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SOCIOLOGÍA GENERAL
(MÓDULO 1)
La sociología es una ciencia social, inherentemente crítica, porque trata temas que tienen que ver con el
funcionamiento y cambio de nuestras sociedades.
La premisa fundamental de la sociología es que las personas están inscriptas en un entramado de relaciones
sociales.
Una de las primeras tareas de la sociología es “desnaturalizar” el sentido común, es decir, indagar y
cuestionar aquellas cosas que aceptamos como dadas. Se trata, en un principio, de interrogarnos acerca de la
idea de que somos absolutamente libres en nuestras decisiones, para luego comenzar a ver cómo
determinadas relaciones sociales influyen en nuestras prácticas.
Otro de los aportes de la sociología es el de analizar qué pautas y procesos sociales afectan nuestras
prácticas y trayectorias vitales.
Una de las ideas que comenzaremos a trabajar es que estamos inscriptos en relaciones sociales y que esas
relaciones afectan nuestras posibilidades y también las de todas las personas.
La sociología también nos permite promover el cambio social: cuanto más aprendemos sobre el
funcionamiento de las sociedades, más podemos hacer para cambiarlas. Esto hace que la sociología sea una invitación
a mirar el mundo social de otra forma.
“La Sociología es la disciplina científica que nos ha permitido comprender desde distintas visiones y
abordajes, las relaciones sociales que establecemos en tanto seres humanos y cómo ellas van mutando
acorde a distintos factores y momentos históricos. Todo ello desde el método científico.
1) Es una forma de pensar críticamente: nos invita a cuestionar las formas sociales de hacer las cosas.
2) Nos hace ver cómo opera el mundo de lo social, permitiéndonos conocer mejor las oportunidades y
obstáculos.
3) Nos convierte en miembros activos. Si desconocemos cómo opera la sociedad, seguramente aceptaremos las
cosas tal cual se nos presentan.
1) Es parte de un mundo en constante transformación, por lo que el objeto de estudio cambia constantemente.
2) Los sociólogos son miembros de una sociedad, son parte del objeto de estudio.
3) El conocimiento sociológico es parte de la sociedad. Esto quiere decir que muchas veces el lenguaje
sociológico ingresa en el lenguaje de la vida cotidiana, y viceversa, lo que provoca una retroalimentación y cambio
permanente entre los dos mundos.
El sociólogo Charles Wright Mills llamó la atención sobre lo que consideraba la imaginación sociológica:
una forma de sensibilidad indispensable para el análisis sociológico que involucra también a la historia, la antropología
y una sensibilidad crítica.
Diversos autores coinciden en que el nacimiento de lo que hoy conocemos como “sociología” sucedió en el
contexto de los cambios que crearon el mundo moderno, cuyo núcleo se sitúa en la Revolución Francesa (1789,
transformación política) y en la Revolución Industrial (fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, cuyo epicentro fue
en Inglaterra, transformación tecnológica). Es por esta razón que frecuentemente se la denomina una “ciencia de la
crisis”, porque esas dos transformaciones “disolvieron las formas de organización social bajo las que los hombres
habían vivido durante milenios” (Giddens, 1994)
Orígenes de la Sociología
Aunque ya existían reflexiones sobre la sociedad desde los orígenes de la historia de la humanidad, fue en
1883 cuando Augusto Comte acuñó el término “Sociología” para describir una nueva forma de reflexionar sobre el
mundo. Sin embargo, no fue hasta fines del siglo XIX, y gracias a Emile Durkheim, que se abordó al estudio de la
sociedad desde una perspectiva puramente científica.
Tanto Comte como Durkheim se propusieron el objetivo de entender y explicar cómo era y cómo
funcionaba la sociedad (a diferencia de los teólogos y filósofos que describían o imaginaban cómo debía ser), para lo
que proponían aplicar el método científico que tantos resultados había dado en otras disciplinas.
Comte aportó uno de los primeros pasos para comprender a la sociedad en términos intrasociales (es decir,
sin recurrir a explicaciones teológicas sobre la dinámica del mundo social) diciendo que puede dividirse la historia de
la humanidad en tres fases, en función del modo en que los hombres han intentado explicar el mundo:
1) Una fase teológica (Edad Media), en la que se interpretó y explicó la sociedad en términos
teológicos.
2) Otra fase (Renacimiento), con explicaciones de tipo metafísico, en la que se entendió a la sociedad
en función de ideas o principios metafísicos.
3) Finalmente, se comienza a aplicar el método científico para entenderla y explicarla.
Aparecía ligado a una situación de crisis. En sus comienzos, fue una respuesta y reflexión tendiente a
garantizar el funcionamiento del orden constituido.
Pretendió estabilizar y restablecer el orden social que se presentó al producirse la Revolución Industrial, que
implicó una profunda crisis social y la aparición de un nuevo actor social: el proletariado.
Marx intentaba provocar el quiebre de ese nuevo orden social naciente. Al Respecto Bottomore señala que
durante mucho tiempo ha habido una estrecha, incómoda y polémica relación entre marxismo y sociología. Estrecha
porque ambos aspiraban a ser una ciencia general de la sociedad. En cuanto a la incomodidad y la polémica, surgieron
porque ambos se desarrollaron históricamente en esferas en gran medida aisladas, así como de conflicto directo.
Su primera tarea es comprender y tener en cuenta teorías sociológicas sobre el funcionamiento del mundo
social.
La diferencia entre teoría y paradigma, es que la teoría es un enunciado que expresa cómo y por qué unos
determinados hechos están relacionados; mientras que un paradigma es una imagen básica de la sociedad que guía la
investigación y las reflexiones teóricas del investigador.
La teoría sociológica busca algún sentido a los hechos y observaciones aisladas. Por lo tanto, una dimensión
teórica explica cómo hacemos las cosas.
Para validar la teoría en su coherencia interna, se hace un análisis lógico de sus argumentos; en su
coherencia externa, en sociología se trabaja con métodos de investigación que contrastan y comprueban
empíricamente los presupuestos teóricos (datos estadísticos, análisis de texto, de entrevistas, etc.)
Los tres “padres de la sociología” (Karl Marx, Max Weber y Emile Durkheim) entendían los cambios de
forma muy diferente, y hasta estos tiempos no hay unanimidad entre sociólogos acerca de qué cosas hay que estudiar
ni cómo.
Karl Marx veía que, en la sociedad naciente producto de la Revolución Industrial, un reducido número de
personas se beneficiaba del gran crecimiento económico. Su objetivo era quebrar este nuevo orden social y
reemplazarlo por otro que, según su visión, era más igualitario.
En coautoría con Friedrich Engels, en Londres, en 1848, publica el “Manifiesto del Partido Comunista”,
cuyo objetivo era la difusión de las ideas comunistas y en el que postulan que la historia de todas las sociedades que
han existido es la historia de la lucha de clases, una lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria
de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.
Según Marx, el capitalismo tendía a simplificar las contradicciones de clase. Así, toda la sociedad iba
dividiéndose cada vez más en burguesía y proletariado.
