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Curso a distancia - Módulo 1

ESPECIALIZACIÓN EN AFASIA PARA ACOMPAÑANTES


TERAPÉUTICOS
Cómo ayudar a la persona con afasia - Adaptación
Silvia Rubio-Bruno y Analía Gutiérrez

Con el apoyo de la Comisión para la Plena Participación e Inclusión de las Personas


con Discapacidad (COPIDIS), Fundafasia lanza el aula virtual con el curso
“Especialización en Afasia para acompañantes terapéuticos”. El propósito es brindar
herramientas y fortalecer al entorno para que la persona con afasia pueda
desarrollarse y tener una mejor calidad de vida.
1
Un poco de historia

La Fundación de Afasia Argentina


“Charlotte Schwarz”, FUNDAFASIA,
nace el 29 de octubre de 1989
gracias al impulso de Rudi Schwarz,
en agradecimiento al equipo que
asistió a su esposa Charlotte y que
le permitió disfrutar de una mejor
calidad de vida durante sus últimos años.

Desde su inicio, FUNDAFASIA concibe la asistencia en forma integral, teniendo en


cuenta a la persona en su totalidad, con sus recursos, déficits, estados emocionales,
gustos e intereses y entorno. Por eso constituye el Centro Interdisciplinario de
Rehabilitación del Afásico (C.I.R.A.), con rehabilitación y talleres para que la persona
con afasia alcance una mayor autoestima y una mejor reinserción social.

Los talleres evolucionan en un Centro de Día, único en Latinoamérica, al cual se


asocia un Taller Laboral y una Escuela para Personas con Alteraciones del Lenguaje
Adquiridas que promueven la reinserción laboral y la incorporación de nuevos
conocimientos.

Misión

Brindar asistencia y apoyo a la persona con afasia y a su entorno, y difundir la


patología para una mayor prevención e inclusión.

Objetivos

Contribuir a que la persona con afasia alcance la mayor autonomía y la mejor calidad
de vida posible.

Visión

Ser una institución de referencia, capaz de dar respuestas no solo desde el


conocimiento científico sino también de la experiencia adquirida a partir de observar y
escuchar a la persona con afasia y su familia.
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Más información: www.fundafasia.org

Contacto: fundafasiadocencia@intramed.net , 4880-6928 / 4957179

1. SOBRE LA AFASIA

A pesar de los enormes avances que ha tenido el estudio de las alteraciones cognitivas

causadas por una lesión cerebral, muy pocos saben qué es la afasia. Seguramente
2 usted tampoco lo sabía antes de que le sucediera a un familiar o conocido o estudiarlo

en el ámbito formal (por ejemplo, en carreras de ciencias de la salud).

La afasia es la alteración del lenguaje adquirido y de la comunicación, secundaria a un daño

cerebral adquirido, que afecta las estructuras corticales y subcorticales del hemisferio cerebral

izquierdo (sólo entre el 2% y el 10% de los casos responde a lesiones en el hemisferio

derecho).

La mayoría de las afasias son secuela de un accidente cerebro-vascular (ACV). Este

tipo de daño, conocido también como “ataque de presión”, “derrame cerebral”, “ictus

cerebral”, “apoplejía”, etc., es el trastorno neurológico más frecuente y grave en el

mundo y supone la tercera causa de muerte en los países industrializados (en Europa,

por ejemplo, la incidencia anual de ACV entre los 25 y 74 años, cada 100.000

habitantes, es de aproximadamente 345 en hombres y 218 en mujeres). De quienes lo

superan, entre el 21% y el 38% tiene consecuencias en el lenguaje y otras funciones

mentales superiores. A pesar de ello, es

sorprendente que el conocimiento público del

término "afasia" sea aún considerablemente

inferior al que ostentan otros trastornos

neurológicos con menor incidencia y

prevalencia como la enfermedad de Parkinson

y la esclerosis múltiple1.

1
INCIDENCIA: Dado que no existen estadísticas en Argentina, se calcula (por extrapolación de USA y Europa) que
existen 150 afásicos por millón de habitantes anualmente, debido a cualquier causa –accidentes cerebro vasculares
(ACV), traumatismos craneoencefálicos (TEC), tumores, y otros. Tomando en cuenta el censo realizado por el Indec en el
año 2001, en la Ciudad de Buenos Aires había 2.776.138 habitantes y en el conurbano 1.390. Por lo tanto, habría 460
afásicos por año en la capital y 1.390 en el conurbano. Un total de 1.850 y entre 5.000 a 6.000 por año en todo el país.
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Otras de las causas son los traumatismos de cráneo (golpe en la cabeza)

producidos mayormente por accidentes de tránsito, cada vez más frecuentes, y

caídas, golpes de objetos contundentes, etc. Es difícil obtener una estadística no

solo en Argentina sino también en otras partes del mundo, ya que muchos son los

factores que los causan. Fuentes disponibles en EEUU2 indican que, anualmente

422.000 personas padecen TEC (alrededor de 20.000 por 100.000 habitantes) y

entre 30 y 50.000 quedan discapacitadas. El 60% se debe a accidentes de tránsito


3
(autos, motos y bicicletas) y la mayor frecuencia se da entre los 15 y 24 años,

principalmente por accidentes de motos (49 % del total).

