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educación propia e
intercultural para primera
infancia?
agosto 23 de 2018 | Maguared, Reportajes
A finales de 2016 se produjo una emergencia humanitaria en La Guajira y el ICBF decidió, bajo
esa coyuntura, poner en práctica el trabajo desarrollado desde la comprensión y el saber de los
pueblos: el Instituto de Bienestar Familiar desarrolló un piloto con 2.990 niños de ese territorio
y realizó, a la par, un proceso similar con cerca de 450 niños del pueblo Jiw y Nukak, en el
Guaviare.
Teniendo en cuenta esta experiencia, en 2017, El ICBF implementa la Modalidad Propia e
intercultural de Educación inicial con las comunidades indígenas Misak de Piscitao y Guambia,
en el Cauca; también con los Kamëntsá, en Sibundoy, Putumayo; con los Zenú, en Córdoba y
Sucre; con los Emberá-Chamí, en Chocó; con los Jiw, Nukak y Sikuani, en Guaviare; con los
Arhuacos, en César; con los Wacoyo, Sikuani y Achagua, en Meta; y con los Wayuu,
en La
Guajira. También lo hizo con comunidades afrocolombianas de Nuquí y Tadó, en Chocó; y en
Barú, Islas del Rosario e Islote, en Bolívar. En total se atendieron a 58.217 niños.
Para el 2108 se cuenta con 19 departamentos con esta Modalidad y cerca de 82.000 niños y
niñas atendidos bajo este esquema de atención.
El valor de la diversidad
La modalidad propia, como afirma María Cristina Escobar, es una oportunidad de fortalecer
la identidad cultural de los pueblos y “poner en crisis”, de alguna forma, la institucionalidad y
sus prácticas de gobierno: es un ejercicio de escucha y diálogo permanente con las
comunidades, entendiendo su autonomía, prácticas y saberes ancestrales.
“Nos dimos cuenta que la Política Pública de primera infancia, De Cero a Siempre, estaba
concebida desde la premisa que dice que en el centro están los niños, pero de manera
individual, y niño a niño hay que hacer seguimiento a la ruta de atención y a la articulación con
todas las entidades, incluyendo salud. Hemos tenido que revisar técnica y operativamente los
procesos, poner en diálogo la mirada del desarrollo individual con el desarrollo colectivo –para
el caso de las comunidades étnicas–, entendiendo que para las comunidades los niños
representan la pervivencia cultural”, afirma Julian Mosquera, de la mesa de diversidad de la
CIPI.
«La primera infancia es un momento de la vida en la que los niños se deben desarrollar en
contextos de reconocimiento. No todos tienen las mismas características físicas, sociales o
culturales, y entender esto, en un proceso de construcción de paz y a partir de las distintas
interacciones y comprensiones de lo que significa ser indígena o afro, y lo que significa no ser
ni indígena ni afro, ayuda a que existan ciudadanos y sujetos políticos diversos. Es una apuesta
política que reivindica, recupera y revitaliza una política social más humana», concluye María
Cristina Escobar.