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Accidente radiológico de Goiania

El accidente de Goiânia fue un incidente de contaminación radiactiva en el centro


de Brasil que ocasionó la muerte a 4 personas e hirió a otras 249 a causa
del envenenamiento por radiación. La revista Time identificó este accidente nuclear como
uno de los peores de la historia. El 13 de septiembre de 1987, una fuente radiactiva médica
en desuso fue robada de un hospital abandonado de Goiânia, capital del estado de Goiás. La
fuente fue manipulada por varias personas.
Accidente:
El objeto era un pequeño dedal radiactivo que contenía cerca de 93 gramos de cloruro de
cesio, insertado en un cilindro de plomo y acero con una ventana de iridio. La fuente giraba
libremente, como en una rueda, y cuando quedaba orientada a la abertura irradiaba a través
de la ventana.

Un dispositivo de radioterapia con forma de rueda con un colimador para aunar la radiación
en un pequeño rayo. La fuente de cloruro de cesio radiactivo es el cuadrado azul y los rayos
gamma están representados como el haz que emerge de la ventana de iridio, coloreada de
fucsia.

La fuente contenía 74 terabecquerelios (TBq) en 1971. El Organismo Internacional de


Energía Atómica (OIEA) describe el contenedor —51 milímetros de diámetro y 48
milímetros de largo— como una "cápsula estándar a nivel internacional". La actividad
específica del sólido activo era de, aproximadamente, 814 TBq por kg de cesio-137, cuyo
período de semidesintegración es de 30 años. La dosis a un metro de la fuente era de 4,56
grays por hora. Mientras se trataba de hallar su número de serie se pensaba que había sido
fabricada en el Oak Ridge National Laboratory de Estados Unidos, y que fue usada como
fuente de radioterapia en el Hospital de Goiânia.

TBq

1971 74
En el momento del robo (1987) 50,9
Fuente de
Tras ser recuperada 44
Goiânia
Liberado durante el período de robo 7
Liberado (cantidad a la que ha decaído) 4,3
Detector de humos convencional 0,0000000373
El documento del OIEA indica que:

 La dosis debida a radiación externa por una contaminación uniforme del suelo debida

a 137Cs es

 La dosis interna de ingestión es

 La dosis interna de inhalación es


El OIEA establece que la fuente contenía 50,9 TBq (1.375 Ci) de radiactividad cuando fue
robada, y unos 44 TBq (1.200 Ci) en el momento de su rescate. Eso significa que se
liberaron 7 TBq al entorno, una cifra que debería haber decaído a 4,2 TBq en 2008.
El hurto de la fuente
El Instituto Goiano de Radioterapia (IGR), una clínica privada localizada a un kilómetro al
noroeste de Praça Cívica, fue abandonado en 1985. Una unidad de teleterapia, con cesio-
137 en su interior, fue abandonada en el inmueble. A lo largo de los años siguientes,
muchas personas sin hogar, okupas y chatarreros entraron en el edificio. El 13 de
septiembre de 1987, dos hombres, — Roberto dos Santos Alves y Wagner Mota Pereira —
encontraron el aparato de teleterapia y lo llevaron en carretilla a la casa de dos Santos
Alves, a unos 600 metros del hospital abandonado. Allí desmantelaron el equipamiento,
extrayendo la cápsula de cesio de su carcasa de protección. La radiación gamma emitida
por la ventana de iridio de la cápsula provocó náuseas a los dos hombres tras un par de días,
pero pensaron que se debía a algo que habían ingerido. La exposición ocasionó quemaduras
por radiación en sus cuerpos, y uno de ellos tuvo que someterse posteriormente a la
amputación de un brazo.
Los dos hombres intentaron abrir la cápsula, pero no lo consiguieron. Pocos días después,
sin embargo, uno de ellos rompió la ventana de iridio, lo que le permitió observar que el
cloruro de cesio emitía una profunda luz azul. A pesar de intentar extraerlo, finalmente
acabó rindiéndose.

