Cristian Camilo Polania Quijano Carlos Blanco Saavedra
Desarrollo económico y social de América Latina y Europa
John Alexander Castro Lozano Universidad Pedagógica Nacional CONFIGURACIÓN DE SOBERANIA TERRITORIAL E INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS-NACION LATINOAMERICANOS La consolidación de los emergentes estados nacionales, de antaño colonias españolas en su mayoría, en América Latina fue un proceso que no solo agito el continente americano, sino que influyo también en el distante territorio europeo. La independencia traería consigo conflictos en campos tan variados como el militar, económico, político, etc. que incluirían un espectro bastante amplio de países involucrados. Lo que pareciera ser asunto de la corona española con las correspondientes insurrecciones de sus colonias americanas se vuelve cuestión de disputa internacional. En este caso lo importante es resaltar la configuración de la soberanía territorial e independencia de los nacientes países con temáticas diversas, tales como, la formación interna de orden político- administrativo de los estados-nación incipientes de América Latina, las disputas de orden internacional y diplomático (litigios de límites territoriales, políticas intervencionistas, acuerdos y demás) y por último, cuestionar su novedad en el ámbito de la confluencia entre el pasado colonial y el pretendido desarraigo de ello como estados-nación. Todas estas de una u otra forma se ligan con la idea de construcción territorial de los países que dejarían tras de sí, en especial para el tema a tratar, la subordinación a la corona española. Ahora bien, en lo que refiere a la idea de soberanía, valdría la pena ligarla con la de estado. Entendiendo su estrecha relación e importancia en muchos territorios de América Latina fuera de los márgenes coloniales antiguos de España. De esta forma H. Heller (citado en Morgan s.f.) señala que “el estado es la unidad de dominación independiente en lo exterior e interior, que actúa de modo continuo con medios propios y claramente delimitada en lo personal y lo territorial” (p.637). Por lo que la noción de una delimitación clara tanto interna como externamente es intrínseca con respecto al estado moderno y su consecuente soberanía. En primer lugar, Ahondando en la configuración interna, es necesario indagar sobre la multiplicidad de la concepción del territorio. Que trasciende el ámbito de un área geográfica delimitada y que tal como lo menciona Herrera (2007) construye un espacio que es al mismo tiempo geográfico, en cuanto localizable y mensurable; político, en cuanto regulado por instituciones locales…social, en cuanto articula comunidades territoriales; económico, en cuanto articula la circulación de bienes, y, finalmente, cultural, en cuanto se fundamenta en usos y costumbres comunes (p. 15-16) De esta manera se pueden proporcionar fundamentos de la importancia que poseía entonces y posee, en lo que respecta a la configuración de la soberanía de un estado, el concepto de territorio. De allí que no es de extrañar que esta cuestión fuera primordial para el orden programático que se planteaban las precedentes colonias americanas. El constituirse como un ente que no tuviera solamente definidos sus límites geográficos (que es bastante importante como ya veremos) sino que, debido a la multiplicidad del concepto anteriormente expuesta, esto mismo atravesara la consolidación y efectividad en la manera de ejercer poder político, aunado a las instituciones que representarían intereses y funciones vitales para el correcto funcionamiento de la sociedad, además del movimiento de capital y por último, la representación y vinculación que se forjaría en el proyecto de nación, son temas de un inmenso valor. Teniendo en cuenta que todo este aparato anteriormente mencionado ya existía en los tiempos coloniales, y más allá de su eficacia y grado de autonomía con respecto a la corona española, poseía un trayecto de más de tres siglos, es evidente que se encontraba de una u otra forma presente en territorio latinoamericano. Quizá por ello no sería certero comentar que el proyecto emprendido en la independencia haya arrasado con todo el pasado colonial y empezado como si este nunca hubiera existido. Por el contrario, el proyecto de estados nacionales se abasteció de su pasado y aunque con renovaciones de