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Planteamiento del problema

Aristides Vargas es un autor argentino nacido en el año 1954. Debe exiliarse


en Ecuador en el año 1976 como consecuencia del golpe de estado en Argentina y
posterior dictadura. Funda el grupo Malayerba en el año 1979. En su dramaturgia,
donde predomina la idea del exilio, pareciera emerger una memoria subrepticia,
insurgente, fragmentada, no lineal sino en espiral. Memoria que en su sedición, llena
espacios vacíos con elementos semi ficcionales que les permite a los personajes
conformar su presente. En su propio tiempo así como en su propio espacio la
memoria despierta recuerdos olvidados, algunos por negación, otros por falta de
pertinencia para la cotidianidad; pero lo más interesante es que abre un lugar en el
cual pareciera haberse vivido una realidad particular en consonancia con la realidad
fáctica, no obstante, ajena en sus formas y procederes. Los personajes se inventan
un mundo propio, personal, cercano para no luchar contra él. Eliseo Lara nos
plantea, que “la escritura de Aristides Vargas se define por la construcción de la
identidad propia a partir de la experiencia de la recordación”1. En esa experiencia
con lo recordado al encontrarte con la acción de la obra; se comienza a analizar y
revisar, a reevaluar las ideas y nociones que se ponderan a nivel social, filosófico,
físico, psicológico, entre otros, que parecieran ser valores absolutos. Metarrelatos
propios de la modernidad.
Las obras se sitúa en un lugar donde el espacio y el tiempo se hayan
indeterminados. Donde lo ambiguo reina, y los personajes se entremezclan en sus
propias características. Pareciera que el autor nos exhorta a deconstruir a partir de
lo que va sucediendo en la obra, entendiendo que la deconstrucción no se limita a
ser una crítica, sobre todo una crítica teórica, sino que debe desplazar las
estructuras institucionales y los modelos sociales.2 En esta deconstrucción que la
acción y los personajes van realizando, muestra a su vez las carencias de un mundo
y una sociedad moderna que dice haber alcanzado todo, haber resuelto todo pero
que esconde grandes carencias y dificultades en su cotidianidad.

1
LARA, Eliseo. S/F. La dramaturgia de Aristides Vargas. S/D pp 52
2 HUAMAN, Miguel Ángel. S/F. Claves de la deconstrucción. S/D pág 92
Para los personajes, según nos explica Elene Francés Herrero, el plano:
“irrumpe como ruptura de la coherencia ficticia histórica: (…) un tiempo fuera del
tiempo y del espacio, en situaciones a-históricas que no responden a regla alguna”3.
Huyendo del sistema en el que se encuentran llegan a un lugar donde participar con
el otro es la única opción. Pero a la vez se trata de un lugar cualquiera, poco preciso;
donde la manera de relacionarse con el otro es ambigua, y relacionada con la idea
de jugar. Un juego que pasa por redescubrir la propia identidad. Un espacio
indeterminado que mientras es construido también lo conforma y lo hace ser lo que
es.
Parecieran los personajes encontrarse en el desencanto y la incertidumbre
propios del hombre posmoderno como nos lo explica Hal Foster, enmarcados en:
“el declive de los mitos modernos del progreso y la superioridad”4. Estos personajes
se muestran ajenos al lugar y al tiempo en el que se encuentran pero intentan
construirse en este lugar. Rehacer su memoria, su pasado por algo que se ajuste
más a lo que son internamente, Miguel Ángel Sanz plantea, que “el hombre
postmoderno ya no queda como el hombre moderno que está flagrantemente
contrapuesto al mundo, luchando con él como algo intratable y potencialmente
hostil”5. Estos personajes, se atisban como postmodernos, intentando acercarse al
mundo como algo conocido, y para eso deben inventárselo, hacerlo a su propia
medida.

En relación al espacio, Vargas nos dice, en su obra La razón blindad que la


acción “sucede en diferentes lugares de un centro de corrección, que puede ser una
cárcel, un hospital psiquiátrico, o un retén policial.”6 Esto ya nos indica un espacio
en extremo estructurado, ordenado, reglamentado. De apariencia perfecta,
modeladora y controladora. Sanz nos plantea que “el espacio moderno, así

3
VARGAS, Arístides. 2006 Teatro Ausente Buenos Aires, Argentina: Instituto nacional del Teatro
4
FOSTER, Hal, Editor 1983. J. Habermas, J. Baudrillard, E. Said y otros. La posmodernidad. Editorial KAIROS,
pp.7

