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¿Qué hacer si hay fallas en el funcionamiento escolar?

El alumno sabio

Guillermo era un muchacho campesino con una mente y un espíritu tan


despierto que sobresalía fácilmente en todo.
—¿Te acordás, Juan?
—Sí, como sería que, estando en cuarto bachillerato, los estudiantes de
Ingeniería Eléctrica y Mecánica de la Universidad Nacional iban a buscarlo
al colegio para que les ayudara a resolver problemas de cálculo y física.

De esa talla era el personaje; nos ganaba en todo, hasta en música. Lo


admirábamos y lo envidiábamos al mismo tiempo...Creo que hasta rabia le
teníamos por dentro.
—Bueno, y eso…¿por qué?
—Es que, mire: él era el modelo de lo que todos queríamos ser, pero al
mismo tiempo su capacidad imponía un ritmo de trabajo muy alto para lo
demás... Nos ponía a competir. El caso es que en quinto de bachillerato
tuvimos un profesor de química que todos considerábamos extraordinario.
Contale vos, Gerardo, cómo era “Chico Atómico”.

—... ja, ja, ja... era chiquitito, pero tigre: químico farmaceuta de la Nacional
se las sabía todas, pero era muy prepotente el tipo. Por eso le decíamos
Chico Atómico. En una clase de balanceo de ecuaciones el profe se gastó el
tablero de lado a lado, haciendo como quince pasos para resolver un
ejercicio. Tiró la tiza, sacudió sus manos y con muchas ínfulas dijo:
“Bueno, muchachos, en la próxima clase haremos un pequeño examen”.
¿Qué ha dicho este señor! Temblábamos al pensar que teníamos que
aprendernos el dichoso caso… ¡Fijo que saldría en el examen!

Fue entonces cuando “El sabio” se quedó mirando el tablero... Profesor,


dijo, ese caso puede resolverse en tres o cuatro pasos.

—Sabio, se le ha subido a la cabeza eso de sabio. Pase al tablero y si no


resuelve el problema en 3 ó 4 pasos yo le califico 3 ó 4 ceros.

Vamos sabio, tápale la boca, decíamos todos. Sí, hombre, andá. Vos sos
un tenaz. Demuéstrale quién es quién. Lo presionamos tanto que al fin
salió. Borró el tablero en el centro y tris tras: 2, 3, 4 pasos y chulumbún:
asunto resuelto.

El profesor, entre tanto, pasó del verde al morado. Tal era su rabia.
Exclamó: “de ahora en adelante, Sabio, usted es el profesor, yo como que
sobro aquí” y salió furioso.
—¡No puede ser! ¡Es el mejor profesor! Sabio: vaya pídale disculpas.
Todos gritábamos, reclamábamos, desesperados, confundidos. Sabio fue y
Chico Atómico regresó. Le costó mucho trabajo reconocer la validez de la
solución propuesta por Guillermo... Este no volvió a participar, pues
conoció la personalidad del maestro y la de sus compañeros...

(MARDIC, Gape-ICBF, 2000)

Reflexionemos y compartamos

 ¿Tuvo usted dificultades en la vida escolar? ¿cómo las afrontó?


 ¿Cómo evaluamos el ambiente educativo en el que se educa nuestro
hijo/hija?
 ¿Cómo ha manejado su hijo las dificultades presentes en su rendimiento
académico?
 ¿Si su hijo tiene conflictos con compañeros y maestros, cuál es su
actitud?

Consultemos y debatamos

El adecuado rendimiento escolar es una actividad que requiere que el


estudiante esté en buenas condiciones físicas, mentales, afectivas. Por ello casi
se puede asegurar que un joven que esté rindiendo satisfactoriamente y esté
bien adaptado al medio escolar es un adolescente sano. Un satisfactorio
funcionamiento escolar constituye un elemento para evaluar el desarrollo
integral de un adolescente.

Por lo anterior, cuando un adolescente presenta fallas en el funcionamiento


escolar se debe generar preocupación en sus padres y adultos cuidadores pues
es probable que haya fallas en alguno de los aspectos de su vida.

En el centro educativo se ponen a prueba sus intereses, capacidades y


habilidades para lograr una adecuada adaptación a ese medio, por ello se dice
que es un laboratorio social.

