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Empleamos la palabra grupo de forma genérica, puede designar la realidad eclesial a la que
pertenece (iglesia local, parroquia, comunidad, grupo de oración, iglesia doméstica…) o el grupo
cristiano que usted frecuenta (coro, grupo de jóvenes…).
Estas son las principales recomendaciones cuando se toma conciencia de que se acude a un grupo
abusivo:
1. Aceptar ayuda
Es muy difícil dejar un grupo abusivo: la víctima está fragilizada, sufre, necesita ayuda. La buena
voluntad de su entorno puede no bastar. Se aconseja vivamente dejarse acompañar por una persona
formada en estas cuestiones. El acompañamiento permite identificar la mecánica del abuso y
reconstruir poco a poco la propia identidad, esto lleva tiempo.
2. Abandonar el grupo
Si alguien ha sufrido abusos espirituales de parte de un responsable de su comunidad, no hay que
intentar hablar directamente con el que abusa. Esta persona culpabilizaría todavía más a la víctima,
intentará impedir que abandonar el grupo, le echaría la culpa de todo lo que pasó, en definitiva la
haría sufrir todavía más. La mejor solución es alejarla del grupo para protegerla.
Si la víctima siente necesidad de denunciar el abuso, tiene la posibilidad de avisar a los miembros
de la jerarquía superior a la persona que abusa, por ejemplo a los responsables de la iglesia a la que
pertenece esa persona. Si se trata de una iglesia local independiente se puede informar de la
experiencia a otros responsables. Lo que cuenta es protegerse, crear una instancia que permita
reconstruirse.
¿Cuáles son las características del responsable de una iglesia que practica el abuso espiritual?
El psiquiatra Abgrall recuerda en su libro “La mecánica de las sectas” que “no hay gurú sin
paranoia”. Se puede decir lo mismo de cualquier dirigente cristiano que practica el abuso espiritual.
A propósito de la paranoia mantiene Abgrall que: “Esta psicosis da al gurú el sentimiento de ser
diferente del resto de la humanidad, y la convicción de que tiene un papel de guía y de líder. Se trata
de una patología de la personalidad caracterizada por cuatro criterios que la psiquiatría conoce
desde tiempo ha: hipertrofia del yo, falsedad del juicio, desconfianza y “psicorrigidez”.”
1. Hipertrofia del yo
Todo lo que el responsable piensa, hace y quiere hacer, es expresión de la voluntad de Dios. El tiene
la verdad absoluta. El es el centro de todo, la salvación sólo puede llegar a través de él. Se le debe
entera obediencia, incluso si eso lleva a la muerte.
2. Falsedad de juicio
Los comentarios y enseñanzas del responsable están siempre llenos de contradicciones y
absurdeces. Justifican sin embargo todos los falsos juicios en el seno del grupo. Pero para sus
adeptos, representan la verdad y sustituyen todas las formas coherentes de pensar en nuestra
sociedad. Contradecir la palabra del responsable equivale a poner en cuestión a todo el grupo.
3. La desconfianza
Todas las críticas emitidas por gentes del exterior hacia el responsable son consideradas por este
como un ataque satánico. Los adeptos, que creen firmemente que el responsable es perseguido a
causa de su saber y su poder, ante las críticas refuerzan la desconfianza. Es un verdadero círculo
vicioso en el que los adeptos que están sometidos al líder lo convencen de que lo que dice, hace y
piensa es verdadero. Este proceso permite al líder mantener sus adeptos con la obsesión de que toda
la sociedad les persigue.
4. La psicorrigidez
El responsable no reconocerá jamás los errores de su enseñanza, incluso si se muestran pruebas
irrefutables. Para él sólo vale su juicio. El tiene razón y el resto de la humanidad está equivocado.
Nada podrá deshacer sus convicciones. Según él, los que le critican son ignorantes. Sus objeciones
le molestan poco, al contrario le sirven como argumentos para probar a sus adeptos que el mundo es
incapaz de comprenderle.