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INSTITUTO BIBLICO “LAS DELICIAS”

EXTENCIÓN CUMANÁ
CUMANÁ ESTADO SUCRE

ANÁLISIS A LA
LITERATURA
APOCALÍPTICA
ANÁLISIS A APOCALIPSIS 17

Profesor/Facilitador:
Lcdo. Th. ELIO ORTIZ

ANTHONY ISTAMBOULI
JEAN VELÁSQUEZ
CUMANÁ, SEPTIEMBRE DE 2019
ÍNDICE

Páginas:

INTRODUCCIÓN.…………………………………………………………. 2.

CONTENIDO……………………………………………………………….. 4.

CONCLUSIÓN…………………………………………………………….. 14.

BIBLIOGRAFÍA………………………...………………………………… 15.

ANEXO......................................................................................................... 16.

1
INTRODUCCIÓN

Apocalipsis es un libro repleto de simbología e imaginería antiguo testamentaria


precisamente porque, a la luz de la revelación de Cristo en el Nuevo Testamento se
lleva a su plenitud el desarrollo del plan de Dios para las edades, y de sus propósitos,
ciertamente, para con la Iglesia, pero también la consumación y cumplimiento de las
promesas de restauración a través de juicios dados a Israel por los profetas del Antiguo
Testamento, y refrendadas en el Nuevo Testamento, de la salvación nacional de Israel
a través del remanente arrepentido. Por ésta y otras características no se puede negar la
paternidad juanina de Apocalipsis; más bien afirmarla; toda la diversidad de estilo y
contenido, equilibrada por otra parte por la intensa semejanza ya enunciada
anteriormente en cuestiones lingüísticas cruciales, se debe a la diferencia temática
existente dentro de los multiformes propósitos del Dios que inspiró este libro.
No hay, pues, razón alguna para rechazar las evidencias internas y el testimonio
externo uniforme inmediato a la redacción de Apocalipsis de que fue escrito por el
apóstol Juan en Patmos, al cierre del primer siglo, al final del reino de Domiciano, hacia
el año 96 d.C.
Las diferentes interpretaciones. Son innumerables, y entre ellas se pueden distinguir
cuatro sistemas principales.
(1) La « interpretación preterista». Considera el Apocalipsis como la descripción de
lo que sucedió en la época de su redacción. Esta interpretación está bien lejos de ser
suficiente y elimina el carácter profético del libro.
(2) La « interpretación histórico-profética». Sus partidarios defienden que este libro
presenta un bosquejo completo de la historia humana y de la iglesia, y la historia de la
lucha entre el bien y el mal hasta el fin del tiempo.
(3) La « interpretación futurista» considera que la totalidad de los sucesos descritos
después del cap. 3 quedan en un futuro por cumplir.
(4) La «interpretación puramente simbólica» considera las visiones como la
representación en imágenes de las verdades que han de cumplirse en la historia de la

2
Iglesia.
Aunque la interpretación más coherente es la número (3), por cuanto armoniza con
todas las esperanzas proféticas de Israel en el AT de una restauración final al
arrepentimiento y a la dicha en los días del Mesías, en un sentido nacional, refrendado
además en diversos pasajes del NT, debe también aceptarse el hecho de que las
profecías de Apocalipsis tienen un cumplimiento parcial y preliminar en la historia
pasada y presente, en un movimiento de ciclos históricos ascendentes y cada vez más
amplios, siguiendo las líneas y principios morales del gobierno divino vistos en
Apocalipsis y los profetas, que hallarán su culminación en su futuro y total
cumplimiento. Es sólo en base a una clara comprensión de los símbolos e imágenes del
Apocalipsis en concordancia con toda la visión profética de las Escrituras, el
reconocimiento de su estrecha relación con las profecías del Antiguo Testamento, en
todo lo que tienen que ver con la instauración cataclísmica del Reino Mesiánico sobre
la tierra y su relación con el remanente de Israel, convertido a su Mesías en los tiempos
de «la angustia de Jacob», que podremos ver las grandes líneas de los planes de Dios.
Ello permitirá su aplicación para iluminar el caminar del pueblo de Dios en medio de
las persecuciones y seducciones de este sistema mundial que ha rechazado a Cristo, y
que espera aquel día en que el Padre pondrá a los enemigos del Señor Jesús por estrado
de Sus pies, y en que los cristianos nos gozaremos en el triunfo universal y
reconocimiento total del Señor Jesús, Rey de reyes, Señor de señores, cuando las
puertas de Jerusalén se alzarán para dar paso al Rey de la gloria (cp. Sal. 24).

