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Obra[editar]

Artículo principal: Anexo:Bibliografía de Tomás de Aquino

La obra escrita de Tomás de Aquino es inmensa: teniendo en cuenta que murió con
cuarenta y nueve años y considerando que al mismo tiempo llegaría a recorrer unos
10 000 kilómetros en viajes a pie, se comprende que su obra sea calificada por algunos
como una hazaña inigualable. Josef Pieper comentaba:
Apenas puede creerse todo lo que escribió los últimos años en París
Josef Pieper Doce lecciones sobre tomismo Ed. Rialp 1948, p. 27

Sus obras más extensas, y generalmente consideradas más importantes y sistemáticas,


son sus tres síntesis teológicas o Summas: Summa Theologiae, Summa contra Gentiles y
su Scriptum super Sententias. Aunque el interés y la temática principal siempre es
teológico, su obra abarca igualmente comentarios de obras filosóficas, polémicas o
litúrgicas. Resulta especialmente conocido por ser uno de los principales introductores de
la filosofía de Aristóteles en la corriente escolástica del siglo XIII y por representar su obra
una síntesis entre el pensamiento cristiano y el espíritu crítico del pensamiento aristotélico.
A lo largo de la historia se le han atribuido obras espurias, que con el paso del tiempo han
dejado de ser consideradas de su autoría. Así, sus obras se encuentran divididas en:

 Tres síntesis teológicas, o summas.


 Nueve tratados en la forma de disputas académicas.
 Doce disputas quodlibetales.
 Nueve exégesis sobre las Sagradas Escrituras.
 Una colección de glosas de los Padres de la Iglesia sobre los Evangelios conocida
como Catena aúrea.
 Once exposiciones sobre los trabajos de Aristóteles
 Dos exposiciones de trabajos de Boecio.
 Dos exposiciones de trabajos de Proclo.
 Cinco trabajos polémicos.
 Cinco opiniones expertas, o responsa.
 Quince letras sobre teología, filosofía o temas políticos.
 Un texto litúrgico.
 Dos oraciones famosas.
 Aproximadamente 85 sermones.
 Ocho tratados sobre teología.

Pensamiento[editar]
Fe y razón[editar]
El pensamiento de Tomás de Aquino parte de la superioridad de las verdades de la
teología respecto a las racionales, por la sublimidad de su fuente y de su objeto de estudio:
Dios. Aunque señala que la razón es muy limitada para conocer a Dios, ello no impide
demostrar que la filosofía sea un modo de alcanzar conocimientos verdaderos:
En primer lugar porque no contradice a la teología, así lo dice:
Lo naturalmente innato en la razón es tan verdadero que no hay posibilidad de pensar en su
falsedad. Y menos aún es lícito creer falso lo que poseemos por la fe, ya que ha sido confirmado por
Dios. Luego como solamente lo falso es contrario a lo verdadero, como claramente prueban sus
mismas definiciones, no hay posibilidad de que los principios racionales sean contrarios a la verdad
de la fe
Tomás de Aquino (2007, p. 53)
En segundo lugar, porque es la herramienta natural del hombre para conocer el mundo y el
Aquinate, como se ha visto, considera imposible pensar en la falsedad de la razón por lo
connatural que no es. No obstante, Tomás señala que de llegarse a una contradicción real
y no aparente entre una conclusión de fe y otra racional, la errónea es la de razón puesto
que Dios es infalible. Un ejemplo de contradicción aparente se encuentra en la cuestión de
la Trinidad:
Tomás, por razón, señala que "Dios es simple", y, por fe, que es "trino", pero para ser trino
(que no triple) hace falta ser uno, es decir simple, por lo que fe y razón no se contradicen,
sino que la gracia de la fe supone (acepta) y eleva (perfecciona) la naturaleza, racional en
este caso.
Ontología[editar]

