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Lina maría López pachón

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R7

CUIDADOS AL FINAL DE LA VIDA:DISMINUIR EL SUFRIMIENTO.

El principal derecho que tiene el ser humano es la vida, pero ésta se puede ver afectada por ciertas
condiciones de salud como enfermedades terminales, accidentes, enfermedades crónicas,
agotamiento entre otras; estas condiciones llevan a quien las padece a un escenario de cuidados
intensivos en el cual el pronóstico es reservado, y su supervivencia dependerá de medios
extraordinarios y de soportes como el ventilatorio, inotrópico, vasopresor y metabólico. En este
punto, debemos preguntarnos: ¿la vida está siendo cuidada, o se está prolongando la agonía que
llevará a la muerte? En la actualidad, el gran desarrollo científico-tecnológico, dentro de la Medicina,
ha llevado a que, en determinadas circunstancias, se lleven a cabo procedimientos excesivos e
innecesarios para el mantenimiento de las funciones vitales del organismo. Por esta razón, en
ocasiones dichos procedimientos no mejoran la condición de vida, sino que hace que las personas
sobrevivan con grandes problemas o diferentes tipos de secuelas. Por esta razón, se debe tener claro
el concepto de morir dignamente, y no condenar a un ser humano a prolongar por un periodo de
tiempo su existencia cuando no se desea, cuando todo el esfuerzo resulta inútil y su enfermedad
avanza progresivamente sin mejoría. En este ensayo ilustraremos los diferentes cuidados que se
pueden tener en cuenta al final de la vida teniendo en cuenta el derecho a morir dignamente.

En primer lugar, existe un límite del esfuerzo terapéutico; es decir, cuando se deja un tratamiento
para que el proceso de muerte siga su curso natural. Cuando el estado del paciente es irreversible e
irrecuperable, la pregunta es, ¿es justo continuar con el tratamiento o con la supervivencia
conociendo que la muerte es inevitable? El responsable de esta decisión es el médico, quien debe
tomar la decisión de seguir el tratamiento o no teniendo en cuenta la voluntad del paciente en el
caso que sea posible. Aquí, el medico debe basarse, principalmente, en brindar al paciente una
muerte sin sufrimientos innecesarios, intima, silenciosa, sin soledad, en compañía de su familia, en
paz consigo mismo y con todo lo humano, sin adelantarla ni alargarla con medidas terapéuticas
violentas y desproporcionadas. Por lo tanto, esto no dice que todo lo posible por el paciente no se
haya realizado y el esfuerzo finalice, sino que, no vale la pena gastar recursos o esfuerzos innecesarios
por preservar la vida cuando el tratamiento no traerá beneficios. Entonces, si no se aporta un valor
agregado a los pacientes y su familia se debe aceptar la muerte como parte del ciclo de vida. por ello,
es importante agotar todos los recursos antes de tomar una decisión como esta, sin someter al
paciente a más procesos invasivos que perjudican su salud.

En segundo lugar, existen cuidados paliativos que son los cuidados que se deben brindar para mejorar
la calidad de vida del paciente y de su familia. “A través de un tratamiento integral del dolor, el alivio
del sufrimiento y los síntomas, de tener una muerte tranquila, de seguir su curso, de forma natural
para un fin digno y sereno” (Gómez, Margarida, p.1). Para realizar estos cuidados se debe tener en
cuenta las necesidades de cada paciente realizando una evaluación del estado en el que se encuentra,
con el fin de que estos cuidados sean efectivos. También, se debe tener en cuenta que el enfermo,
en los últimos días de su vida, necesita ayuda psicosocial: a menudo, el paciente se siente vulnerable
y salen flote sus debilidades o falencias porque la muerte se convierte en su principal preocupación.
En este momento el paciente debe saber que no está solo, y que es igual de importante, que sus
cuidados se extenderán hasta el último día de su existencia. Del mismo modo, la familia juega un
papel fundamental; por lo que, la familia debe involucrarse y hacerse participe de las decisiones que
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tome el personal asistencial. Entonces, ante una enfermedad, que requiere de atención paliativa, se
debe tener en cuenta que, aún en la ausencia de curación total, existe un espacio para la esperanza
en la que los médicos y/o profesionales buscan una calidad de vida digna; es decir, los médicos y/o
profesionales buscan que los pacientes convivan en la comodidad del hogar, el tratamiento para el
control de síntomas y saciar las necesidades emocionales propias del miedo que trae consigo una
enfermedad que lo conducirá a la muerte. Por lo tanto, el objetivo no debe ser cantidad de vida, sino
de calidad porque no estamos tratando solo al enfermo si no a su familia también. Otro factor
importante es la comunicación porque crea confianza tanto con el paciente como con su familia;
también, con una buena comunicación se logra hacer comprender todo el proceso, y explicar las
decisiones que se están tomando. Al final, la idea es que el paciente pueda morir dignamente,
manejando sus dolencias, proporcionando la adecuada analgesia, nutrición, apoyo espiritual, y apoyo
a su familia.