La idea central era el conflicto social entre la burguesía (capitalistas, propietarios de los medios de
producción que emplean a trabajadores asalariados) y el proletariado (trabajadores, se veían obligados a vender su
fuerza de trabajo para sobrevivir). El objetivo del capitalista era obtener beneficios económicos vendiendo los
productos a bajo costo, mientras que los proletarios obtenían un salario a cambio de su fuerza.
CONFLICTO
Los capitalistas quieren maximizar sus beneficios reduciendo el costo de los salarios, mientras que los
trabajadores pretenden que sus salarios sean cada vez más redituables. Esto provoca un conflicto de intereses, por lo
que, según Marx, solo puede superarse reemplazando el sistema capitalista por otro socialista.
Una de las ideas clave en el pensamiento de Marx es que la estructura económica influye en gran medida
sobre las otras esferas de la vida social.
El modo de producción es el modo como los hombres producen sus medios de vida. Éste implica cuestiones
materiales e ideológicas, es decir, se erige sobre una estructura material y una superestructura ideológica.
La estructura material se conforma por las fuerzas productivas y las relaciones de producción, mientras que
en la superestructura ideológica encontramos las formas de conciencia social y al Estado.
La base de la pirámide está compuesta por los elementos de la estructura económica. Esto es porque, para
Marx, los elementos ideológicos no son independientes, sino que están estrechamente condicionados por la
estructura material.
- Las fuerzas productivas son los elementos que están implicados en el proceso de trabajo: las fuerzas
de trabajo, los objetos de trabajo (recursos, materia prima) y los medios de trabajo (maquinarias, herramientas).
- Las relaciones sociales de producción son las relaciones sociales que establecen los sujetos para
producir. Dentro de ellos podemos mencionar la propiedad, la división del trabajo y la cooperación.
El capitalismo, como sistema económico, provoca conflictos entre las clases sociales, y la alienación de los
individuos. Esta alienación se da en el trabajador industrial respecto de: su trabajo (el hombre es convertido en
esclavo de la máquina), los productos de su trabajo (no le pertenecen, le pertenecen al capitalista), otros
trabajadores (el trabajo deja de ser cooperativo y se convierte en competitivo) y de sí mismo (el capitalismo
transforma el trabajo en una experiencia tediosa y deshumanizadora.
Una acción revolucionaria de los trabajadores destruiría el capitalismo, deviniendo en un sistema social más
humano e igualitario: el socialismo.
En este sistema la distribución de las riquezas es igualitaria (basándose en el hecho de que el aporte a lo
colectivo que realice cada individuo se defina en función de sus posibilidades, mientras que lo que cada individuo
reciba se defina en función de sus necesidades).
Desde el paradigma de este pensador, se afirma que para entender un contexto social debemos
comprender la perspectiva de los individuos que participaron en él. El interés del investigador que se posiciona en este
paradigma no está en analizar la realidad o el modo en que la sociedad condiciona al individuo, sino en el individuo
como actor, en los motivos e intenciones que le llevan a actuar y el sentido que le atribuye a su acción. Según este
paradigma, la sociedad está configurada a partir de las acciones de los individuos.
Para Weber, las creencias podían transformar la sociedad, así que el capitalismo no era el resultado de
cambios tecnológicos, sino de un nuevo modo de pensar.
Sobre la Sociedad
Weber distinguía a las sociedades a partir de las visiones del mundo que poseían sus miembros.
- Acto racional respecto de un fin: el actor concibe claramente el fin y combina los medios para
alcanzarlo.
- Acto racional respecto de un valor: el actor actúa racionalmente al aceptar todos los riesgos de una
acción, no para obtener un resultado particular, sino para permanecer fiel a una idea.
- Acto afectivo o emocional: se define la acción no por referencia a un fin o a un sistema de valores,
sino por la reacción emocional del actor colocado en circunstancias dadas.
- Acto tradicional: el actor obedece a reflejos afirmados por una prolongada práctica. El actuar es
dictado por los hábitos, las costumbres y las creencias.
Similar a lo que planteaba Marx cuando hablaba de “alienación”, Weber pensaba que la sociedad moderna
e industrial estaba neutralizando la dimensión creativa, innovadora de las personas, cuyas vidas eran cada vez más
rutinarias y domesticadas por la burocracia. La organización moderna era un vasto sistema de reglamentos,
procedimientos y ordenanzas que sofocaban el espíritu humano.
Este último sostenía que había fuertes paralelismos entre el organismo humano y la sociedad, ya que la
sociedad era un cuerpo social que tenía sus partes y funciones.
Estos presupuestos sientan las bases del funcionalismo de Durkheim, quien entendía que la sociedad era un
sistema complejo de partes interrelacionadas entre sí, las cuales producían equilibrio y estabilidad social.
De acuerdo a este paradigma, la sociedad es un todo comprensible, ordenado y estable. Por lo tanto, la
pregunta básica es cómo funciona la sociedad, y no cómo cambia.
En relación con sus elementos esenciales, Durkheim pensaba que la sociedad era más que la suma de los
individuos que la componían. La sociedad, desde este punto de vista, tiene una vida y existencia propia que va más
allá de las experiencias personales (existe antes, ejerce su influencia durante nuestra vida y seguirá existiendo después
de que muramos). Para explicar esto, Durkheim propuso el concepto de hecho social, que se refiere a hechos
colectivos caracterizados como: supraindividuales (están por encima del individuo) y coercitivos (se imponen al
individuo). Según Durkheim, la sociología debía estudiar estos hechos individuales como cosas y explicar las causas de
un hecho social a partir de otro hecho social.
Su libro “El Suicidio” fue publicado en 1897 y lo destacamos por dos razones. En primer lugar, porque
intenta explicar el suicidio a partir de variables sociales, y no sólo de cuestiones individuales, dando cuenta del
método de explicación de un hecho social a partir de otro u otros hechos sociales (en este caso, los hechos sociales
para explicar el suicidio fueron la integración y la regulación). En segundo lugar, porque la realización de este estudio
adoptó la utilización de métodos estadísticos que no eran usuales en su época y sí lo son hoy.
Al hablar de integración, Durkheim se refería a los lazos que unen a los individuos con la sociedad, lo que
también denominamos cohesión social. Estos lazos funcionan como marco de contención que le ofrece al individuo
claridad sobre cuál es su rol, cuáles son sus obligaciones, y qué le da sentido a su vida.
Con el término regulación, se refería a la existencia y fuerza de las normas que regulan el comportamiento
de los individuos dentro de una sociedad. Estas normas posibilitan establecer un límite a las apetencias individuales
del individuo.
Mediante su estudio, Durkheim arribó a la conclusión de que hay diferentes tipologías de suicidios en
función de cuán integrados y cuán regulados se encuentran los individuos en la sociedad.
Personalidad
La sociedad está afuera de los individuos, pero también está dentro, ya que los miembros de una sociedad
interiorizan y hacen suyos los valores y las normas de esa sociedad, y organizan sus vidas en consonancia con ellos.
