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Monografías de Medicina Veterinaria, Vol.15, N°1 y N°2, diciembre, 1993

Asociaciones de antibióticos. Indicaciones y limitaciones en terapéutica veterinaria

Zurich Z., Lázaro C.; Hermosilla R., Ricardo E.


AUTOR(ES)
Farmacología y Terapéutica Veterinaria. Departamento de Ciencias Clínicas. Facultad de Ciencias Veterinarias
y Pecuarias, Universidad de Chile

Zurich Z., Lázaro; Hermosilla R., Ricardo E. Asociaciones de antibióticos. Indicaciones y limitaciones en
CITA
terapéutica veterinaria. Monografías de Medicina Veterinaria. Vol. 15 (1 y 2) diciembre, 1993

   
[ Introducción ]

El empleo de asociaciones de antibióticos entre sí o con otros fármacos, especialmente


antiinflamatorios, es bien conocido y data desde los tiempos de la introducción de la asociación
penicilina–estreptomicina, aún vigente en infectología de especies mayores.

El avance en el conocimiento de los mecanismos de acción, tanto de nuevos como tradicionales


antibacterianos, ha permitido establecer algunas normas que han superado las etapas de las
"poliasociaciones", aun cuando se observan ciertas desviaciones que pueden conducir a la
refractariedad terapéutica. En efecto, se acepta en la actualidad la tendencia al uso de
monodrogas o de asociaciones simples que no superen los 2 componentes en un preparado o
bien, que se administren por separado en forma simultánea. Esta práctica favorece una mejor
evaluación de las respuestas, sean de fracaso o de buen éxito y, además, se disminuye el riesgo
de resistencia bacteriana multiple.

Por otra parte, los esquemas terapéuticos modernos consultan el uso de asociaciones con fines
de interacción positiva. Así, en determinadas ocasiones, ha sido posible acelerar la recuperación
de animales y en otras, lamentablemente, acelerar el desenlace menos esperado. Es
conveniente, en consecuencia, conocer las situaciones de sinergia o antagonismo que pueden
ocurrir cuando se uilizan dos antibióticos o uno asociado a un medicamento.

El objetivo de esta monografía es actualizar la información sobre el tema con el fin de obtener el
máximo beneficio del uso de asociaciones de antibacterianos entre sí y con otros fármacos que
deben concurrir al restablecimiento de la salud animal.

[ Tipos de asociaciones de antibióticos ]

Asociaciones fijas, en las cuales dos antibióticos se encuentran en una determinada forma
farmacéutica (jarabe, frasco multidosis, comprimido u otras) y deben, en consecuencia, ser
administradas en las proporciones fijadas por el fabricante.

Asociaciones libres. Corresponden al uso por separado de dos fármacos en forma simultánea.
El profesional elige los fármacos y las dosis de cada uno de acuerdo a sus conocimientos.
criterio v situación clínica.

Como resulta fácil apreciar, existe mayor autonomía en las asociaciones libres pero existen
también asociaciones fijas que presentan interesantes propiedades terapéuticas.

[ Normas básicas que rigen las asociaciones de antimicrobianos ]

En consideración a los mecanismos de acción predominantes de cada antibiótico ha sido


necesario establecer los siguientes puntos:

a) Antibióticos de acción bactericida deben asociarse a otros con efectos


igualmente bactericidas.
b) Antibióticos de acción bacteriostática se asocian con bacteriostáticos.
c) Es inconveniente asociar bactericidas con bacteriostáticos, salvo contadas
ocasiones.

Cuadro 1
Mecanismos de acción predominante de antibióticos de
uso frecuente en medicina veterinaria.

Bactericidas Bacteriostáticos
Betalactámicos Macrólidos
— Penicilinas Naturales — Espiramicina
— Penicilinas Semisintáticas — Tilosina
— Cefalosporinas — Eritromicina
Aminoglicósidos* Tetraciclinas
Gentamicina
-
Neomicina Cloranfenicol
Estreptomicina
-
Canamicina Sulfaderivados
Amikacina
-
Tobramicina Lincosamidas
Trimetroprin - Sulfas — Lincomicina
— Spectinomicina
-
Quinolonas
-
*  Mecanismo dual. Depende de dosis y sensibilidad de la bacteria.

Al respecto, ha sido posible comprobar que la asociación entre dos bactericidas produce, con
frecuencia, un efecto sinérgico, es decir, que la suma de los efectos es superior al efecto de cada
uno por separado; en cambio, la asociación entre bacteriostáticos, produce sólo efectos aditivos.
Por último, en ciertos casos la asociación de un bactericida con un bacteriostático impide las
acciones del bactericida e, incluso, puede producir efectos antagónicos o impedir la obtención
plena del objetivo.

