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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

La pesca Blanca: Asesino silencioso del Pacífico.


El narcotráfico como factor de cambio en poblaciones del litoral
Pacífico. El caso de Bahía Solano y sus transformaciones.

Con seguridad muchos solaneños pensarán hoy, que habría sido mejor no
descubrir, que lo que por muchos años creyeron ver en el mar cuando
pescaban, no eran bandejas de pollo, sino en realidad, kilos de cocaína. Si
siguieran en la ignorancia, quizá ese fenómeno no hubiera transformado sus
vidas como lo hizo, o tal vez medio pueblo no tendría que quedarse sin nada, si
algún día la justicia decidiera cobrar lo que le corresponde y les aplicara la
extinción de dominio.

El precio pagado al dejarse deslumbrar por el dinero rápido “no fácil, porque se
paga con la vida” es muy alto: haber perdido la tranquilidad, estar
económicamente peor que antes y ver cómo dos generaciones de atraso serán
difíciles de recuperar.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Introducción

Desde 1999, Bahía Solano, Chocó, ha sido epicentro, al igual que muchas otras
poblaciones de la costa Pacífica, de varios fenómenos causados por el fuerte
impacto del narcotráfico en la región, desconocido en todas sus dimensiones
por la mayoría. De ahí, surge entonces el principal motivo para realizar ésta
investigación, que intenta describir lo mejor posible, las situaciones más
importantes registradas en una población que vive las consecuencias de un mal
que aqueja de diferentes formas, a gran parte del país.

Este reportaje compuesto por 3 capítulos, cuenta a través de ellos, cómo es el


panorama de un problema generalizado. Está realizado con base en
testimonios de personas relacionadas directa e indirectamente con el fenómeno
del narcotráfico, que a través de varias circunstancias, vislumbran desde sus
puntos de vista, la evolución de una modalidad desconocida del tráfico de
drogas.

Por medio de las historias de algunas personas que salen a “coquear”, de una
mujer que por culpa del narcotráfico tiene a sus marido preso en el exterior, de
un joven que espera cada temporada de coca con esperanza, de hombres que
lo han ganado todo y lo han perdido todo por el narcotráfico, una mujer que se
arriesga como los hombres y un pueblo que ha dejado de ser lo que era…

El primer capítulo, La Pesca Blanca: realidad de un mundo ficticio, es una


recapitulación de los antecedentes del narcotráfico en la región pacífica de
Colombia que trata de explicar porqué la zona se ha convertido en estratégica
para las organizaciones delincuenciales y cómo esto afecta a las poblaciones
en su cotidianidad.
El segundo, describe las transformaciones puntuales más impactantes que ha
sufrido Bahía Solano por el narcotráfico y hace un recuento de los inicios de la
actividad con la coca y la forma en que se ha visto influenciada la forma de vida
en la población.
Y el capítulo final, cuenta la historia de un hombre que fue capturado en aguas
colombianas por autoridades estadounidenses, cuando trataba junto a otras
personas, de transportar un cargamento de cocaína hacia ese país, y cómo
ésta situación ha afectado a su familia, al igual que muchas otras que también
la viven en el litoral Pacífico.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

ÍNDICE

CAPÍTULO I
LA PESCA BLANCA: REALIDAD DE UN MUNDO FICTICIO
5. El narcotráfico: un problema tipo “exportación”
6. El Pacífico: zona de estrategias
9. Un referente: Evolución de la amenaza
15. Lo que pasa con la coca
18. Las autoridades contraatacan

CAPÍTULO II
EL CASO DE BAHÍA SOLANO Y SUS TRANSFORMACIONES

26. Una verdadera pesca milagrosa


28. ¿Quién pidió pollo?
33. Una difícil faena
45. Un riesgo pa` machos
47. Dinero maldito

CAPÍTULO III
GOLPES DE SUERTE
52. Sueño colombiano, pesadilla norteamericana
59. Un viaje al calvario
75. Culpas ajenas
82. Con las manos en la “coca”

86. Bibliografía

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

El narcotráfico: un problema tipo “exportación”

Aunque la Organización de Naciones Unidas, asegura que Colombia continúa


siendo el mayor productor de cocaína del mundo, la buena noticia resulta ser,
según el informe anual de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el
Delito (ONUDD) presentado en junio de 2009, que el año pasado la producción
de éste país cayó a su nivel más bajo en toda una década.

De acuerdo con el informe, la reducción se debe a la disminución de la


demanda, la exitosa erradicación de cultivos y al fuerte control de las
autoridades, que dejaron positivos resultados en cuanto a incautaciones y
redadas que representaron la confiscación de 200 toneladas más de coca que
el 2007.

Las cifras presentadas, hablan de un 28% de reducción en la producción del


año pasado, lo que significa que Colombia está produciendo en la actualidad
430 toneladas de coca, en comparación de las más de 1000 toneladas que
producía al iniciar el Plan Colombia en 1999.

Esta información que además señala lo difícil que se ha vuelto transportar la


droga hacia el exterior, dice que debido a la reducción de la producción, se está

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impulsando precios y disminuyendo la pureza, lo que también ha ayudado a la


baja en la demanda.

Pero si bien son evidentes los esfuerzos de la fuerza pública por combatir al
narcotráfico, también es cierto que el negocio sigue siendo rentable, por lo que
a muchos no les importa arriesgarse a perder su libertad por conseguir “dinero
rápido (no fácil porque también se paga con la vida)”.

Con niveles alarmantes, el del tráfico de cocaína, se ha convertido


mundialmente en un problema de gran preocupación debido a las
consecuencias devastadoras que trae consigo, como el incremento de
consumidores, crimen organizado, corrupción, y conflictos económicos y
sociales, entre otras secuelas que a las autoridades nacionales e
internacionales se les hace difícil controlar.

El Pacífico: zona de estrategias

La producción y el tráfico de cocaína en Colombia son actividades que no solo


han creado un paradigma de la imagen del país, sino también, múltiples
problemas sociales, económicos y ambientales irreversibles, que afectan en
mayor medida, a algunas poblaciones ubicadas estratégicamente en el litoral
Pacífico colombiano.
De forma paradójica el caso de ésta región de 49.930 kilómetros2, es de los más
preocupantes de Colombia, pues a pesar de su importancia en el desarrollo del
país, tiene una de las situaciones más delicadas de violencia, exclusión, y
desigualdad i contrastado con la riqueza en recursos naturales que posee.

Lo de las consecuencias del narcotráfico resulta ser, más allá del uso que
hacen de ésta región distintos grupos armados para sus fechorías, que con este
negocio redondo se ha generado a la par, toda una cadena de actividades

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

económicas que giran alrededor del narcótico y que afectan a las poblaciones
de las zonas en donde se cultiva la planta y mucho más aún, las cercanas a las
rutas por donde se transporta el producto.

Sumado a estos factores tan importantes, otras condiciones como la pobreza, la


falta de educación y la corrupción, son las que han ayudado también a la
proliferación del tráfico de drogas, armas y dinero que afectan desde hace
varios años la forma de vida de muchas poblaciones.

Las zonas costeras de esta región del país, se han convertido desde un tiempo
hacia acá, en corredores vitales de los grupos narcoterroristas que comercian
drogas, debido a las condiciones de facilidad que da la topografía y a la intensa
persecución y vigilancia de las autoridades a los traficantes que usan las rutas
aéreas y terrestres para el mismo fin.

Esto, lo reafirma el reporte de Evaluación Nacional de la Amenaza de la Droga


2008, del Centro de Inteligencia Nacional de la Droga del Departamento de
Justicia de Estados Unidos, según el cual, desde el 2006, la del Pacífico es la
ruta principal en el transporte de cocaína hacia Estados Unidos, en una vía
conformada también por el “corredor México-Centroamérica”.

Un informe similar, esta vez el más reciente de “Análisis sobre riesgo de


drogas” presentado en febrero de 2009 también por el Departamento de Justicia
de Estados Unidos, hace énfasis en que precisamente el 69% de la droga que
ingresa a ese país, sale de Colombia por el litoral Pacífico y utiliza esta ruta
para llegar a sus costas con lo que sigue siendo importante y frecuente, el paso
por las costas de Centroamérica que realizan las lanchas rápidas al sacar la
droga desde Colombia.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Al respecto, según la 99.000 Ha

 
Armada Nacional, de la ,6 %
– 13
)
ns 07
 To (20
producción estimada de 599 Ton de Coca
599 Ton de Cocaíína 8 2 .2 %  
16 195 Tons – 32,5%
Producció
Producción Estimada 01 TM
34,4% (2007)
coca en Colombia para el 2008
año 2008 (599 toneladas), 81 TM

256 toneladas fueron


76 TM
sacadas del país a través
228 TM
64 TM
256 Tons– 42,7%
del Pacífico, lo que 137 TM
35,2% (2007)
12 TM
representa casi un 50%. El
resto salió por Amazonas,
Fuente: Armada Nacional. 11 %
 –
Memorias, Simposio on s
Venezuela y el Caribe. 6 6 T
% (2
0 07
)
Internacional contra el 1 4,2
Narcotráfico, Cartagena,
noviembre 2008.

Pero la razón por la que en los últimos años el tráfico de droga por mar, (sobre
todo por el Pacífico), ha tomado tanta importancia, tiene que ver con que la
seguridad y la vigilancia aérea se ha extremado tenazmente y no solo en los
aeropuertos de Colombia y Estados Unidos, sino por supuesto en el espacio
aéreo de cada país a donde llega el narcótico, razón por la cual el océano se ha
convertido en la opción más viable de todas para el transporte de ésta
mercancía y otras del mismo tipo, como la marihuana, que en el último año
según algunas incautaciones de la Armada de Colombia, también ha
aumentado su cantidad de exportación.

En cuanto a las rutas, hay algo claro: son tan variadas y numerosas que logran
seguir siendo efectivas, aunque no tanto como antes. Esto se debe a que los
fuertes controles de las autoridades han hecho que los traficantes en cada
ocasión cambien sus formas de operar y por ejemplo ya no salgan directamente
desde un punto con los cargamentos completos, sino que zarpen vacíos y

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

recojan a lo largo del trayecto, después de otra fase del negocio, el cargamento
que generalmente tienen repartido en varias poblaciones.

Lo anterior demuestra de qué modo el operar de los “narcos” ha sido


diversificado como respuesta a las exigencias del momento y los controles de
las autoridades, situación que contrasta con la idea popular de que la cocaína
cuando es embarcada se saca de inmediato del país y que las lanchas solo se
detienen en su destino y en caso de “coronar” ahí termina el asunto.

Respecto a ese tema, la verdad es que en ocasiones, el transporte de la droga


atraviesa por varias fases e intermediarios antes de llegar a su sitio de entrega,
como lo confirma una fuente de la Armada, quien dice que las lanchas rápidas a
medida que acumulan la valiosa carga, hacen estaciones en los esteros más
escondidos de litoral, recorriendo rutas costeras para evitar los encuentros con
las autoridades, quienes por su experiencia esperan encontrarse a los
traficantes mar afuera en donde comúnmente ocurrían las incautaciones.

Para muy pocos queda como secreto la importancia que la costa Pacífica tiene
para las organizaciones narcotraficantes; pero lo que se desconoce, es la
realidad y los efectos que ésta situación, muy diferente a lo que se imagina la
gente, ha producido durante años en la mayoría de poblaciones costeras a lo
largo del litoral Pacífico colombiano.

Un referente: la evolución de la amenaza

El transporte de drogas ha mostrado una gran evolución al pasar de los años y


según las circunstancias del país. En la época de los grandes capos de los
carteles de Medellín y Cali, cuando Colombia empezaba a encabezar la lista de
productores mundiales de la planta de coca, diferentes tipos de aeronaves

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

fueron los primeros medios elegidos para el transporte de la droga a otros


países, por lo que simultáneamente se hicieron famosas las pistas clandestinas
y los tanqueos de combustible ilegales en todo el Caribe, que al principio se
constituyó como el principal punto de salida de la mercancía.

Luego, gracias a los controles de Colombia y la intervención de EE.UU. en el


problema, se logró que las rutas aéreas fueran poco a poco neutralizadas, pero
esto a su vez dio paso a que las mulas humanas paulatinamente ganaran su
lugar en la amplia estructura de transporte usada por el narcotráfico.
Con la aparición de las mulas, las medidas tomadas por las autoridades no se
hicieron esperar y de nuevo la arremetida de los mandos colombianos en
conjunto con los estadounidenses, surtió efectos originando que este mercado
relegara igualmente su importancia y papel, a las lanchas rápidas o Go Fast,
que asumieron prontamente un puesto privilegiado en las organizaciones, sin
significar esto que las avionetas y las maletas humanas (mulas) dejaran de
usarse.

Las principales rutas marítimas en ese entonces eran las del Caribe. De un
lado, los cargamentos salían por la Guajira y al otro extremo, el cartel de
Medellín usaba su salida al mar por Urabá. Estos serían entonces los primeros
trayectos establecidos por agua para sacar de Colombia cocaína hacia el
exterior, pero al aumentar también el control y vigilancia en esa zona norte del
país y en los numerosos destinos sobre todo en islas del caribe, la del Pacífico
tomó inmediatamente su lugar, como la ruta más importante y la de mejores
resultados cuando de “coronar” cargamentos se trataba, debido a que era
menos vigilada y es una zona amplia que permitía mayor movilidad y con
menos posibilidades de detección que en el Caribe.

Lo del posicionamiento de ésta ruta de transporte coincidió a su vez con dos


situaciones importantes.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

La primera, que los sembrados de coca, laboratorios, cocinas y demás


estructuras al servicio del narcotráfico que antes operaban en zonas cocaleras
por tradición en la región sur oriental del país, empezaron a trasladarse más
cerca al litoral Pacífico.
Así lo muestra la Dirección Nacional de Estupefacientes en el censo de Cultivos
ilícitos 2007 (presentado el año pasado-2008), donde indica que, en cuanto a
los aumentos significativos de áreas cultivadas con coca, los más importantes
entre 2006 y 2007 se presentaron en la región del Pacífico (+38%) con la mayor
cantidad de cultivos (26%) del total nacional, una situación originada gracias a
la necesidad de aumentar las probabilidades de transporte, pues era más fácil
sembrar, procesar y transportar la coca desde un mismo lugar, que arriesgarse
a que el producto fuera incautado en el trayecto desde los sembrados hasta el
sitio de embarco como comúnmente sucedía.

En eso tendría mucho que ver el conocido narcotraficante Olmes Durán, alias el
“doctor”, extraditado a Estados Unidos en 2007, quien habría tenido gran
responsabilidad en la implementación de ésta ruta, usando como fachada
numerosas empresas de madera y pesca etc., básicamente en el municipio
chocoano de Bajo Baudó (Pizarro), que es una de las principales zonas de
transporte de coca actualmente.

La segunda circunstancia que jalonaría el éxito de éste trayecto, sería el hecho


de que a finales de los noventa, en Colombia se produjo un incremento
abrumador de hectáreas sembradas de coca, debido a la creciente demanda
externa y la descendente producción en Bolivia y Perú, lo que sumado a la
cercanía con Centro y Norteamérica aumentó la facilidad con que se enviaba la
mercancía hasta esos lugares.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Pero la aparente facilidad ARMADA NACIONAL

Cambio de Tácticas de la Amenaza


y confianza con que los
1993 2002 2005 2007 2008
narcos operaban por esta
zona, se acabaría cuando
en 1993, la Armada
Nacional de Colombia hizo
el primer descubrimiento
de un semi-sumergible
usado por el narcotráfico,
lo que advertiría a las MEJORAMIENTO DESARROLLO DE SEMI‐SUMERGIBLES
DE LAS GO‐FAST Y SUMERGIBLES 
AUTO‐HUNDIMIENTO
autoridades de un nuevo PRIMEROS SPSS

intento, el más efectivo de todos, de burlar los controles de la fuerza pública,


que en el año 2008 impidió la salida de 27 de estos artefactos, reportando hasta
Junio del presente año la incautación de otros siete.

Estos aparatos, la mayoría de fabricación artesanal se han convertido en un


medio de transporte muy eficaz para las organizaciones narcotraficantes, pues
proporcionan mayor seguridad y efectividad, ya que por las características de
su construcción “se mimetizan con el mar y restringen el campo de visión de
interdicción por dejar solo una pequeña parte de su estructura a la vista,
dificultando la detección por parte de los sensores y radares que los buques y
aeronaves de las autoridades utilizan para este propósito, eso sin contar la
capacidad de transportar hasta 30 toneladas de droga en comparación de las
máximo 3 toneladas que se pueden transportar en una lancha rápida.

El conocimiento de ésta nueva modalidad de transporte aumentó más, las


alarmas que las autoridades ya tenían por la utilización también de buques
mercantes y pesqueros para el transporte de la droga; de todas maneras la
atención continuaría puesta sobre las lanchas rápidas y una situación delicada
que empezó entonces a presentarse con las interdicciones marítimas.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Si bien los semi-submarinos eran la forma más ingeniosa que se habían


inventado para traficar con los alcaloides, prontamente las fuerzas militares
implementaron los mecanismos para su neutralización y por lo costoso y lento
de la fabricación de éstos aparatos, las lanchas tipo “Go Fast” continuaron
siendo el principal modo de tráfico, sumado a la ejecución de una novedosa
táctica de autohundimiento aplicada en principio a los semisumergibles, cuando
se veían al descubierto.

El hecho de que en la legislación colombiana no hayan sanciones penales para


quienes usen, construyan, comercialicen, tengan y transporten semi-
sumergibles o sumergibles, generó la posibilidad de que hundir el aparato junto
con la evidencia, evitaba la penalización de dicha conducta como narcotráfico, o
cualquier otro delito, por lo que la gente, sobre todo pobladores de la zona de
influencia del ilícito, continuaron involucrándose en estas actividades poco
santas primero por el incentivo económico y segundo por las poco drásticas
consecuencias legales de estos actos.