Los TEC son llamados la “epidemia silenciosa” (National Head Injury Foundation,

1983).

Sus causas no solo son conocidas sino que tienen posibilidades de prevención; pero la

frecuencia y los efectos son desconocidos tanto por el público en general como por los

profesionales de la salud.

La mayoría de quienes los sufren quedan con secuelas, un gran porcentaje

con problemas de memoria y atención a los que se les suman cambios en la

personalidad, irritabilidad, etc. Cuando ocurren en edad temprana se observan

trastornos de aprendizaje en la escuela.

En la Argentina, los últimos datos demuestran que cada año mueren más de

9.000 personas -supera la cantidad de fallecidos por cáncer y sida- y hay unos

100.000 lesionados. La tasa de incidencia es de 322 por 100.000 habitantes3, de los

cuales el 93% es leve; el 4%, moderado; y el 3%, grave.

Los TEC representan un grave problema social para los argentinos, no solo por

los costos millonarios que generan sino también porque la secuela de muertos y

PREVALENCIA: En nuestro país se calcula (también por extrapolación) una población estable de 164.000 afásicos
basándose en la estadística realizada por el Indec en el año 2001 (36.200.000 habitantes con una estimación para 2009
de 39.700.000 habitantes).

2
Boll, T. (1983) Journal of Clinical Physiology 12(1) 74-80(6); Lossetti, O. y col. (2005), Accidentes de tránsito.
Cuadernos de Medicina Forense Nº 3, (7-15)

3
Marchio y col. (2006) Traumatismo craneoencefálico en la Ciudad de Buenos Aires: estudio epidemiológico
prospectivo de base poblacional . Neurocirugía, 1 (45- 53)
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heridos causa efectos no solo en los protagonistas2 sino también en el entorno

(familiares y amigos).

También pueden producir afasia los tumores cerebrales, las

infecciones (encefalitis, meningitis), la intoxicación por monóxido de

carbono, las enfermedades degenerativas (Pick y Alzheimer entre

otras), etc.
4

Actualmente, se considera la afasia como un trastorno cognitivo multimodal debido


a que, por efecto de la lesión, suelen quedar afectadas no solo la expresión oral, la
comprensión auditiva, la lectura y la escritura, sino también otras funciones, procesos y
habilidades. Así, los síntomas en el lenguaje pueden estar acompañados por trastornos
emocionales, depresión, labilidad (propensión a la risa o al llanto inmotivado), reacciones
catastróficas, dificultades en la concentración y la atención, tendencia a la fatiga,
trastornos de memoria, dificultad en la resolución de problemas y en el manejo del dinero,
trastornos en el cálculo (acalculia) y en el reconocimiento de la hora, déficits en la
construcción, trastornos en la copia de dibujos (apraxia), dificultades en la percepción
(agnosia), desorientación témporoespacial, confusión derecha/izquierda, trastornos
motores (hemiplejia o hemiparesia) y de la sensibilidad, dificultades en el campo visual
(hemianopsia) etc.

Es por eso que la afasia afecta a la persona en todos sus aspectos: social, laboral,
emocional y en todos los momentos de su vida.

Se trata, sin lugar a dudas, de un déficit cognitivo tan devastador que algunos

consideran que han perdido su identidad. Y no solo eso ya que, por la declinación de

sus roles tradicionales, incluso el laboral, y la necesidad de cuidados y

acompañamiento, pasan de ser autónomos a dependientes.

Se ha visto con frecuencia que las terapias tradicionales no tienen en cuenta la

integración de la persona sino que, por el contrario, profundizan su condición

sustituyendo lo que eran actividades normales –laborales, sociales, culturales, etc. – por

otras de rehabilitación. Pero, debido a la complejidad de los síntomas y a sus

consecuencias en la vida entera de la persona y del entorno, todo programa asistencial


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deberá tender no solo a rehabilitar sino también a generar mejor calidad de vida y

autonomía.

2. RECUPERACIÓN ESPONTÁNEA

La recuperación siempre es posible, aun cuando existen con trastornos severos.

El tipo de afasia casi siempre evoluciona a una forma más leve durante el primer año (la

mejoría principal se produce en los primeros dos a tres meses). Luego de ese lapso, la

5 mayoría se estabiliza en una meseta.

En todas las lesiones cerebrales se presenta algún nivel de recuperación

espontánea. Muchas personas organizan y adelantan por sí mismas sus programas de

entrenamiento. Sin embargo una proporción importante de la mejoría que se da en los

primeros tiempos es también el resultado de los procesos neurofisiológicos subyacentes

que se llevan a cabo naturalmente en el cerebro, luego de alguna condición patológica.

