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ADELANTE LA FE

¿El fin del aborto legal en EEUU?


03/10/18 4:38 PMpor Christopher Fleming
Mis lectores saben que no suelo escribir sobre temas de
actualidad política. Prefiero reflexionar desde la
tranquilidad de una perspectiva más remota. No soy
amante de lo que se llama “estar al día”; confieso que no
entiendo el interés febril con que algunos siguen las
noticias, como si fuera una acuciante necesidad conocer
todos los pormenores de lo que ocurre en la política. Hoy,
sin embargo, pienso escribir sobre una noticia que tiene un
significado enorme, porque creo que pocos ciudadanos de
a pie son conscientes de hasta qué punto puede significar
un antes y un después en la guerra contra la Revolución.
Me refiero a la nominación del juez Brett Kavanaugh para
ocupar la plaza vacante en el Tribunal Supremo de EEUU.

¿Por qué es de tanta


envergadura esta noticia? Para los que desconocen el
funcionamiento del sistema legal y judicial de EEUU,
explicaré lo que está en juego. En dicho país, por extraño
que parezca, el gobierno de la nación NO HACE LAS
LEYES. Bueno, las pequeñas, que importan relativamente
poco, sí. Las gordas, las que cambian el rumbo del país,
las dicta el Tribunal Supremo, compuesto por nueve jueces
vitalicios, cada uno nominado por el Presidente y
confirmado por el Senado. Cuando uno de los jueces del
tribunal se muere o se retira, toca nombrar a uno nuevo.
Lógicamente, cada presidente nomina a jueces que son de
su tendencia política e ideológica, siempre que cuente con
un Senado afín. En sólo dos años Donald Trump ha tenido
la suerte de nominar a dos jueces y de contar con un
Senado con mayoría republicana; primero nominó con
éxito a Neil Gorsuch, tras la muerte de Antonin Scalia, y
ahora ha nominado a Brett Kavanaugh para reemplazar
al jubilado Anthony Kennedy. La primera nominación
ocurrió sin gran revuelo, porque fue cambiar a un juez
conservador por otro, pero la segunda nominación ha
desatado un auténtico huracán político. En el caso de
Kavanaugh, se trata de un juez católico, PRO-VIDA, para
sustituir a uno liberal. El titular es éste: la Revolución, con
el juez Kavanaugh, perderá su mayoría 5-4 en el Tribunal
Supremo, y por primera vez en 40 años el otro bando
tendrá la mayoría.
Esto significa, en teoría,
que se podría deshacer toda la legislación anti-cristiana de
las últimas décadas. El aborto que fue legalizado a nivel
federal en 1973, gracias al famoso caso del Tribunal
Supremo, Roe vs Wade, se podrá derrogar por fin. En los
últimos tiempos se ha utilizado el Supremo como una
puerta trasera, legalizando todo tipo de ingeniería social
que no se ha conseguido legalizar de forma democrática.
Un buen ejemplo es el mal-llamado matrimonio
homosexual. Cada vez que se sometía a votación en los
estados, vencía el matrimonio real (digo “matrimonio real”,
porque el matrimonio entre dos hombres o dos mujeres es
tan ficticio como un matrimonio entre un hombre y su
perro). Hasta en el estado liberal de California, donde
gobernaba el partido Demócrata, con el apoyo masivo de
grandes fortunas y multinacionales, el matrimonio
homosexual salió derrotado por los electores. Tras
decenas de fracasos, los promotores de la perversión
sexual se han dado cuenta de que la mejor forma de hacer
realidad el matrimonio legal entre dos personas del mismo
sexo es a través de una sentencia del Tribunal Supremo.
En 2017 lo lograron con la sentencia Obergefell vs.
Hodges: subvirtieron el orden natural de la familia, además
de ir en contra de la voluntad popular. Es un ejemplo de la
hipocresía del Nuevo Orden Mundial, para quienes la
democracia es buena, pero sólo cuando da a la Revolución
los resultados deseados.
El partido Demócrata sabe perfectamente lo que se juega
con la nominación de Kavanaugh. Por esta razón han
pasado al ataque con una violencia y una falta de
escrúpulos inusuales, hasta para ellos. Una “señora” (en
un sentido laxo de la palabra), Christine Blasey Ford, ha
acusado a Kavanaugh de acoso sexual en una fiesta
CUANDO IBAN AL INSTITUTO; es decir, hace 36 años,
cuando ella tenía 15 años y él 17. Ford, una demócrata
convencida, nunca denunció la supuesta agresión. No
recuerda exactamente donde ocurrió, ni la fecha exacta.
Para colmo, no hay ni un solo testigo que corrobore su
versión de los hechos; las cuatro personas a las que ella
alude en su testimonio dicen no saber de lo que está
hablando. Una de ellos, Leland Keyser, una amiga de
toda la vida, dice que no recuerda estar nunca en una fiesta
con el Sr. Kavanaugh.
Para cualquier persona con un ápice de sentido común
está claro que la acusación de Ford es una mezcla de
oportunismo político y victimismo feminista. Si con esta
maniobra los demócratas logran tumbar la nominación de
Kavanaugh, o al menos retrasarla hasta las elecciones al
Senado, podrán evitar la pérdida de su mayoría progresista
en el Tribunal Supremo. Y si, además de eso, la “Señora”
Ford consigue sus 15 minutos de fama como la víctima
nacional del machismo, será como matar dos pájaros de
un tiro. Lo tremendo no es que haya gente perturbada,
capaz de adoptar el papel de víctima por injusticias que
sólo han ocurrido en su imaginación; lo realmente
tremendo es que haya tanta gente que les tome en serio.
Si resulta que a partir de ahora, siguiendo las directrices
de Hillary Clinton, hay que creer a TODA MUJER que
denuncie un maltrato a manos de un varón; si nos
olvidamos del principio de la presunción de inocencia; si ya
no hace falta aportar pruebas incriminatorias para que una
acusación sea creíble; y si ahora una acusación equivale
automáticamente a una sentencia de culpabilidad, más
valdría abolir de inmediato todo el sistema judicial.
Espero y le pido a Dios que los senadores republicanos no
se dejen engañar por esta farsa y confirmen pronto la
nominación de Kavanaugh. Lo interesante será una vez
que se confirme en el Tribunal Supremo, porque los
poderes de la Revolución ya no tendrán el recurso de
aprobar leyes anti-cristianas mediante sentencias
judiciales, y a partir de ese momento si deciden seguir
adelante con su programa de ingeniería social, imponiendo
sus leyes, a pesar de la oposición del pueblo Y de los
tribunales, será muy evidente para todos los ciudadanos
estadounidenses que hay una élite por encima del sistema
democrático. Francamente no sé lo que harán en ese caso.
Por un lado se enfrentan a la posible ilegalización del
aborto; por otro no quieren que se les vea el plumero. La
confirmación de Kavanaugh no sólo puede significar el final
del aborto legal en EEUU; puede significar también el final
del paripé democrático, cuando el Enemigo por fin se quita
la careta y todo el mundo se da cuenta de quién ha estado
siempre detrás de la Revolución: el Demonio en persona.
ADELANTE LA FE
El Demonio es de izquierdas
10/09/18 4:35 PMpor Christopher Fleming
Hoy en día se usan constantemente los términos “izquierda” y “derecha”
para identificar a los dos bandos opuestos de la lucha política. Esto es
problemático por varias razones. Primero, porque casi nadie sabe
realmente lo que significa. Para algunos se trata de la moralidad; para
otras tiene más que ver con la economía; y para otros está sobre todo
vinculado a un modelo de estado. La verdad es que tiene que ver con los
tres aspectos, como explicaré más adelante. Segundo, porque los
partidos que hoy se consideran de “derecha” no lo son en un sentido
genuino. Son más bien conservadores; es decir, sólo buscan conservar
el estatus quo, en lugar de cambiar las cosas para mejor. Esto es porque,
al ser relativistas, sin un estándar moral absoluto, carecen de una visión
trascendente. Y tercero, es confuso porque hay una agenda detrás de la
izquierda que se suele ocultar. Nos presentan propuestas políticas que no
son más que cebo para las masas. Los políticos de la izquierda no son
sinceros, ni en sus motivaciones, ni en sus objetivos. Lo que realmente
persiguen todos los partidos de izquierda es la Revolución, pero esto
no lo dicen porque sería demasiado radical para las masas y perderían
apoyo popular.
En España entiendo que entre el nacionalismo católico, el término “de
derechas” causa bastante aversión, por la historia particular del país y
porque se percibe como una imposición arbitraria del sistema liberal. A
pesar de ello, al ser forastero, escribo desde una perspectiva algo distinta.
Además, pienso que los conceptos “izquierda” y “derecha” pueden ser
útiles en un sentido didáctico.
En otros artículos he hablado de la falsa dicotomía entre los partidos de
derecha e izquierda, que en las democracias modernas no son más que
envoltorios distintos para el mismo producto. ¿Significa esto que ya no
existe la derecha? Claro que aún existe, pero es muy difícil que tenga
representación política, porque los poderes mundiales hacen todo lo
posible para fagocitar cualquier organización auténticamente de
derechas. Siempre colocan a los suyos como falsa oposición; neutralizan
la oposición real con una oposición controlada. En realidad, la derecha
sólo sobrevive en pequeñas células de la sociedad, esparcidas entre los
países, sin organización central. La derecha sobrevive en cada alma que
se opone a los planes de Satanás de imponer su Nuevo Orden Mundial,
en cada alma que lucha contra la Revolución. ¿Qué es esencialmente la
Revolución? La destrucción del orden social cristiano.

En Argentina hemos visto


recientemente como la Revolución ha perdido una batalla, cuando el
Senado de dicho país rechazó la legalización del aborto. La izquierda y la
falsa derecha, todos los principales medios de comunicación y el Sistema
entero estaban a favor de legalizar el aborto. Ni siquiera la jerarquía de la
Iglesia Católica, que debería ser el faro que guía al pueblo por el camino
del bien, parecía demasiado interesada en pararlo. Muchos obispos se
callaron, por no querer “meterse en política”. Sin embargo, el bien
prevaleció. Fue gracias a las oraciones de millones de fieles sencillos y a
la movilización de ciudadanos anónimos. Ellos, en esta situación,
representaron “la derecha”; una derecha huérfana, sin liderazgo, sin
grandes medios económicos, y sin el apoyo de los medios de
comunicación.
Para saber qué significa en verdad ser de derechas pienso que hay que
conocer el origen de la idea. Muchos piensan que los términos derecha e
izquierda remontan a los tiempos de la Revolución Francesa, cuando en
la Asamblea Nacional, los que defendían el Ancien Régime se sentaban
a la derecha de la tribuna y los partidarios de la República se sentaban a
la izquierda. Es cierto que fue a partir de aquella época que se empezó a
usar estos términos en política. Y es cierto que los dos pilares que
sostenían el antiguo régimen, la monarquía y la Iglesia, están
estrechamente ligadas al concepto de la derecha. No obstante, la idea de
derecha e izquierda, como dos formas opuestas de entender la vida, es
muchísimo más antigua, y no basta ser monárquico y católico para ser de
derechas. Yo diría que la idea es tan antigua como la Humanidad misma.
Un pasaje fundamental es cuando Nuestro Señor habla sobre la derecha
y la izquierda, en referencia al Juicio Final:
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus
ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas
delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros,
como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su
derecha, y los cabritos a su izquierda. (Mateo 25:31-33)
Para nuestra disquisición este pasaje evangélico es sumamente
interesante, porque los que están destinados para la salvación son los
que están a la derecha del Señor y los que van a la condenación eterna
son los de la izquierda. Uno podría objetar, diciendo que Nuestro Señor
no hablaba de política, y que cualquier comparación entre este pasaje y
nuestra situación política actual es mera coincidencia. Yo creo que no.
Las Sagradas Escrituras, como ningún otro libro, tienen la virtud de ser
relevantes en tiempos y circunstancias muy distintas. La sabiduría popular
siempre se ha referido a la izquierda (lo siniestro) como algo malvado y
peligroso. Es llamativo también que en los idiomas europeos, la raíz
de derecha (la mano derecha) y derecho (sinónimo de recto) es la misma.
Si la derecha se asocia con la rectitud, la izquierda es lo torcido. En la
cultura popular, la derecha representa la honradez y la responsabilidad
moral, mientras que la izquierda representa la mentira y la ilegitimidad.
En este sentido, ser de derechas
significa adherirse tenazmente a un código moral, en lugar de optar
siempre por el camino fácil del egoísmo. Las victorias de la izquierda, o la
Revolución, que hemos dicho es la misma cosa, siempre son mediante
las mismas tentaciones; apelando a los pecados capitales, se promete al
pueblo una vida mejor. Por poner algunos ejemplos, el triunfo de la
revolución de Lutero en el siglo XVI tuvo muy poco que ver con la teología,
y mucho más con el pecado de la avaricia de los monarcas y aristócratas,
que se hicieron con las cuantiosas tierras y propiedades de la Iglesia. La
Revolución Francesa fue gestado por filósofos ateos, pero triunfó entre la
plebe gracias al pecado de la ira, un resentimiento y un odio diabólicos,
centrados en la persona de Louis XVI. Las distintas revoluciones
comunistas durante el siglo XX se lograron gracias al pecado de la
envidia. Ningún dirigente comunista lo reconoce, pero en el fondo eso es
lo que les mueve; saber que “los ricos” tienen más que ellos. La prueba
es que, nada más subir al poder, lo primero que hacen es convertirse en
nuevos ricos. La revolución sexual de los años sesenta del pasado siglo
evidentemente se consiguió a través del pecado de la lujuría.
Todavía, sabiendo qué hay detrás de la izquierda, es fácil identificar las
tentaciones que usan los políticos. Como la serpiente en el Jardín de
Edén, dicen al hombre que él “tiene derecho” a esto y a lo otro; levantan
la voz para reclamar un reparto equitativo de las riquezas, para exigir
justicia para los pobres. La historia se repite. Las masas caen en las
tentaciones y luego, cuando descubren que la dictadura del proletariado
sólo ha traído muerte y desgracia; cuando descubren que la izquierda no
ha hecho más ricos a los pobres, sino que ha empobrecido a todo el
mundo; entonces, es demasiado tarde, porque cuando la serpiente llega
al Poder, no lo suelta jamás. Los políticos conservadores sólo se lamentan
de la “radicalidad” de la izquierda, sin entrar en cuestiones de fondo.
Todas sus advertencias suenan a inmobilismo; se oponen al cambio,
porque el cambio les asusta, o porque están a gusto con las cosas tal y
como están ahora. Son incapaces de desmontar los argumentos y
descubrir las mentiras de la izquierda, porque, a diferencia de la izquierda,
carecen de una visión política a largo plazo. En realidad esta falsa
derecha no se opone a los planes de la izquierda; como mucho consigue
frenarlos, y cuando llega al poder después de un gobierno de izquierda,
consolida todos los “progresos” de la Revolución.
El segundo aspecto interesante del pasaje evangélico de san Mateo es
que Nuestro Señor identifica a los de la derecha con ovejas y los de la
izquierda con cabritos. Las ovejas y las cabras tienen caracteres muy
diferentes; los primeros son dóciles a las órdenes del pastor, mientras que
los segundos son por naturaleza rebeldes. Pienso que lo que quiere decir
Nuestro Señor con esta metáfora es que la actitud esencial para salvarse
es la docilidad a la voz de Dios. La voz de Dios para los infieles, para los
que nunca han escuchado el Evangelio, es su conciencia. Para los que sí
hemos oído el Evangelio, además de nuestra conciencia, está la Palabra
de Dios y la enseñanza de Su Iglesia. El que es dócil a esa voz, y procura
hacer la voluntad de Dios, se salvará; el que se rebela contra esa voz y
se empeña en hacer su propia voluntad, se condenará.