Al respecto, la Armada Nacional mediante sus unidades de inteligencia militar,


logró determinar que la mayoría de las personas que se embarcan en las
lanchas Go Fast y los artefactos semi – sumergibles, son los pescadores y
lancheros nativos del área del Pacífico colombiano, que por ser de bajos
recursos económicos, son convencidos fácilmente por los narcotraficantes para
ser usados como tripulación de éstos aparatos, debido también a su experiencia
y conocimiento en navegación y maquinaria naval. Tal y como lo menciona el
Informe de Ponencia para el segundo Debate al Proyecto de Ley No. 215 de
2008 Cámara - 99 de 2008 Senado “Por medio de la cual se adicionan los
artículos 377a Y 377b a la Ley 599 de 2000 (Código Penal), se crea el tipo
penal de Uso, Construcción, Comercialización, Tenencia y Transporte de Semi
sumergibles o Sumergibles” presentado el 27 de mayo de 2009.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Las lanchas Go Fast y los semi sumergibles que transitan con la droga hacia
Panamá, centro América y EE.UU. parten generalmente cargados con la coca
desde manglares y estuarios selváticos cercanos a poblados sureños de Nariño
y Cauca, por lo que para llegar a sus destinos, obligatoriamente tienen que
pasar por aguas de todos los municipios costeros del Chocó: Bajo Baudó
(Pizarro), Nuquí, Bahía Solano, hasta Juradó (límites con Panamá).

Lo ignorado del asunto hasta hace poco, era que en ese último trayecto, crucial
para sacar la droga de aguas nacionales, se empezaron a presentar, desde que
se descubrió lo estratégico de la zona y la importancia para el narcotráfico, una
serie de problemas relacionados con la inseguridad y otra serie de hechos
delictivos, a partir de los cuales se hizo una amplia designación de fuerza
pública en la región, representada en la creación de batallones de Infantería de
Marina, construcción de estaciones de Guardacostas de la Armada y aumento
de Policía, con el fin de controlar la difícil situación .

A partir de ese momento, las autoridades han tenido que encargarse no solo de
sus labores propias sino también de la vigilancia, inteligencia y repelencia, del
narcotráfico, que parece haber invadido todos los ámbitos de las poblaciones de
la zona costera del Chocó y a su vez ser la fuente de esa inseguridad
inexistente antes en la región.

La delicada situación de orden público en poblaciones como Bahía Solano fue


atribuida además del comercio de droga, a la llegada intempestiva y frecuente
de personas no oriundas de ésta región, que según algunos de sus habitantes
tenían vínculos con grupos armados ilegales que a su vez manejaban el tráfico
de drogas por esa zona. Dichas personas empezaron a causar preocupación
entre los habitantes, debido a que de la misma forma en que aparecían se iban

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

sin dejar rastro, lo que para muchos era señal de que algo malo iba a ocurrir,
como efectivamente pasaría.

Lo que pasa con la coca

Según el comandante de la Fuerza Naval del Pacífico, contralmirante Jesús


Alberto Bejarano, con el tratado de Interdicción Marítima de Estados Unidos se
ha logrado incautar del 1 de enero al 17 de junio de 2009, aproximadamente 47
toneladas de cocaína en el Pacífico, cifra que sin lugar a duda demuestra un
alto porcentaje de efectividad en comparación con las 54 toneladas incautadas
a septiembre de 2008.

Pero a pesar de los balances positivos en cuanto a la lucha contra el


narcotráfico que hablan de incautaciones de droga y suministros, capturas,
destrucciones de laboratorios, erradicaciones de sembrados… presentados
ante los medios de comunicación y la opinión pública, el panorama en el fondo
no es tan alentador, pues si bien los resultados son mejores de un año a otro
frente a la neutralización del narcotráfico, son muchos los puntos negativos,
relacionados por ejemplo con las hectáreas de bosque taladas por sembrar
coca y los efectos sociales y económicos en las poblaciones donde el influjo es
mayor. Como en el caso de las poblaciones costeras del Chocó, que vienen
siendo utilizadas por las bandas criminales para el negocio ilícito.

En ese sentido, la situación más preocupante es la de los pescadores, quienes


buscan la droga que cae al mar cuando las autoridades realizan persecuciones,
pues como dijo el comandante Bejarano, “los pescadores ya no salen a pescar
sino cuando oyen que estamos persiguiendo embarcaciones con droga, salen
inmediatamente a ´coquiar`, a pescar una paca de éstas, porque cada kilo vale
25 mil dólares y los narcotraficantes le pagan a estos pescadores por una paca
de 20 kilos, 50 millones de pesos”.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Sin lugar a duda la situación económica de una región en donde la mayoría son
de escasos recursos y no tienen trabajos estables y con garantías salariales, ha
hecho que la motivación inicial de los pobladores sea la consecución de dinero
fácil, facilitándoles a los narcotraficantes el reclutamiento.

A pesar del incremento de la vigilancia y los controles que el gobierno nacional


y las autoridades han tratado de hacer sobre este ilícito, no siempre se obtienen
los mejores resultados, y esto se evidencia en los casos en los que la droga
transportada en las lanchas rápidas tipo “Go Fast” que la Armada interceptaba
hace unos años, no se podía recuperar y por el contrario terminaba en el mar
incinerada ó flotando a la deriva junto a las embarcaciones.

En el último de los casos la droga era arrastrada por las corrientes y el oleaje,
algunas veces hasta las orillas de pueblos costeros cercanos, aunque por lo
general, a ese punto ya la mayoría de los pobladores sabían que algún
cargamento había caído al mar y se dirigían a buscarlo, incluso con
coordenadas suministradas por los mismos dueños de la droga, quienes
después enviaban a las diferentes poblaciones miles de millones de pesos para
que sus gentes compraran de nuevo lo que muchos encontraran varias millas
náuticas lejos de la costa.

Actualmente, la gente sigue saliendo a buscar coca y cumpliendo con el mismo


proceso, pero quienes lo hacen tienen muy claro que las cosas no son tan
fáciles como antes, pues la Armada se encarga de recoger del agua hasta el
último kilo del alcaloide y los que salen a “coquiar” se arriesgan no solo a
perderse en altamar, sino también a ser capturados por las autoridades que
patrullan constantemente las aguas nacionales, autoridades incluso
estadounidenses, que en operaciones conjuntas con nuestro país, también
vigilan las aguas Colombianas.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Cuando algún cargamento cae al agua, el primer síntoma que se presenta en


los pueblos del Pacífico chocoano, es la escasez absoluta ó el encarecimiento
del combustible y el pescado, lo primero porque las lanchas que salen en busca
de la droga a alta mar hacen largos viajes que requieren de muchos galones de
gasolina, y el pescado, porque sencillamente no hay embarcaciones que salgan
a pescar, pues una gran mayoría se va a buscar, como muchos dicen “el oro
blanco del mar”.

Como en una gran cadena, cada eslabón está enlazado con otro y el negocio
de pescar coca o pesca blanca, como también se le conoce, no es tan simple e
inofensivo como pareciera. Ya que después de varias maniobras de evasión a
las autoridades por parte de quienes salen en busca de la cocaína al mar, el
paso que sigue es vender la droga y durante estas transacciones, cuando
precisamente les pagan a los diferentes acreedores, el ritmo de vida normal de
estas poblaciones costeras se interrumpe por la abundancia de dinero,
problemas, parrandas y whiskey por doquier.

Paradójicamente en un pueblo pescador como los del Chocó, y todos los del
litoral Pacífico, el licor y las mujeres logran reemplazar la preocupación por la
ausencia del combustible y el pescado, que es el principal aporte de ésta región
a la economía nacional (69% de la pesca marítima) y la primera fuente de
trabajo y subsistencia de sus habitantes.

Lo más delicado de todo es que la frecuencia con que esto sucede es alta y
cada vez que ésta situación se presenta, los daños son más evidentes y
severos en todos los ámbitos de la sociedad, como en el caso de la economía,
que cada vez más depende de la abundancia de coca para tener dinamismo y
fluidez, aunque sea para unos cuantos.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Las autoridades contraatacan

Con la evolución del modus operandi del narcotráfico, cada población de la


costa pacífica colombiana se sumió más ante el ilícito de la coca involucrándose
tanto, que generó una difícil realidad para ésta zona difícil de combatir.

La forma de operar de las autoridades desde hace un tiempo, incluso con


colaboración de Guardacostas de EE.UU., está basada primeramente en la
comunicación pues los operativos nacen de los datos suministrados por los
informantes, unidades de inteligencia y la vigilancia que realizan aviones
fantasmas de la Fuerza Aérea Colombiana FAC, cuya función es detectar
posibles lanchas o barcos que traten de traficar con drogas. Después de esto, el
aviso llega hasta embarcaciones patrulleras de la Armada que se encuentren en
la zona y los Guardacostas más cercanos, quienes acuden ante el llamado, a
coordenadas suministradas por el fantasma que sitúan la posición exacta de la
Go Fast para proceder a interceptarla y neutralizarla.

El punto clave de este asunto tiene que ver con que estas embarcaciones
ilegales, al sentirse descubiertas por los helicópteros o aviones de la FAC,
arrojan la coca al mar junto a los tambores de gasolina con que se abastecen
en el viaje, no solo para facilitar la huida, sino también para que la atención de
las autoridades se desvíe de la droga que flota y se centre en ellos, que
generalmente son detenidos junto a las lanchas.

Desde la posible lógica, pudiera no ser comprensible el hecho de que los


transportadores, que deben velar por el cargamento, decidan lanzarlo al agua,
pero como los narcotraficantes no dan puntada sin dedal, esa acción, tiene un
objeto muy simple y claro: que los pobladores cercanos la recuperen y entonces
ellos mismos puedan recomprarla después, con lo que no pierden la inversión,

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

pues el valor que le pagan a quienes consiguen coca es mínimo en


comparación con las utilidades finales una vez se distribuya en el exterior.

Hace unos años, la Armada quizás pensaba ingenuamente que los resultados
se conseguían atrapando a los traficantes y decomisando las lanchas o
aparatos de navegación que llevaban, por tal razón, cuando la droga era
arrojada al mar, muy pocas veces se recogía, pues al parecer siempre el interés
estaba en la captura de los posibles responsables y las embarcaciones.

Según dice la gente, los gringos que asesoran permanentemente a los


colombianos en el tema de Interdicción, los hicieron entender que lo importante
no eran las lanchas o los capturados, sino la droga, porque lo que estaban
haciendo no era no era impedir el tráfico, sino retrasarlo, ya que los habitantes
recogían la coca del agua, la revendían a los narcos y ellos con la colaboración
de otros intermediarios también de la zona se encargaban después, de hacerla
salir del país por la misma vía.

Con los nuevos modos de operación, las autoridades preocupadas con el


aumento de la ingeniosidad de los narcotraficantes, ven atónitos cómo de las
avionetas, pasaron a las mulas, y de las lanchas rápidas finalmente a los
sumergibles, haciendo cada vez más indetectables los cargamentos de droga
que terminan en su mayoría en las calles estadounidenses.

Por eso, y debido a las múltiples exigencias judiciales y operacionales que


acarreaba este delito (no tipificado en ese entonces como tal), se creó el 30 de
septiembre de 1999 la Unidad Nacional Antinarcóticos e Interdicción
Marítima (UNAIM) de la fiscalía, que se encarga de adelantar los procesos más
importantes contra el crimen organizado en la modalidad de narcotráfico, y
además realizar las gestiones tendientes a la interdicción marítima o aérea de
los implicados en algún nivel de este delito.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Pero para llegar a ese punto hay que pasar por un proceso dispendioso y
peligroso, en el cual según el procedimiento, cuando el personal de
Guardacostas realiza una interdicción, la droga y los detenidos son llevados al
sitio más cercano con fiscalía, que en el caso de la zona norte del Chocó es
Bahía Solano. Por eso allí llegan los capturados en todas las jurisdicciones de
los municipios costeros del departamento.

Luego de poner las evidencias y los capturados a disposición de la autoridad


competente, se realiza una prueba conocida como PIPH con la cual se
determina el tipo de sustancia incautada.
Una vez los resultados de esta prueba se conocen, se le hace lectura
certificada de sus derechos a los aprehendidos (guardar silencio, motivo de
detención, juicio justo, buen trato, defensor público…)y a partir de eso se
dispone de 36 horas legales para presentar a los acusados ante un juez de
garantías, quien según el nuevo sistema penal acusatorio y la ley 906 (antes 30
de 1986), adelanta los procesos de imputación de cargos, acotación de pruebas
y posteriormente la formulación de cargos (medida de aseguramiento o no),
cuando entonces el caso pasa ante un juez de conocimiento (especializado)
que define la pena (mientras tanto la persona queda recluida).

Quizá para muchos este procedimiento sea desconocido, pero así lo ignoren es
real y aplicable, como le sucede a muchas personas en su mayoría de la región
pacífica, quienes son usados por grupos de narcotraficantes para que
transporten los cargamentos de droga, resultando en la mayoría de los casos
capturados y pagando condenas por culpa de organizaciones a las cuales
tampoco pueden atreverse a delatar por temor a que les hagan daño a sus
familiares, previamente identificados antes de encomendarse a las misiones.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Hace varios años al escuchar el nombre de Bahía Solano, muchas personas


pensaban en un lugar, famoso por recibir a cientos de ballenas yubartas
(jorobadas) cada año, prestar sus playas de arena negra, para el desove de
huevos de tortugas golfinas, o por ser uno de los mejores sitios de pesca
deportiva del país, además de sus atardeceres, su gastronomía y su gente…
pero hoy, aunque la lista sigue siendo parecida, un ingrediente más la
encabeza: el narcotráfico.

Y es que a pesar de que ésta región es considerada como uno de los lugares
más hermosos y biodiversos del país, también carga a cuesta el rótulo de ser
una zona no tan segura para visitar, debido a los rumores que se han difundido,
en su mayoría a través de los medios de comunicación, sobre la delicada
situación de orden público que se presenta desde hace un tiempo. En cuanto a
esto, uno de los peores golpes para la imagen de la zona y en especial la de
Bahía Solano, tuvo que ver con los varios secuestros ocurridos hace algunos
años en inmediaciones de un municipio cercano, pero que por referencia
geográfica, algunos noticieros atribuyeron a este poblado.

Bahía Solano es uno de los cuatro municipios costeros del departamento del
Chocó y está ubicado sobre el litoral Pacífico, a unas siete horas por mar del
límite entre Colombia y Panamá.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Debido a su difícil ubicación, y gracias a la inexistencia de alguna carretera que


lo comunique con el resto del país, a Bahía
Solano solo es posible llegar por vía aérea, o
por mar desde el puerto de Buenaventura
(Valle), razón que hace de éste, un territorio aún
poco explorado a pesar de sus riquezas, y por lo
mismo de gran interés para turistas y amantes
de la naturaleza, además de criminales y
narcotraficantes, que aprovechando las difíciles
condiciones topográficas y el poco control militar
que había hasta hace un tiempo, hicieron de Ubicación
geográfica de
éste, el escenario perfecto para la proliferación Bahía Solano.

de la ilegalidad.

La situación en tal sentido, se desarrolló más que todo con el tráfico de drogas,
formando la idea de que al igual que otras poblaciones de la zona norte del
departamento del Chocó, Bahía Solano debía ser vista como estratégica en el
plan de lucha antidrogas entre Colombia y Estados Unidos, suscitando un
aumento en la cantidad y tenacidad de los controles al narcotráfico, y originando
esporádicos hechos de violencia, que se empezaron a registrar a raíz de ese
refuerzo de seguridad y la fuerte ofensiva al tráfico de drogas que se
implementó de unos años para acá.

Al tiempo que el ambiente de seguridad en éste territorio y en general en todo el


Chocó parecía ante el país haber empeorado, el turismo, la fuente económica
más importante del municipio, presentó los más bajos índices de ocupación
hotelera en muchos años, obligando a los nativos y residentes a buscar
alternativas de sustento y en el peor de los casos, a desplazarse a otros sitios
para buscar nuevas formas de vivir.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Las pésimas temporadas de turismo, fue solo uno de los aspectos que conllevó
a que la economía de Bahía Solano se forzara a depender de otra actividad
comercial, como sería entendido después de un tiempo el tráfico de drogas.
Desde ese punto de vista, las circunstancias de la zona eran ideales para que
se desarrollara el narcotráfico, pues la posición geográfica del municipio se
constituyó en paso obligatorio de los traficantes, las oportunidades laborales
eran escasas y mal remuneradas y de cierto modo, resultaba fácil dedicarse a
dicha actividad debido a la aparente desatención de las autoridades.

Al ser un tema conocido por toda la población, la actividad del narcotráfico se


empezó a manejar de una manera muy curiosa, pues no estaría supeditada
precisamente a las labores de los narcotraficantes, sino por el contrario, a las
operaciones de las autoridades contra ellos, ya que el papel que juegan estos
caseríos costeros tiene que ver con un nuevo apéndice del negocio: la
recompra.

Paradójicamente, aunque este fenómeno se hizo más visible aproximadamente


en el año 2002, los registros de incautaciones de droga, destrucciones de
laboratorios y decomisos de pasta de coca en ésta región, se conocen desde el
comienzo de la década del 90, época que coincide con la expansión de cultivos
ilícitos en Colombia, producida por el aumento en la demanda externa y la baja
en la producción de Bolivia y Perú, que hasta ese momento eran los mayores
productores del mundo.

Para ese tiempo, los solaneños (gentilicio de los pobladores de Bahía Solano)
creían que el problema de la droga era una situación exclusiva de las zonas
selváticas y tradicionalmente cocaleras en el país, sin saber que el narcotráfico
empezaba a presentarse en diferentes manifestaciones, a muchas poblaciones
de la región Pacífica, como ocurría silenciosamente en su territorio. Aunque no
tan silenciosamente, pues según los libros de radicados del juzgado municipal

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

de Bahía Solano, desde 1986 hay antecedentes de denuncias penales


relacionadas con porte, tráfico y distribución de estupefacientes.

Según cuentan algunos habitantes de la región, aunque el conocimiento de la


situación no era de domino de la mayoría, para la época de inicio del fenómeno
de la coca, varios miembros de la fuerza pública estaban enterados del proceso
de transporte y aprovechaban ese desconocimiento de la gente, para tomar
partido de los casos que descubrían, dejando actuar a los traficantes con su
complicidad, a cambio de obtener ganancias.

Pero ésta penosa circunstancia, no es algo que pudiera decirse ocurrió solo en
aquella época, pues la ya conocida corrupción de la mayoría de entidades
públicas de este departamento, traspasó el tiempo y las esferas de lo público,
con el destape del reciente escándalo que involucró a la Policía local en un
caso similar que muestra algunas de las dimensiones de un problema latente y
preocupante en esta región del país.

