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Historia del anAlisis sociolégico Tom Bottomore y Robert Nisbet compiladores Amorrortu editores Buenos Aires “Indice general 8 Introduccién, Tom Bottomore y Robert Nisbet F191. El pensamiento sociolégico en el sighs XVIL, Robert , Bierstedt 59 2. Teorias del progreso, e! desarrollo y la evolucién, Kenneth Bock 103 3. Conservadorismo, Robert Nishet 146+ 4. Marxismo 178. 8, La sociologia alemana en la época de Max Weber, Julien.» Freund 218. 6. Emile Durkheim, Edward A. Tiryakian 273 «7. El positivismo y sus eriticos, Anthony Giddens - 327 8. Corrientes socioldgicas de los Estados Unidos, Lewis A. » sociologia, Tom Bottomore Coser 364 9. Funcionalismo, Wilbert E, Moore 412 10. Las teorias de fa accién social, Alen Dawe —~ + 1. La teoria del intercambio, Harry C. Bredemeter 522 12. El interaccionismo, Berenice M. Fisher y Anselm L. Strauss 570+ 13. Fenomenologia y sociologia, Kurt H. Wolff « 635 14, Estructuralismo, Tom Bottomore y Robert Nisbet « 651 15. Estratificacién social, Frank Parkin T1816. Poder y autoridad, Steven Lukes 768 17. Anélisis sociolégico y politica social, James Coleman - Introduccién Tom Bottomore y Robert Nisbet La idea de este libro nacié en lo esencial del interés que desde hace tiempo ponfan ambos.compiladores en averiguar los diversos caminos que Hlevaron a la sociologia a constituirse como disciplina rigurosa. Pero su ocasién directa fue una reflexién sobre el aporte que para la historia de la ciencia de la economia ha significado el libro de Joseph A. Schum- peter Historia del andlisis econdmico. Revisando las historias de la so- ciologia en ese momento existentes notamos que habia muchos estudios. cesclarecedores sobre pensadores 0 episodios particulares, pero faltaba una obra comprensive que mostrara, con Ia riqueza de detalle que ofrece Schumpeter, ide qué manera se éesarrollé el anélisis sociolégico, cémo se elaboraron ¥ inodificaron los diversos proyectos tedricos, qué relacién guardan estos entre si, y en qué forma surgi6, prosiguié y al cabo se resolvi6, 0 se abandoné, el debate tedrico.. ‘Cuando pasamos a considerar emo se podria escribir una historia asi, nos parecié evidente que los alcanees excepcionalmente amplios del analisis socfol6gica (que pretende, en efecto, abarcar la vida social «en su conjuntos) y la enorme diversidad de orientaciones teéricas (que no ‘ha hecho mas que acrecentarse en afios recientes) volvian aconsejable tna obra colectiva, en que distintos especialistas ofrecieran una exposi- cin exhaustiva de aquellas teorias que les interesaran particularmente y de que tuvieran conocimiento eabal. Pero también crefmos esencial ‘complementar estos estudios de le que podria denominarse wescuelas ted icase con otras dos lineas coneurcentes: las varias orientaciones metodo- ogicas de cardcter muy general que coexistieron en la historia de nuestra disciplina, que hallaron expresin en diversos esquemas te6ricos y que en ocasiones originaron importantes debates metodoligicos: y algunas ‘uestiones te6ricas globales (como la significacién del poder y de la es- tratificacién social, el nexo entre el anilisis sociolégico y la vida social practica), que todas las grandes escuelas ce teoria sociologica debieron abordar. Por ultimo, creimos itil incluir, a manera de estudio especial, la créniea de algunos aspectos del anilisis sociolégico en los Estados Uni- dos, donde la sociologia se desarzollé con mis rapidez y extensién que en ningin otro sitio, y en consecuencia aleanz6 considerable gravitacién histériea, Esta concepeién generadora del libro se basé en un distingo muy es tricto entre andlisis sociolégico y pensamiento social en sentido amplio. No fue nuestro propésito presenter, ni siquiera sumariamente, un pano- rama hist6rico de la evolucién del pensamiento acerca de la sociedad, ara situar después a la sociologia en ese contexto; al contrario, preten- Gimos esbozar el