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Hipertextual

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Los efectos de la música en nuestro cuerpo


según la ciencia
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Vonne Lara - Abr 2, 2015 - 12:29 (CET)

Diversos estudios científicos se han concentrado en la música y los efectos que tiene en las
personas. Estos son algunos de los resultados que dan muestra de su poderoso impacto.

Shutterstock / CebotariN
No hay nada como la música. A través de la historia de la humanidad se han encontrado
indicios que desde tempranas etapas se hacía música. Sea su efecto social y que fuera el
acompañamiento obligado en danzas, ritos y fiestas, la música ha permanecido como algo inherente al
desarrollo de la historia de los humanos.
La música activa más partes del cerebro que
cualquier otro estímulo humano
Por otro lado, está la evolución misma de la música, sus etapas, su uso como rasgo
distintivo y cultural la hacen parecer infinita, tan distinta en cada región, época, cultura,
subcultura, nicho, estrato, banda, tribu urbana, persona... así hasta el infinito. Y por si fuera
poco, la música, eso que hace un acierto la vida, tiene efectos poderosos en el cuerpo
humano.

Ha habido múltiples estudios científicos que han abordado los efectos de la música en
las personas, incluso en los animales y en las plantas. Lo que se ha encontrado no son poca
cosa, conozcamos un poco sobre esto.

Los efectos en el cerebro son asombrosos

Shutterstock/Beatriz Gascon J
Como decía, distintos estudios se han realizado con el paso del tiempo, y en ellos se ha
encontrado que la música, por ejemplo, afecta la química del cerebro. Y es que la
música que nos es agradable hace que liberemos dopamina, una neurohormona liberada por
el hipotálamo, y que se le relaciona con el placer; sin embargo, tiene otras benéficas
funciones como estar presentes en los procesos de aprendizaje, comportamiento,
actividad motora, el sueño, el humor, la atención.
Es por esto que otros estudios han encontrado en la música la relación en la mejora de la
actividad motora en el tratamiento de pacientes con parkinson o el incremento del
razonamiento espacial en pacientes autistas y apoyo en terapias de pacientes que sufren
convulsiones.

Cuando escuchas música...

Tu cerebro se activa en distintas áreas. Debajo puedes ver las partes que se activan, de
hecho, este gráfico, que pertenece a un estudio realizado por la Universidad de Florida,
sugiere que la música activa más partes que cualquier otro estímulo humano.gg
La música:

▪ Regula el nivel de hormonas relacionadas con el estrés.


▪ Fortalece la memoria y el aprendizaje.
▪ Afecta la velocidad de las ondas cerebrales.
▪ Recrea recuerdos.
▪ Y mucho, mucho más, en el siguiente video se nos aclaran algunos puntos al
respecto:

En conclusión
La música:
▪ Regula el nivel de hormonas relacionadas con el estrés.
▪ Fortalece la memoria y el aprendizaje.
▪ Afecta la velocidad de las ondas cerebrales.
▪ Recrea recuerdos.
▪ Y es beneficiosa para la salud y el bienestar general.

Cuando tocas música...

Shutterstock/prapass
Tu cerebro entra en procesos que a simple vista no parecieran tan poderosos. Pero lo son.
Un estudio en niños demostró que niños que tenían una educación musical de 3 años o
más, presentaban un incremento en su motricidad fina, así como en la discriminación
auditiva (esto indispensable para el estudio de idiomas distintos a la lengua materna).
También esos niños presentaron un mejor vocabulario, mejores habilidades en su lenguaje
no verbal y su entendimiento de la información visual, distinguiendo con mayor facilidad
las similitudes, las diferencias de formas y los patrones.
Cuando haces música en grupo

Shutterstock/Volt Collection
Si alguna vez has cantado en un coro o has hecho música con alguien más sabrás a qué se
refiere este punto. Un estudio muy interesante encontró la respuesta científica a esa
sensación de trabajo en conjunto o las olas de emoción que corren cuando estás cantando
junto a otras personas. Y es que literalmente se sincronizan. Se encontró por ejemplo que
un canto al unísono hace que los corazones de los cantantes aceleren y desaceleren de
forma simultánea.

La música como energizante


Shutterstock/Itz
Se dice esto de la música ya que escucharla afecta el latido del corazón, el pulso y la
presión arterial. También, como mencionaba líneas arriba, la música es capaz de cambiar
la velocidad de ondas cerebrales, así pues, la música con un pulso de unos sesenta beats por
minuto puede cambiar la conciencia beta hacia el rango alfa, esto mejora el estado de
alerta y el bienestar general, algo muy parecido a lo que sucede con la meditación y la
yoga.

Benéfica y más
Shutterstock/l i g h t p o e t
En otros estudios se ha encontrado que la música incide directamente en
el fortalecimiento del sistema inmunológico, esto debido a la actividad del cerebro
que se presenta, al bienestar que se puede sentir, así como el decremento de los niveles de
ansiedad. De hecho se encontró que escuchar música durante sólo quince minutos podría
aumentar los niveles de una familia de proteínas asociadas con la sangre y la producción de
plaquetas, estimulación de linfocitos y la protección celular contra el SIDA, el cáncer y
otras enfermedades.

La música puede fortalecer el sistema inmunológico

También se ha encontrado que escuchar música mientras nos ejercitamos nos


puede ayudar a "confundir" a nuestro cerebro y anular sus constantes señales de fatiga que
envía lo cual desembocaría en detener la actividad. El ritmo que utilicemos para hacer
ejercicio puede resultar beneficioso. De hecho se encontró en otro estudio que los ciclistas
que escucharon música requieren 7% menos de oxígeno para hacer el mismo entrenamiento
que los ciclistas que lo hacen en silencio. Acá una pequeña gráfica con el tipo de ejercicio y
los beats que necesitas poner en tus listas de reproducción para incrementar tus resultados.
Música no tan benéfica
Ahora bien, luego de repasar algunos beneficios de la música y en sí como estimula nuestro
cuerpo, también es cierto que la música puede afectarnos de forma negativa. Y es que la
música que nos desagrada genera estrés, el volumen al que se escucha también incide en los
beneficios de la música, si este es muy alto, puede también puede generar ansiedad. A su
vez, sabemos de algunos casos en que la música se ha utilizado como forma de
tortura y es que el nivel emocional al que se conecta es realmente poderoso, así como el
nivel de atención que nos requiere y que puede, literalmente, hacernos pedazos si se usa
para dichos propósitos.
Por último, ¿alguna vez haz tenido un "ear worms"? Esta desastrosa situación en que no
puedes quitarte una melodía de encima también ha sido objeto de estudio de
los científicos. Lo que se ha encontrado es que los "gusanos musicales" son melódica y
rítmicamente simples, que ocasionan que los circuitos neuronales se atasquen en un bucle
que repite una y otra vez. Puede, incluso, ser tan perjudicial que eleva los niveles de
ansiedad de las personas. En estos casos se sugiere escuchar otras melodías o sonidos que
ayuden a salir del bucle en que se encuentra el cerebro.

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CIENCIA

Los once de Kanner


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Ángela Bernardo - Sep 11, 2019 - 20:00 (CET)

En el Día Mundial del Autismo, recordamos la figura de Leo Kanner. Este psiquiatra
infantil fue capaz de reconocer y diagnosticar el síndrome que padecían once niños en
1943. Setenta años después, numerosos interrogantes rodean al trastorno del espectro
autista.

Dubova | Shutterstock
Hay instantes, individuos, circunstancias que cambian por completo nuestra concepción del
mundo. Copérnico, Newton, Darwin, Curie, Fleming o Franklin se citan entre esos
ejemplos raros. Personas que son capaces de ver un bosque donde otros sólo perciben
árboles. Caracterizados por un extraordinario sentido de la observación, una apasionante
curiosidad por descubrir el mundo, y especialmente, una poderosa inteligencia, su historia
es la de aquellos investigadores que supieron ver más allá. Como le ocurrió a Leo Kanner,
el psiquiatra infantil que diagnosticó por primera vez el autismo.

Kanner, nacido en Klekotiv en 1894, había emigrado con su familia a Estados Unidos sólo
tres años después de graduarse como pediatra en la Universidad de Berlín. Pese a sus
sueños juveniles de convertirse en poeta, el médico austriaco comenzó a trabajar en un
hospital de Dakota del Sur, lo que le permitió asistir al congreso de la American Psychiatric
Association. Allí conoció a Adolf Meyer, quien le ofrecería trabajar en el recién creado
servicio de psiquiatría infantil en Johns Hopkins.

