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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Con seguridad muchos solaneños pensarán hoy, que habría sido mejor no
descubrir, que lo que por muchos años creyeron ver en el mar cuando
pescaban, no eran bandejas de pollo, sino en realidad, kilos de cocaína. Si
siguieran en la ignorancia, quizá ese fenómeno no hubiera transformado sus
vidas como lo hizo, o tal vez medio pueblo no tendría que quedarse sin nada, si
algún día la justicia decidiera cobrar lo que le corresponde y les aplicara la
extinción de dominio.
El precio pagado al dejarse deslumbrar por el dinero rápido “no fácil, porque se
paga con la vida” es muy alto: haber perdido la tranquilidad, estar
económicamente peor que antes y ver cómo dos generaciones de atraso serán
difíciles de recuperar.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Introducción
Desde 1999, Bahía Solano, Chocó, ha sido epicentro, al igual que muchas otras
poblaciones de la costa Pacífica, de varios fenómenos causados por el fuerte
impacto del narcotráfico en la región, desconocido en todas sus dimensiones
por la mayoría. De ahí, surge entonces el principal motivo para realizar ésta
investigación, que intenta describir lo mejor posible, las situaciones más
importantes registradas en una población que vive las consecuencias de un mal
que aqueja de diferentes formas, a gran parte del país.
Por medio de las historias de algunas personas que salen a “coquear”, de una
mujer que por culpa del narcotráfico tiene a sus marido preso en el exterior, de
un joven que espera cada temporada de coca con esperanza, de hombres que
lo han ganado todo y lo han perdido todo por el narcotráfico, una mujer que se
arriesga como los hombres y un pueblo que ha dejado de ser lo que era…
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
ÍNDICE
CAPÍTULO I
LA PESCA BLANCA: REALIDAD DE UN MUNDO FICTICIO
5. El narcotráfico: un problema tipo “exportación”
6. El Pacífico: zona de estrategias
9. Un referente: Evolución de la amenaza
15. Lo que pasa con la coca
18. Las autoridades contraatacan
CAPÍTULO II
EL CASO DE BAHÍA SOLANO Y SUS TRANSFORMACIONES
CAPÍTULO III
GOLPES DE SUERTE
52. Sueño colombiano, pesadilla norteamericana
59. Un viaje al calvario
75. Culpas ajenas
82. Con las manos en la “coca”
86. Bibliografía
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Pero si bien son evidentes los esfuerzos de la fuerza pública por combatir al
narcotráfico, también es cierto que el negocio sigue siendo rentable, por lo que
a muchos no les importa arriesgarse a perder su libertad por conseguir “dinero
rápido (no fácil porque también se paga con la vida)”.
Lo de las consecuencias del narcotráfico resulta ser, más allá del uso que
hacen de ésta región distintos grupos armados para sus fechorías, que con este
negocio redondo se ha generado a la par, toda una cadena de actividades
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económicas que giran alrededor del narcótico y que afectan a las poblaciones
de las zonas en donde se cultiva la planta y mucho más aún, las cercanas a las
rutas por donde se transporta el producto.
Las zonas costeras de esta región del país, se han convertido desde un tiempo
hacia acá, en corredores vitales de los grupos narcoterroristas que comercian
drogas, debido a las condiciones de facilidad que da la topografía y a la intensa
persecución y vigilancia de las autoridades a los traficantes que usan las rutas
aéreas y terrestres para el mismo fin.
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Armada Nacional, de la ,6 %
– 13
)
ns 07
To (20
producción estimada de 599 Ton de Coca
599 Ton de Cocaíína 8 2 .2 %
16 195 Tons – 32,5%
Producció
Producción Estimada 01 TM
34,4% (2007)
coca en Colombia para el 2008
año 2008 (599 toneladas), 81 TM
Pero la razón por la que en los últimos años el tráfico de droga por mar, (sobre
todo por el Pacífico), ha tomado tanta importancia, tiene que ver con que la
seguridad y la vigilancia aérea se ha extremado tenazmente y no solo en los
aeropuertos de Colombia y Estados Unidos, sino por supuesto en el espacio
aéreo de cada país a donde llega el narcótico, razón por la cual el océano se ha
convertido en la opción más viable de todas para el transporte de ésta
mercancía y otras del mismo tipo, como la marihuana, que en el último año
según algunas incautaciones de la Armada de Colombia, también ha
aumentado su cantidad de exportación.
En cuanto a las rutas, hay algo claro: son tan variadas y numerosas que logran
seguir siendo efectivas, aunque no tanto como antes. Esto se debe a que los
fuertes controles de las autoridades han hecho que los traficantes en cada
ocasión cambien sus formas de operar y por ejemplo ya no salgan directamente
desde un punto con los cargamentos completos, sino que zarpen vacíos y
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recojan a lo largo del trayecto, después de otra fase del negocio, el cargamento
que generalmente tienen repartido en varias poblaciones.
Para muy pocos queda como secreto la importancia que la costa Pacífica tiene
para las organizaciones narcotraficantes; pero lo que se desconoce, es la
realidad y los efectos que ésta situación, muy diferente a lo que se imagina la
gente, ha producido durante años en la mayoría de poblaciones costeras a lo
largo del litoral Pacífico colombiano.
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Las principales rutas marítimas en ese entonces eran las del Caribe. De un
lado, los cargamentos salían por la Guajira y al otro extremo, el cartel de
Medellín usaba su salida al mar por Urabá. Estos serían entonces los primeros
trayectos establecidos por agua para sacar de Colombia cocaína hacia el
exterior, pero al aumentar también el control y vigilancia en esa zona norte del
país y en los numerosos destinos sobre todo en islas del caribe, la del Pacífico
tomó inmediatamente su lugar, como la ruta más importante y la de mejores
resultados cuando de “coronar” cargamentos se trataba, debido a que era
menos vigilada y es una zona amplia que permitía mayor movilidad y con
menos posibilidades de detección que en el Caribe.
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En eso tendría mucho que ver el conocido narcotraficante Olmes Durán, alias el
“doctor”, extraditado a Estados Unidos en 2007, quien habría tenido gran
responsabilidad en la implementación de ésta ruta, usando como fachada
numerosas empresas de madera y pesca etc., básicamente en el municipio
chocoano de Bajo Baudó (Pizarro), que es una de las principales zonas de
transporte de coca actualmente.
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Las lanchas Go Fast y los semi sumergibles que transitan con la droga hacia
Panamá, centro América y EE.UU. parten generalmente cargados con la coca
desde manglares y estuarios selváticos cercanos a poblados sureños de Nariño
y Cauca, por lo que para llegar a sus destinos, obligatoriamente tienen que
pasar por aguas de todos los municipios costeros del Chocó: Bajo Baudó
(Pizarro), Nuquí, Bahía Solano, hasta Juradó (límites con Panamá).
Lo ignorado del asunto hasta hace poco, era que en ese último trayecto, crucial
para sacar la droga de aguas nacionales, se empezaron a presentar, desde que
se descubrió lo estratégico de la zona y la importancia para el narcotráfico, una
serie de problemas relacionados con la inseguridad y otra serie de hechos
delictivos, a partir de los cuales se hizo una amplia designación de fuerza
pública en la región, representada en la creación de batallones de Infantería de
Marina, construcción de estaciones de Guardacostas de la Armada y aumento
de Policía, con el fin de controlar la difícil situación .
A partir de ese momento, las autoridades han tenido que encargarse no solo de
sus labores propias sino también de la vigilancia, inteligencia y repelencia, del
narcotráfico, que parece haber invadido todos los ámbitos de las poblaciones de
la zona costera del Chocó y a su vez ser la fuente de esa inseguridad
inexistente antes en la región.
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sin dejar rastro, lo que para muchos era señal de que algo malo iba a ocurrir,
como efectivamente pasaría.