Tales procesos incluyen la disminución del edema, la desaparición de las posibles

hemorragias y la disminución del efecto de diasquisis. 4

Subsiste cierto desacuerdo sobre el tiempo que abarca esta fase.

Frecuentemente se señala que los tres primeros meses representan el periodo durante el cual se

debe esperar el máximo de recuperación, especialmente en el primero. Usualmente cae después

de los seis o siete meses.

Desde el primer momento, todavía en la internación, la persona deberá recibir

rehabilitación física a cargo de un kinesiólogo y un terapista ocupacional. Una vez

externada, el médico a cargo indicará si es necesaria la internación domiciliaria o, mejor

aún, si existen trastornos físicos, la internación en un centro de rehabilitación

especializado para realizar la rehabilitación física durante alrededor de un mes.

En el período inicial es conveniente que el entorno (familia, amigos, compañeros de

trabajo, vecinos, etc.) reciba la asistencia de profesionales especializados que, en

reuniones de esclarecimiento, le expliquen qué es la afasia y cómo ayudar a la

persona.

4
La diasquisis es un fenómeno fisiológico basado en la alteración reversible de funciones conectadas anatómica o
funcionalmente al área lesionada (su estudio ha adquirido especial interés a partir de su posible participación en la
recuperación de funciones).
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Una vez estabilizado el cuadro, será posible comenzar una terapia para estimular

algunas de las funciones cognitivas como la atención y la concentración. Pero no es

aconsejable forzar a la persona a iniciarla. Si no lo desea, lo más probable es que

todavía no esté lista para hacerlo. La actitud psicológica tiene mucha incidencia en el

progreso.

3. EN LOS PRIMEROS MOMENTOS


6

Ya desde el comienzo es necesario armar redes: permitirles a los amigos, parientes,

vecinos, que ayuden. Conviene registrar en un organigrama el tiempo que cada uno

pueda aportar para realizar actividades indispensables como acompañar a la persona,

realizar trámites en el banco, pagar gastos, etc.

Es importante organizar los horarios de visita durante la semana según la disponibilidad del

entorno para que la persona tenga compañía la mayor cantidad de tiempo y para que, dentro de

lo posible, no haya superposiciones (los grupos numerosos suelen aturdir y confundir). De todas

maneras, las visitas deben ser restringidas (sobre todo en el comienzo) y no más de dos

allegados por vez, quienes, en lo posible, deberán leer estas instrucciones antes.

En la mayoría de los casos, será conveniente buscar ayuda externa y contratar algunas

horas por semana una cuidadora o acompañante o, más adecuado aún, un(a)

acompañante terapéutico(a) (AT). El AT

desempeña un rol importante a nivel

familiar, extra familiar y dentro de la

institución de rehabilitación.

La persona deberá recibir estimulación

cognitiva desde el mismo momento en que

esté preparada para hacerlo, pero dado

que es muy probable que al principio se

fatigue fácilmente será mejor que el

abordaje inicial se realice en sesiones breves, distribuidas a lo largo de la semana

(nunca al final del día), en lugar de una vez a la semana más tiempo.
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La situación de la persona con afasia es compleja; sufre una gran frustración debido a

su dificultad para comunicarse, aun aquel que tiene una excelente pantalla social y

enmascara su dificultad. Por eso requiere mucha confianza, tranquilidad y

comprensión.

4. TRATAMIENTO

7 El tratamiento de la afasia debe tomar en consideración los múltiples factores que

pueden influir sobre la recuperación, tales como las características de la afasia, las

comorbilidades cognitivas, psicológicas, emocionales y físicas y el impacto sobre la

calidad de vida, de ahí la necesidad de un abordaje interdisciplinario.

Es necesario detectar si hay trastornos psiquiátricos en etapas tempranas para

poder tratarlos antes de realizar evaluaciones de la afasia o implementar las diferentes

terapias, ya que pueden disminuir la capacidad de atención a niveles por debajo de lo

óptimo.

Todas las personas afásicas deben recibir apoyo psicológico como así también su

familiar y/o acompañante. No es cierto que la alteración del lenguaje imposibilite la

psicoterapia ya que no solo se puede llevar a cabo por medio de la palabra, sino que es

posible utilizar múltiples técnicas y recursos: gestos, miradas, posturas corporales, etc.

que forman parte de la comunicación no verbal, tienen que ver con las emociones y a

veces son más importantes que la palabra misma. La detección y posterior abordaje de

los estados emocionales no solo permitirán que la rehabilitación sea más efectiva, sino

que serán uno de los eslabones importantes en el tratamiento integral. La

reestructuración de la persona con afasia es factible y a partir de ese recomenzar podrá

recuperar su autoestima y mejorar su calidad de vida.

