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Entre el análisis institucional y Organizacional, convergen criterios que guardan cierta

relación, por ejemplo, el hecho de ser superestructuras dinámicas. Son superestructuras en


tanto están por encima de los individuos que los preceden y los suceden; y son dinámicas
porque no están cristalizadas, sino que cambian de acuerdo a la sociedad y el momento
histórico; en la que las instituciones atraviesan a las organizaciones, pero también difieren
en algunos aspectos.
Desde esta perspectiva podríamos decir que, el análisis institucional tiene una historia
multidisciplinaria que arraiga tanto en teorías como en filosofías, y también en prácticas
diferentes.
Butelman (2006) afirma que:
El análisis institucional se manifiesta como una práctica basada en una teoría y
una ideología, que permite ir a la búsqueda de la profunda estructura
institucional en una organización en situación de conflicto o crisis. Constituido
ese análisis por un sistema de estrategias variables que consideran los casos
particulares, dispone por otra parte de técnicas o modalidades de acción que
pueden ser instrumentadas en instituciones de áreas de trabajo diferentes para
ayudar a percibir los problemas y a buscar soluciones. (p.26)
Es decir, que se pretende canalizar las problemáticas por medio de una relación dialéctica
en la que se establecen roles y funciones que pretenden legitimar el orden y el
comportamiento.
Por otra parte, la organización, es la concreción material de las instituciones,
Schlemenson (1998) define a la organización como un sistema socio-técnico integrado,
construido para la realización de un proyecto concreto, tendiente a la satisfacción de
necesidades de sus miembros y población o audiencia externa, que les otorga sentido (p.1)
se caracteriza por tener una racionalidad, asimismo materializan el orden social que
establecen las instituciones.
De esta manera se contraponen dos vertientes teórico-ideológicas; donde una es la que
sólo describe el modo de las relaciones de producción y comunicación de las personas en
su tarea según los roles, lugares de poder y vínculos afectivos. Mientras que otra, se
interroga acerca de ese modo de relación y lo cuestiona. Para la primera, la organización
con un poder centralizado resulta natural, lógico y acepta su sistema normativo por estar ya
instituido. La segunda, al cuestionar ese centro de poder intenta una reconsideración de su
lugar y de las normas que lo instituyeron. El poder constituye así otro de los universales en
la práctica de la intervención. Es importante considerar que ya sea desde la aceptación o
desde el cuestionamiento, el analista se ve siempre inserto en la demanda, o sea en la
carencia del solicitante. En este punto es donde funciona la ideología; es decir que para el
profesional que está en el primer caso la institución es. "naturalmente" un lugar piramidal
de jerarquías. En este enfoque, el objeto de su acción de intervención toma como objetivos
resolver los conflictos o las crisis de modo que la institución siga subsistiendo tal como la
deseó y pensó la persona o personas que ocupan el lugar del poder: mantener el "sistema"
sin conflictos. Es la característica de la organización que responde a la mitología
institucional del poder centralizado, por lo que la práctica de la intervención no trasciende a
una reformulación de las estructuras y de la política de la situación. El analista queda
atrapado en el mito del poder, y el consiguiente ritual es la tendencia a aliarse con los que
están en el poder y dar soluciones que mantengan el orden establecido: el conflicto
institucional corre así el riesgo de transformarse en simple conflicto entre personas en el
nivel afectivo, y el paso siguiente puede consistir en tratar de resolverlo desde un
reduccionismo psicológico; se escamotea la necesidad objetiva de lucha por los derechos
que corresponden institucionalmente a los sectores en conflicto; se sustituyen por "simples
cuestiones emocionales" y se termina haciendo grupos de elaboración psicológica o
psicoanalítica de las relaciones interpersonales. De este modo la institución se desdibuja;
los cambios son difíciles y en todo caso éstos no están dirigidos al objeto real. Desde esta
mira, el objeto de intervención es una organización(Bulteman,2006,p.27)
Mientras que, en segundo enfoque, el analista tendrá que buscar una estrategia y
técnicas que indaguen este último tipo de relaciones, y también la incidencia de factores
socioeconómicos, de poder, etc., lo que permite superar un reduccionismo, cualquiera que
fuere la tendencia.
En última instancia, el análisis organizacional sostiene un objeto incuestionado, su
posicionamiento es descriptiva, fenomenológica; esta necesita negar el "conflicto
institucional" en el nivel real de lucha por el poder, y reducirlo a conflictos entre personas
(nivel emocional, de fantasías), de modo que las intervenciones se formulen en términos de
mediaciones psicológicas.
Mientras que desde lo institucional, permite enfrentarse con un objeto de análisis que
puede cambiar en el proceso y hacer cambiar incluso a los mismos profesionales en cuanto
a posición científica, puesto que incluye la posibilidad de cuestionar criterios utilizados.Una
posición de cuestionamiento se apoya en el reconocimiento de que el conflicto institucional
es una variable universal a encararse en toda intervención. La inclusión del conflicto en el
nivel institucional supone desplazar el énfasis en el enfrentamiento en el nivel de las
relaciones personales (informales, afectivas), hacia el nivel de las relaciones formales; el
espacio en el que las personas desempeñan roles en iguales y diferentes niveles de la
organización.

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