(MÓDULO 2)
INTEGRACIÓN Y CULTURA
En primer lugar, la palabra “cultura” se asocia a una acción (cultivar) y a un estado (cultivado).
Durante el siglo XVIII, la cultura era concebida como un concepto totalizante y estaba asociado a un ideal de
vida colectiva. La cultura se constituía de ciertos rasgos histórico-sociales que caracterizaban la identidad colectiva de
los pueblos.
Al mismo tiempo, se promovían valores utilitarios, bajo el nombre de civilización y civilidad, que promovían
el ideal de progreso material de la burguesía. Este proceso civilizador implicaba control de la conducta y de las
relaciones entre los hombres, y se distinguía de las manifestaciones del espíritu que se organizaban bajo el concepto
de cultura.
Es así como, durante el transcurso del mismo siglo XVIII, la cultura se “autonomiza”, es decir, se desprende
de sus funciones y se convierte en un campo autónomo. Mientras que en las sociedades preindustriales las actividades
culturales se desarrollaban como continuación de la vida cotidiana y tenían una función específica (religiosa, práctica,
ceremonial, etc.), en las sociedades modernas la cultura aparece como un hecho por sí misma.
Se impone la perspectiva de que la cultura sólo puede ser obra de una minoría que puede disponer del
tiempo y que posee un gusto particular que le distingue del resto.
En su obra “El sentido social del gusto”, Pierre Bourdieu intenta desmitificar la idea de que el gusto es un
acto individual. Afirma que no sólo el nivel socioeconómico del individuo define la diferenciación de clases, sino
también la escuela a la que asiste, las cosas que consume, etc.
Desde su perspectiva, ningún gusto es un acto individual ni existe la creación intelectual libre. Los criterios
que definen una obra artística como buena o bella son finalmente sociales y dependen del momento histórico y el
espacio en el cual se desarrollan. Al mismo tiempo, el gusto es una predisposición a que algo guste o no, construido
socialmente e incorporado como una segunda naturaleza. Relaciona al gusto más con la disposición del sujeto (que
depende de la posición que ocupa) que con experiencias de naturaleza individual.
La autonomización de la cultura
Este proceso tiene las siguientes características:
- La cultura se aleja de sus funciones iniciales que le otorgaban sentido;
- se separa de las esferas política, económica y científica, las cuales se vinculan a la noción de
civilización;
- se impone la idea de que la cultura sólo puede ser obra de una elite.
De acuerdo al análisis de Hughes de Varin, la cultura autonomizada ha ido pasando por tres fases:
1) La codificación de la cultura: el objetivo de esta etapa era el de fijar y jerarquizar valores culturales. La
cultura se homologa a las bellas artes y representa el conjunto valorado por ser “de buen gusto”, distinguido, legítimo,
artístico. En un segundo nivel, se ubica la cultura “tolerada” (manifestaciones artísticas que, aún sin considerarse
elementos de distinción, se incorporan a la sociedad. Ej.: el jazz al momento de su aparición). Finalmente, la cultura
“marginal” incluye elementos no tolerados o no incluidos bajo el rótulo de “cultural” (Ej.: la cumbia villera en estos
tiempos).
2) La institucionalización de la cultura: se da a partir de 1900, época en la que se observa un esfuerzo por parte
del Estado por lograr el control y la gestión global de la cultura, para lo que diseña instituciones político-
administrativas que le permiten unificar y centralizar la cultura.
3) Mercantilización de la cultura: en esta fase la cultura se valora como factor de “crecimiento económico” y es
convertida en mercancía. Esto provoca, por una parte, la desmoralización de los creadores y reveladores de la cultura,
que se convierten en “operarios” de una fábrica de objetos culturales; por otra parte, y por la misma razón, genera la
estandarización de todas las culturas a escala internacional.
Para Lenin, una cultura era superior a otra en la medida en que permitía una mayor liberación de la
servidumbre de la naturaleza.
El aporte fundamental de Lenin en cuanto al tema que tratamos fue plantear la relación de dominación en
el terreno de la cultura. Bajo el concepto de dirección, ubicado en la esfera de la sociedad política, instala la idea de
hegemonía.
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La propuesta de los estudios culturales se sostiene en la observación de la relación entre la totalidad social y
los fenómenos culturales, y evidencia la manera en la que el conocimiento está entretejido con el poder.
Quienes se dedican a los estudios culturales latinoamericanos consideran relevante comprender las
relaciones íntimas entre cultura, política y economía, así como considerar otras formas de conocimiento o
epistemologías fronterizas, como las promovidas por los movimientos indígenas y africanos (no centrándose en los
centroeuropeos).
La colonialidad y la interculturalidad son, entre otras, problemáticas particulares de Latinoamérica que no
pueden perderse de vista ni neutralizarse. Por ello, el desafío estaría en demostrar cómo la incorporación de las
experiencias históricamente excluidas es fundamental para lograr un conocimiento objetivo de los procesos
culturales.
Una de las dificultades al momento de definir el concepto de cultura radica en la idea de que la cultura es
coextensiva a toda la sociedad, pero que al mismo tiempo se distingue en un campo específico. La definición de
cultura que proponemos, es la siguiente:
“es la organización social del sentido interiorizado por los sujetos y objetivado en formas simbólicas,
todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados”
Así, esta concepción simbólica de la cultura, la entiende como un proceso en continua producción,
actualización, transformación de modelos simbólicos, que se da a través de la práctica individual y colectiva, en
contextos históricamente específicos y socialmente estructurados. Esta articulación entre el código que permite
simbolizar y su contexto de producción y recepción refuerza la pertinencia de la cultura como objeto de estudio para
la sociología.
La concepción semiótica (simbólica) de la cultura nos obliga a vincularla más con los actores que la
internalizan y con lo que internalizan, que con los objetos en sí mismos. La cultura objetivada (vestimenta, ritos, etc.)
es accesible, simple de abordar; por el contrario, el acceso a las formas simbólicas interiorizadas (representaciones,
creencias, etc.) resulta más complejo.
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La sociedad es, entonces, por una parte, un conjunto de obras producto de la acción de los hombres que se
denomina lo social hecho cosa; pero, al mismo tiempo, lo social está en los cuerpos porque es como una segunda
naturaleza añadida a la naturaleza biológica.
Por otra parte, las condiciones objetivas (la cultura) del individuo inciden en la construcción de las
representaciones a partir de las cuales luego éste actúa. Esta cultura internalizada, que se configura en disposiciones
para actuar, percibir, sentir, valorar, Bourdieu la denomina Habitus, lo social hecho cuerpo. El habitus, como
disposiciones durables y transferibles, funciona como principios generadores y organizadores de representaciones y
de prácticas sociales.
Precisiones acerca del habitus:
Son disposiciones, tendencias e inclinaciones a percibir, sentir, actuar de una manera en lugar de
otra, aunque no somos conscientes de ello.
Adquirimos el habitus en función del lugar que ocupamos, socialmente hablando.
Se traslada a través del tiempo, aunque cambien las condiciones (historia hecha cuerpo).