Un universo en la cabeza
Su frustrada carrera como poeta no le haría olvidar el lado más humano de su profesión.
Ahí donde otros veían sólo simples síntomas relacionados con una posible esquizofrenia, el
médico supo apreciar características diferenciales de los niños que recibía. Entre ellos se
encontraba Donald T., el paciente cero del autismo. "Consideraba a cada paciente como
una persona que debía ser entendida frente a su complejidad biológica y social", describe
una investigadora sobre el perfil humanista del psiquiatra.

Donald T. fue el primero, pero en realidad hubo más. Once jóvenes diferentes, únicos,
especiales. Los once de Kanner. Niños cuyos síntomas habían sido confundidos
previamente con otros trastornos como la esquizofrenia. Leo Kanner los recibía en su
consulta, exploraba el universo que habitaba en sus mentes, observaba intrigado su
conducta. Esos rasgos extraños que veía cuando los más pequeños jugaban. Parecían felices
cuando estaban solos.
Donald T., el primer paciente diagnosticado con autismo
Antes de examinar a Donald, había recibido una larguísima carta de su padre. El psiquiatra
leía con asombro en las 33 páginas la detallada y obsesiva descripción de aquel hombre,
desesperado por el comportamiento de su hijo de cinco años. "Es más feliz cuando está
solo, mientras dibuja en una concha embebido en sus pensamientos, distraído de todo lo
que ocurre a su alrededor".Kanner descubrió que los niños parecían desconectados de la
realidad exterior

El padre relataba de forma dolorosa el comportamiento de su hijo, empeñado en hacer girar


juguetes y mover de un lado a otro su cabeza. Cuando Donald T. acudió por primera vez al
hospital, Kanner también apreció que el pequeño hablaba de sí mismo en tercera persona,
repitiendo frases y palabras inconexas. El universo que se encendía en su cabeza era más
complejo de lo que inicialmente pensaba, algo que Kanner describió como
"peculiaridades fascinantes" en el artículo Autistic disturbances of affective
contact.

El psiquiatra examinó a Donald T. en 1938. En los años posteriores, la correspondencia


entre la familia y Kanner se mantuvo, al igual que los exámenes médicos. El niño era capaz
de leer, memorizar palabras e incluso aprendió a tocar algunas notas al piano. Era evidente
que no padecía un retraso mental, sino que su cerebro parecía desconectado de todo lo
que sucedía a su alrededor.

Donald Triplett, el paciente cero del autismo, durante su adolescencia


Cuatro años después, Leo Kanner observaba el comportamiento de Frederick. La conducta
antisocial que el médico había percibido en Donald se repetía. "No quiere jugar con las
cosas normales con las que otros niños juegan", explicaba su madre. Ignoraba por
completo a los invitados que acudían a su casa, y sin embargo, mostraba un inmenso terror
a los ascensores. Algo similar a lo que padecía Richard con sólo tres años. Inteligente y
curioso a partes iguales, sus padres veían atemorizados como el niño era incapaz de
comunicarse con nadie. No es que no pudiera. Es que tampoco parecía importarle.

Lo mismo le ocurría a Paul, Barbara, Virginia, Herbert, Alfred, Charles, John,


Elaine. Niños que gozaban de buena salud, tranquilos, calmados y en los que, sin embargo,
algo fallaba. En su famoso artículo, Kanner rechaza la descripción otorgada por otros
médicos de 'idiotas' o 'retrasados mentales'. No, no lo eran. El psiquiatra sospechaba que
aquellos once jóvenes compartían un mismo síndrome autista, que hacía que se encerraran
en su pequeño caparazón. Atrapados por su propia mente, pueden permanecer horas, días,
semanas sin distraerse con lo que ocurre a su alrededor. Como si las personas que tuvieran
al lado no existieran.
Los niños congelados
Entre las décadas de los cuarenta y los sesenta, el médico recibió en su consulta a muchos
más niños. Las notas que recogió fueron resumidas en el artículo de 1943, en el que el
médico tomó prestado el concepto 'autista' del psiquiatra suizo Eugen Bleuler. Los jóvenes
se caracterizaban por presentar comportamientos repetitivos en los que mostraban su
carácter introvertido, rayando lo antisocial, con importantes problemas de lenguaje.El
autismo tiene un origen genético, no está relacionado con la conocida como frialdad
afectiva

En todos los casos, los síntomas eran los mismos. Kanner, en un primer momento,
describió su conducta como 'fría'. Esta aparente ausencia de calor humano hizo que la
sociedad no entendiera qué era el autismo. En 1967, el escritor Bruno
Bettelheim publicó The empty fortress, un libro que popularizó la teoría -incorrecta- de la
frialdad afectiva. Según este psicólogo, los niños autistas parecían 'congelados',
interpretando erróneamente el origen del autismo.

De nada sirvió que Leo Kanner escribiera años después diversas publicaciones en contra de
la hipótesis de la frialdad afectiva. El psiquiatra condenaba la terrible acusación que
Bettelheim había vertido sobre las madres de aquellos niños, a las que culpaba de su
trastorno. Pero el daño ya estaba hecho. Durante aquellas décadas, muchos jóvenes con
autismo fueron sometidos a vejaciones con la tristemente famosa terapia del electroshock.
Otros neuropsiquiatras, como Lauretta Bender, decidieron probar tratamientos
alternativos, llegando a administrar LSD a los más pequeños. Y es que no hay nada más
cruel que culpar a la familia de los problemas médicos de un niño.
Dubova | Shutterstock
Los interrogantes que aún se ciernen sobre este trastorno, como su heterogeneidad, la
influencia de factores genéticos o ambientales y los parámetros cognitivos, muestran la
complejidad que representan las personas con autismo para la investigación. Considerado
dentro del trastorno del espectro autista, hoy sabemos que no existe una única
causa que explique su desarrollo.

La ciencia ha logrado identificar diversos genes relacionados con el autismo.


Numerosas investigaciones apuntan también que la epigenética podría jugar un papel
esencial en el desarrollo del espectro autista. Sea como fuere, este trastorno no cuenta
todavía con análisis preventivos, métodos de diagnóstico o terapias adecuadas.

El trabajo realizado en la descripción de 'los once de Kanner' resulta imprescindible para


conocer este síndrome, y especialmente, evitar la estigmatización de los pacientes que lo
sufren. Por ello merece la pena recordar el documental María y yo. En él conocemos la
historia del dibujante Miguel Gallardo acerca de la relación con su hija María,
diagnosticada con autismo cuando sólo tenía ocho años:
"Con el tiempo también fuimos descubriendo que María era como una isla en el medio del
mar. Una isla a la que no podíamos llegar. Sólo de vez en cuando bajaba la marea y
podíamos acercarnos por unos instantes hasta donde ella estaba".

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La naturaleza de la
música y su función en la
vida humana
by Clara Galliano3 JUNIO, 2016
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Lejos de pensar que la música es un lenguaje universal, voy a comenzar a reflexionar
sobre lo particular, más que lo general.

La fusión asombrosa de culturas con todas sus riquezas que ha tenido lugar en las
Américas entre la cultura de Africa, con los esclavos, la de Europa y la local conforman
un crisol con características propias.

Si leemos a Adorno, Meyer, Langer…, vemos que nos acercan a una idea de la tradición
de lo que se denomina música culta, es decir, de la música clásica occidental. Es poco
común encontrar relatos sobre la tradición popular de occidente, como también de otras
culturas.

Siguiendo a Small, en su análisis, quien refiere que, para los eruditos de la música
occidental, la obra es la música y encontrar sentidos es analizar las obras. Dentro de la
obra musical se encontraría entonces el significado de la música. Ahora bien, me
parece importante rescatar el concepto de Small donde expresa que, bajo esta mirada,
lo valorado no es la acción del arte, la actuación musical no tiene valor en el proceso
creativo, sino que lo valioso es la obra en sí misma.

Para acercar el significado de la música a la práctica musical, propone algo interesante


que es salir de la palabra música como sustantivo para pensarla como verbo…
“musicar”. Tocar, cantar, recurriendo a ritmos y melodías recordadas y a sus propios
poderes e invención dentro del orden de su tradición.

Puede ser que no se parta de una obra determinada, sino que el músico cree mientras
ejecuta y los oyentes tienen un papel activo por su participación creativa.