5 SANZ, Miguel. S/F “Memoria y posmodernidad: espacio, tiempo y sujeto” S/D p.223

6
VARGAS, Arístides. 2006 Teatro Ausente Buenos Aires, Argentina: Instituto nacional del Teatro.
entendido, constituía un bloque coherente y acabado en sí mismo, o, si lo tratamos
como una metáfora, un sistema de pensamiento perfecto y cerrado”. 7 Pero los
personajes deben, al no entender o desconocer el espacio en el que se hallan,
comenzar el diseño de un mundo en el cual la memoria intente construirse. Porque
en la medida que se construye esta memoria pareciera darse la reconstrucción de
los personajes ya no como objetos, sino como sujetos, bien diferenciados uno de
otro; donde la búsqueda no está fijada en encontrar respuestas o hallar claridad en
sus propósitos sino en simplemente: vivir. Conscientes de ese estadio, ya no son
alcanzados por las regulaciones propias de los reglamentos o de las convenciones
de ese mundo superior que significa ese lugar de reclusión. El espacio se convierte
en fragmentos al parecer inconexos, pero que se hacen irreductibles y únicos al
momento que lo viven los personajes. Sanz nos plantea “que tres son, en resumen,
los rasgos del espacio posmoderno: (1) la ausencia de teleología; (2) la incapacidad
del exterior para ser representado; (3), finalmente, la desregulación del espacio
superior.”8

A propósito del tiempo el autor nos muestra un tiempo suspendido. Si retomamos


la idea de que se desconoce ese lugar exterior, superior, y se niega, (entiéndase
como la cárcel, el hospital psiquiátrico etc.) lo mismo sucedería con el tiempo: Es
negado. Se desconoce su autoridad como regente entre pasado, presente o futuro.
Los personajes no intentan ejecutar un cambio en el régimen en el que se
desarrollan, sino por el contrario vislumbrar un cambio dentro de ese mismo
régimen. Sanz nos explica que “de este modo, la representación del tiempo
posmoderno podría ser la de un presente que ha desterrado el futuro de la
imaginación histórica”.9 Los personajes están en un perpetuo presente, sin
proyecciones hacia lo futuro, como única referencia hacia el pasado está, la
memoria que construyen con sus acciones. Sanz nos dice en relación al presente
postmoderno que este: “no imagina, ni produce, una exterioridad ontológica, sino

7
SANZ, Miguel. S/F “Memoria y posmodernidad: espacio, tiempo y sujeto” S/D p.221

8
Ibid p.222
9
Ibid p.224
que recuerda y reproduce dentro del sistema. Por ello, parece constituir un tiempo
en suspenso, un «presente obturado» que, a nuestro entender, no ha eliminado la
ansiedad, provocada por ese abismo”.10

Como se mencionó anteriormente, los personajes intentan crear su propio


mundo a partir de sus acciones. Esto los hace a su vez crear y recrear su memoria,
repetida, pero naciente siempre a la misma vez, como un rito. Ya la obra, La razón
blindada, nos evoca con su nombre a la razón como algo hermético, donde
difícilmente puede entrar o salir algo. Se nos muestra entonces la memoria como
creación conjunta de las acciones exclusivas de los personajes, independiente del
mundo superior e inmanente en su totalidad. Los personajes deciden desconocer
ese mundo superior, por lo tanto no lo representan. Para Sanz: “la memoria es la
representación de la identidad desde su interior. Como la memoria no puede
escapar del cuerpo, esto es, del sistema, es aquí donde aquella emerge como el
eco de una nueva ética del yo profundamente antiutópica”.11 Los personajes se
conforman como sujetos. En esa conformación van viviendo casi como unos
juglares que cantan lo vivido y transmiten así su historia. Entendiéndose como
sujetos se hacen importantes en ese espacio que los contiene. Demostrándose a sí
mismos que lo importante es lo contenido, no lo que contiene.

Sanz nos plantea que: “Una experiencia, transformada en una «metafísica de


la presencia», por la que no pasa el tiempo en tanto que historia. Ya que, una vez
destruida la linealidad modernista, (…) la diferencia, aparece como el auge de una
memoria que ya no parece una facultad inseparable del sujeto.”12 A través de sus
personajes el autor nos muestra una manera de ver el mundo actual, pero sin
localidades, desde donde lo está viendo el hombre contemporáneo que duda y
cuestiona los estamentos planteados como absolutos, y que por incuestionables
hacen de él un objeto restándole independencia y características propias. Cristian
Carrasco nos dice que los personajes de Aristides Vargas, refiriéndose a la obra
Nuestra Señora de las nubes, son “complejos, fluctuantes, difíciles de definir en

10
Ibid p.225
11
Ibid. p228
12
Ibid p.229
términos monolíticos. Son tan reales que pueden tener un nombre sin necesidad de
usarlos para individualizarse; por eso, a pesar de que en la obra se lee que los
protagonistas de los encuentros que estructuran la obra se llaman Oscar y Bruna,
dichos nombres nunca son verbalizados en la puesta en escena; se trata
simplemente de una cualidad que aumenta su índice de realidad, su efecto de
persona, que los emparenta más con los seres humanos que habitan el mundo en
que vivimos”.13

