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Colegio Julio Montt Salamanca

Casablanca

Nombre : Francisco Martínez Ramírez


Curso : 2º Año Medio
Profesor : Marcelo Guzmán
F. Entrega : 28 de Junio 2018
Introducción

El Siglo de Oro de España es un nombre para un período que va desde 1492 a 1659. Básicamente, durante
este tiempo, España encontró un lugar importante en el escenario mundial como lo demuestran algunas
de sus grandes contribuciones a las humanidades.

Nombres muy conocidos como Colón, Cervantes o Velázquez son sólo algunos entre los que llevaron a
España a lograr su estatus dorado. El descubrimiento del Nuevo Mundo y el asentamiento en algunas
zonas del mismo, contribuciones al arte, la música y la literatura son muestras dejadas por estos maestros
que llegan hasta hoy.
Pedro Calderón de la Barca

Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el 17 de enero de 1600 de familia hidalga. Se educó en el
Colegio Imperial de los Jesuitas en Madrid, en el que se familiarizó con los poetas clásicos latinos. En
1614 se matricula en la Universidad de Alcalá y, el año siguiente, en Salamanca, donde estudió Cánones
y Derecho hasta 1620.
Fue soldado en la juventud y sacerdote en la vejez, lo que era bastante habitual en la España de su tiempo.
En sus años jóvenes su nombre aparece envuelto en varios incidentes violentos, como una acusación de
homicidio y la violación de la clausura de un convento de monjas. De su vida militar existen pocas noticias,
aunque consta que tomó parte en la campaña para sofocar la rebelión de Cataluña contra la Corona (1640).
Contrasta lo impulsivo y mundano de su juventud con lo reflexivo de su madurez. En 1642 pide su retiro
como militar y entra al servicio del duque de Alba. Goza, desde entonces de un período de tranquilidad
para la creación literaria. En 1651 recibe las órdenes sacerdotales y se traslada a Toledo como capellán de
los Reyes Nuevos.
Vuelve en 1663 a Madrid por orden de Felipe IV que le nombra capellán de honor. Murió en Madrid el
25 de mayo de 1681.

Obra

Calderón escribe sobre todo comedias y autos sacramentales. Hacia 1623 estrena sus primeras comedias
y pronto, Felipe IV le convierte en dramaturgo oficial de la corte. Sin embargo, su momento de mayor
esplendor empieza a partir de 1642, cuando se retira del ejército y entra al servicio del duque de Alba. En
esta época goza de un período de tranquilidad para dedicarse a la creación literaria. Para las fiestas de
palacio compone numerosas obras.
En el estilo de sus comedias se pueden apreciar dos tendencias: una que sigue más de cerca el teatro
realista, nacional y costumbrista de Lope y su escuela, representada por las "comedias de capa y espada";
y otra, diferenciada del estilo anterior, más personal. Esta tendencia incluye las comedias más poéticas y
simbólicas, con intensificación de los valores líricos y del contenido ideológico. En esta segunda línea los
personajes adquieren mayor esquematización y dimensiones de símbolos universales.
Sus principales comedias se pueden clasificar en:
Comedias de historia y leyenda española: El Alcalde de Zalamea
Comedias de honor y de celos: El médico de su honra
Comedias de capa y espada: La dama duende
Comedias filosóficas: La vida es sueño
Comedias fantásticas y mitológicas: La hija del aire

Técnica y Personajes

Las aportaciones de Calderón lo diferencian, aún sin renunciar a ninguna de las innovaciones de Lope,
claramente frente a este último en todos los campos - contenido, técnica arquitectónica, tratamiento de los
personajes: En Calderón la novela adquiere un mayor rigor constructivo y profundidad conceptual;
mediante la estilización, la tendencia al simbolismo y la jerarquización de los personajes, consigue
creaciones de valor universal como Pedro Crespo o Segismundo.

En todas las obras los elementos confluyen hacia un eje central, representado por un motivo único y un
personaje que destaca fuertemente sobre los demás. La obra se despoja de lo secundario y, cuando aparece
una plural intriga dramática, está jerarquizada de tal modo que no rompe en nada la unidad que impone el
eje central mencionado.