3
APOCALIPSIS 17: 1-18

1. EL CONTEXTO HISTÓRICO DEL TEXTO

1.1 Autor: El apóstol Juan. Cuatro veces el autor se refiere a sí mismo como Juan
(1.1, 4, 9; 22.8). Era tan conocido, y su autoridad espiritual estaba tan bien
establecida entre los lectores, que no necesitó citar sus credenciales. Desde muy
temprano en la historia de la Iglesia se atribuye unánimemente este libro al
apóstol Juan. Justino Mártir (Diálogo p. 308; años 139-161) cita el Apocalipsis
como obra del apóstol Juan, la profecía del milenio de los santos, a ser seguido
por la resurrección general y el juicio. Este testimonio de Justino es referido por
Eusebio (Historia Eclesiástica, 4:18). Justino, en la primera mitad del siglo dos,
tuvo una controversia con Trifón, judío erudito, en Éfeso, donde Juan había
vivido hacía unos treinta o treinta y cinco años; él dice que la “revelación había
sido dada a Juan, uno de los doce apóstoles de Cristo.” Melito, obispo de Sardis
(alrededor del año 171), una de las “siete iglesias”, y así sucesor de uno de los
“siete ángeles”, escribió, dice Eusebio (Historia Eclesiástica, 4:26), tratados
sobre el Apocalipsis de Juan. El testimonio del obispo de Sardis es tanto más
imparcial cuanto dicha iglesia fue una de las más severamente reprochadas
(3:1). Así también Teófilo de Antioquía (como en el año 180), según Eusebio
(4:26), citó testimonios del Apocalipsis de Juan. Eusebio dice lo mismo de
Apolonio, quien vivió en Asia Menor al fin del segundo siglo. Ireneo (como en
el 180 d. de C.), oyente de Policarpo, el discípulo de Juan y el supuesto ángel
de la Iglesia de Esmirna (según el arzobispo Usher), cita repetidas veces en
Apocalipsis lo más decididamente como la obra del apóstol Juan (Haereses 4.,
20:11; 4., 21. 3; 4., 30, 4; 5., 36.1; 5., 30.3; 5., 35.2). En 5., 30.1, aludiendo al
número místico de la bestia (13:18), hallado en todas las copias antiguas, dice:

