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Sobre la base del principio dispositivo, debe quedar claro que la actividad probatoria no
es investigadora, sino verificadora, pues lo que se busca es únicamente confirmar las
afirmaciones de hecho de las partes. Se trata, pues, de una carga, pero también de un
derecho de las partes.
INTRODUCCIÓN DE MI TEMA
COSAS QUE AUMENTÉ EN MI TEMA
PARA EL INFORME
1. LOS MEDIOS PROBATORIOS Y LAS PRUEBAS
La Ley Procesal del Trabajo no hace ninguna referencia expresa de lo que constituyen
los medios probatorios, motivo por el cual nos dedicaremos a indagar qué es lo que
constituyen.
Los medios probatorios pueden ser definidos como aquellos instrumentos en virtud de
los cuales las partes que integran la relación jurídico procesal pretenden acreditar sus
afirmaciones con la finalidad de que se les conceda lo peticionado en la demanda, en la
contestación de la demanda, en la reconvención o en la contestación de esta última.
Excepcionalmente, los medios probatorios podrán ser solicitados e incorporados al
proceso cuando el juez lo considere pertinente a efectos de que se genere certeza
acerca de los hechos invocados por las partes o por una de ellas.
Con acierto se ha señalado que “los medios probatorios o medios de prueba no son
otra cosa que las herramientas –aportadas principalmente por las partes y
eventualmente gestionadas a iniciativa del juez– gracias a las cuales el órgano
jurisdiccional se pone en contacto con los hechos desconocidos para comprobarlos con
base en las razones o motivos que los mismos provocan y que llevan al juez a la
certeza sobre la existencia u ocurrencia de tales hechos”.
El Código Procesal Civil señala que los medios probatorios tienen por finalidad acreditar
los hechos expuestos por las partes, producir certeza en el juez respecto de los puntos
controvertidos y fundamentar sus decisiones.
Entonces, los medios probatorios le otorgan a las partes la posibilidad de probar sus
alegaciones, de manera tal que serán estos, luego del correspondiente saneamiento
probatorio, los que finalmente orienten la actividad decisoria del juez. En resumidas
cuentas, lo que se busca con los medios de prueba no solo es acreditar lo vertido por
las partes, además de ello se pretende producir certeza en el juez respecto a los
hechos controvertidos y a encontrar una decisión fundamentada en la verdad o
realidad.
Es importante señalar que los medios probatorios no tienen la misma significación que
las pruebas, por lo que sería un gran error equiparar ambos conceptos.
Definitivamente no. Puede decirse que las pruebas son aquellos instrumentos jurídicos
que dejaron de ser medios probatorios para convertirse en elementos que
concretamente acreditan ciertos hechos alegados. Y han pasado de un estado a otro –
es decir, de tener la calidad de medios probatorios a tener la calidad de pruebas–
porque el juzgador las ha analizado y ha concluido que efectivamente acreditan total o
parcialmente los hechos invocados por las partes.
En otros términos, estos instrumentos pasaron de ser una pretensión probatoria a ser
realmente elementos que acreditan determinados hechos. En un primer momento no
tienen valor probatorio oficial, no obstante, cuando se les considera como pruebas ya
lo tienen por la sencilla razón de que se ha evidenciado la vinculación entre los hechos
invocados y las virtudes del mencionado instrumento.
Como regla general, los medios probatorios deben ser ofrecidos por las partes durante
los actos postulatorios, es decir, con la presentación de la demanda y con la
contestación de ella.
El artículo 189º del Código Procesal Civil establece que “los medios probatorios deben
ser ofrecidos por las partes en los actos postulatorios, salvo disposición distinta de este
Código”. A su vez, la Nueva Ley Procesal del Trabajo indica que “los medios probatorios
deben ser ofrecidos por las partes únicamente en la demanda y en la contestación”.
La segunda excepción está referida a las pruebas de oficio. En este caso, a pesar de
que precluyó la etapa postulatoria, no es por voluntad de las partes que se incorporan
nuevos medios probatorios al proceso, sino porque el juez así lo considera. Con mayor
detalle explicaremos lo referente a la prueba de oficio al comentar el artículo 22º de la
Nueva Ley Procesal del Trabajo.
Pues bien, queda claro cuándo es que deben presentarse los medios probatorios, sin
embargo, creemos importante señalar cuáles son los medios probatorios que admite la
Nueva Ley Procesal del Trabajo.
Dado que la Ley Procesal del Trabajo no hace mayor referencia de los medios
probatorios en el proceso laboral, por mandato de su Primera Disposición
Complementaria debemos remitirnos supletoriamente a lo que establece el Código
Procesal Civil.
