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CRIMINOLOGÍA

INTRODUCCIÓN GENERAL AL ESTUDIO DE LA CRIMINOLOGÍA.

1. Las Ciencias Penales y la Criminología; (La Dogmática, La Criminología y la


Política Criminal);

Para hablar de ciencias penales es necesario comprender algunos términos;


pues estas ciencias en particular se generan por la necesidad de dar orden
y sustento a un fenómeno llamado Derecho Penal, derivado del derecho
propiamente dicho; es propicio hacer una pequeña reflexión sobre el
derecho; este término empleado con tanta frecuencia cuenta con miles de
definiciones hechas por diferentes autores a lo largo de la historia, sin
embargo haciendo referencia a Daniel Dufur se estima que Derecho “es el
orden normativo e institucional de la conducta humana en sociedad
inspirado en postulados de justicia, cuya base son las relaciones sociales
existentes que determinan su contenido y carácter”. El Derecho tiene la
finalidad de encauzar la conducta humana para hacer posible la vida
gregaria; manifestándose como un conjunto de normas que rigen la
conducta externa de los hombres en sociedad, las cuales pueden
imponerse a sus destinatarios mediante el empleo de la fuerza que dispone
el estado.

Es necesario comprender que todos los intereses que el Derecho intenta


proteger son importantes; sin embargo existen algunos cuya tutela debe ser
asegurada a toda costa, por ser fundamentales en determinado tiempo y
lugar para garantizar la supervivencia del orden social. Para lograr tal fin, el
Estado, esta naturalmente, facultado y obligado a la vez, a valerse de los
medios adecuados, originándose así la necesidad y justificación
del Derecho Penal, que por su naturaleza esencialmente punitiva, es capaz
de crear y conservar el orden social.

La expresión Derecho Penal, hace referencia al conjunto de principios y


reglas jurídicas que determinan las infracciones, las penas o sanciones, y las
relaciones del Estado con las personas con motivo de las infracciones o
para prevenirlas, cuando se habla de Derecho Penal se utiliza el término
con diferentes significados, de acuerdo a lo que se desee hacer referencia;
de tal modo, podemos mencionar una clasificación preliminar tal como:
Derecho penal sustantivo, y por otro lado, el Derecho penal adjetivo o
procesal penal. El primero de ellos está constituido por lo que generalmente
conocemos como código penal o leyes penales de fondo, que son las
normas promulgadas por el Estado, estableciendo los delitos y las penas,
mientras que el derecho procesal penal es el conjunto de normas
destinadas a establecer el modo de aplicación de aquellas.

En este punto, se debe establecer que el estudio de la ciencia del Derecho


Penal es esencialmente normativo; su objeto lo constituye, de modo
esencial, el estudio del Derecho Penal en forma ordenada, sistemática y
racional; pero al lado de este existen otras ciencias diversas en sus objetos y
métodos; se trata de disciplinas causales explicativas conocidas con el
nombre genérico de Ciencias Penales; estas no intentan guiar la conducta
humana, sino explicar sus causas, estudiar el nexo entre el delito y los
factores que influyen en su producción.

No existe hasta la fecha unidad de criterio entre los autores respecto a las
ciencias propiamente penales; en general se les incluye en una disciplina
más amplia; La Criminología, que como expresa, Constancio Bernaldo de
Quirós, “se ocupa del estudio del delito considerado como fenómeno
biológico y social, como algo vivo, caliente, palpitante, sangrante, a la
manera de la Historia Natural en toda su amplitud minuciosa.” No es más
que una ciencia social que a partir de diversos enfoques metodológicos, se
ocupa del estudio de “la cuestión criminal” o la criminalidad como un
fenómeno social; su objeto es aborda temas como el delito, el delincuente,
la política criminal, el control social y los procesos de criminalización, entre
otros. La Criminología representa, el término de muchas Ciencias Penales,
entre las cuales destacan la Antropología, la Sociología, la Endocrinología,
la Psicología y la Estadística criminal.

La Dogmática, La Criminología y la Política Criminal

El derecho penal, como ultima ratio de poder punitivo del Estado, debe ser
abordado de una manera sumamente cuidadosa. La libertad, por
supuesto, es un derecho fundamental y, como tal, su limitación se debe dar
basada en criterios por demás objetivos, serios, concretos, etc. atendiendo
siempre los fines que el legislador le ha fijado a la pena.