En toda la dramaturgia de Vargas encontramos una vinculación directa entre


la memoria, el tiempo y el espacio vista como deconstrucción. El autor sabe dónde
colocar las palabras y cómo, logrando así plantear al lector/espectador la
deconstrucción que permita fijar el foco sobre lo que quiere entrever. Para Huaman
la deconstrucción propone que toda escritura es una construcción intencional, no la
representación de la realidad. La ausencia marca la naturaleza de un texto tanto
como su presencia. 14 Es decir lo que el autor trata de destacar a su vez permite
alcanzar lo que a propósito oculta. En este caso la imposibilidad de los personajes
de hallarse en un espacio – tiempo reconocido. Para Lara “Quizá lo que otorgue
unidad al conjunto de sus obras sea esa desazón de los personajes que se hallan
extrañados de sí mismos, ajenos a su pasado.”15

Esta búsqueda de asir la memoria con lo que se hace diariamente,


cuestionando la realidad en cada acción resulta importante de abordar si
consideramos lo que plantea Daniel Carrasco Bahamonde: “El tiempo y el espacio
constituyen categorías básicas de la experiencia humana, estableciéndose como
los vehículos fundamentales para la codificación y reproducción de las relaciones
sociales; su ordenamiento simbólico y material conforma un marco de sentido para
la experiencia individual y colectiva que no sólo estructura la representación que se
hace del mundo, sino también el lugar que en éste se ocupa”. 16 ¿Podrían
representar los personajes de Arístides Vargas las angustias y desazones del

13
CARRASCO, Cristian. S/F “Hacia una poética del exilio” S/D pp.248
14
HUAMAN, Miguel Ángel. S/F. Claves de la deconstrucción. S/D pág. 93
15
LARA, Eliseo. S/F. La dramaturgia de Aristides Vargas. S/D pp 52
16
CARRASCO, Daniel. 2010. “Temporalidad y espacialidad en la modernidad tardía: el advenimiento de la
fluidez” pp.73
hombre actual? ¿sólo en Latinoamérica, o sus personajes tienen un carácter
universal? Actualmente vivimos en Venezuela grandes preocupaciones
relacionadas con el día a día, con la imposibilidad de hacerse con lo básico. Con un
llamado a querer y a defender una patria que a su vez no nos identifica ni representa.
Una necesidad de asirnos a lo que creemos como nuestro cuando lo que se nos
brinda como sistema o sociedad no resuena dentro. ¿podría, el hacer un abordaje
de los personajes de Aristides Vargas, ayudar a construir una identidad? Lara
plantea las siguientes interrogantes refiriéndose a los personajes de Vargas: ¿Cómo
construir una identidad desde esta posición? ¿Hasta qué momento podemos
sostener a otro si nosotros mismos estamos parados en el aire? ¿De qué manera
podemos establecer una relación de cualquier tipo desde este lugar incierto?17
Pareciera propicio los tiempos que vivimos, el desarraigo, el insilio que
pareciéramos vivir, y a su vez el exilio de otros que sí se fueron, con lo que nos
muestran los personajes de Arístides Vargas. Es a partir de esta reflexión como
encontramos en la dramaturgia de Aristides Vargas las tres condiciones que Sanz
plantea como evidencia de que la memoria de alguna forma termina sustituyendo a
la historia en la postmodernidad. Estos son: Tiempo, espacio y sujeto. Aproximarnos
a estos conceptos podría abrir espacios individuales para intentar encontrarnos con
el otro. Y acompañado entendernos a nosotros mismos. Asumiendo que lo que nos
plantea Lara: la celebración del olvido se convierte en la celebración del haber
tenido experiencias, del haberse encontrado con otros en el camino y, sobre todo,
del haber experimentado juntos ese momentum: la maravilla de compartir una
historia parado en el vacío, suspenso en el aire de las carencias ontológicas del
hombre de nuestro tiempo.18De igual manera abordar el trabajo de Aristides Vargas
en su totalidad, permitirá ahondar los elementos dramatúrgicos de un autor
latinoamericano tan prolífico y con un estilo y filosofía tan particular y desarrollado.

17
LARA, Eliseo. S/F. La dramaturgia de Aristides Vargas. S/D pp 52

18
Ibid. pp. 52
Objetivo general:

Definir la noción de memoria, tiempo, y espacio posmoderno en la obra de Arístides


Vargas.

Objetivos específicos.

Establecer los conceptos de Memoria, tiempo y espacio en la posmodernidad.

Valorar los aspectos fundamentales en la obra; relacionados con memoria, tiempo


y espacio.

