9.24
- La Ley de asociaciones 7/1997 de 18 de junio
- El Real Decreto 3526/1981 de 29 de diciembre; el Decreto
159/1984 de 19 de junio y la Orden de 20 de abril de 1982.

El libre consumo de cualquier sustancia es un derecho inalienable


garantizado constitucionalmente y por cualquier carta de DD.HH. y lo
que reclaman los consumidores es poder ejercer ese derecho. Como se
trata de una reunión «entre adictos», no se promociona el consumismo
de otras personas.
Según la propuesta de creación de establecimientos donde poder
adquirir y consumir cannabis elaborada por el IAIC de Málaga, debiera
configurarse bajo las siguientes condiciones:

- Un marco de mejora del ambiente social, orientado a la reduc-


ción del daño asociado al consumo de cannabis, facilitando a los
consumidores habituales un lugar seguro y disminuyendo los
riesgos de adulteración que acompañan al consumo callejero.
- Local cerrado al público, de entrada restringida a consumidores
habituales de cannabis, no generando más que un potencial peli-
gro individual para la salud.
- La cantidad de droga a adquirir y consumir no podrá sobrepasar
el límite de un consumo normal, suministrada por el responsa-
ble del local y evitando el tráfico entre consumidores.
- Consumo inmediato, en el local, en evitación de que la sustan-
cia llegue a terceros.
- No ha de mediar contraprestación alguna por la entrega de la
droga, según exigencia del Tribunal Supremo.

En realidad, una pequeña contraprestación, en este marco, no seria


alta, evitando la atracción de adquisición y consumo callejeros. El infor-
me jurídico de Málaga, viendo un pequeño escollo, intenta soslayarlo
señalando que la exigencia de una pequeña contraprestación no tiene el
efecto de incentivar el consumo, al contrario, se trata de exigir un esfuer-

179
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

zo económico en el consumidor habitual que suscite un descenso de las


ocasiones en que decida consumir. Esta intención disuasoria resulta desa-
justada para una realidad social , la del consumo del cannabis, que no
provoca significativos daños en sus usuarios ni en su entorno.
Seria deseable asentar la atipicidad del consumo de cannabis en estos
medios privados mientras no se promocione su uso. La reunión para el
consumo compartido , independientemente del lugar y no afectando a ter-
ceros ha de ser siempre impune. Como también es poco convincente la
jurisprudencia determinada por las sentencias del Tribunal Supremo en
la última década sobre otras condiciones de entrega de la droga.
Resulta estigmatizante y marginador la restricción a un local cerra-
do y para asociados determinados , lo cual no existe con ninguna otra sus-
tancia del mercado, se trate de una droga u otro producto de consumo.

5. Producción de cannabis para autoconsumo

Los Convenios y Convenciones de Naciones Unidas, en sus


encuentros y resoluciones de 1961, 1971 y 1988 han logrado la regu-
lación a nivel internacional , caracterizada por la carencia de defini-
ciones de tenencia y de autoconsumo, haciendo alusión a cuestiones
relativas a la producción, tráfico y otros operativos. Sólo la Conven-
ción de Viena de 1988 hace referencia a la tenencia para el autocon-
sumo como posible variante del tráfico, dejando la opción a criterio de
cada país según sus principios constitucionales y de su ordenamiento
jurídico. En este caso , el legislador tuvo ocasión de punir la tenencia
de drogas para autoconsumo . El art. 368 del código Penal castiga con
pena de uno a tres años y multa a quien ejecute actos de cultivo, ela-
boración o tráfico, o de otro modo, promueva o facilite el consumo ile-
gal de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, o las
posea con aquellos fines.
El cultivo para el autoconsumo no solo se enfrenta a la legislación
vigente sino también al modelo de sistema sanitario , donde quien medi-
ca lo hace por su condición jerárquica . Solo recetan , solo prescriben los
médicos y, si no es así, se transgrede el sistema . El autoconsumo es sinó-
nimo de disidencia y desafio de lo establecido: que el médico y pacien-
te tengan sus competencias delimitadas . En el actual ordenamiento jurí-
dico, el consumo de drogas es lícito , salvo que se realice en lugares
públicos, siendo en ese caso merecedor de sanción administrativa con
incautación de la droga.

180
IÑAKI MARQUE!., XABIER ARANA, CRISTINA MERINO Y MÓNICA POO

La automedicación razonable se basa en el conocimiento (Delás, 1995)


por el paciente, la persona usuaria, en el uso de un medicamento deter-
minado. A través de su práctica adquirida a través de comportamientos de
rebeldía, recreativos o paliativos. Esto, que no ha formado parte tradicio-
nalmente de la educación sanitaria proyectada desde los profesionales de
la salud, y tampoco desde los propios ciudadanos, puede que un día sea
favorecido desde la industria farmacéutica ante un inmenso mercado entre
los productos libres de prescripción.
El cultivo para consumo propio se basa en la normalización del
consumo y en la despenalización del cultivo. El consumo no es ilegal
ni la tenencia para el consumo propio según interpretación unánime
del Tribunal Supremo desde los años 70, si bien, aplicando la ley 1/92
de Seguridad Ciudadana siguen prodigándose las sanciones adminis-
trativas. El cultivo en lugar privado y destinado al consumo propio
será impune ya que no transgrede la normativa administrativa san-
cionadora, requiriendo alegar la condición de consumidor habitual del
cultivador así como acreditar que la producción cannábica no exceda
de lo que racionalmente pueda considerarse un consumo medio del
cultivador.
Las condiciones requeridas por los tribunales para considerar que
una persona cultiva marihuana para su propio consumo (Ramos, 2000)
y, por lo tanto, que no sea sancionada, son las siguientes:

- Es necesario que el cultivador pueda demostrar la condición de


consumidor de la sustancia que cultiva.
- La cantidad que se cultiva es un dato importante, a la vez que
confuso según está siendo tratado en la actualidad. La finalidad
de los tribunales está en que una persona no cultive más de lo
que necesita para su propio consumo, considerando que lo que
supere dicho límite es para venderlo o distribuirlo a terceros. Sin
embargo, al establecer la cantidad que es considerada límite para
ese propio consumo las interpretaciones son diversas.
- La pertenencia a una asociación antiprohibicionista, lo cual
caracteriza al consumidor en contraposición al traficante que
busca el anonimato.
- No poseer útiles o instrumentos que se puedan relacionar con la
venta o tráfico de dicha sustancia (balanza de precisión, papel
de celofán, dinero sin justificar, bolsitas para el envase,...), aun-
que, quizás, algunos de tales objetos pueden estar en el domici-
lio de un consumidor sin ánimo de traficar.

181
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

- La ubicación y desarrollo de las plantas es un criterio de interés


para los tribunales ya que aquellos casos en los que las plantas
de marihuana estaban a la vista han tenido menos problemas que
los que las mantenían ocultas.

Estas condiciones , importantes en los tribunales que siguen un Códi-


go Penal que, estrictamente se refiere a cultivo, también son importan-
tes ante las fuerzas de seguridad aunque estas, y también algunos secto-
res de la judicatura , en ocasiones , sigan considerando que un cultivo
puede ser, en principio , un delito.
Si el consumo y la tenencia no son delito, el cultivo para ese con-
sumo propio no deberá serlo. Asegurar el consumo de ese modo equi-
vale a eliminar la necesidad de ir a comprar una sustancia declarada ile-
gal que es más cara y además está adulterada. Con la legislación vigente
y cierta tolerancia social e institucional , puede normalizarse el consumo y
el cultivo, resolviendo numerosos problemas relacionados con la crimi-
nalidad, limitación de acceso y descenso del número de adictos a drogas
dañinas -las erróneamente llamadas «duras»- así como ahorros pre-
supuestarios en las administraciones públicas.
Es posible cultivar marihuana para el propio consumo respetando
los criterios de los tribunales . Ciertamente el marco legislativo actual
induce al usuario de cannabis a procurárselo a través de la compra en el
mercado ilegal o mediante autocultivo si pretende cumplir estrictamen-
te la legalidad . El auto-cultivo para el consumo personal o asociativo es
una de las opciones de mayor viabilidad teniendo en cuenta la regula-
ción penal y administrativa actual.
Ya se vienen desarrollando experiencias en diferentes zonas del
Estado español . Hace cuatro años, la Asociación Ramón Santos para el
estudio del Cannabis (ARSEC), de Catalunya, puso en marcha una plan-
tación colectiva en un terreno arrendado y como consecuencia , cuatro
de sus responsables fueron sancionados . La Audiencia Nacional les
absolvió pero el Tribunal Supremo les condenó a 4 meses de arresto
mayor y medio millón de pesetas de multa . El Tribunal Constitucional
denegó la solicitud de amparo, habiendo elevado recurso a los tribuna-
les europeos . En cambio , la asociación vasca para el estudio del canna-
bis, Kalamudia , en 1998 y posteriormente en los años 2000 y 2001 ha
llevado a término sus plantaciones colectivas habiéndose suministrado
información de la plantación y la recolección a las instancias judiciales.
Aunque las leyes suelen ir detrás de la realidad social, cuando se
generalizan o son amplias ciertas conductas en el entramado social, estas

182
IÑAKI MARQUEZ, XABIER ARANA, CRISTINA MERINO Y MÓNICA POO

dejan de merecer el reproche de la sociedad, presupuesto básico de un


posterior reproche penal (Felis, 1999). Igualmente, el incremento de
pequeños cultivadores domésticos para consumo propio significará una
tendencia hacia la normalización en el sentido de entender como «algo
normal» esa actitud.
Ello ha de inducir a cambios en la aplicación de la legislación penal
en los tribunales y cambios en la propia legislación.

6. Tenencia lícita para fines culturales, científicos o docentes

La Ley 17/1967 presentaba normas reguladoras que actualizaban y


adaptaban lo establecido en la Convención única de Estupefacientes de
Naciones Unidas de 1961 en New York, en su artículo 22 establecía que
«no se permiten otros usos de los estupefacientes que los industriales,
terapéuticos, científicos y docentes autorizados con arreglo a la presen-
te Ley. Esta ley, no derogada, fue corroborada y actualizada por el Real
Decreto 2829/1977 en su artículo 2.°, punto 2, sobre regulación de sus-
tancias psicotrópicas.
Aun siendo una norma preconstitucional, apoyándose en esa legis-
lación y en el ejercicio consecuente del «derecho de petición de las per-
sonas para dirigirse a los poderes públicos en solicitud de actos o deci-
siones sobre su competencia», el 7 de febrero de 2001, el sociólogo e
historiador Juan Carlos Usó9, alegando su compromiso en la investiga-
ción del uso contemporáneo de droga en el Estado Español, solicitó al
Servicio de Restricción de Estupefacientes, en la Dirección General de
Farmacia y Productos Sanitarios del Ministerio de Sanidad y Consumo,
«una autorización para la tenencia lícita de drogas por un periodo de
veinticuatro meses y en cantidades mínimas suficientes, para fines cul-
turales y docentes, al objeto, de investigar con ellas y difundir los cono-
cimientos adquiridos».
A la denegación de la División de Estupefacientes de la Agencia
Española del Medicamento continuó un recurso de reposición inter-
puesto por el Dr. Usó que así mismo fue contestado negativamente, lle-
gando a su fin la vía administrativa. Con este rechazo este conocido

e Juan Carlos Usó ha proporcionado a los autores del presente informe copias de
todos los documentos relacionados con su petición y recurso así como las notificaciones
enviadas por el Ministerio de Sanidad y Consumo.

183
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

investigador social, caso de pretender profundizar en el conocimiento,


se vería en riesgo de ser sancionado por la ley 1/92 de Seguridad Ciu-
dadana, calificada de anticonstitucional pero vigente y de aplicación cre-
ciente en los últimos tiempos.
Por ello el Dr. Usó interpuso en noviembre de 2001 un recurso en
el Juzgado central de lo Contencioso Administrativo n.° 3 de Madrid,
admitido a trámite, para que la Administración pública demandada remi-
ta al Juzgado el expediente que denegó el permiso solicitado. En este
último recurso se insta a la Agencia Española del Medicamento y con-
cretamente a la Subsecretaria General de Seguridad en Medicamentos
que atienda al Dr. Usó en sus pretensiones, alegando errores de forma y
fondo en las resoluciones administrativas previas. La vía judicial y la
sentencia posterior, tomó posición sobre este asunto desestimando el
recurso.
La Ley 17/1967 desarrollaba aspectos administrativo-sanitarios y
supuso un desarrollo parcial del Convenio Unico de 1961 de Naciones
Unidas, y tendía a la regulación del mercado de las drogas, al igual que
la Convención de 1971, pero no a su represión. El compromiso interna-
cional en sus aspectos represivos contra el tráfico ilícito de estupefa-
cientes explicita con la Convención de Naciones Unidas de 1988 lo que
ya años y convenciones anteriores fueron determinando, en lo cual se
apoyaría la modificación del Código Penal, de la Ley de Enjuiciamien-
to Criminal y la Ley Orgánica 8/1992.
Como señala Queralt (2000), en esa Ley 17/1967 no hay base que
permita integrar, satisfaciendo el art. 25.1 de la Constitución española,
el presupuesto legal del art. 25.1 de la Ley Orgánica de Protección de la
Seguridad Ciudadana relativo a la tenencia ilícita de drogas. En ocasio-
nes, tenencia ilícita viene expresada por el reverso del art. 22 de la Ley
17/1967t0, lo cual resulta cuando menos curioso y preocupante, por no
considerar las modificaciones del Derecho sanitario , médico y farma-
céutico experimentado en estos últimos años, tanto a nivel internacio-
nal, como estatal o autonómico. En dicha sentencia, invirtiendo el pos-
tulado liberal de que lo que no está prohibido está permitido, se
presupone que lo que no está autorizado está prohibido. Treinta años
después de su promulgación, se sanciona y se tiene por ilícito lo que
hasta aquella fecha no lo era.

° Sentencia TS (sala 3..', Sección 6.') de 28 septiembre de 1998 A.10004.

184
IÑAKI MARQUEZ, XABIER ARANA, CRISTINA MERINO Y MÓNICA POO

7. Cultivo de Cannabis con fines médicos

La Oficina para el Cannabis Medicinal , dependiente del Ministerio


de Sanidad holandés, elaboró en 2002 una guía para el cultivo con fines
médicos . Antes, la Agencia Europea de Evaluación del Medicamento,
en un grupo de trabajo para la Práctica de la Buena Agricultura, había
elaborado un protocolo " ofreciendo una descripción de los requisitos y
condiciones para una buena cosecha . Desde el cultivo a la recolección,
el secado , curado y empaquetado . Con orientaciones para la capacita-
ción del personal cultivador, normas de higiene en todo el proceso para
los manipuladores y para la maquinaria empleada , el conocimiento de
los componentes del producto final , etc. En los países centroeuropeos
se siguen con expectación estas iniciativas considerándoles de gran inte-
rés desde la perspectiva científica.

8. Producción industrial de cáñamo

El cáñamo industrial es cultivado para un mayor aprovechamiento


de la fibra y reducir al mínimo el contenido de THC, ya que los acuer-
dos internacionales recomiendan que las variedades destinadas a la fibra
tengan niveles inferiores al 0,3% de THC (EPM de Meijer, 1992) sien-
do esta la exigencia principal . Las normativas de la producción y trans-
formación de las fibras naturales son quienes regulan también el culti-
vo del cáñamo.
El cáñamo industrial, que tuvo su apogeo hace un siglo tras varios
siglos de gran producción por su utilización en cordelería, papeleria, y
otros materiales textiles como usos principales , tuvo su crisis en los años
20 del pasado siglo con ocasión del surgimiento de las fibras sintéticas
y de otras fibras naturales, como el yute , de peor calidad pero mucho
más baratas , así como de la industrialización salvaje de las papeleras.
En los años 50, fue importante el cultivo de cáñamo en España, con
amplias zonas cultivadas en los valles de los ríos Ebro , Segre y Segura,
llegando a ser el décimo productor del mundo . Hoy a penas se produce
en algunas zonas en Catalunya, Castilla-León y Castilla-La Mancha, no

" «Guía para el cultivo de cannabis con fines médicos » y «Normativa para la con-
cesión de excepción al Acta del Opio», ley del Ministerio de Sanidad GMTBMC 2340685,
diciembre de 2002.

185
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

alcanzando para la demanda interna debido a que los beneficios para los
productores son muy inferiores a los existentes en el mercado hace más
de treinta años. La parte de la producción es procesada para obtener
diversos tipos de papel. Y la mayoría se pudre en los campos, no siendo
recogida la producción ante la caída de precios y la reducción de las ayu-
das comunitarias. El Estado español ocupa el primer lugar en Europa por
su superficie cultivada con cáñamo, pero la carencia de infraestructura
para su transformación impiden que resuelva las deficiencias de los cul-
tivos para una producción sostenible de fibra.
No obstante, a nivel mundial la producción industrial del cáñamo
está atrayendo la atención, por su carácter natural y biodegradable así
como por los beneficios agrícolas frente a las plagas, como herbicida o
revitalizador de suelos, y sobre todo, por su enorme potencial industrial,
de elevada rentabilidad en sectores tales como el textil, alimentario,
papelero, de la cosmética, la medicina o la construcción

9. Otras iniciativas

9.1. Asociacionismo entre los consumidores

En muchos aspectos favorece la situación del consumidor en casos


de ser sancionado por la L.O. 1/92 en cuanto al cultivo. Como ejemplo,
la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Málaga, de 23 de julio
de 2001, señala que no constituye delito el invitar esporádicamente al
resto de los socios de una asociación antiprohibicionista con los exce-
dentes de marihuana que se pudieran tener del propio cultivo.
Es necesario dar mayor protagonismo al movimiento asociativo
cannábicot2 dentro de las políticas de reducción de daños. Este movi-
miento, aun sin aglutinar , ni mucho menos, a la mayoría de consumi-
dores, ha logrado desarrollar iniciativas que fomentan formas de con-
sumo más saludables, como son los servicios de análisis, los estudios

`Z Existe ENCOD (European NGO Council on Drugs and Development - Consejo


Europeo de ONGs sobre Drogas y Desarrollo), una Red europea de Asociaciones federa-
das como grupo de presión . Actualmente, las siguientes organizaciones forman parte de
ENCOD: ARSEC - España, ASK-Suiza, BCA - Bélgica, CYAH - España, CISS - Italia,
E&D - Francia, GIISV - Austria, Gruppo Abele - Italia, GVC - Italia, ILA - Alemania, IFAA
Reino Unido, LA - Bélgica, MLAL - Italia, TNI - Holanda.

186
IÑAKI MARQUEZ, XAI3IER ARANA, CRISTINA MERINO Y MÓNICA POO

de campo sobre la adulteración o el fomento del autocultivo como vía


para la protección de la salud (Barriuso, 2000), si bien sus acciones se
han orientado, en gran medida, a unificar los mensajes antiprohibicio-
nistas y a modificar la percepción social respecto a quienes hacen uso
del cannabis.

9.2. Reconstrucción de un concepto jurídico-penal de droga

La aplicación del Código Penal, hasta la actualidad, se lleva a


cabo con una remisión al catálogo internacional de sustancias prohi-
bidas recogidas en los tratados internacionales, siguiendo la interpre-
tación de la «ley penal en blanco». Esta situación ha impedido una
definición de droga adaptada a la realidad social de cada Estado y ha
conllevado la sanción del tráfico de sustancias, que causan muy di-
versos daños a la salud individual y pública, de una manera indis-
criminada.
La definición jurídico-penal del término droga o, en su defecto,
una interpretación elástica de dicho concepto, permitiría discernir entre
aquellos comportamientos que se relacionen con sustancias legales o
que causan menor daño a la salud y cuyo motivo de penalización es la
comercialización fuera de unas pautas reglamentarias, de aquellas otras
conductas en que la sanción penal recae sobre la droga como tal (Seque-
ros, 2000).

9.3. Utilización de las vías legales

Ley 17/1967. Posibilidad de utilizar la ley 17/67, de regulación de


consumo de estupefacientes, en la que se basa la Ley de Seguridad Ciu-
dadana de 1992, en cuanto a los usos lícitos del cannabis: médico, indus-
trial, científico y docente. La ley 17/67, de 8 de abril, en su art. 22 reco-
noce como usos legales los industriales, terapéuticos, científicos y
docentes autorizados. Por lo tanto, ofrece la posibilidad de solicitar auto-
rización para el uso de cannabis con alguna de dichas finalidades acre-
ditadas. En este sentido aquellas personas que puedan acreditar alguno
de los usos lícitos regulados tendrán que solicitar autorización al Minis-
terio de Sanidad y Consumo, Dirección General de Farmacia, Servicio
de Restricción de Estupefacientes (Paseo del Prado, 18-20, 28071
Madrid).

187
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

Ley Orgánica 1/92.


Ante las consecuencias de la Ley de Protección de la Seguridad Ciu-
dadana, Ley Orgánica 1/1992, llamada en círculos sociales y profesio-
nales ley Corcuera por el ministro que la instauró, han ido surgiendo
alternativas ante las sanciones según el artículo 25.2 de la misma:

- Recurrir la sanción ante la Subdelegación del Gobierno para aque-


llos casos en los que se pueda interponer el recurso con un argu-
mento de peso: el lugar de la incautación era privado, no público;
el procedimiento llevado a cabo violaba alguno de los derechos
fundamentales del infractor; que el expediente sancionador no
exprese el contenido en tetrahidrocannabinol (THC), que es real-
mente la sustancia considerada ilegal . En este sentido la senten-
cia del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, de 14 de sep-
tiembre de 1999, y la sentencia del Tribunal Superior de Justicia
de Castilla-La Mancha, de 2 de noviembre de 1999,han señalado
que registrar y cachear para sancionar una infracción administra-
tiva es desproporcionado y vulnera el derecho a la intimidad.
- Declararse insolvente, en el caso de que se cumpla por el infrac-
tor dicha situación, ya que será vigilada por la Hacienda Pública.
- Someterse a un tratamiento de deshabituación, que implica tra-
tamiento en un centro asistencial público de la comunidad en la
que resida el infractor que estará debidamente acreditado. Cada
municipio tiene facultad para llevar a cabo el tratamiento de des-
habituación, con lo cual las posibilidades son variadas en la
forma y tiempo que reglamentariamente se determine, desde una
simple entrevista a un tratamiento psicoterapéutico.
- Pagar la sanción impuesta dentro de los plazos previstos en
la ley.

9.4. Flexibilidad de los tipos penales

La rigidez de la norma y la ausencia de un catálogo de drogas ade-


cuado a la realidad social ha provocado confusión y desigualdad jurídi-
ca en la aplicación de la ley penal. La falta de flexibilidad de los tipos
penales ha supuesto sancionar tanto la venta acreditada de un gramo de
marihuana, como la tenencia de 1000 gramos orientados al tráfico. Por
ello, la aplicación del principio de oportunidad en la aplicación de la
norma permitiría al juez adecuar la pena, cuando las circunstancias per-

188
IÑAKI MÁRQUEZ. XABIER ARANA, CRIS-1 INA MERINO Y MÓNICA P00

sonales del autor o del hecho así lo aconsejen. De este modo, la flexibi-
lidad permitiría adaptar la norma en situaciones de tráfico de pequeñas
cantidades con finalidad de autofinanciación para el consumidor.

9.5. Erradicación de la tenencia ilícita


como infracción administrativa

La Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero sobre Protección de la


Seguridad Ciudadana , que en su artículo 25 sanciona administrativa-
mente el consumo de drogas en lugares públicos, debería suprimir la
referencia a la tenencia ilícita. Dado que la tenencia de drogas no supo-
ne obligatoriamente su consumo en «lugares , vías, establecimientos o
transportes públicos», y el consumo privado no implica sanción penal ni
administrativa , resulta innecesario la sanción a la tenencia ilícita, excep-
to en los casos en que sea probado su destino al tráfico que entonces
supondrá aplicación de la norma penal.
Al mismo tiempo, el término «tenencia ilícita» lleva, por oposición,
al concepto de «tenencia lícita», recogido en la Ley 17/1967, y permite
abrir una vía de interpretación que posibilita exigir a los órganos judi-
ciales un criterio legal que permita poseer cannabis y sus derivados sin
temor a sanción administrativa. Esta situación alterará el principio de
economía procesal mientras no exista un cambio unánime en la aplica-
ción de la norma

9.6. Interés fitosanitario de la plantación de cannabis

La Sentencia 197/01, de 14 de mayo de 2001, del Juzgado de lo


Penal n.° 3 de Valencia, abre la posibilidad del uso fitosanitario del can-
nabis en explotaciones agrícolas. Como se ha comentado en otro capí-
tulo de este informe, en esta sentencia el juez absolvió a cuatro agricul-
tores acusados de un delito contra la salud pública motivado por la
incautación de cinco plantas de cannabis sativa en una plantación agrí-
cola que ellos explotaban. La defensa alegó las propiedades fitosanita-
rías del cannabis, ampliamente conocidas e investigadas en la horticul-
tura ecológica que los acusados practicaban. El juez aceptó la duda
razonable respecto al ulterior destino para tráfico de dichas plantas.
Además, el cáñamo como otras plantas de fibra, puede extraer los
metales pesados (cobre, plomo, cadmio, zinc,...) de suelos contamina-

189
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

dos por la industria. Los agricultores pueden ir considerando esta cues-


tión por el gran interés para la mejora de los suelos y las cosechas. Ana-
lógicamente puede entenderse la posibilidad de uso del cannabis con
fines ornamentales , opción escasamente contemplada.

9.7. Regulación de establecimientos smart y grow

Las smart shops , llamadas «tiendas inteligentes» venden plantas


medicinales con efectos tónicos , estimulantes , afrodisíacos y relajantes.
Demandan una legislación específica para evitar la actual confusión e
incluso la acusación de ser espacios donde se venden drogas ilegales. Ven-
den productos smart que provienen de las plantas estimulantes y, en oca-
siones, son combinaciones de extractos de sustancias como guaraná,
cafeína, ginseng, yohimba, efedra, y otras con plantas naturales como
la salvia. En ocasiones también son vendidas semillas y material de cul-
tivo, algo más específico esto último de las tiendas de cultivo o grow
shops, donde se puede encontrar fertilizantes, lámparas, y todo tipo de
utensilios e información para el cultivo de plantas de cannabis y de otros
enteógenos. Unos y otros establecimientos tienen dificultades de regu-
lación.
Algunos de estos productos, según los artículos 8.1 y 42 de la Ley
del Medicamento 25/1990 de 20 de diciembre, tienen la consideración
de medicamentos y al no haber sido aun evaluados por la Agencia del
Medicamento, desconociendo los efectos sobre los usuarios, son consi-
derados ilegales y se retiran del mercado. Se rechazan como alimento
siguiendo el Código Alimentario español y tampoco se admite ser váli-
dos para una alimentación especial al no cumplir el art.2 del Real Decre-
to 1809/1991, de 13 de diciembre, aunque se reconoce que la mayoría
de los productos smart son extractos de plantas medicinales presentes
en especialidades farmacéuticas debidamente registradas y autorizadas.
Ante las carencias de reglamentación específica, la Administración apli-
ca una Orden Ministerial de 1973 que , en su anexo, señala algunas plan-
tas que pueden ser de venta libre y donde los sectores implicados, far-
macias, parafarmacias , establecimientos de herbodietética , smart shops
y la propia Administración consideran que esa Orden ha quedado obso-
leta. Ocurre que la Ley del Medicamento 25/1990 señala que regla-
mentariamente se especificará qué plantas medicinales serán de venta
libre, de venta en oficinas de farmacia o prohibidas. Tras más de once
años de la publicación de aquella ley ese reglamento aun no existe.

190
IÑAKI MARQUE/., XABIER ARANA. CRISTINA MP_RINO Y MÓNICA P00

En el ámbito de la Unión europea se estudia la aprobación de una


directiva que oriente y homogenice la legislación sobre plantas medici-
nales en los Estados miembros, ya que en la actualidad hay países par-
ticularmente restrictivos (Suecia, Finlandia, Francia) y otros más libe-
rales (Inglaterra, Alemania, Holanda, Bélgica) con la posibilidad de
comercializar con plantas y sus extractos.
Las posibilidades de utilización del cáñamo, del cannabis y sus deri-
vados son muchas. Sin embargo, el Código Penal de 1995 ni el de 2003
no posibilitaron nuevas vías de actuación en materia de drogas. Muy al
contrario, supone nuevos fracasos de la intervención represora del Esta-
do. Vemos como no ha conseguido erradicar el tráfico y mucho menos
el consumo de sustancias. Además, al marginalizar las sustancias a un
mercado negro que genera ingentes beneficios, que (des)controla los
precios, ha posibilitado un aumento dramático de los delitos contra la
propiedad['.
No se puede dejar de mencionar que el estado actual de la «cuestión
droga» afecta a los derechos y libertades tanto de los consumidores de
sustancias como de quienes no lo son. Entendemos que la prohibición y
la represión en esta materia generan un aumento considerable en las tasas
de delincuencia. Al mismo tiempo esta delincuencia sirve de canal para
mayores controles administrativos que afectan al global de los ciudada-
nos (La Ley Orgánica 1/92 de Protección Seguridad Ciudadana es un
claro ejemplo de ello).
El consumo clandestino del cannabis y sus derivados agrava las con-
diciones higiénicas en que se realiza, impide el control de calidad de la
sustancia a consumir y la formación de hábitos de consumo más favo-
rables. Asimismo, respecto a los menores de edad que se inician en este
consumo de forma oculta, se imposibilita la realización de políticas de
educación que favorezcan el desarrollo de la responsabilidad del indivi-
duo partiendo de una información veraz. El consumo clandestino tam-
bién favorece la criminalización de un buen número de países en vías de
desarrollo, productores de cultivos destinados a consumirse masivamente
en Occidente. Así, comunidades rurales latinoamericanas, africanas o

Se estima que alrededor del 50% de los expedientes tramitados en la Audiencia


Provincial se refieren a delitos relacionados con drogas, así como el 30% de los ingresos
en cárceles. Además, el 45% de los delitos patrimoniales que se juzgan en el Estado tie-
nen alguna relación con el consumo de drogas, normalmente heroína, por parte de los suje-
tos activos.

191
DIVERSAS INICIATIVAS DE UTILIZACIÓN DEL CANNABIS

asiáticas sufren planes y estrategias transnacionales sin que se les ofrez-


ca ningún tipo de política efectiva de reducción de daños.
Todas estas cuestiones han suscitado el interés gubernamental. La
propia Comisión Mixta Congreso - Senado para el Estudio del Problema
de las Drogas, el 29 de mayo de 2001 facilitó la comparecencia de una
representación de la Coordinadora Estatal por la Normalización del Can-
nabis con el objeto de favorecer el debate entre parlamentarios y exper-
tos del fenómeno de las drogas , y del cannabis en particular.
La total legalización no va a efectuarse sin, previamente , haberse
modificado los tratados internacionales sacando al cannabis y sus deri-
vados de las Listas del Convenio de Viena . Esto que políticamente es
dificil y se trata de un sistema alejado del poder de los intelectuales e,
incluso, operadores jurídicos de una Comunidad Autónoma . Sin embar-
go, la despenalización del cannabis y su normalización, con mayor tole-
rancia social e institucional , siguen un sólido proceso, probado con éxito
en los Países Bajos y al que se van acercando otros países tras analizar
la trayectoria que ha supuesto la penalización. Es el caso de Gran Bre-
taña, que suponía poner en circulación una gran cantidad de recursos
policiales , donde más del 80% de condenas y amonestaciones por deli-
tos de drogas tenían que ver con el cannabis.
La aplicación de la legislación , penal y/o administrativa, en el
marco de la política de reducción de daños supondría respetar el prin-
cipio de intervención mínima del Derecho Penal14, así como sus fina-
lidades de prevención , especial y general, convirtiéndose en un ins-
trumento progresivo y humano respetando valores como la libertad,
la tolerancia y, porque no, la seguridad adaptada a la sociedad a la que
protege . Opinamos que es necesario la eliminación de las alusiones
administrativas a los riesgos de usos extraterapéuticos tanto del can-
nabis como de otras sustancias . La legislación penal está obligada a
controlar los abusos de una distribución o elaboración incorrecta o
adulterada de sustancias , así como el suministro de cannábicos a
menores o incapaces.
Abogamos por un sistema controlado de dispensación de canna-
bis o sustancias derivadas . Sistema que respete la confidencialidad de
la información relacionada con los posibles daños que genere pero

" En este sentido, hay una corriente doctrinal que ha entendido que en materia de
drogas se rompen los principios del Derecho Penal , ya que se sancionan todas las formas
de actuación relacionadas con las sustancias.

192
IÑAKI MARQUEZ, XA131LR ARANA, ('RIS"IINA MIRINO Y MONICA POO

que preste especial atención médica a todos aquellos que la deman-


den, en aras de posibilitar la deshabituación de los usuarios que lo
soliciten.
Asimismo consideramos pertinente que la posible venta de canná-
bicos se realice a través de un sistema de precios moderadamente desin-
centivadores, de tal modo que no vengan apoyados por subvenciones
públicas sino por un control administrativo normalizado.

Bibliografía

BARRIUSO, M. (2000): «La visión del movimiento asociativo cannábico». En


V V.AA. Gestionando las drogas. Conferencia de consenso sobre reducción
de daños relacionados con las drogas: cooperación e interdisciplinariedad.
Barcelona: Grup Igia
CALVET, G. (2001): «Una formulación de intervención del «status jurídico» del
consumidor de drogas» en Libro de ponencias de la 1.' Conferencia Latina
sobre la reducción de los daños relacionados con las drogas. Barcelona,
14,15,16, noviembre 2001
DELAS, J. (1995): «Automedicación». Interdependencias, 11: 18.
DÍEZ RIPOLLÉS, J. L. (1992): Alternativas a la actual legislación sobre drogas.
Cuadernos de Política Criminal, 46.
DURÁN, M. (2004): La investigación clínica con cannabis. Cáñamo 73: 32-33.
MARKEZ, 1; Póo, M; MERINO, C; ROMERA, C. (2002): Cannahis: de la salud y
del derecho. Observatorio Vasco de Drogodependencias. Servicio Central
de Publicaciones de Gob. Vasco. Vitoria-Gasteiz.
MUÑOZ, J.; SOTO, S. (1999): «Informe jurídico acerca de la posibilidad legal del
uso terapéutico del cannahis y del establecimiento de centros donde se
pueda adquirir y consumir tal sustancia». Mimeo. Instituto Andaluz Inte-
runiversitario de Criminología. Sección Málaga.
MUÑoz, J.; SOTO, S. (2001): «El uso terapéutico del cannabis y la creación de
establecimientos para su adquisición y consumo». Revista de Derecho Penal
y Crinología n.° 7: 49-94. Madrid.
PEARSON, G. (1991): «Drug control policies in Britain». En Tonry; Morris, N.
(eds.) Crime and Justice, vol.14. Chicago: University of Chicago Press.
RAMOS, J. A.; FE.RNANDEZ, J. (2000): «Uso de los cannabinoides a través de la
historia». Adicciones vol, 12 supl 2: 19-30.
SEQUEROS SAZATORNIL, F. (2000)» El tráfico de drogas ante el Ordenamiento
Jurídico. Evolución Normativa. Doctrinal y, Jurisprudencial. La Ley-Actua-
lidad, S.A., págs. 880-5, 907, 911-952.

193
Capítulo 6
Espacios de tolerancia : Brechas legales
en la prohibición del cannabis

Por
Jordi Cebrián

Desde hace años el interés por todo lo relacionado con el cannabis


no ha dejado de crecer. Sea para alabarla o denostarla, vuelve a hablar-
se de esta droga. Se ha incrementado espectacularmente el número de
usuarios; ha disminuido la percepción de riesgos asociados a su uso; se
ha extendido el conocimiento y el interés respecto a sus usos terapéuti-
cos; y, junto con un evidente aumento de la tolerancia social al respec-
to, se ha intensificado también su persecución, hasta el punto de que el
Partido Popular amenazaba con realizar reformas legales para perseguir
incluso delitos de opinión, tanto los relacionados con la «apología del
consumo», como con las informaciones necesarias para su cultivo.
Ahora, la derrota electoral del Partido Popular, defensor tradicional
del prohibicionismo más ortodoxo, abre además nuevas expectativas. La
previsible involución en las libertades civiles de los consumidores de
cannabis con las que amenazaba hace algunos meses el ministro de Inte-
rior, entrará ahora en vía muerta.
Estos son los algunos de los factores que definen la situación actual:

Se parte de un importante sustrato teórico antiprohibicionista en


nuestro país, con notables aportaciones al debate y la historio-
grafía del problema de las drogas, y que ha servido para difun-
dir en nuestro país los argumentos en contra de la prohibición.
Se está empezando a consolidar, desde la segunda mitad de los
noventa, un importante movimiento asociacionista que propug-
na, contra la prohibición, autocultivo. Una formula que combi-
na el sentido práctico, la desobediencia civil, y la resistencia
pacífica. De ahí el auge que en los últimos años ha tenido esta

195
ESPACIOS DE TOLERANCIA: BRECHAS LEGALES...

modalidad de suministro de cannabis para el autoconsumo, obte-


niéndose un producto de mayor calidad y libre de las adultera-
ciones del mercado negro. Y, además, sin enriquecer a las mafias
ni a los corruptos. Indicativo de este crecimiento del cultivo de
marihuana es la aparición de centenares de tiendas en toda Espa-
ña destinadas a ofrecer productos y semillas para que uno pueda
tener, al filo de la ley, su propio abastecimiento.
Ha resurgido el interés entre la opinión pública y los medios
de comunicación hacia el uso medicinal del cannabis. Aunque
sus propiedades terapéuticas eran conocidas desde hace miles
de años, la eficacia de su consumo para aliviar las nauseas en
los tratamientos contra el cáncer y el SIDA ha dejado patente
lo injusto y cruel de una situación legal que priva a los enfer-
mos de aquello que puede aliviarlos. Por otra parte la dificul-
tad de definir donde acaba el uso social y donde empieza el
medicinal, ha debilitado las posiciones más ortodoxamente
prohibicionistas.
Internet y la aparición de revistas especializadas, han propicia-
do la difusión y cohesión de los planteamientos antiprohibicio-
nistas, y han potenciado entre los usuarios de marihuana la con-
ciencia de grupo y las consiguientes «salidas del armario» de
usuarios antes clandestinos.