La profundidad conceptual se advierte especialmente por la preferencia de determinados temas filosóficos


y religiosos. En cuanto a los personajes también se advierten diferencias entre Calderón y Lope. Mientras
que Lope pone el acento sobre el asunto y la trama sin que haya un héroe que prevalezca sobre los demás
personajes, en Calderón ocurre lo contrario: la jerarquización de la construcción arquitectónica hace que
el énfasis se ponga en un héroe predominante: el tipo universal del teatro de Calderón. En cualquier caso,
el que dichos héroes se conviertan en símbolos, no obsta a que en la obra tengan vida individualizada y
caracteres humanos.
El estilo barroco de Calderón

En Calderón confluyen muchos estilos barrocos porque crea cuando todas las tendencias barrocas han
llegado a su pleno desarrollo. En él confluyen gongorismo y conceptismo y hace uso de innumerables
figuras: correlaciones y paralelismos, contrastes, cuantiosas hipérboles en el lenguaje y en la conformación
de los personajes, comparaciones.
Sus personajes también muestran su barroquismo: dotados de ilimitada violencia, rasgos desmesurados,
trazos muy marcados y se contraponen entre ellos.

Los autos sacramentales

La importancia de Calderón en el desarrollo de este género es de tal magnitud que su nombre va asociado
a este género como algo inseparable. Los autos sacramentales son representaciones dramáticas en un solo
ato, de carácter alegórico y referidas a la Eucaristía, que se representaban en la festividad del Corpus.

En los autos sacramentales, Calderón dramatiza conceptos abstractos de la teología católica


convirtiéndolos en personajes, por lo que al público le resultan reales. Aparecen en escena Dios, la
Discreción, la Hermosura y otros entes abstractos. Escribió unos ochenta, y los más conocidos son El gran
teatro del mundo (1636) y el Auto de la vida es sueño (1670).
Estos autos aparte de tener un gran valor literario cumplían la función de transmitir la teología al gran
público. En ellos se resumen todas las verdades esenciales del dogma y pensamiento católico.
Fama de Calderón

Calderón fue un autor enormemente admirado por los grandes autores europeos: Goethe consideraba a
Calderón el gran genio del teatro. Schlegel llegó a afirmar que Calderón había resuelto el enigma del
universo en algunos de sus dramas. También algunos románticos ingleses, como Shelley, vieron en
Calderón al poeta dramático y lírico más grande.
Calderón es el dramaturgo por excelencia del barroco español. El sentido teológico y metafísico de su
tiempo informa todas sus obras, donde aúna la fe y la razón, y, sin embargo, su debate entre deseos y
terrores que el verbo intenta vanamente comprender remite al presente.
Luis de Góngora y Argote

