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“Combustionando vida para producir billetes” Un acercamiento argumentativo a la crisis del

Amazonas.

Jr Broncell Espinel Porras – 2019

A grandes aspectos, el paradigma que marca nuestra generación tiene que ver con encontrar el
límite entre desarrollo económico y la explotación de los recursos naturales para la producción de
materia prima para productos y servicios; y la viabilidad de la vida y nuestro estilo de vida (tal
como la conocemos hoy) en la tierra. Para asegurar que no vamos en contravía de todo impulso
vital e instinto de preservación e integridad tanto personal como a nivel de población y especie. Es
necesario demostrar la necesidad imperativa de conservar el ecosistema tan basto y complejo y
profundamente importante para todas las dinámicas biológicas del planeta entero, como lo es el
bioma Amazónico. Pero, como veremos que esta premisa en efecto, a pesar de ser prioritaria;
dista mucho de serlo en el mundo real de las relaciones socio-político-económicas.

Tradicionalmente se clasifica la Amazonía como el “pulmón del planeta”; a términos específicos;


por ser la selva tropical más grande del planeta, se estima que ésta produce cerca del 16% del
oxígeno proveniente de la fotosíntesis a nivel mundial (Christian Beer, 2010). Basado en un
estimado, teniendo en cuenta la totalidad de bosques tropicales, éstos producen un 34 por ciento
de la fotosíntesis que ocurre en la tierra (El restante 66% corresponde al fitoplancton marino). De
ésta forma, el Amazonas representaría aproximadamente la mitad de eso. A pesar de no ser un
valor tan alto como se creía en principio, es lo suficientemente significativo, para ser motivo de
interés mundial; entre tanto, la selva del Amazonas es un gran sumidero de carbono; que contiene
aproximadamente 100.000 millones de toneladas de carbono (Saatchi, 2007), más de 10 veces las
emisiones anuales mundiales de los combustibles fósiles (Global Energy & CO2 Status Report,
2018). Por último, en términos de biodiversidad la riqueza es significativamente mayor; solamente
en términos de la Amazonía Colombiana. Existen registros que sobrepasan las 1900 especies de
vertebrados, los cuales incluyen: peces, aves, anfibios, mamíferos y reptiles, destacándose en
particular los peces con un aproximado de 1000 especies y las aves con más de 800 especies
registradas para la Amazonía. En el caso de las plantas, hay un estimado de 5330 especies
registradas para ésta área (Delgado Romero M., 2008). Haciendo hincapié en el hecho que estas
cifras son sólo de la Amazonía Colombiana, es innegable la magnitud de la biodiversidad del
Amazonas, como bioma y ecosistema estratégico, así como reserva y elemento principal a nivel
mundial en contra del cambio climático por la abundancia de servicios ecosistémicos, generados
por la gran disponibilidad de recursos hídricos debido a que, la cuenca del río Amazonas es la más
grande del mundo corresponde aproximadamente al 20% del agua dulce en superficie terrestre
mundial (Parques Nacionales Naturales, 2009). Todo esto exacerbando la abundancia y diversidad
de especies. Esta amplia y vital cantidad de recursos es lo que nos condiciona a ser responsables y
a pasar de planificar estrategias, a ejecutarlas; en especial nos plantea la urgencia de implementar,
una política integral de conservación a nivel internacional sin precedentes. Aunque, lo ideal en
este caso sería una preservación total de éste bioma; en la práctica esto no es posible ya que en
esencia, el concepto de conservación, difiere del concepto de preservación. “Mientras que
preservar equivale proteger un recurso de cualquier daño, conservar implica darle un uso
responsable. Se habla de conservación de los recursos, y esta se debe hacer de manera
sustentable, porque es innegable la presencia de asentamientos humanos en la Amazonía”
(Centro De Estudios Económicos Regionales (CREE), 2013). Por su parte el Neoliberalismo, el libre
mercado, y los ideales de expansión y desarrollo económico son imperantes aún en estas
decisiones tan delicadas como lo es, el manejo de esta crisis y las medidas pertinentes al respecto.
¡Y no es para menos! éste fenómeno local y temporal de gobiernos de ultraderecha que viene
sucediendo en los países que poseen recursos estratégicos, tiene consecuencias graves para
todos. Porque esas administraciones ven con ahínco todas las riquezas minerales tanto
tradicionales como el oro, así como los minerales de última generación como el Coltán, y harán lo
que sea necesario para explotar estas reservas con prontitud. Los criminales ecológicos en
complicidad con los gobernantes, se regocijan al pensar en la cantidad de dinero que generará a
término bruto, la venta de toda la madera y recursos faunísticos, que pueden extraer en el
proceso de transformación de la selva primaria a la nueva frontera agrícola para la
implementación de monocultivos (Palma) y la ganadería intensiva. Es imperativo enfocar esfuerzos
en parar de inmediato este tipo de disturbios, para propiciar la resiliencia que posee la selva
naturalmente. Para que, en lo posible éste ecosistema vuelva a su estado original. Aunque, las
perspectivas no son muy optimistas; según estudios acerca de este disturbio se calcula que el
tiempo necesario para recuperar por completo estos bosques puede tardar siglos, y sólo el 34%
puede ser recuperado en 20 años (Danaë M. A. Rozendaal, 2019), siempre y cuando se cumpla con
el requisito de cero perturbaciones o disturbios en esa área, durante ese periodo de tiempo.
Finalmente para que esto ocurra, es primordial, conocer, socializar y cumplir los objetivos de
desarrollo sostenible planteados por la ONU, y la normatividad ambiental internacional, derivada
de los acuerdos de cooperación internacional ambiental, como las “COP” y demás cumbres. En
aras de adquirir la filosofía del buen vivir para todos los habitantes de la tierra, en contra posición
de los intereses de una minoría con grandes capitales económicos. Es de cierta manera irónico
buscar soluciones en los mecanismos políticos de planeación y ejecución, puesto que
precisamente ese componente inseparable político-económico tiene agonizando esta maravilla
natural sin igual. Pero, son finalmente los gobiernos quienes tienen la potestad y son los que por
ley tienen el control y manejo de los recursos naturales de las naciones; lo anterior no limita la
responsabilidad de todos nosotros como ciudadanos del común, puesto que es bien sabido que las
decisiones de los consumidores pueden generar cambios positivos en el mercado, y en este caso,
es necesario limitar el consumo de carne entre cada habitante para bajar la demanda de este
producto, y por consiguiente la relación que posee este hábito alimenticio con la crisis, ya que se
estima que un “62 por ciento del área deforestada en la Amazonía brasileña, hasta 2008, estaba
ocupada por tierras de pasto para ganado (Roufs, 2011). Lo evidente de las conexiones entre lo
que sucede y los representantes que elegimos, hace reflexionar, si algún día (ojalá pronto)
podremos frenar esa dantesca y gigantesca máquina de hacer billetes que funciona a base de
recursos vitales, a la que llaman “Desarrollo Económico Mundial”, alentada por índices y
perpetuada por la ignorante complicidad de todos aquellos que lucen indiferentes, ante esta
apabullante realidad. Éste resumido acercamiento argumentativo, más que una apología al
desastre busca crear conciencia más allá del tiempo de vigencia que tuvo esta noticia en el mundo.
Bibliografía