4
“No aventuramos una teoría confidente tocante al nombre del Anticristo;
porque si hubiese sido necesario que su nombre fuese proclamado abiertamente
en la actualidad, hubiera sido declarado por aquel que vio la visión apocalíptica;
porque fue vista no hace tanto tiempo atrás, sino casi en nuestra generación,
hacia fines del reinado de Domiciano”. En su obra contra herejías, publicada
diez años después del martirio de Policarpo, cita el apocalipsis veinte veces, y
hace largos extractos de él como de Escritura inspirada. Estos testimonios de
personas contemporáneas con los sucesos inmediatos de Juan, y más o menos
vinculadas con la región de las siete iglesias a las que se dirigió el Apocalipsis,
son las más convincentes. Tertuliano, del norte de África (como en el año 220),
Adversus Marción 3. 14, cita la descripción por Juan en el Apocalipsis de la
espada que salía de la boca del Señor (19:15) y, 3. 24, la ciudad santa (cap. 20).
Com. De Resurrectione 27, De Anima 8, 9, etc.; De Praescriptione
Haereticorum 33. El fragmento de Muratori del canon (como en el año 200),
hace saber que Juan escribió a las siete iglesias. Hipólito, obispo de Ostia, cerca
de Roma (como el año 240), De Antichristo p. 67, cita el 17:1-18 como la
escritura del apóstol Juan. Entre las obras de Hipólito, está especificado en el
catálogo sobre su estatua, un tratado “sobre el Apocalipsis y el Evangelio según
Juan”. Clemente de Alejandría (como en el año 200), Stromata 6:13, alude a los
veinticuatro tronos donde están sentados los ancianos mencionados por Juan en
el Apocalipsis (4:5); también en Quis Dives Salvus, sec. 42, menciona el retorno
de Juan de Patmos a Éfeso después de la muerte del tirano romano. Orígenes
(como en el año 233), Comentario de Mateo, en Eusebio (Historia Eclesiástica
6. 25), menciona a Juan como autor del Apocalipsis sin expresar duda alguna
acerca de su autenticidad; también en dicho Comentario, 16. 6, cita el 1:9, y
dice: “Parece que Juan ha visto el Apocalipsis en la isla de Patmos”. Victorino,
obispo de Petau de Panonia, quien sufrió el martirio bajo Diocleciano en el año
303, escribió el primer comentario actualmente en existencia sobre el
Apocalipsis. Aunque la antigua versión siríaca (Peschito) no contiene dicho

5
libro, sin embargo Efrem Ciro (como en el 378) cita frecuentemente el
Apocalipsis como canónico, y lo atribuye a Juan.
1.2 Lugar y fecha: Las más reconocidas autoridades declaran que juan fue
desterrado bajo Domiciano (Ireneo, 5. 30; Clemente de Alejandría; Eusebio,
Historia Eclesiástica 3. 20). Victorino dijo que tuvo que trabajar en las minas
de Patmos. A la muerte de Domiciano, año 95, volvió a Éfeso bajo el emperador
Nerva. Es probable que fuese inmediatamente después de su retorno cuando
escribiese, bajo la inspiración divina, el relato de las visiones que le fueron
concedidas en Patmos (1:2, 9). Sin embargo, el 10:4 parece indicar que escribió
las visiones inmediatamente después de haberlas visto. Patmos es una de las
Espórades. Su circunferencia es de como cincuenta kilómetros. “Era propio que
cuando se le impedía ir más allá de los límites terrenales, se le permitiese
penetrar en los secretos del cielo”. [Beda, Apocalipsis.] Los siguientes
argumentos favorecen una fecha anterior, es decir, bajo Nerón: (1) Eusebio (en
Demostraciones Evangélicas) junta en la misma proposición el destierro de
Juan con el apedreo de Jacobo y el degüello de Pablo, ocurridos bajo Nerón. (2)
El relato de Clemente de Alejandría del ladrón restaurado por juan, después que
hubo corrido tras de él y alcanzándolo con dificultad, concuerda mejor con el
Juan de edad más joven que la que tenía bajo Domiciano, de cerca ya de 100
años, Aretas, en el siglo seis, aplica el sexto sello a la destrucción de Jerusalén
por Nerón el César. La Odisea fue destruida por terremoto en el año 60, pero
fue inmediatamente reedificada, de modo que el ser ella “rica y aumentada en
bienes” no es incompatible con el que el libro fuese escrito durante la
persecución neroniana (año 64). Pero las posibles alusiones a ellas en Hebreos
hacen posible una fecha anterior a la destrucción de Laodicea, a saber: Hebreos
10:37, compárese Ap. 1:4, Ap. 1:8; Ap. 4:8; Ap. 22:12; Hebreos 8:1-2, comp.
el 21:14; He. 12:22-23, comp. el 14:1; He. 8:1-2, comp. el 11:19; 15:5; 21:3;
Hebreos 4:12, comp. el 1:6, 2:12, 16; 19:13, 15; Hebreos 4:9, comp. cap. 20;
1Pe 1:7, 1Pe 1:13; 1Pe 4:13, comp. 2Sa 1:1; 1Pe 2:9, con el 5:10; 2Ti 4:8, con