En este contexto, pretende ser ésta una reflexión sobre las brechas
legales que permiten cuestionar la prohibición esencial sobre las acti-
vidades que giran alrededor del cannabis. Brechas legales a las que pre-
fiero llamar espacios de tolerancia y que, por una parte, alivian la
presión de la prohibición sobre los consumidores de cannabis y, por
otra, constituyen peligros evidentes para el mantenimiento de las con-
cepciones prohibicionistas.
Por otra parte estas reflexiones se enmarcan en un determinado con-
texto personal e ideológico. El seguimiento durante años de las noticias
relacionadas con el mundo cannábico, así como la publicación de ar-
tículos de opinión en Cáñamo, la más veterana publicación cannábica
en castellano, me han permitido observar la evolución en la última déca-
da de este resurgir del debate sobre la legalización del cannabis. Mi
intención ha sido siempre aportar elementos de juicio para responder a
una pregunta esencial: ¿Por qué se mantiene una prohibición a todas
luces injusta e ineficaz, que aporta más problemas que los que pretende
resolver? Entender la prohibición de las drogas en general, y de la

196
JORDI CIBRIÁN

marihuana en particular, su extremo más absurdo, puede ser un modelo


para entender cómo funcionan otras dinámicas sociales. Las explicacio-
nes científicas, médicas, económicas o morales no son individualmente
suficientes para entender esta situación, las respuestas no son simples
sino fractales y complejas.
Creo además que la comprensión del escenario donde se desarro-
llan estos cambios debe hacerse partiendo del concepto esencial de los
delitos sin víctima, y sus implicaciones necesarias: fundamentos mora-
les del problema con las subsiguientes cargas emocionales asociadas, y
una situación actual de semitolerancia que crea inseguridad jurídica al
tiempo que enquista las actitudes conservadoras y dificulta los cambios.

Espacios de tolerancia

Cuando nos referimos a los espacios de tolerancia, a las brechas


legales en el edifico prohibicionista, debemos concretar respecto a qué
actividades se ejerce dicha tolerancia o, en su ausencia, la persecución.
Los actos relacionados con el cannabis a los que vamos a referir-
nos son el cultivo, la tenencia, el consumo, la cesión remunerada o no,
y por último, la emisión de informaciones u opiniones referidas a algu-
no de los aspectos anteriores. Cada una de estas facetas presenta, como
veremos, particularidades y potencialidades propias a la hora de
marcar líneas de evolución futura del tratamiento legal y social referi-
do al cannabis.
Debemos tener presente que en España el carácter legal, ilegal o ale-
gal de estos actos deriva principalmente de las siguientes fuentes: las
convenciones internacionales, el Código Penal, la Ley de Seguridad Ciu-
dadana y las interpretaciones que al respecto de las anteriores hacen los
órganos judiciales, en particular el Tribunal Supremo. Especial impor-
tancia tiene considerar que la redacción del Código Penal es tan abierta
que castiga cualquier acto que de algún modo pueda fomentar el consu-
mo o el cultivo de drogas, sin distinguir entre unas y otras más que en
las penas asociadas.

Cultivo

El cultivo encuentra su espacio de tolerancia en las interpretaciones


que hasta ahora han hecho los jueces al respecto: dado que el consumo

197
ESPACIOS DE TOLERANCIA: BRECHAS LEGALES...

no es ilegal, la tenencia para el consumo tampoco lo es y el cultivo puede


entenderse como un aprovisionamiento y una tenencia necesaria para
realizar un acto no delictivo.
A esta interpretación se acogen los jueces que absuelven a cultiva-
dores a quienes no se ha podido demostrar intención de comerciar con
la marihuana que cultivaban. Pero, en la práctica, no existe un número
de plantas permitido , ni está explícita ninguna tolerancia al respecto. De
hecho, las noticias referidas a las incautaciones son desalentadoras, mos-
trando como se malgastan recursos en perseguir a ciudadanos inocentes
que cultivan su propio cannabis.
Pese a todo, el cultivo se ha popularizado en los últimos años, dando
lugar a la aparición de muchas tiendas relacionadas con todo lo necesa-
rio para el cultivo: desde información hasta semillas, pasando por abo-
nos y lámparas para convertir un pequeño armario en un sistema para
proveerse de una sustancia de calidad sin tener que pasar por el merca-
do negro.
En particular, el comercio de semillas es uno de los aspectos más
polémicos , con distinto tratamiento legal en función del país, incluso
dentro de la Unión Europea. No incluidas en las convenciones interna-
cionales, las semillas y su comercio son legales en nuestro país, aun
cuando el anterior gobierno pretendía modificar la legislación para prohi-
bir su venta.

Tenencia y consumo

(Aunque en España el tratamiento legal es similar en ambos casos,


es curioso destacar que no siempre es así . En algunos cantones de Suiza
es legal la tenencia y el comercio de marihuana pero no su consumo
excepto como ambientadores y como elemento de aromaterapia, unos
particulares espacios de tolerancia que sirven , obviamente , para facili-
tar el uso lúdico.)
La tenencia y consumo de cannabis tienen un particular marco de
tolerancia , con grandes inseguridades para el consumidor. Estricta-
mente hablando, la tenencia de cualquier droga para consumo propio
es legal , si bien la Ley de Seguridad Ciudadana castiga la tenencia de
cualquier cantidad de droga, así como su consumo público , con una
sanción administrativa ; una multa que puede evitarse sometiéndose a
un pretendido seguimiento clínico para evaluar la «rehabilitación» del
consumidor.

198
JORDI ( BRIÁN

La multas por tenencia y consumo, sus implicaciones en las esta-


dísticas referidas a los tratamientos de «desintoxicación», y la inseguri-
dad que crea la posibilidad de registros personales en busca de droga
basados en perfiles sociológicos, raciales y estéticos, son uno de los
aspectos más importantes en esta situación.

Comercio v cesión

Este es hasta el momento la actividad que más se resiste a ser inva-


dida por espacios de tolerancia. La «cesión entre consumidores» y la
venta de «cantidades insignificantes de droga», eran los dos paraguas
bajo los que podía hasta hace poco encontrar alivio a la prohibición. Las
recientes revisiones de los criterios del Tribunal Supremo al respecto,
convierten ahora este aspecto en más delicado, pues de hecho se consi-
dera que cualquier cesión, aun no remunerada, es constitutiva de delito
y acarrearía, por consiguiente, penas de cárcel. Sólo queda pues la inter-
pretación flexible de los jueces, cuestionada por el Tribunal Supremo en
sus reciente revisiones de sentencias.
Últimamente parece tomar fuerza la idea, en algunas localidades ya
una realidad, de las asociaciones de consumidores. No se trataría de
agrupaciones reivindicativas sino «clubes de consumidores» que se reú-
nen abiertamente para realizar una actividad legal: consumir marihua-
na. Una versión «sólo para socios», de los coffeeshops holandeses. Son
asociaciones legales, con estatutos aprobados por algunas comunidades
autónomas, y que, claramente, permiten definir lugares de encuentro
donde se crea una inevitable opacidad ante las actuaciones policiales.

Información y opinión

Los derechos referidos a la información y a la opinión se dan a


menudo por descontado, pero no hace falta ir a otros países para ver que
no es así (en Francia, sin ir más lejos, se persigue la imagen de la hoja
de marihuana como apología del consumo de drogas). Antes de su sona-
da derrota electoral, los planes anunciados por el Partido Popular pasa-
ban por silenciar a las publicaciones relacionadas con la cultura canná-
bica, a quienes atribuían la responsabilidad de los incrementos en las
tasas de consumo y en la disminución entre la sociedad de la percepción
de riesgo asociados a su uso.

199
ESPACIOS DE TOLERANCIA: BRECHAS LEGALES...

La libertad de expresión es, y no es poco, la cobertura legal de la


que hasta ahora disponemos . Pero algunos políticos y juristas conserva-
dores se han mostrado repetidamente partidarios de que se considerase
delictiva la «apología del consumo» y la «información necesaria para el
cultivo».

Usos médicos de la marihuana

Cabe añadir además que el uso terapéutico de la marihuana, una rea-


lidad que se empeñaban en negar los prohibidores del PP, aporta nuevos
espacios de tolerancia a todos los comentados. En este sentido es inte-
resante tener presentes los avances al respecto en el Reino Unido, en
Estados Unidos o en Canadá, donde, con diferentes formulaciones, se
persigue la misma finalidad: hacer la marihuana , y no sus derivados sin-
téticos, accesibles dentro del marco legal para los pacientes que encuen-
tra en ella alivio a sus dolencias.

Resistencia prohibidora

Frente a estos espacios de tolerancia se encuentran fuerzas impor-


tantes que los cuestionan y que pretenderían reducirlos o, directamente,
acabar con ellos . La intromisión politizada de la ciencia , con investiga-
dores a cargo de quienes perpetúan la prohibición encargados de encon-
trar coartadas pseudocientíficas al mantenimiento y endurecimiento de
la prohibición es, en este sentido , uno de los aspectos más novedosos e
interesantes.
Para entender también las complicidades y silencios respecto a la
persecución de estas actividades debe tenerse en cuenta que el trata-
miento social y legal de la marihuana hoy en día deriva de la unificación
sistemática que la propaganda antidrogas ha realizado entre el cannabis
y el resto de drogas, fomentando la imagen según la cual fumarse un
porro era la puerta de entrada a una tragedia que culminaba con la muer-
te por sobredosis de heroína . Hoy el prohibicionismo está aun fuerte-
mente enraizado en nuestra sociedad . En su mantenimiento influyen la
inercia histórica; el silencio cómplice de quienes , desde el campo de la
medicina y la ciencia conocen las bases acientíficas de la Prohibición y
el de quienes prefieren optar por la ignorancia pese a que su papel públi-
co o profesional debería hacerles más críticos; la deformación de per-

200
JORDI CIit3RIAN

cepción que supone conocer sólo los casos conflictivos de consumo de


drogas e ignorar su uso mayoritario no problemático; la coartada moral
que para muchas personas supone saberse víctimas y enfermos sin
voluntad, redimiéndoles esto de la necesidad de afrontar las consecuen-
cias de sus decisiones; las restricciones legales con que la ciencia debe
encarar los estudios sobre los efectos de las drogas y, en especial, sobre
las ventajas de su uso responsable; o la autocensura de muchos científi-
cos e intelectuales que, por no ser tachados como defensores de «la
Droga», prefieren callar o directamente adscribirse a las posiciones ofi-
ciales sobre la materia.
Pese a la fragilidad de la antes monolítica prohibición, quedan, es
cierto, algunos puntos importantes que sustentan aun la prohibición, y
que mantienen gran parte de la fuerza que siempre han tenido entre la
opinión pública:

- El proteccionismo sanitario y el énfasis en los riesgos. Se tien-


de a vincular la posibilidad o no de legalizar, con la definición
científica de los riesgos.
- La teoría de la escalada sigue manteniendo parte de su fuerza,
pero, reducido el riesgo de la heroína, costará cada vez más de
sustentar, si bien los defensores de la prohibición intentan con-
vertir ahora las drogas de síntesis en la nueva sustancia a temer.
- Los argumentos morales se encuentran ahora transmutados en
un discurso de defensa de los «niños y los jóvenes» , donde la
juventud se alarga hasta donde interese para mantener la tutela
paternalista.
- No hay que menospreciar, como factor de resistencia al cambio,
el peso de las políticas antidroga de Estados Unidos, adalid de
la cruzada mundial antidrogas, y poco dispuesto a aceptar una
extensión de políticas liberalizadoras respecto al uso de sustan-
cias psicoactivas

Probablemente la evolución futura de los acontecimientos no pasa-


rá por grandes avances liberalizadores sustentados en espectaculares
reformas legales, sino en la ampliación o disminución de los espacios
de tolerancia antes citados, o de los que puedan surgir. Estos espacios,
que relajan la presión prohibicionista, son al mismo tiempo un impor-
tante enemigo para sus fundamentos ideológicos, pues normaliza social-
mente una realidad cuya prohibición solo puede sostenerse en el man-
tenimiento de los prejuicios, el miedo y la desinformación. Así pues, no

201
ESPACIOS DI: TOLERANCIA. BRECHAS LEGALES..

se trata de un equilibrio estable , pues la petición de más libertad se


enfrentará , probablemente , a ese fanatismo que redobla sus esfuerzos
cuando olvida sus objetivos , como decía Santayana . Los prohibidores
intentarán atacar estos espacios de libertad . Defenderlos no es sólo una
cuestión de pragmatismo político ante la realidad de una prohibición ine-
ficaz e injusta, sino, sobre todo, una imperativa rebelión moral contra
los intentos libertícidas de recortar derechos civiles esenciales.

202
III. POLÍTICAS DE ACTUACIÓN
fA^.,

n:,i3 ^k?i,
...'1 San
Capítulo 1
Hacia nuevas políticas de intervención en Europa

Por
Joep Oomen

Las ideas que presento a continuación no son frutos de una sola per-
sona. Les debo en gran medida al hecho de que he sido coordinador
de ENCOD desde que fue fundada en 1993. ENCOD es una plataforma de
asociaciones de ciudadanos europeos cuyo objetivo es luchar por nue-
vas políticas de drogas justas y eficaces. Funciona como un foro activo
de intercambio de experiencias, opiniones y propuestas de cientos de
activistas, académicos, políticos y antiguos funcionarios de toda Euro-
pa. Todos nos preocupamos por los efectos de la política actual de dro-
gas en la vida de la población involucrada tanto en el Norte como en el
Sur. En este momento, contamos con aproximadamente 70 organizacio-
nes que son miembros de ENCOD, en tanto que casi 200 organiza-
ciones de aproximadamente 40 países de todo el mundo han suscrito el
Manifiesto por una Política de Drogas Justa y Eficaz, la que fue creada
por ENCOD en 1998. Es a todos ellos que debo mi conocimiento y mi
derecho de opinar sobre este tema, aunque, claro está, la formulación
final es mía, por lo tanto los errores son míos también.

Hay que vivir con las drogas

En ENCOD abarcamos el tema de las drogas en todos los aspectos


-producción, distribución y consumo-, porque entender esos aspec-
tos en su conjunto es necesario para encontrar el enfoque adecuado a
cada uno de ellos . Uno de los problemas con las actuales políticas de
drogas de los países occidentales, es precisamente que consisten en un
cóctel de medidas que intentan afrontar aspectos diversos sin entender-
los ni evaluar su impacto sobre la sociedad . Por eso el resultado se

205
HACIA NUEVAS POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN EN EUROPA

demuestra tan contradictorio y tan contraproducente como hoy consta-


tamos.
Hablemos de todas las drogas de una vez . No porque creamos que
todas las drogas son iguales , sino porque la distinción con que las trata
la actual política es arbitraria , basada en argumentos dudosos. ¿Por qué
existe la distinción entre drogas legales e ilegales, y entre estas últimas,
la distinción entre canabis y heroína ? Porque en un determinado tiem-
po, en una determinada región del mundo , se ha aceptado más el uso de
una droga y menos el de otra. Porque los que han tomado estas decisio-
nes se han dejado guiar por los intereses de ciertos sectores económicos,
o también por lo que piensa -o más bien por lo que siente- la mayo-
ría de la población , que por lo general está muy mal informada sobre los
detalles del fenómeno de la prohibición.
El resultado es que se crean situaciones absurdas . La actual guerra
a las drogas es una de ellas . Pero tampoco, es muy racional la descrimi-
nalización del uso personal , mientras siguen prohibidas las actividades
que facilitan este uso. La realidad no aguanta medidas hechas a medias.
Si a una persona le gusta consumir una sustancia debe tener la posibili-
dad de suministrarse -si no lo va a buscar por las malas y entonces
empiezan los problemas.
A estas alturas debe ser obvio que la prohibición de sustancias que
desde hace mucho tiempo cubren una demanda considerable entre la
población genera por un lado la industria del crimen , mientras por otro
lado genera también la industria que vive del crimen, o sea los bancos,
las instancias represivas etc.. Es gracias o debido a las ganancias de estas dos
industrias que la prohibición se mantiene- y por ello los empleados de
ambas industrias se ocupan con lo que más les conviene : mantener la
prohibición como eje de la política de drogas en todo el planeta. Y el
arma fundamental que emplean en esta estrategia es la siembra del
temor.
La fuente del miedo a las drogas entre los que no las conocen es su
ignorancia , y esta se explica por la invisibilidad del fenómeno . El con-
sumo de drogas es una actividad muy privada , y ello ha hecho la vida
muy fácil a los que lo quieren prohibir. Si uno jamás es enfrentado con
la práctica de un fenómeno , tampoco es probable que cambie sus con-
ceptos teóricos . Es justo cuando uno entra en contacto con un fenóme-
no que los temores se reducen a su tamaño legítimo. En ciudades donde
ya se practican políticas relativamente tolerantes con respecto al sumi-
nistro de drogas, con el tiempo se suavizan los prejuicios sobre lo que
son «las drogas» o «los consumidores de drogas». Al buscar la sociedad

206
JOEP OOMEN

una forma de integrar este fenómeno en su entorno, termina encontran-


do una nueva composición de vida social donde esté aceptado el consu-
mo de drogas como cualquier otro fenómeno «extraño», sin que nece-
sariamente cause daños irreparables a las personas involucradas ni a la
sociedad en su conjunto . Los esfuerzos por obtener una nueva política
de drogas deberán ir acompañados por la búsqueda de esta nueva com-
posición -sino , no tienen sentido.
Vivir con las drogas es algo que los seres humanos estamos hacien-
do desde hace miles de años . Es justo cuando se pierde la sabiduría de
cómo vivir con las drogas, que aumente el riesgo de que ocurran pro-
blemas. Y es aquí donde tenemos que hacer un primer cuestionamiento
a nosotros mismos.
El incremento de la demanda de las drogas que hemos visto en los
últimos 30 años en la sociedad occidental se explica por la creciente ten-
sión entre , por un lado, la necesidad de cumplir con las normas de la
sociedad moderna ( ser disciplinado , aguantar los dolores físicos y psi-
cológicos y resolver problemas existenciales ) y por otro, la creciente
falta de espiritualidad o solidaridad espontánea que suele acompañar a
uno en este proceso . Las drogas facilitan al consumidor resolver esta ten-
sión . Sin embargo, en un contexto donde están prohibidas las drogas, los
consumidores no aprenden a consumirlas, a vivir con ellas. Además hace
que la tensión dentro del consumidor se incremente aún más, lo que nue-
vamente hace incrementar el uso y provoca una serie de otros graves pro-
blemas, etc.
Allí donde se reconoce esa tensión , donde esta realidad se hace visi-
ble de una forma clara y concreta en el sufrimiento de una persona, ya
uno deja de creer en conceptos teóricos vacíos como el de un mundo
libre de drogas. Allí nacen nuevos conceptos y sobre todo , iniciativas.
Cualquier esfuerzo para reducir daños relacionados con el consumo de
drogas -sea el intercambio de jeringuillas , la edición de revistas inde-
pendientes para informar al consumidor o el control de metanfetaminas
en discotecas- ha empezado en lugares subterráneos, de forma total-
mente ilegal, a cargo de los consumidores mismos y de las personas que
se preocupan por ellos.
Por ello el cambio necesariamente debe venir de abajo, de adentro,
del vientre de la sociedad, como una forma de resolver un trauma bien
escondido . Primero a nivel individual entre los consumidores mismos,
después sus familiares y sus entornos, luego a nivel de representan-
tes comunitarios , autoridades locales y regionales , y entonces a nivel
nacional y supranacional.

207
HACIA NUEVAS POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN EN EUROPA

La reducción de riesgos está en riesgo

Han sido los políticos municipales , los que supuestamente están más
cerca de los ciudadanos, los primeros en reconocer que hay que vivir con
las drogas, que hay que reducir los riesgos en lugar de eliminar las dro-
gas. Las autoridades municipales de Amsterdam, Zürich, Ginebra, Frank-
furt, Barcelona y muchas otras ciudades han desertado de la guerra al
consumo de las drogas, mientras los gobiernos nacionales y la ONU
tuvieron que aceptar a regañadientes . Son los alcaldes, los funcionarios
de salud, los jueces y los policías de estas ciudades quienes desde
comienzos de los años 90 han dado el primer paso hacia una nueva polí-
tica de drogas justa y eficaz. Un primer paso, nada más.
Porque el principio de la reducción de riesgos se aplica en la prác-
tica, pero no se inscribe en la legislación. Se acepta el fenómeno del con-
sumo de drogas pero se sigue prohibiendo las drogas -más que todo
por la obligación de cumplir con las Convenciones internacionales. El
resultado es que la reducción de riesgos se desgasta rápidamente. Ter-
mina siendo lo mismo que una acción para mandar platos limpios pero
vacíos a Etiopía . «Sepan disculpar, es todo lo que podemos hacer».
Es absurdo ayudar a consumidores de drogas sin ayudarles con lo
esencial . Es absurdo crear condiciones higiénicas de consumo sin que
la calidad de la sustancia misma sea controlada , o sin que se permita al
consumidor obtener esta sustancia por un precio digno y de una forma
digna. Es absurdo hacer todo un recorrido para darle una jeringuilla lim-
pia a alguien para luego quedarse con los brazos cruzados cuando se
inyecta heroína de 12 % de pureza, la que ha pagado con la venta de su
cuerpo. En esas condiciones, la supuesta reducción de riesgos es nada
más que un concepto cosmético, la legitimación a un régimen que
aumenta los daños en lugar de reducirlos.
La situación que tenemos en casi toda Europa en este momento, en
que la reducción de daños se emplea como práctica en un marco legal
que es prohibicionista , tarde o temprano provocará un enfrentamiento
entre autoridades locales y nacionales . Sobre todo cuando las circuns-
tancias empeoran , como es el caso de hoy. Se ha visto en Italia en febre-
ro de 2004 cuando las regiones se declararon en contra de la propuesta
de ley introducida por el Ministro de Interior Fin¡, que pretende recri-
minalizar el consumo de drogas que fue descriminalizado en 1993 luego
de un referéndum. Se ha visto también en Holanda en noviembre de
2003, cuando una nueva directiva del gobierno central de bajar la canti-
dad de coffeeshops en el país fue completamente frustrada por la resis-

208
JOIP OOME N

tencia de los municipios que albergan los coffeeshops . Una investiga-


ción de la Asociación de Municipios holandeses demostró que ni uno de
los 400 municipios que tienen uno o más coffeeshops están dispuestos
a obedecer al ministro de Justicia que presentó la directiva, a pesar del
hecho de que muchos de estos municipios son gobernados por el mismo
partido al que pertenece el ministro.
Lo que pasa es que las autoridades locales y regionales se han acos-
tumbrado al tema, al lenguaje de la reducción de riesgos , mientras los
políticos nacionales todavía están pensando dentro del marco de la prohi-
bición , porque les interesa mantener ese sistema.
Los gobiernos europeos de hoy están volviendo a aplicar conceptos
prohibicionistas que habían empezado abandonando desde hace 10 años.
Nos quieren hacer creer que es una corrección de una política que ha
vuelto a ser demasiado permisiva , creando problemas imprevistos. Pero
si uno lo mira de cerca, no resulta más que un simple giro a la derecha
motivado por fines electorales de políticos nacionales que se aprovechan
del miedo -por no decir el clima de pánico masivo creado por todo lo
que pasó después del 11 de septiembre de 2001 . Gobiernos como los de
Italia u Holanda simplemente inventan el argumento del «aumento dra-
mático del consumo problemático de drogas ». Basta una mirada a las
cifras del Observatorio Europeo de Drogas de la Unión Europea para
constatar que tal aumento simplemente no existe'.
La última ola prohibicionista es como un movimiento espasmático
de un sistema que sabe que se está muriendo . Particularmente grave es
el caso de la agencia de la ONU encargada de la política de drogas, el
UN Office on Drugs and Crime UNODC. Su nuevo lema para movili-
zar el mundo contra el flagelo letal es « Hablemos sobre las drogas». Pero
escuchemos las palabras con que , en una conferencia del Pompidou
Group en Dublin , en octubre de 2003 , el director de la UNODC, Anto-
nio Maria Costa , calificó a quienes abogamos por una regulación legal
de las drogas aunque Costa nos llama el «lobby a favor de las drogas»:
«esa gente trata de justificar lo injustificable, aceptar lo inaceptable,
ellos juegan con la salud de nuestra sociedad, y se convierten en parte
del problema de las drogas»Z.

Informe anual 2002 y 2003. Observatorio Europeo sobre Drogas y Toxicomanía:


El problema de la drogodependencia en la Unión Europea yen Noruega.
2 Statement of Antonio Maria Costa, Executive Director UNODC, at the Pompi-
dou Group Ministerial Conference, Dublin , 16 October 2003

209
HACIA NUEVAS POLiIICAS DE INTERVENCIÓN EN EUROPA

El objetivo de Costa está claro: evitar la división entre los gobier-


nos que ya están tolerando la reducción de riesgos y los que siguen con-
vencidos de que hay que seguir combatiendo . O sea, Costa actúa como
si fuera el guardián de una determinada corriente religiosa . Cualquier
esfuerzo para reformarla -y que incluye la aceptación del pecado y los
pecadores- es obra de Satan.
Es lógico que Costa diga estas cosas: le pagan para hacerlo. Pero es
más sorprendente ver que los gobiernos nacionales acepten este tipo de
manipulaciones . Por ejemplo , la UNODC sigue insistiendo en el argu-
mento de que la legalización de drogas llevará a un incremento del uso,
o del abuso como dicen ellos. Ese argumento es otra semilla de pánico,
que no está justificado en ninguna parte. El reciente estudio de las polí-
ticas de canabis de decenas de países occidentales ejecutado por la Cor-
poración RAND, conocido instituto de investigación con excelente repu-
tación , concluye que no es posible hacer alguna conexión entre las
políticas de canabis en los países europeos y la prevalencia del consumo'.
O sea, en los países donde hay políticas tolerantes no hay mayor preva-
lencia que en los países con políticas restrictivas . Puesto que las políticas
restrictivas son mucho más caras que las tolerantes , en distintos sentidos
de la palabra, este dato en sí solo debería llegar a ser un argumento cru-
cial para modificar las leyes. Por ello, personas como Costa tratan lo que
puedan para ignorar estos señales y evitar cualquier debate.
El momento en que se pueden dar los cambios es cuando las auto-
ridades locales y regionales se den cuenta de que es necesaria la refor-
ma de la política de drogas tal como fue necesaria la reforma del catoli-
cismo en el siglo xvi . Y tal como hicieron los seguidores de Marten
Luther (Martín Lutero ), los ciudadanos europeos tendremos que ir cla-
vando las tesis de una política eficaz y racional de drogas sobre las puer-
tas de las alcaldías y las juntas regionales, para que los políticos locales
lleguen a exigir que se abran las Convenciones de la ONU para una des-
centralización de las políticas de drogas.
La descentralización -o sea el traslado de la competencia en la polí-
tica de drogas del nivel internacional al local - es la llave para obtener
el espacio para nuevas políticas de intervención . No se trata de rempla-
zar un modelo uniforme , el de la prohibición, por otro modelo uniforme.
Es obvio que las políticas de drogas de España serán diferentes de las de

' Cannabis policy, implementation and outcomes . Mirjam van het Loo. Stijn Hoo-
rens, Christian van 't Hof, lames P Kahan . RAND Europe, September 2003.

210
JOLP OOMEN

la China, como las del pueblo de Oñati serán diferentes a las de Madrid
o Barcelona. Pero sí, una vez que desaparezca la oscuridad mental en que
nos tiene sumergidos la prohibición, resultará claramente que las nuevas
políticas que se aplicarán a través del mundo tendrán algunos conceptos
básicos comunes. Distingo cuatro: la eficacia, los derechos humanos, la
sostenibilidad y el pragmatismo.

La eficacia

El concepto básico es el de la eficacia, o sea la aplicación de lo que


la humanidad ha llegado a identificar a través de sus experiencias como
el comportamiento más eficaz para resolver un problema. Es decir,
fomentando fenómenos deseados y evitando fenómenos no-deseados.
En efecto, el argumento de la eficacia es crucial para el movimien-
to de reforma de políticas de drogas que durante demasiado tiempo ha
estado luchando con la terminología e ideología. Usar indicadores para
describir la eficacia de una política proporciona una base concreta
para comunicar uno con otro, sea con políticos, funcionarios y medios
de comunicación. Este acercamiento desafia a los funcionarios a demos-
trar que sus políticas realmente están funcionando, y trasladan el énfa-
sis de la retórica al pragmatismo.
Para saber si una política de drogas es eficaz, hay que identificar
cuáles son los fenómenos que queremos evitar, y cuáles los que hay que
fomentar.
Entre los primeros por supuesto está el consumo problemático, el
contagio de enfermedades peligrosas, el consumo de drogas entre niños,
la marginalización de las personas , los gastos en justicia criminal, el
volumen del mercado ilegal, la corrupción, el daño ecológico y social
que genera el fenómeno en los países productores y de tránsito, etc.
Entre los fenómenos que queremos fomentar está la salud de las per-
sonas, su integración en la sociedad, su capacidad de resolver los pro-
blemas que encuentran en la vida, el respeto mutuo entre los ciudada-
nos, la concienciación sobre comportamientos sociales básicos, la
estabilidad económica y política de los países productores, su sosteni-
bilidad ecológica, etc.
Esta comparación global inmediatamente nos lleva a la forma correc-
ta de analizar el problema. Los fenómenos a evitar surgen en un sistema
donde no existe ningún control sobre el mercado, donde son organizacio-
nes criminales las que deciden cuál es la calidad y el precio del producto,

211
HACIA NUEVAS POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN EN EUROPA

y donde los protagonistas principales -consumidores y productores-


necesariamente tienen que recurrir a comportamientos irracionales para
satisfacer sus necesidades . Es fácil de ver que es la prohibición la que
genera y multiplica los comportamientos irracionales. Por lo tanto resul-
ta obvio que la sociedad a través de sus autoridades debería recuperar el
control sobre los métodos de producción , fabricación y distribución de
drogas, lo que solamente puede suceder a través de la regulación legal del
mercado . Por otro lado, deben ser aplicadas políticas sociales que eviten
la marginalización de los ciudadanos, haciéndoles más capaces de resol-
ver los problemas que puedan llevar a comportamientos irracionales.

Los derechos humanos

Los derechos humanos no son una serie de permisos para hacer lo


que nos da la gana, sino más bien son una lista de deberes de las autori-
dades que necesitan garantizar que cada ciudadano tenga condiciones
dignas para vivir y desarrollarse . Dentro de la ejecución de esos dere-
chos perfectamente podría caber el consumo de sustancias si está pro-
bado que este consumo facilita estas condiciones.
Para ello es muy importante que se difunda el conocimiento tradi-
cional sobre el uso benéfico de sustancias ya existentes desde hace
mucho tiempo, y que se fomente la investigación científica e imparcial
sobre las sustancias recién descubiertas o desarrolladas.
Es imprescendible agrupar los más importantes argumentos cientí-
ficos que comprueban que el consumo de cierta sustancia bajo ciertas
condiciones puede ser un elemento esencial para que los consumidores
mejoren su calidad de vida. Entonces simplemente este consumo puede
pasar a ser un derecho humano que los ciudadanos podrían reclamar
antes los jueces . Como hemos visto en los casos del canabis medicinal,
las autoridades no tendrán otra opción que organizar el acceso a estas
sustancias bajo estas condiciones.
La aplicación de este concepto , por ejemplo , podría implicar que se
considerara reintroducir en nuestra sociedad el uso del opio , una prácti-
ca que data de 3.000 años antes de Cristo , o de la hoja de coca, que por
lo menos tiene 7.000 años de antigüedad . Pueden servir de alternativas
al uso de sus derivados modernos cuyo elevado nivel de concentración
del elemento activo genera un fuerte impacto en el comportamiento y la
salud del consumidor, lo que generalmente se considera como proble-
mático . El uso problemático existe en menor grado en el caso del opio,

212
JOI P OOMEN

pero el consumo de la hoja de coca en su forma natural jamás ha daña-


do a nadie.
Lógicamente , el consumo problemático disminuirá si existe la posi-
bilidad de tener acceso a las drogas bajo condiciones más óptimas. Pero
habrá casos en que sigue siendo problemático , por ejemplo porque surge
un comportamiento compulsivo con resultados nefastos para el consu-
midor o su entorno . En estos casos existe la necesidad de proteger a los
individuos contra sí mismos . Sin embargo, como es un problema de
ámbito sanitario o social , la respuesta a este problema debe ser tarea
de las instancias a las que corresponde esa tarea, o sea personal médico
o socio-sanitario , y no de policías o jueces.
Los riesgos de salud no apuntan a la prohibición de ninguna forma.
La promoción de normas informales y control personal sobre el uso son
mucho más eficaces para restringir y controlarlos.

La sostenibilidad

El tercer concepto es el de la sostenibilidad, bajo la cual se entien-


de tanto la sostenibilidad económica como ecológica y social del fenó-
meno . Aquí es donde se va tocar el nudo del problema.
La producción, la comercialización y el consumo de drogas represen-
tan una cadena global con muchos riesgos de manipulación de un sector a
otro , debido a la enorme diferencia de poder financiero entre países ricos
y pobres y la dependencia que ésta genera . Es menos de 0,3 % la parte del
productor campesino en Sudamérica en la ganancia que se hace con la
cocaína vendida en las calles de Europa . Esta situación provoca la apari-
ción de intermediarios que no se preocupan de la sostenibilidad de su nego-
cio. Saben que es fácil encontrar productores de la materia prima y consu-
midores del producto final , y que ambos sectores no suelen ser exigentes.
Si ellos pueden actuar libremente , sin ningún control , como es el caso
ahora, los comportamientos irracionales se extienden rápidamente a nive-
les alarmantes , tanto a nivel de producción como a nivel de consumo.
Entonces , ¿quién debería controlar el mercado? ¿El estado? Pero si
el estado tampoco produce tabaco o alcohol . ¿ Las empresas privadas?
En realidad no importa mucho. Lo importante es su actitud . Si ellos
siguen la misma lógica que tienen los actuales empresarios ilegales, o
sea pagar precios irrisorios a los productores y ofrecer pocas garantías
al consumidor, no habremos avanzado mucho . Pronto surgirá de nuevo
uno u otro negocio poco sostenible de las drogas.

213
HACIA NUEVAS POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN EN EUROPA

Y aquí está exactamente el dilema: la sosteníbilidad del fenómeno


global de las drogas solamente se garantiza con un verdadero control
sobre la producción y el comercio de las sustancias, empezando con
medidas para mantener precios mínimos al productor de la materia
prima , o sea los campesinos que cultivan hoja de coca , opio o canabis,
en algunos de los países más pobres del mundo.
Justamente porque la manipulación del mercado por la ley del más
fuerte puede tener efectos desastrosos ( como los que estamos viviendo
actualmente) resulta necesaria una instancia internacional verdaderamente
independiente que controle el circuito entre productor y consumidor y
garantice que se desarrolla por los principios del comercio «justo». Tal
instancia debería asegurar que se evite la sobreproducción en los lugares
de origen, justo como se eviten los riesgos de salud en los lugares de con-
sumo. El objetivo no seria eliminar el mercado negro, puesto que esto
seria imposible de cumplir, pero sí reducirlo a un nivel mínimo.
La conclusión a la que hemos venido con ENCOD es que dentro del
contexto de una globalización de la economía de mercado que busca la
liberalización del comercio mundial , es imposible imponer este meca-
nismo de control . Por ello cualquier política de control de drogas que se
desarrollo dentro de este marco será insostenible.
Hay que recordar que la industria de las drogas prohibidas cumple
un papel esencial para mantener al sistema económico mundial domina-
do por los países capitalistas en vigencia. No sólo porque les genera recur-
sos gigantescos , sino también porque les sirve de pretexto para seguir
dominando al mundo entero , sea con represión o sea con diplomacia.
La reformulación de las políticas de drogas automáticamente nos
lleva a la reformulación del modelo liberal . El «problema de las drogas»
es uno de los muchos problemas elementales que este modelo es inca-
paz de resolver. Por esto los esfuerzos para obtener una política de dro-
gas más eficaz necesariamente deben incluir medidas para garantizar la
sostenibilidad de las relaciones Norte Sur, sino no tienen sentido.

El pragmatismo

La prohibición de las drogas fue introducida hace un siglo por una


minoría blanca puritana en Estados Unidos, que estaba aterrorizada por
la influencia no-occidental en su nuevo entorno, y buscaba un pretexto
para criminalizarla. Hoy en día , esa minoría blanca determina lo que en
la sociedad mundial se considera «normal». Muchos de los conceptos

214
JOEP OOMEN

que construyen esa normalidad hoy se han convertido en instrumentos


de poder empleados para ocultar una realidad distinta . Basta el ejemplo
de la guerra a Iraq, donde la invasión a un país soberano con el fin de
derrocar al gobierno y remplazarlo por otro más fiel a los intereses del
invasor ha sido justificada con términos como Libertad, Democracia,
Seguridad, Derechos Humanos, etc.
Mientras tanto , en nuestras sociedades existen muchos comporta-
mientos que no se consideran convencionales y que a veces nos cuesta
manejarlos. ¿Cómo debemos explicar a nuestros hijos que el consumo
de drogas se considera una desviación peligrosa en una sociedad en
la que el consumo de alcohol, tabaco, viagra o juegos electrónicos es la
norma, que incluso es promovida? En cambio el consumo de drogas está
con nosotros desde siempre, y de lo que se trata es vivir con ello.
Aceptar el consumo de las drogas por razones pragmáticas no sig-
nifica lo mismo que ser oportunista, no es aceptar por aceptar no más.
Se trata de abrazar una nueva forma de convivir con las drogas en pleno
siglo xxi, hacer un esfuerzo para crear la nueva composición de vida
social después de más de un siglo en el que hemos perdido la sabiduría
ancestral de vivir con nuestros demonios internos.
Por supuesto esta actitud pragmática nos traerá beneficios, tal como
demuestra el caso de Suiza, donde después de que se ha tomado el paso
de dispensar la heroína de manera controlada, ha bajado el nivel de cri-
minalidad, como ha bajado también la inversión estatal por atención sani-
taria al consumidor. Pero el verdadero beneficio no está ni siquiera allí,
sino en la disminución común de la tensión interna entre las exigencias
de la sociedad moderna y la falta de herramientas con las que podemos
cumplirlas. El trauma común que llevamos todos adentro, y para el que
sirven las drogas, tanto directa como indirectamente.

Diseños concretos para regular las drogas

Quisiera terminar con una rápida mirada a cómo puede funcionar


en concreto un sistema regulatorio basado sobre estos principios teóri-
cos. No sin antes agradecer a Frederick Polak, psiquiatra de Amsterdam,
quién elaboró gran parte de estos diseños°.

' El articulo que presenta estos diseños se puede encontrar en http://www.encod.org/


dyd-34. htm#analysis.

215
HACIA NUEVAS POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN EN EUROPA

Los diseños son útiles porque , aunque no lo quiera la ONU, se debe


comenzar por hablar sobre la forma concreta en que pensamos regular
las drogas . Considerar sus aspectos positivos y negativos , y comenzar a
imaginarlo en la práctica.

1. El cultivo

En primer lugar, el autocultivo, o sea el cultivo de plantas para el


consumo doméstico del productor debe ser completamente libre. Allí no
se causa ningún daño , entonces que no se meta nadie.
En cuanto al cultivo comercial de las plantas que sirven para la fabri-
cación de las drogas se pueden dar la autorización de producir estas plan-
tas a asociaciones de productores locales. Son los productores los mejor
ubicados para ejercer el control sobre el cultivo , puesto que son justa-
mente ellos los más interesados en garantizar la sostenibilidad del nego-
cio, si no fuera por otro que los precios así se mantendrán dentro de un
límite que garantiza la vida digna.