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Sin lugar a duda la situación económica de una región en donde la mayoría son
de escasos recursos y no tienen trabajos estables y con garantías salariales, ha
hecho que la motivación inicial de los pobladores sea la consecución de dinero
fácil, facilitándoles a los narcotraficantes el reclutamiento.
En el último de los casos la droga era arrastrada por las corrientes y el oleaje,
algunas veces hasta las orillas de pueblos costeros cercanos, aunque por lo
general, a ese punto ya la mayoría de los pobladores sabían que algún
cargamento había caído al mar y se dirigían a buscarlo, incluso con
coordenadas suministradas por los mismos dueños de la droga, quienes
después enviaban a las diferentes poblaciones miles de millones de pesos para
que sus gentes compraran de nuevo lo que muchos encontraran varias millas
náuticas lejos de la costa.
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Como en una gran cadena, cada eslabón está enlazado con otro y el negocio
de pescar coca o pesca blanca, como también se le conoce, no es tan simple e
inofensivo como pareciera. Ya que después de varias maniobras de evasión a
las autoridades por parte de quienes salen en busca de la cocaína al mar, el
paso que sigue es vender la droga y durante estas transacciones, cuando
precisamente les pagan a los diferentes acreedores, el ritmo de vida normal de
estas poblaciones costeras se interrumpe por la abundancia de dinero,
problemas, parrandas y whiskey por doquier.
Paradójicamente en un pueblo pescador como los del Chocó, y todos los del
litoral Pacífico, el licor y las mujeres logran reemplazar la preocupación por la
ausencia del combustible y el pescado, que es el principal aporte de ésta región
a la economía nacional (69% de la pesca marítima) y la primera fuente de
trabajo y subsistencia de sus habitantes.
Lo más delicado de todo es que la frecuencia con que esto sucede es alta y
cada vez que ésta situación se presenta, los daños son más evidentes y
severos en todos los ámbitos de la sociedad, como en el caso de la economía,
que cada vez más depende de la abundancia de coca para tener dinamismo y
fluidez, aunque sea para unos cuantos.
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El punto clave de este asunto tiene que ver con que estas embarcaciones
ilegales, al sentirse descubiertas por los helicópteros o aviones de la FAC,
arrojan la coca al mar junto a los tambores de gasolina con que se abastecen
en el viaje, no solo para facilitar la huida, sino también para que la atención de
las autoridades se desvíe de la droga que flota y se centre en ellos, que
generalmente son detenidos junto a las lanchas.
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Hace unos años, la Armada quizás pensaba ingenuamente que los resultados
se conseguían atrapando a los traficantes y decomisando las lanchas o
aparatos de navegación que llevaban, por tal razón, cuando la droga era
arrojada al mar, muy pocas veces se recogía, pues al parecer siempre el interés
estaba en la captura de los posibles responsables y las embarcaciones.
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Pero para llegar a ese punto hay que pasar por un proceso dispendioso y
peligroso, en el cual según el procedimiento, cuando el personal de
Guardacostas realiza una interdicción, la droga y los detenidos son llevados al
sitio más cercano con fiscalía, que en el caso de la zona norte del Chocó es
Bahía Solano. Por eso allí llegan los capturados en todas las jurisdicciones de
los municipios costeros del departamento.
Quizá para muchos este procedimiento sea desconocido, pero así lo ignoren es
real y aplicable, como le sucede a muchas personas en su mayoría de la región
pacífica, quienes son usados por grupos de narcotraficantes para que
transporten los cargamentos de droga, resultando en la mayoría de los casos
capturados y pagando condenas por culpa de organizaciones a las cuales
tampoco pueden atreverse a delatar por temor a que les hagan daño a sus
familiares, previamente identificados antes de encomendarse a las misiones.
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Y es que a pesar de que ésta región es considerada como uno de los lugares
más hermosos y biodiversos del país, también carga a cuesta el rótulo de ser
una zona no tan segura para visitar, debido a los rumores que se han difundido,
en su mayoría a través de los medios de comunicación, sobre la delicada
situación de orden público que se presenta desde hace un tiempo. En cuanto a
esto, uno de los peores golpes para la imagen de la zona y en especial la de
Bahía Solano, tuvo que ver con los varios secuestros ocurridos hace algunos
años en inmediaciones de un municipio cercano, pero que por referencia
geográfica, algunos noticieros atribuyeron a este poblado.
Bahía Solano es uno de los cuatro municipios costeros del departamento del
Chocó y está ubicado sobre el litoral Pacífico, a unas siete horas por mar del
límite entre Colombia y Panamá.
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de la ilegalidad.
La situación en tal sentido, se desarrolló más que todo con el tráfico de drogas,
formando la idea de que al igual que otras poblaciones de la zona norte del
departamento del Chocó, Bahía Solano debía ser vista como estratégica en el
plan de lucha antidrogas entre Colombia y Estados Unidos, suscitando un
aumento en la cantidad y tenacidad de los controles al narcotráfico, y originando
esporádicos hechos de violencia, que se empezaron a registrar a raíz de ese
refuerzo de seguridad y la fuerte ofensiva al tráfico de drogas que se
implementó de unos años para acá.
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Las pésimas temporadas de turismo, fue solo uno de los aspectos que conllevó
a que la economía de Bahía Solano se forzara a depender de otra actividad
comercial, como sería entendido después de un tiempo el tráfico de drogas.
Desde ese punto de vista, las circunstancias de la zona eran ideales para que
se desarrollara el narcotráfico, pues la posición geográfica del municipio se
constituyó en paso obligatorio de los traficantes, las oportunidades laborales
eran escasas y mal remuneradas y de cierto modo, resultaba fácil dedicarse a
dicha actividad debido a la aparente desatención de las autoridades.
Para ese tiempo, los solaneños (gentilicio de los pobladores de Bahía Solano)
creían que el problema de la droga era una situación exclusiva de las zonas
selváticas y tradicionalmente cocaleras en el país, sin saber que el narcotráfico
empezaba a presentarse en diferentes manifestaciones, a muchas poblaciones
de la región Pacífica, como ocurría silenciosamente en su territorio. Aunque no
tan silenciosamente, pues según los libros de radicados del juzgado municipal
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Pero ésta penosa circunstancia, no es algo que pudiera decirse ocurrió solo en
aquella época, pues la ya conocida corrupción de la mayoría de entidades
públicas de este departamento, traspasó el tiempo y las esferas de lo público,
con el destape del reciente escándalo que involucró a la Policía local en un
caso similar que muestra algunas de las dimensiones de un problema latente y
preocupante en esta región del país.
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como parte, según dijeron algunas personas, de una lucha entre grupos
armados ilegales urbanos (supuestas Águilas Negras y Rastrojos) por quedarse
con dineros y cargamentos de coca pertenecientes a narcotraficantes, lo que
había desencadenado un ajuste de cuentas permanente en la población, con la
supuesta colaboración de los agentes de Policía, que ante las denuncias de
extorsión de la comunidad, alertaban a los criminales para que éstos a su vez
amenazaran de nuevo a sus víctimas por sus acusaciones.
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La realidad que vive Bahía Solano hoy día es la misma que muchas otras
poblaciones del litoral, sin embargo a comparación de lo que sucedía hace dos
o tres años, la transformación es notoria, y por eso para entender un poco de
qué forma se vive el fenómeno de la “coca” actualmente en ésta comunidad,
hay que describir una escena real, cotidiana e impactante que denota una
situación desconocida por el resto del país y que da pie para mostrar cómo han
cambiado las cosas en esta zona.
Esta escena, excéntrica pero cierta, es la que se repite una y otra vez durante
todos los años en este pequeño poblado, y hace parte de una realidad latente
en la vida de sus habitantes desde hace más o menos una década, pues
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Por aquella fecha, era época de invierno y un pescador de Aruzí, un poblado del
municipio vecino de Nuquí, encontró en medio de su faena de pesca algo que,
sin duda cambió su vida y la de todas las poblaciones vecinas para siempre.