La naturaleza básica de la música no reside entonces en objetos, obras, sino en la


acción, en lo que la gente hace:

“Solo entiendo lo que hace la gente cuando toma parte en un acto


musical y entonces podemos comenzar a comprender la naturaleza de
la música y su función en la vida humana” Christopher Small.

Todo ser humano nace con la capacidad musical y tiene una musicalidad propia que se
expresa en el hacer música solo o con otros. No son los expertos los dueños de este
arte, sino que todos podemos ser parte de él en la vida humana.

Entonces el significado de la música no estaría concentrado dentó de la obra, o en una


sala de conciertos, sino que consistiría en actuar con otros participando desde
diferentes posiciones.

“Musicar, es tomar parte de cualquier manera en una actuación


musical. Esto significa no solo cantar y tocar, sino también escuchar,
proporcionar material, prepararse para actuar, componer, practicar y
ensayar o cualquier otra actividad que pueda afectar la naturaleza de
ese encuentro humano.” Christopher Small.

CLIC PARA TUITEAR


El musicar es una actividad donde de un modo u otro están involucrados todos los
asistentes. Puede suceder también desde una escucha de música grabada.

Musicar entonces es un encuentro humano… y nos preguntamos: ¿en qué consiste el


significado del encuentro humano que es una actuación musical?

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El acto de musicar crea entre los asistentes un conjunto de relaciones y es en estas


relaciones donde se encuentra el significado del acto de musicar. Se encuentra no solo
en las relaciones de los sonidos organizados que creemos es lo esencial de la música,
sino también en las relaciones que se hacen entre persona y persona en el acto de esta
actuación.
Estas relaciones, a su vez significan relaciones en el mundo más amplio fuera del
espacio de la actuación: relaciones entre personas, entre individuo y sociedad, entre la
humanidad y el mundo natural, e incluso el mundo sobrenatural. Estos son asuntos
importantes quizás los más importantes en la vida humana.

No hay nada sobrenatural ni metafísico en este proceso, nada místico, es parte de ese
proceso biológico del dar y recibir información que vincula a todas las criaturas vivas en
una red inmensa que llamó el gran antropólogo ingles Gregory Bateson “la pauta, o
patrón que relaciona”.

La vinculación entre la música y la naturaleza

humanaCLIC PARA TUITEAR


Toda criatura viva recibe y da información. Los medios de comunicación son
sumamente diversos, una combinación de colores, un bulto, una postura, una manera
de moverse, una secreción química, un sonido, una pauta o patrón de sonidos. Siempre
la información trata de relaciones. ¿Cómo me relaciono con esa entidad?

Estos mensajes no verbales nos dicen cosas de las entidades que se están
relacionando. Hay gestos de dominio o de sometimiento. La comunicación biológica se
da en un aquí y ahora, no en futuro… en ese campo se encuentran las posibilidades
del lenguaje verbal como mediador.

Curiosamente, cuando hablamos de musicoterapia y la definimos, compartimos mucho


de este campo disciplinar, ya que para Kenneth Bruscia, musicoterapeuta americano,
la musicoterapia es un proceso sistemático de intervención donde el terapeuta ayuda
al paciente a promover su salud usando experiencias musicales y las relaciones
desarrolladas a través de estas como fuerzas dinámicas de cambio.
Este autor en su terapia desarrolla amplios conceptos sobre cómo las personas pueden
arrojar datos sobre su personalidad y su modalidad de estar en el mundo a través de
la experiencia musical y la lecturas posibles que de su discurso sonoro se desprenda.

Al improvisar, el paciente demuestra una modalidad vincular que se relaciona con


posicionamientos propios que lo caracterizan como sujeto en relación, que están
comprendidas entre grados que van desde la salud hasta la patología según su
modalidad vincular sonora y las lecturas realizadas por el musicoterapeuta.

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Músicos por la salud

Cuando en terapia se busca un cambio, dicho cambio se realiza dentro de esa trama
vincular que se está desarrollando mediante instrumentos musicales, la voz las
percusiones corporales, etc. Un musicoterapeuta cuenta con técnicas de lectura e
interpretación para que se pueda construir una nueva posibilidad en una experiencia
traumática que se expresa como contenido sonoro en esa escena.

La función de la música en musicoterapia, fue un tema muy bien tratado por Milleco,
pero que por su complejidad excede la inclusión en este trabajo.

¿Para qué sirve la


música?
https://www.bbvaopenmind.com/humanidades/artes/para-que-sirve-la-musica/

Cerebro | Música | Neurociencia


“Sin música, la vida sería un error”, decía Friedrich Nietzsche. Un siglo después
de que el filósofo alemán hiciera la famosa afirmación,
diferentes neurocientíficos, musicólogos, psicólogos y antropólogos han
comprobado que tenía razón. Basándose en el hallazgo de flautas hechas con
huesos, que se encontraron en una cueva de Alemania y que son los
instrumentos más antiguos registrados hasta el momento, los investigadores
estiman que la música podría ser al menos tan antigua como el Homo
sapiens, que apareció aproximadamente hace 200.000 años. Pero ¿cuál es su
función?

La pregunta atormenta a los expertos desde hace siglos y todavía no hay una
respuesta concluyente. Pitágoras propuso, en el siglo V a.C., que la música
regía la armonía de los astros, mientras que la investigación científica actual
—desde la perspectiva evolutiva y biológica— considera que la música sirve
más bien para regir la armonía entre los seres humanos.

“La función de la música es la sociabilización”, explica Jeremy Montagu,


músico y catedrático de la Universidad de Oxford. En un ensayo publicado en la
revista Frontiers in Sociology, Montagu defiende que la música es tan primitiva
que sería anterior al lenguaje. Él argumenta que el tarareo que hace una madre
para calmar a su bebé es música y que eso, probablemente, ocurrió antes de
que pudiéramos hablar.

Para el experto, el vínculo que la música establece entre madre y niño también
está presente en un grupo de trabajadores o en los hombres ancestrales que
bailaban y cantaban antes de una cacería o batalla. “Al establecer semejante
vínculo entre los individuos, la música creó no solo la familia, sino la
sociedad misma”, sostiene.

COMUNICAR EMOCIONES

La hipótesis de que la música tuvo una función esencial en la formación y


supervivencia de grupos y en la mitigación de conflictos es una de las más
aceptadas. Mark Tramo, del Instituto para la Música y la Ciencia del Cerebro en
la Universidad de Harvard, la define como un factor de cohesión social. “Los
hombres necesitaban organizarse para cazar y defenderse. Allanó el camino
para que nos comunicáramos y compartiéramos emociones”, explica.

Según un estudio de la Universidad de Cambridge, la música revela la


personalidad de cada uno. Imagen: creative commons, pxhere
La capacidad de comunicar emociones fue justamente lo que hizo que la música
persistiera después del desarrollo lingüístico. Un estudio realizado por
psicólogos de la Universidad de Londres demostró, por ejemplo, que incluso al
escuchar un fragmento corto de una pieza musical, un individuo es más
propenso a interpretar tristeza o felicidad en su interlocutor, aunque este
mantenga una expresión facial neutral.

En su tarea de forjar lazos entre las personas, la música también revela la


personalidad de cada uno, según un estudio de expertos en Psicología Social de
la Universidad de Cambridge. Un grupo de desconocidos fue dividido en parejas
y tuvieron seis semanas para conocerse. Se pidió a los participantes que
juzgaran la personalidad de la otra persona en base, únicamente, a su
lista de 10 canciones favoritas. Los psicólogos notaron que los participantes
identificaron correctamente los rasgos de personalidad de sus parejas de
estudio y concluyeron que el gusto musical es una fuente fiable de información
sobre un individuo.

FAVORECE LA FELICIDAD Y LA CREATIVIDAD

La ciencia también ha encontrado una explicación para una función más


instintiva de la música: hacernos sentir bien. Una investigación publicada
recientemente por la revista Nature y liderada por Daniel
Levitin neurocientífico y autor del libro “Tu cerebro y la música. El estudio
científico de una obsesión humana”, indica que actúa en el cerebro de manera
similar a las drogas, el sexo o la comida. Las canciones activan el lóbulo
frontal, producen dopamina y actúan en el cerebelo, que es capaz de
“sincronizarse” en el ritmo de la música, lo que provoca placer. “Es como
un juguete para el cerebro”, afirma Levitin.