En cuadro 1 se muestra el listado de antibióticos de uso frecuente en veterinaria con sus


respectivos mecanismos antibacterianos predominantes.

Diversos fundamentos explican, en gran parte, estas normas. Así, es un hecho conocido que
todos los antibióticos ejercen su máxima acción sobre las formas juveniles que resultan de la
intensa multiplicación bacteriana la cual ocurre durante la fase aguda de la infección. Las
bacterias, en ese estado, están desprovistas de estructuras de protección externas, hecho que
facilita la penetración del antibiótico. Este puede unirse al ribosoma para inhibir la síntesis
protéica (bacteriostáticos) o inhibir la síntesis de compuestos que forman la pared de muchas
bacterias. En consecuencia, la máxima eficacia antibacteriana se observa durante la fase aguda,
caracterizada por la multiplicación logarítmica de los microorganismos.

Entonces, si emplea un bacteriostático (cloranfenicol, por ejemplo) que reduce el ritmo de


multiplicación y, por ende, disminuye las formas juveniles, desaparece el substrato necesario
para la acción de los bactericidas. Se pierde, obviamente, el efecto de un antibiótico. En cambio,
si dos bactericidas se asocian, ambos actúan en idéntico sentido, es decir, se potencian o
sinergizan. Rara vez ocurre esta sinergia cuando se administran dos bacteriostáticos dado que a
veces compiten por las mismas subunidades del ribosoma, sin aumentar la intensidad o
magnitud del efecto.

En la literatura se han descrito casos de antagonismo, que son poco frecuentes en veterinaria,
como ocurrido en un brote de meningitis humana en E.E.U.U. donde la aplicación de ampicilina y
tetraciclina en forma simultánea produjo una mayor mortalidad en niños que padecían este
cuadro, en comparación con el efecto de cada uno de los antibióticos por separado.

Cuando se asocian bacteriostáticos entre sí, los efectos, como ha sido mencionado, tienen
carácter aditivo y generalmente estas combinaciones tienen por objeto mantener igual rango de
actividad pero disminuir un efecto adverso de un componente, como será visto más adelante.

[ Objetivos de las asociaciones de antibióticos ]

1.  Aumento del espectro antibacteriano


Este objetivo, en parte, se cumplió cuando penicilina G fue asociada con estreptomicina, hace ya
muchos años. En el fondo, esta complementación se ha mantenido por mucho tiempo en
terapias de especies mayores con buenos resultados cuando se respetan las normas
posológicas. Así, por ejemplo la asociación de penicilina G procaína o sódica y estreptomicina
debe ser aplicada cada 12 horas para mantener durante este lapso a los dos antibióticos en
circulación. Si los lapsos de aplicación se extienden a 24 horas, sólo es posible mantener la
acción de penicilina, dado que la estreptomicina se excreta antes de 12 horas. Además, si no se
respeta este ritmo se favorece el riesgo de resistencia frente a estreptomicina, fenómeno poco
frecuente.

En la actualidad, se han incorporado en veterinaria asociaciones libres que utilizan antibióticos


más potentes y más recientes. Es el caso de la asociación penicilina G sódica y gentamicina, que
combina el efecto máximo sobre grampositivos y gramnegativos en numerosos cuadros
infecciosos en todas las especies animales de interés veterinario. En efecto, penicilina G por sus
efectos in vitro y respuestas clínicas, es considerado el antibiótico más potente sobre la mayoría
de las cepas de estreptococos, corinebacterias y estafilococos betalactamasa negativos. Por su
parte, gentamicina tiene una notable acción sobre cepas gramnegativas que incluye algunas de
Pseudomona aeruginosa. Esto ha permitido su aplicación en infecciones "a germen desconocido"
en las etapas iniciales de tratamiento y en espera de un diagnóstico más preciso. En todas las
especies esta asociación ha sido empleada en infecciones respiratorias agudas, enteritis
colibacilar, metritis y mastitis sobreaguda.

Es importante recordar que ambos antibióticos deben ser administrados por separado y en
forma simultánea, sin mezclar ambos en una misma jeringa, para evitar la incompatibilidad
química. En el cuadro 2 se indican algunas aplicaciones y regímenes posológicos actualizados
en diferentes patologías y especies.