En la iconografía cristiana, si Jesucristo, el Hijo


obediente, se ha representado como el Cordero de Dios, el Demonio, el
eterno rebelde, se ha representado como una cabra. El satanismo
moderno no se avergüenza de esta simbología; la representación de
Satanás como el Gran Cabrón aparece constantemente en sus imágenes,
en la industria de la música especialmente. Los aficionados del heavy
metal, un estilo 100% satánico, popularizaron el gesto de los cuernos con
la mano, en referencia al Diablo, que ahora se ha normalizado tanto que
cualquier famoso lo hace, sin que nadie se altere. Es un indicio de la
creciente influencia del Demonio sobre el mundo moderno, en que la
mayoría elige ir por la vía de la izquierda y vivir como cabras, en lugar de
ir por la vía derecha y ser ovejas.
Ahora que hemos visto los orígenes de la derecha y la izquierda, hay que
responder a la pregunta: ¿en qué consiste ser verdaderamente de
derechas? Si logramos entender exactamente lo que es la Revolución,
promovida por la izquierda, sabremos lo que tiene que ser la derecha:
todo lo opuesto. Una de las mejores obras sobre la Revolución es la
de Monseñor Gaume, un obispo francés que escribió sobre la
conspiración masónica en relación a la Revolución Francesa. La
Revolución la define Monseñor Gaume así:
Yo no soy lo que se cree. Muchos hablan de mí y muy pocos me conocen.
No soy ni el carbonarismo, ni la rebelión, ni el cambio de la monarquía en
república, ni la sustitución de una dinastía por otra, ni la perturbación
momentánea del orden público. No soy ni los gritos de los jacobinos, ni
los furores de la Montaña, ni el combate de las barricadas, ni el pillaje, ni
el incendio, ni la ley agraria, ni la guillotina. No soy ni Marat, ni
Robespierre, ni Babeuf, ni Mazzini, ni Kossuth. Esos hombres son mis
hijos, pero no son yo. Lo que hicieron son mis obras, pero no yo. Esos
hombres y esas cosas son hechos pasajeros en tanto que yo soy un
estado permanente… Soy el odio a todo orden que no haya sido
establecido por el hombre y donde el hombre no sea rey y dios a la vez.
La clave es esto: subvertir todo orden que el hombre no haya establecido.
Los que reniegan del orden dispuesto por Dios podemos decir en cierto
sentido que son apóstatas, porque deliberadamente rechazan los dones
que han recibido de su Creador. Lo que Dios ha dispuesto en nuestras
vidas incluye:
 Nuestra raza. En Occidente hay una guerra contra la raza blanca,
y muchos europeos autóctonos han asumido un sentimiento de
culpabilidad por el mero hecho de ser blancos. El odio hacía la raza
blanca ha llegado a tal extremo que llevar una camiseta que dice
“It´s OK to be white” (“está bien ser blanco”) es considerado un acto
de provocación racista. Ser de derecha necesariamente implica
sentirse orgulloso de la raza que tu Creador te ha dado, sea la que
sea. Sólo los miserables izquierdistas piden perdón por ser blancos.

 Nuestro sexo. La ingeniería social contra la noción biológica de los


sexos es hoy otro caballo de batalla de la Revolución de la
izquierda. La ideología de género pretende convencernos de que
ser hombre o mujer es un invento cultural, y que no hay diferencias
esenciales entre los sexos. Por tanto, según su delirante teoría, un
hombre puede decidir convertirse en mujer, y vice-versa. Este
ataque contra la misma biología humana es la última estratagema
de Satanás para atacar la Creación de Dios. Los que somos de
derechas debemos rechazar con todas nuestras fuerzas esta
perversa ideología. Los que somos hombres debemos cultivar la
masculinidad, y las mujeres deben ser femeninas. Sin ambigüedad,
sin mariconeo.
 Nuestra familia. La izquierda pretende erosionar los vínculos
familiares, en parte porque de esta forma su plan de
adoctrinamiento funciona mejor (es más fácil manipular a individuos
desconexos que a grupos con fuertes lazos entre sí), en parte
porque odia todo lo que viene de Dios. La familia sin duda es
sagrada, hasta el punto que el Hijo de Dios quiso encarnarse en
una familia. La izquierda odia la institución familiar, especialmente
el matrimonio, porque viene de Dios. Mediante la legalización del
adulterio, el concubinato y el divorcio, la izquierda debilita el
matrimonio, y mediante la propaganda de los medios de
comunicación, la promoción de los métodos anticonceptivos y la
permisividad frente a la pornografía, trivializa las relaciones
sexuales. La derecha debe plantar cara a esta marea de
inmundicia, y defender la sacralidad del matrimonio a toda costa.

 Nuestra patria. La
izquierda aboga por un mundo sin fronteras, una utopía
multicultural. Este movimiento globalista se fundamenta en el odio
hacía la noción misma de patria. Igual que nadie elige su raza, ni
su sexo, ni su familia, nadie elige su patria. Es algo que nos viene
dado, que Dios ha dispuesto. Con la patria viene una historia y un
patrimonio cultural. Los izquierdistas odian las tradiciones, porque
ayudan a identificar a las personas con un pueblo concreto. Ellos
quisieran que fuéramos intercambiables, sin raíces, como los
restaurantes de McDonalds, que son exactamente iguales en
cualquier parte del mundo. De esta manera se alcanzaría uno de
los grandes objetivos de la masonería desde sus inicios: la abolición
de las naciones y la instauración de un gobierno mundial.
Naturalmente, la derecha debe oponerse a los globalistas y
defender su Patria. Tiene que exigir a su gobierno el control de sus
fronteras, sobre todo si está siendo invadida por miles de
inmigrantes cada mes, como está ocurriendo actualmente en
Europa. La gente de derechas debe celebrar su herencia cultural y
rechazar la nefasta influencia del multiculturalismo.
En cuanto a otros aspectos, como el economía o el modelo de estado, la
izquierda como siempre prefiere lo que mejor le sirva para hacer avanzar
la Revolución. En materia económica esto se resume con una frase:
cuantos más impuestos, mejor. La izquierda no cree en el derecho a la
propiedad privada, con lo cual se siente justificada cuando confisca más
de la mitad de los ingresos anuales de un trabajador. Cuando un gobierno,
con la idea de “repartir mejor la riqueza”, quita dinero de un grupo de
personas para dársela a otro, se llama simplemente ROBO, y es una
grave inmoralidad, a la que las personas de derechas debemos
oponernos. No estoy animando a que la gente deje de pagar sus
impuestos, porque esa vía lleva directamente a la cárcel. El ciudadano
contra el Estado siempre tiene todas las de perder. Estoy afirmando que
un gobierno no tiene derecho a quitarle el dinero de nadie para dárselo a
otro.

“No robes, el gobierno odia tener competencia”


La política económica de la izquierda nos lleva al modelo de estado que
suele implantar: una macro burocracia con millones de funcionarios, que
maneja un porcentaje elevado del producto interior bruto. Es decir,
exactamente lo que existe ahora en España, gobierne la izquierda o la
falsa derecha. Tradicionalmente los impuestos han servido para la
defensa militar de la nación, para la justicia, que incluye seguridad y orden
pública, y para infraestructuras. Todo lo demás sobra. Los programas
gubernamentales de servicios sociales, educación, sanidad, cultura y
propaganda, requiere ingentes cantidades de dinero, que consiguen
esquilmando a las clases medias (ya se sabe, ni los ricos ni los pobres
pagan impuestos). En realidad, tanto gasto público tiene como objetivo
inflar el tamaño del estado. Todos los izquierdistas quieren gigantescos
aparatos estatales, porque así es más fácil controlar a los ciudadanos. Lo
mismo ocurre con la prohibición de llevar armas, una causa preferida de
la izquierda; quieren que la ciudadanía esté desarmada, porque así está
indefensa frente a los abusos de poder del gobierno. Todo se reduce a
esto; la izquierda siempre busca controlar a la población, con el fin de
implantar el totalitarismo, donde cada aspecto de la vida diaria es regido
por el gobierno.
La derecha debe abogar siempre por un estado pequeño, con poderes
limitados. Debe potenciar la iniciativa privada, especialmente en
pequeñas empresas. Los ciudadanos deben saber que el Estado no está
para cuidar a niños o abuelitos, ni para ocuparse de los parados; eso debe
ser cosa de las familias y en casos excepcionales tendrán que encargarse
obras benéficas. La derecha, a diferencia de la izquierda, tiene que exigir
a los ciudadanos responsabilidad individual, basándose en el principio de
la subsidiariedad, tal y como enseña Pío XI en su encíclica Quadragesimo
anno. La izquierda, con tantos programas de ayuda gratis,
deliberadamente crea adictos a la ayuda del Estado (que pagamos todos),
con la intención de tener votos cautivos. Comprar votos con el dinero
ajeno es una característica constante del sistema democrático, y no hay
izquierdista que no sea experto en esta táctica. En contraste, la derecha
debe fomentar la autonomía personal y pedir que el Estado sólo se ocupe
de lo estrictamente necesario.
Podría acabar antes resumiendo todo en una frase: para ser de derechas
hay que ser contrarrevolucionario. Esta palabra, acuñada por el gran
intelectual católico, Plinio Correa de Oliveira, va al meollo del asunto. Si
la izquierda lucha sin tregua por hacer avanzar la Revolución, es decir, la
destrucción del orden social cristiano, nosotros, los de derechas, tenemos
que lucha EN CONTRA de dicha Revolución. No hace falta inventar nada
nuevo. Es tan fácil como volver la vista atrás a una época en que la
sociedad se regía por las leyes emanadas del Evangelio, una sociedad
plenamente cristiana. ¿Cuándo ha existido tal cosa? Según el Papa León
XIII, la Cristiandad europea de los siglos XIII y XIV fue exactamente esto.
Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados.
En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud
divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de
los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad.
La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el
grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la
adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los
magistrados. (Immortale Dei)
La hoja de ruta a seguir para los contrarrevolucionarios, para todos los
que se consideran de derechas, la marcó hace más de un siglo el gran
Papa San Pío X: Instaurare omnia in Christo (“Restaurar todo en Cristo”).
ADELANTE LA FE
La Tradición que nunca se perdió
31/08/18 10:30 AMpor Christopher Fleming
Este verano, como todos los años, he ido con mi familia a la casa de mi
madre en Francia. Allí he tenido la dicha de convivir otra vez con gente de
la Fraternidad San Pío X que nos dan una lección a los tradis de España.
Se podría decir que allí viven la Tradición con naturalidad, de forma
orgánica, porque es algo que nunca se perdió. Continúan con las
costumbres y la forma de vida de sus ancestros, como si el Concilio
Vaticano II nunca hubiera ocurrido, como si el mundo moderno no se
hubiera vuelto loco. Desconozco si en otros lugares del mundo hay
comunidades similares. Lo que sé es que no hay nada parecido en
España.
En España una de las características de los grupos de la Misa tradicional
es una actitud beligerante frente a todos los que piensan de otro modo.
Es comprensible que esto sea así, porque cuando la gente vive en
minoría, rodeada por la incomprensión y a menudo se convierte en el
blanco del escarnio de los demás, es difícil mantener una disposición
amable. Es comprensible pero lamentable, porque cuando una persona
de buena voluntad se acerca a la Misa tradicional y recibe un rebufo de
algún exaltado tradi, es muy posible que nunca vuelva. Si tuviéramos en
cuenta que lo importante es salvar almas, no ganar discusiones, seríamos
mucho más pacientes y amables. Conozco a católicos que sienten
repulsión hacía la Tradición por culpa del recibimiento de algunos
tradicionalistas. Deberíamos estar más abiertos a gente nueva, más
hospitalarios en nuestros lugares de culto. Por prudencia no deberíamos
hablar de temas polémicos a la salida de Misa. ¿Por qué no podemos ser
“normales”, y hablar de lo que todo el mundo habla: el trabajo, la familia,
la salud, el tiempo, etc? Dejemos los debates sobre las conspiraciones
judeo-masónicas para reuniones privadas en casa de amigos. No ayuda
a salvar almas el típico tradi que se pone a vociferar sobre “el usurpador
Francisco” delante de fieles que han asistido por primera vez a una Misa
tradicional.