2. La elaboración

Para la elaboración de las drogas, se puede recurrir a empresas


comerciales, pero por las mismas razones, estas empresas deben estar
bajo fuerte control de las organizaciones de productores.
La producción de las drogas sintéticas y la distribución de todas las
drogas puede hacerse a cargo de empresas sociales , controlados por
representantes de asociaciones de productores y consumidores. Se podría
imaginar que en los órganos de decisión están también representados
sectores de la sociedad a quienes concierne el fenómeno de las drogas:
padres, jóvenes, médicos , personal social- sanitario, investigadores, sin-
dicatos de trabajadores, autoridades locales y nacionales, etc.

3. La distribución

Para organizar el acceso a las drogas, se puede pensar en dos mode-


los, que pueden tener variaciones. El primer modelo está pensado para
las drogas con mayor riesgo de consecuencias negativas , el segundo para
aquellas donde el riesgo es menor o inexistente.

216
IOI11 OOMI:.''

3.1. Racionamiento

En este modelo, todo adulto que quiera consumir drogas ha de poder


hacerlo dentro de un amplio margen. Quienes deseen consumir con mayor
frecuencia y/o en mayores cantidades que las que permita el racionamiento,
podrán optar por pedir recetas para sus drogas a las instituciones médicas.
La venta sin receta a cualquier adulto -bajo un límite de edad simi-
lar al del alcohol o el tabaco- que solicite una o más drogas , tiene lugar
en dosis semanales o diarias (las cantidades exactas deberán determi-
narse a nivel regional ). Se podrá ajustar con más precisión según cada
droga o grupos de drogas. En caso de dosis mayores o más frecuentes,
estas se podrán obtener de instituciones médicas o centros de atención
al drogodependiente. A este fin, el sistema de receta médica deberá estar
más orientado al usuario que el que tenemos en la actualidad en los cen-
tros de atención al drogadependiente. La actitud del personal deberá
acercarse a la de los empleados de los lugares públicos donde se vende
alcohol y tabaco en este momento.
Los aspecto positivos de este modelo son que a los consumidores de
drogas se les animará para que aprendan a regular su consumo por sí
mismos y a través de normas sociales formales e informales. Los con-
sumidores acogidos al sistema de receta contarán con una salvaguardia
para la vulnerabilidad individual.
Por otro lado, es negativo que en este modelo será necesario un siste-
ma de registro para identificar a los usuarios y llevar a cabo un seguimien-
to de su consumo caso por caso, no sólo para prevenir recetas excesivas
-que podría propiciar la filtración o la diversión al mercado negro-, sino
también para la recogida de datos estadísticos y científicos permanente-
mente actualizados . Estos datos son necesarios para proporcionar a las auto-
ridades información exacta sobre modelos y tendencias de consumo, que
vendrían bien para «afinar» o adaptar los procedimientos . La viabilidad del
sistema de registro dependerá de la voluntad de los pacientes para regis-
trarse como consumidores de drogas o adictos, así como de la confianza
de éstos en la protección de su integridad por el sistema.

3.2. Disponibilidad para adultos

En este modelo, es la responsabilidad personal de los consumido-


res, unida a la de los productores y distribuidores, que tendrán que ren-
dir cuentas.

217
HACIA NUEVAS POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN EN EUROPA

Se diseñará un sistema similar a las regulaciones actualmente exis-


tentes en el comercio de alcohol y tabaco para la venta sin receta de una
serie de substancias psicoactivas. Se pueden crear lugares de consumo
para determinadas drogas o grupos de drogas. No habrá publicidad ni
reducción del precio por la adquisición de grandes cantidades.
Habrá que estimular a los consumidores de drogas a establecer aso-
ciaciones, que pueden servir para mantener intactos los conocimientos
sobre formas sostenibles de consumir. Estas asociaciones podrían jugar
un papel importante en la prevención del uso irracional e irresponsable,
sobre todo entre los que recién empiezan a consumir. Justamente los mis-
mos consumidores pueden participar en la búsqueda de formas para
reducir el uso problemático que no sean represivas ni paternalistas.
En este modelo lo positivo es que se abra un amplio surtido de
opciones para adecuar la regulación de la manera más precisa y más ade-
cuada al contexto local.
Sin embargo , aunque este sistema funcionase desde el principio más
allá de las expectativas iniciales, cualquier evolución negativa, de la que
sin duda veríamos algunos ejemplos, llevaría a campañas sensacionalis-
tas de los medios de comunicación que serían un obstáculo importante
para el apoyo sostenido de los políticos.

Finalmente

Para convencer a las autoridades de la necesidad de comenzar con


la reforma de la política actual, no hay que comenzar hablándoles de
estos modelos. Pero sí es importante estudiar e imaginarios.
El gran beneficio de una política de drogas basada en la regulación
es que se puede levantar el precio a los productores como también bajar
el precio a los consumidores. Y todavía con eso habrá un ingreso signi-
ficativo para que en lugar de cárceles y agentes biológicos contra plan-
tas se financien actividades de prevención -dirigida sobre todo a que
los niños y jóvenes aprendan a manejar contratiempos y dolores, tener
ambiciones saludables y controlarse a sí mismos, es decir; resolver la
tensión entre lo que te da la vida y lo que te exige.

218
Capítulo 2
Palos y rejas contra la lluvia.
Políticas públicas y consumo prolongado de cannabis

Por
Juan E Gamella
María Luisa Jiménez

1. Introducción

Uno de los primeros países de Europa en despenalizar el uso de dro-


gas y uno de los últimos en aplicar programas de reducción de daños, en
España las políticas públicas sobre drogas parecen profundamente con-
tradictorias . Algunas de las inconsistencias se disuelven cuando se ana-
lizan históricamente los procesos de toma de decisiones en relación con
los intensos cambios sociopolíticos y económicos acaecidos en España
en las últimas décadas, las más transformadoras, quizá, de la era moder-
na. Pero muchas contradicciones permanecen y parecen exigir un análi-
sis de las tradiciones jurídicas y administrativas autóctonas , bastantes de
las cuales han subsistido en la era democrática, así como de los enfren-
tamientos entre distintos poderes del Estado, o entre gobiernos autonó-
micos, municipales o centrales , o entre formas de entender y valorar el
uso de drogas que enfrentan a distintos sectores de la sociedad civil.
Hoy, como ocurre en otros países occidentales, las medidas relati-
vas al hachís y a la marihuana constituyen en nuestro país el « campo de
batalla político» más activo en el debate sobre políticas de drogas (Mac-
Coun y Reuter 2001:6). La marihuana es actualmente una causa de divi-
sión social y simbólica y de confrontación política. La naturaleza de esta
droga y los significados de sus usos son concebidos de manera muy dife-
rente por prohibicionistas y legalizadores , consumidores y abstinentes,
conservadores y progresistas ( Elzo et al . 1999, Megías et al. 2000). Los
defensores del régimen prohibicionista perciben la marihuana y su resi-
na como una droga peligrosa , dañina para la salud mental y física y que

219
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

incrementa enormemente el riesgo de utilizar drogas «más duras» como


la cocaína , las anfetaminas o la heroína (la hipótesis de la escalada o
«gateway theory»). En cambio, entre la mayoría de los consumidores
experimentados , la marihuana es vista como más segura , más pura y más
«natural» que el alcohol y el tabaco , una droga no adictiva , benigna y a
menudo terapéutica. También consideran la opción de consumir deriva-
dos de esta planta como un derecho individual actualmente coartado y
perseguido injustamente.
El consumo de derivados del cannabis ha experimentado un consi-
derable incremento a partir de los noventa, especialmente entre adoles-
centes y adultos jóvenes, y coincidiendo con un endurecimiento de las
regulaciones sobre drogas (concretamente , con la promulgación de la
Ley de Seguridad Ciudadana de 1992). Podemos estimar que en nuestro
país, alrededor de un millón setecientas mil personas consumen canna-
bis regularmente, y una porción de ellos lo hace diariamente (DGPNSD
2001). Y en las nuevas cohortes de adolescentes , aquellos que han expe-
rimentado con el cannabis se están convirtiendo en mayoría (DGPNSD
2002, Gamella y Jiménez Rodrigo 2002).
Por otro lado, en estos años la oferta de hachís se ha incrementado
enormemente , consolidándose en torno a un tipo de hachís marroquí
estandarizado, barato y muy asequible. Dos tercios de todo el cannabis
incautado en la Unión Europea es aprehendido en España (EMCDDA
2003: 38-41). Además, la extensión del cultivo casero de marihuana está
aportando nuevos significados al uso de esta droga, viéndose cada vez
más como una vía para esquivar la prohibición por un amplio sector de
la juventud que ve los controles y multas como injustos e hipócritas
(Gamella y Jiménez Rodrigo 2003).
En este trabajo presentamos los principales resultados de una
reciente investigación socioantropológica sobre consumidores y con-
sumidoras expertos de hachís y marihuana. Son los usuarios y usuarias
experimentados el grupo que protagoniza la relación de nuestra socie-
dad con los derivados del cannabis y sin embargo, apenas son conoci-
dos y menos aún, tenidos en cuenta en el diseño e implementación de
las políticas públicas sobre drogas. Aquí examinamos las consecuen-
cias del consumo prolongado en relación a las políticas públicas desa-
rrolladas en España en las últimas décadas y las contradicciones que se
plantean. Concretamente, nos centramos en cuatro aspectos fundamen-
tales: en primer lugar, la valoración del cannabis y de uso por los pro-
pios consumidores y consumidoras; a continuación , las trayectorias per-
sonales de consumo , prestando especial atención a los procesos de

220
JIPAN P GAMEl l A Y MARTA 1 UISA JlMI.NI[/

autorregulación y control del consumo; en tercer lugar, revisaremos los


principales problemas derivados del cannabis, y entre ellos, el proble-
ma de la dependencia, tal como los definen e interpretan los propios
consumidores; y por último, atenderemos a una serie de consecuencias
o efectos no deseados de las políticas públicas sobre el consumo y el
mercado de estas sustancias como el movimiento social e ideológico
cannábico, la extensión del cultivo doméstico y la comercialización y
promoción de estos productos. Finalmente, nos plantearemos cuál ha
sido la influencia de las políticas públicas más importantes desde 1983
en relación a estos consumos contrastando tres modelos: el de la irre-
levancia de las políticas para el consumo, el de la influencia indirecta
y el de la relevancia simbólica. Discutiremos también, y en este mismo
sentido, si la consolidación de un mercado de cannabis de importación
y autocultivo en España no suponen una ruptura del importante mode-
lo de políticas públicas propuesto por MacCoun y Reuter (2001) al pro-
ducirse una situación que combina al tiempo aspectos de prohibición,
legalización y comercialización de las drogas ilícitas más populares del
mundo.

2. Una investigación socioantropológica sobre consumidores


y consumidoras experimentados de cannabis

A pesar de la importancia del cannabis en la cultura drogofilica


española, es llamativo que apenas contemos con estudios monográficos
actualizados sobre las formas, patrones y consecuencias del consumo de
esta droga, su mantenimiento a medio o largo plazo y sus consecuencias
sociales, económicas o personales'. Es obvio que faltan muchos tipos de
datos y que no se ha prestado suficiente atención al consumo de canna-
bis y mucho menos a las experiencias y percepciones de sus consumi-
dores, sobre todo de los más experimentados.

Contamos con valiosos antecedentes como los trabajos de Oriol Romani (1983 y
1986), sobre la introducción del cannabis en las culturas juveniles de la Barcelona de los
sesenta y setenta, el de González Duro (1979), que nos ofrece uno de los pocos retratos
válidos del consumo de los primeros de los setenta. Recientemente, el monográfico de la
revista Adicciones, coordinado por Bobes y Calafat (2000 ) supone una interesante contri-
bución al estudio de este campo en España , aunque se trata más, salvo un par de excep-
ciones, de un repaso de trabajos realizados en otros paises y contextos que de un com-
pendio de estudios originales.

221
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

El trabajo que aquí se presenta pretende llenar este vacío ofre-


ciendo datos sobre el consumo prolongado de hachís y marihuana en
España a partir de un estudio multimodal e interdisciplinario. Nuestro
objetivo principal es estudiar las características y consecuencias del
consumo prolongado de cannabis con una perspectiva socioantropoló-
gica. Para ello, nos centramos en una muestra de usuarios y usuarias
que han venido consumiendo esta droga durante años y que han vivi-
do una gran variedad de experiencias y situaciones en relación a estos
consumos.
Las técnicas principales de recogida de datos fueron los cuestiona-
rios semiestructurados con preguntas abiertas y cerradas a una muestra
amplia seleccionada mediante métodos de referencia en cadena o «bola
de nieve.» Así, entrevistamos y observamos etnográficamente a 204
usuarios y usuarias de cannabis, un 57 por ciento hombres y un 43 por
ciento mujeres2. El grupo de edad más importante es el de 20-24 años,
aunque contamos con usuarios y usuarias desde los 15 a los 55 añosa.
En cuanto a la ocupación de nuestros informantes, la gran mayoría son
estudiantes, lo que se deriva del perfil predominantemente joven del con-
sumidor de cannabis. Entre aquellos y aquellas que trabajan, hemos reco-
gido en nuestra muestra un amplio espectro de experiencias profesiona-
les y laborales y parece que el consumo prolongado de cannabis no se
limita a un solo sector social y económico de la población'.Además rea-
lizamos más de 50 entrevistas en profundidad con un enfoque cronoló-
gico y biográfico a informantes clave, grupos de discusión con adoles-
centes y jóvenes y observación participante en contextos de venta y
consumo de derivados de cannabis.

2 Esta proporción (1.3 hombres


por cada mujer) es inferior a la que encontramos
en el consumo de todas las demás drogas ilegales . El peso de las mujeres en el consumo
de cannabis parece seguir aumentando, especialmente entre los adolescentes (DGPNSD
1995, 2001, 2002). Hay una convergencia de los géneros en el acceso, disponibilidad y
consumo de hachís, lo que parece un indicador más de su creciente normalización.
' La distribución por edad de nuestra muestra es coherente con los resultados obte-
nidos en muestras representativas (DGPNSD, 2001), aunque nuestro estudio adolece de
una sobrerrepresentación de jóvenes universitarios y una infrarrepresentación de adoles-
centes, sesgo derivado de la localización geográfica del estudio, eminentemente universi-
taria y turística, con una población flotante considerable.
' Aparte del gran número de estudiantes, entre los ocupados hay abogados, enfer-
meros, médicos, escritores, profesores, informáticos, empresarios y algún militar. Tam-
bién hay empleados de menor nivel de ingresos y formación, como camareros, albañiles,
vigilantes, repartidores, etc.

222
JUAN 1 GAMELLA Y MARÍA LUSA JIMI.NL/

3. Percepción y valoración del uso de cannabis


por los propios consumidores

Mientras que alrededor del tabaco, el alcohol, la cocaína y la hero-


ína existe un acuerdo más o menos amplio sobre sus riesgos, en el caso
del hachís y de la marihuana parece existir una divergencia en la defi-
nición de sus daños y beneficios.
Desde el punto de vista de los consumidores expertos, el cannabis
es una droga más segura que el alcohol o el tabaco, no adictiva, benig-
na y hasta curativa. El cannabis ha mejorado su imagen social, espe-
cialmente entre las nuevas generaciones y en un periodo en donde se han
producido los mayores esfuerzos preventivos y educacionales. Esta es
una de las paradojas de las políticas públicas desarrolladas en nuestro
país. No sólo se ha incrementado el consumo sino que también se ha
difundido una visión favorable y atractiva de esta droga. No obstante, la
apreciación del cannabis y de sus efectos por los propios usuarios y usua-
rias experimentados incluye aspectos tanto positivos como negativos y
junto a las ventajas, valoran y ponderan los posibles inconvenientes
y desventajas que conlleva su uso. Aquí resumimos los principales atrac-
tivos e inconvenientes tal y como los entienden los consumidores.

3.1. Los beneficios del consumo de cannabis

En la muestra de usuarios y usuarias expertos de cannabis, obser-


vamos una convergencia de significados en torno a los beneficios y ven-
tajas de su uso (ver gráfico 1). La principal virtud del cannabis es el esta-
do de relajación y calma que les provoca y que les ayuda a evadirse o
distanciarse de las tensiones cotidianas y a sobrellevarlas. La segunda
gran ventaja de esta droga es la comunicación y la sociabilidad que gene-
ra o potencia. Muchos consumidores y consumidoras declaran que lo
que más les gusta del cannabis es que es una «droga social» que favore-
ce las relaciones personales, la comunicación y la armonía con amigos
y conocidos. En este sentido, recuerda al alcohol y a su uso como lubri-
cante social.
Otros beneficios destacables por nuestros informantes son la hilari-
dad y el buen humor que se asocian con el porro, el estado de bienestar
y de alegría, el tipo de alteración de conciencia que provoca, etc. Tam-
bién para un porcentaje importante de consumidores fumar porros es un
placer tanto por su sabor como por su olor. Una ventaja muy interesan-

223
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

te, aunque ambigua, es el supuesto valor terapéutico y analgésico del


hachís y la marihuana . Estos casos reflejan ciertas creencias generaliza-
das entre los fumadores de cannabis sobre la utilidad terapéutica de estas
drogas y sus potenciales beneficios médicos. Predomina entre los con-
sumidores una percepción del cannabis como una «droga natural» que
no tiene los efectos secundarios de otras drogas, no sufre adulteración y
no es adictiva, y que además puede ayudar a reducir el consumo de otras
sustancias percibidas como más nocivas, como el tabaco o el alcohol.

3.2. Los inconvenientes del consumo de cannabis

Los usuarios experimentados en el consumo señalan también las


desventajas de esta droga y diversos aspectos negativos de su consumo.
Y aunque hay una convergencia notable de significados en este aspec-
to, ésta es menos acusada que en el caso de los aspectos positivos (ver
gráfico 2). La principal desventaja que los usuarios encuentran en el can-
nabis es la apatía , pasividad y pereza que les provoca su consumo inten-
so o prolongado. Otro de los inconvenientes de fumar porros que desta-
can sus usuarios es la alteración que provoca en la memoria y que se
manifiesta en olvidos, despistes, incapacidad para recordar cosas, rela-
cionar objetos, sucesos o ideas, etc. En otro sentido, abundan también
los consumidores que destacan como una de las principales desventajas
o problemas del cannabis su estatus de producto ilegal, que afecta a
muchos elementos de su consumo cotidiano . En general , perciben la per-
secución y el acoso hacia los consumidores de cannabis como una pena-
lización injusta y que conlleva situaciones indeseables para los consu-
midores . Por último, una minoría de sujetos destaca de forma espontánea
la dependencia o habituación como un inconveniente de fumar porros.
Vemos que en el grupo estudiado predomina una visión compleja y
matizada de esta droga y sus efectos, que no en balde es fruto de una
dilatada experiencia. La mayoría de los consumidores son conscientes
de algunas ventajas y desventajas; lo que ocurre es que, como en tantas
otras cosas, los beneficios percibidos superan a los costes percibidos en
la mayor parte de los consumos5. En general, en la percepción del can-

' Esta idea es importante porque otros autores ( ver por ejemplo , Calafat y Juan
2001) han destacado sobre todo la imagen positiva de cannabis, según ellos, creada y mani-
pulada por los intereses y defensores de la estrategia pro cannabis.

224
JUAN E GAMELLA Y MARÍA LUISA JIMENE7

nabis de los consumidores experimentados pesan más , tanto en calidad


como en cantidad , los aspectos favorables de la droga ; pero son signifi-
cativos los inconvenientes, desventajas y costes que acarrea su consu-
mo, sobre todo cuando es excesivo o descontrolado . En este balance de
aspectos positivos y negativos, el uso de cannabis es interpretado como
un importante recurso social y recreativo , relajante y de alteración de la
conciencia.
La imagen y la valoración del cannabis responden a procesos com-
plejos, basados en formas interpersonales de comunicación y en el poder
confirmatorio de la propia experiencia que, limitada y contradictoria,
ofrece, sin embargo, un conocimiento que debe tenerse en cuenta en
cualquier esfuerzo preventivo o educativo.

4. Trayectorias personales de consumo.


Procesos espontáneos de control y abandono

Nuestra muestra recoge trayectorias de consumo de cannabis de dife-


rente duración e intensidad , incluyendo personas que llevan unos meses
fumando y otras que llevan más de veinte años . Mayormente se trata de
un grupo de usuarios y usuarias expertos que han mantenido el consu-
mo de cannabis durante largo tiempo, 8.3 años de promedio (mediana:
7 años ). La trayectoria más común , aquélla que más usuarios conside-
ran que describe más adecuadamente el curso de su consumo a lo largo
del tiempo , es una trayectoria oscilante con ascensos y descensos que
llega en ocasiones a la abstinencia temporal o definitiva . Aunque tam-
bién es bastante común que el uso prolongado de cannabis no se ajuste
bien a ninguna de estas trayectorias . Y es que el consumo de cannabis
cambia notablemente a lo largo del curso vital . Además, los estudios
sobre consumidores habituales coinciden en que esta droga se incorpo-
ra a una amplia gama de patrones de consumo . En este sentido, los usos
del cannabis recuerdan a los del alcohol.

4.1. Períodos más intensivos

La gran mayoría de los usuarios expertos (87%) declara haber teni-


do períodos de uso más intensivo que suelen concentrarse en períodos
vacacionales, festivos o excepcionales de alguna manera . Normalmen-
te los períodos de consumo más intensivo duran menos de un año y sue-

225
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

len ocurrir en épocas de excepción en la vida de los usuarios y usuarias


prolongados o en períodos en que se transforma su red de amigos o con-
tactos y sus formas de interacción social . Después de estas épocas de
incremento e incluso de «desfase », el consumo suele moderarse. Los
usuarios y usuarias suelen ser muy conscientes de estos procesos de
intensificación que se asocian , por ejemplo, a rupturas de la rutina dia-
ria: vacaciones , fiestas, o períodos vacíos de exigencia o responsabili-
dad como en verano , una época en que aumenta el consumo sobre todo
de los más jóvenes . Muchos usuarios y usuarias describen también un
incremento de su consumo al producirse cambios situacionales en su
vida diaria que inducen una relación más estrecha o frecuente con fuma-
dores habituales o «trapicheros » o vendedores de esta droga.

4.2. Ceses temporales y abandono definitivo del consumo

Además de períodos de mayor consumo y sesiones de exceso, en los


itinerarios de consumo de cannabis abundan también los períodos de
abstinencia temporal o definitiva . Lo normal es que el consumo prolon-
gado de cannabis se interrumpa con frecuencia, incluso en las carreras
más intensivas , sin procesos formales de desintoxicación o de «trata-
miento».
En nuestra muestra , casi el 70 por ciento de los usuarios ha aban-
donado alguna vez el consumo desde que empezó a consumir. La mayo-
ría lo ha dejado entre una y cinco veces; algunos sujetos , sin embargo,
lo han interrumpido muchas veces más. Estos períodos de abstinencia
suelen durar unos meses, normalmente menos de un año . Los motivos
para abandonar temporalmente el consumo son muy variados y corres-
ponden a una multitud de circunstancias . La mayoría de las veces es «por
no gustar o no apetecer» o «por aburrimiento », porque el fumar se ha
convertido en rutina y ya no divierte como antes. También los cambios
en el entorno social inmediato son cruciales para interrumpir el consu-
mo; sobre todo los cambios relacionales que hacen inapropiado con-
sumir o más dificil adquirir la sustancia
En nuestra muestra, un 14 por ciento declara haber abandonado más
o menos definitivamente el cannabis tras un periodo generalmente largo
de consumo . Este cese no se vive como algo tan radical como ocurre en
el caso de ex-alcohólicos o heroinómanos rehabilitados . No es raro que
bastantes de los abstinentes se fumen algún porro si «encarta », es decir
si se da la ocasión propicia y les apetece.

226
JUAN I, GAMELLA Y MARÍA LUISA JIMI:N1=7

Las causas del abandono definitivo semejan las del cese temporal,
del que a menudo es una prolongación , destacando los efectos mentales
adversos y problemas de salud . En la mayoría de trayectorias analizadas,
una menor frecuencia de consumo y el alcanzar cierta edad, con los cam-
bios de roles y obligaciones que supone , son factores que favorecen el
abandono del consumo de cannabis . Participar en roles adultos como los
derivados del matrimonio , la paternidad y, sobre todo, la maternidad,
favorece el cese del uso de cannabis , en cierta medida por volverse
incompatible con las rutinas del fumar y el tiempo que requieren.
Aunque son pocos los casos que manejamos , parece que el aban-
dono del cannabis suele ser un proceso no premeditado y espontáneo
que forma parte del curso «natural » de consumo de esta droga . El cese
temporal o definitivo proviene más de procesos de autorregulación y
adaptación del consumo que de una exigencia exterior, planeada y cons-
ciente . La mayoría de los sujetos fuma en ocasiones más de lo que qui-
sierán o debieran , según sus propias definiciones , pero también la
mayoría modula su consumo según las circunstancias y sus necesida-
des y apetencias . Bastantes usuarios y usuarias dejan de consumir sin
habérselo propuesto , llevados por cambios en sus vidas que producen
variaciones en sus rutinas, obligaciones y relaciones sociales de refe-
rencia ; pero también los hay que dejan de fumar sin ningún esfuerzo en
cuanto perciben que ese uso no les divierte o no les afecta tan positiva-
mente como antes.

4.3. Consumo autorregulado : control informal social y personal

La mayoría de los consumidores de cannabis (86%) cree hacer un


uso controlado de esta droga , aunque sólo un tercio (31%) afirma em-
plear alguna estrategia para lograrlo . Se trata , pues, en la mayoría de los
casos, de una forma de control espontánea , informal y hasta incons-
ciente. Los que consumen con más frecuencia son los que dicen emple-
ar más estrategias explícitas de moderación y control.
Las estrategias de control individual de consumo se centran sobre
todo en reducir la frecuencia de consumo , las cantidades que se adquie-
ren o de las que se dispone , limitar los momentos o contextos en que se
ingiere la droga , o incluso en meditados procesos de control de impul-
sos y conductas con elementos cognitivos y conductuales.
Pero además , el consumo de cannabis , como el de las otras drogas,
está regulado social y culturalmente . En la mayoría de los casos el uso

227
PALOS Y REJAS ('ON FRA L .A LLUVIA ..

es controlado informal y espontáneamente por las normas de interacción


que rigen los contextos sociales recreativos y festivos en donde se rea-
liza. Esto supone cumplir unas normas respecto a cómo, cuándo, cuán-
to y con quién se consume . Está regimentado horaria y contextualmen-
te. De la misma manera que no parece correcto tomar cubatas a las ocho
de la mañana antes de entrar al trabajo o al colegio, o a las once en una
pausa laboral , no es adecuado fumarse un porro a cualquier hora, o en
cualquier lugar o entorno, pero ahora se trata de normas informales de
control , que el propio usuario o usuaria interioriza y acepta . Es decir, el
consumo se está regulando cada vez más de forma intrínseca a la acción,
mediante presiones y controles sociales y personales de tipo informal y
horizontal , esto es, no jerárquicas.
Estos controles , que en muchos casos moderan , limitan o incluso
llevan a terminar el consumo , se nutren de cambios e iniciativas poco o
mal entendidos por los poderes y los agentes públicos, pues ocurren
independientemente de sus esfuerzos y afanes represivos, propagandís-
ticos o terapéuticos . La expansión o contracción del consumo de canna-
bisparece un proceso personal y social bastante independiente de la
acción sanitaria y política explícita y premeditada . La posibilidad de
moderar el consumo de hachís o marihuana es real para la mayoría
de los usuarios, limitando así los riesgos y los daños. Reconocer este
fenómeno y estudiarlo podría , curiosamente , concentrar la intervención
en aquellos casos que sí que necesitan de la ayuda profesional , y en los
que a menudo se da un problema social , físico o mental previo o conco-
mitante al consumo.

5. Problemas derivados del consumo cannabis

Además de la particular percepción del cannabis que manejan sus


seguidores y de las trayectorias de consumo , un aspecto crucial que
deben tener presentes las políticas públicas son las consecuencias no
deseadas y los problemas que puede ocasionar o complicar el uso pro-
longado de cannabis , tanto para los propios usuarios como para la socie-
dad en general . En este estudio profundizamos en la percepción y la
valoración que realizan los propios usuarios y usuarias de los problemas
que han podido experimentar.
En general , los sujetos de nuestra muestra manifiestan a menudo
problemas derivados de su consumo de cáñamo . Estos problemas son
subjetivamente valorados y construidos por los propios consumidores

228
JI'AN 1: GAMIFI.I.A Y !MARÍA LUISA JIMIIN[/_

desde su experiencia dilatada con esta droga . Naturalmente, lo que sea


«problema » cobra distintos significados según la persona y su entorno.
Nuestros informantes destacan sobre todo las complicaciones que fumar
porros les producen en los estudios, en sus relaciones familiares, los pro-
vocados por consumir en público, los problemas psicológicos y los tro-
piezos policiales o legales por ser registrados y multados por llevar
pequeñas cantidades para fumar ( ver tabla 1).
Son los conflictos ocasionados por portar o fumar cannabis en luga-
res públicos los problemas más mencionados entre los consumidores
entrevistados , un 29 por ciento de nuestra muestra . Tanto por su aspec-
to como por el olor que desprende , fumar porros suele ser una actividad
bastante conspicua en sitios públicos y concurridos . Y dado el carácter
ilegal de la sustancia , su consumo provoca rechazo en entornos como
bares, plazas, calles , etc. De hecho podría denunciarse a los propietarios
de tales locales si consintieran en tal consumo, y se han dado casos que
han llegado a los tribunales . Así, es muy común que a nuestros sujetos
les riñan por fumar en bares, discotecas, restaurantes , terrazas e incluso
cines o teatros , se lo prohiban y a algunos de ellos les expulsen de allí.
También se relatan las protestas y el rechazo de algunos vecinos cuan-
do grupos de consumidores de cannabis fuman en la calle o en la proxi-
midad de sus casas . Y en bastantes casos, han sido registrados, expe-
dientados y multados por las fuerzas policiales por llevar hachís o
marihuana para su propio consumo.
Los problemas psicológicos o reacciones mentales o anímicas adver-
sas después de consumir cannabis son bastante comunes entre los con-
sumidores entrevistados que relatan problemas que van desde la pérdi-
da de memoria a paranoias y alucinaciones o depresiones . Un 28 por
ciento de ellos reconoce haber padecido algún tipo de problema psico-
lógico como consecuencia de su consumo de cannabis.
Un porcentaje similar al anterior manifiesta problemas relacionados
con los estudios. Lo más común es que nuestros informantes achaquen
a su consumo de cáñamo el olvido o soslayo de obligaciones escolares,
por ejemplo acudir a clase , tanto por estar muy «tirados» o cansados, o
por preferir quedarse fumando.
Las complicaciones policiales o legales más comunes son cacheos,
advertencias , retenciones y denuncias por las diversas fuerzas policiales
ya sea de forma individual o en grupo y de las que se han derivado a
veces multas por posesión o consumo en la vía pública . Algo más de un
cuarto de los consumidores entrevistados ha sufrido este tipo de alter-
cados.

229
PALOS Y RIJAS CONTRA LA LLUVIA...

En cuanto a los problemas familiares , la mayoría de éstos se refie-


ren a discusiones con los padres cuando conocen que sus hijos fuman
porros o cuando los efectos perceptibles provocan reproches o riñas. Para
algunos progenitores el hecho de que sus hijos «se emporren » es algo
especialmente grave, antesala o síntoma seguro de su futura drogadic-
ción y ruina física y moral . El choque con los padres por el consumo de
cannabis ha sido hasta hace poco un conflicto multidimensional. Ade-
más de un enfrentamiento familiar, el acelerado cambio social conver-
tía este desacuerdo en una quiebra generacional . En las nuevas genera-
ciones, no obstante , se abre camino otra actitud que ve el cannabis como
droga menos peligrosa o incluso inocua . Aceptan así de mejor o peor
grado el consumo de sus hijos, llegando a preferirlo al consumo de
«cosas peores » o comprueban que sus hijos e hijas , a pesar de fumar,
siguen estudiando o trabajando y desempeñando sus obligaciones dia-
rias. Esto puede provocar un cambio en la percepción del cannabis en
las generaciones mayores.
.En un segundo plano de importancia aparecen los problemas rela-
cionados con el trabajo , la salud las relaciones personales y la econo-
mía propia.

5.1. La experiencia y la percepción de la dependencia

En este estudio nos interesa comparar las descripciones espontá-


neas y abiertas que hacen nuestros sujetos de la relación que han desa-
rrollado con el cannabis, la importancia que ha cobrado en su vida y los
procesos de habituación o dependencia que perciben y formulan en sus
propios términos.
En el discurso «nativo» una de las virtudes más ensalzadas del can-
nabis es que «no engancha », «no es adictivo como otras drogas», no crea
dependencia y, por tanto, su consumo es menos peligroso . La gran mayo-
ría de los usuarios declara que nunca ha sentido que necesitase dema-

Es decir, no es que padres e hijos tengan diversa experiencia en ciertos aspectos


de la vida, además de roles diferentes y hasta enfrentados en el mantenimiento de ciertas
normas , es que pueden haber crecido y haberse socializado en entendimientos opuestos
del significado y las consecuencias del uso de esta droga ilegal. En muchas familias, por
tanto, se ha recreado a nivel doméstico el enfrentamiento social respecto a la legitimidad
del hachís y la marihuana.

230
JUAN E. GAMELLA Y MARIA LUISA JIMÉNEZ

siado el consumo de esta sustancia que veían como una conducta que
podían abandonar cuando quisieran y sin molestias'. No obstante, algo
más de un cuarto de los usuarios de nuestra muestra afirma que en algún
momento ha sentido que dependía del consumo de marihuana o hachís.
La manifestación de la dependencia del cannabis según los propios con-
sumidores se muestra en factores como la necesidad de aumentar la fre-
cuencia o la dosis más de lo deseado o no poder reducirla a voluntad, de
consumir cuando no se pensaba o se deseaba hacerlo, sufrir estados de
ánimo o sentimientos desagradables ( ansiedad, nerviosismo , insomnio,
irritación, mal humor, etc.) al dejar de consumir, en la necesidad de con-
sumir en ciertos contextos sociales para poder adaptarse a ellos o en el
intenso deseo de consumir que lleva a ver como exigencia, a veces
urgente, la adquisición de la droga.
Cuanto mayor es la frecuencia de consumo, más abundantes e inten-
sos son estos sentimientos y percepciones de necesidad y dependencia.
La mayoría de los problemas de la dependencia al cannabis se agravan
cuando se da policonsumo de otras drogas. Sin embargo, son muy pocos
los que han demandado realmente «ayuda » profesional , aunque varios
de los entrevistados han tenido que participar en estos programas de
desintoxicación para evadir el pago de las multas impuestas por tenen-
cia y consumo en lugares públicos.

5.2. Consumo de cannabis y conductas de riesgo

Hemos indagado también si los sujetos de nuestra muestra partici-


paban en ciertas conductas de riesgo, como la conducción de vehículos
bajo los efectos del cannabis, la práctica de relaciones sexuales sin pro-
tección o con desconocidos y las conductas agresivas o violentas.
Tratándose de una droga que se utiliza para alterar la conciencia,
que reduce las inhibiciones e incluso que puede resultar afrodisíaca o
erótica , es relevante plantearse si el consumo de cannabis se asocia con
una mayor participación en prácticas sexuales más arriesgadas . En nues-
tra muestra, un 18 por ciento (22 hombres y 14 mujeres) ha participado
bajo los efectos del cannabis en prácticas sexuales más arriesgadas, lo

' Hemos de tener en cuenta que es muy probable que se den en este punto impor-
tantes procesos de negación precisamente en los sectores donde más abundan las pérdidas
de control del consumo.

231
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

que solía incluir, siguiendo sus propias definiciones, la cópula sin pre-
servativo, el sexo con desconocidos o desconocidas, etc.
Es también bastante común entre nuestros informantes la conduc-
ción de automóviles bajo los efectos del cannabis o en vehículos donde
el conductor lo está . Pero sólo 13 individuos (6.4%) declaran haber sufri-
do algún accidente de tráfico o haber estado muy cerca de sufrirlo por
conducir bajo los efectos del hachís o la marihuana.
Menos frecuentes son los actos agresivos y la violencia que se aso-
cian al consumo de cannabis. Sólo un 8 por ciento afirma haber tenido
comportamientos violentos tras fumar hachís o marihuana. Y en cuanto
a los comportamientos delictivos, un 7.8 por ciento reconoce haber delin-
quido bajo los efectos de derivados del cannabis, y casi siempre fue por
trapichear con estas sustancias.

6. Los efectos inesperados de las políticas públicas


sobre cannabis

En torno al cannabis se han desarrollo ciertos fenómenos sociales,


económicos, políticos y culturales que son muy significativos al tratar-
se de una droga ilegal y que han de implicar necesariamente una revi-
sión de las opciones de las políticas sobre drogas . Y es que las sancio-
nes administrativas por posesión de pequeñas cantidades de hachís o
marihuana , que han afectado ya a cientos de miles de consumidores, han
tenido consecuencias ignoradas o desatendidas por los poderes públicos.
Así, para esquivar estas sanciones, ha crecido el número de consumido-
res que cultivan en sus hogares sus propias matas de marihuana para su
consumo, y el rechazo a esta situación de ilegalidad ha favorecido el
desarrollo un movimiento social y político cada vez más popular y orga-
nizado que sustenta ideológicamente estos consumos . Además, se está
produciendo una situación en la que se está promocionando y comer-
cializando indirectamente el consumo de estas sustancias perseguidas y
de parafernalia relacionada junto a la consolidación de la oferta de hachís
marroquí.

