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Colegio Compañía de María Puente Alto

ORDEN DE LA COMPAÑÍA DE MARÍA N.S

Departamento de lenguaje
Nivel: IIIIºA-B electivo Enseñanza Media

Guía de contenidos: perspectivas de literatura e identidad

Nombre: _______________________________________________ Curso: __________ Fecha: _________

El diccionario define de la RAE define la identidad como el “conjunto de rasgos propios de un individuo o de
una colectividad que los caracterizan frente a los demás”. Siguiendo esta definición, podemos comprender
que la identidad está fuertemente sujeta al momento histórico y social en el cual nos encontremos, así como a
nuestros propios momentos personales. Así, un cambio o modificación de identidad puede suscitarse por una
guerra, por una catástrofe natural, o por la pérdida de un ser querido. La identidad, por lo tanto, al igual que la
lengua en su conjunto, está sujeta una constante revisión. De la misma forma que yo no soy la misma persona
que hace diez años, Chile no es el mismo país que hace 30, y América como continente ya no es lo mismo
que hace 50 años. Si la identidad está sujeta a constantes cambios, ¿de qué forma podemos estudiarla
entonces? Podemos cuestionarnos a nosotros mismos y comparar los momentos de nuestras vidas; podemos
interrogar a nuestros padres y abuelos para entender cómo eran cuando jóvenes, y cómo era la realidad de
sus tiempos; puedo incluso acudir a textos históricos y verificar, con bastante certeza, cuál era el modo de
vida, las creencias y los valores de las personas en determinados momentos. No obstante, la literatura, por
sus características particulares, será una de las principales fuentes para verificar nuestra identidad.

La literatura, como toda creación artística, contiene importantes rasgos identitarios, los cuales hacen
referencia tanto al autor como a su contexto sociocultural. Podemos, gracias a la literatura, comprender la
identidad de aquellos que vivieron antes que nosotros, pero también la identidad de las personas o grupos de
personas que conviven con nosotros en la actualidad.

Actividad 1: lee el fragmento a continuación y discute sobre la identidad del autor del mismo.

Mis primeros recuerdos de infancia, así mezclados o confusos, parten de la figura azul y roja de
Menegildo. Yo era uno de los tantos chiquillos descalzos que acudían a beber fantasías en sus labios.
Mi casa quedaba a media cuadra del prostíbulo, a la vuelta de la esquina próxima. Allí vivía con mi
madre y mis tres hermanas. Siete años tendría yo por aquellos tiempos. Siete años audaces,
inescrupulosos y violentos. Conocí la miseria y la podredumbre humanas demasiado pronto, y tal vez
por ello no me produjeron extrañeza ni repulsión. Me parecían cosas naturales el tobar y trabar
pendencia. Tuve fama de bebedor y de diestro en el vocabulario arrabalero en el tiempo en que otros
niños aprenden en la escuela sus primeros palotes. Mi mundo era la calle, era la vía férrea, eran los
cuartos de las prostitutas, era el salón en donde bailaba desnuda la Ñata Dorila. Una vez vi a un auriga
borracho tajear a su caballo hasta vaciarle las tripas, porque no quería tirar; después limpió su cuchillo
en el pasto nuevo de la cuneta. Otra vez presencié la riña de dos mujeres y las vi rodar a la acequia
con excrementos, unidas en un esfuerzo que era mordisco y arañazo. Todo eso fue para mí la vida, y
así me figuré que era para todos: un terreno en donde triunfa el más guapo y el más agresivo; un
mundo en el cual sólo era posible sobrevivir por la astucia y la deslealtad. Pegar primero; he ahí la ley.
Y, ya vencido, fingir acatamiento y mansedumbre para asestar enseguida el golpe a mansalva. Mis
maestros fueron seres curtidos por el vicio y por la vida. Allí estaba el Diente de Oro, un hombre de
pausados movimientos, habla queda y ojos escurridizos. Una siniestra aureola de pavor andaba
vistiendo cada gesto suyo. No era el que amenaza o hiere, sino el que mata. Lo veo todavía penetrar al
prostíbulo con su cara recién afeitada, su terno azul marino y sus zapatos amarillos de afilada punta.
Lo veo sentarse en el sofá del salón y sacar los billetes a puñados para pedir poncheras y música y
cerveza. Lo veo borracho, erguido como una torre, silencioso en su semiinconsciencia, rasgando de un
tirón preciso los vestidos de las mujeres, como animal que da un zarpazo a una res indefensa. Pero
después pagaba los perjuicios con una generosidad escandalosa.