Por ese entonces lo que la gente de esta apartada zona sabía de la situación
del resto del país, lo conocía por medio de los pocos televisores que había en la
población y tenía que ver en sumatoria, con la delicada situación de narcotráfico
que Colombia atravesaba; lo que lo ponía a nivel mundial como el principal
productor de cocaína, enfrentando a las autoridades con la delincuencia en un
juego del gato y el ratón por el control del territorio y la extinción del florido
narcotráfico.
Por eso es curioso el hecho de que aquel pescador lograra identificar la
sustancia que era desconocida en la zona, pues si bien Bahía Solano es el
municipio más desarrollado de los costeros de el Chocó, incluso ver televisión
era privilegio de pocos en esa época.
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Según cuenta otro habitante, una Marquillas usadas para identificar los propietarios de los
cargamentos. Fuente: Armada Nacional
situación similar ocurría por ese
entonces en los caseríos ubicados
sobre las playas, en donde los
pobladores vieron muchas veces en
las orillas al bajar la marea,
empaques de lo que ellos pensaban
era harina pero no recogían, por dudar de su procedencia y estado. Lo que
sucedía entonces era que algunos niños tomaban los kilos de cocaína
herméticamente sellados y los rompían para jugar en la arena con el polvo
blanco de su interior, además de extraerles las figuras (algunas veces dibujos
animados) que aunque eran los sellos de los propietarios parecían a ojos de los
infantes, láminas de álbumes.
Para el año siguiente, 1999, los habitantes de la región norte del Pacífico
chocoano estaban medianamente enterados del negocio y los pescadores y
navegantes de toda la costa habrían de encontrar alguna vez coca. En ese
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Recibir el dinero, es la parte más fácil del proceso de búsqueda de la coca, que
resulta ser no solo arriesgado sino también agotador. Miguel*, uno de los
distribuidores de combustible en Bahía Solano, recuerda cómo un día, hace
cinco años, él y su esposa atendieron largas filas de personas hasta las 2 de la
madrugada, gracias al rumor de la caída de un cargamento.
Aquel día, daba la impresión de que no oscureciera, pues el aviso de que la
coca había caído, se conoció tarde en la noche, y sin importar la hora, la gente
salió a buscar todo lo necesario para la travesía, que empieza en el mismo
instante que se sabe la noticia.
Las filas para comprar la gasolina eran conformadas por hombres que iban con
sus hijos, mujeres y parientes, para poder asegurar una buena cantidad y un
cupo en una de las lanchas. Por eso mientras algunos esperaban su turno,
otros pasaban el tiempo tomando licor, escuchando música y haciendo los
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preparativos para salir a coquear al amanecer del día siguiente, pues según
contaban los informantes, el cargamento era grande y la ubicación perfecta,
para que consiguieran la droga fácilmente.
Las salidas a “coquiar”, eran y siempre han sido una carrera contra el tiempo, el
clima, las autoridades y sobre todo contra los otros miembros del gremio, pero
aun así, todos en la fila mañanera hablaban, con el mayor de los ánimos, de los
planes que tenían con la plata que ganaran.
Previamente al viaje, los negocios de comida son los más favorecidos, pues en
el infaltable “lonche”, como le dicen al refrigerio que llevan los coqueros, ellos
prefieren incluir pollo asado o apanado, atunes, galletas, gaseosas en
presentaciones litro, dulces y productos de panadería, que compran
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Un viaje de estos puede durar todo el día, pues la idea es encontrar los hileros y
algunos signos que denoten la cercanía de la droga lo más rápido posible, pues
la competencia es ardua y fácilmente en una de estas salidas se pueden
encontrar en altamar de 20 a 30 lanchas en las mismas.
Los hileros son corrientes marinas que se asemejan a un río dentro del mar, y
son claves para encontrar coca porque allí van a parar muchas de las cosas
que son arrojadas o caen al mar, así como también “timbos” ó tanques de 55
galones de gasolina que son tirados desde las Go Fast junto a la droga.
Algunos animales como las tortugas que viven en estas corrientes, son una de
las señales que los marineros buscan fehacientemente, pues cuando la coca
llega a los hileros, las tortugas, famosas por morderlo todo, rompen las
envolturas de la droga e ingieren el narcótico muriendo de sobredosis. Debido a
esto, quedan flotando junto a los troncos, plásticos, zapatos y otra cantidad de
basura que estas corrientes arrastran, convirtiéndose en bocadillos de los
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Ese día los dos hombres no consiguieron coca, aunque la ganancia fue los 55
galones de gasolina que había en el “timbo” que sujetaba Milton. El hombre, un
joven que seguramente era padre de alguien, hermano, esposo e hijo, debió
haber muerto pensando en que su familia no sabría nunca la suerte que corrió y
que quizá aun después de su muerte, ellos guardarían la esperanza de que él
estuviera preso en alguna cárcel y no haya querido comunicarse, como le pasa
a muchos.
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Dentro del grupo que sale a coquear, siempre hay una o dos personas con
nociones de navegación, pues uno de los más grandes peligros es llegar a
perderse y por eso la brújula es un elemento indispensable en las salidas al
igual que la información de dónde cayó el cargamento para así poder definir un
rumbo.
En gran parte de los casos llegar a los hileros es la meta, aunque como las
rutas que usan los narcos ahora son más costeras, en muchas ocasiones la
coca se encuentra relativamente cerca. Lo complicado con los hileros, es que
no son fijos, ya que se mueven de acuerdo a los vientos, la temperatura del
agua, las mareas… y de ahí la dificultad para localizarlos.
Pero un ingrediente más se suma a la actividad, la suerte y ante ese factor, los
coqueros son acérrimos convencidos de que la coca no la encuentra todo el
mundo ni los que más se la merecen.
En cuanto a esa creencia, pareciera, como lo dice David otro coquero, que los
más ambiciosos son los que la atraen, pues ocurre muchas veces que una
lancha pasa y no ve nada y al instante otra que venía cerca si ve flotando las
pacas de coca, él dice, que es como maldito y ellas (las pacas de coca) se le
hunden a ciertas personas.
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La justificación que usan los coqueros para salir, es la de una supuesta faena
de pesca (la real), pero las autoridades aunque no pueden prohibir que la gente
vaya al mar, tienen claro a lo que van, pues es difícil creer que salen a pescar y
no llevan ni un anzuelo o vara.
En Bahía Solano como en gran parte de las poblaciones del Chocó, las fuentes
de empleo son escasas y limitadas: la pesca, la madera, el servicio público y el
comercio… manejado principalmente por paisas y personas del centro del país,
que son propietarios de abarrotes, gasolineras y tiendas que venden sus
productos al doble del precio original, por los costos del transporte.
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Teniendo en cuenta otros costos generados por la compra de un motor, hay que
sumar además, el valor de la documentación que exige la autoridad Marítima
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Nacional y el precio del combustible que en ésta población, cuando hay, es más
alto que la gasolina extra en el resto del país.
Uno de los testigos de esa situación es Javier, un joven de 22 años que toda su
vida ha vivido en Bahía Solano y a pesar de haber crecido con la cultura de la
coca, jamás se olvidará de una imagen que lo escandaliza y ha tenido que ver
muchas veces desde el primer boom de la droga.
Él trabaja en una charcutería del pueblo desde hace varios años y recuerda
todas las veces que ha visto las excentricidades de muchos hombres al llegar
de sus faenas de pesca blanca. Javier cuenta que la parranda es de varios días
y muchos de los reconocidos “coqueros” cuando se embriagan, ofrecen a gritos,
trago y grandes sumas de dinero, a mujeres incluso casadas, con la condición
de que tengan relaciones sexuales con ellos, caso en el que después lo
divulgan en público.