6.1. El apoyo ideológico: el movimiento pro-cannabis

El incremento de la presión policial sobre los consumidores ha con-


tribuido al desarrollo desde principios de los noventa de un movimien-

232
JUAN F: GAMELLA Y MARTA LUISA JIMÉNEZ

to social que promueve la defensa del derecho a consumir hachís y


marihuana y que está a favor de la legalización de los productos del can-
nabis . Este es un movimiento difuso pero atractivo que combina ele-
mentos de movimientos sociales basados en la distinción y el estilo, así
como otros movimientos en pro de derechos civiles y, curiosamente, ele-
mentos también de las organizaciones de consumidores. Este movi-
miento supone un factor crucial en la explicación de la extensión del
activismo «antiprohibicionista » desarrollado en parte como reacción a
la Ley Corcuera y a la persecución y sanción de cientos de consumido-
res que ha implicado . Los oponentes de esta ley la han denunciado como
discriminatoria y como fuente de arbitrariedad policial y de inseguridad
jurídica.
La cara formal de este movimiento se manifiesta en asociaciones
que organizan encuentros , protestas y otros eventos colectivos tales como
festivales, «copas» o degustaciones de marihuana. Además este movi-
miento cuenta con el apoyo de las revistas , libros y tiendas especializa-
das así como de páginas y foros web, los cuales proporcionan un espa-
cio crucial para que los diferentes actores de la cultura del cannabis
converjan y refuercen sus valores y creencias (Mendiola y Becoña 2003).
Revistas , libros, páginas webs y growshops proporcionan conocimien-
tos, apoyo, consejos y también semillas, fertilizantes y herramientas para
el cultivo. El consejo legal a los consumidores en el caso de que sean
detenidos o sancionados por las fuerzas policiales es un trabajo central
de estas asociaciones y publicaciones. Además, este movimiento se está
organizando en formaciones políticas estandarizadas de considerable
impacto. En las últimas elecciones al Parlamento Europeo se presentó
el Partido cannabis por la Legalización y la Normalización, que obtuvo
más de 53.000 votos, siendo la octava candidatura más votada . Consi-
derando la enorme abstención , que superó 58 por ciento en toda Espa-
ña, y la dificultad de hacer llegar su mensaje , esos resultados deberían
tenerse en cuenta.

6.2. El cultivo casero de marihuana

Ante el riesgo de ser detenido por tener cannabis en público, por


ejemplo al acudir al mercado ilegal, el cultivo casero de marihuana para
el propio abastecimiento aparece como una aparente y razonable solu-
ción a esta situación de ilegalidad que un gran sector de la juventud per-
cibe como hipócrita, injusta e ilegítima . Frente a la ambigüedad del esta-

233
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

tus penal del cultivo casero', el autocultivo es percibido como una alter-
nativa a la prohibición, tal como propugna una de las campañas más
sonoras a favor de la legalización del cannabis «Contra la prohibición,
yo me planto». Además de estos elementos de rebeldía, muchos consu-
midores declaran su preferencia por cultivar sus propias plantas de mejor
calidad y con la potencia psicoactiva deseada y adecuada a sus gustos y
necesidades, sin tener que consumir cualquier producto adquirido en el
mercado negro ni enriquecer a criminales.
Así, en la última década, el cultivo de marihuana destinado al pro-
pio consumo y al de los amigos y colegas se ha propagado rápidamente
entre los consumidores españoles. En nuestro estudio encontramos que
más del 40 por ciento de los entrevistados ha cultivado cannabis alguna
vez, un 13 por ciento como forma habitual de provisión (ver tabla 2). La
mayoría de los cultivadores adquieren sus semillas de marihuana y sus
útiles de cultivo en los cada vez más habituales growshops9. Los cono-
cimientos para cultivar esta planta se encuentran hoy disponibles en
decenas y hasta cientos de libros y revistas especializadas que enseñan
cómo sacar el mejor rendimiento a cada tipo de semilla, tierra, clima y
entorno, y a cómo cultivar en un lugar. También es frecuente el inter-
cambio de semillas, enseres e información entre los consumidores y cul-
tivadores, tanto personalmente como a través de Internet.

6.3. La comercialización sin legalización

El interés por el cannabis y por toda la parafernalia que le rodea ha


impulsado la comercialización de una droga que en nuestro país es rela-
tivamente barata y ampliamente accesible además crecientemente atrac-
tiva y aceptable. Las políticas llevadas a cabo en España desde 1992,
muestran que, en el caso del cannabis , la despenalización es compatible
con un considerable grado de comercialización, principalmente, en cuan-
to a su acceso, precios, promoción y publicidad. Por una parte, la ofer-

' En principio , el cultivo para el autoconsumo tendría impunidad, sin embargo, la


prensa recoge casos de consumidores arrestados por cultivar sus propias plantas de
marihuana.
9 En el verano de 2002, revisando las páginas wcbs especializadas y revistas dedi-
cadas al cannabis, localizamos 197 de estos establecimientos distribuidos en más de 40
ciudades españolas.

234
JUAN F GAMELLA Y MARÍA LUISA JIMÉNI /.

ta del hachís proveniente de Marruecos parece firmemente consolidada,


jugando España un papel central en la distribución mundial de este pro-
ducto (Gamella y Jiménez Rodrigo 2001). Por otra , se está dando una
situación peculiar, en donde el consumo de una droga ilegal está siendo
crecientemente promocionado a través de la acción combinada de con-
sumidores militantes y empresarios. También la publicidad proporcio-
nada por la industria del entretenimiento y los medios de comunicación
de masas, que habitualmente muestran de modo favorable el cannabis,
refleja la progresiva tolerancia pública de su consumo . Aunque la pro-
moción del cannabis no es comparable a la del alcohol o el tabaco, están
proliferando las actividades promocionales del consumo y también del
autocultivo por parte de sectores interesados como las asociaciones pro-
cannabis, publicaciones específicas , growshops , páginas web, etc. Se
trata de una publicidad indirecta y de una comercialización tácita del
cannabis.

7. Discusión

Tanto el diseño como la implementación de las políticas públicas


referidas al consumo de cannabis deben tener presentes las característi-
cas de estos consumos y las especificidades de sus consumidores y con-
sumidoras experimentados , especialmente en lo que se refiere a sus
experiencias y trayectorias individuales de consumo , representaciones
sociales en torno al hachís y la marihuana , complicaciones , problemáti-
cas y riesgos asociados a su uso, etc. Así también han de contemplar los
procesos sociales, económicos , simbólicos y políticos que se están arti-
culando en tomo a los derivados cannábicos, en gran medida como reac-
ción a una situación legal que se percibe como contraria a los derechos
civiles y a las libertades individuales.
Un aspecto crucial que debe ser tenido muy en cuenta en cualquier
esfuerzo preventivo y educativo es que el cannabis goza de buena fama
entre sus consumidores , especialmente entre los más jóvenes y que su
prohibición se ha deslegitimado tanto en el fondo argumental como en
la forma de aplicarla, sobre todo por la Ley Corcuera. Los mensajes emi-
tidos por las instituciones públicas a menudo se interpretan como diso-
nantes y contradictorios a raíz de la propia experiencia de los consumi-
dores y de su relación personal con esta droga . Para la mayoría de sus
consumidores el cannabis es fundamentalmente una sustancia relajante,
divertida , que favorece la comunicación y la sociabilidad y que cuyo

235
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

consumo todavía implica importantes elementos de rebeldía . Esto no es


óbice para que conozcan y reconozcan efectos indeseables y ciertos ries-
gos derivados del consumo, ni que minimicen o ignoren varios de esos
riesgos, sobre todo los que se manifiestan a largo plazo. En este senti-
do, las campañas preventivas dirigidas en gran medida hacia la absti-
nencia se han mostrado mal orientadas en sus objetivos y planteamien-
tos. Tampoco perciben sus usuarios que sea una droga que cueste
abandonar o que genere intensos sentimientos de dependencia. La
inmensa mayoría de los consumidores regulares e incluso intensivos de
marihuana y hachís consigue dejar esta droga al cabo del tiempo sin
ayuda o presión formal y, a menudo , sin un plan previo o un propósito
muy definido . Curiosamente, esto es menos común en el caso del taba-
co. El abandono del consumo sin tratamiento ni ayuda exterior tras fases
de uso regular o habitual parece regirse por opciones abiertas en itine-
rarios o «carreras » de consumo trazadas sociocultural mente , donde a
cierta edad o en ciertos grupos el consumo ya no es apropiado. Es decir,
a menudo se dan fenómenos de «maduración » del consumo que poco
tienen que ver con ofertas de «desintoxicación », mantenimiento o trata-
miento. Esto debería tenerse muy en cuenta en el diseño de políticas
públicas en este campo.
En cuanto a los problemas , daños, riesgos que puede provocar el
consumo prolongado de cannabis , nuestro trabajo no puede responder
de forma fiable a muchas de estas preguntas , pero sí ofrecer algunos
indicios e hipótesis . Apreciamos tres tipos de problemas, riesgos y daños,
que deberían ser contemplados por las políticas públicas:

1. Los casos de vulnerabilidad especial, sobre todo psíquica, en


los que el cannabis puede tener efectos peligrosos incluso en frecuen-
cias o dosis no muy superiores a la media ; estos casos existen y no debe
despreciarse su importancia.
2. Los accidentes, derivados de la asociación del consumo con
conductas que impliquen riesgo específico , como la conducción auto-
movilística y el manejo de herramientas o instrumentos peligrosos, las
relaciones sexuales arriesgadas, los enfrentamientos individuales y gru-
pales, etc.
3. Los daños a medio o largo plazo derivados del consumo y que
serán difíciles de separar de otros consumos e influencias . De estos
daños, los más constatables y claros serán seguramente los daños orgá-
nicos, sobre todo para el sistema respiratorio, y es probable que sea desde
esta perspectiva que cambie la visión del cannabis como está ocurrien-

236
JUAN F GAMELLA Y MARÍA LUISA JIMÉNEZ

do con el tabaco. En los tres supuestos, los problemas serán más graves
en los po1iconsumidores.

En el caso del consumo de derivados del cannabis, nos enfrentamos


a otro tipo de trayectorias y a otro perfil de problemas y de personas
afectadas que los que han provocado las políticas públicas «contra la
droga» o la drogadicción que siguen situando el cannabis más del lado
de la cocaína, el éxtasis y la heroína que del lado del alcohol y el taba-
co. Los consumidores de cannabis manifiestan nuevas demandas de asis-
tencia médica, psicológica y social que deriven del consumo de canna-
bis y se parecen más a las que provoca el tabaco en cuanto a los
problemas fisiológicos y a las que provoca el alcohol en lo psicológico,
con un amplio espectro de especificidad que no comparte con ninguna
otra droga.
En relación con la hipótesis de la escalada, central para el argu-
mento prohibicionista y que afirma que el consumo de cannabis aumen-
ta el riesgo de usar y depender de drogas más peligrosas como la coca-
ína o la heroína, el debate teórico y empírico es intenso y requiere un
replanteamiento de las correlaciones y las causalidades que ha de tener
influencia en las leyes y las políticas preventivas. A la mayoría de los
usuarios expertos les parece una exageración o una manipulación ide-
ológica y prejuiciosa (ver Mendiola y Becoña 2003). En la literatura
especializada se abre camino una visión de los riesgos de intensifica-
ción o escalada del consumo que presta más atención a los contextos
culturales e históricos donde se produce el consumo, a las opciones cul-
turalmente más accesibles en cada momento , apareciendo que el uso de
drogas «introductorias» (gateway drugs) como el tabaco, el alcohol o
el cannabis «no es la causa central del uso de drogas «duras» y de sus
problemas asociados», habiendo otros muchos factores de riesgo inter-
medios que confunden la relación entre unas conductas y otras (Golub
y Johnson 2002: 5).
En suma, las políticas sobre drogas desarrolladas en España desde
1983 aparecen como bastantes contradictorias en relación al cannabis,
especialmente en sus efectos sobre el consumo y sus consecuencias
sobre el mercado. En los últimos 20 años las políticas sobre drogas han
seguido en nuestro país la línea de lo que MacCoun y Reuter han deno-
minado «despenalización», caracterizada por «una sustancial reducción
de las penas por la posesión de modestas cantidades de drogas psico-
trópicas prohibidas», mientras que «la venta y la manufactura de estas
drogas permanece ilegal» (MacCoun y Reuter 2001: 74). Sin embargo,

237
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

la despenalización, que ocurrió en medio de la terrible crisis de la


«heroína», no motivó un perceptible aumento del uso de cannabís; todo
lo contrario, la evidencia indica que se produjo una reducción en la pre-
valencia de consumo de cannabis después de 1983. Por otra parte, el
endurecimiento de la legislación sobre drogas que se produce a partir
de la Ley Corcuera de 1992 no ha estado acompañada de una disminu-
ción del consumo de marihuana y hachís, sino que su uso se ha incre-
mentado constantemente, sobre todo entre las cohortes más jóvenes. Y
no sólo eso, sino que también en el período en el que las políticas públi-
cas se han mostrado más rígidas y se ha intensificado la persecución de
sus consumidores el consumo de hachís y marihuana se ha normaliza-
do. Fumar cannabis ya no es, pues, una conducta desviada para una
buena parte de la población y para un importante sector de juventud
española, y en general de la europea, el cannabis está integrado en la
vida diaria cotidiana (Parker, Williams y Atdrige 2002). No supone
necesariamente un problema diferente a fumar tabaco o beber en exce-
so y los consumidores no perciben esta droga como más peligrosa;
incluso puede verse como más saludable y natural que el tabaco o el
alcohol. Además puede hacerse compatible con las demandas cotidia-
nas del trabajo, las relaciones sociales, la familia y que puede usarse
sin estado de excepción y de forma permanente. Se parecería, así, más
al consumo de cigarrillos o al de bebidas alcohólicas. La normalización
del porro como objeto de consumo masivo intergeneracional resulta
especialmente notable por producirse en un contexto de ilegalidad de
la sustancia y de relativo hostigamiento policial de sus usuarios. Pode-
mos preguntarnos, entonces, ¿cuál ha sido la influencia de las políticas
públicas sobre drogas en el consumo de los derivados del cannabis?10
Estos datos parecen indicar, como también se ha constatado en otros
países occidentales, que los efectos de las políticas públicas se han mos-
trado irrelevantes en cuanto al consumo de cannabis (Cohen y Kaal
2001). El cambio legal sobre drogas presenta enormes limitaciones
cuando pretende reducir drásticamente el consumo de una droga muy
popular en un corto período de tiempo y en una sociedad (relativamen-
te) abierta y democrática (Cohen y Kaal 2001). En todo caso, han ten¡-

` Desde el punto de vista del consumo, se han identificado tres tipos consecuen-
cias: primero , el de la irrelevancia de las políticas para el consumo; segundo , el de la
influencia indirecta ; y por último el de la relevancia simbólica (ver MacCoun y Reuter
2001).

238
JUAN F. GAMELLA Y MARTA LUISA JIMÉNEZ

do un efecto simbólico sobre la población, en el sentido de que los con-


sumidores utilizan una sustancia prohibida y perseguida , lo que dota de
cierto sentido de rebeldía a su cultivo y a su consumo . Esto podría man-
tener alejados de esta droga a potenciales consumidores que valoren el
respeto a la legalidad como norma fundamental de conducta , pero tiene
también indiscutiblemente un efecto de señuelo por la atracción del
«fruto prohibido ». Realmente , a pesar del enorme dispendio en recur-
sos y vidas truncadas que supone la aplicación de leyes punitivas en este
campo de las drogas psicoactivas , es asombrosamente poco lo que sabe-
mos sobre el efecto de los cambios legales en las conductas individua-
les y colectivas (ver en MacCoun 1993 un repaso de los modelos domi-
nantes a este respecto).
Además en España se produce una situación peculiar en relación a
las políticas públicas sobre drogas. Según la distinción desarrollada por
MacCoun y Reuter ( 2001) en su reciente revisión sobre el tema, pode-
mos diferenciar tres tipos de estrategias de control de drogas psícoacti-
vas: punitivas , despenalizadoras y legalizadoras, siendo los procesos de
promoción y comercialización abiertos en el caso de legalizar un pro-
ducto lo que marcaría la mayor diferencia entre despenalización y lega-
lización . El caso español parece contradecir esta clasificación tripartita
ya que se está produciendo una situación que combina al mismo tiem-
po aspectos de prohibición , legalización y comercialización de los deri-
vados del cannabis . Por otra parte , la expansión del consumo de canna-
bis y del fenómeno del autocultivo es una marea lenta que no es posible
frenar o eliminar con medidas dramáticas, menos aún en una sociedad
democrática. En general , coincidimos con MacCoun y Reuter en que la
ley penal , la coerción y el castigo no deben ser el centro de los sistemas
de regulación del uso de drogas en una sociedad democrática. Es más
eficaz a medio y largo plazo fomentar los controles sociales informales
y el autocontrol , que surgen de abajo arriba y que se basan en la con-
vicción libre, la información fidedigna y los rituales y estrategias gru-
pales que limitan y moderan el consumo . Por eso, en este momento debe-
rían acometerse cambios legales y políticos en relación con los
consumidores de cannabis que recorten las contradicciones que supone
la aplicación de las leyes y la jurisprudencia dominantes , sin abandonar
el legítimo objetivo de reducir el consumo adolescente y cualquier forma
de uso problemático de esta droga.

239
PALAS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA..

TABLAS Y GRÁFICOS

Gráfico 1. Principales ventajas del uso de cannabis declaradas


por los consumidores entrevistados. Porcentajes (N= 192)

Gráfico 2. Principales desventajas del uso de cannabis declaradas


por los consumidores entrevistados . Porcentajes (N=192).

240
JUAN E. GAMELLA Y MARÍA LUISA JIMÉNEZ

Tabla 1. Problemas derivados del consumo de cannabis.


Frecuencias y porcentajes. N=204

Tipo de problema n %
Problemas por fumar en lugares públicos 59 28,9
Problemas psicológicos 57 27,9
Problemas relacionados con los estudios 56 27,5
Problemas con la policía 53 26,0
Problemas con padres o familiares 49 24,0
Problemas en sus relaciones personales 36 17,6
Problemas económicos 36 17,6
Problemas de salud 32 15,7
Problemas en el trabajo' 12 10,8
1,94
N.° medio de problemas declarados (desviación típica)
(1,75)

Porcentaje calculado respecto al total de sujetos que declaran haber trabajado (N=l 11;
54.4% de la muestra).

Tabla 2. Procedimientos de adquisición de los derivados del cannabis


y frecuencia. Porcentajes. N= 204

A Algunas Raras
Siempre Nunca Total
menudo veces veces
Compra 36,3 32,6 13,2 12,1 5,8 100
Invitación 16,8 39,8 32,5 4,2 6,8 100

Cultivo para el consumo


3,2 9,5 14,2 15,3 57,9 100
propio

241
PALOS Y REJAS CONTRA LA LLUVIA...

Bibliografia

BOBES, J.; CALAFAT A. (eds .) ( 2000 ): « Monografía cannabis ». Adicciones (12)


(Suplemento).
COHEN, P. y KAAL, H. L. (2001 ): The irrelevante of drug policy: patierns and
careers ofexperienced cannabis use in che populations ofAmsterdam, San
Francisco and Bremen . Amsterdam : Centrum Voor Drugsonderzoek
( CEDRO ), Dutch Ministry of Health , Welfare and Sport.
CALAFAT, A. Y JUAN, M. (2001 ): «La legitimación del cannabis en la sociedad
española », Proyecto Hombre, Dossier n .' 38, pp . 27-38.
DGPND ( Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas ). ( 1995):
Encuesta sobre drogas a la población escolar, 1994 . Madrid : Ministerio de
Justicia e Interior.
- (2001): Encuesta Domiciliaria sobre consumo de drogas . Madrid : Minis-
terio del Interior, Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Dro-
gas.
- (2002 ): Encuesta escolar sobre consumo de drogas , 2002 . Madrid : Minis-
terio del Interior, Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre
-Drogas.
- (2003 ): Informe número 6 . Noviembre 2003. Madrid : Ministerio del Inte-
rior, Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
ELZO, J., ANDRÉS ORIZO, F., GONZÁLEZ_- ANLEO, GONZÁLEZ BLASCO, P., LAES-
PADA, M. T., SALAZAR , L. (1999 ): Jóvenes españoles, 1999. Madrid: Fun-
dación Santa Maria.
EMCDDA ( European Monitoring Center for Drugs and Drug Addiction ) ( 2003):
Annual report 2003 : che state of che drugs problem in che European Union
and Norway. Lisbon : EMCDDA.
GOLUB , A. y JOHNSON , B. D. (2002 ): « The misuse of the `Gateway Theory in
US policy on drug abuse control : A secondary analysis of the muddled
deduction », Internacional Journal of Drug Policy 13, p. 5-19.
GONZÁLEZ DURO, E . ( 1978): El consumo de drogas en España . Madrid:
Villalar.
GAMELLA, J. F. y JIMÉNEZ RODRIGO, M. L. (2001 ): « El mercado de cannabis en
España, 1976-1996 : Estructura, evolucion e impacto social» . Revista de Tra-
bajo Social y Salud 39 , p. 173-204.
(2002 ): Drogas ilegales . Capítulo 8 del Informe 2001 del Observatorio
Vasco de Drogodependencias .[ Web Page] . Acceso : 2002 Marzo . Disponi-
ble en:
http://www l . euskadi . net/drogodep/datos/DrogasilegalesGamella. PDF
(2003 ): El consumo prolongado de cannabis : pautas , tendencias y conse-
cuencias . Madrid : FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción).
MACCOUN , R. J. (1993 ): « Drugs and the law : A psychological analysis of drug
prohibition », Psychological Bulletin 113 . p. 497-512.

242
JUAN F. GAMELLA Y MARÍA LUISA JIMÉNEZ

MACCOUN, R. J and REUTER, P. (2001): Drug War Neresies. Learningfrom


Other Vices, Times and Places. Cambridge: Cambridge University Press.
MENDIOLA, L. y BECOÑA, E. (2003): «La aparición de las "Grow shop &
Smartshop " y los nuevos cambios en el consumo de drogas: un estudio de
sus usuarios», Adicciones 15 (3), p. 243-254.
MEGÍAS, E., COMAS, D., ELZO, J., NAVARRO. J. and RoMANi, O. (2000): La per-
cepción social de los problemas de drogas en España. Madrid: FAD (Fun-
dación de Ayuda contra Drogadicción).
PARKER, H., WILLIAMS, L. and ALDRIDGE, J. (2002): «The normalization of
"sensible" recreational drug use: further evidente from the North West
England longitudinal study», Sociology 36 (4), p. 941 - 964.
ROMANI , O. (1983 ): Droga i subcultura: una história cultural del «haix» a Bar-
celona (1960-1980), Tesis Doctoral. Barcelona: Universidad de Barcelona.
- ( 1986): A tumba abierta . Autobiografia de un grifota . Barcelona : Anagrama.

243
Capítulo 3
Cannabis : aspectos problemáticos
y estrategias preventivas en Euskadi

Por
Belén Bilbao
Nieves Corcuera
loseba Iraurgi
Manu González de Audikana

1. Introducción

En la Unión Europea el cannabis es la droga ilegal consumida con


mayor frecuencia . En muchos países más del 20% de la población adul-
ta la ha consumido en algún momento de su vida (OEDT 2003 ). El con-
sumo del cannabis está en franca expansión entre los jóvenes , en todos
los sectores , situaciones y contextos.
Esto no sólo ocurre en nuestra comunidad , ni sólo en Europa, tam-
bién en EEUU, paradigma de las políticas prohibicionistas.
Para una gran parte de la población - sobre todo quienes en su
juventud experimentaron también ese consumo- se trata de una situa-
ción normalizada , mientras que para otros es motivo de alarma, que de
ninguna manera debe ser tolerada o consentida.
A efectos legales, en nuestro país y ateniéndonos a las convencio-
nes internacionales, sigue siendo una sustancia ilegal, cuya tenencia y
trasporte puede ser sancionada según la legislación vigente.
El consumo público, así como el consumo compartido , está sancio-
nado administrativamente . Entregar un «porro» a un compañero de con-
sumo , hacer de intermediario o promover el consumo puede generar
serios problemas.
Durante el año 2 . 002 se incoaron en España 89.106 expedientes por
consumo o tenencia de drogas en la vía pública , lo que dio lugar a 62.444
sanciones administrativas . El hachís es la droga que provoca un mayor

245
('ANNAI3IS: ASPECTOS PROBLEMÁ I ](OS Y ESTRATEGIAS...

número de detenciones y sanciones ; en el 2 .001 más de 8.000 personas


fueron detenidas en España por delitos relacionados con su tráfico. En
el 2.002, más del 50% de los detenidos en todo el Estado lo fueron por
traficar con cannabis y un 40% eran menores de 25 años.
En la CAPV se incoaron 512 expedientes y 359 sanciones admi-
nistrativas . En el 2.002 fueron detenidas 537 personas por tráfico de
drogas.
Según los datos del 2.002 las comunidades más densamente pobla-
das, entre ellas el País Vasco (junto a Cataluña , Madrid, Navarra, Astu-
rias o Galicia ) son las comunidades con las tasas más bajas, comparati-
vamente, de sanciones por cada 10.000 habitantes (OESD 2003).
En este trabajo trataremos de identificar los aspectos que pueden
resultar más problemáticos en esta situación social de consumo y pro-
pondremos estrategias preventivas . Dichas estrategias no irán dirigidas,
como único objetivo , a disminuir los consumos ( la consecución de este
fin ha demostrado en toda Europa, ser irreal e inalcanzable), sino a pro-
curar que los usos del cannabis tengan las menores consecuencias posi-
bles para la salud, el desarrollo personal y la integración de los jóvenes.

2. Situación del consumo

En nuestro medio (CAPV) la mitad de los jóvenes de 15 a 24 años


han probado el cannabis en sus presentaciones más habituales: como
marihuana o hachís, uno de cada cinco (52.997) lo consume al menos
una vez a la semana y 1 de cada diez lo consume diariamente (24.633)
(OESD 2002).
La edad media en la que se inician estos consumos, tanto los chicos
como las chicas , está entre los 14 y 15 años y a partir de los 25 años la
proporción de consumidores disminuye.
A pesar de este dato el hecho es que la población adulta tampoco
permanece al margen de estos consumos : entre los de 25 a 34 años el
conocimiento también supera el 50% y entre los de 35 a 49 años el con-
tacto con dicha sustancia se acerca al 40%, a partir de esas edades des-
ciende por debajo del 10%. (OESD 2002).
La mayor parte de los consumos se producen los fines de semana,
relacionados con los momentos de ocio, cuando salen a divertirse con
los amigos , pero también en casa por la tarde o la noche.
Durante la semana tanto la intensidad como la frecuencia del uso
disminuyen aunque hay un pequeño grupo que lo utiliza diariamente,

246
B. BILBAO. N. CORCUERA. 1. IRAURGI. Y Ni. GONZÁLEZ DE AUDIKANA

antes de la jornada escolar o laboral y en la propia jornada , lo que está


creando cierta alarma social.
Como consecuencia la mayor parte de los usuarios, incluso los que
realizan un consumo diario, lo hacen en espacios de ocio o de relajo, en
casa, con la pareja o los amigos , por la tarde o la noche, después de aca-
badas las obligaciones laborales. Este es el modo en que las chicas con-
sumen con más frecuencia.
La utilizan para pasarlo bien, para evadirse, para facilitar la relación
con sus amigos, para relajarse , para reírse , para experimentar otras sen-
saciones, etc.
El uso del cannabis es una práctica que va extendiéndose , tanto en
cuanto a la proporción de los jóvenes que al menos la han probado, como
con respecto a los que la utilizan habitualmente.
En cierto modo esto ocurre por que el cannabis es una sustancia bien
valorada por los jóvenes, de la que en general piensan que es menos
nociva que el tabaco (OESD 2002), e incluso no es considerada como
«una droga » por amplios sectores.
Desde la perspectiva de lo simbólico fumar con los amigos refuer-
za los lazos grupales. Invitar y compartir es un ritual de reciprocidad
propio, fuera del control de los adultos.
De este modo desafian normas y convenciones que consideran retró-
gradas e injustas, lo que da al cannabis un valor de identificación con
las subculturas juveniles y de elemento de solidaridad frente a los adul-
tos, frente al poder.
Se puede decir que el inicio en los usos del tabaco y del alcohol han
sido símbolos utilizados para marcar el abandono de la infancia y el
ingreso en la vida adulta . Al desarrollarse este nuevo estrato vital inter-
medio entre infancia y estado adulto , que es la juventud ( definido por la
adquisición de las capacidades personales pero sin emancipación), el
cannabis está sustituyendo al tabaco o al alcohol porque , además de
representar el abandono de la niñez, también representa la inclusión en
el estadio juvenil , diferenciado del de los adultos.
Esto explica la extensión del hecho de probarlo, es la necesidad
social de poder decir «yo también lo he hecho», que puede alcanzar a
cerca del 80% entre algunos estratos de jóvenes (estudiantes de secun-
daria en Donostia-San Sebastián , antes de cumplir los 19 años).
Como otras drogas legales el cannabis se utiliza tanto para poten-
ciar los lazos de sociabilidad y de identificación grupa¡ , cómo ritual
iniciático de diferenciación en este caso entre la infancia y el mundo
adulto.

247
CANNABIS: ASPECTOS PROBLEMÁTICOS Y ESTRATEGIAS...

Dentro de este contexto conviene señalar que existe una minoría de


jóvenes que consumen diariamente , pasando de la compra y uso com-
partido a la compra y uso individual , a cualquier hora y en cualquier con-
texto . Mayoritariamente son chicos en torno a los 20 años , que consu-
men abiertamente , antes de entrar en clase o de comenzar a trabajar y
durante la jornada escolar o laboral , en los recreos y descansos.
Este consumo diario es muy visible e impacta, especialmente en
aquellos adolescentes menos adaptados al modelo escolar ellos sugie-
ren que lo utilizan para «no aburrirse en clase»-. Esta situación esta
generando preocupación entre los padres y profesores ya que a menudo
se relaciona con el absentismo y el fracaso escolar.
Con cierta frecuencia, también estos hábitos de abuso se mezclan
con problemas de conducta , falta de límites y mala adaptación familiar
y social.

3. Efectos para la salud, el desarrollo personal


y la integración social

La OMS advierte que cualquier intento de resumir los efectos del


cannabis sobre la salud corre el riesgo de simplificación , puesto que los
efectos experimentados por un usuario dependen no sólo del consumo,
si no de un conjunto de factores : la dosis, la frecuencia , la vía de admi-
nistración , la experiencia previa con esa droga , al estado de ánimo, los
factores biológicos, genéticos y ambientales ... (SEIC 2002), a los que
podemos añadir otro determinante : la utilización junto a otras drogas,
como el tabaco, con el que se mezcla sistemáticamente, el alcohol y otras.
Este trabajo no pretende ser una revisión exhaustiva del tema (para
lo que es necesario recurrir a literatura especializada ) no obstante sí se
recogen los aspectos más destacados -sobre los que existe consenso en
este momento- cuya referencia básica la constituye el último docu-
mento de la Organización Mundial de la Salud 1997, se puede afirmar
que los peligros para la salud están relacionados con el uso crónico e
intensivo.
A diferencia de otras drogas de abuso sólo una pequeña parte de los
consumidores desarrollan patrones de dependencia significativos de tipo
psicológico , y no está verificada la existencia del síndrome de absti-
nencia y en caso de su existencia es leve.
En un estudio comparativo la proporción de consumidores que desa-
rrollan dependencia es del 32% para los usuarios del tabaco, 23% para

248
B. BILBAO, N . CORCUERA, 1. IRAURGI, Y M. GONZÁLEZ DF AUDIKANA

los usuarios de heroína, el 17% para los de cocaína, el 15% para los del
alcohol y, finalmente el 9% para los usuarios del cannabis.
Gamella y Jiménez (2003) identifican dos tipos de usos diarios
según la dosis: los que fuman entre 1 y 5 «porros» diarios y los que
fuman más de 5. Esta diferencia se relaciona significativamente con los
cambios en los contextos de consumo, sentimientos de pérdida de con-
trol y problemas derivados del consumo.
El capítulo dedicado específicamente a los jóvenes, del Informe
2003 del Observatorio Europeo, alude al Informe Nacional de los Paí-
ses Bajos, en el que se estudia la definición de consumo problemático
de cannabis y se señala que las personas que lo han utilizado en 20 o más
ocasiones durante el mes anterior tienen mayor riesgo de desarrollar una
pauta problemática de consumo (OEDT 2003).
Entre las desventajas o efectos negativos que encuentran los usua-
rios del estudio de Gamella caben destacar:

- De carácter psicológico: Pérdida de motivación o «amuerma-


miento» (como lo denominan los afectados); despistes, olvidos,
falta de memoria, perdida de concentración en el trabajo y en
los estudios, alteración o distorsión perceptiva y cognitiva y con-
fusión mental.
- De carácter fisiológicos: Bajadas súbitas de tensión, mareos,
vómitos, dolencias respiratorias, dolor de garganta, dolor en el
pecho, mayor riesgo de cáncer de pulmón.
- De carácter social: Alteraciones en las relaciones sociales, pro-
blemas en las relaciones personales , aislamiento e incomunica-
ción. A las que habría añadir las consecuencias derivadas de la
ilegalidad, entre las que se encuentran las económicas derivadas
del gasto que supone.

Hay que tener en cuenta, al señalar los efectos negativos, que una
parte importante de los consumidores diarios intensivos integran el can-
nabis en una pauta de consumo que congrega otras drogas ilegales.
El patrón de policonsumo más importante es la asociación con coca-
ína o éxtasis (Gamella), dato que se confirma con los destacados por la
encuesta escolar 2.002 para todo el Estado.
Esas vinculaciones no han sido corroboradas totalmente en nuestro
medio por el Observatorio Vasco, ya que la asociación más frecuente la
establece con las anfetaminas (Speed). El motivo se debe a que entre
nosotros la segunda sustancia ilegal en importancia , después del canna-

249
CANNABIS: ASPECTOS PROBLEMÁTICOS Y ESTRATEGIAS...

bis, es el speed (sulfato de anfetamina ), mientras que en el resto del Esta-


do esta sustancia ocupa una posición mucho más modesta.
A mayor intensidad de consumo mayor número de problemas per-
cibidos y mayor presencia de criterios formales de dependencia psico-
lógica . La encuesta sobre drogas en población escolar 2.002 ( alumnos
de 14 a 18 años ), revela que: el 21.2% de los consumidores refieren pér-
dida de memoria , un 13.5% tristeza, apatía o depresión , 13.3% dificul-
tad para estudiar o trabajar, 8.5% faltan a clase, un 8% manifiesta enfer-
medades relacionadas y el 7.5% conflictos con padres y hermanos.

La OMS señala como efectos agudos del uso de cannabis

Un déficit cognitivo: disminución de la capacidad de aprendizaje


Una alteración de los procesos asociativos , la capacidad de recu-
perar la información aprendida tanto en los procesos de apren-
dizaje como en periodos de recuerdo inmediato.
Unos efectos negativos sobre el rendimiento psicomotor, la coor-
dinación motora , la atención selectiva y las tareas manipulati-
vas. La manipulación de maquinaria compleja, puede estar limi-
tada hasta 24 horas después de fumar. Hay un riesgo aumentado
de accidentes de vehículos de motor en personas que conducen
bajo sus efectos.

Los efectos crónicos del uso de cannabis en la salud

El uso intenso y prolongado en el tiempo puede conllevar un mayor


deterioro cognitivo que incluye la integración y organización de la infor-
mación compleja, que afecta a los mecanismos de atención y memoria
y puede no recuperarse con el cese de su uso (24 horas o 6 semanas des-
pués ) y podría afectar al funcionamiento cotidiano.
No todos los individuos se ven afectados de la misma manera:

- El uso crónico puede agravar la esquizofrenia en individuos


afectados.
- El consumo muy intensivo está asociado a una mayor prevalen-
cia de bronquitis agudas y crónicas.
- El uso de cannabis durante el embarazo está asociado a menor
desarrollo fetal y menor peso al nacer.

250
B. L31LBAO, N. CORCUERA, I. IRAURGI, Y M. GONZÁLEZ. DE AUDIKANA

Los efectos cardiovasculares

Los efectos cardiovasculares son a dosis dependientes:

La hipotensión postura ) está exagerada y produce taquicardia.


Los efectos cardio-tóxicos a la larga son similares a los del taba-
co, ya que los efectos del THC y de la nicotina son similares.
Se han descrito pocos casos de infartos de miocardio en jóvenes
usuarios de cannabis.
Los efectos cardiovasculares pueden ser mayores en pacientes
con hipertensión , enfermedad cerebrovascular y arteriosclerosis
coronaria , ya que la marihuana aumenta el trabajo cardiaco

Es necesario abundar en tres aspectos considerados centrales en el


abuso del cannabis: El síndrome amotivacional, su relación con la enfer-
medad mental-esquizofrenia y, últimamente, su relación con el cáncer.

Síndrome amotivacional

Tradicionalmente el síndrome amotivacional se ha asociado al consu-


mo prolongado de dosis altas de hachís y se caracteriza por una desgana
para realizar actividades, como asistir a clase, al trabajo, o a cualquier otra
que requiera atención prolongada y tenacidad. La persona se envuelve en
una apatía anérgica, suele ganar peso y parece extremadamente perezosa.
Quedan muchas lagunas por resolver en relación a la explicación y
los mecanismos que provocan este síndrome amotivacional en consu-
midores de cannabis, tales como la frecuencia de consumo y dosis nece-
saria para su aparición, así como la identificación de posibles rasgos pre-
vios que predispongan a su aparición.
Es frecuente que los consumidores diarios señalen como un efecto
habitual de la sustancia el «no tener ganas de hacer nada» y aunque la
explicación y los mecanismos de dicha asociación no están bien esta-
blecidos, parece que los pacientes que los presentan muestran una serie
de rasgos previos similares a los descritos como efectos del consumo;
es decir, es más probable que el cannabis actúe ampliando dichos ras-
gos, que produciéndolos (Ministerio de Salud Pública 2002).
No se puede afirmar que exista este síndrome diferenciado de la
intoxicación crónica en usuarios intensivos de larga duración (OMS
1997).

251
CANNABIS: ASPECTOS PROBLEMÁTICOS Y ESTRATEGIAS...

Enfermedad mental severa : la esquizofrenia

La OMS considera que el Cannabis incide negativamente en la salud


mental porque hay evidencia de que es capaz de ocasionar, un síndrome
de dependencia similar a otras drogas, de inducir psicosis propias, y de
precipitar el inicio y exacerbar el curso de la esquizofrenia.
Se entiende por psicosis cannábica la que acompaña o sigue inme-
diatamente al consumo cannábico : Intoxicación cannábica aguda (dura
un máximo de 2 horas), delirium cannábico por intoxicación (dura dos
días ) y psicosis cannábica que simulan esquizofrenia, que es por defi-
nición transitoria, y se resuelve en 6 meses . Las que superan ese plazo
son diagnosticadas como esquizofrenias que se considera desencadena-
das o facilitadas por el cannabis.
Según un estudio sueco el canabismo es un factor de riesgo inde-
pendiente para la esquizofrenia . Quienes lo consumen tienen 6 veces
más riesgo de desarrollarla.
Un estudio Holandes demuestra que provoca recaídas psicóticas y
el consumo intensivo es, probablemente, un desencadenante premórbi-
do de la esquizofrenia.
El uso crónico de cannabis puede exacerbar la esquizofrenia en indi-
viduos afectados. Los pacientes con abusos previos de cannabis tienen
más hospitalizaciones , peor funcionamiento social y alteraciones en esca-
las que miden alteraciones del pensamiento (BPRS) y hostilidad
(AMDP) (Caspari 1999).
A pesar de estos datos hay que tener en cuenta que el indicador de con-
sumo de cannabis en los problemas mentales es muy débil en comparación
con la influencia de otros factores de riesgo tales como : La desventaja
social , las carencias en la infancia , la desestructuración familiar, los tras-
tornos mentales latentes y el consumo de otras drogas (OEDT 2003).
En otro sentido hay que señalar que el consumo de cannabis puede
estar aumentado en enfermos mentales, al utilizarlo como automedicación.

