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Salud y enfermedad: ¿dos caras de una misma moneda?

Se ha evidenciado que muchos de los malentendidos e inconformidades que se tienen como paciente
o como profesional de la salud, surgen por suponer que salud es solamente la ausencia de la enfermedad.
Por una parte, algunos autores proponen que salud debe incluir tanto aspectos biológicos como psicológicos
y sociales, mientras que otros defienden que todo estado patológico se puede explicar desde la fisiopatología
basándose en la química o la fisiología, por lo que salud solo debería enfocarse en el aspecto biológico. Por
este motivo, es relevante e interesante abordar este tema y definir si desde la parte biológica, la presencia
de uno de los dos términos inmediatamente excluye al otro; si para definir salud hay que tener otros aspectos
en cuenta como lo psicológico y lo social, o si incluso los dos términos pueden coexistir en un mismo
individuo.

En este punto del ensayo existe una paradoja interesante: por una parte es probable que uno de los
principales aspectos que contribuyen a la confusión es que se desconoce el verdadero significado de las dos
palabras, porque, tal como lo afirman Mateos & Dones (2016) citando a Piédrola Gil, “La salud es algo que
todo el mundo sabe lo que es, hasta el momento en que la pierde, o cuando intenta definirla”. Sin embargo,
conocer el significado de las dos palabras tampoco es de mucha ayuda, pues desde 1948 la Organización
Mundial de la Salud define que «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Por otro lado, para la misma organización,
enfermedad significa “Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por
causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o
menos previsible” (Ortíz Arciniegas, 2015). Esta situación resulta hilarante ya que la primera definición
incluye aspectos psicológicos y sociales, mientras que la segunda se enfoca solo en lo biológico, entonces
las definiciones pertenecen a un modelo biopsicosocial y biomédico, respectivamente, lo que sin duda
genera una mayor confusión.

Lo anterior demuestra que escoger uno de los dos modelos no es tan fácil cómo se esperaba. Por una
parte, es evidente que el aspecto psicológico es la base de muchas patologías, y el que ambiente del paciente,
es decir, su parte social, también es un factor clave para el desarrollo o evolución de muchas enfermedades.
Por otra parte, así como lo afirma Engel (1977), muchas de las patologías psicológicas pueden ser
explicadas desde la neurología junto con la bioquímica y la endocrinología, y así plantear que todo se resume
a lo biológico. Escoger un modelo ahora puede ser muy importante para la práctica clínica, porque de esto
dependerá el manejo que se le dará a los pacientes, y a su vez esto determinará qué tan satisfecho e incluso
podría determinar qué tan sano se sentirá después.

El modelo biopsicosocial parece estar muy bien fundamentado, y es aceptado por varios autores de
alto prestigio porque incluye todo lo que puede perjudicar el bienestar de las personas, es decir su calidad
de vida. Como su nombre lo indica, en él se tiene en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos y sociales,
lo que hace que sea un complejo que abarque todo lo que pueda constituir una alteración de la salud. Gracias
a lo anterior es posible comprender cómo por medio del aspecto social y psicológico un estigma por
sobrepeso puede influir en el comportamiento de las personas obesas, pudiéndolas llevar sentir auto-culpa
o cambiando su estilo de vida (Puhl, Moss-Racusin, & Schwartz, 2007); también permite conocer que una
persona diabética, a pesar de que se sienta bien consigo mismo, sienta que no está enferma y se relacione
perfectamente con los demás, posee una enfermedad que necesita de mucho cuidado, y por último, permite
entender y ser tolerantes con las constantes consultas al médico por estrés, en el cual el aspecto psicológico
ha sido alterado.