Y ese “juguete” también estimula la creatividad. Una investigación de la


Universidad de Oxford indica que la música en un nivel moderado intensifica
la capacidad de procesamiento abstracto, lo que favorece la creatividad a la
hora de realizar actividades o solucionar problemas.

La
música produce dopamina y actúa en el cerebelo, que es capaz de
“sincronizarse” al ritmo de la música, lo que provoca placer. Crédito: Eddie
Berthier
En el cerebro de los niños, la actividad musical aumenta las capacidades
cognitivas y motoras. Un equipo de neurólogos de la Universidad de St.
Andrews (Escocia) comprobó que los niños que tienen tres años o más de
entrenamiento con instrumentos tienen mejor coordinación motriz y habilidad
de discriminación auditiva, aprenden el vocabulario más fácilmente y tienen
mejores habilidades de razonamiento no verbal, lo que implica comprender y
analizar mejor la información visual, como identificar relaciones, similitudes y
diferencias entre formas y patrones.

ES TERAPÉUTICA
De todas las funciones de la música, quizá la más misteriosa corresponda a su
posible uso terapéutico. El neurólogo británico Oliver Sacks relató en sus libros
casos de pacientes con Alzhéimer o Párkinson cuyos síntomas mejoraban
cuando escuchaban canciones.

Otras investigaciones mencionan pacientes con accidentes cerebrovasculares


que mostraron una mejor atención visual al escuchar música clásica.

Según afirma el pianista Robert Jourdain en el libro “Música, Cerebro y Éxtasis”,


vence los síntomas porque “relaja el flujo cerebral”, a la vez que “estimula y
coordina las actividades cerebrales”. Para él, esa “magia” ocurre con todas las
personas. “La música nos saca de hábitos mentales congelados y hace que la
mente se mueva como habitualmente no es capaz”, afirma.

Joana Oliveira

@joanaoliv

La música y su rol en la formación del ser humano. Prof. Rolando Angel Alvarado. Carrera

Educación Parvularia y Básica Inicial. Septiembre, 2013. “La música es una de las expresiones

creativas más íntimas del ser, ya que forma parte del quehacer cotidiano de cualquier grupo

humano tanto por su goce estético como por su carácter funcional y social. La música nos

identifica como seres, como grupos y como cultura, tanto por las raíces identitarias como por la

locación geográfica y épocas históricas. Es un aspecto de la humanidad innegable e irremplazable

que nos determina como tal” (Angel, Camus y Mansilla, 2008: 18). El arte musical se revela como

una disciplina eminentemente social, ya que se ha ido creando a lo largo de la historia, se crea por

y para grupos de personas que asumen distintos roles sociales en su relación con la música, los
participantes de un evento musical interactúan entre sí y se destina a un determinado público el

que se concibe como grupo social con gustos determinados (Hormigos y Cabello, 2004). El

fenómeno musical no es tan sólo importante por su valor cultural, sino también por ser un

elemento dinámico que participa en la vida social de la persona, y al mismo tiempo la configura

(Martí, 2000). “La música presenta mil engranajes de carácter social, se inserta profundamente en

la colectividad humana, recibe múltiples estímulos ambientales y crea, a su vez, nuevas relaciones

entre los hombre” (Fubini, 2001: 164). Se debe entender la música como una práctica

comunicativa y expresiva fundamental, cercana a cualquier individuo y habitual en cualquier

cultura, sin exclusividad de ninguna clase social, siendo así parte de la vida cotidiana de todos los

individuos que integran la sociedad (Hormigos y Cabello, 2004). Entonces, la música es la práctica

humana que, por medio de la construcción auditiva- temporal, fomenta valores primarios como

son el placer o el gusto, el auto- crecimiento y el autoconocimiento. En esta línea, la música es

inherentemente multicultural, ya que involucra muchas prácticas musicales o incontables culturas

musicales. En términos prácticos, la música posee cuatro aspectos fundamentales que son

importantes considerar (Elliot, 1995): 1. La música es un esfuerzo humano, que depende

principalmente de la construcción socio- cultural. 2. La música nunca incorpora elementos

formales aislados, ya que considera la melodía, armonía, ritmos, timbres, entre otros; como

elementos integrados. De esta manera, tanto el compositor, interprete y auditor logran distinguir

desde su plano dimensional los diferentes elementos sonoros. 3. La música se relaciona con

diferentes acciones como son el movimiento, la danza, la dirección orquestal, entre otras. 4. La

música puede abordar una vasta variedad de objetivos y funciones sociales. Por ejemplo, sirve de

acompañamiento en celebraciones e incluso, se utiliza para invocar dioses. En este sentido, sirve

como vehículo para comunicar creencias, valores y formas de comportamientos. No es menor que

el sentido musical comienza su desarrollo en el periodo de gestación del ser humano, ya que el

feto se encuentra siempre inmerso en una sonósfera: los latidos del corazón, la respiración y la voz

de la madre, los ruidos intestinales, pulmonares, entre otros; forman parte del ambiente sonoro

del útero materno, ambiente del feto. Luego de nacer, dicho sentido se va desarrollando

continuamente a través del tiempo junto a sus otros sentidos, ya que junto al desarrollo musical,
los niños y niñas logran desarrollar distintos aspectos importantes para su formación, como son el

desarrollo perceptivo y creativo, entre otros (Bernal y Calvo, cit. por Angel et.al, 2008). De esta

manera se constituyen los estados de conciencia, los que se definen como sistemas constituidos

por subsistemas y estructuras. Estos sistemas determinan el funcionamiento mental que hace que

una vivencia percibida sea de una manera específica y no de otra. Entonces, los estados de

conciencia son configuraciones generales del funcionamiento psicológico (Casassus, 2009). 1.

Desarrollo perceptivo “La mente, a través del cerebro está conectada con todos los músculos, con

el esqueleto, con los intestinos, el sistema inmunitario, los flujos hormonales y así sucesivamente.

La mente, a través del cerebro, fluye en nuestro cuerpo” (Varela, 1990, cit. por Casassus, 2009:

76). El organismo es una red de elementos que determina que la mente es inseparable de todo el

cuerpo y del ambiente externo. Por lo tanto, la mente no es la representación de un determinado

estado de cosas, sino la producción constante de la realidad coherente que constituye el mundo

de cada individuo, sobre la base de las dimensiones objetivas y subjetivas de la mente. Entonces,

es una producción imaginaria donde lo que se imagina está basado en la percepción (Casassus,

2009). Por lo tanto, el desarrollo perceptivo no se debe confundir con la sensación, ya que está

última se refiere a experiencias inmediatas básicas generadas por estímulos aislados simples, por

ejemplo, cuando un pianista toca una nota aislada el auditor siente sus características sonoras

(altura, intensidad, color). En cambio, la percepción, incluye la interpretación de esas sensaciones

dándoles significado y organización. En el caso del mismo pianista, cuando éste ejecuta una

sucesión de notas y el auditor reconoce que forman parte de una misma obra, se habla de un

proceso perceptivo (Matlin, 1996). Entonces, la percepción es el aspecto cognoscitivo que conduce

a la respuesta, el aspecto afectivo, la respuesta incluye las intuiciones y puntos de vista sobre los

sentimientos humanos que la interacción de sonido y movimiento puede provocar (Reimer; 1965,

cit. por Angel et.al., 2008). En esta línea, la teoría de los afectos abordada en la música antigua,

hace pensar en un complejo de sentimientos en el que el músico y el oyente se sumergen en su

propia condición. Sin embargo, los afectos se representaban o retrataban, no se extraían del alma,

no eran exprimidos. Los movimientos de los sonidos desatan por simpatía los del afecto y ambos,

son sometidos a las mismas leyes de los estímulos psíquicos (Dalhaus, 1996). “El arte crea la
sonoridad interior, es decir, una nueva dimensión de la vida afectiva. La música musicaliza los

sentimientos. Se libera de la afectividad común. El arte musical es el punto de contacto entre el

mundo sonoro y el mundo afectivo” (Delacroix, cit. por Willems, 1981: 174). Para Varela, el afecto

es una experiencia humana básica previa a la cognición. Dice que los afectos son una dinámica

pre-reflexiva de autoconstitución del sí mismo. El afecto es primordial, ya que el individuo es

afectado o conmovido antes de que surja un yo que conoce (Varela, 2000, cit. por Casassus, 2009).