surgimiento y desarrollo de una «nueva cienciar, que desde el siglo XVIII ha sido uno de los elementos fundamentales en la historia de las modernas ciencias sociales, Nuestros colaboradores no han mnitido enteramente a Jos precursores, pero ellos y nosotros nos hemos centrado en Ia sociologia como ciencia tesrica y empiriea, que adquirié s1 forma definitiva en los sigios XIX y XX, sobre todo en este ultimo, Este distingo entre el pensamiento social —cuya historia es coextensiva ala historia de la humanidad— y el andlisis socioldgico es objeto de diversos exémenes en los primeros eapitulos, pero exige al menos uma jn preliminar. ‘Como Schumpeter en su anilisis de la ciencia econémica, debimos plantearos aqui si la sociologia es una ciencia; y, como él, tuvimos que Teconacer que la idea misma de un anilisis socioldgico, de una ciencia sociolégica, es en algunos aspectos oscura: oculta en parte por el polvp yeel humo de muchas batallas, algunas de las cuales se siguen librando con no desmayado vigor hasta hoy. No es este el lugar para entrar en pormenores sobre las controversias de filosofia de la ciencia, sobre la naturaleza de la cienefa en general, su demarcacién respecto de lo que no es efencia!, y el caréeter y los problemas particulares de las ciencias sociales: estos problemas son considerados en parte, desde diversos angu- Jos, en los capftulos dedicados a posturas tesricas determinadas, y se tra- ten en forma mas directa en el capitulo sobre el positivismo. Aqui podemos aproximarnos a la cuestién apuntando algunos de los rasgos que consti- tuyen al andilisis sociolégico como forma sistematica de indagacién, do- teda de su propio, aunque variado, conjunto de investigacién, “La ierupeién de la sotiologia en el pensamiento social puede interpre tarse de diversos modos; fue por cierto el producto de muy distintas in- fluencias, pero sin duda una de sus caracteristicas més notorias fue Ja nueva y mas precisa concepcién de la «sociedads como objeto de estudio, caramente diferenciable del Estado y de lo politico en general? asi co- mo de una vaga historia universal de la humanidad y de las historias particulares de epueblose, «Estados» 6 scivilizacionese. La idea de «socie- ‘dad fue elaborada en el andlisis de la estructura social, los sistemas so- coales y las instituctones sociales, que formaron el niicleo central de la {eoria sacioldgica, al menos desde Marx en adelante; y las diversas es- ‘euelas de pensamiento estudiadas en este voluumen son otras tantas tenta- tivas de definir los elementos fundamentales de la estructura social —tanto, Ics elementos universales como los que presentan un caracter hist6rico particular— y de brindar alguna explicacién o interpretacion de la uni- dad y persistencia de las sociedades, no menos que de sus tensiones inter- nas y sus potencialidades de cambi Constituida como diseiplina cientifica por esta definicién de su obje- to de estudio, la sociologia, pese a ser tan vasta, inabarcable y suscepti- be de conceptualizaciones en extremo variadas, evolucioné de un modo ‘que podria considerarse bastante normal, merced a la elaboracién conti nuada de paradigmas contrapuestos y a la polémica entre sus propugna- 10 dores, merced a Ia acurnulacién de un cuerpo ordenaclo de conocinnientos resultantes de investigaciones empiricas regidas por tal o cual paradig. ma, y merced a la especializacion de las indagaciones. Este progreso, que incluye lo que se nos presenta como una construccién y evaluacién impareial y critica de teorias, y una recoleceién y ordenamiento objetivo de datos empiricas, muestra sin duda algunos rasgos insatisfactorios.’Uno es la coexistencia, por largos periodos, de una diversidad de paradigias, rninguno de los cuales lograba neto predominio; esto permite afirmar, por un lado, que una teorfa sociol6gica no muere (a lo sumo entra en sestado de coma», y es capaz de revivir posteriormente) y, por otro lado. que no hay verdaderas +revoluciones cientificass en que sea destronado un paradigma reinanté y otro se vuelva soberano. Un segundo rasgo es que el saber cientifico producido por la sociologia esta préximo al del sentido comin ordinario; esto ha sido proclamado en forma extrema se- ‘talando el «caracter obvio» de las teorias e indagaciones sociolégicas cuan- do se las despoja de la jerga que las recubre como capa protectora’, Estos dos rasgos explican buena parte de la insatisfaceién que los pro- pios sociblogos sienten a veces por el estado y el progreso de su discipli- na, Pero no se los debe exagerar. Los descubrimientos de la investigacion sociolégica no siempre son meras perogrulladas; mas atin, en ocasiones son opuestos a lay creencias cotidianas del sentido comin respecto de tun asunto determinado; 0 pueden venir en apoyo de una conelusién xob- vias, en contra de otra contradictoria con aquella, pero igualmente +ob- vias y que goza de amplia creencia; permiten el conocimiento de fenémenos de que el-sentido connin ni siguiera ha tomado noticia. Mas importante para el tema de este libro es que el analisis sociolégico, tenga ‘no su fuente iiltima en la comprensién de la interaceién humana por «l sentido comiin, en todo caso aporta una comprension mas sistematica, abareadora y rigurose, y ademas trasforma nuestro conocimiento del mun: do social por medio de conceptualizaciones nuevas. El andlisis de la pro- duceién de mercancias, de Marx; el estudio de la relacidn entre la ética protestante y el capitalismo, de Max Weber; la concepeién de Durkheim. acerca de las bases de la solidaridad social, y el analisis estructural del parenteseo, han proporcionado un saber nuevo, que no formaba parte de la visién del mundo propia del sentido comin y que, en algunos ca- sos, se incorpors después, de diversas maneras, a ese saber ordinario, Los problemas que plantea la diversidad de paradigmas en sociolo- gia (que este volumen pone ampliamente de relieve) se phieden examinar desde diversos ngulos, Desde luego, paradigmas rivales suelen nacer en un terreno intelectual definido, y en esa medida presuponen al menos lun acuerdo amplio (aunque mas implicito que explicito) sobre lo que constituye el dominio espeettico y los problemas de la sociologia. Pero en la medida en que esto no ocurre —sobre la naturaleza y validez de 1a sociologfa en cuanto tal, 0 de cualquier otra ciencia social en general, hay, es manifiesto, extensas controversias—, no podemos sostener que ia concepcidn universalmente aceptada del objeto del andlisis . que sirva de contexto a los debates tedricos, Esta incerti- ul dumbre, esta insidiosa presencia de imagenes radicalmente opuestas (0 inconmensurables entre si) del hombre y la sociedad en el horizonte de ddiversos sistemas tedricos, opone serias dificultades a la resolucién de las discrepancias, al pasaje de uno a otro paradigma © a la evaluacién del progreso.cientifico en sociologta. as verdaderamente posible hablar de progreso? Presumimos, desde wego, que el desarrollo inicial de la sociologia representé un claro pro- reso en el estudio de la sociedad humana, por su més nftida definicién del objeto de estudio y su formulacién de nuevos temas y problemas. Y¥ desde mediados det siglo XIX hasta comienzos del XX —en las obras de Marx, Weber y Durkheim— surgieron osadas construcciones teéricas, sagaces exposiciones de! método sociolégico y grandes estuclios de ele- ‘mentos fundamentales de la estructura social, que en su conjunto institu- yeron la sociologia como modo riguroso de indagacién cientifica y promovieron una gran expansiOn de las indagaciones empiricas en esta fmateria. No parece dudoso que estos logros hayan significado un avance notable respecto de las construcciones, mas especulativas, de Saint Simon, yde Comte, o de los pensadores conservadores del siglo XIX, con toda Su importancia de precursores. Edward Tiryakian sefiala que Durkheim tuvo por proyecto de vida