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probaron la sustancia por invitación de personas con las que tomaban licor y
aunque los niveles de consumo de coca son relativamente bajos en
comparación a lo esperado, la tendencia crece.
Lo con contradictorio de los deseos de muchos, es que cuando por fin cae la
coca, el pueblo es una locura, la música estruendosa se escucha por todos
lados, y la gente comienza a consumir licor sin importar que sea lunes o las dos
de a tarde.
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Los hombres, con altos grados de alicoramiento obtenidos tras varios días de
amanecidas y parrandas, terminan en algunos casos, siendo recogidos por sus
hijos o mujeres en negocios o charcuterías como la que Javier atiende, 3 ó 4
días después de haber regresado del mar.
La cantidad de dinero que circula también denota lo que sucede, pues los
coqueros, a la vista pública, sacan grandes rollos de dinero de sus bolsillos para
pagar cosas ínfimas con billetes de las más altas denominaciones y esto genera
otro problema, al lugar donde se vaya en Bahía Solano se encontrará
dificultades para obtener devueltas, pues el sencillo o la menuda como también
le dicen, es más escaso aún que el propio pescado, por eso no es raro ver
niños de pocos años, con billetes de 20 mil o 50 mil pesos que sus padres les
dan para que compren dulces, así como tampoco, que estos mismos niños, les
griten en la escuela a sus maestros, que cuando grandes quieren ser como sus
papás: ¡Coqueros!.
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El caso del niño que le respondió a su maestra que quería ser coquero como su
papá, solo es la muestra de la degradación en las generaciones más nuevas,
pues los niños desde sus primeros años tienen el conocimiento de qué es la
coca, el dinero que se obtiene con ella y las muchas cosas que sus padres
pueden comprarles con él; y aunque buena parte de estos niños tienen esa
aspiración de imitar a sus adultos, los más grandes ya lo hacen, incluso con el
apoyo de sus padres, que muchas veces dicen que sus hijos por ser jóvenes
pueden aguantar el “trote” del mar mejor que ellos, sin importar los riesgos a los
que los someten.
Desde los 14 años más o menos, los muchachos, la mayoría hijos de coqueros,
siguen los pasos de sus padres, pero hay un factor especial que los motiva a
ellos. Ya no es comprarse una casa, o tomar trago, sino tener la mejor moto del
pueblo, usar la ropa de marcas reconocidas y tener plata para invitar a sus
novias a rumbear y tomarse algo más que una gaseosa.
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En el caso de las motos, que quizá es una de las cosas en las que más la gente
invierte el dinero que gana con el ilícito, son traídas frecuentemente desde
ciudades como Medellín, a donde viajan los “sardinos”, que consiguen coca
para gastar su capital. Se ven entonces, muchachos manejando grandes
cantidades de dinero y siguiendo desde más temprano, el camino que sus
padres eligieron. Pero uno de los problemas principales es que, el “coquear”
significa todo lo que se puede hacer y entonces el dinero y los lujos
conseguidos ilícitamente, acaban en ellos, las esperanzas de hacer algo
diferente, como estudiar, pues lo que piensan es que si yendo a buscar coca
consiguen tanto dinero, para qué trabajar en otra cosa, si solo hay que sentarse
a esperar que caiga.
Por ese pensamiento, muchas personas han dejado de trabajar y hacer sus
diferentes labores, por lo que al malgastar sus pequeñas fortunas personales,
empiezan a vender y empeñar todo lo que compraron en la época de
abundancia, así entonces no es raro ver carros llevando neveras, televisores,
lavadoras a algunas casas cuando cae la coca, y después carretas llevando los
mismos electrodomésticos hacia las compraventas. Lastimosamente pocos
aprovechan la oportunidad de conseguir dinero de esta forma.
Las cosas en Bahía Solano han cambiado drásticamente, sobre todo en con la
forma de pensar de los jóvenes, por eso, muchos de los habitantes recuerdan
cómo, a pesar de que en esta población no hay oportunidades de realizar
estudios superiores, los muchachos al terminar el colegio, por lo menos
buscaban con qué ganarse la vida: pescar, sembrar, hacer mandados,
descargar barcos con víveres, y cosas por ese estilo que hacían honradamente,
como alguna vez sus padres.
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Los viajes que se arman para salir a “coquiar”, realmente son agotadores,
según cuentan quienes los han hecho. Son alrededor de 12 horas las que se
pasan en el mar, buscando la droga, acomodados en asientos duros como la
madera, con el frío de la brisa marina y el inclemente sol de las tardes en
altamar, que aunque esté opacado por las nubes, quema intensamente la piel
de quien no vaya lo suficientemente protegido.
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Tal es el caso de Zenaida Ortiz*, una mujer de 31 años que aunque nacida en
el Putumayo ha vivido en este pueblo desde que tiene uso de razón. Ella,
madre de 3 hijos, vive junto a su marido, de lo que la pesca artesanal le
produce, al igual que a otras tantas familias.
De una contextura física más bien desgarbada, Zenaida es una mujer que para
muchos podría definirse como más macho que los mismos hombres, pues su
mentalidad arriesgada y de cierto modo ambiciosa, la han llevado a volverse
una de las cuantas “coqueras” del pueblo y hacer algo que muchos no se
atreven, incluso su marido, quien según ella dice que en el mar nada se le ha
perdido a parte del pescado con el que sobrevive y por eso no sale a coquiar,
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
“He salido sola con otros hombres y no me da miedo” cuenta Zenaida cuando
recuerda la primera vez que salió a “coquiar”, ella asegura que aquella vez solo
podía pensar en que ojalá no le fuera a pasar nada, pero al final todo salió bien
y ella ha continuado haciéndolo una y otra vez, tantas veces que ya perdió la
cuenta.
La clave según ella, es observar muy bien a las personas con que se sale, pues
como dice, “esa primera vez, uno ve quien es como ambicioso o envidioso y ya
con ese no se vuelve a salir, pues si ponen problema cuando uno encuentra
poquita coca, cómo será cuando se consiga bastante…”
Las salidas no siempre son tan fructíferas como uno se pudiera imaginar y no
en todas las ocasiones se consigue algo, por lo que algunos viajes son por
decirlo de alguna forma, a perdida, pues se da combustible, se corre riesgos y
toca devolverse con las manos vacías.
Dinero maldito
La coca es maldita y plata producto de ella más, dicen muchos en las calles de
Bahía Solano, sin embargo siempre salen al mar ante cualquier rumor de que
cayó algo, dejándose llevar solo por la ambición.
Ese es el caso de Rafael, quien por tradición fue un pescador de los mejores en
la zona. El problema es que desde que consiguió su primera paca de coca, la
vida le ha cambiado, pero no de la forma en que se esperaba, pues como casi
todos, tampoco aprovecho su tiempo de “vacas gordas”.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Este hombre fornido, como casi todos los que trabajan en el mar, era de los que
se compraba varias botellas de wisky del más caro y se lo echaba encima
delante de todo el que lo viera, incluso en medio de sus borracheras de
semana, le ofrecía dinero a las mujeres para que se acostaran con él, y como
muchas aceptaron, después lo vociferaba ante todos sus amigos, los mismos
que le dieron la espalda cuando lo veían sin un peso.
Según lo que cuentan las malas lenguas, este hombre que se ve en los
embarcaderos de Bahía Solano pidiendo trabajo como marinero, tuvo tanta
plata por la coca, que nadie lo sabe con seguridad, dicen que 600 millones,
otros que 1.000, pero la cifra solo la conoce él mismo.
Para Rafael, un hombre que bordea los 50 años, y sin muchos atractivos para
las mujeres, el remedio salió peor que la enfermedad, como le pasa a muchos
que de pagar millón de pesos por un beso de la mujer que les gustara, pasaron
a pedir comida en las tiendas y en una situación económica peor que al
comienzo.