Las circunstancias de este hecho, se dieron a conocer el 9 de mayo de 2009,


en un consejo de seguridad realizado por petición de la población. A esta fecha,
ya había pasado un tiempo desde que comenzaron las extorsiones a varios de
los comerciantes y también varias las puertas que se tocaron buscando
atención sin recibirla, por eso, cansados de la inseguridad y las pocas
garantías, algunos lideres comunitarios y representantes del comercio entre
otros, lograron que se llevara a cabo este encuentro para hacer pública la
situación.
La reunión, que contó con la presencia del Ministro de Defensa (de la época),
Juan Manuel Santos, los comandantes de las Fuerzas Militares, de la Armada
Nacional, de la Fuerza Aérea, y el Director General de la Policía Nacional, trató
principalmente el tema de la presunta complicidad de miembros de la Policía
con paramilitares y bandas criminales que venían amenazando a los habitantes,

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

como parte, según dijeron algunas personas, de una lucha entre grupos
armados ilegales urbanos (supuestas Águilas Negras y Rastrojos) por quedarse
con dineros y cargamentos de coca pertenecientes a narcotraficantes, lo que
había desencadenado un ajuste de cuentas permanente en la población, con la
supuesta colaboración de los agentes de Policía, que ante las denuncias de
extorsión de la comunidad, alertaban a los criminales para que éstos a su vez
amenazaran de nuevo a sus víctimas por sus acusaciones.

Lo ocurrido a varias personas en el municipio, hizo pensar que la información


de sus denuncias se filtraba desde la Policía y de ahí surgió el temor de
tenerlos como autoridad. Afortunadamente, como dicen muchos pobladores,
luego de las delaciones y argumentos dados por ellos a los altos mandos de las
diferentes instituciones militares, el encuentro finalizó con el sorpresivo anuncio
del General de la Policía Oscar Naranjo, de relevar a la totalidad de los agentes
del municipio, quienes fueron reemplazados de inmediato y puestos en un
proceso de investigación.

Este positivo y acertado resultado a ojos de los habitantes, logró tranquilizar a


gran parte de los pobladores que se encontraban angustiados por la situación,
sin embargo en la actualidad y por lo reciente del relevo, la credibilidad en esa
autoridad todavía no ha sido reestablecida por completo, aunque el gobierno
nacional ha demostrado su interés en mediar y solucionar este grave conflicto.

A pesar de que los problemas en Bahía Solano con el narcotráfico salieron a la


luz hace relativamente poco, sus antecedentes son muy particulares. Hoy en
día este municipio y sus aledaños, son foco importante del accionar de toda la
fuerza pública, que ha entendido lo importante que es no dejar progresar un
problema con tantas repercusiones como las de este, lo que afortunadamente
ha sido reflexionado también por una mayoría substancial de los habitantes de
ésta población, que con un aire de esperanza, piensan en cómo recuperar los

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

daños hechos a dos generaciones de personas influidas por este destructor


flagelo del conflicto.

La realidad que vive Bahía Solano hoy día es la misma que muchas otras
poblaciones del litoral, sin embargo a comparación de lo que sucedía hace dos
o tres años, la transformación es notoria, y por eso para entender un poco de
qué forma se vive el fenómeno de la “coca” actualmente en ésta comunidad,
hay que describir una escena real, cotidiana e impactante que denota una
situación desconocida por el resto del país y que da pie para mostrar cómo han
cambiado las cosas en esta zona.

Una verdadera pesca milagrosa

Inesperadamente un día cualquiera, la aparente calma y tranquilidad de Bahía


Solano desaparecen en cuanto se difunde completamente, en cuestión de
minutos, el rumor de que otro cargamento de coca cayó al mar.

A la vista de extraños, lo que ocurre pudiera parecer la llegada de un tsunami o


el mismo Apocalipsis. Pues como si fuera una competencia, mujeres, hombres
e incluso niños corren de un lado para otro con recipientes de gasolina y aceite
para mezclar, mientras algunos más, arrastran desenfrenadamente con carros o
incluso con sus propias manos, traileres con lanchas hasta los sitios de
embarque, ya que al parecer, como siempre dicen cuando cae droga, la coca
está tan cerca, que solo se trata del que primero llegue y la recoja del agua; de
ahí el afán de la gente por alistarse para navegar.

Esta escena, excéntrica pero cierta, es la que se repite una y otra vez durante
todos los años en este pequeño poblado, y hace parte de una realidad latente
en la vida de sus habitantes desde hace más o menos una década, pues

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

aunque la fecha precisa de cuando empezó este fenómeno no se conoce con


total certeza, todo apunta a que la primera vez que se oyó oficialmente
mencionar el hallazgo de coca en el municipio de Bahía Solano fue en el año de
1998.

Por aquella fecha, era época de invierno y un pescador de Aruzí, un poblado del
municipio vecino de Nuquí, encontró en medio de su faena de pesca algo que,
sin duda cambió su vida y la de todas las poblaciones vecinas para siempre.

No se sabe si lo que ese día el hombre encontró, lo divisó a lo lejos y se acercó


o si la corriente lo llevó hasta su canoa de madera, pues de lo único que se
tiene certeza es, que ese costal que flotaba medio abierto en el mar, contenía al
menos 20 kilos de clorhidrato de cocaína que el pescador llevó hasta Bahía
Solano para intentar negociar.

Por ese entonces lo que la gente de esta apartada zona sabía de la situación
del resto del país, lo conocía por medio de los pocos televisores que había en la
población y tenía que ver en sumatoria, con la delicada situación de narcotráfico
que Colombia atravesaba; lo que lo ponía a nivel mundial como el principal
productor de cocaína, enfrentando a las autoridades con la delincuencia en un
juego del gato y el ratón por el control del territorio y la extinción del florido
narcotráfico.
Por eso es curioso el hecho de que aquel pescador lograra identificar la
sustancia que era desconocida en la zona, pues si bien Bahía Solano es el
municipio más desarrollado de los costeros de el Chocó, incluso ver televisión
era privilegio de pocos en esa época.

Después de darse cuenta de lo que había encontrado, el pescador viajó desde


Nuquí y logró vender la coca en Bahía Solano por un valor no conocido, a un

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

poblador que le compró 10 kilos y a un funcionario del Cuerpo Técnico de


Investigación (CTI) que le compró los otros 10.
Como lo dicen algunas versiones conocidas sobre el hecho, los primeros 10
kilos fueron enviados por su dueño hasta Panamá en una lancha y la ganancia
habría sido más del triple de la de su precio inicial; mientras que la otra droga
adquirida por el empleado del CTI, fue encontrada por la Policía aeroportuaria
en una caja que viajaba como encomienda hacia Medellín a través de la
desaparecida aerolínea comercial ACES.

Según la investigación de este suceso, trascendental para la historia del


narcotráfico en ésta población, el agente de la aerolínea, que en principio fue
vinculado a las averiguaciones, había recibido en la oficina de dicha empresa, la
caja al funcionario del CTI, que por ser una persona conocida y además
perteneciente a la fiscalía, no levantaría sospechas. Este suceso establecería
entonces el primer antecedente de decomiso de cocaína en el aeropuerto José
Celestino Mutis de Bahía Solano generando la primeras pistas para concluir que
el narcotráfico era algo tangible y empezaba a causar impacto en la población.

¿Quien pidió pollo?

Cuando se conoció el caso de la coca encontrada por


el pescador de Nuquí y la venta de unos kilos a buen
precio en Panamá, muchos navegantes y
pescadores, empezaron a recordar haber visto en
varias ocasiones, flotando cerca de sus lugares de
pesca, lo que ellos creían eran las bandejas plásticas en las que son
empacadas presas de pollo, por lo que no les prestaban atención.

El pensamiento que inquietaba entonces a la gente, era el de cuantas veces no


habrían tenido en sus manos diversas cantidades de droga, aunque de todas

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

maneras, la gente de la región, la mayoría de bajos recursos y pocos lujos


como la energía eléctrica o la televisión, ignoraba lo que era la cocaína y mucho
Fuente: Armada Nacional más su valor comercial, por eso, al ver los costales o
kilos sueltos flotando cerca de sus lanchas o redes,
los apartaban de sus caminos con los canaletes
(remos), junto a los troncos de árboles y la basura que
se encontraban en el mar.

Según cuenta otro habitante, una Marquillas usadas para identificar los propietarios de los
cargamentos. Fuente: Armada Nacional
situación similar ocurría por ese
entonces en los caseríos ubicados
sobre las playas, en donde los
pobladores vieron muchas veces en
las orillas al bajar la marea,
empaques de lo que ellos pensaban
era harina pero no recogían, por dudar de su procedencia y estado. Lo que
sucedía entonces era que algunos niños tomaban los kilos de cocaína
herméticamente sellados y los rompían para jugar en la arena con el polvo
blanco de su interior, además de extraerles las figuras (algunas veces dibujos
animados) que aunque eran los sellos de los propietarios parecían a ojos de los
infantes, láminas de álbumes.

En ese tiempo, aunque se sabía de la “milagrosa” aparición de la droga en el


mar, se desconocía todo el proceso de la cocaína y su traslado por mar hacia
otros países, por lo que las historias de personas que hoy día se toman la
cabeza maldiciendo el no haber sabido qué botaron, son muchas.

Para el año siguiente, 1999, los habitantes de la región norte del Pacífico
chocoano estaban medianamente enterados del negocio y los pescadores y
navegantes de toda la costa habrían de encontrar alguna vez coca. En ese

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

momento, nadie salía a buscarla al mar, pues la gente se la encontraba


esporádicamente en sus faenas de pesca o arrimadas en las playas, por lo que
ninguna basura u objeto flotante o arrastrado por las olas hasta la arena, era
ignorado por los nativos.
Con aquella circunstancia, muchos pobladores pensaron en que si la coca
estaba llegando hasta las orillas, era porque se encontraba en cantidades
estrafalarias y el verdadero negocio según algunos, era salir a buscarla al mar o
preferiblemente a los “hileros”, corrientes marinas que recogen gran cantidad de
basura y cosas que caen al océano como las pacas de coca (empaques de 50
kilos).
Para ese momento, los compradores en el pueblo eran escasos, razón por la
cual muchos creían que encontrase coca era un encarto por no tener a quien
venderla, contratiempo que no impidió que varios de los “afortunados” se las
ingeniaran para enviarla por barco y avión hasta otras ciudades en donde
amigos y conocidos pudieran negociarla, pues según los rumores, en la ciudad
un kilo se podía vender en 3 millones de pesos, 2 veces más de lo que pagaban
en Bahía.

A partir del 2000, empezaron a llegar a Bahía Solano compradores de otras


ciudades de Colombia, aparentemente enviados por los dueños de la
mercancía para intentar recuperarla, pues era más beneficioso para ellos y sus
organizaciones comprársela a los nativos de estas zonas por cifras
insignificantes, que perder los cargamentos completos en manos de las
autoridades.
Así, pagaban un millón de pesos (1`000.000) por kilo encontrado, en
comparación del costo que ese mismo kilo podría tener en el exterior, teniendo
en cuenta que entre más lejos del país, más alto el precio, como se podía
contrastar con el caso del millón de pesos pagado en Bahía Solano, que se
convertía en unos 5 millones en Panamá (en el 2000) y así sucesivamente.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

En ese momento, todavía nadie salía al mar exclusivamente a buscar la coca y


por eso, con el fin de promover la salida masiva de la gente a recuperarla, los
representantes de los narcos pactaron al principio, dar el combustible para las
lanchas, a cambio de comprometer la compra de lo encontrado, pues al haber
tantos interesados, el que conseguía coca buscaba venderla siempre al mejor
postor y así los clientes aseguraban que esos fueran ellos.

Desde entonces, otro problema se sumó a la gran lista: la escasez y el sobre


costo de la gasolina. A Bahía Solano los víveres son llevados en su mayoría
cada 15 días cuando llegan los barcos desde Buenaventura, por eso es muy
común que en el pueblo escasee algún alimento y haya que esperar a que
llegue otro barco para poder conseguirlo.
Lo mismo comenzó a suceder con la gasolina, que al llegar al puerto no daba
un brinco y se agotaba de inmediato, obligando a que los distribuidores
aumentaran la cantidad de sus pedidos, aunque generalmente solo llegaba la
mitad.
Aquella situación alertó a las autoridades, pues el cupo asignado de
combustible para esta zona se acababa al poco tiempo de llegados los barcos y
ya era evidente la razón por la que sucedía esto.

Es así como en procura de controlar lo que ocurría y garantizar las reservas , se


implementaron ciertos controles al combustible por parte de la Armada, los
mismos que ya se aplicaban en el sur del país, no solo con la gasolina, sino
también con otros materiales como el cemento y el carbón, usados para la
preparación de la coca.

A los propietarios de las bombas de gasolina, se les exigió a partir de esa


época, que relacionaran a las personas que les compraban el combustible y la
actividad que lo justificara, razón por la que se limitó la adquisición del
carburante, a 55 galones por persona, advirtiendo serías sanciones a quienes

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

tuvieran más de ésta cantidad en sus embarcaciones sin un permiso solicitado


ante el Batallón de Asalto Fluvial de Bahía Solano.
Aunque la medida caló negativamente entre una buena porción de los
habitantes que se dedicaban a buscar coca, la forma en que se preparaban los
viajes mitigó los efectos de la prohibición, pues las salidas las hacen en grupo y
cada quien aporta una cantidad de combustible.

A partir de este período con el “boom” de la coca, el combustible ha subido


1000 pesos anualmente, hasta llegar a los 11.000 que cuesta un galón en la
actualidad. Debido a esta nueva circunstancia, el alto costo se convertiría en el
gran obstáculo de la época para salir a “coquiar”, denominación dada desde
entonces a la actividad, por lo que el ofrecimiento de los narcos de dar la
gasolina, ocasionaba que el pueblo quedara sin una gota del líquido carburante
cuando caía un cargamento y la mayoría de las lanchas zarparan en busca de
la preciada carga.

Con esto, dos situaciones se presentaron. La primera, que anticipándose al


agotamiento del combustible, algunas personas compraban la gasolina para
guardarla esperando que cayeran cargamentos y la pudieran vender hasta al
triple del precio normal, costo asumido sin problema por los que salen a buscar
coca, denominados “coqueros”, al tener la plena seguridad de que esa inversión
la recuperarían con creces, por lo que en efecto, en esas temporadas de
escasez, muchos ofrecían hasta 30 mil pesos por un solo galón.

Por otra parte, al extinguir las pocas reservas de los especuladores,


increíblemente, los coqueros de Bahía Solano decidieron arrasar también
cuando fuera necesario, con el combustible de otros poblados vecinos, que a
menor escala vivían la misma realidad.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

En época de coca, con la escasez absoluta de gasolina, no es raro ver


inmovilizadas la mayoría de motos y carros, haciendo que el transporte público
y personal también se dificulte como otro de los efectos producidos por el
narcotráfico.

Una difícil faena

Como cualquier mercado, el de la droga también se rige con las leyes de la


oferta y la demanda. En este caso, el kilo como referencia del precio de compra
y venta, es más costoso entre más arriba del litoral esté. Así, en la actualidad, si
un kilo en Bahía Solano, cuesta entre 2`500.000 y 2`700.000 mil pesos, vendido
en Juradó, se puede negociar en 3`200.000 mil pesos, debido a la cercanía de
esta población con Panamá, aunque esto era unos años atrás, pues el pie de
fuerza ha sido aumentado al igual que los controles, que cada vez más
dificultan que los cargamentos lleguen hasta ese punto.

Recibir el dinero, es la parte más fácil del proceso de búsqueda de la coca, que
resulta ser no solo arriesgado sino también agotador. Miguel*, uno de los
distribuidores de combustible en Bahía Solano, recuerda cómo un día, hace
cinco años, él y su esposa atendieron largas filas de personas hasta las 2 de la
madrugada, gracias al rumor de la caída de un cargamento.
Aquel día, daba la impresión de que no oscureciera, pues el aviso de que la
coca había caído, se conoció tarde en la noche, y sin importar la hora, la gente
salió a buscar todo lo necesario para la travesía, que empieza en el mismo
instante que se sabe la noticia.

Las filas para comprar la gasolina eran conformadas por hombres que iban con
sus hijos, mujeres y parientes, para poder asegurar una buena cantidad y un
cupo en una de las lanchas. Por eso mientras algunos esperaban su turno,
otros pasaban el tiempo tomando licor, escuchando música y haciendo los

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

preparativos para salir a coquear al amanecer del día siguiente, pues según
contaban los informantes, el cargamento era grande y la ubicación perfecta,
para que consiguieran la droga fácilmente.

Las salidas a “coquiar”, eran y siempre han sido una carrera contra el tiempo, el
clima, las autoridades y sobre todo contra los otros miembros del gremio, pero
aun así, todos en la fila mañanera hablaban, con el mayor de los ánimos, de los
planes que tenían con la plata que ganaran.

Cuando hay coca, la dinámica del pueblo cambia instantáneamente, pues el


primer paso, que es salir a buscarla, acarrea una serie de condiciones y
preparativos técnicos importantes que jalonan algunos sectores comerciales. Lo
primero es tener claro quienes van a ser los socios y cual será el aporte de
cada uno; generalmente estas salidas se hacen en grupos no superiores a 5
personas, quienes pagan por un cupo, con la lancha, el motor, combustible, o
dinero para el combustible, según lo cual se dividen las ganancias.

Quien proporcione la lancha y el motor, tiene la mayor ventaja a la hora de la


repartición y puede ir, si quiere, en la lancha o enviar a alguien que lo
represente, como ocurre también en el caso de los que aportan gasolina, que
ganan un cupo para estar en la embarcación o delegar a alguien que “cuide sus
intereses”. La cuota de gasolina, depende del motor con que se vaya y puede
estar entre diez y quince galones o su equivalente en efectivo. Por eso a la hora
de entregar lo que corresponde, las prenderías se hacen muy necesarias y
muchos empeñan sus enceres apostándole a la suerte de conseguir coca.

Previamente al viaje, los negocios de comida son los más favorecidos, pues en
el infaltable “lonche”, como le dicen al refrigerio que llevan los coqueros, ellos
prefieren incluir pollo asado o apanado, atunes, galletas, gaseosas en
presentaciones litro, dulces y productos de panadería, que compran

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

comúnmente la noche anterior a la salida, cuando empieza a sentirse el cambio


en el ambiente.