establecer la sociologia como clencia riguro- sa, y que ele procurd su primer paradigma cientifico acabado-*. Pero. Jo mismo se podria decir, modificando s6lo algunas palabras, de Marx, quien puso abundantemente de manifiesto —a pesar de los ocasionales petiodos de «adormecimiento dogmatico» entre los marxistas—- esa capa- ‘cidad para generar nuevos planteos de investigacién y controversias cien- tificas, que es uno de los indices de la fecundidad de un paradigma. ‘Ahora bien, acerca del progreso del anilisis sociolégico se podria considerar més importante esta pregunta: si desde esa brillante ¢poca ‘en que se echaron los cimientos de la disciplina hubo un avance decisive en la construceién sea de una teoria general, sea de teorias mas limita- das sobre fendmenos sociales particulares, y en la eritica y refutacién de teorias mas antiguas, A nuestro entender, esta cuestidn es muy com- pkja y no admite una respuesta simple, Por un lado, es bien evidente que las variedades de andlisis sociolégico que encamaron las obras de ‘Marx, Weber y Durkheim siguen poseyendo autoridad e influencia, y estin lejos de haber sido desechadas. Un aspecto de esta situacién es que ex el siglo XX no ha aparecido, hasta ahora, un paradigma nuevo que represente uns clara superacién da los prodcidas en lo que se ha llama- do la wedad de oro» de la sociologia. Acaso el funcionalismo estructura- lista de las décadas de 1940 y 1950 fue el que mis cerca estuvo de lograrlo. Sin embargo, no consumé una reconstruccién completa de la teor'a sociolégica, pues si incorpor6 (en especial en la obra de Talcott Parsons} algunos Conceptos te6ricos importantes de Weber y Durkheim ‘yprocuré superar a estos autores con Ia formulacién de un nuevo esque- ma conceptual, no se cotejé directamente, en cambio, ni con la teorfa marxista ni con otros tipos de pensamiento sociolégico menos conspi- ‘en0s, ni traté de incluirlos en su sintesis. a Este ejemplo nos esta indicando una de las vias que siguen las teorias sociolégicas en su construccién y reconstruccién; en efecto, el auge y la posterior decadencia del funcionalismo estructuralista se pueden en- tender como una oscilacién entre dos orientaciones contrapuestas en el estudio de la sociedad humana: la primacia de la continuidad estructu- ral, a interconexién, la unidad cultural; o de la discontinuidad, Ia pro- peasién al cambio, los conflictos de intereses y de valores. Es verdad que en el curso de esa oscilacién se puede alcanzar una mayor claridad y sistematizacién conceptuales®, No obstante, considerado en su conjunto, el proceso pareceria cfclico y no lineal; asf, en el caso especifico del Fun- cionalismo, las dificultades y criticas que condujeron a su decadencia 0 no a su extinckin— estuvieron intimamente vinculadas al renaci miento del marxismo como teoria sociolégica fundamental, y no al sur- gimiento de una teorfa novedosa o de un paradigma més general, que imprimiera una orientacién totalmente nueva al andlisis sociolégi ‘Este examen sugiere que no podemos presentar, al menos en los tlt mos tiempos, cambios de paradigmas de alcance suficiente para trasfor- mar por entero el campo de estudio, Queda entonces la posibilidad de que se hayan proqlucido progresos significativos en el desarrollo de teo- rfas particulares. Sin duda, como lo muestran muchos de los capitulos que siguen, se ha avanzado en la elucidacién y reformulacién de concep- tos basicos, en la eliminacién de los que no resisten el examen critico {p.e), ciertas analogias orgénicas) y en la revisién de proposiciones der vadas de teorias especificas. Pero dentro de los marcos teéricos particu- lares prevalecié una tendencia semejante a la que se impuso con relacion 1 los paradigmas més generales: produeir concepciones contrapuestas, que ent lo sucesivo coexisten con las anteriores sin resoluctén efectiva de Jas diferenefas E| desarrolio del pensamiento marxista en las dltimas décadas pro- poreiona