Condiciona las prácticas, pero no es causa de las acciones.
Son disposiciones durables, trasladables a infinitas situaciones.
No es inmutable; se puede modificar a partir de las nuevas situaciones en las cuales participamos.
El Habitus es historia incorporada, hecha naturaleza, y de ese modo olvidada como tal. El Habitus es la
presencia activa de todo el pasado del cual es producto
Moscovici sostiene que las cosas materiales llegan a ser importantes realmente para las personas cuando se
han convertido en ideas o creencias. De allí su interés en estudiar estas ideas y creencias.
Para Moscovici, las representaciones sociales cumplen la función de elaboración de los comportamientos y
de comunicación entre los individuos. A través de ellas, las personas podrían aprehender la realidad e integrarse a
esta. Por ello, entiende las representaciones como un cuerpo organizado de conocimientos y una de las actividades
psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una
relación cotidiana de intercambios.
Socialización
Proceso de incorporación de la cultura por parte de los sujetos a partir de su experiencia. Comienza en los
primeros días de vida y se desarrolla durante toda la vida, pero los primeros años son fundamentales. A este proceso
inicial de socialización se lo denomina socialización primaria y es trascendental para la constitución de la personalidad
del individuo.
En la modernidad, la Escuela, la familia y la Iglesia eran consideradas instituciones claves, dado que, a partir
de un claro proceso de socialización, marcaban las subjetividades y, en consecuencia, integraban al individuo a la vida
civilizada.
Cuando se habla de control social, se hace referencia a “una forma de presión social informal y difusa que
tiene como objetivo evitar la conducta desviada”.
Mediante el control social se procura la obediencia a ciertas normas y regulaciones, explícitas o implícitas,
aceptadas en una sociedad y que posibilitan el mantenimiento del orden de los individuos y su vida organizada. La
transgresión de dichas normas es llamada desviación, y la más extrema es el delito, debido a que implica que la norma
trasgredida posee el carácter de ley.
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(MÓDULO 3)
DESIGUALDADES Y ESTRATIFICACIÓN SOCIAL
Para analizar la desigualdad social, discutiremos tres grandes perspectivas: a) análisis propuesto por el
funcionalismo; b) el análisis inspirado en los trabajos de Marx; y c) el análisis de clases inspirado en los trabajos de
Max Weber.
A su vez, para analizar la desigualdad global, presentaremos dos perspectivas: a) la teoría de
modernización; b) la teoría de la dependencia.
En todas las sociedades existe algún tipo de desigualdad, es decir, un sistema de estratificación social que
hace posible que categorías enteras de personas se ubiquen en diferentes posiciones de la estructura social y que,
como consecuencia de esto, obtengan dinero, poder o prestigio. También, toda estructura de desigualdad tiene algún
tipo de sistema simbólico que explica por qué hay una distribución asimétrica de los recursos sociales.
Para hablar de este tipo de desigualdad, Macionis y Plumer se refieren a la estratificación social como la
clasificación o jerarquización de los individuos según la categoría a la que pertenecen (o se les asigna) . Para Crompton,
la expresión estratificación social es un concepto general que describe estas estructuras de desigualdad.
En las sociedades preindustriales, la estratificación se consideró un fenómeno “natural”, lo que implicaba
que provenían de una estructura establecida por algún orden divino, por lo que no era necesario investigarlas en
términos sociales.
Con los cambios operados por la Revolución Industrial y la llegada de la Modernidad, se desarrolló el
argumento de que los seres humanos somos iguales, lo que implicó el punto de partida de la reflexión sociológica
sobre desigualdad.
Gran parte de la reflexión clásica de la sociología se originó teniendo como punto de partida las profundas
transformaciones operadas en Europa como consecuencia de la Revolución Industrial y la Revolución Francesa.
Macionis y Plumer señalan que hay características esenciales de la estratificación:
1) La estratificación social es una característica de la sociedad en su conjunto, y no de algunos de sus miembros
considerados individualmente.
2) El sistema de estratificación social (desigualdades) se perpetúa de generación en generación. En todas las
sociedades existe la probabilidad de que los padres transmitan a sus hijos la posición social que ocupan, aunque en
las sociedades modernas existe movilidad social.
3) En su definición más simple, podemos decir que la movilidad social es un cambio en la posición que el
individuo ocupa en la estructura social. En este cambio, se considera el análisis de los patrones intergeneracionales
de transmisión de la posición social. En función del cambio, la movilidad puede ser ascendente, descendente u
horizontal.
4) La estratificación es una constante histórica, pero sus especificidades varían de una sociedad a otra. Con el
surgimiento del capitalismo y en la era moderna asistimos a una complejización de los factores de desigualdad.
5) La estratificación social no es sólo una cuestión de desigualdad, sino también de cultura social, y está
relacionada con el sistema de creencias de los individuos. No solo hay una distribución diferencial de los recursos,
sino también una explicación cultural y social que define y justifica la desigualdad. Esta explicación también ha
variado a lo largo de la historia.
Los autores señalan que, de manera general, podemos definir tres macrosistemas de estratificación que, a
su vez, se pueden analizar en función de los tipos de sistemas sociales (sistemas cerrados: poca o nula movilidad
social; o sistemas abiertos: permiten una movilidad social mayor). Esos macrosistemas de estratificación son:
ESCLAVITUD
Es una forma de diferenciación y desigualdad que se basa en el derecho de propiedad que un grupo de
individuos ejerce sobre otro grupo. En América Latina, la explotación de la fuerza de trabajo esclava, de origen
africano, fue una práctica generalizada en toda la región.
Es la forma más extrema de desigualdad, lo que produjo rebeliones de los esclavos. Una de las más
importantes rebeliones fue la Revolución Haitiana (22 al 23 de agosto de 1791), que inauguró un ciclo de
independencias en América Latina y el Caribe con una triple connotación: problematiza la idea de libertad en relación
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con la surgida en el Siglo de las Luces; promueve la edificación de un Estado negro anticolonial y antiesclavista; y
provoca el enfrentamiento contra una potencia imperial (en ese caso Francia), con saldo positivo para los esclavos.
La red de compra y venta de seres humanos entre Europa, América y África fue un componente decisivo en
la historia contemporánea, ya que esta explotación favoreció el crecimiento económico de la industria textil, la
naviera y del comercio internacional.
SISTEMA DE CASTAS
Es característico de la India y deriva del hinduismo. Allí, el lugar que ocupan las personas en el espacio social
está organizado en función del lugar en donde nacen y de su ocupación. En el escalón más bajo se encuentran los
dalits (conocidos como los intocables); en el nivel más alto, los brahames (conocidos como los sacerdotes).
Crompton señala que las desigualdades sociales en este sistema se derivan de una estructura de la sociedad
establecida por la divinidad. El lugar en la jerarquía social está ligado a la pureza religiosa. El argumento es que las
castas inferiores contaminan a las superiores y, por eso, hay una serie de restricciones que se aplican a los individuos
de las castas bajas y a sus familias. En esta situación, el sistema de castas se superpone (aunque no totalmente) con la
estructura de la desigualdad.