Javier recuerda su historia, pues muchas veces Rafael estuvo tomando trago
por días en la charcutería, y en esas, le daba por invitar a todo el que entraba al
lugar, pagaba las cuentas de las otras mesas y regalaba plata a todo el que se
le atravesara. Encontró tanta coca, que dejó de trabajar y allí comenzó su ruina,
como la de muchos que han hecho lo mismo por el dinero “rápido (no fácil
porque se paga con la vida)” como dice un habitante de Bahía Solano.
Con el dinero vienen lujos y para muchos hombres, sobre todo en este pueblo,
las mujeres también lo son. Por eso, otra forma de descomposición social que
trajo este fenómeno de la coca, tiene que ver con la desintegración de los
núcleos familiares.
Los hombres, o por lo menos muchos, lo primero que hacen al encontrar coca
y cobrar el dinero, es dejar a sus mujeres, lastimosamente y como una
maldición, ellos vuelven a quedar solos cuando el dinero se esfuma entre sus
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
manos como la ilusión de ser ricos. Así como quedó precisamente Rafael
después de tenerlo todo, pero como dicen por ahí, “lo que por agua viene va,
por agua se va”… y en el caso de lo conseguido con dinero de la coca… ¡más!
Una persona que conoce el negocio afirma que el mayor problema de toda esta
situación es la impunidad, pues la gente tiene claro que traficar con droga es
ilegal, pero creen que al vender la coca, se deshacen del delito y esto, se
genera a partir de que los controles de las autoridades se centran en las
embarcaciones y el movimiento con la droga y no, en la utilización del dinero
ilícito, por lo que si llegaran a fijar en eso, tendrían que hacerle extinción de
dominio a medio pueblo, pues como dice ésta persona, la gente dejaría de usar
esa plata si les dijeran que cada cosa que compren les podría ser quitada.
Diez años atrás, la historia de Bahía Solano sin duda alguna era muy diferente
a la de hoy, no solo por las comodidades y avances tecnológicos que han
llegado, sino porque la gente se moría de vieja de año en cuando y a pesar de
la oscuridad promovida por la falta de energía eléctrica, las calles a media
noche eran seguras y las ventanas y puertas podían estar abiertas de par en
par, con el único riesgo, de que se metieran en las casas solo los zancudos.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Pero quizá, una de las medidas más importantes tiene que ver con el control del
ingreso de personas al municipio por vía aérea y marítima, con lo que se
pretende tener conocimiento de las razones de la gente para estar en el
poblado y así evitar hechos como el de las seis personas asesinadas de las
cuales, la mayoría venían de Buenaventura, supuestamente huyendo de
problemas con narcotraficantes que se la habrían ingeniado para encontrarlos
en este lugar.
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Seguramente Jairo* jamás imaginó*, que ese domingo vería por última vez en
muchos años a Marina y menos que por cosas del destino y una pésima
decisión, su vida cambiaría tan dramáticamente.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Su esposa Marina, quien mejor sabe cómo ocurrió todo, recuerda con tristeza el
16 de octubre de 2008 como la fecha que marcaría profundamente su vida y la
de su familia.
Aquel domingo todo transcurría en completa normalidad, excepto porque ella
vigilaba desde un rincón de la casa a Jairo, quien reposaba en un mueble de la
sala un poco distraído mirando el techo. Ese día al igual que toda la semana,
Marina notó que su compañero permanente, se mostraba bastante pensativo y
callado, y aunque en esa ocasión verlo observando el techo la llenó aun más de
preocupación, no encontró la forma de averiguar lo que le ocurría, pues sus
preguntas de por qué estaba así y qué le pasaba, solo recibían por parte de
Jairo respuestas de: ¡nada! Semanas después, se daría cuenta de lo que habría
podido evitar, si aquella tarde hubiera indagado un poco más sobre el extraño
comportamiento de su marido.
Habían transcurrido unos cinco años desde la última vez que Jairo vio a su
madre y sus hermanos, razón por la cual Marina tuvo problema con el repentino
deseo de viajar, que él expresó ese día después de la larga meditación en el
mueble.
Pensando que esa decisión tan a la ligera había resultado de la actitud inquieta
de los últimos días, a Marina no le pareció tan sospechoso el arrebato de su
marido por viajar, y aunque creyó que la idea era buena en ese momento, ella
recuerda que lo único por lo que le recriminó, fue que por el afán no le iba a
poder mandar nada a su suegra, y porque Jairo no quiso llevarse una nevera de
fibra para devolvérsela con verduras desde Medellín, diciéndole, que allá él
compraba una y la traía con cositas de regreso.
Al termino de la conversación sobre el viaje y sin llegar a imaginarse que sería
por años, Marina le sugirió a Jairo ingenuamente que aprovechara y se quedara
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
unos cuantos días para que descansara del trabajo y sus actividades, palabras
con las que ella recuerda haber concluido el tema.
En Bahía Solano como en muchas otras poblaciones del Chocó, las fuentes de
empleo son pocas y algunas limitadas a la explotación de los recursos naturales
como la pesca y la madera. Dentro de estas pocas opciones de sustento, Jairo
tenía un pequeño “plante” representado por dos motosierras y una lancha con
un pequeño motor fuera de borda, con los cuales conseguía lo necesario para
su familia y una que otra cosa para la casa y sus hijos.
Según cuenta Marina, su vida familiar era escasa, pues recuerda ver poco a su
marido debido a su rutina laboral, que consistía en viajar hasta una playa,
adentrarse en la selva con algunos trabajadores y las motosierras y quedarse
durante una semana tumbando árboles que después negociaba con la ayuda
de su socio. Éste, dueño de un barco de carga que trae víveres a la zona,
además de la gasolina para las máquinas, le aportaba el transporte de la
madera hacia un punto de comercialización, generalmente en Buenaventura,
para después de la venta partir ganancias y pagar los gastos.
Trabajar con madera es una labor que aunque exige sacrificios, es bien
remunerada, y a esta familia le permitía tener las comodidades básicas y vivir
bien, razón por la que Marina no se explica todavía porqué Jairo se metió con el
narcotráfico. Él en cambio le manifestó a su mujer en una carta que le envió
desde la cárcel, que se dejó llevar por su deseo de construir una casa grande y
bonita en un terreno que había comprado hace un tiempo, además de ponerle a
su mujer una tienda de víveres bien surtida, en donde se encontrara cualquiera
de los alimentos que no se consiguen fácilmente en Bahía.
Durante el poco tiempo que se quedaba en casa, una semana cada ocho días
después de trabajar en la playa, Jairo se dedicaba a aprovechar cada momento
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con sus hijos Johana de 11, Carlos de 5 y Jairito de 2 años, a los cuales según
Marina, es profundamente apegado.
De pocos amigos, y un tanto serio, como lo describe ella, su tiempo en casa lo
usaba para descansar, estar con su familia y ver televisión todo el día en el
mismo mueble de su sala donde aquel día de octubre yacía meditabundo.
Tristemente, Marina reconoce que por su nivel educativo sus opciones laborales
son pocas, ella tuvo que terminar su bachillerato tiempo después de vivir con
Jairo y nunca tuvo un empleo formal y por eso se resigna a continuar ofreciendo
los catálogos, para ayudarse con los gastos en la ausencia de su marido.
Aunque no pierde las esperanzas de que le resulte trabajo en alguno de los
lugares a donde llevó su hoja de vida.
