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EXONERACIÓN DE TASAS JUDICIALES (Quinta Disposición Final del

Código Procesal Constitucional).

Como regla general y absoluta, rige la gratuidad para todos los actos
procesales del demandante (y asimismo también del demandado, por el
principio de socialización o igualdad procesal). Por tanto, los procesos
constitucionales están exonerados de cualquier pago para su admisión o
tramitación, como son el pago de tasas judiciales, cédulas de notificación, etc.

Numerosas cuestiones vinculadas con el efectivo acceso a la justicia, como la


disponibilidad de la defensa pública gratuita para las personas sin recursos y
los costos del proceso, resultan asuntos de inestimable valor instrumental para
la exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales. En este
sentido, es común que la desigual situación económica o social de los litigantes
se refleje en una desigual posibilidad de defensa en juicio. Un primer aspecto
en relación con los alcances del derecho a acceder a la justicia está dado por
los obstáculos económicos o financieros en el acceso a los tribunales, y por el
alcance de la obligación positiva del Estado de remover esos obstáculos para
garantizar un efectivo derecho a ser oído por un tribunal.

Las políticas que apuntan a garantizar servicios jurídicos a personas carentes


de recursos actúan como mecanismos para compensar situaciones de
desigualdad material que afectan la defensa eficaz de los propios
intereses. Por tal motivo, son quizás las políticas judiciales que se relacionan
con las políticas y servicios sociales. Se trata, entonces, de un tema en el que
vale la pena precisar el alcance de los deberes estatales, y los principios que
deben caracterizar la organización y prestación de este tipo de servicios, como
herramienta indispensable para asegurar el ejercicio de los derechos humanos
por los sectores excluidos o en situaciones de pobreza.

El SIDH ha reconocido el rol esencial que le compete a la realización del


derecho de acceder a la justicia en la garantía de los derechos fundamentales
en general y de los derechos sociales en particular, y ha fijado una serie de
estándares con impacto en el funcionamiento de los sistemas judiciales en la
región.

La Corte IDH reafirmó la prohibición de discriminar sobre la base de la posición


económica de las personas y destacó que "…si una persona que busca la
protección de la ley para hacer valer los derechos que la Convención
Americana le garantiza, encuentra que su posición económica (en este caso,
su indigencia) le impide hacerlo porque no puede pagar la asistencia legal
necesaria (…) queda discriminada por motivo de su posición económica y
colocada en condiciones de desigualdad ante la ley1"

En esta línea, en su sentencia en el Caso Cantos, la Corte sostuvo que: “Esta


disposición de la Convención [8.1] consagra el derecho de acceso a la justicia.
De ella se desprende que los Estados no deben interponer trabas a las
personas que acudan a los jueces o tribunales en busca de que sus derechos
sean determinados o protegidos. Cualquier norma o medida del orden interno
1 Opinión Consultiva OC-11/90
que imponga costos o dificulte de cualquier otra manera el acceso de los
individuos a los tribunales, y que no esté justificada por las razonables
necesidades de la propia administración de justicia, debe entenderse contraria
al precitado artículo 8.1 de la Convención2”

ENSEÑANZA DE LOS DERECHOS Y PROCESOS CONSTITUCIONALES


(Sexta Disposición Final del Código Procesal Constitucional).

La relación entre educación y dignidad es, por demás obvia e incuestionable.


Cabe anotar inicialmente que “en puridad, la educación implica un proceso de
incentivación del despliegue de las múltiples potencialidades humanas cuyo fin
es la capacitación de la persona para la realización de una vida existencial y
coexistencial genuina y verdaderamente humana; y, en su horizonte, permitir la
cristalización de un “proyecto de vida” (Exp. N.° 04232-2004-AA/TC,
Fundamento 10).

Así, la Carta Fundamental dispone que la finalidad de la educación es el


“desarrollo integral” de la persona. A ello debe agregarse que tal desarrollo no
debe comprenderse solo a partir de una perspectiva individual, puesto que el
ideal de la educación correspondiente a una sociedad democrática y regida
bajo parámetros constitucionales debe reforzar lazos de empatía y la noción de
igualdad, fomentándose con ello la solidaridad [art. 14° de la Constitución] que
es un valor troncal de nuestro sistema constitucional.

Existe consenso en que los sistemas de enseñanza desempeñan una función


esencial en la promoción del respeto, la participación, la igualdad y la no
discriminación en nuestras sociedades. Para que el sistema de enseñanza
cumpla esa función, es necesario adoptar un enfoque global para impartir
educación en derechos humanos, abordando no sólo las políticas, procesos e
instrumentos educativos, sino también el entorno en el que se imparta esa
educación.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos expresa que el fin de la


educación es el pleno desarrollo de las personas y el fortalecimiento de los
demás derechos. La educación debe ayudar a la comprensión mutua, la
tolerancia y la amistad entre las naciones, los grupos étnicos y religiosos. Una
educación de calidad para todos asegura el respeto, la tolerancia y la amistad
cívica como fundamentos de la paz social. A través de ella, los estudiantes
conocen y respetan los derechos humanos de todos desarrollando valores,
actitudes y comportamientos acordes.

EXP. N.° 4646-2007-PA/TC

GACETA CONSTITUCIONAL (Séptima Disposición Final del Código


Procesal Constitucional).

2 Caso Cantos
La Gaceta Constitucional es el órgano oficial del Tribunal Constitucional y será
editada periódicamente, sin perjuicio de otras compilaciones oficiales y de la
publicación electrónica de su jurisprudencia. En ella el Tribunal Constitucional
dará cuenta de sus actividades, publicará los documentos relacionados con su
marcha institucional, así como las resoluciones finales de los procesos
constitucionales de su competencia. Esta publicación se hace con
independencia de la que efectúe obligatoriamente el Diario Oficial El Peruano.

Claramente ésta última disposición final se encuentra concordada con lo


dispuesto por el inciso 20 del artículo 139 de la Constituciòn Polìtica del Estado
que establece: “Son principios y derechos de la función jurisdiccional: (...) 20. El
principio del derecho de toda persona de formular análisis y críticas de las
resoluciones y sentencias judiciales, con las limitaciones de ley. (...)

A nuestro parecer, la posibilidad de criticar y analizar resoluciones judiciales es


también integrante de otro derecho mayor, denominado debido proceso. Si bien
dentro de la enumeración habitual de los derechos integrantes del debido
proceso no se reconoce a la crítica de las resoluciones judiciales,
consideramos que se trata de un derecho básico, que permite una defensa
adecuada en el proceso. De esta forma, si bien el derecho de defensa se
encuentra íntimamente vinculado al derecho de contradicción (frente a la parte
contraria), no puede negarse que también cabe oponerse a lo resuelto por el
juez (casos típicos son aquellos en los que se alegan transgresiones al derecho
a la adecuada motivación de las resoluciones judiciales).

El Tribunal Constitucional ha dicho que: "( ... )reconoce, valora y protege el


derecho fundamental de toda persona a formular análisis y críticas,a las
resoluciones jurisdiccionales (inc. 20 del art. 139 de la CP), incluyendo, desde
luego, a las emitidas por este Colegiado (STC Exp. N° 03116- 2009-AA, f. j.
13).

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