Papel carcinogénico

Su relación con cánceres respiratorios y orofaríngeos no ha sido


establecida epidemiológicamente . Es muy dificil una discriminación
clara del riesgo ya que se utiliza siempre mezclado con tabaco.
Pero hay que considerar que el humo del cannabis contiene por sí
mismo sustancias carcinogénicas

252
B. BILBAO, N . CORCUERA, 1. IRAURGI, Y M. GONZÁLEZ DE AUDIKANA

Otros aspectos a destacar

A pesar de los diversos problemas relacionados con el uso del can-


nabis, no hay conocimiento de personas fallecidas por dosis tóxicas de
cannabis, ni se puede decir que ocasione problemas de salud pública.
El Observatorio Europeo de las Drogodependencias no incluye el
consumo de cannabis en la definición de consumos problemáticos de
drogas (OEDT 2003).
El Plan Nacional de Drogas Español en su informe al Observatorio
Europeo señalaba en 2003 que siendo España uno de los países europe-
os con mayor consumo de cannabis , y a pesar de cierto incremento en el
número de demandas de tratamiento por su utilización , las consecuen-
cias negativas de estos consumos o no existen o todavía no han sido
detectadas ( Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Dro-
gas 2003).
Ha crecido el número de personas que solicitan tratamiento por can-
nabis en España pasando de un 6.1 % en el 2.000 a un 7.4% en 2001 si
bien en todos los casos se trata de personas policonsumidoras, usuarias
de otro tipo de sustancias , por lo que es dificil determinar si es la utili-
zación de esta o del conjunto de todas lo que ocasiona el problema.
Lo mismo ocurre con las urgencias hospitalarias en las que se detec-
ta la presencia de cannabis , que ha pasado de 7.4% en el 1996 a 9.2%
en 2001, si bien en casi todos los casos se trata de policonsumidores.
En la orientación contraria hay que señalar que muchas de las
demandas de tratamiento se deben a la situación legal, ya que sobre quie-
nes recae una multa administrativa por uso público del cannabis pueden
eximirse de su pago al acreditar la asistencia a un programa de trata-
miento como alternativa . Esta situación no es óbice para reconocer que
en los centros de Salud Mental y Toxicomanías de la CAPV se están
recibiendo demandas de tratamiento espontáneas , por parte de adoles-
centes o sus padres, que con frecuencia son el síntoma de trastornos psi-
cológicos o de comportamiento y en otros casos se deben a problemas
directamente relacionados con el consumo.

4. Aspectos legales y socio- culturales

Según lo constatado hasta ahora puede aceptarse que el uso de los


derivados del cannabis no supone un problema de salud diferente a
los problemas derivados del fumar tabaco o del tomar alcohol.

253
CANNABIS: ASPECTOS PROBLEMÁTICOS Y ESTRATEGIAS...

Sin embargo , este hecho contrasta con la consideración legal de


estas sustancias , destacando que mientras que la comercialización y con-
sumo de alcohol y el tabaco está limitados por normas administrativas,
las del cannabis están bajo normas penales.
Tradicionalmente el consumo de drogas ilícitas ha estado vincula-
do con comportamientos marginales o sub-culturales . Son dos realida-
des que se sustentan como los dos lados de una moneda , el hecho de que
una droga no esté aceptada por la cultura dominante, provoca una reac-
ción de control penal , a fin de evitar su expansión, el cual , a su vez, con-
dena su uso a las sub-culturas y/o a la marginación y esto, a su vez, pro-
voca más rechazo.
Las medidas coercitivas en una sociedad democrática desarrollada,
en la que los individuos gozan de una gran autonomía y de un amplio
repertorio de conductas y de roles , se han mostrado ineficaces para limi-
tar la expansión del consumo de drogas , entre otros motivos, podríamos
decir que el propio consumo -no el abuso- comparte el mismo origen
que el desarrollo social , que es el resultado de la progresiva emancipa-
ción del «alma colectiva », lo que le ha permitido agrandar el muestrario
de conductas a lo que hoy ofrece nuestra sociedad ( algunos ejemplos: el
incremento de las profesiones, el incremento de los papeles sociales de
las mujeres , la aceptación de conductas o comportamientos privados...).
En ningún país de estas características una mayor represión se
corresponde con una disminución del consumo y del tráfico. Hemos
señalado como ejemplo a los EE .UU. pero más cerca podemos señalar
la propia realidad de nuestro entorno ; efectivamente , la entrada en vigor
-a principios de los 90-, de la Ley de Seguridad Ciudadana, que
impone sanciones administrativas a los usuarios de drogas como el can-
nabis, en lugares públicos, no ha conseguido frenar su utilización. Al
contrario, mientras que los niveles de consumo se mantuvieron estables
-incluso con tendencia a disminuir- desde el 81 hasta el 91 el consu-
mo ha crecido desde su entrada en vigor (Elzo 2003).
Puede ser una exageración atribuir el incremento en el consumo a
la entrada en vigor de esa norma de restricción , pero es razonable valo-
rar la medida como de escasa o nula eficacia , al menos frente a otros
factores o presiones que promueven el consumo.
Estos indicios de que las sanciones penales y administrativas a los con-
sumidores -cuando se trata de sustancias para su propio consumo y su
círculo cercano- no influyen en la prevalencia del uso, contrastan con las
políticas de países como Holanda, donde se ha dado una despenalización
«de facto» de la venta de pequeñas cantidades de cannabis, con el resulta-

254
E. BILBAO, N. CORCUERA, 1. IRAURGI, Y M. GONZÁLEZ DE AUDIKANA

do de que el número de consumidores se mantiene estable, desde hace


más de dos décadas, y las autoridades holandesas siguen sin percibir el más
mínimo problema de orden o salud pública derivado de su permisividad.
Además, y esto es especialmente importante, el consumo de canna-
bis está perdiendo a pasos agigantados en nuestro país las connotacio-
nes sociales negativas o marginales.
El consumo de cannabis no es una conducta desviada para una
buena parte de la población, y no puede ser de otra manera ya que la
mayoría de jóvenes lo utilizará con fines recreativos, durante un perio-
do de su vida (aproximadamente el 80% lo consumirán al menos una vez
ante de cumplir los 19 años).
Fumar cannabis es para la mayoría de los jóvenes compatible con el
resto de las actividades laborales, escolares o familiares (Euskadi y Dro-
gas 2002).
Muchos jóvenes cuestionan las políticas preventivas públicas repre-
sivas y el intervencionismo del estado al considerar al cannabis como la
droga más segura, natural y controlable de las disponibles, tanto legales
como ilegales, desacreditando mensajes parciales o alarmistas y consi-
deran que el único problema asociado al consumo es su ilegalidad (SOC)
Hay otras dos consecuencias negativas a tener en cuenta: Aumentan
los costes económicos, derivados de la tramitación de las sanciones y de
tratamientos innecesarios; y , lo que es más importante, aumentan tam-
bién los costes sociales asociados a la estigmatización y criminalización
que afecta sobre todo a los sectores juveniles y especialmente a los más
desfavorecidos.
Este último efecto es especialmente perverso por cuanto está acarrean-
do más problemas que los que pretende solucionar. La ley persigue «prote-
gen> a la comunidad de una sustancia «peligrosa», el cannabis, pretendien-
do que no se utilice, sin embargo, falla y la utilizan grandes sectores de
jóvenes, que se ven presionados a consumir -a esas edades no se puede
dejar de hacer lo que hacen todos-, obligándoles a pagar un costo que no
pueden cubrir con sus propios recursos y recurriendo, con cierta frecuencia,
al pequeño tráfico, al débito de favores a los compañeros que trafican, a
pequeños delitos... comportamientos que cada vez son más frecuentes.

Teoría de la escalada

Uno de los posibles efectos de esta situación legal se ha planteado


con respecto a la teoría de la escalada. Se ha atribuido al cannabis ser la

255
CANNABIS: ASPECTOS PROBLEMÁTICOS Y ESTRATEGIAS...

puerta de entrada para el consumo de otras drogas por tres grandes datos:
la edad de inicio del cannabis es anterior a la de las otras drogas; entre los
usuarios de cannabis es mayor el número de consumidores de otras dro-
gas, que entre quienes no la usa; y la práctica totalidad de los consumi-
dores de otras drogas utilizaron antes el cannabis.
El rol causal del cannabis en esta secuencia de acontecimientos es
muy controvertido y cuestionado , puesto que a estas datos habría que
contrarrestar el hecho de la mayoría de los consumidores de cannabis no
toman otras drogas.
Los mismos datos aportados en un sentido y otro para el canna-
bis pueden atribuirse a otras sustancias como el tabaco o el alcohol,
con la desventaja añadida de que su consumo es anterior al del can-
nabis.
La OMS argumenta que resulta más plausible pensar que la socia-
lización en una subcultura de usuarios de drogas ilícitas podría aumen-
tar la oportunidad de usar otras drogas . Es decir, la escalada tendría más
que yer con su situación de ilegalidad, que empuja a los consumidores a
familiarizarse con mercados clandestinos que ofertan de todo tipo de
sustancias.
Basándose en esta teoría en Alemania y Holanda se trata de separar
los mercados ofreciendo un mercado controlado de cannabis.
Lo que sí se considera probado es que cuanto antes se produce el
inicio del consumo más posible resulta el consumo posterior de otras
drogas ilegales . Lo que no se ha podido comprobar es la existencia de
una relación causal.
Aunque no este plenamente probado la hipótesis más certera esta-
blece que la correlación entre el abuso de cannabis y el uso de otras
drogas ilegales se debe a que comparten una serie de factores comu-
nes de riesgo, como la vulnerabilidad, la accesibilidad y la propensión
(OEDT 2003).
La identificación de una serie de factores de riesgo que influyen en
el paso de la iniciación al abuso de drogas en una población adolescen-
te -extremadamente heterogénea-, es un enfoque que ha comenzado
a ganar adeptos . Estos factores constituyen un continuo que va desde
factores individuales y factores macro-sociales hasta factores de micro-
entorno , y son distintos para el consumo iniciático, recreativo o mode-
rado, que para el consumo problemático de drogas relacionados con pro-
blemas de desadaptación escolar, problemas en la familia, con entornos
geográficos de mayor accesibilidad ... (OEDT 2003).

256
13 BILBAO, N. CORCUERA. 1. IRAURGI, Y M. GONZÁLEZ DE AUDIKANA

5. Qué estamos haciendo: estrategias preventivas


y de reducción de riesgos

1. ANTECEDENTES: PUNTOS CLAVE DEL DIAGNOSTICO

El uso ocasional de cannabis no supone un riesgo mayor para la


salud y el bienestar, ni hay evidencia de que sea causa del consumo de
otras drogas. Su incidencia sobre los problemas fisiológicas y psicoló-
gicos y sociales es limitada y solo afecta a los que tienen altos niveles
de consumo, y/o a personas especialmente vulnerables.
Las connotaciones sociales de su uso han variado, ha dejado de ser
una sustancia de uso marginal, para ser de uso normal y no sólo entre
jóvenes. Además se ha convertido en un símbolo iniciático, que la mayo-
ría de la juventud utiliza para marcar distancias con los niños y con los
adultos.
En definitiva puede aceptarse que el consumo de los derivados del
cannabis no supone una dificultad diferente a las derivadas del uso del
tabaco o del alcohol.
Este contexto socio-cultural del consumo y la baja incidencia en los
problemas de salud, psicológicos y sociales contrasta con un marco nor-
mativo represivo, lo que hace que no se consiga el objetivo (no consu-
mo) y, que además se generen una serie de efectos perversos ( crimina-
lización de los usuarios, dificultades para desarrollar otras pautas
limitativas, incremento de costes por los procesos administrativos y poli-
ciales...).

II. FILOSOFÍA

Frente al alarmismo y la negación de la realidad, nuestra propuesta


es la de aceptar con realismo la normalidad (concepto por otra parte esta-
dístico) del consumo en nuestro medio; sin olvidar que el uso de esta
sustancia, como de otras, puede ser problemático cuando interfiere en
el proceso educativo o la vida laboral, cuando afecta a personas espe-
cialmente vulnerables, o cuando se rebasan determinados límites.
Las estrategias, tanto preventivas como legales, deben basarse en un
amplio consenso técnico y social , siendo necesario llegar a acuerdos
entre todos los agentes implicados en el que intervengan , al menos, el
sector socio-sanitario, el jurídico-penal, el educativo, los padres y los
propios jóvenes (instituciones y técnicos profesionales de las drogode-

257
CANNABIS: ASPECTOS PROBLEMÁTICOS Y ESTRATEGIAS...

pendencias, organizaciones juveniles, educadores, agentes jurídicos,


medios de comunicación entidades sociales, padres etc.). Solo con la
participación de toda la comunidad se pueden perseguir cambios sus-
tanciales en el sustrato de la población.
Las autoridades europeas no consideran una prioridad en cuanto
al control de la oferta el consumo individual de drogas o la posesión
de drogas para el consumo personal sino la represión de los delitos más
graves de tráfico. Con respecto a control de la demanda las priorida-
des son:

1. Jóvenes en edad escolar


2. Jóvenes consumidores con fines experimentales y recreativos
3. Jóvenes vulnerables
4. Jóvenes con necesidades de tratamiento por drogodependencias.

Lo que nos preocupa y define el interés de la intervención frente al


consumo de cannabis son:

• Los Consumos intensivos y el policonsumo.


• La edad de inicio muy temprana y el consumo en menores.
• Los menores en alta vulnerabilidad asociada a problemas socia-
les, psicopatológicos o biológicos
• El consumo en los centros escolares: su interferencia en el proce-
so educativo y evolutivo,
• El consumo en el ámbito laboral. Accidentes en el manejo de
vehículos y maquinarias
• Accidentes de tráfico

En función de estos centros de interés y de las prioridades europeas,


estamos desarrollando una intervención en torno a cuatro líneas com-
plementarias: La investigación, las representaciones sociales, la preven-
ción y la intervención individualizada (indicada).

III. APOYO: INVESTIGACIÓN-FORMACIÓN

Para intervenir con la máxima eficacia es necesario conocer la rea-


lidad de los consumos y sus consecuencias a través de los estudios que
el Observatorio Vasco de Drogodependencias realiza, monitorizando los
indicadores sociológicos de consumo, de:

258
B. BILBAO, N. CORCUERA , 1. IRAURGI , Y M. GONZÁLEZ DE AUDIKANA

- Aquellos índices que reflejan el impacto sobre la salud (morta-


lidad, tratamiento, urgencias, SIDA...),
- Los referentes a los ámbitos policiales, judiciales y de población
reclusa.
- El suministro de datos propios sobre el consumo y variables aso-
ciadas a partir de investigaciones epidemiológicas y sociográfi-
cas periódicas.

Actualmente y de forma complementaria se está trabajando en la


implantación de un sistema de observación continua , que monitorice una
serie de aspectos relacionados con el consumo (costumbres , lugares, pro-
cedimientos ), a través de informadores claves.
Complementariamente se financian otros estudios que profundizan
en los fenómenos que se consideran emergentes o prioritarios (progra-
ma de ayudas para la investigación en drogodependencias).
La información se distribuye a los sectores técnicos implicados,
individualmente o propiciándose en los marcos que permiten las comi-
siones de trabajo. Entendemos que la información debe ser reelaborada
desde los técnicos y expertos, pero también idealmente desde los pro-
pios usuarios en un proceso activo, cercano y participativo.

IV. REPRESENTACIONES SOCIALES-ASPECTOS LEGALES

Al derecho penal le corresponde, según de la Cuesta, inspirarse en


el principio de intervención mínima , tutelando los bienes jurídicos, hacer
frente a la criminalidad organizada , proteger a los grupos especialmen-
te vulnerables . Y, sin embargo , por los datos con respecto al cannabis
esto no parece que se esté cumpliendo , por lo que habría que promover
un debate sustancial en cuanto a su estatus legal.
La Dirección de Drogodependencias del Gobierno Vasco puede con-
tribuir a cambiar las representaciones sociales respecto al uso del
cannabis y sus resultados , que permitan un abordaje desde la acción
social y desde la salud superando visiones estereotipadas , moralizantes
y criminalizadoras.
Con la finalidad señalada se está canalizando y divulgando infor-
mación y promoviendo reflexiones en diversos contextos sociales, que
permitan la asunción de una política racional y normalizadora para la
regulación en los consumos y la aplicación de normas formales e infor-
males de amplio consenso social , basadas en la responsabilidad, el res-

259
CANNABIS: ASPECTOS PROBLEMÁTICOS Y ESTRATEGIAS...

peto mutuo y los derechos tanto de usuarios como de no usuarios y la


protección de los menores.
La regulación legal de esta sustancia , como estrategia de reducción
de daños, como en otras sustancias hoy legales, contribuiría a plantear
mecanismos de intervención más eficaces con respecto a algunos pro-
blemas : el consumo y la conducción , el manejo de maquinarias , el acce-
so en los ámbitos laboral e escolar, el acceso a menores, regulación del
precio y cantidades; control de calidad de las sustancias...
Tanto la protección de las personas vulnerables como la expansión
del consumo son cuestiones clave en las que hay que seguir profundi-
zando con miras a una plausible regulación progresiva del consumo de
cannabis.
La Dirección de Drogodependencias por mandato legal impulsa y
coordina las acciones desarrolladas por otros Departamentos e Institu-
ciones públicas de la Comunidad Autónoma en el campo de las drogo-
dependencias . En este caso es de destacar la creación y mantenimiento
de marcos estructurados de participación : comisiones técnicas del Con-
sejo Asesor de Drogodependencias de Euskadi ; comisiones de expertos
técnicos municipales , Comisiones de participación ciudadana para el
abordaje de los consumos en la calle...

V. PREVENCIÓN

Hasta ahora la política preventiva se ha visto materializada por inter-


venciones determinadas mayoritariamente por las siguientes caracterís-
ticas:

- Un nivel de preventivo universal orientada a toda la comunidad,


aunque adaptada a los diferentes colectivos a los que se dirige
(edad de los destinatarios , ámbitos de intervención...).
- Contemplando contenidos «inespecíficos » ( no solo de salud o
de drogas ), relacionados sobre todo con el desarrollo personal,
la integración social y los valores sociales ( transformación de
los valores sociales basados en el consumismo , la inmediatez y
la incapacidad de aceptar la frustración , la falta de límites...).
- Con contenidos « específicos» relacionado con los comporta-
mientos de salud básicos ( alimentación, ejercicio físico , sexua-
lidad...) y con las drogas legales.
- La educación para la salud como estrategia básica , transforma-

260
B. BILBAO, N. CORCUERA. 1. IRAURGI, Y M. GONZÁLEZ DE AUDIKANA

dora de la sociedad que busca devolver a los ciudadanos la res-


ponsabilidad de su salud, identificar las necesidades y plantea
los cambios necesarios en cl entorno, en los individuos , y en las
políticas.
Metodología comunitaria, en la que el experto consigue la par-
ticipación de los agentes sociales mediadores.
Ámbito preferencial la escuela (agentes sociales los profesores
y las madres y padres de alumnos).

Esta intervención se considera necesaria pero no es suficiente para


frenar los consumos intensivos ni los usos problemáticos por lo que se
ha comenzado a apoyar otras intervenciones que vayan más lejos, siem-
pre, intervenciones basadas en estrategias inclusivas y nunca excluyen-
tes ni estigmatizantes:

Intervenciones de prevención selectiva,


• orientadas a grupos en riesgo o con más alta vulnerabilidad,
• en el que se trabajan los aspectos inespecíficos que faciliten
la superación de las deficiencias que provocan la vulnerabili-
dad
• los contenidos específicos se tratan conforme a las sustancias
de uso y abuso.
• Se incorpora a la relación con el joven el especialista (com-
plementa).
• Se abre a otros ámbitos, de calle, de ocio y de formación

- Intervenciones de reducción de riesgo orientadas a consumido-


res a fin de que lleven a cabo consumos no problemáticos, rela-
cionados con la conducción de vehículos , el trabajo, la intoxi-
cación...

VI. TRATAMIENTO INDIVIDUALIZADO


(IMPULSO DE LA PREVENCIÓN INDICADA)

Actualmente trabajamos en el impulso y desarrollo de programas


de prevención indicada, dirigidos al abordaje de los jóvenes en una situa-
ción de mayor riesgo para desarrollar consumos problemáticos.
Atienden a jóvenes usuarios de drogas, entre ellas el cannabis, que
tienen problemas (anteriores al uso, derivados o asociados a su uso), no

261
CANNABIS: ASPECTOS PROBLEMÁTICOS Y ESTRATEGIAS...

son jóvenes drogodependientes pero necesitan un abordaje individuali-


zado por cuanto los programas de prevención universal y selectiva y los
de reducción de riesgos no son suficientes , lo que les coloca en una posi-
ción de mayor vulnerabilidad.

Bibliografia

BAÑO, D. (2003): «La apatía de los jóvenes consumidores de hachís». SEIC,


Boletín Electrónico, jul-sep, 7.
CASPARI, D. (1999): «Cannabis and schizophrenia: Results of a follow-up studi».
Eur Arch Psychiatry Clin Neuroscience 249:45-49.
DELEGACIÓN DEL GOBIERNO PARA EL PLAN NACIONAL SOBRE DROGAS (2003):
Spanish National Report 2002. Report to the EMCDDA by the reitox Natio-
nal Focal Point.
DEPARTAMENTO DE JUSTICIA, ECONOMÍA, TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL
(1996): Euskadi y Drogas 1996. Vitoria-Gasteiz: Servicio de Publicaciones
del Gobierno Vasco.
ELzo, J. (Dir.) (2003): Drogas y Escuela VI: Evolución del consumo de drogas
en escolares donostiarras (1991-2002). Donostia : Escuela Universitaria
Diocesana de Trabajo Social de San Sebastián,
GAMELLA, J.; JIMÉNEZ RODRIGO, M. L. (2003): El Consumo prolongado de can-
nabis . Pautas, tendencias y consecuencias . Madrid: FAD y Junta de Anda-
lucía.
MARAÑÓN, M. (2001): Euskadi y Drogas 2000. Vitoria-Gasteiz, Servicio Cen-
tral de Publicaciones del Gobierno Vasco.
MARAÑÓN, M.; OQUIÑENA, J.; AGUIRRE, L. A. (1999): Euskadi y Drogas 1998.
Vitoria-Gasteiz, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.
MINISTERIO DE SALUD PUBLICA (2002): Cannabis 2002 Report. Informe Téc-
nico de la conferencia científica internacional . Bruselas: Ministerio de
Salud Pública de Bélgica.
OBSERVATORIO EUROPEO DE DROGODEPENDENCIAS Y TOXICOMANÍAS (2003):
«Informe anual sobre el problema de la drogodependencia en la Unión
Europea y Noruega». Lisboa: OEDT.
OBSERVATORIO ESPAÑOL SOBRE DROGAS (2002): Encuesta sobre drogas a la
población escolar. Madrid: Ministerio del Interior
- (2003): Informe n.° 6. Madrid: Ministerio del Interior
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (1997): Cannabis: a health perpective
and research agenda. OMS.
SOCIEDAD ESPAÑOLA DE INVESTIGACIÓN DE LOS CANNABINOIDES (2002): Guía
básica sobre cannabinoides . Madrid: Ministerio del Interior.

262
Capítulo 4
La situación del cannabis en Navarra

Por
Fermín Castiella

En el actual modelo de sociedad, el tiempo dedicado al ocio tiene


una importancia cada vez más relevante. Se disfrutan momentos que
no hace muchos años pertenecían al trabajo . Estas conquistas , sin idea
de retroceso , además de ser muy valoradas mantienen vivo el espíritu
para tratar de conseguir que la semana « laboral y la otra» tiendan a
igualarse.
También estamos viviendo , cada vez, más personas con más posi-
bilidades económicas y partimos de la idea de que disfrutar del tiempo
libre es un derecho . El fenómeno de los puentes o la Semana Santa es
muy elocuente . En pocos días se concentran miles de desplazamiento,
gastos, incomodidades y diversiones. Lo tenemos que pasar bien pero
fuera de casa ». Esta es la idea dominante , de manera que en el tiempo
libre la diversión adquiere especial relevancia.
Este tiempo de diversión entre las personas jóvenes tiene su máxi-
ma expresión en el fin de semana . « El tiempo de ocio emerge como una
fuerza restauradora y compensatoria de las prácticas y actitudes del resto
de la semana » ( Calafat y otros, 2000).
El tiempo de ocio es en el que los jóvenes deciden que quieren
hacer, en contraposición con los compromisos que mantienen el resto de
la semana . No comparten ni lugares ni tiempos con las personas mayo-
res, tratando de escapar de su control.
Se reúnen con los amigos, generalmente por la noche, y es enton-
ces cuando se dan los consumos de drogas . Los jóvenes de Pamplona
(15-29 años ) que salen por la noche todos o casi todos los fines de sema-
na son el 64% y casi la mitad vuelven a casa después de las 4 de la
mañana . El alcohol es la sustancia que casi siempre está presente y a dis-
tancia se encuentran las drogas ilegales . De esta últimas , el cannabis y
sus derivados son las que tienen mayor presencia . El consumo de dro-

263
LA SITUACIÓN DEL CANNABIS EN NAVARRA

gas, en este caso , es una forma de socialización y de pertenencia como


siempre lo ha sido.
El consumo de cannabis ha experimentado un aumento considera-
ble en los últimos años . Este incremento ha sido en todas las edades, en
hombres y en mujeres y en todas las categorías de consumo. Según las
encuestas realizadas por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacio-
nal sobre Drogas se aprecia que los consumos decrecen considerable-
mente a partir de los 24 años . Entre los 19 y los 24 años es el periodo de
mayor consumo que también coincide con las edades en las que la horas
de «marcha » son más importantes.
Navarra siempre ha estado a la cabeza en consumo de cannabis res-
pecto al resto de comunidades autónomas . No conocemos el motivo por
el que la nuestra prevalencia haya ido evolucionando en los años
1995 1997 1999
9,8% 14,8% 10,4%
y en Andalucía, por ejemplo, la prevalencia sea justamente la mitad.

TABLAS Y GRÁFICOS

El consumo diario de cannabis entre la población comprendidas


entre los 15 y 29 años es de un 7,5%. Se trata de una población que es
hijo/a de padres y/o madres que posiblemente se iniciaron en el consu-
mo de cannabis en los años que correspondieron con el cambio político
sufrido en nuestro país hace 25-30 años . Por una parte , los padres y las
madres tienen miedo a que sus hijos consuman drogas , parece se ven las
cosas de forma muy diferente cuando se adquiere la condición de
padre/madre . «Cuantas veces hemos oído ... si, pero estos ahora no son
nosotros» o «es que las cosas ahora son muy diferentes, nos conocíamos
todos» . El fenómeno de la heroína sigue estando presente en sus refle-
xiones, De otra , tampoco se sienten moralmente autorizados a prohibir-
lo porque ellos también han consumido o por lo menos en sus años de
juventud se han manifestado a favor de que no se penalizara su consu-
mo defendiendo las posturas , incipientes, antiprohibicionistas con tinte
de modernidad y aperturismo . En algún sector de población padres e
hijos comparte el cuidado de las plantas y los momentos del consumo.
Hablar de que el cannabis sea la única sustancia que se consuma en
Navarra, es desconocer lo que está pasando . Alrededor del 90% de quie-
nes lo consumen , beben alcohol , el 22% toma cocaína y otro 22% anfeta-

264
FERMÍN CASTIELLA

minas. Es mas razonable y exacto de hablar de personas que en los


momentos de ocio consumen varias sustancias.
Puede que exista algún sector de población que solamente consuma
cannabis y además que lo hagan de forma habitual y pautada . Estas se-
rían aquellas personas que lo hacer para tratar de mitigar alguna dolen-
cia por sufrir algún proceso morbido (como analgésico, antiemético, car-
minativo... ).
En la sociedad, en general , se ha dado un fenómeno de tolerancia
frente al consumo de cannabis considerable . Ver a una persona liando
un «canuto » o fumándoselo en la vía pública, parque o bar no nos hace
volver la cabeza . Incluso tampoco nos sorprende ver a primeras horas
de la mañana por la calle a jóvenes liándose un «peta» antes de ir al cole-
gio o a la hora del almuerzo corros donde se comen el bocadillo y se
pasan el «porro».
Ha disminuido considerablemente la percepción del riesgo que
entraña fumar esta droga que proviene de un mercado sometido al único
control que puede ejercer solo el propio consumidor ante ninguna ins-
tancia , que por otra parte , en ocasiones sólo puede comprar lo que el
mercado le ofrece renunciando a sus derechos de consumidor. Los ven-
dedores «estables » de derivados del cannabis suelen tener clientes fijos
entre los que se pueden establecer relaciones comerciales con cierto
grado de confianza , que no existe cuando las relaciones mercantiles de
compra-venta son ocasionales.
Tampoco tenemos que rasgarnos las vestiduras por que leamos sis-
temáticamente que disminuye la percepción de riesgo, es algo natural.
Cuando una conducta se integra , deja de tener riesgo . Los conductores
habituales no viven la conducción como una situación de riesgo, ni aque-
llos que lo hacen por encima de los límites permitidos.
El mercado ilegal de los derivados del cannabis es caprichoso y no
sometido a ningún tipo de control. En una sociedad de consumo donde
cada vez con más interés se exigen y se ofrecen productos con mayores
garantías y calidad choca cuando el mercado tiene que ver con el ocio.
En estos momentos las exigencia que los ciudadanos ejercemos son
mínimas . Toleramos ambientes cargados, con temperaturas inadecuadas,
disfrutando de ruidos ensordecedores, masificados ... También admiti-
mos que se vendan y por lo tanto que compremos productos sin posibi-
lidad de ejercer control sobre ellos , ni posibilidad de reclamación...
Del análisis de unas cuantas muestras de hachís obtenidas en los últi-
mos tres años, constatamos la gran variabilidad de concentraciones de
principio activo encontrado . Así, la cantidad de THC va desde un 6,3%

265
LA SITUACIÓN DEL CANNABIS EN NAVARRA

hasta un 25,5%, de CBD de un 1,9% hasta un 16% y de CBN desde una


concentración menor de 0, 5% hasta un 2,5%.
Las consecuencias que se derivan del riesgo de consumir una droga
es un argumento utilizado para proponer que no se consuma . Pero a pesar
de estos mensajes bienintencionados , las encuestas nos están diciendo
que la percepción de riesgo frente a consumos de derivados del canna-
bis cada vez es menor y su consumo va en aumento.
Frente a esta decreciente percepción de riesgo una persona se puede
complicar la vida y no por el efecto de los cannabinoides . Las conse-
cuencias que se pueden derivar de la ilegalidad de la sustancia cada vez
son más evidentes . En los años que van desde 1998 al 2002 las deten-
ciones en toda España ha pasado de 6.853 a 9. 042 (delegación Gobier-
no PND). Algunas de estas personas habrán ingresado en prisión por
este motivo y esto puede cambiar la vida a cualquiera ya que se intro-
duce en un mundo donde los valores dominantes pertenecen y respon-
den a otras necesidades y exigencias.
La realidad constatada de esta conducta tan natural de uso del can-
nabis puede ser motivo de conflicto cuando se aplica la Ley de Seguri-
dad Ciudadana (ley 1/1992) por parte de la policía . La evolución del
número de denuncias en los años 1998-2002 en España también ha
sufrido un incremento considerable , se ha pasado de 10.151 denuncias
a 25.905 (delegación Gobierno PND) La multa impuesta en aplicación
de esta ley puede ser sustituida por un certificado de inicio de trata-
miento de no se sabe a qué dependencia pero que sirve para conmutar
la multa.
No obstante , esto supone más molestia e indignación a los profe-
sionales de la red asistencial que carga de trabajo ya que el número de
nuevos tratamientos admitidos en la Red de atención de salud mental
de Navarra a lo largo de un año por este motivo no supera la decena.
Las personas mas jóvenes y los profesionales de la educación des-
conocen casi todo lo referente a la relación que existe entre las drogas
ilegales y ley. Participan de todos los tópicos que sobre las mismas cir-
culan y se sorprenden cuando se les dice que la tenencia de cualquier
cantidad de droga ilegal puede ser motivo de sanción se tiene la idea de
que el consumo de drogas es legal.
Esta situación de confusión posiblemente tenga algo que ver con las
noticias que aparecen en los medios de comunicación referentes a sen-
tencias absolutorias por tener un número determinado de plantas o cier-
ta cantidad de «hachís» para el consumo propio . Los jóvenes están con-
vencidos de que el consumo y la tenencia para uso propio no está

266
FERMÍN CASTIELLA

sancionado . Otras sentencias también absolutorias referentes a otras sus-


tancias que hacen alusión al uso compartido de la droga, les hace presu-
poner que «pasar la china a un colega para que se líe un porro no puede
ser considerado delito». Las cosas se pueden complicar todavía más cuan-
do mantienen los mismos comportamientos fuera de España con legisla-
ciones más restrictivas y con riesgos de consecuencias muy graves.
El discurso que trata de comparar la bondad o maldad entre fumar
tabaco o cannabis también está presente entre la juventud navarra. La
balanza se inclina claramente a favor del porro entre quienes lo fuman
habitualmente y argumentan la capacidad terapéutica de la sustancia fren-
te a la nocividad del tabaco . Las personan que consumen con más fre-
cuencia se quejan de que están pagando un producto a un precio superior
al que deberían y con una calidad muy variable como hemos visto antes.
Otro de los comentarios de quienes compran es la gran variabilidad del
precio . La ausencia de control de este producto hace a quien compran
tener que despreciar los riesgos que de esa falta de control se derivan.
En una de las encuestas que la Fundación Bartolomé de Carranza rea-
lizó en el año 1998 además de tratar de cuantificar los consumos de dro-
gas preguntaba cuantas personas de las que manifestaban consumir habi-
tualmente dedicaban dinero a la compra de drogas . Si alrededor del 20%
de los jóvenes fumaban habitualmente Hachís, solo un 6% dedicaba dine-
ro a la compra . Esto nos hace pensar que en los consumos de Hachís com-
partir el material sigue siendo una conducta habitual y que la interpreta-
ción de los datos de las encuestas hay que hacerlas con cautela y tratando
de considerar mas de una variable para acercarse al fenómeno real.
Las personas elaboramos nuestros discursos aprovechando las fuentes
de información que tenemos a nuestro alcance y en función de nuestros
intereses . Cuando queremos analizar temas que podríamos considerar de
nuestra especialidad recurrimos a fuentes técnicas, pero cuando el análisis
es de temas generales los medios de comunicación de masas nos aportan
las noticias que nos permiten configurar nuestras ideas al respecto.
Los medios de comunicación escritos de la Comunidad, cuando
publican noticias que tengan que ver con el cannabis y sus derivado gene-
ralmente se refieren a situaciones relacionadas con delitos, tanto apre-
hensiones como detenciones o sentencias. Las conclusiones del informe
Egiarte 95 ya recoge que más de la mitad de las noticias que aparecían
en Navarra se elaboraban a partir de sucesos judiciales o policiales.
A veces, se publican artículos de opinión, que recogen los resulta-
dos de investigaciones o de tesis doctorales o de profesionales de la salud
pública que tratan de aclarar las diferencias entre los efectos recreacio-

267
LA SITUACIÓN DEL CANNABIS EN NAVARRA

nales del cannabis y otras formas de consumirlo y lo que se puede con-


siderar como terapéutico. Casi siempre aprovechan los titulares para
mensajes que responden más a la línea ideológica de la publicación que
a las conclusiones científicas.
A este respecto, los medios de comunicación no han sido útiles para
aclarar estos conceptos posiblemente tampoco los tengan claro y com-
partan como el resto de ciudadanos los mismos conocimientos que la
población aunque eso si, con la condición de ser profesionales que crean
opinión y por lo tanto con una responsabilidad añadida.
Para conocer la situación del cannabis en Navarra he creído conve-
niente recoger la evolución de las sentencias dictadas en Navarra en los
últimos años. El interés lo centraba en la idea de que la tolerancia social
puesta de manifiesto impregnara el ejercicio de la justicia de manera que
se reflejara en las sentencias recogiendo en estas el espíritu dominante
de la sociedad. La idea es que aquello que no causa alarma social reci-
be un trato jurídico en el grado menor. En las últimas sentencias las con-
denas tienen que ver más con la cantidad de droga que con otra cosa. El
número de años de condena ha variado de uno a tres en función de la
cantidad. Si se han dictado condenas absolutorias a personas que culti-
vaban su planta para consumo propio, de la misma manera que se han
considerado otras drogas ilegales.
Conocer que opinan los grupos políticos respecto a un fenómeno
social es importante para hacerse una idea de cómo opina la población.
Los grupos políticos se constituyen y se mantienen por el apoyo de sus
militantes, simpatizante y votantes. Lo que propongan respecto a un
fenómeno social concreto coincidirá con la opinión de la mayoría de sus
seguidores.
Para ello he revisado lo que tienen escrito en sus páginas Web los
diferentes grupos políticos de Navarra, he prescindido de la entrevista o
envío de formularios, el presente artículo se está escribiendo durante una
campaña electoral al parlamento. Esto me ha permitido revisar en sus
programas las alusiones concretas que hacen al fenómeno de las drogas.
La verdad es que no he encontrado referencias en todos los grupos.
Solo se puede hacer referencia de tres grupos políticos, del resto no
he encontrado alusión al fenómeno relacionado con las drogas, además
existen diferencias en el tiempo en el que aparecen
Batasuna en un documento de 1994 («Encuesta de nuestra expe-
riencia institucional en Ayuntamientos y Concejos») se posiciona a favor
de la legalización de todas las drogas pero no aclara la manera en la que
se tiene que llevar a cabo.

