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La subjetividad militar argentina en la cultura: el sacrificio como ley

espectral

Daniel Carmelo Scarcella

Introducción

El fin de este trabajo es reflexionar a partir del texto: Febo asoma: punto y coma:
los próceres mueren como moscas (2016, Lanza, F. y Karakachoff, E.) cómo se presenta
la subjetividad militar construida en la Argentina. Algunas interrogantes que nos
realizamos son: ¿Acaso, la cultura argentina no es más militar de lo que suponemos?
¿Qué figuras se delinean en el texto? ¿Cómo discuten con la “Historia” y “Cultura
argentina”? Estos son algunos de los interrogantes que quisiéramos desarrollar en la
ponencia, ya que para nosotrxs vivimos un momento del país donde la subjetividad
castrense, policial, en fin, disciplinaria y violenta hacia la comunidad se manifiesta, no
solo en las medidas gubernamentales sino también en prácticas de la ciudadanía, en pos
de una supuesta seguridad, de prácticas inmunitarias.
Nuestra hipótesis de trabajo es que la lógica sacrificial de los próceres del proceso
formativo del Estado-Nación sigue funcionando como una política espectral en nuestro
presente. Espectralidad que se manifiesta como prácticas inmunitarias dentro de
amenazas “internas” y “externas” a la comunidad.
¿Quién asoma?
Nos gustaría en primer medida, presentar el texto de Febo asoma, punto y coma
editado en 2016 por la editorial Maten al Mensajero, con texto de Ferando Lanza e
ilustrado por Eduardo Karakachoff. Narra diez historias en clave de humor y del terror
gótico. Las historias van desde el 1810, año de la Revolución de Mayo, hasta 1916,
momento del Centenario, o sea, desde el famoso grito de voluntad de independencia hasta
el período que a veces se lo ha denominado como “La época dorada” de la Argentina,
donde parecía ser esa promesa de potencia. Las historias atraviesan por distintas figuras
de la historia argentina del siglo XIX: el negro liberto, sargentos, generales, Sarmiento,
Rosas, Mansilla, la maestra normal norteamericana, entre otrxs1. La mayoría de estas
figuras terminarán sacrificándose por el proceso libertario, morirán en el desierto
olvidadxs o serán desterradxs.

1
Sarmiento será “Juan Domingo Escarmiento”, Rosas aparecerá como “El Tirano Ratacruel” y Mansilla
como “El Coronel Pier Puntilla”.
Por ejemplo, en la primer narración titulada “El Negro Canguelo I”, cuenta cómo
era la vida de un soldado negro dentro del regimiento:

…hubo armas para todos/ pero a él le tocó un tambor/ (…) Sólo una vez el combate/
no le mereció un reproche, / cuando hubo que pelear/ pasada la medianoche./ “¿De
noche quén me ha de ver?”/ -se reía impertinente-/ Y así, el primer cañonazo/ le
dio de lleno en los dientes/ Por suerte, estaba de negros/ repleto ese regimiento./
Fueron cambiando Canguelos/ del uno al dos mil quinientos (8-13).

