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La política fiscal es una rama de la política económica que configura el presupuesto del
Estado, y sus componentes, el gasto público y los impuestos, como variables de control
para asegurar y mantener la estabilidad económica, amortiguando las variaciones de los
ciclos económicos, y contribuyendo a mantener una economía creciente, de
pleno empleo y con baja inflación.1 El nacimiento de la teoría macroeconómica keynesiana
puso de manifiesto que las medidas de la política fiscal influyen en gran medida en las
variaciones a corto plazo de la producción, el empleo y los precios.
Encuadramiento[editar]
La actividad económica que el Estado desempeña en las sociedades comprende tres
funciones básicas: una función de asignación de recursos, una función redistributiva, y una
función estabilizadora. Mediante la función de asignación, el Estado suministra bienes que,
en determinadas circunstancias, el mercado no proporciona adecuadamente debido a la
existencia de los denominados fallos del mercado. Con la función redistributiva, trata de
conciliar las diferencias de criterio que se producen entre la distribución de la riqueza que
realiza el sistema de mercado y la que la sociedad considera justa. En la tarea de
redistribución, intervienen fundamentos éticos, políticos, y económicos. La función
estabilizadora, donde se encuadra la política fiscal, trata de conseguir la estabilidad del
sistema económico, evitar sus desequilibrios, y provocar los ajustes necesarios en
la demanda agregada para superar en cada caso las situaciones
de inflación o desempleo.2
Mecanismos[editar]
Los dos mecanismos de control sugeridos por los keynesianos (los seguidores de la
política fiscal) son:
El segundo efecto influyente para determinar la cuantia del efecto total de la política fiscal
de gasto sobre la demanda agregada es el denominado efecto-expulsión, que sugiere que
el efecto que tendría el gasto de 3.000 millones de euros sobre el PIB, en el ejemplo
anteriormente expuesto, podría ser inferior a 3.000 millones.
Aunque el efecto multiplicador sugiere que la variación de la demanda provocada por la
política fiscal puede ser mayor que la variación de las compras del Estado, existe otro
efecto que actúa en sentido contrario. Aunque un aumento de las compras del Estado
estimula la demanda de bienes y servicios, también provoca una subida del tipo de interés,
la cual tiende a atemperar la demanda de bienes y servicios. La reducción que
experimenta la demanda cuando una expansión fiscal eleva el tipo de interés se denomina
efecto expulsión.
Para ver por qué se produce este efecto-expulsión, comprobemos una vez más qué ocurre
cuando el Estado construye la autopista por valor de 3.000 millones de euros. Como ya
hemos señalado, este aumento de la demanda eleva las rentas de los trabajadores y de
los propietarios de estas empresas (y como consecuencia del efecto multiplicador, también
de otras empresas). Al aumentar la renta, los hogares planean comprar más bienes y
servicios y, como consecuencia, deciden tener una parte mayor de su riqueza en un activo
líquido. Es decir, el aumento de la renta provocado por la expansión fiscal eleva la
demanda de dinero, que debemos recordar es una función dependiente, entre otros
factores, de la Renta monetaria de los sujetos. Como el banco central no ha alterado
la oferta monetaria, la curva de oferta vertical no varía. Cuando el aumento del nivel de
renta desplaza la curva de demanda de dinero hacia la derecha, el tipo de interés debe
subir con el fin de mantener equilibradas la oferta y la demanda de dinero.
La subida del tipo de interés reduce, a su vez, la cantidad demandada de bienes y
servicios. En particular, como será más caro pedir préstamos la demanda de inversión
tanto en viviendas y como en las empresas disminuye. En definitiva el aumento de las
compras del Estado que eleva la demanda de bienes y servicios, también puede expulsar
inversión. Este efecto-expulsión contrarresta en parte la influencia de las compras del
Estado en la demanda agregada.
Recapitulando, cuando un Estado incrementa sus compras en 3.000 millones de euros, la
demanda agregada de bienes y servicios puede aumentar en una cuantía superior o
inferior a 3.000 millones, dependiendo de que sea mayor el efecto multiplicador o el efecto-
expulsión.
Si aumenta la renta de los consumidores (el dinero que la gente tiene disponible para
gastar), entonces pueden gastar más, y es probable que lo hagan. Hay medidas para
saber qué porcentaje de la renta se gasta; son la propensión marginal al consumo y
la propensión marginal al ahorro.
El estímulo del consumo permite mejorar la economía gracias al efecto multiplicador, un
punto importante de la teoría de Keynes. Dice que el dinero, al pasar de mano en mano, va
generando incrementos en la producción (producto nacional). No es magia; veamos un
ejemplo:
Supongamos que la propensión marginal al consumo (PMgC) es del 0,8, lo que significa
que todos los ciudadanos gastan el 80% de lo que ganan y por el contrario ahorran un
20%.
1. Yo compro algo a alguien por 100 euros. Eso hace aumentar el producto
nacional en 100 euros.
2. El vendedor, 100 euros más rico, es también un consumidor, y gastará el
80% de esos 100 euros comprando otra cosa, por tanto, gasta 80 euros.
El PIB sube 80 euros más.
3. Quien acaba de recibir los 80 euros, gasta un 80% de ello, o sea, 64
euros. El PIB sube 64 euros.
4. Quien recibe los 64, gasta el 80%; el PIB sube 51,2 más
5. El siguiente hace subir el PIB 40,96
6. Etcétera: 32,77, 26,21, 20,97, 16,78,...
¿Cuánto ha aumentado el producto nacional, en total? Pues 100 + 80 + 64 + 51.2 + 40.96
+... Esta serie equivale a 100/(1-0.8), que son 500 euros.
Por tanto, una inversión de 100 euros ha hecho aumentar el producto nacional en 500.
Por eso bajar los impuestos (aumentando la renta disponible) aumenta el producto
nacional. El subirlos, lo reduce, y puede ser la acción apropiada si se quiere generar
un superávit y enfriar la economía (lo cual ayudaría a controlar la inflación).
Reducir el gasto público, para bajar la demanda agregada y por tanto la producción.
Subir los impuestos, para que los ciudadanos tengan una renta menor y en
consecuencia disminuyan su consumo y así la demanda agregada se desplaza hacia
la izquierda.
De esta forma, al disminuir el gasto público, y aumentar los impuestos, el presupuesto del
Estado, tiende a generar un superávit o disminuir el déficit.
Historia[editar]
La política fiscal es la propuesta por John Maynard Keynes, que propone teorías
innovadoras. Por ejemplo:
dice que la ley de Say ("la oferta genera su propia demanda") no se cumple, ya que
puede haber equilibrio económico aunque exista mucho paro.
cree que el Estado es quien debe intentar resolver el problema del paro (a diferencia
de los clásicos y los monetaristas, que creen que se soluciona por sí solo). Para
hacerlo, el estado tiene que controlar la demanda agregada a través de esta política
fiscal.
el estado de pleno empleo es algo transitorio, y la economía es fluctuante.
Estas teorías revolucionarias dan comienzo a la macroeconomía como ciencia.
Teorías[editar]
Algunos conceptos que intervienen en la teoría de Keynes son:
Efecto expulsión[editar]
Artículo principal: Efecto desplazamiento
Retrasos[editar]
Para que funcione bien la política fiscal, hay que tener muy en cuenta el ciclo económico,
ya que si se aplica una política restrictiva durante un período de recesión, será un fracaso.
Este tipo de recomendaciones son de carácter heterodoxo, y se basan en la idea de que
aplicar políticas restrictivas en la parte descendente del ciclo económico, no hará más que
acentuarlo.