268
FERMÍN CASfIELLA

Eusko Alkartasuna en su ponencia socio-económica en el punto 3.°


«política económica y solidaridad social» le dedica el noveno apartado
a «nuevas estrategias de prevención y respuesta al problema de la droga»:
en él, hace una reflexión sobre la existencia de las drogas a lo largo de
la historia y destaca la importancia de aprender a vivir en un mundo con
drogas y que hay que saber darles un uso correcto: «Esto no quiere decir
que tengamos que utilizarlas, sino casi lo contrario, es decir hay drogas
que son tan perjudiciales que lo adecuado es no tener ninguna relación
con ellas».
«Habla también de la necesidad de prevenir las situaciones de dro-
godependencias pero no de buscar la abstinencia total (solo evitar los
consumos que perjudiquen la salud y la libertad personal)»
«Las políticas prohibitivas y represoras en el campo del consumo
de drogas han fracasado. Esta política no ha conseguido lo que perse-
guía pero sí que se creen ghetos y zonas marginales en las ciudades,
mafias e imperios económicos, aumentando la delincuencia e inseguri-
dad y la destrucción de vínculos familiares».
«Las drogas además de tener efectos nocivos para la salud, tienen
efectos colaterales perniciosos para la sociedad que debemos minimi-
zar. Es por ello que E.A. apuesta decididamente por la despenalización
de las drogas. Se trataría de apostar por la libertad y responsabilidad indi-
vidual.»
Plantea alternativas de prevención , asistencia , inserción y de con-
trol de sustancias:

a) Modificar el tratamiento legal con respecto a las drogas y revi-


sar en este aspecto la Ley de Seguridad Ciudadana.
b) Tolerar determinados centros de suministro controlado de sus-
tancias.

Aralar inserta en su página un documento de la coalición Aralar.-


Zutik . « Esta coalición se conforma como un espacio político de encuen-
tro entre gentes de la izquierda abertzale e independentista , soberanis-
tas, federalistas y confederalistas , gentes de izquierda social y alternativa,
euskaltzales, feministas , del movimiento obrero, del movimiento antira-
cista y contra la xenofobia , de la desobediencia civil. Aralar y Zutik rea-
lizamos una apuesta clara por una Euskal Herria soberana para decidir
su futuro y construida sobre los valores de la izquierda. En este docu-
mento que consta de los apartados Normalización política , Pacificación,
y un tercero «Por la izquierda », donde las personas estén por delante de

269
LA SITUACIÓN DEL CANNABIS EN NAVARRA

los beneficios dicen : «Legalización del consumo de drogas , junto a polí-


ticas de información y prevención de riesgos».
Otro documento titulado «El patriotismo constitucional no nos
pone», artículo escrito por Ion Andonegui del Amo en julio de 2002,
comienza haciendo referencia a la presencia de las drogas en la historia
remota y cercana . Compara los efectos de las drogas con otras estimu-
laciones sin sustancias . También hace alusión a posibles efectos nocivos
derivados de usos de drogas y de las consecuencias que acarrea su con-
trol. Afirma que el denominado problema de la droga no es más que el
derivado de su prohibición ; es como dejar a los medicamentos sin pros-
pecto y en manos de mafias. El absurdo de la ¡legalización redunda en
los que son los problemas básicos de la actual situación : desinformación
y desregulación.
La desinformación que no solo afecta a las mal denominadas dro-
gas ilegales, sino que la demonización de éstas presenta, por contrapo-
sición , a las legales como inofensivas , aceptadas y más inocuas de lo que
realmente son.
La desregulación , la otra gran ventaja de las políticas prohibicio-
nistas: el impulso a la clandestinidad , exenta en consecuencia de cual-
quier tipo de regulación , permite vender a más precio una mínima parte
de la sustancia original convenientemente adulterada con todo aquello
que la imaginación brinde (mierda de asno que come paja como costo)
Legalización , regulación e información son indispensables en la cues-
tión de las drogas».
Respecto a la legalidad termina diciendo que «de momento no tene-
mos capacidad normativa en Euskal Herria y hemos de afrontar campa-
ñas de concienciación en tal sentido, así como actos de desobediencia
civil . Se trata de reivindicar el derecho a que cada uno consuma lo que
quiera , a ser plenamente consciente y asumir sus consecuencias».
En su publicación «Erraondo » de marzo de 2002, Floren Luqui escri-
be sobre el consumo de drogas en la juventud y su relación con el ocio.
Hace referencia a que el modelo dominador del discurso manteni-
do por sectores conservadores se basa en la abstinencia como meta den-
tro de un planteamiento de prohibición y guerra contra las drogas.
La diferenciación drogas legales/ilegales no están basadas en los
peligros inherentes a las sustancias y no ha conseguido que las ilegales
dejen de consumirse.
« La estrategia política actual no es adecuada , eficiente ni efectiva.
Las prioridades básicas que debería proteger una política al respecto debe-
rían ser la salud pública y el respeto de los derecho humanos y civiles».

270
FERMÍN CASTIELLA

Aboga por un modelo de reducción de riesgos y daños a través de


estrategias planificadas y articuladas a favorecer que el uso de drogas
ocasione el mínimo de daños posibles al consumidor. Convivir con las
drogas, es decir normalización del fenómeno.
«Un mundo sin drogas no es posible, ni tan siquiera deseable ¿qué
haríamos sin los medicamentos ?» «Lo que resulta problemático no es el
consumo, sino la actitud que se adopta ante el mismo y las característi-
cas de las personas y su contexto».
Otra de las fuentes que nos podría aportar información sobre las opi-
niones de los grupos políticos son las intervenciones en el parlamento
respecto a las drogas
En el año 2001 -( Septiembre ) la parlamentaria D.' Milagros Rubio
(Batzarre ) presenta una moción por la que se insta al Gobierno de Nava-
rra a autorizar el uso terapéutico del cannabis.
En la exposición de motivos se hace alusión a los usos terapéuticos
antiguos de plantas y sus derivados , entre ellas el cannabis.
En la época contemporánea , el cannabis formaba parte como com-
ponente principal de una treintena de remedios o medicamentos que se
usaban libremente en Estados Unidos y Europa, hasta su eliminación de
la farmacopea en los años 30.
Se sigue consumiendo a pesar de ser sustancia prohibida con un uso
recreacional y lúdico.
Conoce los diferentes compuestos y sus propiedades (T.H.C. con
efecto psicoactivo y C.B.D. como antiinflamatorio).
Argumenta que solamente se pueden beneficiar de sus efectos pobla-
ciones bien informadas.
Propone acuerdo sobre:

1. El Parlamento de Navarra insta al Gobierno de Navarra a reali-


zar las gestiones necesarias ante las diferentes administraciones públi-
cas para que se autorice el uso terapéutico del cannabis.
2. Asimismo, insta al Gobierno de Navarra a solicitar que, en apli-
cación de los artículos 8.2 y 22' de la Ley 17/1967 sobre estupefacien-
tes, el Servicios de Control de Estupefacientes del Ministerio de Sani-

' Articulo 8. 2: Las autorizaciones que concede el servicio de control de estupefa-


cientes serán específicos para persona , terrenos , tiempos, plantas y productos concretos y
no darán derecho a la disponibilidad de las plantas o productos . El servicio vigilará el desa-
rrollo de los ciclos de cultivo, incluida la recolección y su destino.

271
LA SITUACIÓN DEL CANNAI3IS EN NAVARRA

dad conceda autorización administrativa para la tenencia lícita de can-


nabis a los ciudadanos y ciudadanas de Navarra que actualmente utili-
zan la planta con fines terapéuticos o paliativos.

La defensa de la moción en el pleno se inicia con argumentos a favor


del uso terapéutico del cannabis constatando que en 5.000 años de uso
documentado, no hay registrada ni una sola muerte por efecto directo
del cannabis, que no provoca síndrome de abstinencia y que no causa
dependencia física, diferenciándolo de otros medicamentos de uso habi-
tual que sí la causa.
Se trata de una sustancia poco tóxica, que causa efectos secundarios
leves y en algunos casos beneficiosos (se refiere a la hilaridad). Es bara-
to, la prohibición lo encarece, se puede producir en cualquier sitio, prác-
ticamente.
La parlamentaria representante del PSN/PSOE, inicia su interven-
ción diciendo que pensaba que se aprobaría la moción por unanimidad
ya que se trata de una moción similar a la que aprobó de esa manera el
Parlamento Catalán. «... se basa en la autorización del uso terapéutico
del cannabis, y lo que no se puede confundir hoy aquí es el debate de la
legislación o no, despenalización o no, del consumo de marihuana, que
ese es otro debate en el que a priori mi grupo no se manifiesta ni a favor
ni en contra».
La parlamentaria de IUN/EB, afirma que van a «votar afirmativa-
mente ambas propuestas de Resolución, porque entiende además que esta
moción reabre un debate que no es nuevo y que lo vamos a volver a ver
en esta Cámara, que ciertamente es más amplio que el uso terapéutico del
cannabis porque es un debate en tomo al uso de determinadas plantas al
consumo incontrolado de drogas que se ha dado en su adulteración, a los
efectos que tiene la legalización o ¡legalización de las mismas».
El representante de C.D.N. (Convergencia de Demócratas de Nava-
rra), también reconoce las propiedades terapéuticas del cannabis. Admi-
te la primera parte de la moción y respecto a la segunda manifiesta que

Artículo 22: No se permitirán otros usos de los estupefacientes que los industriales,
terapéuticos, científicos y docentes autorizados con arreglo a la presente ley. Los estupe-
facientes deberán ser usados o consumidos precisamente para el objeto con que hayan sido
suministrado por el servicio o dispensados por, las farmacias considerándose prohibidos
cualquier cambio o consumo aunque se lleve a cabo por la misma persona o entidad que
haya obtenido legalmente los estupefacientes, a no ser que se obtenga también reglamen-
tariamente, la autorización o la prescripción necesaria para el nuevo uso o consumo.

272
FERMÍN 'ASriEI.LA

le parece excesiva la concesión de una autorización administrativa para


la tenencia lícita de cannabis
La representante de E.A. (Eusko Alkartasuna), admite que algún
componente del cannabis ha superado la exigencia para ser considerado
medicamento y por lo tanto votará de forma afirmativa a la primera parte
de la moción , pero esto no quiere decir que automáticamente converti-
mos, magnificamos e incluso sacralizamos el cannabis como un medi-
camento . La segunda parte de la moción no la van a apoyar.
El representante de U.P.N (Unión del Pueblo Navarra), admite el uso
como medicamento pero hace referencia a los efectos adversos ( fallos
en la memoria , y concentración , problemas psíquicos , respiratorios, debi-
lidad del sistema inmune, e incluso en ocasiones dependencia ). Se refie-
re también a los compromisos que obligan al Gobierno de Navarra los
convenios internacionales.

Se vota: 1.' parte: 28 a favor/ 21 en contra


2 a parte: 22 a favor/ 21 en contra/ 6 abstenciones

El 19 de noviembre de 2001 , se publica en el Boletín Oficial del Par-


lamento de Navarra una pregunta formulada por el Grupo Parlamenta-
rio Batasuna sobre las gestiones realizadas para autorizar el uso tera-
péutico del cannabis (escrita):

1. ¿Ha realizado el Gobierno de Navarra alguna gestión en el sen-


tido expresado por el Parlamento de Navarra)
2. ¿En qué se han concretado esas gestiones?
3. ¿Cuál ha sido el resultado de esas gestiones?
4. En caso de que no se hubiera procedido a realizarlas:

a) ¿Cuál es el motivo que lo ha impedido?


b) ¿Qué gestiones tiene previsto realizar el Gobierno de Navarra?
e) ¿Para qué fecha aproximada estima el Gobierno de Navarra que
pueda darse cumplimiento de la Resolución aprobada por el Parlamen-
to de Navarra?

La respuesta del Consejero de Salud (del Grupo Parlamentario


U.P.N.) es la siguiente:

«El Gobierno de Navarra ha realizado las gestiones en el sentido


expresado, a pesar del carácter no vinculante de la moción.»

273
LA Si ["A(.'IÓN DEL C'ANNABIS EN NAVARRA

Estas gestiones se han concretado , principalmente, en la valora-


ción continuada del conocimiento científico disponible actualmente
sobre las indicaciones del compuesto objeto de la pregunta , en lo que
ha participado el Gobierno de Navarra a través de los mecanismos
habituales de coordinación con el resto de los organismos sanitarios
nacionales.
El resultado de estas gestiones ha sido el de mantener los criterios
expuestos por este Departamento de Salud, en relación con la cuestión
planteada.
Pregunta del representante socialista,
¿Cuál es el estado del cumplimiento de la Resolución por la que se
insta al Gobierno de Navarra a autorizar el uso terapéutico del cannabis,
aprobado por el Pleno de 20 de septiembre de 2001?
Respuesta del Consejero de Salud (Grupo parlamentario UPN)
«La prescripción de productos derivados del cannabis y por tanto de
su utilización terapéutica , se puede realizar en nuestra Comunidad de la
misma manera que en el resto de España.
El procedimiento exige el informe del profesional facultativo corres-
pondiente en el que se especifiquen los motivos que justifican su utili-
zación . Se debe hacer referencia no sólo al diagnóstico sino también a
otras experiencias terapéuticas en las que el resultado no haya sido el
esperado y manifestando que los derivados del cannabis pueden causar
esos resultados esperados y deseados para el paciente.
El informe se envía al Servicio de Prestaciones del Servicios Nava-
rro de Salud, que lo tramita al Ministerio de Sanidad y Consumo para la
facilitación del preparado como medicamento extranjero dentro de los
procedimientos establecidos al efecto.
Hasta la fecha no se han recibido quejas o reclamaciones relativas
a la falta de suministro , por lo que debe entenderse que o bien no hay
peticiones o bien el suministro es correcto».
Nuevamente otro Grupo parlamentario, esta vez Izquierda Unida de
Navarra/ Ezker Batua plantea una Moción por la que insta al Gobierno
de Navarra a realizar las gestiones necesarias para que se autorice el uso
terapéutico del cannabis.
En la exposición de motivos , se plantea el fracaso de la política de
represión del consumo de sustancias psicótropas y del aumento , a pesar
de esta política, del consumo de cannabis.

«Las consecuencias de estas políticas han ocasionado grave daño a


la sociedad : economías mafiosas , aumento de delincuencia , saturación

274
FERMIN CASTILI.,I.A

de cárceles y toda una política de justificación del autoritarismo y recor-


te de libertades».

«El consumo de estas sustancias por parte de individuos adultos


(mayores de 18 años) es una cuestión de estricta responsabilidad de estas
personas».
Efectos beneficiosos de los derivados del cannabis en el campo de
la medicina.

«... Por ello entendemos que es necesario abrir un debate sobre las
políticas de drogas en general y sobre la legalización del consumo, pro-
ducción y distribución de cannabis en particular...»

Proponen la aprobación de un acuerdo en los términos siguientes:

1. Uso terapéutico del cannabis


2. Promover investigación e ensayos clínicos con cannabis.
3. Abrir debate entre las distintas administraciones y colectivos ciu-
dadanos sobre la actual política de drogas y su progresiva despenalización.
4. El Parlamento de Navarra manifiesta su apoyo a la solicitud de
despenalización de consumo de cannabis y en concreto a la supresión
del artículo 25 de la Ley de Seguridad Ciudadana'.
5. Mientras exista esta penalización, el Parlamento de Navarra
muestra su apoyo a posturas flexibles en relación con la situación jurí-
dica de las drogas.
6. El Parlamento de Navarra insta al Gobierno de Navarra a desa-
rrollar un punto de información sobre drogas a través de un espacio ade-
cuado en internet.

Representante del grupo parlamentario que formula moción


(IU/EB): se refiere a que la moción tiene tres niveles de posición políti-

z Articulo 25: 1. Constituyen infracciones graves a la seguridad ciudadana el con-


sumo en lugares, vías, establecimientos o transportes públicos, así como la tenencia ilíci-
ta, aunque no estuviera destinada al tráfico, de drogas tóxicas , estupefacientes o sustan-
en
cias psicotrópicas , siempre que no constituyan infracción penal , así como el abandono
los sitios mencionados de útiles o instrumentos utilizados para su consumo.
2. Las sanciones impuestas por estas infracciones podrán suspenderse si el infractor
se somete un tratamiento de deshabituación en un centro o servicio debidamente acredi-
tado, en la forma y por el tiempo que reglamentariamente se determine.

275
LA Si FUACIÓN DEL. CANNABIS EN NAVARRA

ca. La primera es la necesaria autorización sanitaria de los derivados del


cannabis, el segundo nivel es la necesidad de implementar puntos de
información y test para comprobar la calidad de lo que se consume, y la
tercera es una posición en términos políticos por no tener competencia
el Parlamento de Navarra.
En la explicación de los niveles hace referencia expresa a que el
grupo parlamentario LU./E.B. apoya la despenalización del consumo por-
que reconoce el fracaso de las políticas de drogas basadas en la represión.
La representante del grupo socialista: propone hacer un debate sepa-
rado; por un lado el referente al uso terapéutico del cannabis y por otro
el de la despenalización que debería llevar un debate social como pro-
ponía también el representante de I.U./E.B.
La representante del Aralar: su grupo político va a apoyar la tota-
lidad de la moción. Plantea el buscar coherencia en la forma de actuar
con todas las drogas, la penalización de unas no consigue que no se
consuman. El tráfico es el mayor problema que generan las drogas ile-
gales, y se debería dejar a cada persona mayor de edad hacer lo que
quiera.
La representante de E.A: «la permisividad del cultivo para uso pro-
pio está causando en la sociedad la sensación de que es una droga blan-
da, que ha sido aceptada ya por la vía del hecho. Proponer en este
momento la despenalización del consumo parece poco oportuno ya que
desde instancias médicas argumentan una situación grave los efectos
secundarios que produce».
Insisten en la necesidad de las campañas informativas sobre los efec-
tos nocivos. Con respecto a la legalización se manifiestan como bastan-
te reticentes a pesar de que la legalización conduciría a un consumo
racional y responsable y dudan sobre si evitaría el tráfico.
El representante del grupo mixto: apoya completamente la moción
presentada por I.U./E.B.
La representante de U.P.N. : «la moción que se presenta solicita rea-
lizar las gestiones necesarias para que se autorice el uso terapéutico del
cannabis, pero lo que verdaderamente reclama es la apertura de un deba-
te sobre legalización de drogas y la petición de despenalización del con-
sumo de cannabis».
La representante del C.D.N. conoce perfectamente los componen-
tes de la planta y las propiedades de los principios activos, su farmaco-
cinética y la farmacodinamia de los mismos. Hace referencia al síndro-
me amotivacional y a la psicosis cannábica y la posibilidad de perder la
memoria si su consumo es prolongado.

276
FERMÍN CASFIELLA

En cuanto a su uso terapéutico no es necesaria una moción por poder


utilizarse como medicamento extranjero.
El pleno rechaza con los votos contrarios de UPN y CDN todos los
puntos. La despenalización del consumo sólo recabó el placet de Ara-
lar, PNV y el grupo proponente , PSN y EA se abstuvieron en este
punto.)
Dando un salto hacia la participación comunitaria está el movi-
miento que se puede denominar como antiprohibicionista en Navarra.
Estos desarrollan sus actividades sin gran aparato publicitario . En el año
1998 la asociación Maria -taldea de la misma manera que Kalamudia en
la comunidad vecina propuso la plantación colectiva de marihuana. Esta
actuación si tuvo su repercusión en los medios de comunicación local
pero no terminó con el fin que perseguía.
El cultivo de plantas para el propio consumo es una actividad que
se realiza en Navarra de la misma manera que en otras comunidades. El
cultivo exterior deja paso al cultivo interior para evitar riesgos derivados
de la prohibición . El vídeo editado por unas personas de Navarra deno-
minado «Cannabis indor, cultivando paso a paso tu tienes la llave» se
está convirtiendo en un auténtico Bet seller según refieren personas cer-
canas al movimiento de la autoproducción.
En Navarra se han realizado y se realizan acciones dirigidas a con-
sumidores y cultivadores en diferentes zonas de la Comunidad en las que
no solo participan navarros, de la misma manera que estos se desplazan
a las reuniones cannábicas de las comunidades limítrofes y no tan limí-
trofes.
Alguna asociación ha organizado en Pamplona una fiesta cannábi-
ca con presentación de diferentes productos y de las presentaciones
variadas de la utilización del cannabis . Degustación de cocina cannábi-
ca, presentación de diferentes ejemplares, materiales para cultivo, abo-
nos...
Navarra siempre se ha caracterizado por tener una huerta importan-
te. La tierra es fértil, el clima variado y permite cultivos importados que
en otro momento no se daban . Funciona un banco de semillas de can-
nabis que podrá competir en breve con otros que actualmente se encuen-
tran en el mercado.
Para completar la información sobre la situación del cannabis en
Navarra solicité a las revistas especializadas la difusión ( suscriptores,
puntos de ventas , venta de ejemplares , evolución de suscripciones... )
de su producto en nuestra Comunidad . No he recibido información de
ninguna de ellas.

277
LA SITUACION DEL (ANNABIS EN NAVARRA

En Navarra como en el resto de las Comunidades Autónomas el con-


sumo de cannabis se está extendiendo en los grupos de población com-
prendido en las edades que mayor número de horas y días están de mar-
cha. También se está dando el salto a un consumo diario y la producción
para el propio consumo está calando entre quienes quieren saber lo que
consumen , tienen posibilidades para cultivar y sobre todo entre quienes
quieren consumir THC de calidad.
La tolerancia social hacia el consumo es muy alta y no parece
que existan restricciones en locales ni en la propia vía pública, la
aplicación de la ley de protección ciudadana que ejercen las diferen-
tes policías es menos importante que en otra Comunidades Autóno-
mas. El cultivo para autoconsumo es cada vez mas frecuente. No
parece que exista un movimiento procannábico muy organizado sino
mas bien parece que se trata de grupos pequeños que se asocian en
función de interese puntuales y que cada uno «se busca la vida»
como puede.
Los mayoría de los grupos políticos no tienen un discurso claro
frente al fenómeno de las drogas. Se pueden apreciar contradicciones
en sus planteamiento en función del momento en el que se realizan
las manifestaciones . Algunos coinciden en la necesidad de que se
tiene que abrir un debate social que en algunos momentos se encuen-
tra en la calle.
La Dirección Técnica del Plan Foral de Drogodependencias res-
pecto a la utilización terapéutica del cannabis y sus derivados en el
medio sanitario que debe seguir el proceso de cualquier otro medica-
mento y que su incorporación al vademécum del sistema dependa de
sus efectos y no de una presión social o de la propia industria. En cuan-
to al debate que está abierto en la sociedad sobre el uso recreativo y/o
de mejora de estados de salud en el ámbito de «la calle» consideramos
que se debe iniciar de manera amplia, con tranquilidad y sin avanzar
resultados.

278
FERMÍN( ASFIELLA

Evolución de las prevalencias de consumo de drogas en loslas jóvenes


de 15-29 años ( porcentaje ). Navarra , 1998-2003

Consumo Consumo en Consumo en


Consumo
alguna vez los últimos los últimos
diario
en la vida 6 meses 30 días
SUSTANCIAS 1998 2003 1998 2003 1998 2003 1998 2003
cannabis 48,6 53,7 28,4 30,6 19,4 24,8 3,7 7,5

Speed/Anfetaminas 15,9 19,6 7,8 9,3 4,4 6,6 0,1 -

Cocaina 11,9 18,2 6,0 9,4 3,2 6,3 - 0,1

Setas alucinógenas 7,7 16,4 4,9 6,4 3,6 2,5 - 0,1


Éxtasis/pastillas 9,8 16,2 3,9 5,7 2,2 3,1 0,1 0,1

Alucinógenos 10,2 10,0 2,9 2,7 1,2 1,6 - -


Ketamina * 3,1 * 0,9 * 0,6 * -

Crack * 1,3 * 0,6 * 0,4 * -

Heroína 0,9 1,2 0,4 0,5 0,2 0,4 - -

(Base) (16)2) (1606) (1602) (1606) (1602) (1606) (1602) (1606)

* Datos no disponibles para la Encuesta Juventud en Navarra 1998

Evolución de las prevalencias de consumo de cannabis por sexo


(porcentaje)

Año 1998 Año 2003


FRECUENCIA Hombre Mujer Hombre Mujer

Alguna vez 56,7 41,1 59,3 48,8

Últimos 6 meses 33,9 23,3 37,6 24,5

Últimos 30 días 24,1 15.1 32,3 18,2

Diario en los últimos 30 días 6,0 1,6 10,8 4,7

TOTAL (Número) (772) (830) (750) (856)

279
LA SITUACIÓN DEL CANNABIS EN NAVARRA

Evolución de las prevalencias de consumo de cannabis


por grupos de edad ( porcentaje)

Año 1998 Año 2003


FRECUENCIA 15-19 20-24 25 -29 15-19 20-24 25-29
Alguna vez 44,4 51,3 49,2 46,0 59,1 53,8
Últimos 6 meses 33,0 33,3 18,5 35,1 36,5 21,7
Últimos 30 días 23,5 22,2 12,4 29,8 29,3 16,9
Diario en últimos 30 días 3,6 5,4 1,7 8,0 9,7 5,0
TOTAL (Número) (468) (616) (518) (413) (594) (599)

Evolución de la edad media de inicio al consumo de drogas ( 1998-2003)

Año 1998 Año 2003


SUSTANCIAS
Edad media (años ) Edad media (años)
cannabis 16,9 16,7
Speed/anfetaminas 18,4 17,9
Cocaína 19,5 18,9
Setas alucinógenas 19,9 19,4
Éxtasis/pastillas 19,2 18,4
Alucinógenos 17,9 17,7

Edad media de inicio al consumo de drogas por sexo y grupos de edad

15-19 20-24 25-29


SUSTANCIAS Hombres Mujeres
años años años
cannabis 16,5 16,8 15,3 16,7 17,4
Speed/anfetaminas 18.1 17,7 16,4 17,8 19,0
Cocaína 18,9 18,8 16,7 18,7 20,0
Setas alucinógenas 19,4 19,2 17,0 18,9 21,0
Éxtasis/pastillas 18,4 18,3 16,4 18,0 19,9
Alucinógenos 17,8 17,6 16,5 17,6 18,6
Ketamina 20,3 18,6 17,4 19,9 23,5
Crack 19,0 17,4 17,0 17,8 20,0
Heroína 17,6 15,7 15,2 16,5 19,3

280
ITRn1iN ('AS[IL I_I.A

Otras drogas consumidas en los últimos 30 días


por droga de consumo ( porcentaje)

cannabis Cocaína Heroína Speed Alacinóg Setas Ketamina Crack Éslasis


Alcohol 87,9 87,1 83,3 92,5 92,0 92,5 66,7 83,3 95,9
cannabis - 86,1 83,3 81,1 96,0 95,0 100,0 100,0 87,8
Cocaína 21,9 - 50,0 57,5 72,0 50,0 66,7 83,3 57,1
Heroína 1,3 3,0 - 1.9 4,0 7,5 - - 6,1
Speed/anfetas 21,6 60,4 33,3 - 80,0 47,5 100,0 83,3 79,6

Alucinógenos 6,0 17,8 16,7 18,9 - 27,5 33,3 16,7 24,5

Setas alucinóg. 9,5 19,8 50,0 17,9 44.4 - 33.3 33,3 24,5

Ketamina 2.3 5,9 - 8,5 12,0 7,5 - 16,7 8,2

Crack 1,5 5,0 - 4,7 4,0 5,0 I1,1 - 4,1

Éxtasis 10,8 27,7 50,0 36,8 48,0 30,0 44,4 33,3 -

Evolución del consumo de cannabis en los 5 últimos años (1998-2003)

53,7

24,5

Alguna vez últimos 6 meses últimos 30 dios


oAño 1998 2003

281
Capítulo 5
La labor de la prevención
ante los usos regularizados del cannabis.
Pasado , presente y futuro

Por
Amando Vega

Pensar en la historia como posibilidad es reconocer la educación


como posibilidad. Es reconocer que, si la educación no puede hacerlo
todo, puede conseguir algunas cosas... Uno de nuestros retos como
educadores es descubrir qué es posible históricamente en el sentido
de contribuir a la transformación del mundo, dando lugar a un mundo
que sea más redondo, menos anguloso, más humano.

PAULO FREIRE

Introducción

«Abre los ojos; las drogas pasan factura ». Es el lema de campaña


que puso en marcha el Plan Nacional sobre Drogas con el objetivo de
prevenir el consumo de sustancias tóxicas entre los jóvenes y conocer
las consecuencias reales de la cocaína , el éxtasis, el cannabis , el taba-
co o el alcohol . El spot de televisión de la campaña presenta a una ado-
lescente que tiene los ojos cerrados mediante una cremallera y que
presta atención a diversas informaciones contrastadas sobre los efec-
tos de las drogas . Finalmente , decide abrir la cremallera y los ojos. La
versión impresa también incluye a un chico en la misma situación.
( http :// www.mir. es/pnd/novedad/html/campanas.htm).
Junto al eslogan principal , la campaña aporta cuatro mensajes sobre
el impacto que tienen en la salud las principales drogas consumidas en
España ( alcohol , tabaco, cannabis , cocaína, y éxtasis ). La frase escogi-
da para el cannabis dice: Fumar porros multiplica los efectos del taba-
co. Con estas frases , « basadas en evidencias científicas », se pretende

283
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

elevar la percepción del riesgo entre los jóvenes y que tomen concien-
cia de la falsedad y los intereses existentes en algunos mensajes a favor
del consumo.
La campaña, según las pretensiones de la institución que la sostiene,
constituye un instrumento más para hacer frente a una realidad detecta-
da por el Observatorio Español sobre Drogas : según la última encuesta
escolar ( 14 a 18 años) el 39,7% de los jóvenes se considera perfectamente
informado ; un 42,4%, suficientemente informado , y tan sólo un 2,9% se
siente mal informado . Sin embargo , cuando se profundiza en la natura-
leza del conocimiento que se posee se descubre que éste se centra bási-
camente en aspectos anecdóticos y superficiales (forma de presentación,
precio , nombres utilizados para designar las sustancias ...) y los propios
jóvenes reconocen grandes carencias en cuestiones más importantes,
como los efectos reales y, sobre todo, las consecuencias de su uso.
Pero las evidencias científicas son tan claras como se sostiene en
esta campaña . Los jóvenes , por otra parte, tienen los ojos más abiertos
de lo que parece . Y son precisamente las contradicciones del propio sis-
tema, tan preocupado por las drogas y tan desinteresado por las necesi-
dades de los jóvenes quienes provocan que los jóvenes desconfien de los
mensajes institucionales . La información , por otra parte, no resuelve
los problemas que puedan sufrir los jóvenes en relación con las diferen-
tes drogas , simplificación que muestra la incultura pedagógica del Plan
Nacional sobre Drogas para quien los conocimientos precisos bien ino-
culados resuelven todos los problemas de la prevención.
Conviene reflexionar, pues, sobre el sentido y alcance de la preven-
ción ante el consumo de cannabis , reflexión que aquí se centra en el
ámbito escolar, ya que, por una parte, la variedad y cantidad de ámbitos
preventivos no permite referirnos a todos ellos y, por otra, la experien-
cia escolar aporta elementos suficientes para esta reflexión . « Abre los
ojos» debiera ser el lema que guiara la reflexión de toda la sociedad
sobre el cannabis y sus derivados , teniendo en cuanta no sólo los aspec-
tos farmacológicos de esta sustancia sino también los condicionantes
sociales, culturales , económicos y políticos de la cuestión del cannabis,
una cuestión que está sin resolver en la sociedad actual.
Este trabajo en esta línea pretende , en este sentido , aportar algunas
reflexiones desde la perspectiva educadora, conscientes de los peligros
de las posiciones represoras por una parte, y la conveniencia , por otra,
de ofertar recursos educativos a las personas que les permita actuar de
la forma más sana posible ante esa sustancia que llamamos cannabis,
demonizada por unos y deificada por otros.

284
AMANDO VIGA

1. La prevención del cannabis

Si alguna palabra se ha prestado a todo tipo de manipulaciones es


la «prevención», tan utilizada a la hora de contemplar las respuestas al
dar al fenómeno de las drogas, para unos, la «solución» a la cuestión de
las drogas, para otros, un concepto vacío de contenido. Conviene, por
esto, como recuerda Arana (2000) que la prevención (de las drogode-
pendencias) deje de ser un cajón de sastre -en nombre de la prevención
se justifica cualquier política-, para estar en consonancia con el res-
peto a los derechos y libertades de las personas.
La criminalización de casi todo lo relacionado con las sustancias ile-
gales, como recuerda este mismo autor, ha supuesto un autentico fraca-
so respecto a sus objetivos declarados -para quien tiene ganas y dine-
ro para adquirirlas, la prohibición no es un gran obstáculo- y ha servido
para la internacionalización del conflicto relativo al fenómeno social de
las drogas. La «prevención de las drogas» se identifica aquí con la deno-
minada «guerra contra las drogas».
La prevención respetuosa de los derechos humanos, en cambio,
entiende y respeta las necesidades de las personas y en el marco de una
política normalizadora, distingue entre efectos primarios y secundarios
de las sustancias, entendiendo por los primeros los derivados directa-
mente por el consumo de la sustancia, mientras que los secundarios son
la consecuencia de una política criminal prohibicionista, con unos resul-
tados para los consumidores y para la sociedad en general, mucho más
dañinos que los efectos primarios: adulteración de las sustancias, blan-
queo de dinero, corrupción, desajustes ecológicos (fulminaciones indis-
cri minadas,...), disminución de derechos y libertades, etc...
La prevención pretende «realizar una transformación en las bases
de las políticas respecto al fenómeno social de las drogas, donde la polí-
tica social, educativa y sanitaria primen sobre la política criminal» con-
templando, mientras se avanza hacia la deseada normalización (Arana,
2000), aspectos como:

- la no promoción -ni directa ni indirecta- de ningún tipo de


drogas; ningún tipo de sanción -ni penal ni administrativa-
por cualquier tipo de consumo:
- regularización de los derivados cannábicos como inicio de una
política de despenalización progresiva del comercio de cualquier
tipo de droga, siempre que dicho comercio se realice entre adul-
tos y entre personas capaces;

285
LA LABOR DL LA PREVENCION..

- disposición de los medios adecuados para perseguir la corrup-


ción, las redes de tráfico y el blanqueo de dinero procedentes
del tráfico ilícito de drogas,

Las acciones preventivas relativas al cannabis han seguido hasta


ahora los derroteros prohibicionistas al estar declarada como sustancia
ilegal. Se ha dejado de lado la política social, sanitaria y educativa,
aspecto este último sobre el que se pretende reflexionar en este trabajo.
Las características de esta «prevención del cannabis» más oficial
puede detectarse en el monográfico dedicado al cannabis coordinado por
Bobes y Calafat (2003), referencia para contemplar aquí y ahora una
visión de la problemática del cannabis que se ha presentado como obje-
tiva, científica y no ideológica. Desde esta tribuna se deriva la denuncia
a los profesionales que no comulgan con los planteamientos allí expues-
tos, como lo hacen Calafat y otros ( 2000) para quienes:

«se ha desarrollado un movimiento social en defensa del cannabis. a lo


largo de la década de los noventa , que está logrando ser influyente como
colectivo que participa en la definición social de esta sustancia . El movi-
miento lo forman asociaciones, profesionales y medios de comunicación
que se encargan de dar a conocer los argumentos y las estrategias en
pro de legalizar y legitimar socialmente su consumo».

En el artículo citado se presentan los diferentes actores del movi-


miento, clasificados según el papel que juegan en el proceso: profetas,
sacerdotes, técnicos, asociaciones y consumidores, así como los discur-
sos que elaboran, sus acciones y los principales argumentos en que basan
la defensa del cannabis. Para estos autores, el colectivo pro cannabis está
logrando crear un entramado cultural estructurado desde distintas disci-
plinas, que definen esta droga como una sustancia buena y positiva,
apropiándose simbólicamente de ideales como el ecologismo, la salud,
la lucha por la tolerancia, la justicia, la interculturalidad, así como de la
religión. Esta estrategia sirve además para abrir nuevos espacios comer-
ciales, profesionales y de poder.
Ellos parten de la constatación del extendido consumo de cannabis,
cuyas características vienen expuestas en otro artículo (Bobes y otros,
2000) de este mismo monográfico.

• España se sitúa en la actualidad entre los países europeos con


mayores tasas de consumo ( uso-abuso ) de cannabis.

286
AMANDO VEGA

• Las tasas de consumo de cannabis han ido incrementándose pro-


gresivamente en las últimas décadas, si bien desde el año 1995
puede considerarse que permanecen prácticamente estables en
nuestro país.
• Se observa una tendencia a que el inicio al consumo se realice a
edades más tempranas.
• Se confirma el calificativo de droga de «acceso» o «puerta de
entrada» al consumo de otras drogas. El riesgo de consumir otras
drogas ilegales si se consume cannabis es muy elevado.
• La sociedad española «conoce» esta droga, y la percibe como
poco peligrosa, y por tanto, con bajos riesgos.
• Un importante porcentaje de la sociedad española considera que
debería permitirse tanto el consumo como la venta de esta sus-
tancia.
• Finalmente, en estos momentos en que las instituciones de más
prestigio en medicina consideran muy necesaria la realización de
estudios que permitan conocer en profundidad el valor terapéuti-
co para uso médico, creemos que estamos ante un grupo de dro-
gas capaces de generar dependencia, alteraciones afectivas, cog-
nitivas, y sensoperceptivas, y agravación del estado mental de
personas vulnerables y enfermos psiquiátricos, por lo que no con-
sideramos pertinente «banalizan> su uso-abuso.

Llama la atención , sin embargo , que una de las conclusiones reco-


nozca que las tasas de consumo de cannabis, aunque han ido incremen-
tándose progresivamente en las últimas décadas, «desde el año 1995
puede considerarse que permanecen prácticamente estables en nuestro
país».
Se retoman en otro artículo estereotipos que parecían superados
en un afán de justificar posiciones prohibicionistas como el de la
«escalada cannabinoide», texto que resulta un tanto ambiguo. Si, por
una parte , se sostiene que «existe una relación significativa entre el
consumo de sustancias legales, alcohol y tabaco, en consumidores de
cannabis respecto a los que no consumen» como también que «hay evi-
dencia del papel del cannabis como una sustancia que facilita la esca-
lada para el abuso de drogas como la heroína o la cocaína», por otra se
reconoce que «en el proceso de escalada intervienen también otros fac-
tores tales como la personalidad, el estilo de vida y distintos factores
ambientales », aceptando al mismo tiempo que «la iniciación al con-
sumo de cannabis, además de estar relacionado con el consumo previo

287
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

de alcohol y cigarrillos , está relacionado principalmente con la edad


del joven , ser varón , baja satisfacción escolar, bajo rendimiento aca-
démico, sentirse no querido por la familia, problemas de salud mental,
no ser popular y formar parte de un grupo de compañeros que consu-
men drogas».
En otro artículo relativo al consumo y consumidores de cannabis
en la vida recreativa (Calafat y otros, 2002 ), se vuelve a insistir en que
«a más consumo de cannabis mayor consumo de otras drogas legales
o ilegales, mayor policonsumo y mayor participación en la vida noc-
turna » cargando las tintas de nuevo en el protagonismo de esta sus-
tancia . Pero de nuevo se reconoce que «normalmente el inicio del can-
nabis viene precedido por el de alcohol y tabaco pero para un grupo
este inicio es prácticamente simultáneo, y ello da lugar a uno consu-
midores con unas características determinadas . Los datos del estudio
que se presentan en este artículo «apuntan a que el consumo de can-
nabis genera dependencia en algunos consumidores , aunque no se
puede establecer su origen y naturaleza ». ¿ De qué dependencia hablan
entonces?
Desde esta interpretación de la cuestión del cannabis , la «preven-
ción del cannabis» pretende para estos autores ( Bobes, Calafat , 2000):

«conseguir cambios sociales profundos en la percepción de riesgos del


uso y de los usuarios del cannabis es necesario. Es fundamental para
lograr que disminuva el consumo de cannabis recorrer el camino inver-
so del que se ha recorrido hasta ahora, es decir disminuir la tolerancia
social, aumentar la información sobre los efectos negativos de esta
droga, contrarrestar la presión de la cultura pro cannabis, descubrir y
luchar contra los intereses económicos importantes que sostienen el con-
sumo ..... La máxima dificultad reside en cómo conseguir la complicidad
de los medios de comunicación que están siendo una de las piezas cla-
ves en desmontar la estrategia pro tabacos.