Como pordrán ver el texto apela al humor, a tomarse la muerte de ese modo.
Consideramos como ya más conocido, el ejercicio del biopoder en aquellas vidas
que se consideradas no humanas o inferiores a a la humana. En el texto se da cuenta
de un mito: la población negra pereció con las pestes y las guerras de independencia.
En otro verso se lo describe como “descendiente de la hambruna”. Otro detalle a
tener en cuenta es que su nombre no lo elige él, sino que se lo da su teniente. El
estatuto cuasi nobiliario que se le otorga a bautizarlo con “I” (primero), se desactiva
inmediatemente al ser reemplzado con tanta facilidad luego de su muerte. Más que
un estatuto de notoriedad, señala el uso del cuerpo en serie, lo reemplazable que
son los cuerpos en la guerra, y sobre todo lo negros que tocan el tambor. Es aquí,
donde el subtítulo del texto adquiere cierto sentido: los próceres mueren como
moscas.
Próceres y moscas
¿Qué relación podemos establecer entre un prócer y una mosca? ¿Qué
función tienen ambas vidas en la Historia del hombre? Por un lado, el primero se lo
considera como aquel hombre ilustre, respetado por sus cualidades. Por lo general,
el prócer realiza un acción distinguida para su comunidad. Tiene un valor de
notoriedad, de importancia: liberan, conquistan, defienden, se sacrifican por esa
comunidad que luego puede constituirse en algo más, o es justamente, ese sacrificio
heroico, lo que le permite conformarse.
Por el otro, la mosca, lejos de aspecto de la singularidad o de lo excepcional,
la mosca tiene un número prácticamente ininteligible, existen 17 millones de estas
por cada humano. “Estos insectos polinizan las plantas, devoran cadáveres en
descomposición, se comen los residuos de nuestros drenajes, dañan los cultivos,
propagan enfermedades, matan arañas y cazan libélula (Gorman, 2017)”. Sin
querer sonar exagerado: las moscas hacen circular a la vida, no solo en su aspecto
más positivo, como el de polinizar, sino también el otro necesario, que es la
propagación de la no vida, ese estado que hace a los organismos más fuertes o
sucumbir frente al virus invasor. Sin moscas no hay vida, no hay tiempo biológico,
pero al mismo tiempo, insecto molesto, difícil de empatizar con este. Su presencia
también se asocia a lo podrido, a la enfermedad, a lo descompuesto, o a un lugar
del que hay que huir. A semejante cifra, nos podríamos preguntar: ¿cómo puede ser
importante una especie de la que hay 17 millones por cabeza? ¿Qué significa
finalmente la expresión: los próceres mueren como moscas? Puede ser, por su corta
vida, porque al final no son tan excepcionales como la Historia los recuerda, por la
facilidad y cantidad de sus muertes.
Finalmente: ¿qué relación hay entre el prócer y la mosca como seres
vivientes? Quizás, porque son esenciales al ciclo de la Historia, pero al mismo
tiempo, figuras intercambiables como las de Canguelo. Además de estas
posibilidades, el procer delineado en Febo asoma, es presentado como una especie
más del reino animal:

El prócer argentino (proceris sudamericaniensis) habitó los territorios de América


del Sud durante el siglo XIX y parte del siglo XX. De naturaleza inquieta y propensa
al combate, la epopeya y la compadreada -lo que estuviera más a mano- esta especie
se propagó rápidamente en el bravo lapso de su existencia. Se cree que la costumbre
de morir antes de procrear aceleró la declinación de la especie. Otras teorías aseguran
que su ocaso fue causado por la llegada del fútbol y la radio a galena. En la
actualidad, probablemente se haya extinguido. Hay remotas posibilidades de que aún
subsistan unos pocos ejemplares en selvas marginales de ríos no navegables (Lanza
y Koff, 2016)

En este fragmento del texto, el procer aparece como una subjetividad producida
como especie. Como un elemento a describir en un texto enciclopedista, lo vuelve saber,
lo vuelve una figura biológica, ya desde su nominación latina, cuando se describe su
naturaleza “inquieta y propensa al combate”, más allá del juego del humor pone en
evidencia que el régimen biopolítico interrumpe a los cuerpos y subjetividades como
especie. Una especie ambigua, porque su dispersión y extinción parece un movimiento
casi simultáneo, como una especie creada por la guerra y en la guerra. Circularidad vital
de la especie del prócer, que también aparece en términos del tiempo histórico:
Fig. 1 (Escarmiento peleando con un teniente al que criticaba)

En la figura 1 podemos ver esta relación del tiempo histórico y el tiempo vital
planteada en términos de conflicto, y del uso de la palabra. Escarmiento no predicará la
frase tan conocida de Civilización o Barbarie sino que será Barbarie o Salivación. Nos
parece interesante que la civilización se convierta en el producto del ejercicio del habla.
Así como la violencia física produce la estrella del golpe, el ejercicio de hablar tanto
produce saliva. Así, podemos hablar de distintos ejercios de poder, que su vinculación,
de alguna, forma representan la continuidad histórica.
¿Cómo se relaciona este ciclo de violencias con la mosca y el prócer? ¿Cómo se
inserta el prócer en el tiempo?