El centro educativo para los adolescentes tiene dos grandes funciones. La


primera es la de generar en ellos la adecuada apropiación del conocimiento y
facilitar su aplicación a la vida. Esta función esta expresada mediante los
proyectos educativos institucionales (PEI) y se cuantifica en los logros de las
distintas materias. La segunda es una función socializadora, que tiene que ver
con la adquisición de valores, los principios de convivencia, solidaridad,
ciudadanía, democracia, respeto por el medio ambiente y, en general,
humanidad. Esta última función tiene menos normas explícitas, depende en
gran parte de las calidades del maestro.

Cuando un adolescente tiene fallas en el funcionamiento escolar, estas pueden


ser en una o en ambas de las funciones generales de la escuela para los
adolescentes. Se debe tener en cuenta esta subdivisión porque puede dar pistas
acerca del origen de la falla en el funcionamiento escolar.

Si hay fallas en el rendimiento escolar se debe examinar los tres actores y


sus relaciones: el alumno, el maestro y la familia.

Si al adolescente le gusta asistir al colegio, tiene amigos que lo quieren,


participa de actividades extraescolares, es respetuoso en clase con sus
compañeros, maestros y con las actividades, pero tiene problemas en una
sola o en unas pocas áreas especificas del conocimiento, por ejemplo, en
matemáticas, hay que buscar el origen de esas fallas en el proceso del
aprendizaje en sí.

El alumno puede tener dificultades específicas para la adquisición de esos


conocimientos, por una experiencia previa desagradable con la materia que lo
predisponga a no comprenderla adecuadamente o que la metodología de la
enseñanza sea desacertada para las habilidades de ese estudiante o que tenga
unos conocimientos previos bajos, por ejemplo porque estudiaba en un colegio
en donde el nivel de la materia era diferente o que sus hábitos de estudio no
sean adecuados.

Si un adolescente en la escuela tiene una buena adaptación social, pero


tiene un bajo rendimiento académico global que involucra todas o casi
todas las materias probablemente la dificultad de aprendizaje sea más seria.

Las razones para que ocurra esta situación pueden ser: desmotivación total
del adolescente por el conocimiento, ya sea simplemente porque no le guste
estudiar, o porque no le guste la forma de explicar de los profesores de la
escuela, o porque no le encuentre sentido o aplicabilidad a los conceptos que
recibe, o porque quiere dedicarse a una labor que no necesita de esos
conocimientos, o no tiene posibilidades reales de continuar estudios superiores,
o el estudio no es un valor dentro de la familia, entre otras posibles causas.

Pero no todas las posibilidades son negativas. A veces se debe a que tiene una
inteligencia superior, a que tenga una vocación para las artes o que se esté en
presencia de un joven superdotado.

En muchos de los casos anteriores, el adolescente sí se encuentra motivado


para aprender, lo que pasa es que le cuesta trabajo adquirir los conocimientos.
La legislación que permite la promoción automática en los niveles de la escuela
posibilita que adolescentes con algún grado de retraso mental leve alcancen los
primeros años de la educación secundaria y luego comiencen a no poder
sostener el ritmo de aprendizaje de sus compañeros. También existen
ambientes escolares difíciles para ciertos niños, debido a la presencia de grupos
o pandillas que lo excluyen o persiguen.

Otras veces, el adolescente no puede aprender, a pesar de desearlo y de tener


una inteligencia normal, porque tiene problemas serios para poder manejar
adecuadamente la información que recibe. Son jóvenes que tienen problemas
específicos del aprendizaje o que tienen dificultades en sus capacidades para
mantener la atención. Junto con la posibilidad del déficit de atención, algunos
jóvenes no se interesan en aprender porque sufren de depresión

También puede ocurrir que necesitan muchos estímulos simultáneos para no


aburrirse, o que tienen problemas para ubicarse espacialmente o para
coordinar adecuadamente su visión con su escritura. Todas estas situaciones
requieren que las capacidades del adolescente sean cuidadosamente
evaluadas.

En otros tristes casos, el proceso del aprendizaje se afecta porque el


adolescente no tiene la energía suficiente para que su máquina (el cerebro)
funcione adecuadamente. Es la situación de jóvenes que van a la escuela con
hambre o con alimentación insuficiente, lo que genera deficiencias
especificas de algunos elementos como el hierro, que son indispensables para el
adecuado funcionamiento en el aprendizaje. Las enfermedades también pueden
causar disminución global del rendimiento académico.