De esta manera, debemos partir de la base de que nuestro sistema procesal es uno de
tipo abierto, pues dentro del ámbito de lo lícito se admite a cualquier instrumento que
pueda generar convicción sobre las afirmaciones expuestas por las partes. De acuerdo
con esto, en su generalidad los medios probatorios no son determinados, sino, por el
contrario, indeterminados, ya que no estamos ante una tipificación de tipo numerus
clausus, sino numerus apertus.
Sin embargo, dentro de esta apertura, nuestra normativa distingue a los medios
probatorios típicos y a los atípicos.
Se entiende que los primeros son aquellos que el Código Procesal Civil regula
expresamente y son los utilizados recurrentemente por los litigantes. Por su parte, los
segundos son aquellos que la norma no ha previsto expresamente pero que pueden ser
utilizados en la medida que cumplan la finalidad fijada por la ley
Según el artículo 192º del Código Procesal Civil, los medios probatorios típicos pueden
ser:
Sobre el particular, puede decirse que la declaración de parte es aquella que se lleva a
cabo personalmente y en presencia del juez, bajo sanción de nulidad, y “constituye un
relato de los hechos o experiencias propias reservadas exclusivamente a las partes del
proceso (ningún otro actor procesal podría efectuarla), [y] permite examinar cada una
de las posiciones que contiene la declaración a efectuar, la mismas que, una vez
dictada oralmente, será transcrita en el acta declarativa correspondiente, que
generalmente opera en la diligencia única de actuación de pruebas. Nada impide que,
ante un hecho fortuito o causa mayor del obligado a declarar o porque el juez estime
necesidad de que la parte llamada a declarar personalmente lo haga, esta diligencia se
desarrolle en otra estación probatoria”.
Por su parte, la declaración de testigos o testimonial, “a diferencia de la declaración de
parte que es una declaración sobre hechos propios, constituye la narración de los
hechos y experiencias ajenas, y, por este hecho, se convierta esta declaración, en una
realizada por una tercera parte del proceso, e igualmente ajeno a él. El testigo relata
sus experiencias al juez en segunda persona y no en primera, que es la efectuada por
la declaración de parte, de ahí que su declaración es tomada dentro de un segundo
plano, careciendo de la preeminencia que se otorga a la declaración de parte, por eso
se exige que el testigo sea un tercero dentro de las partes del proceso; pero al mismo
tiempo, tiene que conocer personalmente los hechos litigiosos, caso contrario,
estaríamos frente a un falsario; en todo caso, no está permitida una declaración
indirecta, pues estaríamos ante el caso del simple rumor; tampoco una declaración
escrita realizada por el testigo”.
En lo que concierne a los documentos, se puede decir que significación es mucho más
extensa de lo que uno podría pensar a priori. En efecto, de acuerdo con lo dispuesto
por el artículo 233º del Código Procesal Civil, el documento es todo escrito u objeto que
sirve para acreditar un hecho. De esta forma, se puede afirmar que todo documento
tiene dos virtudes esenciales, que son: ser tangibles y que sustentan un hecho. En esta
línea, son infinitas las posibilidades para que un escrito o un objeto puedan ser
catalogados como un documento; así, a modo de ejemplo, podemos decir que
constituyen documentos, siempre y cuando acrediten un hecho: una cinta de video,
una prenda de vestir, un cabello, un arma blanca, una piedra, entre otros.
Al referirse a los documentos, el Código Procesal Civil efectúa una distinción importante
al clasificarlos en públicos y privados.
Documento público viene a ser aquel otorgado por funcionario público en ejercicio de
sus atribuciones, así como la escritura pública y demás documentos otorgados ante o
por notario público, según la ley de la materia. También tiene la calidad de documento
público y con el mismo valor la copia obtenida del original en la medida que esté
certificada por el auxiliar jurisdiccional respectivo, notario público o fedatario, según
corresponda.
Por otra parte, el documento privado es el que no tiene las características del
documento público, es decir, los documentos privados son aquellos que no reúnen las
características para ser calificados como documentos públicos. Sobre el particular, es
importante recalcar que la legalización o certificación de un documento privado no lo
convierte en público.
Entendemos que con ello se busca privilegiar la sustancia del documento y no la forma,
de manera tal que si posteriormente el documento es declarado nulo, su contenido se
mantendrá incólume, debido a que es de vital importancia para resolver el conflicto de
intereses o la incertidumbre jurídica. Al respecto, consideramos que dicha norma es
equivocada, pues contraviene el principio de que lo accesorio sigue la suerte de lo
principal; sin embargo, rescatamos su ratio legis, puesto que percibimos perfectamente
que lo que se pretende es salvaguardar el valor probatorio de la forma al margen de su
forma.