un buen ejemplo: se caracteriz6, es cierto, por my intensos debates te6ricos, por algunas notables reinterpretaciones del método de Marx y por analisis conceptuales muy esclarecedores; estos estudios He- vvaron sin embargo a la formacién de sescuelas+ marxistas bien diferen- ciadas, y no a Ia consolidacién de una teorfa marxista tnica, més avanzada desde el punto de vista cientifico. Dificultades similares para indicar una neta linea de avance se pre- sentan si del examen de esquemas tedrieos espectficos, como el marxis: mo 0 el funcionalismo, pasamos al estudio de las diversas maneras sucesivas de analizar fenémenos sociales particulares. Seftala Frank Par- kin, acerca de la estratificacién social, que la teoria «no tiene historia, en el sentido de un cuerpo acumulativo de conocimientos que muestren tuna pauta de desarrollo desde un estado de cosas mas primitive a otro més elaborado»; y «la mayor parte de lo que hoy se entiende por teorfa de las clases o de la estratificacion tiene sus origenes, casi exclusivamen- te, en los escritos de Marx y Engels, de Max Weber y de Ia escuela de Pareto y Mosca+®, En consecuencia, en este caso (y 10 mismo es vélido para otros campos de indagacién que se consideran en distintos lugares 13 de esta obra}-le. contribucién de pensadores posteriores parece haberse limitado a modificar de diversas maneras las principales teorias formu ladas con anterioridad, y a introducir nuevos elementos que deben to- marse en cuenta (p. ej. 12 significacién del carécter énico y del sexo en la estratificacién social), En lo esencial, el progreso de hecho aleanza- de trajo consigo refinamiento y enmienda a las teorias existentes, sini nevaciones tedricas dignas de nota y sin subsumir las teorias en pugna en una concepcién més abarcadora. A la vez, se puede afirmar con fun- damento que ciertos tipos de andlisis probaron ser infructuosos y en gran medida se desecharon, de modo que, como puntualiza Parkin, «es dificil creer que en el futuro pueda surgir un equivalente de la escuela de la estratificacién, de Warner’. \Pero si bien no hubo, en el iltimo medio siglo, revoluciones cientifi- cas logradas en sociologia, segtin sugiere el examen precedente, en cam- bio existieron sin duda muy acentuadas modificaciones en la forma de abordar la materia y en la clase de problemas hacia los cuales se dirige laatencién; asi lo indican, por ejemplo, el auge y decadencia del funcio- nalismo y el reciente influjo del marxismo y la fenomenologia en los ‘ltimos afios. Debemos preguntarnos, entonces, a qué se deben esas mo- dificaciones ¥, en particular, si estas corrientes de pensamiento no tienen sufuente en los cambios sobrevenidos en el medio social y cultural, tan- ta.o més que en los debates y descubrimientos tedricos ce la propia so- ciclogia ‘Una manera de plantear esta cuestién es preguntarnos si la historia de! anilisis sociolégieo no se reduce, después de todo, a la historia de Jas ideologias, que espeja los cambiantes y variados intontos de expresar ‘en un cuerpo de pensamiento social, o en una cosmovisiGn, los intereses econémicos, politicos y eulturales de distintos grupos sociales empet dos en luchas sociales précticas. Parecen sostener una concepcién asi, implicita o explicitamente, estudiosos dedicados a la historia de la socio logia o a la filosofie de las ciencias sociales. Pero el examen apropiado deesta cuestidn requiere, ante todo, cierto anilisis del concepto de ideo: logia, en si mismo susceptible de diversas interpretaciones. En la teoria de Marx, ideologia denota los simbolos y formas de pensamiento, nece- sarlamente presentes en las sociedades divididas en clases, que deforman, y-ceultan Jas relacfones sociales reales, y de este modo contribuyen a ‘mantener y reproducir el immperio de la ‘clase dominante. Pero hay tam- biéo, particularmente en las modernas sociedades capitalistas, fuerzas contrarrestantes: una, la capacidad que tienen las