Ahora bien, es claro que la construcción del ius poenale o derecho objetivo
se realiza a través de un proceso complejo donde las cargas
argumentativas son altas, puesto que, como se dijo, el objeto del mismo
representa una gran importancia para los asociados. Esa construcción se
hace, básicamente, a partir de una triada que podemos describir así:

 Criminología
 Dogmática penal
 Política Criminal

Por supuesto que tales bases deben, en lo posible, acoplarse de manera


armónica a fin de que el ius puniendi o derecho penal subjetivo se ejecute
siguiendo los parámetros de la justicia. Pues bien, tal armonía en ocasiones
es rota, lo cual claramente resulta preocupante: en adelante se mostrará la
manera en que la política criminal logra desdeñar las construcciones
dogmáticas vigentes, lo cual puede resultar justificado o injustificado, según
sea el caso.
Trazando un plano metodológico, se tendrá en cuenta, en primera medida,
unas precisiones conceptuales sobre los conceptos de política criminal,
dogmática penal y su relación. A continuación, se mostrarán tres casos
concretos donde la política criminal desconoce de manera tajante los
postulados dogmáticos, para proceder, finalmente, a concluir sobre la
justificación o no que tiene aquella para no reconocer a ésta.

POLÍTICA CRIMINAL Y DOGMÁTICA PENAL. PRECISIONES CONCEPTUALES

Por razones prácticas se ha titulado este ensayo como „Política Criminal


Versus Dogmática Penal‟, ya que consideramos que la primera es la está
enfrentando a la segunda; pero por razones metodológicas, los conceptos
se manejarán de manera invertida.

Dogmática penal

Lo primero que se debe advertir con respecto a la dogmática penal es que


no se entrará a discutir su naturaleza: no se tratará de precisar si constituye
una ciencia, una técnica, una disciplina, sino lo que materialmente es, lejos
de cualquier calificativo. Al decir de profesor Fernando Velázquez
Velázquez[1], la dogmática penal, “[e]s el saber que se ocupa del derecho
penal positivo, que averigua el contenido, los presupuestos y las
consecuencias de las normas jurídico penales, las cuales desarrolla y explica
en su conexión interna; que ordena material jurídico en un sistema, en el
que tienen cabida las elaboraciones de los tribunales y de la doctrina; que
intenta, en fin, hallar nuevos caminos de desarrollo conceptual y
sistemático”[2].

Seguidamente, el profesor Velázquez manifiesta que la dogmática penal es


la que logra que las aportaciones de la criminología se conviertan en
exigencias político criminales, lo cual a través de la creación de normas
jurídicas[3]. Es decir, existe un esquema argumentativo en torno a la triada,
el cual se grafica de la siguiente manera:

CRIMINOLOGÍA
(Estudios)

DOGMÁTICA
(Creación de preposiciones para crear normas)

POLÍTICA CRIMINAL
(Exigencias como consecuencia)
Política criminal

En cuanto a este saber integrador de lo que se ha denominado “derecho


penal total”, tenemos que constituye una actividad del estado tendiente a
responder a las manifestaciones del delito. La Corte Constitucional ha
definido la política criminal como “el conjunto de respuestas que un Estado
estima necesario adoptar para hacerle frente a conductas consideradas
reprochables o causantes de perjuicio social con el fin de garantizar la
protección de los intereses esenciales del Estado y de los derechos de los
residentes en el territorio bajo su jurisdicción”[6]. Y es que si es una respuesta,
entonces la política criminal debe nutrirse de argumentos para justificar su
actividad: tales argumentos los encuentra en un juicio ex ante,
correspondiente a lo realizado por la criminología y la dogmática penal.

Siendo extensivos, algunas de las funciones de la política criminal son:


configurar el derecho penal de la forma más eficaz para que pueda llegar
a cumplir su tarea de protección de la sociedad, probar la eficacia de las
normas penales, comprobar si el derecho penal puede ser verificado y
realizado en el proceso penal[7]. Como se ve, todas son actividades ex
post a la creación del derecho penal. Claro está, que tal cuestión es cíclica
y lo que constituye en punto de llegada a un proceso de creación de
normas penales puede ser el punto de partida para una corrección,
derogación, modificación de las mismas.

Entonces, el hecho de que la política criminal encuentre fallas dogmáticas


no puede traducirse en la posibilidad de que ésta modifique el derecho
penal vigente. En principio, debe acomodarse a él pero, así mismo, debe
formular las críticas y las recomendaciones para que mejore y sea realizable
materialmente, puesto que rompería con la armonía de la ya mencionada
triada de la ciencia penal.