Nació en Córdoba el once de julio de 1561 en el seno de una ilustre familia, hijo de don Francisco de
Argote, juez de bienes confiscados por el Santo Oficio de Córdoba, y de la noble dama Leonor de Góngora.
Estudió en la Universidad de Salamanca y tomó órdenes menores en 1585. Obtuvo un cargo eclesiástico
de poca importancia pero que le permitió viajar, desde 1589, por el cabildo de Navarra, Andalucía,
Salamanca, Toledo y frecuentar la Corte en Madrid. En esta época compuso numerosos sonetos; romances:
moriscos, amorosos, pastoriles y caballerescos; y letrillas de inspiración popular, líricas y satíricas.
En 1609 regresó a Córdoba y empezó a intensificar la tensión estética y el barroquismo de sus versos.
Entre 1610 y 1611 escribió la Oda a la toma de Larache y en 1613 fábula de Polifemo y Galatea, un poema
en octavas que parafrasea un pasaje mitológico de las Metamorfosis de Ovidio; el mismo año divulgó en
la Corte su más ambiciosa obra: las Soledades. Estos poemas desataron una gran polémica a causa de su
oscuridad y afectación, e iniciaron culteranismo, un término que poseyó en su origen carácter burlesco,
formado a partir de la palabra culto y que, de hecho, supuso la fase final de la evolución de la poesía
renacentista española. Los literatos de la época quedaron de este modo artificialmente enfrentados entre
culteranos (Salvador Jacinto Polo de Medina, fray Hortensio Félix Paravicino, Francisco de Trillo y
Figueroa, Gabriel Bocángel, el Conde de Villamediana, sor Juana Inés de la Cruz) y conceptistas, como
Francisco de Quevedo, ya que la crítica posterior ha visto en el culteranismo simplemente una evolución
extrema del conceptismo. Las Soledades es su obra de mayor aliento y de plan más madurado. Góngora
proyectaba cantar las soledades de los campos, de las riberas, de las selvas y de los yermos. Quedaron
inacabadas pero constituyen una de las cumbres de la lírica de todos los tiempos.De esta época es también
el Panegírico al duque de Lerma, escrito en 1617.
Lo cierto es que Góngora revolucionó la forma poética, pero cultivó todos los géneros. Para algunos es el
autor de los más bellos sonetos que se han compuesto en lengua castellana.
Felipe III lo nombró capellán real en 1617; para desempeñar tal cargo, vivió en la Corte hasta 1626.
Velázquez lo retrató con frente amplia y despejada, y por los pleitos, los documentos y las sátiras de su
gran enemigo, Francisco de Quevedo, sabemos que era jovial, sociable, hablador y amante del lujo y de
entretenimientos como los naipes y los toros, hasta el punto de que se le llegó a reprochar frecuentemente
lo poco que dignificaba los hábitos eclesiásticos.
En 1627, perdida la memoria, volvió a Córdoba, donde murió el 23 de mayo de una apoplejía, en
condiciones de extrema pobreza.El rechazo de gran parte de la crítica al culteranismo siguió durante siglos
y no fue hasta finales del SXIX que los poetas simbolistas, Verlaine a la cabeza, y los poetas modernistas
de lengua española rescataron el valor del gongorismo, lo que tuvo su cenit en la generación del 27,(Jorge
Guillén, Pedro Salinas, García Lorca, Alberti) que debe su nombre en el tercer centenario de la muerte del
insigne poeta, que culminó con la publicación de la edición critica de las Soledades y de la Fábula de
Polifemo y Galatea por parte de Dámaso Alonso.
Obra poética:
No vio sus obras publicadas en vida, aunque lo intentó en 1623, pero éstas pasaron de mano en mano en
copias manuscritas que se coleccionaron y recopilaron en cancioneros, romanceros y antologías.
Las ediciones críticas acostumbran a clasificar su obra en:
Poemas menores: romances y sonetos.
Poemas mayores:
Oda a la toma de Larache (1610)
Fábula de Polifemo y Galatea (1612)
Soledades (1613).
Panegírico al duque de Lerma, escrito en 1617
Teatro:
Las firmezas de Isabela (1613)
Comedia venatoria
El doctor Carlino
La Dama Duende; Calderón de la Barca

La obra cuenta la vida de Doña Ángela, una joven viuda a la que sus hermanos Don Juan y Don Luis
tienen encerrada.

La dama duende es doña Ángela, una chica jóven que enviuda. Tiene dos hermanos muy celosos y
obsesionados con los códigos del honor, que invitan a alojarse en su casa a Don Manuel, el galán de la
obra, durante su estancia en Madrid. Estos le ocultan la existencia de Doña Ángela para evitar
precisamente el enamoramiento, y no perder así el honor de su familia. Motivada por morbo y por el ansia
de diversión, de la que carece en su vida cotidiana, Ángela entra en el cuarto del huésped y allí lo registra
todo, ayudada de su amiga Beatriz, de la cual están enamorados los hermanos de Ángela.

Cuando Don Manuel y su criado Cosme entran en la habitación y encuentran el desorden, ocasionado por
las dos buenas señoras, creen que todo es cosa de duendes. Ahí empieza la caza de duendes.

Un día, estaba Doña Ángela tapada, perseguida por unos individuos en la calle y se encontró con Don
Manuel, a quien le pidió ayuda para despistarlos. Lugo, en la casa ella le dejó un mensaje escrito y le pidió
que le contestara dejando un mensaje en el mismo lugar. A partir de este punto, la mayor parte de la obra
se basa en las artimañas que doña Ángela inventa para burlar las vigilancias de sus hermanos para recobrar
su libertad. Los papeles iban y venían gracias a que Ángela o su criada los recogen entrando en su cuarto
a través de un pasadizo contenido en la alacena del cuarto del hombre, lo que provoca todo tipos de enredos
hasta el feliz final en el que los dos protagonistas acuerdan su boda.
Personajes

Doña Ángela: viuda bella, de familia noble; no le gusta estar encerrada en casa. Pasea por la calle
encubierta y tiene que mantenerse escondida de sus hermanos que la quieren guardar en casa, así
guardando su honor.

