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NIT.

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PERSONERIA JURIDICA: S050197
1. INTRODUCCIÓN.

Los Niños, niñas y adolescentes necesitan en los espacios y contextos de los cuales
forman parte, adquirir herramientas que les permitan la formación integral de una
cultura de reconocimiento y respeto por los demás. Es así como una de los principales
aspectos a tener en cuenta en que ellos deben reconocerse como sujetos sociales, con
derechos y deberes que deben ser protegidos y cumplidos a cabalidad.

Al promover la ciudadanía en la niñez y adolescencia, se está promoviendo su


participación como un derecho, a la vez una de las potencialidades humanas
indispensables para el desarrollo integral de la persona. La ciudadanía tiene que ver
con la capacidad de las personas de incidir en el mejoramiento de sus condiciones de
vida.

2. MARCO CONCEPTUAL.

CONVIVENCIA.

La convivencia es el proceso cotidiano de interrelación que se genera entre los


diferentes miembros de una comunidad. No se limita a la relación entre las personas,
sino que incluye las formas de interacción de los diferentes estamentos que conforman
un contexto, por lo que constituye una construcción colectiva permanente y es
responsabilidad del conjunto de los actores que forman parte de él. Las distintas
dimensiones de la vida cotidiana que tienen lugar en una institución dan cuerpo a
aquello que se conoce como convivencia escolar. La convivencia consiste en gran
medida en compartir, y a compartir se aprende. A compartir tiempos y espacios, logros
y dificultades, proyectos y sueños. El aprendizaje de valores y habilidades sociales, así
como las buenas prácticas de convivencia, son la base del futuro ciudadano. Hay
espacios en los que los adolescentes y jóvenes pueden desarrollar hábitos tales como
el debate respetuoso, el uso del diálogo para resolver discrepancias, la asignación de
responsabilidades para enfrentar proyectos comunes, junto a la resolución y mediación
de conflictos.

CIUDADANÍA.

Preguntarse por la formación ciudadana que un país ofrece a las nuevas generaciones
es de vital importancia para cualquier nación. En las circunstancias actuales de
Colombia esta pregunta cobra una mayor relevancia cuando, como sociedad, se están
haciendo enormes esfuerzos por buscar alternativas que permitan resolver los conflictos
de una manera pacífica, superar la exclusión social, abrir nuevos espacios para la
participación ciudadana, enfrentar los altos índices de corrupción y lograr relaciones
más armoniosas en los lugares en los que se desenvuelve cada ciudadano.

El concepto de ciudadanía parte de la premisa básica de que es característica de los


seres humanos vivir en sociedad. Las relaciones humanas son necesarias para
sobrevivir y para darle sentido a la existencia. Desde el momento mismo de su
nacimiento, niños y niñas empiezan a aprender a relacionarse con otras personas y a
entender qué significa vivir en sociedad. Este aprendizaje continúa toda la vida. Estas
relaciones no son, por supuesto, sencillas. Muchas veces los intereses individuales no
coinciden con los de los demás, lo que genera tensiones que dificultan la convivencia y
la organización social. Resolver estas tensiones es complejo, tanto que a pesar de que
el ser humano lleva miles de años viviendo en sociedad, sigue aprendiendo a convivir,
explorando distintas maneras de organización política. Por esta razón, el desarrollo de
las competencias para relacionarse con otras personas y participar activamente en la
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construcción social como actores políticos es muy importante. Desde los distintos
ámbitos de formación ciudadana, se apuesta a la construcción de comunidades más
pacíficas, democráticas, participativas, incluyentes y justas. Algunas de las
competencias sociales básicas aplicables a todas las relaciones humanas individuales y
colectivas se desarrollan al poner en práctica habilidades que permiten resolver los
conflictos de intereses de manera pacífica, en lugar de hacerlo imponiendo los propios
puntos de vista u optando por caminos violentos. Por ejemplo, se debe hacer un
esfuerzo consciente por entender los argumentos de las partes y, de ser posible,
encontrar soluciones creativas que los abarque.

MEDIACIÓN DE CONFLICTOS.