Existe, sin embargo, una excelente asociación fija de carácter secuencia¡ de espectro expandido
que incluye formas grampositivas, negativas y cepas de estafilococos productores de
betalactamasas. Esta es una asociación entre una sulfa, sulfadiazina o sulfametoxazol y
trimetoprim. Ambos componentes actúan en etapas sucesivas, secuenciales, del metabolismo
bacteriano determinando la acción bactericida del compuesto. Es importante recordar que esta
asociación sólo tiene carácter bactericida cuando ambos componentes tienen una disposición
cinética similar, o sea, una duración similar y que además sus concentraciones sanguíneas
mantengan una distancia entre trimetoprim y sulfa en razón de 1:20 hasta 1:40. En el caso de la
asociación sulfadiazina (o sulfametoxazol) con trimetoprim, esta norma se cumple, siempre y
cuando se administren cada 12 horas pues, tanto trimetoprim como las sulfas mencionadas
tienen un nivel antimicrobiano útil entre 12 a 14 horas. En la figura 1 se esquematiza la
disposición de ambos constituyentes y que permite comprender mejor la razón de la posología.
En el cuadro 3 se aprecian indicaciones principales y aspectos posológicos de esta asociación,
conocida en medicina humana y de especies menores con el nombre genérico de cotrimoxazol.

Cuadro 2
Asociación Penicilina G Sódica - Gentamicina.
Algunas indicaciones en veterinaria

Especie Indicaciones* Posología


Caninos Neumonías, Septicemias, Infecciones tejidos Penicilina G Sódica: 20.000 Ul/kg
Felinos blandos; peritonitis, osteomielitis. Gentamicina 2,5 mg/kg; ambas i.m.
c/12 h.
Terneros Infecciones respiratorias agudas; septicemias. Penicilina G Sódica 10.000 Ul/kg
Bacteremias posvirales. Endotoxemias. Gentamicina 4 mg/kg; ambas i.m.
Onfaloflebitis supurada. c/12 h.
Bovinos Mastitis sobreaguda; Neumonía bacteriana Penicilina G Sódica 10.000 Ul/kg
adultos primaria y secundaria a virus; metritis séptica Gentamicina 3 mg/kg. Ambas i.m.
aguda y sobreaguda. c/12 h.
Linfangitis podal.
Equinos Artritis séptica e infecciones podales agudas. Penicilina G Sódica 10-15.000 Ul/kg
Neumonías; Piodermitis difusa; Metritis séptica Gentamicina 5 mg/kg. Ambas i.m.
aguda; Cistitis y uretritis sin insuficiencia renal; c/12 h
septicemias.
Porcinos Infecciones respiratorias refractarias a otros Penicilina G Sódica 20.000 Ul/kg
antibióticos: pleuroneumonías posvirales; Gentamicina 4-5 mg/kg c/12 h.
metritis aguda; alternativa en dermatitis
exudativa; infecciones podales; septicemias.
* Infecciones a germen desconocido o por "flora mixta"

Existen otras asociaciones que aumentan el espectro, pero son de menor utilización, por ahora,
en medicina veterinaria, sin embargo es interesante mencionar el desarrollo de algunos
antimicrobianos que aumentan selectivamente el espectro. Es el caso de las asociaciones
amoxicilina más ácido clavulánico y de ampicilina más sulbactam. Ambas tienen por objetivo
básico otorgar estabilidad a esos antibióticos frente a la acción de enzimas inactivantes,
betalactamasas. Tanto ampicilina como amoxicilina poseen propiedades excelentes como
antimicrobianos pero son sensibles frente a betalactamasas que escinden su núcleo,
inactivando su estructura. Tanto el ácido clavulánico como el sulbactam, no tienen una marcada
actividad antibacteriana "per se" y se comportan como enzimas suicidas al formar complejos
con éstas y, de este modo, evitar sus efectos. Su utilización en estafilococosis y algunas
infecciones por gramnegativos en especies menores y algunas patologías muy puntuales de
carácter local, mastitis por ejemplo, constituyen sus aplicaciones y que todavía son limitadas por
razones de costo.

2. Disminuir riesgos tóxicos o inconvenientes de un antibiótico

En ocasiones es necesario, y a veces imperativo, utilizar un determinado antibiótico que puede


constituir un riesgo tóxico sobre un órgano o tejido. En estos casos, se busca un efecto aditivo
que, manteniendo el efecto antibacteriano, disminuya el riesgo tóxico. U n ejemplo de este tipo
de asociación, es ampicilina – gentamicina. Ampicilina, con amplio margen de seguridad y un
espectro que abarca formas grampositivas y gramnegativas, disminuye el riesgo de gentamicina
que presenta un margen de seguridad más reducido pero un notable efecto sobre
gramnegativos. En animales seniles o con sospechas de una leve disfunción renal, si el
antibiograma o el diagnóstico clínico obligan al uso de gentamicina, es posible utilizar esta
asociación pues se disminuye la dosis de gentamicina que, en parte importante, es compensada
por la ampicilina. Infecciones respiratorias, articulares o de carácter septicémico, constituyen las
principales indicaciones de esta combinación. Esta asociación es reconocida como un recurso
importante en patologías agudas y sobreagudas, al menos en las fases iniciales de cuadro,
cuando el diagnóstico etiológico es difícil de establecer y es necesario proceder con urgencia.