Recién comenzó el fenómeno de la Pesca Blanca en Bahía Solano, las horas


de salida de quienes iban a coquiar o “pescar”, eran entre las tres y las cinco de
la madrugada, cuando zarpaban desde zonas no permitidas, pues en los dos
puntos de salida autorizados se establecieron puestos de control de la
Infantería de Marina para vigilar precisamente esa situación. Y Aunque desde el
2008, se prohibió el zarpe de cualquier embarcación antes de las seis de la
mañana, muchos continúan desafiando la autoridad para salir a “coquiar” pero
ya las cosas no son tan fáciles como antes, pues la droga que quedaba a la
deriva durante los operativos, es recogida en su totalidad, interrumpiendo el
proceso de recompra.

Un viaje de estos puede durar todo el día, pues la idea es encontrar los hileros y
algunos signos que denoten la cercanía de la droga lo más rápido posible, pues
la competencia es ardua y fácilmente en una de estas salidas se pueden
encontrar en altamar de 20 a 30 lanchas en las mismas.
Los hileros son corrientes marinas que se asemejan a un río dentro del mar, y
son claves para encontrar coca porque allí van a parar muchas de las cosas
que son arrojadas o caen al mar, así como también “timbos” ó tanques de 55
galones de gasolina que son tirados desde las Go Fast junto a la droga.

Algunos animales como las tortugas que viven en estas corrientes, son una de
las señales que los marineros buscan fehacientemente, pues cuando la coca
llega a los hileros, las tortugas, famosas por morderlo todo, rompen las
envolturas de la droga e ingieren el narcótico muriendo de sobredosis. Debido a
esto, quedan flotando junto a los troncos, plásticos, zapatos y otra cantidad de
basura que estas corrientes arrastran, convirtiéndose en bocadillos de los

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

tiburones que a mordiscos las devoran y en ocasiones alertan a los coqueros de


la presencia de la droga.

Lastimosamente, tortugas muertas por sobredosis no es lo único que se


encuentra en estos hileros de la muerte, pues muchas personas como Antonio,
un pescador que vive en un caserío de Bahía ubicado en una playa, recuerda,
cómo una vez que salió a buscar coca con un amigo, se llevaron un susto
inolvidable, al encontrar en un hilero, el cuerpo sin vida de un hombre de raza
negra que se estaba amarrado a un tanque de gasolina.

Según Antonio, el hombre tenía puesta una chaqueta y en un bolsillo llevaba


una bolsa plástica con documentos de identificación que el tomó. Los
documentos decían que el muerto cuyo nombre recuerda al pie de la letra, era
nacido en Buenaventura y junto a su cédula, portaba también, la tarjeta de
identidad del que parecía era su hijo, además de una foto con varias personas
que Antonio cree era su familia. Él y su amigo no tocaron mucho el cadáver por
miedo, pero tuvieron que moverlo para quitarle el tambor con gasolina al que
estaba amarrado y por eso pudieron observar que Milton, como se llamaba el
hombre (según los documentos) tenía rastros de mordeduras de animales, lo
que hace pensar a Antonio, que quizá él haya estado en alguna lancha que
bombardeó la Armada y al caer al agua muy lastimado, seguramente atrajo a
las “fieras” como le dicen los nativos de la región a algunos tiburones.

Ese día los dos hombres no consiguieron coca, aunque la ganancia fue los 55
galones de gasolina que había en el “timbo” que sujetaba Milton. El hombre, un
joven que seguramente era padre de alguien, hermano, esposo e hijo, debió
haber muerto pensando en que su familia no sabría nunca la suerte que corrió y
que quizá aun después de su muerte, ellos guardarían la esperanza de que él
estuviera preso en alguna cárcel y no haya querido comunicarse, como le pasa
a muchos.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Dentro del grupo que sale a coquear, siempre hay una o dos personas con
nociones de navegación, pues uno de los más grandes peligros es llegar a
perderse y por eso la brújula es un elemento indispensable en las salidas al
igual que la información de dónde cayó el cargamento para así poder definir un
rumbo.
En gran parte de los casos llegar a los hileros es la meta, aunque como las
rutas que usan los narcos ahora son más costeras, en muchas ocasiones la
coca se encuentra relativamente cerca. Lo complicado con los hileros, es que
no son fijos, ya que se mueven de acuerdo a los vientos, la temperatura del
agua, las mareas… y de ahí la dificultad para localizarlos.
Pero un ingrediente más se suma a la actividad, la suerte y ante ese factor, los
coqueros son acérrimos convencidos de que la coca no la encuentra todo el
mundo ni los que más se la merecen.
En cuanto a esa creencia, pareciera, como lo dice David otro coquero, que los
más ambiciosos son los que la atraen, pues ocurre muchas veces que una
lancha pasa y no ve nada y al instante otra que venía cerca si ve flotando las
pacas de coca, él dice, que es como maldito y ellas (las pacas de coca) se le
hunden a ciertas personas.

Cuando la gente sabe de la ubicación donde cayó el cargamento, llega y con la


lancha empiezan a moverse de un lado a otro con todos los ojos alertas ante
cualquier cosa que flote. Si temprano consiguen droga, lo mejor es buscar
rápidamente donde “encaletarla” en una playa cercana, pues en los sitios de
llegada, requisan las embarcaciones y la tripulación en busca de alguna señal
de droga.

La coca que se consigue, se deja guardada en playas solitarias y alguien se


queda custodiándola hasta que llegue el resto de los socios con el comprador y
se haga la entrega. En ese proceso, el comprador y sus ayudantes llegan en
otra lancha hasta el sitio de caleta y proceden a revisar la mercancía para

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

probar que si sea verdadera, pues en algunos ocasiones se han presentado


casos de algunos que tratando de hacerse los “vivos” han metido harina
empacada como los kilos de coca, por lo que los compradores revisan algunos
paquetes para comprobar no solo su pureza sino también su estado, pues los
kilos que se encuentren mojados disminuyen su precio en 100 o 200 mil pesos.

Para evitar el descuento en el precio, muchos de los coqueros secan ellos


mismos la droga, usando un sartén, para luego reempacarla y poder venderla
por el precio normal, aunque lo de la coca mojada es raro, pues el modo de
empaque es bastante reforzado: una capa de bolsa plástica, otra de látex, cinta,
otra de látex, una más de bolsa plástica y finalmente cinta, así que si se moja,
probablemente es porque quedó mal empacada, dice David.

La justificación que usan los coqueros para salir, es la de una supuesta faena
de pesca (la real), pero las autoridades aunque no pueden prohibir que la gente
vaya al mar, tienen claro a lo que van, pues es difícil creer que salen a pescar y
no llevan ni un anzuelo o vara.

Si bien la búsqueda de la coca empezó en el sector de los pescadores, se ha


ido extendiendo a toda la población sin importar actividad laboral, género o
edad, pues incluso las mujeres tienen una amplia participación de esta
dinámica, que es vista como si se tratara de un trabajo formal que brinda un
sustento para muchos, que también se atreven a asegurar, que cerca del 90%
de la población participa del fenómeno.

En Bahía Solano como en gran parte de las poblaciones del Chocó, las fuentes
de empleo son escasas y limitadas: la pesca, la madera, el servicio público y el
comercio… manejado principalmente por paisas y personas del centro del país,
que son propietarios de abarrotes, gasolineras y tiendas que venden sus
productos al doble del precio original, por los costos del transporte.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Desde hace algunos años, las actividades de agricultura, pesca y las


relacionadas al turismo, que hace unas décadas se practicaban por
subsistencia en esta zona, se han convertido poco a poco en las menos
provechosas, por lo que, de las épocas en que la gente vivía del arroz, los
plátanos y los otros frutos que la selva y el mar les proporcionaban, solo queda
el recuerdo. Al igual que las épocas en donde personas de todo el mundo
llegaban por montones en busca de un paraíso natural de incomparable belleza
y tranquilidad, que políticos, ex presidentes y artistas visitaban a la hora de
descansar en el anonimato y la paz, como cuentan algunos antiguos habitantes.

La situación es tan difícil que hasta la naturaleza se ha puesto en contra, pues


la zona no es tan buena para la pesca como antes, sumado a que los barcos
pesqueros industriales, pertenecientes en su mayoría a influyentes dirigentes
políticos y empresarios, tienen esta área devastada con las capturas
indiscriminadas que no distinguen entre peces pequeños y los de una talla
legalmente apta para consumir.

A partir de esto y, simultáneamente a la situación del narcotráfico, se ha


generado un problema relacionado con la pesca artesanal (a remo), ya que los
nativos que salían a pescar en la zona costera, se han visto en la obligación de
conseguir, si pueden, motores fuera de borda para salir mar afuera a buscar
algo del producto pesquero que aún queda, cosa que no está al alcance de
todos, pues un motor puede llegar a costar entre cuatro y doce millones de
pesos (hay más costosos), dependiendo del caballaje que usan generalmente
los pescadores, que va de 15 hasta un 75.

Teniendo en cuenta otros costos generados por la compra de un motor, hay que
sumar además, el valor de la documentación que exige la autoridad Marítima

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Nacional y el precio del combustible que en ésta población, cuando hay, es más
alto que la gasolina extra en el resto del país.

Pero si bien la intención de muchos pescadores al comprar lanchas y motores


es la de obtener su sustento con la pesca, ese motivo se ve distorsionado con
la aparición del narcotráfico en la zona, que también ha generó otra demanda
en ese sentido, ya que tener una lancha en esta población, es el equivalente a
tener un carro en una ciudad, con la diferencia de que esta última tiene un uso
más rentable si se sale a “coquear”.
Como en el negocio de los hidrocarburos, otros también se ven directamente
beneficiados por el comercio de droga en esta zona, tanto que la economía de
la población gira en torno a las temporadas de abundancia de coca, creando,
como lo asegura un concejal del municipio, una economía ficticia que dura
mientras se acaba el dinero.

Uno de los testigos de esa situación es Javier, un joven de 22 años que toda su
vida ha vivido en Bahía Solano y a pesar de haber crecido con la cultura de la
coca, jamás se olvidará de una imagen que lo escandaliza y ha tenido que ver
muchas veces desde el primer boom de la droga.

Él trabaja en una charcutería del pueblo desde hace varios años y recuerda
todas las veces que ha visto las excentricidades de muchos hombres al llegar
de sus faenas de pesca blanca. Javier cuenta que la parranda es de varios días
y muchos de los reconocidos “coqueros” cuando se embriagan, ofrecen a gritos,
trago y grandes sumas de dinero, a mujeres incluso casadas, con la condición
de que tengan relaciones sexuales con ellos, caso en el que después lo
divulgan en público.

La alta ingesta de alcohol, ha generado también el aumento de los índices de


consumo de cocaína, pues, muchos de los consumidores en Bahía Solano,

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

probaron la sustancia por invitación de personas con las que tomaban licor y
aunque los niveles de consumo de coca son relativamente bajos en
comparación a lo esperado, la tendencia crece.

Cuando cae coca hay un negocio en especial que prospera, la prostitución, y


aunque en esta población no hay sitios de estos, ni muchas mujeres que se
dediquen a la actividad, algunos “ingeniosos” coqueros vieron en esa una
lucrativa oportunidad por lo que llevaban en ocasiones, trabajadoras sexuales
desde Medellín y Pereira, para sacarles el dinero de la coca a los hombres, que
especialmente atraídos por las mujeres blancas, dejaban en El Hilero (nombre
del prostíbulo itinerante) el dinero que hubieran podido ganar.

Lo preocupante en ese sentido, no era tanto que el pueblo se llenara de


prostitutas de otras partes, sino que las propias mujeres, mayormente
adolescentes empezaron a brindarse a los hombres que cogían coca, a cambio
de dinero.

Para Javier es difícil la situación despueblo cuando no hay coca, pues su


negocio no es tan rentable, pero él y su patrona siempre tienen la destructora
esperanza de que si en un mes le ha ido mal, esos días de coca recuperarán
todas las ganancias que pudo haber tenido el resto de tiempo.
Es lastimoso cómo, no solo Javier y el dueño del negocio que él atiende, sino
todos en el pueblo, se consuelan pensando en que cuando caiga un
cargamento las cosas mejorarán, pues si no hay coca, nada se mueve.

Lo con contradictorio de los deseos de muchos, es que cuando por fin cae la
coca, el pueblo es una locura, la música estruendosa se escucha por todos
lados, y la gente comienza a consumir licor sin importar que sea lunes o las dos
de a tarde.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Los hombres, con altos grados de alicoramiento obtenidos tras varios días de
amanecidas y parrandas, terminan en algunos casos, siendo recogidos por sus
hijos o mujeres en negocios o charcuterías como la que Javier atiende, 3 ó 4
días después de haber regresado del mar.

En cuanto a esto, lo que pasa con la vida de los coqueros en el pueblo es de


cierto modo sorprendente pues pareciera ser algo de conocimiento público ya
que todo el mundo sabe quienes son, cuanta coca se encontraron, la plata que
les pagaron y en qué se la gastaron, menos las autoridades, que
aparentemente no se enteran de la situación, ni por medio del personal de
inteligencia que ellos tienen rondando de día y de noche las calles.

A parte de lo anterior, otros signos dan también la alerta de la llegada de la


coca. En el negocio que atiende Javier por ejemplo, otro tipo de música toma
importancia, pues en esas temporadas, los corridos mexicanos, que en sus
letras hablan de narcos, mercancías y rutas, es lo que se escucha y piden los
clientes, que por más chocoanos que sean, por la “ocasión” reemplazan
momentáneamente los vallenatos y la salsa que normalmente oyen.

La cantidad de dinero que circula también denota lo que sucede, pues los
coqueros, a la vista pública, sacan grandes rollos de dinero de sus bolsillos para
pagar cosas ínfimas con billetes de las más altas denominaciones y esto genera
otro problema, al lugar donde se vaya en Bahía Solano se encontrará
dificultades para obtener devueltas, pues el sencillo o la menuda como también
le dicen, es más escaso aún que el propio pescado, por eso no es raro ver
niños de pocos años, con billetes de 20 mil o 50 mil pesos que sus padres les
dan para que compren dulces, así como tampoco, que estos mismos niños, les
griten en la escuela a sus maestros, que cuando grandes quieren ser como sus
papás: ¡Coqueros!.

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El caso del niño que le respondió a su maestra que quería ser coquero como su
papá, solo es la muestra de la degradación en las generaciones más nuevas,
pues los niños desde sus primeros años tienen el conocimiento de qué es la
coca, el dinero que se obtiene con ella y las muchas cosas que sus padres
pueden comprarles con él; y aunque buena parte de estos niños tienen esa
aspiración de imitar a sus adultos, los más grandes ya lo hacen, incluso con el
apoyo de sus padres, que muchas veces dicen que sus hijos por ser jóvenes
pueden aguantar el “trote” del mar mejor que ellos, sin importar los riesgos a los
que los someten.

Desde los 14 años más o menos, los muchachos, la mayoría hijos de coqueros,
siguen los pasos de sus padres, pero hay un factor especial que los motiva a
ellos. Ya no es comprarse una casa, o tomar trago, sino tener la mejor moto del
pueblo, usar la ropa de marcas reconocidas y tener plata para invitar a sus
novias a rumbear y tomarse algo más que una gaseosa.

En Bahía Solano, “coquerito” (jóven entre 15 y 22


años) que se respete, invierte lo obtenido de su
primera salida, en una moto de alto cilindraje que
cualquier adulto envidiaría. Son motocicletas
generalmente con precios de hasta 18 millones de
pesos que en manos de muchachos todavía en la
adolescencia, se convierten en un riesgo ambulante
por las altas velocidades y los accidentes que ocasionan, sumado a que a esta
edad, ya los chicos en ésta población consumen licor en exceso.

El flujo de efectivo es considerable, pero para lo único que sirve en esta


población es para gastarlo en licor y discotecas, pues incluso los lugares
comerciales son pocos, por lo que tampoco hay forma de decir que el dinero de
las drogas nutra la economía local. Por el contrario, objetos como la ropa,

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

electrodomésticos y las motocicletas, que son los más comprados se traen


desde ciudades como Medellín, Quibdó y Cali.

En el caso de las motos, que quizá es una de las cosas en las que más la gente
invierte el dinero que gana con el ilícito, son traídas frecuentemente desde
ciudades como Medellín, a donde viajan los “sardinos”, que consiguen coca
para gastar su capital. Se ven entonces, muchachos manejando grandes
cantidades de dinero y siguiendo desde más temprano, el camino que sus
padres eligieron. Pero uno de los problemas principales es que, el “coquear”
significa todo lo que se puede hacer y entonces el dinero y los lujos
conseguidos ilícitamente, acaban en ellos, las esperanzas de hacer algo
diferente, como estudiar, pues lo que piensan es que si yendo a buscar coca
consiguen tanto dinero, para qué trabajar en otra cosa, si solo hay que sentarse
a esperar que caiga.

Por ese pensamiento, muchas personas han dejado de trabajar y hacer sus
diferentes labores, por lo que al malgastar sus pequeñas fortunas personales,
empiezan a vender y empeñar todo lo que compraron en la época de
abundancia, así entonces no es raro ver carros llevando neveras, televisores,
lavadoras a algunas casas cuando cae la coca, y después carretas llevando los
mismos electrodomésticos hacia las compraventas. Lastimosamente pocos
aprovechan la oportunidad de conseguir dinero de esta forma.

Las cosas en Bahía Solano han cambiado drásticamente, sobre todo en con la
forma de pensar de los jóvenes, por eso, muchos de los habitantes recuerdan
cómo, a pesar de que en esta población no hay oportunidades de realizar
estudios superiores, los muchachos al terminar el colegio, por lo menos
buscaban con qué ganarse la vida: pescar, sembrar, hacer mandados,
descargar barcos con víveres, y cosas por ese estilo que hacían honradamente,
como alguna vez sus padres.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Hoy en día, algunos de los que pueden estudiar en universidades de otras


ciudades, lo hacen hasta que la cosa se ponga buena, como dicen cuando cae
coca, y entonces cancelan semestres o viajan hasta Bahía Solano sólo para
salir a coquiar y ver cuanto consiguen para regresar de nuevo.

En el caso de los otros que se quedan en el pueblo, lo que pasa es un poco


improductivo, pues se dedican a manejar moto taxis (servicio público de
transporte muy popular en Bahía Solano) y a esperar el invierno, que
supuestamente es la época en la que más cae coca, por una razón muy simple:
cuando llueve, el oleaje aumenta y la visibilidad en altamar es bastante
reducida, y entonces a las autoridades les queda más complicado ver las
lanchas rápidas, por lo que en ésta época las probabilidades de que las lanchas
coronen es más alta.