clases dominadas de resist, al menos hasta cierto punto y por la comprensién de su propia experiencia cotidiana, la influencia de la ideologia prevaleciente; otra, cl progreso de la ciencia, incluida la ciencia social, que permite descu- brir el real estado de cosas encubierto por la ideologia. La contraposi- ci6n entre la ideologia y la raz6n 0 entendimiento humano universal, y €1 particular entre la ideologfa y la ciencia (como la forma mas desa rollada de la razén), es un elemento esencial de la teoria de Marx. Esto se pone de manifiesto mas cabalmente en su andlisis de la produccién 14 do mercancfas, cayo solo objeto es mostrar, por indagacién cientifica, Jas relaciones sociales reales que en la sociedad capitatista operan tras Jas apariencias expresadas en Ia ideologia. Desde este Angulo no tiene sentido presentar la sociologia —presunta ciencia de la sociedad— como. mera ideologia. Todas las eiencias, y cualquier otra manifestacién de Ta vida intelectual y cultural, pueden ser influidas por la ideologia, no obstante lo cual hay un crecimiento auténtico y relativamente auténomo. del saber cientifico. Y en definitiva, es el desarrotlo de ta cieneia social lo que nos permite distinguir lo ideolégico y criticarlo. No obstante, existe otra concepeién de la ideologia, enya elaboracién mis completa se debe a Karl Mannheim, segin la cual las ciencias socia- les son ineludiblemerite ideologicas. No producen teorias cientificas sus- ceptibles de verificacién y de evaluacién racional {aunque incluyen, entre sus elementos, datos empfricos y sistematizaciones racionales), sino doc- trinas que formulan los intereses y aspiraciones de diversos grupos socia- les (naciones, grupos étnicos y culturales, asi como clases sociales), Para este punto de vista, las corrientes del pensamiento sociologico dependen de procesos de la Sociedad y la cultura, y el ascenso y la declinacion de [as teorias sociolégicas se explica por fa diversa fortuna de los grupos sociales en su ineesante competencia y conflicto. Estas ideas en modo alguno son ajenas a algunas variedades de pensamiento marxista; tanto Gramsci como Lukacs entienden el marxismo como una. cosmovisin, como el desarrollo histérico de la conciencia de la clase obrera, y no ‘como una eiencia de la sociedad; por su parte, los autores de la escuela de Franefort, con sesgo muy diferente, critican a la sociologia misma (én la forma que esta ha adquirido como elemento singular en el ereci- miento de la ciencia moderna): sostienen que es una ideologta «positivis- tay que tiene su fuente en las relaciones sociales especificas que se establecen en la sociedad capitalista, al par que postulan una steoria eri- ticas que no sélo supone una critica general de las ideologfas, sino una concepcién filosofica propia que refiere toda indagacién social al objeti- vo,de la emaneipacién humana’, Segiin hemos indicado sumariamente, la idea de que el analisis socio- logic es esencialmente ideo¥igico se ha expuesto en formas diversas, que van de una sociologia del conocimiento hasta una filosofia hegeliano- marxista de la historia, Pero también estas concepciones son problemati- cas en efecto, una sociologia del conocimiento presupone una sociologia no ideol6gica, en tanto que una teoria filos6fica de la historia plantea todos los problemas de la teleologia) y ninguna ha demostrado fehacien- temente la imposibilidad de trazar una distincién valida entre pensamiento ideolégico y ciencia de la sociedad. Su. logro indudable ha consistido en procuraros mas clara conciencia de los diversos eaminos por los cuales la ideologia, de cualquier modo que se la entienda, puede introducirse en los paradigmas sociolégicos; y, en consecuencia, de la necesidad de ‘considerar las teorfas y paradigmas no sélo desde el punto de vista de su coherencia interna ¥ desarrollo, sino también en relacién con el con- texto social mas amplio. as Aplicada @ la historia de la cieneia en