6
el 2:26, 27; 3:21; 11:18; Efe 6:12, con el 12:7-12; Fi 4:3, con el 3:5; 13:8; 17:8;
20:12, 15; Col 1:18, con el 1:5; 1Co 15:52, con el 10:7; 11:15-18. Se dice que
Cerinto murió antes que Juan: como él tomó del libro de Juan mucho material
para su seudo apocalipsis, es probable que aquél fuese de una fecha anterior al
reinado de Domiciano. Véase Tilloch, Introducción al Apocalipsis. Pero la
bendición paulina del 1:4 indica que fue escrito después de la muerte de Pablo
bajo Nerón.
1.3 Destinatarios: La inscripción afirma que fue dirigido a las siete iglesias de
Asia, eso es, el Asia Proconsular. La razón de Juan para elegir el número siete
(pues había más de siete iglesias en la región indicada, por ejemplo, las de
Magnesia y Tralles), fue sin duda porque siete es el número sagrado que expresa
totalidad y universalidad: de modo que está implícito que Juan, por medio de
las siete iglesias, se dirige en el Espíritu, a la Iglesia de todos los lugares y
edades. La iglesia en sus varios estados de vida o de muerte espiritual, de todas
las edades y lugares, está representada por las siete iglesias, y de consiguiente
son dirigidas a ella las palabras de consuelo y de amonestación. Esmirna y
Filadelfia solo son honradas con alabanza pura, como fieles en la tribulación y
ricas en buenas obras. Herejías de género distinto ya se habían levantado en las
iglesias de Asia, y el amor de muchos se había enfriado, mientras que otros
habían progresado a mayor celo, y uno había sellado su testimonio con su
sangre.
1.4 Objetivo: Principia con amonestaciones a las siete iglesias e parte del divino
Hijo del Hombre, a quien Juan vió en visión, después de una breve introducción
que expone el tema principal del libro, a saber, “para manifestar a sus siervos
las cosas que deben suceder presto” (caps. 1-3). Del capítulo 4 al fin es
mayormente profecía, con exhortaciones y consolaciones prácticas, sin
embargo, diseminadas, semejantes a las enviadas a las siete iglesias
(representativas de la iglesia universal de toda edad), que así relacionan el
cuerpo del libro con su principio, que forma por tanto su debida introducción.

7
1.5 Propósito: El propósito del libro de Apocalipsis es mantener vivos el amor y
la esperanza al centrar la atención de sus lectores en la promesa de la venida del
Señor y al preanunciar la victoria final del Rey de reyes y Señor de señores, del
Verbo de Dios, sobre un mundo que le rechazó en Su primera venida y que
doblará ante él la rodilla en Su segunda venida. El efecto de todo ello en los
creyentes debe ser el de mantenerlos en una verdadera apreciación de la gracia
de Dios y de Sus consejos, para que «vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación
gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:12-13).
Esto fue resumido por E. F. Scott, quien llamó al Apocalipsis un “llamado
de trompeta a la fe”. El libro fue escrito para fortalecer la fe y el valor de los
creyentes en Cristo, contemporáneos de Juan, para darles fuerza para la batalla
contra las fuerzas anticristianas en el mundo y para ayudarles a dar testimonio
del único verdadero Señor y Salvador del mundo. Este fin fue alcanzado
poniendo énfasis en los siguientes temas:
1. La soberanía de Dios en Cristo, en aquel tiempo y en todos los tiempos.
Así como Jesús hizo conocer el advenimiento del reino de Dios en su ministerio,
muerte, resurrección y regreso (Mar. 1:14, 15; 8:31; 10:45; 14:62), ese mismo
tema es central en el Apocalipsis desde el principio hasta el fin (1:8; 5:5–14;
12:10–12; 19:11–21:5). No debe sorprender ya que el libro no es sino “¡la
palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo!” (1:2).
2. La naturaleza satánica de la adulación contemporánea al emperador. En
la misma Roma el reclamo del emperador de que era “Señor y Dios” a veces
era motivo de burlas, ¡por supuesto en privado! En el ámbito de las iglesias a
las cuales fue dirigido el Apocalipsis se tomaba con profunda seriedad. Que el
César exigiera lo que pertenecía sólo a Dios indicaba que “ya está obrando el
misterio de la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7) y que había de alcanzar su
clímax en la manifestación del último anticristo. Aun así, Dios nunca es más
soberano que en el frenético reino del anticristo (13:5).