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Al otro día de decidir su viaje y decírselo a Marina, sin tener reserva en ninguna
aerolínea, Jairo madrugó al aeropuerto de la localidad, desde donde viajó hasta
Medellín, ese mismo día tomó un bus hasta Palmira-Valle en donde vio a una
hermana. Allí no se quedó mucho tiempo dice Marina, quien supo que el martes
14 de octubre ya había llegado a Buenaventura y se disponía a viajar a un
caserío cercano, del cual no sabe ni el nombre ni la ubicación, aunque si
recuerda que no entraba señal de celular, razón por la que perdió el contacto
con Jairo hasta la tarde de ese mismo día cuando lo llamó a la casa de su
mamá y hablaron.
Al día siguiente Jairo se reunió hasta altas horas de la noche, según se enteró
Marina, con buena parte de sus hermanos y familiares, tiempo en el que
tomaron licor y hablaron por largo rato de cosas sucedidas en los cerca de
cinco años que no se habían visto: seguramente de la salud, del trabajo,
algunas anécdotas y quien sabe que más, aunque por lo que recuerda que le
contó Jairo, el tema principal fue que su tío Ulises estaba preso por narcotráfico
en Panamá y que a los dos meses de estar en la cárcel, la mujer ya tenía otro
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
marido. Tema que, asegura Marina, es uno de los más grandes miedos de Jairo
ahora que se encuentra preso, pues le ha dicho que piensa en que ella lo deje
de querer y termine haciendo lo mismo que la mujer de su tío.
Don Antonio, padre de Marina, quien tenía una muy buena relación con su
yerno piensa como Jairo, en la posibilidad de que su hija quisiera en un tiempo,
tener una nueva vida con otra persona y por eso le dice a ella que su deber es
esperarlo, no solo por sus hijos sino porque después de todo, él ha sido buen
marido y padre.
Ella, además de tener el amor como su más fuerte motivo para esperarlo,
piensa que de todas maneras es una mujer de treinta años, con tres hijos y un
poco malgastada físicamente, por lo que ve difícil que algún hombre quisiera
estar con ella. Por todo eso a Marina solo le queda esperar a que las
predicciones del abogado de su marido, con quien por cierto nunca ha podido
hablar, se cumplan y entonces no sean once sino seis años mal contados, los
que Jairo tenga que pagar en la cárcel por el delito de tráfico de drogas.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Las cosas no se veían nada bien, pero esa misma tarde, Jairo le devolvió la
llamada a Marina, la cual, recuerda ella, fue bastante rara por lo corta y su
anormal actitud, pero lo peor sería al final de la conversación, que Jairo remató
con una petición difícil de cumplir y muy seria, diciendo que no lo volviera a
llamar y que esperara que él se comunicaría en cuanto pudiera.
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Ese fin de semana fue un infierno para Marina sin poder hablar con su marido.
Las cosas empeorarían cuando al retornar la comunicación el lunes, recibió una
llamada que le quitó el poco de paz y calma que aún le quedaba.
Desde Buenaventura, una de las hermanas de Jairo la llamó y le preguntó que
si sabía de él o lo que le había pasado. Enseguida, Marina con enojo y
angustia, le respondió sumamente alterada que ¿cómo así? si se suponía que
él estaba allá, que ¡cómo no iba a saber ella donde estaba! Lo que Marina
escuchó como respuesta, nunca se le habría pasado por la cabeza: “es que
Jairo se fue a llevar un “viaje” y no se sabe si lo mataron o lo arrestaron”.
Éstos viajes, poco mencionados en el centro del país pero tema de cada día en
ésta zona de el Chocó, se realizan con la colaboración de otra categoría de
mulas que se encargan de transportar en las lanchas los cargamentos de droga
hasta sitios de desembarque en Centroamérica y México desde donde se
distribuye.
Las lanchas, que antes eran importadas y ahora son fabricadas en la misma
zona, pueden llegar a costar si son fabricadas por astilleros clandestinos entre
80 y 300 millones de pesos y están dotadas de sofisticados aparatos de
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Como para tripular una lancha de estas se requiere de una amplia experiencia
en navegación, quienes son reclutados a lo largo del litoral son hombres
medianamente jóvenes que, en su mayoría, se dedican a la pesca artesanal en
las poblaciones a lo largo de toda la costa pacífica. Esto indica, que los
tripulantes conocen algo del territorio costero, tienen las habilidades necesarias
para maniobrar las costosas y modernas embarcaciones en altamar, y son
pobres, situación que aprovechan los narcotraficantes para convencerlos.
Marina no daba crédito a que Jairo hubiera tomado semejante riesgo y que la
hubiera engañado haciéndole creer que iba a ver a su familia. Ella no entendía
porqué si Jairo jamás había hecho nada ilegal ni tenía amistades vinculadas a
la ilegalidad, terminó dejándose involucrar en algo así.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
le envió desde prisión, hizo pensar a Marina y a la gente sobre las altas
probabilidades que tenía la lancha de ser la que llevaba Jairo, pues la fecha
concordaba perfectamente con la de su salida, y el lugar donde la vieron según
los cálculos de los navegantes, sería por el que debía estar pasando en ese
momento.
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La mayoría del pueblo se dio cuenta ese mismo día de la situación de Jairo,
primero porque es un lugar pequeño y las cosas se saben rápidamente y
segundo, porque ella había ido a preguntarles a varios pescadores sobre el
rumor de la lancha y del muerto, a lo que le respondieron que sí era cierto y que
julanito y peranito habían visto en tal parte, cerca a tal playa, una lancha gris
con franjas azules que estuvo incendiada desde el viernes (17 de octubre)
hasta el domingo (19 de octubre), cuando se había consumido por completo.
Prácticamente todas las piezas coincidían y Marina estaba cada vez más
segura de dos cosas: que si su marido no estaba muerto, se lo habían llevado
preso los gringos. Pero, ¿Qué podía hacer ante una situación como la que
vivía?,¿a quien podría acudir? ó ¿qué haría cualquier colombiano en su lugar?,
ella, después de contarle a un abogado conocido lo que presuntamente había
ocurrido con Jairo, decidió seguir su recomendación de dirigirse a la base de la
Armada en la zona para buscar información, pues si había ocurrido alguna
captura, o algún decomiso de droga, ellos eran quienes debían tener los datos,
pero no. A la base militar iría en varias ocasiones de las cuales tres había
podido contactarse con el personal encargado, aunque solo al final y después
de un largo trámite recibiría noticias del paradero de su marido.
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que a los alrededores vieron flotando partes de un cadáver que podría ser el de
él.
Debía prepararse para lo peor, pues según las versiones de pescadores, en lo
que quedaba de las prendas que llevaba puesto el muerto, se distinguía una
camisa de manga larga gris con una sudadera del mismo color, datos que para
la desdicha de Marina y su familia, coincidiría con la descripción de la ropa que
llevaba Jairo aquella noche.
A ese punto, ya había pasado un buen tiempo desde su primera visita a la base
de la Armada y todavía no tenía ninguna razón de su esposo ni había recibido
la tan esperada llamada, por eso en la segunda ocasión, ya más angustiada por
las hipótesis y las habladurías de la gente, le dijo al comandante del Batallón
que ella no excusaba la actividad ilícita de su marido pero que de todas
maneras lo único que quería saber para estar tranquila, era si ellos sabían por
lo menos de su supervivencia.
Después de escucharla y decirle nuevamente que no estaban al tanto de su
paradero, le pidieron otra vez el número de teléfono y le dijeron de nuevo que
se fuera tranquila que iban a realizar algunas averiguaciones con las
autoridades competentes en los Estados Unidos, para saber si lo tenían allá y
cuando tuvieran la respuesta la llamarían para informarle.
Después de ese segundo intento por saber que le había sucedido a su pareja,
la situación se tornó aún más inaguantable para Marina, quien luego de
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Por primera vez Marina vería una luz de esperanza en su búsqueda, al recibir
por fin la llamada que le habían prometido varias semanas atrás. Ella, se
encontraba en una farmacia comprando medicamentos para su niño menor que
estaba enfermo, cuando de pronto sonó su celular; con la llamada la
convocaban a una reunión en el batallón para darle parte de una respuesta a su
petición.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Temiendo la difícil realidad que se le venía, ella por lo menos descansó al saber
que Jairo estaría con vida, lo que significaba mucho, teniendo en cuenta que en
esas operaciones, ella había oído que eran pocos los que salían ilesos.