CUADRO 3
Trimetoprim-Sulfadiazina*. Algunas indicaciones en veterinaria

Especie Indicaciones (*) Posología


Caninos Infecciones faringo-laríngeas; 15 mg/kg oral c/12 h.
Felinos congestión pulmonar y neumonías; 10-15 mg/kg i.m. c/12 h.
infecciones del tracto urinario;
sinusitis felina; enteritis colibacilar;
piodermitis.
Bovinos Diarreas infecciosas por E. coli y 12 mg/kg i.m. c/12 h En mastitis
Salmonella; Neumonias; Mastitis sobreagudas o aguda, se aconseja
sobreaguda estafilocácica y coliforme; aplicar la primera dosis vía venosa
Infecciones de pezuñas; uretritis e para aumentar la biodisponibilidad en
infecciones genitourinarias. la glándula mamaria.
Equinos Artritis séptica aguda; infecciones de 15 mg/kg vía i.m. o
tejidos tegumentarios; neumonias; i.v. c/12 h
sepsis genitourinaria; colitis aguda y
subrónica; sepsis posoperatoria;
infecciones bacterianas post-virales
Porcinos  Infecciones digestivas y respiratorias; -
complejo mastitis-metritis-agalaccia;
sepsis prepucial.
(*) Infección por gérmenes sensibles por exámenes o presunción.

En otras ocasiones, un efecto adverso como la irritación ha sido disminuido agregando un


antibiótico inocuo con similares propiedades antibacterianas y cinéticas, como ocurre con
algunos preparados que contienen tetraciclina y cloranfenicol de uso local. Si se disminuye la
dosis de tetraciclina y se completa con el cloranfenicol, se mantiene una actividad antibacteriana
prácticamente igual a la tetraciclina pero con menores acciones irritantes sobre las mucosas,
como la uterina, por ejemplo. Como se comprende, esta asociación se debe usar sólo si el uso
de tetraciclina es obligatorio, pero el efecto final tiene sólo carácter aditivo; no existe una
sinergia o potenciación de efectos.

3.– Aumento de la potencia antibacteriana

Es bastante discutible la justificación de una asociación por aumento de potencia, pero este
aspecto ha sido establecido in vitro o estudiando diversas asociaciones. El estudio cuantitativo,
mediante el conocimiento de concentraciones mínimas inhibitorias, ha permitido conocer que se
requieren concentraciones inferiores para ejercer acciones líticas o bacteriostáticas, cuando se
ensayan las asociaciones. Se conocen trabajos sobre penicilina G sódica más estreptomicina en
presencia de diversas cepas que demuestran una mayor potencia in vitro. Como se comprende,
se debería asumir que un fenómeno similar debe ser observado en los animales afectados por
estas bacterias; sin embargo, no es fácil evaluar las respuestas clínicas través de índices de
velocidad de recuperación, dada la multiplicidad reactiva de los animales y de la carga
bacteriana que deben soportar, el estado inmunitario previo y otros factores que dificulten la
relación entre los resultados in vitro e in vivo. Existen muchas evidencias de mejores respuestas
clínicas pero hacen falta, a nuestro juicio, estudios comparativos entre las concentraciones
sanguíneas de antibióticos en asociación y los efectos de estas concentraciones in vitro. Esto
puede clarificar mejor este objetivo.

4.– Disminución de la resistencia bacteriana

Las distintas formas bajo las cuales se expresa la resistencia bacteriana a la acción de
antibióticos ha tratado de ser reducida utilizando asociaciones bactericidas que eliminen al
máximo el número de bacterias patógenas que pueden adquirir resistencia.