Óscar Castro Zúñiga - La vida simplemente

De la misma forma en que los autores dan señales claras de su identidad a través de sus escritos, dejan
entrever rasgos característicos de las sociedades en las cuales se encuentran insertos. Así, el crudo relato de
Óscar Castro sobre su entorno sociocultural puede tanto darnos a entender características de la sociedad en
la cual le tocó estar inmerso en su infancia, así como rasgos de su propia personalidad. Óscar Castro, como
tantos autores de nuestra historia, es un testigo de nuestra sociedad, y su relato nos permite conocer aquellas
formas de vida que escapan de nuestro conocimiento y el de nuestro entorno más cercano, por su distancia
temporal, espacial, o social, u otras.
Podemos hablar del concepto de identidad con relativa soltura, pero con mayor dificultad podremos definir
quiénes somos. Esta dificultad deriva del hecho de que, como personas, nos estamos construyendo día a día,
y día a día también podemos sufrir cambios.

Más tarde, llega el día del examen y no te levantas. No es un gesto premeditado, no es un gesto
siquiera, sino una ausencia de gesto, un gesto que no realizas, gestos que evitas realizar. Te acostaste
temprano, has dormido plácidamente, habías puesto el despertador, lo has oído sonar, has esperado a
que sonara, durante varios minutos por los menos, ya despierto por el calor, o por la luz, o por el ruido
de los lecheros, de los basureros, o por la espera. Tu despertador suena, tú no te mueves en absoluto,
te quedas en la cama, vuelves a cerrar los ojos. Otros despertadores comienzan a sonar en las
habitaciones contiguas. Oyes ruidos de agua, de puertas que se cierran, de pasos que se precipitan
por las escaleras. La rue Saint-Honoré comienza a llenarse de ruidos de coches, chirridos de
neumáticos, cambios de marchas, breves sonidos de bocina. Los postigos golpean, los comerciantes
levantan sus persianas metálicas. Tú no te mueves. No te moverás. Otro, un sosia, un doble
fantasmagórico y meticuloso hace, quizá, en tu lugar, uno a uno, los gestos que tú ya no haces: se
levanta, se lava, se afeita, se viste, se va. Lo dejas lanzarse por las escaleras, correr por la calle,
atrapar el autobús al vuelo, llegar a la hora indicada, jadeante, triunfal, a las puertas del aula.
Certificado de Estudios Superiores de Sociología General. Primer examen escrito. Te levantas
demasiado tarde. Allá, cabezas concentradas o aburridas se inclinan pensativamente sobre los
pupitres. Las miradas quizá inquietas de tus amigos convergen sobre tu lugar vacío. No dirás en
cuatro, ocho o doce cuartillas lo que sabes, lo que piensas, lo que sabes que debes pensar sobre la
alienación, sobre los obreros, sobre la modernidad y el tiempo libre, sobre los burócratas o la
automatización, sobre el conocimiento del otro, sobre Marx rival de Tocqueville, sobre Weber enemigo
de Lukacs. En cualquier caso, no habrías dicho nada porque no sabes gran cosa y no piensas nada.
Tu lugar permanece vacío. No terminarás tu licenciatura, no conseguirás nunca un título. No estudiarás
más

Georges Perec – Un hombre que duerme

Es mediante la literatura que podemos escudriñar en las profundidades de nuestras almas, en el ethos de
nuestra sociedad, de nuestras familias. Podemos acceder a aquello que nos hace ser nosotros, tanto
personas como sociedad. La literatura es, parafraseando a Huidobro, la llave que abre las mil puertas de la
identidad.

Actividad 2: Responde las siguientes preguntas y compártelas con la clase:

1) ¿Qué rasgos y características definen mi identidad? ¿qué me hace diferente a los otros?
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2) ¿Qué rasgos y características crees que definen la identidad de nuestra sociedad chilena? Justifica tu
respuesta.
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