distinta naturaleza, conservó (ya sea pretendiéndolo o no) parte de su basto recorrido de siglos. Como plantea Rodríguez (1998) citado en Herrera (2007) (…) Antiguos virreinatos como la Nueva España fundaron su federalismo en los nuevos estados, es decir, en las antiguas diputaciones provinciales creadas por el constitucionalismo gaditano…Repúblicas como Paraguay, Nicaragua o Costa Rica, a pesar de las pérdidas o anexiones de territorios, definieron sus fronteras teniendo por base a las antiguas intendencias y gobernaciones que llegaron a ser durante el período prehispánico. (p.23-24) Pero la soberanía territorial como un elemento de carácter fundamental no solo estuvo presente de manera interna cada estado-nación de América Latina, sino que fue parte esencial de las relaciones internacionales que se empezarían a forjar en adelante y que estuvieron plagadas por una gran cantidad de litigios por delimitaciones territoriales con otros estados-nación emergentes de la zona. En efecto, las relaciones internacionales y diplomáticas empezarían a jugar un papel fundamental en el panorama externo de la construcción territorial de soberanía e independencia de las iniciales naciones latinoamericanas. La definición de un espacio de su pertenencia y donde como se ha visto confluyen una cantidad de factores diferentes era primordial. Por ello, no es de extrañar casos como el de la entonces Estados Unidos de Colombia y Costa Rica, uno de los muchos litigios por delimitación territorial que se presentaba desde el momento de la independencia de ambos estados y que además se encontró atravesado por un conglomerado de polémica que indudablemente trascendía la delimitación territorial. En términos generales, se había acordado con la firma de la Convención de San José (25 de diciembre de 1880) someter a juicio de terceros la disputa de los límites territoriales. En este caso se encontró envuelto el Rey de España, pero lo que es más interesante, habría paso para una muestra de las tensiones entre España, como representante del pasado colonial, y Estados Unidos de América, como estado interesado en configurarse ahora en el plano internacional como la extensión de influencia política, económica y demás en el resto de América. Aunado a ello, encontramos nuevamente esa ambivalencia entre lo antiguo y lo nuevo en la delimitación territorial (tal y como se ha evidenciado con anterioridad en el documento en lo referente a la configuración interna). Como plantea Sánchez (2016) “Ciertamente, en la mayoría de los casos, los límites de las repúblicas latinoamericanas seguían las demarcaciones de los antiguos virreinatos españoles. Sin embargo, la iniciativa de escoger al Rey de España como árbitro era inusual” (p. 15) Es preciso señalar que el catalizador de esta cuestión radica justamente en la zona a delimitar (parte de Centroamérica) donde los intereses por la construcción de un canal interoceánico por parte de EEUU estaban a la orden del día. Cualquier oposición, y en especial de parte del remoto colonialismo europeo, a los planes de esta nación sería interpretado como un insulto y una acción directa en su contra. Esto fundamentado en una ideología que se representa en su apogeo por la Doctrina Monroe, que también es muestra del dominio logrado por Norteamérica frente a los países latinoamericanos haciendo contra a posibles intervencionismos por parte de Europa posterior a los recientemente formados estados-nación en el resto del continente. La doctrina Monroe nace justo de esa necesidad de expansión de su economía, a pesar de la excusa de defender las soberanías latinoamericanas. En sus 3 principios fundamentales se encuentra el sentido de esto, el impedir el acceso a europeos tanto para invadir, como para seguir colonizando, aprovechando de esta manera una unión entre los estados-nación recién conformados para crear posibles alianzas económicas a futuro desde el principio del “panamericanismo” (Morales, J. 1992). De igual manera se pueden ir encontrando diferentes intencionalidades de esta doctrina al hacer un repaso historiográfico y un análisis al contexto económico de la época. Según Quintanilla citado en Morales: “La doctrina Monroe no llevaba implícito el principio de no intervención de los EEUU en Latinoamérica; si, por una parte, la doctrina se enunció para prohibir la intervención