Parece obvio que este camino no parece ser más aconsejable que el uso de dosis que
mantengan concentraciones antimicrobianas adecuadas, sea por monodrogas, sea por
asociaciones. Algunos han postulado que en las infecciones por "flora mixta" es necesario
trabajar con asociaciones bactericidas que cubran todo el espectro y sean realmente capaces de
producir la lisis de los gérmenes que invaden y colonizan un determinado tejido. Sin embargo, no
existen resultados concluyentes respecto de este método. La resistencia natural de muchas
cepas, los mecanismos adaptativos microbianos y factores inmunológicos del huésped
constituyen factores que no se manejan exclusivamente con el uso de asociaciones. Por ahora,
persiste la duda sobre este objetivo. Incluso, como se ha mencionado anteriormente, las
multiasociaciones pueden ser responsables de "multirresistencia". El tema, en consecuencia,
queda abierto a investigaciones futuras, pero recordando que no debe ser sobrepasado el
número de componentes de una asociación, o sea dos antibióticos, cuando esto es posible.

5.– Disminución de costos

En realidad, si nos referimos a costos de medicamentos "per se" o de tratamientos, es indudable


que existen alternativas más económicas entre distintas asociaciones; no obstante, es necesario
aplicar la relación costo: beneficio en cada caso particular y, cuando nos referimos a beneficio,
estamos hablando de eficacia medida por parámetros de recuperación clínica y cura
bacteriológica. En una infeccion urinaria la asociación penicilina–estreptomicina puede tener un
costo neto inferior a la asociación sulfadiazina–trimetoprim, pero los beneficios son totalmente
favorables a ésta última por razones de espectro, margen de seguridad y velocidad de
recuperación. Como se aprecia, el costo en este caso tiene un valor relativo.

¿Cuándo el factor costo tiene real influencia en la selección? Muy simple: cuando existen dos
productos idénticos o similares de ten dos productos idénticos o similares de diferente precio,
obviamente la elección corresponde al más económico. Esto, que es axiomático, aparece como
categórico por su simpleza, pero corresponde a una realidad en mercados competitivos. Es
  posible que antiguamente este factor fuera relevante. Ahora no.

6.– Facilitar el transporte transbacteriano de un antibiótico

Los aminoglicósidos por sus características polares presentan dificultades de ingreso al interior
de la bacteria para su ulterior acoplamiento al ribosoma. La asociación con betalactámicos, que
impiden la síntesis de la pared bacteriana, facilitan el ingreso de aminoglicósidos, con lo cual se
produce, casi siempre, la lisis. Este hecho había sido advertido clínicamente antes de conocer
los mecanismos de acción de ambos antibióticos a través de las respuestas favorables por el
empleo de estas asociaciones frente a diferentes poblaciones. En la actualidad, este mecanismo
complementario, explica el uso de estas combinaciones sea para aprovechar la acción de ambos
o de los aminoglicósidos tal cual ha sido descrito en puntos anteriores.

Es interesante hacer notar que, en algunos casos, es posible producir un efecto menor cuando se
asocian dos antibióticos que compiten por un mismo sitio de acción. Así, el Cloranfenicol
presenta gran afinidad por la subunidad ribosomal 50 S; Eritromicina y los macrólidos en general,
espiramicina o tilosina, también presentan igual afinidad, de tal modo que se establece
competencia que impide el efecto de uno de los componentes, hecho que contraindica este tipo
de asociaciones.

[ Asociación de antibióticos y antiinflamatorios ]

Es frecuente el uso conjunto de antibióticos con antiinflamatorios, esteroidales o no


esteroidales, con el fin de reducir o suprimir las alteraciones tisulares producidas por las
distintas sustancias liberadas en el curso de este proceso: bradiquinina, histamina,
prostaglandinas, enzimas autolíticas, factores quimiotácticos y otros que pueden conducir a la
cronicidad o muerte del animal. En las septicemias y otras sepsis por gramnegativos, la
liberación de endotoxinas estimula la liberación de mediadores químicos en la inflamación de tal
modo que el uso de antiinflamatorios ha adquirido importancia. En los cuadros virales, al menos
en algunos, el único recurso sintomático está constituido por las acciones antiinflamatorias que
antagonizan los signos y síntomas inflamatorios, aún cuando el uso de corticoides es limitado
dado el alto riesgo de diseminación de la infección.

En la actualidad, el uso de antiinflamatorios no esteroidales como fenilbutazona en especies


mayores, ibuprofeno y ácido acetil salicílico en especies menores, constituyen un recurso
frecuente básicamente por razones de costo y menor riesgo terapéutico en relación a
corticoides.

Cualquiera sea la opción de los clínicos, existen ciertas normas básicas que conviene respetar
con el fin de obtener eficacia con menores reacciones adversas. Algunas de éstas son:

1) En casos de patologías bien diagnosticadas con exámenes de laboratorio el uso de un


corticoide con el antibiótico apropiado, es una medida adecuada, sobretodo en cuadros
localizados como infecciones oculares agudas, sin heridas corneales o conjuntivales.
Antibióticos como cloranfenicol, gentamicina, tobramicina, neomicina, controlan bien la mayoría
de las infecciones en esta zona; su forma de aplicación depende de cada clínico frente a cada
cuadro. Corticoides como prednisolona o betametasona son de aplicación rutinaria en estos
casos.