La mediación es un proceso de resolución de conflictos en el que las dos partes


enfrentadas recurren «voluntariamente» a una tercera persona «imparcial», el
mediador, para llegar a un acuerdo satisfactorio. Es un proceso extrajudicial o diferente
a los canales legales o convencionales de resolución de disputas, es creativo, porque
mueve a la búsqueda de soluciones que satisfagan las necesidades de las partes, e
implica no restringirse a lo que dice la ley. Además, la solución no es impuesta por
terceras personas, como en el caso de los jueces o árbitros, sino que es creada por las
partes (Rozenblum, 1998).

Una característica de la mediación es que es una negociación cooperativa, en la


medida que promueve una solución en la que las partes implicadas ganan u obtienen
un beneficio, y no sólo una de ellas. Por eso se la considera una vía no adversarial,
porque evita la postura antagónica de ganador-perdedor. Por este motivo, también es
un proceso ideal para el tipo de conflicto en el que las partes enfrentadas deban o
deseen continuar la relación (Holaday, 2002). Para que el proceso de mediación sea
posible, es necesario que las partes estén motivadas, porque deben de estar de
acuerdo en cooperar con el mediador para resolver su disputa, así como para
respetarse mutuamente durante y después del proceso, y respetar los acuerdos que se
hayan alcanzado, circunstancia que ocurre con un alto índice de cumplimiento, porque
son los que los mismos interesados han propuesto y se han comprometido a cumplir,
pues la reflexión sobre la mediación ayuda a todos a entender el conflicto y su
dimensión ideológica (Likert y Likert, 1976; Shapiro, 2002).

La mediación como estrategia de resolución de conflictos la podemos situar entre el


compromiso y la colaboración. La finalidad consiste en pasar de estilos más
individualistas a modos más evolucionados de resolución de conflictos, como son los de
colaboración y compromiso. En los conflictos cotidianos nos situamos ante diversos
estilos de afrontamiento: evitamos, nos acomodamos, competimos, etc. No parece
razonable el que nos culpabilicemos por ello, ya que manejarse dentro de un estilo de
colaboración exige unas condiciones de tiempo y de contexto que no siempre se
producen.

También puede suceder que, para crear un contexto real de colaboración, sea
necesario pasar por momentos previos en los que nos manejemos en estilos como el de
evitación o acomodación, ya que pueden ser necesarios para generar un nivel de
confianza entre las partes, imprescindible para llegar a la colaboración (Rozenblum,
1998). La comunicación es un elemento esencial en la resolución de conflictos, de
hecho, podríamos definir el proceso de mediación como el consistente en dotar a las
partes en conflicto de unos recursos comunicativos de calidad para que puedan
solucionar el conflicto que se traigan entre manos.
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A lo largo de todo el proceso, las partes hablan de reproches, posturas, opiniones,
deseos, necesidades, sentimientos, y los mediadores deben ayudarles a que se
expresen de forma constructiva y a que se escuchen, de tal manera que la
comunicación que establezcan pueda ayudarles a resolver el conflicto (Suares, 1996).

En la raíz de gran parte de los conflictos podemos encontrar una mala comunicación.
Cuando una persona malinterpreta lo que la otra ha querido decir y reacciona
defendiéndose ante lo que considera una ofensa, aumenta la tensión del conflicto y nos
encontramos más lejos de solucionarlo. Por el contrario, cuando las dos personas en
conflicto pueden establecer una comunicación eficaz y clara, es decir ambas se hacen
entender y se entienden mutuamente, pueden descubrir que realmente no existía un
problema o que era pequeño y de fácil solución. Incluso en el caso de que el problema
fuera importante, una comunicación de calidad puede ayudar a las partes a que
trabajen juntas para encontrar soluciones que satisfagan a ambos.

Por lo tanto, tal y como nos lo aporta Suares (1996), la comunicación es un elemento
importante en los conflictos, porque: a) Una comunicación de calidad es una
herramienta necesaria para llegar a la base de los conflictos y encontrar soluciones
satisfactorias para las partes. b) Una mala comunicación puede ser en sí misma la
causa de los conflictos. El gran aporte de la mediación al conflicto es la sustitución de la
concepción tradicional de «ganar-perder» en las disputas, por «ganar-ganar», pues este
cambio de concepción no sólo afecta a los resultados, sino también al proceso mismo,
ya que modifica la actitud de las partes. Lo interesante de este proceso es que
descubre la importancia de los intereses en las disputas, y con un buen análisis en cada
una de las partes, se puede llegar a elaborar una solución que satisfaga a ambas. La
percepción social del conflicto y el objetivo de resolverlo ha estado en la base de la
conceptualización de la mediación moderna.