Esa armonía, pues, se da porque “se trata de tres disciplinas


interdependientes que se aglutinan dentro de un modelo integrado de
ciencia penal, en los términos ya explicados. Por eso, es válido pensar que
(…) la política criminal es la respuesta a la necesidad sentida por la
dogmática penal de transformar el derecho penal, aunque pesando por el
filtro verificativo y crítico de la criminología”[8].
2. Definición, Objeto y Método de la Criminología;

CONCEPTO

Como punto de partida para desarrollar el presente capítulo, consideramos a


la Criminología como una Ciencia Sintética, causal, explicativa, natural y
cultural de las conductas antisociales.

La anterior definición fue acuñada en México, al principio por don MARIANO


RUIZ FUNES (1952), y después completada y perfeccionada por el maestro
QUIROZ CUARÓN.

En un principio, Ruiz FUNES consideraba a la Criminología como "ciencia


sintética y empírica, sus límites están fijados por su contenido: el estudio triple
del delincuente y del delito bajo los aspectos antropológico-biológico,
psicológico y sociológico". Posteriormente substituyó el término "delincuente y
delito" por el de "fenómenos criminales".

Hemos optado por esta definición por reunir una serie de elementos que iremos
analizando detenidamente, y que consideramos correctos, aunque desde
luego, perfectibles y necesarios de aclaración.

La definición de Criminología es aún un problema a discutir, varios autores se


niegan a definirla, otros dan definiciones plenamente tautológicas o
puramente etimológicas.

Procurando unificar criterios sobre la enseñanza de la Criminología, en 1965 se


reunieron una pléyade de criminólogos en el Eedford College de Londres,
estando presentes, entre otros: Grassberger, Cornil, Ribeiro, Sellin, Pinatél, Erra,
Mannheim, Sulhi, Dimitrijevic y López Rey.

Esta reunión, patrocinada por la UNESCO y organizada por la Sociedad


Internacional de Criminología fue por demás fructífera, ya que se llegó a
importantes acuerdos en lo referente al contenido, alcance y fin de la
enseñanza criminológica.

La opinión a la que se adhirieron la mayoría de los participantes al coloquio de


Londres sobre el concepto de la Criminología, fue propuesta por BENIGNO DI
TULUO, dentro de la línea clásica de ENRICO FERRI: La Criminología debe ser
una ciencia sintética que se basa en la Antropología y en la Sociología
Criminales.

La conclusión a la que se llegó en el mencionado coloquio es la siguiente: "Esta


ciencia sintética se propone, hoy como ayer, la disminución de la criminalidad,
y en el terreno teórico que debe permitir llegara este fin práctico, propone el
estudio completo del criminal y del crimen, considerado este último no como
una abstracción jurídica, sino como una acción humana, como un hecho
natural y social. El método utilizado por la Criminología es el método de
observación y de experimentación, empleado en el marco de una verdadera
clínica social."

Lo anterior lo deducimos al notar que la Criminología es concebida como


ciencia sintética, tanto natural como social y no jurídica con una finalidad
preventiva, a la que se llega por medio del estudio del crimen y del criminal,
con un método de observación y experimentación, es decir, encontramos los
elementos ciencia, síntesis, método, empirismo y objeto, que analizaremos más
adelante.

DEFINICIONES

Para dar una idea más amplia, y tomando en cuenta que no hay un acuerdo
definitivo sobre la definición (a pesar de que el Coloquio de Londres nos da
una importante aproximación), como ejemplo recordaremos algunas
definiciones de tratadistas importantes:

RAFAEL GARÓFALO conceptúa la Criminología como' la "ciencia del delito",


pero haciendo una diferencia entre delito sociológico o natural (al que llama
también crimen) y el delito jurídico. Este último seria el que el legislador
considera como tal y lo incluye en el Código Penal.

DON CONSTANCIO BERNALDO DE QUIRÓS, define la Criminología como la


ciencia que se ocupa de estudiar al delincuente en todos sus aspectos;
expresando que son tres grandes ciencias las constitutivas, a saber: la ciencia
del delito, o sea el Derecho Penal; la ciencia del delincuente, llamada
Criminología; y la ciencia de la pena, Penología; por cierto que es don
Constancio Bernaldo de Quirós de los pocos autores que establece la
diferencia entre Criminología y Criminalogía, aclarando que Criminalogía es
singular y por lo tanto es el estudio del delito en particular, en tanto que
Criminología es en plural y es la ciencia que abarca todo el conjunto.