La administración subconjuntival de Cloranfenicol o tetraciclina en dosis de 100 hasta 200 mg


en bovinos afectados por queratoconjuntivitis infecciosa puede ser acompañada de un
corticoide para disminuir la intensidad de la reacción inflamatoria. Es tal vez, una de las escasas
aplicaciones de asociaciones fijas de antibióticos y corticoides inyectables.

2) El diagnóstico clínico, presuntivo, basado en experiencia y estadística de una determinada


etiología infecciosa, debe preferir el empleo de antiiflamatorios no esteroidales, con riesgos
menores que los corticoides.

3) En patologías con diagnóstico etiológico y cuyo curso agudo aconseje el uso de corticoides,
es conveniente analizar las ventajas de una asociación fija de corticoidesantibióticos versus su
aplicación por separado. Esto último es aconsejable.

4) El uso de asociaciones es más recomendable en cuadros localizados en lugar de patologías


sistémicas. Infecciones oculares, dérmicas, óticas, son un ejemplo. Neumonias, septicemias
requieren de mayor consideración antes de adoptar una decisión de uso conjunto o por
separado.

5) Infecciones virales primarias con invasión secundaria de bacterias constituyen cuadros que
pueden ser aliviados con antiinflamatorios no esteroidales. El uso de corticoides debe ser
tremendamente cauto y sólo ser aplicados cuando exista un claro peligro para la vida del animal.

[ Usos, precauciones y limitaciones de asociaciones de antiinflamatorios y antibióticos en


algunas patologías de interés en medicina veterinaria ]

1.  Infecciones Locales

1.1. Infecciones oculares

En las infecciones oculares de especies menores y de equinos, sin heridas córneoesclerales, el


uso de ungüentos o colirios con antibióticos como neomicina, gentamicina, tobramicina,
permiten controlar las infecciones por gramnegativos y es frecuente su asociación con
prednisolona o betametasona, en la inflamación aguda del órgano. Cloranfenicol en asociación
se ha utilizado para el tratamiento de cuadros por clamidias y otros gérmenes sensibles de
localización más profunda, gracias a la lipofilia del antibiótico que permite la difusión hacia el
humor acuoso. En el bovino, la queratoconjuntivitis infecciosa se ha tratado con buenos
resultados mediante la administración subconjuntival de cloranfenicol o tetraciclina en dosis
única, o repetida a las 24 – 48 horas, de 100 a 150 mg. El uso de tetraciclina–corticoide se
justifica observándose buenas respuestas clínicas. Es, tal vez, la principal indicación de esta
asociación fija, como ha sido anteriormente mencionado.

1.2. Infecciones dérmicas

Se utilizan, con cierta frecuencia, en cuadros de hipersensibilización de la piel de caninos con un


agudo componente inflamatorio y presencia de contaminación bacteriana. Los resultados de
estas aplicaciones permiten el control de infecciones y de signos inflamatorios pero
considerando que son medidas paliativas mientras no se identifiquen las causas de la patología.
Neomicina, gentamicina y cloranfenicol asociados a prednisolona o betametasona, son producto
de mayor presencia en forma de asociaciones fijas.
En cuadros severos, se intentan corticoides sistémicos de depósito, esto es en forma de ésteres
como acetato u otros, que permiten extender la vida media biológica a 7, 10 ó 15 días, junto a un
antibiótico oral, de preferencia bactericida para asegurar hasta donde es posible, un grado mayor
de remisión sintomatológica. Metilprednisolona acetato en dosis de ? y Dexametasona o
Betametasona en dosis de ? se utilizan en caninos. Amoxicilina en dosis de 10 a 15 mg/kg cada
8 horas o cefradina en dosis de 10 mg/kg cada 8 horas son de uso frecuente en estos cuadros,
salvo indicación de antibiograma en contrario.

De un modo tangencial, el uso de preparados dérmicos de corticoides y antibióticos es limitado


en las especies menores por razones de retiro por lamido en zonas accesibles y, como se reitera,
su finalidad, casi siempre, es sintomática.

1.3. Infecciones óticas

En las inflamaciones sépticas que afectan al conducto auditivo externo, la aplicación de


asociaciones es frecuente aunque de resultados variables en los casos subcrónicos con
alteraciones estructurales más profundas. Polimixina, cloranfenicol, neomicina son los
antibióticos que con mayor frecuencia se asocian a corticoides.