Un riesgo pa` “machos”

Los viajes que se arman para salir a “coquiar”, realmente son agotadores,
según cuentan quienes los han hecho. Son alrededor de 12 horas las que se
pasan en el mar, buscando la droga, acomodados en asientos duros como la
madera, con el frío de la brisa marina y el inclemente sol de las tardes en
altamar, que aunque esté opacado por las nubes, quema intensamente la piel
de quien no vaya lo suficientemente protegido.

A esta breve descripción de lo que se enfrenta en el mar “coquiando”, se le


suma el peligro que conlleva esta actividad ilícita, y no solo por riesgo de
perderse, de vararse o quedarse sin combustible, sino también por el de ser
atracado, pues se han presentado casos en los que al modo de piratas,
encapuchados en lanchas con motores de alto caballaje, roban la coca que
otros hubieran podido conseguir, eso sin contar con los rumores que dicen que

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

varias personas hoy desaparecidas, han sido asesinadas cuando salieron a


“coquiar”, pero por no ser investigadas, nadie denuncia.

El peligro de ser asesinado en el mar, no solo se enfrenta con personas de


otras embarcaciones, sino también con los propios compañeros de viaje, que
como igualmente se rumora, han matado a algunos de sus socios, por obtener
más ganancias de lo encontrado, aunque esto nunca se ha comprobado.

En ese orden de ideas, la última de las posibilidades de riesgo para los


coqueros, resulta ser la más legal de todas; que los Guardacostas, un barco de
la Armada ó incluso las mismas patrulleras gringas se los encuentre con la
cocaína recuperada del mar, les decomise la droga y los condenen a prisión por
narcotráfico, como ya ha sucedido.
Con la perspectiva de esta actividad, podría pensarse entonces en que quienes
se arriesgan no fueran más que hombres, pero no es así, muchas mujeres en
Bahía Solano y otros municipios lo hacen y sus convicciones son tantas o más
que las de los hombres.

Tal es el caso de Zenaida Ortiz*, una mujer de 31 años que aunque nacida en
el Putumayo ha vivido en este pueblo desde que tiene uso de razón. Ella,
madre de 3 hijos, vive junto a su marido, de lo que la pesca artesanal le
produce, al igual que a otras tantas familias.

De una contextura física más bien desgarbada, Zenaida es una mujer que para
muchos podría definirse como más macho que los mismos hombres, pues su
mentalidad arriesgada y de cierto modo ambiciosa, la han llevado a volverse
una de las cuantas “coqueras” del pueblo y hacer algo que muchos no se
atreven, incluso su marido, quien según ella dice que en el mar nada se le ha
perdido a parte del pescado con el que sobrevive y por eso no sale a coquiar,

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

aunque su mujer asegura que él ya no le dice nada porque sabe que si no la


deja, ella igual se va.

“He salido sola con otros hombres y no me da miedo” cuenta Zenaida cuando
recuerda la primera vez que salió a “coquiar”, ella asegura que aquella vez solo
podía pensar en que ojalá no le fuera a pasar nada, pero al final todo salió bien
y ella ha continuado haciéndolo una y otra vez, tantas veces que ya perdió la
cuenta.

La clave según ella, es observar muy bien a las personas con que se sale, pues
como dice, “esa primera vez, uno ve quien es como ambicioso o envidioso y ya
con ese no se vuelve a salir, pues si ponen problema cuando uno encuentra
poquita coca, cómo será cuando se consiga bastante…”

Las salidas no siempre son tan fructíferas como uno se pudiera imaginar y no
en todas las ocasiones se consigue algo, por lo que algunos viajes son por
decirlo de alguna forma, a perdida, pues se da combustible, se corre riesgos y
toca devolverse con las manos vacías.

Dinero maldito

La coca es maldita y plata producto de ella más, dicen muchos en las calles de
Bahía Solano, sin embargo siempre salen al mar ante cualquier rumor de que
cayó algo, dejándose llevar solo por la ambición.

Ese es el caso de Rafael, quien por tradición fue un pescador de los mejores en
la zona. El problema es que desde que consiguió su primera paca de coca, la
vida le ha cambiado, pero no de la forma en que se esperaba, pues como casi
todos, tampoco aprovecho su tiempo de “vacas gordas”.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Este hombre fornido, como casi todos los que trabajan en el mar, era de los que
se compraba varias botellas de wisky del más caro y se lo echaba encima
delante de todo el que lo viera, incluso en medio de sus borracheras de
semana, le ofrecía dinero a las mujeres para que se acostaran con él, y como
muchas aceptaron, después lo vociferaba ante todos sus amigos, los mismos
que le dieron la espalda cuando lo veían sin un peso.

Según lo que cuentan las malas lenguas, este hombre que se ve en los
embarcaderos de Bahía Solano pidiendo trabajo como marinero, tuvo tanta
plata por la coca, que nadie lo sabe con seguridad, dicen que 600 millones,
otros que 1.000, pero la cifra solo la conoce él mismo.
Para Rafael, un hombre que bordea los 50 años, y sin muchos atractivos para
las mujeres, el remedio salió peor que la enfermedad, como le pasa a muchos
que de pagar millón de pesos por un beso de la mujer que les gustara, pasaron
a pedir comida en las tiendas y en una situación económica peor que al
comienzo.

Javier recuerda su historia, pues muchas veces Rafael estuvo tomando trago
por días en la charcutería, y en esas, le daba por invitar a todo el que entraba al
lugar, pagaba las cuentas de las otras mesas y regalaba plata a todo el que se
le atravesara. Encontró tanta coca, que dejó de trabajar y allí comenzó su ruina,
como la de muchos que han hecho lo mismo por el dinero “rápido (no fácil
porque se paga con la vida)” como dice un habitante de Bahía Solano.
Con el dinero vienen lujos y para muchos hombres, sobre todo en este pueblo,
las mujeres también lo son. Por eso, otra forma de descomposición social que
trajo este fenómeno de la coca, tiene que ver con la desintegración de los
núcleos familiares.
Los hombres, o por lo menos muchos, lo primero que hacen al encontrar coca
y cobrar el dinero, es dejar a sus mujeres, lastimosamente y como una
maldición, ellos vuelven a quedar solos cuando el dinero se esfuma entre sus

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

manos como la ilusión de ser ricos. Así como quedó precisamente Rafael
después de tenerlo todo, pero como dicen por ahí, “lo que por agua viene va,
por agua se va”… y en el caso de lo conseguido con dinero de la coca… ¡más!

En este pueblo todos son conscientes de que de algún modo, directa o


indirectamente, todos tienen una relación con el narcotráfico: los que venden
trago o ropa, las aerolíneas, las gasolineras… pero lo más preocupante es, que
la economía de esta población se ha vuelto ficticia, ya que si hay coca, en el
pueblo se produce, se gasta, se compra, sino, muchas personas solo se
dedican a esperar que caiga coca de nuevo y lamentablemente, muy pocos son
los que aprovechan el dinero que consiguen, haciendo inversiones buenas,
pues generalmente los 100, 200 o 500 millones que muchas personas han
logrado obtener se lo han gastado en poco tiempo y en cosas que no producen,
como casas extravagantes y lujosas.

Una persona que conoce el negocio afirma que el mayor problema de toda esta
situación es la impunidad, pues la gente tiene claro que traficar con droga es
ilegal, pero creen que al vender la coca, se deshacen del delito y esto, se
genera a partir de que los controles de las autoridades se centran en las
embarcaciones y el movimiento con la droga y no, en la utilización del dinero
ilícito, por lo que si llegaran a fijar en eso, tendrían que hacerle extinción de
dominio a medio pueblo, pues como dice ésta persona, la gente dejaría de usar
esa plata si les dijeran que cada cosa que compren les podría ser quitada.

Diez años atrás, la historia de Bahía Solano sin duda alguna era muy diferente
a la de hoy, no solo por las comodidades y avances tecnológicos que han
llegado, sino porque la gente se moría de vieja de año en cuando y a pesar de
la oscuridad promovida por la falta de energía eléctrica, las calles a media
noche eran seguras y las ventanas y puertas podían estar abiertas de par en
par, con el único riesgo, de que se metieran en las casas solo los zancudos.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

El panorama actual de ésta población del Pacífico colombiano es bien


contrastante con el de entonces, pues cuando cae el sol y las sombras lo
invaden todo, éste pequeño paraíso del Chocó se convierte casi en pueblo
fantasma, transitado solo por los que allí son los habitantes de la calle: perros y
gatos que además acompañan a Infantes de Marina y policías, que patrullan las
vías hasta tarde en busca del control de los altos índices de homicidios nunca
vistos en el municipio: al 1 de Julio de 2009, seis personas, (todas hombres)
fueron asesinadas por posibles nexos con el narcotráfico, de ellos, únicamente
uno era nativo.

Debido a estos desafortunados sucesos


que estarían relacionados con posibles
ajustes de cuentas por drogas, las
autoridades civiles y militares del
municipio decidieron entre otras
medidas, que los establecimientos
comerciales cerraran a las doce de la Consejo local de Seguridad.
Bahía Solano 3 de junio/09
noche, que los menores de edad
estuvieran en sus casas antes de las nueve, que no se transitara en motos a
partir de las 6 de la tarde, así como que se restringiera el porte de armas con o
sin salvoconducto.

Pero quizá, una de las medidas más importantes tiene que ver con el control del
ingreso de personas al municipio por vía aérea y marítima, con lo que se
pretende tener conocimiento de las razones de la gente para estar en el
poblado y así evitar hechos como el de las seis personas asesinadas de las
cuales, la mayoría venían de Buenaventura, supuestamente huyendo de
problemas con narcotraficantes que se la habrían ingeniado para encontrarlos
en este lugar.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Es claro que el brote de violencia estuvo relacionado con la llegada de personas


ajenas al municipio, por lo que de cierto modo, la tranquilidad está en que no se
metieron con los nativos y las medidas tomadas por la administración municipal
han generado el efecto esperado.
La Policía lentamente recobra la confianza de la población, la temporada de
turismo que empieza promete mucho a la zona y la coca hace tiempo no cae,
aunque lo que si cae son los negocios, que acostumbrados a la bonanza
cocalera, tendrán que empezar a pensar en cómo salir adelante sin, como lo
hacían, antes de que llegara el narcotráfico a estas tierras.

Este año, a pesar de lo malo que ha ocurrido, se ha generado un ambiente de


concientización en la gente, en donde se reflexiona sobre cómo se botó a la
basura una forma de vida privilegiada, por algo que a la hora de la verdad es
una ilusión momentánea.
El gobierno central ya reconoció las delicadas consecuencias de ésta situación
y ha empezado a tomar cartas en el asunto. La seguridad no había estado tan
reforzada como ahora y aunque la situación tomará tiempo para normalizarse,
la gente comienza a sentir algo que hace mucho se había perdido en este
poblado: la esperanza de que todo mejorará.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Sueño colombiano, pesadilla norteamericana.

Seguramente Jairo* jamás imaginó*, que ese domingo vería por última vez en
muchos años a Marina y menos que por cosas del destino y una pésima
decisión, su vida cambiaría tan dramáticamente.

La de Jairo, es la situación que muchos otros colombianos anónimos viven:


estar preso en otro país. Y aunque las circunstancias para él fueron especiales,
sin pensarlo, este hombre nacido en un pueblo a orillas del Pacífico colombiano,
llegó a Estados Unidos como muchos sueñan, pero no precisamente de la
forma en que esperaba.

Puede decirse que ésta historia de octubre de 2008 cuenta, cómo el


narcotráfico le cambió la vida a la familia Perea Rodríguez igual que le sucede a
muchas otras en el litoral Pacífico que hoy viven o sobreviven sin sus padres,
hermanos o hijos.
Aunque nació en Juradó, desde muy pequeño Jairo fue criado por su abuela
materna en Bahía Solano, donde ha vivido gran parte de sus 29 años. Allí
estableció no solo su fuente de trabajo sino también la familia, que conforma
con Marina y sus tres hijos desde hace ya casi una década.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

El diario vivir de personas como Jairo, transcurría sin mayores complicaciones


en un caserío por tradición tranquilo como lo era hace unos años Bahía Solano,

Su esposa Marina, quien mejor sabe cómo ocurrió todo, recuerda con tristeza el
16 de octubre de 2008 como la fecha que marcaría profundamente su vida y la
de su familia.
Aquel domingo todo transcurría en completa normalidad, excepto porque ella
vigilaba desde un rincón de la casa a Jairo, quien reposaba en un mueble de la
sala un poco distraído mirando el techo. Ese día al igual que toda la semana,
Marina notó que su compañero permanente, se mostraba bastante pensativo y
callado, y aunque en esa ocasión verlo observando el techo la llenó aun más de
preocupación, no encontró la forma de averiguar lo que le ocurría, pues sus
preguntas de por qué estaba así y qué le pasaba, solo recibían por parte de
Jairo respuestas de: ¡nada! Semanas después, se daría cuenta de lo que habría
podido evitar, si aquella tarde hubiera indagado un poco más sobre el extraño
comportamiento de su marido.

Habían transcurrido unos cinco años desde la última vez que Jairo vio a su
madre y sus hermanos, razón por la cual Marina tuvo problema con el repentino
deseo de viajar, que él expresó ese día después de la larga meditación en el
mueble.
Pensando que esa decisión tan a la ligera había resultado de la actitud inquieta
de los últimos días, a Marina no le pareció tan sospechoso el arrebato de su
marido por viajar, y aunque creyó que la idea era buena en ese momento, ella
recuerda que lo único por lo que le recriminó, fue que por el afán no le iba a
poder mandar nada a su suegra, y porque Jairo no quiso llevarse una nevera de
fibra para devolvérsela con verduras desde Medellín, diciéndole, que allá él
compraba una y la traía con cositas de regreso.
Al termino de la conversación sobre el viaje y sin llegar a imaginarse que sería
por años, Marina le sugirió a Jairo ingenuamente que aprovechara y se quedara

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

unos cuantos días para que descansara del trabajo y sus actividades, palabras
con las que ella recuerda haber concluido el tema.

En Bahía Solano como en muchas otras poblaciones del Chocó, las fuentes de
empleo son pocas y algunas limitadas a la explotación de los recursos naturales
como la pesca y la madera. Dentro de estas pocas opciones de sustento, Jairo
tenía un pequeño “plante” representado por dos motosierras y una lancha con
un pequeño motor fuera de borda, con los cuales conseguía lo necesario para
su familia y una que otra cosa para la casa y sus hijos.

Según cuenta Marina, su vida familiar era escasa, pues recuerda ver poco a su
marido debido a su rutina laboral, que consistía en viajar hasta una playa,
adentrarse en la selva con algunos trabajadores y las motosierras y quedarse
durante una semana tumbando árboles que después negociaba con la ayuda
de su socio. Éste, dueño de un barco de carga que trae víveres a la zona,
además de la gasolina para las máquinas, le aportaba el transporte de la
madera hacia un punto de comercialización, generalmente en Buenaventura,
para después de la venta partir ganancias y pagar los gastos.

Trabajar con madera es una labor que aunque exige sacrificios, es bien
remunerada, y a esta familia le permitía tener las comodidades básicas y vivir
bien, razón por la que Marina no se explica todavía porqué Jairo se metió con el
narcotráfico. Él en cambio le manifestó a su mujer en una carta que le envió
desde la cárcel, que se dejó llevar por su deseo de construir una casa grande y
bonita en un terreno que había comprado hace un tiempo, además de ponerle a
su mujer una tienda de víveres bien surtida, en donde se encontrara cualquiera
de los alimentos que no se consiguen fácilmente en Bahía.

Durante el poco tiempo que se quedaba en casa, una semana cada ocho días
después de trabajar en la playa, Jairo se dedicaba a aprovechar cada momento

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

con sus hijos Johana de 11, Carlos de 5 y Jairito de 2 años, a los cuales según
Marina, es profundamente apegado.
De pocos amigos, y un tanto serio, como lo describe ella, su tiempo en casa lo
usaba para descansar, estar con su familia y ver televisión todo el día en el
mismo mueble de su sala donde aquel día de octubre yacía meditabundo.

Sin duda, la vida de Marina ha cambiado drásticamente y más cuando ha tenido


que hacerse cargo de los gastos y mantener sola a sus hijos. Antes de que
fuera arrestado, Jairo era el encargado de todas las obligaciones de la casa:
comida, servicios públicos, ropa, y la escuela de los niños, motivo por el cual, lo
que ganaba Marina por vender de catálogos productos de belleza y hogar, lo
gastaba en sus cosas personales. Ahora eso ya no es así, pues el poco dinero
que logra conseguir tiene que invertirlo en el sostenimiento de la casa, los niños
y el pago de ciertas cuentas con las que también sus padres le colaboran.

Tristemente, Marina reconoce que por su nivel educativo sus opciones laborales
son pocas, ella tuvo que terminar su bachillerato tiempo después de vivir con
Jairo y nunca tuvo un empleo formal y por eso se resigna a continuar ofreciendo
los catálogos, para ayudarse con los gastos en la ausencia de su marido.
Aunque no pierde las esperanzas de que le resulte trabajo en alguno de los
lugares a donde llevó su hoja de vida.

El nivel de la educación es quizá uno de los graves problemas que se registran


en este municipio al igual que en la mayoría del Chocó, pero más delicado es,
el hecho de que muchos jóvenes después de terminar el bachillerato, tengan
que quedarse en el pueblo, pues no hay oportunidades para continuar estudios
técnicos, tecnológicos y mucho menos profesionales, a no ser que los padres
tengan la posibilidad monetaria de enviar a sus hijos a estudiar a un centro
urbano, como Quibdó ó Medellín, lo que seguramente ya había pensado Jairo
con los suyos.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

La falta de posibilidades educativas o actividades extracurriculares resulta ser


el motivo por el que muchos jóvenes han optado por quedarse en sus casas sin
un proyecto de vida o peor aún por dedicarse a la delincuencia, la drogadicción
y últimamente la prostitución, por conseguir dinero fácil, una cultura que se ha
impuesto en una gran porción de la sociedad solaneña y colombiana debido a la
influencia del narcotráfico.