Don Manuel: es el huésped de uno de los hermanos de Doña Ángela. El simboliza la caballerosidad y el
pensamiento racional. Es víctima de las hazañas de Doña Ángela y aun así opta por defenderla a toda costa
de las injusticias de sus hermanos.

Cosme, gracioso: él es quien añade la risa a la comedia y el alivio a la tensión dramática. Simboliza en la
obra la cobardía, y la superstición.

ISABEL, criada: quien le da la idea a Doña Ángela de pasar la alacena para pasar al cuarto de Don
Manuel. Está con Doña Ángela en todas sus aventuras.

Don Luis: Hermano menor de Don Juan; es inmaduro y enamorado de doña Beatriz; no es nada mesurado
y en seguida quiere luchar con el forastero que encuentra en la calle (=don Manuel) al comenzar el texto.
Reacciona de forma intensa a todo lo que pasa.

Don Juan de Toledo: Hermano de don Luis y de doña Ángela. Amigo y antiguo compañero de don
Manuel. Contento con su suerte. Todo parece irle bien. Enamorado de Beatriz y correspondido por esta.

Doña Beatriz: prima de la familia que tiene interés en Juan y escucha a Ángela
Análisis

La obra La Dama Duende, por Calderón de la Barca, pertenece al s. XVII. El teatro en el siglo XVII, con
la ayuda de Calderón, llega a perfeccionarse en este siglo de oro. Calderón pertenece a la última etapa de
este siglo, y él añade el último toque al teatro a través de la comedia. La dama duende es una comedia de
ambiente urbano perteneciente al género llamado de capa y espada (subgéneros dramáticos del Teatro
clásico español del Siglo de Oro. Se define como aquella pieza teatral de tema galante en tres jornadas
cuya acción ocurre entre personas que no exceden el nivel social de nobles y caballeros) que desborda sus
límites para reflejar al poeta. Las características generales de La Dama Duende incluyen la burla de
costumbres de la época y la enseñanza de morales. También tenemos como rasgos de La Dama Duende
de ser una comedia enredosa que termina con un final feliz.
Comedia cómica, de enredo, con una intriga minuciosa que gira alrededor del amor y al honor y nos
transmite las indecisiones del hombre de la época. Se utiliza el lenguaje que se usaba en el siglo XVII, El
género de comedia era la principal característica de este siglo
Bartolomé Esteban Murillo

(Sevilla, 1617 - 1682) Pintor español. Nació en 1617 en el seno de una familia de catorce hermanos, de
los que él fue el benjamín. Quedó huérfano de padre a los nueve años y perdió a su madre apenas seis
meses después. Una de sus hermanas mayores, Ana, se hizo cargo de él y le permitió frecuentar el taller
de un pariente pintor, Juan del Castillo.

En 1630 trabajaba ya como pintor independiente en Sevilla y en 1645 recibió su primer encargo
importante, una serie de lienzos destinados al claustro de San Francisco el Grande; la serie se compone de
trece cuadros, que incluyen La cocina de los ángeles, la obra más celebrada del conjunto por la
minuciosidad y el realismo con que están tratados los objetos cotidianos.

El éxito de esta realización le aseguró trabajo y prestigio, de modo que vivió desahogadamente y pudo
mantener sin dificultades a los nueve hijos que le dio Beatriz Cabrera, con quien contrajo matrimonio en
1645. Después de pintar dos grandes lienzos para la catedral de Sevilla, empezó a especializarse en los
dos temas iconográficos que mejor caracterizan su personalidad artística: la Virgen con el Niño y la
Inmaculada Concepción, de los que realizó multitud de versiones; sus vírgenes son siempre mujeres
jóvenes y dulces, inspiradas seguramente en sevillanas conocidas del artista.