El conflicto es vivido como la manifestación de un problema que necesita una


satisfacción, pues el problema existe debido a una real o aparente incompatibilidad de
necesidades e intereses que hace que la satisfacción de necesidades aparezca
imposible para una o más de las partes implicadas y, por ello, la resolución del conflicto
pasa por encontrar soluciones que satisfagan las necesidades de todos los implicados
(Ripol-Millet, 1997).

Con frecuencia, los mediadores colocan en el centro de la ética de su intervención el


principio de imparcialidad, aquí puede ser cierto el aforismo «dime de qué alardeas y te
diré de qué careces», ya que la tendencia a asumir en mediación una metodología de
solución de problemas deriva de la ideología social individualizada propia de la cultura
occidental de los países desarrollados, que se basa en una concepción del mundo
social compuesta por seres individuales radicalmente separados, de igual valor pero
con deseos diferentes y cuya naturaleza se basa en la satisfacción de tales deseos, con
frecuencia convertidos en derecho. En este contexto ideológico el modelo preferido por
los profesionales para la resolución de conflictos es el que intenta la colaboración de las
partes, pues la mediación, según este postulado, debe centrarse en ayudar a la
resolución de conflictos (Folberg y Taylor, 1984; Haynes y Haynes, 1989).

NEGOCIACIÓN.

Una definición de negociación indica que es el proceso de comunicación que tiene por
finalidad influir en el comportamiento de los demás y donde ambas partes lleguen a un
acuerdo GANAR-GANAR. La razón para que al final de una negociación ambas partes
puedan creer que han ganado es que ni los intereses ni los valores tienen por qué ser
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opuestos, y es responsabilidad de los negociadores descubrir los puntos
complementarios para desarrollar una negociación con el esquema ganar-ganar.

El método de negociación de Roger Fisher y William Ury abarca los siguientes puntos:

1. Separar las personas del problema. Cuando uno se refiere a la “otra parte”, se olvida
con frecuencia que son personas que sienten emociones, tienen su propia escala de
valores, tienen vivencias diferentes y son impredecibles. Es importante comprender que
todo negociador tiene dos tipos de intereses: en la esencia y en la relación con la otra
parte. Por ello, no es bueno comenzar una negociación con el propósito de vencer a
toda costa, porque se ponen en peligro las relaciones de negocio a futuro.

2. Concentrarse en los intereses y no en las posiciones. La negociación basándose en


posiciones (“yo quiero esto”), es menos eficaz que si se realiza basándose en intereses
(“¿para qué quiero esto?”). Es necesario buscar la verdadera razón en los sentimientos,
frustraciones, temores, emociones, deseos.

3. Inventar opciones de mutuo beneficio. La invención creativa –buscando intereses


comunes o complementarios-- es una necesidad para generar múltiples acuerdos que
sean de beneficio para ambas partes. Primero se debe inventar; luego, decidir.

4. Insistir en que los criterios sean objetivos. La necesidad de criterios objetivos es


fundamental para lograr una solución basada en principios, no en presiones. Se debe
enfatizar en los méritos del problema, no en el temple de las partes y ser abiertos a las
razones, pero cerrados ante las amenazas.

PARTICIPACIÓN.

Lograr una verdadera participación no es tarea fácil, y menos en contextos donde las
relaciones sociales están organizadas de forma jerárquica y los más jóvenes quedan
relegados a un estatus de segunda clase. No existe un método predefinido para
estimular a participar. En el caso de los adolescentes, la meta de los programas de
participación es asegurar el desarrollo de sus talentos y capacidades, que cuenten con
oportunidades y con el apoyo necesario para participar efectivamente en un espacio tan
extensivo como sea posible, acorde con sus posibilidades.

