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Para Teresa de Ávila Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo; espontaneidad y gracia caracterizan su
trato con Dios y profundidad en el sentido teológico de la oración y acción.
El papel de Padre/Madre ha venido cambiando a través de los tiempos, antes el protagonismo de
ellos era evidente, pero esto se ha enfrentado a diferentes aspectos como mucha libertad, rasgos
autoritarios en algunos casos y por la muerte de padre o madre (distanciamiento) que generan
una serie de problemáticas; como jóvenes desprendidos, desmotivados y sin afecto y a la hora de
hablarles de paternidad divina, genera en ellos incertidumbre y desconfianza llamar a Dios
Padre, por la experiencia que han tenido carente de valores y afecto.
Hay comunicación directa entre el Padre y el Hijo; se conocen se deleitan, hay reciprocidad;
siendo uno sólo son distintos. Para Tomás de Aquino el Padre es el propietario, la primera
persona divina diferente al Hijo y al Espíritu y la filiación es la relación entre la divinidad y
humanidad de Jesús. El Hijo y el Padre viven en entrega de amor y ese amor se abre y dilata en
una entrega común de un tercero y es el resultado de ese sentimiento entre el Padre y el Hijo, el
Espíritu Santo.
Teresa enfatiza en la honra del Padre, admiración del sacrificio de Jesús, en la participación del
Padre en la redención del Hijo, pues el Hijo hace la voluntad del Padre; ellos están unidos en el
querer y la voluntad, en una estrecha relación, una mutua inmanencia (perijóresis) Juan 14, 10-
11.
Según la cosmografía bíblica, el universo tiene tres planos: Cielo, tierra e infierno. La sede de
Dios es el cielo, que trasciende a toda realidad terrena; está unido a su obra creada y presente en
todas partes; dónde está su majestad está la Gloria. Es Dios porque se posee, no tiene fin, no se
contiene, da y mantiene la existencia de todo es la omnipresencia de Dios es inespacial.
Para Teresa, el cielo no es un lugar en el espacio donde está Dios; la gloria comienza ya en esta
vida. Dios es presencia porque está presente en su obra, potencia porque su poder se conserva en
su obra y esencia porque se identifica con su operación. Ella desde su experiencia mística
profundiza en la eucaristía; en las Exclamaciones, allí describe las oraciones después de la
comunión; en su cercanía con Dios reconoce sus limitaciones siendo consciente de su ruindad.
Al acercarse a Dios, la divinidad se va reflejando; somos como un diamante o espejo y todo el
actuar se refleja allí. En nuestro encuentro con Dios, la creación se revela, eso es un misterio;
donde el alma conoce a Dios recibiendo su luz y espíritu que ilumina no desde fuera sino desde
adentro. Al vivir esa Omnipresencia Divina se trasciende a todo. En en la contemplación
teresiana uno vuelve hacia sí mismo, a vivir la presencia de Dios como una forma de vida, una
relación basada en el amor y la amistad que crece y se desarrolla. Esta relación filial con Dios se
vive de manera auténtica desde el Hijo, participante de la comunión sustancial que él tiene con el
Padre; Él nos ha dado lo más preciado, su Hijo, al Espíritu Santo y a la Virgen, lo esencial y más
amado que posee; no siendo paternalista protege y ama a sus hijos. Esta filiación-divinización
del ser humano se desarrolla mediante el matrimonio espiritual: La oración, generando un
compromiso evangélico y acciones en donde surgen obras nuevas
SANTO Y SANTIFICADOR
"Santificado sea tu nombre" el hombre, en el acto de santificar, glorificar, alabar y bendecir al
Señor ha sido poco y pobre. La santidad sólo le pertenece a Dios, sólo quienes se relacionan con
lo divino participan de ellos y sólo Dios la santifica por el Padre en Cristo y en su Espíritu Santo.
La acción santificadora llega al hombre con mayor intensidad y él la santifica cuando en su vida
refleja el actuar de Dios, quien lo acoge como Padre de Jesús y de toda la humanidad.
El clamar por que venga el reino de Dios, nos ayuda a cumplir su voluntad porque el hombre
solo no puede hacerlo y mediante la oración auténtica nos lleva abandonarnos a la voluntad
divina. Jesús nos enseña a relacionarnos con Dios, mediante la palabra Padre, consecuencia de
su relación íntima Padre-Hijo.
La experiencia mística de Teresa no refleja nuevos conocimientos en la fe, sino que la hace vivir
más intensa y que nos hace buscar a Dios para vivir una transformación personal, movidos por el
amor a Dios, al prójimo, orando, actuando y siguiendo la relación Cristo-Padre y el servicio al
hermano.
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ARGUMENTACIÓN SANTO Y SANTIFICADOR
En nuestra oración del Padrenuestro decimos: "santificado sea tu nombre". Es como un desearle
el bien a Dios. ¿Podemos nosotros santificar el Nombre de Dios que es santo?
El hombre creado por Dios, le corresponde bendecir a su Creador por lo que Él es y por los
beneficios que ha recibido de Él.
Es nuestro deber como hijos agradecer, bendecir, respetar a los padres, quienes nos dieron la
vida. Cuando hablamos de que hemos sido creados, comprendemos que lo hemos recibido todo
de Dios, ¡incluidos nuestros padres!
Santificar el Nombre de Dios significa ponerlo por encima de todo, honrarlo, alabarlo, reconocer
su santidad, su majestad, la maravilla de sus dones, confiarse a Él, reconocer su omnipotencia,
cantar y celebrar su belleza. El corazón humano se ensancha cuando bendice a su Creador y
Padre.
Jesucristo nos dio a conocer el Nombre de Dios (Jn 17,6) y con su ejemplo, nos enseñó a
alabarlo: "Padre, glorifica tu Nombre." (Jn 12,28). También María nos enseñó a alabar a Dios
cuando en el Magníficat glorifica la grandeza del Señor.
Debemos considerar no solamente lo que Dios hace para santificarnos, también lo que él pide
que hagamos para cooperar en este trabajo bilateral. Reconocemos que la santificación es la obra
de Dios, aunque el hombre tratare de santificarse a sí mismo no sería santo. Pero Dios jamás
santifica a nadie a la fuerza; Dios santifica a los que cumplen sus requisitos. Contribuye a nuestra
santificación: La Santísima Trinidad, la Palabra de Dios y la fe.
APLICACIÓN PASTORAL
BIBLIOGRAFIA
-García Mateo, Rogelio. Dios como Padre según Teresa de Ávila. Estudios Eclesiásticos: Revista
de investigaciones e información teológica y canónica ISSN 0210-1610 Vol. 88 No. 344, Págs.
119-142.