Ahora bien, con relación a la pericia, puede señalarse que ella “es la consulta técnica a
la que recurre el juez para complementar o integrar sus conocimientos; se trata de un
testigo técnico; complementan la limitación del saber del juzgador pese a ser
considerado el juez el perito de los peritos, convirtiéndose en un auxiliar extraordinario
y no ordinario (caso del secretario) de la justicia. El consultor no opera
independientemente del juez sino a través de él, proponiéndole noticias y nociones que
finalmente admitirá o rechazará según su entender”.
En este contexto, podemos afirmar que la pericia tiene por finalidad presentar al
órgano jurisdiccional la información obtenida de los libros y documentación contable
que sirvan para calcular los montos de los beneficios en litigio. Es decir, la pericia tiene
por objeto contabilizar, calcular o corroborar determinados datos numéricos que son de
mucha complejidad, requieren especiales conocimientos y que por su propia naturaleza
le tomarán mucho trabajo al juez.
Para que la pericia tenga validez, no solo se requiere que esta haya sido realizada por
un perito, sino, además, que este sea hábil para ejercer el encargo, situación que se
presenta con las nóminas periciales que cada colegio profesional otorga a las Cortes de
los distritos judiciales poniendo a los miembros de su orden a fin de que puedan ser
escogidos cuando se requiera de su auxilio. Asimismo, la pericia no se realiza de oficio,
sino que tiene su origen en el pedido que ordena la ejecución de la prueba pericial con
el encargo preciso de qué aspecto técnico ha de merecer la atención del perito.
También es importante tener en consideración que para que el perito asuma el encargo
en un proceso judicial, previamente deberá juramentar y acreditar que no tiene ningún
impedimento para ejercer su cometido y ser responsable por su dictamen ante los
litigantes y el mismo juzgador. Igualmente, antes de iniciar el encargo, antes de iniciar
su misión deberá señalar sus honorarios y respetar el plazo consignado por el juez para
evacuarlo.
Por último, en lo que respecta a la inspección judicial, debemos indicar que esta tiene
por finalidad la corroboración in situ de ciertos hechos, que por su naturaleza no
pueden ser llevados al lugar del juzgado. La inspección judicial procede cuando
subsistan las circunstancias materiales que debían constatarse. En casos excepcionales
y en virtud de resolución fundamentada, el juez puede encargar a la autoridad
administrativa de trabajo la realización de una inspección de carácter especial,
señalando con precisión los aspectos a ser constatados.
Por consiguiente, lo que se busca con la inspección judicial es tomar muestras, recoger,
documentar o extraer ciertos elementos que puedan tener valor probatorio con la
finalidad de que el juzgador pueda tener una mejor apreciación de los hechos y con ello
se pueda lograr una sentencia que se acerque lo más posible a lo justo.
3.2. Los medios probatorios atípicos
Es importante precisar que los medios de prueba atípicos se actúan y aprecian por
analogía con los medios típicos y con arreglo a lo que el juez disponga.
- El juez enuncia los hechos que no necesitan de actuación probatoria por tratarse de
hechos admitidos, presumidos por ley, recogidos en resolución judicial con calidad de
cosa juzgada o notorios; así como los medios probatorios dejados de lado por estar
dirigidos a la acreditación de hechos impertinentes o irrelevantes para la causa.
- El juez enuncia las pruebas admitidas respecto de los hechos necesitados de
actuación probatoria.
- Inmediatamente después, las partes pueden proponer cuestiones probatorias solo
respecto de las pruebas admitidas. El juez dispone la admisión de las cuestiones
probatorias únicamente si las pruebas que las sustentan pueden ser actuadas en esta
etapa.
- El juez toma juramento conjunto a todos los que vayan a participar en esta etapa.
- Se actúan todos los medios probatorios admitidos, incluidos los vinculados a las
cuestiones probatorias, empezando por los ofrecidos por el demandante, en el orden
siguiente: declaración de parte, testigos, pericia, reconocimiento y exhibición de
documentos. Si agotada la actuación de estos medios probatorios fuese imprescindible
la inspección judicial, el juez suspende la audiencia y señala día, hora y lugar para su
realización citando, en el momento, a las partes, testigos o peritos que corresponda.
- La inspección judicial puede ser grabada en audio y vídeo o recogida en acta con
anotación de las observaciones constatadas; al concluirse, señala día y hora, dentro de
los cinco (5) días hábiles siguientes para los alegatos y sentencia.
- La actuación probatoria debe concluir en el día programado; sin embargo, si la
actuación no se hubiese agotado, la audiencia continúa dentro de los cinco (5) días
hábiles siguientes.