Tras una estancia en Madrid entre 1658 y 1660, en este último año intervino en la fundación de la
Academia de Pintura, cuya dirección compartió con Herrera el Mozo. En esa época de máxima actividad
recibió los importantísimos encargos del retablo del monasterio de San Agustín y, sobre todo, los cuadros
para Santa María la Blanca, concluidos en 1665. Posteriormente trabajó para los capuchinos de Sevilla
(Santo Tomás de Villanueva repartiendo limosna) y para el Hospital de la Caridad (cuadros sobre las obras
de misericordia).

Murillo destacó también como creador de tipos femeninos e infantiles: del candor de La muchacha con
flores al realismo vivo y directo de sus niños de la calle, pilluelos y mendigos, que constituyen un
prodigioso estudio de la vida popular. Después de una serie dedicada a la Parábola del hijo pródigo, se le
encomendó la decoración de la iglesia del convento de los capuchinos de Cádiz, de la que sólo concluyó
los Desposorios de santa Catalina, ya que, mientras trabajaba en el cuadro, falleció a consecuencia de una
caída desde un andamio.
Diego de Silva Velázquez

(Diego Rodríguez de Silva y Velázquez; Sevilla, 1599 - Madrid, 1660) Pintor español. Además de ser la
personalidad artística más destacada de su tiempo, Diego Velázquez es también la figura culminante del
arte español, sin rival hasta los tiempos de Goya.

Diego Velázquez realizó su aprendizaje en Sevilla, en el taller de Francisco Pacheco, con cuya hija se casó
en 1617. Cuando todavía era un adolescente, pintó algunas obras religiosas (La Inmaculada
Concepción, La Adoración de los Reyes Magos) con un realismo inusual y pronunciados efectos de
claroscuro. A la misma época pertenece una serie de obras de género con figuras de prodigiosa intensidad
y una veracidad intensísima en la reproducción tanto de los tipos humanos como de los objetos
inanimados; entre otros ejemplos se pueden citar Vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla.
También por entonces pintó inusitados cuadros de temática religiosa ambientados en escenarios
cotidianos, como Cristo en casa de Marta o Cristo en Emaús; de hecho, la capacidad de convertir escenas
de la vida de Jesucristo en algo cercano y realista constituye una característica del barroco sevillano que
Velázquez legó a otros artistas de su tiempo.
Estas obras, de un estilo por lo demás muy distinto del de su época de madurez, le valieron cierta
reputación, que llegó hasta la corte, por lo que en 1623 Diego Velázquez fue llamado a Madrid por
el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, para que pintara un retrato del rey; tanto gustó la obra al
soberano que lo nombró pintor de corte.
Comenzó así para Velázquez una larga y prestigiosa carrera cortesana, a lo largo de la cual recibió
destacados títulos, como los de ujier de cámara y caballero de la Orden de Santiago. Desde su
nombramiento oficial hasta el final de sus días pintó numerosos retratos de Felipe IV y de diversos
miembros de su familia, a pie o a caballo.

Se trata de obras de gran realismo y excepcional sobriedad en las que el magistral empleo de la luz sitúa
los cuerpos en el espacio y hace vibrar a su alrededor una atmósfera real que los envuelve. Los fondos,
muy densos al principio, se suavizan y aclaran luego, con el paso del tiempo. En los retratos femeninos
(el de Mariana de Austria, por ejemplo), el artista se recrea en los magníficos vestidos, en los que muestra
sus grandes cualidades como colorista.
La culminación de su carrera como retratista es Las Meninas, considerada por algunos como la obra
pictórica más importante de todos los tiempos. Hay que destacar igualmente las incomparables series de
enanos y tullidos de la corte. Velázquez realizó dos viajes a Italia, uno en 1629-1631 y otro en 1648-1651.
En ambos produjo obras importantes: La túnica de José y La fragua de Vulcano en el primero; los retratos
de Juan de Pareja y de Inocencio X en el segundo; el del Papa es un retrato portentoso, dotado de una
vivacidad, una intensidad y un colorismo excepcionales.
Al genio sevillano se debe también una obra maestra de la pintura histórica, La rendición de Breda,
pintada en 1634 para el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro de Madrid. El mérito de la obra reside
en la ausencia del engolamiento habitual en los cuadros de temática histórica y en la plasmación de las
facetas más humanas del acontecimiento; la composición admirablemente resuelta y la atmósfera de
extraordinario realismo han hecho de esta obra una de las más conocidas del maestro.
Artista prolífico, Diego Velázquez dejó también importantes creaciones de temática religiosa
(Crucificado) y algunas de tema mitológico en clave cotidiana, como Los borrachos o Las hilanderas,
ésta última una de las obras capitales del artista por la perfección que alcanza en ella la perspectiva aérea.
El tono de cotidianidad, de acontecimiento vivo, confiere a estas realizaciones un particular atractivo.
De temática mitológica es asimismo la magistral Venus del espejo, el único desnudo femenino que pintó
y uno de los pocos de la historia de la pintura española. Poco conocido fuera de España hasta el siglo XIX,
Diego Velázquez es hoy considerado uno de los grandes genios de la pintura universal.
Las Meninas
Diego de Silva Velázquez