extracontinental en Latinoamérica, por otra, dejaba las puertas abiertas al imperialismo norteamericano”. (pág. 332). Por otro lado, tampoco se vio el uso del principio de no intervención en 7 ocasiones posteriores al documento de la doctrina en donde las potencias europeas seguían ocupando e interviniendo territorios latinoamericanos. Este uso del principio que definitivamente no es arbitrario se puede apreciar además en un litigio internacional entre Colombia y Venezuela. En este caso, nuevamente se espera la intervención del rey de España como mediador, pero donde la aprobación tacita estadounidense, contrario a lo que se pensaría y sus mismos principios postulados, no ofrece ninguna oposición. “(…) El nuevo secretario de Estado escribió a Reed para manifestarle que Washington no tenía objeciones al arbitraje del Rey de España, puesto que en este caso…no había intereses norteamericanos en juego” (p. 17-18) Estos principios posteriormente van a impulsar y dar paso a la ideología del “destino manifiesto”, que de mano a la Doctrina Monroe va a suponer la dominación norteamericana frente al resto del continente. Esto se evidenciaría en la segunda mitad del siglo XIX debido a las múltiples crisis que se daban gracias a la sobreproducción agrícola e industrial puesto que surge la necesidad de abrir el mercado en el exterior. Lo anterior no solo a partir de tratados económicos sino también de una fuerte dominación militar (Morales, J. 1992). El intercambio de capital e inversión norteamericana en Latinoamérica va a ser tomado por los estados ya en plena consolidación de buena manera puesto que van a encontrar un mercado local el cual cada país iba a fortalecer y aparte tendrían un socio comercial que influiría en su economía. Adelantada ya la fase expansionista promovida por el “interamericanismo” que resulta ser el mismo panamericanismo pero con intencionalidad económica explicita se verá una importante influencia a finales de siglo en las economías de los países del caribe, y no menos importante la construcción del canal de Panamá a principios del siglo XX que se había planeado desde la primer mitad del siglo XIX. Las dinámicas internas que sufrirán los países de esta región van más allá de una simple inversión extranjera, también va a significar procesos de mediación política como los ejercidos en Panamá para la facilitación de la construcción del canal, eliminando de paso a los franceses que se oponían a su construcción e influyendo en la separación de este territorio con Colombia. Aunque todo este impacto expansionista e imperialista de Norteamérica haya sido diferente a los procesos de colonización ejercidos por Europa en América los siglos anteriores, de igual manera significara una intromisión en la soberanía territorial de los países latinoamericanos, ya no en contra de las independencias sino queriéndolas mantener por el bien de su economía a través de procesos geopolíticos con inversión de capital que actualmente se mantienen pero de diferente manera y con diversos actores. En resumen, la configuración de soberanía territorial e independencia confluyó constantemente con diferentes asuntos como la estructura político administrativa interna de los estados-nación latinoamericanos emergentes, como se ha podido constatar. Así como en elementos de orden externo como los litigios y políticas intervencionistas como la doctrina Monroe donde la diplomacia empezó a jugar un papel relevante. De manera análoga, este concepto de configuración territorial sirve como evidencia de esa cierta ambigüedad entre lo antiguo (colonial) y lo nuevo (republicano mayormente) tan representativa de los estados-nación latinoamericanos que nos demuestra la amalgama característica de la que nuestros territorios hacen parte. Referencias - Morales, J. (1992). Aspectos ideológicos del intervencionismo norteamericano en Latinoamérica. Revista de historia. Pgs. 331-342. - Morgan, LL. Los Límites de la Soberanía del Estado en un contexto de configuración Supranacional. (S.F.) - Sajid, H. (2007). La formación de estados nacionales en la América Hispánica. El Salvador: UCA Editores. - Sánchez, A. (2016). ¿En defensa de la Doctrina Monroe? Los desencuentros en América Latina entre España y Estados Unidos (1880-1890). Historia Crítica (62), 13-33.
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