Otra característica desagradable de algunos grupos tradicionales es la


falta de sentido de comunidad. Deberíamos cultivar más los lazos de
caridad entre nuestros hermanos en la fe, ayudar a los que tienen
dificultades, acompañarles cuando se les muere un ser querido, estar
pendientes de ellos. Así, tal y como escribe San Juan, viendo el amor que
nos tenemos, las almas que buscan la Verdad se quedarían entre
nosotros y la Tradición tendría cada día más seguidores. Incluso recuerdo
a una familia que me dijo que iban a la Misa tradicional A PESAR de los
fieles tradicionalistas, que en cuatro años nunca se dignaron a aceptarles
en su círculo, ni invitarles a sus eventos. Eso no es caritativo; eso no es
católico.
Naturalmente los grupos tradicionalistas en España tienen cosas buenas,
no todo es negativo. Lo que escribo va dirigido a mí mismo también; todos
tenemos que esforzarnos por ser mejores. Pero las veces que he hablado
de este tema con los españoles, lo suelen achacar a diferencias culturales
y temperamentales entre los países. “Los españoles somos así”, dicen.
No lo creo. La razón por la que en España la Tradición se vive con poca
naturalidad, por la que las capillas tradicionalistas a menudo parecen
cuevas de friquis, es porque hubo una interrupción. Algo murió. Es como
si un hermoso bosque de robles centenarios se taló de un día para otro,
y ahora en ese páramo sólo hay tocones y unos pocos retoños.
Precisamente son estos retoños que nos permiten albergar la esperanza
de que un día volveremos a ver un bosque, pero nos toca sufrir durante
muchos años las consecuencias de tan catastrófica tala.

En Francia nunca se perdió la


Tradición. Miles de familias, siguiendo a Monseñor Lefebvre, se aliaron
durante y después del Concilio para preservar la liturgia y la doctrina
católicas. Al separarse de la iglesia modernista, también lograron
preservar un modo de vida que en otros lugares ha muerto. Allí he visto
como familias enteras, abuelos, hijos y nietos, viven con perfecta
naturalidad la Tradición Católica, porque NO HAN CONOCIDO OTRA
COSA. Para ellos es tan natural como respirar. Parecen hobbits que
continúan viviendo en sus aldeas idílicas, como si Sauron no existiera,
protegidos de los orcos del Vaticano que destruyen todo lo que tocan.
Para que el lector entienda de lo que hablo, pintaré un par de escenas.
Una familia de la Fraternidad que vive en el mismo pueblo que mi madre
nos invita a merendar en su casa. Su jardín nos indica que se alimentan
en gran parte de lo que cultivan; tienen árboles frutales y un huerto amplio
y se oyen gallinas. Nos recibe el padre que está fuera cortando leña para
el invierno. Al entrar en su casa vemos que no hay lugar para lujos ni
ostentación. Es un hogar muy humilde, decorado con cuadros y estatuas
religiosas. La gran mesa del salón está cubierta de libros abiertos; la
madre nos explica que estaba preparando las clases del curso siguiente.
Todos los niños son educados en casa, porque el colegio de la
Fraternidad está lejos y no tienen dinero para pagar gastos de transporte
y alojamiento. Nos ofrecen una deliciosa tarta hecha con las frambuesas
de su huerto y nos regalan un tarro de miel hecha con sus abejas. La
madre nos dicen que el domingo no nos verán en Misa porque se van de
vacaciones a visitar a sus dos hijas. Preguntamos donde viven y la
respuesta nos sorprende gratamente: son monjas que viven en una casa
de retiros espirituales. Las niñas van vestidas de una forma muy simple
pero modesta. Una de ellas está estudiando costura y hace su propia ropa
y la de sus hermanas y sobrinas pequeñas.

La segunda escena es del día de


la Asunción. Tras la Misa los fieles nos trasladamos a una capilla perdida
en el campo, propiedad de la Fraternidad. Allí, en los jardines aledaños,
se ponen mesas para un picnic, pero antes de sentarse a comer se ofrece
a los adultos un aperitivo, el Pineau, una bebida derivada de la uva del
Cognac. Tras el picnic todos entramos a la capilla para cantar vísperas y
luego tiene lugar una procesión solemne por los campos de trigo en honor
de la Virgen. Al volver a la capilla, para finalizar los actos, el sacerdote
hace la bendición con el Santísimo. Todos, niños, padres y ancianos,
cantan, procesan, se arrodillan y a pesar del calor sofocante no se oye
una sola queja. Al ser un país laico tienen que hacer la procesión en medio
de ninguna parte, porque saben que las autoridades nunca les darían
permiso. Sin embargo, la enemistad del estado ha podido incluso
beneficiar a la Tradición, si comparamos su situación con la de España.
Aquí todos los políticos salen en procesión en Semana Santa y ninguno
quiere perderse las fiestas patronales en honor del santo de turno. La
experiencia nos ha enseñado que tener un estado que finge neutralidad,
que “colabora” con la Iglesia, cuando legisla en contra de Dios con cada
oportunidad, adormece a muchos católicos.
El peligro de los tradicionalistas franceses es la complacencia. Los hobbits
que viven a gusto en su aldea pueden pensar que su bosque está
eternamente a salvo de los orcos. De hecho, algunos me hablaron de una
cierta relajación entre las familias tradicionalistas en Francia. Al menos en
España, al ser tan pocos, es muy difícil relajarse. ¡Desesperarse sí, pero
relajarse no! Personalmente, lo más valioso de mis vivencias en Francia
es ver como se debería vivir la Tradición. Nosotros estamos intentando
resucitar una lengua muerta para utilizarla en nuestro día a día. Es una
tarea ardua y estamos aún aprendiendo a dominarla, como el que se
apunta a una academia de idiomas con 30 años. Los tradicionalistas
franceses nunca dejaron de hablar la lengua de la Tradición, y la hablan
como un niño habla su lengua materna.

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ADELANTE LA FE
Un reto para los evolucionistas
20/06/18 12:04 AMpor Christopher Fleming
La teoría de la evolución, popularizada por Charles Darwin [1], es sin
duda una de las grandes mentiras de nuestro tiempo. Es una mentira que
se enseña desde la más tierna edad en los colegios; se adoctrina a la
población en el evolucionismo en todos los ámbitos educativos y
culturales; y ha llegado a ser una parte fundamental de la cosmovisión de
la inmensa mayoría de la gente en el mundo desarrollado. El avance de
esta mentira en el último siglo ha sido realmente espectacular, tanto como
el catastrófico declive del cristianismo en Occidente, al que el primer
fenómeno va unido. Hoy en día podemos decir, sin temor a equivocarnos,
que posicionarse en contra del evolucionismo significa estar en una
minoría muy pequeña. Los números importan, porque en este caso los
números representan almas. ¡Cuántas almas se condenarán por creer en
las mentiras del Demonio! Ojalá nadie creyera en las mentiras del
evolucionismo, pero también debemos recordar que, aunque el 100% de
las personas crean en una mentira, sigue siendo mentira.

Podemos demostrar que la teoría


de la evolución es mentira, y esto es precisamente lo que pienso hacer
con este artículo, igual que he hecho ya con otros artículos sobre el mismo
tema. [2] Sin embargo, antes de proseguir, una advertencia: el poder de
esta mentira no estriba principalmente en sus argumentos racionales, que
no llegan a ser más que sofismos y conjeturas fantasiosas, sino en la
fuerza de seducción que ejerce, especialmente sobre personas
sensuales, alejadas de Dios. Nuestro Señor avisó que en los últimos
tiempos, en los que estoy convencido que vivimos, llegarían falsos
profetas. Animó a Sus discípulos a “estar atentos”, a no dejarse engañar.
(Marcos 13:5) La fuerza de seducción de la teoría de la evolución es muy
grande para una persona que quiere prescindir de Dios, porque le permite
justificar su rechazo de cualquier moral impuesta y vivir de forma
autónoma. Es realmente la antesala del ateísmo, porque ataca la Palabra
de Dios. Si crees las mentiras de Darwin, tienes que tirar las Sagradas
Escrituras al cubo de la basura, porque ambas cosas son claramente
incompatibles. Así razona el evolucionista: si el primer libro de la Biblia no
es más que una bonita fábula, lo mismo serán todos los demás libros.
Además, si resulta que lo que nosotros llamamos moralidad es una mera
estrategia de supervivencia que ha evolucionado a lo largo de millones de
años, quebrantar las leyes de conducta que impone cualquier sociedad
no tiene nada de malo en un sentido objetivo. Toda moral se vuelve
completamente subjetiva, y cada uno decide por sí mismo qué reglas
seguir.
Conviene recordar que, a diferencia de los seguidores de cualquier falsa
religión, que por ignorancia o falta de curiosidad no han conocido la
verdad, no hay ateos de buena voluntad. San Pablo nos recuerda en su
carta a los romanos que los ateos que niegan las pruebas de la existencia
de Dios en Su creación “no tienen excusa”. (Romanos 1:18). Esto hay que
tenerlo en cuenta cuando hablamos con evolucionistas, especialmente si
su fe en el evolucionismo apoya el ateísmo. El presente artículo va dirigido
más bien a personas de buena voluntad, cristianos que no han recibido la
fe tradicional de la Iglesia, sino una versión modificada, “adaptada” a la
modernidad, para encajar con la teoría de la evolución. Es posible que un
católico de hoy nunca le ha dado importancia a este asunto; o bien porque
nunca le han hablado de la incompatibilidad entre el evolucionismo y la fe
verdadera; o bien porque no se ha tomado la molestia de reflexionar sobre
las consecuencias lógicas de lo que nos dice el Sistema sobre la
evolución. Para todos los católicos dudosos, que aún creen en una
evolución teísta, que piensan que Dios hizo lo contrario de lo que nos
reveló y que todos los cristianos hemos estado engañados durante más
de 19 siglos, propongo un reto.

El reto es en principio un experimento mental, pero si algún ingeniero


quiere llevarlo a la práctica bienvenido sea. Consiste en transformar un
coche en un avión. La idea es que si una máquina biológica, en este
caso, un reptil, tipo dinosaurio pequeño, pudo transformarse en un pájaro,
como afirman los evolucionistas, no debería ser imposible hacer algo
parecido con una máquina hecha por el hombre. Hay varias condiciones
que habría que respetar para lograr el reto.
1. Habría que hacer muchas pequeñas modificaciones al diseño del
coche, y cada una de ellas le acercaría más a su transformación en
un avión. Por poner un número concreto, serían 1000 pequeñas
modificaciones.
2. Cada modificación tendría que ser tan pequeña que apenas sería
visible a simple vista. Serían de este tipo: las ruedas delanteras
tienen 1 centímetro menos de diámetro, o se añade un tornillo aquí
o se quita de allí.
3. Ninguna modificación tendría que perjudicar en nada el
funcionamiento del coche. Después de cada paso el coche
funcionaría igual o mejor que antes.
4. Del paso 999 al paso 1000 el coche, ahora convertido en avión,
despegaría y volaría. Si el avión no volara perfectamente no se
lograría el reto. De nada sirve un avión que se estrella nada más
despegar, o que es torpe en el aire. Tendría que volar con tanta
facilidad como cualquier otro avión ahora en el mercado.
Es evidente que este reto no se puede lograr, por la misma razón que un
reptil no puede transformarse en un pájaro. Las condiciones que he
estipulado en el reto no son arbitrarias; se ajustan al proceso evolutivo
descrito por Darwin en su libro El Origen de las Especies. En el capítulo
sobre las transiciones entre especies, Darwin escribe:
Si se pudiera demostrar que existió un órgano complejo que no pudo
haber sido formado por modificaciones pequeñas, numerosas y
sucesivas, mi teoría se destruiría por completo.

Archaeopteryx, el supuesto eslabón entre reptiles y pájaros


Darwin describió pequeñas variaciones entre individuos de cada especie,
y se dedicó a describir una supuesta descendencia común de todos los
seres vivos, gracias a la acumulación de dichas variaciones. Con los
conocimientos modernos en el campo de la biología molecular,
especialmente en relación a la genética, se propuso que las mutaciones
(errores en la transmisión del ADN entre generaciones) podrían ser el
“motor” de los cambios necesarios para la evolución, desde los
organismos unicelulares hasta el homo sapiens. Así nació el neo-
darwinismo, la fusión de las ideas originales de Darwin con la biología
molecular.
De momento vamos a olvidar que las mutaciones no pueden ser la causa
de la macro-evolución (el cambio de una especie a otra), porque, lejos de
crear información necesaria para nuevos órganos y funciones biológicas,
sólo DESTRUYEN información. Tras décadas de experimentación, los
científicos no han podido verificar un solo ejemplo de una mutación que
haya creado información genética nueva, algo que habría ocurrido
incontables veces, de ser cierta la teoría de la descendencia común de
las especies.
De momento también vamos a olvidar que los millones y millones de años
de los que hablan los evolucionistas son pura fantasía. En otros
artículos me he dedicado a defender una Tierra joven, con no más de
10.000 años. Sin sus millones de años de una Tierra vieja, la teoría de la
evolución es evidentemente imposible. Como el truco de un
prestidigitador, al invocar millones de años, los darwinistas corren una
cortina de humo delante de nuestros ojos. El tiempo en sí no puede ser
una fuerza creadora, pero quieren que creamos en sus cuentos si todo
ocurrió “hace mucho, mucho tiempo”. La teoría de la evolución no es en
sentido estricto un teoría científica, porque para serlo tendría que ser
falsificable y observable. No es falsificable porque dicen que es algo
irrepetible que ocurrió en el pasado, y no hay un solo experimento que se
puede hacer para demostrar que pasó así. Tampoco es observable
porque nos afirman que sólo pudo ocurrir a lo largo de espacios de tiempo
larguísimos, y nadie puede hacer un experimento que dure millones de
años. Es más bien una fábula que apoya una creencia religiosa
materialista.