Si consideramos que hay sistemas ideológicos que justifican las desigualdades, aquí debemos hacer
referencia a dos conceptos religiosos: el kharma y el dharma. El karma implica que las personas nacen en una
determinada casta y que eso es lo que merecen de acuerdo a las acciones que han llevado a cabo en una vida anterior.
El dharma, que significa “existir conforme a lo que es moral”, enseña que vivir la vida presente de acuerdo con las
normas genera como resultado el posterior renacimiento en una casta superior y, por lo tanto, una progresión última
en el sistema de castas.
Este sistema social es cerrado, ya que, en su forma más pura, el destino social del individuo no tiene
posibilidades de ser modificado.
Las castas suelen ir asociadas a una ocupación específica, de modo que los hijos generalmente
desempeñan el mismo trabajo que sus padres.
Matrimonios endogámicos: el matrimonio con individuos de otra casta es prácticamente
impensable.
La pertenencia a una casta determina la vida cotidiana en la medida en que los individuos sólo se
relacionan con otros de su propia casta.
Como cuestión más importante, los sistemas de castas se apoyan en fuertes creencias culturales. Se
entiende que es un mandato moral aceptar la posición social que a uno le ha tocado.
SOCIEDAD DE CLASES
1) A diferencia de los otros sistemas de desigualdad, las clases sociales no se establecen por disposiciones
jurídicas o religiosas, y la pertenencia a ellas no se basa en una posición heredada, que se haya determinado
legalmente o por la costumbre.
2) En teoría, la clase a la que pertenece un individuo es en parte adquirida, es decir, no está totalmente
determinada por el nacimiento.
3) Las clases se basan en las diferencias económicas que existen entre los grupos de individuos y en las
desigualdades en la posesión y control de los recursos materiales.
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4) Operan principalmente mediante conexiones impersonales a gran escala. Además, uno de los corolarios de
este sistema es que existen derechos universales que no dependen de la posición social de los individuos: la igualdad
ante la ley es fundamental.
Una de las razones para el mantenimiento y la reproducción de las desigualdades sociales es la ideología.
Desde sus comienzos, la sociología intentó dar respuesta a la pregunta sobre las desigualdades; el eje de
análisis fue el estudio de quién obtiene qué y por qué. Marx, Weber y Durkheim estructuraron distintos paradigmas
explicativos, con diversos marcos analíticos, para comprender por qué existen las diferencias sociales.
Según Wright, existen básicamente tres perspectivas para analizar la desigualdad en las sociedades
capitalistas:
1) La perspectiva centrada en el individuo. Bajo este enfoque, la posición económica del individuo es analizada
como el resultado del nivel de éxito personal, el cual está determinado por factores como educación, trasfondo
familiar, motivaciones, conexiones personales. En este tipo de explicación no hay relaciones sociales entre una y otra
persona como factor explicativo. La posición de los individuos en el espacio social se determina por sus “trayectorias”
(que son puramente individuales).
2 y 3) El análisis de clases a partir de otras dos tradiciones: weberiana y marxista. El análisis de clases analiza las
relaciones entre las posiciones. Ambas tradiciones tienen en cuenta los patrones de desigualdad como resultado de
conexiones causales entre las posiciones. En el análisis marxista, la relación de interdependencia es pensada también
en términos de explotación, como un mecanismo causal que genera desigualdad.
ENFOQUES CLÁSICOS
Enfoques clásicos para el estudio de la estratificación social y de las clases sociales
Dentro del funcionalismo se entiende que la desigualdad social juega un papel crucial para el correcto
funcionamiento de las sociedades.
En una de las explicaciones clásicas de la desigualdad social, Davis y Moore postulan que la estratificación
social tiene resultados positivos para la sociedad en su conjunto. En toda sociedad compleja o moderna existe la
división del trabajo, y esta es una “necesidad funcional” para el correcto funcionamiento de la sociedad.
Las recompensas son de tres tipos: 1) las que contribuyen al confort y bienestar del individuo; 2) las que
contribuyen a su placer y entretenimiento; 3) las que acrecientan el respeto y la estima de sí mismo.
Debido a que la posición tiene determinado estatus o prestigio es que se obtiene un determinado salario. La
posición de un individuo en la jerarquía del prestigio y de la estima resulta una manifestación social de su valor
personal (por cómo cumple una función y según la eficacia de ese cumplimiento).
Según los autores, la función de la estratificación es asegurar la coincidencia entre el valor personal de un
individuo con su valor para el sistema social. Por ello, la desigualdad social institucionalizada puede ser definida como
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un mecanismo establecido por las sociedades para garantizar que las posiciones importantes sean cubiertas por los
individuos más competentes.
El corolario de este argumento es que, si queremos que la sociedad funciones, tenemos que ofrecer
recompensas desiguales, acordes a los méritos de cada persona (meritocracia).
Análisis de clases
Éste se basa en una concepción relacional de la sociedad y se inspira en los trabajos de Marx y Weber.
Estos enfoques conciben al mundo social conformado por procesos y relaciones entre las clases sociales.
Para Giddens, el argumento de Marx es que la clase es un grupo de personas que tienen una relación
común con los medios de producción. Las dos clases principales en las sociedades industriales modernas son los
industriales o los capitalistas y la clase obrera o el “proletariado”.
Según Marx, las clases sociales están determinadas por el proceso de producción. Los burgueses,
propietarios de los medios de producción, y los proletarios, que tienen que vender su fuerza de trabajo para subsistir.
Esto es lo que explica gran parte de la dinámica social.
Al tratarse de una perspectiva relacional, se asume que existen relaciones entre las clases sociales, y éstas
son de explotación.
El argumento clásico de Marx es que un día de trabajo de los trabajadores produce más de lo que el
empresario necesita para recuperar el salario que les paga (esto es el origen de las ganancias que los capitalistas
utilizan para aumentar su beneficio), mientras que el trabajador está sometido a la mecanización y la opresión, a tener
que realizar durante muchas horas la misma tarea rutinaria.
Además de ello, las instituciones políticas y legales garantizan que las desigualdades sociales se reproduzcan
generación tras generación, es decir, que se reproduzca la estructura de clases.
Para responder al interrogante de por qué no ha habido una revolución proletaria en las sociedades
capitalistas, se pueden argumentar, al menos, los siguientes fenómenos:
Para Weber, existen factores fundamentales fuera y dentro de la economía que pueden ser relevantes para
explicar la desigualdad social. Las divisiones de clase se derivan no sólo del control o no de los medios de producción,
sino también de los conocimientos técnicos y las credenciales o las calificaciones que influyen en el tipo de trabajo que
las personas pueden obtener.
Además, Weber distingue otros dos aspectos básicos de la estratificación (además de la clase): a uno lo
denomina status, y al otro partido.