En la misma línea, Lipman establece que el afecto es a la vez una forma de pensamiento y una

forma de emoción, la cual consigue añadir una dimensión de valores al pensamiento (Lipman,

2004). Por lo tanto, los procesos mentales que generan nuestros estados de conciencia, los cuales

son parte del proceso evolutivo del ser humano, radican en la percepción. Ésta permite diferenciar

dicho evento sonoro por medio de la abstracción y así poder establecer un juicio propio sobre ello.

Respecto a lo abstracto, se piensa que es lo general, lo universal, lo racional, lo comunitario, y por

eso el ser humano debe familiarizarse con ello junto con lo específico, lo particular y lo concreto.

Por lo tanto, lo carente de contenido es lo abstracto y lo abstracto es el punto inicial (Lipman,

2004). De esta manera, se debe abordar la percepción musical desde el pensamiento complejo, el

cual aborda el conocimiento como un proceso que es, a la vez, biológico, cerebral, espíritu al,

lógico, lingüístico, cultural, social e histórico, por lo cual se enlaza con la vida humana y la relación

social, ya que toma en cuenta las relaciones entre el hombre, la sociedad, la vida y el mundo

(Rozo, 2003, cit. por Tobón, 2005). El pensamiento complejo es la integración entre el

pensamiento y la incertidumbre, concibiendo así la organización. Es capaz de religar,

contextualizar, globalizar y al mismo tiempo reconocer lo singular y lo concreto (Morín, 1991, cit.

por González, 1997). En este sentido, el arte lleva la marca de su tiempo (Attali, 1995), por ello se

hace necesario establecer una relación entre la música y el ámbito social, económico, político y

cultural de cada sociedad, de manera de comprender lo que se intenta expresar mediante los

sonidos, porque de lo contrario, sería imposible determinar como cambia el gusto musical dentro

de una cultura (Hormigos y Cabello, 2004). Por este motivo, el análisis a una obra musical

concreta, no puede desvincularse nunca de su contexto cultural, ya que explícita o implícitamente

se estará relacionando con otras realidades musicales (Nagore, 2004). “El auditor inteligente debe
estar preparado para aumentar su percepción del material musical y lo que a éste le acontezca.

Debe escuchar las melodías, los ritmos, las armonías y los colores tonales en una forma más

consciente. Pero sobretodo, para seguir la línea del pensamiento del compositor, debe saber algo

acerca de los principios de la forma musical” (Copland, 1939: 17). La percepción musical debe

ascender hacia el acto de aprender a juzgar la música en base a la audición crítica y al análisis,

antes que por estereotipos superficiales y prejuicios frívolos. Por ejemplo: la discriminación entre

una obra musical y un estilo musical, sin basarse en preconceptos populares, sino más bien, en

una comprensión y en una intuición genuina. Que no se responda sólo a la música de forma

intelectual, estética, emocional, etc.; sino que responda de todas las formas mencionadas. Si

queremos aprender más acerca de nosotros mismos y de los demás, debemos descubrir que es lo

que nos gusta y porque nos gusta (Lehmann, 1987). Entonces, la percepción musical asciende

hacia el concepto “estético”, el cual en su origen griego significa “experiencia de los sentidos”.

(Elliott, 1995: 21). Sin embargo, el concepto estético ha provocado siempre un debate sobre la

semanticidad de la música, porque: “… la música presenta un problema, inherente a la misma

naturaleza de su materia: no es un objeto tangible y medible. Es necesario determinar el mismo

sujeto del análisis musical: la partitura,[…] la representación sonora existente en el espíritu del

compositor en el momento de la composición; una interpretación; o incluso el desarrollo temporal

de la experiencia de un oyente. No existe ninguna convención entre analistas según la cual uno de

estos sujetos sería más “correcto” que los otros” (Nagore, 2004: 2). Este debate se encuentra ante

dos diferentes órdenes de análisis, como son el pensamiento filosófico y el pensamiento teórico

musical, lo que ha desencadenado un alejamiento entre la música y la cultura, o en un plano más

concreto, en la relación música e instituciones o estructuras escolástica. Se suele pensar que el

Barroco fue una época de oro, donde la integración entre el público, el compositor y el intérprete

hubiese sido perfecta. Sin embargo, la homogeneidad estilística existente revela una situación

cultural con grandes fracturas, ya que el discurso musical llevaba un lenguaje comprendido por la

Europa culta del siglo XVIII, por lo tanto estaba homogeneizado el gusto. Por ello se le acusó

posteriormente al compositor romántico, ya que dio fin a esa situación idílica, volviendo más difícil

el lenguaje musical por causa del individualismo asumido. Beethoven tenía la aspiración de
dirigirse a la humanidad entera, Chopin y otros músicos románticos y nacionalistas, impusieron la

exigencia de acudir al folklore, de manera de contribuir a la formación de una conciencia nacional

a nivel popular. Malher, introdujo música de cabaret, tangos e ingenuas canciones populares.

Estos ejemplos demuestran que los compositores individualistas del romanticismo, habían

advertido el problema de la comunicación musical, tras romper el universalismo barroco, con sus

restringidas élites de aficionados (Fubini, 2001). Estos compositores buscaban que la sociedad en

forma íntegra accediera a la experiencia estética, la cual debe ser intrínseca, inmediata,

desinteresada y auto- suficiente. En términos musicales, esta debe ser valorada como auditor,

compositor e interprete musical, de manera que se construyan progresivamente habilidades

musicales prácticas y auditivas (Elliott, 1995). Entonces, la experiencia estética- musical debe: 1.

Ser resultado de una relación entre una maestría específica y un desafío musical pertinente. 2.

Poseer tres valores fundamentales: auto-crecimiento, autoconocimiento y placer o goce. 3.

Conllevar una profunda concentración y absorción sonora, de parte de los músicos y de los

auditores. 4. No necesitar interés o esfuerzo para mantener la atención. El deleite musical y la

integración social son los principales objetivos de la experiencia. Pero en la actualidad, esta

experiencia estética musical ha sufrido modificaciones con la creación de la industria musical, ya

que los sellos discográficos y los centros radiales deciden que debe emitirse, los consumidores

deciden que discos musicales comprar, concentrando así su atención en determinados géneros

musicales. Se establecen así patrones de éxito, gusto y estilo (Frith, 2001). A la música que

prevalece en la industria musical mundial, se le denomina “mesomúsica”. “La mesomúsica es el

conjunto de creaciones funcionalmente consagradas al esparcimiento (melodías con o sin texto), a

la danza de salón, a los espectáculos, a las ceremonias, actos, clases, juegos, etc. Adoptadas o

aceptadas por lo oyentes de las naciones culturalmente modernas […] convive en los espíritus de

los grupos urbanos al lado de la música culta y participa en la vida de los grupos rurales al lado de

la música folklórica” (Vega, 1997: 78). La definición de mesomúsica se encuentra altamente

relacionada con tipos de música y estilos musicales presentes en la realidad musical de los

adolescentes (Álamos, Carrasco y Vera, 2008), quienes comprenden los siguientes usos para

realizar juicios de valor (Frith, 2001): 1. Respuesta a cuestiones de identidad, ya que el auditor se
crea asimismo una especie de autodefinición particular, dándose así un lugar en la sociedad. Un

ejemplo concreto, son los fans clubs. 2. Relación entre la vida emocional pública y privada, porque

la gente necesita darle forma y voz a las emociones, ya que de otra manera no se podrían

expresar. Donald Horton (1957) demostró que los estudiantes secundarios utilizaban textos de

canciones pop en sus citas amorosas. 3. Formar la memoria colectiva, ya que los adultos cada vez

escuchan menos música, por lo tanto las canciones más significativas para todas las generaciones

son aquellas escuchadas en la juventud. Entonces, el ser joven se define a partir de la música. 4. La

música es algo que se posee, porque la mercancía de la música permite articular dicha posesión,

pero no únicamente se posee el disco sino que determinadas canciones se convierten en una

parte de la propia identidad. El actual mercado, resulta fundamental para analizar los procesos

identitarios en los cuales siempre está inmersa la juventud. Los jóvenes negocian su identidad

mediante los materiales que encuentran en su entorno. Las sociedades avanzadas de capitalismo

de mercado, constantemente fomentan el negocio de consumo juvenil. La música es una de las

mercancías, probablemente una de las más importantes debido a su potencial para construir

identidades. De todas formas, la música siempre está fluctuando entre la creatividad y el mercado