ABRAHAMSEN dice que Criminología es la "investigación que a través de la


etiología del delito (conocimiento de las causas de éste), y la filosofía del delito,
busca tratar o curar al delincuente y prevenir las conductas delictivas".^^ Para
CUELLO CALÓN "La Criminología es el conjunto de conocimientos relativos al
delito como fenómeno individual y social."

EL TÉRMINO CRIMINOLOGÍA

Antes de hacer el análisis detallado de la definición propuesta, es necesario


hacer una aclaración sobre el vocablo "Criminología".
El término Criminología es un término convencional; si se recuerda el derecho
romano, observamos que los romanos distinguían entre delitos y crímenes; la
diferencia es la siguiente: los crímenes eran perseguidos por el Estado, mientras
que los delitos eran perseguidos por los particulares. En un principio los crímenes
quedaban reducidos a unos cuantos: traición a la patria, parricidio, sacrilegio,
estupro e incesto. Es decir, se identifica como crimen los delitos muy graves, y
así es como la palabra crimen se va a aplicar generalmente a homicidio y aún
más justamente al homicidio calificado.

Es el antropólogo francés PABLO TOPINARD (1830-1911) el primero en utilizar el


vocablo Criminología, sin embargo, quien acuñó el término para que llegara a
ser verdaderamente internacional y aceptado por todos fue el jurista italiano
RAFAEL GARÓFALO, quien junto con sus compatriotas CÉSAR LOMBROSO (que
habla de "Antropología Criminal") y ENRICO FERRI (que denomina la materia
"Sociología Criminal") pueden considerarse los tres grandes que fundan la
Criminología, llamándoseles por esto "Evangelistas" de esta ciencia.

Es verdad que etimológicamente Criminología deriva del latín crimen-criminis, y


del griego logos, tratado, y, considerando el concepto crimen como conducta
antisocial, y no como "delito", "delito grave" o "delito de lesa majestad", la
Criminología puede mantener su original denominación.

OBJETO DE LA CRIMINOLOGÍA

Tradicionalmente delincuente y delito fueron los objetos de estudio referentes


para la Criminología tal y como puede observarse en las teorías criminológicas
evolutivas –fisionomía, frenología, estadística moral (…)-. Sin embargo, a partir
de 1950 la víctima del delito comienza a adquirir protagonismo en detrimento
del primero pues, gracias a la información suministrada, pueden prevenirse
futuros comportamientos delictivos. De igual forma, en torno a 1970, surgen los
medios de control social como cuarto componente objeto de estudio debido,
principalmente, a las teorías del labeling approach o social reaction approach.

Cid y Larrauri (2001, pp. 15-20), realizan una aproximación a la evolución


histórica del objeto de estudio de la Criminología desde mediados del siglo XIX
hasta principios del siglo XXI. En un principio, la Criminología centró su objeto de
estudio en el análisis empírico de los delincuentes, primero en sus características
físicas y biológicas y después en los factores sociales y ecológicos, lo que al
final se delimita como causas [individuales] de la delincuencia. Con el ulterior
surgimiento de las teorías del etiquetamiento cobra importancia en
Criminología el estudio de la reacción penal, y posteriormente social en sentido
amplio, ante la delincuencia, lo que los autores definen como el estudio
del funcionamiento del sistema penal.

Posteriormente, también pasan a formar parte del objeto de estudio de la


Criminología la víctima y el delito como evento. Frente a las primeras fases de
la Criminología, centradas exclusivamente en las personas delincuentes y sus
características, la nueva Criminología reivindica a la víctima e incluye los
elementos de oportunidad a su objeto.
Garrido, Stangeland y Redondo (2006, pp. 48-52), definen sintéticamente el
objeto de estudio de la Criminología como un “cruce de caminos en el que
convergen ciertas conductas humanas, las [conductas] delictivas, y
ciertas reacciones sociales a tales conductas”, mientras que el resto de
elementos que ocasionalmente son referenciados como integrantes de su
objeto de estudio quedarían subordinados de una u otra manera a los
anteriores.

Por último, diferentes autores han señalado la necesidad de introducir nuevos


elementos al objeto de estudio de la Criminología, como lo pueden ser
el abuso contra animales (Beirne, 2006), los delitos de cuello
blanco (Sutherland, 1940) o el crimen de estado (Zaffaroni, 2012), entre otros,
considerando que éstos pueden no quedar claramente reflejados en el marco
definidor de “conductas delictivas”, reflexiones que deberán ser examinadas
en detalle.