Super libros de generatione et corruptione

Tomás, como máximo exponente de la figura de Aristóteles, tiene en el ser el punto de


partida de su esquema del pensamiento. El Aquinate comienza su ciencia en el ente, que
se define como lo que está siendo. Ahí introduce su innovadora distinción entre esencia y
existencia. Ya que podemos actualizar interiormente la esencia de un objeto (su figura, sus
límites), independientemente de que exista, de que tenga realidad propia, contenido
propio, hay que concluir que ambos son principios diferentes. Tomás asocia la esencia, por
ser limitación, con la potencia aristotélica, y la existencia, por ser perfección, como acto; en
esta independencia de la existencia respecto a la esencia radica la cuestión de la
contingencia de los objetos y de toda metafísica en general. Al hilo de ello, Tomás se
refiere a Dios, que es plenamente subsistente no-contingente luego su existencia se
encuentra en su esencia, se define como el ser propio y absoluto, el Ser, como se verá
más adelante.
La siguiente innovación radica en las propiedades inherentes del ser, o trascendentales,
que son tres:
Unidad: Un ente, por Principio de no contradicción, es una realidad simple, es decir,
incontradictoria. Esto enlaza con lo que dijo Aristóteles:
El Ser y el Uno son la misma cosa
Aristóteles Metafísica. Alianza Editorial, 2011, p.112
Verdad: Se dice aquí que todo ente es inteligible, que cualquier ente cabe de ser pensado.
La verdad sería pues la propiedad de cognoscibilidad del ente, cosa afirmada por Agustín
de Hipona y reforzada por Tomás en su famosa definición:
Conformidad del entendimiento con su principio, las cosas
Tomás de Aquino. Suma Teológica Tomo I. BAC, 1947, pg. 639

Bondad: Ya que el mal, por ser mera corrupción, no existe como tal, como ente, no hay
ente que sea "malo", así pues, todo ente es bueno, apetecible por la voluntad.
La ontología de Tomás no es, pues, una metafísica de las esencias y de las categorías
como venía siendo tiempo atrás sino de algo aún más profundo: del ser mismo 15 lo cual
conlleva un punto de vista más real, optimista y exacto.
Conocimiento[editar]
La teoría del conocimiento de Tomás de Aquino es un rescate de la defendida por
Aristóteles. Para ambos el entendimiento toma la forma genérica y substancial de los
objetos del exterior (percibida a través de los individuos, plenamente reconocidos por la
intencionalidad del esciente) y la abstrae, dando lugar a la especie o universal en acto. En
ello radica la diferencia cognoscitiva entre hombre y animal, ya que el universal es un
elemento indispensable para toda ciencia, que sólo puede alcanzar el hombre.
La novedad de Tomás en este tema reside en su respuesta al problema de los universales.
Dicho problema, mencionado primeramente por Porfirio en su Isagoge, analiza el modo de
ser del universal. Ya que ésta cuestión es de capital importancia antropológica (Está visto
arriba), directa o indirectamente las grandes figuras intelectuales de la Edad
Media como Agustín de Hipona, Escoto Eriúgena, Anselmo de Canterbury, Pedro
Abelardo o Sigerio de Brabante tomaron postura en la polémica. Tomás no sería menos y
dio la siguiente solución, destacando tres estados reales del universal:16

