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MANUEL VICENTE VILLARÁN GODOY

Nació en Lima el 18 de octubre de 1873. Sus padres fueron el Dr. Luis Felipe Villarán, quien fuera
rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y doña Rosalía Godoy. En 1890 ingresó
a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para estudiar en las facultades de Jurisprudencia
y de Ciencias Políticas y Administrativas. En la Facultad de Jurisprudencia, se graduó de bachiller
y de doctor en jurisprudencia y se recibió como abogado. En 1908 se graduó de bachiller y de
doctor en Ciencias Políticas y Administrativas con las tesis El factor económico en la educación
y la educación nacional y la influencia extranjera, respectivamente. En 1900, Villarán pronuncia
el discurso académico de apertura del año universitario titulado Las profesiones liberales en el
Perú.

Villarán se incorpora a la docencia universitaria en la Facultad de Derecho haciéndose cargo de


las cátedras de Derecho Natural, Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional; ocupa diversos
cargos en la administración universitaria, llegando a ser decano de la Facultad de Jurisprudencia
y rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1922-1924).

En 1901, fue delegado de la Universidad ante el Consejo Superior de Instrucción Pública. Fue
ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública durante el primer gobierno de Augusto B. Leguía,
cargo al que renunció por motivos políticos. Presidió las comisiones de Reforma de la Educación
de 1910, 1918 y de la Reforma Universitaria de 1930 encargada de preparar un Proyecto de
Estatuto de la Universidad de San Marcos.

Fue miembro de la Comisión encargada de redactar el Proyecto de Ley de Accidentes de Trabajo.


En 1909 integró la Junta Directiva del Partido Civil. Fue senador por el departamento de Junín.
Desterrado (1925-1927), se mantuvo alejado de la actividad pública y social. En 1931, presidió
la comisión encargada de preparar el Proyecto de Constitución del Estado e integró las
comisiones que reformaron los códigos Civil, de Procedimientos Civiles y de Comercio. Fue
candidato a la Presidencia de la República en 1936 y embajador del Perú ante la Santa Sede en
La coronación del Papa Pío XII. Fue miembro de la Sociedad de Beneficencia de Lima desde 1907,
Fiscal Suplente de Lima, Decano del Colegio de Abogados de 1914 a 1915 e inició la publicación
de la Revista del Foro en 1914. En 1936, el Papa Pío XII le otorgó la Condecoración de la Orden
de San Gregorio. En 1942 es condecorado con la Orden del Sol. En 1951, recibe la Medalla al
Mérito por Servicios Distinguidos «Palmas Magisteriales» y en 1953 se le rinde un homenaje
nacional al cumplir 80 años de edad. Manuel Vicente Villarán fallece en Lima el 21 de febrero de
1958 a los 85 años de edad.

Sus principales publicaciones son: Lecciones de Derecho Natural, Las profesiones liberales en el
Perú, La misión de la universidad latinoamericana, Programa de filosofía del Derecho, Apuntes
de Derecho Constitucional, Las constituciones de 1860 y 1920, El gobierno de Alemania,
Programa detallado de Derecho Constitucional, Estudios sobre educación nacional, El momento
actual de la Universidad de San Marcos, El gobierno de los Estados Unidos, Cuestiones generales
sobre el Estado y el gobierno, El arbitraje de Washington

PENSAMIENTO PEDAGÓGICO

Manuel Vicente Villarán parte de la idea de considerar el desarrollo económico del país, como
una condición para el desarrollo educativo, siendo el crecimiento industrial el factor más
necesario para la mayor cultura. Sostiene que, «antes de llenar de escuelas el país, es necesario
cruzarlo de ferrocarriles, caminos y telégrafo; proveerlos de canales de riego, puertos y obras
sanitarias; porque sin estas cosas y sin la vitalidad creciente que ellas produzcan, todo cuanto
adelantemos en pura instrucción sólo servirá, quizás para hacernos sentir, más agudamente que
hasta hoy, la impotencia y la humillación que acompañan a los pueblos perpetuamente
miserables».

Representa Villarán, en el proceso de la instrucción pública, según Mariátegui, el pensamiento


demo-burgués, condena la educación tradicional, dogmática en donde la enseñanza estaba
orientada a imitar métodos y planes extranjeros, sobre todo en las lenguas clásicas. Así, en 1900,
en su discurso, «Las profesionales liberales en el Perú», hace un análisis de la educación peruana
y de la realidad del país y con ello de la psicología del hombre peruano. Pensaba que el Perú por
su trayectoria económica-social debería ser tierra de labradores, colonos, mineros,
comerciantes y hombres de trabajo; pero por la fatalidad de la historia y la voluntad de los
hombres ha resultado convirtiéndose en el país donde predominan los intelectuales, literatos,
poetas, burócratas, en el que faltan hombres dedicados a la industria con fuerza y espíritu de
lucha para obrar en cualquier campo y contribuir al engrandecimiento y progreso del país.

Propugna una reforma en contra del idealismo de la época y frente a la educación limitada a las
clases altas propuesta por Deustua; propone una educación para la clase alta acompañada de
un esfuerzo a favor de la clase media y de las clases populares. En este sentido Villarán defiende
con mucho calor las virtudes del indio peruano, aboga y defiende una educación popular, y lo
hace en la tesis titulada El factor económico en la educación nacional (1908). Donde refuerza
sus ideas en el sentido que la formación de élites representa en el país el ahondamiento del
abismo que separa una clase de otra, produciendo el abuso, la explotación del de arriba hacia el
de abajo. Veía como el indio era utilizado por ser analfabeto y explotado por los caciques; ello
le hizo pensar en que la educación para las mayorías lograría alcanzar el progreso social.

En esta perspectiva y embuido de las ideas positivistas de la época, creía que era urgente rehacer
el sistema de nuestra educación, en forma tal que produzca pocos «diplomados y literatos y en
cambio eduque hombres útiles, creadores de riqueza» (Mariátegui). Por lo que plantea que el
esfuerzo educativo debería estar encaminado no sólo a la educación superior sino en primaria y
secundaria, siguiendo el modelo de los Estados Unidos, en el cual al industrialismo «denigrado»
le siguió un estupendo florecimiento de las ciencias y las artes. El Perú debe así corregir los
rumbos de la educación nacional, fomentando una educación práctica e industrial a sus
hombres.

La educación, según Villarán, debería ser «democrática, simple, científica, común y profesional
tendiente a despertar energías, físicas y mentales, estimular el trabajo y formar hombres».
Aspectos que tienen relevancia en estos años, que busca en la práctica hacer de la educación
una agencia de capacitación de la mano de obra masiva, indispensable para la industrialización
del país.

Pero esta reforma educativa que planteó Villarán sólo quedó en una crítica y en una proclama
que se frustró, como señala Mariátegui, porque entonces el embrionario desarrollo capitalista
en el Perú no tenía aún la fuerza suficiente para desplazar una economía eminentemente
agrícola y todas sus consecuencias.

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