Fig. 2 (Bala de cañón que parecía mosca)


El General Sicopompo murió en una batalla confundiendo a un enemigo que “Se
hace grande pero es mosca” con una bala de cañón. Un punto negro, un sol negro, una
bala negra, un enemigo como un punto negro, cualquiera sea esa de las cosas, es un punto
en un fondo blanco. Los próceres y las moscas son un punto en el tiempo. No debemos
entender este punto, sencillamente como lo insignificante, con aquella idea del grano de
arena, sino mejor dicho como ese punto que obliga a detenerse y nos interpela. Las
moscas y los próceres son millones de punto en el tiempo. Volviendo a la historia,
Sicopompo, no era cualquier prócer, tenía ciertas habilidades especiales, comandaba una
tropa de soldados fantasmas (figura 3).

Figura 3 (Sicopompo y su tropa fantasma)

Es aquí, donde nos intersa recuperar la figura del prócer como fantasma, o mejor
dicho, como espectro; en este sentido lo entendemos como lo define Romandini en La
comunidad de los espectros: los entes que sobreviven a su propia muerte, o que establecen
un punto de indistinción entre vida y muerte; este puede ser completamente inmaterial o
adquirir distintas "consistencias" (Romandini, 2010: 14). Los soldados, se sacrifican,
sobriviven a la muerte, y ahora al haber superado ese estado, se convierten en una
constante sacrificial.
En el fragmento que citamos más arriba, que aparece presentado el proceris
sudamericaniensis, se transformaron en una especie de leyendas, de algo remoto, que
pueden haber sobrevivido entre selvas y ríos no navegables, o aún lo más llamativo:
disueltos en la cultura de masas (radio a galena y fútbol).
Los próceres se sacrificaron en busca de fundar una comunidad. El sacrificio
implica entregar la propia vida para la salvación de a comunidad, para darle ese aspecto
sacro y permanente, fundarla en un gesto del espectro presente.

Figura 4. (El jefe Carmín, Camarga o Camuega)

Figura 5 (Calle descubierta)


El último prócer que aparece en el texto es el de la figura 4, un teniente sin nombre,
mejor dicho con varios, pero al mismo tiempo ninguno. Lo primero que se nos ocurre
decir, es: muy importante no debe haber sido si su nombre no se recuerda. Su aspecto de
lo singular como porcer, es en velar a los muertos y preparar esos espectros: “honraba
cada batalla/ yendo a dormir con los muertos”. Nos llama la atención de la imagen, más
allá de la pose de batalla del teniente, la constitución de aquello que parecen ramas y su
contacto con los impactos de cañón en el cielo. Los soldados están atrapados en el cuadro,
entre esas dos redes, las ramas y las balas. Esas ramas que parecen venas recorriendo la
tierra; a lo largo de la historia, junto al general Sicopompo y sus soldados fantasma, de
los soldados que se disuelven en la Naturaleza, de Pier Puntilla que murió olvidado en el
desierto, pareciera que se va tejiendo una red espectral. Una espectralidad, que está debajo
nuestros, hay que cavar la tierra. Eso lo podemos terminar de confirmar, en la figura 5,
ese gesto de mostrar lo que debajo del cemento, es un gesto del enunciador, nos muestra
lo que no se puede ver pero está presente: fósiles, venas, restos, que están ahí haciendo
funcionar a la Historia. El territorio como un cuerpo muerto-vivo.

El país fue imaginado -por diversos textos fundacionales como el Facundo de


Sarmiento-, como un cuerpo, donde la regulación y el control de flujos de gente era clave
para la constitución de un estado civilizado (Jorge Salessi, 1995: 13). La mirada del
territorio como un cuerpo y un órgano, penetró en las generaciones venideras de los
higienistas y criminólogos, los funcioarios encargados de por sí de la gestión de la vida
de la población. Nos preguntamos: ¿qué pone en funcionamiento este cuerpo que
funciona como o un hervidero de muerte y una lógica espectral? De alguna forma
constituye espectralmente una ley del sacrificio2. Los próceres que van muerindo como
moscas de 1810 a 1916 fundaron cimientos espectrales. Los habitantes de este territorio,
ya sea que se dediquen a ser espectadores de fútbol o de escuchar porgramas de radio, el
espectro sacrificial está bajo sus pies.

