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Algunas aproximaciones conciliatorias en relación al origen e

historia del charango


por Héctor Soto

Las investigaciones que se han hecho en relación al origen del


charango, son muy escasas y muchas de las que existen tienen
muy poco o ningún rigor científico, razón por la cual se hace muy
difícil plantear juicios o afirmaciones definitivas en relación a
este asunto, tomando como único referente el precario material
que existe.

A riesgo de equivocarme y de actuar sobre supuestos poco


confiables planteados por lo diversos autores que han
investigado o tratado el tema, más la perspectiva histórica que
me proporciona mi formación como profesor de historia y
folklorista intentaré conciliar algunos puntos en el que las
posturas parecieran tener una confluencia común y en los cuales
hasta podríamos estar de acuerdo. Todo en beneficio de los
cientos de jóvenes que visitan nuestro sitio buscando
información fidedigna en relación al origen del charango.

Principales puntos de encuentro:

1.- El charango, tal cual lo definimos nosotros, es un instrumento


musical que ha supervivido esencialmente en las zonas de mayor
influencia cultural quechua y aymará.
Esta es una aseveración indiscutible. El charango, este
instrumento musical, con caja, mástil y clavijero, con 5 pares de
cuerdas de alambre, tripa, acero o nylon, con un cuerpo
acinturado en forma de 8 y boca central, con una afinación
clásica (sol, do, mi, la, mi), unas veces de fondo abovedado,
otras plano, tiene una presencia en el hoy, una vigencia
substancial en las culturas quechua y aymará de nuestros días,
cuyas fronteras antropológicas traspasan las antojadizas
demarcaciones políticas que dividen a los paises.
Puede que el origen del charango tenga una idealización
primigenia situada más allá de las fronteras de estos espacios en
que su presencia se manifiesta con mayor vigor y que la gran
cantidad de derivaciones que afecta al charango responda
precisamente a su popularidad entre los pueblos andinos y a su
irradiación hacia otras latitudes. La transculturización es un
proceso que y va y viene y en este vaivén característico de lo
vivo, pueden pasar muchas cosas.
Me arrimo en este argumento, al pensamiento del musicólogo
peruano, Julio Mendívil, quien se pregunta con angustia “¿De
qué charango hablamos cuando nos referimos a la historia del
charango?”
Comparto su desazón, más aún cuando intentamos mapear la
historia de los instrumentos de cuerda americanos en América o
en algunos lugares de la lejana Europa: ¿Es charango la “concha
de los concheros” mejicanos o el timple de la Islas Canarias? ¿Es
charango todo aquel instrumento de cuerdas construido sobre la
caparazón de un armadillo o quirquincho? ¿Es un charango la
“guitarrilla” de fondo plano? ¿Es charango el adoptado como
instrumento nacional en Bolivia? ¿Es charango aquel que
supervive en los confines campesinos más apartados de la
sociedad? ¿Es charango el que se afina de esta, no de esta otra
manera? ¿Es charango cualquiera de los instrumentos musicales
que presentan 5 órdenes dobles? ¿Es charango una bandurria
pequeña o un guitarrillo español? ¿Es charango la representación
iconográfica que de algunos cordófonos se hace en la
arquitectura colonial? ¿Es charango el ron roco, el maulincho y
toda la charangología de Mauro Nuñez? ¿ Es charango el que se
inventa, se recrea o se copia?
Son muchas las preguntas y muy inciertas las respuestas. Aún
así me atrevo a pensar que el charango tal cual lo conocemos
hoy y que definimos en los primeros párrafos de este artículo, no
existiría si no hubiera sobrevivido a los pueblos andinos
señalados. Eso es lo real, en grandes zonas de Bolivia, Perú y con
menor frecuencia en Argentina y Chile, el charango tiene plena
vigencia en la cultura popular, cumpliendo una clara función
social.
Respecto de su nacionalidad, si es que se puede dar como
absoluta una determinada pertenencia territorial a un bien
cultural tan anónimo en su génesis y tan esparcido
geograficamente
La real identidad del charango está por develarse. Es una tarea
pendiente que hemos dejado los viejos cultores a las nuevas
generaciones de charanguistas e investigadores.