A parte de la información suministrada, Marina recuerda que le dijeron en un
tono para ella fue acusador que a la Armada le habían impuesto una demanda
por ese caso, a lo que ella respondió que le daba mucha pena pero que ella
solo denunció la desaparición de su esposo y que si los habían demandado, los
responsables eran los otros familiares de los que iban con Jairo en la lancha,
porque ella no era la única que estaba moviendo eso, ellos también estaban
haciendo averiguaciones por su lado y ya se habían comunicado con Marina
diciéndole recién conocida la noticia, que a Jairo y al resto los tenían en Quibdó.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
averiguara el estado del proceso legal por el que su marido iba a pasar en los
Estados Unidos y como si intentaran ponerla a prueba, al decirle lo anterior
también la cuestionaron sobre la identidad del abogado, pues querían saber si
lo conocía o se había contactado con él antes, a lo que respondió que no sabía
quién era.
Luego de eso, la siguiente pregunta fue que si ella sabía si el abogado era
enviado por quien había mandado a Jairo a hacer ese trabajo, a lo que Marina
dijo también que no podía contestar, porque ella simplemente no sabía, como
tampoco, lo que iba a hacer su marido, pues si hubiera sabido con seguridad no
lo habría dejado ir y por eso él no le había contado nada.
Tan pronto conoció esa respuesta oficial, el panorama cambió muchísimo para
Marina y su familia, lo que se vio reflejado no solo en su ánimo y optimismo,
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Lo que sí es claro para ella, es que si no hubiera sido por la presión ejercida
con la denuncia ante el personero, quizá no se habría enterado de la situación
de Jairo, pero lo que más le da rabia, es que viéndola sufrir no le hubieran
informado de la captura de su esposo y que “estando la ley aquí, los dejaron
llevar de los gringos, pues si aquí también hay cárceles porque no los dejaron
para que pagaran lo que tuvieran que pagar por sus delitos”.
Al respecto, una fuente de la Armada que estuvo relacionada con el caso, dijo
extraoficialmente que en realidad ellos no tenían información de la captura de
los ocupantes de la embarcación y que en estas operaciones de interdicción
marítima transnacionales que son totalmente legales, las autoridades
estadounidenses tienen toda la potestad de llevarse a las personas que
capturen traficando en altamar.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
cuando Marina se dio cuenta, apenas habían pasado algunos días de la captura
y aun ellos no habían sido informados del hecho.
Un poco más tranquila por saber que su esposo se encontraba con vida, pero
triste por enfrentarse a su encarcelamiento, Marina recibió de manos del
Personero, la copia del oficio emitido por el batallón respecto al caso de Jairo y
en éste había, además de datos del lugar donde se encontraba recluido ,
información sobre el abogado público designado a su caso, tal y como lo se
mencionaron en su encuentro con personal de la Armada, aunque habiendo
superado la incógnita de su paradero, Marina tendría que enfrentarse a un
nuevo obstáculo para saber más de su marido: las barreras del idioma.
Al poco tiempo de que Jairo fue llevado a los Estados Unidos, como es
obligatorio en todos los procesos judiciales, le fue permitido hacer una llamada
a sus familiares para avisar en que situación se encontraba, corriendo con tan
mala suerte que el celular de Marina siempre se iba a correo de voz, ¿la razón?
coincidencial y desafortunadamente se le había dañado a los pocos días de que
él viajó, pero eso él no lo sabía y las cosas no estuvieron de su lado ya que al
intentar llamar a la casa de su suegra tampoco pudo comunicarse y dejó de
intentarlo debido al aislamiento en el que lo tendrían mientras comenzaba el
juicio.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Como los intentos por hablar telefónicamente con Marina fallaron, Jairo decidió
enviarle una carta para intentar informarle, que se encontraba vivo y bien de
salud. El problema fue que aunque la carta efectivamente llegó, no sería
entregada sino casi un mes después de su desaparición, cuando ya le habían
informado a Marina por medio del Batallón, que él se encontraba en los Estados
Unidos preso por narcotráfico.
Antes de ese momento Marina no tenía ninguna idea del estado de Jairo y solo
sabía de su supuesta supervivencia a partir de lo que la Armada le informó. Sin
embargo, un poco desconfiada expresaba que hasta no hablar con él no se
convencería de que estaba vivo.
Como si fuera un auxilio divino, por esos días se encontraba de vacaciones una
joven que estudiaba en una Universidad de Medellín hija de una amiga suya.
Fue entonces cuando a Marina se le ocurrió, asumiendo que la muchacha sabía
inglés, pedirle el favor de hablar con la secretaria del abogado de su marido en
los Estados Unidos y tratar de preguntarle por él y su situación.
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En las páginas escritas con tinta azul, Jairo le pedía perdón por haberse ido a
escondidas, diciéndole lo arrepentido que estaba de esa decisión y haciéndole
la promesa de que nunca volvería a hacer una cosa de esas. Allí, también le
hizo saber que desde que lo atraparon no apartó ni un minuto de su cabeza los
consejos que ella le dio cuando hablaron de la situación de su tío capturado por
lo mismo y lo diferente que sería todo si la hubiera escuchado.
De las otras cosas que le escribió a su amada Marina en la carta, le hizo énfasis
en si le habían entregado “algo”, y que en caso de que no, se comunicara con
un número de teléfono celular que a continuación le daba para que lo
reclamara. Al leer las líneas en las que él hablaba del “algo”, Marina temió lo
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
peor: que ese “algo” que seguramente significaba dinero, jamás llegaría a sus
manos y que entonces su marido no solo estaría preso y lejos de ella, sino
además sin un peso en el bolsillo como al principio.
Marina le hizo llegar otra carta para contarle, por lo que había pasado, cómo
estaban los niños y su papá y sobre todo, lo mucho que lo extrañaban. Pero en
ese sobre enviado con tanto esfuerzo económico, le mandaba cosas que
seguramente lo pondrían mal y acabarían por deprimirlo más como la foto de
sus hijos, la noticia de que su hermano también había caído preso en Panamá
y, la más importante, que lo habían tumbado, que lo utilizaron, que nadie la
buscó nunca para darle ese “algo”, y que nadie contestó ese número de
teléfono que le dieron.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Para esas averiguaciones, ella solo contaba con un número de teléfono que le
había mandado Jairo en la carta. En su viaje a Cali, Marina iba resuelta a
averiguar que había pasado con esa plata que podría ayudarle por un buen
tiempo con la manutención de su familia, pues la realidad era que, Jairo iba a
pagar varios años en la cárcel y sus hijos ahora dependerían de ella.
La decisión de viajar la tomó una vez envió la carta a Jairo y por eso no le
comentó nada. Cuando tenía todo listo, se comunicó con quien para ella es el
culpable de todo: su cuñado Alberto, a quien le puso una cita en Cali para
hablar de lo ocurrido.
Culpas ajenas
Estos viajes no son una cosa a la ligera, se supone que se arman con tiempo y
buena logística, pero Marina seguía con la duda de si el de Jairo, había sido el
caso, pues no tenía claro si su marido sabía a lo que iba cuando viajó
supuestamente a visitar a su familia.
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Al encontrarse con ella, Marina pudo desahogarse de tantas dificultades por las
que había pasado con la situación de su marido, pero al preguntarle por lo que
supuestamente les iban a pagar a ellos, la respuesta no fue tan alentadora
como la charla, ya que Teresa le dijo que si fuera por esa plata ella se hubiera
muerto de hambre con sus hijos, al igual que las otras mujeres.