Una vez introducido lo anterior, se puede observar que la cuarta reflexión


presentada, la de Garrido et al. (2006), resulta ser la más conciliadora e
inclusiva, al permitir introducir en ella las consideraciones anteriores, por lo que
se va a partir de ella como marco ilustrativo del objeto de estudio de la
Criminología, no sin antes introducir una breve reflexión a modo de matiz
explicativo.

Partiendo de la consideración de Garrido et al. (2006), serían


el comportamiento delictivo y las diferentes formas de reacción social ante el
delito las que delimitarían el objeto de estudio de la Criminología. Sin embargo,
es necesario matizar que el estudio de la Criminología sobrepasa los límites
legales fijados por la regulación penal, estudiando también comportamientos
meramente desviados o antisociales que, de acuerdo con una definición
estrictamente jurídica del término, no podrían ser catalogados como delitos.

En palabras de Rodríguez-Manzanera (1981, p. 21), “el objeto de estudio de la


Criminología son las conductas antisociales, debiendo hacer una clara
distinción entre conducta antisocial y delito”. Pese a que Garrido et al (2006, p.
50) son plenamente conocedores de dicha limitación, siendo claros en que “el
análisis criminológico de esta primera dimensión no se agota en los delitos
establecidos en la ley penal”, utilizar el término “comportamiento delictivo”
puede llevar a confusión al no dotarse de un mayor grado de matización, por
lo que se estima más oportuno considerar como objeto de estudio de la
Criminología lo siguiente: la interacción entre los comportamientos antisociales
en todas sus dimensiones y la reacción social ante dichos comportamientos.
Modificar los términos “comportamiento delictivo” por “comportamiento
antisocial” permite dar cabida, sin lugar a dudas, a todas aquellas conductas
que en un determinado momento histórico pueden no tener cabida en la
regulación penal, como el abuso contra animales, los delitos de cuello blanco
o los crímenes de estado ya mencionados; así como a multitud de prácticas no
consideradas jurídicamente delictivas pero igualmente perjudiciales para la
vida en sociedad, como lo pueden ser la desviación juvenil no delictiva, o el
abuso de drogas y/o alcohol, el racismo, la conducción temeraria, los
problemas de limpieza y el grafiti.

MÉTODO.

De la definición expuesta de Criminología debe hacerse especial hincapié en


su carácter de ciencia empírica e interdisciplinar.

Empírica.

Kaiser la reduce «a un tipo de investigación, que está fundado más en la


observación que en los argumentos u opiniones». Para García- Pablos éste es
uno de los caracteres identificativos diferenciadores entre la Criminología y el
Derecho Penal pues «mientras la primera se sirve de un método inductivo,
empírico, basado en el análisis y la observación de la realidad, las disciplinas
jurídicas utilizan un razonamiento lógico, abstracto deductivo.

Interdisciplinariedad.

Para comprender dicho carácter es necesario distinguirlo del concepto de


multidisciplinariedad en tanto el primero hace referencia a un conjunto parcial
de conocimientos de otra ciencia o disciplina de los que se basa la
Criminología, el segundo agrupa a la totalidad de conocimientos
conformadores de esa ciencia o disciplina; esto es, el carácter interdisciplinar
permite a la Criminología hacer suyas diversas nociones de otras ciencias de
forma individual frente a la multidisciplinariedad que agruparía la totalidad de
postulados

CIENCIAS EMPÍRICAS Y CIENCIAS NORMATIVAS

La Criminología adquirió autonomía y rango de ciencia cuando el Positivismo


generalizó el empleo del Método Empírico, esto es, cuando el análisis, la
observación, y la inducción sustituyeron a la especulación y el silogismo,
superando el razonamiento abstracto, formal y deductivo del mundo clásico.
Someter la imaginación a la observación y los fenómenos sociales a las leyes
implacables de la naturaleza era una de las virtudes, según Comte, del método
positivo, del método empírico.

La Criminología es una ciencia del "ser", Empírica; el derecho, una ciencia


cultural del "deber ser", Normativa. Que la Criminología pertenezca al ámbito
de las ciencias empíricas significa, en primer lugar; que su objeto (delito,
delincuente, víctimas y control social) se inserta en el mundo de lo real, de lo
verificable, de lo mensurable y no en el de los valores. La naturaleza Empírica
de la Criminología implica, ante todo, que ésta descansa más en hechos que
en opiniones, más en la observación que en discursos o silogismos.
La Criminología pretende conocer la realidad para explicarla. El Derecho
valora, ordena, y orienta aquella con una serie de criterios axiológicos. La
criminología se aproxima al fenómeno delictivo sin prejuicios, sin mediaciones,
procurando obtener una información directa de éste. La Criminología es una
ciencia empírica, pero no necesariamente "experimental". El método
"experimental" es un método empírico, pero no el único, y no todo método
empírico, sin embargo, tiene por fuerza naturaleza experimental. Pero el
método empírico no es el único método criminológico. Pues siendo el crimen,
en definitiva, un fenómeno humano y cultural, comprender el mismo exigirá del
investigador una actitud abierta y flexible. Intuitiva, capaz de halla las sutiles
aristas y múltiples dimensiones de un profundo problema humano y
comunitario.