Las meninas (como se conoce a este cuadro desde el siglo XIX) o La familia de Felipe IV (según se
describe en el inventario de 1734) se considera la obra maestra del pintor del Siglo de Oro español Diego
Velázquez. Acabado en 1656, corresponde al último periodo estilístico del artista, el de plena madurez.
Es una pintura realizada al óleo sobre un lienzo de grandes dimensiones formado por tres bandas de tela
cosidas verticalmente, donde las figuras situadas en primer plano se representan a tamaño natural. Es una
de las obras pictóricas más analizadas y comentadas en el mundo del arte.

El tema central es el retrato de la infanta Margarita de Austria, colocada en primer plano, rodeada por sus
sirvientes, «las meninas», aunque la pintura representa también otros personajes. En el lado izquierdo se
observa parte de un gran lienzo, y detrás de este el propio Velázquez se autorretrata trabajando en él. El
artista resolvió con gran habilidad todos los problemas de composición del espacio, gracias al dominio
que tenía del color y a la gran facilidad para caracterizar a los personajes.

El punto de fuga de la composición se encuentra cerca del personaje que aparece al fondo abriendo una
puerta, donde la colocación de un foco de luz demuestra, de nuevo, la maestría del pintor, que consigue
hacer recorrer la vista de los espectadores por toda su representación. Un espejo colocado al fondo refleja
las imágenes del rey Felipe IV y su esposa Mariana de Austria, medio del que se valió el pintor para dar
a conocer ingeniosamente lo que estaba pintando, según Palomino, aunque algunos historiadores han
interpretado que se trataría del reflejo de los propios reyes entrando a la sesión de pintura o, según otros,
posando para ser retratados por Velázquez: en este caso, la infanta Margarita y sus acompañantes estarían
visitando al pintor en su taller.

Las figuras de primer término están resueltas mediante pinceladas sueltas y largas con pequeños toques
de luz. La falta de definición aumenta hacia el fondo, siendo la ejecución más somera hasta dejar las
figuras en penumbra. Esta misma técnica se emplea para crear la atmósfera nebulosa de la parte alta del
cuadro, que habitualmente ha sido destacada como la parte más lograda de la composición. El espacio
arquitectónico es más complejo que en otros cuadros del pintor: es el único donde aparece el techo de la
habitación. La profundidad del ambiente está acentuada por la alternancia de las jambas de las ventanas y
los marcos de los cuadros colgados en la pared derecha, así como la secuencia en perspectiva de los
ganchos de araña del techo. Este escenario en penumbra resalta el grupo fuertemente iluminado de la
infanta. Como sucede con la mayoría de las pinturas de Velázquez, la obra no está fechada ni firmada y
su datación se apoya en la información de Palomino y la edad aparente de la infanta, nacida en 1651. Se
halla expuesta en el Museo del Prado de Madrid, donde ingresó en 1819, procedente de la colección real.
Personajes

1. Infanta Margarita. La infanta, una niña en el momento de la realización de la pintura, es la figura


principal. Tenía unos cinco años de edad y alrededor de ella gira toda la representación de Las meninas.
Fue uno de los personajes de la familia real que más veces retrató Velázquez, ya que desde muy joven
estaba comprometida en matrimonio con su tío materno y los retratos realizados por el pintor servían, una
vez enviados, para informar a Leopoldo I sobre el aspecto de su prometida. Se conservan de ella excelentes
retratos en el Museo de Historia del Arte de Viena. La pintó por primera vez cuando no había cumplido
los dos años de edad. Este cuadro se encuentra en Viena y se considera como una gran obra de la pintura
infantil. Velázquez la presenta vestida con el guardainfante y la basquiña gris y crema.