En los cuadros con lesión timpánica y difusión hacia el oído medio, el uso de corticoides es
recomendable, especialmente de los más potentes, al menos en el inicio, como es el caso de
betametasona en dosis de 0,05 a 1 mg/kg parenteral en los caninos y, posteriormente, un
corticoide de depósito como. dexametasona en dosis de 0,02 – 0,03 mg/kg cada 7 –15 – 21
días. El antibiótico de uso simultáneo, debe excluir el grupo de los aminoglicósidos por el riesgo
de ototoxicidad. Enrofloxacino en dosis de 2,5 mg/kg cada 12 horas u otro de espectro similar o
selectivo sobre estafilococos resistentes y gramnegativos y de carácter bactericida, debe ser
consultado. La terapia debe ser intensiva y vigilada con obtención de muestras para identificar
bien el o los microorganismo comprometidos. Las combinaciones, fijas o libres, de
antiinflamatorios no esteroidales con antibióticos en la terapia de otitis de especies menores
sólo se han comunicado en cuadros iniciales de curso moderado, no quirúrgicos. Acido
acetilsalicílico en dosis de 20 –25 mg/kg cada 12 horas o ibuprofeno 2,5 mg/kg con igual ritmo
horario, se han intentando con variable éxito, dependiendo del origen del cuadro.

1.4. Mastitis séptica bobina

El uso de corticoides unidos a antibióticos de aplicación intramamaria es controvertido y aún


rechazado por muchos especialistas, máxime aún cuando se asocian corticoides con
bacteriostáticos. Si bien un corticoide puede reducir rápidamente la intensidad del fenómeno
inflamatorio, esto sólo se justifica si el germen ha sido identificado; caso contrario, el riesgo de
diseminar la infección hacia compartimentos extramamarios es elevado. Conocidas las
dificultades en terreno para identificar la bacteria con rapidez y la necesidad de iniciar una
terapia de urgencia en un cuadro agudo, se comprende que utilizar corticoides en estos casos
supone una alta posibilidad de difundir la infección hacia otros órganos con toda la gravedad
que esto involucra.

Otro riesgo de los corticoides, usados sólo bajo diagnósticos presuntivos, es la inducción
prematura del parto, sobre todo en vacas en gestación avanzada. Al respecto, parece importante
recordar que una de las señales más trascendentes para iniciar el parto, está constituida por la
secreción de hormonas adrenales del feto hacia la sangre materna, condición que puede ser
reproducida, con mayor o menor fidelidad, por la presencia de corticoides exógenos en la
glándula mamaria y ulterior paso hacia la sangre. Es más recomendable utilizar el ungüento
apropiado, con antibióticos de acción bactericida y espectro de mayor selectividad específica, y
si es necesario, administrar separadamente el corticoide más indicado por vía sistémica.

En casos de mastitis sépticas sobreagudas, el uso sistémico de betametasona o dexametasona


presenta el inconveniente de costo, dado que actualmente las dosis consideradas como
efectivas se encuentran en el rango de 0,1 a 0,2 mg/kg, de tal modo que cabe considerar el
empleo de fenilbutazona u otros de similar costo y eficacia. En efecto, la fenilbutazona en dosis
entre 5 a 6 mg/kg mantiene su acción antiinflamatoria por períodos entre 24 a 48 horas con una
sola administración y sin interaccionar negativamente con los antibióticos intramamarios o
sistémicos aplicados en forma simultánea.

En favor de los antiinflamatorios no esteroidales, es preciso recordar que no deprimen la síntesis


de anticuerpos ni disminuyen la velocidad de reparación, características ambas que son propias
de los glucocorticoides. Además, su costo es significativamente menor.

1.5 Infecciones articulares


El uso conjunto de antiinflamatorios y antibióticos se comunica en artritis del equino
especialmente en intervenciones quirúrgicas y en el caso de antibacterianos, estos se aplican
por vía parenteral su uso local sólo se justifica en caso de irrigaciones en sepsis articular
expuesta y con exudado purulento. En cambio, la administración intraarticular de
glucocorticoides u otros fármacos de acción articular, como restauradores de peptidoglicanos o
antagonistas de radicales libres, es una práctica frecuente en la especie equina. Otro tanto se
observa con antiinflamatorios no esteroidales, especialmente el de mejores resultados en el
equino como la fenilbutazona. Esta se aplica sólo por vía parenteral sola o en conjunto con
antibióticos en la artritis séptica. Su administración intraarticular está contraindicada por la
génesis de sinovitis química.