 Ante rem (Anteriores a la cosa): En la mente de Dios, por ser Creador del mismo,
como arquetipo de los entes de la realidad material.
 In re (En la cosa): Como estructura que conforma la especie de un objeto singular.
Está mezclado con la materia, por lo que, como tal, en el aspecto sensitivo es
potencial e imperceptible.
 Post Rem (Posteriores a la cosa): Como conceptos lógicos, abstraídos de los entes
reales materiales y, necesariamente por lo dicho arriba, inmateriales.
Existencia de Dios[editar]
La demostración de la existencia de Dios, ofrecida en una formulación sintética a través de
las así llamadas "Cinco Vías" es un punto breve en la magna obra de Tomás. No obstante,
su exposición es tan completa y sistemática que ha hecho sombra
a Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona o Anselmo de Canterbury y se ha convertido en el
modelo de la filosofía clásica respecto a éste punto.17
La Primera Vía se deduce del movimiento de los objetos. Tomás explica mediante la
distinción de acto y potencia, que un mismo ente no puede mover y ser movido al
momento, luego todo aquello que se mueve lo hace en virtud de otro. Se inicia, pues, una
serie de motores, y esta serie no puede llevarse al infinito, porque no habría un primer
motor, ni segundo (es decir, no habría comunicación de movimiento) por lo tanto debe
haber un Primer Motor Inmóvil que se identifica con Dios, principio de todo.
La Segunda Vía se deduce de la causa eficiente (pues todo objeto sensible está limitado
por la forma, de ahí que no sea eterno y sí causado). Se inicia, por lo tanto, una serie de
causas análoga a los motores que termina en una Causa Incausada, identificada con Dios,
creador de todo.
La Tercera Vía se deduce a partir de lo posible. Encontramos que las cosas pueden existir
o no, que pueden pensarse como no existentes y por lo tanto son contingentes. Es
imposible que las cosas sometidas a la posibilidad de no existir lleven existiendo
eternamente pues en algún momento habrían de no existir. Por lo tanto debe haber un Ser
Necesario que se identifica con Dios, donde esencia y existencia son una realidad.
La Cuarta Vía se deduce de la jerarquía de valores de las cosas. Encontramos que las
cosas son más o menos bondadosas, nobles o veraces. Y este "más o menos" se dice en
cuanto que se aproxima a lo máximo y (ya que los grados inferiores tienen su causa en
algo genéricamente más perfecto) lo máximo ha de ser causa de todo lo que pertenece a
tal género. La causa de la bondad y la veracidad se identifica con Dios, el Ser
máximamente bueno.
La Quinta Vía se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Tomás recuerda cómo
los cuerpos naturales, siempre o a menudo, obran intencionadamente con el fin de lo
mejor, muchos incluso sin conocimiento. Llegó a decir, fiel a Aristóteles, que cada ente,
como causado, debe tener un orden dado, tanto por razón de su forma (esencia) como de
su existencia y, remontándonos en la serie de causas finales, esto sólo es posible si hay
un Ser supremamente inteligente, que es Dios.
Muchas de las numerosas críticas a esta propuesta de Tomás se deben a tres fenómenos:
Lectura imprecisa
Se le ha criticado que no explicaba la solución a la serie de infinitos, ni la
contingencia de los cuerpos o que emplea el principio de razón suficiente y mal18
pero ninguna afirmación es cierta, como se puede ver, estas críticas proceden de
una lectura imprecisa de sus escritos.
No admitir algunas premisas
Un caso notorio a este respecto es el del científico e intelectual Richard
Dawkins quien señaló, entre otros, tres aspectos imposibles de las Cinco Vías:
Que la causalidad habría de aplicarse igualmente a Dios, por ser supuestamente
objeto de estudio (y de causa) por lo que no sería tal (citando a Immanuel Kant).
Que también los valores negativos, como "la hediondez", necesitaban de un
máximo igualmente, por lo que Dios no sería tal.
Por último, que la omnipotencia de Dios le haría conocedor de su futuro y apto
para negarse a sí por lo tanto no sería tal (Richard Dawkins exhibe en otras obras
las múltiples contradicciones lógicas de Dios, como las referidas a la omnisciencia,
la bondad absoluta, la atemporalidad o su origen). 19
Las premisas que Dawkins no admite son:

 Que la causalidad ha de detenerse necesariamente en un punto


incausado, también llamado Dios. Como Dawkins aclara esta
premisa asume a priori que Dios es incausado, convirtiéndose en
una falacia de petición de principio.
 Que la hediondez es una corrupción de la bondad (verdadero
valor) en cuanto olfativa.
 Por último, que Dios no tiene futuro, no existe término alguno en
Él, pues es absolutamente inmutable e inmóvil. Dawkins responde
que si Dios es inmutable y atemporal no se puede entender que
cambie de opinión como se constata en la Biblia.
Error terminológico
Arthur Schopenhauer criticaba que la necesidad era un efecto de un principio. Esa
definición, bien conocida por Tomás, se aplica a la analítica lógica, por eso es
incompleta. Tomás se refiere a la necesidad como tal de la existencia, que se
contiene en la naturaleza divina.
También se le ha criticado que dicho Dios no tiene por qué ser el
Dios cristiano, sino que podría ser el Uno de Plotino o la Causa
Incausada de Aristóteles. A esto hay que decir que el Dios de
las Cinco Vías es el ser por esencia, el acto puro y propio que se
lee en el Éxodo, capítulo 3, versículo 14:
"Yo soy el que es20"
A pesar del gran optimismo de Tomás respecto a la
cognoscibilidad de Dios, éste no estaba dispuesto aceptar
cualquier vía para demostrar la existencia de Dios. Su
realismo aristotélico provocó numerosos enfrentamientos con
los agustinistas, y, entre otras cuestiones, con el muy
discutido argumento ontológico; es poco menos que
impresionante apreciar que Tomás, por defender la verdad, es
capaz de negar uno de los pilares doctrinales de un Doctor de
la Iglesia, que él, como devoto creyente, considera casi
infalible.
Tomás, muy por delante de las futuras exposiciones
empíricas (Hume y Kant), da dos razones simples y fáciles de
entender para negar la conclusión del argumento.
Una radica en la evidencia de la idea de Dios:
Que Dios existe, es ciertamente evidente en sí, porque
es su mismo ser, pero con respecto a nosotros, Dios no
es evidente. Que el todo sea mayor que las partes es, en
sí, absolutamente evidente. Pero no lo es para el que no
concibe el todo. Y así sucede con nuestro entendimiento
Tomás de Aquino (2007, p. 60)