3. El Ser y el Deber Ser – las normas legales y la importancia de la Reformas


Legales en Guatemala;

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL DERECHO

SER" Y "DEBER SER"

Las normas.

Las normas, cuya transitoriedad pregona sus limitaciones temporales, forman


parte de la cultura y pueden ser conocidas exhaustivamente.

Forma de existencia de las normas.

Empero, tienen una manera muy propia de existir que consiste en postular un
"deber ser", mediante la prescripción – ordenar, determinar algo - de acciones
y omisiones – Abstención de hacer algo o decir algo -. Estas imposiciones que
fluyen de ella, las caracterizan básicamente. Su esencia es el imperativo con
que se enfrentan al hombre requiriéndole ajuste sus actos a esquemas de
conducta, predeterminados por ellas, y consecuentemente sirven también
para juzgar de la conducta obediente o renuente a sus mandatos.

Comparación entre el “ser” y “deber ser”.

La exigencia contenida en la norma, concisamente, su "deber ser",


parangonaremos – Hacer comparación una cosa con otra, justificar - con el
"ser". Tal propósito nos depara un momento culminante. Enfrentamos la
incógnita mayúscula del hombre y de la filosofía. Abrimos un interrogante sin
respuesta: ¿Qué es el ser?

Primero ¿Que es el Ser?.

El ser es infinito, sin límites, inconmensurable – No puede medirse - . Su idea


cubre la máxima y total extensión en más vasta acepción de la palabra. Y
porque el ser abarca todo, sin dejar residuo alguno, en principio es indefinible,
pues, toda definición, para determinar con exactitud su objeto,
necesariamente, lo delimita y aísla de los demás 1 y aquí se da el caso singular
de que "lo demás" también es el "ser". Circunscribirlo es una operación
verdaderamente inconcebible: el ser es todo, y todo cae dentro del ser. Por
consiguiente, a falta de otro concepto inclusivo que contenga el ser, el
método definitorio del género próximo y la diferencia específica, es
impracticable.

El intento de explicar al ser por la enumeración de sus inagotables caracteres,


uno tras otro, no es hacedero porque como género supremo, en verdad,
carece de notas distintivas y, en consecuencia, de él puede predicarse todo,
absolutamente todo, lo que, paradójicamente, equivale a no enunciar nada2.

Una vía de aproximación es el circunloquio sugestivo: el ser abarca todo, lo


conocido y lo no conocido, lo actual y lo posible, lo concreto y lo abstracto
(ser ideal), lo inmediato y lo ignoto, lo transitorio y lo eterno.

Sin embargo, no carecemos por entero de alguna noción del ser. Aunque
indefinible, trabamos contacto directo con él. Además de percibir la presencia
con que los objetos externos delatan su existencia, cada uno de nosotros en
una intuición introspectiva y radical se siente así mismo como algo, algo que es,
como un ser, y postula y confirma su existencia al decir: "yo soy". El ser lo
llevamos en nosotros.

El “Deber”.

También el "deber" es una idea renuente a la determinación conceptual.


Rebasa cualquier intento de encerrarla en una definición. Mas, nuestra
conciencia capta intuitivamente los deberes, cada uno de los cuales al ser
apropiado implica la exigencia inexcusable de su realización en la conducta
humana. Esta impulsión apremiante hacia su efectividad en obras, expresan los
términos "deben ser".

Nuestra vivencia interna nos persuade de cuan reatados estamos a ciertas


reglas de conducta obligatoria: cuando una persona nos solicita un falso
testimonio, la petición choca con nuestra conciencia, vale decir, con una
actitud previa que nos impone la veracidad. Así tenemos experiencia íntima
del "deber ser" veraces.

"Lo que es característico de la experiencia del deber es, precisamente, que


aprehendemos en ella un impulso a la acción, que se presenta como una
demanda independiente de todo lo que nuestros deseos, inclinaciones e
intereses nos sugieren"
El hombre en contacto con el “ser” y “deber ser”.