En los primeros meses se suele

observar apatía, abulia, indiferencia y

un fuerte estado de confusión. Es

necesario evaluar la estructura de la

personalidad preexistente por medio de

entrevistas con el familiar a cargo. Al

principio, la persona no tiene la


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percepción exacta de lo que le pasando, pero poco a poco va tomando conciencia y

aparece la tristeza. Comienza a conectarse, demanda y empieza a salir del estado

mecánico. Es en esta etapa donde surgen estados depresivos que están ligados al

llanto comunicacional (no compulsivo) que es un pedido de ayuda. Hay otro momento,

más adelante, que se caracteriza por la furia ya sea escondida (bajo la apariencia de

depresión) o desenmascarada. Los estallidos de furia indican que la persona con afasia

está totalmente despierta, consciente de sus dificultades. Cuando siente que intentan
8
sacarla de esa micro atmósfera de protección en la que está encerrada, la furia puede

interferir y frenar todo proceso de rehabilitación.

La mejoría en el lenguaje, después de las primeras semanas del ictus, es

generalmente un índice de una buena recuperación. Si éste no es el caso, el proceso

podrá llevar muchos meses o años o, incluso, quedar una limitación permanente. Es

necesario estar preparado, ser paciente y realista, y realizar los ajustes

económicos, sociales y familiares necesarios para hacerle frente al problema.

El progreso dependerá de muchos factores: extensión y ubicación de la lesión

cerebral, edad, personalidad, motivación, inteligencia, capacidad de aprendizaje y otros

problemas físicos, sociales o psicológicos. Quienes no tengan mucha dificultad para

comprender y recordar el lenguaje hablado tendrán mayores posibilidades de

recuperarse que aquellos con una dificultad considerable en estas áreas. Los

especialistas harán todo lo necesario para guiar, asistir y apoyar en el largo camino

hacia la recuperación. Sin embargo, la persona debe tener la posibilidad y la voluntad

de cooperar a fin de obtener logros en algún sentido.

Las terapias interdisciplinarias e intensivas constituyen el soporte terapéutico

principal de la afasia. Se sabe que los tratamientos intensivos tienen mejores

resultados que largos períodos menos intensos. Estos hallazgos concuerdan con lo

informado en las revisiones bibliográficas sobre el tratamiento de la afasia.

La terapia es un paso importante y vital para el bienestar total del paciente. Sin

embargo, no hay curas milagrosas. Es un proceso largo, tedioso y complejo y

necesita de la ayuda de la familia en el frente hogareño. Los especialistas no

pueden trabajar solos o estar involuntariamente en pugna con la familia y los amigos.
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Es necesario saber que en algunos casos el lenguaje no se recuperará totalmente. A

veces es más sensato interrumpir la terapia después de un período de prueba que

enfrentar a la persona continuamente con sus limitaciones.

Existe para esta etapa un modelo asistencial llamado Centro de Día (Ley de de

Discapacidad No. 24.901), que consiste en un módulo de estimulación integral,

para personas en período crónico, que pone especial énfasis en el aspecto social y
9
apunta fundamentalmente al aprendizaje de conductas que lleven a una mayor

autonomía y mejor calidad de vida.

El programa de Centro de Día abarca actividades grupales (del tipo lectoescritura,

conversación, lenguaje, comunicación y dibujo, teatro, escultura, música, cocina,

pintura, memoria, gimnasia, actividades de la vida diaria, recreación, etc.) articuladas

con prestaciones de apoyo (sesiones individuales de estimulación del lenguaje y de las

funciones mentales superiores no lingüísticas, musicoterapia, terapia ocupacional,

kinésiología, psicoterapia de apoyo, etc.) según el caso.

Este tipo de tratamiento, basado en un enfoque psico-social, se ofrece después de

alcanzada una meseta con las terapias convencionales y mejora significativamente la

comunicación funcional en personas con afasia crónica.

Para solicitar más información dirigirse a:

FUNDACION ARGENTINA DE AFASIA “CHARLOTTE SCHWARZ”


Colombres 229, C.A.B.A. Tel. General: 4957-1792,
Recepción: 4880 6928
www.fundafasia.org
fundafasia@intramed.net

Para solicitar información suplementaria sobre Ley de Discapacidad (24.901),

Pensión por invalidez, Certificado de discapacidad, Asistentes Domiciliarias, etc.

dirigirse a:
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COMISIÓN NACIONAL ASESORA PARA LA INTEGRACIÓN DE LAS PERSONAS CON


DISCAPACIDAD (CONADIS), Gobierno de la Nación
Julio A. Roca 782 4° piso, C.A.B.A. Tel. 0800 333 2662
www.cndisc.gov.ar
consultas@cndisc.gov.ar

COMISIÓN PARA LA PLENA PARTICIPACIÓN E INTEGRACIÓN DE LAS PERSONAS CON


10 DISCAPACIDAD (COPIDIS), Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
Roque Sáenz Peña 832 7° Piso, C.A.B.A. Tel. 5552-6500
www.buenosaires.gob.ar/copidis
copidis@buenosaires.gob.ar

5. CUÁNTO COMPRENDE LA PERSONA CON AFASIA DE SU SITUACIÓN

En general en el período inicial y a veces mucho tiempo después (según el tipo de

lesión), las personas con afasia presentan anosognosia (falta de percepción de su

dificultad). Saben que no pueden expresarse, se dan relativamente cuenta de los

problemas que tienen con la comunicación, pero no tienen una idea exacta de lo que

les está pasando.