Antecedentes.
Las investigaciones relacionadas a la dramaturgia de Arístides Vargas son
muy pocas y están circunscritas a artículos de revistas especializadas sobre teatro,
a entrevistas y a reseñas de las presentaciones de sus obras en diferentes países.
En ellas se plantea una ínfima biografía del autor y una aproximación a los temas
abordados en sus obras, haciendo hincapié en temas como el desarraigo, el exilio,
la soledad. Se han publicado siete libros con su obra. El primero en 1997 llamado
teatro que contiene las obras Jardín de pulpos, La edad de la ciruela y pluma y la
tempestad. En el año 2002 se publicó su segundo libro De como moría y resucitaba
lázaro, el lazarillo / tarjeta sucia. En el año 2003, Tres piezas de mar. En el año
2006, se publica Teatro Ausente, que recopila Nuestra señora de las nubes, Danzón
Park o la maravillosa historia del héroe y el traidor, La muchacha de los libros usados
y La razón blindada. En esta publicación se destaca un breve ensayo a modo de
prólogo que acerca al lector al tiempo y espacio como elementos de ruptura en las
obras. Elena Francés Herrero nos dice: “Esta ruptura es ruptura de la realidad
“objetiva”-cotidiana, en que discurre la acción de los personajes a través de los ejes
espacio-temporales, lo que es lo mismo que decir ruptura de las reglas de la
“racionalidad” o coherencia imaginarias, ruptura del discurso”.19 En el año 2008

19
VARGAS, Arístides. 2006 Teatro Ausente Buenos Aires, Argentina: Instituto nacional del Teatro
Flores arrancadas a la niebla / La Exacta superficie del roble. Y en el año 2010
Dramaturgia desde el mar.
En relación a la memoria en la posmodernidad se han hecho múltiples
investigaciones, donde se plantea el hecho de que la memoria de alguna forma ha
desplazado a la historia en el sujeto. Miguel Ángel Sanz nos dice que: “la memoria
estaba sustituyendo a la historia cuando, al hablar de esta, nos referíamos a la otra.
Esto es, que la memoria parecía estar, en los últimos tiempos, engullendo a la
historiografía (…) la memoria, como sustitutivo del relato histórico, no comenzó a
usarse hasta principios de los años ochenta”20. Sanz no plantea que la memoria en
la posmodernidad está asociada al tiempo, el espacio y el sujeto; y en la conjunción
de estos tres elementos; lo que hace al tiempo y al espacio elementos
completamente subjetivos. La propuesta de Sanz le da valor al hecho de que el
sujeto al no sentirse representado por el sistema en el que se encuentra comienza
a conformar su ser en relación a un espacio y a un tiempo que debe crear para
asirse y armar su memoria. Sanz nos dice que: “Nos hallamos, puestos en
perspectiva, frente a la dualidad antinómica de la modernidad. El interior, es decir,
el contenido, es un «plano de inmanencia […] sin referencia a ninguna instancia
externa». Por otra parte, el exterior, en tanto que forma, constituye un «aparato de
captura», una trascendencia modeladora que otorga significado y orden al flujo
inmanente de las cosas. Desde una perspectiva posmodernista, esa forma, a la que
podemos ya identificar como una metanarrativa, es un corsé disciplinario del tiempo,
un túnel justificado por la luz que se cree vislumbrar al final de todo el trayecto”. 21
Este punto de vista colocaría al concepto de lo posmoderno como antinomia del
espacio y el tiempo del metarrelato porque supone este forma parte de la
modernidad.
De igual manera Pablo Larreategui nos plantea que su investigación sobre la
memoria es importante: “en nuestros tiempos, sobre todo cuando una tendencia
posmoderna, de amplia conceptualización desde los países industrializados,
instaura la nostalgia y el desencanto como características de narrativas que se

20
SANZ, Miguel. S/F “Memoria y posmodernidad: espacio, tiempo y sujeto” S/D p.219
21
Ibid, pp. 222
observan a sí mismas frene a la realidad y a las representaciones de sujetos y
espacios que se han gestado, sobre todo, durante el siglo XX”. 22 Este autor
reflexiona sobre la memoria relacionada al espacio y el tiempo en Latinoamérica
asumida desde lo posmoderno y la heterogeneidad.
En general se ha abordado ampliamente el tema de la memoria asociada al
tiempo y al espacio en la posmodernidad o modernidad tardía. Autores como Fredric
Jameson nos habla de cómo se ha diluido el tiempo y el espacio en: “el rechazo a
ocupar el presente o a pensar históricamente”. 23 Aunque es importante destacar
que la memoria y la posmodernidad en relación con el teatro ha sido poco o nada
discutido

22
LARREATEGUI, Pablo. 2013 Entre la memoria y el olvido. Literatura y posmodernidad
latinoamericana. Corporación Editorial Nacional. Quito Ecuador.
23
FOSTER, Hal, Editor 1983. J. Habermas, J. Baudrillard, E. Said y otros. La posmodernidad. Editorial KAIROS,
pp.15
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