8
3. Los inescapables juicios del Señor sobre aquellos que se someten al falso
Cristo antes que al Cristo de Dios. Es significativo que la segunda y tercera
series de juicios mesiánicos en este libro sean una reminiscencia de las plagas
sobre el Faraón y los egipcios que resistieron a la palabra de Dios que vino por
medio de Moisés. El Apocalipsis nos invita a considerar “la bondad y la
severidad de Dios” (Romanos 11:22).
4. El elemento seguro del conflicto entre la iglesia y los poderes de opresión
en el mundo en la manifestación de Cristo y la gloria de su reino. La victoria es
segura, porque el diablo es un enemigo derrotado ya en la muerte y resurrección
de Jesús (Confer (lat.), compare Juan 12:31, 32 con Ap. 12:9–12), lo que
anticipa el completamiento definitivo del propósito de Dios para el bien del
mundo que ha creado y redimido (21:9–22:5).

2. EL CONTEXTO TEXTUAL.

Contexto anterior (16: 1-21): Vemos el juicio de Dios sobre todos los que
tenían la señal de la bestia, el mundo en el tiempo final. El Señor derrama las 7 copas
de su ira en el mundo, y los que seguidores del falso profeta y de la bestia sufren toda
la ira de Dios. Vemos que el Señor usa ángeles, aunque es la representación que usa el
apóstol Juan para describir los intermediarios usados por Dios para castigar a los que
fueron creados para recibir toda su ira. Llama bastante la atención el versículo 17, la
gran voz que dice; hecho está. Está claro y sobre entendido que es nuestro Señor
Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores que dice esto, marcando así otro cierre
de las cosas que deben de ocurrir en la historia de la creación de Dios. Un ciclo tan
importante como lo fue la muerte de nuestro Señor Jesucristo, Él mismo terminó de
cumplir todo lo que debió hacer hasta su muerte y ahora vemos que debe cumplir su
palabra y la promesa a los justificados por su sangre (Mateo 5: 6). Al final del capítulo

9
16 que el Señor recuerda a Babilonia, y no tiene preparada una copa de ira, sino que le
tiene preparado un cáliz lleno del vino del ardor de su ira, para ser derramado contra
ésta gran ciudad.

Contexto posterior (18: 1-24): Vemos la figura de otro ángel proclamando la


caída de Babilonia (1), el resto del capítulo no solo puede verse, sino que él apóstol
Juan nos hace vivir, presenciar sin necesidad de estar ahí gran parte del juicio sobre
esta gran ciudad. El tiempo para su juicio y destrucción nos dice que en un solo día (8),
pero será consumida por el fuego en una sola hora (17, 19). En ese breve tiempo
Babilonia será desolada y no será recordada jamás; por el ímpetu y devastación por su
gran maldad. Los últimos versículos (23 y 24), vemos el motivos porque el juicio y el
motivo del furor de la ira contra la gran ciudad.