Por último, existe el uso de la eutanasia. La eutanasia entendida como la ayuda a morir o la asistencia
al suicidio de quien no puede hacerlo por sí mismo, y es éticamente legítimo (Hurtado, p.1). Entonces,
con la eutanasia, tenemos la libertad de elegir renunciar a nuestra propia existencia, es decir, de
morir sin sufrimiento. Cuando se efectúa el proceso de la eutanasia, se dice que el paciente no está
adelantando la muerte de modo artificial, sino que está aceptando el curso final de su vida. Además,
con la eutanasia, el paciente está prefiriendo la posibilidad de morir en casa o acompañado, y esto
supone ser mejor, o más satisfactorio, que obligar a vivir un sufrimiento con el pronóstico de muerte.
Existen estigmatizaciones negativas con respecto a la eutanasia; sin embargo, somos conscientes de
poder manejar nuestra propia vida y de qué hacer con ella, es decir, somos plenos dueños de ella.
Entonces, si una persona se encuentra en estado de finalización de su vida, ya sea por una
enfermedad terminal o muchos años de vida, qué mejor manera de morir que esta; si no hay opción,
no podemos evadir la muerte por mucho tiempo y estamos en mal estado, sufriendo, la eutanasia es
una alternativa. Sin embargo, debemos ser claros y responsables con esta la decisión, y aunque
afectará a las familias o cercanos, debe ser comprendida de la mejor manera, recibir el apoyo
necesario, y aceptar la determinación de la persona.

Para concluir, somo seres humanos, pensantes, sentimos y somos conscientes de las situaciones y
circunstancias que vivimos. Habrá un momento en el que anhelaremos la muerte, especialmente si
estamos en una situación muy difícil que nos dispone al fin de nuestra vida; por ejemplo, cuando no
tiene sentido seguir luchando por mantenernos vivos, por las condiciones de salud en las que nos
encontramos, porque el fin y el sufrimiento es inevitable. Aunque el papel del personal asistencial
siempre será el de preservar la vida, colocando a su disposición todas las herramientas necesarias, se
asumen las consecuencias de destruir su dignidad; entonces, lo que debe preservar el medico es la
integridad del ser humano, no solamente una mera existencia vegetativa. Todos tenemos diferentes
intereses, ritmos de vida diferentes, horizontes de vida mucho mayores y evolucionamos cada día
como sociedad, por eso los cuidados intensivos deben ser humanizados en el proceso de morir y
crear un entorno que reduzca el sufrimiento; por ejemplo, con horario de visitas abierto porque
durante el tiempo en cuidados intensivos los pacientes piden ver a sus hijos, hermanos, esposa, etc.
En fin, cuando un paciente padece de una enfermedad terminal en estado avanzado, o en tiempo de
finalización de la vida por edad, es decir muchos años de vida, y sabemos que no hay alternativa más
que una muerte cercana, ¿de qué sirve someter al paciente a más procesos? ¿no es más sufrimiento?
Lina maría López pachón
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esto no quiere decir que este fracasando como médico, se hace todo lo posible y al alcance de la
medicina de la época.

Referencias

Rodrigues Gomes, Ana Margarida. (2010). El cuidador y el enfermo en el final de la vida -familia y/o
persona significativa. Enfermería Global, (18) Recuperado en 08 de octubre de 2018, de
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S169561412010000100022&lng=es
&tlng=es.

Hurtado Medina, Manuel José. (2015). La eutanasia en Colombia desde una perspectiva
bioética. Revista Médica de Risaralda, 21(2), 49-51. Retrieved October 07, 2018, from
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0122-
06672015000200010&lng=en&tlng=es.

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