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Augusto (en latín, Augustus; Roma, 23 de septiembre de 63 a. C.-Nola, 19 de agosto de 14 d.

C.) fue el primer emperador romano. Gobernó entre 27 a. C. y 14 d. C.,Nota 5 año de su


muerte, convirtiéndose así en el emperador romano con el reinado más prolongado de la
historia.12

Nacido bajo el nombre de Cayo Octavio Turino (Gaius Octavius Turinus), fue adoptado por su
tío abuelo Julio César en su testamento, en el año 44 a. C. Desde ese instante hasta 27 a. C.
pasó a llamarse Cayo Julio César Octaviano (Gaius Iulius Caesar Octavianus). En 27 a. C. el
Senado le concedió usar el cognomen de «Augusto», y por consiguiente se convirtió en
Emperador César Augusto (Imperator Caesar Augustus).Nota 6 A causa de los varios
nombres que ostentó, es común llamarlo «Octavio» al referirse a los sucesos acontecidos
entre 63 y 44 a. C., «Octaviano» de 44 hasta 27 a. C. y «Augusto» después de 27 a. C. En las
fuentes griegas, Augusto es conocido como Ὀκταβίος (‘Octavio’), Καῖσαρ (‘César’), Αὔγουστος
(‘Augusto’) o Σεβαστός (‘Venerable’, traducción literal de Augustus), dependiendo del contexto.

El joven Octavio se convirtió en heredero de Julio César tras el asesinato de este en 44 a. C.


Un año después, en 43 a. C., conformó junto a Marco Antonio y Lépido una dictadura militar
conocida como el Segundo Triunvirato. Como triunviro, Octaviano gobernó Roma y la mayor
parte de sus provinciasNota 7 como un autócrata, haciéndose con el poder consular tras las
muertes de los cónsules Aulo Hircio y Pansa y haciéndose reelegir a sí mismo todos los años.
Tiempo después, el triunvirato se iría rompiendo ante las ambiciones de sus creadores: Lépido
fue obligado a exiliarse, mientras que Marco Antonio terminó suicidándose tras su derrota en
la batalla naval de Accio frente a la flota de Octavio, dirigida por Agripa en 31 a. C.

Con la desaparición del Segundo Triunvirato, Octavio restauró los principios de la República,
con lo que el poder gubernamental pasó a establecerse en el Senado, aunque en la práctica él
retendría su poder autocrático. Pasaron varios años para que se llegara a determinar la
estructura exacta por la cual una entidad republicana podría ser dirigida por un único
gobernante; el resultado pasó a conocerse como el Principado. El título imperial nunca llegó a
considerarse como un cargo similar a lo que había significado la dictadura romana de la
República, y que César y Sila habían ostentado con anterioridad; Augusto rechazó
formalmente dicho cargo después de que la sociedad romana «le rogara que asumiera la
dictadura».3 Por ley, Augusto contaba con toda una colección de poderes perpetuos
conferidos por el Senado, incluyendo aquellos relativos al tribuno de la plebe y el censor.
Ocupó el consulado hasta 23 a. C.4 Por otro lado, su poder real fue creciendo gracias a su
poder económico y a los recursos obtenidos de sus conquistas, creando relaciones de
clientela a lo largo del Imperio romano,Nota 8 y ganándose la lealtad de muchos soldados y
veteranos militares, la autoridad implícita en los muchos honores y títulos que le eran
concedidos por el Senado,5 y el respeto de la gente. El control de Augusto sobre la mayoría
de las legiones de Roma existentes supuso una amenaza armada que podía ser usada contra
el Senado, permitiéndole de esta forma coaccionar las decisiones del mismo. Con este poder
para eliminar la oposición senatorial mediante el uso de armas, el Senado pasó a adoptar un
perfil dócil hacia su estatus soberano. Su reinado por medio del clientelismo, el poder militar y
la acumulación de los cargos propios de la extinta República, se convirtió en el modelo a
seguir para los posteriores gobernantes.
El mandato de Augusto inició una era de paz relativa conocida como la Paz romana o Pax
Augusta (en su honor). Salvo por las constantes guerras fronterizas, y con la excepción de una
guerra civil de sucesión imperial que duró un año, la sociedad del Mediterráneo gozó de un
ambiente pacífico durante más de dos siglos. De igual forma, Augusto expandió el Imperio
romano, asegurando en el proceso sus fronteras mediante la subordinación a Roma de las
regiones circundantes. Además, celebró un acuerdo de paz con el Imperio parto —el más
poderoso de sus vecinos— por la vía diplomática, reformó el sistema tributario romano,
desarrolló redes de caminos que contaban con un sistema oficial de mensajería, estableció un
ejército permanente (así como un pequeño cuerpo de marina), y creó la Guardia Pretoriana
junto a fuerzas policiales de seguridad, tanto para mantener el orden como para combatir los
incendios en Roma. Resulta destacable añadir que gran parte de la ciudad se reconstruyó
bajo su reinado.

Tras su muerte en 14 d. C., el Senado lo divinizó, siendo posteriormente adorado por el pueblo
romano.6 A manera de legado, sus nombres «César» y «Augusto» serían adoptados por
todos los emperadores posteriores, y el mes de Sextilis sería renombrado «Agosto» en su
honor. Asimismo, sus logros son relatados en un documento conocido como Res Gestae Divi
Augusti que, a petición del propio Augusto, fue grabado en un par de pilares de bronce y
colocado enfrente de su mausoleo, llegando tiempo después a tallarse en gran cantidad de
edificaciones, muchas de las cuales han sobrevivido. No obstante, este material es
considerado poco objetivo históricamente, y más bien es tratado como un escrito publicitario
cuyo objetivo es ofrecer una visión idílica del principado ejercido por Augusto. Tras un largo
proceso para solventar los problemas en torno a su heredero, César Augusto fue sucedido por
su hijastro Tiberio.

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