De esta manera, aunque indefinibles, el "ser" y el "deber ser" no son ignorados


completamente. Un instantáneo movimiento intuitivo nos pone en contacto
con ellos. Todos, en un modo u otro, nos sentimos partícipes en el ser y
obligados a actuar o inhibirnos – tr. Impedir o reprimir el ejercicio de facultades
o hábitos - en situaciones específicas.

Características del “ser” y “deber ser”.

Estas dos categorías "ser" y "deber ser", a más de heterogéneas – compuesto de


partes de diversa naturaleza -, son primarias porque cada una constituye el
fundamento de estructuras completamente diversas, la una de todo lo que es -
del ser real e ideal-y la otra del orden normativo con sus imperativos que se
traducen en deberes u obligaciones.

Relación entre el “ser” y “deber ser”

Desde el punto de vista lógico son independientes e irreductibles: del "ser" no se


puede inferir válidamente el "deber ser", ni viceversa.

Dadas ciertas condiciones, de lo que "es" concluimos que algo "será" en el


futuro, pero no cómo "debe ser"; por ejemplo, verificamos que en pasado,
próximo y lejano, algunos hombres victimaron a otros, y esto nos lleva a pensar,
coherentemente, que en el futuro, mientras no cambien los factores sociales y
humanos, habrá homicidios; pero no podemos sentar que el hombre, mejor
dicho, que algunos hombres "deben ser" homicidas.

Tampoco del "deber ser" se puede deducir correctamente el "ser"; por ejemplo,
partiendo de la norma "el hombre debe ser bueno" es inaceptable enunciar
que el género humano, sin exceptuar a nadie, es bueno; correlativamente, un
"deben ser" que nunca fue del todo obedecido, pese a su reiterada violación,
afirma incólume la obligación de cumplirlo: "no matarás".

A este respecto, fuera del plano lógico, cabe recordar que el hombre, como
realizador de valores, tiene el privilegio de convertir un deber concreto en
auténtica realidad: admite la asistencia como un deber de la amistad y en
aras de ella protege al amigo desvalido.

Diferencias entre el ser y el deber ser.

Dentro de lo que llamamos el mundo del "ser" encontramos la realidad


objetiva, es decir, las cosas u objetos materiales e inmateriales, las personas y
los seres vivos en general. Fuera de esta realidad del "ser" que es estudiada por
la ontología, encontramos una realidad que denominamos la del "deber ser"
que es estudiada por la "deontología" y que se ocupa de determinar cómo
debe ser la conducta humana. Partiendo de esta diferenciación entre la
realidad del "ser" y la realidad del "deber ser", podemos ubicar el mundo de las
normas, y concretamente de las normas jurídicas, dentro del mundo del "deber
ser".

No podemos confundir las normas de conducta con las denominadas leyes de


la naturaleza. Estas últimas, por ejemplo la ley de la gravedad o la ley de la
conservación de la energía, lo que hacen es describir fenómenos naturales. Por
esta razón las leyes de la naturaleza se encuentran dentro del mundo del "ser",
son leyes descriptivas, y se diferencian de las normas del "deber ser" que
establecen prescripciones sobre la conducta humana. Es así como las
denominadas leyes de la naturaleza no contienen prescripciones sobre cómo
debe ser la conducta humana para el logro de determinados fines y por lo
tanto, para este caso, no se enmarcan dentro de nuestro objeto de estudio.

PROPOSICIONES ENUNCIATIVAS Y NORMATIVAS.

Al "ser" y al "deber ser", radicalmente diferentes, corresponden juicios y


proposiciones de distinta especie: El "ser" se expresa en proposiciones
enunciativas y el "deber ser" en proposiciones normativas.

Proposiciones enunciativas.

Proposiciones – proponer, manifestar con razones algo para conocimiento de


alguien, o para inducirle a adoptarlo – enunciativas – enunciar, Expresar breve
y sencillamente una idea.

Las proposiciones enunciativas nos dicen lo que fue, es o será; por ejemplo,
Bolívar independizó de España seis repúblicas; la pizarra es negra; se concluirá
la línea férrea Cochabamba-Santa Cruz. Las proposiciones normativas, en
cambio, no mentan lo que fue, es o será sino lo que "debe ser", aunque la
realidad contradiga sus exigencias; por ejemplo, todos los hombres deben ser
veraces.

LEYES NATURALES Y NORMAS.