2. Infecciones Sistémicas

La gravedad del cuadro es la que impone la decisión de uso de un corticoide con un antibiótico,
ambos por separado. Desde luego, esta modalidad no debe constituir un procedimiento rutinario
por las implicaciones y riesgos propios de la acción glucocorticoide. En todo caso, cuadros
como neumonias en estados de evolución avanzada, hepatopatías, nefropatías reciben, como
medida extrema, una terapia de corticoides asociados a los antibióticos más eficaces frente a
las cepas bacterianas causales.

El uso de antiinflamatorios no esteroidales es preferido en el caso de neumonias con el fin de


disminuir los efectos de la organización del exudado sobre los mecanismos defensivos
mucociliares. Concurren al mismo fin los fármacos mucolíticos, permitiendo de este modo un
mejor contacto entre el antibiótico y los gérmenes que colonizan la mucosa respiratoria. Acido
acetilsalicílico en especies menores y fenilbutazona en bovinos y equinos contribuyen a una más
rápida resolución de estos cuadros.

El uso de corticoides en infecciones hepáticas, pero sobretodo renales, exige la identificación de


las bacterias causales de tal modo de ajustar la antibiótico–terapia a términos de real eficacia.
Antibióticos con mecanismos bactericidas deben estar en la primera línea de selección con el fin
de lograr máxima recuperación clínica, bacteriológica y menor riesgo de diseminación. El uso de
glucocorticoides pueden rendir excelentes beneficios bajo el esquema señalado, caso contrario
los fracasos pueden tener graves consecuencias.

[ Comentario final ]

La tendencia actual en antibioticoterapia es hacia el uso de monodrogas antibacterianas con


gran selectividad y efectos bactericidas; sin embargo la correcta aplicación exige un diagnóstico
certero que, casi siempre, se obtiene por exámenes microbiológicos y test de sensibilidad.
Resulta fácil comprender la dificultad a nivel de terreno de cumplir con este requisito. Como ha
sido planteado, la inmensa mayoría de las patologías infecciosas sistémicas son diagnosticadas
clínicamente y la terapia deriva de una presunción con posibilidades variables de error. Esto ha
determinado un cierto grado de predilección por antibióticos mal llamados de amplio espectro
con el fin de cubrir un número más amplio de patógenos, opción correcta sin duda pero no
siempre conducente a resultados óptimos.

El uso de asociaciones de antibióticos puede constituir una razonable alternativa no sólo en


relación a la expansión del espectro sino también para enfrentar situaciones planteadas
anteriormente, tal como la disminución del efecto adverso de un antibiótico que debe ser
utilizado obligadamente. Sin embargo, parece importante reiterar la observación de las normas
mínimas que rigen el empleo de estas combinaciones con el fin de aumentar nuestras
espectativas de recuperación, evitando las multiasociaciones y, muy especialmente, conociendo
con mayor profundidad las propiedades fármaco–terapéuticas de cada uno de los componentes
de una asociación y, aunque aparezca como una insistencia exagerada, respetar el ritmo horario
de aplicaciones de las dosis capaces de alcanzar concentraciones antimicrobianas en tejidos y
fluidos animales. No debe ser olvidado que cada antibiótico tiene una cinética propia que
determina la duración de sus niveles útiles y que obliga a combinar fármacos con cinéticas
similares que permiten una posología similar; es por esta razón que el uso de penicilina procaína
y estreptomicina debe, sin lugar a discusión, contemplar ser aplicada cada 12 horas aunque la
penicilina procaína se mantenga activa por 18, 20 ó 30 horas. Caso contrario, se favorece la
aparición de resistencia y la pérdida del objetivo inicial que, en este caso, es la expansión del
espectro. Otro tanto, ya mencionado anteriormente, ocurre con las asociaciones de una sulfa con
trimetoprim dado que la sulfa asociada puede tener una duración de 20 ó 24 horas pero el
trimetoprim no excede las 12 ó 14 horas.

Como ha sido posible apreciar, las asociaciones constituyen un excelente recurso cuyos
resultados dependen de un buen manejo terapéutico cuya base es el conocimiento de las
principales características cinéticas de los antimicrobianos susceptibles de asociación.
Por último, el uso de antibióticos y antiinflamatorios constituye una práctica en incremento y que
obedece a la necesidad de reducir o suprimir el componente inflamatorio que acompaña a gran
mayoría de cuadros sépticos. Al respecto, dadas las condiciones a nivel de terreno, el uso de
antiinflamatorios no esteroidales constituye una medida recomendable pero, en el caso de
corticoides, las precauciones deben ser muy grandes y su aplicación reservada a cuadros
severos con terapia bajo estricta vigilancia del profesional.

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