Así, para Weber la desigualdad social se produce por la interacción de tres dimensiones:
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Otra manera de categorizar es dividir a los países “en vías de desarrollo” (están en una etapa de transición
desde un estado subdesarrollado a otro de pleno desarrollo económico) y los “países desarrollados” (ya han
alcanzado niveles plenos y óptimos de desarrollo económico).
MODERNIZACIÓN Y DEPENDENCIA
Modernización
Los aportes de la sociología científica inician una renovación de la disciplina, sus concepciones, metodología
y de la forma de concebir la relación entre realidad y transformación.
Esta teoría concibe al desarrollo como la adopción de pautas de comportamiento, actitudes y valores
identificados con la racionalidad económica moderna, caracterizada por la búsqueda y obtención de la máxima
productividad y ganancia. También identifica los posibles obstáculos que pueden surgir en la implantación de la
modernidad y define los instrumentos de intervención capaces de resolver y alcanzar los resultados deseados.
Postula que el supuesto fundamental es la existencia de tipos ideales (en el sentido weberiano) en
extremos de un proceso evolutivo: la transición de la sociedad tradicional hacia la sociedad moderna. Según esto, las
sociedades latinoamericanas se encuentran subdesarrolladas porque tienen características tradicionales, que les
impiden ser plenamente modernas. Es decir, la sociedad actual es una “sociedad en transición” y debe evolucionar
hacia el desarrollo. El referente empírico (la sociedad a la cual deberíamos llegar) son las sociedades más
desarrolladas.
El rasgo fundamental del tipo de sociedad industrial moderna es el que se considera en el concepto de
secularización, el cual designa un proceso compuesto por tres tipos de cambios continuos:
1) Cambios de la estructura normativa predominante, multiplicando las situaciones en que se puede optar
lícitamente entre diversas alternativas (pasaje de la acción prescriptiva a la electiva);
2) Paso de la institucionalización de lo tradicional a la institucionalización del cambio: se legitima la
innovación, etc.
3) Especialización creciente de las instituciones y surgimiento de sistemas valorativos específicos y
relativamente autónomos para cada esfera institucional.
Las ideas de Whalt Rostow sintetizan los postulados de la teoría de modernización, ellos son:
1) La situación inicial es la sociedad tradicional, que se caracteriza por una estructura con funciones de
producción limitadas y con un desarrollo científico también rudimentario.
2) La segunda etapa es la del proceso, donde tiene que establecer condiciones previas para el despegue
hacia el crecimiento autosostenido.
3) En la tercera etapa se vuelve “normal”. Implica la superación de los viejos bloques y resistencias al
crecimiento.
4) En la cuarta etapa hay un período largo de progreso, lo que da como resultado que las industrias
avancen, maduren y se estabilicen.
5) La quinta etapa es el período de consumo masivo. La sociedad ha efectuado el cambio hacia una
modernización.
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A su vez, hay dos postulados en los que puede sintetizarse la metodología para comparar sociedades
desarrolladas y subdesarrolladas:
1) El subdesarrollo es una etapa previa y necesaria para alcanzar un capitalismo pleno. Hay un continuum
en un proceso lineal de desarrollo, donde es necesario reunir condiciones de la primera etapa para
poder alcanzar la plenitud.
2) La segunda tesis es de orden metodológico. Se utilizan índices como alfabetización, nutrición, natalidad
y mortalidad, ingreso per cápita, niveles de pobreza, que expresan el nivel en el que se encuentra una
sociedad en relación al continuum evolutivo.
Teoría de la dependencia
Esta teoría surgió en América Latina en los años sesenta para explicar las nuevas características del
desarrollo dependiente de la región.
Solari y sus colaboradores señalan que esta teoría postula: a) una integración entre las ciencias sociales y la
historia; b) una concepción del desarrollo muy diferente; c) la consideración de la inserción de las sociedades
latinoamericanas en el sistema capitalista mundial como elemento esencial; d) la consideración del problema político
y del papel del Estado; e) la identificación de las situaciones estructurales básicas y de las formas en que se sucedieron
en América Latina.
Señala que no existen grados de desarrollo, lo que encontramos son pautas históricas de explotación de
unos países sobre otros y un sistema económico mundial interconectado y desigual.
(MÓDULO 4)
CAMBIO SOCIAL: CONCEPTOS FUNDAMENTALES
El cambio social tiene una connotación positiva (evolución y adaptación de una sociedad a las necesidades
particulares de cada momento histórico) y una connotación negativa (entiende el cambio como un abandono de
ciertos valores y reglas de conducta tradicionalmente aceptados como correctos). Los sectores considerados
progresistas y modernistas tenderán a ver al cambio social como algo deseable en pos de buscar nuevas estructuras,
mientras que los sectores denominados conservadores o reaccionarios tenderán a cuestionar los cambios sociales, que
percibirán como nocivos frente a las estructuras tomadas como válidas.
EL EVOLUCIONISMO CLÁSICO
La idea de comparar el organismo biológico con la sociedad surge como una metáfora, pero más tarde esa
metáfora fue tomada en su literalidad. Esto implicó que, al considerarse como organismos, las sociedades fueran
entendidas como “naturales”, en lugar de ser pensadas en relación con su constitución social e histórica.
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La analogía orgánica
Los teóricos que plantean esta analogía encuentran dos puntos de encuentro fundamentales entre un
organismo biológico y lo que denominan organismo social:
1) En referencia a la anatomía (la construcción interna del organismo), el organismo biológico y el social se
asemejan, porque se trata de elementos agrupados en unidades más complejas y unidos o integrados por una
determinada red de relaciones (denominada “estructura”).
2) En referencia a la fisiología (funcionamiento interno del organismo), la similitud estaría en el hecho de que
los elementos orgánicos y sociales realizan acciones específicas, contribuyendo a su preservación y continuación.
Lo que caracteriza a un organismo, así como a una sociedad, es la existencia de una resistencia de las
totalidades, que duran más que sus partes. Asimismo, el lapso vital de un organismo y la historia de una sociedad
están marcados por el crecimiento, y la noción de crecimiento posibilita la idea sociológica de evolución.
Cuando hablamos de Comte, no podemos omitir su planteamiento de la ley de los tres estadios. Estos
estadios se refieren a formas por medio de las cuales las personas explican los hechos que ocurren en la realidad. La
evolución, entonces, está dada por la aparición de nuevas maneras a las cuales las sociedades recurren para explicar
su entorno.
En el estadio teológico, las personas encuentran la explicación para los hechos en poderes sobrenaturales.
En el estadio metafísico, las cuestiones de la realidad se explican a partir de entidades tales como la
soberanía o la ley, es decir, a partir de causas y esencias abstractas que operan como principios de la realidad
concebidos por la razón.
Por último, en el estadio positivo, para la explicación de los hechos se invocan leyes basadas en la evidencia
empírica. Etapa de la ciencia y el industrialismo que, para Comte, daría lugar a un desarrollo infinito. Por tanto, para
Comte, la evolución es del conocimiento y el depósito de conocimiento.