Desde la partida de Jairo, Marina recuerda perfectamente no poder apartar de


su mente el presentimiento de que algo no estaba del todo bien, como lo
confirmaría exactamente tres días después de que Jairo se fuera
supuestamente a ver a sus familiares.

Al otro día de decidir su viaje y decírselo a Marina, sin tener reserva en ninguna
aerolínea, Jairo madrugó al aeropuerto de la localidad, desde donde viajó hasta
Medellín, ese mismo día tomó un bus hasta Palmira-Valle en donde vio a una
hermana. Allí no se quedó mucho tiempo dice Marina, quien supo que el martes
14 de octubre ya había llegado a Buenaventura y se disponía a viajar a un
caserío cercano, del cual no sabe ni el nombre ni la ubicación, aunque si
recuerda que no entraba señal de celular, razón por la que perdió el contacto
con Jairo hasta la tarde de ese mismo día cuando lo llamó a la casa de su
mamá y hablaron.

Al día siguiente Jairo se reunió hasta altas horas de la noche, según se enteró
Marina, con buena parte de sus hermanos y familiares, tiempo en el que
tomaron licor y hablaron por largo rato de cosas sucedidas en los cerca de
cinco años que no se habían visto: seguramente de la salud, del trabajo,
algunas anécdotas y quien sabe que más, aunque por lo que recuerda que le
contó Jairo, el tema principal fue que su tío Ulises estaba preso por narcotráfico
en Panamá y que a los dos meses de estar en la cárcel, la mujer ya tenía otro

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

marido. Tema que, asegura Marina, es uno de los más grandes miedos de Jairo
ahora que se encuentra preso, pues le ha dicho que piensa en que ella lo deje
de querer y termine haciendo lo mismo que la mujer de su tío.

En estos momentos, en que Marina se encuentra sin su compañero, sus padres


han sido de vital importancia para su bienestar, pues no solo le ayudan con la
comida de ella y sus hijos, sino también con el apoyo y ánimo para afrontar esta
dura situación.

Don Antonio, padre de Marina, quien tenía una muy buena relación con su
yerno piensa como Jairo, en la posibilidad de que su hija quisiera en un tiempo,
tener una nueva vida con otra persona y por eso le dice a ella que su deber es
esperarlo, no solo por sus hijos sino porque después de todo, él ha sido buen
marido y padre.
Ella, además de tener el amor como su más fuerte motivo para esperarlo,
piensa que de todas maneras es una mujer de treinta años, con tres hijos y un
poco malgastada físicamente, por lo que ve difícil que algún hombre quisiera
estar con ella. Por todo eso a Marina solo le queda esperar a que las
predicciones del abogado de su marido, con quien por cierto nunca ha podido
hablar, se cumplan y entonces no sean once sino seis años mal contados, los
que Jairo tenga que pagar en la cárcel por el delito de tráfico de drogas.

De la situación que vive actualmente, Marina piensa mucho acerca de la


importancia del tiempo y las cosas que pueden ocurrir en la ausencia de Jairo,
quien no solo no verá crecer a sus hijos, sino que muy probablemente, tampoco
vuelva a ver con vida a su papá, Jesús.
Padre e hijo eran muy cercanos, pues además de que don Jesús vivía en su
casa desde hacia varios años, Jairo se lo llevaba a todos lados: a pescar, a la
playa a cortar madera, y ahora que él no está, “el viejito se la pasa solo, callado,

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

sentado en el mueble de la sala” donde se sentó el mismo Jairo antes de su


viaje.

Verlo así de triste le parte el corazón a Marina quien trata, en medio de su


propio desconsuelo de seguir dándole aliento a pesar de la angustia que le
causa el pensar que su suegro se muera antes de ver a Jairo, pues Jesús a sus
75 años sufre mucho con la situación de su hijo, siendo prueba de ello, que al
enterarse de lo que le sucedió, sufrió un preinfarto que lo mantuvo hospitalizado
unas semanas.
Marina recuerda ese dramático momento como si fuera ayer, pero también
tiene presente los hechos que antecedieron toda esta tragedia que su familia
vive. Las cosas empezarían a parecer más extrañas todavía, cuando el jueves
16 de octubre, Jairo, no llamó a su suegro para felicitarlo por sus cumpleaños,
por lo que entonces a eso de las once de la mañana, Marina fue a una cabina
telefónica y lo llamó a casa de su mamá, donde le dijeron que él no podía pasar
al teléfono porque estaba muy ocupado.

Como si se tratara de una premonición, ella empezó a pensar en ese momento


en el mal presentimiento que le rondaba la cabeza desde la partida de Jairo, y
aunque no le dio buena espina que le hubieran negado a su marido, de todas
maneras no refutó la cortante respuesta de su cuñada, quien le dijo que le
avisaría a Jairo que ella lo llamó para que se comunicara.

Las cosas no se veían nada bien, pero esa misma tarde, Jairo le devolvió la
llamada a Marina, la cual, recuerda ella, fue bastante rara por lo corta y su
anormal actitud, pero lo peor sería al final de la conversación, que Jairo remató
con una petición difícil de cumplir y muy seria, diciendo que no lo volviera a
llamar y que esperara que él se comunicaría en cuanto pudiera.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

“Un viaje” al calvario.

Desde la tarde de la extraña llamada, Marina no volvió a saber de la vida de su


marido y pacientemente esperó que se comunicara el día siguiente y nada.
Para el sábado ella estaba lo suficientemente angustiada y decidió intentar
hablar con Jairo, esfuerzo que fue en vano, pues al llegar a las cabinas
telefónicas le avisaron que desde el día anterior (viernes) todo el municipio se
había quedado sin comunicación y por eso no funcionaban los teléfonos fijos, ni
celulares ni mucho menos Internet, lo peor era que no sabían cual era el daño
ni cuanto tardaría el arreglo.
La preocupación de Marina aumentó a medida que transcurría el tiempo, y todo
por pensar que Jairo estuviera llamando y la comunicación no funcionara.
De todas maneras, no solo ella sentía
angustia, pues en un pueblo de 4.155
habitantes (censo DANE 2005) los
rumores corren rápido y el nerviosismo
se generalizó ante la amenaza
inminente de un supuesto ataque
guerrillero, entre otras hipótesis Vista aérea de Ciudad Mutis, Cabecera municipal de
Bahía Solano.
descabelladas que la gente hizo
circular.
En esos días de incomunicación, muchos familiares de habitantes de Bahía que
viven en otros lugares, acudieron a las autoridades de sus localidades al no
poderse comunicar con ellos presintiendo las mismas situaciones que ya la
población aislada se imaginaba. A partir de esta incertidumbre algunas
personas lograron que el Ejército por ejemplo, se contactara por radio con
personal de la Armada Nacional, en Bahía Solano que descartó cualquier
peligro y explicó que las circunstancias se debían a un daño en las antenas

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

repetidoras de la señal y que probablemente al comenzar la semana estaría


solucionado el inconveniente.

Ese fin de semana fue un infierno para Marina sin poder hablar con su marido.
Las cosas empeorarían cuando al retornar la comunicación el lunes, recibió una
llamada que le quitó el poco de paz y calma que aún le quedaba.
Desde Buenaventura, una de las hermanas de Jairo la llamó y le preguntó que
si sabía de él o lo que le había pasado. Enseguida, Marina con enojo y
angustia, le respondió sumamente alterada que ¿cómo así? si se suponía que
él estaba allá, que ¡cómo no iba a saber ella donde estaba! Lo que Marina
escuchó como respuesta, nunca se le habría pasado por la cabeza: “es que
Jairo se fue a llevar un “viaje” y no se sabe si lo mataron o lo arrestaron”.

¡Un viaje!, Así es llamado en la región el


transporte de coca que realizan los
narcotraficantes vía marítima desde
Colombia hacia otros países en lanchas
rápidas o “Go Fast”, como también se les
conoce.
Muelle la Esso en Bahía Solano. Lancha incautada por unidades de
la Fuerza Naval del Pacífico el 26 de junio de 2009 con 976 kilos de
cocaína en jurisdicción del municipio de Juradó- Chocó.

Éstos viajes, poco mencionados en el centro del país pero tema de cada día en
ésta zona de el Chocó, se realizan con la colaboración de otra categoría de
mulas que se encargan de transportar en las lanchas los cargamentos de droga
hasta sitios de desembarque en Centroamérica y México desde donde se
distribuye.

Las lanchas, que antes eran importadas y ahora son fabricadas en la misma
zona, pueden llegar a costar si son fabricadas por astilleros clandestinos entre
80 y 300 millones de pesos y están dotadas de sofisticados aparatos de

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

navegación de última generación que incluyen GPS (sistema de


posicionamiento global), radios de comunicación marina, sistema de
comunicación satelital y hasta visores nocturnos.

Como para tripular una lancha de estas se requiere de una amplia experiencia
en navegación, quienes son reclutados a lo largo del litoral son hombres
medianamente jóvenes que, en su mayoría, se dedican a la pesca artesanal en
las poblaciones a lo largo de toda la costa pacífica. Esto indica, que los
tripulantes conocen algo del territorio costero, tienen las habilidades necesarias
para maniobrar las costosas y modernas embarcaciones en altamar, y son
pobres, situación que aprovechan los narcotraficantes para convencerlos.

Marina no daba crédito a que Jairo hubiera tomado semejante riesgo y que la
hubiera engañado haciéndole creer que iba a ver a su familia. Ella no entendía
porqué si Jairo jamás había hecho nada ilegal ni tenía amistades vinculadas a
la ilegalidad, terminó dejándose involucrar en algo así.

Mientras su cuñada le hablaba de la situación de su hermano, Marina no pudo


contener el llanto y aún sollozando, trataba en vano de formular las muchas
preguntas que tenía sobre “el viaje” de su marido. A partir de ese momento,
comenzaría para ella un verdadero calvario por conocer de la suerte de Jairo,
para lo cual movería cielo y tierra, como muy pocas mujeres en su misma
situación lo hacen, algunas por desinformación y otras por desinterés.

Al caído cáele, dice un refrán popular y Marina puede señalarse como la


encarnación de este dicho, pues loa noticia de la posible captura de Jairo,
coincidió con una serie de situaciones que la llevó al borde de la desesperación:
lo primero fue el rumor que se difundió en el pueblo, acerca de una supuesta
lancha en llamas que pescadores y navegantes habían visto flotando a la
deriva. Este corrillo, que después Jairo le corroboraría en una de las cartas que

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

le envió desde prisión, hizo pensar a Marina y a la gente sobre las altas
probabilidades que tenía la lancha de ser la que llevaba Jairo, pues la fecha
concordaba perfectamente con la de su salida, y el lugar donde la vieron según
los cálculos de los navegantes, sería por el que debía estar pasando en ese
momento.

Lo que en principio significó desconocer la suerte que había corrido su marido,


se iba convirtiendo a medida que transcurría el tiempo en un carrusel de
emociones, al escuchar a los pescadores que regresaban de sus faenas
hablando de las pocas posibilidades de que Jairo estuviera vivo, mientras que
otros la animaban a pensar que él no estaba muerto y que de pronto habría
podido coronar y no se podía comunicar.

Pero el avistamiento de la embarcación en llamas, traería algo más que el


presentimiento de que fuera la de Jairo, pues lo peor sería, que junto a esta
lancha, muchos pescadores al acercarse decían que habían visto pedazos de
un cuerpo humano, lo que terminó por agravar la crisis nerviosa que Marina
padecía a causa de la situación.

Sin estar segura de la supervivencia de Jairo o de que él fuera en la


embarcación incendiada, Marina pensó incluso en enviar a alguien a ver si lo de
la lancha en llamas era verdad y de paso si el cuerpo o las partes del cuerpo
que la gente decía que flotaban cerca, eran de su marido, pero como por esos
días las cosas estaban “calientes” en el pueblo debido a los controles, nadie se
atrevería a que lo “encendieran a plomo” por acercarse a una lancha de esas y
menos sabiendo, como también decían los rumores, que los gringos estaban
atentos a cualquier movimiento de los colombianos.
De esa manera, pensando en que nadie quería dar tanta papaya, como se dice
coloquialmente, Marina olvidó esa idea al estar segura de que ninguna persona,
por lo menos gratis, se atrevería a comprobar lo que se rumoraba.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Durante los últimos años y


principalmente el 2009, los
controles en la zona norte del
Pacífico y en especial en los
límites con Panamá han
aumentado de forma considerable
mediante el sistema de Interdicción
Marítima contra el narcotráfico,
Avioneta estadounidense- Aeropuerto José Celestino
que Colombia viene desarrollando Mutis- Bahía Solano- Febrero 2009.
en conjunto con Estados Unidos y
otros países. Por eso no es raro, como ocurre frecuentemente en Bahía Solano,
que la población vea llegar avionetas de la DEA con gringos que tranquilamente
transitan por el pueblo, o que pescadores y navegantes se encuentren en
altamar con patrullas y barcos estadounidenses vigilando el tránsito de posibles
embarcaciones ilícitas como la de Jairo.

A medida que pasaba el tiempo incrementaba la angustia de Marina, quien era


atormentada también por las cientos de historias de gente que salió con viajes y
nunca regresó, o los que eran cogidos con la droga por los gringos y eran
llevados a Estados Unidos directamente y sin avisar a nadie. Cualquiera que
fuera el caso, resultaba igual de desconcertante y aunque Marina se enfrentaba
a una situación por la que otras mujeres en el pueblo ya habían pasado, ella
como muy pocas optaría por no seguir los pasos de la mujer del tío de Jairo.

En varios de los casos conocidos en Bahía Solano, las mujeres se habían


dedicado al poco tiempo de la desaparición de sus compañeros, a gastarse en
licor o fiestas cualquier peso que sus maridos hubieran recibido como parte del
pago por el viaje o en su defecto, a pasar la tristeza con otros hombres, pues
muchas de ellas nunca se preocuparon por el destino de sus parejas o por

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

buscar apoyo, por lo que en numerosas ocasiones decidían simplemente


esperar a que algo pasara.

La mayoría del pueblo se dio cuenta ese mismo día de la situación de Jairo,
primero porque es un lugar pequeño y las cosas se saben rápidamente y
segundo, porque ella había ido a preguntarles a varios pescadores sobre el
rumor de la lancha y del muerto, a lo que le respondieron que sí era cierto y que
julanito y peranito habían visto en tal parte, cerca a tal playa, una lancha gris
con franjas azules que estuvo incendiada desde el viernes (17 de octubre)
hasta el domingo (19 de octubre), cuando se había consumido por completo.

Prácticamente todas las piezas coincidían y Marina estaba cada vez más
segura de dos cosas: que si su marido no estaba muerto, se lo habían llevado
preso los gringos. Pero, ¿Qué podía hacer ante una situación como la que
vivía?,¿a quien podría acudir? ó ¿qué haría cualquier colombiano en su lugar?,
ella, después de contarle a un abogado conocido lo que presuntamente había
ocurrido con Jairo, decidió seguir su recomendación de dirigirse a la base de la
Armada en la zona para buscar información, pues si había ocurrido alguna
captura, o algún decomiso de droga, ellos eran quienes debían tener los datos,
pero no. A la base militar iría en varias ocasiones de las cuales tres había
podido contactarse con el personal encargado, aunque solo al final y después
de un largo trámite recibiría noticias del paradero de su marido.

En aquella primera visita intentando averiguar lo que le pasó a Jairo, Marina le


manifestó su angustia al comandante de ésta unidad militar, contándole que
había escuchado un comentario acerca de la presunta retención en esos días,
de varias personas que transportaban droga en la zona y que solo quería saber
si su esposo estaba en ese grupo y con vida.
A sus peticiones, Marina solo recibió como respuesta, según ella, la de que
ellos (la Armada) no tenían ninguna información sobre alguna operación esos

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

días, sin embargo con una llamada averiguaron, en su presencia, si dentro de


algunos capturados que tenían estaba un hombre de unos 28 años, bajito,
mulatico y cholo (con el pelo indio) que respondía al nombre de Jairo según las
descripciones de su mujer.
Después de esa averiguación le dijeron que no había ninguna persona que
coincidiera con las características que ella mencionó, pero que si sabían algún
dato les dejara su número de teléfono y ellos se lo comunicarían.

Abatida por no encontrar ninguna respuesta se dirigió a la casa de sus padres y


al llegar, le contó a su mamá, en medio de cierta resignación, que en el batallón
le habían dicho que cuando tuvieran la información clara la contactaban pues
iban a realizar algunas llamadas a los Estados Unidos.

Sumida en una completa depresión por la desaparición de su esposo, los


primeros días Marina perdió el apetito y dejó de comer pues aseguraba que la
ansiedad y la preocupación le hacía un nudo en la garganta que no le dejaba
pasar bocado, aunque lo más severo era el fastidio que le produjo la casa
donde vivía con Jairo, por lo que decidió irse un tiempo con sus hijos a la
residencia de sus padres dejando mientras tanto su vivienda cerrada para así
evitar pensar en los recuerdos que le traía.

En vano pasaron los días sin recibir la información prometida en el Batallón,


aunque aun así Marina seguía enterándose de otros datos por boca de los
pobladores. Al tiempo que esperaba respuestas de las autoridades, Marina
mantuvo el contacto frecuente con su suegra y cuñados con el fin de conocer
más detalles del viaje de Jairo, pero su comunicación tendría un tono diferente
cuando un día, en una de esas llamadas de cotejo de información, le preguntó a
la mamá de Jairo acerca de la ropa que llevaba el día que salió, ya que las
mismas personas que le contaron sobre la lancha en llamas, le habían dicho

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

que a los alrededores vieron flotando partes de un cadáver que podría ser el de
él.
Debía prepararse para lo peor, pues según las versiones de pescadores, en lo
que quedaba de las prendas que llevaba puesto el muerto, se distinguía una
camisa de manga larga gris con una sudadera del mismo color, datos que para
la desdicha de Marina y su familia, coincidiría con la descripción de la ropa que
llevaba Jairo aquella noche.

Para Marina cada día de incertidumbre se hacía más insoportable y lo único


que esperaba era que le dijeran si su marido estaba vivo o no, caso en el que
sólo pedía que le entregaran el cuerpo para darle una digna sepultura.
Inconsolable, se convencía más de que el muerto que flotaba en alta mar era
Jairo y así lo creyó por varios días, hasta cuando el abogado le volvió a insistir
con lo de averiguar información en el Batallón.