Hay situaciones en las cuales el adolescente tiene adecuado


funcionamiento en el área académica, pero sus interrrelaciones sociales
en el colegio son deficientes. Pueden ser estudiantes problema, como aquellos
irrespetuosos con su compañeros o maestros; indisciplinados; que se oponen a
las reglas y normas; poco colaboradores; buscadores de pleitos, conflictivos o
vinculados con actividades delictivas dentro de la escuela (porte de armas,
venta de drogas).

El funcionamiento social inadecuado se puede expresar también como una


dificultad para tener amigos: son estudiantes aislados, refugiados en los libros,
conocidos despectivamente como los sabelotodo. Algunas veces la problemática
es tan seria que condiciona situaciones como la fobia escolar (pánico para
asistir a la escuela).

Hay situaciones en las que los problemas emocionales o sociales de los


adolescentes dan cuenta del rendimiento deficiente. La violencia
intrafamiliar, el maltrato, el abuso sexual, trastornos de conducta, problemas
de ansiedad, vecindarios violentos, escuelas violentas, maltrato del maestro,
son algunas de las causas que pueden explicar este escenario.

Otras veces, la falla en el funcionamiento escolar es global, es decir, ocurre


tanto en el área académica como en el área social. En la gran mayoría de los
adolescentes que tienen problemas escolares se afectan las dos áreas, ya
que lo que se puede iniciar como un problema de un área, rápidamente afecta
la otra.

Por ejemplo, en un adolescente que tenga una dificultad específica en un área


del conocimiento, su consecuente bajo rendimiento en esa materia puede
desencadenar problemas de autoestima con dificultades sociales posteriores.
También, en un adolescente que viva en un hogar con padres violentos en
proceso de separación, esta conducta social inadecuada repercutirá en su
rendimiento académico.

En general, hay varios factores que actúan al mismo tiempo y ayudan en la


aparición del deficiente rendimiento escolar. Existen factores que dependen
del adolescente, otros de la familia, otros del colegio, otros de los amigos y de la
sociedad en general (incluyendo los medios de comunicación).

La permanencia del adolescente en el sistema escolar es un factor de


protección para su adecuado desarrollo. Su permanencia le va a permitir
tener la posibilidad de tener acceso a algún nivel de educación superior y,
además, lo protege de situaciones de riesgo como embarazo juvenil, vinculación
con grupos delictivos, consumo de sustancias psicoactivas e ingreso en
condiciones desfavorables al mercado laboral, entre otras.

Por lo anterior, cuando un adolescente tiene un funcionamiento escolar


inadecuado se requiere una pronta intervención con la participación de los
padres, los adolescentes y los profesores con el fin de corregir lo anterior y
prevenir la deserción. Un error frecuente en esta situación es dejarle toda la
responsabilidad al adolescente. Por el contrario, la familia y la escuela deben
hacer por separado, y conjuntamente, unos diálogos reflexivos sobre los
factores que pueden estar determinando esta situación y hacer los
correctivos necesarios.

El adolescente con dificultades escolares necesita el apoyo tanto de su


familia como de profesores y orientadores educativos, que aporten
soluciones reales, oportunas y adecuadas. En otros casos, la familia puede
consultar a un representante de la comunidad escolar experto en pedagogía, a
un profesional de la salud con experiencia en problemas educativos, y a otros
profesionales que puedan brindar apoyos específicos en los problemas
detectados, como psicopedagogos, pediatras y terapeutas en educación
especial

Comprometámonos y evaluemos

 Apoyemos incondicionalmente, en vez de criticar y desaprobar, a nuestro


hijo/hija con falla en el funcionamiento escolar
 Acudamos a profesionales expertos cuando nuestro hijo presente
dificultades en el funcionamiento escolar
 Hagamos los ajustes necesarios en el hogar para facilitar la mejoría del
adolescente: establecer límites, incrementar el apoyo y las exigencias,
facilitar las condiciones para el estudio (lugar adecuado, materiales).
 Mantengamos una estrecha y sincera comunicación con la escuela y
sigamos de forma coherente las recomendaciones y acuerdos que se
establecen para mejorar el funcionamiento escolar
 Aceptemos las posibles limitaciones que tenga nuestro hijo en relación
con el funcionamiento escolar, acompañando y ajustando nuestro nivel
de exigencia a sus capacidades

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