El presupuesto básico de Spencer es que toda realidad, natural o social, es básicamente material. Por tal
razón, la evolución es el principio común a toda realidad. La evolución procede por medio de la diferenciación
estructural y funcional: de la simplicidad a la complejidad; de lo amorfo a la articulación de las partes; de la
uniformidad y hegemoneidad, a la especialización y heterogeneidad; y de la fluidez a la estabilidad.
Spencer se refiere a la formación de las profesiones como forma de heterogeneidad social. En su texto “ El
origen de las profesiones”, parte del principio de que la vida de la sociedad es interdependiente y que esa
interdependencia aumenta a medida que la sociedad se complejiza. Por ello, el primer objetivo que se debe lograr
para mantener la estabilidad de una sociedad es la preservación de la paz social. Con este fin en mente, se deben
establecer las reglamentaciones e instituciones sociales necesarias para la defensa y la regulación de la vida individual,
a través de lo cual se logrará la conservación de la vida del organismo social.
El mecanismo de la evolución está basado en tres regularidades: 1º) hay una inestabilidad inherente de las
poblaciones uniformes, homogéneas; 2º) hay una tendencia a amplificar estas desigualdades, la especialización de los
papeles se profundiza, las disparidades de poder y riquezas crecen; 3º) la sociedad empieza a dividirse en fracciones,
clases y grupos según diferenciaciones de clase, de nación y de ocupación.
Una vez constituidos y establecidos los límites que protegen esas identidades, la segregación de la
población se fortalece y ya no es posible volver a la homogeneidad inicial.
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Lewis Morgan propone una mirada de la evolución basada en la tecnología. Desde esta lógica, las
necesidades (materiales) humanas funcionan como motor para el cambio, puesto que, para satisfacerlas, se
desarrollan las invenciones tecnológicas que modifican significativamente la vida familiar de las personas, su
organización, sus modelos económicos y políticos, sus valores culturales y su cotidianeidad.
En su libro “La sociedad primitiva”, Morgan propone tres fases en la historia de la humanidad, distinguidas
en función de la complejidad tecnológica alcanzada:
Durkheim buscaba las causas de todo hecho social en otro hecho social. Por ello, buscó las razones de la
evolución social en la división del trabajo.
Afirmaba que la diferenciación de tareas y de funciones provocaba la evolución de las sociedades, lo que lo
habilitaba a hablar de un tránsito de la sociedad tradicional a la sociedad moderna: la primera, caracterizada por una
solidaridad mecánica, con vínculos fuertes, alto grado de control social y colectivismo; la segunda, con una forma de
solidaridad orgánica, de individuos autónomos, con actividades claramente diferenciadas, en el marco de la división
de trabajo, de lazos de complementariedad y ayuda mutua.
El motor que genera esa división del trabajo, según Durkheim, es la densidad dinámica, que está en
relación directa con dos variables: la densidad poblacional y el nivel de interacción entre los miembros de una
sociedad. Si estas dos variables se articulan, la densidad dinámica posibilita la constitución de un nuevo tipo de
solidaridad.
Tönnies realiza su aporte explicando el pasaje de un tipo de sociedad a otro bajo los términos de
comunidad y sociedad.
La comunidad se caracteriza por presentar relaciones sociales fuertes a partir de los lazos de parentesco. La
institución típica es la familia. El individuo es un sujeto apegado a tradiciones y costumbres, y regido por leyes
familiares relacionadas a la religión, que opera como forma de control social. La institución que centraliza la actividad
es la aldea, y la riqueza se basa en la tierra y su producción.
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La sociedad, para Tönnies, significa una forma de evolución nociva, negativa, que va contra las necesidades
humanas. Aquí, las relaciones se gestan a partir del intercambio económico, la familia pierde importancia frente a
instituciones como el Estado y la economía, y el sujeto se vuelve persona o ciudadano que obedece leyes de contratos
y cuya institución central es la ciudad que se despliega. El control social se da, además de al amparo de la ley, a partir
de la opinión pública.
Su idea es que el mecanismo mediante el cual las sociedades evolucionan también evoluciona. En las
sociedades avanzadas, la evolución se da a partir de la planeación de las acciones en la búsqueda de ciertos fines. Se
gesta con anticipación y adoptando la perspectiva de construir el futuro, lo que la hace más humanizada, ya que
involucra una suma de voluntades que la planifican y accionan en pos de una idea de futuro.
Las teorías de la modernización surgen en la etapa posterior a la 2da Guerra Mundial, momento en que el
mundo queda dividido en tres: el primer mundo, integrado por países capitalistas, desarrollados e industriales; el
segundo mundo, socialista y en proceso de industrialización; y el tercer mundo, conformado por las sociedades
poscoloniales y preindustriales.
Sztompka considera que las teorías de la modernización y la de la convergencia (que analizan el contraste
entre el primer mundo y el tercer mundo, y el contraste entre el primer mundo y el segundo mundo, respectivamente)
puede entenderse como formas de “reencarnación” de la orientación evolucionista porque están orientadas a analizar
e interpretar el avance de las sociedades menos desarrolladas hacia sociedades más desarrolladas.
Significa que hay un único camino a seguir para alcanzar el estado de desarrollo considerado como
deseable, y ese camino es el que han seguido los países industrializados.
Desde este enfoque, el desarrollo se entiende como un cambio inevitable e irreversible mediante el cual las
sociedades se mueven hacia la modernidad, la cual se evidencia en las características de las sociedades democráticas,
industrializadas y capitalistas de occidente según los sociólogos,
Según los autores, los cambios ocurren de manera gradual, incremental y pacífica, por lo que proponían
ciertos estadios inevitables por los que las sociedades debían pasar para alcanzar su desarrollo. Ese cambio se explica
en términos de causación inmanente (la causa que motiva el cambio está dentro de la sociedad misma), de
diferenciación estructural y de gradación adaptativa.
Los adeptos a esta postura entendían que el proceso de modernización daría lugar a una mejora universal
de la vida social, por lo que era considerado como necesario, además de irreversible, endógeno y beneficioso.
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Sin embargo, más adelante en el tiempo, empezaron a ver el proceso de modernización como una forma de
emulación de los países subdesarrollados en relación con los desarrollados.
La teoría de la modernización ha sido criticada tanto desde el punto de vista empírico como teórico.
Empíricamente, por ser contraria a la evidencia histórica. Las pruebas de que las sociedades modernas son
ese “mundo mejor” están a la vista.
En cuanto a las críticas teóricas, los presupuestos evolucionistas fueron considerados inaceptables, así como
la visión unilineal que explicaba el desarrollo sólo a partir de causas endógenas (interiores).
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La concepción materialista de la historia se encuentra presente en los trabajos de Marx, Engels y sus
seguidores. Ésta encuentra sus raíces en el evolucionismo, porque los autores hablan de una historia como proceso
natural, cuyas leyes deben ser comprendidas para luego poder intervenir en su curso.
Los rasgos evolucionistas de las propuestas de Marx son que creía fielmente en el progreso, entendía que el
mecanismo de cambio era inherente a las sociedades y explicaba los cambios históricos a partir de estadios.