A ese punto, ya había pasado un buen tiempo desde su primera visita a la base
de la Armada y todavía no tenía ninguna razón de su esposo ni había recibido
la tan esperada llamada, por eso en la segunda ocasión, ya más angustiada por
las hipótesis y las habladurías de la gente, le dijo al comandante del Batallón
que ella no excusaba la actividad ilícita de su marido pero que de todas
maneras lo único que quería saber para estar tranquila, era si ellos sabían por
lo menos de su supervivencia.
Después de escucharla y decirle nuevamente que no estaban al tanto de su
paradero, le pidieron otra vez el número de teléfono y le dijeron de nuevo que
se fuera tranquila que iban a realizar algunas averiguaciones con las
autoridades competentes en los Estados Unidos, para saber si lo tenían allá y
cuando tuvieran la respuesta la llamarían para informarle.

Después de ese segundo intento por saber que le había sucedido a su pareja,
la situación se tornó aún más inaguantable para Marina, quien luego de

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

pensarlo mucho se decidió a poner una denuncia por la desaparición de Jairo


creyendo que por el lado de la Armada no iba a conocer ninguna información,
por lo que acudió a la Personería municipal en donde habló con el personero y
le contó lo que estaba pasando con su marido.

De inmediato, allí se redactó un oficio narrando la situación, para pasarlo a la


Defensoría del Pueblo en la ciudad de Quibdó (capital del Chocó) desde donde
hicieron llegar la petición formal de información, al Batallón de la Armada, en
Bahía Solano.

Por primera vez Marina vería una luz de esperanza en su búsqueda, al recibir
por fin la llamada que le habían prometido varias semanas atrás. Ella, se
encontraba en una farmacia comprando medicamentos para su niño menor que
estaba enfermo, cuando de pronto sonó su celular; con la llamada la
convocaban a una reunión en el batallón para darle parte de una respuesta a su
petición.

Con el corazón en la mano y vuelta un manojo de nervios por lo que le habrían


de decir, Marina adelantándose a los posibles hechos, no pudo evitar llorar
durante el trayecto hacia la base militar llego a donde llegó todavía con lágrimas
en los ojos. Una vez allí, le pidieron que se sentara y esperara un momento,
tiempo que con seguridad y aunque fueron segundos, parecerían una eternidad
debido a su ansiedad, pero sin duda valdrían la pena y la dejarían por lo menos
más aliviada y con algunas certezas.
Al parecer de la Defensoría del Pueblo en Quibdó le hicieron llegar a esa unidad
militar, la denuncia de Marina y por eso la llamada era para informarle que el
oficio ya tenía respuesta y que se dirigiera a la Personería municipal y pidiera
una copia de la contestación, en la que le notificaban que su esposo había sido
arrestado por unidades de Guardacostas estadounidenses por llevar un
cargamento de cocaína.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Temiendo la difícil realidad que se le venía, ella por lo menos descansó al saber
que Jairo estaría con vida, lo que significaba mucho, teniendo en cuenta que en
esas operaciones, ella había oído que eran pocos los que salían ilesos.
A parte de la información suministrada, Marina recuerda que le dijeron en un
tono para ella fue acusador que a la Armada le habían impuesto una demanda
por ese caso, a lo que ella respondió que le daba mucha pena pero que ella
solo denunció la desaparición de su esposo y que si los habían demandado, los
responsables eran los otros familiares de los que iban con Jairo en la lancha,
porque ella no era la única que estaba moviendo eso, ellos también estaban
haciendo averiguaciones por su lado y ya se habían comunicado con Marina
diciéndole recién conocida la noticia, que a Jairo y al resto los tenían en Quibdó.

A raíz de esta primera información conocida antes de acudir a la Armada, ella


llamó a varios lugares en esa ciudad intentando corroborar lo que le dijeron los
familiares de la gente que iba en la lancha, pero averiguando, finalmente se
enteró de que en Quibdó no los tenían, y que supuestamente se lo habían
llevado para Medellín.

La situación para Marina era verdaderamente complicada, pues de los cinco


tripulantes que viajaban en la lancha, todos menos Jairo eran tíos y sobrinos de
una misma familia, lo que le trajo a la cabeza pensamientos que la alertaban del
peligro que Jairo corría por estar prácticamente solo en ese viaje. Ella no podía
evitar pensar que en una situación de riesgo en la que tuvieran que sacrificar de
algún modo a alguien, ellos determinarían sin meditarlo mucho, que tal persona
fuera él.

En todo caso, en aquella reunión con las personas de la Armada, igualmente le


fue informado a Marina que en la respuesta que se le pasaría a la Personería,
se anexaban los datos del abogado defensor asignado a Jairo, para que ella

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

averiguara el estado del proceso legal por el que su marido iba a pasar en los
Estados Unidos y como si intentaran ponerla a prueba, al decirle lo anterior
también la cuestionaron sobre la identidad del abogado, pues querían saber si
lo conocía o se había contactado con él antes, a lo que respondió que no sabía
quién era.
Luego de eso, la siguiente pregunta fue que si ella sabía si el abogado era
enviado por quien había mandado a Jairo a hacer ese trabajo, a lo que Marina
dijo también que no podía contestar, porque ella simplemente no sabía, como
tampoco, lo que iba a hacer su marido, pues si hubiera sabido con seguridad no
lo habría dejado ir y por eso él no le había contado nada.

Para finalizar el cuestionamiento, Marina intentó argumentar que si él había


hecho lo que hizo, ella no tenía conocimiento, por lo que debían entender que
“el hombre también le miente a uno, le esconde las cosas a uno para que uno
no les diga nada”, y además, ella nunca le había conocido en sus 10 años
juntos, ningún trabajo que fuera en contra de la ley y por eso no tenía porque
sospechar cuando el viajó, pues si él se había ido a hacer su trabajo por allá se
fue escondido.

Inmediatamente terminó el encuentro con los militares, iría directo a la


Personería en busca de la respuesta, y sería entonces, después de un largo y
extenuante trámite y casi un mes de su desaparición, que Marina se enteraría
de que Jairo había sido “detenido el jueves 16 de octubre de 2008, en un
procedimiento de interdicción marítima hecho por unidades de Guardacostas de
los Estados Unidos”,como lo comunicó el Batallón de Asalto Fluvial de
Infantería de Marina Nº3 al Personero municipal de Bahía Solano el 10 de
noviembre de 2008.

Tan pronto conoció esa respuesta oficial, el panorama cambió muchísimo para
Marina y su familia, lo que se vio reflejado no solo en su ánimo y optimismo,

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

sino también en la actitud de muchas personas en el pueblo, que la animaban


con el hecho de que por lo menos no lo habían matado, como él mismo le dijo
cuando pudieron hablar por primera vez.

Lo que sí es claro para ella, es que si no hubiera sido por la presión ejercida
con la denuncia ante el personero, quizá no se habría enterado de la situación
de Jairo, pero lo que más le da rabia, es que viéndola sufrir no le hubieran
informado de la captura de su esposo y que “estando la ley aquí, los dejaron
llevar de los gringos, pues si aquí también hay cárceles porque no los dejaron
para que pagaran lo que tuvieran que pagar por sus delitos”.

Al respecto, una fuente de la Armada que estuvo relacionada con el caso, dijo
extraoficialmente que en realidad ellos no tenían información de la captura de
los ocupantes de la embarcación y que en estas operaciones de interdicción
marítima transnacionales que son totalmente legales, las autoridades
estadounidenses tienen toda la potestad de llevarse a las personas que
capturen traficando en altamar.

Esto, es legal por el Acuerdo de Interdicción Marítima suscrito entre Colombia y


Estados Unidos en 19º97 en el cual los dos países realizan vigilancia aérea y
marítima, pero las embarcaciones y aeronaves estadounidenses operan fuera
del mar territorial colombiano, en aguas internacionales, desde donde pueden
tener buques permanentemente y realizar las acciones que crean necesarias
contra cualquier embarcación relacionada con el narcotráfico.

La fuente dijo además, que ellos no se enteraron inmediatamente de la captura


de Jairo, debido a que los trámites de traslado y las diligencias judiciales en
Estados Unidos demoran un tiempo, mientras se siguen los protocolos
establecidos entre ambos gobiernos para la notificación y en el último paso se
de aviso a la unidad militar más cercana al presunto lugar de procedencia del
capturado para que se les comunique a las familias por lo que, en este caso,

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

cuando Marina se dio cuenta, apenas habían pasado algunos días de la captura
y aun ellos no habían sido informados del hecho.

Un poco más tranquila por saber que su esposo se encontraba con vida, pero
triste por enfrentarse a su encarcelamiento, Marina recibió de manos del
Personero, la copia del oficio emitido por el batallón respecto al caso de Jairo y
en éste había, además de datos del lugar donde se encontraba recluido ,
información sobre el abogado público designado a su caso, tal y como lo se
mencionaron en su encuentro con personal de la Armada, aunque habiendo
superado la incógnita de su paradero, Marina tendría que enfrentarse a un
nuevo obstáculo para saber más de su marido: las barreras del idioma.

Según la información suministrada por la Armada, a Jairo lo tenían retenido en


Middle District of Florida Federal Holding y su defensor un abogado en Tampa-
Florida jamás pudo ser contactado por Marina, quien llamó insistentemente
durante varios días al número señalado en el oficio, resultando infructuosos sus
esfuerzos, pues en su oficina siempre contestaba una secretaria que
escasamente hablaba español y que nunca pudo decirle alguna información
clara a Marina, quien sentía impotencia por no tener la información y no poder
corroborarla, ya que obviamente ella no sabía hablar en inglés y en ese sentido
escasas personas podrían ayudarla en el pueblo.

Al poco tiempo de que Jairo fue llevado a los Estados Unidos, como es
obligatorio en todos los procesos judiciales, le fue permitido hacer una llamada
a sus familiares para avisar en que situación se encontraba, corriendo con tan
mala suerte que el celular de Marina siempre se iba a correo de voz, ¿la razón?
coincidencial y desafortunadamente se le había dañado a los pocos días de que
él viajó, pero eso él no lo sabía y las cosas no estuvieron de su lado ya que al
intentar llamar a la casa de su suegra tampoco pudo comunicarse y dejó de
intentarlo debido al aislamiento en el que lo tendrían mientras comenzaba el
juicio.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Como los intentos por hablar telefónicamente con Marina fallaron, Jairo decidió
enviarle una carta para intentar informarle, que se encontraba vivo y bien de
salud. El problema fue que aunque la carta efectivamente llegó, no sería
entregada sino casi un mes después de su desaparición, cuando ya le habían
informado a Marina por medio del Batallón, que él se encontraba en los Estados
Unidos preso por narcotráfico.

Antes de ese momento Marina no tenía ninguna idea del estado de Jairo y solo
sabía de su supuesta supervivencia a partir de lo que la Armada le informó. Sin
embargo, un poco desconfiada expresaba que hasta no hablar con él no se
convencería de que estaba vivo.

Como si fuera un auxilio divino, por esos días se encontraba de vacaciones una
joven que estudiaba en una Universidad de Medellín hija de una amiga suya.
Fue entonces cuando a Marina se le ocurrió, asumiendo que la muchacha sabía
inglés, pedirle el favor de hablar con la secretaria del abogado de su marido en
los Estados Unidos y tratar de preguntarle por él y su situación.

Luego de la petición hecha a través de su amiga, efectivamente la joven le


ayudó a Marina con la llamada y para hacer las cosas más fáciles, se hizo
pasar por la esposa de Jairo que averiguaba por su marido, aunque después de
de una corta conversación, la secretaria además de pedirle que no llamara más
porque congestionaba las líneas telefónicas, le informó que a él lo tenían
aislado e incomunicado esperando a que iniciaran el juicio en el cual su
situación sería definida.
Para Marina la noticia no fue algo nuevo pues, según ella, por esos días se
había hecho leer las cartas para saber algo de su marido y le dijeron que estaba
incomunicado en una cárcel y que estaba enfermo, parte que más le
preocupaba y por la cual tenía tanta urgencia de hablar con él, ya que al
conocerlo tanto estaba segura de que era capaz de aguantarse callado
cualquier dolor, por pena de pedir ayuda.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Con la explicación confirmada, las cosas cobraban un poco más de sentido


para la desesperada mujer, quien creía entender porqué Jairo no se había
comunicado con ella para contarle lo que había sucedido.

Superada esa nueva etapa en su proceso de desconcierto, Marina empezó a


pensar en un factor que según ella no había tenido muy presente: el dinero,
pues por las llamadas a Estados Unidos de algunos minutos llegaba a pagar
hasta 10 mil pesos, cifra importante teniendo en cuenta su condición, ya que
Jairo era quien la sustentaba. Por lo pronto, su familia era la que le colaboraba
económicamente para que sobreviviera e hiciera las gestiones necesarias para
saber de su marido.

Lo del tema de la plata acentuó su importancia, con la llegada de la carta de


Jairo. Ahí, Jairo le contaba a su mujer que se encontraba bien, que estaba muy
angustiado por no haber podido comunicarse con ella y que lo tenían en una
especie de centro de reclusión especial, esperando el juicio y como hasta ese
momento no habían podido hablar por teléfono, esa carta era la única cosa que
le daba la seguridad a Marina de que él estaba vivo, solo por reconocer su letra
en el papel y en los mensajes de amor escritos en dos trozos de tela.

En las páginas escritas con tinta azul, Jairo le pedía perdón por haberse ido a
escondidas, diciéndole lo arrepentido que estaba de esa decisión y haciéndole
la promesa de que nunca volvería a hacer una cosa de esas. Allí, también le
hizo saber que desde que lo atraparon no apartó ni un minuto de su cabeza los
consejos que ella le dio cuando hablaron de la situación de su tío capturado por
lo mismo y lo diferente que sería todo si la hubiera escuchado.

De las otras cosas que le escribió a su amada Marina en la carta, le hizo énfasis
en si le habían entregado “algo”, y que en caso de que no, se comunicara con
un número de teléfono celular que a continuación le daba para que lo
reclamara. Al leer las líneas en las que él hablaba del “algo”, Marina temió lo

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

peor: que ese “algo” que seguramente significaba dinero, jamás llegaría a sus
manos y que entonces su marido no solo estaría preso y lejos de ella, sino
además sin un peso en el bolsillo como al principio.

Marina le hizo llegar otra carta para contarle, por lo que había pasado, cómo
estaban los niños y su papá y sobre todo, lo mucho que lo extrañaban. Pero en
ese sobre enviado con tanto esfuerzo económico, le mandaba cosas que
seguramente lo pondrían mal y acabarían por deprimirlo más como la foto de
sus hijos, la noticia de que su hermano también había caído preso en Panamá
y, la más importante, que lo habían tumbado, que lo utilizaron, que nadie la
buscó nunca para darle ese “algo”, y que nadie contestó ese número de
teléfono que le dieron.

Preocupada por la manutención de sus tres hijos y su suegro, y además con la


duda que Jairo le había sembrado con lo del dinero que le iban a dar, Marina
llamó a su suegra y le preguntó nuevamente, como al principio, si a Jairo le
habían pagado alguna plata por el viaje o se la habían entregado a ella, a lo que
la señora respondió que no.

A partir de esa conversación, la intranquilidad volvió a rondar la cabeza de


Marina, convertida en un pensamiento obsesivo: “si le hubieran dado plata se la
habrían dado a la mamá y era imposible que la familia de él fuera tan dura que
sepan que yo tengo los hijos con él y que estamos pasando trabajo y no nos
fueran a dar nada”

Después de lo ocurrido, ningún familiar de él ha ayudado con los gastos de los


niños y menos con los del papá. Recién recibió la carta de Jairo, la intriga por
saber cómo su marido terminó metido en eso no la dejaba en paz, y como las
respuestas de su suegra y cuñados no la dejaban satisfecha decidió irse para
Cali y tratar de averiguar personalmente cómo se había ido Jairo, quién lo había
mandado y si le habían dejado alguna plata.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Para esas averiguaciones, ella solo contaba con un número de teléfono que le
había mandado Jairo en la carta. En su viaje a Cali, Marina iba resuelta a
averiguar que había pasado con esa plata que podría ayudarle por un buen
tiempo con la manutención de su familia, pues la realidad era que, Jairo iba a
pagar varios años en la cárcel y sus hijos ahora dependerían de ella.

La decisión de viajar la tomó una vez envió la carta a Jairo y por eso no le
comentó nada. Cuando tenía todo listo, se comunicó con quien para ella es el
culpable de todo: su cuñado Alberto, a quien le puso una cita en Cali para
hablar de lo ocurrido.

Culpas ajenas

Estos viajes no son una cosa a la ligera, se supone que se arman con tiempo y
buena logística, pero Marina seguía con la duda de si el de Jairo, había sido el
caso, pues no tenía claro si su marido sabía a lo que iba cuando viajó
supuestamente a visitar a su familia.

La situación de los pueblos costeros del Pacífico colombiano no es la mejor.


Las fuentes de trabajo son escasas al igual que las oportunidades de educación
y capacitación, por eso el peligro y las posibles consecuencias a las que se
expone una persona al meterse en el mundo del narcotráfico, parecieran no
importar, con tal de asegurar de algún modo el futuro de sus familias y el suyo
propio si se tiene éxito.
Así, mucho antes de embarcarse, cada una de las “mulas” se asegura de recibir
por lo menos la mitad de la paga como seguro en caso de que las cosas no
salgan como esperan. Pero en su caso pareciera ser diferente pues, según lo
conocido por Marina, ninguna de las mujeres de los que iban en la lancha junto
a Jairo recibiría como ella, ni un peso.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Era la segunda semana de diciembre de 2008 y ya casi se cumplían dos meses


de no escuchar la voz de Jairo, aunque afortunadamente ya sabía que estaba
vivo. Con su viaje a Cali, Marina pretendía además de hablar con su cuñado,
conocer también a Teresa, la esposa de uno de los compañeros de Jairo, con
quien había tenido la oportunidad de comunicarse por teléfono.

Al encontrarse con ella, Marina pudo desahogarse de tantas dificultades por las
que había pasado con la situación de su marido, pero al preguntarle por lo que
supuestamente les iban a pagar a ellos, la respuesta no fue tan alentadora
como la charla, ya que Teresa le dijo que si fuera por esa plata ella se hubiera
muerto de hambre con sus hijos, al igual que las otras mujeres.