Otra radica en la existencia de la idea de Dios:


Y de que concibamos intelectualmente el significado del
término "Dios" no se sigue que Dios sea existente sino
concebido en el entendimiento. Y en consecuencia, el
ser más perfecto que se pueda pensar no es necesario
que se dé fuera del entendimiento
Tomás de Aquino (2007, p. 60)

Aquí el Aquinate distingue "pensar algo como existente" y


"pensar algo ya existente", señalando que la existencia que
pide Anselmo es necesidad, es un deber-ser meramente
intelectual, no existencial.
Asimismo, Tomás defendió, con gran éxito, frente a Juan
Peckham la posibilidad de que el mundo fuera causado y
eterno al mismo tiempo, es decir, con término de ser pero no
de movimiento físico, demostrando su cercanía con el
pensamiento clásico griego:
La causa completa y su efecto son simultáneos, pero a
Dios no le falta ningún complemento luego su efecto
siempre puede darse
«Sobre la eternidad del mundo».

Esencia de Dios[editar]
Tomás, como se ha visto, dejó claro que (debido a su
inmensidad) no podemos contemplar a Dios como tal y señaló
que la mejor forma de conocer a Dios sería mediante su
Revelación directa: la Biblia, especialmente el Nuevo
Testamento, la Tradición apostólica y el Magisterio de la
Iglesia. Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente
filosófico, se habría de conocer a Dios no mediante dichas
fuentes sino del modo en que está ordenada la razón natural:
tomando las cosas sensibles (los efectos) y abstraerse a sus
principios (la causa) o fines. Una vez realizado ese proceso
se establece qué tienen en común y qué no, es decir, las dos
Vías del Conocimiento de Dios:
Vía negativa
El Aquinate afirma en su Summa contra gentiles que en Dios no hay composición,
violencia, corporeidad o potencia alguna, no porque le falten dichos rasgos y
parezca, así, incompleto, sino porque está por encima de todo límite o posibilidad.
De esta manera, eliminando predicados "negativos"
obtenemos una imagen más exacta de Dios, que es, por
oposición, simple, natural, incorpóreo y acto puro.
Vía afirmativa
Se trata de predicar las cualidades de todos aquellos atributos de bondad,
veracidad y otros valores "positivos" pues Dios es causa en todo cuanto hay de
bueno en la tierra, y por lo tanto, como está dicho en la Cuarta Vía, él es la pura
Bondad, Verdad etc...
Este modo de relacionar sujetos entre sí por su
parecido, fruto de la proporcionalidad de ciertos
predicados es lo que Tomás llama analogía. Aunque
es una herramienta definida y empleada como tal por
primera vez por Aristóteles, no era sino un aspecto de
la sofística sin analizar internamente, de lo cual se
ocuparía Tomás. Éste distinguió dos clases de
analogías:
De proporcionalidad
Se da en un conjunto de objetos, con distinta naturaleza por la distinta entidad de
estos. Es de forma "horizontal" y según el atributo, puede ser propia o metafórica.
De atribución
Se da desde un "primer analogado" activo o un "analogado" pasivo, por lo que es
de forma "vertical".
La novedad de Tomás radica no sólo en tal
distinción sino en emplear éste nexo lógico
en un campo existencial y sumándole el
concepto de "eminencia" (Dios posee el
atributo de modo supremo por lo que está
absolutamente identificado con tal).
El alma y el cuerpo[editar]
La enseñanza filosófica del Aquinate sobre la
entidad y relación del alma y cuerpo viene
recogida, en gran medida, en la respuesta
que da al averroísmo y a su Teoría de la
unidad del intelecto o entendimiento:
Fruto de la exégesis neoplatónica
de Alejandro de Afrodisias de los textos
aristotélicos, así como del
extremismo teocentrista arábigo, el filósofo
árabe Averroes, evolucionando la opinión del
verdadero precursor, Avicena, defendió que
el intelecto agente, el actualizador del
universal, era Alá, y que tal universal el
género humano lo asimilaba y hacía ciencia
con él en el intelecto posible (que era único
para todos) por lo que ninguna alma tenía,
como individuo, nada incorpóreo; así pues,
ninguna era inmortal. Averroes indicaba que
la relación entre entendimiento y alma
humana se daba mediante la fantasía,
entendida como facultad de conocimiento
sensitivo, propia del animal. A esto dicho
filósofo añadía, como nos ha dejado
constancia Tomás, que ésta era la opinión
de Aristóteles, pues él decía que el
entendimiento era impasible, inmixto y
separado21
Para entender la singular energía de Tomás
en respuesta a esta opinión habría que caer
en la cuenta de dos aspectos de la misma.