general, esta visién se nos ha vuelto mas familiar desde ia obra de Kuhn®; y, desde luego, tiene espe- ‘ial aplicacién en las ciencias sociales a causa de su peculiar conexién ‘con los interoses y valores que se presentan en la vida practica. La histo- ria de cualquier ciencia es importante porque nos procura una mejor ‘comprensién de su evolucién tedrica y de las teorias actuales; porque ‘stimula la aparicién de nuevas ideas y porque trasmite el sentido de ‘una continuidad de indagacién en que el conocimiento avanza de mane- ra gradual, y en ocasiones por saltos impresionantes. A menudo los nue- vos avances proceden del reexamen de los anteriores intentos de resolver un problema determinado. Estas disquisiciones son a todas luces aplica- Dies la storia del anlisissocologieo, pero pueden rendir ademas otox beneficios. En primer lugar, parece que un estudio hist6rico que tome en cuenta ‘elzontexto sociocultural en que se ha elaborado un cuerpo de ideas ted- reas ha de permitirnos discriminar con mas precisién entre la evolucién. de los conceptos y proposiciones te6ricos, como tales, y la influencia que scbre ellos ejercen los intereses sociales y eulturales; en otras palabras: discriminar entre el contenido cientifico y el contenido ideolégico de un sistema de pensamiento sociolégico. En segundo lugar, como entre los ‘objetos del andlisis sociolégico se incluyen no sdlo las caracteristicas uni versales de las sociedades humanas, sino fenémenos histéricos mudables, yuna historia de los diversos abordajes y teorias, revelaré hasta dénde muchos de ellos tienen alcance restringido, al menos en algunos aspec- tos, porque se ocupan de hechos y problemas que corresponden a perio- des determinados, En este sentido puede haber, empero, sustanciales diferencias entre teorfas que pertenecen a distintos mbitos de a sociolo- gfa. Por ejemplo, se podria sostener que Ia continuada importancia de Tas teorfas de las clases y la estratificacion en el sigho XIX se debié a que, durante un largo periodo, hubo relativamente pocos cambios en los fenémenos a que se referian; por el contrario, las teorias del desarrollo experimentaron muchas trasformaciones en pocas décadas, no s6lo co ‘mo resultado de las controversias entre el marxismo y otras teorias, sino arque las concepciones de crecimiento econémico ininterrumpido, pre- valecientes en las décadas de 1940 y 1950, y que influyeron en los fedri- ‘cos de la sociologia, recibieron fuertes criticas y en alguna medida las +emplazé una preocupacién (fundada o no) por los «limites del ereetmien- tos: es que se han modificado los hechos y los problemas que son la sna. tetia de la teorfa socioligica del desarrollo. En los capitulos que siguen, nuestros colaboradores examinan teorias y paradigmas particulares con arreglo a la intencionalidad que hemos expuesto: consideran tanto el desarrollo interno de las teorfas @ conse- ‘eueneia de las éritieas e innovaciones ctranto el influjo de las cambian- tes circunstancias sociales y culturales. También analizan, en algunos ccapitulos, los problemas que se presentan al tratar de evaluar y elegir enire esquemas tedricos rivales, analisis este que ha ocupado un lugar ceatral en la sociologia desde Comte. Pero hay dos tendencias, en el de- 16 sarrollo reciente del andlisis sociokigico, que merecen desde ahora una consideracién preliminar. La primera-es el crecimiento y consolidacién, en las diltimas décadas, de tuna comunidad cientifica internacional den- tro de la cual, a despecho de la ya sefialada diversidad de puntos de vista, el intercambio activo y la critica de las ideas y de los descubri- tientos han tenido como efecto definir con mayor claridad las fronteras de ia disciplina y el conjunto de problemas que constituyen su objeto. En este sentido, puede al menos sostenerse que existe hoy una diseiplina Ainiea, un ambito de discurso cientifico fuera del cual no es posible reali zar adectiadamente un