Mientras pasaba el tiempo, Marina pensaba en las pocas posibilidades que


tenía de conseguir algo y más se decepcionaba al escuchar de boca de Teresa,
que afortunadamente ella tenía hijos ya grandes que estudian en la universidad,
por lo que por ese lado no se preocupaba tanto y que además la salvaba que la
casa en la que vive es propia y se ayudaba con lo que le da el segundo piso
que estaba en alquiler.

En un momento de la conversación, Teresa, una señora ya madura, le preguntó


a Marina de qué se estaba manteniendo, cuestión que coincidía con lo que ella
pensaba en el momento que la escuchaba, sin embargo, ella le respondió que
gracias a Dios tiene a su papá que la apoya con mercadito y una que otra
cosita, pero que la situación no podía quedarse así para siempre.

Al respecto, la esposa del compañero de Jairo, también resignada con la


situación de su marido, le contó a Marina, que “en Buenaventura hay una
muchacha, -como quien sabe cuantas más-, a la que le está pasando lo mismo
que a usted, ella come por los papás, pues le mandaron al esposo a hacer un

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

viaje y no le dieron un peso, al esposo lo cogieron preso, a los acompañantes


los mataron y ella quedó sola con sus cuatro hijos”.
Lo que la mujer le dijo, quizá iba intencionado a hacerle ver a Marina que no
habían esperanzas o tal vez, para darle el consuelo de que no es la única a la
que le sucede, pues además le confirmó que los cuatro hombres que salieron
con Jairo no solo eran familia entre ellos, sino también con quien los había
mandado a hacer el viaje y ni eso les había garantizado la entrega del dinero,
por lo que era muy poco lo que ella y su marido debían esperar.

Sin muchas expectativas de obtener resultados favorables, al continuar con su


búsqueda, la situación empeoró cuando Marina se enteró de algo radical que
nunca se hubiera imaginado, como lo que le contó el hermano de Jairo con el
que quedó de encontrarse en Cali. Para ella aún no es claro si su marido tenía
planeado el viaje desde Bahía Solano o si se le había presentado estando en la
casa de su mamá, pero de lo único que sí estaba segura era que el destino de
su esposo hubiera podido ser diferente si Alberto, no le hubiera dicho a su
hermano Jairo que se fuera en un viaje que era suyo.

Marina se enteró de que ante el ofrecimiento, Jairo aceptó y Alberto le dijo que
en el próximo viaje que saliera iría él, sin saber por supuesto que ambos
terminarían presos en diferentes países, a miles de kilómetros de sus hogares y
sin ver un solo peso de los que le habían prometido.

Aunque a muchas personas les ocurre que no les cumplen con los pagos,
muchos otros siguen aventurándose, convencidos de que a ellos sí les
cumplan.

Como estaban las cosas y con lo que le había dicho su cuñado, para Marina,
Doña Ana, mamá de Jairo, también había tenido que ver con lo que sucedió a
él, pues al no detenerlo o avisarle, fue tan culpable e irresponsable como su

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

marido, aunque según su suegra, ella tampoco estaba enterada de lo que Jairo
iba a hacer.

Dos meses atrás, cuando en el pueblo se supo lo del viaje con droga de Jairo y
su posible muerte, Alberto viajó hasta Bahía Solano a ver a su papá que estuvo
a punto de morirse por la impresión que le causó la noticia. Sin saber que él
también correría con la misma suerte de su hermano Jairo, semanas después,
Alberto efectivamente salió de Colombia con otro cargamento de coca, esta vez
hacia Panamá, donde después de entregar la mercancía, las autoridades,
capturaron a los integrantes de la tripulación de la lancha que, aunque ya había
desembarcado la droga, tenía todavía rastros de haberla transportado. Allí
quedó entonces también Alberto.

Con él, ya eran tres los miembros de la familia de Jairo que se habían
involucrado con el narcotráfico y lo pagaban con cárcel, el tío y sus dos
sobrinos. Cuando las “mulas” caen, piensan en su mayoría, que recibirán ayuda
de quienes los metieron en el problema, pero al contrario, sigue quedando
demostrado que sus jefes son los primeros que se desaparecen, en la mayoría
de ocasiones, junto a la plata que ellos creen les darán a sus familias en caso
de que los atrapen, tal y como le pasó a Jairo.

Se supone que las personas que llevan cargamentos con droga reciben, antes
de embarcarse, la mitad del pago, que según el cargamento puede llegar a los
100 millones de pesos, por lo que Marina no entendía si Jairo se había
arriesgado tanto, cómo no exigió antes algo de dinero, suponiendo que
estuviera pensando en su familia.

Al encontrarse en Cali con su cuñado Alberto, antes de que partiera para


Panamá, las respuestas no fueron muchas y solo quedó la promesa de que iba

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

a hacer algo, pero ese algo, como lo dice Marina irónicamente, fue regalársele a
una cárcel panameña y dejar peor a su familia.

Estando Marina todavía en medio de sus indagaciones, cierto día su mamá


desde Bahía Solano y con un tono exaltado, le dijo por teléfono que Jairo había
llamado a la casa. En la abreviada charla él, había dicho que estuvo llamando
mucho al celular de Marina cuando recién todo pasó, pero se iba a buzón de
mensajes, de inmediato y emocionada la pregunta de Marina a su mamá fue si
se había fijado que de verdad era la voz de él, a lo que su mamá le dijo que sí,
que estaba segura.

La alegría por la llamada de Jairo fue tanta que, en la casa todos empezaron a
llorar y a gritar de emoción, razón por la que casi no hablaron con él. De todas
maneras, ya habían podido escucharlo y eso los tranquilizaba, por lo que lo más
importante era decirle a Marina que él la iba a llamar el jueves a la casa y que
no sabían cómo, pero que tenía que regresar cuanto antes.

Era un martes y Marina no podía creer lo que su mamá le decía, la verdad ella
no había planeado mucho su viaje a Cali, por lo que no sabía cuánto se iba a
demorar ó cuando volvía y por eso no tenía cupo separado de regreso. Desde
Cali, Marina se las ingenió para viajar en bus hasta Medellín y de ahí tomar
avión hasta Bahía Solano en menos de un día para esperar la tan anhelada
llamada.

La ansiedad la carcomía y Marina no dejaba de observar el teléfono, hasta que


sonó, de inmediato ella brincó desde la silla donde aguardaba hasta la mesita
donde permanecía el aparato. Quizá pensando en qué le iba a decir, cuando
escuchó su voz, se quedó un momento en silencio y en seguida se puso a llorar
mientras su mamá le hacía señas de que aguantara.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Más se demoró Jairo en mencionar cualquier palabra, que Marina en decirle


“¿Jairo usted cómo fue a parar allá?” a lo que él le respondió con la voz
entrecortada: “ah, niña cosas de la vida que le pasan a uno, ya qué se le va a
hacer, déle gracias a Dios que no me mataron, porque me iban a matar”,

En otra de sus conversaciones, él le alcanzó a contar que el helicóptero que los


persiguió les disparó varias veces y que no les dieron de milagro, ó por que no
quisieron. Que hubiera resultado ileso del incidente era algo de verdad valioso,
por lo que precisamente como si se tratara de encomendar la salud de alguien
enfermo, Marina, como ella misma dice, se pegó a un santo muy milagroso por
haberlo protegido y por eso le prometió que si lo cuidaba ,cuando Jairo salga de
la cárcel irá a pagar una manda en Raspadura, que es algo así como la Buga
de los chocoanos, que queda en un pequeño pueblo cerca de Itsmina donde se
puede encontrar un templo con un Santo Eccehomo al que muchos le
encomiendan sus favores más especiales.

Desde esa primera vez en que volvieron a hablar, Jairo y Marina se comunican
frecuentemente, no solo por cartas sino también por teléfono, pero ella dice que
le gustaría, aunque sabe que no es posible, que lo pasaran a una cárcel
colombiana, pues así por lo menos lo podría ver más fácil. Jairo por su parte,
piensa mucho en perderse el crecimiento de sus hijos y dejar sola a su esposa
al frente de todas las obligaciones.

Ahora ya no es tan difícil recibir las llamadas de Jairo, pues al principio lloraba
inconsolable cuando él la llamaba y por eso tenía que esconderse de los niños,
quienes en medio de su inocencia, le preguntaban porqué lloraba, por lo que a
ella le tocaba irse un momento para la casa de sus padres para tranquilizarte.

De la plata, Jairo hace mucho le dijo a Marina que se olvidara, aunque le


preocupa que sus muchachitos pasen necesidades y se vayan a quedar sin

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

estudio. Para Marina la incógnita de qué fue lo que sucedió continúa, pues por
medio de las cartas no dice nada por temor a que le genere problemas, y
menos por teléfono, por lo que también le dice a Marina que cuando hablen
evite hacer preguntas relacionadas con el viaje, así que en sus charlas solo
platican de cómo están, lo que hacen y lo que les ha pasado.

Por ahora, para Marina lo que sucedió el día que capturaron a Jairo es un
verdadero misterio, por lo menos de boca de él, aunque según la emisión en
Internet del diario estadounidense The Tampa Tribune publicada el 13 de enero
de 2009, un helicóptero de la Guardia Costera de los EE.UU, descubrió el 16 de
octubre la lancha rápida de *Jairo, que se encontraba a 25 millas marinas al
norte de costas colombianas, tal y como le contó someramente en una carta su
marido.

Según este diario que hablaba de las penas que enfrentarán los colombianos
detenidos, la tripulación de la aeronave estadounidense observó desde el aire,
la coca y los barriles de gasolina que los sujetos llevaban en la cubierta y cómo
ellos mismos arrojaron el cargamento al mar cuando se sintieron sorprendidos.
Inmediatamente ocurrió esto, el helicóptero interceptó la lancha haciéndole tres
ráfagas de disparos como aviso para que se detuviera, aunque solo a la tercera
advertencia pararon.

La Guardia Costera determinó que el barco era un peligro para la seguridad y


por eso la bombardearon, situación que coincide con las versiones de los
pescadores que vieron la lancha en llamas, en la cual se transportaba 78 fardos
de cocaína con un peso aproximado de 1770 kilos lo que en Estados Unidos
equivale a una pena mínima de 10 años de prisión, cifra similar a la que pagará
Jairo.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Con las manos en la “coca”

Las operaciones marítimas contra el narcotráfico en Colombia, funcionan


coordinadamente entre la Armada Nacional y la Fuerza aérea. Ésta última es la
encargada de hacer sobrevuelos en aguas colombianas para ubicar y seguir
embarcaciones sospechosas de estar traficando con droga. El segundo cerco,
es el conformado por los estadounidenses, quienes patrullan también aguas
nacionales.

La vigilancia aérea es continua 24 horas al día, y además de cumplir con la


labor de perseguir y de facilitar la ubicación de las lanchas para la
interceptación en el mar, también se utiliza para realizar un seguimiento en
video y aportar material probatorio en los juicios después de que las mulas son
detenidas por los Guardacostas de la Armada, por lo que arrojar la coca al agua
no es tan buena idea si el propósito es salir limpios del asunto, pues aunque no
encuentren la droga en la embarcación, la lancha queda con rastros de la
sustancia.

En el negocio del narcotráfico parece que cada acción está siempre calculada,
por eso si desde un punto de vista arrojar la cocaína al mar resulta
aparentemente perdida, el hecho tiene un efecto contrario o por lo menos
menguante, ya que tirando la droga al mar, aunque arresten a la tripulación de
la lancha, se puede garantizar en cierta medida que las autoridades no la
recuperen, por lo menos en su totalidad, y entonces llegue a poblaciones
cercanas en donde la recogen y venden de nuevo a sus dueños.

A finales de los noventa, en Colombia se produjo un incremento abrumador de


hectáreas sembradas de coca, debido a la creciente demanda externa y a la
descendente producción en Bolivia y Perú, pues de las 220.619 hectáreas
sembradas en 1999 a nivel mundial, 160.119 estaban localizadas en nuestro

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

país, lo que sumado a su cercanía con Centro y Norteamérica aumentó la


facilidad con que se enviaba la mercancía hasta esos lugares.

Las autoridades, preocupadas con el aumento de la ingeniosidad de los


narcotraficantes, veían atónitas cómo se hacía cada vez más indetectable el
tráfico de los cargamentos de droga que terminan en su mayoría en las calles
estadounidenses. Por eso, y debido a las múltiples exigencias judiciales y
operacionales que acarreaba este delito (no tipificado en ese entonces como
tal), se creó el 30 de septiembre de 1999 la Unidad Nacional Antinarcóticos e
Interdicción Marítima (UNAIM) que se encarga de adelantar los procesos más
importantes contra el crimen organizado en la modalidad de narcotráfico, y
además realizar las gestiones tendientes a la interdicción marítima o aérea de
los implicados de alguna manera en este delito.

Según el procedimiento que se debe seguir en estos casos, cuando personal de


Guardacostas realiza una interdicción, la droga y los detenidos son llevados al
sitio más cercano con fiscalía, que en el caso de la zona norte del departamento
del Chocó es Bahía Solano.
Luego de poner las evidencias y los capturados a disposición de la autoridad
competente, se realiza una prueba conocida como PIPH con la cual se
determina el tipo de sustancia incautada, una vez los resultados de esta prueba
se conocen, se le hace lectura certificada de sus derechos(guardar silencio,
motivo de detención, juicio justo, buen trato, defensor público…)y a partir de eso
se dispone de 36 horas legales para presentar a los acusados ante un juez de
garantías, quien según el nuevo sistema penal acusatorio y la ley 906 (antes 30
de 1986), adelanta los procesos de imputación de cargos, acotación de pruebas
y posteriormente la formulación de cargos (medida de aseguramiento o no),
cuando entonces el caso pasa ante un juez de conocimiento (especializado)
que define la pena (mientras tanto la persona está recluida) .

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Este proceso penal que es el mismo que se lleva a cabo en los Estados Unidos
es completamente desconocido para Marina, quien solo piensa en el momento
en que Jairo recobre la libertad. Al respecto de la situación de su marido, ella
ignora los detalles de la captura porque él no ha podido contárselos, sin
embargo cree que la cantidad de droga con la que lo atraparon debió haber sido
grande, pues sino hubiera sido así, los norteamericanos no perderían el tiempo
llevándoselo.
Al alegato entendible de su esposa, Jairo le dijo en sus primeras
conversaciones desde la cárcel, que “lo que pasó ya pasó y qué se le va a
hacer”. Por eso, a pesar de su tristeza por estar tan lejos y sin su familia, el
pensamiento que lo invade en todo momento es el de perder a Marina y que
ella no sea capaz de esperarlo tantos años.

Esa situación de pareja es difícil y Marina no deja de pensar en que varias


veces, él la ha llamado cuando está en la calle y lleno de celos le pregunta
dónde y con quién está, qué hace o porqué y se muere de rabia pensando en
tantas cosas que le pasarían por la mente. Al respecto, Marina desearía que él
supiera que su mujer piensa cada minuto en él, en su salida, en verlo, y sobre
todo lo mucho que llora al ver la última imagen suya que tiene, que aunque no
es la mejor ni en las condiciones que quisiera, le recuerda lo mucho que lo ama,
sin importar lo delgado que se ve, o lo extraño que luce con la cabeza rapada y
el uniforme anaranjado típico de las prisiones de Estados Unidos.

Si bien Marina recuerda a Jairo como un hombre trigueño, de ojos expresivos,


dice que su mirada actual indica la tristeza que lleva dentro, por lo menos como
lo notó en la foto de la credencial de la cárcel que él le mandó, en donde lo
único que se puede observar además de los datos personales de Jairo, es una
pared de adobes blancos en el fondo, que hacen resaltar aún más su cabeza
rapada y el anaranjado intenso de su overol. Lo más probable es que él no
hubiera querido que Marina lo viera así, pero enviarle su identificación fue la

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

única manera que se le ocurrió, para que ella estuviera segura de su


supervivencia. Y de cierto modo lo logró pues cada vez que hablaban, Marina
no dejaba de hacerle la misma pregunta una y otra vez: “¿en serio eres tu?”

Hoy en día la situación económica de muchos habitantes del Pacífico se ha


vuelto tan difícil, que pensando en cómo mejorar la economía de su familia,
Jairo terminó metido, de pronto sin pensar mucho en las consecuencias, en
algo de lo que se arrepentirá toda la vida. Pero aunque la decisión de hacer
parte de esta interminable cadena ilegal fue de él, hay que saber que el común
de la población sigue siendo el más afectado directa e indirectamente con este
fenómeno y que el narcotráfico no solo ha cambiado la vida de los habitantes de
Bahía Solano, sino la de muchas otras poblaciones a lo largo del litoral Pacífico,
que viven de acuerdo al ambiente impuesto por este flagelo, por medio del cual
se engaña a la gente con oportunidades deslumbrantes y aparentemente
fáciles, metiéndolas en líos judiciales y causándoles perjuicios difíciles de
superar, como lo es el tiempo perdido cuando se está preso.

Lo único cierto, sin excusar a Jairo, es que si el narcotráfico no hubiera tocado


la cotidianidad de esta población ,él hoy no tendría que afrontar una pena de
once años en una prisión de Estados Unidos sabiendo que no es el principal
culpable de lo que ocurre ; pero lo más increíble aún es que conseguir dinero
por esa vía, no deja de ser la principal esperanza de mejorar las condiciones de
vida de muchos, como le pasa a Marina quien a pesar de que la coca y todo
ése mundo perverso que gira entorno le quitó a su marido, en medio de su
desesperación piensa en que ojalá en una de las veces que presta su lancha
para que salgan a pescar se encontraran esa cosa allá, seguramente para ella
ganar algunos millones de pesos la aliviaría enormemente, por lo menos en
cuanto a la carga económica que debe afrontar con el sostenimiento de sus
hijos y suegro.

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LA PESCA BLANCA: Asesino Silencioso del Pacífico.

Esta parece una historia peculiar y de pronto nada común en el resto del país,
pero le ha sucedido a muchos en este pueblo y en el resto del litoral, como
también a muchas mujeres como Marina a las que sus maridos, algunas veces
pescadores, otras aserradores como Jairo y otras desempleados, como casi
todos, recurren cada vez más a éstas alternativas de ilegalidad y peligro, por
necesidad, ya que las mismas condiciones de la zona facilitan que por no haber
trabajo, educación, o salud, muchos tomen esta determinación, buscando darle
mejores condiciones de vida a sus numerosas familias.

*nombres cambiados para proteger identidad.

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