2.- El charango es un instrumento musical de origen post


hispánico.
Respecto del espacio histórico que ocupa el charango en su
origen, creo que todos coincidimos en aceptar que el charango
es un instrumento musical que aparece en la geografía humana
de América, después de la llegada de los españoles a nuestro
continente.
Existen pruebas fehacientes que los americanos no conocían los
instrumentos de cuerda antes de la colonización hispana y su
presencia sólo se presenta de una manera insipiente en algunos
casos. Uno de los ejemplos clásicos es el arco musical, de gran
importancia en los ritos religiosos en algunos lugares de
América, “consistía en una gran calabaza redonda y hueca, con
un arco de inusitado tamaño puesto encima. El que lo toca lo
detiene por medio de un barrote en que apoya el pie derecho y
con dos palillos hiere la cuerda, siguiendo un ritmo compuesto
de un toque largo y dos cortos. Oído de cerca, el sonido tiene
sonoridad parecida al violoncello. (Lumholtz, 1904)
Muchos investigadores de la organología americana coinciden
en señalar que los pueblos originarios no conocían los
instrumentos de cuerda tal cual los conocemos hoy día. Alcanzan
un gran desarrollo los instrumentos de percusión por sus
vínculos rituales o ceremoniales, un poco menos los de viento, y
de manera muy rudimentaria los de cuerda.
El charango es sin lugar a dudas, de una manufactura más
contemporánea tanto desde el punto de su morfología, de su
construcción, como desde el punto de vista de sus
particularidades musicales.
3.- El charango es una copia de algunos cordófonos europeos.
Comparado con algunos laúdes renacentistas, no cabe ninguna
duda que el charango es una copia de estos cordófonos
europeos. Lo más probable es que sea una mixtura de varios de
ellos más que la copia de uno solo de ellos como se afirma a
menudo. Hay muchos elementos de la conformación del
charango que fueron características compartidas por una gran
diversidad de estos instrumentos: caja, mástil y clavijero,
cuerdas en órdenes dobles y triples, diapasón con entrastadura,
cajas armónicas abovedadas o planas, afinaciones irregulares y
muy diversas, clavijas de madera incrustadas en la paleta,
cuerdas de tripas o alambre, cajas armónicas acinturadas con
una abertura central, etc. Entre los europeos y especialmente
entre los españoles estos instrumentos gozaron de una gran
popularidad en la Edad Media y el Renacimiento. Los españoles
que llegaron a América traían en sus valijas una gran variedad
de estos instrumentos musicales con las más diversas
motivaciones, muchos de los cuales fueron copiados, imitados o
simplemente reconstruidos o reinventados por los nativos y los
propios españoles que se quedaron en el continente.
Carlos Vega (1943), intenta darnos en una interesante
descripción, cuyo contexto puede ser muy importante, en el
momento de querer buscar el origen del charango: “bien mirado
el charango, representa una antigua especie europea situada
entre la guitarra y el mandolín modernos.Estos dos instrumentos
europeos, si dejamos de lado las dimensiones, se diferencian
especialmente en la forma de la caja de resonancia y en algún
detalle secundario. El charango se acerca al mandolín por las
cuerdas dobles, el abovedamiento de la caja y el tamaño y a la
guitarra por el clavijero, por la tapa en forma de 8 y la
consecuente entalladura del cuerpo resonador y por la sujeción
de las cuerdas a un puente encolado sobre la tapa”.
Esta descripción nos permite caracterizar al charango como un
instrumento híbrido, el que bebió de muchas fuentes para llegar
a lo que es hoy. Un hecho o un bien folkórico es la sumatoria de
muchas influencias, y mientras más antiguo y mas esparcido se
encuentre mayor será su diversidad y más confuso su origen. El
charango no se exime de la veracidad de este supuesto
antropológico. Esto es fácil advertir en la multiplicidad de
charangos que existen y la peculariedad de sus características.
Más confuso aún cuando lo comparamos con otros instrumentos
de características similares que fueron acriollados en América.
Lo cierto, es que el charango, es sin lugar a dudas, heredero de
los antiguos laúdes y pariente cercano de algunos cordófonos
europeos que trajeron los españoles a estas tierras a partir de la
segunda mitad del siglo XV. Si este cordófono, es el mandolín, la
bandurria. la mandola, la vihuela, la guitarra, el timple, etc, o es
una mezcla de todos ellos, está por develarse.

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