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Los relatos policiales atrapan a los lectores porque los desafían a participar de la investigación al ir brindándoles las claves
para desentrañar el enigma y anticipar el desenlace. Su propósito fundamental es asombrarlo intelectualmente mediante el
impecable y riguroso desciframiento del misterio.
Edgar Allan Poe inició una forma de policial llamada de enigma. Este tipo de relato policial (cuento o novela) requiere la
presencia de una serie de elementos:
1) un delito, cuyo autor se desconoce;
2) un investigador, que actúa por pedido de la policía y que, a partir de pistas y a través de hipótesis y deducciones,
reconstruye el hecho delictivo y descubre al culpable;
3) la resolución del caso: el descubrimiento del culpable y la explicación del modo como se logró llegar a una conclusión.
No importa tanto el qué (robo, asesinato o desaparición) sino el cómo se soluciona racionalmente el suceso.
El hecho criminal que se investiga se le presenta al detective como un misterio (de ahí el enigma), que él resolverá agudizando
sus capacidades intelectuales y deductivas, manifestadas en razonamientos lógicos perfectos. Además, jamás se mezcla en el
oscuro mundo de delito: resuelve los casos utilizando su pensamiento. Este imbatible razonador, muchas veces, está
acompañado por un ayudante. Una de las parejas más famosas de detective y ayudante en la literatura policial es la formada
por Sherlock Holmes y el doctor Watson, en la obra del autor escocés Arthur Conan Doyle.
La lectura de un relato de enigma plantea un juego de ingenio mediante el cual es lector compite con el detective en el
descubrimiento de la verdad; pero por supuesto siempre hay presentes trampas sutiles que retacean información clave para el
lector para luego sorprenderlo con la resolución del caso.
Casi un siglo después del relato policial inaugurado por Poe, surgió también en los Estados Unidos, otra tendencia de este tipo
de literatura: el policial negro. Este tipo de relatos tiene una postura diferente frente al delito y la investigación de la que asume
el policial clásico. Para empezar, el delito no se presenta como un enigma por descifrar, sino como un hecho turbio con el que
hay que mezclarse para obtener algún resultado; este no siempre se alcanza, y aunque así fuera, el resultado no es lo único que
pretende mostrar el relato, sino sobre todo el conocimiento de ese mundo que hizo posible el delito.
El policial negro se centra a veces en la psicología del criminal y en las condiciones sociales en que este se encuentra. Pero, en
la mayor parte de los casos, representa un mundo violento donde actúan poderes que es muy complejo dominar -mafias,
organizaciones ligadas a la trata de personas, al juego, al negocio de la droga, etcétera- y donde el restablecimiento del orden es
muy difícil.
Más allá de las diferencias entre las dos variantes de policial, debe tenerse en cuenta que tanto en el
policial negro como en el policial de enigma, el suspenso es la característica central que estructura el
relato. Casi puede decirse que, sin ese componente –que genera ansiedad en el lector y lo mantiene a la
expectativa de lo que puede ocurrir en la historia- no hay relato policial.