Este último caso no puede ser ignorado, pues “En Colombia, las pérdidas anuales por absentismo y
estrés laboral ascienden a $63.895.955.200” (Gonzáles, 2016). Esto refleja claramente que no es necesario
tener un desbalance fisiológico para sentirse muy mal, y que las manifestaciones psicosomáticas son tan
importantes, que pueden causar pérdidas millonarias o importantes. Los altos niveles de cortisol que pueden
explicar la fisiopatología del estrés solo se pueden evidenciar en muy pocos casos; la mayoría de las veces
no es posible corroborar esta alteración, por lo cual el único camino que queda para llegar al diagnóstico es
el de la anamnesis, lo que evidentemente hace que la alteración se convierta en algo subjetivo -porque solo
el paciente sabe en realidad cómo se siente y cómo esto afecta su calidad de vida-, pero que se sabe que es
real y estas cifras lo demuestran. Siguiendo al pie de la letra la definición de Salud y enfermedad por parte
de la OMS, estos pacientes con estrés no están sanos, pero tampoco están enfermos.

Como se dijo anteriormente, el modelo anterior presenta muchas ventajas y parece ser el indicado.
Empero, antes de definir el modelo adecuado, es necesario tener en cuenta que el modelo biopsicosocial
contradice en cierta parte al modelo psiconeural emergentista propuesto en el texto de Mario Bunge, “El
problema Mente-Cerebro”, pues en la práctica clínica no toda alteración o manifestación psicosomática
puede ser demostrada como una consecuencia de una alteración fisiológica, contradiciendo así a su tercera
tesis que afirma que: “las relaciones denominadas psicofísicas (o psicosomáticas) son relaciones entre
subsistemas diferentes del cerebro, o entre alguno de ellos y otros componentes del organismo” (Bunge,
2002), -por ejemplo, una persona con una decepción amorosa puede estar muy bien fisiológicamente, pero
en ese momento en su salud mental no se siente nada bien y por tanto, si se toma el concepto de manera
literal, esta persona no está sana-.

Como puede esperarse, es aquí donde el modelo biomédico aprovecha las desventajas del modelo
biopsicosocial y expone sus buenas consideraciones. Primero, este modelo no tienen ningún problema con
el modelo psiconeutral emergentista porque las tres tesis están incluidas en él, y segundo, “todas las
enfermedades pueden explicarse a partir de problemas en procesos fisiológicos, resultado de heridas,
desequilibrios químicos e infecciones bacterianas o víricas” (Engel, 1997). Es curioso que la segunda razón
coincida claramente con la definición de enfermedad por parte de la OMS y a su vez, hace que se determine
que estar enfermo implique inmediatamente no estar sano, pues se altera lo único que los dos modelos y las
dos definiciones tienen en común, el aspecto biológico.

Un buen argumento de cómo lo psicológico se explica mediante lo fisiológico, es que si se altera la


constitución anatómica cerebral, cambian los tipos pensamientos -se habla de tipos de pensamientos y no
de pensamiento porque hasta el momento es imposible saber qué piensan las demás personas- y sus
manifestaciones psicosomáticas, por ejemplo: en 1935 el neurólogo Egas Moniz junto con A. Lima
consiguieron destruir las fibras que conectaban el lóbulo frontal con el resto del cerebro en ambos
hemisferios, llamando a este procedimiento leucotomía frontal (Yampolsky & Bendersky, 2014). Con este
procedimiento, los pacientes ya no eran agresivos, agitados y no tenían pensamientos paranoicos. Este
tratamiento fue un fracaso y una irresponsabilidad, pues los efectos adversos eran mayores que los
beneficios ya que los pacientes terminaban apáticos, adinámicos o incluso vegetativos; No obstante, aquí se
muestra claramente cómo lo biológico y lo psicológico se conectan fisiológicamente.