El problema del funcionamiento de la lógica sacrificial como ley espectral, es que


hace morir a sus habitantes como moscas. Es aquí, donde ingresa el presente y su

2
Aquí seguimos a Romandini, que dice lo siguiente sobre el espectro y la ley: A través de la resurrección
deI Ungido, su Espectro habita directamente en los miembros de Ia comunidad a Ia cual trans- forma en
eternamente sacra y espectral a Ia espera de Ia resurrección general: "la antigua ley fue esculpida en tablas
de piedra; Ia ley deI espiritu (lex spiritalis), sin embargo, se escribe espiritualmente en las tablas del
corazón, para que sea eterna, mientras que la letra de la vieja se consume con el tiempo [... ] de modo que
hace espiritual aI hombre en su totalidad" (2010, 126).
violencia que mencionamos en la introducción: ¿cómo la lógica sacrificial puede llevar
al daño no solo del propio cuerpo sino también de otrxs? Aquí nos sirve el concepto de
inmuniddad3 de Espósito, que la describe así: “…si la comunidad determina la fractura
de las barreras de protección de la identidad individual, la inmunidad constituye el intento
de reconstruirla en una forma defensiva y ofensiva contra todo elemento externo capaz
de amenazarla. Esto puede valer para los individuos singulares, pero también para la
mismas comunidades…” (Espósito, 2012: 104). Entonces, el sacrificio como ley espectral
para la población, finalmente funciona como dispositivo inmunitario. Así como algunas
moscas que si existen en una gran cantidad, son dañinas para el ser humanx: la
inmunización en dosis elevadas es el sacrificio de lo viviente, esto es, de toda forma de
vida cualificada, por razón de la simple supervivencia (Espósito, 2012: 105).

¿Cómo desarmar ese dispositivo inmunitario, que hacer ver amenzas de la


comunidad en alguien que roba alimentos comestibles en un súper? ¿en el funcionamiento
policiaco y violento de los ciudadanos frente a una posible amenaza? El acuartelamiento
de la policía en diciembre de 2013 en la ciudad de Córdoba mostró al policía que llevaba
dentro algunos sectores de la sociedad cordobesa: linchamientos, requisitorias,
fabricaición de barricadas, control según si se llevaba una moto o no, entre otras prácticas.
Nos muestran que esos cimientos de los espectros cada tanto hierven. El texto Febo
asoma quiso criticar y reivindicar próceres pero también señaló los fantasmas.

Bibliografìa
-Espósito, R. (2012) “Inmunidad, comunidad, biopolítica” en Las Torres de
Lucca: Vol. 1 Nº 1, julio-diciembre, págs. 101-114.
-Gorman, James (2017) “Las moscas hacen mucho más que molestarnos” en The
New York Times, 16 de noviembre de 2017. Consultado el 15/07/2019:
https://www.nytimes.com/es/2017/11/16/moscas-funciones-beneficios/
-Lanza, Fernando O. y Karakachoff, Eduardo S. (2016) Febo asoma: punto y
coma: los próceres mueren como moscas. Buenos Aires: Maten al mensajero.
-Romandini, F. (2010) La comunidad de los espectros. San Martín: Miño y
Dávila.

3
El concepto de inmunidad va en conjuto con el de comunidad, y los caracterizas así: “Si la inmunidad
tiende a encerrar nuestra existencia en círculos, o recintos, no comunicados entre sí, la comunidad, más que
ser un cerco mayor que el que los comprende, es el pasaje que, cortando las líneas del confín, vuelve a
mezclar la experiencia humana liberándola de su obsesión por la seguridad” (2012, 105).
- Salessi, Jorge (1995) Médicos maleantes y maricas. Rosario: Beatriz Viterbo.

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