Si el relato evolucionista que hace Darwin, del cambio gradual de las


especies mediante pequeñas variaciones aleatorias, fuera mínimamente
plausible, habría que encontrar infinidad de formas transicionales; es
decir, seres vivos que aún están en proceso de transformarse en otra
especie, como el reptil a medio camino de convertirse en pájaro. El
problema para la teoría, que ya es un secreto a voces en círculos
académicos, es que dichas formas transicionales NO EXISTEN. Esto ya
lo sabía Darwin en la segunda mitad del siglo XIX, y reconoció el
problema, pero confiaba en que se encontrarían según avanzara la
disciplina de la paleontología. No sólo no han aparecido, sino ya sabemos
que nunca aparecerán. Ni siquiera haría falta cavar en la tierra buscando
restos de animales de otros tiempos; bastaría con observar los que viven
actualmente. Si hoy en día se observa que TODOS los animales están
perfectamente adaptados a su medio y cumplen al 100% las funciones
biológicas necesarias para su supervivencia, podemos afirmar que la
teoría de la evolución es una gran mentira. Si todas las especies
estuvieran en un estado permanente de cambio, tendríamos que observar
cosas similares al hipotético dinosaurio que se transforma en pájaro; un
bicho extraño, que ni corre ni vuela.
La razón por la que no observamos estos animales hoy en día es porque
no sobrevivirían en la naturaleza. Según Darwin, un animal que no está
perfectamente adaptado a su medio natural tiene menos posibilidades de
sobrevivir y de pasar sus genes a la siguiente generación. Es por la
supervivencia del más apto, un concepto clave en el darwinismo, que el
evolucionismo se puede refutar. En otras palabras, la teoría de la
evolución se refuta a sí misma.

Volviendo al reto, a cada paso de


la transformación del coche en avión, el ingeniero se enfrenta a un dilema:
o empeora el diseño del coche para que se acerque más a un avión, o
mejora el diseño del coche, en cuyo caso se alejará más de ser un avión.
Es imposible transformar el coche en avión mediante muchos pequeños
pasos, sin perjudicar el funcionamiento original de la máquina. Cualquier
ingeniero que sepa de lo que habla te dirá que un buen motor de un coche
sería un mal motor para un avión. Hay varias razones; una es que el motor
de un coche no está diseñado para funcionar a revoluciones muy
elevadas durante mucho tiempo, sino para acelerar y mantenerse a unas
revoluciones más bajas. Sin embargo, un avión está diseñado para
funcionar a un 100% de su capacidad de revoluciones al despegar hasta
llegar a su altitud de crucero y luego al 75% durante todo el tiempo
restante de vuelo; si intentas esto con un motor de un coche lo quemas.
Además, el motor de un avión tiene que soportar cambios fortísimos en la
presión y la temperatura atmosféricas, mientras que el de un coche no.
Es exactamente así para el reptil que supuestamente se convirtió en un
pájaro. Si sus patas delanteras tuvieron que transformarse en alas,
llegaría un punto en que le estorbarían para correr pero todavía no
valdrían para volar. En este caso sería incapaz de escapar de los
depredadores y de cazar su comida. Tendría cero posibilidades de
transmitir sus genes y se extinguiría. Aparte de la transformación de las
patas delanteras en alas, hay otros procesos transformativos, que igual
se nos escapan a simple vista, que tendrían que ocurrir para pasar de un
reptil a un pájaro. Entre ellos:
1. El metabolismo de los reptiles, animales de sangre fría, es muy
lento, mientras que el de los pájaros, de sangre caliente, es altísimo.
2. Los huesos de los reptiles son densos y pesados, mientras que los
huesos de los pájaros, para favorecer el vuelo, son huecos y ligeros.
3. Los pájaros tienen un sistema de respiración único en el reino
animal, que consiste en un flujo unidireccional del aire. Todos los
demás animales, incluidos los reptiles, respiran inhalando oxígeno
y exhalando dióxido de carbono y en los pulmones el aire circula en
dos direcciones: hacía dentro y hacía fuera. El diseño de los
pulmones aviares es único y especialmente apto para volar, ya que
obtienen un flujo constante de aire fresco. Es totalmente imposible
que este diseño fuera el producto de la evolución, porque nunca
podría existir un animal con unos pulmones a medias entre la
respiración unidireccional y bidireccional.

4. Las plumas de los pájaros tienen un diseño complejísimo,


especialmente pensado para el vuelo, y siempre han supuesto un
auténtico misterio para los evolucionistas. Ellos afirman que las
plumas se desarrollaron a partir de las escamas de los reptiles, que
no son más que pliegues en la piel; es como decir que la catedral
de Chartres se desarrolló a partir de una roca. No hay evidencia en
el registro fósil de ninguna cosa intermedia entre las escamas y las
plumas.