de consumo (Hormigos y Cabello, 2004). 2. Desarrollo creativo La creatividad es una de las

características más sobresalientes del ser humano, ya que se presenta en diversas formas de

expresión sin importar género, educación o status social. No obstante, este talento creador, no

alcanza el mismo nivel en todas las personas. Se sabe que el niño o niña posee un talento creador

natural, el cual se debe estimular aprovechando las distintas características que entrega su

entorno (Angel et.al, 2008). “Todos los niños nacen creativos... no debemos preocuparnos por

motivar a los niños para que se comporten en forma creativa; lo que si debe preocuparnos son las

restricciones psicológicas y físicas que el medio pone en el camino del pequeño que crece

inhibiendo su natural curiosidad y su comportamiento exploratorio” (Lowenfeld y Britain, 1977,

cit. por Angel et.al, 2008:27). Como complemento a lo anterior, considerando la acción: “La

imaginación constituye un proceso psicológico para el niño […]. Representa una forma

específicamente humana de actividad consciente. Al igual que todas las funciones del

conocimiento, surge originariamente de la acción. El viejo proverbio que dice que el juego del niño
es la imaginación en acción ha de ser invertido: para los adolescentes y niños en edad escolar la

imaginación es un juego en acción. […] La conducta de juego en la vida real únicamente se

considera normal en aquel tipo de juego en que los niños empiezan a jugar a lo que están

haciendo en realidad” (Vygotsky, 1995: 142- 158). Es bueno recordar que la música está presente

en cada momento de la vida del infante, ya que ellos cantan, bailan, palmean, o dicen frases de

canciones en sus juegos, al asearse, a las horas de comer, e incluso al dormirse con una canción de

cuna (Andrade; 2006). Así, la música se transforma en una herramienta de desarrollo de las

múltiples cualidades del ser humano, que afecta en los ámbitos afectivos, cognitivos y sociales del

individuo, por lo que se trasforma en un recurso muy potente para poder interferir positivamente

en el desarrollo integral de un niño (Angel et.al, 2008). En esta línea, Davydov (1988) presentó el

pensamiento de orden superior, como el pensamiento artístico, moral y legal, lo cual

posteriormente es replanteado por Lipman (2004), quien dice que el pensamiento de orden

superior es el resultado de la interpenetración del pensamiento crítico, creativo y afectivo, ya que

el pensamiento y las emociones no se oponen entre si necesariamente, por ejemplo el afecto es

una forma de pensamiento y una forma de emoción, si se puede pensar de forma crítica y creativa,

también se puede pensar con afecto. Por este motivo, la empatía permite acrecentar la

creatividad, ya que así se experimenta una progresión de vivencias mayor a las de una sola

existencia. Así, la creatividad se vuelve una de las tres capacidades que influyen significativamente

en el desarrollo del área intelectual, siendo además una de las destrezas esenciales para la

evolución humana (Smith, 2007). Wolfgang Amadeus Mozart expresa: “Mi cerebro se inflama cada

vez más y si no me molestan, mi tema se amplía, se define, se construye y luego se erige por

entero delante de mi, completamente terminado, de modo que puedo abarcarlo con una mirada,

como un cuadro o una estatua. No escucho una tras otra las partes de la orquesta, sino todas

juntas…” (Mozart, cit. por Willems, 1981: 173) La creatividad musical no existe por sí sola, sino que

se asocia con redes directas o indirectas musicales, sociales, culturales y sus relaciones. La música

es la actividad humana más global, más armoniosa, aquella en la que el ser humano es, al mismo

tiempo, material, espiritual, dinámico, sensorial, afectivo, mental e idealista (Willems, 1981). De

esta manera quienes exhiban obras musicales creativas, se situarán por sobre los hombros de los
antiguos y contemporáneos creadores (Elliott, 1995). Johannes Sebastian Bach manifiesta:

“Obtengo tanta alegría de mi trabajo que no puedo enojarme si los hombres no gustan de lo que

hago” (Bach, cit. por Willems, 1981: 176). Ludwing Van Beethoven menciona: “La música es una

revelación más alta que cualquier sabiduría y que cualquier filosofía; quien penetre en el sentido

de la música se verá libre de toda la miseria en la que se arrastran los hombres” (Beethoven, cit.

por Willems, 1981: 176). Pero en la actualidad, la creatividad musical sufre una crisis ya que toda

la música popular del siglo XXI es una forma comercial que se distribuye a través de los medios

masivos de comunicación como cultura de masas. En la práctica, se hace muy difícil decir que se

expresa y quienes (desde el punto de vista de los fans) son los intérpretes auténticamente

creativos (Frith, 2001). Todo esto hace que el acto de la creación artística se haya convertido en

algo ajeno y remoto para la mayoría de las personas, en efecto sólo una ínfima minoría de la

población se considera capaz de escribir un poema, pintar un cuadro o componer una pieza

musical (Small, 1989). La creatividad se ha vuelto inaccesible para la mayoría, que debe

conformarse con la contemplación de obras ajenas. De esta manera, se ha construido la sociedad

de consumidores, donde el artista se ve obligado a adoptar tácticas publicistas. Así, la polaridad

productor- consumidor, refleja que cada vez se le asigna más valor a los productos del proceso

artístico que al proceso tal, por lo tanto el sector económico pone su atención en los productos

musicales y no en los medios de producción (Small, 1989). Perkins (1988, cit. por Elliott, 1995) dice

que las personas creativas son las que con frecuencia producen resultados creativos, por lo tanto

la idea de producto creativo es un concepto central. Este producto debe ser tangible ya que para

ser reconocido como elemento inminentemente creativo, debe ser aprobado por un panel de

expertos que juzgue si el producto se relaciona con el contexto. Esta concepción se vincula con la

realidad actual, ya que los discos musicales y los conciertos son los productos tangibles y la prensa

especializada musicalmente es el panel de expertos. Así, se mercantiliza en los diferentes ámbitos

de la industria (Frith, 2001). En consecuencia, la creatividad musical es la manera que tiene el ser

humano de expresarse al mundo, la que se puede manifestar mediante la composición,

improvisación, adaptación, interpretación y conducción. Sin embargo, al pasar los años se vuelve

cada vez más preocupante la situación creativa, ya que al existir una gran brecha entre creadores y
consumidores musicales, se ha buscado favorecer el producto musical antes que los procesos de

producción, lo cual ha equiparado el juicio creativo- musical al juicio comercial. A modo de

ejemplo, el tremendo éxito que tuvo Madonna en 1985, se explicó en términos de estrategias de

venta, por el uso que hacían del video y como consecuencia del desarrollo de nuevas audiencias

específicas. El atractivo de la propia música, el motivo por el cual Madonna gusta tanto a sus fans,

sigue sin ser analizado (Frith, 2001). 3. Conciencia musical La conciencia, es el conocimiento que

un individuo puede tener de sí mismo y de su entorno (Álamos et.al, 2008). Bajo esta lógica la

conciencia es flexible y expansiva, por lo tanto se vincula directamente con la acción conectándose

así con la conducta ética. De esta manera la conciencia es la fuente del valor, ya que cuando se

causa un daño no se atribuye a la conciencia, sino a su ausencia o sea, a un acto de inconsciencia.

Su valor se expresa en el espacio emocional, ya que indica como valorar y tratar a las personas y

entornos, siendo las emociones las que señalan su intensidad. Cuando se tiene conciencia del

valor, se actúa éticamente, no necesitando reglas y normas para tomar una decisión. En otras

palabras, la conciencia opera como una mediación con el entorno (Casassus, 2009). “… es

necesario demostrar en qué manera esta conciencia constituye a la vez un lugar de integración de

la experiencia adquirida, o más bien demostrar cómo la conciencia es social en su mismo

fundamento” (Bronckart, 2000: 25). La conciencia es capaz de liberar al ser humano, ya que la

integración a su contexto (y no de la simple adaptación, acomodamiento o ajuste), implica que

tanto la visión de sí mismo como del mundo no pueden hacerlo sentir desamparado ó inadaptado.