Comencemos por una distinción. No todas las reglas de conducta humana son
obligatorias, muchas de ellas se las sigue por decisión libérrima y según el
talante del momento, sin que el omitirlas provoque ninguna secuela, pues
carecen de mayor significado; por ejemplo, los hábitos de oír radio, ver
televisión, tomar café con las comidas, etc. Otras reglas sí, son perentoriamente
impositivas; a éstas las denominamos normas. "La norma es la expresión de la
idea de que algo debe ocurrir, especialmente la de que un individuo debe
conducirse de cierto modo".

Lo expuesto nos permite caracterizar las normas como reglas de conducta que
prescriben deberes: no matar, ayudar al prójimo, respetar el honor, ser leal, etc.
Las leyes de la naturaleza no enuncian el ser de los fenómenos, su realidad
profunda, sino que describen sintéticamente las relaciones de secuencia o
simultaneidad que se dan en ellos con probabilidades estadísticas de
repetición y, como tal, susceptibles de excepciones.

Un amplio sector de las leyes naturales está constituido por la ley de


causalidad, la cual afirma con cierto grado de probabilidad estadística que a
un determinado hecho o fenómeno (causa) sucederá otro también
determinado hecho o fenómeno (efecto)10; por ejemplo, "el calor dilata los
metales". Esquemáticamente la ley causal afirma:

Si se da "A" se dará "B".

No obstante la relatividad anotada, la ciencia natural toma la casualidad


como un postulado de la razón que exige encontrar conexiones de causa a
efecto para explicar la realidad.

En el campo de las leyes naturales no menos importante que la ley de


causalidad es la ley de coexistencia que enuncia relaciones de simultaneidad
entre determinados hechos o fenómenos; por ejemplo la Ley de Newton: "Los
cuerpos se atraen en razón directa de las masas e inversa del cuadrado de las
distancias".

DIFERENCIAS ENTRE LEYES NATURALES Y NORMAS.

Ahora que hemos conceptualizado leyes naturales y normas concretamos sus


diferencias:

Finalidad.

La ley natural, decíamos, es un juicio que enuncia las relaciones que


efectivamente hay entre los fenómenos. La caída de un cuerpo es un hecho
real; la ley de la gravitación de Newton es su expresión científica. La Finalidad
de la ley natural es explicar la realidad, hacerla comprensible, inteligible.

En el entendido de que el hombre capta su sentido y seguidamente se siente


predispuesto a realizarlas, las normas tienden a regir su comportamiento. Así,
aquella que impone la caridad trata de inducimos a que socorramos a nuestro
prójimo. La finalidad de la norma es dirigir la conducta humana.

Supuesto.

El supuesto de las leyes naturales es la concepción de un orden de la


naturaleza según el cual los fenómenos están concatenados de tal modo que,
en cualquier tiempo y lugar, dadas idénticas circunstancias, coexistirán unos
con otros o se producirán como efecto de las mismas causas. El científico
descubre esas relaciones de los fenómenos naturales y las expresa en fórmulas
que se llaman leyes naturales.
El supuesto de las normas es que los seres a quienes van dirigidas tengan
libertad para obedecerlas o infringirlas, pues sólo donde el arbitrio individual
señorea hay mérito en quien las cumple. Es absurdo pensar en normas
destinadas a seres que tienen de antemano trazada una conducta imposible
de ser alterada, es decir, irrevocable, v. gr: la del animal que ciegamente
obedece al instinto. Por eso las normas se dirigen únicamente a la conducta
consciente y libre del hombre y no a aquellas de sus funciones supeditadas a la
necesidad biológica: digestión, muerte natural, etc.

Validación.

La ley natural arranca su verdad de la realidad a la que se refiere, esta


realidad ha de confirmarla en los términos y límites en que ha sido enunciada.

La norma toma su validez no de la realidad a la que se dirige, pues podría serle


adversa, sino de los valores: bien, justicia, libertad, etcétera, que el hombre
siempre ha poseído.

Correspondencia con la realidad.

La ley natural se cumple continuadamente en los casos y formas previstas. De


no ser así deja de ser ley o tiene que ser reformulada.

Las normas pueden ser infringidas en casos concretos, sin que estas violaciones
destruyan su existencia; muy al contrario, la transgresión repercute de tal
manera que más se acusa su obligatoriedad, su vigencia: frente al robo, la
calumnia o el homicidio, sentimos con mayor intensidad la imposición
normativa de respetar la vida, la propiedad y el honor de las personas.

Es oportuno adelantar que cuando la inobservancia sobrepasa ciertos


márgenes y se generaliza, compromete la vigencia de la norma y aun puede
llegar a aboliría.

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