La única manera de superar estos problemas es rompiendo una de las


reglas fundamentales del reto y de Darwin mismo: un salto brusco de un
diseño a otro. Igual que un ingeniero competente sería capaz de reciclar
las piezas de un coche para fabricar un avión, añadiendo otras piezas y
cambiando drásticamente el diseño de la máquina, algunos
evolucionistas, ante la falta absoluta de formas transicionales, han
propuesto la idea del monstruo prometedor, un ser vivo que por un milagro
del azar da un salto evolutivo, en lugar de pasar por el proceso gradual
de pequeños cambios que describió Darwin. El primero en proponer esta
teoría fue el geneticista Richard Goldschmidt en 1940. En su momento
la idea fue universalmente ridiculizada por el mundo académico, no sólo
porque contradice frontalmente la ortodoxia darwinista, sino porque en el
fondo es recurrir a la magia para defender una teoría científica. A pesar
de ser una idea tan risible, un intento desesperado por apuntalar una
teoría que hace aguas, en 1977 Stephen Jay Gould, el evolucionista de
mayor prestigio de los últimos tiempos, volvió a proponer la teoría del
monstruo prometedor como la mejor explicación a la descendencia común
de las especies.
El biólogo ateo Richard Dawkins, el profeta más beligerante de la religión
evolucionista de nuestro tiempo, dijo que los organismos biológicos
tiene la apariencia de haber sido diseñados. Por supuesto, como buen
ateo, él cree que no fueron diseñados, que sólo lo parecen. Dawkins, con
su fe ciega en el azar, cree que todos los seres vivos somos frutos de
errores aleatorios que han ocurrido a lo largo de miles de millones de
años. Siguiendo el principio de la navaja de Occam, que dice que en
igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más
probable, si los seres vivos tiene apariencia de haber sido diseñados, es
lógico pensar que lo fueron. ¿Quién los diseñó? Dios. La respuesta la
saben muy bien los ateos, y es precisamente por esta razón que se
agarran a su absurda teoría de la evolución, a pesar de sus múltiples
contradicciones. Espero que con este artículo haya abierto los ojos a
algunos católicos que daban por hecho que la teoría de la evolución era
una evidencia científica. Nada más lejos de la realidad. Es una gran
mentira, una creencia supersticiosa, fabricada a conciencia y promovida
hoy con el fin de destruir la fe en el Creador.
_____
NOTAS
[1] La teoría de la evolución ha existido desde que el mundo es mundo.
Los antiguos filósofos griegos, como Anaximandro (siglo VI A. de C)
y Empídocles (siglo V A. de C.), creían en el cambio continuo de todas
las cosas y la descendencia del hombre de otros animales.
[2] Una de las mejores refutaciones que he leído en español es el trabajo
del argentino Juan Carlos Monedero, El Escarab
ADELANTE LA FE
El Corpus, un día que da esperanza
05/06/18 11:30 PMpor Christopher Fleming
El domingo 3 de junio de 2018, siguiendo el calendario litúrgico
nuevo, se celebró el día del Corpus Christi. Ya sé que sería mejor
si se celebrara como antaño, el jueves después del domingo de la
Santísima Trinidad, cumpliendo el dicho popular: «tres jueves
tiene el año que relucen más que el sol; jueves santo, Corpus
Christi, y el día de la Ascensión.» Pero hoy no quería quejarme.
Hoy pienso hacer caso a mi mujer; dice que soy demasiado
negativo. Hoy voy a escribir de algo bello: de la esperanza. Hay
motivos para la esperanza, después de lo que viví el día del
Corpus.
El día empezó como todos los domingos. Al abrir los ojos me
invadió el gozoso pensamiento de que era el Día del Señor y
después de mis oraciones en privado, desperté a los niños para
que se preparasen para ir a la Santa Misa. Mi esposa eligió
cuidadosamente la ropa que tenían que llevar las niñas (el niño ya
es mayor y no hace falta que le digamos nada). Iban preciosas, con
sus coletas perfectamente peinadas, sus vestidos de gala y los
zapatos relucientes. Me preguntó una de ellas: «Papá, ¿es
realmente tan importante el Corpus, que tengamos que ir así de
elegantes?» Le contesté que sí, porque era el único día en que
Nuestro Señor se paseaba por las calles de la ciudad, ya que en
Semana Santa sacan imágenes de Él, pero el día del Corpus es Él
Mismo.
Al llegar a Murcia se oía en todas partes las campanas repicar. En
la plaza del Cardenal Belluga el sonido era atronador. Las
campanas anunciaban que era un día especial, que algo
extraordinario iba a ocurrir. El aire estremecía de gozo; hasta me
parecia que los edificios estaban contentos por el sonido que
rebotaba en sus fachadas. En la catedral el ambiente era de gran
expectación, no cabía un alfiler.
De pronto arranca el gran órgano Merklin Schütze y el obispo sale
en procesión, seguido de un larguísimo séquito de sacerdotes y
seminaristas. Mis lectores saben que no comulgo con la Misa
modernista, que voy por acompañar a otros. Sin embargo, a pesar
de sus defectos inherentes, la liturgia se celebró con toda la
reverencia posible. Entre la música del órgano y el coro, el
incienso, la magnífica catedral de Murcia y la actitud piadosa de
los fieles que asistían, reconozco que la Misa me emocionó.
Al finalizar la Misa la gente se sale a la plaza, esperando la
procesión. Primero salen los niños que han hecho su primera
comunión este año; están preciosos y representan la viva imagen
de la bondad y la inocencia. Luego, varios grupos tras sus
estandartes; la hospitalidad de Lourdes, la adoración perpetua, las
cofradías de Semana Santa, etc. Es el momento para los saludos,
para las charlas con los amigos. Amigos que me dicen cosas por el
estilo: «¡A ver cuando vienes a mi casa y tomamos ese arroz del
que siempre estamos hablando!» o «Me alegro de verte, ¡cuánto
tiempo!». El sol empieza a picar, la chaqueta del traje sobra, y nos
acordamos de otros días del Corpus cuando ha hecho un calor
asfixiante, pero nadie se quita la chaqueta, porque todos sabemos
porqué nos hemos vestido así y lo que viene ahora.
La custodia monumental de plata del siglo XVII aparece por la
puerta grande de la catedral, empujada por varios sacerdotes. La
gente prorrumpe espontáneamente en aplausos, a la vez que los
que están más cerca de Nuestro Señor se arrodillan para adorar al
Rey de Reyes que sale a la ciudad. Con cuánto amor y piedad la
gente se arrodilla delante la Hostia, mientras entona Cantemos al
amor de los amores.
Puede que la Iglesia esté en crisis; puede que el mundo se vaya al
garete; pero aún tenemos razones para la esperanza. Porque aún
hay fe en este mundo, aún hay unos cuantos que amamos a Dios.
THE REMNANT
Católicos perseguidos
29/03/18 12:02 AMpor THE REMNANT
NOTA DEL REPORTERO: en los últimos años, al acelerarse los
ataques contra la Iglesia Católica en este mundo cada vez más
socialista, las fuentes de noticias publicaron y televisaron noticias
sensacionalistas sobre bebés enterrados bajo propiedades
católicas, incluyendo el hogar para madres y bebés de Bon Secours
de Tuam, Irlanda, y el orfanato de Smyllum Park de Lanark,
Escocia.
Con jerga anticatólica, los reporteros escribían artículos –
aparentemente sin dejar jamás que los hechos se interpusieran a
una buena historia – calumniando a sacerdotes y monjas con
cuentos denigrantes e insinuaciones de abuso y tortura,
elaborando e hiperbolizando con palabras como horror, infame,
repugnante, nefasto, y brutal.
Pero en los artículos había algo inexplicablemente habitual. Se
pueden encontrar relatos similares en escritos históricos que
llenan esos volúmenes de viejas páginas amarillentas en los
estantes. Es que hace más de 60 años se lanzó la misma clase de
acusaciones falsas contra los misioneros católicos de la República
Popular China después de la toma del poder comunista.
Esto es lo que sucedió… TMM
†††
Bebés, con sífilis, ilegítimos, deformes, no deseados, enfermos,
ciegos.
Abandonados. Arrojados en los callejones de las ciudades chinas,
en calles sucias de pueblos perdidos, sobre dunas de polvo en
ventosos tramos del desierto, entre pasajes de rocas en las
montañas, entre tumbas vacías de silenciosos cementerios.
Asesinados. Arrojados a la basura, dejados a los perros salvajes,
lanzados al río, tirados en pozos, sofocados con papel empapado
en vinagre, muertos de hambre, enterrados vivos.
Esa era la vida y la macabra muerte que recibía a los misioneros
católicos cuando llegaban a China en la primera mitad del siglo XX,
un llamado a poner en práctica el segundo gran mandamiento de
Cristo: la compasión supranacional y sobrenatural por todas las
creaturas de Dios.
En pueblos y ciudades orientales, mujeres occidentales con velos
y hábitos abrieron orfanatos y enfermerías para albergar la
urgente necesidad de consuelo, ayuda y protección de las víctimas
más pequeñas e indefensas de la negligencia humana y la
crueldad: los bebés abandonados.
Incontables niños, en su mayoría mujeres, llegaban a las misiones.
Algunos eran encontrados vivos por extraños, algunas veces
policías. Algunos eran dejados en la oscuridad de la noche en un
escalón de la puerta o en una canasta que se reservaba afuera
para los paquetes. Algunos eran rescatados por feligreses
ancianos, que recibían algunos centavos por cada bebé que
encontraban en sus búsquedas diarias por pilas de basura, costas
y rincones oscuros.
Muy pocos fueron rescatados antes de que fuera demasiado
tarde, la mayoría no sobrevivía los comienzos difíciles de sus vidas
inocentes. Demasiado enfermos. Demasiado mordidos.
Demasiado desnutridos. Demasiado más allá de la vida. La
mayoría, más del 70 por ciento, llegaban a los orfanatos muertos
o casi muertos.
Por caridad, las religiosas hacían lo mejor que podrían en las
peores circunstancias posibles. Con sus pequeños cuerpitos en
brazos, las monjas, en un trabajo angelical, bautizaban a los
moribundos creyendo en la inmortalidad del alma. Para los
muertos, el consuelo final era el entierro respetuoso para un alma
no respetada. En el cementerio católico privado de la misión había
una tumba común para los entierros de muchos bebés muertos.
Además de los que llegaban día a día, las abnegadas monjas – bajo
estrés constante, con recursos y nervios escasos,
psicológicamente golpeadas y emocionalmente heridas –
luchaban contra la siempre presente amenaza de enfermedades e
infecciones mortales como sarampión, tos convulsa, viruela,
poliomielitis, tuberculosis, gripe, neumonía y pleuresía, entre
otras, que se robaban incontables vidas.
Afortunadamente, algunos sobrevivieron e incluso mejoraron. En
1949, 254 orfanatos católicos en la China continental cuidaban de
unos 15.698 niños abandonados.
Pero eso fue antes de que el régimen del Partido Comunista
tomara el control del país.
Cuando en 1949 los rojos tomaron el látigo del poder,
prometieron libertad religiosa y protección a las propiedades de
extranjeros; sin embargo, como nuevos amos, comenzaron a
realizar metódicamente un inventario, que actualizaban
constantemente, en todas las esferas de la sociedad que
controlaban. Querían una contabilidad exhaustiva, dado que bajo
un gobierno comunista todo y todos están controlados, de no
estar poseídos, por el gobierno del pueblo.
Durante el primer año aproximadamente, los chupamedias del
régimen visitaron cada casa, negocio e institución, y escribieron
notas extensas y listas detalladas de propiedad y personas:
extranjeras y locales, propietarias y campesinos, burgueses y
trabajadores, contrarrevolucionarios y revolucionarios.
Una vez completado, dependiendo del área, las autoridades
ponían en marcha su control sobre la población y sus posesiones.
Tras purgar a sus enemigos políticos para provocar miedo en las
masas, el régimen comenzó a implementar la redistribución de la
riqueza, de la cual mucha fue a parar a los bolsillos del propio
partido.
Los comunistas querían que toda propiedad privada y propiedad
personal valiosa pasara al Estado, al gobierno popular que
controlaba la producción y la distribución.
Estas fueron algunas de sus órdenes:
– Todas las instituciones extranjeras debían nombrar directores
chinos antes del 17 de diciembre de 1950;
– Todas las organizaciones que recibían fondos de los Estados
Unidos de América, considerados demonios extranjeros
imperialistas, debían ser tomadas por la Sociedad Central de
Beneficencia China, por decreto del Consejo de Estado Comunista
Chino, antes del 29 de diciembre de 1950;
– Todos los propietarios de tierras, chinos o extranjeros, debían
enviar sus títulos de propiedad y escrituras al gobierno popular
antes del 6 de febrero de 1951;
– Todas las empresas e instituciones controladas directamente
por extranjeros debían pagar impuestos excesivos y estaban
sujetas a regulaciones incumplibles para asegurar su inevitable
insolvencia;
Y las demás fueron apropiadas por las autoridades mediante otro
tipo de coerción: con una política impuesta de miedo e
intimidación, acusaron a propietarios de crímenes falsos,
distorsionados, para quitar tierras y posesiones a sus dueños. Las
víctimas se encontraron bajo ataque, frente a acusaciones falsas y
exageradas por los medios pertenecientes y operados por el
Estado con fines propagandísticos.
Los que dirigían orfanatos católicos se vieron atacados.
†††
Cuando los comunistas entraron y tomaron el control de Cantón
(Guangzhou), la capital de la provincia de Kwangtung (antiguo
nombre de Cantón), visitaron en la mañana del 26 de enero de
1951 la Sociedad de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada
Concepción – con una orden de allanamiento.
Les ordenaron a todas que se quedaran quietas sin moverse,
mientras que en todas las salidas soldados, como centinelas,
vigilaban que nadie escapara. Mientras algunos soldados
revisaban cada centímetro de la misión, más de una docena de
ellos interrogaba a los huérfanos intentando forzarlos a acusar de
crueldad a las hermanas.
“Admite que las hermanas te maltrataron,” exigió un soldado.
“Las hermanas son nuestras madres. Nos aman más que nuestros
padres que nos abandonaron. Amamos a las hermanas con todo
el corazón,” dijeron los niños.
“¡Vergüenza debiera darles, niños! ¿Por qué aman a estas
desgraciadas extranjeras que vinieron a matar niños y robar
nuestro dinero? Ellas dicen que vinieron a China para ayudar a la
gente, pero son hipócritas que se cubren con una máscara de
caridad.”
“Las hermanas nos rescataron cuando nuestros padres ya no nos
querían. Amamos a las hermanas. Son amables y gentiles. ¡No
queremos que las alejen de nosotros!”
Por la tarde, con los soldados comunistas aún en la misión, una
mujer local llegó a dejar a su bebé, luego llegó otra y luego otra y
así durante el resto del día: una niña de 5 años convulsionando
por tétanos; un bebé prematuro y paralítico; un bebé de seis
meses con neumonía tras un ataque de sarampión; un niño
enfermo y poco desarrollado; y un recién nacido con pus verde
entre los restos del cordón umbilical, cortado en condiciones
insalubres.
Los soldados a cargo ponían caras y se encogían ante el cuadro de
bebés enfermos y moribundos.
“¿Cuándo se van?” preguntó uno de los soldados.
“¿Irnos a dónde?” preguntó una de las monjas, la hermana Saint-
Victor.
“A su propio país, por supuesto.”
“No nos vamos. Los huérfanos son nuestros niños; sin nosotras
quedarán desamparados, así que decidimos quedarnos.”
A las 6:30 de esa tarde, los soldados hicieron firmar a la hermana
superiora Saint-Alphonse-du-Rédempteur y a su asistente, la
hermana Sainte-Marie-Germaine, documentos en los que decían
que nada había sido robado durante el allanamiento; sin embargo,
los hombres sí se llevaron libros contables, el registro de
bautismos y registro de los niños que probablemente
sobrevivirían.
Pero antes de irse, las autoridades exigieron y recibieron un
recuento de los niños recibidos por día, la forma en la que habían
llegado al orfanato, la cantidad de muertes y el tipo de entierro.
Según las notas de las monjas, entre el 14 de octubre de 1949 (día
en que los comunistas tomaron Cantón) y el 10 de enero de 1951,
el orfanato recibió 2.651 niños, todos abandonados y dejados a
morir, muchos arrojados al costado del camino por refugiados que
huían del continente y su régimen.
Los bebés que no sobrevivían eran colocados en lo que se creía
sería su último lugar de descanso, una fosa común en el
cementerio, rociados con cal como lo exigía la ley, y luego se
colocaba un gran bloque de piedra por encima.
Si bien habían muerto 2.116, sobrevivieron 535 en la misión
establecida en 1909 por la Sociedad de Hermanas Misioneras del
Inmaculado Corazón, orden religiosa fundada el 3 de junio de