La integración hace al ser humano, y solamente a él, capaz de transcender. Esta trascendencia no

sólo se refiere a su cualidad espiritual, sino que también se refiere al resultado de sus actos de

creación, recreación y decisión, porque así conforma las épocas históricas o sea, hace cultura

(Freire, 1969). “Hay una diferencia entre una sociedad, en el sentido de asociación, y una

comunidad. Los electrones, átomos y moléculas están en mutua asociación. En ninguna parte de la

naturaleza existe algo aislado. Las asociaciones naturales son condiciones para la existencia de la

comunidad, pero una comunidad añade la función de comunicación en la que se comparten las

emociones y las ideas, así como se emprenden empresas en común” (Dewey, 1965: 151). La

comprensión de lo que configura al ser consciente debe ser asumido por todo la comunidad, ya
que todos los integrantes participan en la realidad. Sin embargo, se establece que cada individuo

es un ser autónomo, en donde sus operaciones instauran sus propios límites. Pueden ser

perturbados por estímulos externos y experimentar cambios internos que compensan estas

perturbaciones, pero todo cambio interno estará siempre subordinado a la conservación de la

organización del organismo (Maturana y Varela, 1994, cit. por Álamos et Al, 2008). En este sentido,

los medios socioculturales que envuelven a los grupos juveniles reunidos por motivaciones

musicales comunes, empujan a los adolescentes a buscar diversas conductas que contribuyan a los

cambios internos que conservan su organización como participantes autónomos de un grupo. Ante

esta realidad, se piensa que la industria musical comercial, está entregando el material que los

jóvenes utilizan para generar los cambios internos necesarios para la conservación de su

organización (Álamos et Al, 2008). De esta manera, toda la comunidad actúa como intermediaria

entre la cultura y el adolescente, es más cumple también la instancia de aculturación (Lipman,

2004). Respecto a la música, el arte de los afectos, se acepta la idea de que ésta se compone de

ritmo, melodía y armonía, por lo tanto se puede hablar de conciencia rítmica, melódica y

armónica. Y como la música es el arte de los sonidos, se incorpora la conciencia sensorial (Willems,

1981): 1. Conciencia sensorial: Abarca la recepción de todas las cualidades del sonido (duración,

altura, intensidad y timbre) mediante la audición. Se experimenta solamente desde la conciencia

perceptual y receptual, sin necesidad de conceptualizar o reflexionar el evento sonoro. 2.

Conciencia rítmica: Posee un carácter dinámico, ya que la acción rítmica se manifiesta a través del

cuerpo. En la práctica de la escritura y la lectura rítmica, se está obligado a recurrir al plano

intelectual, a la conciencia conceptual, no así en la audición. 3. Conciencia melódica: Involucra los

elementos sonoros que revelan la vida sensorial, afectiva y pasional. La melodía es el elemento

afectivo de la música. Se considera bidimensional, ya que conlleva intrínsecamente el ritmo. Al

igual que la conciencia rítmica, la notación musical exige el plano conceptual o intelectual. 4.

Conciencia armónica: Sólo el ser humano puede cultivar la armonía, efectuando un análisis

consciente de los sonidos que constituyen un intervalo armónico o un acorde. Se considera

tridimensional ya que contiene elementos rítmicos y melódicos. Pertenece a la conciencia

conceptual, pero al dominar el mundo abstracto de la composición, alcanza la conciencia intuitiva.


Al considerar lo antes mencionado, la comunidad tiene el deber de estimular y fomentar la

práctica auditiva y la práctica musical, y de esta manera se estará fortaleciendo el desarrollo

perceptivo y creativo. “El músico creativo busca permanentemente, investiga, se arriesga a lo que

no conoce, escucha lo que no acepta, acepta lo que no conoce, se crean caminos de integración

global, sin ignorar la globalidad del pensamiento vernáculo” (Cáceres, 2001: 2). Por ello se necesita

que los profesores de educación musical estimulen y fomenten dos formas de conciencia propias

del arte musical: la relación instrumental y la relación auditiva. Cada una de ellas tiene diferentes

niveles de adquisición. 3.1. Relación instrumental Es una forma de conocimiento práctico o

práctica reflexiva, a lo cual Donald Schön (1983, cit. por Elliott, 1995) denomina “pensamiento en

acción” ó “conociendo en la acción”, por lo tanto la Relación Musical se refiere a una práctica

específica. Esta forma de conciencia, aborda principalmente la interpretación musical sin restar

importancia al contexto, ya que un músico de la India no ejecuta su instrumento de la misma

manera que un artista de rock o que un cantante de ópera u otros. Los niveles de relación

instrumental se presentan desde su forma más elemental a la más elevada (Elliott, 1995): •

Conocimiento musical supervisado: Considera los juicios musicales personales, la comprensión de

las obligaciones musicales y éticas de una práctica musical, y la imaginación heurística, la que se

refiere a la habilidad de proyectar y recoger imágenes pertinentes en la mente antes, durante y

después de una ejecución musical. • Conocimiento intuitivo musical: Se refiere a la cognición

emotiva ó pensamiento afectivo, abordado tanto de la creación y la ejecución de la música. Por lo

tanto, se refiere a la construcción musical que considera el análisis y los afectos. En esta etapa, la

conciencia ya está integrada en el ser. • Conocimiento musical informal: Se entiende por la etapa

en que las personas tienen un dominio específico de la práctica musical. Se puede ejemplificar con

los maestros percusionistas africanos, quienes tienen un dominio rítmico y una sensibilidad. Este

nivel sirve como indicador para que un individuo decida acceder a estudios rigurosos de la música.

• Conocimiento musical formal: Se refiere al conocimiento formal, lo que envuelve conceptos,

descripciones, teorías, formas de escritura manual y digital, conocimientos históricos,

conocimientos procedimentales y otros. 3.2 Relación auditiva Se entiende por el procedimiento

natural de la audición, lo que comprende la capacidad de identificar, agrupar y abstraer los


sonidos, especialmente, la música. Es preciso mencionar que la Relación Musical siempre incluye

la Relación Auditiva. Los niveles de relación auditiva se presentan desde su forma más elemental a

la más elevada (Elliott, 1995): • Conocimiento musical supervisado: Considera los juicios musicales

personales, la comprensión de las obligaciones musicales y éticas de una audición musical, y la

imaginación heurística, la que se refiere a la habilidad de proyectar y recoger imágenes

pertinentes en la mente durante y después de una audición musical. • Conocimiento intuitivo

musical: Permite fomentar el desarrollo de auditores competentes refinando el sentido emocional

o de los afectos, ya que es musicalmente apropiado, original y artísticamente significativo en las

personas que se les hace audicionar. Este nivel establece los pensamientos y comportamientos

que dan significados culturales a los detalles más precisos de la interpretación musical. •

Conocimiento musical informal: Considera las críticas y reflexiones respecto a la música

escuchada. Esta opinión debe relacionarse con los principios propios de la interpretación musical y

de la actuación en vivo. • Conocimiento musical formal: Se refiere a la aplicación de parámetros

musicales en el momento de la audición musical. El lenguaje técnico utilizado permite a los

auditores identificar, construir, organizar, y analizar sucesivos y simultáneos patrones musicales.

Es más, la información verbal sobre reglas específicas de interpretación, composición e

improvisación contribuyen significativamente a los auditores a convertir su pensamiento en

acción, pudiendo incluso, crear o recrear su propia música. Por lo tanto, se piensa que las personas

que acceden a una conciencia musical, logran dominar y comprender los efectos que causa la

música en ellos, así lograrían expresarla en los distintos ámbitos musicales, es decir, podrían

percibir, reflexionar y producir música (Álamos et al, 2008). 4. Bibliografía. 1. Álamos, J., Carrasco,

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¿Qué le hace la música a nuestro


cerebro?
"Somos lo que somos con la música y por la música", argumenta
el autor, neurólogo y neurocientífico
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FACUNDO MANES
Buenos Aires 14 SEP 2015 - 11:39 CEST
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Los seres humanos convivimos con la música en todo momento. Es un arte que
nos hace disfrutar de tiempos placenteros, nos estimula a recordar hechos del
pasado, nos hace compartir emociones en canciones grupales, conciertos o
tribunas deportivas. Pero eso que resulta por demás natural, se produce a
través de complejos y sorprendentes mecanismos neuronales. Es por eso que
desde las neurociencias nos hacemos muchas veces esta pregunta: ¿qué le hace
la música a nuestro cerebro?