Llaman la atención algunos comentarios que estos autores resaltan


en su texto dentro del resumen del propio articulo, donde se posicionan
en contra de reflexionar y debatir sobre cuestiones tan importantes como
el prohibicionismo : « Las polémicas alrededor de la prohibición o lega-
lización del cannabis desvían energías y retrasan la visión del uso del
cannabis como un problema de salud pública y la puesta en marcha de
medidas preventivas».
Es necesaria la reducción de la disponibilidad de cannabis, comba-
tir la tolerancia social y familiar hacia su consumo , y contrarrestar la

288
AMANDO VEGA

presión cultural y económica que sostiene y estimula el consumo. Es


necesario reforzar las competencias y habilidades de las personas y gru-
pos para hacer frente a las presiones a favor del consumo, cambiar la
percepción normativa y la percepción del riesgo respecto del consumo
de cannabis ( Amengual, 2003).
El folleto sobre el Cannabis publicado por el Ministerio del Interior
(Calafat, 2004) aporta nuevos elementos sobre las perspectiva que aquí
se comenta, como el síndrome amotivacional o la capacidad del canna-
bis de «contribuir a potenciar las desigualdades y los procesos de exclu-
sión social».
En esta línea resultan expresivas las conclusiones del Seminario
sobre el cannabis: mitos y realidades, donde se defiende que, desde un
punto de vista de la prevención, hay que hacer frente a la tolerancia y
ambigüedad social. Las instituciones, y profesionales deben tener una
mayor implicación en trasmitir mensajes claros y objetivos que contra-
rresten el consumo de cannnabis. Las metas a conseguir se concretan en
los puntos siguientes:

Disminuir la tolerancia social hacia el cannabis.


Contrarrestar la presión de la cultura pro-cannabis con argu-
mentos objetivos y veraces.
Poner de manifiesto y contrarrestar los intereses económicos ile-
gítimos de las asociaciones e industrias que sostienen y favore-
cen el desarrollo de la cultura pro-cannabis.
Incrementar las investigaciones sobre beneficios y consecuen-
cias adversas del cannabis.
Favorecer la difusión de la información científica sobre las con-
secuencias negativas agudas y crónicas de su consumo.
Intensificar las intervenciones preventivas a nivel escolar, fami-
liar y comunitario.

La guerra santa contra el cannabis sustentada por la «verdad» no


puede energías ni tiempo en la conquista del paraíso de la «salud publi-
ca». Y, en este sentido, la prevención se entiende que ha de estar al ser-
vicio de esta gran meta. La lucha contra el consumo del cannabis cons-
tituye un aspecto más de la guerra contra las drogas, liderada por los EE.
UU. En este sentido, resulta más que expresivo el titular con que El País
(2003) anuncia la creación de la comisión de expertos para tomar medi-
das: «Interior crea un grupo para estudiar medidas legislativas contra el
consumo de "cannabis".»

289
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

2. Apuntes fundamentales para entenderla educación

Que todos hablemos de educación relativa a las drogas, no quiere


decir que todos pensemos lo mismo sobre esta cuestión. Si antes se alu-
día a la importancia que la información tiene para ciertas personas, no
faltan quienes entienden la educación como un mecanismo más de con-
trol y de represión («la letra con sangre entra») al servicio del sistema
establecido. Sin embargo, cuando de la educación se habla, se entiende
que se contempla, ante todo, el desarrollo integral de la persona dentro
de la sociedad a la que pertenece, tarea que resulta mucho más comple-
ja de lo que a simple vista pueda parecer.
La educación sobre el cannabis implica para algunos, como los auto-
res antes citados, reforzar las competencias y habilidades de las perso-
nas y grupos para hacer frente a las presiones a favor del consumo, cam-
biar la percepción normativa y la percepción del riesgo respecto del
consumo de cannabis, de acuerdo con los contenidos «oficiales», sin dar
pie a debates como el de la legalización, pues «desvían energías y retra-
san la visión del uso del cannabis como un problema de salud pública y
la puesta en marcha de medidas preventivas» y con apoyos penales
y administrativos más exigentes para el control del fenómeno (Comité
de expertos PNSD, 2004)
Otros autores con una información más realista sobre el cannabis
y sus efectos, entienden que la expansión del cannabis es una marea
lenta que no es posible frenar o eliminar con medidas dramáticas. En
este sentido, Gamella y Jiménez (2003) sostienen que «mejor parece
actuar en defensa de valores comunes buscando consensos en aquello
en lo que la gran mayoría coincide, y -frente a la legislación penal,
la coerción y el castigo- fomentar el autocontrol personal y las regu-
laciones sociales informales basadas en la convicción libre, la infor-
mación fidedigna y los rituales y estrategias de grupo que moderan el
consumo».
¿Cómo entender la acción educadora cuando de las drogas se trata?
Entre las muchas definiciones que uno puede encontrar, puede servir
como referencia la que Naciones Unidas (1987) ofrecía hace tiempo con
un profundo talante formador:

«como un proceso continuo y un largo y arduo empeño, cuyo objetivo


es despertar y mejorar la comprensión de las causas.., y ayudar ajóve-
nes y adultos a hallar soluciones para sus dificultades y a vivir sin tener
que recurrir a las drogas».

290
AMANDO VEGA

Esta definición, en principio , clara , se presta, sin embargo a las más


variadas interpretaciones, pues según el sentido y valor que demos a cada
uno de los términos utilizados, la práctica educativa tendrá uno u otro
alcance . En este sentido, no es lo mismo poner toda la responsabilidad
del consumo de drogas en el individuo y hacia él orientar toda la acción
educadora que entender los problemas relacionados con las drogas como
una cuestión social donde el individuo es en cierto modo, víctima de una
sociedad adicta.
Por esta razón, si hablamos de educación , este concepto tiene que ser
asumido en toda su profundidad. La educación en ningún momento se puede
equiparar con la represión , con el control, con la manipulación , con el lava-
do del cerebro , con cargar la cabeza de información, con la titulación.
La educación, tesoro que no acabamos de comprender y menos de
descubrir, no tiene otros pilares básicos, que los señalados por Delors y
otros (1996) en su informe elaborado por encargo de la Unesco:,

- aprender a conocer
- aprender a hacer,
- aprender a ser y
- aprender a convivir.

Esta visión comprometida de la acción educativa remite a los plan-


teamientos de Freire ( 1994), el pedagogo de la libertad y la esperanza,
frente a la opresión y la imposibilidad del cambio. Lo componentes fun-
damentales la práctica educativa se concretan , «de manera simple, esque-
mática quizás, pero no simplista » en los siguientes elementos:

a) un sujeto : « el sujeto que enseñando aprende y el sujeto que


aprendiendo enseña» (educador y educando);
b) objetos de conocimiento que el profesor ( educador) debe ense-
ñar y que los alumnos ( educandos ) tienen que aprender (contenidos);
c) objetivos mediatos e inmediatos a que se destina o se orienta la
práctica educativa (metas).
d) métodos , procesos , técnicas de enseñanza , materiales didácti-
cos, «que deben estar en coherencia con los objetivos , con la opción polí-
tica, con la utopía, con el sueño del que está impregnado el proyecto
pedagógico » ( metodología).

Con la educación no se pretende otra meta que apoyar a todo indi-


viduo para que consiga ser «ingeniero » de su propia vida . El dominio y

291
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

control de sí mismo provienen de una comprensión del cambio y de la


aptitud para provocar éste, dentro de un contexto social que posibilite
la autonomía personal.
Desde esta perspectiva, está claro que el enfoque tradicional de
la educación sanitaria no es suficiente para conseguir el objetivo de la
salud. Es necesario elaborar modelos de educación para la salud en los
que se considere la interacción entre los factores biológicos y ambien-
tales de los que depende su desarrollo armonioso, en el marco de la pro-
moción de la salud, con todas sus implicaciones políticas, económicas y
sociales (OMS, 1978).
Asumir la responsabilidad educativa ante el fenómeno de las drogas
implica, pues, tener en cuenta las exigencias del compromiso educador,
con claridad de metas y conocimiento de los recursos y los límites exis-
tentes tanto en la persona con problemas de drogas como en nosotros
mismos, sin olvidar todos los condicionantes del contexto que nos
envuelve con sus instituciones, planes, recursos, etc.
¿Cómo entender entonces la educación relativa al cannabis? ¿Esta
acción educadora ha de estar orientada exclusivamente a los individuos
para que sean capaces de tomar decisiones sanas ante el cannabis? ¿O
ha de intervenir sobre la sociedad para conseguir ese clima y contexto
que estimule y posibilite crecer de forma sana sin necesidad de esta sus-
tancia?
La acción educativa, al pretender la plena liberación e independen-
cia de la persona ante las drogas, asume que los individuos se desarro-
llan en una sociedad que al mismo tiempo que ofrece todo tipo de sus-
tancias que pueden crear dependencia, no es capaz de proporcionar esos
recursos que permitan al individuo desarrollarse con autonomía y liber-
tad, metas a las que tiende precisamente la educación.
Sin amor y humildad, puntualizaba Freire (1975) en su apuesta com-
prometida por una educación transformadora, el quehacer escolar de los
centros y los profesionales puede terminar siendo bancario, mercantil,
funcionarial, rutinario y empobrecedor, pero no educativo, liberador, ni
social y humanamente relevante. Freire (2001:54-55) con su pedagogía
de la indignación ofrece nuevas pistas para esta acción educadora nada
fácil en estos tiempos:

«Una de las tareas primordiales de la pedagogía crítica radical y


liberadora es promover la legitimidad del sueño ético-poli ico de la
superación de la realidad injusta. Es fomentar la autenticidad de esta
lucha y la posibilidad de cambiar, en otras palabras, es trabajar contra

292
AMANDO VEGA

la fuerza de la ideología fatalista dominante, que estimula la inmovili-


dad de los oprimidos y su acomodación a la realidad injusto, necesaria
para el movimiento de los dominadores»

En este misma línea entiende Freire que la pedagogía radical nunca


puede hacer concesión alguna a las artimañas del «pragmatismo» neo-
liberal que reduce la práctica educativa al entrenamiento técnico-cientí-
fico de los educandos, al entrenamiento y no a la formación. Este gran
pedagogo no cree en los «paquetes» que se imponen, tanto por lo que
implican de autoritarismo como porque impiden la creatividad de los
educandos. Y continúa:

«La necesaria formación técnico-científica de los educandos por


la que lucha la pedagogía crítica no tiene nada que ver con la estrechez
tecnicista y cientificista que caracteriza el mero entrenamiento. Por eso,
el educador progresista. capaz y serio, no sólo debe enseñar muy bien
su disciplina, sino desafiar al educando a pensar críticamente en la rea-
lidad social, política e histórica en la que está presente... el educador
progresista no puede acomodarse. abandonando la lucha, vencido por
el discurso fatalista que apunta, como única salida histórica actual, la
aceptación, entendida como expresión de la mente moderna y no como
"trágala " del que ahí está porque el que está ahí es el que debe estar».

Freire presenta un análisis crítico de la relación entre lo político y


lo educativo. Ofrece una redefinición de los educadores, los estudiantes
y otros progresistas como individuos que traspasan límites, e intelec-
tuales públicos que participan en negociaciones intertextuales entre dife-
rentes lugares de producción cultural. Los conceptos del traspaso de lími-
tes y del intelectual público destacan tanto la naturaleza cambiante de
las esferas públicas de oposición como los problemas que plantean como
lugares de formación de la identidad, política y lucha; también prestan
atención a los tipos de trabajo cultural que tienen lugar cada vez más en
el espacio limítrofe entre la «alta» cultura y la popular; entre la institu-
ción y la calle; entre lo público y lo privado. En este caso, el trabajo inte-
lectual está marcado por formas de invención, especificidad y crítica,
así como por el reconocimiento de la necesidad de indagar en las con-
diciones necesarias para que las personas se conviertan en agentes capa-
ces de configurar las condiciones y fuerzas cruciales que influyen en sus
vidas (Giroux, 2003)
Como el objetivo de la educación es que las personas sean inge-
nieros de sus propias vidas, la prevención no tiene otra meta que poner

293
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

en marcha todas aquellas acciones educativas , sociales, políticas y cul-


turales que permitan a las personas tomar las riendas de su vida perso-
nal y social de la forma más saludable posible, más allá de manipula-
ciones y medidas represivas de cualquier tipo.
Por esta razón , no basta saber si se consume o no esta sustancia. Lo
que importa conocer es el alcance y sentido del consumo problemático
entre la población, aspecto que si por una parte resulta no fácil de defi-
nir dada la variedad de efectos que se pueden contemplar, directos e indi-
rectos, por otra , como recuerda Markez y otros(2003), falta información
ya que «el estado actual de la investigación sobre el cannabis confirma
que no existen estudios que reflejen con claridad consecuencias adver-
sas para la salud física o psíquica por el uso habitual u ocasional»
Hay que reconocer, de todas formas , como recuerdan Gamella y
Jiménez (2003), que la juventud española y la europea en general tienen
un gran interés por las drogas psicoactivas como elemento de diversión
y alterne, es decir, para contribuir a crear el sentido de excepcionalidad
que corresponde a ciertas experiencias lúdicas, recreativas y festivas.
Para muchos jóvenes , cierto grado de alteración de conciencia con dro-
gas es un elemento necesario para ciertas formas de entretenimiento,
generalmente colectivas , como acudir a conciertos de música techno o
rock, a discotecas , « fiestas» o bares y para disfrutar de «la marcha», del
contacto con otros jóvenes en entornos multitudinarios . El cannabis es
un elemento central del menú psicoactivo disponible , lo que no deja de
plantear interrogantes al sistema educativo , dadas sus consecuencias para
el pleno desarrollo de las personas.

3. Etapas en la acción educativa sobre el cannabis

La acción relativa al cannabis ha seguido los mismos derroteros que


las otras sustancias ilegales, aunque no falten referencias explícitas a esta
sustancia ni, en ocasiones , materiales específicos para su tratamiento
educativo . De poco han servido las llamadas de alerta hacia una mayor
objetividad ante la problemática de las drogas, más allá de los tópicos,
como las de Jervis ( 1977) para quien el problema de las «drogas lige-
ras» se complica al menos por cuatro tipos de razones:

1. La ausencia y la escasa difusión de informaciones precisas, la


confusión terminológica y las noticias contradictorias sobre los efectos
y la peligrosidad de todas las sustancias que son llamadas «drogas»,

294
AMANDO VEGA

2. la presencia de problemas políticos, en el sentido de que exis-


ten sufrimiento e inquietudes más allá del problema de las «drogas», que
habrán de tenerse en cuenta «si se quiere llegar a un mínimo de claridad
en nuestra tarea»,
3, la marginación de ciertos aspectos psicológicos que tienden a
ser minusvalorados, precisamente por todos aquellos que recuerdan que
el problema es, sobre todo, histórico social : problemas de la identidad,
de la vivencia del cuerpo , de la socialización, de autodestructividad, etc.
4. el enorme peso de los valores , de los estereotipos culturales, de
prejuicios y convicciones , de certezas indemostrables, de rebeliones pro-
fundas, de actitudes irracionales , ya sea en la constitución de la ideología
dominante de la drogas ya sea incluso en las ideologías contraculturales.

En esta línea, conviene destacar la falta de información sobre todo


lo relacionado con el cannabis lo que ha provocado una situación un
tanto extraña en el mundo de la educación en el que si , por una parte, se
trataba de una sustancia ilegal y contra ella, por supuesto , se dirigía la
educación antidroga vigente, en la práctica, los educadores conscientes
de las incoherencias de la información oficial así como de la falta de jus-
ticia en el trato de los consumidores , han esquivado la cuestión del can-
nabis dentro de las escuelas . No hay que olvidar que la cuestión de la
legalización del cannabis ha estado y está presente como tema para la
reflexión pública , lo que ha provocado que también haya sido un tema
que se ha planteado en pocas ocasiones como tema para el debate en
cursos de formación de padres , profesores e incluso de los propios alum-
nos (Husak, 2003 ). El hecho de que haya surgido el Partido del Canna-
bis y que sea la octava fuerza política española en las elecciones euro-
peas ( lineasocial , 2004) no deja de ser otra llamada de atención.
Se puede afirmar, en línea generales , que ni los medios de comuni-
cación han informado, ni el sistema educativo ha tratado con una míni-
ma coherencia todo lo relacionado con las drogas . En este sentido, me
remito a las conclusiones de trabajos anteriores , donde, tras revisar la
actuación de los medios de comunicación social así como los programas
educativos escolares existentes en nuestro país, entiendo que los medios
de comunicación han desinformado e impulsado prejuicios de todo tipo
y que las actuaciones escolares pasadas han sido más informativas que
educativas, puntuales , desconectadas del medio socio- familiar, sin nexo
con la educación escolar, no poco improvisadas y con una ausencia total
de coordinación con otros servicios implicados en el problema (Vega,
2000).

295
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

3.1. Cuando no existía el problema de las drogas

La educación sobre las drogas orientada a niños, adolescentes y


jóvenes tiene una larga y rica tradición . Basta rastrear la documentación
pedagógica para constatar que no faltan orientaciones al respecto en la
documentación pedagógica. De todas formas, la escuela en general pare-
ce haber estado al margen de esta preocupación por las sustancias, al
entender que esta cuestión correspondía a otras instituciones , entre las
que destacaría , para tiempos más recientes, la protección de menores y
los reformatorios.
Es interesante recodar aquí que antes del descubrimiento de Amé-
rica el consumo de cannabis fue considerado una herejía por el Papa Ino-
cencio VII. De todas formas , según Francisco A. de Icaza el conquista-
dor español Pedro Cuadrado de Alcalá del Río fue quien introdujo las
primeras semillas de cannabis sativa a la Nueva España . Y «en 1532 don
Sebastián Ramírez de Fuenleal , presidente de la Segunda Audiencia
Gobernadora, fue el primero que los hizo sembrar», como afirma Fran-
cisco Trujillo en La Colonia para niños . Integrante de este organismo
fue el primer obispo de la Nueva España Fray Juan de Zumárraga que
impulso el desarrollo de la agricultura . El historiador Silvio Zavala
comenta : « Dice que a los indios , para vivir bien, les ha faltado princi-
palmente, antes de la llegada de los españoles : lana fina , cáñamo, lino,
plantas y cuatropeas , mayormente asnal».
Por eso Zumárraga apoyó el cultivo de la cannabis . Otros virreyes
también difundieron su cultivo en todas las intendencias e inclusive
incentivaban a los indios dedicados a esta tarea y trajeron a labradores
españoles para instruirlos ganando sueldos bastante generosos. Intere-
saba el uso textil del cáñamo, no sus propiedades psicoactivas, siendo
su producción , comercio y consumo legal durante 300 años . De este uso
agroindustrial se pasará a su uso medicinal como lo comprueba el jesui-
ta Juan de Esteyneffer con la edición , en 1712, de su Florilegio medici-
nal de todas las enfermedades , que fue al noroeste de la Nueva España,
lo que hoy conocemos como Sinaloa , Sonora, Baja California. Sobre el
cáñamo señala que sus semillas se usaban «en horchata contra la gono-
rrea y masticada para disminuir la cantidad de leche materna» (García
Vallejo, 2003).
Entre los pedagogos, se puede recordar a Bardina , cuyas propues-
tas pueden sorprendernos hoy tanto por su enfoque como por su conte-
nido . Éste pedagogo catalán animador de la renovación educativa cata-
lana y siempre preocupado por la formación de maestros, dedica un

296
AMANDO VEGA

capítulo de su libro higiene moderna (Bardina, 1914?) al problema del


alcoholismo, y de los medicamentos, y no muestra preocupación algu-
na por el cannabis. El texto relativo a esta sustancia no puede ser más
expresivo a la hora de recordar un consumo que no parece crear proble-
ma alguno ni preocupar a la sociedad de entonces:

Las semilla de tejo, el zumo de fruta de adormidera, las flores y


brotes de cáñamo en infusión son narcóticos, estos es, favorecen el
sueño. En cambio el té, el café y en general todo ercitente del sistema
nervioso desvelan».

Este pedagogo, en cambio, alerta sobre el peligro de los medica-


mentos. Y termina su exposición con unas directrices muy claras: «No
habituarse al médico... Es también funesto el habituarse a las medicinas.
Esta siempre deben tener carácter de excepción y circunstancial. El uso
habitual de medicinas, además de entrañar males inevitables, inutiliza la
medicina misma, la cual no obra efecto alguno terapéutico», comenta-
rio que aplica de forma especial a las mujeres.
El «problema de las drogas», tal como hoy se entiende, no conside-
rado «problema» hasta épocas muy recientes, resulta, pues, una cons-
trucción reciente que, en el estado español se sitúa en los finales de los
años sesenta (Romaní, 1999) con la consiguiente demanda de interven-
ciones que bajo el paraguas de la educación han sido sobre todo repre-
sivas y pocas veces educativas.

3.2. Los inicios del problema de drogas entre los menores

La primera intervención social motivada explícitamente por el


«problema de la droga» se inicia a partir de la ratificación por Espa-
ña, el año 1967 del 1 Convenio único de Viena (1961), lo que implica
la creación de la Brigada Especial de Investigación de Estupefacien-
tes de la Policía, oficialmente, aquel mismo año; de facto, un par de
años después. En mayo de 1973, asimismo, la Guardia Civil crea gru-
pos especializados para la lucha contra el tráfico de drogas (Romaní,
1999).
¿Cuándo se detecta el consumo de drogas entre los menores? En el
año 1971 se celebró en Vitoria la XVI Reunión de la Sociedad Españo-
la de Neuropsiquiatría Infantil. La Obra de Protección de Menores había
recibido el encargo de realizar una encuesta o un documento base que

297
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

ofreciera datos sobre la realidad existente. En una mesa redonda se dio


a conocer una encuesta, realizada en la totalidad de los tribunales tute-
lares de menores, que recogía 176 casos de toxicomanía («marihuana,
grifa y otros calmantes») y se habló de un incremento, entre 1968 y
1970, del 10% entre menores También se presentó otra encuesta reali-
zada entre 253 toxicómanos niños y adolescentes (Aparicio, 1972). Dada
la importancia de este primer trabajo sobre las drogas en los menores,
aportaré algunos datos más, siguiendo el texto de López Oruezabal
(1971), encargado de realizar este trabajo:

«debo reconocer que yo mismo, al ser requerido, me mostré aprioristi-


camente escéptico de lo positivo de nuestra aportación e, incluso, de la
realidad de tal práctica en nuestros menores. Ciertamente, ningún caso
había sido denunciado expresa y directamente por consumo. tenencia o
tráfico de drogas. En una ocasión se me había indicado por un centro
la existencia de práctica que producía en los menores embriaguez aná-
loga a la de estupefacientes pero, por aislado, no había dejado recuer-
do. Sin embargo, de la primera reunión preparatoria había obtenido la
impresión de que determinadas s ustancias y sus hábitos de tomarlas
eran inductoras de futura toxicomanía, y encargué a mis colaboradores
en el Tribunal que trataran de investigar en exploraciones, con toda
minuciosidad, determinadas actitudes, e incluso afinidades, con el
mundo de las drogas».

Pronto aparecen señales de que el problema existía. «No tardó en


llegar el primer caso con la grifa y la marihuana, e incluso se recibieron
las primeras denuncias de menores incursos en el noticiario de sucesos
por esta causa. Los servicios de libertad vigilada también encontraron
indicios de pasados y presentes contactos». Con esta encuesta a través
de los Tribunales de Menores se comprobó «ciento cuarenta y nueve
casos de adictos a grifa, marihuana, kiffi y calmantes de farmacia, aso-
ciados a productos que actúan predisponiendo a las drogas».
A partir de las aportaciones de esta mesa redonda, se ofertan una
serie de conclusiones, que puede ser de interés recordar aquí al ofrecer
una visión panorámica del fenómeno de las drogas entre los menores:

1. Existe el problema de las toxicomanías en la infancia y en la


adolescencia.
2. La sociedad, especialmente los padres, encubren la mayor parte
de los casos que existen por un criterio totalmente equivocado de pro-
teccionismo.

298
AMANDO VEGA

3. El desconocimiento que sobre el problema tienen muchos pro-


fesionales les obliga a hablar con un optimismo totalmente injustifica-
do.
4. El problema actualmente en España está dentro del índice de
normalidad pero ... el incremento de las cifras ... indica claramente que
hemos iniciado la escalada de las drogas.
5. El incremento en los dos últimos años ha sido del 100%.
6. La prensa sensacionalista está enseñando a muchos jóvenes
españoles a ser toxicómanos.
7. Urge educar a la sociedad para que, en vez de utilizar pastillas
para todas las dificultades de la vida , aprenda a usar los recursos de la
personalidad para combatirlas.

Fruto de esta mesa redonda fue la creación de una Comisión Per-


manente de estudio y tratamiento de los problemas de la toxicomanía en
la infancia y en la adolescencia , como recuerda López Oruezabal en la
ponencia presentada en la Asamblea Nacional del Consejo de la Unión
de Tribunales Tutelares de Menores celebrada en Bilbao para conme-
morar el cincuenta aniversario de la creación del primer Tribunal en esta
ciudad, en el año 1920. En este mismo trabajo aparecen referencias y
datos que puedan dar una imagen de los criterios de actuación «educa-
tiva » en esta época .. Se trata de la estadística relativa a las circunstan-
cias de la detención . Llama la atención que las denuncias vengan, no
sólo de la policía, sino también de la consulta médica ( 31,9%), de los
padres (6,08%) y de los profesores ( 1,30%). Estamos en el modelo jurídi-
co represivo que, en esta época , parecía el más adecuado para solucio-
nar el problema de las drogas.
Los informes de la policía muestran , por otra parte, cómo va des-
cendiendo la edad de inicio en el consumo de las drogas (por supuesto,
ilegales ). Los medios de comunicación social también se hacen eco de
este tipo de cuestiones, como puede verse en el análisis de contenido de
la prensa del año 1970 realizado por nuestro grupo de trabajo (Mendoza,
Sagrera , Vega, 1978). El tema de las drogas es tratado de forma alarmis-
ta con calificaciones de «vicio», «plaga», «negocio criminal», «situación
alarmante», ... Al mismo tiempo se hace ver « la impotencia de los padres»
y sus «temores » a que sus hijos sean inducidos a tomar las drogas . Se aso-
cia el consumo de drogas principalmente con los jóvenes, después a los
adolescentes y a los niños . Existe, al mismo tiempo, no poca confusión
a la hora de hablar de los efectos y se trata con desprecio al drogadicto,
con escasas referencias al intento de buscar soluciones al problema.

299
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

De todas formas, no parece que la escuela se sienta implicada más


allá de situaciones concretas, tratadas con histeria y sensacionalismo.
Aparte de las charlas para alumnos y padres, en manos principalmente
de la policía y profesionales de la medicina, no parecen existir otros
planteamientos pedagógicos. En el caso del cannabis la detección del
consumo entre los escolares da pie para la inmediata expulsión, noticia
que solía salir en la prensa, se supone, con intenciones preventivas.

3.3. Cuando el problema está construido

Llegamos así a junio de 1974, cuando se crea la Comisión Intermi-


nisterial para el estudio del problema del alcoholismo y el tráfico de estu-
pefacientes . Esta comisión se encargará de realizar un estudio profundo
de la situación y de proponer las medidas adecuadas a realizar por la
administración y la sociedad ( Ministerio de Gobernación , 1975). La
información resulta decisiva para conocer la evolución de este campo en
aquellos momentos (Romaní , 1999). Esta Comisión Interministerial pro-
pone el desarrollo de programas de formación e información en cone-
xión con el Ministerio de Educación así como planear la «educación
antidroga » a nivel de infancia y juventud . La administración educativa
no parece darse por enterada ante estas propuestas , a pesar de que la Ley
General de Educación ( 1976) señala entre sus objetivos, «la formación
integral , el desarrollo armónico de la personalidad y la preparación para
el ejercicio responsable de la libertad».
En estos años se produce una relativa masificación del uso del
hachís paralela, en parte , a su pérdida de carga ideológica , tal como, a
otro nivel , ocurrirá con la heroína que, desde su aparición en 1973-1974,
hasta principios de los ochenta , pasa de tener unas connotaciones de eli-
tismo contracultural a percibirse, incluso por algunos de sus usuarios,
como un problema social ( Romaní, 1999). No hay que olvidar los con-
dicionantes económicos y políticos la construcción del «problema de las
drogas» ( Ralet, 2000).
Se organizan en las escuelas actividades diversas relacionadas con
las drogas , la mayoría de las veces a petición de los propios estudiantes,
con no pocas reservas de padres y educadores , sumidos en la ignorancia
de un tema considerado tabú. El educador recurre en estas ocasiones,
cuando no puede evadir el tema , a folletos y audiovisuales que tiene a
mano, sin saber qué resultados puede tener su actuación . En otros
momentos , se recurre a «especialistas » ( médicos, psicólogos, policías,

300
AMANDO VEGA

etc.) que ofrecen una charla, más o menos animada, sobre las caracte-
rísticas de las drogas y sus efectos, recalcando sus efectos negativos y
los problemas legales. También se recurre a películas, libros y revistas
que ofrecen información sensacionalista sobre las drogas, sin plantea-
miento educativos de rigor (Mendoza, Sagrera, Vega, 1978).
La presencia casi exclusiva de agentes externos en la escuela para
tratar el problema de las drogas, más que estimular el compromiso de la
comunidad escolar, contribuye no sólo a la inhibición de los miembros
de la comunidad escolar sino también a dramatizar un fenómeno entonces
no muy extendido. En la primera mitad de la década de los años 70,
comenta Aizpiri (1980), se acude a los colegios a hablar del alcoholismo
y las drogas «entre el pitorreo de la mayoría de los jóvenes y las pre-
guntas preparadas del listillo de turno. Además de conseguir une reper-
cusión mínima, tenían el mismo corte que unas jornadas de ejercicios
espirituales». Al mismo tiempo se desarrollaron campañas de informa-
ción entre asociaciones de familia, ayuntamientos, empresas y organi-
zaciones políticas con mayor o menor poder de convocatoria.
No faltan, sin embargo, inquietudes por ofertar respuestas más cohe-
rentes con el fenómeno de las drogas y pendientes al mismo tiempo de
las necesidades reales de los centros educativos, con profesores no pre-
parados, con unos padres angustiados, y unos alumnos curiosos ante
tanta información confusa que los medios de comunicación transmiten.
Precisamente la conciencia de esta situación lleva a nuestro grupo de tra-
bajo a interesarnos por la formación de los profesionales y, de forma
especial, la preparación de los maestros por su responsabilidad educati-
va ante niños y adolescentes. Entre los diferentes cursos organizados por
nuestro grupo de trabajo, destacaría el primero de ellos llevado a cabo
en el ICE de la Universidad de Barcelona, que dio pie a la primera publi-
cación orientada hacia la intervención educativa escolar. Este trabajo
recoge en sus líneas generales el contenido del curso con los resultados
obtenidos y pretende ser un documento orientativo para otros profesio-
nales (Vega, Mendoza, Sagrera, 1978), donde también se contempla la
cuestión del cannabis.
Se puede constatar en el primer estudio que intenta medir los cono-
cimientos, actitudes y hábitos ante las drogas de los maestros (Vega,
1982 ) destaca la falta de información sobre las drogas legales e ilega-
les y la carencia de posiciones claras ante la educación sobre las drogas.
Ordinariamente el maestro ha recurrido a la charla informal y, en menos
ocasiones , a una actividad programada o a la orientación de personas
especializadas en el tema. Resalta también que casi uno de cada tres

301
LA LABOR DL LA PREVENCIÓN...

maestros afirma conocer alumnos con padres alcohólicos . También


conocen alumnos consumidores de tabaco así como de marihuana. Al
subir el ciclo escolar, aumenta el planteamiento del tema de drogas den-
tro de la clase . Los maestros , por su parte, conocen más alumnos que
han consumido o consumen marihuana.
Aparecen posturas encontradas en aspectos como la legalización de
la marihuana . Los maestros que mantienen la legalización de la marihua-
na muestran tener un mayor conocimiento sobre el argot de esta droga
(56,1 % ). Mientras que los maestros que la rechazan , manifiestan mayor
tendencia al «no lo sé» ( 32,6 %). ¿Quiere decir esto que a más conoci-
miento la marihuana se tiende una postura mas abierta ante su legaliza-
ción? Es un hecho que faltan datos científicos sobre los efectos de esta
drogas , lo que puede facilitar una posición más permisiva.
Los maestros que manifiestan su acuerdo con la legalización mues-
tran un mejor conocimiento de los efectos de esta drogas que los maes-
tros que muestran su desacuerdo . Al mismo tiempo aquellos, manifies-
tan mayor tendencia al desacuerdo ante la expulsión del alumno
consumidor: sólo un 11,2% está de acuerdo con la expulsión frente al
86,0% que no sabe qué contestar. En cambio, el acuerdo (26,8 %) apa-
rece entre los no partidarios de la legalización . Llama la atención que en
este grupo exista un 62,8 % que tampoco sabe que opinar ante la expul-
sión del alumno consumidor. Aparece una media del 68,0 % de los maes-
tros que no saben que contestar ante la expulsión, aspecto importante a
resaltar desde el punto de vista educativo . Parece que el maestro entien-
de la expulsión como un problema que va más allá de la legalidad.
A la hora de entender que el profesor es también educador sobre las
drogas se ve con claridad que la diferencia de posición ante la legaliza-
ción marca también diferencias en este otro aspecto. Precisamente el
grupo que mayor desacuerdo manifiesta con el papel educador del pro-
fesor, es el que esta en desacuerdo con la legalización (37,1 % ).
En cuanto a la práctica educativa escolar más actual resultan de gran
interés los resultados obtenidos en estudio piloto desarrollado en San
Sebastián y su entorno (Vega, 2000), cuyo datos en líneas generales con-
cuerdan con los resultados del estudio « Los docentes españoles antes las
drogas» ( Megías y otros , 1999).
La mayoría del profesorado se posiciona a favor de ayudar a los
alumnos a tomar decisiones y resolver problemas relevantes para su vida,
al mismo tiempo que asume su compromiso de promover la salud de los
alumnos, la tarea de crear un clima de colaboración entre profesores para
abordar temas que afectan al alumnado como la función de intentar que

302
AMANDO VEGA

el centro escolar, como parte de la comunidad , facilite la realización de


actividades socio-educativas . La mayoría de los profesores acepta no
solo que a la escuela le corresponde ofrecer a sus alumnos la informa-
ción adecuada, sino también la integración de la educación sobre drogas
en el curriculum, sino dejar el tema en manos de instituciones especia-
lizadas.
Se reconoce que la «educación para la salud » como transversal, por
otra parte, no está asumida en más de la mitad de los centros , con tan
sólo uno de cada diez profesores que dice que esta educación para la
salud está contemplada en el proyecto de centro . Los profesores han
abordado el tema de Educación para la Salud en la mayoría de los casos
(más de la mitad ) de forma puntual, mientras que casi uno de cada cinco
de los profesores ni siquiera abordó el tema .. En el caso del abordaje
concreto de la cuestión de las drogas, son muy parecidos con más de la
mitad que ha llevado a cabo un abordaje puntual y uno de cada cinco que
dice no haber hecho nada al respecto.
Si la educación sobre las drogas se analiza desde el proyecto de cen-
tro, las carencias son, pues, evidentes . No parece que ésta sea una cues-
tión que el centro se plantee como comunidad educativa y, por tanto, no
se plantea en el claustro . Da la impresión de que la educación sobre las
drogas se valora y muchos profesores parecen asumirla en su plantea-
miento, pero se sigue interpretando como una cuestión personal con la
que los profesores se comprometen también individualmente , en unos
casos colaborando con la aplicación de un programa , en otros, por ini-
ciativa propia , con su actuación educadora en el aula, en la tutoría...
a medida que surgen necesidades , necesidades que en algunos casos se
plantean por parte de los profesores . En general domina un trabajo pun-
tual, frente a una trabajo sistemático , unido a un proyecto de centro. Por
otra parte . la conexión con el exterior es mínima . La existencia de unos
programas concretos , con su material didáctico, resuelve en no pocas
ocasiones , la cuestión de las drogas, de forma barata y sin mayores com-
promisos ( sin negar el esfuerzo personal de muchos profesores y técni-
cos).
Los resultados no parecen , pues, muy optimistas por lo que a la
práctica educativa se refiere . Hay que reconocer que mucho se ha pro-
gresado en la educación sobre las drogas , en presupuestos, en materia-
les, en equipos de trabajo, etc. Pero también es posible que los planes y
proyectos dejen mucho que desear en la práctica escolar, sobre todo, si
partimos de la «normalización » asumida por ley, que, en el caso de las
escuela, pide la integración de la cuestión de las drogas en el proyecto

303
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

educativo de los centros como un cuestión más de la tarea educativa den-


tro de la acción comunitaria.

4. Nuevo marco para la acción educadora

Desmitificar al cannabis sería una de las primeras objetivos a tener


en cuenta . Ni el cannabis puede ser contemplado como la salvación de
nuestra sociedad postindustrial , minimizando las evidencias de sus ries-
gos y costes, ni con erradicación se van a solucionar gran números de
los problemas que sus consumidores tienen.
La habituación o dependencia del cannabis es un hecho reconocido
reiteradamente por muchos de sus usuarios y usuarias más experimen-
tados . Es una realidad presente en sus discursos , aceptada en sus des-
cripciones y que reconocen espontáneamente entre un 10 y un 30% de
los consumidores expertos, como recuerdan Gamella y Jiménez (2003).
Habrá que pensar por otra parte sobre cómo actuar ante el consumo de
los menores , como señalan estos mismos autores.

«nos guste o no la marihuana , debe de preocuparnos el que se empiece


ajumar porros por término medio a los 14 ó 15 años y que los centros
escolares, como hemos visto en tantas narraciones, sean lugares cen-
trales en la difusión del interés y los recursos para iniciarse en e! con-
sumo. Esto puede parecer un fracaso de todos nuestros esfuerzos edu-
cativos y preventivos . Pero es hipócrita no relacionarlo con la expansión
del cigarrillo industrial, que ocurre antes y que interesa cada vez más
a nuestras niñas y adolescentes , y sobre lo que no hemos actuado de
forma decidida. ¿Cómo nos rasgamos las vestiduras porque alguien
pida otro estatus legal para el cáñamo cuando toleramos que multina-
cionales hagan publicidad del tabaco dirigida a niños usando muñe-
quitos e historietas?