1902 en Notre-Dame-des-Neiges, Montreal, Canadá.
Con fondos provistos por su casa central en Norteamérica, así
como con recaudadores de fondos y donaciones, las hermanas
establecieron eventualmente el Orfanato del Sagrado Corazón, el
Hogar del Santo Niño, dos escuelas y un leprosario, con dos pozos
de agua dulce y electricidad.
Situados fuera de la ciudad, los edificios de la misión, incluyendo
una guardería sobre una pequeña colina, eran espaciosos y
estaban bien ventilados por grandes ventanas, todo había sido
posible gracias a los regalos filantrópicos de Boon-Haw Aw (1882-
1954), conocido como el rey del Bálsamo de Tigre. Todos los niños
tenían su propia cama, todos los bebés su cuna, y dormían
cubiertos con mosquiteros.
Con 60 bebés menores de un año, 33 entre las edades de 2 y 5
años, y 34 entre 5 y 18, y para asegurar el correcto cuidado y
atención de los niños, las monjas establecieron un sistema por el
cual ocho de las adolescentes eran designadas como pequeñas
madres. Cada una cuidaba de un grupo de cinco bebés.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, cuando la
Administración de las Naciones Unidas para
la Ayuda y Rehabilitación repartió ayuda, los doctores y
enfermeras occidentales inspeccionaron detenidamente los
terrenos y felicitaron a las monjas por su eficiencia y la limpieza
de sus instalaciones. La cocina estaba impecable y la leche de bebé
así como los biberones estaban esterilizados.
Cuando los comunistas completaron su investigación, las monjas
les preguntaron si podían continuar su trabajo. No solo fueron
alabadas por su servicio, sino que se las alentó a continuar. Así que
las monjas retomaron sus quehaceres diarios, con permiso y a
pedido de las autoridades.
Sin embargo, subsecuentemente, cada uno de los huérfanos fue
ordenado a presentarse en el cuartel de policía, donde se los
fotografiaba para registros oficiales e interrogaba largamente con
intentos por parte de las autoridades de forzarlos para que
acusaran a las hermanas.
Luego, el 7 de febrero de 1951, las hermanas fueron atacadas en
los periódicos. Los comunistas las hacían responsables por los
2.116 bebés muertos, incluyendo los que habían llegado muertos
a su puerta.
El primer ataque fue seguido por otro, el 28 de febrero de 1951,
cuando los periódicos del régimen publicaron un editorial que
aniquilaba a las hermanas. Se leía, en parte:
“Este orfanato, abierto en 1933 con dinero de organizaciones
católicas internacionales, simboliza la máscara hipócrita de los
imperialistas en su conspiración constante de agredirnos bajo el
pretexto de obras de caridad. ¡Libremos a nuestra próxima
generación de las manos de esas estafadoras de rostro amable y
corazón de serpiente!”
El editorial de propaganda anticatólica agitó a las masas. Los
periódicos publicaron cartas, de supuestos lectores indignados
que exigían a las autoridades investigar y castigar a los
imperialistas. Junto con las cartas, había artículos periodísticos
sensacionalistas con relatos exagerados que eran más invento que
realidad: que las monjas vivían con lujos, que los huérfanos eran
tratados como animales, que las hermanas les sacaban los ojos a
los huérfanos para producir medicina tradicional china, y que los
orfanatos eran mataderos.
El 1ro de marzo de 1951, a las 3 de la tarde, y como parte del
escándalo organizado, unos 30 oficiales entraron en la misión y
llamaron a Lo-Sail Chan, uno de los huérfanos más grandes que
había sido designado para administrar el orfanato cuando el
gobierno popular decretó que las instituciones extranjeras debían
tener directores chinos.
“Yo soy el responsable de todo aquí, no las hermanas,” dijo Lo-
Sail.
“En cuanto a la dirección y la administración del hogar, sí, y lo
haces bien, pero en cuanto al gran número de niños muertos, solo
las hermanas son responsables,” dijo el soldado.
Uno de los oficiales se puso de pie y leyó un decreto formal de
confiscación: “El gobierno popular, consciente del mal manejo del
hogar operado por las hermanas, les ordena entregar el
establecimiento al gobierno, que asumirá de inmediato la
dirección de esta obra.”
Al escuchar que el establecimiento iba a ser tomado, los niños,
muchos de los cuales jamás habían salido del orfanato, gritaron y
lloraron tanto que la lectura debió interrumpirse dos veces.
“¡Ustedes, niños, no están agradecidos con el gobierno popular
que asume el control de su cuidado!” los regañó la autoridad.
Un doctor del partido examinó a los huérfanos. Disgustado porque
algunos niños estaban enfermos o cubiertos de lesiones, expresó
que no valía la pena un esfuerzo para salvar sus vidas, porque
seguramente morirían.
Una de las huérfanas más grandes habló.
“¡Nosotros también habríamos muerto cuando llegamos así, si no
hubiera sido por el cuidado de las hermanas!” exclamó.
Lo-Sail hizo un pedido al oficial superior, “Si desea asumir la
dirección de la obra, no podemos resistirnos. Sin embargo, hay un
pedido que queremos hacerle: dejen que las hermanas se queden,
ellas nos criaron como verdaderas madres.”
“Su pedido es bastante razonable. Las hermanas pueden quedarse
con ustedes,” dijo el oficial.
Si bien fueron acusadas como responsables por las muertes de los
bebés, las monjas devastadas fueron ordenadas a permanecer en
el convento y continuar con sus tareas hasta que el orfanato fuera
tomado oficialmente por los comunistas.
Una de las autoridades preguntó a las niñas mayores qué harían
cuando el gobierno popular tomara el control.
“Trabajaremos duro y mantendremos el hogar en funcionamiento
hasta que regresen las hermanas,” respondieron.
En la mañana del 12 de marzo de 1951, tres hermanas obtuvieron
permiso para retirarse del lugar y asistir a misa, pero fueron
llamadas ni bien salieron.
“Hoy sucederá algo importante, les convendría permanecer aquí,”
les dijo un guardia.
A la 1 de la tarde, cuatro hombres y una mujer del cuartel central
de la policía llegaron a la misión y ordenaron a los niños reunirse
en el comedor.
Presintiendo la fatalidad, Lo-Sail ordenó a los niños que no se
reunieran en el comedor, sino en el cuarto de costura, junto a las
habitaciones de las hermanas, donde escucharon a las
autoridades que ordenaron a la hermana superiora Saint-
Alphonse-du-Rédempteur y a la hermana Sainte-Marie-Germaine
que los siguieran a la central.
“¡Oh, no! ¡Se están llevando a las hermanas!” gritaron los
huérfanos corriendo hacia las monjas y aferrándose a ellas
mientras las autoridades los separaban y los empujaban, hasta
que el equipo de arresto atravesó las rejas, que quedaron cerradas
detrás de ellos.
Pero el lamento de los huérfanos continuó cuando las monjas se
alejaban. A la distancia, la hermana superiora Saint-Alphonse-du-
Rédempteur se dio vuelta y con actitud desafiante agitó su rosario
antes de que uno de sus escoltas la empujara violentamente.
Las dos mujeres habían dejado en sus camas los escapularios,
medallas, pasaportes y dinero, que sus hermanas guardaron junto
con sus sábanas, toallas, jabón y otros artículos de tocador para
llevar a sus hermanas encarceladas.
El nuevo director comunista designado para el orfanato se quedó
y fue enfrentado por los huérfanos.
“Ustedes siempre nos dicen que representan al pueblo. ¡Nosotros
somos el pueblo! Somos las víctimas de sus conspiraciones
turbias,” gritaron los niños. “Si no creen en las hermanas,
créannos a nosotros. ¡Ustedes nos desprecian porque somos
huérfanos, pero las hermanas nos amaban y nos cuidaban como
madres! ¡Queremos a las hermanas! ¡Devuélvannos a las
hermanas!”
El director intentó asegurarles que las monjas volverían pronto,
que solo iban a estar afuera para ser interrogadas.
“¡Mentira! ¡Mentira! Han llevado a las hermanas a prisión, y
sabemos todo acerca de ello. No intente engañarnos para que
creamos sus palabras mentirosas. Las hermanas no tienen camas
en prisión, se enfermarán.”
“Los prisioneros tienen todo lo que necesitan. Vuelvan a sus
habitaciones.”
Al día siguiente, el 13 de marzo al mediodía, nuevamente llegaron
cuatro hombres y una mujer de la policía, encerraron a los
huérfanos en una habitación común y vigilaron la puerta.
En otra habitación, la mujer policía ordenó a tres monjas retirar
sus rosarios y crucifijos mientras uno de los hombres les gritaba
detrás de la puerta cerrada para que se apuraran. Las empujaron
fuera de la habitación y las escoltaron a través del edificio
mientras los niños gritaban y lloraban; éstos solo fueron
silenciados cuando un policía golpeó la puerta de forma
amenazante.
Y se fueron, caminando por la calle Wai San hacia la prisión.
Las cinco monjas arrestadas esos dos días fueron:
La hermana superiora Saint-Alphonse-du-Rédempteur (nacida
Antoinette Couvrette, 1912-98, Sainte-Dorothée, Condado de
Laval, Quebec) había sido nombrada superiora del orfanato cuatro
años antes, al haber llegado directamente de Canadá;
La hermana Sainte-Marie-Germaine (nacida Germaine Gravel,
1907-98, Saint-Prosper, Condado de Champlain, Quebec),
asistente de la superiora, había llegado solo unos meses antes que
la armada comunista. Previamente, había pasado 14 años en una
misión de enfermería en Manchuria, seguidos por un año en
Shanghai, donde se entrenó en pediatría;
La hermana Sainte-Foy (nacida Élisabeth Lemire, 1909-87, Baie-
du-Febvre, Condado de Yamaska, Quebec) había estado en
Cantón antes que las tropas nacionalistas abandonaran la ciudad
anticipando el ataque e invasión japonesa de octubre de 1939. Su
primera tarea fue el cuidado de 730 pacientes en el hospital
psiquiátrico municipal;
La hermana Saint-Germain (nacida Imelda Laperrière, 1907-98,
Pont-Rouge, Condado de Portneuf, Quebec) había llegado a
Cantón tres meses antes de que los comunistas “liberaran” la
ciudad. Previamente, había pasado 12 años cuidando niños
abandonados en la isla Chung Ming (Chongming), cerca de
Shanghai;
Y la hermana Saint-Victor (nacida Germaine Tanguay, 1907-77,
Acton-Vale, Contado de Bagot, Quebec), había llegado a Cantón
en 1948, y fue puesta a cargo de la administración material del
orfanato. Previamente, había pasado 14 años en trabajo
misionero en Soochow, provincia de Kiangsu (Suzhou, Jiangsu).
Tras los arrestos, el Comité de Asistencia del Pueblo Chino tomó
el control físico completo de las instalaciones, y el 26 de marzo los
niños fueron expulsados del orfanato para hacer lugar a las
autoridades que se instalaron allí, aparentemente ese había sido
el plan desde el comienzo.
La hermana Sainte-Victor, la hermana Sainte-Germaine, y la
hermana Sainte-Foy
La misión de las Hermanas de la Inmaculada Concepción en
Cantón no era la única víctima de los comunistas. En ese mismo
año de 1951, las autoridades confiscaron 37 orfanatos católicos
en el continente, tras perseguir a los sacerdotes y monjas que
dirigían esos establecimientos.
Como parte de un programa para poner a las masas en contra de
las hermanas y de la Iglesia, las autoridades comenzaron visitas
públicas a las misiones anteriormente católicas, guiando a los
visitantes para mostrarles los “horrores” del orfanato, con
paredes cubiertas de dibujos de las hermanas sosteniendo bebés
muertos, tratantes de esclavos, y golpeando niños.
El punto máximo de la visita era la muestra de huesos. Habían
removido la piedra de la fosa común – llamada “el pozo de la
muerte” – exhumaron los restos de los bebés y los utilizaron
sacrílegamente como utilería morbosa con fines
propagandísticos.
También con fines propagandísticos, el 22 de marzo, Jueves Santo,
fotografiaron a las hermanas en prisión, con el cabello sucio y su
uniforme carcelario sucio y cubierto de caracteres chinos y su
número de prisionero.
Para condenar públicamente a las hermanas, realizaron una
reunión de acusaciones en el Centro Cultural de la Juventud, el 30
de marzo. Dado que la asistencia era obligatoria, se reunieron más
de 1.700 personas, incluyendo niños de escuela, militares, amas
de casa, trabajadores, profesionales de la salud y otros, de quienes
se esperaba un ataque verbal a las mujeres, un ataque emocional
y psicológicamente perturbador.
Acusadas por la muerte de los 2.116 bebés durante los 15 meses
posteriores a la “liberación” de Cantón, las mujeres quedaron
indefensas, con las cabezas gachas, sin gorras ni velos para cubrir
su cabello corto.
Los acusadores afirmaron que las hermanas habían arrancado los
ojos de los bebés para fabricar la medicina tradicional china que
se realiza con la creencia de que un órgano o parte del cuerpo
mejora si se come ese órgano o parte del cuerpo correspondiente.
Otros afirmaron que algunos huérfanos habían sido mordidos por
ratas hasta morir y que las plagas de mosquitos habían picado a
los bebés porque las dos viejas y ciegas amahs, niñeras locales que
ayudaban a alimentar a los bebés por las noches, no habían
colocado los mosquiteros correctamente.
Pero nadie mencionó jamás algo sobre las madres originales, las
que habían abandonado a esos bebés que terminaban en el
orfanato, ya sea en la tumba o en una cuna.
De nuevo en sus celdas, hacia fines de abril, las hermanas
observaron secretamente al salir de sus celdas para ir al lavabo, a
una de las huérfanas mayores, Lick-Si Wong, que se estaba
lavando la cara mientras una policía la vigilaba.
Una noche, los guardias sacaron a Lick-Si para que se diera un
baño.
“Las mujeres demonio (las monjas) se van. ¿Te gustaría
acompañarlas?” preguntó un guardia.
“Si las mujeres demonio se van, no me molestaría irme,” dijo Lick-
Si escondiendo su felicidad ante la pregunta.
Por 10 minutos Lick-Si, la hermana superiora Saint-Alphonse-du-
Rédempteur y la hermana Sainte-Marie-Germaine pudieron
comunicarse.
Las hermanas supieron que las autoridades habían intentado
forzar a Lick-Si para que acusara a las monjas, le dijeron que ellas
ya habían confesado, pero por no querer levantar falso testimonio
contra las monjas fue arrestada el 24 de abril de 1951.
También se enteraron que los huérfanos más grandes habían sido
enviados a trabajar; que los bebés seguían llegando a la misión
pero que todos morían; que los huérfanos aseguraban que los
bebés moribundos recibieran el bautismo; que los comunistas
habían destrozado las estatuas de la capilla y el jardín; y que por
respeto los pequeños habían enterrado los trozos.
Antes de partir, la hermana superiora Saint-Alphonse-du-
Rédempteur la alentó a mantenerse fiel y ser fuerte para que
triunfara la verdad.
Desde el 30 de junio al 24 de septiembre, las monjas fueron
encerradas en calabozos de menos de un metro cuadrado. La
única forma de entrar o salir era por una puerta pesada con un
candado y un pequeño agujero por el que los guardias espiaban
cada 15 minutos. Por la mañana, se les permitía a las mujeres usar
el baño. Tenían dos comidas diarias, a las 11 de la mañana y 3:30
de la tarde, compuestas por arroz únicamente y agua caliente para
beber.
Un día, cuando el arroz se sirvió con cebollas, la hermana
superiora Saint-Alphonse-du-Rédempteur golpeó la pared y
cantó, “¡Arroz y cebollas! ¡Arroz y cebollas! ¡Esto realmente sabe
a jamón de primera clase!”
Pero incluso en tiempos de desolación, buscaban consuelo. Cada
domingo por la mañana cantaban misa, y por la tarde cantaban
himnos y el “Oremus” de la bendición del santísimo sacramento.
De pronto, el 17 de octubre, sin previo aviso, las hermanas fueron
transferidas en una camioneta policial desde Lam Sek Taou a la
prisión de Sail Chuen, donde comenzó un intenso lavado cerebral.
Se les prohibió estrictamente rezar o incluso mencionar el nombre
de Dios.
En la celda de la hermana Saint-Victor, ella debía memorizar junto
con sus compañeras de celda, “Había una vez, un microbio. Cada
organismo vivo puede ser explicado únicamente a través de la
evolución.”
Cuando llegó su turno de repetir la frase, ella dijo, “Ustedes saben
que no solo soy católica, sino además hermana misionera. Hace
dieciocho años vine a China para enseñar a los que ignoraban
acerca de Dios, el único Dios verdadero, creador del cielo y de la
tierra y de todas las cosas. ¿Ustedes dicen que el hombre
evolucionó del mono, pero de dónde provino el primer mono?”
“El mono provino del primer microbio,” gritó la maestra.
“¿Pero de dónde vino el primer microbio?”
La maestra permaneció en silencio.
“Este primer microbio provino de Dios,” dijo la hermana Saint-
Victor, respondiendo su propia pregunta.
Escribiendo junto al nombre de la monja, la maestra puso: “Dice
que hay un Dios que creó todas las cosas. Intentamos convencerla
de lo contrario, pero permanece ingobernable.”
Más tarde, uno de los guardias entró y reprendió a la monja:
“Usted debe creer que la evolución lo explica todo y que el