La música parece tener un pasado extenso, tanto o más que el lenguaje verbal.
Prueba de ello son los hallazgos arqueológicos de flautas construidas con hueso
de ave, cuya antigüedad se estima de 6.000 a 8.000 años, o más aun de otros
instrumentos que podrían preceder al homo sapiens. Existen diversas teorías
sobre esta coexistencia íntima con la música en la evolución. Algunas de estas
se dieron porque al estudiar la respuesta del cerebro a la música, las áreas
claves que se ven involucradas son las del control y la ejecución de
movimientos. Una de las hipótesis postula que esta es la razón por la que se
desarrolló la música: para ayudarnos a todos a movernos juntos. Y la razón por
la que esto tendría un beneficio evolutivo es que cuando la gente se mueve al
unísono tiende a actuar de forma más altruista y estar más unida. Algunos
científicos, a su vez, sugieren que la influencia de la música sobre nosotros
puede haber surgido de un hecho fortuito, por la capacidad de esta
para secuestrar sistemas cerebrales construidos para otros fines, tales como el
lenguaje, la emoción y el movimiento.

Escuchamos música desde la cuna o, incluso, en el período de gestación. Los


bebés, en los primeros meses de vida, tienen la capacidad de responder a
melodías antes que a una comunicación verbal de sus padres. Los sonidos
musicales suaves los relajan. Se sabe, por ejemplo, que niños prematuros que
no pueden dormir son beneficiados por los latidos de la madre o sonidos que
los imitan.

La música está considerada entre los elementos que causan más placer en la
vida. Libera dopamina en el cerebro como también lo hacen la comida, el sexo y
las drogas. Todos ellos son estímulos que dependen de un circuito cerebral
subcortical en el sistema límbico, es decir, aquel sistema formado por
estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos
emocionales; particularmente, el núcleo caudado y el núcleo accumbens y sus
conexiones con el área pre-frontal. Los estudios que muestran activación ante
los estímulos mencionados revelan un importante solapamiento entre las áreas,
lo que sugiere que todos activan un sistema en común.

Las áreas claves que se ven involucradas son las del


control y la ejecución de movimientos. Una de las
hipótesis postula que esta es la razón por la que se
desarrolló la música: para ayudarnos a todos a movernos
juntos"

Uno de los fundadores del laboratorio de investigación Brain, Music and


Sound [cerebro, música y sonido], en Canadá, el científico Robert Zatorre
describe así los mecanismos neuronales de percepción musical: una vez que los
sonidos impactan en el oído, se transmiten al tronco cerebral y de ahí a la
corteza auditiva primaria; estos impulsos viajan a redes distribuidas del
cerebro importantes para la percepción musical, pero también para el
almacenamiento de la música ya escuchada; la respuesta cerebral a los sonidos
está condicionada por lo que se ha escuchado anteriormente, dado que el
cerebro tiene una base de datos almacenada y proporcionada por todas las
melodías conocidas.

Estas memorias fueron la base para una original investigación, liderada por
Agustín Ibáñez y Lucía Amoruso, que realizó el Instituto de Neurociencias
Cognitivas (INECO) sobre mecanismos cerebrales que permiten anticipar
acciones. Nuestro cerebro constantemente trata de anticipar qué va a suceder.
Para analizar esto, les mostraron a expertos bailarines de tango vídeos en los
que, según el nivel de experiencia, pudieran prever (o no) cuándo otros
bailarines cometerían un error. Mientras ellos observaban, se registró la
activación de ciertas regiones del cerebro con electroencefalograma de alta
densidad. Esta investigación reveló que solo en los expertos, 400 milisegundos
antes de que se iniciara la secuencia, la actividad cerebral ya anticipaba que iba
a ocurrir un error. Existen circuitos en la corteza cerebral involucrados en la
percepción, codificación, almacenamiento y en la construcción de los esquemas
abstractos que representan las regularidades extraídas de nuestras
experiencias musicales previas. La construcción de expectativas y su posible
violación es clave para una respuesta emocional.

Las personas cantan y bailan juntas en todas las culturas.


Sabemos que lo hacemos hoy y lo seguiremos haciendo en
el futuro. Podemos imaginar que lo hacían también
nuestros ancestros, alrededor del fuego, hace miles de
años"
La relación de la música con el lenguaje también es objeto de estudio. El
procesamiento del lenguaje es una función más ligada al lado izquierdo del
cerebro que al lado derecho en personas diestras, aunque las funciones
desempeñadas por los dos lados del cerebro en el procesamiento de diferentes
aspectos del lenguaje aún no están claros. La música también es procesada por
los hemisferios derecho e izquierdo. Evidencia reciente sugiere un
procesamiento compartido entre el lenguaje y la música a nivel conceptual.
Pero la música parece ofrecer un nuevo método de comunicación arraigada en
emociones en lugar del significado tal como lo entiende el signo lingüístico.
Investigaciones muestran que lo que sentimos cuando escuchamos una pieza
musical es muy similar a lo que el resto de la gente en el mismo lugar está
experimentando. Por eso las melodías, en muchos de los casos, pueden trabajar
en nuestro beneficio a nivel individual, al modular el estado de ánimo e incluso
la fisiología humana, de manera más eficaz que las palabras. La activación
simultánea de diversos circuitos cerebrales producida por la música parece
generar algunos efectos notables: en lugar de facilitar un diálogo en gran
medida semántico, como hace el lenguaje, la melodía parece mediar un diálogo
más emocional.

LOS FABULOSOS EFECTOS DE LA MÚSICA


• El cura que inventó un Spotify en 1933
• El hombre ciego y con autismo que toca decenas de miles de canciones al piano
• ‘Iamus’, la máquina que quiere ser todos los compositores
• Lo que su gusto musical dice de usted

El área de la salud se vale de la música con el fin de mejorar, mantener o


intentar recuperar el funcionamiento cognitivo, físico, emocional y social, y
ayudar a lentificar el avance de distintas condiciones médicas. La
musicoterapia, a través de la utilización clínica de la música, busca activar
procesos fisiológicos y emocionales que permiten estimular funciones
disminuidas o deterioradas y realzar tratamientos convencionales. Se han
observado importantes resultados en pacientes con trastornos del movimiento,
dificultad en el habla producto de un accidente cerebrovascular, demencias,
trastornos neurológicos y en niños con capacidades especiales, entre otros.

Los bebés, en los primeros meses de vida, tienen la


capacidad de responder a melodías antes que a una
comunicación verbal de sus padres"

La música puede ser una herramienta poderosa en el tratamiento de trastornos


cerebrales y lesiones adquiridas ayudando a los pacientes a recuperar
habilidades lingüísticas y motrices, ya que activa a casi todas las regiones del
cerebro. Estudios de neuroimagen muestran que tanto al escuchar como al
hacer música se estimulan conexiones en una amplia franja de regiones
cerebrales normalmente involucradas en la emoción, la recompensa, la
cognición, la sensación y el movimiento. Las nuevas terapias basadas en la
música pueden favorecer la neuroplasticidad -nuevas conexiones y circuitos-
que compensan en parte las deficiencias en las regiones dañadas del cerebro.
La música es física y anima a la gente a moverse con el ritmo. Cuanto más
destacado es el ritmo, más radical y contundente el movimiento del cuerpo. El
ejercicio físico puede ayudar a mejorar la circulación, a proteger el cerebro y
facilitar la función motora. La música induce estados emocionales al facilitar
cambios en la distribución de sustancias químicas que puede inducir estados de
ánimo positivos y aumento de la excitación, lo que a su vez puede ayudar a la
rehabilitación.

La música parece ofrecer un nuevo método de


comunicación arraigada en emociones en lugar del
significado tal como lo entiende el signo lingüístico"

Emoción, expresión, habilidades sociales, teoría de la mente, habilidades


lingüísticas y matemáticas, habilidades visoespaciales y motoras, atención,
memoria, funciones ejecutivas, toma de decisiones, autonomía, creatividad,
flexibilidad emocional y cognitiva, todo confluye en forma simultánea en la
experiencia musical compartida. Las personas cantan y bailan juntas en todas
las culturas. Sabemos que lo hacemos hoy y lo seguiremos haciendo en el
futuro. Podemos imaginar que lo hacían también nuestros ancestros, alrededor
del fuego, hace miles de años. Somos lo que somos con la música y por la
música, ni más ni menos.

Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico (PhD in Sciences, Cambridge


University). Es presidente de la World Federation of Neurology Research Group
on Aphasia, Dementia and Cognitive Disorders y Profesor de Neurología y
Neurociencias Cognitivas en la Universidad Favaloro (Argentina), University of
California, San Francisco, University of South Carolina (USA), Macquarie
University (Australia). @manesf

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