Si consideramos que el cerebro es como una central telefónica, entonces la

situación puede ser comparada con alguien tratando de hablar por un teléfono que

tiene una mala conexión. Su mensaje le puede llegar distorsionado al oyente; sin

embargo muchas veces el que habla piensa que lo hace claramente. Si su problema

está, además, en entender lo que le dicen, el mensaje recibido puede ser confuso y,

por lo tanto, no tener sentido.

Generalmente, la persona sabe lo que quiere, pero su dificultad para

expresarse o para comprender bien, la vence y la frustra. Será necesario, entonces,

buscar un centro especializado en afasia y pedir al especialista que le explique

qué le ha sucedido. La mayoría se tranquiliza cuando se le da una explicación clara y

sencilla.

La familia y amigos también necesitan saber cuáles son las dificultades que su

allegado presenta: deberán solicitar que se le realice una evaluación, que les expliquen

cuál es el resultado de la misma y que les dejen indicaciones de lo que pueden hacer
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para ayudarlo en este período. En muchas ocasiones es recomendable la asistencia a

acompañantes terapéuticos capacitados y formados en esta patología en este período.

6. CÓMO COMUNICARSE

Lo mejor que puede hacer el entorno es ser

honrado y no agobiar a la persona con un

optimismo falso o palabras vacías tales como:


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“Pronto vas a estar bien.”, “Volverás al trabajo en

un abrir y cerrar de ojos.”, “El lenguaje volverá en

unos días.”, “Te recuperarás.”, etc. Las falsas

expectativas solo generarán desilusión. Conviene

transmitirle que se ha consultado a un especialista en afasia quien explicó que el

proceso de recuperación es largo y lento y que hay que tener mucha paciencia. Si se

hace necesario el consuelo, se le puede decir: “Sabés lo que es pero no podés decirlo.”

“Sé lo difícil que es para vos.” Para alentarlo, conviene señalarle los adelantos que ha

tenido desde el comienzo. Tales observaciones serán mucho más efectivas y ayudarán

a aliviar los sentimientos de humillación, vergüenza, frustración y depresión.

No habrá que hablarle como si fuera un niño, sordo o un deficiente, sino simplificar o

volver a formular las frases sin gritar. La persona con afasia no ha regresado a la infancia:

aunque exhiba ciertos síntomas que lo haga aparecer infantil, conserva los mismos

pensamientos y sentimientos anteriores por lo que debe ser tratado como el adulto que es.

Tampoco ha dejado de ser una persona inteligente, ni se ha convertido en un

hipoacúsico, a menos que se detecte una pérdida de la audición. Su problema es

que, además de presentar dificultades para hablar, generalmente, en mayor o menor

grado, tiene también trastornos en la comprensión del lenguaje: no entiende el

significado de las palabras u oraciones, es como si estuviera escuchando un idioma

extranjero.
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Para facilitar su comprensión, habrá que hablarle claro, con oraciones sencillas, cortas y con

naturalidad. En lo posible, no se deberán utilizar palabras abstractas y construcciones complejas.

Será conveniente evitar los relatos largos e intrincados. Las explicaciones tendrán que ser

formuladas en forma simple, precisa y concisa; el ritmo deberá ser lento aunque sin alterar la

melodía del lenguaje y si es necesario, se le repetirá hasta que logre comprender. Si el problema

es muy grave, las instrucciones deberán hacerse de una sola palabra (Ej. “agua”, “baño”). En

relación con los temas, será mejor que las conversaciones giren en torno a sus necesidades

12 inmediatas y a todo aquello que lo rodea o interesa.

Es necesario estimular a la persona con afasia la mayor cantidad de tiempo posible,

pero dado que necesita de toda su atención para comprender lo que se le dice y de

todos sus recursos para expresarse, es conveniente no hablarle mientras está

realizando otra tarea como comer, escuchar radio, mirar televisión, etc. y verificar si está

prestando atención antes de dirigirle la palabra.

Para estimular la expresión, habrá que hacer todo lo posible para que hable y

alentarla a responder como pueda. Quien sufre una alteración del lenguaje tiende a

retraerse y deprimirse más. Por más grave que sea el caso, siempre existirá uno o más

recursos que permitan lograr algún tipo de comunicación. La estimulación directa y los

intentos continuos para comunicarse serán extremadamente importantes. También es

necesario que la experiencia comunicativa resulte placentera y gratificante en lugar de

desagradable y frustrante.

Será bueno incitarla a utilizar el lenguaje social, alentándola, por ejemplo, a

intercambiar saludos tales como “Hola”, “Gracias”, “¿Cómo estás?” “Adiós”, etc. (las

expresiones automáticas suelen resultar accesibles). El utilizar el lenguaje social la

ayudará a sentirse más segura.

