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TEORÍAS Y MODELOS
DE AYUDA
a. La conducta pro social está influida por el grado de obligación moral que lleva a un individuo a
realizar acciones de ayuda específicas.
b. En una situación concreta, los sentimientos de obligación moral se generan por la activación de
la estructura cognitiva de normas y valores del individuo.
c. Estos sentimientos pueden llegar a ser neutralizados al cuestionarse el sujeto la relevancia o
conveniencia de esa obligación.
Schwartz y Howard (1981) explican este proceso a través de cinco fases: En la primera,
denominada atención, el sujeto percibe la necesidad de ayuda y evalúa tanto su propia capacidad
como su responsabilidad para proveer remedio. El sujeto en una segunda fase, motivación,
elabora una norma personal y se generan en él sentimientos de obligación moral. En la tercera
fase, evaluación, se estiman las consecuencias previsibles de la conducta altruista desde el punto
de vista de costes y beneficios potenciales; si la evaluación no permite tomar una decisión surgen
en el individuo mecanismos defensivos que hacen improbable la emisión de respuestas altruistas,
fase de defensa. La quinta fase, conducta, consistiría en la emisión del comportamiento altruista o
en la inhibición de éste.
a. El aprendizaje por observación es un poderoso instrumento, aprendemos que otros ayudan. Los
principales modelos para los niños son sus padres, observando cómo éstos ayudan a otros es
probable que ellos lo aprendan. Sin embargo, cualquier sujeto puede servir de modelo en
situaciones reales de ayuda; el hecho de que veamos que alguien presta ayuda en una situación
(un pinchazo en carretera), hace más factible que nos detengamos y ayudemos cuando nos
encontremos en una situación similar.
b. Aprendemos que ayudar puede ser reforzante. Las recompensas materiales directas son
reforzadores eficaces de las conductas de ayuda. Es probable que el niño repita la conducta por la
que ha sido reforzado. Sin embargo, con frecuencia las recompensas sociales (agradecimientos,
elogios, estima) son tan buenos reforzadores como los materiales. Si, además, estas recompensas
provienen del receptor de la ayuda, es aún mayor la probabilidad de que se repita la conducta
altruista.
c. Aprendemos unas normas que nos dicen que hemos de ayudar a los que tienen necesidad en
ciertas situaciones. Una de las normas más extensamente estudiadas es la que nos impulsa a la
ayuda recíproca. Wilke y Lanzetta (1970), encontraron una relación directa entre la cantidad de
ayuda recibida y el grado de ayuda recíproca.
d. Aprendemos a auto-recompensarnos por ayudar. Al actuar altruistamente nos convencemos a
nosotros mismos del tipo de persona buena y solícita que somos.