 Traicionaban y confundían el legado


de Aristóteles, provocando que el
Aquinate fuera objeto de innecesarias
críticas (de Buenaventura de Fidanza por
ejemplo)

 Negaba, a través de elementos


verdaderos, toda relación posible del
hombre con Dios, lo que daría pie a la
Teoría de la doble verdad donde se
despreciaba la fe y confundía la persona
de Jesucristo, haciéndola pasar por un
sujeto doble, divino y humano, como lo
hace hoy el modernismo teológico y
la teología de la liberación.
Vistos estos puntos se puede entender la
energía del Aquinate en responder a Sigerio,
pero no lo hace desde el sentimiento y
la sofística sino, como se verá, desde el
sentido común y la sencillez:
El individuo es hombre porque
entiende mediante su entendimiento
posible. Si este hombre tiene una
fantasía distinta de aquél pero no otro
entendimiento posible sino uno
idéntico, seguíriase que son dos
animales y un único hombre, que es
evidentemente imposible, luego no hay
un único entendimiento posible
Tomás de Aquino (2007, p. 528)

Los fantasmas o imágenes, que son


entendidos en potencia, son diversos,
lo que da la especie ha de ser uno
pues la especie es una y a lo uno
corresponde luego el hombre no recibe
la especie por los fantasmas
Tomás de Aquino (2007, p. 529)

Si el entendimiento posible es algo del


alma humana y se multiplica en
atención a los individuos, como ya se
demostró, por proporción igual será el
entendimiento agente, y no uno para
todos
Tomás de Aquino (2007, p. 554)

Del mismo modo, criticaría que la opinión


de Aristóteles no era tal pues él afirmó por
escrito que el entendimiento es potencia
genérica del alma mediante el cual opina y
entiende22 por lo tanto el que esté separado e
inmixto se toma respecto a otras potencias
del individuo.
A partir del asentimiento de Tomás a el
intelectualismo del alma, afirmará, por ser
recipiente del universal, que ésta es
inmaterial e incorruptible. Respecto al cuerpo,
Tomás criticó a Platón de rechazarlo y de
afirmar la unión de ambos como accidental,
por lo que defendió la unidad sustancial de
ambos y su identidad como un solo sujeto.
Ley natural[editar]
El fin último del hombre es el bien de su
especie, su plenitud-perfección, alcanzar
la felicidad. Para obtenerla debe responderse
a su naturaleza, a su forma humana, y que el
ser humano entiende a Dios, Sumo Bien, por
el dictamen de su intelecto es como llega al
bien (del cual da Dios razón) de las cosas.23
Ya que todo ente tiene una forma, con sus
límites y medidas, según esas leyes de
naturaleza, el hombre alcanza su bien, su
virtud. A ello se le llamaría ley natural.
En consecuencia, la ley positiva, si es
contraria a la ley natural, es injusta pues
atenta contra el bien del hombre. De este
modo, la ley natural expresa la libertad del
hombre y exige una ordenación racional de
su conducta. Esto explica que, para Tomás
de Aquino, la peor forma de gobierno es
la tiranía. Tomás de Aquino recoge las
virtudes aristotélicas cuya realización está en
el justo medio. Esto se ve corroborado,
profundizado y trascendido por la revelación
cristiana. Según ésta, el compendio de la
ética es el amor al prójimo, que es querer el
bien de todo hombre.

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