Al promover la conversación, no habrá que hacerle preguntas que no tengan

respuestas. En cambio, la ayudarán aquellas preguntas directas que puedan ser

contestadas por un “sí” o un “no”, en vez de requerir respuestas complejas (por ejemplo,

“¿Vino hoy el pedido del supermercado?” en vez de “¿Quién vino?”, “¿Qué paso?”,

“¿Por qué?”). Sin embargo, habrá que tener cuidado y verificar que lo dicho se

corresponda con lo que la persona quiere manifestar ya que muchas confunden el “sí”
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con el “no”, incluso pueden afirmar con la cabeza mientras niegan con la palabra y

viceversa.

Si la persona presenta jerga (discurso incontenible e incomprensible plagado de

palabras inadecuadas o inexistentes en la lengua) habrá que hacer el esfuerzo de

inhibírsela a fin de poder comunicarse. Para eso, el interlocutor deberá guiar la

conversación con preguntas del tipo “si/no” o con alternativas forzadas que la acotarán

obligándola a elegir una de las dos palabras o frases ofrecidas.


13
Convendrá invitar a la persona a utilizar frases u oraciones cortas. A fin de proveerle un

buen modelo, o incluso de verificar si lo comprendido se

corresponde con lo que quiso decir, será útil repetirle la

oración usando la construcción gramatical correcta,

pero sin corregirla (ni evaluarla). No deberá

cohibirse por cometer errores al hablar, ni recluirse

en el silencio, para eso deberá contar con la tolerancia

de quienes la escuchan, que podrán corregirla solo

de vez en cuando y con el fin de aclarar el mensaje, no de censurar.

Se le deberá dar la suficiente oportunidad para buscar la palabra deseada. Si después

de varios intentos no la encuentra se lo podrá ayudar dándosela antes de que se frustre

del todo. A veces simplemente el formar el comienzo de la palabra con los labios o

empezar a decir las primeras sílabas es un modo indirecto pero suficiente.

Será útil aprovechar las actividades de rutina para hablar (comida, aseo, vestido, etc.),

durante las cuales habrá que dejarla pedir lo que necesite y si no logra hacerlo,

excepcionalmente, se podrá decir la palabra (“leche”, “azúcar”, “zapatos”, etc.) por él.

Conviene ponerse de acuerdo para saber cómo quiere que los demás la faciliten o qué

quiere que hagan cuando no encuentra el modo de expresarse.

Las dificultades para acordarse del nombre de las personas o de los objetos, de acceder

a la palabra exacta que quiere decir o de no hallarla en un momento dado y en otro sí

son normales en la persona con afasia. Por lo tanto, habrá que tranquilizarla

explicándole que sus síntomas son esperables y que suceden a todas las personas que

están en su situación. Si fenómenos parecidos, que corresponden a fallas propias del

lenguaje, ocurren a cualquier persona, más justificado está en quienes tienen un daño

en el cerebro que afecta constantemente su sistema lingüístico.


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No será extraño que la persona tenga un uso grotesco e inexacto del lenguaje, incluso

con empleo de malas palabras. Será necesario aceptar eso sin gracia ni enojo. Se la

podrá ayudar dándole la palabra correcta sin demostrar violencia. El humor será un

aliado poderoso siempre que no se confunda con la ridiculización.

Para promover el diálogo y la conversación será conveniente que participe de las

actividades sociales. La comunicación es importante en un mundo de hablantes, y

mucho más para la persona que ha perdido esa habilidad. Para que pueda llevar
14
adelante una conversación, aun con los recursos que tiene, es necesario respetar los

turnos de habla –mientras una persona habla el otro debe callarse– para facilitar la

comprensión y dirigirle la mirada para que sepa que se le está hablando.

Habrá que probar todos los

caminos para llegar a la

comunicación: visual,

auditivo, táctil. Será útil

acompañar lo que se le

transmite con gestos o

pantomima así como alentar

que la persona utilice estos

recursos siempre que sean posibles (algunos pueden tener dificultades para hacer

gestos). Se le podrá proveer un block sin rayas y un marcador fino para que lo utilice

cuando lo desee. Algunas lo hacen espontáneamente, mientras que a otros hay que

alentarlos diciéndoles que escriban o dibujen qué es lo que quieren decir. A veces, la

escritura funciona como facilitadora y permitirá decir la palabra. Hay otras que no

puedan comunicarse ni oralmente ni por escrito, pero sí con dibujos si es que se le

hace la propuesta (especialmente en el comienzo). Si la persona puede escribir, se la

debería alentar a que lleve consigo una libreta de apuntes y una birome para que tenga

la posibilidad de escribir lo que no puede decir. En algunos casos, suele ser su único

medio de comunicación. El interlocutor también podrá utilizar como apoyo un block para

escribir oraciones o tal vez solamente palabras clave.