2. Isabel de Velasco. Hija de don Bernardino López de Ayala y Velasco, VIII conde de
Fuensalida y gentilhombre de cámara de su Majestad. Contrajo matrimonio con el duque de Arcos y
murió en 1659, tras haber sido dama de honor de la infanta. Es la menina que está en pie a la derecha,
vestida con la falda o basquiña de guardainfante, en actitud de hacer una reverencia.

3. María Agustina Sarmiento de Sotomayor. Hija del conde de Salvatierra y heredera del Ducado de
Abrantes por vía de su madre, Catalina de Alencastre, que contraería matrimonio más tarde con el conde
de Peñaranda, grande de España. Es la otra menina, la situada a la izquierda. Está ofreciendo agua en
un búcaro, pequeña vasija de arcilla porosa y perfumada que refrescaba el agua. La menina inicia el gesto
de reclinarse ante la infanta real, gesto propio del protocolo de palacio.

4. Mari Bárbola (María Bárbara Asquín). Entró en Palacio en 1651, año en que nació la infanta y la
acompañaba siempre en su séquito, «con paga, raciones y cuatro libras de nieve durante el verano».Es la
enana acondroplásica que vemos a la derecha.

5. Nicolasito Pertusato. Enano de origen noble del Ducado de Milán que llegó a ser ayuda de cámara del
rey y murió a los setenta y cinco años. En la pintura está situado en primer término junto a un perro mastín.
6. Marcela de Ulloa, viuda de Diego de Peralta Portocarrero. Era la encargada de cuidar y vigilar a
todas las doncellas que rodeaban a la infanta Margarita. Se encuentra en la pintura, representada con
vestiduras de viuda y conversando con otro personaje.

7. El personaje que está a su lado, medio en penumbra, es el único del que no da el nombre Palomino:
únicamente lo menciona como un guardadamas.

8. José Nieto Velázquez. Era el aposentador de la reina, así como el propio pintor lo era del rey. Sirvió
en palacio hasta su fallecimiento. En la pintura queda situado en el fondo, en una puerta abierta por donde
entra la luz exterior. Se muestra a Nieto cuando hace una pausa, con la rodilla doblada y los pies sobre
escalones diferentes. Como dice el crítico de arte Harriet Stone, no se puede estar seguro de si su intención
es entrar o salir de la sala.

9. Diego Velázquez. El autorretrato del pintor se encuentra de pie, delante de un gran lienzo y con la
paleta y el pincel en sus manos y la llave de ayuda de cámara a la cintura. El emblema que luce en el pecho
fue pintado posteriormente cuando, en 1659, fue admitido como caballero de la Orden de Santiago. Según
Palomino, «algunos dicen que su Majestad mismo se lo pintó, para aliento de los Profesores de esta
Nobilísima Arte, con tan superior Chronista; porque cuanto pintó Velázquez este cuadro, no le había hecho
el Rey esta merced».

10 y 11. Felipe IV y su esposa Mariana de Austria. Aparecen reflejados en un espejo, colocado en el


centro y fondo del cuadro; parece indicar que es precisamente el retrato de los monarcas lo que estaba
pintando Velázquez.
Conclusión

Hemos aprendido juntos que el teatro fue uno de los medios artísticos más importantes durante la época
del Siglo de Oro.
Ahora sabes que el Siglo de Oro es llamado así por la riqueza de su arte, y la gran cantidad de artistas que
florecieron en este periodo.

Trata indudablemente de un periodo histórico muy importante para España, porque fue un momento en el
que el país floreció a nivel artístico, cultural y económico y su fama se impuso en toda Europa, alcanzando
un gran prestigio.
Durante el Siglo de Oro fueron muchas las innovaciones en diferentes áreas culturales: artes plásticas,
música, arquitectura y, por supuesto, literatura.

En particular, la comedia era el arte popular por excelencia, Durante el Siglo de Oro, también se
produjeron muchos avances a nivel científico, lingüístico, geográfico, es decir, fue un periodo de cambios
radicales en el mundo hispánico.

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