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Marina se enteró de que ante el ofrecimiento, Jairo aceptó y Alberto le dijo que
en el próximo viaje que saliera iría él, sin saber por supuesto que ambos
terminarían presos en diferentes países, a miles de kilómetros de sus hogares y
sin ver un solo peso de los que le habían prometido.
Aunque a muchas personas les ocurre que no les cumplen con los pagos,
muchos otros siguen aventurándose, convencidos de que a ellos sí les
cumplan.
Como estaban las cosas y con lo que le había dicho su cuñado, para Marina,
Doña Ana, mamá de Jairo, también había tenido que ver con lo que sucedió a
él, pues al no detenerlo o avisarle, fue tan culpable e irresponsable como su
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
marido, aunque según su suegra, ella tampoco estaba enterada de lo que Jairo
iba a hacer.
Dos meses atrás, cuando en el pueblo se supo lo del viaje con droga de Jairo y
su posible muerte, Alberto viajó hasta Bahía Solano a ver a su papá que estuvo
a punto de morirse por la impresión que le causó la noticia. Sin saber que él
también correría con la misma suerte de su hermano Jairo, semanas después,
Alberto efectivamente salió de Colombia con otro cargamento de coca, esta vez
hacia Panamá, donde después de entregar la mercancía, las autoridades,
capturaron a los integrantes de la tripulación de la lancha que, aunque ya había
desembarcado la droga, tenía todavía rastros de haberla transportado. Allí
quedó entonces también Alberto.
Con él, ya eran tres los miembros de la familia de Jairo que se habían
involucrado con el narcotráfico y lo pagaban con cárcel, el tío y sus dos
sobrinos. Cuando las “mulas” caen, piensan en su mayoría, que recibirán ayuda
de quienes los metieron en el problema, pero al contrario, sigue quedando
demostrado que sus jefes son los primeros que se desaparecen, en la mayoría
de ocasiones, junto a la plata que ellos creen les darán a sus familias en caso
de que los atrapen, tal y como le pasó a Jairo.
Se supone que las personas que llevan cargamentos con droga reciben, antes
de embarcarse, la mitad del pago, que según el cargamento puede llegar a los
100 millones de pesos, por lo que Marina no entendía si Jairo se había
arriesgado tanto, cómo no exigió antes algo de dinero, suponiendo que
estuviera pensando en su familia.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
a hacer algo, pero ese algo, como lo dice Marina irónicamente, fue regalársele a
una cárcel panameña y dejar peor a su familia.
La alegría por la llamada de Jairo fue tanta que, en la casa todos empezaron a
llorar y a gritar de emoción, razón por la que casi no hablaron con él. De todas
maneras, ya habían podido escucharlo y eso los tranquilizaba, por lo que lo más
importante era decirle a Marina que él la iba a llamar el jueves a la casa y que
no sabían cómo, pero que tenía que regresar cuanto antes.
Era un martes y Marina no podía creer lo que su mamá le decía, la verdad ella
no había planeado mucho su viaje a Cali, por lo que no sabía cuánto se iba a
demorar ó cuando volvía y por eso no tenía cupo separado de regreso. Desde
Cali, Marina se las ingenió para viajar en bus hasta Medellín y de ahí tomar
avión hasta Bahía Solano en menos de un día para esperar la tan anhelada
llamada.
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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.
Desde esa primera vez en que volvieron a hablar, Jairo y Marina se comunican
frecuentemente, no solo por cartas sino también por teléfono, pero ella dice que
le gustaría, aunque sabe que no es posible, que lo pasaran a una cárcel
colombiana, pues así por lo menos lo podría ver más fácil. Jairo por su parte,
piensa mucho en perderse el crecimiento de sus hijos y dejar sola a su esposa
al frente de todas las obligaciones.
Ahora ya no es tan difícil recibir las llamadas de Jairo, pues al principio lloraba
inconsolable cuando él la llamaba y por eso tenía que esconderse de los niños,
quienes en medio de su inocencia, le preguntaban porqué lloraba, por lo que a
ella le tocaba irse un momento para la casa de sus padres para tranquilizarte.
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estudio. Para Marina la incógnita de qué fue lo que sucedió continúa, pues por
medio de las cartas no dice nada por temor a que le genere problemas, y
menos por teléfono, por lo que también le dice a Marina que cuando hablen
evite hacer preguntas relacionadas con el viaje, así que en sus charlas solo
platican de cómo están, lo que hacen y lo que les ha pasado.
Por ahora, para Marina lo que sucedió el día que capturaron a Jairo es un
verdadero misterio, por lo menos de boca de él, aunque según la emisión en
Internet del diario estadounidense The Tampa Tribune publicada el 13 de enero
de 2009, un helicóptero de la Guardia Costera de los EE.UU, descubrió el 16 de
octubre la lancha rápida de *Jairo, que se encontraba a 25 millas marinas al
norte de costas colombianas, tal y como le contó someramente en una carta su
marido.
Según este diario que hablaba de las penas que enfrentarán los colombianos
detenidos, la tripulación de la aeronave estadounidense observó desde el aire,
la coca y los barriles de gasolina que los sujetos llevaban en la cubierta y cómo
ellos mismos arrojaron el cargamento al mar cuando se sintieron sorprendidos.
Inmediatamente ocurrió esto, el helicóptero interceptó la lancha haciéndole tres
ráfagas de disparos como aviso para que se detuviera, aunque solo a la tercera
advertencia pararon.
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En el negocio del narcotráfico parece que cada acción está siempre calculada,
por eso si desde un punto de vista arrojar la cocaína al mar resulta
aparentemente perdida, el hecho tiene un efecto contrario o por lo menos
menguante, ya que tirando la droga al mar, aunque arresten a la tripulación de
la lancha, se puede garantizar en cierta medida que las autoridades no la
recuperen, por lo menos en su totalidad, y entonces llegue a poblaciones
cercanas en donde la recogen y venden de nuevo a sus dueños.
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Este proceso penal que es el mismo que se lleva a cabo en los Estados Unidos
es completamente desconocido para Marina, quien solo piensa en el momento
en que Jairo recobre la libertad. Al respecto de la situación de su marido, ella
ignora los detalles de la captura porque él no ha podido contárselos, sin
embargo cree que la cantidad de droga con la que lo atraparon debió haber sido
grande, pues sino hubiera sido así, los norteamericanos no perderían el tiempo
llevándoselo.
Al alegato entendible de su esposa, Jairo le dijo en sus primeras
conversaciones desde la cárcel, que “lo que pasó ya pasó y qué se le va a
hacer”. Por eso, a pesar de su tristeza por estar tan lejos y sin su familia, el
pensamiento que lo invade en todo momento es el de perder a Marina y que
ella no sea capaz de esperarlo tantos años.
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Esta parece una historia peculiar y de pronto nada común en el resto del país,
pero le ha sucedido a muchos en este pueblo y en el resto del litoral, como
también a muchas mujeres como Marina a las que sus maridos, algunas veces
pescadores, otras aserradores como Jairo y otras desempleados, como casi
todos, recurren cada vez más a éstas alternativas de ilegalidad y peligro, por
necesidad, ya que las mismas condiciones de la zona facilitan que por no haber
trabajo, educación, o salud, muchos tomen esta determinación, buscando darle
mejores condiciones de vida a sus numerosas familias.
BIBLIOGRAFÍA:
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De Internet.
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• Radio santa fe, 2008, 31de julio, “176 kilos de clorhidrato de cocaína fueron
incautados en aguas del Pacífico colombiano”,[en línea], disponible
en:http://www.radiosantafe.com/2008/07/31/176-kilos-de-clorhidrato-de-cocaina-
fueron-incautados-en-aguas-del-pacifico-colombiano/, recuperado: 2 de agosto de
2008.
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Documentos.
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