hombre desciende del mono.”
“Usted crea lo que quiera. Por mi parte, no apoyo ninguna
ascendencia con el mono,” respondió la monja.
En noviembre, durante dos semanas, las autoridades interrogaron
a las mujeres, molestándolas, burlándolas y ordenándoles que
admitieran que Dios no existe e intentando asustarlas con
historias de tortura realizadas a otras que se rehusaron a negar la
existencia de Dios.
Luego, el domingo 2 de diciembre de 1951, se les ordenó
abruptamente a las hermanas salir de sus celdas. Iban a ser
acusadas en la corte del pueblo, dentro del rojo Salón
Conmemorativo de Sun Yat-sen, frente a una multitud de 24.000
“jueces” obligados a asistir.
Mientras esperaban el comienzo del juicio, el traductor intentó
calmar a las monjas.
“No teman. No las matarán. El gobierno solo quiere darles una
lección,” les dijo, intentando darles seguridad, ya que todos sabían
de las incontables ejecuciones ocurridas desde la toma de los
comunistas.
Antes de que comenzara el juicio, la muchedumbre cantaba
canciones militantes, incluyendo “Eres el Faro”, también
conocida como “Sigue al Partido Comunista”:
Eres el faro,
Que brilla en el océano antes del amanecer;
Eres el timonel,
Que mantiene la dirección de navegación;
Gran Partido Comunista de China,
Eres el centro, la dirección;
Te seguiremos para siempre,
La humanidad debe ser liberada.
Hubo una señal. Cuando terminaron las últimas notas, el público
hizo silencio, y comenzó el proceso. El fiscal Pai-Chen Hsih gritó las
acusaciones por sus crímenes: asesinato, negligencia, trato
inhumano de niños chinos y venta ilegal de niños chinos.
Con carteles colgados de sus cuellos, las monjas eran arriadas
hacia un salón circular a medida que sus nombres y edades eran
comunicados por un sistema de transmisión público. Las cinco
parecían delgadas y enfermas. Desde que habían sido apresadas,
tres contrajeron tuberculosis y dos sufrieron problemas cardíacos,
todos confirmados por una enfermera comunista que examinó a
las mujeres cuando se quejaron de que no sobrevivirían mucho
más con las miserables raciones de arroz.
Varios testigos de la fiscalía hablaban por micrófonos puestos para
transmitir a la gente lo que iba sucediendo en el juicio público por
altoparlantes en la ciudad y también en vivo a las masas a través
de Radio Cantón.
“¡Las occidentales vinieron a China a amedrentar a los chinos!
¡Abajo con las occidentales! ¡Larga vida a los chinos!” gritó uno al
micrófono.
Uno de los huérfanos tomó el micrófono. Era Tak-Po Leung.
Una niña poco inteligente que había sido cuidada durante ocho
años por la hermana Sainte-Foy, quien cada mañana la levantaba
de su cama donde dormí cubierta por su propio orín, habiéndolo
eliminado durante la noche. Intentando no sentir nauseas por el
olor nauseabundo, la monja lavaba y vestía a la niña.
“Lo hago por Dios,” les decía la hermana Sainte-Foy a los niños que
la burlaban por su cariño especial hacia Tak-Po.
Frente al micrófono, Tak-Po lloraba y señalaba, pero no decía
nada.
La muchedumbre gritaba. Después de cada orador, cada
acusador, la audiencia se tornaba más agitada, más furiosa. El
propósito del juicio no solo era enjuiciar a las monjas. También era
desacreditar a la Iglesia, calumniando a los fieles, denigrando y
ridiculizándolos, así como también para generar miedo en los
católicos y asustarlos para que se unieran al movimiento de
reforma de las tres autonomías, la iglesia católica comunista
oficial.
Al declarar a las mujeres culpables, el juez Ze-Hsien Wen anunció
que la sentencia dependía del pueblo, quienes según él eran sus
propios amos y ya no estaban oprimidos por extranjeros.
Durante una hora la muchedumbre gritó en la corte, a medida que
los individuos se acercaban a los micrófonos a ordenar el destino
que debía dárseles.
“¡Córtenlas en pedazos!”
“¡Entiérrenlas vivas!”
“¡Enciérrenlas!”
“¡Mátenlas!”
“¡Expúlsenlas!”
Cuando el enojo se fue tornando incontrolable, el juez golpeó su
martillo e intervino, “¡No! ¡No las golpeen todavía!”
Cuando se acalló el debate frenético, se leyeron las sentencias en
voz alta:
Para la superiora, la hermana Saint-Alphonse-du-Rédempteur, y
su asistente, la hermana Sainte-Marie-Germaine: cinco años de
prisión y expulsión;
Para la hermana Saint-Germain y la hermana Saint-Victor:
expulsión de por vida;
Y para la hermana Sainte-Foy: una simple expulsión.
Después de cuatro horas de juicio durante el cual no se les
permitió a las monjas hablar o defenderse, las mujeres fueron
arrastradas por la fuerza alrededor del salón circular, forzadas a
inclinarse y pedir perdón por sus “crímenes” y a dar gracias al
pueblo por sus veredictos benevolentes, mientras el público
gritaba.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, las cinco con los carteles aún
colgados al cuello, fueron subidas a la parte trasera de una
camioneta que circuló despacio como en una procesión sádica
afuera del Salón Conmemorativo y luego por las calles repletas de
hombres, mujeres y niños que escupían y gritaban y arrojaban
piedras a las monjas en su camino hacia la prisión. Con un golpe
en la frente, una de las monjas sufrió un corte y la sangre corrió
por su cara mientras ella se mantenía de pie, con la frente en alto,
y los ojos cerrados.
El 4 de diciembre, la hermana superiora Saint-Alphonse-du-
Rédempteur y la hermana Sainte-Marie-Germaine fueron
transferidas a otra prisión. Las demás hermanas observaron cómo
las dos salían de sus celdas, casi sin poder caminar, arrastrando
con dificultad las sábanas que envolvían sus objetos de aseo.
Casi tres meses después, por la mañana del 25 de febrero de 1952,
les avisaron de golpe a la hermana Saint-Germain y a la hermana
Saint-Victor que debían abandonar China; recibieron sus hábitos
de religiosas y fueron escoltadas bajo guardias militares hasta la
frontera.
Las otras dos monjas, la hermana superiora Saint-Alphonse-du-
Rédempteur y la hermana Sainte-Marie-Germaine,
permanecieron otros 10 meses más, comiendo raciones ínfimas a
la vez que cosían, lavaban y hacían zapatos para el ejército rojo
durante 14 horas al día.
Luego, por la tarde del 25 de diciembre de 1952, en la fiesta de la
Navidad, día en que la luz vence a la oscuridad, las autoridades
dijeron a las dos mujeres que el gobierno popular había
perdonado con benevolencia sus sentencias y que serían
expulsadas al día siguiente.
Fueron transferidas a un hotel frente a la estación de tren, donde
esperaron su liberación. Al día siguiente, habiendo recuperado sus
hábitos religiosos, se quitaron los harapos de prisión y fueron
escoltadas a la plataforma del tren, donde encontraron a una
monja china clandestina perteneciente a su congregación que se
había enterado de su liberación. Vistiendo ropa de calle, las saludó
discretamente.
Por la tarde del 26 de diciembre de 1952, en la fiesta del
protomártir San Esteban, las monjas cruzaron finalmente el
puente Lo Wu, desde una tierra de esclavitud a una tierra de
libertad.
Pero abrazaron su liberación con tristeza, porque quién iba a
cuidar de los bebés y niños abandonados de China.
†††
NOTA FINAL: Quiero agradecer a la Sociedad de las Hermanas
Misioneras de la Inmaculada Concepción de Quebec,
especialmente a la hermana Suzanne Labelle, por su amable
ayuda. También agradezco a Wen-Li “Philip” Chen, por sus
talentos para traducir del chino al inglés. Los datos para esta
historia fueron extraídos de: “Bishop Walsh of Maryknoll: Prisoner
of Red China,” de Ray Kerrison; “The Bridge at Lo Wu: A Life of
Sister Eamonn O’Sullivan,” de Desmond Forristal; Catholic Herald;
Boletín Misionero de China; Der Spiegel; “Nun in Red China,” de la
hermana Mary Victoria (nome de plume de la hermana Maria Del
Rey, nacida como Ethel Danforth); The Precursor; “Prison
Memoirs,” por la hermana Sainte-Foy; y “Prison Memoirs: To Kom
Hang Crèche Confiscated by the Reds,” de la hermana Saint-
Victor.
_________________
Theresa Marie Moreau es la autora de “Blood of the Martyrs:
Trappist Monks in Communist China,” “Misery & Virtue” and “An
Unbelievable Life: 29 Years in Laogai,” que pueden encontrarse en
internet y en TheresaMarieMoreau.com.
Reedición de The Remnant, 30 de noviembre de 2017
Traducido por Marilina Manteiga.
Fuente: https://remnantnewspaper.com/web/index.php/articles
/item/3775-persecution-and-anti-catholic-propaganda
SÍ SÍ NO NO
Al cielo por un pequeñísimo camino
23/09/18 4:00 PMpor SÍ SÍ NO NO
Se llamaba Pierina Bertrone y había nacido en Saluzzo (Cuneo) el
6 de abril de 1903, hija de un panadero, Pietro, y de Giuseppina
Mirino, en medio de una numerosa familia. En Airasca, adonde se
trasladaron, sus padres gestionaban un restaurante. En 1917 se
establecen definitivamente en Turín, donde se ocupan de un
negocio de pasta y cereales. Un ambiente concreto, hecho de
trabajo y de cosas, nada romántico.
Pierina crece con muchas ganas de orar, estudiar, trabajar y hacer
el bien a los demás. Entra en la “compañía de las Hijas de María”;
cultiva proyectos de amistad con Jesús y de apostolado. Lee
pronto el “Tratado de la verdadera devoción a María” de S. Luis
M. de Montfort y se confía a la Virgen “en total esclavitud de
amor”, para que su vida, en manos de María, sea verdaderamente
una misión.
Es hermosa y amable, muy dotada. Después de la educación
elemental, continúa, como puede, los estudios – las scuole
magistrali festive – alternándolos con el trabajo en el negocio:
sabe latín, francés, pintura y escribe muy bien. El 8 de diciembre
de 1916, después de la Sagrada Comunión, oye por primera vez a
Jesús, que le llama: “¿Quieres ser totalmente mía?”. Pierina
responde: “Sí.”.
En búsqueda
14/15/20 años. En su parroquia de S. Massimo en Turín, trabaja
en la Acción Católica, ocupándose de las muchachas con
inteligencia y dedicación, sobre todo de las más pequeñas y
necesitadas. Recibe, en Misa, a Jesús Eucarístico cada día,
venciendo diferentes dificultades de quien no la querría
demasiado en la iglesia, y, con el corazón rebosante de Él, explica
a las niñas que “la vida cristiana es amor a Dios”. Les enseña a
repetir a menudo: “Jesús, te amo”.
Tiene un temperamento apasionado y fuerte, pero dentro de sí
misma sufre un largo periodo de oscuridad interior. Se hace más
ardiente, ora, trabaja y comparte sus ideales de consagración
interior con algunas amigas, que, como ella, serán totalmente de
Jesús. Un día – tiene unos 21 años –, con sus niñas de Acción
Católica, se dirige a orar a Valsalice, a la tumba de don Bosco. A
través del cristal de la urna, lee un autógrafo del Santo que
dice: “Muchos fueron los llamados, pero les faltó el tiempo.”.
Comprende de improviso que “ha llegado su hora”.
Precisamente esa noche le cae en las manos “Historia de un
alma” de S. Teresa del Niño Jesús y comienza a leerla en su
habitacioncita, a la luz de la farola de la calle S. Massimo. En ese
momento intuye su vocación: “Sentí – dirá – que la vida de amor
de S. Teresita podía hacerla mía; habría podido imitar a esta santa.
Lo que más me conmovió, lo que me hizo romper a llorar, fue la
frase: ¡Querría amar mucho Jesús, amarle como no ha sido amado
jamás!”. Es un encuentro decisivo: comienza a salir de su
“oscuridad”, a encontrar el camino de la confianza y del abandono
en Dios; ¡en su amor, en efecto, está toda solución!
El 26 de enero de 1925 entra en las Hijas de María Auxiliadora y
se convierte en “sor Pierina”. Tras alrededor de un año se
convence de que no es su camino… Intenta otra experiencia de
vida religiosa en el Cottolengo, donde descubre su sed de
ocultamiento y de sacrificio. Pero ni siquiera allí está su camino y
el 26 de agosto de 1928 vuelve con sus padres a la calle S.
Massimo. En las comunidades por las que ha pasado, fervorosa y
sonriente, ha sido muy amada.
Su lugar
Con 25 años, busca su camino en el mundo. Continúa trabajando
en la Acción Católica, ora más intensamente y recibe los consejos
de su director espiritual para llegar adonde Dios la quiere. Sor
María, superiora de las hermanas del Buen Pastor de Angers, le
dice: “Si me escuchas, entra en las Capuchinas: es clausura papal
y tienen oficio divino”. Pierina se decide: entra en las Capuchinas
de Turín, en Borgo Po. Viste el santo hábito, poco más de un año
después, al término del noviciado, ofrece a Dios los sagrados
votos. Es ahora sor Consolata.
Pide como regalo a sus amigos y conocidos, la Confesión y la
Comunión para sí, pero sobre todo para su santificación y su
permanencia en el camino hacia la santidad. A partir de ese
día, busca en todo lo más perfecto, la obediencia absoluta, la
dedicación total de corazón y de mente hasta evitar todo
pensamiento que no sea Jesús. Ofrece a Dios un solo propósito:
el continuo “acto de amor”, expresado en la invocación “Jesús,
María, os amo, salvad a las almas”. Incesante acto de amor.
Y Jesús, que la invade, la ocupa y le enseña para ella y para los
demás el “pequeñísimo camino”, el mismo que recorre ella: el
del amor y de la confianza: “Perteneces a las almas
pequeñísimas… Estas te seguirán dándome el acto incesante de
amor… No serán sólo miles las “pequeñísimas”, sino millones y
millones. A ellas pertenecen también los hombres. Y a tu muerte
las “pequeñísimas” correrán a Mí, como un día, cuando aparecías
en la plaza de S. Massimo, corrían a ti las niñas más pequeñas”.
En 1938, sor Consolata es asignada al nuevo monasterio de
Moriondo (Testona-Turín), que las Capuchinas han abierto por el
afluir de muchas jóvenes a su convento. Ella había previsto todo
esto y, por sugerencia suya, el monasterio es dedicado al
Sagrado Corazón. Desde que entra en el monasterio, se inmola
por la conversión de los sacerdotes que “lo han dejado”, por la
santificación de todos los sacerdotes, a quienes llama “mis
hermanos” (también por los que vendrán en nuestro tiempo de
decadencia).
Renueva su consagración a la Virgen, en total esclavitud de amor,
para que la Mamá Celeste de a Jesús todas las almas que ella le
pide. “Dame las almas – ora como don Bosco – y toma todo lo
demás: salud, alegría, vida”.
Tú también puedes
No acabaríamos de contar esta interesante “historia” de
pequeñas grandes cosas, todas marcadas por el amor más puro y
heroico, por la Sangre de Cristo, recibida y ofrecida, por la
configuración cada vez más perfecta a Él. Su ofrenda victimal por
las almas y por la Iglesia se hace suma durante la segunda guerra
mundial. Al final de la guerra, en noviembre de 1945, sor
Consolada es ingresada en el sanatorio: es un sacrificio enorme
dejar su celda, la oración en soledad o en comunidad ante Jesús-
Hostia. Pero ofrece a Dios sus últimos “sí”, intensos, plenos,
hasta el culmen.
Está, pues, en el S. Luigi en Turín, entre los enfermos incurables.
Le quedan pocos días de vida. Con las manos agarradas al
Rosario, repite hasta el final: “Jesús, María, os amo, salvad a las
almas”.
El 3 de julio de 1946, vuelve a su monasterio de Moriondo. Pesa
sólo 35 kilos y tiene sólo 43 años. Tiene una sonrisa maravillosa y
todas quieren verla y despedirse de ella, ahora que va a partir
hacia el Paraíso.
Quince días de agonía y el 17 de julio, el último de su vida,
Consolata desea ser velada, es la primera y la única vez.
A las tres de la madrugada, se vuelve hacia la imagen de Jesús y
de la Virgen que tiene cerca y murmura en piamontés: “Jesús,
María, ayudadme porque no puedo más”. A las cuatro, se hace la
señal de la Cruz y besa el Crucifijo como se besa el Rostro del
amor… y Le ve. Es el alba del 18 de julio de 1946.
A su director espiritual, el padre Sales, sor Consolata había
escrito el 7 de octubre de 1944: “Jesús, un día, mostrándome al
mundo, dirá: Se ha fiado de Mí. Me ha creído. Sí, Jesús hará
grandes cosas. Consolata se convertirá en consoladora. Me
inclinaré con amor sobre quien sufre, quien desespera, quien
impreca… Jesús y yo nos queremos. ¡Quién sabe después en su
Reino!”.
El 8 de febrero de 1995 se inició su causa de beatificación-
canonización; oremos cada día para que se acelere este camino
suyo hacia la gloria de los altares, donde será digna compañera y
émula de S. Teresa del Niño Jesús. Su “pequeñísimo
camino” hacia el Cielo, hecho de confianza y de amor, es posible
para todos: también para mí, para ti, nos es dado hacer de la
vida, en unión con Jesús, un continuo acto de amor para la gloria
del Padre y para la salvación del mundo: “Jesús, María, os amo:
salvad a las almas”.
Candidus
P.S. Su “admirable vida” ha sido narrada por Paolo
Risso, L’amore per vocazione, Ancora, Milano, 2001, con estilo
narrativo, fluido, apasionado.
(Traducido por Marianus el eremita/Adelante la Fe)