3. DETERMINAR LA IMAGINERIA APOCALIPTICA.

La mujer, la gran ramera: Simboliza a una ciudad, llamada por el autor


“Babilonia”. En el versículo 5 dice que tiene en su frente un nombre escrito: Babilonia
la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. En el 18 vemos
que la mujer y la gran ciudad son las mismas, y es la que reina sobre los reyes de la
tierra. La ciudad de Tiro fue llamada “ramera” por Isaías (Isa. 23:15–17), y también lo
fue Jerusalén (Isaías 1:21; Jeremías 3) y Nínive (Nahúm 3:4, 5). La última parte del v.
2 alude al discurso de Jeremías a Babilonia: “Oh, tú que habitas junto a muchas aguas,
rica en tesoros” (Jeremías 51:13). El río Éufrates fluía a través de la ciudad, que
también tenía muchos canales y mantenía un sistema de irrigación que aseguraba su
riqueza. De acuerdo con el v. 9 es claro que la ciudad de Roma está en mente, pues
había llegado a ser la nueva “Babilonia” que reprimía al pueblo de Dios y corrompía
toda la tierra. La declaración del nombre de la frente de la ramera alude a la costumbre

10
de las prostitutas romanas de escribir su nombre en la tira de género que acostumbraban
usar las mujeres en la cabeza.
Las aguas donde se sienta la mujer: Son pueblos, muchedumbres, naciones y
lenguas (15). Las aguas de Babilonia tenían un sentido literalmente en la profecía de
Jeremías (Jer. 51:13), Juan las considera como un adecuado símbolo de la gente sobre
la cual gobierna la ciudad anticristiana
Las siete cabezas de la bestia: Son siete montes, siete reinos bajo el dominio de
Babilonia la grande (9-10). Sea lo que fuere que el número siete representa para Juan
es un símbolo de plenitud, de algo completo. De acuerdo con ello, cinco han caído, lo
que quiere decir que la mayoría ha venido y se ha ido; uno es se relaciona con el
gobernante del momento; y el otro (o sea el séptimo) todavía ha de venir, pero cuando
lo haga debe quedar sólo por un breve tiempo. Después de su partida, la bestia se
revelará en toda su bestialidad como un octavo rey, que no es un recién venido, porque
ya ha aparecido como uno de los siete, o sea Nerón. Pero no ha de ser temido, porque
va a la perdición, como está condenado a terminar todo monstruo que se opone a Dios.
Los diez cuernos: En la línea de Daniel 7:7, se interpretan como diez reyes. En la
visión de Daniel preceden al poder que se opone a Dios (algunos son derribados por él;
Dan. 7:24), pero en la visión de Juan están confederados con el anticristo, los
gobernantes de estados satélites o de provincias. Pero ellos todavía no han recibido
reino y cuando reciban su autoridad, junto con la de la bestia, será por una hora. ¡Tan
corto es el tiempo que se les permite ir en una agitación violenta! Su guerra contra el
Cordero es infructuosa, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes, incluyendo los
reyes del anticristo y sus llamados y elegidos y fieles compartirán la victoria.
La bestia: Vemos claramente que es un rey, que muere y resucita como lo hizo
nuestro Señor Jesucristo, para que crean en él todos los que no tienen su nombre en el
libro de la vida (8). El nombre de la bestia es un simbolismo usado para resaltar lo que
será el anticristo. Este “cuadro” del anticristo es tan evidente como el que se emplea en
el retrato de Satanás, la ciudad y el Imperio y su uso en el cap. 12. Juan parece
representar la resurrección de Nerón para describir al anticristo que venía como “otro

11
Nerón”.

4. SEMANTICA DEL TEXTO.

Y me llevó el Espíritu… (17: 3): Luego el ángel me llevó en el Espíritu…


(NVI), Luego, en la visión que me hizo ver el Espíritu (DHH).