Otro ejemplo similar, pero con mayor éxito -tanto que en algunos países todavía se usa- es la
cingulotomía anterior para tratar la depresión, ansiedad o dolor crónico, en este último, el dolor sigue igual
de intenso, pero el paciente no siente molestia por él y no genera manifestaciones psicológicas. De nuevo
queda demostrada dicha conexión. Como es evidente, el modelo biomédico simplifica las cosas y hace ver
todo desde una perspectiva científica y basada en la evidencia; además, cuenta con el apoyo indirecto del
sistema de salud de países en vía de desarrollo, ya que si no hay manifestaciones clínicas muy evidentes o
que pongan en peligro la vida, es muy difícil que la persona sea atendida seriamente.

Como era de esperarse, este modelo tampoco es perfecto y tiene muchos inconvenientes: primero que
todo, se basa demasiado en la literatura y niega la existencia de otros factores que claramente existen en la
práctica clínica (lo psicológico y lo social), limitándose a reconocer como cierto solo lo que ha sido descrito,
ignorando que no todo está descubierto, y que quizá el cerebro humano nunca permita que se sepan todos
sus secretos; Segundo, hace que toda enfermedad que no sea demostrada con exámenes (exámenes
paraclínicos, Rayos X, etc.) no exista, sabiendo que en la práctica clínica no toda enfermedad tiene la
cualidad de ser demostrada ampliamente; tercero, hace que el médico ya no atienda a enfermos sino a
enfermedades, lo que claramente es un problema porque en medicina no existe casi nada absoluto y todo
está bajo un margen de error, por lo que es necesario una adecuada interacción entre las dos personas, lo
que incluye saber de lo psicológico y de lo social y, por último, el médico puede tornarse hostil y los
pacientes pueden no quedar satisfechos con su atención.

Por lo visto, el modelo biomédico tiene más inconvenientes que beneficios, por lo que el modelo
biopsicosocial puede ser el más apropiado por ser más completo, menos literal y más práctico, justo lo que
en medicina se necesita; además, con este modelo, la probabilidad de que los pacientes queden satisfechos
con su atención aumenta ya que es posible que la relación médico-paciente sea mejor. Una vez determinado
el modelo que se usará -en este caso es el biopsicosocial- es necesario concluir que desde una visión general
en este modelo, es suficiente estar sano para no estar enfermo (así como es suficiente con que al lanzar una
moneda al aire caiga cara para que no caiga sello porque ambas no pueden estar al unísono), pero No es
suficiente no estar enfermo para poder estar sano, pues para poder estar sano hay que tener en cuenta el
bienestar psicológico y el bienestar social también. Para concluir, Si Salud se define como el completo
bienestar físico, mental y social, además de no estar enfermo, entonces ¿qué tan saludable somos nosotros?

Número de palabras: 1717


Bibliografía
Bunge, M. (2002). El problema mente-cerebro. Madrid: TECNOS.

Engel, G. (1977). The Need for a New Medical Model: A Challenge for Biomedicine. American
Association for the Advancement of Science, 196 , 129-136. Obtenido de
http://www.jstor.org/stable/1743658 .

Espiritualidad en neurorrehabilitación. (2016). En A. Lendínez Mesa, ENFERMERÍA EN


NEURORREHABILITACIÓN (págs. 20-28). Barcelona, España: Elsevier España.

Gonzáles, A. (19 de mayo de 2016). ESTRÉS LABORAL EN COLOMBIA ¿QUÉ SUPONE EN


CIFRAS? Obtenido de http://cursopsicologiapositiva.com/estres-laboral-colombia/

Ortíz Arciniegas, E. (2015). Salud y enfermedad según la OMS. Obtenido de


http://aulavirtual.iberoamericana.edu.co/recursosel/Documentos_cursos/Lic%20Pedag
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Puhl, R., Moss-Racusin, C., & Schwartz, M. (2007). Internalization of Weight Bias:
Implications for Binge Eating and Emotional Well-being. OBESITY, 15(1), 19-23.

Yampolsky, C., & Bendersky, D. (2014). Cirugía de los trastornos del comportamiento: el
estado del arte. Revista Argentina de Neurocirugía, 28(3), 78-98.

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