La razón de la emisión de la luz no era conocida en el momento en que el OIEA emitió el


reporte. La luz podría deberse a fluorescencia o a radiación de Cherenkov, asociada a la
absorción de humedad por parte de la fuente. Una luz similar fue observada en 1988 en el
Oak Ridge National Laboratory durante la desencapsulación de una fuente de cesio-137.
El 18 de septiembre Roberto dos Santos Alves y Wagner Mota Pereira vendieron las piezas
a una chatarrería cercana. Esa noche, Devair Alves Ferreira, propietario de la chatarrería,
estaba en el garaje y vio el resplandor azul de la cápsula de cesio. En los días siguientes
invitó a amigos y familiares a ver la sustancia luminosa. Ferreria intentó hacer un anillo
para su esposa, Gabriela Maria Ferreira, con dicho material.

Muchas personas que visitaron la chatarrería y el hogar de Alves Ferreira entraron en


contacto con el polvo, resultando contaminadas y desperdigándolo por la ciudad. Ivo,
hermano de Devair Alves Ferreira usó el polvo para pintarse una cruz azul resplandeciente
en el abdomen. También contaminó los animales de su granja, muchos de los cuales
murieron. Un amigo de Alves Ferreir abrió a martillazos la cobertura de plomo del dedal, y
el 25 de septiembre el propio chatarrero vendió los desechos metálicos a otro desguace,
cuyo propietario sobrevivió al incidente.

Ivo Alves Ferreira extrajo el polvo de la fuente, a pocos metros de su casa, y lo esparció por
el suelo. Su hija Leide das Neves Ferreira, de seis años, estuvo posteriormente comiendo
sentada en el suelo, con lo que absorbió parte del material radiactivo (un gigabecquerelio,
suponiendo una dosis de 6 Gy). Leide estaba tan fascinada con el resplandor azul del suelo
que se lo untó en su cuerpo y se lo mostró a su madre.
Para descontaminar jardines y zonas terrosas afectadas por el cesio tuvo que retirarse una
capa de unos dos centímetros de tierra en numerosas zonas, así como proceder a la
demolición de varias casas. Todos los objetos que pudieron entrar en contacto con la
sustancia fueron confiscados y estudiados minuciosamente, guardándose en bolsas de
plástico aquellos que estuvieran libres de radiactividad, y procediéndose a la
descontaminación de los otros, o bien procediendo a su destrucción controlada, basándose
en la relación entre el valor residual del objeto y el coste de su descontaminación.

El OIEA, sin embargo, reconoció que para reducir el impacto psicológico, deberían
invertirse todos los esfuerzos posibles en descontaminar los objetos personales, sobre todo
joyas, fotografías y otros enseres de alto contenido sentimental. Sin embargo, se desconoce
en qué grado se siguió esta recomendación.

Después de desalojar las viviendas, el polvo fue recogido con aspiradoras especiales, y se
revisó el sistema de cañerías en busca de restos radiactivos. Se arrancó la pintura de las
paredes, el suelo fue tratado con una mezcla de ácido y azul de Prusia. Los residuos de la
limpieza fueron almacenados lejos de la ciudad. El azul de Prusia también fue usado para
descontaminar el organismo de los afectados, y su orina fue tratada para compactar los
residuos y evitar su vertido accidental a las aguas de alcantarilla.

En arcilla, cemento, suelos y techos, se usó alumbre de potasio disuelto en ácido clorhídrico
debido a la gran afinidad que el cesio tiene con los productos arcillosos. Por su parte, las
superficies engrasadas o enceradas fueron tratadas con disolventes orgánicos antes de
aplicar la mezcla anterior, mientras que en suelos sintéticos y electrodomésticos el
hidróxido de sodio fue utilizado como tratamiento previo.
Además, otras 112.000 personas fueron examinadas, encontrándose materiales radiactivos
en el interior de 244 personas, de las cuales 129 fueron tratadas por contaminación por
radiación. La mayoría de los afectados sufrieron dosis bajas (< 50 mSv, menos de un 0,25%
de posibilidades de desarrollar cáncer por este motivo).

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