Es importante asegurar que todos los adolescentes —sin discriminación alguna—


disfruten de condiciones idóneas para poder participar, así como fomentar habilidades
para la participación. Un adolescente no puede opinar y tomar decisiones de forma
efectiva si no ha tenido la oportunidad de aprender cómo hacerlo. En este tema, la
práctica —y no la teoría académica— es la que rige y construye cada proceso. Es
importante desarrollar la capacidad de los adultos para escuchar y promover la
participación. No es suficiente que los adolescentes tengan voz y sepan cómo participar
en diferentes contextos; la función de los adultos es el otro requisito ineludible, por lo
tanto es vital garantizar que los adolescentes estén debidamente informados y sepan
interpretar la información. Es necesario confiar en los adolescentes y permitirles asumir
responsabilidades, dejar que enfrenten riesgos razonables, como consecuencia
implícita en la toma de decisiones, y ante todo, escuchar y ser asertivos ante sus ideas,
lo cual ayudará a generar confianza entre adultos y adolescentes, y aprender que
nuevas formas de vincularse suponen un largo proceso.

Crear espacios para la participación, o sea, condiciones que inviten a los adolescentes
a participar y den cuenta de la expectativa existente entre los adultos y la vinculación a
la participación con temas que sean de interés para adolescentes y jóvenes y que estén
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relacionados con su cotidianidad, son aspectos a tener en cuenta para incentivar la
participación en esta población. Para garantizarlo, conviene que los adolescentes se
involucren activamente, asegurando la máxima transparencia.

En cualquier proceso de participación, los objetivos, reglas de juego y límites deben ser
claros y conocidos por todos: abogar por la honestidad sin paternalismo, aprender a
confrontar problemas es una forma de desarrollo, empezar a participar cuanto antes, y
recordar que el interés de los adolescentes y jóvenes no se da de un momento a otro,
sino que es cíclico y dependerá en gran parte, del grado de confianza que adquieran
respecto a la viabilidad de una determinada propuesta. Tener en cuenta que lo
asimilado en la infancia y en la adolescencia tendrá gran incidencia en el resto de la
vida.

Profesar los principios democráticos es importante, pero ante todo, se hace necesario
ponerlos en práctica. Conocer y difundir los derechos de la adolescencia e identificar
vías que contribuyan a llevar a la práctica y de forma efectiva los compromisos que
figuran en el papel, son también condiciones necesarias para potenciar la participación.

En términos de participación real, los eventos o proyectos aislados tienen un valor


limitado cuando no están ligados a un proceso. Por supuesto, la participación
adolescente necesita ser impulsada y sostenida también por proyectos puntuales, pero
éstos no son suficientes para conseguir un impacto más amplio y duradero. Por eso,
cuando se habla de participación adolescente hay que evitar la perspectiva basada sólo
en proyectos y, en su lugar, considerar abordajes estratégicos pensando en procesos a
mediano y largo plazo.

3. JUSTIFICACIÓN.

Para la Fundación Revivir, es importante incentivar la participación de sus beneficiarios,


en la construcción de los acuerdos de convivencia, y la aplicación de encuestas de
satisfacción. Lo anterior, teniendo en cuenta que la participación activa de usuarios
atendidos por la institución hace parte fundamental de los procesos electivos, valorando
sugerencias y aportes, que conlleven a mejorar los diversos programas que hacen parte
de la Fundación, resaltando el rol de la construcción social.

4. OBJETIVO GENERAL.

Fomentar la participación activa de los niños, niñas y adolescentes de la modalidad


hogares de paso, para realizar ejercicios democráticos que permitan desarrollar
procesos de conformación de los acuerdos de convivencia.

4.1 OBJETIVOS ESPECÍFICOS.

o Aplicar el cuestionario para construir los acuerdos de convivencia.

5. FUENTES DE VERIFICACIÓN.

o Listados de asistencia.
o Cuestionario construcción acuerdos de convivencia.

BIBLIOGRAFÍA.

 UNICEF (2006) Adolescencia y participación. Palabras y juegos. Uruguay.


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 Centro Oscar Arnulfo Romero (2014). Construir ciudadanía desde la niñez y la
adolescencia. Ideas para la acción y reflexión. Nicaragua.
 Cepeda, M.J. (2004) Ponencia “Ciudadanía y Estado Social de Derecho”. Foro
Educativo Nacional de Competencias Ciudadanas. Bogotá.
 Convivencia escolar y resolución de conflictos. Material de apoyo para profesores
y profesoras. Gobierno de Chile, Ministerio de Educación.
 Flórez, Mazzini Victoria. Negociación y manejo de conflictos.

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