Global Energy & CO2 Status Report. (2018). Recuperado el 18 de Septiembre de 2019, de
https://www.iea.org/geco/emissions/

Centro De Estudios Económicos Regionales (CREE). (2013). El debate acerca de la conservación de


los recursos naturales. Geografía económica de la Amazonia colombiana, 86-90.

Christian Beer, M. R. (2010). Captación de dióxido de carbono bruto terrestre: distribución global y
covarianza con el clima. Science, 834-838.

Danaë M. A. Rozendaal, F. B.-D. (2019). Biodiversity recovery of Neotropical secondary forests.


Sciences Advances, 1.

Delgado Romero M., C. E. (2008). Informe sobre el estado de la biodiversidad en Colombia 2006-
2007. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos, 39-45.

Greenpeace. (s.f.). Amazonia, una crisis silenciosa.

Nolasco, M. I. (2007). Evaluación de las causas naturales y socioeconómicas de los incendios


forestales en América del Sur . Eufirelab, 6-12.

Parques Nacionales Naturales, A. C. (2009). Amazonía Posible y Sostenible.

Roufs, T. (11 de 10 de 2011). El 62% de la tierra deforestada en la Amazonía se convierte en


pastizales. Recuperado el 18 de Septiembre de 2019, de Mongabay Latam:
https://es.mongabay.com/2011/10/el-62-de-la-tierra-deforestada-en-la-amazonia-se-
convierte-en-pastizales/

Saatchi, S. &. (2007). Distribution of aboveground live biomass in the Amazon Basin. Global
Change Biology 13, 70.

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