Para evitar resultados negativos, no habrá que forzar a la persona a hablar o a ver

gente que los demás suponen que quiere ver. Será conveniente preguntarle siempre si

está de acuerdo que la visiten, a quiénes quiere ver y cuándo.


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Sin embargo a medida que vaya mejorando, se beneficiará al socializar con sus amigos

y sus familiares. Mucha gente se siente incómoda cuando debe reencontrarse con

alguien que ha adquirido problemas de lenguaje. Para ayudarlos y ayudar así a la

persona afectada, será útil transmitirles o hacerles leer las sugerencias que se ofrecen

en estas líneas antes de la visita. Se evitará de este modo que ambos se sientan

incómodos, más aún si un especialista convoca a los allegados y les explica cómo

hacer frente a la situación. Si los reencuentros fracasan, las visitas no tendrán deseos
15
de regresar y la persona rechazará otras visitas o salidas.

La persona con afasia deberá oír hablar en la casa. Quienes la rodean, cuidan, y/o

acompañan son buenas fuentes para escuchar y adecuar sus recursos comprensivos.

Y si comprende el lenguaje hablado, será útil que escuche la radio y la televisión (sin

excesos), en especial los noticieros y programas políticos o deportes: pueden ayudar a

la comprensión y al contacto con el afuera.

Habrá que poner especial énfasis en no interrumpirla cuando trata de decir algo.

Quienes tienen afasia se detienen con frecuencia para pensar en la palabra que

quieren decir: no habrá que anticipársela (no es conveniente) sino que habrá que

permitirle que la busque. Con tiempo, muchas veces tendrá la oportunidad de

encontrarla (es uno de los mejores ejercicios).

Será muy estimulante incluirla en las conversaciones sociales. Es preciso

devolverle la confianza en su capacidad para manejar situaciones habladas y no contestar

en su lugar si es capaz de expresarse, a menos que sea absolutamente indispensable. La

familia no debe evaluarla permanentemente, esa tarea le corresponde al especialista.

Para estimularle la confianza habrá que optar por utilizar recursos positivos en lugar

de negativos: no retarla cuando no pueda darse a entender ya que, más allá de lo

inadecuado del método, no permitiría demostrarle que sus esfuerzos por comunicarse

son aceptados y dejaría de intentarlo si la experiencia resultara desagradable; no

enojarse o discutir cuando no pueda comunicarse porque eso generaría molestia y esa

sensación haría todavía más difícil darse a entender; no mostrar ansiedad a través de

la expresión facial o verbal; no ponerla en evidencia ni obligarla a hablar en ninguna

circunstancia (expresiones como “¡Decíselo!” inquietan y avergüenzan); no resaltar los


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déficits sino tener presente que al comienzo no se podía comunicar y si hay necesidad

de establecer comparaciones, hacerlas en relación con el grado de mejoría alcanzado.

Será indispensable no ridiculizar ni insistir para que la persona dé respuestas

precisas, pronuncie correctamente o hable bien (es exactamente lo que la persona con

afasia más desea hacer). Ciertas observaciones, por más que sean bien

intencionadas, harán que se sienta tensa y es posible que, entonces, no intente volver

a hablar. En los casos en que sea imposible comprender lo que trata de decir o explicar
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será adecuado cambiar discretamente de tema con frases del tipo: “Olvidémoslo por

ahora, volveremos sobre esto más tarde. Probablemente las palabras aparecerán más

fácilmente cuando no te esfuerces tanto”.

Es muy arriesgado, frustrante e inútil señalar como meta un lenguaje completamente

normal, por lo que habrá que limitar las expectativas a aquellas cosas que la persona sí

pueda lograr. De lo contrario, todos experimentarán una sensación de fracaso que

incluso podrá influir negativamente en el proceso de recuperación.

Con el fin de hacer del futuro algo constructivo y positivo

habrá que acentuar las tareas que la persona pueda

hacer y aumentar su confianza en sí misma. Las

actitudes que tome el entorno se reflejarán en su

actuación.

Habrá que animarla en todos sus esfuerzos: alabar sus

más pequeños progresos hará que aumente el interés en ayudarse a sí mismo, aunque

el proceso sea lento y agobiante.

Con frecuencia las personas con afasia creen que su incapacidad es la peor.

Comprenderlas y expresárselo mediante frases del tipo: “Me imagino como te sentís,

debe ser muy difícil para vos esta situación”, las hará sentir mejor. No ayuda mostrarle

que incluso en la normalidad hay fallas en el lenguaje porque comparar los errores

esporádicos de una persona sana con su situación instalada y constante acentúa la

sensación de incomprensión.

Las actividades normales de la casa, invitar y comer con la familia, las salidas, como ir al

cine o visitar amigos, tendrán más significado, pero no se deberá olvidar que todas las

propuestas requerirán siempre la aceptación de la persona.