analisis socioldgico: y esta disciplina —a Ta vez producto y elemento coligante de una comunidad de hombres de ciencia que se ha fijado mefas definidas y especificas— constituye una esfera comparativamente auténoma, que se resiste cada vez mas a fos influjos de_puro corte idooldgico. Una segunda tendencia esta intimamente vineuleda a este proceso, y eel abanono de las escuelas »nacionalese y de la creacién de sistemas gp extremo individuals, carateristess ambus de un periodo anterior Por supuesto, algunos elementos de la situacion previa perduran. Aun- Ge ya no cuisten escuelas snacionatesy de sociologia bien destindadas, todavia hay una preeminencia «regionals de la sociologfa de Europa y ‘América del Norte: pero, zquién puede prever con seguridad las trasfor ‘maciones gue ha de experimentar el analisis sociolégico cuando se ela: bora en el contexto de diferentes tracliciones culturales yen otras civilizaciones? Igualmente, gran parte del andlisis socioldgico actual si gue teniendo como fuente principal la obra de los «padres fundadorese, 6 sea, ereaciones intelectuates individuals; pero no hay en nuestros dias tuna sociologia weberiana ni durkheimiana, y aun en el caso de Marx existe un notable hiato entre su teoria de la sociedad y las variadas for- ‘mas de la presente sociologia marxista, cuyo desarrollo, nos atreverfa mos a decir, encarna progresos del pensamiento »sovioldgicor mas que del pensamiento «marxistae. Opinamos. entonces, que se puede atribuir al andlisis sociokigico ha- ber alcanzade cierta madurez.cientifica. y que su evolucién ejemplifica, en forma més general, las caracterfsticas que menciona Leszek Kolakowski cuando examina el lugar del marxismo dentro de las ciencias sociales: «con al tiempo, el concepto del marxismo como escueta de pensamiento distinta se desdibujara y 2 la larga desaparecera, asi como no hay un “newtonismo” en fisiea, ni un “linneismo” en baténiea, ni un “harveyis- ‘mo” en fisiologia, ni un “gaussismo” en matematicas. Lo que es perma- rnente cn la obra de Marx se asimilard en el curso natural det desarrollo Cientificor!®, Pero presentamos esta opinién sélo tentativamente, con ple fa concioncia de que algunos de nuestros celaboradores( tl ves una roporcién mayor atin de nuestros lectores) no querrén aceptarla, al me- nos sin muchas reservas: y con plena conciencia, también, de que toda- Vfa existen grandes y arduos problemas en lo tocante a la relacion de la sociologia, como ciencia, con formas mis filoséticas de pensamiento ‘social 7 De hecho, hay en esta obra —y en esta introduecién— dos vetas de andlisis distintas, aunque entrelazadas: una concierne al desarrollo de diferentes teorias y paradigmas en una disciplina euya ubicacién dentro del conjunto del saber humano se da por supuesta en buena medida; la otra se ocupa de la naturaleza y fundamentos de la diseiplina, de sus titulos para gozar de existencia propia. Nuestro intento ha consistido en exponer de la manera més completa posible estos debates, aunque insis- tiendo mas en el primer aspecto; y aunque reconocemos que han queda- de lagunas —en particular, no pudimos abordar tan completamente como hhubiéramos descado las teorias sociolégicas de la cultura y del conoci- iento—., creemos que este libro ofrece los medios para evaltuar y compa- rar las diferentes orientaciones tedricas, para estimar hasta dénde ha avanzado, y por qué caminos, el andlisis sociol6gico, y para comprender el desarrollo hist6rico de las principales controversias sobre los concep- tos basicos de la sociologta Notas sms ae zs moi es nrg ye og sem Siecle A Mowe saan ese ctl pate el ana Fae iB sm ele ee cs acl ee Se nes en emoe tee ee cee en ae Te a a a Smee cree Tes Ni gfe oh. o 8 160. se oc Fecal kere eae lerer boarder eta eee ao ; > Ch. infra, pag. 681, > CE Thomas Kubin, The Structure of Scientific Revolutions, Chicago: University of unease 18

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