5. CORRELACIONAL EL TEXTO CON EL A. T.

El capítulo 51 del libro de Jeremías habla sobre la antigua Babilonia, pero no


es comparado con el juicio que le tiene preparado el Señor a Babilonia la grande que
habla en el capítulo estudiado. El apóstol Juan ve una ciudad diferente a la Babilonia
de Jeremías, ya que esta al final de los tiempos será consumado y devastada por el
Señor, por eso no tiene correlación completamente esta profecía con las del A. T.

6. DETERMINAR EL TEXTO PARA LOS RECEPTORES PRIMARIOS.

Las iglesias de Asia menor al leer este capítulo lo que pudieron experimentar
pudo ser un poco de pánico por la resurrección de la bestia, la cual tiene la similitud de
Nerón. Pero al ver que el Señor destruiría a todos y los justificaría, debió ser un gran
motivo para seguir adelante y confiar más en nuestro Redentor. Ya que a pesar de todo,
la ciudad plasmada en este capítulo la vieron como la actual Roma, tanta idolatría y
perversidades se veía en esa ciudad que ellos por ser Justo y vivir piadosamente eran

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perseguidos y asesinados como los peores criminales, donde los malvados eran ellos.
Mayor gozo al ser saciados por la necesidad de justicia que vivían diariamente, el Señor
no se olvidaría de la ciudad ni de las personas que le hacen tanto daño a s iglesia, ni de
los que hacían derramar la sangre de sus santos hijos.

7. APLICACIÓN PARA EL CRISTIANO ACTUAL.

El cristiano no debe andar pendiente de las cosas de este mundo, ni buscar


justicia por sus propias manos, los creyentes del primer siglo sufrieron peores cosas
que los actuales, a pesar de las aprensiones y las decapitaciones que sufren algunos
miembros de la iglesia en países de oriente y de medio oriente. El Señor es grande y
TODOPOSEROSO y nada en el mundo, ni lo creado y ni venidero podrá contra Él.
Solo debemos seguir confiando en Dios ya que nos hará justicia y debemos permanecer
en Él para obtener nuestra corona de la vida, la cual pertenece a todo aquel que el Señor
predestinó antes de la fundación del mundo para vida eterna, a los que antes de la
fundación del mundo, inscribió sus nombres en la libro de la vida, no porque nosotros
lo merecíamos, sino que en su infinita gracia derramó su amor por nosotros enviando
a su Hijo unigénito en propiciación por nuestros pecados. Su gracia es tan suprema y
grandiosa que incluso derramó su Santo Espíritu en nosotros para creer en Él y, además
nos arrastra hacia Él en arrepentimiento por su buena voluntad. Por todo esto y mucho
más, toda la gloria, la majestad, la alabanza, la adoración, el imperio, el poder, el
dominio y la honra son de Él y para Él por siempre y para siempre. Amén.

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CONCLUSIÓN

La literatura apocalíptica es una literatura nutrida en su máxima expresión,


además de su hermoso contenido nos lleva a navegar y viajar en el espacio-tiempo por
el contenido múltiple de las literaturas que complementan este tipo de literatura. Al
sumergirse en la literatura apocalíptica es notable la ver como una narración de una
profecía es sumamente nutrida por una poesía llena de abundantes figuras espirituales,
cosas que el ser humano no puede percibir ni ver sino les son manifestado o permitidos
por Dios. No solo es una obra de arte literaria, además tiene la profecía más segura y
hermosa de la historia de la creación, sino que tiene el mensaje de esperanza de vital
importancia para la iglesia; los primeros cristianos, los que han creído, los que están
creyendo y los que creerán. Sin duda alguna, la literatura apocalíptica es una de las
literaturas más hermosas que el Señor le dejó a la iglesia para esperar y confiar es su
fiel y preciosa Palabra.

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BIBLIOGRAFÍA

Clouse, R. C., editor: « The Meaning of the Millenium: Four Views»


(Intervarsity Press, Downers Grove, III., 1977);
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ANEXO

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