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SÍ SÍ NO NO
Reflexiones sobre el feminismo
07/09/18 4:10 PMpor SÍ SÍ NO NO
El hombre moderno vive el tiempo de la gran destrucción de los
sentimientos y de la Fe.
La sociedad descristianizada continúa estando privada de nexos
más allá de las ganancias y del consumo. Se sabe que el
fundamento de la sociedad cristiana, que se opone a la
realización del Nuevo Orden Mundial, está en la familia. Para
socavar la familia ha sido necesario destruir el papel de la mujer
como esposa y madre y rediseñar su rol social, redimensionando
sus aspectos de madre y de mujer.
Se hace creer a la gente común, que cree saber cómo van las
cosas porque se informan viendo la televisión, que los roles del
varón y de la mujer cambian porque “cambian los tiempos”.
Como escribió Edward Bernays: “Los hombres son raramente
conscientes de las verdaderas razones que están a la base de sus
acciones”. La verdad es que las ideologías que influencian el
pensamiento y el curso de la historia son las armas más
eficientes.
***
El feminismo fue concebido como una forma de adoctrinamiento
de masa para el control social, ampliamente sostenida por todos
los medios de comunicación. La Rockefeller Foundation fue uno
de los mayores financiadores del movimiento feminista. Como
escribió Karen M. Paget, en su libro “Patriotic Betrayal”,
existieron también conspicuas financiaciones de la CIA. Los fines
de las financiaciones de la Rockefeller Foundation fueron: que las
mujeres, en vez de trabajar entre los muros domésticos fueran a
trabajar para el gran capital privado, poder cobrar impuestos
también a las mujeres que habrían adquirido el “derecho” de
trabajar y arrancarles a sus hijos a una edad todavía más precoz,
eliminando la instrucción familiar, de manera que fueran
adoctrinados por medio de la escuela y el aparato estatal, como
fue revelado por el mismo Nicholas Rockefeller durante una
entrevista. Nada es casual en los proyectos de ingeniería social
de las minorías culturalmente más aguerridas al servicio de la
Masonería y del Becerro de Oro, el gran capital financiero.
***
El feminismo ha inculcado en la mujer la convicción de que su
“realización” personal se obtiene sobre todo imitando al hombre
en su vida profesional y entrando en competición con él. La
mujer debe abandonar su preciosa tarea de custodia de la
familia, de esposa y madre, y buscar en el trabajo el éxito y la
“gratificación”. Las mujeres “liberadas”, privadas de su identidad,
deben hacer carrera y poseer dinero para adquirir lo que deseen.
Actualmente, el feminismo, sostenido por el aparato legislativo,
continúa engañando a la mujer, imponiéndole que sea todo salvo
mujer: puede ser soldado, policía, barrendero, pero ay si hace de
madre y de esposa; ay si trabaja entre los “muros domésticos”
en vez de aprovechar las “grandes ocasiones” que ofrece el
mercado globalizado del trabajo.
Las mujeres de hoy, injertadas en el mecanismo “virtuoso” de la
concurrencia en el trabajo, están obligadas a respetar ritmos y
horarios impuestos por ley; a menudo, terminan por ser
absorbidas en el mecanismo y por quedar frustradas como
mujeres y como trabajadoras.
Con el feminismo, las mujeres han perdido también su natural
feminidad, reducida a menudo a una banal exhibición de las
formas de su cuerpo. Pero es una ilusión pensar que la feminidad
aumente recortando la falda. La “verdadera” feminidad está en
la dulzura y en las premuras que nacen de su sentido materno,
está en el pudor que huye de las miradas y no se pliega a los
fáciles halagos porque debe custodiar el don precioso que Dios
ha elegido para la mujer: “La mujer genera lo que Dios crea” (Pío
XII). Cuántas mujeres prefieren en cambio exhibir su propio
cuerpo como si fuera una mercancía.
Esta mercantilización es alimentada tanto por las modas,
producidas por la industria cultural del capitalismo globalizado,
como por las ideologías progresistas de matriz comunista. El
primado de la “liberación sexual” de la mujer de las “cadenas de
la familia” se debe, en efecto, al Partido Comunista Bolchevique,
que fue el primero en desarrollar una nueva política sobre las
relaciones sexuales, lanzando la campaña “el amor es como un
vaso de agua”, en el sentido de que copular equivalía a saciar la
sed. El matrimonio era visto como el instrumento de
“explotación” de la mujer y la familia una institución “burguesa”
que debía ser abatida.
***
También la estrategia de las sectas secretas ha servido de apoyo
a la pérdida del pudor femenino. En 1968, la revista
masónica L’Humanisme publicó las directivas para destruir a la
Iglesia Católica. En un párrafo se lee: “La primera conquista que
debe hacerse es la conquista de la mujer. La mujer debe ser
liberada de las cadenas de la Iglesia y de la ley […]. Para abatir el
catolicismo, es necesario comenzar suprimiendo la dignidad de la
mujer, la debemos corromper junto a la Iglesia. Difundamos la
práctica del desnudo: primero los brazos, después las piernas,
después todo lo demás. Al final, la gente irá por ahí desnuda, o
casi, sin pestañear. Y, eliminado el pudor, se apagará el sentido
de lo sagrado, se debilitará la moral y morirá por asfixia la fe”.
La situación actual es penosa. Hoy es reivindicado incluso con
rabia el derecho a “vestirse” con ropa interior descubierta o bien
visible a través de vestidos ceñidos. Esta es también una manera
para mantener subyugadas las hormonas masculinas, para
escalar puestos en la sociedad, obteniendo cumplidos y éxitos en
un mundo en plena bancarrota ética.
En realidad, la admiración que los hombres muestran por estas
mujeres es siempre falsa: “La admiración que fingen por ellas es
puramente sensual porque no está dirigida a su persona, sino a
su cuerpo, y las miran como un objeto de placer” (Don Dolindo
Ruotolo, “La moda e il decoro cristiano”, 1939).
Vestirse dignamente hoy es un verdadero acto de “rebelión”
contra el degrado generalizado de un mundo en el que a
cualquier edad las mujeres se ponen minifaldas y mallas,
ofreciendo a menudo la caricatura de sí mismas. Las jóvenes que
imitan en el vestido y en el look a las pop stars de la televisión,
coleccionan vulgares exhibiciones que son los nuevos rituales
paganos del culto de la “apariencia”. Aun cuando se van a “vivir
juntos” (el matrimonio esta ya “pasado de moda”) y se
convierten en madres, su modo de vestir no cambia. Gracias a
sus compañeros “modernos” y “tolerantes”, las mujeres
“emancipadas” pueden “mostrar al público” lo que el buen
decoro impondría cubrir. Se someten voluntariamente a
prácticas degradantes en una sociedad camino del nudismo,
movida por arriba por los vasallos del poder mundialista y
sostenida por abajo por la pasiva aceptación de la gente. El
nudismo es más en general la eliminación de todo decoro en el
vestido, equivale en el ámbito moral a la instauración de la
anarquía: ninguna autoridad, ninguna regla.
El Gran Capital, por medio de la “moda”, impone las líneas guía
en el ámbito del vestido: la moda que “desviste” casi del todo a
la mujer, la cual cree ser liberada de fastidiosos “tabúes”. En
realidad, la mujer ha perdido simplemente la fascinación más
grande que tenía: la del pudor.
La mamá “de un tiempo”, que obligaba a sus hijas a una
compostura en público y al decoro personal ha muerto ya. Así
como hace tiempo que ha muerto el padre “de un tiempo”, que
se hacía obedecer por los hijos y hablaba de honestidad, de
mantener la palabra dada.
Hoy existe la mamá “hip hop”, sin “prejuicios”, que considera las
partes “íntimas” como “recursos” que exhibir… como “talentos”
que mostrar en el escenario de la vida cotidiana. En la “patología
del exhibición” que aflige a la mujer moderna, existe una
“sexualización perenne” que debe atraer las miradas y estimular
el “deseo”. Todo se realiza con superficialidad y ligereza, como
en la publicidad de la televisión. Todo es conforme a una
sociedad en la que solamente se sonrosan ya los peces rojos.
Finalmente, existe el papá amigote y simpático, a veces un poco
estúpido, que, para no sentirse distinto, se ha adecuado a la
transgresión.
De normalizar cualquier exceso se encargan después las playas
en verano, en las que quien tiene un poco de pudor es
considerado portador de un hándicap. Ideología feminista y
revolución del vestido son una misma cosa con el “sexo fast
food”, tan aconsejado por los psicólogos de moda y por los
“expertos” que se ocupan de “educación sexual” en las escuelas:
el sexo “libre” y consumido “apenas sea posible”, como en las
películas, que deja sólo vacío y amargura, como las promesas de
la felicidad “fácil”, que esconden siempre el engaño.
Los padres modernos “teledependientes” y “telecondicionados”
os dirán que todo esto es normal y que también sus hijos “deben
tener sus propias experiencias”… un modo como otro para
declinar en otros su propio rol de guía de sus hijos.
Según el feminismo, el sexo debe estar desvinculado del amor y
del matrimonio. Esta ideología ha atacado y ridiculizado siempre
los valores que se derivan de la cultura cristiana, como la
fidelidad conyugal. Hemos llegado al punto en que hoy el
adulterio es considerado casi una “divagación” de la rutina del
matrimonio, hecho todavía más accesible por las posibilidades
de las redes sociales. En la red hay disponibles servicios y chats,
de pago para los hombres y gratis para las mujeres, que hacen el
adulterio “veloz y seguro”.
El catolicismo “moderno” sin “muros ni barreras”, que no enseña
ya a conmensurar la gravedad del pecado con el gesto realizado,
nos asegura de que la tolerancia lo soluciona todo. El “Don
Matteo” de la serie televisiva ofrece el ejemplo del sacerdote
“que va con los tiempos”, que, en cambio de condenar el
abominio de la infidelidad conyugal, reprocha ásperamente todo
mínimo resentimiento de quien ha sido traicionado. El desprecio
de la recta razón y del sentido común es llevado hasta el rechazo
de la realidad. La mayor parte de las personas no se ha dado
cuenta mínimamente del “trabajo” realizado sobre las
conciencias por los medios de comunicación, las nuevas armas
de “seducción de masas”.
***
El liberalismo ideológico del feminismo se comporta como el
liberalismo económico: ambos favorecen y promueven la
“precariedad”. El liberalismo económico, en el que el hombre se
convierte en una variable de las estrategias de producción y de
consumo, favorece y promueve la precariedad laboral. El
liberalismo ideológico del feminismo favorece y promueve
relaciones “precarias”, en las que el sexo, desvinculado de los
sentimientos, de la familia y de la procreación, se reduce a
“miseria sexual” de una sub-humanidad vacía y sin Dios.
Se nos da el derecho a la “libertad sexual” y se nos quita el
derecho al trabajo. NADA ES CASUAL.
En otros tiempos, cuando no había inútiles distracciones sociales,
que dos jóvenes se frecuentaran era más raro, se hacían novios,
se casaban y se tenían hijos. El comienzo del conocimiento de los
dos parterns era a menudo precisamente el matrimonio. Esta era
la realidad de la generación de nuestros abuelos, en la que se
permanecía juntos toda la vida. La generación de hoy en cambio
está afligida por las dudas, no se fía ya el uno del otro, porque los
valores de “honestidad”, “fidelidad” y “pudor” sobre los que se
mantenían las familias tradicionales han decaído.
Hoy estamos muy lejos de la concepción caballeresca en la que,
si un hombre tenía la fortuna de poder amar a una mujer y ser
amado por ella, podía afirmar haber obtenido una “gracia
divina”.
La tendencia hoy es todavía la de animar a las jóvenes a hacer
estudios universitarios para perseguir la ilusoria meta de la
carrera en el Mercado Global, donde el trabajador es reducido a
mero componente del ciclo productivo de la ganancia.
***
La solución está claramente en la vuelta a la educación de los
hijos según los VALORES CRISTIANOS tradicionales.
Es necesario volver a educar a las jóvenes a recuperar “dignidad”
en el MATRIMONIO y en el cuidado de la familia, recuperando
antiguas competencias como la economía doméstica y la cultura
del ahorro. Es necesario volver al honrado papel de mater
familias, fundamento para el buen funcionamiento de la
máquina social.
La Virgen del Buen Suceso, el 21 de enero de 1610, lo predijo
así: “En cuanto al sacramento delmatrimonio, que es símbolo de
la unión de Cristo con su Iglesia, será atacado y profundamente
profanado. La masonería, con su poder, promulgará leyes inicuas
con el fin de eliminar este sacramento, facilitando la vida
pecaminosa de cada uno e incentivando la procreación de niños
ilegítimos, nacidos sin la bendición de la Iglesia. El espíritu
católico disminuirá rápidamente; la preciosa luz de la fe se
apagará progresivamente, hasta cuando se llegará a una
corrupción de las costumbres casi total […]. En estos tiempos
desastrosos, existirá una lujuria ostentada que mantendrá a las
personas en el pecado y conquistará a innumerables almas
frívolas que se perderán. No se encontrará casi ya inocencia en
los niños, ni modestia en las mujeres. ¡En el supremo momento
de la necesidad de la Iglesia, los que deberán hablar
permanecerán en silencio!”
Anonimo Pontino
(Traducido por Marianus el eremita/Adelante la Fe)
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