Puede haber más razones para el optimismo, como comenta Husak


(2001), si el objetivo de la educación es disminuir el abuso de las dro-
gas, planteamiento hasta ahora no aceptado . Los programan educativos
en general , sin embargo , no intentan separar el consumo del abuso ni
señalan cómo evitar el abuso de manera distinta de la abstinencia.
Habrá que superar actuaciones tan cerradas como las hasta ahora
dominantes , lo que ha que provocado no pocas resistencias en padres y
educadores, lo que se ha traducido en que «los maestros bien informa-
dos se encuentran atrapados en otro conflicto entre la ciencia y la supers-

304
AMANDO VEGA

tición, excepto que el conflicto acerca de las drogas tiene repercusiones


legales mucho mayores para todos los involucrados que el debate entre
la evolución y la creación». Además, recuerda el autor previamente cita-
do, «las escandalosamente exageradas historias de miedo acerca de las
drogas que llenan los medios de comunicación electrónicos se designan
a menudo como educación o prevención. Estas medidas son parte de la
guerra contra las drogas, no alternativas».
Son aspectos que ya reflejaban hace tiempo el pequeño Libro Rojo
del Cole (1975), libro no por censurado menos leído entre los escolares.
Su planteamiento, a pesar del tiempo, tiene validez todavía y muestra,
ante todo, un talante más abierto en relación con esta sustancia sin dejar
de lado sus aspectos nocivos.:

.... Si la consumes durante mucho tiempo y en grandes dosis, te sen-


tirás deprimido, e intranquilo y nervioso si cesas bruscamente. Sin
embargo, los estudios indican . que la dependencia psicológica con res-
pecto a la mota no es tan fverte como puede serlo en los casos del alco-
holy el tabaco. En cuanto a la dependencia fisica, la Organización
Mundial de la Salud llegó a la conclusión, en un estudio del año 1964,
de que la marihuana no produce dependencia fisica, aunque su uso con-
tinuado y excesivo puede producir efectos nocivos.

En este texto se reconoce que la prohibición conlleva «peligros espe-


ciales» ya que al ser una sustancia ilegal no existe control alguno de lo
que se vende ni de a quién se vende y con objeto de conseguir una dosis,
la gente, por lo general, se ve obligada a establecer contactos con tra-
ficantes o criminales que a menudo venden también drogas más peli-
grosas. Estas drogas (narcóticos o estupefacientes) producen efectos dis-
tintos que la mota y se sabe que son sumamente peligrosos. Otro efecto
particularmente perjudicial de la prohibición es la actitud y forma de
actuar de la policía. Y así se recuerda: si tiene «motivos razonables de
sospecha», la policía está facultada para detener y registrar a cualquiera
de quien suponga que lleva drogas. Algunos se valen de esto como pre-
texto para hostigar a todos los jóvenes de pelo largo o que «parecen hip-
pies» y no concuerdan así con la idea que ellos tienen del «ciudadano
respetable». Dilicilmente resulta éste el mejor camino de mejorar las
relaciones de la comunidad y de superar las diferencias normales entre
los jóvenes y los adultos.

La meta «realizar acciones que eviten la aparición de problemas


relacionados con el uso de drogas». Estamos aquí ante un plantea-

305
LA LABOR DI LA PREVENCIÓN..

miento más flexible y acorde con la realidad de los consumos de dro-


gas que, al mismo tiempo, «se convierte en un nuevo marco en el que
se manejan las distintas alternativas a las drogas en nuestra socie-
dad».
Menos conocido fue el libro rojo de la drogas (E.O, colective,
1969), que plantea la cuestión de las drogas a través de diferentes tex-
tos literarios, donde se da un relieve especial al cáñamo indio y al pro-
blema político social de las drogas, con referencia no poco cuestiona-
dos. Así este último apartado se introduce con una cita de Jerry Rubin:
«el dinero es una droga y América es una cultura de la droga. El dine-
ro tiene que ser utilizado como papel para los cigarros de marihuana.
Fumadla».

5. Estrategias para la acción educadora

La acción educadora en ningún momento, como se ha señalado, se


puede identificar con medidas de control o de represión. En este sen-
tido, no tiene sentido el recurso a medidas disuasorias («preventivas»)
como puede ser el recurso al análisis de sangre o medidas parecidas
como las utilizadas por el Gobierno laborista de Tony Blair para ata-
jar el consumo de drogas entre la juventud británica, como el análisis
de orina a alumnos sospechosos de consumir drogas (Elpaís.com,
2004).
La acción educativa relacionada con la cuestión del cannabis, exige
medidas más comprometidas acordes con las necesidades de la pobla-
ción, tarea que no resulta tan fácil de llevar a cabo como a simple vista
puede parecer. Sólo si conocemos los condicionantes del consumo pro-
blemático o en riesgo de serlo, podremos ofrecer respuestas educativas
coherentes con la realidad de los centros educativos. La educación o la
escuela, de todas formas, nunca se puede presentar como la «solución
mágica» de problemas sociales que otras instituciones no son capaces
de resolver, porque los centros educativos tienen también sus propios
límites. Lo importante es saber hasta donde se puede llegar desde posi-
ciones realistas , sin renunciar por esto a un esfuerzo continuo por ofre-
cer la mejor respuesta educativa posible. De lo contrario, se puede caer
en un pesimismo inútil que puede aumentar los problemas que ya tienen
los centros educativos.
Como bien recuerda el informe sobre las drogas en Andalucía ela-
borado por el Defensor del Pueblo Andaluz:

306
AMANDO VEGA

«Desde la prevención de drogas en el ámbito educativo , se plantea


conseguir una serie de objetivos , entre los que se encuentran aquéllos
que tienen que ver con el proceso de toma de decisiones ante el consu-
mo para en el caso de existir éste, se realice de modo responsable j, lo
menos dañino. Para ello, es necesario plantearse la existencia de una
serie de valores acorde con la salud, al mismo tiempo que se fomenta el
desarrollo de la autoestima y el manejo de ciertas habilidades necesa-
rias para mantener unas relaciones interpersonales adecuadas. Se deben
promover cauces de participación en la sociedad, así como fomentar el
espíritu crítico necesario. Valores todos ellos recogidos en los objetivos
de la Educación».

La educación , en este sentido , nada tiene que ver con la represión


ni planteamientos prohibicionistas tan en uso en nuestro entorno.
Habrá que integrar en la acción preventiva, como reconoce el informe,
«las estrategias de reducción del daño puestas en marcha en estos años
o aquéllas otras políticas de reducción de la demanda que incorporan
la opción libre , tanto por el no consumo , como por un consumo con-
trolado y responsable ». Lo que no quita que «se deben apoyar de forma
prioritaria aquellas estrategias que vienen a potenciar estilos de vida
incompatibles con el consumo y que opten por un modelo de vida salu-
dable».
Este planteamiento resulta más exigente de lo que a simple vista
pueda parecer. No se trata de contemporanizar con la cultura de drogas
vigente ni de aceptar el «fracaso» de la prevención y el tratamiento ante
el fenómeno de la drogas . El término prevención quiere decir, resalta el
informe, «educar en sentido amplio », lo que significa, «educar en per-
fecta comunicación con los demás, en la convivencia y en los valores
que definen al ser humano , para así responder a las exigencias sociales,
y evitar la frustración ». Al mismo tiempo, continúa el texto, «se preten-
de diferenciar las necesidades reales de aquellas que podemos conside-
rar superfluas, y que vienen a generar en los jóvenes y en los adoles-
centes cierto sentido de frustración e incapacidad de mejora ante un
mundo complejo que induce a necesidades artificiales»
Lo que , en definitiva , se intenta , y es aquí donde prevención y edu-
cación se dan la mano , es «reactivar los espacios de comunicación que
permitan a los individuos convertirse en auténticos protagonistas de su
futuro y de su historia , de forma libre , consciente y responsable».
¿Cuál es la respuesta, entonces? Domesticar, aprender a tratar las
drogas con el mismo pragmatismo que la sociedad aplica a otros artícu-
los domésticos familiares y algunas veces peligrosos . Y, a partir de este

307
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN_

planteamiento , no sólo «exigir que los consumidores de drogas recrea-


tivas muestren moderación sobre el tiempo , el lugar y la cantidad de su
consumo» sino también desarrollar recursos para proteger a los más
indefensos como pueden ser niños y adolescentes al mismo tiempo que
se desarrolla una auténtica formación de la población ante las drogas en
el marco de escuelas y comunidades saludables , que superen las caren-
cias actuales (Varios, 1999; Vega, 2000).
En esta perspectiva, abren horizontes los nuevos planteamientos que
animan el programa «Enseñando a consumir drogas» (Sedó, 2000). Las
metas educativas varían aquí según la relación de los individuos con las
drogas . Con los que no quieren consumir drogas (sin duda , la mejor
forma de evitar problemas asociados), se trata de reforzar su opción y
ofrecemos ideas para mantener su opción dentro de un contexto de fies-
ta donde existe una cierta presión para el consumo y de ofrecer infor-
mación sobre cómo ayudar a amigos que sí lo hacen . Con los que no
pueden usarlas por edad o características físicas o psíquicas específicas,
los objetivos educativos se concretan en aceptar y reconocer las propias
limitaciones y en buscar alternativas viables al consumo. Con los que
deciden usar las drogas, la meta no es otra que proporcionar habilidades
de autocontrol o conducción de la tendencia a descontrolar, válidas para
cualquier consumo , al mismo tiempo que se dan pautas específicas
para la gestión del uso de cada droga en particular y se estimula y res-
peta la opción de las personas que no las quieren utilizar.
El desarrollo de cualquier intervención práctica , siempre que se trate
de jóvenes con una cierta edad, asume como principios, el derecho de
estas personas a decidir qué quieren hacer con su cuerpo y a tener infor-
mación de cómo consumir las drogas , la necesidad de que se responsa-
bilicen de sus actos (a nivel físico, psíquico y legal ), la conveniencia no
sólo de evitar el uso de drogas en épocas difíciles sino también de ente-
rarse cómo y cuando surgen problemas y el compromiso de transmitir
lo aprendido a la gente que se conoce y que no ha tenido la oportunidad
de acceder a toda esta información Se trabajan , además de las conse-
cuencias directas del consumo , las relacionadas con otra situaciones
como la relacionadas con la conducción o el trabajo ( Sedó , 2000).
Aparece así otro planteamiento , sobre el que conviene reflexionar
para perfilar esa «nueva educación sobre drogas», que al mismo tiempo
que resulta más acorde con el fenómeno social de las drogas, permite un
diálogo más abierto y comprometido entre educadores y educando, siem-
pre con la mirada puesta , no en la manipulación y la represión , sino en
el desarrollo de personas sanas y sociedades saludables . Planteamiento

308
AMANDO VEGA

que también habrá que extender al tabaco, al alcohol , los medicamentos


y cualquier otro producto capaz de provocar dependencia . Como la infor-
mación no basta, habrá que poner en marcha una auténtica política edu-
cativa que supere un pasado nada positivo , para proveer a los individuos
con ese conjunto de recursos educativos que les permitirá tomar deci-
siones saludables en cada ocasión y, cuando esto no sea posible, con-
cienciarse de los perjuicios provocados por el abuso y tomar las deci-
siones más saludables posibles al respecto.
La educación nada tiene que ver con las medidas represivas , por más
que éstas aparezcan adornadas de planteamientos didácticos o apoyadas
en planteamientos pedagógicos de última generación . Todo lo que impli-
que represión o manipulación de los sujetos de ninguna manera puede
ser motor de responsabilidad y de autonomía , metas a las que precisa-
mente pretende llegar la acción educativa.
La educación, precisamente , ha de partir, por principio, de las nece-
sidades planteadas por los propios consumidores, que, en ocasiones, pue-
den tener relación con el consumo de las sustancias , pero que siempre
están asociadas a condicionantes personales y sociales . El problema no
es la droga sino el uso que se haga de ella . La educación, en este senti-
do, asume que los individuos puedan correr riesgos, lo que no significa
que se les abandone a su propia suerte . Al contrario, los problemas que
surgen del consumo es una llamada de atención para revisar la forma-
ción ofertada , al constatarse que el sujeto no dispone de esos recursos
educativos que le permitan vivir de forma saludable.
Los planteamientos actuales de la escuela , tanto didácticos como
organizativos , permiten diferentes posibilidades o líneas de acción edu-
cativa ante la cuestión de las drogas, que van desde la educación la edu-
cación especial hasta las transversales , con el protagonismo de la
educación para la salud . La educación sobre drogas no es otra cosa que
la educación para la vida , por lo que la cuestión de las drogas se con-
vierte en un elemento más de innovación educativa . Habrá que revisar,
pues, estrategias , actividades, técnicas, etc . para buscar plena coheren-
cia entre todos los elementos que intervienen en el acto educativo y con-
seguir así las metas que se consideren válidas.
No hay que olvidar, por otra parte , que en un plan comunitario de
prevención se han de conjuntar los esfuerzos de diferentes institucio-
nes como escuelas, servicios sociales y sanitarios etc., sin olvidar la
participación de asociaciones de todo tipo que en el campo de la pre-
vención han desempeñado y desempeñan un papel clave . Plan comu-
nitario existe cuando se reúnen proyectos desarrollados en diferentes

309
LA LABOR DL LA PREVENCIÓN...

sectores de intervención, con la colaboración de diversos de grupos de


mediadores de la propia comunidad y además con una participación
de las instituciones relevantes (ayuntamiento, comunidad autónoma...).
La cuestión fundamental no es el decir no a las drogas -nos guste
o no, las drogas han estado, están y seguirán estando entre nosotros-,
sino el aprender a convivir en una sociedad donde existen las drogas,
pero sin dependencia de las mismas, como recuerda Arana(2000).
Los últimos estudios sobre las drogas en el País Vasco alertan, por
otra parte, sobre las culturas de los jóvenes (Elzo y otros, 2000), para
concluir que alcohol y cannabis se consumen por puro placer, por pasár-
selo bien o para disfrutar del momento de consumir la sustancia, aunque
a cada droga se le atribuye diferentes funciones potenciadoras. Habrá
que analizar las características del «ser joven» actual para entender que
los procesos de socialización se realizan en actividades intrínsecamen-
te unidas a diferentes drogas.
Debe conocerse el proceso valorativo de los jóvenes y de los padres
de los jóvenes, para poder aprehender el fenómeno de las drogas entre
la juventud actual. Sin olvidar que prepararse para nuestro mundo incier-
to, como señala Morin (2000):

«es esforzarse en pensar bien, es volvernos aptos para elaborar y prac-


ticar estrategias, es, en suma, efectuar nuestras apuestas con toda con-
ciencia . Esforzarse en pensar bien es practicar un pensamiento que se
afana sin cesar en contextualiizar y globalizar sus informaciones v cono-
cimientos, que se aplica sin cesar a luchar contra el errory la mentira
hacia uno mismo, cosa que nos lleva una vez más al problema de la
«cabeza bien ordenada».

Esta educación apunta a una teoría social cuya meta es la libera-


ción de los individuos y grupos como sujetos históricos, mediante un
proceso educativo crítico que supone hacer más político lo pedagógi-
co y más pedagógico lo político, como Freire defiende. La pedagogía
es política porque su tarea consiste en revitalizar cuestiones de acción
individual y social, así como examinar críticamente cómo se produce
y aplica el poder y cómo se le opone resistencia a través de un con-
junto de historias, formaciones sociales, instituciones y prácticas sig-
nificantes.
En esta línea, la educación no se ocupa sólo del perfeccionamiento
individual, sino de la transformación social orientada a crear las condi-
ciones para que el oprimido supere las formas materiales, ideológicas y

310
AMANDO VEGA

psicológicas de dominación , al tiempo que resucita y expande la trama


de las instituciones democráticas. En esta perspectiva , la educación y la
política se informan mutuamente dentro de un proyecto más general que
requiere ocuparse de la ciudadanía como»una invención social que exige
cierto conocimiento político , un conocimiento nacido de la lucha por la
ciudadanía y la reflexión sobre ella«(Giroux, 2003, 144).
El sistema educativo es responsable , en esta perspectiva, de poner a
disposición de las personas todos aquellos recursos materiales y huma-
nos, incluyendo aquí las políticas adecuadas , que sean necesarios para
que la población tome conciencia de la cuestión de las drogas y sepa
actuar de forma saludable ante las sustancias que puedan crear depen-
dencia , en unos casos para prevenir el abuso y, en otros, para reducir al
máximo los perjuicios del consumo de drogas.

Conclusión

Hay que reconocer que existe una estructura preventiva oficial en el


ámbito nacional, comunitario y regional que no ha respondido a las nece-
sidades de las personas, por lo que urge un nuevo discurso político de la
prevención, con discursos y prácticas criticas que aúnen lo local y lo glo-
bal, que sin renunciar a lo institucional impliquen también un compro-
miso de revitalización de los planes preventivos en relación con el abuso
del cannabis, más allá de posiciones prohibicionistas. Es probable que
este nuevo discurso, lejos de surgir de forma abstracta y distante, sólo
pueda nacer de la comprobación de los problemas locales, de un com-
partido sentimiento de la importancia de la prevención y de poner en
marcha los más variados medios y estrategias.
La escuela, en este sentido, tiene ante la cuestión del cannabis su
parte de responsabilidad, con una tarea eminentemente educativa, diri-
gida ante todo a prevenir los daños asociados a un consumo no adecua-
do. Se trata ante todo de ofrecer a los alumnos la formación adecuada
que les posibilite tomar decisiones sanas ante cualquier tipo de droga.
Pero sin dejar de lado su responsabilidad en la prevención de la oferta
ni su compromiso en todas aquellas cuestiones que conforman el fenó-
meno de las drogas cargado de manipulaciones a la sombra de los inte-
reses más variados (políticos, económicos, etc.).
La educación sobre la cuestión del cannabis resulta, pues, una
asignatura pendiente que exige una constante reflexión y una bús-
queda paralela de respuestas acordes con las necesidades detectadas.

311
LA LABOR DL LA PREVE.NCIÓN...

Cada día, cada año habrá que esforzarse y ofertar las respuestas edu-
cadoras que convengan. No hay que olvidar que si el fenómeno de las
drogas cambia con el tiempo, la educación sobre las drogas nunca se
puede acomodar a lo conseguido ni dejar de lado las nuevas preocu-
paciones de la sociedad actual. En esta perspectiva, habrá que tener
en consideración el creciente rechazo a la guerra a las drogas en todas
sus variantes. La normalización legal de todas las drogas resulta una
medida racional encaminada a resolver aquellos problemas que esca-
pan a los estrictamente derivados de su consumo, como son la delin-
cuencia o la inseguridad ciudadana, etc. La normalización de las dro-
gas permite tratar sin imposiciones ni dramatismo de ningún tipo todo
lo relacionado con las drogas, en una búsqueda comprometida de la
verdad, sin dejar de lado las consecuencias negativas del mal uso de
las drogas.
La educación no tiene otra meta que el uso responsable de sustan-
cias psicoactivas al mismo tiempo que acepta la posibilidad de un con-
sumo seguro y sostiene la reducción de daños en el caso de consumo de
sustanciás ilícitas, sin renunciar al objetivo de no consumo de drogas en
ciertas situaciones y estados psíquicos, sobre todo, cuando el uso puede
resultar peligroso y adictivo. El reto del futuro está en educar para el
ejercicio de la responsabilidad en la libertad, lo que exige acción políti-
ca sin dejarnos embaucar por la mera lógica del mercado y apuesta deci-
dida por la educación como valor primero para todos.

Bibliografía

AIZPIRt J. (1980): «La educación sobre las drogas en los barrios». Jornadas para
la Unificación de Criterios. Barcelona. Ponencia (sin publicar)
AMENGUAL, M. (2000): «Enfoques preventivos del uso y del abuso de cannabis
y problemas sociados». Adicciones, vol 12, 2000, pp. 281-300.
ANÓNIMO (1975): Libro Rojo del Cole. Madrid: Nuestra Cultura.
APARICIO, 0. (1972): Drogas y toxicomanías. Madrid: Ed. Nacional.
ARANA, X. (2000): El debate sobre la normalización del fenómeno social de las
drogas. http://www.gizarte.net/drogodependencias/datos/revista_69.pdf
BARDINA, J.(1914?): Higiene Moderna. Barcelona: Sociedad General
BOBES, J. CALAFAT, A. (2000): «De la neurolobiología a la psicosociología del
uso-abuso del cannabis». Adicciones, vol 12, 2000, pp. 7-18
CALAFAT, A. (2003): cannabis (folleto), http://www.mir.es/pnd/publica/pdf/folleto-
cannabis.pdf
CALAFAT, A. y otros (20002): «Consumo y consumidores de cannabis en la vida
recreativa». Adicciones, vol 12, 2000, pp. 197-230.

312
AMANDO VEGA

CALAFAT, A.; JUAN, M.; BECOÑA, E.; FERNÁNDEZ C.; GIL, E.; LLOPIS, J. J.
(2000): «Estrategias y organización de la cultura pro-cannabis». Adiccio-
nes, vol 12, pp. 231-274.
CARTA DE OTAwA (1988): «Conferencia Internacional de la Salud. Carta de
Otawa para la promoción de la salud». Rey, de Sanidad e Higiene Pública,
61, pp. 129-133.
COMAS, D. (2002): Hitos en la construcción de un referente operativo para la
prevención de las drogodependencias en el ámbito escolar (22.10.01).
http://www.fad.eslestudios/mojones.htm
COMAS, D. y otros (2003): Jóvenes y estilos vida. Valores y riesgos en los jóve-
nes urbanos. Madrid: FAD-Injuve.
COMISIÓN INTERMINISTERIAL (1975): Memoria del grupo de trabajo para el
estudio de los Problemas derivados del alcoholismo y del tráfico y del con-
sumo de estupefacientes. Madrid: Ministerio de Sanidad.
COMITÉ DE EXPERTOS DEL PLAN NACIONAL SOBRE DROGAS (2004): Informe
sobre el cannabis 2004: análisis de situación y propuestas de actuación.
http://www.mir.eslpnd/publica/pdf/informe-cannabis2004.pdf
CONGRESO MUNDIAL VASCO. CONGRESO DROGODEPENDENCIAS (1988): Ponen-
cias y Comunicaciones. 4 tomos. Vitoria, Gobierno Vasco.
CORTINA, A. (1999): Los ciudadanos como protagonistas. Barcelona: Galaxia
de Gutember.
CREFAT(1994): Políticas de prevención de las drogodependencias en el medio
escolar. Madrid: CREFAT.
DAK (s.f.): Política preventiva del DAK. Bilbao, DAK.
DEFENSOR DEL PUEBLO ANDALUZ ( 2002 ): La situación de las drogas y otras
adicciones en Andalucía. Diciembre, 2002.. http: //www.defensor-and.es
DEL OLMO, R. (2000): «La legislación en el contexto de las intervenciones glo-
bales sobre drogas». Ponencia presentada en el Seminario Técnico «Armo-
nización legislativa en materia de drogas». Lisboa, 4-6 de octubre.
DELORS, J. y otros (1996): La educación encierra un tesoro. París: Unesco.
E.O. COLLECTIVE (1969): Le Petit livre muge de la drogue. Anihologie sur la dro-
gue á travers divers textes littéraires. Paris: Nouvelles Editions Debresse,
1969.
EL PAís (2003): Interior crea un grupo para estudiar medidas legislativas contra el
consumo de «cannabis». E. DE B. - Madrid EL PAÍS 1 Sociedad-16-12-2003.
ELZO, J. (2000): El silencio de los adolescentes. Madrid, Temas de hoy.
ELZO, J. y otros (1992): Euskadi ante las drogas 92. Vitoria: Gobierno Vasco,
pp. 73-124.
- (1996): Drogas y escuela V. Vitoria: Gobierno Vasco.
- (2000): Las culturas de las drogas en los jóvenes. Vitoria: Gobierno Vasco.
- (2003): Drogas y escuela VI. Evolución del consumo de drogas en escola-
res donostiarras (1981-2002). Vitoria: Gobierno Vasco.
FREIRE, P. (1975): Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

313
LA LABOR DE LA PREVENCIÓN...

- (1994): «Educación y participación comunitaria». CASTELLS, M. y otros.


Nuevas perspectivas criticas en educación. Barcelona: Paidos. pp. 85-96.
- (2001): Pedagogía de la indignación. Madrid: Morata.
GAMELLA, J. E; JIMÉNEZ, M. L.(2003): El consumo prolongado de cannabis:
pautas, tendencias y consecuencias. Madrid: Junta de Andalucía/Fundación
de Ayuda contra la Drogadicción.
GARCÍA VALLEJO, J. P., (2003 ): Por una cultura de las drogas y el cambio a la
legislación represiva. http://www.vivecondrogas.com/vcd_p03/cultujpg.htm
(10, XII, 2003).
GiRoux, H. A.(2003): «Paulo Freire, el pensamiento profético y la política de
la esperanza». La inocencia robada. Juventud, multinacionales y política
cultural. Madrid, Morata,
(2003): Pedagogía y política de la esperanza. Teoría, cultura y enseñanza.
Madrid: Amorrortu.
GONZÁLEZ, C. y otros (1989): Repensar las drogas. Barcelona: Grup Igia.
HUSAK, D. (2001): Drogas y derechos. México: Fondo de Cultura Económica.
(2003): ¡Legalización ya!: argumentos a favor de la despenalización de las
drogas. Madrid: Foca.
JERVIS, G. (1977): La ideología de las drogas. Barcelona: Anagrama.
KEMMIS, S. (1988): El currículum: más allá de la teoría de la reproducción.
Madrid: Morata.
LINEASOCIAL.COM (2004): Los «amigos del cannabis», octava fuerza política espa-
ñola en las elecciones europeas . Http://wwwlineasocial .com 15 de junio de 2004.
LÓPEZ ORUEZABAL, J. (1970): «Las drogas y los menores». Revista de la Obra
de Protección de Menores. 129, mayo junio, 55-82.
LYNSKEY, M., HALL, W. (2000): «The effects of adolescent cannabis use on edu-
cational attainment: a review». Addiction, 95. bol., 11. zbk., 1621-1630 orr.,
2000. http://www1.euskadi.net/drogodep/datos/REVISTA%20N.73.PDF
CDD abril 2001 ( reseña).
MALVIDO, P. (1977): «Nosotros los malditos de 1967: izquierdistas y grifotas».
Revistas Star, 24,
MARKEZ, l., Póo, M. (2000): Drogodependencias: reducción de daños y ries-
gos. Vitoria: Gobierno Vasco.
MARKEz, l., y otros (2002): Cannabis: de la Salud y del Derecho. Acerca de los
usos, normativas, estudios e iniciativas para su normalización . Vitoria-Gas-
teiz: Observatorio Vasco de Drogodependencias.
MCINTOSII. J., MACDONALD. F., MCKEGANEY, N. (2003): « Dealing with the
offer of drugs: the experiences of a sample of pre-teenage schoolchildren».
Addiction. 98, 977-986. CDD 104, febrero, 2004, pp. 3-4
MEGIAS, E. (2000): La percepción social de los problemas de drogas en Espa-
ña. Madrid: FAD.
MEGÍAS, E. y otros (1999): Los docentes españoles ante las drogas. Madrid: San-
tillana/FAD.

314
AMANDO VEGA

MINISTERIO DE GOBERNACIÓN (1975): Memoria del grupo de trabajo para el


estudio de los problemas derivados del alcoholismo .i, del tráfico y consu-
mo de estupefacientes. Madrid: Min. Gobernación.
MINISTERIO DE SANIDAD Y CONSUMO (1985): Plan Nacional sobre drogas.
Madrid: Min. Sanidad y Consumo.
MORIN, E. (2000): La educación encierra un tesoro . Madrid: Unesco/ Santi-
llana.
NACIONES UNIDAS (1987): Plan Amplio y Multidisciplinario de actividades futu-
ras en torno del problema del uso indebido y de! tráfico ilícito de drogas.
Viena, A/CONF. 1333/MC/ I.1.
OMS (1978): Comité de expertos de la OMS en farmacodependencia-21 infor-
me. Ginebra: OMS:
OMS (2001): Salud para todos en el siglo XXI. (26.X.01) http://www.cfnava-
rra.es/salud!anales/textos/textos 13/saludl.html
RALET, O. (2000): «Condicionantes económicos y políticos. Análisis de la
influencia de estos factores n la construcción social del " problema de
la droga"». GRUP IGIA, Contextos, sujetos, drogas. Un manual de drogo-
dependencias. Madrid: FAD/Ayuntamiento
ROMANI, O. (1999): Las drogas. Sueños y razones. Barcelona : Ariel, 1999.
SEDÓ, C. (2001): «¿Qué se está haciendo?», Boletín GID, 25 agosto 99, p. 6.
TORRES, M. A. (1987): «Perspectiva histórica de las drogodependencias en Espa-
ña», CONGRESO MUNDIAL VASCO, Congreso de Drogodependencias,
tomo 11. Vitoria, Gobierno Vasco, pp. 73-104.
VÁZQUEZ, F.; BEGOÑA, E. (2000): Factores de riesgo y escalada cannabinoide.
Adicciones, 12. 2000, monográfico.
VEGA (2003): «La reducción de daños en la política preventiva. Aproximación
pedagógica», Arana, X. y otros, Globalización y drogas. Políticas sobre
drogas, derechos humanos y reducción de riesgos. Madrid: Dykinson,
pp. 275-295.
VEGA A. (2000): «Prevención, la eterna cuestión pendiente». Arana, X., Mar-
kez, l., Vega, A., Drogas: cambios sociales y legales ante el tercer milenio.
Madrid: Dykinson, 167-188.
- (2000): El País Vasco ante las drogas. Los retos del proyecto comunitario
escolar. San Sebastián : Gakoa.
- (Coord.) (2002): Drogas: ¿qué política para qué prevención? San Sebas-
tián: Gakoa.
VEGA, A.(1983 ): La droga a !'estola. Barcelona: CEAC.
VEGA, A., MENDOZA, R., SAGRERA, 1. (1978): El pape! del educador en la pre-
vención del abuso de las drogas. Barcelona: ICE.

315
ANE XO
Manifiesto de Oñati

Bases para un consenso social sobre el fenónemo


del cannabis, en clave de normalización
(Enero 2005)

• En los últimos años se aprecian cambios significativos respecto a


la sustancia y las personas consumidoras : aumento de los consu-
mos, proliferación de información (revistas, tiendas especializa-
das, internet,...,) para su cultivo , extensión de espacios tolerantes
con el consumo y debate sobre su uso terapéutico. Todo ello con-
tribuye a una percepción diferente de esta sustancia y de las per-
sonas que la consumen y a la necesidad de profundizar en un
debate social sobre estas cuestiones, en clave de normalización,
coherente con los principios de un Estado social y democrático de
Derecho.
• El cannabis y sus derivados no van a desaparecer y es previsible
que seguirán estando entre nosotros. Es fundamental aprender a
convivir con este tipo de sustancias de una manera racional.
• Las actuales políticas de drogas en materia de cannabis no han con-
seguido los objetivos marcados, tal como ha reconocido reciente-
mente el Parlamento Europeo , respecto a la disminución de la ofer-
ta y de la demanda. Este tipo de políticas, en gran medida, están
sirviendo para sancionar a una parte importante de los consumido-
res, sobre todo a los más jóvenes y a las personas más vulnerables.
• Profesionales de diferentes campos (educación, prevención, sani-
dad, asistencial , derecho, información ,...) y representantes de
diversas asociaciones de personas usuarias ( tanto de uso terapéu-
tico como lúdico), preocupados por esta realidad, nos hemos reu-
nido en varias ocasiones en los años 2004 y 2005 en el Instituto
Internacional de Sociología Jurídica de Oñati ( Gipuzkoa) para
debatir sobre la cuestión del cannabis.
• En estos encuentros, vimos la necesidad primordial de consensuar
un documento de mínimos capaz de agrupar a personas, asocia-

319
MANIFIESTO DE OÑAII

ciones, movimientos sociales, profesionales e instituciones que


aboguen por políticas normalizadoras relativas al cannabis y sus
derivados.

UN DISCURSO DIFERENTE

• Un nuevo discurso sobre las políticas en materia de cannabis, res-


petuoso con los derechos y las libertades de las personas, surge
del análisis de la situación actual que debe tener en cuenta a las
personas (edades, circunstancias vivenciales y emocionales, con-
sumos,...) y a sus contextos sociales y culturales.
• Un discurso alternativo al actualmente dominante sobre el can-
nabis pretende sustentarse en una información objetiva y en la
búsqueda de nuevas estrategias de comunicación capaces de agru-
par a sectores diferentes (usuarios, profesionales, instituciones).
Es importante transmitir una información verídica y clara acerca
de la sustancia, las personas consumidoras , los tipos de consumos
y los contextos donde se llevan a cabo los mismos. Se debe dar
una información creíble y acompañada de racionalidad.
• La necesidad de un nuevo lenguaje consensuado que ayude a
modificar la percepción social de la sustancia y de las personas
consumidoras , sin estigmatizarlas , reconociendo sus derechos y
responsabilidades , es uno de los pilares fundamentales para una
política normalizadora respecto al cannabis y sus derivados.

PRINCIPIOS PARA UN DOCUMENTO DE MÍNIMOS

• Respeto de los derechos de las personas consumidoras y no con-


sumidoras y protección de los derechos de los colectivos más
débiles y vulnerables, con especial atención a los derechos de los
menores como personas en proceso de maduración.
• El consumo y la tenencia para el consumo personal no deben estar
sancionados. De igual modo, el cultivo para autoconsumo debe-
ría estar regulado para poder proteger la facultad de consumir de
las personas adultas.
• Una política normalizadora en materia de cannabis no va resolver
todos los problemas relacionados con el cannabis, pero sí puede
sentar las bases para que las cuestiones preventivas , sociales, edu-

320
MANIFIESTO DE OÑATI

cativas, sanitarias y de reducción de riesgos primen sobre las san-


cionadoras.
• Profundizar en una política normalizadora respecto al cannabis y
sus derivados, lejos de promover la inocuidad y la promoción de
este tipo de sustancias, supone un importante acicate para la desa-
parición de los efectos secundarios de la actual política prohibi-
cionista ( adulteración, control social a las personas consumido-
ras, corrupción, el denominado blanqueo de dinero proveniente
del tráfico ilícito,...) y para potenciar una actitud responsable ante
el cannabis (que abarca desde el no uso hasta un uso responsable,
entendido éste como una asunción las consecuencias de ese uso,
es decir, asumir los efectos sobre su salud y sobre las secuelas que
pudiera dejar en su entorno ), por parte de las personas consumi-
doras y por quienes intervienen en los diversos campos de este
fenómeno social.
• La política prohibicionista no puede ser un impedimento para el
uso terapéutico del cannabis y sus derivados. Es necesario elimi-
nar cualquier tipo de impedimento, de cualquier tipo, que pudie-
ra obstaculizar la profundización en los usos terapéuticos del can-
nabis y sus derivados. Estas sustancias deben ser investigadas
como cualquier otra y deben de seguir el mismo proceso que otros
productos, regulado en la ley del medicamento, para contrastar su
capacidad terapéutica. Hasta la conclusión de ese proceso, es
necesario legislar para dar respuesta a las demandas planteadas
desde diversos colectivos de enfermos crónicos respecto al uso
terapéutico del cannabis.
• Las Administraciones públicas deben, no solo eliminar las trabas
burocráticas y otras cuestiones que dificultan las investigaciones
de los usos terapéuticos del cannabis, sino también fomentar la
investigación en la promoción y financiación de ensayos clínicos,
y en otros campos de actuación: prevención, educación, asisten-
cia, etc...
• Una política normalizadora en materia de cannabis no es sinóni-
mo de promoción de las sustancias ni de ausencia de regulación.
Se trata de crear un debate social para crear un consenso capaz de
modificar los criterios actualmente predominantes por otros más
coherentes con el Estado social y democrático de Derecho.

321
Editores Generales : M. Calvo-García y A. Cuéllar
Comité de Publicaciones : A. Garopon, J. de Lucas , J. E. Foria , M. J Fariñas,
E. Fuenzalida , J. Kurczewski, R. Pérez Perdomo , J. J. Tohoria.

L l ; i I H o IIIII o^ dr III «o1 r1 (1oi :


• LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA UNIÓN EUROPEA
Javier Corcuero Atienza , Coordinador.
• LA NEGOCIACION DE LAS CONDICIONES DE 'RABAJG CE LOS EMPLEADCS F'JGUCCS
SERV C C. LAS ADMINISTRACIONES Pu._.z
Juan Pcblo Landa Zopirain, Coordinador
• GLOBALIZAC'OiN v DROGAS. POLITICAS SOBRE DROGAS, DERECHOS HUMANOS
v REDUCCION DE RIESGOS.
Xobier Arana, Douglos Husak y Sebastion Scheerer Coordinadores.
• DERECHOS FUNDA'.1Er1TALES, MO'sIMIENTOS SO^Iu ES POS'C'F CION
APORTACIONES AL DEBATE SOBRE LA C¡UC
José Martínez de Piso' y Andrés Gorclo Indo, Coo'Jinodores
• LA RELACION SEGURIDAD INSEGURIDAD EN CENTROS URSONGS DE EUP.OP4 ^' A
LAT:^:a. ES-.:-"^:T..,°J'^ ACTOFES FERSREt?'.vaT. RES_;DG_
Beocio ^Vtuñago,r; y Juan Pego,oro, Coorcíinodores
• TEDE" PESE.o,5
^.añuel ColrcGas,;c, y SS 1,am L. F Felst,rer, Coo,o;nodores.
• C CAV A Y -- --S-- 53,. ALES LOS NUEVOS ^. ARCOS DE REGULACION
M Susana Bonetto y M. Teresa Piñero, Coordinador os.
• PROYECC^ON SOCIAL DEL DERECHO Y CLINICAS !URiDICAS EN LAS UNIVERSIDADES
DE AMÉRICA DEL SIGLO XXI
Antonio Peña Jumpo Coordinador
• IGUALDAD DE OPORTUNIDADES E IGUALDAD DEGENERO : UNA RELACIÓN A DEBATE.

FEND,SCIóS CRE . %DAPOR

EUSKO J AURLARITLA
GOBIERNO VA SCO RI CSSA L
JUSTIZ1A. LAN ETA GIZARTE
SEGUP,O;TZA SAiLA
DEF-RT4I. .E :TO DE JUSTIC;.:.
E:'FLEG '• SEGUFID-D SOC:A:.

11'111 1111 I 1\I11IF \ 1411

i,. .I: i. :,:

iI^^^NS;o

Вам также может понравиться