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Deberá tener la posibilidad de ser tan independiente como lo desee. Como

cualquier otro individuo querrá hacer actividades que a los demás podrán parecerles

inútiles o cuyo valor no apreciarán. Todos necesitan la libertad de hacer las cosas que

los satisfacen. Restringir esta libertad la hará sentirse menos normal y capaz de

ayudarse a sí misma.

No deberá estar aislada. El mantenerla, por ejemplo, recluida en su dormitorio, la hará

sentirse incapacitada y, además, le quitará los estímulos esenciales. Deberá


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incorporarse a la vida de todos los días; despertarse, realizar las tareas de higiene

diaria, vestirse, etc. (como lo hacía antes de la afasia). Luego podrá instalarse donde le

resulte mas cómodo, en el comedor diario, en el salón comedor, en el living, etc. o iniciar

sus actividades libres o programadas.

No se le deberá exigir demasiado: el forzarla a que actúe igual que antes no sólo es

poco realista, sino injusto. Esto sin duda no la animará, sino que destruirá la confianza

en sí misma.

A menos que la persona esté demasiado enferma o incapacitada, podrá ser incluida en

los asuntos familiares. La mayoría desea participar en las decisiones de la familia y es

normal ya que sus alteraciones no les impiden ser quienes eran, pensar como

pensaban y tener los derechos que tenían. Habrá que indagar mediante preguntas si

quiere saber cosas que tienen que ver sus ocupaciones y preocupaciones tradicionales,

tales como un plazo fijo en el banco, una deuda que debía cancelar, etc. Tendrá que

tener la posibilidad de participar en todo, con el debido apoyo, pero no deberá ser

sobrecargada con pequeños problemas. Consultarla como se hacía antes de la afasia

colaborará para hacerla sentir quien era.

La ayuda exagerada o la sobreprotección no contribuirán. Por el contrario, el cuidado

que la persona pueda otorgarse a sí misma le generará autoestima y la estimulará a

seguir haciéndolo. Por otra parte, toda ayuda deberá ser hecha sin espera de

agradecimiento porque, de lo contrario, podrá percibir la expectativa y rechazar el

acercamiento.

Las reacciones

emocionales y otros temas

relacionados con la persona

no deberán ser discutidos en


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su presencia suponiendo que no comprende.

Habrá que ser natural, tratarla como antes de su afasia y ayudarla a mantener su rol

anterior dentro del grupo familiar, como padre/madre y como esposo/a. Las personas

mal adaptadas, o que eran difíciles antes de su enfermedad suelen volverse más

difíciles. Sus problemas de personalidad de siempre pueden intensificarse, a tal punto

que la terapia puede llegar a ser inútil. La rehabilitación no puede cambiar los hábitos y

las actitudes de toda una vida.


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Sin embargo, en algunos casos, es posible que haya un definido cambio de

personalidad debido a la lesión cerebral. Muchas personas con afasia manifiestan

características algo peculiares. Se vuelven tercas sobre ciertas ideas, lloran o ríen

fácilmente, se preocupan demasiado por cosas pequeñas, suelen ser críticas, se

vuelven egocéntricas y egoístas. Pueden fastidiarse fácilmente o repetir constantemente

una misma palabra o un mismo pensamiento. Estos problemas suelen disminuir a

medida que su condición general mejora. Pero mientras subsisten, en lugar de

inquietarse habrá que explicarle las situaciones tal como son, de manera sencilla,

reforzando lo que dice con palabras escritas o con ilustraciones.

Para lograr un estado de bienestar, habrá que generar a su alrededor un clima de

distensión natural, generado por medio de los modales, paciencia y actitud de

aceptación de quienes están alrededor. De nada servirán expresiones directas como por

ejemplo “¡Relajate!“.

El familiar que cuida o acompaña tendrá que descansar lo suficiente y tomar cierta

distancia con regularidad, por lo menos una tarde o noche por semana. Otro miembro

de la familia, un amigo o persona contratada deberá aliviar su carga y permitirle guardar

el equilibrio.

Se deberá ayudar a la persona para que no pierda el deseo de vivir proponiéndole

actividades que pueda hacer y distracciones como disfrutar de la música, del arte, de la

naturaleza, de la buena comida y de los restaurantes; o alentándola a tener un “hobby”

para que se relaje y no le dé importancia sólo al habla. Si el nivel de comprensión es

bastante bueno, podrá ver una película, preferentemente una comedia entretenida, en

español (no debe ver películas en otro idioma con subtitulados, debido a que

frecuentemente la lectura está afectada o al menos lentificada). Es posible que pueda

jugar a las damas, al backgammon, a las cartas (con la ayuda de un portacartas) y que
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pueda pintar y dibujar. También es probable que se interese por la jardinería. Hay

personas que descubren intereses que antes no tenían o no se animaban a considerar.

Los problemas específicos tendrán que ser consultados con el médico.

Por encima de todo, es importante rodear de cariño y afecto a la persona con afasia y

tatar de hacerla gozar de placeres y satisfacciones, como también trabajar para

mejorar la calidad de vida y autonomía-.


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