Sin embargo, la propuesta de Marx complejiza significativamente al evolucionismo, ofrece una mirada
compleja y multidimensional de aspectos generales y particulares de las sociedades analizadas.
Cuando hablamos de materialismo, planteamos una oposición al idealismo hegeliano, del cual Marx parte
para explicar su concepción del mundo. Marx retoma de la propuesta de Hegel la forma dialéctica de entender al
mundo.
Hegel ofrece una postura filosófica en la cual la pregunta central es cómo se genera el saber absoluto, y la
respuesta que da reside en la dialéctica del espíritu (diferentes estadios que atraviesa el saber hasta convertirse en
saber absoluto, pasando de un estadio a otro de forma dialéctica, no lineal).
¿Y qué es la dialéctica?
Marx reescribe la dialéctica en términos materiales, es decir, referenciando al mundo de manera objetiva,
tal como existe, incluyendo a la naturaleza, la sociedad y los individuos. Adopta una perspectiva relacional del mundo
social, nunca se centra en una sola unidad. Se interesa por la relación de los fenómenos sociales del mundo observado
y los fenómenos sociales pasados y futuros. Contempla tanto los actores involucrados como las estructuras, y afirma
que las influencias sociales nunca se dan en una sola dirección.
En primer lugar, dada la forma dialéctica de entender al mundo, el origen del cambio estaría en la
contradicción, que podría observarse en el conflicto de intereses que se da entre una clase y otra, que dan lugar al
quiebre del sistema tal como está y a la constitución de uno nuevo.
En segundo lugar, dada su raíz evolucionista, el motor de cambio se entiende como endógeno con respecto
a la sociedad. Marx afirmaba que la lucha de clases y el conflicto entre estas, resuelto una y otra vez en un nuevo
modo de producción, darían lugar, finalmente, y mediante la revolución, al comunismo (que para Marx era un sistema
sin clases en donde el conflicto se resolvería definitivamente).
Sztompka analiza la teoría de Marx e indica que ésta debe comprenderse como una mirada de la sociedad
desde distintos niveles. Cada escalón representa un nivel, y atravesar los escalones en una u otra dirección implica
comprender a la sociedad desde lo individual hacia lo colectivo, y a la inversa; desde lo empírico hacia lo abstracto, y a
la inversa. Allí radica, según el autor, la complejidad de la propuesta de Marx.
El cambio definitivo para Marx estaría dado por la revolución, la cual permitiría construir una sociedad sin
clases, pero esta revolución sólo sería posible a partir de que el proletariado tomara conciencia de su condición de
clase, de su opresión.
La revolución
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También la revolución puede ser entendida desde diferentes niveles de análisis. El abordaje que nos ofrece
Sztompka nos permite analizar la revolución desde el nivel histórico-mundial, desde el nivel socioestructural y desde el
nivel de la acción.
La concepción de futuro
El futuro para Marx implicaba la emergencia (en el sentido de “emerger”) del comunismo, el que sería
posible a partir de la abolición de la propiedad privada y la disolución del Estado. Esto implicaba, a nivel
socioestructural, el establecimiento de una sociedad sin clases, y a nivel individual, la completa desalienización de lis
miembros de la sociedad.
El problema de la teoría de Marx y Engels (en el Manifiesto del Partido Comunista) es que las sociedades no
capitalistas fueron analizadas desde la perspectiva de las sociedades modernas europeas, dejando al descubierto el
lugar del “mundo periférico”.
¿Qué es el eurocentrismo?
El eurocentrismo supone que Europa y su cultura fueron el centro y el motor de la evolución social; concibe
a la historia europea como la “historia universal”.
Decolonialidad
El pensamiento “decolonial” o “descolonial” puede ser entendido como un conjunto de reflexiones críticas
sobre lo que se llamó el “lado oscuro de la modernidad”, cuyo objetivo es transformar los contenidos, términos y
condiciones en los cuales el eurocentrismo y la colonialidad se han expandido en las ciencias sociales.
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Seis rasgos principales en los cuales los intelectuales vinculados a este “paradigma” confluirían y estarían de
acuerdo son:
Perspectiva de género
Durante la posguerra de la 2ª Guerra Mundial se inició una incorporación masiva del sexo femenino al
ámbito laboral, contexto que es uno de los puntos centrales para comprender la irrupción en el escenario de la
perspectiva de género en sentido amplio.
En el último tercio del siglo XX, las crisis económicas fueron constantes y la baja del poder adquisitivo y el
incremento del costo de vida provocaron condiciones económicas y sociales necesarias como para que las mujeres se
incorporaran al trabajo. Esta situación, entre otras, se articuló con los planteamientos de equidad de los derechos
humanos y dio lugar a condiciones contradictorias para la mujer, que llevaron a que cada vez una mayor proporción
de ellas se integrara al mundo de lo público. Esta incorporación no fue lineal ni en bloque, sino que dependió de cada
clase social, del estatus, de los niveles económicos, de los niveles educativos, los aspectos culturales y sociales de los
grupos a los que pertenecían las mujeres, así como los diferentes entornos, momentos y circunstancias individuales.
Carapia, ubica al feminismo en este marco, y lo define como un movimiento social que llevó a las mujeres a
plantear, primero, el derecho a la ciudadanía, después, a la igualdad, y hoy, a la equidad de género.
Destacamos tres elementos fundamentales en el cambio de la condición social de las mujeres en el siglo XX:
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Cuando se habla del análisis de la condición social de las mujeres, se parte de entender un enfoque
macrosocial integrado por categorías de análisis como son: la estructura económico-social y política, las relaciones de
poder, las clases sociales y la lucha de clases.
Etnicidad
Hace referencia a las prácticas culturales y perspectivas que distinguen a una determinada comunidad de
personas. Los miembros de los grupos étnicos se ven a sí mismos como culturalmente diferentes de otros grupos
sociales, y son percibidos por los demás de igual manera. Las características más habituales que sirven para distinguir
a unos grupos étnicos de otros son la lengua, la historia de la ascendencia, la religión y las formas de vestirse o
adornarse. Las diferencias étnicas son totalmente aprendidas, se trata de construcciones sociales.
Uno de los conceptos asociados a la noción de etnicidad es el de minoría. Giddens señala que el concepto
de grupo minoritario se emplea frecuentemente y es más que una diferenciación numérica.
Los miembros de los grupos minoritarios se encuentran desfavorecidos en relación con la mayoría de la
población, pero tienen cierta solidaridad entre sí y un sentido de pertenencia común (frecuentemente por esta
experiencia de ser objeto de prejuicios y discriminación).
Otro de los conceptos vinculados al de etnicidad es el de raza. Giddens señala que mucha gente piensa
equivocadamente que los seres humanos pueden separarse por razas biológicamente distintas. Sociológicamente, las
razas no existen, sólo existen variaciones físicas entre los seres humanos que derivan del grado de consanguineidad de
la población, la cual varía según el margen de contacto entre las distintas unidades sociales o culturales. Por esta
razón, los sociólogos y antropólogos piensan que el concepto de raza debería ser desechado por completo.
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